POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Afortunadamente todavía es posible encontrar en otros tantos ejemplares de El Arte de la Lidia, publicación de la que fue responsable el notable personaje don Julio Bonilla entre 1885 y 1909. En uno de los números que salieron publicados el año de 1887, se encuentran otra serie de vocablos y términos que permitieron a aquellos nuevos aficionados, tener una mejor visión de las cosas. El número al que hago referencia fue publicado el domingo 13 de marzo de 1887 y del cual se recogen las siguientes notas:
PARA LOS AFICIONADOS.
De los toros.-Los toros para la lidia deben tener más de cuatro años y menos de ocho.
Las circunstancias que determinan las buenas condiciones del toro son: la edad, la casta, las libras, el pelo, buen trapío y novedad.
Se llama toro de casta, al que es hijo de padres bravos y está bien cuidado.
Toro de libras, es el de cuerpo y peso proporcionados: de buen pelo cuando éste es fino, limpio, luciente y bien sentado.
Se llama de buen trapío, al toro que tiene las piernas nerviosas; las articulaciones bien proporcionadas y movibles; las pezuñas cortas y redondas, los cuernos fuertes, agudos y negros; los ojos vivos y las orejas vellosas y movibles.
Novedad, significa cuando el toro no ha sido nunca corrido. La novedad es uno de los requisitos indispensables que debe reunir un toro de lidia.
Como los toros no son exactamente iguales, hay que clasificarlos, asignándole a cada uno su carácter distintivo cuyo conocimiento es utilísimo para la ejecución de las suertes: por cuya razón el célebre diestro Montes en su tratado de Tauromaquia los divide en boyantes, revoltosos, que se ciñen, que ganan terreno, de sentido y abantos.
En la suerte de varas se dice que el toro recarga y se califican de abanto, duro, blanco y pegajoso.
Además, el toro en plaza tiene tres estados, los cuales importa mucho reconocer por si el diestro al ejecutar las suertes, las hace según prescriben las leyes del toreo.
Estos estados son: el de levantado, parado y aplomado.
Se llama querencia de un toro, aquel sitio de la plaza que le gusta estar con preferencia a otros.
Querencias naturales son la puerta del corral y la del toril, y accidentales o casuales, cualquier otro sitio que prefiere el toro, ya sea un lugar donde haya un caballo muerto o el acto de acercarse a los tableros con frecuencia.
El diestro debe conocer bien las querencias que, suelen tomar los toros, pues éstos en este estado no parte con la regularidad que les es propia. Dice Francisco Montes: “Se procura apartar a los toros de las querencias, cuidando además en lo posible, dejarles libre la huida a estos sitios, pues es muy frecuente arrancar, por ejemplo al matador, y en el momento de cargarle la suerte, sin rematarlo y aun sin llegar al centro, vaciarse e irse con el viaje a la querencia.”
Comentando estas palabras de Montes, dice José Santa Coloma en su magnífico tratado de Tauromaquia: “Aunque esto no sucede siempre estando el toro lejos de ella, se observa alguna vez y por consiguiente, es preciso combinar que el terreno de afuera sea el que deba tomar en caso de ir en su busca, pues de lo contrario se meterá en el del diestro y le dará una cogida”.
“Dejando libre al toro su querencia, además de ser segurísima la suerte, es muy lucida. No así las que se efectúen sin este requisito, que serán expuestas y desairadas.
Modo de correr los toros.-Para correr con perfección, y sobre todo con seguridad los toros, es indispensable observar escrupulosamente todas las reglas.
No es tan fácil como algunos aficionados suponen. Hay que advertir si está o no en querencia. Si está levantado, parado o aplomado.
Los que corran toros deberán tener la mirada siempre fija en el animal para salirse de la cabeza en los embroques sobre largo flamear el capote y cambiarlo de mano con oportunidad, para darles los remates y sobre todo, no correr cuando el toro no los siga. En una palabra, es preciso ver llegar los toros.
Suertes de vara.-La suerte de vara, que es sin duda de sorprendente efecto, es además de un mérito indisputable.
El picador debe procurar que el toro no llegue al caballo, y esto requiere, como claramente se revela, no solo una gran habilidad e inteligencia, sino fuerza competente para resistir la pujanza de la res.
Suerte de picar sin perder tierra.-El picador esperará al toro, lo citará si fuere preciso, lo dejará llegar a la vara sin mover el caballo y así que humille le colocará la puya en el morrillo cargándose sobre el palo y despedirle por el encontronazo por la cabeza del caballo. El toro tomará su terreno y el jinete hará girar el caballo por la izquierda.
Picar en su rectitud.-Estando el toro mirando a las tablas o bien un poco oblicuo desviado de la barrera lo necesario para revolver el caballo, el picador se le pondrá delante conservando la distancia conveniente, lo citará y dejará que llegue a la vara, y cargándose sobre ella le mostrará su salida, teniendo sumo cuidado de sacar al caballo por la izquierda.
Picar a toro atravesado.-Cuando la rectitud del toro mira al costado derecho del caballo, el picador se atraviesa presentándole el mismo costado, esta suerte es muy peligrosa; para que no lo sea, es preciso que el toro tenga querencia y se halle aplomado, entonces el picador arrimará bien las espuelas en el acto del encontronazo, sacando el caballo por la cabeza de la fiera.
Picar a caballo levantado.-El mérito de esta suerte consiste en terciar el caballo un poco a la izquierda, esperar que el toro llegue a vara, y en el mismo instante hacer que el caballo levante las patas al dar el toro el hachazo. Este modo de picar se ejecuta hoy muy pocas veces, siendo indispensable para esta suerte dos circunstancias, sin las cuales será deslucida y muy expuesta. La primera, mucha destreza en el picador, y la segunda, un caballo de buena boca y muy avisado.
El célebre Corchado y Pablo de la Cruz, se distinguieron notablemente en esta dificilísima suerte.
De los picadores.-Los picadores se pondrán delante del toro a la distancia que le indiquen las piernas de la res obligando al toro por derecho. Picarán por orden riguroso y en el sitio que el arte exige, esto es, en el morrillo.
Están obligados a salir hasta los tercios del redondel en busca del toro, cuando las condiciones de éste así lo exijan a juicio del espada.
No podrán adelantarse al caballo del picador ningún peón cuando aquel vaya a ejecutar la suerte. El peón podrá avanzar hasta el estribo izquierdo.
El picador que desgarre la piel del cornúpeto, le punce en la cabeza y no guarde el turno prevenido, será castigado convenientemente.
Lo será también, si abandona el caballo antes de que éste sea herido.
Cuando saliese un toro de mucho brío y los picadores comiencen a dar vueltas por el circo siguiendo la dirección del toro para no encontrase con él, serán castigados con el mayor rigor.
Suerte de capa.-Se llama suerte de capa todo lo que se hace para engañar al toro con el auxilio del capote.
Las propiamente tales son verónica, navarra o chatre.
Suerte a la verónica.-Situado el lidiador de frente y en línea recta con el toro a una distancia proporcionada, le citará, dejándole aproximar por su terreno hasta que llegue a jurisdicción, le cargará la suerte, y al hallarse el bicho fuera y esté en su terreno tirará los brazos para sacar el capote, quedando al practicarla en aptitud de poderla repetir.
Verónica por detrás o aragonesa.-Se realiza esta suerte del mismo modo que la anterior, con la diferencia de que el torero se coloca de espaldas al toro con la capa puesta por detrás rematándola con una vuelta.
Suerte a la Navarra.-Se efectuará situándose el diestro lo mismo que para la verónica, siendo indispensable que tenga el toro todas sus piernas enteras y poniéndose corto, lo citará, y cuando envista y vaya fuera humillando, le arrancará con rapidez la capa por bajo del hocico, dando al mismo tiempo una media vuelta, viniéndose a quedar otra vez frente al toro y en la misma actitud para repetirla si fuere necesario.
Hay algunas suertes más de capa pero en realidad no son otra cosa que accesorios, tales como: de tijerilla, suerte al costado, de frente, por detrás, galleos, cambios y capear entre dos.
De la suerte de banderillas.-Se llama banderilla o rehilete un palo de un dedo de grueso y 70 centímetros de largo, adornado generalmente con caprichosos recortes de papel y con un hierro en figura de arpón en un extremo.
Existen varias maneras de colocar banderillas: al cuarteo, a media vuelta, al sesgo, recibiendo, (vulgo a topa-carnero), al recorte, al relance y dando el quiebro.
Banderillas al cuarteo.-Esta suerte es la que se practica con más frecuencia, quedando muy lucida si la res es boyante y sencilla. Puesto el diestro de cara para el bicho, arrancará aquel de fuera a adentro hasta llegar al terreno del toro; cuarteará en la cabeza, le meterá los brazos para clavarle los rehiletes en el momento de la humillación, y ejecutando tomará su terreno procurando salir por pies si fuere preciso.
Banderillas a media vuelta.-Esta suerte se ejecuta especialmente con toros de sentido que rematan en el bulto o que tienen querencia. El diestro procurará irse al toro por detrás y citarle para que se vuelva, al hacerlo se cuadra con él y le meterá los brazos.
Banderillas al sesgo.-Esta suerte se ejecuta con los toros casi aplomados en querencia o entablerados.
Para practicarla es preciso que el toro esté parado, yéndose el diestro a él con todos los pies por detrás y al lado del toro, y sin que éste se fije en él, y al llegar a la cabeza le colocará los rehiletes saliendo por los pies.
(Continuará).