14 DE NOVIEMBRE DE 2012. 103 AÑOS DEL NACIMIENTO DE LORENZO GARZA ARRAMBIDE.

FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    El sólo acontecimiento, el que nos remite a evocar a una figura del toreo, es motivo suficiente para sacudir los recuerdos y pedirles a ellos su generosidad para colmar de alabanzas a un personaje que, como Lorenzo Garza representó uno de los pilares fundamentales durante la época que denominaron y sigue denominándose como la “de oro del toreo mexicano”.

   Sin embargo, es curioso porque debo ser el primero en reconocer que a don Lorenzo sólo lo vi algunas veces en la plaza de toros, como un asistente más, cercano a los 70 años, despidiendo aromas de figura de los que no pudo desprenderse. Creo que en todo caso, los animaba más con aquel garbo que nunca desapareció en aquella auténtica puesta en escena que era simple, y sencillamente verle llegar al coso y saludar, como en las tardes de gloria…

   Pero, ¿qué encanto poseen esas figuras de antaño como para que –por ejemplo-, los de mi generación hablemos de él como si apenas le hubiésemos visto una de sus tardes? El gran problema al que nos enfrentamos esos grupos en que generacionalmente nos movemos, es que Lorenzo Garza dejó de torear apenas unas tardes después de haberle concedido la alternativa a Manolo Martínez, en Monterrey (7 de noviembre de 1965), siendo el 20 de noviembre de 1966 su última actuación como profesional de los ruedos. Yo entonces tenía cuatro años cumplidos.

   Con Garza, “El Soldado” o “Armillita”, sucede lo mismo que con Rodolfo Gaona. Muchos de nosotros celebramos sus faenas, sus grandes hazañas y gestas pero no nos consta haber visto a ninguno de ellos. Recordamos fechas, nombres de toros, plazas donde ocurrieron aquellos hechos notables y el único bagaje con que contamos son algunas crónicas de la época, el testimonio oral de los viejos aficionados, o el de aquellas imágenes fijas o en movimiento que no nos da una dimensión de aquellas heroicas o desastrosas jornadas con que los rememoramos una y otra vez.

   Hoy, el personaje que se recuerda desde este espacio es a quien denominaron “Ave de las tempestades”, “sismo y estatua” y a quien en las peores tardes le gritaron “¡ratero! y le lanzaban cojines, de aquellos cojines de borra con que la afición convertida en auténtica turba, reclamaba al torero su pésima actuación y este, en actitud soberbia los enfrentaba en forma por demás altanera y provocativa.

   ¡Este es el de Monterrey / sismo y estatua! como afirmaba Alfonso Junco en el célebre corrido que, junto con otros doce poemas, pretendo desde aquí homenajear a “Lorenzo, el magnífico”. La caudalosa reunión de estos versos, se debe, una vez más, al siempre oportuno “quite” de mi Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI, que por estos días ha llegado a más de 2000 poemas.

 Febrero 2 de 1936

 CORRIDO DE LORENZO GARZA

 

¡Abran paso al vendaval!

Aquí está Lorenzo Garza.

El coso le viene chico

pero con él se agiganta.

 

¡Todo el Cerro de la Silla

está plantado en la plaza!

Inmóvil y trepidante

se unta a la muerte en la faja,

y en trueno y escalosfrío

los tendidos se levantan.

¡Aquí está el de Monterrey:

sismo y estatua!

 

Fundido en fierro y acero

(para algo tenemos fábrica)

mírenlo entre los pitones

que le bordan filigranas:

¡La muerte en los alamares

y la sonrisa en la cara!

 

Levántase fray Servando

Gonzalitos se prevenga

por si médico nos falta;

derroche Ramos Martínez

el color a cataratas;

y en prosa de Alfonso Reyes,

dure, nítida, la hazaña.

 

Ebrio de líquidos oros

brinde el sol su Carta Blanca,

y estallen cristalerías

de la Vidriería, en las dianas.

¡Aquí está el de Monterrey:

sismo y estatua!

 

Y esfumada, allá muy lejos,

como en neblina de lágrimas,

pone una madre en angustia

perspectiva de plegaria.

¡Madre! Te oyeron arriba:

seca y alegra esa casa.

¡Ya, dando tumbos de gloria,

se despeñan las campanas!

Ya el hijo de Monterrey

se untó la muerte en la faja,

y con ella de trofeo

sale en hombros de la plaza.

 

¡Abran paso al vendaval:

Aquí está Lorenzo Garza!

¡Este es el de Monterrey:

sismo y estatua!

                                                Alfonso Junco.

 

INAH, SINAFO, 16470

1937

 LORENZO GARZA.

 

HOMENAJE DE ADMIRACIÓN

Y CARIÑO AL NOTABLE DIESTRO

REGIOMONTANO.

 

Ante el asombro del mundo,

sale toda la Cuadrilla,

y al frente de ella camina,

un Torero Maravilla.

 

LORENZO LORENZO.

 

Llueven flores en el ruedo,

en colores de ilusión,

perfumado con su ambiente,

el capote de un Torero.

 

LORENZO LORENZO.

 

Montera en mano saluda,

éste heroico gladiador,

que la afición asegura,

que en el Mundo es el mejor.

 

LORENZO LORENZO.

 

Ante el torero triunfante,

se agiganta la emoción,

y es el clamor ululante,

al diestro de Nuevo León.

 

GARZA GARZA

 

La Gloria en suprema Ley,

luce sus galas divina,

por que este Artista fascina,

cual Genio de Monterrey.

 

GARZA GARZA

 

Y en su capote de lujo,

se envuelven los corazones,

y así cual mágico embrujo,

tiembla el Coso en ovaciones.

 

GARZA GARZA

 

Y nuestra Virgen Morena,

de esta Ciudad Grande y Noble

ante el peligro lo cubre.

¡VIRGEN MORENA DEL ROBLE!

 

Lorenzo Garza tu nombre,

burilado va a la historia.

Artista eres de renombre.

Artista que maravilla,

TORERAZO QUE DA GLORIA.

 Pedro DOMINGUEZ V.

1937

¡LORENZO GARZA!

 

En el ruedo candente de la arena,

El “león de Monterrey” valiente espera

El arranque impetuoso de la fiera,

Con gallarda actitud y faz serena.

En su frente la gloria irradia plena

Y, al bravísimo toro de bandera,

Ofrece, con la tela, el alma entera

Y su moza y viril carne morena.

La fámula, muy lento, al suelo baja;

Con la pierna contraria desafía

Y casi entre los belfos se la encaja.

Puntal, el asta, el áureo terno raja;

Y, el mozo egregio al animal se lía…

¡cual si fuese el palmito de una maja”

 24 de enero de 1937.

 A. Saviñón H.

 

INAH, SINAFO, 16477

 1938

 Garza y San Mateo.

 

Gloriosa tarde de toros

tarde del seis de febrero

Lorenzo Garza “As de Oros”

sólo con seis San Mateo.

 

Es beneficio de Garza;

y al saludar su entereza,

hay ovación en la plaza

cuando cruza por la arena.

 

Sale Lorenzo el Magnífico

dos cuadrillas precediendo,

sale primero que todos

gentil, gallardo, apuesto.

 

En el terno verde y oro

con que torea hoy Lorenzo,

viene a jugarse la vida

con arte y valor inmenso.

 

Ha empeñado su palabra

de dejarnos satisfechos

esta tarde memorable,

¡tarde del seis de febrero!

 

En los tendidos hay lumbre

sol y fuego hay en el ruedo,

y en los ojos llamaradas

con que animan al torero.

 

Tocan locos los timbales

suena luego el gran clarín,

con los fieros animales

va a luchar el paladín!

 

Ya Lorenzo se dispone

a ir sacando con esmero,

lo que guarda en aquel cofre

que le sirve de joyero.

 

Su pecho es el cofre fuerte

su corazón el joyero;

allí guarda su alma ardiente

joyas del arte torero.

 

Hay de todo: perlas finas

esmeraldas y topacios,

y moradas amatistas

y zafiros limpios, claros.

 

Hay verónicas ceñidas

que semejan los diamantes

chicuelinas, Tapatías

y Orticinas elegantes.

 

Hay primorosas Gaoneras

con el capote a la espalda

dejando frente a la fiera

el terno verde esmeralda.

 

Un picador se aproxima

arremete el toro fiero

levantándole en el aire

derribándolo en el ruedo.

 

Corre Lorenzo valiente

a socorrer al caído

salvándolo de la muerte

con un quite de prodigio.

 

Otro piquero lo alegra,

el toro lo vé y se arranca

embistiendo codicioso

recargando con pujanza.

 

Metiéndole su capote

quita al toro del puyazo,

y de pronto nos deslumbra

esplendente farolazo.

 

Ahora, en el centro del ruedo

brinda su toro a la plaza;

y una hoguera es el tendido

que encendió Lorenzo Garza.

 

Y al iniciar la faena

primorosos derechazos,

luego sus pases de pecho

majestuosos, estatuarios.

 

Lo más fino del joyero

va sancando el Gran Lorenzo;

hay pases de todas marcas

el repertorio es inmenso.

 

Cuando gallardo y valiente

cita para un natural

la plaza entera, ferviente,

queda en silencio espectral.

 

Su muleta milagrosa

fingue mágico abanico

aletea cual mariposa

de la fiera hasta el hocico.

 

Mete la pierna contraria

provocando la embestida;

se arranca el toro, y mandando

Lorenzo le dá salida.

 

El natural de rodillas

sigue luego a los de pie,

¡portento de maravillas!

Y el coso trepida y vé.

 

Con terriro y con espanto

cómo se enrolla Lorenzo

a la fiera, tanto y tanto,

que es milagro salga ileso.

 

Son los pases naturales

cual brillantes refulgentes

engarzados en sartales

que deslumbran esplendentes.

 

El natural de rodillas

Lorenzo mismo lo ha creado,

semeja una perla negra

por lo fino y delicado.

 

Y al rematar de rodillas

dando la espalda al morito,

un alarido sacude

al coloso de granito.

 

Transcurre toda la lidia

aplaudiendo la faena,

y hay dianas, ramos de flores

y sombreros en la arena.

 

Viene luego el gran momento

de coronar esa hazaña

Lorenzo es un monumento

y le hunde toda la espada.

 

La ovación es delirante

cuando cae el toro muerto,

y un manicomio es la plaza

aclamando al gran torero.

 

Los pañuelos semejaban

en su blancura invernal,

nieve que el fuego apagaba

y que cubría al “Vendabal”.

 

Y en su inquietud parecían

cual blancas palomas locas

pidiendo para el torero

las más espléndidas glorias.

 

Rabos, orejas y dianas

le concedió el mundo entero,

y lo sacaron en triunfo

y le gritaba “TORERO”.

 

Sólo este grito se escucha

al llevarlo en el paseo

“¡arriba Lorenzo Garza!”

“¡arriba los San Mateo!”

 

Toros nobles, bravos, fieros

realizaron maravillas;

serribando a los piqueros

creciéndose en banderillas.

 

Y llegando hasta la muerte

con bravura y boyantía,

por su divisa peleando

con poder y gallardía.

 

Abrío plaza “Guerrillero”

un estupendo ejemplar

y “Famoso” y “Peregrino”

no se quedaron atrás.

 

Un cárdeno primoroso

se llamaba “Desertor”

y en el arrastre la diana

mereció por su valor.

 

El lugar de honor, el quinto,

“Campanillero”, ocupaba,

“Príncipe Azul” era el nombre

del que salió a cerrar plaza.

 

¡Qué maravilla de toros

los que mandó San Mateo,

dignos del regio “AS DE OROS”

que los lidió en el Toreo!

 

Y en la arena de la plaza

escrita quedó con fuego,

la epopeya esplendorosa

que realizó el gran Lorenzo.

 

Y allí quedará grabada

muchos años en el ruedo,

pues nunca podrá borrarla

lo que haga ningún torero”

Rosa y Blanco.

 INAH, SINAFO, 30822

 1939

 Ahora en el centro del ruedo…

 

Ahora en el centro del ruedo

brinda su toro a la plaza

y una hoguera es el tendido

que encendió Lorenzo Garza.

El natural de rodillas

Lorenzo mismo lo ha creado;

semeja una perla negra

por lo fino delicado.

Sólo este grito se escucha

al llevarlo en el paseo:

¡Arriba Lorenzo Garza!

¡Arriba los “San Mateo”!

(. . . . . . . . . .)

Cuando el último toro ha rodado

las gargantas están ya sin voz,

ya no puede la plaza aclamarlo

de sorpresa extasiado quedó.

Sale en hombros el héroe del ruedo

gritan todos con ronco clamor:

Que es Lorenzo un enorme torero

que es imán, que es artista, que es NON.

Ya Lorenzo ha pintado en el ruedo

con su arte y valor sin igual

los colores del cuadro goyesco

que lo harán para siempre inmortal.

(. . . . . . . . . .)

La tarde memorable que nos dio Lorenzo

la prueba verdadera de su arte milagroso;

fue aquella en que triunfaba del odio cruel e inmenso

después que lo insultaron, saliera victorioso.

 

Su nombre llena el coso las veces que lo quiera

y estruja a su capricho las más grandes pasiones;

arrastra por la arena domada ya la fiera

y lleva hasta el delirio sin fin los corazones.

 

Y todo es alboroto, en la candente lisa

y siguen los ultrajes subiendo de color,

cuando de pronto brilla la luz de una sonrisa

en la morena cara del bravo lidiador.

 

Y todos presentimos, absortos y extasiados

que cruza por el ruedo la inspiración divina

amigos y enemigos olvidan lo pasado

al raro sortilegio de su sonrisa fina.

 

El lidiador inmenso cual águila bravía

remóntase a las nubes con mágico esplendor;

y en su muleta trágica que llama parecía

ardieron multitudes, rugiendo de pavor.

 “Rosa y blanco”.

1939

Triunfo en la derrota.

I

La tarde memorable en que nos dio Lorenzo

la prueba arrolladora de su arte milagroso,

fue aquella en que, triunfando del odio cruel e inmenso

después que lo insultaron, saliera victorioso.

 

Su nombre llena el coso las veces que lo quiera

y estruja su capricho las más grandes pasiones;

arrastra por la arena, domada ya a la fiera

y lleva hasta el delirio sin fin los corazones.

 

Primero los insultos, la bronca y el coraje

saltaron cual torrente con ímpetu salvaje

queriendo en su injusticia, faena siempre igual.

 

La rabia incontenible de multitud rugiente

se vuelca sobre el coso cual huracán potente

sin ver las condiciones de aquel fiero animal.

 II

 Y todo es alboroto en la candente liza,

y siguen los ultrajes subiendo de color

cuando de pronto brilla la luz de una sonrisa

en la morena cara del bravo lidiador.

 

Y todos presentimos absortos y extasiados

que cruza por el ruedo la inspiración divina:

amigos y enemigos olvidan lo pasado

al raro sortilegio de su sonrisa fina.

 

Son naturales, rítmicos, templados, prodigiosos,

coreados con locura por óles estruendosos;

ya está Lorenzo Garza en plena inspiración.

 

De flores y sombreros cubierto queda el ruedo

y todos deliranteas aplauden el denuedo

mientras risueño borda su más bella creación.

III

 El lidiador inmenso, cual águila bravía

Remóntase a las nubes con mágico esplendor,

Y en su muleta trágica que llama parecía

Ardieron multitudes rugiendo de pavor.

 

Los pies atornillados en la candente arena,

Aguanta del “Punteño” la ruda acometida

Inmóvil, trepidante, con actitud serena

Pasándose a la fiera la marca la salida.

 

Son pases de milagro que el entusiasmo encienden

Y ahora porque quiere los mismos que lo ofenden

Lo aclaman delirante y lo aplauden sin fin;

 

Termina la faena y vemos en la altura

Revolotear palomas de nítida blancura

Brindando galardones al bravo paladín!

 “Rosa y Blanco”

 INAH, SINAFO, 119988

 1939

 …QUÉ OPINA ELLA…

 

¡Ah que diablo de cuate este Díaz Conti,

¡yo crioque mi ha querido vacilar

porque eso de pedirme que yo opine

de toros, sale igual

que pedirle a Armillita que haga versos

o a Garza que se meta a sacristán.

 

Y palabra de honor que si no “juera”

porque es cuate, dialtiro de verdá,

no mi hubiera metido en estas danzas

que no sé yo ni como encomenzar.

 

Dende escuincle los toros me han cuadrado

-¡paqué lo he de negar!-

Me cuadra devisar cuando torean

Armillita, Solórzano y Gorráez

y también cuando el gran Lorenzo Garza

se luce de verdad;

pero d´eso a que entienda yo de toros,

por Dios del cielo qui hay

más distancia dialtiro qui la qui haiga

dende `l mesmo Sonora a Yucatán.

 

¡No sé cómo demonios salir del compromiso!

¡No sé ni qué opinar…!

Pero ya que mi cuate si ha impeñado

en que hable de toros, pos

más mejor es, de plano, preguntarle

a una vaca que tengo en mi corral,

porque tuvo antinoche un becerrito,

y ansina hay motivo pa opinar!

 Carlos Rivas Larrauri.

 INAH, SINAFO; 119993

 1943

 VA LA LENTA CARAVANA…

 

Va la lenta caravana

por la blanca carretera

en pos de Lorenzo Garza

por verlo torear en Puebla.

Va la pasión encendiendo

sus rojas flores de fuego

como chispazos corriendo

saltando de pecho en pecho.

Va en la plaza trepidando

el garcismo vocinglero

por todo el coso rodando

la ovación, desde el paseo.

Va bordando en la faena

Lorenzo Garza una historia

que cada grano en la arena,

es una chispa de gloria.

Por eso estamos regando

el llanto sobre la pena:

Se va Lorenzo alejando,

por eso fuimos a Puebla

 

En las páginas blancas de la vida,

el amor a tu madre fue tu gloria

una flor inmortal, la siempreviva,

que florece perenne en tu memoria.

En las páginas rojas de la lucha,

fuiste el ídolo tú, el mejor torero,

fuiste pasión que la razón no escucha

cuando se triunfa como tú, primero.

y en las páginas negras de la muerte

el vencedor serás, porque está escrito

que la gloria se ligue con tu suerte,

más allá del adiós y del olvido.

 

Va muriendo la tarde

de un domingo de toros.

Brilla el sol,

sobre las gradas arde

con reflejos de oro…

 

Volverán otros diestros en el ruedo

naturales mandones a ligar,

pero aquellos, los clásicos garcista,

esos, ¡no volverán!

Adolfo Gabriel

 1943

    Todos los versos que, como Calaveras taurinas aparecen relacionados en ese contexto, provienen de la revista Torerías. México, D.F., Año I, Nº 9, del 2 de noviembre de 1943. De entre las más de cuarenta muestras, encuentro la dedicada a

 Lorenzo Garza.

 

El diestro de Monterrey

era, en plena juventud,

un gran torrente, un alud,

era el amo y era el rey;

pero, aunque joven y fuerte

y en lo mejor de su edad,

sin golpe ni enfermedad

se le presentó la Muerte:

“Ven conmigo sin engaños”,

dijo ella, y él, sonriendo:

“Voy, que me estoy despidiendo”.

¡Y murió de noventa años!

 INAH, SINAFO, 517989

 1943

 CALAVERAS TAURINAS

 GARZA

LORENZO GARZA, MATADOR DE TOROS.

 

De una blanca margarita,

Estamos pendientes todos.

¿Volverá Garza a los toros,

O se quedará en casita?

Que me fui; que ya no soy.

Margarita, ¿tú qué dices?

Y entre si me quedo o voy,

Riendo está el gran Narices.

1965

A Lorenzo Garza.

Un “Astro” en el reposo.

 

Como una nube que sus ánforas vació

sobre los abismos, valles y montañas,

y de inundarlo todo se sació.

Así fue “El Coloso” que todo conmovió

con esencia y personalidad extrañas,

ya en plazas propias, como también fuereñas,

que fueron llamaradas que Febo envidió.

Su figura es aún faro parpadeante,

frente a un mar inmenso de victorias

y sobre playas de dulces añoranzas!

Es aquella luz clara y alucinante

que recuerdan muchos miles de memorias!

Es la pauta de promesas y esperanzas!

Marino Galván Rábago.

1983

DÉCIMA A LORENZO GARZA

 

A don Ramón Aguirre Velázquez, garcista.

 

(“Este es el de Monterrey:

sismo y estatua”.

 -Alfonso Junco, “Corrido

de Lorenzo Garza”).

 

Domeñador de ti mismo

con el don de componerte

desde el pase de la muerte

hasta el borde del abismo,

fuiste por adentro un sismo,

y una estatua por afuera,

pues lo prodigioso era

que, impávido el ademán,

ocultabas un volcán

debajo de la pechera.

José Alameda.

 1995

Hace cincuenta años.

 I

La Plaza Revolución

lucía su mantón de seda,

y sonaban las guitarras,

las palmas y castañuelas.

 

Los claveles sevillanos

abren su carne morena,

en rayos al sol de tarde

y a sándalos de sorpresas.

 

Santiguando el paseíllo

sobre la candente arena

camina erguido Procuna…

y completan cartelera:

 

Lorenzo Garza “El Magnífico”,

y como espada tercera:

el gran Antonio Velázquez,

con seis de Xajay en puerta.

Ma. Del Rocío Espinosa de los Ángeles.

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