DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
ÍDOLO TAURINO DE UN PAÍS EN PLENA RECUPERACIÓN, CUANDO LAS HERIDAS DE PASADOS REVOLUCIONARIOS EMPEZABAN A CICATRIZAR.
A SUS 23 AÑOS CABALES (HABÍA NACIDO EN 1910), BALDERAS OSTENTA EL TÍTULO DE “TORERO DE MÉXICO”, ESPECIE DE PRESEA MORAL QUE LA AFICIÓN DE ESTE PAÍS LE OTORGABA LUEGO DE LAS INTENSAS DEMOSTRACIONES TORERAS QUE PARECÍAN NO TENER FIN, GRACIAS A TENER LA VIRTUD Y EL PRIVILEGIO DE PLANTEAR TARDE A TARDE EL SÓLIDO CIMIENTO DE SU FORMACIÓN, APOYADO POR UN REPERTORIO RICO Y VARIADO, PERO SOBRE TODO POR ESA PECULIAR ENTREGA CAPAZ DE CONVENCER A LOS MÁS EXIGENTES.
ESE BRILLO LO APAGÓ COBIJERO DE PIEDRAS NEGRAS, EL 29 DE DICIEMBRE DE 1940, ASESTÁNDOLE TREMENDA Y MORTAL CORNADA EN UN MALDITO E INESPERADO IMPREVISTO…
ALBERTO BALDERAS. COL. DEL AUTOR.
1940
CORRIDO DE LA COGIDA Y MUERTE
DE ALBERTO BALDERAS EN LA
PLAZA DE “EL TOREO”
En diciembre veintinueve
año cuarenta de veras
en la Plaza del Toreo
fue muerto Alberto Balderas.
Con terno canario y plata
iba vestido el torero
guapo y erguido, valiente
de figura, un pinturero.
Ni siquiera imaginaba
que la muerte traicionera
oculta muy bien estaba
en palco contrabarrera.
“Estoy muy triste” le dijo,
a uno que le preguntó
cómo le iba en esa tarde
en que la vida dejó.
Salió del corral “Rayao”
buen toro que hará memoria
Balderitas en la brega
cubierto quedó de gloria.
Pobre de Alberto Balderas
mala suerte le tocó
en la última del año
que aquí en México toreó.
Quién había de decir,
tan valiente como estaba;
era domingo en la tarde.
ya la muerte lo acechaba.
Con “Rayao” se había lucido
y hasta una oreja cortó,
cuando salió “Cobijero”
ése que lo asesinó.
Negro, meano, grande y hondo
era tal bandido fiero,
que antes de morir luchando
lo empitonó traicionero.
Le paró pies Carnicero,
los de a caballo picaron
y los de las banderillas
al asesino adornaron.
Carnicero brinda el toro
cerca de la Presidencia.
más “Cobijero” lo vió
con mucha mala tendencia.
Se le arranca por detrás
y Balderas, buen amigo:
“No lo agarres a la mala.
métete mejor conmigo”.
Y se le fue derecho al toro
con la capa a medio abrir,
mas “Cobijero” no quiso
al nuevo engaño acudir.
¡Ay, Virgen de Guadalupe!
¡Madre nuestra del Consuelo!
En menos que se los cuento
Alberto estaba en el suelo.
Fue tan adentro el pitón
que el hígado le rompió
así como las arterias
por cerca del esternón.
Señores, de que me acuerdo
me dan ganas de llorar
Balderitas quedó herido
y se pudo levantar.
¡Que venga mi hermano Pancho!
¡Que estoy muerto de verdad!
¿Qué será de mis hermanas?
Se quedan en la orfandad.
Un monosabio lo agarra;
Balderas no podía andar,
lo llevaron para adentro
echando sangre, la mar…
Cuando Rojo de la Vega
vio que Balderas… caía
se fue junto con Ibarra
corriendo a la enfermería.
Primero fue un tropezón
pero ese toro maleado
le tiró una puñalada
en el merito costado.
Ibarra corrió a su lado
la herida quiso tapar;
pero la sangre brotaba
como un pozo al reventar.
Rojo de la Vega, Ibarra
con Herrera y otros más,
lo acostaron en la mesa
donde lo iban a operar.
Dijo Vega a la enfermera:
-Una aguja de inyección
¡Pronto, pronto señorita!
Esto me huele a panteón.
Pidió Ibarra adrenalina
en bastante cantidad,
para inyectarla en el pecho
era grande la gravedad.
Ya Balderitas no hablaba,
era tanta la emoción
que hasta le inyectaron sangre
buena pa´la transfusión.
Luego me salí, señores,
por montañas y praderas
pa´decir cómo murió
el diestro Alberto Balderas.
A poco entró un sacerdote
y le echó la “absolución”.
ya estaba pa l´otra vida…
se le paró el corazón…
Dijo Francisco Balderas:
Alberto ya falleció…
Ahora nos quedamos solos
mis hermanitos y yo.
Alcázar y sus muerteros
a poco se lo llevaron
dentro de caja de mimbre
en donde lo colocaron.
Por la noche en el velorio
llegaron muchos toreros,
los de la “porra” y amigos
así como revisteros.
De la raya nadie pasa,
tampoco Alberto pasó;
murió por buen compañero,
a “Carnicero” salvó.
Adiós Alberto Balderas,
ya te llevan a enterrar,
te acompañan tus amigos.
todos te van a llorar.
Mandó Francisco Balderas:
“Lo entierran junto a mi padre.
allí en el Panteón Moderno,
a las cinco de la tarde”.
Ya murió Alberto Balderas,
el Torero Mexicano.
aquí se acaba el corrido
que le escribí muy temprano.
Otra versión de esta cuarteta aparece de la siguiente manera:
Ya murió Alberto Balderas,
el torero mexicano,
aquí se acaba el corrido
pues lo escribió un mexicano.
Y no se olviden, amigos,
lo que acabo de cantar,
murió el torero Balderas
por un amigo salvar.
“Jacobo Dalevuelta”
1940
Ha muerto Balderas.
Veintinueve de diciembre,
tarde de luto y tragedia;
en la historia de los ruedos
queda grabada esta fecha.
La afición viste de luto,
la fiesta llora de pena,
la muerte se pasea muda
por tendidos y barreras.
El torero consentido,
el gran ALBERTO BALDERAS,
como mártir ha caído
sangrante sobre la arena…
Murió cuando el sol brillaba
aureolando su cabeza,
y las flores eran lluvia
Y alfombra de su faena…
Fue su última jornada
pletórica de belleza,
prodigio de arte y valor,
de pundonor y vergüenza…
¡Qué artista con el capote!
Con banderillas ¡qué esteta!
¡Qué genial con la muleta!
Los aplausos en su honor
aún se escuchaban con fuerza
cuando salió “Cobijero”
marrajo de Piedras Negras.
Recogido de pitones,
en ellos llevaba impresa
la guadaña de la Parca
alevosa y traicionera.
Carnicerito de espaldas
saluda a la Presidencia,
cuando el toro se le arranca
con intenciones arteras…
Y fue Balderas al quite;
su alma generosa y buena
no tembló ante el sacrificio
y ofrendó su vida entera…
¡Alma gigante y hermosa
que siempre estuvo serena!
¡Corazón de oro y acero
que solo tuvo nobleza;
Ya no veré en tu sonrisa
el gesto de tu franqueza,
ni tu imagen atrevida
llena de vida y guapeza.
Ya descansas para siempre
bajo la tumba severa
Y teje la gloria coronas
que ciñen tu sien morena…
¡Adiós torero genial
romántico de la fiesta!
¡Artista de corazón,
Bohemio de las arenas!
Abra sus puertas el cielo,
tu Alma de gloria sea llena
y que descanses tranquilo
gozando la paz eterna.
Mientras, la gloria del mundo
con tu sangre siempre fresca,
en la historia del Toreo
marca tu nombre ¡¡¡BALDERAS!!!
MERCEDES SEGURA.
30 de diciembre de 1940.
1940
«BALDERAS» (PASODOBLE)
(por Juan S. Garrido 1940)
Balderas,
tú eres torero
por tu arte y valentía
por tu gracia y gallardía
en el ruedo eres el As.
Balderas,
genial torero,
haces vibrar de emoción
cuando clavas el acero
entregando el corazón.
«CAMPANAS DE CATEDRAL»
PASODOBLE DEDICADO A ALBERTO BALDERAS.
(por Rafael Plaza Balboa 1940)
Campanas de Catedral,
redoblad con sentimiento
la tierra de los aztecas
acaba de perder a un diestro.
Querida afición
por su elegancia y hombría,
un toro muerte le dio
por mostrar su valentía.
Fue Balderas gran torero
de inagotable valor,
que en diciembre veintinueve
un toro muerte le dio.
México perdió un torero,
una estrella la afición
que dio su vida en el ruedo
sirviendo a otro de peón.
Alberto Balderas,
torerazo de verdad,
todo México te llora.
Descansa,
descansa en paz…
1941
CLASICISMO
(Posiblemente, letra de un pasodoble, dedicado a Alberto Balderas)
Sabor que el ambiente llena,
lidiador de cuerpo entero,
cuando tú pisas la arena
la plaza huele a torero.
Astro que al torear reflejas,
bajo los rayos de Febo,
el brillo de joyas viejas,
que guarda un estuche nuevo.
Sabor que el ambiente llena,
lidiador de cuerpo entero,
cuando tú pisas la arena
la plaza huele a torero.
¡Salve, artista prodigioso!
Cuando el público te aclama,
evocas a aquel grandioso
que es de León de los Aldamas.
Sabor que el ambiente llena,
lidiador de cuerpo entero,
cuando tu pisas la arena
la plaza huele a torero.
Astro que al torear reflejas,
bajo los rayos de Febo,
el brillo de joyas viejas,
que guarda un estuche nuevo.
Anónimo.
1941
A LA MUERTE DE BALDERAS.
I
Desfloran los Cielos
su lluvia de oros;
y vuelven con ellos
la tarde triunfal!
La tarde de arena,
la tarde de toros,
la tarde de aplausos,
la tarde de gloria,
la tarde rumbosa
de trajes de luces
que cantan victoria,
nimbada en el Orto
de un claro arrebol.
La tarde de triunfos,
la tarde de quites,
de picas,
de estoques,
de seda y de Sol.
El coso taurino
-racimo viviente-
de gente apiñada,
es disco de fuego,
-moneda acuñada-
que enciende reflejos
y viste de brillos
los ojos morunos,
los negros justillos,
las capas de raso,
las finas mantillas,
las bocas de rosa que son maravillas
sonriéndole al diestro,
que firme,
gallardo,
recibe de todo el enorme tendido
torrentes de aplausos
que son cataratas,
-raudales de perlas-,
que bajan,
y bajan
con furia no escasa,
al ruedo de arena
que forma la plaza.
BALDERAS
gentil y airoso,
clavado en el suelo con esa su gracia,
tan grande,
tan suya,
en pleno derroche de arrojo y bravura,
tendida la capa
se enfrenta a la bestia…
Y las manos magistrales
del torero temerario,
van plasmado entre dos astas
acuarelas vespertinas,
que semejan filigranas,
con verónicas muy finas,
con sus pases de muleta
que dibuja el gran artista,
sobre el oro de la tarde,
sobre el ocre de la arena…
Las almas se encienden
y rasgan las horas
los “olés” que arranca
la recia emoción…
Y en palcos,
en gradas,
en sol y barreras,
cortando los aires retumban las voces
de todas las gentes,
que rugen,
y rugen
lo mismo que fieras,
lanzando a lo alto
los gritos potentes de:
¡VIVA BALDERAS!
La Gloria del Triunfo,
al héroe taurino
cobija amorosa,
sembrando de flores su corto camino.
II
Y en el hueco de la sombra,
burladero imaginario,
asecha y asecha la muerte traidora…
¡La Muerte!
Esa muerte ladrona de vidas,
ladrona de glorias,
ladrona de triunfos,
ladrona de olivas.
¡La Muerte, metida en el ruedo,
pues quiere para ella,
los timbres de gloria
que dio el primer toro al gran triunfador…
y afila su negra
guadaña homicida,
que habrá de llevarse un brote de vida,
toda ella cuajada
de abriles en flor.
El floreo de los capotes, mariposas de colores,
prenden visos en los aires,
y las horas se desgranan, como pétalos de flores…
En el fondo del gran ruedo,
con bramidos de coraje,
el pujante “COBIJERO”,
buena estampa que a la empresa
le mandara Piedras Negras.
Hace polvo entre la arena,
ruge y rabia,
se revuelve traicionero
y arremete empitonando,
en mortífera cogida…
y es la Muerte y “Cobijero”
los que al filo de la tarde,
consumaron alevosa la tragedia del torero…
¡Y muere Balderas!
El héroe, a la vida, pagó su tributo…
La noche aproxima crespones de luto…
Y a trueque de aquella gigante ovación,
se hace un silencio preñado de llanto,
el llanto que sube
del alma de un pueblo
y envuelve a BALDERAS,
como una oración…
Morelia, Mich., dic. 30 de 1940.
Sara Malfavaund.
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1943
AÑORANZA. REPONSO A ALBERTO BALDERAS.
29 de diciembre
Del 940;
La afición troncha sus manos
En la crisis de la pena.
Llora el papelero; llora
Lupe, lloran Ellas;
Lloran los hombres valientes;
Y llora la ciudad entera,
¡Que “Cobijero” hundió el asta
En la vida de Balderas!
Se moría el torero honrado; por eso, porque quiso darlo todo al público que lloraba ahora su muerte. Allí, entre los médicos impotentes, estaba la carne sangrienta, hecha símbolo ya: de una época y de un sentido de deber…
PRIMERA JORNADA
El sol, en todo México:
En el tendido, ella;
Y en medio del aplauso
Está Alberto Balderas,
Con el alma de bronce,
Con el traje de seda
Solitario en el círculo
Que la muerte rodea.
Fue la última hora de emoción y de gloria. La muerte ya venía escondida en los burladeros, en las sombras grises y en los gestos raros…
SEGUNDA JORNADA
Y el cuerno entró en la carne
De la afición entera;
Lo sintieron agudo,
Taladrando la pena.
No fue un torero herido
Fue una multitud yerta,
Sollozando en la angustia
Del anillo de arena.
La sonrisa se helaba
En la boca desierta,
Y un muñeco gemía
Detrás de la barrera.
Una mujer gritaba escondida la cara en las manos. El picador cerraba los puños. Y Balderas, entre los brazos de los hombres, los resortes rotos, era un muñeco de trapo. Dentro en los toriles, un toro indiferente bramaba…
TERCERA JORNADA
Flores y manos calientes;
Flores en la tumba azteca;
Símbolos de amor al símbolo
Que deja sola a la Fiesta.
Con el corazón partido
Lloras los trajes de seda
Y los ojos de los charros
Que escapan por las laderas…
Y la tumba del torero se llenó de flores, y las regaron las lágrimas; las flores murieron pero sobre la tumba queda algo que no ha podido borrar el tiempo, algo invisible y eterno: el recuerdo.
Este es uno más de los recuerdos a Alberto Balderas; este de los TRES TERCIOS.
LUMO REVA.
1946
CORRIDO DE ALBERTO BALDERAS
Veintinueve de Diciembre;
una tarde dominguera
llena de sol. Fue en el año
mil novecientos cuarenta.
Cuando herido por las astas
de un toro de Piedras Negras,
la vida perdió un torero
de pundonor y vergüenza.
Entre vítores y aplausos
las cuadrillas se presentan;
al choque del sol, titilan
las doradas lentejuelas.
El gladiador sonriente
saluda con la montera,
y las voces se amalgaman
al gritar: ¡Viva Balderas!
Rasga el lienzo de la tarde
las notas de las trompetas,
y las miradas se clavan
en la fatídica puerta.
¡Alarido de entusiasmo…!
al empuje de la fiera
un caballo se desploma
y un capotillo flamea.
Banderillas de colores;
bulle la roja franela
y el bovino se desangra
de una estocada certera.
Como un trofeo al valor
dan al matador la oreja
y el público grita a una:
¡Torero! ¡Ese es Balderas!
Sobre la arena candente
“Cobijero” se presenta;
los matadores comparten
las palmas, con gran nobleza.
¡Ruge el monstruo! El entusiasmo
la invernal tarde caldea
y un hálito de terror
del ambiente se apodera.
Claveles rojos que caen,
sangran la amarilla arena;
amalgama de colores
de los trapos y las sedas.
Triste ¡ay! De un moribundo
a nuestros oídos llega,
y en la arena… expira un hombre.
¡El bravo Alberto Balderas!
En la estancia del dolor
recogen las enfermeras
los encajes destrozados
de la bordada pechera.
Ante la fatal verdad,
guarda silencio la ciencia,
y unas manos enguantadas
al tentar el cuerpo tiemblan.
Bajo la seda rasgada
la herida se abre siniestra
como una roja amapola
sobre la carne morena.
Se oyen sollozos de angustia
y el eco de la tragedia
en nuestros oídos dice:
¡Silencio! ¡Murió Balderas!
La Madre Guadalupana,
la virgencita morena,
dejó correr por su rostro
dos lágrimas como perlas.
Y fue tan grande el dolor
de las vírgenes toreras,
que hasta en España lloró
de pena la Macarena.
Cuando a la paz de su tumba
vamos a llevar la ofrenda
de una oración que perfuman
lirios, nardos y azucenas.
entre aquellas flores vemos
un clavel rojo que tiembla,
porque aún late entre nosotros
el corazón de Balderas.
Ángel Rabanal.
INAH_SINAFO_119642
NOTA: La presente selección, procede de mi trabajo Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI, que actualmente alcanza ya, las 2000 muestras.