EL ARTE… ¡POR EL ARTE! EL PANTEÓN RECREADO. 3 de 4.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 MELANCOLÍA N° 11

 Como puede haber…

Como puede haber silencio

si todo es tormenta y arrebato.

Como, de pronto, la luz

deja paso a la oscuridad.

Como, si apenas ayer

era vida y hoy es muerte.

Cómo, la pasión y la tragedia

unen sus destinos derrotados

cada quien para cada cual,

pendientes de su pulso,

tremendo pulso constructor

de los hechizos no sólo de la vida

o de la muerte. Ellas, trabajadoras

del monólogo entre fuego y cenizas,

nos someten al ritmo balanceado

de esperas y temores.

Hasta de lo indescifrable

que es sumergirse en la emoción

etérea de los sobresaltos y los abismos

al punto en que cada uno de los sentidos

se quedan clavados en una cruz

ensangrentados, moribundos

justo en el lindero de lo que es y no es.

El viento arrastró hojas y polvo

hasta el lugar del reposo necesario…

Duras batallas fueron ropajes

que uno a otro se entregaron

para quedarse el alma desnuda

a la espera sólo

de que la nave parta,

atravesando los mares

de la calma mortal.

 

MELANCOLÍA N° 12

 Ese andar cansado

pesa muchos siglos

y no parece rendirse.

Su vigor brota de oscuros pantanos,

resucita, así hay que entenderlo.

En unos muere; en otros vuelve a vivir.

El ciclo, una vez más ha vencido la ruptura

quedando muy poco por aprender

de esta humanidad destrozada

dejada, sin timón a la deriva.

MELANCOLÍA N° 13

 ¿Cuándo, la muerte anunciará

que el tiempo de la vida llega a su fin?

Es la diaria pregunta

pues al regresar del sueño, olvido

traer la respuesta conmovedora;

porque pasan la tragedia y el dolor.

Saber lo que fui y dejaré de ser

en algún momento, en algún lugar,

eso en verdad es… terrible

como una tumba sin epitafio.

 

Al tomar uno de esos caminos

donde se cruza sin que nadie sepa,

todo lo mejor de la vida

y seguirse ciegamente en el desencanto,

no nos produce sino deseos cobardes,

amargura. Nos morimos en vida.

Miro, y a mi paso las cenizas

que me constituyen, se dispersan;

el viento las lleva por impredecibles

rutas que se multiplican sin rumbo.

MELANCOLÍA N° 14

 Inertes las manos

pies, como ramas que no se mecen.

Ojos negados al brillo de la vida

ya no miran nada que no sea la muerte,

porque el alma viva se acomodó

en los brazos de otro amor sin tiempo

sin pulso, metidos en la nostalgia

unida en caravana junto a las plañideras.

Lloran al primer llanto

de lágrimas hoy mar. Mañana desierto

porque a la nostalgia

también se le olvida

lo que un día ocasionó

y de vez en vez nos convoca a consolarla

como ella a nosotros.

Lágrimas que apenas calman la sed:

ya moriré, deseando sentir

descansada mi alma

sin el terror del tiempo

navegando, navegante fuera de todo rumbo

traspasando fronteras negadas,

como viento, el alma se libera.

MELANCOLÍA N° 15

 Detener el tiempo

un sueño despierto

que se desvanece, sin prisa.

Vals donde la vida

se entrega apasionada

a la muerte.

Un adiós que no se despide

deja todo en la hoguera

de las dispersas cenizas.

Canción de vértigo y tiempo

una locura que el pasado recogió

es entrañable nostalgia que se olvida.

Primer lance, última estocada

rumor de angustia

ahogo, sollozo, esperanza.

¿Qué hacer, tiempo, para someternos?

Si en medio de todo es delicia,

reposo y cercanía con el misterio.

Somos pasado en el presente

presente, siempre sin presente

que el tiempo dejó escapar al pasado.

Déjame maravillarme de ti

igual que lo hace una mujer,

en el mismo modo de la vida.

No te acabarás, ya lo sé

nos acabarás, y detendrás

el tiempo en cada uno de nosotros.

CONTINUARÁ.

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