EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Una vez más, el filósofo y escritor Fernando Savater se acaba de pronunciar a favor de la tauromaquia. Esto acaba de ocurrir en la entrega del Premio Nacional de Periodismo “Simón Bolivar”, evento que se celebró en Bogotá, Colombia apenas por estos días.

   Su postura, con un giro siempre novedoso, elegante y hasta con astucia provocadora, dejó una impresión de alentador optimismo, sobre todo por el hecho de que al pronunciarse en unos momentos nada cómodos para el espectáculo, sus palabras se reciben con aliento renovador.

   Entre otras cosas, manifestó: “No hay que defender los toros, hay que negarse a que sean condenados desde un punto de vista ético. No es que desde el punto de vista ético haya que defender los toros, es que no existe argumento ético para condenarlos. Los que quieren prohibir los toros se apoderan de un lenguaje de la ética, imponiendo su visión, pero nosotros sólo pedimos que respeten la libertad de los demás”.

   “Prohibir la fiesta es ir en contra de una libertad humana, que es la de tener una relación con los animales, que no tiene que ser la misma que tenemos con los otros seres humanos”.

   Finalmente apuntó: “Los que comparan la fiesta de los toros con los nazis o los campos de concentración son los que incurren en la barbarie en el sentido literal del término, porque el bárbaro desde los tiempos antiguos es el que no distinguía entre el hombre y el animal”.

   Con tres ideas centrales, el bloque de personajes públicos que han dejado su impronta al respecto (siendo el otro caso evidente el de Mario Vargas Llosa), la fiesta de los toros tiende a ser respaldada con los argumentos que validan su justificación como forma de expresión que pervive, en tanto patrimonio o legado, sobre todo en unos tiempos en el que las ideas y grupos que se oponen a su natural continuidad, le niegan o pretenden negarle el paso.

   Asunto nada fácil si para demostrar ese testimonio, no hay forma de justificarlo a plenitud, luego del penoso episodio que este domingo 28 de octubre se vivió en la plaza de toros “México”, donde ocurrió una debacle más, la de otro capítulo en que los demonios andaban sueltos, como en un aquelarre desmedido, fuera de toda posible estabilidad. Una vez más, quedó demostrado que poner en marcha esa maquinaria supuestamente alentadora, la de una temporada que promete “echar la casa por la ventana”, comience con estas falacias, a plena luz de día.

Esto ocurría el 19 de noviembre de 1944. Fotografía: Mayo.

Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. II., p. 486.

    Hace muchos años, 68 para ser exactos, un grupo de aficionados que ocupaban diversas barreras en la plaza de toros “El Toreo” de la colonia Condesa, se pronunciaron en contra de los abusos que sistemáticamente venían cometiéndose en contra de sus intereses. En una manta que desplegaron aparecía la siguiente leyenda: “PAGAMOS MUCHO. SEREMOS EXIGENTES”.

   Y es que por los precios que la empresa ha impuesto para la temporada que ya arrancó, en nada se corresponden con la calidad que ofrecen y prometen. Y apenas es el principio…

   Pero aquí hay más coludidos. La delegación “Benito Juárez” que se impone como autoridad, o va a dejar que siga impune la autorregulación. Y los jueces de plaza, que desconocen un privilegio donde les asiste la razón: si no se imponen como jueces de plaza, seguirá ausente la autoridad de la autoridad. En el entendido de que su honradez, imparcialidad y conocimientos generales del toreo les permiten ostentarse en tan comprometida función, ello significaría que su jerarquía es suficiente para legitimar las condiciones en el desarrollo de cualquier espectáculo, proporcionándonos a nosotros, los aficionados, la garantía de credibilidad y certeza de que un juez de plaza es el máximo representante de la ley en una corrida de toros, pero no de los intereses de los grupos de poder que estarían operando a diestra y siniestra, sin que exista de por medio ninguna sanción ejemplar.

   En cuanto a los toreros, sobre todo de aquellos que vienen del extranjero, supone cumplir a cabalidad sus condiciones y caprichos, no importa el estado de desgracia que se obtenga después de sus actuaciones. Y no digo que esto sea un denominador común, pero siendo ciertas “hispanas figuras” quienes están cometiendo semejante daño, me parece que ese daño puede ser irreversible. ¿Cómo evitarlo? Aquí va a ser muy importante la actitud que asuma el público, las grandes masas. De otra manera, van a vernos la cara y ya no estamos para semejantes excesos.

   Si al trabajo del juez no se unen en defensa legítima de dichos intereses los médicos veterinarios zootecnistas, y a todo ello la emisión de los informes pre y post morten que se requieran para no dejar en el ambiente ninguna sospecha, me parece que estarán cumpliendo profesionalmente con sus funciones. De otra manera, no vamos a depositar nuestra confianza. Todo será sospecha y desmesura.

   Ahora bien, como un sermón que se repite de manera constante, es preciso que la prensa, si se precia de ser un sector que lleva los principios de honestidad e imparcialidad como su bandera principal, se esperaría de toda ella, sin excepción, de un informe equilibrado, sin vaivenes, sin sesgos, sin compromisos, lo que permitiría que se respirara un buen ambiente. De otra manera, la peste e inmundicia van a darse a conocer en forma por demás vergonzosa.

   La réplica de lo que ya ocurrió en Pachuca, en Querétaro, en Monterrey se ha calcado en la plaza “México”, lo que significa ponernos en pie de lucha. ¡Ya basta! de abusos, ¡Ya basta! de mentiras.

   Fernando Savater, en lenguaje filosófico al acudir a lo “ético” como forma de explicar todo aquello que trata de la moral y de las obligaciones del hombre subraya el ataque venido desde fuera y de cómo prevenirlo, si para ello existe un sólido discurso y las acciones pertinentes para justificar su pervivencia… Sin embargo, parece ser que lo “ético” en todo aquello que proviene de dentro para afuera, como forma de dar sustento a la utópica “grandeza” del espectáculo se queda en nada, luego de amargas circunstancias, como las que ocurrieron en la plaza de toros “México”.

   Aficionados a los toros: PAGAMOS MUCHO… ¿SEREMOS EXIGENTES?

30 de octubre de 2012.

Deja un comentario

Archivado bajo EDITORIALES

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s