Archivo mensual: noviembre 2012

JOSÉ GUADALUPE POSADA EN LOS TOROS (VI)

EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    En cada uno de los dibujos, en cada uno de los grabados que José Guadalupe Posada dejó testimonio estrictamente en el asunto taurino, se perciben características relacionadas con la evolución y madurez de estilo. Al igual que Manilla ambos y en circunstancias muy singulares realizan una obra que, a los observadores nos crea un conflicto, pues diversos trabajos pasan por el duro aspecto de determinar quién es el autor de tal o cual obra. Esto desde luego no impacta en forma definitiva ni en uno ni en otro. Ambos hicieron trabajo donde los toros se convirtieron en tema de desarrollo estético, creativo, que es lo que importa al fin y al cabo.

 CARTEL_22.02.1885_AHMT_TOLUCA_JOSÉ MACHÍO_ATENCO

 Cartel para la tarde del 22 de febrero de 1885 en la plaza de toros de Toluca. Archivo Histórico del Estado de México. Fondo: Diversiones Públicas.

    Sin embargo, al margen de establecer más que lo cuantitativo, conviene aquí lo cualitativo con todo el posible valor y representatividad de sus trabajos, ya sea de aquellos que hayan sido producto del encargo o de los surgidos por creación propia, espontánea. Muchos impresos, sobre todo carteles de la época que va de 1887 a 1920 recogen su obra. Habiendo muerto en 1913, la imprenta de Vanegas Arroyo seguía usando las planchas que dejó ya buriladas o preparadas el aguascalentense. Incluso, por ahí he visto el ejemplar de un cartel fechado el 19 de marzo de 1933, en que todavía puede apreciarse un grabado no de Posada, sí de Manilla, lo cual permite suponer que aquellas planchas emigraron a otras imprentas, no solo de la capital, sino de la provincia, con lo que quedaría demostrado que, al cierre o desaparición de aquellos talleres, se vendieran todo o en partes.

 CAPITULAR MANILLA

 Elemento numérico con que se indicaban la cantidad de toros a lidiarse en una tarde de toros. La composición es de Manuel Alfonso Manilla.

    Es, en los carteles, que hay pocos al respecto como para sustentar mi teoría, donde pueden apreciarse las obras del célebre grabador. Pocas, pero suficientes como para decir que se involucró en su producción, realizando para ello una serie de conceptos que por ningún motivo abandonaban el estilo y además fueron espejo de una dinámica taurina que se registra bajo los novedosos síntomas de expresiones que están cambiando en forma por demás acelerada. Pero también tiene presente otro registro, el de las formas convencionales que perviven –ya amenazadas-; y perviven gracias a la influencia de Bernardo Gaviño, Ponciano Díaz y un buen conjunto de otros toreros locales (¿feudales?) que se apoderaban de un territorio específico donde desplegaban lo que para ellos era “su” tauromaquia.

   Pues bien, ese es el trabajo que interpretó Posada quien, a sus ojos, significa una tauromaquia más mexicana que española aunque luego, en el gran ejemplo de la “Oca taurina”, fueron a depositarse todas sus visiones y recreaciones, precisas por otro lado, de la que fue aquella nueva época, misma que he definido como la del toreo de a pie, a la usanza española en versión moderna.

   Al hacer una revisión entre los carteles de que dispongo en reproducción digital, y que son el resultado de un acopio de años y años, encuentro el siguiente balance:

   Que los primeros ejemplos donde aparecen grabados, ya sea de Manuel Alfonso Manilla o José Guadalupe Posada, se ubican en algunas muestras que hoy conserva el Archivo Histórico del Estado de México, donde se publicitan festejos en la plaza de toros de Toluca a partir de 1885. Allí está un cartel que corresponde a la tarde del 22 de febrero de aquel año, donde se reproducen dos grabados de Manilla, tal y como puede apreciarse en la primera ilustración que acompaña estas notas. La abundancia de este tipo de trabajos, pero sobre todo la forma original en que fueron elaborados debe haber sido bastante notoria. Sin embargo  buena cantidad de esos carteles y de los que hoy sobreviven unos cuantos, se manufacturaron utilizando como soporte un papel sumamente delgado (que conocemos, por lo menos en este país como “papel de china”), lo que con el tiempo hace riesgosa su conservación.

 GRABADO MANILLA_1933

 Cabecera del cartel correspondiente al festejo celebrado en la plaza de toros “Ponciano Díaz” en Tula, Hidalgo, para el domingo 19 de marzo de 1933. Col. del autor.

 CONTINUARÁ.

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MORIR DE SENTIMIENTO… UNA VEZ MÁS.

EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

Maestro José Antonio Luna Alarcón:

 Sigo sus trabajos en forma hebdomadaria, religiosa. Esta vez, me dejó atónito al ver uno de esos textos que, como los suyos, son inusitadas resurrecciones, aliento y esperanza en este mar de lugares comunes. Por lo tanto, “Morir de sentimiento” debe volverse un texto de culto para muchos que, como un servidor, estamos a la búsqueda de eso que se llama “duende” o “soplo”, que dijera en su momento Rafael de Paula. Y el “duende”, el “soplo” existen también en la escritura, en el buen decir, como usted lo expresa al referirse a la más reciente de las obras de arte que trascendieron, obra de ese pedazo de torero que se llama “Morante de la Puebla”.

   No puedo más que rendirme a la tentación de publicar, porque así lo merece el que es ahora uno de esos apuntes de los que ya pueden llamarse de referencia y lectura obligada. ¡Vaya por usted!

017_DE PURÍSIMA Y ORO_MORIR DE SENTIMIENTO

  Y quien quiera verlo en directo, este se encuentra disponible noviembre 30, 2012 en: http://www.sabiosdeltoreo.com/Salidas_asp/Noticias/noticiasTaurinas.asp?Numerador=7276

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    El año de 2011 fue, para México, especialmente crítico, pues se vivió una de las sequías más extremas de que se tenga memoria, lo que ocasionó daños irreversibles, sobre todo en el campo, de ahí que cosechas y ganados sufrieran tremendo golpe, así como sus propietarios, quienes tuvieron que adaptarse a uno más de los nuevos efectos del cambio climático. Hoy día, superada y en parte estabilizada dicha crisis, permite a todos aquellos afectados fincar esperanzas de recuperación, cosa que tomará, en algunos casos, buen número de años.

   En circunstancias muy parecidas, sólo que desde la cosa taurina, todo parece indicar que con lo que viene aconteciendo en la plaza de toros “México”, se salvará –en buena medida-, esa otra sequía, la de valores que no se veía desde hace un buen rato.

   Todo parece indicar que comienzan a vislumbrarse sólidas esperanzas al ver desfilar a una serie de toreros que están dando la “nota” en la actual temporada capitalina. Desde luego, este balance sólo corresponde a los primeros festejos, lo que no significa tener la visión de conjunto, sino apenas un porcentaje, mismo que servirá más adelante para las conclusiones. Sin embargo, allí están Alejandro Talavante, Daniel Luque, “Morante de la Puebla”, José Mauricio, “El Juli”, Arturo Saldívar y Diego Silveti. De seis carteles restantes, ya se dará razón más adelante, e incluso, de esos nombres dependerá lo que pueda ocurrir en la segunda etapa de la temporada, a punto de ponerse en marcha a partir del domingo 13 de enero de 2013.

   Lo que interesa también es todo aquello que resulte con la comparecencia de otros tantos encierros faltantes: Marco Garfias, Marrón, Villa Carmela, Rancho Seco, La Punta y San Mateo, en espera de que su presentación represente alientos de esperanza, no sólo en cuanto al trapío y la edad que todos esperamos, sino a su juego. Lo que sí ha quedado en duda es el papel y desempeño de los jueces de plaza, que no han mostrado rigor, sino que, a la hora de resolver sobre la marcha los diversos conflictos o situaciones que se han dado durante los primeros seis festejos ese ejercicio ha dejado mucho que desear, lo que ha causado sospecha de sus capacidades. No es posible que ante lo manirrotos en sus otorgamientos de orejas que no se corresponden con ciertas faenas y labores de los toreros, tengan que “doblar las manos” en cuanto el público reacciona en forma por demás irreverente. Allí está el caso de la concesión de una vuelta al ruedo al tercer ejemplar de Los Encinos lidiado este último domingo, y donde inicialmente la decisión de la autoridad fue la de arrastre lento. Si los jueces no asumen su verdadero papel, el que les ha conferido la delegación Benito Juárez, luego de la sugerencia que, para el caso haya hecho del mismo la Comisión Taurina del D.F., no estamos en consecuencia ante nadie que sea confiable. También es de esperar una mejor postura a la hora de aprobar los encierros y en su caso, de ser necesario, la aplicación del reglamento en aquella circunstancia que tiene que ver con el examen post mortem. En la medida en que la Autoridad, así con mayúscula, demuestre su presencia es posible que el desarrollo del espectáculo encuentre una mejor razón de ser.

   Con el desenlace de este 2012, y en el territorio estrictamente taurino apenas empieza a levantarse algo bueno de la cosecha que como bien decía al principio de estas notas, resulta ser espejo de una prolongada sequía, aquella en la que a pesar del empeño de cierta maquinaria publicitaria o mediática intentan decirnos sobre las maravillas de tal o cual torero, pero el hecho es que un refresco con aires de renovación le vienen muy bien a un espectáculo que ha estado de capa caída. Y no es para menos. La crisis mundial también ha sido un factor macro que ha afectado los sistemas de funcionamiento en el espectáculo, no sólo en nuestro país. También en Europa, en centro y Suramérica. A ello debe agregarse el sistemático propósito de los contrarios en seguir alentando, desde su trinchera, la posibilidad de que las corridas de toros sean eliminadas. En nuestro frente, se hace algo, no del todo equilibrado y organizado, lo que demuestra fuertes señas de debilidad, más que de articulación con lo que puedan quedar garantizadas una serie de circunstancias que le den ese toque de permanencia. En opinión de algunos especialistas se ha llegado a una idea que compartimos: la fiesta de toros se va a morir en algún momento. Dejémosla morir dignamente, pero no forcemos su agonía, no apliquemos ningún procedimiento en que puedan quedar desconectadas esas posibilidades artificiales de prolongar la vida, o de acelerarla con el procedimiento de la eutanasia. Como parte de un proceso natural, la fiesta de los toros nace en algún momento, se desarrolla a lo largo de muchos siglos y tiende a morir, que no es eterna. ¿Cuándo va a ocurrir esto? No tenemos ninguna certeza.

   Por estos días salió publicada una nota en La Jornada (Ciencias) que nos dice que “Expertos creen posible medir cuánto tiempo vivirá una persona”, y esto a través de la prueba de sangre para determinar la velocidad del envejecimiento.[1] Si tal procedimiento científico fuese posible aplicarlo en el caso de una representación ritual tan antigua como lo es la tauromaquia, y si de todo esto tuviésemos el diagnóstico en nuestras manos, así nos quedaríamos más tranquilos. Hasta dónde llegue la extensión natural de la vida de la tauromaquia seguirá siendo un misterio.

   Sin embargo, y para terminar, no es válido que según ciertas acciones, deliberadas o no. Intencionadas o no también, sirvan como razones específicas para su más pronta eliminación, sea desde el interior o desde el exterior del territorio emblemático de la tauromaquia. El que ocho países sigan detentando y conservando ese patrimonio, ese legado no es ninguna casualidad. Tal representación permeó en sus culturas, estas hicieron suya sus representaciones y significados, de ahí que sea conveniente conservar, hasta donde sea posible el profundo lenguaje de sus raíces, relacionadas todas con un ritual que es el gran aglutinador de una suma y entrecruzamiento de otras tantas culturas a través de los siglos.

 28 de noviembre de 2012.


 

[1] La Jornada, Nº 10169, del martes 27 de noviembre de 2012. La Jornada de enmedio. (Ciencias), p. 2a.

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FESTEJOS TAURINOS EN LA CIUDAD DE TOLUCA DURANTE MAYO DE 1887.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Hubo un tiempo en que la ciudad de Toluca, pero sobre todo su excelente y fértil valle fueron considerados como la “Andalucía de México”. “Algo tiene el agua cuando la bendicen…” dice el dicho, pero más aún, la forma en que ese bellísimo lugar debe haber constituido para quien lo comparó en su momento, como el espacio que recordaba y alentaba las nostalgias de más de algún español que pasara por los diversos “caminos reales”. Un punto obligado en una de esas rutas fue la hacienda de Atenco.

   Pues bien, es en EL DIARIO DEL HOGAR, D.F., del 19 de mayo de 1887, p. 3 donde se publica la siguiente y amplia nota:

 CORRESPONDENCIA DE TOLUCA.

 Toluca, mayo 17 de 1887.-Sr. D. Filomeno Mata, director del “Diario del Hogar”.-México.

    Muy señor mío y respetable amigo:

   A reserva de hablar a vd. del Toluca político y social y de la brillantez con que fueron celebradas en la Capital del Estado de México y en todos sus distritos, principalmente en Tenancingo, las fiestas del aniversario del 5 de Mayo, en las cuales fiestas se realizaron importantes mejoras materiales, voy ahora a hablarle de un asunto en el cual todo México tiene la palabra, al menos el México taurófilo, pues nada menos que de corridas de toros se trata, por ser esta la diversión más popular en México y por creer este humilde corresponsal suyo que pueden los lectores de su ameno Diario leer con algún interés los detalles de la última función habida en esta tierra que puede considerarse como la más antigua y famosa ciudad taurófila de la República, pues en las haciendas y ganaderías del Estado en donde se cría y de donde ha salido y sale el mejor ganado de lidia, y donde se han celebrado las más famosas corridas de toros, en cuyo sentido puede considerarse esta tierra como la Andalucía de México en cuanto al toreo.

   La fama de las corridas de Toluca, tan antigua como justificada, tanto por su bravo ganado como por sus picadores y toreros que en esta Plaza han lidiado, no ha sido desmentida en las últimas temporadas, creciendo cada vez más, como lo prueba el hecho de haberse contratado por las primeras plazas de México ganado de estas haciendas y el favor de que gozan las corridas de esta ciudad en el público de la Capital de la República, el cual llena los trenes de ferrocarril siempre que se anuncian corridas en esta plaza.

   El último domingo, mucho antes de comenzar la corrida en que iba a torear el tan arrojado como popular matador Juan León el Mestizo, que es el niño mimado de los toluqueños, la plaza estaba ya completamente llena de público de aquí y de esa Capital.

   A las cuatro en punto y con buen tiempo y mucha animación se abrió al son del metal la puerta de los encapillados y salió el primero de ellos, que así como los demás, dieron oportunidad a Juan León de lucir su atrevido y limpio capeo. Pero donde el Mestizo lució su valor y sangre fría con las fieras, así como su arte, fue en el cuarto toro, al cual cambió de rodillas como sólo él lo hace, mereciendo una completa y espontánea ovación, justo premio a su valor y destreza.

Panorámica de Toluca, hacia 1930. Col. del auor.

   El público, entusiasmado, pidió que Juan cambiara con banderillas al mismo toro; accedió el diestro con la galantería que acostumbra con el soberano público, y tomando los palos ejecutó la suerte pedida, con gran limpieza, plantando los palos en el morrillo como lo manda el arte. Los aplausos se prolongaron con mucho entusiasmo.

   Al salir el quinto toro, el público pidió al Mestizo que hiciera el cambio, y accediendo nuevamente el valiente diestro, ejecutó otro magnífico cambio de rodillas, dejando completamente satisfecho y contento al público. Pero aún hizo más el Mestizo, pues de los muchos sombreros que le arrojaron al redondel tomó dos charros, y empuñándolos como para parear al toro, citó al bicho cambiándolo y marcando con los charros sombreros la posa de banderillas hasta llegar al morrillo. Hablar de la nueva ovación sería de sobra.

   En los dos toros que mató Juan León, dio al primero dos pinchazos y una estocada en su sitio, y al segundo lo despachó de un superior metisaca, cayendo muerto el toro a sus pies. Entonces fue la gran ovación, y el Himno patriótico mexicano resonó en honor del bravo torero, que debe haber quedado satisfecho con el éxito que alcanzó en toda la corrida, una de las mejores que aquí se han dado por su cuadrilla.

   Sabemos que el Mestizo va a torear próximamente en Puebla con el Habanero, por lo cual felicitamos a los zaragozanos. El Corresponsal.

   No conformes con esta nota, incluyo a continuación otra que se publicaba en otro periódico de la época:

 

    Estos eran los síntomas de gozo que se vivieron por entonces, cuando ya estaban más que reanudadas las corridas en el Distrito Federal, pero que en Toluca venían desarrollándose desde buen número de años atrás.

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EL TERCERO DE «LUNA TURQUESA»…

RECOMENDACIONES y LITERATURA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Circula ya el tercer libro de una serie que, en portada lleva el emblemático nombre de Luna Turquesa. Escrito por Mónica Bay, la autora se ha fijado el propósito de generar sus propias reflexiones en torno a las tres más recientes temporadas taurinas que se han desarrollado en la capital del país. Y no es la excepción en los datos que constituyen al subtítulo: “Temporada Grande. Plaza de Toros México 2011-2012… y otros apuntes”.

 

    Con un estilo peculiar, que ya es impronta en su quehacer como escritora, ha hecho de estos trabajos una particular tarea: darla a la luz en un esfuerzo que supone un alto grado de heroicidad, sobre todo en tiempos como los que corren, que son tan difíciles para publicar un libro, y más aún si es de toros. Doblemente heroico. A eso hay que agregar que la voz y las ideas emanadas de sus páginas son las de una mujer, lo que implica para ella otro alto grado de riesgo en un ambiente dominado por el género masculino, y donde la proclividad a la misoginia exacerbada, así como a todas sus expresiones (patriarcal, fálica, represiva y demás lindezas) convierte este medio en una pesada losa en intentos como el suyo que ya se ve, han logrado que se posicione gracias a sus publicaciones.

   La primera parte del pequeño volumen –apenas 71 páginas-, refleja frescura, la que da el propósito de manufacturar crónicas bajo el principio de una capacidad de síntesis que nos dice en apenas dos páginas lo que, a sus ojos significó el balance de este o aquel festejo, mostrándonos que lo suyo es generar apreciaciones absolutamente imparciales, echando mano por momentos, a diversos recursos coloquiales que, con toda seguridad irán puliéndose. No son, ni mucho menos, mensajes doctrinarios, donde pudiese abundar el lenguaje técnico o estético que exige el ejercicio mismo de la crónica, como tal. En lo suyo hay incluso una sobrada sinceridad en juzgar a los actores todos de los festejos, sin que se vea por ningún lado el propósito de verse condicionada a decir tal o cual cosa, porque ha “recibido línea”. Nada de eso. Por tanto, puede haber más de uno que se incomode. Y es que los toreros son como los libros: en cuanto se convierten en centro de atención de todas las miradas y de todos los juicios, allí comienza la valoración de cuantos se acercan a conocer en detalle el significado del contenido para saber si cuentan o no con lo que se dicen de ellos.

   Y hay una segunda parte, mucho más reflexiva, que analiza aspectos sólo posibles a la luz del reposo, donde la idea, el contexto se someten a un ejercicio en el que uno, como escritor debe estar consciente en entregar un texto compacto, sólido. Allí, la sensibilidad aflora en forma por demás extrovertida, galante. El resultado es un nuevo conjunto de apreciaciones que desbordan afición, la de una mujer que encontró en casa no sólo el empeño de sus padres por apoyarla para salir adelante y enfrentar la vida como toda profesional que es, sino también ese otro legado que no es otra cosa que la fiesta brava. con todas sus implicaciones. De eso nos da cuenta ahora en la materialización de ideas, sentimientos y demás formas de ver a la tauromaquia.

   Como en todo libro, puede haber errores y defectos… que para eso no hay libro perfecto.

   A lo que se ve, tendremos en lo sucesivo muchos otros ejemplos de creación materializados en libros como los que Luna Turquesa, Mónica Bay ya comparte con nosotros. Celebro desde aquí la novedad con que vino a anunciarnos sus más recientes escritos. El estilo es… la mujer, ya dicen por ahí.

 Mónca Bay (Seud. Luna Turquesa): Temporada Grande. Plaza de toros México. 2011-2012… y otros apuntes. Prólogo de José Antonio Luna. s.a. y l.d.e. (2012). 71 p.

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JOSÉ GUADALUPE POSADA EN LOS TOROS. (V).

EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    De José Guadalupe Posada y los sentimientos reflejados en la mayoría de su obra, sabemos casi nada. Se tienen datos que lo ponen en la difícil y complicada situación de aprietos económicos, desde que nace hasta que muere. Otros, le ubican en la incómoda realidad de un alcohólico. Sin embargo, no sé si estos dos factores entre otros muchos, se reflejen en la obra, como una impronta más. Lo que sí es un hecho es que al elaborar desde un pequeño hasta un grabado de gran formato lo hace en buena medida para garantizarse un ingreso, pero también y en lo político, el riesgo de persecución o encarcelamiento.

A lo anterior, hay que agregar la terrible desgracia de que muchos de los trabajos que en vida realizó para este o aquel encargo, para esa o aquella publicación efímera hoy no perviven, siendo en realidad un número quizá menor al que pudo producir en su totalidad.

   En otra faceta suya, la de darse a entender en sus quehaceres cotidianos como caricaturista o grabador, hay un trabajo muy amplio que se decanta a favor de Porfirio Díaz. Buena parte de su vida creadora comprende los años del régimen del general Díaz, de la que Vera Estañol[1] establece una clara división al respecto:

 El gobierno tuxtepecano, 1876-1880.

El de gestación porfirista, 1880-1884.

El de desarrollo y culminación del porfirismo, 1884-1900.

El de decadencia del porfirismo, 1900 en adelante

 Así que nada difícil es que se haya convertido en un afecto de la causa del oaxaqueño, al punto de que con los años, y durante la constitución del Taller de Gráfica Popular, con Leopoldo Méndez a la cabeza, si bien existió el buen propósito de compilar en aquellas épocas la obra completa del grabador, en realidad desistieron por haber encontrado demasiados signos de lo reaccionario en Posada, con lo que habrían alterado la imagen de artista comprometido con el pueblo. Por tanto, ciertos juicios o prejuicios han sido suficiente materia para deformar la imagen del personaje que, en tanto artista no corresponde con ciertas realidades, de ahí que sigamos viéndolo como el “artista comprometido con el pueblo”. Creo que en nada habrían dañado la memoria del grabador si este, antes que como hacedor, hay que verlo como un hombre de carne, hueso y espíritu, desarrollando su vida de conformidad a sus convicciones y no a otra cosa. Un hombre que social o económicamente no tuvo esos privilegios en toda su vida, debía tener muy claro qué rutas seguir, sobre todo en unos momentos en que el país se debatía en una serie de nuevos conflictos no sólo militares. También sociales y económicos que deben haber marcado profundamente a la sociedad de esa época.

   Por todo lo anterior es importante comprender la siguiente reflexión:

 Posada asume estas posiciones como suyas, y el sentido de las estampas sólo se entiende en su contexto editorial original. Los estudiosos que llegan a leer las hojas volantes como piezas integradas, ven estos dibujos antirrevolucionarios como accidentes en la trayectoria del pintor o contradicciones provocadas por la confusión de una era turbulenta.[2]

    Por lo tanto, y como en muchas ocasiones lo he repetido, siguiendo el sabio consejo de Jacob Burckhardt: “No regañemos a los muertos. Entendámoslos”.

   En ese prejuicio por tanto, puede verse a un José Guadalupe Posada ambiguo, quien de seguro y ante la posibilidad de amenazas por parte de una prensa totalmente orientada a favor del régimen, e incluso de la que no lo era tuviera que verse obligado a contenerse, por un lado. A liberarse por otro, en función del tipo de publicación con la que colaboraba en el instante preciso en que pudieran estarse dando ese tipo de debates. Sin embargo, y como vuelve a decir Barajas Durán:

 La idea de que el caricaturista carece de ideología precisa o de opiniones o lealtades políticas no se ajusta a las normas éticas y de conducta de los periodistas de fines del siglo XIX; además hay piezas llenas de pasión que hacen pensar que el grabador es un hombre comprometido con ideas y causas; finalmente, una primera ojeada al conjunto de sus caricaturistas revela que el dibujante es un hombre de principios, que su posición política cambia y evoluciona con el tiempo, que su obra tiene ambivalencias y contradicciones –típicas del momento- pero también una gran coherencia.[3]

    En ese contexto, Posada legó una serie de grabados en ciertos periódicos,, de los denominados “de a centavo”, sometida, como en otros casos de la época a la persecución ideológica, típica muestra de represión periodística durante el Porfiriato. Esa prensa “del arrabal” estaba dirigida a los sectores obreros a partir de esquemas de propaganda política e ideas de unión y solidaridad de los mismos trabajadores quienes, en el uso conveniente de cierta doctrina gozaban o disponían del arma intelectual para defender sus intereses. Una de esas publicaciones era El Fandango, del que en alguno de sus números se elaboró aquel denominado El Fandango Taurino, no faltaba más.

  

Rafael Barajas Durán (seud. “El Fisgón”): POSADA. MITO y MITOTE. La caricatura política de José Guadalupe Posada y Manuel Alfonso Manilla. México, Fondo de Cultura Económica, 2009. 548 p. Ils., facs. (Colección Tezontle)., p. 172.

    Evidentemente detrás de cada grabado hay un mensaje social y político que, hermanados sufrían el mismo embate de aquellas condiciones de represión, por lo que además de la primera mirada al dibujo debe existir una segunda, para encontrar el mensaje subliminal y decodificarlo en consecuencia. Por ejemplo, una caricatura que salió publicada en El Fandango con fecha del 8 de abril de 1894, da cuenta de un toro que embiste a un hombre del pueblo quien, con un sarape en el brazo, el que hace las veces de capote, y además sirve al perseguido para “lancearle a una mano”, como aquellos lances que Antonio Fuentes o Antonio Reverte hicieron célebres: recorte capote al brazo.

   Pero hay más. La carrera que emprenden toro y “torero” improvisado, sucede a las afueras de la cárcel de Belen, célebre porque allí fueron confinados buen número de periodistas. Y es que esto es entendible a la luz de la siguiente opinión de Rafael Pérez Gay:

 La segunda prensa de esos años fue la del entusiasmo; va de la llegada de los «científicos», en 1888, a la cuarta reelección de Díaz -1893-. Los diarios fueron entonces cada vez menos libres, la figura presidencial era monárquica y su autoritarismo feroz. El comentario crítico desaparece de los periódicos y la oposición vive el trajín de las persecuciones, las demandas y las visitas a la cárcel de Belén. Los diarios que alcanzaron mayor vuelo en esos años fueron El Partido Liberal, (1880) y El Universal (1890). Si la voz política se esfuma de las columnas, la literatura aparece con una fuerza inopinada, las páginas de estos diarios son muchas veces auténticas lecciones de periodismo cultural.[4]

    La única expresión de descargo que puede expresar, por tanto aquel ciudadano, que no es otro que uno más de los redactores de El Fandango fue la que aparece al pie del grabado: “Que te torié Juan Diego, Vale”.

 

 Rafael Barajas Durán (seud. “El Fisgón”): POSADA. MITO y MITOTE. La caricatura política de José Guadalupe Posada y Manuel Alfonso Manilla. México, Fondo de Cultura Económica, 2009. 548 p. Ils., facs. (Colección Tezontle)., p. 175.

    ¿Qué nos dice ese mensaje? El toro, convertido en política -término que queda grabado en la divisa-, y al más puro estilo porfirista no es de porfiar. Por lo tanto, si tiene malas intenciones, pues entonces allí está “Juan Diego” para que lo toree. 

CONTINUARÁ.


 

[1] Jorge Vera Estañol, La Revolución Mexicana. Orígenes y resultados, México, Porrúa, 1957, p. 74.

[2] Rafael Barajas Durán (seud. “El Fisgón”): POSADA. MITO y MITOTE. La caricatura política de José Guadalupe Posada y Manuel Alfonso Manilla. México, Fondo de Cultura Económica, 2009. 548 p. Ils., facs. (Colección Tezontle)., p. 24.

[3] Op. Cit., p. 25-6.

[4] Disponible noviembre 26, 2012 en: http://www.nexos.com.mx/?P=leerarticulo&Article=267120 “Prensa Porfirista”.

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CRÓNICA. UN RITUAL INEXTINGUIBLE: LA TAUROMAQUIA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    La plaza de toros “México”, a pesar del cartel que hoy conjuntaba a tres toreros con amplio poder de convocatoria: Julián López “El Juli”, Arturo Saldívar y Diego Silveti, apenas pudieron reunir aproximadamente a unos 35 mil aficionados, lo que significaba casi tres cuartas partes en un recinto cuyo aforo rebasa las 42 mil localidades. Sin embargo, el punto donde pudo apreciarse hasta un peligroso sobrecupo fue el callejón. El lleno era hasta la bandera hay que decirlo. Pero, y ¿quién permite el paso a tanta gente que no tiene maldita la cosa que hacer en ese espacio tan estrecho? Quiso Dios o quien quieran ustedes que ninguno de los ejemplares saltara al mencionado lugar, pues de haber ocurrido esto no sólo se habría desarrollado el incidente descrito, sino que la cosa podría haber sido todavía más riesgosa. Burladeros que deben estar ocupados por autoridades en su conjunto, o hasta el de los picadores de pronto se vieron invadidos por gente que con toda seguridad no tenía nada, absolutamente nada qué hacer. Y a todo lo anterior vuelvo a preguntar: ¿Quién autoriza el paso de toda esa gente?, o es que la empresa asume y hace suyo un derecho que ahora se convierte en privilegio y hasta convida a amigos para que se alojen en tal sitio, y no conforme con eso, tienen el servicio de cantineros, por lo que hasta esa bebida generosa circula y se distribuye sin ninguna discreción en cuanto lugar la solicitan. Lo que inquieta es una actitud pasiva y tolerante por parte de la autoridad, pues para ello se genera, supongo un listado en el que aparece todo aquel personal autorizado que ingresa para cumplir ciertas funciones. Acreditada dicha justificación, todos y cada uno saben qué sitio deben ocupar durante la lidia. Pero hoy, durante el desarrollo del festejo era simplemente imposible el paso normal de las cuadrillas o del personal que está cumpliendo en esos momentos con una función específica. Esperemos que las autoridades de la Delegación Benito Juárez se desempeñen mejor y con ello se evite en lo futuro cualquier incidente de gravedad.

   Es bueno recordarle a la autoridad que para eso hay un reglamento taurino en vigor, y que el artículo 54 dice lo siguiente:

 Durante la lidia sólo podrán permanecer en el callejón las personas siguientes:

I. El Inspector Autoridad, tres inspectores autoridad auxiliares y dos médicos veterinarios;

II. Los alternantes, los sobresalientes y subalternos que actúen en el festejo;

III. Los apoderados de los diestros, quienes permanecerán dentro del burladero correspondiente, excepto en las novilladas, en las que podrán aconsejar a sus poderdantes con la discreción adecuada;

IV. Dos mozos de espadas por cada matador;

V. Dos delegados de la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos y similares y dos de la Unión Mexicana de Picadores y Banderilleros;

VI. Los monosabios actuantes y los encargados de puertas;

VII. El encargado del zarzo de banderillas y dos garrocheros;

VIII. Dos encargados de caballos debidamente uniformados;

IX. Dos alguaciles;

X. Seis médicos cirujanos a cuyo cargo esté el servicio médico de la plaza;

XI. Tres torileros;

XII. Los fotógrafos y camarógrafos que autorice la Delegación a sugerencia de la empresa, considerando uno por cada medio de información;

XIII. Comentaristas y técnicos de radio y televisión para transmisiones en vivo o diferidas, debidamente autorizados por la Delegación a sugerencia de la empresa;

XIV. El ganadero y cinco acompañantes, mismos que ocuparán el palco correspondiente, y

XV. El empresario o su representante, acompañado hasta de siete personas, quienes permanecerán en el palco respectivo.

El Inspector Autoridad será directamente responsable del cumplimiento de este artículo y no permitirá circular por el callejón ni apoyarse en la barrera a ninguna persona ajena a la lidia.

    Otra circunstancia incómoda es la de que a diestra y siniestra todos los vendedores de todas las cosas que se ofrecen en la plaza para el consumo de los aficionados simplemente no están sujetos a ningún control y lo que sucede durante la lidia es que aquello se encuentra convertido en un auténtico mercado, lo cual ocasiona diversas molestias. ¿Qué intereses hay detrás de todo estos como para no poner orden? Esperamos una respuesta razonable de la propia autoridad, así como de la delegación, pero sobre todo la aplicación del Art. 56 del Reglamento Taurino vigente que, a la letra dice:

 A la hora anunciada en los programas para el inicio del festejo, el Juez de Plaza dará orden de que suenen clarines y timbales y la función comience. En ese momento suspenderán sus actividades los vendedores en los tendidos y los alquiladores de cojines y ni unos ni otros podrán ejercer su comercio, sino en el lapso que va del apuntillamiento del toro al toque que ordene la salida del siguiente.

    Se debe recordar que este Reglamento Taurino está vigente y la última fecha en que fue sujeto de modificaciones es la del 25 de octubre de 2004.

   Pues bien, mencionados estos dos puntos que me parecen deben atenderse en forma puntual por la autoridad competente, es bueno dar paso a los apuntes e impresiones generados durante el sexto festejo de la temporada taurina 2012-2013.

   Independientemente de la actuación de Mónica Serrano que salió por delante para, como rejoneadora enfrentar un novillo de Santiago, no hay gran cosa que apuntar. Se le notó precipitada, yéndose por derecho en contadas ocasiones, de extremo a extremo del redondel, lo que no resta interés a su actuación, pero que dejó ver el hecho de que no lució el arte del rejoneo en su mejor expresión. A ratos hizo brillar a su cuadra, pero no pasó de algunos momentos. Caballeros en plaza como Pablo Hermoso de Mendoza o Diego Ventura nos están acostumbrando a una puesta en escena diferente, arriesgada, lucida, empeñosa, y hasta breve y eso es lo que quisiéramos ver en otros rejoneadores. No fue el caso de Mónica Serrano quien, para culminar su actuación tuvo que echar mano de dos estoques o de los también llamados “hojas de peral”, siendo el segundo el que, colocado en mal lugar, produjo una fuerte hemorragia con la que aquel ejemplar terminó doblando en forma que disgustó a las mayorías. Fue despedida entre fuertes muestras de desacuerdo… y entre que se arreglaba el ruedo y se tenían condiciones para la lidia de los de a pie, el festejo fue comenzando hasta las 5 de la tarde y casi diez minutos.

   Así que, con la penumbra encima, Julián López “El Juli” demostró unas capacidades increíbles. Es un torero dotado del privilegio de la maestría y desbordó todo eso en el ruedo de Insurgentes, al grado de prodigarse desde los primeros lances, los de recibo, que luego fueron enriquecidos por un conjunto de chicuelinas al más puro estilo del maestro José Mari Manzanares, echando pa´bajo los vuelos del capote y girando con singular ritmo en el mismísimo centro del redondel. Con muleta en mano el prodigio fue por ambos lados, pero sobre todo en un mismo terreno donde comenzó y culminó el trasteo, lo que habla del dominio del torero, muy al margen de la generosa faena y sus diversas representaciones, que las hubo y con mucha gracia, destacando aquellos pases de pecho, o los forzados, sin menospreciar ese o aquel desdén que fueron rúbrica de una u otra serie. Que la estocada tuvo un puntito de defecto (antes, y en el primer intento había pinchado), y por lo cual el de Los Encinos tardó en doblar, fue un factor que influyó en forma decisiva a la hora de que el público y la autoridad se ponían de acuerdo, pues el premio de las dos orejas se convirtió, además, en el parámetro para el resto del festejo, un festejo de brillantes circunstancias que sólo alcanzó las más altas cotas hasta el tercero de lidia ordinaria. Con el cuarto, quinto y sexto, cada uno de los espadas terminaron por cumplir, de ahí que obvie el resto de sus comparecencias con este telegráfico agregado en el párrafo que aquí culmina con un punto y aparte.

   Arturo Saldívar seguramente no iba a conformarse con lo que estaba sucediendo, así que también tuvo que ponerse a las alturas de las circunstancias y consiguió otra gran faena a un toro noble, como lo fueron esos tres primeros ejemplares, criados con celo y templanza por Eduardo Martínez Urquidi, el cual, recibió fuertes ovaciones. Saldívar repitió la receta de otra serie de lances por “chicuelinas”, lances que en alguna ocasión, José Alameda decía que hasta se veían en la sopa. Con una misma consigna, aquella que reza “el que manda en el ruedo soy yo”, Arturo vino a demostrarle a la afición de qué pasta está hecho y dióse a torear con placer y entrega, levantando de sus asientos a una buena porción de asistentes que terminaron por entregarse a su faena. La estocada también fue de las que garantizan un triunfo grande, y así fue. Otras dos orejas que paseó en olor de santidad.

   Faltaba, para completar la primera y única gran parte de la jornada, Diego Silveti. Es hora en que varios sectores todavía no se ponen de acuerdo con su estilo, que de seguro tiene como patrón de referencia a su padre, David Silveti, por lo que muchas veces dicha comparación viene a convertirse en una carga, más que en un distintivo. Diego, tiene lo suyo, lanceó del tercio a los medios con aplomo y reposo de toreros que afrontan, en momentos como el suyo, el peso de dos triunfadores que ya lo eran, para entonces “El Juli” y Arturo Saldívar.

   Y si de labor muleteril hay que hablar, pues el chaval se plantó en los medios y allí aguantó la embestida de “Ocote” que así se llamó el ejemplar de Los Encinos, prodigándose en los primeros pases por alto, para luego darse a correr la mano y rematar las series con galantería y valor. Otro prodigio, fue el suyo, el de ser quien decía donde había que iniciar y terminar la o las series, rematado con el hecho de que el toro quedaba en ese punto para reanudar la siguiente serie, signo de nobleza nuevamente. Y si bien la estocada tuvo la falla de tener efectos retardados, el de Los Encinos se iba muriendo demostrando una resistencia y un deseo de vivir que impresionó a los asistentes, al punto de que estallaron en una ovación que celebraba de manera muy particular un ritual, el de la agonía y muerte de un toro en el ruedo, símbolo que en esos instantes, concentraba la suma milenaria de todas las experiencias vividas en esa otra summa, la de la tauromaquia.

   Dos orejas paseó por el ruedo este gran torero en potencia, mientras aficionados y el juez de plaza se debatían en la decisión de si era justo premiar los restos del toro con un arrastre lento o una vuelta al ruedo. Ganó el segundo criterio, ganó la masa, y pasaron por encima de la decisión original del que presidía en el biombo, hasta hacerlo a un lado, como si su opinión no contase para ello. ¿Esto es bueno o es malo para la fiesta? Evidentemente si la autoridad no se impone como tal en la plaza, pueden pasar esas cosas y ser el público, en consecuencia el que tome las verdaderas decisiones, como en un juicio popular.

   Como decía hace algunas líneas, con el cuarto, quinto y sexto apenas tuvimos oportunidad de contemplar este o aquel detalle, de tal forma que el festejo, el gran festejo terminó pasadas las seis y media de la tarde, cuando la tarde en realidad, ya era la noche.

 25 de noviembre de 2012.

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¡DOS PUBLICACIONES DOS! Y UNA TERCERA EN PUERTA. LAS OBRAS EDITADAS PERTENECEN A JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Gracias a la puesta en marcha de un proyecto que en otro momento simplemente habría sido imposible, hoy se capitaliza con resultados sorprendentes. Me refiero al hecho de que desde el 13 de diciembre de 2010, puse en circulación mi blog: APORTACIONES HISTÓRICO-TAURINAS MEXICANAS (https://ahtm.wordpress.com/), el cual está formado por las siguientes categorías:

 -EDITORIAL.

-CRÓNICAS.

-DEL ANECDOTARIO TAURINO MEXICANO.

-EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS.

-EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

-EFEMÉRIDES TAURINAS DEL SIGLO XX.

-EFEMÉRIDES TAURINAS DEL SIGLO XXI.

-GLOSARIO-DICCIONARIO TAURINOS.

-REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS.

-REGISTROS SONOROS (pendiente de integrar)

-MUSEO-GALERÍA TAURINO MEXICANO.

-ILUSTRADOR TAURINO.

-RECOMENDACIONES y LITERATURA.

-FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.

-PONENCIAS, CONFERENCIAS y DISERTACIONES.

-FRAGMENTOS y OTRAS MENUDENCIAS. MINIATURAS TAURINAS.

-CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO.

-EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

    De aquella fecha hasta hoy, he “subido” a la “nube” cerca de 600 materiales, en tanto que hay un registro de “navegación” próximo a los 70 mil visitantes.

   Al convertirse en un instrumento eficaz concebido por las Tecnologías de Información y Comunicación (las TIC por su nombre más común), https://ahtm.wordpress.com/ poco a poco se ha ido convirtiendo en referente no sólo entre aficionados a los toros. También de muchos interesados por la historia, e incluso de aquellos que, oponiéndose a la tradición de este legado, pueden llegar a contar con información para saber cómo hoy día se conserva y se defiende un patrimonio denominado tauromaquia.

   Pues bien, a resultas de todo este trabajo, hubo oportunidad de promover a lo largo de 2012 dos acontecimientos de vital importancia: los 200 años del nacimiento de Bernardo Gaviño y Rueda (1812-2012), así como el centenario de José Alameda (1912-2012). En ambos casos, no sólo se generó la difusión de sus perfiles. También se dieron a conocer otras evidencias profesionales que permiten en este aquí y ahora, tener una mejor perspectiva de sus quehaceres. Por tal motivo, y de manera entusiasta, el Sr. José Antonio Quiroga Chapa, integrante de la peña taurina “El Toreo” (establecida en Monterrey, N. L.) entró en contacto con el responsable de esta página, con objeto de materializar ambos homenajes en sendos libros, que han sido editados por la Universidad Autónoma de Nuevo León, contando para ello con la generosa y sensible participación del Dr. Celso José Garza Acuña, Director de Publicaciones. De igual forma, mi agradecimiento a todos los integrantes de la peña taurina “El Toreo”, que el próximo 2013 celebrarán su jubileo, y en particular a su Comité:

 José N. Candelaria V., Presidente

Homar L. Rojas García, Vicepresidente

Rubén Leal Garza, Secretario

José Antonio Quiroga Chapa, Coordinador  de los Eventos por el 50 Aniversario, y

Fernando Arrambide F., Tesorero

    Aquí las portadas de ambos trabajos:

   El próximo 24 de noviembre se cumplirá el centenario del nacimiento de José Alameda. Por tal motivo, se preparan algunas actividades de las que ya se dará cuenta en su momento. Sin embargo, y adelantándome un poco a dicha circunstancia, no puedo sino incluir a continuación parte del texto de mi conferencia que preparo para ocasión tan gozosa.

 JOSÉ ALAMEDA, UN MANANTIAL DE SABIDURÍA.

    José Alameda escribió y vio publicados los siguientes libros o trabajos:

 Disposición a la muerte, en 1944.

Con un lapso de nueve años aparece

El toreo, arte católico, en 1953.

Los arquitectos del toreo moderno, en 1961.

   Trece años después:

Seis poemas al valle de México y ensayos sobre estética, en 1974.

Los heterodoxos del toreo, en 1979.

La pantorrilla de Florinda y el origen bélico del toreo, en 1980.

Crónica de sangre. 400 cornadas mortales y algunas más, en 1981.

4 LIBROS DE POESÍA. I SONETOS Y PARASONETOS. II PERRO QUE NUNCA VUELVE. III ODA A ESPAÑA Y SEIS POEMAS AL VALLE DE MÉXICO. IV EJERCICIOS DECIMALES,en 1982.

Retrato inconcluso. Memorias, tambiénen 1982.

Seguro azar del toreo, en 1984.

Historia verdadera de la evolución del toreo… que Bibliófilos Taurinos de México, como grupo editor publicó en dos presentaciones, allá por 1985.

… y El Hilo del Toreo, que Espasa-Calpe también presentó en dos versiones en 1989.

   Todo esto en vida.

   Como ediciones post morten, existen dos:

Retrato de tres ciudades: Sevilla, Madrid, México, en 2006 y Los arquitectos del toreo moderno, en 2010.

   Además, se sabe que escribió otros dos libros:

Moctezuma… y

Una Tauromaquia…

Pero se desconoce su paradero.

   Por otro lado, editó dos discos L.P.:

Poemas de amor y poemas de toros, publicado en 1973 y…

José Alameda, el poeta, que salió al mercado en 1980.

   Ambos, contienen una rica y variada selección de sus mejores poemas y algunos más.

   Pero ahí no termina todo. Al llegar a México el 1º de marzo de 1940, El ciudadano español Luis, Carlos, José, Felipe, Juan de la Cruz Fernández y López-Valdemoro (Madrid, 24 de noviembre de 1912; ciudad de México, 28 de enero de 1990) se convierte para la tauromaquia mexicana y el ambiente social en José Alameda, para unos. En Pepe Alameda para muchos, si cabe el síntoma afectivo y cariñoso que se le prodigaron, aunque no faltara quien lo sometiera a juicios de valor; o peor aún, a juicios sumarios porque su cultura, finalmente su cultura despertaba sospechas y desdén.

   Pues bien, recuperando el “hilo de la conversación”, al poco tiempo de establecerse, sus escritos comenzaron a aparecer lo mismo en El hijo pródigo que en Estampa, Sol y Sombra y La Lidia, aquella particular revista de tonos verdes, editada en principio por D. Roque Armando Sosa Ferreiro. Años más tarde esa labor periodística se ampliaría en Últimas Noticias de Excelsior, Excelsior, Semanario D.F. y finalmente El Heraldo de México. Ésta última va del 9 de noviembre de 1965 a 2003 (las colaboraciones de Alameda van de 1965 a 1990), año en que sus ediciones hacían notar fuertes signos de decadencia, pero también de una firme institucionalidad en apego a los principios políticos de un partido como el Revolucionario Institucional, que para ese año ya había perdido importantes grados en su radio de influencia. Lo notable aquí es que en el rango de 1965 a 1990, se encuentran 25 años muy importantes por revisar, sobre todo en la sección de deportes que acogió la siempre amena y esperada columna “Signos y Contrastes”, firmada por José Alameda. De lo anterior, estoy convencido que quien realice dicha tarea de acopio e investigación, encontrará valiosos resultados en la tarea periodística y cotidiana del personaje que, en este trabajo es motivo de merecido homenaje.

   No conforme, de 1955 a 1973 colabora en las poco más de 1000 ediciones de Cine Mundial, noticiario cinematográfico cuyo editor fue Manuel Barbachano Ponce donde fue guionista y locutor no sólo de las emblemáticas notas taurinas que causaban furor en los cines, sino que también ocupó sus capacidades en otros muchos temas, de ahí que en 2004, este servidor tuviese el honor de ser el editor del disco DVD que publicó la Filmoteca de la U.N.A.M. bajo el título de Los toros vistos por el noticiero Cine Mundial (1955-1973), donde hay poco más de medio centenar de esos materiales, que se seleccionaron rigurosamente.

   Y tenemos más. Transmitió centenares, quizá miles de festejos a través de las ondas hertzianas, cosa que también ocurrió por televisión, tanto en México como en España.

   Fue responsable del programa de televisión Brindis Taurino entre los años 70 y 80 del siglo pasado.

   Llevó una vida donde coqueteó con más de dos mujeres, y con la bohemia.

Actor eventual en una obra de teatro –en la obra Chao-, pero actor al fin y al cabo…..

    Y hasta aquí con parte de la información reunida en dicho texto, el que tengo preparado para mostrar el lado humano, pero también el del artista, hacedor y creador, virtudes que reunió José Alameda.

    Finalmente, y siguiendo la misma ruta de las publicaciones, en la que esa apertura universal por parte de las autoridades editoriales de la UANL sorprende y anima, es muy probable que en el curso del próximo 2013 salga de su imprenta un tercer título, del que sólo me aventuro a dar un adelanto. Se trata de la “Antología de la antología” de mi trabajo: “Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI”, en el que desde 1985 y hasta la fecha, he podido reunir más de 2000 poemas en todas sus variedades y calidades. En dicha “antología”, se concentran los mejores trabajos, cuya rigurosa selección permitió conjuntar 127 poemas escritos por plumas de altos vuelos, desde el periodo virreinal, pasando por los siglos XIX, XX así como del que nos toca vivir.

   Mi agradecimiento a la peña taurina “El Toreo”, a la Universidad Autónoma de Nuevo León por su confianza, pero sobre todo por la sensibilidad que, en estos tiempos hacen posible la continuidad de un tema por demás complicado debido a muchas razones en contra. Me refiero, y no podía ser de otra forma a la tauromaquia en México.

   Los libros pueden encontrarse en el puesto del Lic. José «Pepe» Rodríguez, a las afueras de la plaza de toros «México», todos los domingos, frente a la puerta principal del coso capitalino. Del mismo modo, también están a la venta en la tienda del Museo Taurino Mexicano, en la calle de Atlanta Nº 133, en las instalaciones de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares. El Museo lo atiende el Lic. José Carmona Niño. También, y como una opción para quien vaya por el Centro Histórico, no dude en buscar la Antigua Librería  MADERO, atendida por Enrique Fuentes Castilla, y que hoy tiene una nueva sede:  Isabel la Católica Nº 97, esquina con San Jerónimo.

 Noviembre de 2012.

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¡¡¡FELICIDADES!!! MAESTRO «JOSÉ ALAMEDA» (1912-2012)

RECOMENDACIONES y LITERATURA.

JOSÉ ALAMEDA y EL HILO DEL TOREO. 1989.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Hoy, 24 de noviembre de 2012, celebramos el centenario del nacimiento de José Alameda. Nada mejor que hacerlo refiriéndome desde este blog al libro capital en su vasta obra literaria: El Hilo del Toreo, con el que cierro la serie de análisis teóricos, mismos que quedarán reunidos, junto a otros capítulos, en el libro de muy próxima aparición:

 

    Sentido y justo homenaje a uno de los autores fundamentales del siglo XX, en cuanto al tema de la tauromaquia, su evolución y demás circunstancias que han establecido el porqué de su permanencia.

   Al llegar a México el 1º de marzo de 1940, El ciudadano español Luis, Carlos, José, Felipe, Juan de la Cruz Fernández y López-Valdemoro (Madrid, 24 de noviembre de 1912; ciudad de México, 28 de enero de 1990) se convierte para la tauromaquia mexicana y el ambiente social en José Alameda, para unos. En Pepe Alameda para muchos, si cabe el síntoma afectivo y cariñoso que se le prodigaron, aunque no faltara quien lo sometiera a juicios de valor; o peor aún, a juicios sumarios porque su cultura, finalmente su cultura despertaba sospechas y desdén.

    Estamos ya frente al libro más articulado o vertebrado, el que tiene también más unidad y forma. Posee también la coherencia que probablemente deseó el autor a lo largo de 45 años de andar a la búsqueda de una explicación que diera luces al respecto de la forma en que, a sus ojos, representaba la evolución de la tauromaquia sin más.

   Aquí se concentran lo mejor de sus ensayos y escritos que reunió en el resto de su obra capital, como forma concluyente de aquello que resultaban meros ejercicios o ensayos, de los que llegó a cuestionar su validez, quizá porque todavía no alcanzaban la certeza, o porque quedaba en el aire un punto de confirmación a sus expectativas teóricas, que pasaron de ser –en algunos casos-, meras especulaciones y que en El Hilo…[1] llega a confirmarlas. Por tanto, aunque no se trata de un libro nuevo, sino de la reunión de los otros libros, en forma eslabonada, cronológicamente estructurada también, sí termina en este con la obsesión que debe haberlo atribulado por años. Quien borda, sabe que tiene que hacerlo de una manera correcta, útil, para evitar en lo sucesivo que se separen las piezas unidas y sea precisamente esa unidad, la que permita darnos idea de lo perfecto. Por tanto, en El Hilo… y para Alameda ya no caben aquí las medias tintas, los recursos apuntalados, sino la madurez y la cohesión que suponen el grado de convencimiento que lo animó a integrar, más que escribir, la que fue su última obra en vida. De todo aquello planteado en un principio, cuando saltó a la palestra con su “Disposición a la muerte” en 1944, dejaba ver lo que muchos años después sería su impronta fundamental: El hilo del toreo, ese libro que aparece como la summa del toreo, recorrido generoso de siglos donde fue mirando y admirando los aspectos que determinaron casual o causalmente la marcha de un toreo que primero tuvo influencias bélicas y después se decantó en una condición eminentemente estética, propia de un pueblo que, como el español, se supo dueño legítimo de tal circunstancia y que, con la expansión lograda a partir de que concluyó una larga guerra casi milenaria, sostenida por moros y cristianos, ese mismo pueblo convertido ya en una auténtica potencia mundial, pretendía la expansión, el dominio total, el que se ve reflejado en ese deseo de ampliar sus dominios, a partir de 1492, año clave para sus destinos, pues se establece en el mismo espacio temporal un parte aguas que implicaba la demostración de su capacidad, la cual se capitalizó, entre otras cosas, con el polémico descubrimiento o encuentro del continente americano, al que luego de consumados o controlados todos los procesos de conquista, decidió poblar y generar, en consecuencia, una extensión de la vida en sus diversos sentidos, fuesen estos políticos, económicos, sociales, religiosos o de vida cotidiana.

 

    Por eso, y al margen de desprendernos del trauma que prevalece en el sentido de que la conquista en México representó un trauma, cuando hoy se tiene más que claro el hecho de que Hernán Cortés, con 800 hombres, procedentes de la misma península, no habrían sido capaces de consumar ese proceso, si no es con la ayuda de los pueblos sometidos por los aztecas, entre los que se encontraban los de Huejotzingo, Cholula y Chalco. Así que con aquellos poco menos de 1000 hispanos, se sumaron 75 mil indígenas enemigos de Tenochtitlan, a más de sus bastimentos militares y caballos y estrategias que se aplicaron como forma de controlar y dominar al enemigo que resistió hasta el 13 de agosto de 1521, en que sucede la capitulación de México-Tenochtitlan.

   Ocurrido aquel oscuro pasaje, la unión del padre español y la madre indígena, o el padre indígena y la madre española –como ustedes quieran-, dio como resultado la afirmación de un mestizaje del que hoy somos consecuencia. Ser mexicanos significa entender con demasiada amplitud y madurez que conservamos la esencia originaria, con todo el peso ancestral de los pueblos indígenas, pero para serlo también llevamos en el espíritu una conciencia ideológica o religiosa a la que se une la lengua, y el castellano, “la castilla” como llaman todavía diversas etnias indígenas que entrecruzan sus dialectos con el otro dialecto, el español. Lo fabuloso de todo esto es que ambas “fuerzas”, conviven.

   Y en esa convivencia que comenzó bajo otras condiciones, no sólo las del sometimiento, sino también del entendimiento y la comprensión, hubo de darse el fenómeno en el que se amalgamaran dos sentidos de vida, para lo cual fue importante agregar ingredientes como el de la vida cotidiana. Allí se daba el primer contacto que los americanos primero. Los mexicanos después habrían de admirar, y luego asimilar para integrarse en su totalidad a representaciones que, como la taurina, significaba hacer suyas, dándoles un toque de mestizaje propio de la tierra y el espíritu.

   Si bien España es el resultado de una amalgama de pueblos europeos, del medio oriente y hasta del territorio africano, México lo era en términos muy parecidos. Así que, cuando hubo de desarrollarse el capítulo de la guerra de conquista, se daba una vez más ese forzoso encuentro entre el dominador y el dominado. Por tanto, no sólo la ambigüedad sino la dicotomía que generó ese encuentro, vino a darle otros matices al sentido de vida de los nuevos americanos. De la tragedia se dio paso al esplendor, y si bien los tres siglos virreinales pueden verse en el escenario como el registro de altibajos que toda sociedad podría manifestar, el hecho es que habiéndose presentado una decadencia natural, sobrevino el deseo de independencia, alentado por la emancipación que tuvo su primera edad en 1810. Podría agregarse que la infancia y adolescencia del México decimonónico no pudieron ser felices del todo. Sin embargo, el país estaba entrando de lleno al concierto de las naciones, y con esto quedaba demostrada su capacidad de valerse por sí mismo.

   Recuperando el “hilo” de la conversación, Alameda también lo retoma en sentido práctico para ponernos ante ese otro siglo XIX, el español, el que en términos de lo taurino detentaron Francisco Montes, “Cúchares”, sobrenombre que Francisco Arjona Herrera llevó y del que logró –como dice Alameda- descubrir las posibilidades de un toreo que también después llevará el suyo”. Así que siendo esta obra una especie de réplica o calca de la anterior, la Historia verdadera de la evolución del toreo, lo único que el lector encuentra aquí es la depuración de ideas, que se ven reforzadas por elementos gráficos, mismos que acaban por demostrar los dichos, pero más que eso, las teorías, de las que ya, a esas alturas, estaba totalmente convencido el autor de esta importante saga de obras taurinas y literarias.

 

 José Alameda en una conferencia dictada en Madrid el año de 1985.

    Por fortuna, José Alameda termina por convencer el sentido y significado de cuanto aducía en cada uno de los ensayos previos donde sorprende no sólo por el conocimiento adquirido en tantos años de andanzas, andanzas que se dieron lo mismo en el campo que en la escritura por ejemplo. Sino también en todo aquel bagaje literario que asimiló de manera por demás contundente, buscando la veracidad en todo momento, veracidad muchas veces matizada con la gracia poética, recurso gracioso y generoso que abunda no sólo en El Hilo… sino en el resto de la obra.

   Pero también hay algo tan importante que no puede quedar de lado en esta reseña. Para 1985, España reconocía en muchos años la trayectoria de Alameda, hecho que se tradujo en un gran homenaje al que, habiendo nacido en Madrid en 1912, y luego nacionalizado mexicano en los años 40, se convertía de golpe, en universal. Y tras el festejo en que se reunió “la crema y nata de la intelectualidad”, y los toreros, sus toreros en algunos casos, vino la verdadera comprensión en el contenido de su obra.

 

 El Heraldo de México por aquel entonces daba noticia de tan merecido homenaje…

 

 …y estos fueron los ecos de tan inolvidable ocasión.

    Uno de los primeros en darse cuenta de la dimensión de esa obra, fue José Carlos Arévalo quien permanentemente lo cita o trae al caso, en cuanta oportunidad se da para afirmar y reafirmar las teorías y axiomas Alamedanos. Conozco muy bien a José Carlos, con quien me une larga amistad, y sé que cuanto llega a escribir o publicar, tiene un ingrediente que, por obligación, nos hace regresar a la obra de José Alameda. Lo que hace José Carlos Arévalo es redescubrir al “maestro” y ponerlo en su verdadera dimensión, la que se ganó a pulso tras largos años de acometer sus propios demonios y fantasmas, para ya exorcizado, darse a la tarea de desplegarlos sin ningún empacho. Era el mismo gesto que Galileo Galilei habría hecho frente a la Santa Inquisición. Para Alameda, y por fortuna, la Inquisición ya no existe, pero sí un pesado afán protagónico de ciertos aficionados o dogmáticos que se asumen como los defensores de la pureza del toreo, llevada por los intrincados caminos de lo rocambolesco, y a veces hasta de lo patético del caso. Sus empeños en deshilada aplicación de su propio “arte de birlibirloque” –así, en minúsculas- no deja ver más que unos cuantos árboles del inmenso bosque, ese que por fortuna Alameda descubría permanentemente.

 

 Por cierto, aquí lo tenemos, en plena faena periodística, cuando Manolo Martínez se despedía, por primera vez de los ruedos, en mayo de 1982.

    Como ya emprendo hacia el punto final de estas apreciaciones, sólo me resta reconocer de manera clara y objetiva que así como en su tiempo, tratadistas como José Velázquez, o Sánchez de Neira causaron sensación con sus teorías. Y luego, en México por ejemplo, el Dr. Carlos Cuesta Baquero seguía siendo creyente a ultranza de aquellos planteamientos, con los que casualmente vinieron a registrarse los mejores capítulos de lo que yo denomino la “reconquista vestida de luces”,[2] esas ideas quedaron superadas por nuevas y más frescas apreciaciones que estudiaba, analizaba y sometía hasta el cansancio un José Alameda que se convencía del gozoso resultado en el que concretamente España y México se daban la mano, y el mestizaje que dio por consecuencia aquel reencuentro taurino, no sólo el de 1887. También el que consolidarían Rodolfo Gaona, y más tarde Fermín Espinosa, Silverio Pérez, Carlos Arruza, Manuel Capetillo o Manolo Martínez, alcanzarían a ser elementos fundamentales para cerrar el círculo de todas sus preocupaciones que, convertidas en ideas, meros ensayos de sus intermitentes acercamientos a la complicada teoría, ya pueden pasar a formar parte del legado con el que podemos servirnos para entender qué era el toreo para José Alameda, desde la Disposición a la muerte y hasta El Hilo del toreo.

 

Retrato del autor en sus acostumbrados apuntes de Signos y Contrastes en El Heraldo de México.

 FIN DE LA SERIE.


[1] José Alameda (seud.Carlos Fernández Valdemoro): EL HILO DEL TOREO. Madrid, Espasa-Calpe, 1989. 308 p. Ils., fots. (La Tauromaquia, 23).

[2] De un tiempo para acá, he afirmado que la reconquista debe quedar entendida como ese factor el cual significó “reconquistar” espiritualmente al toreo mexicano del siglo XIX, luego de que esta expresión vivió entre la fascinación y el relajamiento, faltándole eso sí, una dirección, una ruta más definida que creó un importante factor de pasión patriotera, chauvinista si se quiere, que defendía a ultranza lo hecho por espadas nacionales –quehacer lleno de curiosidades- aunque muy alejado de principios técnicos y estéticos que ya eran de práctica y uso común en España.

   Por lo tanto, la reconquista vestida de luces no fue violenta sino espiritual. Su doctrina estuvo fundada en la puesta en práctica de conceptos teóricos y prácticos absolutamente renovados, que confrontaban con la expresión mexicana, la cual resultaba distante de la española, a pesar del vínculo existente con Bernardo Gaviño. Y no solo era distante de la española, sino anacrónica, por lo que necesitaba una urgente renovación y puesta al día, de ahí que la aplicación de diversos métodos, tuvieron que desarrollarse en medio de ciertos conflictos o reacomodos generados básicamente entre los últimos quince años del siglo XIX, tiempo del predominio y decadencia de Ponciano Díaz, y los primeros diez del XX, donde hasta se tuvo en su balance general, el alumbramiento afortunado del primer y gran torero no solo mexicano; también universal que se llamó Rodolfo Gaona. (N. del A.)

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DON JAVIER DE LAS HERAS, ASENTISTA DE TOROS…

EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Curiosa actitud fue la que asumió en entonces “asentista” Javier de las Heras, viéndose ante la inminente necesidad de seguir ofreciendo espectáculos públicos en donde las corridas de toros, era una de sus actividades cotidianas más notorias. De las Heras ya tenía algunos años en este negocio, de ahí que se dispusiera a organizar un buen número de festejos, que por lo menos se extendió, en ese propósito, durante todo el año 1851, en el que hay admiradas opiniones de algunos cronistas o escritores de la época en que afirman haber visto celebrados en la plaza de San Pablo hasta 100 festejos en un año. Habría que pensar que ese año de 1851 haya sido precisamente uno de los más activos, y donde, para comprobar la realización de algunos de esos datos, me permito traer sólo aquellos en que se percibe la actuación de Bernardo Gaviño:

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Hubo temporada en la recién abierta Plaza de San Pablo (15 de diciembre de 1850) hasta el domingo 2 y el martes 4 de marzo de 1851. Cada tarde fueron lidiados 5 ó 6 toros de Atenco, encargándose de torearlos la cuadrilla de Bernardo Gaviño (4). El número exacto de esta temporada asciende a 14 festejos, todos ellos conGaviñoa la cabeza.Esto es, que los festejos ocurrieron los domingos 22 y 29 de diciembre de 1850; 5, 12, 19 (toros de Atenco) y 26 de enero; 2 (toros de Atenco), 9, 16 y 23 de febrero; domingo 2, martes 4 y nuevamente el domingo 9 de marzo de 1851.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 20 de abril. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. En dicha tarde se presentó un espectáculo sorprendente, uno de esos portentos que el arte moderno, destinado á realizar las creaciones que la fantasía de los griegos y de los árabes ha producido, será mostrado con todo el lujo y toda la ilusión que pueda desearte: EL CARRO DEL SOL. Dos toros para el coleadero, y otro que sostendrá una lucha con los perros.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 27 de abril. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. En dicha tarde y con el éxito que tuvo la primera exhibición del poético CARRO DEL SOL, puede calcularse por la incredulidad de varias personas, que no pudiendo concebir el prodigioso esfuerzo del arte, han asegurado ser figuras inanimadas, la de Apolo y la de las dos ninfas que van a sus lados. La empresa tendrá el gusto de volver a exhibir EL CARRO de un modo más perfecto y airoso del que se presentó la primera vez, en que las circunstancias de no haber dispuesto lo necesario para mantener su delicado equilibrio, impidió se colocasen las diosas que representan la Agricultura y la Esperanza.

   La combinación de los objetos que forman este interesante espectáculo, exige que solo algunos minutos pueda disfrutarse de él, y por esta razón al principio de la tarde se dará una CORRIDA DE TOROS, concluyendo dicha corrida con un Toro embolado para el pueblo.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 4 de mayo. Nueva representación del CARRO DEL SOL. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Se han elegido a satisfacción, unos toros, que desde luego merecerán la aprobación del público y de los cuales cinco serán de muerte y uno embolado para los aficionados del pueblo, cubriéndose los intermedios con el coleadero. (El Universal, 4 de mayo de 1851).

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Jueves 19 de junio. Para la tarde de este día está dispuesta una función mixta-jocosa, que deberá causar la más completa distracción a los dignos concurrentes.

   Con tan lisonjero fin, se presentará en forma de circo, la Gran Caravana, ó llámese mojiganga, acompañando á las FILIS CON SUS TARASCAS (…).

   Cuadrilla de Bernardo Gaviño. La denodada compañía de gladiadores trabajará a porfía con los valientes toros de pica, banderilla y muerte que les corresponda, manifestado en ello su hábil destreza.

   El ágil banderillero Victoriano Guevara, nombrado Chapalangar, ofrece hacer algunas suertes de difícil ejecución, con las cuales se presume agradar más al respetable público.

   Para amenizar más la presente fiesta, se han escogido a satisfacción los toros del coleadero.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 27 de julio. 7 toros de Molinos de Caballero (fraccion de Atenco). Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Corrida en celebridad del cumpleaños del Exmo. Sr. Presidente de la República, general de división D. Mariano Arista. Después que se haya dado muerte al segundo toro de la lid, se presentará en el circo un artista mexicano, para hacer subir un hermoso Balón o globo. Los demás intermedios se cubrirán con dos toros para el coleadero. Hermosos y brillantes fuegos artificiales.

  Cabecera de un cartel taurino de mediados del siglo XIX, publicado en la ciudad de México. Fuente: Colección particular.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 24 de agosto. Toros de Xajay. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros para el coleadero. Simulacro del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha, acompañado de su escudero Sancho, acometerá con lanza en ristre a otro arrogante toro embolado. Corrida cuyos productos se destinaron para la compostura y adorno de los paseos públicos en los días 16 y 27 de septiembre, que además incluyó vistosa Jamaica, con almuerzos de todas clases preparados con el mejor gusto. Una fuerza de 100 hombres del batallón de Bravos, hará los honores de ordenanza al Escmo. Sr. Presidente, que se digna honrar la función, y en este momento se saludará a S.E. con una salva de cohetes y se enarbolará el pabellón nacional.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 7 de septiembre. Toros de Molino de Caballeros. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Varios individuos, a instancias de innumerables personas aficionadas a esta diversión, y merced a la benevolencia del Sr. D. Javier de Heras, han conseguido en arrendamiento la plaza para dar en ella la tarde de este día, una función que no duda dejará complacidos a los concurrentes.

   Se han mandado traer expresamente y con muy especial recomendación, siete arrogantes toros de la conocida raza de Molinos de Caballeros. Además, se ha dispuesto, para hacer más amena aún la corrida, una RIFA de una hermosa ternera y dos carneros. (…). Para los intermedios del segundo al tercer toro y del cuarto al quinto, se tienen dispuestos dos toros para el COLEADERO.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 21 de septiembre. Toros de Atenco, Molinos de Caballero (fraccion de Atenco) y Xajay. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. La Gran Caravana, compuesta del HOMBRE GORDO, figurones y diablitos a lidiar con un valiente toro embolado. Dos toros del coleadero y un hermoso castillo, figurando la ciudad de Dolores, de cuyas portadas saldrán brillantes fuegos artificiales a imitación de un vivo tiroteo batiendo a los enemigos de la libertad, la que después de haber vencido, hará aparecer en la cúspide de una columna triunfal EL RETRATO DEL INMORTAL HIDALGO, iluminado con relucientes luces que el pueblo le consagra.

   La empresa suplica al señor juez que presida la presente función, se sirva elegir el toro de la lid que más le agrade, para que la carne o su producido se invierta en el hospital más necesitado.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 19 de octubre. 6 toros de Molinos de Caballero (fraccion de Atenco). Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Para más completar la diversión de la corrida, se presentará por primera vez la torera VICTORIANA SÁNCHEZ, la que picará con el acreditado picador CARALAMPIO ACOSTA, y banderillará al toro alevoso. Coleadero y toro embolado.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 9 de noviembre. Toros de Molinos de Caballero (fraccion de Atenco) y la Huaracha. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Habiendo llegado de Querétaro á esta capital la torera Dolores Baños, se presentará por primera vez en esta plaza á desempeñar el arriesgado lance de dar muerte al quinto toro con una banderilla que le pondrá en el testuz. Gran Mojiganga y toro embolado.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 16 de noviembre. Seis arrogantes toros de muerte: dos descendientes del bravísimo toro León, que salió del cercado de Atenco, dos de la acreditada raza de Guatimapé, y dos de la Estancia del Capulín. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos toros para el coleadero y toro embolado.[1]

    Sin embargo pudieron ser muchos más, para lo cual ya tengo el propósito de hacer un rastreo detallado y que forma parte de un trabajo en proceso.[2]

    Pero estábamos con don Javier de las Heras, quien dispuesto a organizar tan larga temporada, la primera señal de ella tuvo a bien divulgarla en EL UNIVERSAL, del 7 de diciembre de 1850, p. 4 como sigue:

 AL PÚBLICO. Las corridas de toros.

 Este espectáculo, tan interesante para los mexicanos, ha sido siempre un objeto, al que he consagrado todos mis esfuerzos; mi afición decidida a esta diversión, el deseo de complacer al público, y las circunstancias de ser dueño de la plaza, me hicieron buscar con ahínco los medios de llegar al término de mi deseo. Llegué al fin en virtud de fuertes sacrificios y crecidos gastos; pero ellos acaso hubieran sido inútiles, sin la justicia de mi causa y el auxilio de la mano benéfica de una persona sumamente recomendable, cuya reciente pérdida jamás cesaré de sentir.

    Debo tributarle este triste homenaje de afecto, pues aunque no parece a propósito cuando se trata de dar parte de un objeto festivo, nunca fue importuna la gratitud, ni lo será su expresión para los corazones bien nacidos. El grave disgusto de su pérdida, es lo único que viene a acibarar el placer que me figuré al anunciar al público que la plaza va, en fin, a abrirse, y acaso será antes que termine el presente año, para lo cual estoy trabajando con el mayor empeño, y que las corridas de toros se presentarán con una decencia, con un atractivo y un lujo que antes de ahora no habían tenido.

   Los toros que se lidiarán han de ser de la muy conocida y acreditada hacienda de Atenco.

   Los toreros, discípulos del insigne D. Bernardo Gaviño, cuya gracia y valentía será pronto uno de los más interesantes objetos del espectáculo.

   La música contratada, se compone de los hábiles profesores que sirvieron en el batallón 3º de línea.

   Los vestidos así de las compañías como de los músicos, y los arneses de los caballos y mulas destinados al servicio del espectáculo, son muy ricos y exquisitos.

   Como hay muchos señores que gustan ir a caballo a esta diversión, a fin de no causarles la molestia de acercarse a los puntos en que se expenden los boletos, se ha dispuesto, al poniente de la plaza, una casilla para que a ella ocurran dichos señores, quienes encontrarán también un lugar en donde dejar los caballos con toda seguridad y sin costo alguno.

   Nada absolutamente ha omitido la empresa para dejar contento al público y a sus amigos; si lo logra, quedarán recompensados los afines de su muy adicto S.S.-Javier de las Heras.

México, Diciembre 6 de 1850.

    Por tal motivo, la prensa de la época, publicaba el siguiente aviso:

  PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 15 de diciembre. Primera y gran función de inauguración. Función dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la República, general de división D. José Joaquín Herrera. Seis arrogantes toros del famoso cercado de Atenco serán lidiados por los diestros discípulos de Bernardo Gaviño

   Aquí el homenajeado:

 

 Disponible noviembre 23, 2012 en: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:HerreraChurubuscoDF.JPG

    Sólo que don José Joaquín prácticamente estaba concluyendo su periodo como Presidente de la República, y fue así como el 15 de enero de 1851 deja tan alto encargo.


[1] José Francisco Coello Ugalde: Bernardo Gaviño y Rueda: Español que en México hizo del toreo una expresión mestiza durante el siglo XIX. Prólogo: Jorge Gaviño Ambríz. Nuevo León, Universidad Autónoma de Nuevo León, Peña Taurina “El Toreo” y el Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2012. 453 p. Ils., fots., grabs., grafs., cuadros.

[2] José Francisco Coello Ugalde: Aportaciones Histórico Taurinas Mexicanas Nº 109. “Anuario de avisos y carteles mexicanos. (Siglos XVIII-XX).

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