Archivo mensual: noviembre 2012

LAS FIESTAS TAURINAS EN CELAYA.

DEL ANECDOTARIO TAURINO MEXICANO. Nº 21.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Acaba de salir una nota curiosa[1], interesante, que pareciera estar recogida de una redacción en el pasado. Sin embargo, apenas se encuentra circulando en los portales de internet:

   Bien, tenemos la versión de nuestro tiempo. Por tanto, ¿qué sucedía en los orígenes de estas fiestas?

Por considerar de vital importancia el siguiente testimonio, me permito reproducir los detalles de que daba cuenta la Gaceta del Gobierno de los Estados-Unidos Mexicanos –continuación de la Gazeta de México, publicada el miércoles 7 de diciembre de 1831, donde se puede encontrar información alusiva a los orígenes de las fiestas de navidad, mismas que remontan al año de 1826 en la entonces apacible población del bajío mexicano. En una condición compartida con las que ocurrieron de igual forma en Querétaro, en uno y otro sitio se distinguieron y caracterizaron por irse mejorando, lo que representó verdadera “competencia”, al grado de establecer una “junta protectora del Rosario de la noche buena” y así, en Celaya “de inmemorial tiempo a esta parte, se ha hecho un Rosario en que se representa al natural varios sucesos y misterios de nuestra redención; que algunas veces había corridas de toros, y otros espectáculos con que atraían gentes de los lugares vecinos, dando así además un impulso no pequeño a su industria y su comercio”.

    Así que, con estos datos, los celayenses de hoy día, pueden tener la certeza de que las fiestas de navidad más antiguas de las que se tiene noticia, se remontan al año 1826. Da gusto saber que nuevas autoridades, nuevos aficionados tengan muy claro conservar tales tradiciones, manteniéndolas vigentes.

NOTA: Los datos aquí citados, provienen de mi libro: Celaya: Rincón de la provincia y su fiesta de toros durante cuatro siglos., cuya primera edición vio la luz en  Celaya, Gto., gracias al Instituto Tecnológico de Celaya, Centro Cultural “Casa del Diezmo”, contando con la participación de Bibliófilos Taurinos de México, A.C., 2002. 168 p. Ils., fots., retrs., maps. Hoy día, dicha obra se encuentra en una nueva versión, corregida y aumentada y de tal edición es de donde proceden tan curiosas notas mismas que he compartido con ustedes. 


 [1] Disponible noviembre 22, 2012 en: http://www.toroestoro.com/xoop/modules/smartsection/item.php?itemid=5947

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PERDÓN, ¿…QUÉ DICE USTED…? ¿QUE ACABA DE TOREAR “MORANTE”?

REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS. Nº 45. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Para descifrar el misterio de cuánto hemos sido testigos nada más ver desplegar aquel portento de faena realizada por José Antonio Morante Camacho, nada mejor que explicarnos, para ayudarle a explicar a este ángel extraviado que la lectura a un libro[1] más que apropiado:

    Véase al ángel que conduce la bicicleta: portando ni más ni menos que una chaquetilla torera, sin golpes, muy al estilo de las que llegaron a usar ciertos toreros en los años 30 del siglo pasado… o “Curro” Rivera en alguna de sus grandes épocas. El resto de la vestimenta es la muy apropiada que puede llevar cualquiera de esos seres etéreos que dicen que andan por ahí, lo mismo arrancando suspiros, que puede ser una hermosísima mujer… o que se visten de verde hoja y oro, como “Morante de la Puebla” y nos llevan a la perdición, como ocurrió el lunes pasado, en la plaza de toros “México”.

   En la presentación de este pequeño volumen, José Ángel Leyva apunta:

 El poeta Rainer María Rilke, en las Elegías de Duino, afirma que todo ángel es terrible por contener una verdad absoluta, por su belleza, por su indistinguible situación que se hace de silencios… de ahí que el propio poeta en su “Primera elegía” afirme lo siguiente: “Los ángeles (se dice) no saben a menudo si andan / entre los vivos o los muertos”. Aunque cercanos, no están hechos para comprender el peso, el agobio del mensaje. Son preguntas lo que deja su presencia: ¿cómo renunciar al deseo de desear? o ¿se podría vivir, acaso, sin los ángeles?[2]

    De esta ya maravillosa selección, me decanto por un poema que ahora sirve de manera más que perfecta para descifrar eso, lo indescifrable… en “Morante”.

 CONVERSACIÓN CON EL ÁNGEL

 Contigo en aquel tiempo yo andaba siempre absorta,

siempre a tientas, a punto de carme, pero indemne y

eterna,

tomada de tu mano.

Ya casi te veía, lo mismo que al destello de un farol en

la niebla,

una señal de auxilio en la tormenta.

Sí, tú, mi sombra blanca, transparencia guardiana,

mi esfinge azul hecha con el insomnio y el íntimo

temblor de cada instante,

igual que una respuesta que se adelanta siempre a la

pregunta.

Sin duda que en algún sitio estarán marcados tus pies

            delante de mis pasos

porque te interponías de pronto entre mi noche y mi

abismo.

Sospecho que convertías en refugios dorados mis peores

            pesadillas.

que apartabas las setas venenosas y las piedra

            sangrientas

y venciste acechanzas y castigos.

Tal vez hasta me contagiaras la sonrisa

y lloraras después un larguísimo tiempo con mis

            lágrimas, vestido con mi duelo.

Después, mucho después, en esos años en que creí

            perderte

en algún laberinto o en una encrucijada,

fue cuando me dejaste a solas, tan mortal, en el

destierro.

Quizás te convocaron desde lo alto para un duro relevo,

y acudiste como un vigía alerta sin mirar hacia atrás,

aunque a veces descubrí tu perfume de nube y de

            jazmín en una ráfaga

y hasta palpé la suavidad que deja la huida de una

            pluma debajo de la almohada.

Ahora, ya replegada toda lejanía con un golpe ritual,

frente al fuego donde arte de una vez el lujoso

inventario de todo lo imposible,

contemplamos los dos el muro que no cesa,

no aquel contra el que lloraríamos como estatuas de sal

            a la inocencia,

su mirada de huérfana perdida,

sino el otro, el del principio y final,

donde comienza tu oculto territorio impredecible,

donde tal vez se acabe tu pacto con el silencio y mi

            ceguera.

 De Eclipses y fulgores.

 Olga Orozco (Argentina, 1920-1999)[3]


[1] José Ángel Leyva (Compilador): Rumor de alas. POESÍA DE ÁNGELES (…). México, alforja, Arte y Literatura, A.C., 2006. 78 p. (Col. Poesía en el Andén). La portada es obra de Benjamín Domínguez: Ángel de prisa, óleo sobre tela.

[2] Op. Cit., p. 6 y 7.

[3] Ibidem., p. 35-7.

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MÉXICO MÍO y APORTACIONES HISTÓRICO-TAURINAS MEXICANAS APUESTAN POR UN PROYECTO EDITORIAL SIN PRECEDENTES.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE y OSKAR RUIZESPARZA.

    En un esfuerzo conjunto, la casa Editorial México Mío y José Francisco Coello Ugalde, ponen en marcha la publicación de una serie de obras de carácter histórico, estético y literario, cuya intención es mostrar la evolución del espectáculo taurino en México, desde los primeros tiempos del periodo colonial y hasta nuestros días.

   Esta presentación, que podrá ser admirada en el portal de Oskar Ruizesparza…

http://www.mexicomio.com.mx/

   Dichas publicaciones se presentan en forma o expresión de libro electrónico y que también podrían convertirse en finas ediciones impresas, forman parte de un ambicioso proyecto que arranca con la intención de publicar, a lo largo de 2013, 12 diferentes volúmenes, ricamente ilustrados, cuya preparación proviene del blog de José Francisco Coello Ugalde:

https://ahtm.wordpress.com/

 Tanto el trabajo de Ruizesparza como el de Coello Ugalde se fusionan con la experiencia que cada uno tiene en el medio taurino, con 30 años de permanente actividad a la fecha. Ambos han publicado diversas obras con dicha temática, donde cada quien manifiesta sensibilidad y profesionalismo que proviene de sus particulares y específicos campos de acción. Oskar Ruizesparza como fotógrafo y editor. José Francisco Coello Ugalde como historiador e investigador.

   No conformes con sus actividades, han buscado trascenderlas de manera decidida en sendos proyectos personales materializados en la internet, como se ha podido apreciar en las carátulas de sus propuestas.

   Pues bien, en aras de iniciar este empeño conjunto, esperamos realizar una labor editorial que enriquezca el espacio taurino mexicano, aportando materiales de calidad, deseando que los lectores, en libro electrónico o en papel identifiquen y se identifiquen con el presente lanzamiento, cuya primera obra, lleva el título de:

   En la medida en que avance la exhibición de estos materiales, y de conformidad con el interés de nuestros visitantes, consideramos que podrán establecerse las condiciones no solo para recibir sus propuestas y comentarios, sino generar el mercado con la publicidad o el intercambio que supone buenos resultados entre quienes participan en el propósito de comercialización. De igual forma, deseamos conocer los intereses de los lectores, con objeto de mejorar y satisfacer sus intenciones por adquirir una o todas las obras como libro electrónico o en papel.

 Gracias por su confianza.

Oskar Ruizesparza               José Francisco Coello Ugalde

Noviembre de 2012.

    Finalmente, y como podrán observar quienes se acerquen a la página de Oskar Ruizesparza, “Méxicomío” (http://www.mexicomio.com.mx/pages/dig_albero.html), encontrarán en la Revista “Albero Digital” Año 1, Nº 5. Guadalajara, Jal. México, Miércoles 21 de noviembre de 2012 y en sus interiores el mismo lanzamiento (el cual se materializará a partir del día 30 de noviembre) que desde aquí comparto de manera gozosa, en espera de los mejores resultados posibles. Ambos, como en el patio de cuadrilla expresamos la misma voluntad: ¡Que Dios reparta suerte!

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    La temporada taurina 2012-2013 en la ciudad de México comienza a dejar sus primeros balances.

   Uno de los puntos primordiales tiene que ver con la ausencia de materia prima. Toros, en su calidad de ganado con la edad que establece el reglamento, amén de su impecable presentación, arboladura y demás dones que la naturaleza provee a esta raza animal, no han sido denominador común. En otro sentido, y salvo que quede demostrado lo contrario con exámenes post morten, la edad de dichos ejemplares, en la mayoría de los casos queda en duda, bajo sospecha de que no están cumpliendo con aquello que se indica en el artículo 36 fr. II: “Haber cumplido cuatro años de edad, no pasar de seis y estar inscritas en el Registro Obligatorio de Edades de los Astados; (…)” Y me refiero al reglamento que en la actualidad se encuentra vigente, con fecha del 25 de octubre de 2004.

   En la medida en que todo el esquema en que se desarrolla seleccionar, enviar y aprobar el ganado en esta plaza no se lleven a la práctica con idea de ofrecer calidad, seguiremos, como hasta ahora, viendo un remedo de novillos por toros. Insisto, si entre el hecho de que –y esto lo marca el art. 28-: “Para lidiar corridas de toros o novilladas en el Distrito Federal, las reses deberán estar inscritas en el libro denominado Registro Obligatorio de Edades de los Astados. Dicho registro será llevado por la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, conforme a las disposiciones legales y reglamentarias aplicables y bajo la supervisión de la Delegación.

   “En el Registro Obligatorio de Edades de los Astados, la Asociación llevará un estricto control de las nacencias de éstos, mismo que especificará el día, mes y año en que haya tenido lugar su nacimiento, el número con que se herró a cada animal, su pinta al nacer, muescas y señas particulares.

   “Para efectos de su anotación en el Registro, la ganadería deberá proporcionar información a que se contrae el párrafo anterior a la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia, dentro de los treinta días posteriores a la fecha en que las reses fueron herradas. El herradero deberá realizarse dentro de los ocho meses siguientes al nacimiento de la res. Dicho periodo se podrá aumentar por cuatro meses adicionales, previa autorización de la Asociación.

   “La Asociación proporcionará a la Delegación un duplicado del libro o documento en que conste el Registro Obligatorio de Edades de los Astados y lo mantendrá debidamente actualizado”.

   Un fenómeno que preocupa es la falta de casta, de raza. Por ende, de bravura. Hasta ahora, están saliendo ejemplares con una preocupante ausencia de estos importantes ingredientes que posibilitan a un toro contar con tales requisitos, que además serían particularmente difíciles de darse si para ello no participa el ganadero de “reses bravas”. El toro per se, en tanto animal gregario se defiende, pero debe venir precedido de ciertos procedimientos en los que, la participación del criador es fundamental puesto que al intervenir ciertos procedimientos de domesticación, es allí donde se esperaría que van de por medio esos conocimientos de cruza, de “reatas”, de genética sólo entendible a la luz de sus conocimientos, y de otros datos acumulados en las cotidianas experiencias del campo.

   Papel fundamental en todo esto, al margen de los aciertos o desaciertos de la empresa y su veedor de confianza, es el que defina el Juez de Plaza, acompañado de los médicos veterinarios zootecnistas, que para eso están, para generar un diálogo y toma de decisiones, en el entendido de no afectar los intereses de los aficionados que pagan, y pagan mucho por ver un espectáculo en el que si no hay este tipo de certezas o de golpes de confianza, seguiremos manteniendo nuestra sospecha, y tendremos entonces que alzar la voz en tono de protesta para pedir que apliquen no solo el reglamento, sino hasta el sentido común. Informes recientes nos hablan de que cada juez “tira para su lado” y no tiene o no guarda ninguna semejanza en cuanto al criterio que debe establecerse para la aplicación, por ejemplo, del examen “post morten”, como lo indica el art. 9, fr. IV:

    “Practicar el examen post mortem, a petición del juez de plaza a las reses lidiadas, en el lugar adecuado que para tal efecto proporcione la empresa dentro de las instalaciones de la plaza.[1]

   “Para efectos del párrafo anterior, el médico veterinario asegurará las reses inmediatamente después de haberse lidiado, y practicará el examen ante representantes de la autoridad, ganadería y empresa, entregando resultado de los mismos a la Delegación, a la Comisión (Taurina) y copias a la empresa y al ganadero.

   “Durante la práctica del examen post mortem, el médico veterinario deberá comprobar que sus astas no hayan sido objeto de alteración artificial o que las reses no hayan sido sometidas a tratamiento o maniobra que hubiera disminuido su poder o vigor y hacer constar su dictamen por escrito, anexando las astas de los toros que se presuma fueron manipuladas”.

    Lamentablemente no queda claro si el examen incluye, aunque eso me parecería en lo personal un hecho básico, comprobar a través de los anillos de la cornamenta o de la dentición la edad de cada res que haya sido lidiada y, en este caso, revisada para comprobar vs. Registro Obligatorio de Edades de los Astados la que presente al momento de practicarse el examen.

   Cuando fui uno más de los integrantes de la Comisión Taurina del D.F., hace poco más de una década, nos enfrentamos a diversos casos de esta naturaleza. Lamentablemente puedo decir que en aquel entonces, esperando contar con el apoyo de la Delegación Benito Juárez, lo que hicieron ciertos funcionarios es canalizar la situación o el caso de sospecha a la Jefatura de Gobierno del D.F. Enterada esta instancia, lo único que tenía por resolver es “regresarnos” a la Delegación. Es decir, el asunto se quedó como el “jamón del sándwich”: Ni para allá, ni para acá.

   Si la autoridad delegacional asume, porque tiene que hacerlo, ese tipo de apoyo en casos de sospecha, es deseable que en tanto autoridad aplique su rigor y su presencia.

   Como se ve hasta ahora, el problema central del que parte la presente editorial es el toro, sin el toro simplemente no hay garantías de celebrar un espectáculo como lo establece la costumbre. Por lo tanto, la empresa, ganaderos y autoridades no nos van a sorprender a nosotros, los aficionados que tenemos muchos años de ver festejos y sabemos diferenciar o distinguir perfectamente cuando aparece un toro en la arena y cuando no. Pero si la empresa, ganaderos y autoridades quieren sorprender al resto de los asistentes, esto ya me parece un auténtico abuso de confianza. Así que seguiremos vigilantes del resto del desarrollo de esta temporada que sigue “pintando bastos” en eso de la ausencia de toros en el ruedo.

22 de noviembre de 2012.


 

[1] Reforma publicada en la G. O DF. el 25 de octubre de 2004.

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EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS. 1711 y 1712.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Hace días, apareció publicada en la revista El País Semanal, esta interesante imagen que da idea de las dimensiones que tuvo, hace ya 59 años la coronación de la reina Isabel II de Inglaterra. En ella, puede apreciarse el impresionante desfile, el boato, la participación popular de un acontecimiento que en estos tiempos ya sólo representa una especie de puesta en escena de un anacronismo, mismo que siguen detentando algunas casas reales. En épocas como las del virreinato, seguramente aquello tenía otro sentido, otra connotación, ligada a una forma específica en la que los reinos mostraban su fortaleza, su poderío y su cohesión, al grado de que entre todo aquel conjunto de celebraciones, además de los impresionantes desfiles y demás actividades donde era posible reunir a grandes conjuntos de ciudadanos, no podían faltar, en los momentos programados para el efecto, los festejos taurinos.

El País Semanal, Nº 1884, del 4 de noviembre de 2012, p. 34. Coronación de Isabel II de Inglaterra, 2 de junio de 1953. El desfile pasa por Rgent Street en un trayecto desde la abadía de Westminster hasta el palacio de Buckingham.

    Pues bien, y sin faltar al compromiso establecido en esta sección, me parece oportuno traer hasta aquí, algunas de las noticias o documentos que se constituyeron como las “relaciones de sucesos” entre los años 1711 y 1712, y que podrían darnos, desde sus títulos mismos, idea precisa de que en el contenido de las mismas, estaba incluida la referencia taurina. Nunca he dudado de esa consideración, debido al hecho de que, aunque no se tratan de relaciones de fiestas eminentemente taurinas, poseen al menos un pasaje, una referencia que debe dar cuenta de los festejos que dentro del protocolo organizado por la autoridad, consideraba de manera acostumbrada, las que fueron jornadas de celebración popular, donde no faltaban los certámenes poéticos, ni el te deum de rigor, pero tampoco las corridas de toros. Por lo tanto, he aquí algunos de los documentos que, habiendo dado cuenta de varios acontecimientos, no pudieron evitar el pasaje taurino.

Juan Ignacio de Castorena y Ursúa. Razones de la lealtad, cláusulas de la finesa en elogio de… Philipo V… s.l., 1711.

 Pedro Dañón. Claridad de ojos, apercion de oídos, y verdad de palabras, que manifiestas a vista de el desengaño, las glorias… que… consiguó… D. Philippo Quinto… México: Vda. Miguel Ribera Calderón, 1711.

 Lucas de Verdiguer Isasi. Acción gratulatoria… por la feliz victoria q. Su Magestad… alcanzó… México, 1711.

 Mexico plavsible. Con la triumphal demostracion de la santa Yglesia metropolitana, en accion de gracias, por la victoria del muy alto, muy magnifico, y muy poderoso monarcha Philipo V. nuestro rey, y señor, conseguida en los campos de Brihuega, y Villaviciosa. Solemnizada el dia doze de julio de 1711. Con asistencia del exmo. señor vi-rey duqve de Linares… Dispuesta, y costeada por el venerable dean, y cabildo sede vacante, dedicada a Sv. Mag. catholica en el Supremo, y real consejo de las Indias. Con licencia… En Mexico, por los herederos de Juan Joseph Guillena Carrascoso, en el Empedradillo [1711?].

 Serenissimus princeps Fernandus de Lancaster. Versos latinos a su ingreso en México. México, 1711, por los Herederos de la Viuda de Francisco Rodríguez Lupercio.

 Juan Felipe de Orozco: RELACIÓN De la plaufible Real folemnidad con que efta Ilustre, y Leal Ciudad de Durango, Caveza del Reyno de efta Nueva Vifcaya, celebró la Jura de nueftro Principe de las Afturias (+) el Señor (+) D. LUIS FERNANDO, Como heredero de los Reynos de Efpaña por Primogenito de nueftro Monarcha, señor PHILIPO QVINTO Emperador de efte Nuevo-Mundo, á quien Dios profpere, y guarde dilatados años. Sacala a luz, Don Jvan Phelipe de Orozco, y Molina Fator, y Contador de la Real hazienda, y Caja de efte Reyno, Alferez Real de efta Proclamación, echa á 20 de Henero de 1711. Y la dedica al Exc. Sr. D. Fernando de Alencafter Noroña, y Silva Duque de Linares, Marques de Valde-fuentes y de Govea, Conde de Portoalegre, Comendador mayor de la Orden de Santiago en el Reyno de Portugal, Gentilhombre de la Camara de fu Mageftad, y de fu Confejo, fu Virrey lugar Theniente, Governador, y Capitan General defta Nueva-Efpaña, y Prefidente de su Real Audiencia. Con licencia de los Superiores, en México, en la Imprenta de Miguel de Ortega, y Bonilla. Año de 1711.

 Tomás Montaño: VOZES DE LA LEALTAD alborozos de la fidelidad. Solemnidad plaufible, que en acción de gracias por los felices fuceffos de las Efpañolas armas, y trumphos de fu invenfible Monarcha D. PHILIPPO V qve Dios Guarde. Confagró la Santa Yglefia de Valladolid de Michoacán, y fu meritiffimo Prelado el Ill. Sr. D.D. PHELIPE IGNACIO TRUXILLO, y Guerrero de el Confejo de fu Mageftad, Obifpo electo de Michoacán, A quien las dedica el que las predicó, y descrive, el DR. Y MRO. D. THOMAS MONTAÑO, Prebendado de dicha Santa Iglefia, Juez Superintendente del Colegio de San Nicolas de dicha Ciudad, y Examinador Synodal del Obifpado de Michoacán. Con licencia de los Svperiores, impresso en México, por los Herederos de la Viuda de Francisco Rodriguez Lupercio, en la Puente de Palacio. Año de 1712.

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DOS CRÓNICAS EN UNA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    En la plaza de toros “México”, se han celebrado en estos últimos días un par de festejos de los que me gustaría esbozar algunas ideas y conceptos. El domingo 18 de noviembre de 2012, el cartel estuvo formado por Ignacio Garibay, Alejandro Amaya y Daniel Luque, quienes lidiaron un encierro de La Estancia. Un día después comparecieron Uriel Moreno “El Zapata”, José Antonio “Morante de la Puebla” y José Mauricio, que se las entendieron con 3 de Jorge María y 3 de San Isidro, con ello hay suficiente materia para realizar algunos apuntes al respecto. Veamos.

   Del 18 de noviembre me queda claro que habiendo sido un cartel atractivo, la gente no respondió como se esperaba. La tarde fue por demás luminosa, aunque el viento hizo de las suyas, estropeando por ratos el desempeño de los tres espadas, sobresaliendo con mucha ventaja Daniel Luque, a quien correspondió un ejemplar de los poco potables de los de La Estancia, justitos en presentación y bravura, al que logró entenderlo hasta conseguir la faena de la tarde, que fue de menos a más, hasta llegar a ser tan intensa que los asistentes reconocieron la capacidad del sevillano, y después se deleitaron con el arte a raudales con el cual cimentó aquel trasteo, culminando de una estocada que le valió, en conjunto, el corte de dos orejas así como la postrera y merecida salida a hombros. De Ignacio Garibay debo decir que, como aquella novela de Andrés Henestrosa, “Los hombres que dispersó la danza”, colmada de relatos zapotecas, el sólo nombre de la misma sirvió para que él también mostrara su dispersión, pero sin poder trocar en nada los posibles encantos para conseguir siquiera algún momento sobresaliente, que no los hubo, sino de manera fugaz. Es más, “estaba como ausente”, que lo diría en algún verso Pablo Neruda. A su primero le pudo en ciertos pasajes, pero sin redondear, esperanza en la cual estaban fijas todas las miradas. Incluso la estocada, que fue certera ni siquiera se convirtió en razón para convencer al juez de plaza que no concedió apéndice alguno, a pesar de la regular petición. Y ya en el cuarto, a Ignacio se le notaba desdibujado, con todo e intento de sobreponerse apenas al capítulo en que el de Sevilla se había alzado con dos apéndices en la faena del anterior. De Alejandro Amaya, tengo la impresión de que su puesta en escena estuvo cargada de academicismos, acartonada, afectada por cuanto intento hubo en hacer las cosas cual si se tratara de seguir una tauromaquia al pie de la letra. Entre esa fallida búsqueda de lo perfecto, pero sin romperse en ninguna pasión desatada, así como por el irreverente trato de algunos sectores del público, que no olvidan su relación familiar con un político cuyo peso representó, y sigue representando esa estela de desprecios que el pueblo no olvida; tal pareciera que el mundo se le vino encima, de ahí que no pudo entrar en el gusto de la afición.

   De la segunda tarde al hilo, con algo más de presencia en los tendidos, rematada por un cielo encantadoramente azul, sin nubes de por medio, y con algún vientecillo, vimos en primer término a un Uriel Moreno toda demostración de capacidades con la capa. Y no se diga con las banderillas, aunque queden por afinarse una serie de incómodas reacciones de entusiasmo suyo, que no se corresponden con la maravilla en que puede convertirse ese tercio de la lidia. Lamentablemente todo aquello se derrumba en cuanto se desarrolla la faena de muleta, donde todavía no puede conseguir un trasteo técnicamente perfecto. Deja desmayada la muleta en el último tiempo, porque simple y sencillamente no templa, codillea e incluso al desplazar la franela por uno u otro lado, esta se ve moverse hacia arriba o hacia abajo. Es decir, si comienza con mucha seguridad a pegar el pase, termina vaciando el mismo en el siguiente tiempo, lo que debe provocar que el toro en suerte pueda incluso hasta cambiar de lidia. Por tanto, acude a los recursos de relumbrón y a lo efectista consiguiendo con ello alguna leve recuperación de esperanza en el conjunto de su labor, que como en este caso, se perdieron en ese mar de pinturerías, pinceladas apenas, bosquejo de una faena todavía imposible de culminar en su ya consolidada primera etapa, con vistas a convertirse en figura del toreo, si es que así lo pretende, pero que debe pulir una y otra vez, hasta conseguir definirse como el “Zapata” que todos queremos.

   A José Antonio “Morante de la Puebla” le pintaron bastos en el sorteo. Su lote, fue de los que se consideran como “infumables”. En el primero de ellos, sudó tinta y es que aquel morlaco de Jorge María, era un concentrado de mansedumbre, malas ideas, agregándose a aquel panorama el hecho de que estaba reparado de la vista. Por tanto, lo que vimos fue a un “Morante” lidiador, que insisto, pasó apuros, y se lo quitó de encima en forma decorosa. En el quinto, cuando parecía que las cosas iban a rodar un poco mejor, el desencanto se apoderó una vez más de la situación. Pero no contábamos con que José Antonio, a base de dominio y maestría logró “hacerse” del enemigo, hasta meterlo en la muleta, no como hubiese deseado, pues el de San Isidro era remiso y había que echarle los vuelos de la muleta en los belfos en forma intermitente. Pero en cuanta oportunidad hubo en que “Morante de la Puebla” luciera su gran estilo de artista, surgieron inconmensurables una serie de muletazos, sobre todo por el lado izquierdo en que saboreamos aquel dominio, aquel desparpajo y el revuelo del arte que cimbraron, en conjunto a una afición la cual terminó entregándose a sus encantos.

   Si bien la media estocada, a un tiempo y además perpendicular no era lo que todos esperábamos, sí fue suficiente para doblegar al enemigo. Pero tampoco esperábamos que de una petición, y sí que la hubo, el juez en forma contundente, y vía “fax trac” otorgara las dos orejas, lo que vino a provocar algunas reacciones en contra. Aún así, la vuelta al ruedo debe haberle sabido a gloria al de la Puebla del Río.

   De José Mauricio tengo la impresión de que salió desprejuiciado, sin prurito alguno, pero sobre todo sin trauma de ninguna especie, ante el hecho de alternar con dos importantes toreros. Solvente con la capa, más tarde quiso –aunque no pudo-, redondear sendas faenas con la muleta, en donde eso sí, faltó continuidad. Corriendo la mano a placer, sólo se conformó con integrar series de 3 o 4 muletazos y no más, lo que deslució en su intento de encaramarse a alturas insospechadas. El sexto de la tarde, que fue el de mejor recorrido y también el mejor presentado, estaba ahí para una faena de época. Lamentablemente José Mauricio no pudo descifrar el misterio por lo que la caja de Pandora y el pomo de las esencias quedaron sin abrirse una vez más.

   Ya apuntaba, al principio de estas notas que el común denominador de los dos encierros fue su justa, justita presentación. A ello hay que agregar que en doce ejemplares, la bravura brilló por su ausencia. Y en todo caso, se dejó notar una nobleza combinada con mansedumbre, al grado de que el tercer ejemplar del día 18, de La Estancia, que no tuvo más que eso, nobleza, se volvió contrario en dos ocasiones (y digo se volvió contrario, pues al salir de dos muletazos de Daniel Luque, y en el desplazamiento con que galopaba lo hizo dando una especie de ocho con tendencia a las tablas, signo notorio de mansedumbre). Aún así, el juez premió a aquel ejemplar con un “arrastre lento” que puso en duda a la bravura en su conjunto, pero también a la reputación del propio representante de la autoridad, que “patinó” en tal decisión.

   Finalmente, los tendidos, en una y otra tarde, estuvieron plagados de importantes sectores de asistentes que nunca se enteraron de que estaban en una plaza de toros. Gritos futboleros, de rufianes de cantina y chiflidos con que pretendían reclamar tal o cual faena, seguramente sin haberse enterado también de que para apreciar la lidia en su conjunto, es necesario admirar las características propias del ganado y no solo lo que realiza el torero, de ahí que terminen yéndose de la plaza con la triste realidad de haber visto nada más que la mitad del espectáculo. Cosas veredes…

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HOY RECORDAMOS EL 156 ANIVERSARIO DEL NACIMIENTO DE PONCIANO DÍAZ.

EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Ponciano Díaz Salinas nació el 19 de noviembre de 1856 en la famosísima hacienda de Atenco. Hijo de D. Guadalupe Albino Díaz González «El Caudillo» y de Da. María de Jesús Salinas. Pronto se dedicó a las tareas campiranas propias de su edad y de una ganadería de reses bravas. La fecha del 1º de enero de 1877 es considerada como la de su primera actuación “profesional” en Santiago Tianguistenco, aunque tiempo atrás lo había hecho informalmente, sobre todo en la hacienda de Atenco. Sus primeros maestros en el arte propiamente dicho son Bernardo Gaviño y José María Hernández «El Toluqueño».

 (Por su antigüedad, este es el primer cartel que he localizado con el nombre de Ponciano Díaz. Archivo Histórico del Estado de México. Fondo: Diversiones Públicas. Toros. Corresponde a la tarde del 1º de junio de 1879 en la plaza de toros de Toluca). [La presente imagen se incluirá en el libro que viene preparándose].

   Imprescindible en los carteles se le contrata para estrenar la plaza de «El Huisachal» el 1º de mayo de 1881. Torea por todos los rincones del país y hasta en el extranjero pues en diciembre de 1884 actúa en Nueva Orleans (E.U.A.) y entre julio y octubre de 1889 lo encontramos en Madrid, Puerto de Santa María, Sevilla. En Portugal,  Porto y Villafranca de Xira. Semanas más tarde, en diciembre torea en la plaza «Carlos III» de la Habana, Cuba. Precisamente en Madrid, y el 17 de octubre recibe la alternativa de matador de toros siendo su padrino Salvador Sánchez «Frascuelo» y el testigo Rafael Guerra «Guerrita» con toros del Duque de Veragua y de Orozco.

 Cartel de la alternativa en la plaza de toros de Madrid. 17 de octubre de 1889. [La presente imagen se incluirá en el libro que viene preparándose].

    Entre México y otros países sumó durante su etapa de vigencia y permanencia 713 actuaciones registradas y comprobadas luego de exhaustivas revisiones hemerográficas, y a otras fuentes de consulta aunque esa cifra es muy probable que aumente como resultado de que muchos periódicos de la época o desaparecieron o simplemente no dejaron testimonio de su paso por lugares diversos de la provincia mexicana.

   Estrena su plaza «Bucareli» el 15 de enero de 1888. Nunca alternó con Luis Mazzantini más que en un jaripeo privado el 20 de enero de 1888 en la misma plaza.

 La única vez que se les vio juntos fue en ese jaripeo, así como la ocasión en que Ponciano bajó al ruedo de la plaza “Colón”. .-“Fígaro” vuelve a ilustrar un interesante acontecimiento, en el que fue célebre el famoso abrazo que se dieron Luis Mazzantini y Ponciano Díaz en la plaza de toros de Colón, y que, calculado por Zúñiga y Miranda, y cronometrado por Cantolla y Rico resultó largo, muy largo. LO DE MODA.-CRÓNICA DE REDONDEL. El abrazo fenomenal de Ponciano y Mazzantini. DURACIÓN: 2 horas, 400 minutos, 25 segundos y un milésimo de segundo. (Cálculo de Zúñiga y Miranda; cronómetro de Cantolla). Fuente: El Hijo del Ahuizote. Tomo III. Ciudad de México, domingo 15 de enero de 1888. Nº 106. [La presente imagen se incluirá en el libro que viene preparándose].

    Fue el torero más representativo de lo nacional, mezclando sellos de identidad con los aceptados desde tiempos de Gaviño y luego con la llegada de otros españoles desde 1885, puesto que vestía de luces y mataba al volapié o hasta recibiendo, pero me parece que no quiso aceptar derrota alguna, a pesar de la campaña periodística en su contra y con una pérdida de popularidad que ya no volvería a recuperar jamás.

   Han sido localizadas más de 50 muestras de versos, todas las cuales giran para celebrar o idolatrar a este personaje popular de fines del siglo XIX. Zarzuelas y juguetes cómicos tales como: «¡Ora Ponciano!», «Ponciano y Mazzantini», «La coronación de Ponciano», «¡Ahora Ponciano!’, «A los toros», son otras tantas evidencias de la fuerza de que gozó el atenqueño. Bueno, hasta su nombre impreso en etiquetas servía para darle nombre a una manzanilla importada de España con la «viñeta Ponciano Díaz». Manuel Manilla y José Guadalupe Posada después de burilar sus gestas y sus gestos, se encargaban de apresurar en las imprentas la salida de «hojas volantes» donde Ponciano Díaz era noticia, quedándose mucho de estas evidencias en la historia que lo sigue recordando.

Cortesía de José Rodríguez. [La presente imagen se incluirá en el libro que viene preparándose].

    De este personaje sui géneris se tienen un conjunto de historias que nos acercan a entender a un hombre de carne, hueso y espíritu lleno de conflictos internos, pero también lleno de los conflictos que por sí mismo generó alrededor del espectáculo, puesto que su tauromaquia llegó a saturarse frente al nuevo estado de cosas que se presentó a partir del año 1887, momento de la reanudación de las corridas de toros en la capital, pero también momento en que un grupo de diestros españoles comenzó lo que vendría a considerarse como la etapa de “reconquista” taurina, encabezada, fundamentalmente por Luis Mazzantini. Para Ponciano, este acontecimiento marcó una sentencia definitiva, y aunque abraza aquel concepto establecido, prefiere no traicionar sus principios nacionalistas, llevándolos -hasta sus últimas consecuencias, como una mera enfermedad o deformación- hasta el momento mismo de su muerte, convirtiéndose en último reducto de esas manifestaciones. Pero además, ante todo aquello ostentó una capacidad como empresario que trajo consigo solo tragos amargos, lo cual acelera el repudio de sus ya pocos partidarios en la capital del país. Y uno más de los asuntos que también afectaron su carrera, “haciendo cosas malas que parecían buenas”, fue comprar ganado sin una procedencia clara, el cual terminaba lidiándose en su plaza de “Bucareli”. Dichos toros, o remedos de toros, eran mansos, ilidiables, pero también bastante pequeños de tamaño, lo que puso en evidencia la buena reputación que Ponciano había logrado luego de varios años de ser considerado el torero más querido de la afición mexicana, de ser un “mandón”, el cual tuvo que refugiarse en plazas provincianas para seguir haciendo de las suyas por aquellos rumbos. Lástima que su fama se convirtiera en infortunio, y lo que pudo ser una trayectoria llena de pasajes anecdóticos de principio a fin, solo se conservó fresca durante sus primeros 12 o 13 años. Luego, todo se dejó llevar por esas incongruencias en las que cayó, probablemente, víctima de su propia fama, o de su propio deseo por demostrar que un torero de su naturaleza podía efectuar, además, como empresario o como contratista de toros.

   Ponciano, muere el 15 de abril de 1899.

   De este modo, este 19 de noviembre de 2012 recordamos a Ponciano Díaz, celebrando el 156 aniversario de su natalicio.

 

Página principal de La Patria Ilustrada, D.F., año VI, Nº 3 del 16 de enero de 1888. Un día antes se inauguraba la plaza de toros “Bucareli”, propiedad del torero Ponciano Díaz, convertido por esos días en ídolo popular, cuya mejor manera de ilustrarlo quedó reflejada en esta alegoría patriótica. El grabado es de José Guadalupe Posada. Colección del autor.

   Felicidades a Ponciano, desde luego con un ¡¡¡Ora Ponciano!!! grito de batalla y exaltación lanzado por los aficionados de su época, que estremecían las plazas donde se presentaba.

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…LLEVADO A HOMBROS POR LA CIUDAD.

REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS. Nº 44.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

La Jornada, D.F., del 6 de julio de 2010. Foto: Cristina Rodríguez.

    Es costumbre en los más recientes años que en los últimos días de cada mes, grandes cantidades de fieles se acercan a la antigua iglesia originalmente dedicada a San Hipólito, patrono de la ciudad de México desde los primeros tiempos del virreinato, y cuya advocación pasó para venerarse a otro santo que allí encontró espacio para la fervorosa devoción de creyentes. Me refiero a San Judas Tadeo, santo de las causas perdidas.

   La fiesta mayor de esta imagen ocurre de manera multitudinaria, el 28 de octubre, para lo cual sinfín de sanjuderos que llegan de diferentes sitios del país o de la ciudad, van concentrándose en los alrededores del templo, que hasta la fecha sigue conservando el nombre de San Hipólito. Entre lo peculiar de esa forma de expresión de quienes guardan fidelidad a la imagen, es el hecho de que pueden cargar desde pequeñas y hasta grandes piezas escultóricas, en que algunas de ellas son de tamaño natural, mismas que llevan hasta el templo mencionado, en tanto que otros visten camisetas con la imagen del discípulo de Jesús. Se les puede ver abrazando aquel icono con verdaderas manifestaciones de pasión.

   La calle por la que llevan “a hombros” a San Judas Tadeo es la actual rúa de “Francisco I. Madero”, que se ha convertido en peatonal desde hace unos meses y la dinámica que tiene es impresionante.

Calle peatonal de “Francisco I. Madero” en nuestros días. Fotografías tomadas por el autor.

El antiguo templo de San Hipólito, hoy destinado a la devoción de San Judas Tadeo. Fotografía del autor.

    Pues bien, y partiendo de la primera imagen en esta sección, no puedo sino afirmar, de manera respetuosa, para quienes son fieles a San Judas Tadeo que, con frecuencia, se le ve por las calles, cual figura taurina, llevado a hombros, en olor de santidad, por entusiastas “aficionados” y “devotos”, quienes han encontrado en su efigie, como nosotros los taurinos en las “figuras” del toreo ese blanco de devoción que se extiende más allá del templo, más allá de la plaza de toros.

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RENATO LEDUC: ESE POETA, ESE PERIODISTA DEMOLEDOR.

FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES. ENTREGA Nº 36.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 Si el vino se ha acabado, / traed pulque mancebos.

    Estos dos versos, más de pulquería que de otra cosa, no serán suyos, pero con toda seguridad y en ese tono, debe haberse pronunciado en vida, aquella, la suya, anti solemne, contestataria, heterodoxa, insolente, y todos los males habidos y por haber de la personalidad de un hombre, llamado Renato Leduc, “para servirle a usted, a Dios y a don Porfirio” como habría saludado a más de uno. 

 Renato Leduc, en 1953. Col. del autor.

    En Versos y poemas, obra suya editada en 1946 por Alcancía, Edmundo O´Gorman, quien escribió el prólogo, da señales muy claras del que fue en vida, el perfil más que peculiar de Leduc, en estos términos:

 Las palabras gruesas, el cinismo y el desparpajo en decir abiertamente “cosas que no se dicen” le dan un aire muy personal a la poesía de Leduc; mas lo interesante de todo esto no es su significado inmediato sino lo que revela de su fuente de inspiración. Porque en efecto, esas cosas solamente son de Leduc en la medida en que las transfigura, sacándolas de los mercados, de los cafés, de los burdeles y de las oficinas públicas. Su inspiración deriva de la vida de la ciudad que siente como tan suya; vida popular y callejera, pero al fin y al cabo vida auténtica. En este sentido es Leduc un poeta popular, y en ello está el vigor de su personalidad lírica. Por eso la poesía de Leduc no es formalista… Poeta de inspiración popular, Renato Leduc no teme exhibir la ropa sucia de su musa, y deja que libremente circule entre el desaliño de sus versos el bronco tono y la ruidosa carcajada de las prostitutas y de los amigotes…

 “…Yo sólo soy turiferario / en los altares de la Santísima Trivialidad” afirmaba con frecuencia, para recordarle a más de tres –con acompañamiento y recordatorio matriarcal- que “Leduc era Leduc y su circunstancia”.

   Entre la gran cantidad de periodistas y “periodistas” (ya cada quien sabrá con qué adjetivo se identifica) en el medio taurino, no estaría de más recomendarles, entre otras muchas lecturas, para que su bagaje vaya siendo más amplio, una de las obras de don Renato. Me refiero a Historia de lo inmediato.[1]

 

 Como también conviene recordar y recomendar que lean y revisen los textos de Rafael Solana “Verduguillo”, Carlos Septién García, Manuel García Santos, Roque Armando Sosa Ferreiro, José Alameda, Enrique Bohorquez y Bohorquez, gente ilustre en esto de la crónica y el ejercicio periodístico, donde más de alguno de estos personajes ya mencionados, quedaron fijos en el ojo del huracán de una denuncia que en su momento realizó para Tiempo, otro dilecto escritor: Martín Luis Guzmán.

   Parece que en Miguel Othón Robledo hay un cómplice o un culpable de que Renato fuese el tipo “desmandado” que fue. Tipo de Dostoievski, Miguel Othón me enseñó desde temprano a vivir o, más exactamente, a mal vivir, confiesa Leduc en Historia de lo inmediato. Y es en esta misma obra donde uno llega hasta su séptima parte denominada: “Tauromaquia y religión”, que es donde me detengo para recoger algunas citas del “tlalpeño” Renato Leduc, y a quien se le recuerda este 16 de noviembre de 2012 (lo mismo desde aquí que en las Efemérides Taurinas Decimonónicas, por ejemplo), justo al cumplirse 115 años del nacimiento del autor de aquel famosísimo soneto en el que

 Aquí se habla del tiempo perdido que como dice el dicho, los santos lloran

Sabia virtud de conocer el tiempo;
a tiempo amar y desatarse a tiempo;
como dice el refrán: dar tiempo al tiempo…
que de amor y dolor alivia el tiempo.

Aquel amor a quien amé a destiempo
martirizóme tanto y tanto tiempo
que no sentí jamás correr el tiempo,
tan acremente como en ese tiempo.

Amar queriendo como en otro tiempo
-ignoraba yo aún que el tiempo es oro-
cuánto tiempo perdí -ay- cuánto tiempo.

Y hoy que de amores ya no tengo tiempo,
amor de aquellos tiempos, cómo añoro
la dicha inicua de perder el tiempo…

De «Breve glosa al Libro de buen amor» 1939

 Don Renato, en su estudio, calle de las Artes, en 1961.

    Por ejemplo y volviendo a lo que sobre tauromaquia escribió en Historia de lo inmediato, apunta en el Preámbulo que “de las sorprendentes analogías que pueden establecerse entre la llamada fiesta nacional o tauromaquia y aquella ideología conocida bajo el nombre de catolicismo que, juntamente con la burocracia civil y eclesiástico, con viruela negra y con el matrimonio por amor, impusieron los conquistadores españoles a los indios de estas tierras hace ya cuatro largos siglos”.

   Sin entrar en discusión ni debate, el hecho es que al existir de por medio un proceso de guerra y de conquista, hubieron de imponerse primero, de cohabitar después dos formas absolutamente opuestas de vida: la europea y la americana. Si antes de todo no se entiende esto, vamos a terminar exaltándonos y a perder la brújula de la razón puesto que, ante hechos consumados, lo que resta es evaluar y valorar sensata y conscientemente origen, desarrollo y desenlace de aquel periodo –dicen unos que “oscuro”-.

Precisamente Renato Leduc, muy al principio de sus notas en el libro que ahora sirve de referencia dice que “Es de Gabriel Peri, redactor político de L-Humanité de París, asesinado por los nazis, esta definición: El periodista político es el historiador de lo inmediato. Más adelante el también autor de Catorce poemas burocráticos y un corrido reaccionario, para solaz y esparcimiento de las clases económicamente débiles aprecia tal consideración como sigue:

 Es posible que a la producción periodística le falte hondura y le sobre superficialidad. La premura, festinación y oportunismo (he dicho oportunismo y no oportunidad) con que generalmente se realiza serían la causa. De todos los grandes reportajes que conozco, que yo recuerde, sólo uno hay que en sesenta años de vigencia no ha perdido interés y sigue siendo actual, ejemplar e impresionante (diríase que imprescindible N. del A.): los Diez días que conmovieron al mundo, John Reed.

 La interpretación de un hecho considerado así mismo “histórico” desde el momento en que este sucede, adquiere varias dimensiones o perspectivas. Lo inmediato hace que su cabida en la prensa tenga sus primeras visiones y apreciaciones. Sin embargo la distancia, o lo que Fernand Braudel considera como de corta, mediana y larga duración, permite entender que habrá, con el paso del tiempo diversas y nuevas contemplaciones de ese suceso o acontecimiento, lo que permitirá verle con otros ojos, colmado de nuevos enfoques o reinterpretaciones.

 Leduc, en otra de sus actividades públicas, ligadas a las ideas comunistas. Ca. 1960. INAH, SINAFO, 19900.

   Recuperando la lectura de “Tauromaquia y religión”, Leduc asienta que “Dogma –dice el diccionario- es la verdad revelada por Dios; es la proposición que se considera como el principio innegable de todo el sistema, ciencia, doctrina o religión. Pues bien, en tal sentido, el torero, como la religión, tiene su dogma”.

   ¿Y cómo explicar semejante complicación?

   Es el propio Renato el que nos hace “el quite” con la siguiente afirmación:

   El dogma básico o fundamental del toreo lo estableció, no recordamos bien si Cúchares o Lagartijo, cuando explicó: “¿Qué viene el toro…? Se quita usted. ¿Qué no se quita usted…? Lo quita el toro…”

   Y aquí, caben más apreciaciones como la que se “abre de capa” en Liturgia:

   Puede concluirse, pues, que el éxito que pudiéramos llamar “taquillero” de una religión, lo mismo que el de un festejo taurino, no radica en la elevación o pureza de su moral, como se pretende, sino en el boato y ostentación de su liturgia.

   Que la tiene, y mucha y aún la conserva casi intacta, a pesar de los fuertes síntomas de riesgo a que se ha visto sometida dicha “liturgia”, la fiesta en su conjunto en estos últimos tiempos. Acometen contra ella fuerzas venidas del exterior, y sufre también de diversas enfermedades en su interior. Así, antitaurinos y taurinos, los de fuera y los de dentro van minándola. En lo fundamental, y dadas las nuevas tendencias ideológicas que apuntan hacia una modernidad o postmodernidad avasallante, es que esa misma “modernidad” se siente, o hacen que se sienta distante de un vínculo tan indispensable como es el de la génesis, el origen de todas las cosas, así como del propio destino, de ese incierto futuro del que a veces solemos ser ajenos; ella la modernidad, y nosotros sus cómplices.

    “Lujo y crueldad -sigue apuntando don Renato-,son las características de la fiesta de toros y ésas han sido también las características de todas las religiones que, en el curso de los tiempos, han arraigado y se han impuesto en el alma de los pueblos y, muy particularmente en el alma de los sensitivos o sensibleros pueblos meridionales”.

   Y en siguiendo la lectura, aparece Tributo de sangre con una idea que carga con aromas incómodos:

   “El rito católico fundamental se denomina “santo sacrifico de la misa” y despojándolo de los oropeles de su peculiar liturgia, no queda sino el gesto del cura elevando el cáliz, gesto que calca y reproduce fielmente el gesto del sacerdote de Huitzilopochtli en el acto de ofrecer a la vieja deidad azteca la sangrante entraña propiciatoria. Pero esa similitud sube de punto cuando se recuerda que el vino en el cáliz simboliza la sangre del Cristo redentor.

   Quiere esto decir que en la tauromaquia como en la religión el tributo de la sangre es requisito específico de consagración y que fue una fortuna para Manuel Rodríguez “Manolete” que un toro le sangrara el mismo día de su aparición en el coso (templo) mayor de México, elevándolo así, de golpe y porrazo, a la fanática devoción de los públicos de esta tierra”.

   Y con tierra de por medio ha podido decirnos que “la fanática devoción” hace o provoca unos efectos que, en la legión de taurinos se convierte todo eso, una vez en dogma.

   Algo más, y para terminar es lo que don Renato considera como Iconografía.

   “Visítese la casa de un católico militante y la de un taurófilo fervoroso y obsérvense los muros de cada una de ellas.

   “Unos y otros –los muros- se encontrarán exornados con cuadros, estampas, cromos o litografías representando al santo, santa o torero de que es devoto el dueño de la casa, precisamente en el instante de realizar o sufrir la suerte o acto que le dio celebridad.

   “En la casa del católico veranse imágenes de Jesucristo con los atributos de sus diversas advocaciones como Cristo de Limpias, Señor del Buen Despacho, desnudo, atravesado por largos y punzantes dardos y cubriéndose el sexo con la pudorosa banda que le es característica, o bien a San Lorenzo, tendido y atado en la parrilla legendaria, en el acto de sufrir la mortal cocción que le valió las palmas del martirio.

   “El fanático taurófilo, por su parte, colgará en las paredes de su cuarto la efigie de su lidiador favorito en todas las posturas y circunstancias imaginables: de cuerpo entero, de medio cuerpo, de frente, de perfil, de tres cuartos; en traje de luces, en traje campero, de civil; lanceando de capa a un toro, pasándolo de muleta, en el trance de estoquearlo; rodeado de su cuadrilla, brindando con los amigos y así por el estilo.

   “Ahora bien, de ese género de iconofilia al más primitivo fetichismo no hay más que un paso. El culto a las reliquias  -bien conocido fetichismo- es igualmente común y fervoroso entre los católicos y los taurófilos”.

   Todo lo anterior, no me lleva sino a una primera conclusión: que el legado de tres siglos coloniales, con el peso de todas aquellas influencias dejó, tras la independencia, al menos tres grandes marcas de fuego que se perciben si no intactas, sí al menos preservadas hasta nuestros días:

   El fuerte catolicismo que sigue caracterizando al pueblo de México, sobre todo en fechas emblemáticas como los fines de cada mes, en que se rinde culto masivo a San Judas Tadeo, o el 12 de diciembre, día dedicado a la Virgen de Guadalupe. El exorbitante aparato burocrático, aquel que desde las épocas de Felipe II consignaban, para mayor resignación “que las cosas en palacio, van despacio”, tal como hoy día. Y claro, para no ser la excepción en esta clase de apreciaciones: los toros, esa expresión que, a casi 500 años de su primer siembra en estas tierras, o más bien en estos ruedos de Dios, sigue y se mantiene vigente, con todo y el terrible cuadro de una ya avanzada agonía, a la que se resiste de morir ¡como los toros bravos!

 

 El embrujo, la insolencia de Joaquín Rodríguez “Cagancho”. INAH, SINAFO, 119902

    Imposible no terminar estos apuntes sin otro soneto, aquel que le dedicó a Joaquín Rodríguez “Cagancho” y que publicara José Ramón Garmabella en un libro ya emblemático: Renato por Leduc.[2]

  Joaquín Rodríguez “Cagancho” en el “Toreo” de la colonia Condesa. Ca. 1935. INAH, SINAFO, 119924

 CON MOTIVO DE USTED Y DE LA LUNA

 Con motivo de usted y de la luna,

del cielo azul y de los dulces ojos,

haré apotegmas contra mi fortuna

con buena letra, pero en versos cojos.

 

En vez de pencil usaré el pensil

donde florece la galana rosa

y aromático y verde el perejil

nefasto al loro y a la mariposa.

 

Usaré del ayer y del antaño

precedidos de un «ay», ay, cuando añoro

cosas que acontecieron este año.

 

Y aunque nacida en provinciano rancho

será usted mi princesa azul y oro

como el terno de luces de Cagancho.

 Renato Leduc.

    Finalmente, cabe el hecho de mencionar que don Renato nos dijo adiós un 1º de octubre de 1986.

   ¡Salud don Renato…!


[1] Renato Leduc: Historia de lo inmediato. México, 1ª edición en Lecturas Mexicanas. Fondo de Cultura Económica, Secretaría de Educación Pública, CULTURA SEP, 1984. 111 p. (Lecturas Mexicanas, 62).

[2] José Ramón Garmabella: RENATO POR LEDUC. México, Editorial Océano. México, 1982, 364 p., p. 317. Este soneto procede del trabajo denominado «Breve Glosa al libro de Buen Amor”.

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14 DE NOVIEMBRE DE 2012. 103 AÑOS DEL NACIMIENTO DE LORENZO GARZA ARRAMBIDE.

FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    El sólo acontecimiento, el que nos remite a evocar a una figura del toreo, es motivo suficiente para sacudir los recuerdos y pedirles a ellos su generosidad para colmar de alabanzas a un personaje que, como Lorenzo Garza representó uno de los pilares fundamentales durante la época que denominaron y sigue denominándose como la “de oro del toreo mexicano”.

   Sin embargo, es curioso porque debo ser el primero en reconocer que a don Lorenzo sólo lo vi algunas veces en la plaza de toros, como un asistente más, cercano a los 70 años, despidiendo aromas de figura de los que no pudo desprenderse. Creo que en todo caso, los animaba más con aquel garbo que nunca desapareció en aquella auténtica puesta en escena que era simple, y sencillamente verle llegar al coso y saludar, como en las tardes de gloria…

   Pero, ¿qué encanto poseen esas figuras de antaño como para que –por ejemplo-, los de mi generación hablemos de él como si apenas le hubiésemos visto una de sus tardes? El gran problema al que nos enfrentamos esos grupos en que generacionalmente nos movemos, es que Lorenzo Garza dejó de torear apenas unas tardes después de haberle concedido la alternativa a Manolo Martínez, en Monterrey (7 de noviembre de 1965), siendo el 20 de noviembre de 1966 su última actuación como profesional de los ruedos. Yo entonces tenía cuatro años cumplidos.

   Con Garza, “El Soldado” o “Armillita”, sucede lo mismo que con Rodolfo Gaona. Muchos de nosotros celebramos sus faenas, sus grandes hazañas y gestas pero no nos consta haber visto a ninguno de ellos. Recordamos fechas, nombres de toros, plazas donde ocurrieron aquellos hechos notables y el único bagaje con que contamos son algunas crónicas de la época, el testimonio oral de los viejos aficionados, o el de aquellas imágenes fijas o en movimiento que no nos da una dimensión de aquellas heroicas o desastrosas jornadas con que los rememoramos una y otra vez.

   Hoy, el personaje que se recuerda desde este espacio es a quien denominaron “Ave de las tempestades”, “sismo y estatua” y a quien en las peores tardes le gritaron “¡ratero! y le lanzaban cojines, de aquellos cojines de borra con que la afición convertida en auténtica turba, reclamaba al torero su pésima actuación y este, en actitud soberbia los enfrentaba en forma por demás altanera y provocativa.

   ¡Este es el de Monterrey / sismo y estatua! como afirmaba Alfonso Junco en el célebre corrido que, junto con otros doce poemas, pretendo desde aquí homenajear a “Lorenzo, el magnífico”. La caudalosa reunión de estos versos, se debe, una vez más, al siempre oportuno “quite” de mi Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI, que por estos días ha llegado a más de 2000 poemas.

 Febrero 2 de 1936

 CORRIDO DE LORENZO GARZA

 

¡Abran paso al vendaval!

Aquí está Lorenzo Garza.

El coso le viene chico

pero con él se agiganta.

 

¡Todo el Cerro de la Silla

está plantado en la plaza!

Inmóvil y trepidante

se unta a la muerte en la faja,

y en trueno y escalosfrío

los tendidos se levantan.

¡Aquí está el de Monterrey:

sismo y estatua!

 

Fundido en fierro y acero

(para algo tenemos fábrica)

mírenlo entre los pitones

que le bordan filigranas:

¡La muerte en los alamares

y la sonrisa en la cara!

 

Levántase fray Servando

Gonzalitos se prevenga

por si médico nos falta;

derroche Ramos Martínez

el color a cataratas;

y en prosa de Alfonso Reyes,

dure, nítida, la hazaña.

 

Ebrio de líquidos oros

brinde el sol su Carta Blanca,

y estallen cristalerías

de la Vidriería, en las dianas.

¡Aquí está el de Monterrey:

sismo y estatua!

 

Y esfumada, allá muy lejos,

como en neblina de lágrimas,

pone una madre en angustia

perspectiva de plegaria.

¡Madre! Te oyeron arriba:

seca y alegra esa casa.

¡Ya, dando tumbos de gloria,

se despeñan las campanas!

Ya el hijo de Monterrey

se untó la muerte en la faja,

y con ella de trofeo

sale en hombros de la plaza.

 

¡Abran paso al vendaval:

Aquí está Lorenzo Garza!

¡Este es el de Monterrey:

sismo y estatua!

                                                Alfonso Junco.

 

INAH, SINAFO, 16470

1937

 LORENZO GARZA.

 

HOMENAJE DE ADMIRACIÓN

Y CARIÑO AL NOTABLE DIESTRO

REGIOMONTANO.

 

Ante el asombro del mundo,

sale toda la Cuadrilla,

y al frente de ella camina,

un Torero Maravilla.

 

LORENZO LORENZO.

 

Llueven flores en el ruedo,

en colores de ilusión,

perfumado con su ambiente,

el capote de un Torero.

 

LORENZO LORENZO.

 

Montera en mano saluda,

éste heroico gladiador,

que la afición asegura,

que en el Mundo es el mejor.

 

LORENZO LORENZO.

 

Ante el torero triunfante,

se agiganta la emoción,

y es el clamor ululante,

al diestro de Nuevo León.

 

GARZA GARZA

 

La Gloria en suprema Ley,

luce sus galas divina,

por que este Artista fascina,

cual Genio de Monterrey.

 

GARZA GARZA

 

Y en su capote de lujo,

se envuelven los corazones,

y así cual mágico embrujo,

tiembla el Coso en ovaciones.

 

GARZA GARZA

 

Y nuestra Virgen Morena,

de esta Ciudad Grande y Noble

ante el peligro lo cubre.

¡VIRGEN MORENA DEL ROBLE!

 

Lorenzo Garza tu nombre,

burilado va a la historia.

Artista eres de renombre.

Artista que maravilla,

TORERAZO QUE DA GLORIA.

 Pedro DOMINGUEZ V.

1937

¡LORENZO GARZA!

 

En el ruedo candente de la arena,

El “león de Monterrey” valiente espera

El arranque impetuoso de la fiera,

Con gallarda actitud y faz serena.

En su frente la gloria irradia plena

Y, al bravísimo toro de bandera,

Ofrece, con la tela, el alma entera

Y su moza y viril carne morena.

La fámula, muy lento, al suelo baja;

Con la pierna contraria desafía

Y casi entre los belfos se la encaja.

Puntal, el asta, el áureo terno raja;

Y, el mozo egregio al animal se lía…

¡cual si fuese el palmito de una maja”

 24 de enero de 1937.

 A. Saviñón H.

 

INAH, SINAFO, 16477

 1938

 Garza y San Mateo.

 

Gloriosa tarde de toros

tarde del seis de febrero

Lorenzo Garza “As de Oros”

sólo con seis San Mateo.

 

Es beneficio de Garza;

y al saludar su entereza,

hay ovación en la plaza

cuando cruza por la arena.

 

Sale Lorenzo el Magnífico

dos cuadrillas precediendo,

sale primero que todos

gentil, gallardo, apuesto.

 

En el terno verde y oro

con que torea hoy Lorenzo,

viene a jugarse la vida

con arte y valor inmenso.

 

Ha empeñado su palabra

de dejarnos satisfechos

esta tarde memorable,

¡tarde del seis de febrero!

 

En los tendidos hay lumbre

sol y fuego hay en el ruedo,

y en los ojos llamaradas

con que animan al torero.

 

Tocan locos los timbales

suena luego el gran clarín,

con los fieros animales

va a luchar el paladín!

 

Ya Lorenzo se dispone

a ir sacando con esmero,

lo que guarda en aquel cofre

que le sirve de joyero.

 

Su pecho es el cofre fuerte

su corazón el joyero;

allí guarda su alma ardiente

joyas del arte torero.

 

Hay de todo: perlas finas

esmeraldas y topacios,

y moradas amatistas

y zafiros limpios, claros.

 

Hay verónicas ceñidas

que semejan los diamantes

chicuelinas, Tapatías

y Orticinas elegantes.

 

Hay primorosas Gaoneras

con el capote a la espalda

dejando frente a la fiera

el terno verde esmeralda.

 

Un picador se aproxima

arremete el toro fiero

levantándole en el aire

derribándolo en el ruedo.

 

Corre Lorenzo valiente

a socorrer al caído

salvándolo de la muerte

con un quite de prodigio.

 

Otro piquero lo alegra,

el toro lo vé y se arranca

embistiendo codicioso

recargando con pujanza.

 

Metiéndole su capote

quita al toro del puyazo,

y de pronto nos deslumbra

esplendente farolazo.

 

Ahora, en el centro del ruedo

brinda su toro a la plaza;

y una hoguera es el tendido

que encendió Lorenzo Garza.

 

Y al iniciar la faena

primorosos derechazos,

luego sus pases de pecho

majestuosos, estatuarios.

 

Lo más fino del joyero

va sancando el Gran Lorenzo;

hay pases de todas marcas

el repertorio es inmenso.

 

Cuando gallardo y valiente

cita para un natural

la plaza entera, ferviente,

queda en silencio espectral.

 

Su muleta milagrosa

fingue mágico abanico

aletea cual mariposa

de la fiera hasta el hocico.

 

Mete la pierna contraria

provocando la embestida;

se arranca el toro, y mandando

Lorenzo le dá salida.

 

El natural de rodillas

sigue luego a los de pie,

¡portento de maravillas!

Y el coso trepida y vé.

 

Con terriro y con espanto

cómo se enrolla Lorenzo

a la fiera, tanto y tanto,

que es milagro salga ileso.

 

Son los pases naturales

cual brillantes refulgentes

engarzados en sartales

que deslumbran esplendentes.

 

El natural de rodillas

Lorenzo mismo lo ha creado,

semeja una perla negra

por lo fino y delicado.

 

Y al rematar de rodillas

dando la espalda al morito,

un alarido sacude

al coloso de granito.

 

Transcurre toda la lidia

aplaudiendo la faena,

y hay dianas, ramos de flores

y sombreros en la arena.

 

Viene luego el gran momento

de coronar esa hazaña

Lorenzo es un monumento

y le hunde toda la espada.

 

La ovación es delirante

cuando cae el toro muerto,

y un manicomio es la plaza

aclamando al gran torero.

 

Los pañuelos semejaban

en su blancura invernal,

nieve que el fuego apagaba

y que cubría al “Vendabal”.

 

Y en su inquietud parecían

cual blancas palomas locas

pidiendo para el torero

las más espléndidas glorias.

 

Rabos, orejas y dianas

le concedió el mundo entero,

y lo sacaron en triunfo

y le gritaba “TORERO”.

 

Sólo este grito se escucha

al llevarlo en el paseo

“¡arriba Lorenzo Garza!”

“¡arriba los San Mateo!”

 

Toros nobles, bravos, fieros

realizaron maravillas;

serribando a los piqueros

creciéndose en banderillas.

 

Y llegando hasta la muerte

con bravura y boyantía,

por su divisa peleando

con poder y gallardía.

 

Abrío plaza “Guerrillero”

un estupendo ejemplar

y “Famoso” y “Peregrino”

no se quedaron atrás.

 

Un cárdeno primoroso

se llamaba “Desertor”

y en el arrastre la diana

mereció por su valor.

 

El lugar de honor, el quinto,

“Campanillero”, ocupaba,

“Príncipe Azul” era el nombre

del que salió a cerrar plaza.

 

¡Qué maravilla de toros

los que mandó San Mateo,

dignos del regio “AS DE OROS”

que los lidió en el Toreo!

 

Y en la arena de la plaza

escrita quedó con fuego,

la epopeya esplendorosa

que realizó el gran Lorenzo.

 

Y allí quedará grabada

muchos años en el ruedo,

pues nunca podrá borrarla

lo que haga ningún torero”

Rosa y Blanco.

 INAH, SINAFO, 30822

 1939

 Ahora en el centro del ruedo…

 

Ahora en el centro del ruedo

brinda su toro a la plaza

y una hoguera es el tendido

que encendió Lorenzo Garza.

El natural de rodillas

Lorenzo mismo lo ha creado;

semeja una perla negra

por lo fino delicado.

Sólo este grito se escucha

al llevarlo en el paseo:

¡Arriba Lorenzo Garza!

¡Arriba los “San Mateo”!

(. . . . . . . . . .)

Cuando el último toro ha rodado

las gargantas están ya sin voz,

ya no puede la plaza aclamarlo

de sorpresa extasiado quedó.

Sale en hombros el héroe del ruedo

gritan todos con ronco clamor:

Que es Lorenzo un enorme torero

que es imán, que es artista, que es NON.

Ya Lorenzo ha pintado en el ruedo

con su arte y valor sin igual

los colores del cuadro goyesco

que lo harán para siempre inmortal.

(. . . . . . . . . .)

La tarde memorable que nos dio Lorenzo

la prueba verdadera de su arte milagroso;

fue aquella en que triunfaba del odio cruel e inmenso

después que lo insultaron, saliera victorioso.

 

Su nombre llena el coso las veces que lo quiera

y estruja a su capricho las más grandes pasiones;

arrastra por la arena domada ya la fiera

y lleva hasta el delirio sin fin los corazones.

 

Y todo es alboroto, en la candente lisa

y siguen los ultrajes subiendo de color,

cuando de pronto brilla la luz de una sonrisa

en la morena cara del bravo lidiador.

 

Y todos presentimos, absortos y extasiados

que cruza por el ruedo la inspiración divina

amigos y enemigos olvidan lo pasado

al raro sortilegio de su sonrisa fina.

 

El lidiador inmenso cual águila bravía

remóntase a las nubes con mágico esplendor;

y en su muleta trágica que llama parecía

ardieron multitudes, rugiendo de pavor.

 “Rosa y blanco”.

1939

Triunfo en la derrota.

I

La tarde memorable en que nos dio Lorenzo

la prueba arrolladora de su arte milagroso,

fue aquella en que, triunfando del odio cruel e inmenso

después que lo insultaron, saliera victorioso.

 

Su nombre llena el coso las veces que lo quiera

y estruja su capricho las más grandes pasiones;

arrastra por la arena, domada ya a la fiera

y lleva hasta el delirio sin fin los corazones.

 

Primero los insultos, la bronca y el coraje

saltaron cual torrente con ímpetu salvaje

queriendo en su injusticia, faena siempre igual.

 

La rabia incontenible de multitud rugiente

se vuelca sobre el coso cual huracán potente

sin ver las condiciones de aquel fiero animal.

 II

 Y todo es alboroto en la candente liza,

y siguen los ultrajes subiendo de color

cuando de pronto brilla la luz de una sonrisa

en la morena cara del bravo lidiador.

 

Y todos presentimos absortos y extasiados

que cruza por el ruedo la inspiración divina:

amigos y enemigos olvidan lo pasado

al raro sortilegio de su sonrisa fina.

 

Son naturales, rítmicos, templados, prodigiosos,

coreados con locura por óles estruendosos;

ya está Lorenzo Garza en plena inspiración.

 

De flores y sombreros cubierto queda el ruedo

y todos deliranteas aplauden el denuedo

mientras risueño borda su más bella creación.

III

 El lidiador inmenso, cual águila bravía

Remóntase a las nubes con mágico esplendor,

Y en su muleta trágica que llama parecía

Ardieron multitudes rugiendo de pavor.

 

Los pies atornillados en la candente arena,

Aguanta del “Punteño” la ruda acometida

Inmóvil, trepidante, con actitud serena

Pasándose a la fiera la marca la salida.

 

Son pases de milagro que el entusiasmo encienden

Y ahora porque quiere los mismos que lo ofenden

Lo aclaman delirante y lo aplauden sin fin;

 

Termina la faena y vemos en la altura

Revolotear palomas de nítida blancura

Brindando galardones al bravo paladín!

 “Rosa y Blanco”

 INAH, SINAFO, 119988

 1939

 …QUÉ OPINA ELLA…

 

¡Ah que diablo de cuate este Díaz Conti,

¡yo crioque mi ha querido vacilar

porque eso de pedirme que yo opine

de toros, sale igual

que pedirle a Armillita que haga versos

o a Garza que se meta a sacristán.

 

Y palabra de honor que si no “juera”

porque es cuate, dialtiro de verdá,

no mi hubiera metido en estas danzas

que no sé yo ni como encomenzar.

 

Dende escuincle los toros me han cuadrado

-¡paqué lo he de negar!-

Me cuadra devisar cuando torean

Armillita, Solórzano y Gorráez

y también cuando el gran Lorenzo Garza

se luce de verdad;

pero d´eso a que entienda yo de toros,

por Dios del cielo qui hay

más distancia dialtiro qui la qui haiga

dende `l mesmo Sonora a Yucatán.

 

¡No sé cómo demonios salir del compromiso!

¡No sé ni qué opinar…!

Pero ya que mi cuate si ha impeñado

en que hable de toros, pos

más mejor es, de plano, preguntarle

a una vaca que tengo en mi corral,

porque tuvo antinoche un becerrito,

y ansina hay motivo pa opinar!

 Carlos Rivas Larrauri.

 INAH, SINAFO; 119993

 1943

 VA LA LENTA CARAVANA…

 

Va la lenta caravana

por la blanca carretera

en pos de Lorenzo Garza

por verlo torear en Puebla.

Va la pasión encendiendo

sus rojas flores de fuego

como chispazos corriendo

saltando de pecho en pecho.

Va en la plaza trepidando

el garcismo vocinglero

por todo el coso rodando

la ovación, desde el paseo.

Va bordando en la faena

Lorenzo Garza una historia

que cada grano en la arena,

es una chispa de gloria.

Por eso estamos regando

el llanto sobre la pena:

Se va Lorenzo alejando,

por eso fuimos a Puebla

 

En las páginas blancas de la vida,

el amor a tu madre fue tu gloria

una flor inmortal, la siempreviva,

que florece perenne en tu memoria.

En las páginas rojas de la lucha,

fuiste el ídolo tú, el mejor torero,

fuiste pasión que la razón no escucha

cuando se triunfa como tú, primero.

y en las páginas negras de la muerte

el vencedor serás, porque está escrito

que la gloria se ligue con tu suerte,

más allá del adiós y del olvido.

 

Va muriendo la tarde

de un domingo de toros.

Brilla el sol,

sobre las gradas arde

con reflejos de oro…

 

Volverán otros diestros en el ruedo

naturales mandones a ligar,

pero aquellos, los clásicos garcista,

esos, ¡no volverán!

Adolfo Gabriel

 1943

    Todos los versos que, como Calaveras taurinas aparecen relacionados en ese contexto, provienen de la revista Torerías. México, D.F., Año I, Nº 9, del 2 de noviembre de 1943. De entre las más de cuarenta muestras, encuentro la dedicada a

 Lorenzo Garza.

 

El diestro de Monterrey

era, en plena juventud,

un gran torrente, un alud,

era el amo y era el rey;

pero, aunque joven y fuerte

y en lo mejor de su edad,

sin golpe ni enfermedad

se le presentó la Muerte:

“Ven conmigo sin engaños”,

dijo ella, y él, sonriendo:

“Voy, que me estoy despidiendo”.

¡Y murió de noventa años!

 INAH, SINAFO, 517989

 1943

 CALAVERAS TAURINAS

 GARZA

LORENZO GARZA, MATADOR DE TOROS.

 

De una blanca margarita,

Estamos pendientes todos.

¿Volverá Garza a los toros,

O se quedará en casita?

Que me fui; que ya no soy.

Margarita, ¿tú qué dices?

Y entre si me quedo o voy,

Riendo está el gran Narices.

1965

A Lorenzo Garza.

Un “Astro” en el reposo.

 

Como una nube que sus ánforas vació

sobre los abismos, valles y montañas,

y de inundarlo todo se sació.

Así fue “El Coloso” que todo conmovió

con esencia y personalidad extrañas,

ya en plazas propias, como también fuereñas,

que fueron llamaradas que Febo envidió.

Su figura es aún faro parpadeante,

frente a un mar inmenso de victorias

y sobre playas de dulces añoranzas!

Es aquella luz clara y alucinante

que recuerdan muchos miles de memorias!

Es la pauta de promesas y esperanzas!

Marino Galván Rábago.

1983

DÉCIMA A LORENZO GARZA

 

A don Ramón Aguirre Velázquez, garcista.

 

(“Este es el de Monterrey:

sismo y estatua”.

 -Alfonso Junco, “Corrido

de Lorenzo Garza”).

 

Domeñador de ti mismo

con el don de componerte

desde el pase de la muerte

hasta el borde del abismo,

fuiste por adentro un sismo,

y una estatua por afuera,

pues lo prodigioso era

que, impávido el ademán,

ocultabas un volcán

debajo de la pechera.

José Alameda.

 1995

Hace cincuenta años.

 I

La Plaza Revolución

lucía su mantón de seda,

y sonaban las guitarras,

las palmas y castañuelas.

 

Los claveles sevillanos

abren su carne morena,

en rayos al sol de tarde

y a sándalos de sorpresas.

 

Santiguando el paseíllo

sobre la candente arena

camina erguido Procuna…

y completan cartelera:

 

Lorenzo Garza “El Magnífico”,

y como espada tercera:

el gran Antonio Velázquez,

con seis de Xajay en puerta.

Ma. Del Rocío Espinosa de los Ángeles.

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