ALBERTO BALDERAS A LOS 72 AÑOS DE SU MUERTE. (1940-2012)

DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.  

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    ÍDOLO TAURINO DE UN PAÍS EN PLENA RECUPERACIÓN, CUANDO LAS HERIDAS DE PASADOS REVOLUCIONARIOS EMPEZABAN A CICATRIZAR.

   A SUS 23 AÑOS CABALES (HABÍA NACIDO EN 1910), BALDERAS OSTENTA EL TÍTULO DE “TORERO DE MÉXICO”, ESPECIE DE PRESEA MORAL QUE LA AFICIÓN DE ESTE PAÍS LE OTORGABA LUEGO DE LAS INTENSAS DEMOSTRACIONES TORERAS QUE PARECÍAN NO TENER FIN, GRACIAS A TENER LA VIRTUD Y EL PRIVILEGIO DE PLANTEAR TARDE A TARDE EL SÓLIDO CIMIENTO DE SU FORMACIÓN, APOYADO POR UN REPERTORIO RICO Y VARIADO, PERO SOBRE TODO POR ESA PECULIAR ENTREGA CAPAZ DE CONVENCER A LOS MÁS EXIGENTES.

   ESE BRILLO LO APAGÓ COBIJERO DE PIEDRAS NEGRAS, EL 29 DE DICIEMBRE DE 1940, ASESTÁNDOLE TREMENDA Y MORTAL CORNADA EN UN MALDITO E INESPERADO IMPREVISTO…

ALBERTO BALDERAS

 ALBERTO BALDERAS. COL. DEL AUTOR.

 1940 

CORRIDO DE LA COGIDA Y MUERTE

DE ALBERTO BALDERAS EN LA

PLAZA DE “EL TOREO”

 

En diciembre veintinueve

año cuarenta de veras

en la Plaza del Toreo

fue muerto Alberto Balderas.

 

Con terno canario y plata

iba vestido el torero

guapo y erguido, valiente

de figura, un pinturero.

 

Ni siquiera imaginaba

que la muerte traicionera

oculta muy bien estaba

en palco contrabarrera.

 

“Estoy muy triste” le dijo,

a uno que le preguntó

cómo le iba en esa tarde

en que la vida dejó.

 

Salió del corral “Rayao”

buen toro que hará memoria

Balderitas en la brega

cubierto quedó de gloria.

 

Pobre de Alberto Balderas

mala suerte le tocó

en la última del año

que aquí en México toreó.

 

Quién había de decir,

tan valiente como estaba;

era domingo en la tarde.

ya la muerte lo acechaba.

 

Con “Rayao” se había lucido

y hasta una oreja cortó,

cuando salió “Cobijero”

ése que lo asesinó.

 

Negro, meano, grande y hondo

era tal bandido fiero,

que antes de morir luchando

lo empitonó traicionero.

 

Le paró pies Carnicero,

los de a caballo picaron

y los de las banderillas

al asesino adornaron.

 

Carnicero brinda el toro

cerca de la Presidencia.

más “Cobijero” lo vió

con mucha mala tendencia.

 

Se le arranca por detrás

y Balderas, buen amigo:

“No lo agarres a la mala.

métete mejor conmigo”.

 

Y se le fue derecho al toro

con la capa a medio abrir,

mas “Cobijero” no quiso

al nuevo engaño acudir.

 

¡Ay, Virgen de Guadalupe!

¡Madre nuestra del Consuelo!

En menos que se los cuento

Alberto estaba en el suelo.

 

Fue tan adentro el pitón

que el hígado le rompió

así como las arterias

por cerca del esternón.

 

Señores, de que me acuerdo

me dan ganas de llorar

Balderitas quedó herido

y se pudo levantar.

 

¡Que venga mi hermano Pancho!

¡Que estoy muerto de verdad!

¿Qué será de mis hermanas?

Se quedan en la orfandad.

 

Un monosabio lo agarra;

Balderas no podía andar,

lo llevaron para adentro

echando sangre, la mar…

 

Cuando Rojo de la Vega

vio que Balderas… caía

se fue junto con Ibarra

corriendo a la enfermería.

 

Primero fue un tropezón

pero ese toro maleado

le tiró una puñalada

en el merito costado.

 

Ibarra corrió a su lado

la herida quiso tapar;

pero la sangre brotaba

como un pozo al reventar.

 

Rojo de la Vega, Ibarra

con Herrera y otros más,

lo acostaron en la mesa

donde lo iban a operar.

 

Dijo Vega a la enfermera:

-Una aguja de inyección

¡Pronto, pronto señorita!

Esto me huele a panteón.

 

Pidió Ibarra adrenalina

en bastante cantidad,

para inyectarla en el pecho

era grande la gravedad.

 

Ya Balderitas no hablaba,

era tanta la emoción

que hasta le inyectaron sangre

buena pa´la transfusión.

 

Luego me salí, señores,

por montañas y praderas

pa´decir cómo murió

el diestro Alberto Balderas.

 

A poco entró un sacerdote

y le echó la “absolución”.

ya estaba pa l´otra vida…

se le paró el corazón…

 

Dijo Francisco Balderas:

Alberto ya falleció…

Ahora nos quedamos solos

mis hermanitos y yo.

 

Alcázar y sus muerteros

a poco se lo llevaron

dentro de caja de mimbre

en donde lo colocaron.

 

Por la noche en el velorio

llegaron muchos toreros,

los de la “porra” y amigos

así como revisteros.

 

De la raya nadie pasa,

tampoco Alberto pasó;

murió por buen compañero,

a “Carnicero” salvó.

 

Adiós Alberto Balderas,

ya te llevan a enterrar,

te acompañan tus amigos.

todos te van a llorar.

 

Mandó Francisco Balderas:

“Lo entierran junto a mi padre.

allí en el Panteón Moderno,

a las cinco de la tarde”.

 

Ya murió Alberto Balderas,

el Torero Mexicano.

aquí se acaba el corrido

que le escribí muy temprano.

Otra versión de esta cuarteta aparece de la siguiente manera:

Ya murió Alberto Balderas,

el torero mexicano,

aquí se acaba el corrido

pues lo escribió un mexicano.

Y no se olviden, amigos,

lo que acabo de cantar,

murió el torero Balderas

por un amigo salvar. 

                                                           “Jacobo Dalevuelta”

 1940

 Ha muerto Balderas.

 

Veintinueve de diciembre,

tarde de luto y tragedia;

en la historia de los ruedos

queda grabada esta fecha.

La afición viste de luto,

la fiesta llora de pena,

la muerte se pasea muda

por tendidos y barreras.

El torero consentido,

el gran ALBERTO BALDERAS,

como mártir ha caído

sangrante sobre la arena…

 

Murió cuando el sol brillaba

aureolando su cabeza,

y las flores eran lluvia

Y alfombra de su faena…

Fue su última jornada

pletórica de belleza,

prodigio de arte y valor,

de pundonor y vergüenza…

¡Qué artista con el capote!

Con banderillas ¡qué esteta!

¡Qué genial con la muleta!

 

Los aplausos en su honor

aún se escuchaban con fuerza

cuando salió “Cobijero”

marrajo de Piedras Negras.

Recogido de pitones,

en ellos llevaba impresa

la guadaña de la Parca

alevosa y traicionera.

Carnicerito de espaldas

saluda a la Presidencia,

cuando el toro se le arranca

con intenciones arteras…

Y fue Balderas al quite;

su alma generosa y buena

no tembló ante el sacrificio

y ofrendó su vida entera…

 

¡Alma gigante y hermosa

que siempre estuvo serena!

¡Corazón de oro y acero

que solo tuvo nobleza;

Ya no veré en tu sonrisa

el gesto de tu franqueza,

ni tu imagen atrevida

llena de vida y guapeza.

Ya descansas para siempre

bajo la tumba severa

Y teje la gloria coronas

que ciñen tu sien morena…

 

¡Adiós torero genial

romántico de la fiesta!

¡Artista de corazón,

Bohemio de las arenas!

Abra sus puertas el cielo,

tu Alma de gloria sea llena

y que descanses tranquilo

gozando la paz eterna.

 

Mientras, la gloria del mundo

con tu sangre siempre fresca,

en la historia del Toreo

marca tu nombre ¡¡¡BALDERAS!!!

 

MERCEDES SEGURA.

30 de diciembre de 1940.

 1940 

«BALDERAS» (PASODOBLE)

(por Juan S. Garrido 1940)

 

Balderas,

tú eres torero

por tu arte y valentía

por tu gracia y gallardía

en el ruedo eres el As.

 

Balderas,

genial torero,

haces vibrar de emoción

cuando clavas el acero

entregando el corazón.

 «CAMPANAS DE CATEDRAL»

PASODOBLE DEDICADO A ALBERTO BALDERAS.

(por Rafael Plaza Balboa 1940)

 Campanas de Catedral,

redoblad con sentimiento

la  tierra de los aztecas

acaba de perder a un diestro.

 

Querida afición

por su elegancia y hombría,

un toro muerte le dio

por mostrar su valentía.

 

Fue Balderas gran torero

de inagotable valor,

que en diciembre veintinueve

un toro muerte le dio.

 

México perdió un torero,

una estrella la afición

que dio su vida en el ruedo

sirviendo a otro de peón.

 

Alberto Balderas,

torerazo de verdad,

todo México te llora.

 

Descansa,

descansa en paz…

 1941

 CLASICISMO

(Posiblemente, letra de un pasodoble, dedicado a Alberto Balderas)

 

Sabor que el ambiente llena,

lidiador de cuerpo entero,

cuando tú pisas la arena

la plaza huele a torero.

 

Astro que al torear reflejas,

bajo los rayos de Febo,

el brillo de joyas viejas,

que guarda un estuche nuevo.

 

Sabor que el ambiente llena,

lidiador de cuerpo entero,

cuando tú pisas la arena

la plaza huele a torero.

 

¡Salve, artista prodigioso!

Cuando el público te aclama,

evocas a aquel grandioso

que es de León de los Aldamas.

 

Sabor que el ambiente llena,

lidiador de cuerpo entero,

cuando tu pisas la arena

la plaza huele a torero.

 

Astro que al torear reflejas,

bajo los rayos de Febo,

el brillo de joyas viejas,

que guarda un estuche nuevo.

                                                            Anónimo.

  1941 

A LA MUERTE DE BALDERAS. 

I 

Desfloran los Cielos

su lluvia de oros;

y vuelven con ellos

la tarde triunfal!

 

La tarde de arena,

la tarde de toros,

la tarde de aplausos,

la tarde de gloria,

la tarde rumbosa

de trajes de luces

que cantan victoria,

nimbada en el Orto

de un claro arrebol.

 

La tarde de triunfos,

la tarde de quites,

de picas,

de estoques,

de seda y de Sol.

 

El coso taurino

-racimo viviente-

de gente apiñada,

es disco de fuego,

-moneda acuñada-

que enciende reflejos

y viste de brillos

los ojos morunos,

los negros justillos,

las capas de raso,

las finas mantillas,

las bocas de rosa que son maravillas

sonriéndole al diestro,

que firme,

gallardo,

recibe de todo el enorme tendido

torrentes de aplausos

que son cataratas,

-raudales de perlas-,

que bajan,

y bajan

con furia no escasa,

al ruedo de arena

que forma la plaza.

BALDERAS

gentil y airoso,

clavado en el suelo con esa su gracia,

tan grande,

tan suya,

en pleno derroche de arrojo y bravura,

tendida la capa

se enfrenta a la bestia…

 

Y las manos magistrales

del torero temerario,

van plasmado entre dos astas

acuarelas vespertinas,

que semejan filigranas,

con verónicas muy finas,

con sus pases de muleta

que dibuja el gran artista,

sobre el oro de la tarde,

sobre el ocre de la arena…

 

Las almas se encienden

y rasgan las horas

los “olés” que arranca

la recia emoción…

Y en palcos,

en gradas,

en sol y barreras,

cortando los aires retumban las voces

de todas las gentes,

que rugen,

y rugen

lo mismo que fieras,

lanzando a lo alto

los gritos potentes de:

¡VIVA BALDERAS!

 

La Gloria del Triunfo,

al héroe taurino

cobija amorosa,

sembrando de flores su corto camino. 

II 

Y en el hueco de la sombra,

burladero imaginario,

asecha y asecha la muerte traidora…

 

¡La Muerte!

Esa muerte ladrona de vidas,

ladrona de glorias,

ladrona de triunfos,

ladrona de olivas.

¡La Muerte, metida en el ruedo,

pues quiere para ella,

los timbres de gloria

que dio el primer toro al gran triunfador…

y afila su negra

guadaña homicida,

que habrá de llevarse un brote de vida,

toda ella cuajada

de abriles en flor.

 

El floreo de los capotes, mariposas de colores,

prenden visos en los aires,

y las horas se desgranan, como pétalos de flores…

 

En el fondo del gran ruedo,

con bramidos de coraje,

el pujante “COBIJERO”,

buena estampa que a la empresa

le mandara Piedras Negras.

Hace polvo entre la arena,

ruge y rabia,

se revuelve traicionero

y arremete empitonando,

en mortífera cogida…

y es la Muerte y “Cobijero”

los que al filo de la tarde,

consumaron alevosa la tragedia del torero…

 

¡Y muere Balderas!

El héroe, a la vida, pagó su tributo…

La noche aproxima crespones de luto…

Y a trueque de aquella gigante ovación,

se hace un silencio preñado de llanto,

el llanto que sube

del alma de un pueblo

y envuelve a BALDERAS,

como una oración… 

Morelia, Mich., dic. 30 de 1940. 

Sara Malfavaund.

  SINAFO_119560

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 1943

 AÑORANZA. REPONSO A ALBERTO BALDERAS. 

29 de diciembre

Del 940;

La afición troncha sus manos

En la crisis de la pena.

Llora el papelero; llora

Lupe, lloran Ellas;

Lloran los hombres valientes;

Y llora la ciudad entera,

¡Que “Cobijero” hundió el asta

En la vida de Balderas!

 Se moría el torero honrado; por eso, porque quiso darlo todo al público que lloraba ahora su muerte. Allí, entre los médicos impotentes, estaba la carne sangrienta, hecha símbolo ya: de una época y de un sentido de deber…

 PRIMERA JORNADA

 

El sol, en todo México:

En el tendido, ella;

Y en medio del aplauso

Está Alberto Balderas,

Con el alma de bronce,

Con el traje de seda

Solitario en el círculo

Que la muerte rodea.

 Fue la última hora de emoción y de gloria. La muerte ya venía escondida en los burladeros, en las sombras grises y en los gestos raros…

 SEGUNDA JORNADA

 

Y el cuerno entró en la carne

De la afición entera;

Lo sintieron agudo,

Taladrando la pena.

No fue un torero herido

Fue una multitud yerta,

Sollozando en la angustia

Del anillo de arena.

La sonrisa se helaba

En la boca desierta,

Y un muñeco gemía

Detrás de la barrera.

 Una mujer gritaba escondida la cara en las manos. El picador cerraba los puños. Y Balderas, entre los brazos de los hombres, los resortes rotos, era un muñeco de trapo. Dentro en los toriles, un toro indiferente bramaba…

 TERCERA JORNADA

 

Flores y manos calientes;

Flores en la tumba azteca;

Símbolos de amor al símbolo

Que deja sola a la Fiesta.

Con el corazón partido

Lloras los trajes de seda

Y los ojos de los charros

Que escapan por las laderas… 

Y la tumba del torero se llenó de flores, y las regaron las lágrimas; las flores murieron pero sobre la tumba queda algo que no ha podido borrar el tiempo, algo invisible y eterno: el recuerdo.

   Este es uno más de los recuerdos a Alberto Balderas; este de los TRES TERCIOS. 

LUMO REVA.

 1946 

CORRIDO DE ALBERTO BALDERAS

 

Veintinueve de Diciembre;

una tarde dominguera

llena de sol. Fue en el año

mil novecientos cuarenta.

 

Cuando herido por las astas

de un toro de Piedras Negras,

la vida perdió un torero

de pundonor y vergüenza.

 

Entre vítores y aplausos

las cuadrillas se presentan;

al choque del sol, titilan

las doradas lentejuelas.

 

El gladiador sonriente

saluda con la montera,

y las voces se amalgaman

al gritar: ¡Viva Balderas!

 

Rasga el lienzo de la tarde

las notas de las trompetas,

y las miradas se clavan

en la fatídica puerta.

 

¡Alarido de entusiasmo…!

al empuje de la fiera

un caballo se desploma

y un capotillo flamea.

 

Banderillas de colores;

bulle la roja franela

y el bovino se desangra

de una estocada certera.

 

Como un trofeo al valor

dan al matador la oreja

y el público grita a una:

¡Torero! ¡Ese es Balderas!

 

Sobre la arena candente

“Cobijero” se presenta;

los matadores comparten

las palmas, con gran nobleza.

 

¡Ruge el monstruo! El entusiasmo

la invernal tarde caldea

y un hálito de terror

del ambiente se apodera.

 

Claveles rojos que caen,

sangran la amarilla arena;

amalgama de colores

de los trapos y las sedas.

 

Triste ¡ay! De un moribundo

a nuestros oídos llega,

y en la arena… expira un hombre.

¡El bravo Alberto Balderas!

 

En la estancia del dolor

recogen las enfermeras

los encajes destrozados

de la bordada pechera.

 

Ante la fatal verdad,

guarda silencio la ciencia,

y unas manos enguantadas

al tentar el cuerpo tiemblan.

 

Bajo la seda rasgada

la herida se abre siniestra

como una roja amapola

sobre la carne morena.

 

Se oyen sollozos de angustia

y el eco de la tragedia

en nuestros oídos dice:

¡Silencio! ¡Murió Balderas!

 

La Madre Guadalupana,

la virgencita morena,

dejó correr por su rostro

dos lágrimas como perlas.

 

Y fue tan grande el dolor

de las vírgenes toreras,

que hasta en España lloró

de pena la Macarena.

 

Cuando a la paz de su tumba

vamos a llevar la ofrenda

de una oración que perfuman

lirios, nardos y azucenas.

 

entre aquellas flores vemos

un clavel rojo que tiembla,

porque aún late entre nosotros

el corazón de Balderas.

 Ángel Rabanal.

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 NOTA: La presente selección, procede de mi trabajo Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI, que actualmente alcanza ya, las 2000 muestras.

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