POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
La efeméride de que me ocupo, se remonta al mes de noviembre de 1908.
Si nos atenemos a lo publicado en LA VOZ DE MÉXICO, D.F., del 8 de noviembre de 1908, p. 2:
DEFUNCIÓN.-Falleció en el Rosario Sóstenes Ávila, que fue matador de toros y últimamente comerciante de ese lugar, se podría concluir que este personaje murió de una muy avanzada edad, puesto que los datos conocidos nos remontan hasta la mitad del siglo XIX donde Sóstenes, junto a sus hermanos Luis, José María y antes Mariano (aunque este, por problemas judiciales, al parecer ligados con un asesinato, dejó de torear) ejercieron dicha práctica en forma por demás prolongada.
Algunas fuentes remontan su presencia hasta el año de 1808, momento en que esos nombres comenzaron a aparecer en diversos carteles.
Manuel Bravo en compañía de los hermanos Ávila, Luis, Sóstenes y José María se van a convertir, por entonces, en las figuras que aclama el pueblo mexicano, mismo que aceptará con agrado al español Bernardo Gaviño y con el que se desentenderán de los posibles prejuicios de que se vio saturado el ambiente político de un país que no alcanzaba a despertar de la pesadilla de su independencia, y ya se encontraba frente a otra, traducida en la lucha del poder por parte de los distintos grupos que lo desean. Los hermanos Ávila sostuvieron el andamiaje del toreo mexicano decimonónico, un toreo que vive con ellos serias transformaciones que se van a dar entre los años de 1808 y 1857, largo periodo en el que son dueños de la situación.
Desde luego, la mayoría de los datos que la historia nos da de estos toreros, ocurre entre la tercera y quinta décadas del siglo XIX para luego desaparecer del panorama, ya sea porque su ciclo había terminado o por el hecho de que se enfrentaban a Bernardo Gaviño, un torero que tuvo muy clara la extensión de sus dominios, no importando la formación de pequeños feudos, donde los Ávila pudieron tener el control de los mismos.
Diversos carteles, sobre todo los que dan alguna luz al respecto, provienen de la plaza de toros de San Pablo, así como de diversas actuaciones que tuvieron en la plaza de Toluca. Como se puede colegir, Sóstenes eligió el norte del país y en particular la ciudad de Rosario, Sinaloa, para continuar con su vida, ahora metido como “comerciante de ese lugar” y que murió, ya lo sabemos ahora, en noviembre de 1908. ¿A qué edad? Imposible saberlo, pero bien pudo tratarse de un personaje longevo, un auténtico matusalén.
Ambos carteles, son reproducciones tomadas de la obra:
Armando de María y Campos: Los toros en México en el siglo XIX, 1810-1863.
Reportazgo retrospectivo de exploración y aventura.
México, Acción moderna mercantil, S.A., 1938. 112 p. ils.