ARTEMIO DE VALLE-ARIZPE Y LOS TOROS. 4 de 4.

EFEMÉRIDES TAURINAS DEL SIGLO XX. ENTREVISTA CONCEDIDA POR EL DR. PABLO PÉREZ y FUENTES. 4 de 4.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 Esta efeméride corresponde al 15 de noviembre de 1961.

    Es la mañana del 21 de enero de 2004. Llego puntual a la cita que me ha concedido el doctor Pérez y Fuentes, quien desde temprana hora ya está dedicado en cuerpo y alma a su oficio, atendiendo y sanando enfermos. Por necesidades en su trabajo, -tiene que acudir a una visita a domicilio, precisamente a casa del matador de toros en retiro Juan Estrada-. Me pide que lo acompañe para, en el camino ir platicando sobre este proyecto y así, tener un intercambio de opiniones.

   Y a boca de jarro, le planteo la primera pregunta a mi buen amigo, en estos términos:

¿Qué tipo de aficionado taurino era Artemio de Valle-Arizpe?

   Don Artemio era un aficionado culto, a distancia de la plaza, pero presente en ella. Entendía perfectamente todos los sucesos y todo el desenvolvimiento histórico de la fiesta brava. Sentía la fiesta brava hondamente.

Quiere decir, que más o menos estaba emparentado con aquella actitud que asumió Nicolás Rangel, que además de ser un importante historiador, muy poco se acercaba a las plazas de toros.

   Yo creo que es muy acertado este símil, porque es muy propio de las personas con cultura histórica y con sabor del toreo.

Doctor, me comentaba en alguna ocasión que don Artemio era franciscano de la orden seglar, un dato ciertamente curioso, inédito. Nos puede dar detalles al respecto.

   Los franciscanos seglares, llevan una vida como cualquier otro católico, recta dentro de lo que ordena la iglesia católica y hacen su labor, su trabajo, y ese es su apostolado.

Así que don Artemio permaneció toda su vida soltero…

   Sí, desde luego. Los franciscanos seglares no necesariamente deben ser solteros. Ha habido muchos franciscanos seglares en matrimonio, como Isabella Católica, como Beethoven y muchísimos otros notables en la historia, han sido franciscanos seglares y no es necesario hacer ostentación de esa actitud espiritual que es eminentemente profunda.

Menciona usted el aspecto de ostentación. Sabemos que don Artemio era muy dado a presumir sus 365 anillos, uno que se ponía día con día. Esta es una historia poco conocida, quizá extravagante; sin embargo, lo anterior nos dice que don Artemio era muy extrovertido. ¿Realmente era muy presumido en su persona, en su carácter?

   No de ninguna manera. Era una persona muy accesible, muy educado, un hombre atento y muy fino que desde su infancia así fue.

¿Cómo conoció el doctor Pablo Pérez y Fuentes a Artemio de Valle-Arizpe?

   Pues yo tuve la fortuna de conocer a don Artemio en Saltillo, Coahuila, porque él nació en Saltillo y yo soy también de Saltillo, y mi papá era muy amigo de don Francisco de Valle-Arizpe y de don Jesús de Valle, hermanos de él. Vivían enfrente de la casa de mi papá, en la calle de Victoria, antes llamada calle del Curato.

La foto fue tomada por José María Lupercio a principios del siglo XX. Se trata de un Artemio de Valle-Arizpe atildado, de finos modales, vistiendo como “lord” inglés tal cual lo impuso la moda de aquel entonces. Pero dentro de esa figura se encuentra un colonialista consumado.

Así que mantuvieron su amistad no solo en la ciudad de Saltillo, sino en la de México…

   Si claro. Una relación respetuosa, a una distancia prudente y como digo, con la admiración de parte mía para don Artemio y toda su familia.

Personaje extraño, excéntrico o un amigo redivivo de Góngora, Juana de Asbaje o del Capitán Ramírez de Vargas. ¿Cómo consideraría a don Artemio de Valle-Arizpe, prácticamente un protagonista de los siglos virreinales ubicado en pleno siglo XX?

   Yo lo considero perfectamente original. Un escritor dentro de la lengua española, tan es así que fue miembro dela Academia.

Para quienes no lo conocimos, ¿cómo era don Artemio?

   Era un hombre correcto como he dicho. Distinguido. Siempre pendiente de presentarse con corrección, porque el presentarse con corrección –digamos de paso-, es tener atención con el prójimo. Si alguien se arregla mal, no se hace daño así mismo. El daño lo hace al prójimo.

   Haciendo un alto y precisamente, para darnos idea de esa corrección, no en su apariencia, que de suyo era muy cuidada, sino en su quehacer como escritor, veamos qué es lo que apunta don Artemio sobre la segunda edición de La gran ciudad de México-Tenustitlán, perla de la Nueva España, según relatos de antaño y de hogaño, publicada en la colección Cultvra en 1924:

 En esta obra se han deslizado por lamentables descuidos no pocas erratas. (…) caen acentos sobre vocales que no necesitan de su peso; comas, puntos y comas y dos puntos y curiosas interrogaciones y muy graves admiraciones se intercalan entre palabras que para nada han menester esos signos, escabulléndose ágiles de donde hacían falta precisa.[1]

 Antes de iniciar la entrevista comentaba con usted que don Artemio de Valle-Arizpe aparece en un momento en el que su quehacer, su trabajo literario comparte las planas, las páginas junto con miembros de generaciones importantes. Los contemporáneos, el grupo sin grupo, los estridentistas, y todo de esta manera se puede contemplar como un enfrentamiento. Es decir, todos estos grupos son de avanzada, son de proa, más que de popa. Y parece que don Artemio les dice a todo mundo: Prefiero poner los ojos en el pasado. Esto, ¿en cierto sentido fue algo que don Artemio cargó como un sambenito durante su trayectoria como escritor?

   No de ninguna manera. Fue una forma que él escogió y creo que lo hizo muy acertadamente.

Dr. Pablo Pérez y Fuentes, ¿en lo personal recuerda alguna anécdota muy particular que haya tenido el gusto de compartir con don Artemio?

   Yendo los dos por la calle de (Francisco I.) Madero le comenté: “vamos por la calle de Plateros”. Y él me dijo de los Plateros…

Así que era quisquilloso en algunas de sus precisiones.

   Tenía precisión en la definición de las cosas, lo cual es muy importante, porque si no tenemos cuidado en una coma, podemos equivocar todo el sentido de las cosas. Con mayor razón si nos faltan dos palabras.

   Tengo que agregar algo muy importante.

   Don Artemio me hizo el encargo de avisar al Ateneo Fuente que era su deseo que su biblioteca –muy valiosa por cierto-, fuera para ese sitio. Y el mecanismo en que así fuera, tuvo que ser sumamente original como lo fue don Artemio toda su vida. Durante el proceso del testamento se presentaron muchas dificultades, pero ante el deseo de él de que su biblioteca fuera al Ateneo, su hermano don Francisco de Valle-Arizpe –general-, invitó al senador Florencio Barrera Fuentes para que él, personalmente abriera la casa de don Artemio, en vista de que haciendo uso del fuero pudiera realizarlo sin problema de ninguna naturaleza. Y así fue. Una vez abierta la casa, sacaron todos los libros y los muebles de don Artemio y los trasladaron al Ateneo Fuente de Saltillo, y en ese lugar están los muebles y algunos de los libros, en vista de que otros desgraciadamente se quemaron.

   Es lamentable saber que el mencionado Ateneo Fuente enfrentó un incendio en el que parte de esta valiosa colección desaparece por obra de las llamas.

   Bien, en esta primera etapa de una entrevista que se antoja más profunda, más amplia,[2] yo le agradezco a usted la atención que ha tenido conmigo de concederme estas palabras.

   El agradecido soy yo.

   Terminada esa conversación, todavía hubo un tema que parece importante agregar. Me comentaba el Dr. Pérez y Fuentes una de las posibles reacciones que Artemio de Valle-Arizpe mantuvo como rechazo frente a lo que serían los años de transición más violenta en nuestro país, precisamente entre 1906 y 1913. Primero, porque su padre, habiéndole obligado a estudiar leyes, lo orilla a encaminarse hasta una región del sureste mexicano que el joven no conocía, pero que, adquirido el compromiso, había que representar en una curul, concretamente del estado de Tabasco. ¿Cómo, de Saltillo a Tabasco, sin ser originario de ese lugar, representando a una población que no le era común? ¡Imposible!

 NOTA IMPORTANTE: El texto traído hasta aquí y presentado en cuatro partes, forma parte de la Introducción de mi libro –inédito- “Artemio de Valle-Arizpe y los toros”. Es pertinente aclarar el punto, con objeto de evitar, en lo posible cualquier intento de reproducción, como lo ocurrido con mi conferencia «Los poncianismos de Ponciano: paradigma de su generación», dictada el 27 de abril de 1999 en la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, en la ciudad de México, misma que fue “fusilada” por el “periodista” Rafael Flores Ramos, quien entre agosto y noviembre de 2010 publicó en ZÓCALO SALTILLO y en 8 partes dicho trabajo. 


[1] Valle-Arizpe: Historia de la ciudad de México… op. cit., p. 5 y 6.

[2] Lamentablemente, el Dr. Pablo Pérez y Fuentes, fallece el 27 de diciembre de 2004, con lo que se cancela toda posibilidad de seguir dialogando en torno al personaje de esta historia.

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