POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
1684
Estas noticias nos las reporta Antonio de Robles en su Diario de Sucesos Notables:
-Toros en la plazuela dela Trinidad. Cañas y máscaras (segunda quincena de junio).
-Los años del hijo del virrey (5 de julio).
-Años del rey (6 de noviembre).
Aunque representan un número menor de pretextos esto puede referirse por un lado, al impacto de alguna de las muchas condiciones climáticas a las que quedaba expuesta una ciudad de México todavía vulnerable en términos de su solución urbana, sobre todo en lo que se refiere a las inundaciones. Por otro lado, puede estar presente algún otro aspecto como el de cierta sequía, aspectos naturales cuyo embate pudo haber puesto en vilo la condición general de aquella sociedad novohispana. Por fortuna, existen algunos estudiosos e investigadores que han ido formulado a través de sus trabajos una afortunada reconstrucción de posibles desastres que pudieron haber cambiado el giro de la vida en aquellas épocas. Uno de estos libros es de Arij Ouweneel: Ciclos interrumpidos. Ensayos sobre historia rural mexicana. Siglos XVIII-XIX. En dicha obra, uno de los ejes es el que se produjo a fines del siglo XVIII cuando las sequías no se convirtieron en la única variable, sino el efecto que produjeron fenómenos como “el niño” y la “niña”, acompañados de una serie de fuertes temblores, efectos naturales que causaron un cambio radical en la forma de vida. Recordemos cómo, en 1692 también se registró una fuerte sequía que incluso ocasionó no sólo la protesta, sino el levantamiento social al punto de la rebelión.
Trabajos de esta naturaleza nos permiten entender que hay otras circunstancias mismas que pueden generar desviaciones importantes- a la hora de entender qué sucedía en épocas que, para algunos resultan oscuras pero que, en la medida en la que se producen los análisis respectivos, es posible recuperar el pulso de otros tiempos. De ese modo, con Antonio de Robles hemos seguido paso a paso sus reportes, y gracias a sus noticias, las del discurrir cotidiano en una ciudad capital como la de México, no sólo se percibe lo que en ella pasaba. También lo que de las provincias y otros puntos lejanos del vasto territorio novohispano ocurría en términos de aquellas noticias que generaban impacto y eran susceptibles de ser recogidas por ese sector de interesados. Sin ellos y sus quehaceres cotidianos sería muy difícil entender, aunque no imposible, ese síntoma que vengo comentando en la presente colaboración.
Hoy día el cambio climático o el calentamiento global mantienen en vilo a las sociedades modernas todas, pues lamentablemente ya entramos a un momento en el que si nuestra actuación no deriva en acciones concretas, la fuerza desatada de la naturaleza seguirá ocasionando daños severos e irreversibles. La lenta reacción del estado demostró con ese síntoma su inoperancia y falta de respeto a la inyección de recursos en forma inmediata, pero sobre todo negarse a escuchar la voz de los expertos, que en este país deben ser muchos y muy buenos, pero que predican en el desierto a la hora de que nadie los escucha. Creo en la capacidad de nuestros profesionales.
La demostración de estos datos comparados, como habrán podido notar, tuvo que irse por un sendero inesperado pero pertinente, para entender cómo la historia no puede quedar desvinculada con otras ciencias. De ahí que resulte fascinante la explicación de diversos hechos a la luz de estudios como el que ha venido a sumarse en la presente colaboración.