GLOSARIO y DICCIONARIO TAURINOS. XXXII.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Una vez más, la labor persistente de Julio Bonilla se refleja en la siguiente entrega, la que publicó en El Arte de la Lidia, año III, tercera época, Nº 22 del domingo 27 de marzo de 1887.

Para los aficionados.

(Continúa).

Suerte de matar.-Matar recibiendo.-Para ejecutar esta suerte se coloca el matador en la rectitud del toro y en la distancia conveniente, con el brazo de la espada hacia el terreno de afuera, el cuerpo perfilado con el cuerno derecho. La mano derecha delante del pecho, poniendo la espada en dirección al punto en que ha de clavarse. El brazo de la muleta como para un pase de pecho; en esta disposición, cita al toro, le deja llegar a jurisdicción por su terreno y sin mover los pies marca la estocada dentro, y a favor de un quiebro sale del embroque, y aprovechando el momento de humillar da la estocada.

A volapié.-Esta es la suerte en que más se distingue el popular diestro Luis Mazzantini (quien por esos meses visitaba nuestro país por primera vez. N. del A.).

Fotografía obtenida por Charles B. Waite, hacia finales del siglo XIX en la ciudad de México. plaza de toros “Bucareli”. Luis Mazzantini entrando a matar, ejecutando la suerte a “volapié”. Col. del autor.

    El modo de ejecutarla es esperar que esté el toro aplomado y bien cuadrados los pies. Se sitúa el diestro corto y derecho y después de igualado el toro, arranca con la pierna derecha bajando bien la muleta y empapándosela en la cara al bicho, da la estocada, saliendo por pies por la cola.

Al encuentro.-Se ejecuta saliendo el diestro al encuentro de la fiera, al ver que ésta gana terreno y mejorándolo pone la espada, le vacía con el engaño marchando por la derecha del animal.

Matar aguantando.-Esta suerte se ejecuta lo mismo que la de recibir, con la diferencia que el diestro no cita al toro y puede salirse del sitio en que se ha colocado.

A la carrera.-Consiste esta suerte en salir armado el diestro al encuentro del bicho cuando éste viene corriendo de lejos, y darle la estocada. Esta rara vez queda bien por la violencia que lleva el toro en su viaje. Es una estocada de recurso.

A paso de banderillas.-Es también una suerte de recurso; consiste en liar el trapo y arrancar desde lejos para dar donde puede y meter, si es posible, la espada hasta el puño. El diestro en esta suerte sale siempre descompuesto.

De los espadas.-Durante el primer tercio de la corrida solamente estarán al lado de los picadores, para los quites, los espadas y sobresalientes.

   A los quince minutos de colocado el matador ante el toro, aquel se retirará al toque del clarín que anunciará la conducción de la res al corral.

   Ningún diestro anunciado en los carteles puede dejar de tomar parte en la corrida sin el previo permiso de la Autoridad.

   Los espadas no podrán banderillear a un toro que no les corresponda, y solo podrán efectuarlo después de haber obtenido el consentimiento de su compañero.

Requisitos que deben tener los toros de lidia.-Para que las corridas de toros diviertan y los toreros puedan lidiar con seguridad, es necesario buscar toros a propósito, siendo evidente que un toro demasiado chico, viejo, flaco, tuerto, enfermo, etc., no tendrá de su parte las condiciones precisas para verificar las suertes. El toro que se haya de lidiar debe tener valor y fuerza; un toro cobarde no divierte, evita los lances, desluce el torero y le da una cogida con más facilidad que un toro valiente; y es claro que al que le falte la fuerza le faltarán también el vigor y coraje indispensables para la lidia.

   Los requisitos que deben buscarse en un toro para lidiarlo, son: la casta, la edad, las libras, el pelo, el que esté sano, y en particular que nunca lo hayan toreado.

   La casta debe ser buena, no porque todos los toros de casta salgan buenos, sino porque hay más probabilidad en que sea bravo el toro cuyos padres lo fueron, que no aquel que no sabemos de quién sea hijo, y que acaso sus padres estaban criados a mano.

   Hay otra razón más poderosa para preferir aquellos a éstos, y es, que los toros de casta están mucho mejor cuidados que los cuneros que están en sus cercados sin ser vacas, y por consiguiente tienen más vigor; y finalmente que sufren una tienta, en la cual el que no es muy bravo se aparta para buey o para el matadero. Los cuneros, aun cuando algunos hayan sido tentados, nunca es con la escrupulosidad que los otros y por no seguirlos cuidando como es debido, es muy frecuente verlos desmerecer del concepto en que los tenía su mismo conocedor.

   La edad es otro de los requisitos que deben buscarse en los toros; la de cinco a siete años es la mejor, pues gozan en ella de fuerza, viveza, coraje y sencillez que les son propias y los hacen tan a propósito para la lidia. Sin embargo, son muchos los toros que a los cuatro años están perfectamente formados y pueden presentarse y cumplir en cualquier plaza.

Con este capítulo cierra la primera serie de este glosario y diccionario taurinos.

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