POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Esta efeméride ocurrió el 6 de febrero de 2011.
…Y como si hubiera ocurrido también en cualquiera de los siglos pasados, convirtiéndose no sólo en efeméride, sino en anécdota o caso curioso que para verlo… hay que creerlo.
La nota se publicó en La Jornada, del pasado 1º de marzo de 2011. En ella, se da cuenta del extraño caso del cura Raymundo Pérez Bojórquez que, por fomentar el espectáculo de los toros en la comunidad maya de Tecoh, enfrenta desde esos días la amenaza de ser cambiado de parroquia. El padre Raymundo, que en sus correrías taurinas lleva el alias de Rayito, oficia –en olor de santidad- sus misas y sus sermones en la capilla del Niño de Atocha y en la parroquia de la Asunción, a la que por cierto dotó de cien mil pesos para obras y reparaciones, fruto de lo obtenido en un festejo donde él mismo participó, en compañía del becerrita Miguelito Lagravere y hasta del alcalde Joel Achach Díaz. Esto molestó a su ilustrísima, el arzobispo Emilio Carlos Berlie Belaunzarán quien se encuentra decidido a removerlo de su lugar de evangelización y doctrina.
Pero ahí no para todo. El padre Pérez Bojorquez se ha ganado otro tipo de enemigos, y uno de ellos es un personaje de nombre “Armando”, a quien don Raymundo excomulgó luego de saberse que el cachondísimo “Armando” se había casado… la friolera de 10 veces.
La historia parece arrancada de viejos anecdotarios, de pasajes que corren de boca en boca y sólo hacen crecer la dimensión de un acontecimiento que ya adquirió fama por el rumbo. Esto me hace recordar la taurinísima afición que tuvo y demostró el que fue décimo segundo virrey de la entonces Nueva España, Don Fray Pedro o Francisco García Guerra, Arzobispo de México (19 de junio de 1611 al 22 de febrero de 1612 en que murió). García Guerra fue un taurino “hasta la médula” del que Mateo Alemán o Artemio de Valle-Arizpe se ocuparon en sendas obras en que destacan su apasionada y desmedida afición por la tauromaquia, al grado sí, de que por lo que se sabe, estuvo de acuerdo en que se celebrara un festejo en ¡viernes santo!
Por el significado de esta efeméride, me parece harto interesante documentarla aquí con la nota periodística que se divulgó para que no quedara duda al respecto. Si no supiese de su existencia, juraría que el caso pertenece a uno de los muchos que se dieron en el periodo virreinal, sumándose por ello a las páginas que de forma intensa llenó ni más ni menos que el Arzobispo de México, Fray García Guerra.
Y hete aquí que se trata de un hecho tan reciente, tan vivo y colorido que por ello no puedo sustraerme no al mero rumor, o al “chisme”, sino a la dimensión de sus significados en una población tan localizada y específica como es la comunidad maya de Tecoh, donde no sólo el sacerdote partió plaza ese 6 de febrero, sino también en una fecha inmediata posterior, como fue la del 23, la que sirvió como pretexto para que el presbítero Gerardo Castillo Galera sea quien se encargue, de aquí en adelante de los destinos religiosos de la comunidad referida, desplazando así al sacerdote Pérez Bojórquez.
Si el entusiasmo de Raymundo Pérez Bojórquez lo llevó a obtener muy buenos dividendos para un fin altruista como es el de la reparación de su parroquia; y si para ello no se vistió de luces, pero toreó, no veo donde esté el pecado, si es que así puede juzgarlo el ministerio que aplicó juicio sumario en su contra.
Desconozco la otra parte de la historia, si Pérez Bojórquez pasó a otra comunidad, o si ya se prepara para organizar algún festejo benéfico, que tanta falta hace para mejorar las condiciones de las iglesias de aquellos rumbos de nuestro país. Como efeméride, vaya que es bastante sustancioso el caso, que por eso ha valido la pena registrarlo aquí.