EFEMÉRIDES TAURINAS DEL SIGLO XX. ARTEMIO DE VALLE-ARIZPE Y LOS TOROS. 1ª DE 4 PARTES.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
Esta efeméride corresponde al 15 de noviembre de 1961.
Pronto se cumplirán 50 años de la desaparición del Lic. Artemio de Valle-Arizpe. Por tal motivo, me parece más que oportuno traer hasta aquí –ahora que busco editor- un pequeño pasaje de mi libro: ARTEMIO DE VALLE-ARIZPE y LOS TOROS (inédito), con objeto de conocer la dimensión de uno de los autores más prolíficos que nos dio el siglo XX mexicano.
Portada del libro.
INTRODUCCIÓN
Dr. Pablo Pérez y Fuentes
¡Va por usted!
In memoriam
Artemio de Valle-Arizpe fue originario de Saltillo, donde se dice nació el 20 de octubre de 1883.[1] Muere en la ciudad de México el 15 de noviembre de 1961. Es uno de esos raros ejemplos que caracterizan a un autor prolífico, intenso, dedicado. Estas peculiaridades se traducen en una obra basta, de más de 50 títulos, cada uno de ellos construido con lenguaje rico en detalles, donde el uso constante de palabras poco comunes, muchas de ellas auténticos anacronismos, vistieron los relatos, pasajes, diálogos, leyendas y tradiciones.
Adquirir uno a uno cada título y leerlos después –más bien devorarlos-, se convirtió para mí en un deleite. Incluso en obsesión, pues llegó el momento de seguir ciertos ejemplos, fallidos lamentablemente. Dejarme crecer el bigotillo y engatusarlo a lo “kaiser”, a lo “Valle-Arizpe”, a la “borgoñoña”, “intento de gran mostacho donjuanesco y maligno” apuntaba Amado Nervo; fue un remedo, nada vistoso como para lograr lucimiento varonil. En realidad, era lo de menos. Pero buscar escribir como él fue la catástrofe, porque en el intento de lo exhaustivo, cada escrito salido de mi pluma, en su afán pretencioso y petulante se ahogaba en sí mismo. Conclusión: zapatero a tus zapatos. Pronto me quité el bigote de puntas enhiestas y pronto también entendí la lección aprendiendo a escribir para buscar mi propio estilo, bajo la disciplina rigurosa, el ejercicio constante con la recomendación de Rafael Solana a cuestas quien me aconsejaba: Siga, siga usted. No deje de escribir. Si tiene que escribir, hágalo. Basta incluso con una cuartilla diaria, pero no deje de hacerlo. Y ya han pasado muchos años desde aquel momento en que el hijo del viejo periodista, del mismo nombre y apellido, pero bajo el remoquete de Verduguillo, me proporcionaba un secreto digno para escritores. El cambio, por supuesto que es notorio. 28 años de quehacer literario, en combinación con los del historiador que ahora me permiten salir a la liza sin miramiento alguno, dicen que se han dado cambios, pero también mejoras. Y sin embargo, la influencia y la presencia de don Artemio se mantiene viva, a tal grado que hoy quiero pagar la deuda después de aquellos dos alardes. El trabajo que hoy emprendo tiene la finalidad de recoger todos aquellos pasajes donde el tema taurino está presente en su obra integral; y vaya que son bastantes. Pero no solo basta la cita, es necesario el contexto para ir entendiendo el gusto que por los toros tuvo en su obra Artemio de Valle-Arizpe. Esa atención tan específica transita en diversas épocas no solo del período virreinal. También durante el siglo XIX, y acaso hasta nos sorprenda alguna otra sobre el siglo XX –ya metido totalmente en su carácter de cronista de la ciudad de México-, espacio temporal en el que por más de 50 años dejó claras evidencias de un trabajo arduo y disciplinado, además de emotivo y entrañable.
La faena que aquí comienza, seguirá un criterio bastante sencillo. Ocupará su atención de forma cronológica, desde su primera obra: La gran Cibdad de México Tenustitlán, perla de la Nueva España, según relatos de antaño y ogaño hasta Jardín perdido, con lo cual no será posible respetar ese otro criterio que va de la mano con el tiempo. De pronto, aparecerán sucedidos de esta o de aquella época. Pero fundamentalmente, habrá de conocerse –hasta donde lo permita el detalle-, a cada uno de los personajes, los escenarios y las distintas circunstancias en que ocurrieron aquellos hechos narrados bajo la pluma ágil del autor saltillense.
CONTINUARÁ.
[1] Sin embargo, otras fuentes refieren este dato con diferentes fechas. Entre otras:
Artemio de Valle-Arizpe: Historia de la ciudad de México según los relatos de sus cronistas. México, 5ª ed., Editorial Jus, 1977. 531 p., p. 139. En tal libro se apunta que nació en Saltillo el 25 de enero de 1888. Del mismo modo lo afirma Henrique González Casanova en Amor que cayó en castigo. Otros datos apuntan lo siguiente:
En Mauricio Magdaleno: Semblanzas de Académicos. Ediciones del Centenario de la Academia Mexicana. México, 1975, 313 p. Según Magdaleno, Artemio de Valle-Arizpe nació en Saltillo, Coah., el 25 de enero de 1884 y murió en México el 15 de noviembre de 1961.