GLOSARIO y DICCIONARIO TAURINOS. XXIV.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Para el mes de marzo de 1886, Julio Bonilla, director de El Arte de la Lidia, seguía haciendo su labor de enseñanza o didáctica taurina, por lo que en el número 12 de aquella emblemática revista taurina y de espectáculos, correspondiente al 21 de marzo, no dejó de incluir su ya acostumbrado DICCIONARIO TAURINO MEXICANO, del que ahora se incluyen los siguientes términos:

 APARTADO.-Llámase así el acto de enchiquerar o entorilar a los toros que han de lidiarse, conduciéndolos desde los corrales a los jaulones, y de éstos a los chiqueros o toriles (Ya hemos dicho que algunos llaman toriles a los chiqueros).

   Según el ganado y más aún la disposición de los chiqueros, jaulones y corrales, así es como este acto se hace tazando a los toros o simplemente dirigiéndolos con los cabestros hasta entrar cada toro en el chiquero. En la palabra “Plaza” hablaremos de las dimensiones y demás cualidades que deben tener estos locales para hacer el “Apartado” fácilmente y sin que el ganado se maltrate; por ahora diremos que cuando hay necesidad de tazar a los toros para entorilarlos como sucede en la plaza de Toluca, una vez lazado el toro, con un calabrote o reatas, se le desmancuerna, si así ha sido conducido, y dando vuelta con la otra extremidad del referido calabrote a alguno de los pilares o columnas de los toriles, que esté más inmediato al en que debe enchiquerarse, se le va atrayendo a fuerza de estirones, estimulándolo con alguna pequeña garrocha de muy corta púa hasta que entra al chiquero.

Portada del ejemplar en el que aparecen las definiciones aquí plasmadas. Col. del autor.

   Este modo de entorilar desde luego se ve que maltrata mucho al ganado; es por supuesto preferible el hacerlo con los cabestros dadas las disposiciones de los locales como sucede en la plaza del Huisachal. El caporal con la agilidad, valor y ligereza que debe caracterizarlo, ayudado de sus vaqueros, aparta cada toro con uno o dos cabestros, estos dirigen a aquel del corral al jaulón, de este al callejón que comunica con todos los chiqueros y abierta la puerta de uno de estos, el caporal con toda maestría deja pasar o salir a los cabestros, quedando el toro en el callejón, el cual mirando abierta la puerta del chiquero no puede menos que meterse, cerrándose en seguida. Esta operación se hace en tres minutos sin maltratar al ganado para nada.

   Hay más importancia de la que a primera vista parece en el enchiqueramiento del ganado, y por eso han sido y continúan siendo muy frecuentes las dudas y controversias acerca de la forma u orden de enchiquerar el ganado, y atribuciones que para ello competen a la autoridad, ganaderos, Empresas y lidiadores. Conveniente sería un reglamento, que tanta falta hace para esta y otras muchas cosas. Interin presentamos el que tenemos ofrecido, dirémos que como en nuestra República no sucede lo que en España, que se juegan a la vez toros de dos, tres y aún más ganaderías, sino que generalmente en cada corrida se juegan de una sola, no há lugar a cuestiones de preferencia. Creemos que los toros de la ganadería más moderna deberían jugarse después, dándoles la preferencia a los de la ganadería más antigua. No obstante se han dado dos corridas en el Huisachal, otras en Tlalnepantla y alguna en Toluca, en las que sin tal consideración y sólo por convenio entre los ganaderos, o por haberse sorteado los toros, o por lo que se quiera, indistintamente han jugado los toros de dos o más ganaderías en cada una de las corridas a que nos referimos.

   Efectivamente, en el Huisachal el 21 de octubre de 1883 se jugaron dos toros de la H y cuatro de Santín, y aunque se anunció que primero jugarían estos que aquellos, por convenio entre los propietarios de tales ganaderías, no obstante lo anunciado, jugaron primero los de la H y después los cuatro de Santín. En la misma plaza del Huisachal sin consideración a la regla de preferencia establecida, el 8 de Noviembre de 1885 se jugaron conforme a lo anunciado, primero cuatro toros de la Frontera y después dos de Santín. En Tlalnepantla el 21 de febrero de 1886, se jugaron dos toros de Atenco, después otros dos de una ganadería desconocida y por último otros dos de Atenco. En Toluca hace años se jugaron en una corrida toros de varias ganaderías, habiéndose sorteado previamente el lugar en que cada uno jugó. Las Empresas algunas veces sin consideración de ningún género dejan para último toro al que suponen vale menos. Los ganaderos deben consentirlo; ellos son los únicos que tienen derecho a que se enchiqueren los toros suyos con la preferencia que quieran determinar. Entre muchas razones existen las de que para que luzcan las corridas es indispensable que el ganado salga bueno y nadie está más interesado por honor propio que su propietario, ni puede conocerlo ninguno mejor que el que lo vio nacer, crear, calar, etc., teniendo además conocimiento de sus progenitores, con otras muchas circunstancias para que el ganado sea de ley. Los matadores por decoro propio, no deben intervenir nunca en estas operaciones, sin mirar ni atender a preocupaciones criticables. A la autoridad sólo toca remediar los abusos que haya y para esto debe asistir al “Apartado” cuidando de recoger certificación de sanidad del ganado, expedido por un veterinario. Los toros deben estar enchiquerados lo menos posible para evitar su maltrato.

Aquí, uno de los carteles mencionados párrafos atrás.

 Aplomado.-El tercer estado que tienen los toros durante la lidia, y en el cual, por lo regular, dan ya poco juego, y muchos se hacen de sentido, sin acometer más que sobre corto y tomando inclinación a querencias casuales. Al toro que esté muy aplomado y sin piernas debe pasársele poco de muleta y por bajo, y no intentar recibirle, porque como le falta fuerza en las patas y está cansado, no acudirá, y si lo hace, se quedará en el centro de la suerte, lo cual es muy expuesto y deslucido. Sin embargo, no todos los toros al llegar a este estado, han perdido por completo sus facultades, ya porque se les ha castigado poco, o ya también porque sean de vigor y poder. Creemos que podría adoptarse para la palabra de que nos ocupamos, y como definición taurina, la de “Toro corrido y cansado, que en el último tercio de la lid se para, ganando en sentido lo que ha perdido en facultades”. 

Julio M. Bonilla. 

(Continuará)

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