Archivo mensual: enero 2013

JOSÉ GUADALUPE POSADA EN LOS TOROS. (XII).

EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Recupero el hilo de la revisión a la “oca taurina” o “Corrida de Toros” que ilustró nuestro personaje, composición que es motivo del presente análisis.

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 24.-He aquí una primera muestra del diestro que, armado de muleta y estoque va hacia el toro a punto de ejecutar un pase natural. El burel por la dinámica del grabado, ya está embistiendo, y el de a pie apenas deja una muestra del esbozo de ese pase, donde no se observa sino un proceso primitivo donde no se puede decir que esté ejecutado más que partiendo de la idea sobre lo indicado en  tauromaquias como la de José Delgado y Francisco Montes, aunque sin un fin estético. Sólo técnico, como para ver pasar al cornúpeta y decidir, en cualquier momento la estocada. Tal planteamiento era común en aquellas épocas en las que Posada debe haber realizado esta imagen. Los constantes movimientos que se mostraban en la génesis de la faena se dieron en la realidad. Todo parece indicar que hasta la llegada de Antonio Fuentes, se asentó y cambió de ruta el sentido de la tauromaquia.

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25.-He aquí un percance, como los que suelen ocurrir con frecuencia en el ruedo, producto de un error en el torero, ya sea por exceso de confianza o porque el toro sorprenda en algún cambio en la lidia. 

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26.-El coleo, práctica muy común y más si antes de este procedimiento ha ocurrido un percance, ya sea en un tumbo aparatoso, o en otro detalle no previsto con los de a pie. 

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27.-En la oca, esta imagen se denomina “El callejón”, salto que el de a pie tiene que dar a tal sitio con motivo de una persecución, o lo que puede ser lo que, con los años Rafael “El Gallo” hizo muy común: las “espantás” o “espantadas”, cuando de repente, y sin mayor aviso, ponía pies en polvorosa tornándose aquel cuadro en un pasaje irónico o hasta desagradable. Quien lo realice tiene que darle un toque de sobreactuación. 

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28 a 31.-El muletazo o pase de pecho, la suerte final, los remos o muerte del toro y la puntilla, son los títulos de cada una de las casillas, muestran el toque técnico que trasciende en la ejecución de aquel pase, remate de las series de muleta ya fuese con la diestra o la siniestra. La estocada o suerte final era, por aquellas épocas considerada la “suerte suprema” o donde todos los ojos centraban su atención, lo que indica el notable grado de importancia en que recaía tal momento. En la casilla 30, el toro, con la estocada presenta la culminación de todas las suertes. En la antepenúltima de ellas, el “cachetero” o puntillero, cumple con su misión luego de que ha doblado el toro. 

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32.-Le llaman en algunas ediciones “Oreja y rabo” o “arrastre del toro” y, como puede observarse las mulillas van camino al matadero llevando los restos del toro con el amarre en las patas, no como sucede en nuestros días, cuando lo llevan de frente, encima de una especie de carrito, procurando cuidar la cornamenta, en caso de que exista una sospecha, y se practique, como es toda una rutina, el examen post morten, ese dictamen que nuestras autoridades siempre nos presentan para evitar las sospechas de que los toros, se declare, son toros de verdad y no novillos. Lamentablemente ese pasaje no es más que una alucinación. No se lo crean.

   Termino dándole las gracias al maestro Posada por el hecho de que nos permite acercarnos a una auténtica puesta en escena de la tauromaquia de entresiglos, la que se representaba a finales del XIX y comienzos del XX en un México que ya había asimilado todas las experiencias del toreo que se impuso desde que se puso en práctica esa etapa que sigo considerando como “reconquista vestida de luces”.

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EVOCANDO AL DR. CARLOS CUESTA BAQUERO.

DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 CARLOS CUESTA BAQUERO, o ROQUE SOLARES TACUBAC.

    Hoy, en una efeméride que queda bajo  la duda de saber si el deceso del personaje ocurre el 30 de enero o el 1º de febrero de 1951, pero el hecho es que al recordarlo, es porque se trata de una auténtica figura. En este caso, del naciente periodismo taurino en México. Me refiero al Dr. Carlos Cuesta Baquero.

   Carlos Cuesta Baquero (nació durante el sitio de Querétaro, en 1867. Aunque existe otra fecha, imprecisa, que corresponde al 20.12.1865 – m. 31.01.1951), o también ROQUE SOLARES TACUBAC, encontramos al primer escritor preocupado en establecer un orden de explicaciones a las historias que ya se acumulan en su época, de suyo importantes para detenerse a plantear las cosas que pasan. Preocupado, he dicho por poseer un marco de investigación y una metodología propicias para el tema, comienza esa tarea colaborando primero, en San Luis Potosí y luego en la capital del país, donde vino a prepararse profesionalmente. Contemporáneo suyo, Domingo Ibarra, es otro de los autores que ya repasaremos más adelante.

   Hijo del comerciante Pedro de la Cuesta, y de la señora Elena Terrón de Cuesta, llegó a la ciudad de México hacia 1885, para cumplir con los estudios de medicina. Puso en práctica la noble iniciativa de establecer enfermerías en toda forma para que funcionaran en la propia plaza de toros, evitando así mayores complicaciones durante los primeros auxilios proporcionados a los diestros heridos.

   Dueño de una vena literaria calificada por algunos de rebuscada, se desarrolló en una época en que muchos autores proyectaban su riqueza intelectual de esa manera. Arribó a la crónica taurina cuando sucede el tránsito del toreo, de una etapa que podría llamar «nacional» a la «universal»; esto durante el curso del año 1887, publicando sus primeras colaboraciones en El Estandarte de San Luis Potosí (1885), y luego en la ciudad de México, en periódicos como El Loro, La Muleta, El Toreo Ilustrado, así como en la publicación que impulsó el grupo taurino Espada Pedro Romero. Es testigo de la fuerza de Ponciano Díaz, confrontada con la de Luis Mazzantini, propuesta novedosa y necesaria para el toreo en México a fines del XIX, apoyada por doctrinales que despiertan la sed de conocimiento de nuestro personaje y de otros con quienes formó la «falange de románticos», grupo que integran: Pedro Pablo Rangel, Rafael Medina y Eduardo Noriega «Trespicos» entre otros. Al comenzar el siglo XX sigue colaborando ininterrumpidamente en varias publicaciones e incluso, para 1904, y en compañía de Daniel Carrasco Zanini se suma al equipo de trabajo del semanario MEXICO TAURINO. De ahí, sus constantes seudónimos o el mejor conocido anagrama de su nombre, aparecerán en EL UNIVERSAL TAURINO, REVISTA DE REVISTAS, EL ECO TAURINO, LA LIDIA y LA FIESTA. Es decir, lo mejor de lo mejor.

   En el curso de su vida como escritor sostuvo varias polémicas; por ejemplo con el director de «El Correo de San Luis», Jesús Ortiz. La recordada en EL UNIVERSAL TAURINO en 1924 por dirigir una campaña de ataques a Rodolfo Gaona y luego la que, por los 40 mantuvo con PACO PUYAZO.

   En 1924 sus crónicas en torno a las actuaciones del «indio grande» adquieren tonos bastante graves y otra parte de la prensa, apostada en trincheras como GAONERAS y EL UNIVERSAL atacaron ferozmente sus notas, mismas que tuvieron respaldo de PUNTILLERO y VARETAZO, por entonces plumas principales en el semanario que, hasta el mes de mayo de ese 1924 alcanzó a coordinar el Dr. Cuesta en compañía de Regino Hernández Llergo. Los detalles de las polémicas rebasan -por ahora- la idea de este ensayo. Creo que sus planteamientos dan tema para un nuevo material que ojalá alcance a revisar aquí. Sin embargo, este conjunto de polémicas representa un hito en el cambio de mentalidad habida entre dos épocas: una, la que él propone con sus argumentos y la otra, a la cual enfrenta y combate por ser diferente en idea y en expresión, y que defienden personajes que pertenecen a esa o esas generaciones. En dichos enfrentamientos intelectuales trasciende su inteligencia, su caballerosidad y el sentido común que antepone al hecho de no permitirse abusos que podía lograr gracias a su buen estilo literario, pero, como dice aquella frase «la inteligencia y la profundidad no siempre van juntas» por lo que se dio a defender propuestas, atacando con su pluma a ciertos periodistas no afines a su idea y a su estilo, a algo que hubiera sido peor: llegar al extremo de la ofensa pública aprovechándose de su pluma que en otros sentidos, era sumamente crítica, pero directa e inteligente.

   ROQUE SOLARES TACUBAC publicó cientos, quizás miles de artículos donde dejó sentir su preocupación por lo técnico del toreo, a través de la historia. Como personaje connotado influyó notablemente en el gusto de varias generaciones, con la salvedad de que para las épocas en que colabora en LA LIDIA y LA FIESTA (1942-1951) su propuesta doctrinaria sigue siendo vigente, pero anacrónica ante el paso de la modernidad que dejó atrás -luego de varios años- lo que seguía sosteniendo como válido en el toreo: el tecnicismo. Quizás no se adecuó a ese tiempo y  mantuvo algo totalmente propio del pasado, por lo cual se enfrentó -sin quererlo- con nuevos escritores, como PACO PUYAZO que, formado en el frente de la afición de hace medio siglo, se acostumbraron al toreo de la «edad de oro», gozando de las proezas de «Armillita», Garza, «el Soldado» o Silverio Pérez.

 CARLOS CUESTA Y SÁNCHEZ MEJÍAS

Aquí lo tienen ustedes, sentado junto al gran torero Ignacio Sánchez Mejías. Fotografía publicada en la revista La Lidia.

    Sin embargo, y es aquí donde quiero centrar la atención, todos sus artículos o colaboraciones están plagados de datos, fechas y sucesos taurinos de la historia, lo cual marca una preocupación especial por fundamentar sólidamente cada página que escribe, siguiendo siempre la línea de calidad, porque sus escritos son modelo del bien escribir, del bien fundamentar una idea hasta consumarla en apego a sus principios taurómacos, que son de una solidez indiscutible, guiada por tratadistas de la talla de Sánchez de Neira, Peña y Goñi, Leopoldo Vázquez y otros. De hecho, y sin saberlo, publica sus propios postulados, los de una tauromaquia a lo largo de 65 años ininterrumpidos de labor periodística, tauromaquia que valdría la pena eslabonar haciendo elección de todos aquellos artículos que, por sus características, cumplen con el marco establecido que tiene esta summa de principios del toreo.

   No puede pasar por alto la obra monumental que publicara don Carlos Cuesta en 1905 primero y 1920 después. Me refiero a la Historia de la Tauromaquia en el Distrito Federal desde 1885 hasta 1905. México, Tipografía José del Rivero, sucesor y Andrés Botas editor, respectivamente. Tomos I y II. Se trata de un amplísimo recorrido por las historias del toreo que surgieron no solamente en los 20 años allí revisados. Se remite a sucedidos en plazas como san Pablo y Paseo Nuevo, aportando noticias ricas en información. El segundo tomo sufre la desgracia de ser retirado de la imprenta a la mitad debido -nos cuenta el Ing. Eleuterio Martínez, bibliófilo taurino- a que encontrándose en rama la impresión, por un imperdonable descuido del encargado de la imprenta del papel de desperdicio se entregó toda la tirada al trapero que recogía este papel, salvándose únicamente los pliegos correspondientes a cinco ejemplares, hasta la página 232, que el doctor Cuesta conservaba en su domicilio, debido a haberlos tomado en una de sus visitas al taller tipográfico cuando la impresión se encontraba a la mitad. Disgustado don Carlos canceló el trabajo pasando los originales, a su muerte, a poder de sus hijos. Es deber, como investigadores del toreo, tanto el Lic. Julio Téllez y un servidor, informar sobre la fortuna que tuvimos -junto con la hija del doctor y su nieta, María Elena Salas Cuesta- de localizar los originales mecanuscritos continuación de una obra que, concluida en términos normales abarcaba -en el segundo tomo- hasta el año de 1893. Es decir, el propósito del doctor Cuesta fue, seguramente, publicar lo menos, otros tres tomos más, ya que los volúmenes I y II cubren cuatro años cada uno. Por gentileza del Lic. Téllez he tenido oportunidad de consultar los que pueden ser considerados únicos ejemplares (la propia nieta posee el vol. I) con los cuales se hacen todas las gestiones posibles para publicarlos en una edición decorosa, a la altura y reconocimiento de Carlos Cuesta Baquero.

   La obra del Dr. Cuesta es pues, interminable.

   Este primer perfil nos da idea de la importancia del personaje. Poco a poco, al conocer las diversas publicaciones donde colaboró se descubre una veta que nos habla de la preparación y formación cultural, amén del ya de por sí característico apasionamiento.

   Hace algunos años, me encontré ante un nuevo material que puso a mi disposición su nieta, la licenciada María Elena Salas Cuesta. En principio era un auténtico rompecabezas de unas dos mil cuartillas. Hoy, luego de su acomodo arroja 42 diferentes obras, algunas de ellas auténticos libros por la dimensión del trabajo y las ideas. Otra buena parte de los mencionados documentos -armados ya- se presentan parcialmente faltándoles una o varias cuartillas, para lo cual se destacará lo más sobresaliente, mencionando el posible tema que quiso abordar el autor.

   Y bien, el reto era identificar, clasificar, incluso, adivinar (en algunos materiales inconclusos), todos los artículos de pequeña o gran dimensión, distinguiendo de este conjunto, 4 ó 5 libros que deja preparados el doctor Cuesta. Todos estos escritos presentan un carácter particular en cuanto a los temas y la forma en que los desarrolla, empleando un estilo literario característico, a la usanza de una época que, con toda seguridad influyó mucho en él. Se trata del romanticismo, del modernismo y otras corrientes literarias juntas, mismas que dejan notar una vena cultivada, influjo de muchos y muy buenos escritores mexicanos que plasmaron su huella entre fines del siglo XIX y comienzos del que agoniza.

   Lamentablemente mucha de la obra inédita de nuestro autor desapareció en circunstancias lastimosas que no referiré. Por fortuna mucho de lo publicado aún está al alcance en aisladas colecciones ya localizadas. Existen varias vertientes que deben abordarse, a saber:

-Localización de colaboraciones en diversas tribunas que van de El Estandarte, El correo de los toros, hasta La Lidia, pasando por El México Taurino, Universal Taurino, El Redondel, El eco taurino, Revista de Revistas y otros no contemplados.

   De un trabajo que, sobre la historia del periodismo taurino en México, desde el siglo XIX y hasta nuestros días vengo realizando de un tiempo a esta parte, puedo agregar, que: -De todo esto, catalogar lo más posible, indicando, además de fuente y fecha, el contenido para encontrar semejanza o complemento entre esos materiales y lo que hasta este momento he revisado.

   El objetivo será, finalmente desentrañar información inédita de amplia valía, si tomamos en cuenta que mucho de lo disponible, ha permanecido guardado entre 50 y 70 años aproximadamente. Muchas de las evocaciones, las traslada el autor hasta los tiempos coloniales, deteniéndose en minuciosa disección durante el XIX, y más aún, durante la segunda mitad de la mencionada centuria.

   Vaya pues, en recuerdo del “maestro” esta semblanza.

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   La nota que hoy publica especialmente el periódico Excelsior, y de la que tomo su versión digital, es en buena medida un signo de amenaza que puede desatar diversas reacciones, hasta en tanto no se tenga una interpretación acorde con sus verdaderos fines. En toda la lectura se tiene claro que la fiesta de los toros es blanco preciso de sus pretensiones. Quienes nos consideramos taurinos estaremos al pendiente, en vela, ante lo que se defina al respecto. Por ahora, comparto lo que se publica sin quitar ni poner un punto o una coma. Vamos, que conocerán la esencia de la nueva amenaza que recae sobre la fiesta de los toros, por lo menos en la capital del país.

EXCELSIOR_V. DIGITAL_31.01.2013 CIUDAD DE MÉXICO, 31 de enero.-Desde hoy aquellas personas que maltraten a algún animal doméstico o silvestre serán castigadas en el Distrito Federal con penas de hasta cuatro años de cárcel y con multas de hasta 400 salarios mínimos.

   Las nuevas sanciones penales entraron en vigor a un día del decreto que publicó la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (ALDF) en la Gaceta Oficial del Distrito Federal.

   Al no excluir textualmente en la nueva normatividad a los animales criados con el fin de entretener, la generalidad de estas disposiciones legales abre el camino para que cualquier persona interponga denuncias contra el maltrato a los toros de lidia, animales de rastro, de circo e, incluso, de zoológicos.

   “Los toros de lidia sí pueden ser clasificados como animales domésticos, pues son criados con un fin en específico. Se conoce como fin zootécnico; por ejemplo, los cerdos o las vacas son criados con un fin alimenticio, otros animales son criados para su reproducción, y los toros de lidia son para la fiesta brava”, explicó Tania Paredes Guerra, veterinaria y zootecnista.

   Consultado sobre las posibles denuncias ciudadanas contra las corridas de toros, el coordinador del Partido Verde en la ALDF, Jesús Sesma, quien impulsó las sanciones penales contra la crueldad hacia los animales en la capital del país, respondió: “Cualquier persona puede presentar una denuncia contra el maltrato de cualquier animal (…) Ya será un terreno que le tocará decir (a los jueces) si es o no es (sancionado)”.

 Fiesta brava recibe puyazo

    Desde hoy podrán ir a prisión las personas que maltraten o maten a un animal en la Ciudad de México.

   A partir de hoy, en el Distrito Federal entra en vigor la sanción penal para aquellas personas que maltraten a un animal.

   La nueva norma no excluye a los animales criados con la finalidad de entretener, por lo que las denuncias en contra del maltrato a toros de lidia, animales de rastro, circo e incluso de zoológicos, serán posibles.

   De acuerdo con el documento publicado ayer en la Gaceta Oficial del DF, las penas por el maltrato animal van desde seis meses hasta cuatro años de prisión, mientras que las multas serán de los 50 días de salario mínimo a los 400.

   Durante la aprobación de esta tipificación en la Asamblea Legislativa del DF (ALDF), los diputados locales acordaron “excluir” el tema de los toros de lidia (criados exclusivamente para la fiesta brava) debido a las opiniones encontradas, sin embargo el decreto no incluye ningún apartado o transitorio que textualmente excluya a los toros, como sí se tenía en un dictamen previo.

   El documento publicado sólo indica que las sanciones aplicarán para animales que pertenezcan a una especie doméstica o silvestre, y es ahí donde se abre la polémica.

   La definición de fauna doméstica indica que son todas aquellas especies “sometidas al dominio del hombre, que se habitúan a vivir bajo este dominio sin necesidad de estar encerradas o sujetas y que en este estado se reproducen indefinidamente, teniendo este dominio como objetivo la explotación de la capacidad de diversos animales de producir trabajo, carne, lana, pieles, plumas, huevos, compañía y otros productos y servicios”.

   “Los toros de lidia sí pueden ser clasificados como animales domésticos, pues son criados por el hombre con un fin en específico. Técnicamente se conoce como fin zootécnico, por ejemplo, los cerdos o las vacas son criados con un fin alimenticio, otros animales son criados para su reproducción, y los toros de lidia son criados para la fiesta brava”, explicó Tania Paredes Guerra, veterinaria y zootecnista.

Incluso, la especialista indicó que las nuevas sanciones también podrían aplicarse a los animales de zoológico, ya que están clasificados como animales silvestres en cautiverio.

   El diputado local, Jesús Sesma, quien impulsó esta tipificación para sancionar el maltrato animal en el DF, dijo que las personas deben presentar una denuncia, la cual puede ser anónima, personal o por escrito, ya sea ante el Ministerio Público, las delegaciones o incluso la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT).

   “Cualquier persona puede presentar una denuncia contra el maltrato de cualquier animal y que se entiende como animales domésticos o silvestres ya será un terreno que le tocará decir si es o no es”, agregó.

   Desde hoy el Código Penal establece que “al que intencionalmente realice actos de maltrato o crueldad en contra de cualquier especie animal no humana, causándole lesiones evidentes, sin que pongan en peligro la vida del animal, se le impondrán de seis meses a dos años de prisión y de 50 a 100 días de multa”.

   Si las lesiones ponen en peligro la vida del animal no humano se incrementarán en una mitad las penas señaladas, se detalló.

   “Sin embargo si el maltrato provoca la muerte del animal se le impondrán de dos a cuatro años de prisión y de 200 a 400 días de multa, así como el aseguramiento de todos los animales que pudiera tener bajo su cuidado o resguardo. En caso de que se haga uso de métodos que provoquen un grave sufrimiento al animal previo a su muerte, las penas se aumentarán en una mitad”.

   El decreto especifica que se entenderá por “métodos que provocan un grave sufrimiento”, todos aquellos que lleven a una muerte no inmediata y prolonguen la agonía del animal.

   Cuestionado al respecto, el jefe de Gobierno del DF, Miguel Ángel Mancera, negó que los toros pudieran entrar en este planteamiento y recordó que la ALDF tiene pendiente la discusión específica del tema de toros.

   “Quedó pendiente en una discusión en la ALDF, yo entiendo que esto va dirigido hacia otro tipo de maltrato. Sin embargo habrá que revisar la exposición de motivos, y creo que con eso queda el punto de la interpretación de la ley, es un problema de interpretación”, expresó.

   La discusión en la ALDF es la prohibición de la fiesta brava, tema que el diputado Jorge Gaviño puso ayer otra vez sobre la mesa, argumentando que a pesar de ser una “tradición”, son más las personas que piden su prohibición.

   La Comisión de Cultura ya cuenta con una iniciativa para abordar este tema.

 En Veracruz

    Poblaciones en México se han opuesto, a su manera, a las leyes contra el maltrato:

   En el mes de julio del año pasado, Teocelo, Veracruz, se convirtió el primer municipio del país en prohibir las corridas de toros y cualquier otro evento que implique maltrato animal.

   Según el alcalde Cristian Teczon, el objetivo de la medida es cumplir con la Ley de Protección Animal a nivel federal y ser congruentes con la línea de sustentabilidad y cuidado a la naturaleza que promueve el estado.

   La disposición no agradó a los pobladores, quienes celebran su fiesta patronal con una especie de “pamplonada”.

   Sin importar las sanciones previstas en el reglamento municipal, la comunidad de Pajaritos, aprovechó que las calles del centro del municipio fueron cerradas el 11 de agosto para la celebración patronal y soltaron dos vaquillas las cuales “torearon” y corretearon por varias horas, hasta que finalmente las atraparon y mataron.

   La alcaldía denunció penalmente a los organizadores, pero éstos nunca fueron a la cárcel por el hecho, ni pagaron multa alguna.

 Reforma

 El artículo 350 del Código Penal para el DF establece:

    Al que intencionalmente cometa actos de maltrato o crueldad en contra de cualquier especie animal no humana provocándole la muerte, se le impondrán de dos a cuatro años de prisión y de doscientos a cuatrocientos días multa, así como el aseguramiento de todos los animales que pudiera tener bajo su cuidado o resguardo, en términos de lo  dispuesto por el artículo 54 de este Código.

   En caso de que se haga uso de métodos que provoquen un grave sufrimiento al animal previo a su muerte, las  penas se aumentarán en una mitad.

   Se entenderá por métodos que provocan un grave sufrimiento, todos aquellos que lleven a una muerte no inmediata y  prolonguen la agonía del animal.

 Toros sí y no

 Marco legal de las corridas de toros en el mundo:

 1991: En Islas Canarias prohibieron las corridas de Toros. Fue la primera provincia española en realizarlo.

25 de septiembre de 2011: Se lleva a cabo la última corrida en la Monumental de Barcelona debido a la entrada en vigor de una prohibición explícita emitida en julio de 2010 por el congreso de Cataluña.

15 noviembre de 2011: En Maracaibo, Venezuela, se prohíbe el ingreso de menores de edad a las corridas de toros.

31 de octubre de 2012: La Corte Constitucional de Colombia determinó que los alcaldes no pueden prohibir las corridas en plazas en donde esos espectáculos son permanentes, como Bogotá, Cali, Medellín y Manizales, donde hay temporadas entre noviembre y enero.

Abril de 2011: Francia inscribió a las corridas de toros como Patrimonio Cultural Inmaterial. Fue el primer país que incluye a la tauromaquia en un inventario de ese tipo.

   En México se ha declarado a las corridas de toros como Patrimonio Cultural e Inmaterial en: Tlaxcala, abril de 2012; Hidalgo, agosto 2012; Aguascalientes, octubre de 2012 y Querétaro, diciembre 2012.

Enero de 2013: Madrid declara las corridas de toros como Patrimonio Cultural e Inmaterial.

 Habrá festejos en la México

    Sergio León, secretario técnico de la Comisión Taurina del Distrito Federal, manifestó que el organismo estableció un compromiso previo con el secretario de gobierno local, Héctor Serrano, para que cualquier decreto o ley propuesta por la Asamblea Legislativa que atente en contra de la fiesta brava sea rechazada.

   Por este motivo consideró que la celebración de los próximos festejos en la Plaza de Toros México no están en riesgo de cancelarse.

   “Nosotros lo tenemos previsto y hemos hablado con las autoridades del Gobierno del DF para que nos ayuden y apoyen en que no se publique ningún decreto”, señaló el secretario técnico del órgano encargado de regular la celebración de espectáculos taurinos, el cual sirve de consulta y apoyo al Jefe de Gobierno.

   “Las ocasiones anteriores en que se han hecho este tipo de propuestas hemos hablado y expuesto nuestros argumentos y el Gobierno nos ha apoyado en que no prospere,”, dijo Léon en entrevista telefónica.

   El representante de la Comisión Taurina señaló que ante la próxima celebración del festejo más importante del año en la Plaza México, el aniversario del 5 de febrero, los grupos antitaurinos aprovecharán para aparecerse.

   “Siempre que vienen estas fechas tratan de hacer algo. En último caso, en una situación terrible sacamos un amparo y punto. Yo pienso que no se cancelarían los festejos porque nos defenderíamos. La empresa sacaría el amparo porque es la directamente afectada”, dijo.

   Por su parte, el presidente de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares, Antonio Urrutia, señaló “estamos muy preocupados y alarmados.

“Tomando en cuenta que somos un país de más de 110 o 120 millones de habitantes, y que a 10 por ciento le guste la fiesta brava no lo veo nada mal, estamos hablando de más de 10 millones de personas”, comentó.

Disponible enero 31, 2013 en: http://www.excelsior.com.mx:8080/2013/01/31/881988?utm_source=Bolet%C3%ADn+Exc%C3%A9lsior&utm_campaign=823c5cc501-Exc_lsior8_24_2012&utm_medium=email

Adenda.

Un día después de este pronunciamiento, el portal “AltoroMexico.com” tuvo a bien publicar un aspecto que aclara, en buena medida la circunstancia por medio de la cual, las corridas de toros no son sujetas de ninguna penalización por parte del decreto que párrafos arriba queda más que detallado. Es bueno que se aclare, con objeto de que no se despierte ninguna duda al respecto, pero tampoco se desaten los demonios sin haber razón para ello. Aquí la nota mencionada:

LA REFORMA AL CÓDIGO PENAL..._ELTOROMÉXICO.COM_01.02.2013

 Disponible febrero 1º, 2013 en: http://www.altoromexico.com/2010/index.php?acc=noticiad&id=14647

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A 126 AÑOS DE LA TRAGEDIA DE BERNARDO GAVIÑO…

EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

REPRODUCCIÓN DE CUATRO CORRIDOS QUE PARECÍAN OLVIDADOS.

    Hoy, 31 de enero de 2013 se cumplen 126 años del inicio de la tragedia que se debatió sobre Bernardo Gaviño y Rueda, tras sufrir un percance en la plaza de toros de Texcoco, donde un toro de Ayala, de nombre “Chicharrón” le propinó una cornada –en salva sea la parte-, misma que al ser mal atendida, causó en el herido un cuadro de gangrena y en consecuencia, la muerte, once días después. La musa popular encontró al poco tiempo, razones suficientes para evocarlo, para recordarlo, convirtiéndolo en el elemento vital de los varios corridos que entonces comenzaron a entonarse

   Común en aquella época, el corrido, fue (y creo que sigue siendo) una manifestación popular que emanaba casi siempre de la inspiración popular, y para quedar en ese territorio, muchas veces sin autor específico. Es decir, obra del anonimato, despertaba con su letra vibrante y nostálgica fuerte clamor que corría de boca en boca, hasta los rincones más alejados de la nación, para convertirse en una noticia nada ajena al pueblo, mismo que hacía suya la desgracia o el hecho sorprendente que transpiraban aquellos versos convertidos en voceros del acontecimiento recién ocurrido. Tal es el caso de dos corridos dedicados a Bernardo Gaviño, y que rescató, como muchos otros, el notable investigador Vicente T. Mendoza, brotados de sus obras clásicas: El romance español y el corrido mexicano y El corrido mexicano Como arrancadas de una hoja de papel volando, van aquí las letras de estos corridos: 

CORRIDO DE BERNARDO GAVIÑO.

 

Bernardo Gaviño, el diestro

Que tanto furor causó

En la plaza de Texcoco

Lidiando un toro murió.

Su valor no lo libró

De suerte tan desgraciada,

Y aunque tenía bien sentada

Su fama como torero,

Un toro prieto matrero

Lo mató de una cornada.

 

Fue del pueblo mexicano

El torero consentido,

Y él fue el que le dio a Ponciano

La fama que ha merecido,

Siempre se miró aplaudido,

Pues con su gracia y valor

Supo granjearse el favor

Del pueblo más exigente,

Que vio en Bernardo al valiente

Y sereno toreador.

 

¿Quién se lo había de decir

después de tanto lidiar,

que un toro de escasa ley

al fin lo había de matar?

Y quien no ha de recordar

Con el placer más sincero

Al simpático torero

Que, sin mostrarse cobarde,

Hacía de valor alarde

Como matador certero?

 

Pero un torito de Ayala

La carrera le cortó,

Y en la plaza de Texcoco

Don Bernardo falleció;

Todo México sintió

La muerte de este torero,

Que en el país fue el primero

Por su arrojo y su valor,

Conquistándose el favor

De todo el público entero. 

   Y, entonados bajos el rasgueo de guitarras que marcan el ritmo incomparable, va la letra de este otro: 

DE BERNARDO GAVIÑO

 

El treintaiuno de enero

Don Bernardo suspiró.

Y al ver un toro de Ayala

Su corazón le avisó.

 

Rosa, rosita / disciplinada,

Murió Bernardo Gaviño,

Que era muy certera espada.

 

Ya tenía ochenta y tres años (sic)

Cuando a la plaza le entró

Y ese torito de Ayala

El corazón le partió.

 

¡Epa, torito, / cara de horror,

que ahí está Bernardo Gaviño,

de toreros el mejor!

 

Al ver el toro tan bravo

Se puso color de cera,

Y dijo: -este toro prieto

Viene a darnos mucha guerra.

 

Rosa, rosita / de volcameria,

Que a Bernardo le hirió el toro

El último día de feria.

 

A la vista penetrante

Del toro nada escapó,

Que a todos los picadores

Los caballos destripó.

 

Rosa, rosita, / flor de alelía,

Murió el capitán Gaviño,

Ésta su suerte sería.

 

Sacando vueltas a brincos

¡ay!, don Bernardo esquivó

las primeras puñaladas

que el torito le aventó.

 

Rosa, rosita, / flor de Castilla,

Don Bernardo está enterrado

En el panteón de la Villa.

 

El Chiclanero famoso

Su capote le tiró;

Pero el torito de Ayala

A don Bernardo ensartó.

 

Rosa, rosita, / flor de San Juan,

Un toretito de Ayala

Nos mató un buen capitán.

 

Ese mentado “Zocato”

Y el picador “Mochilón”

No pudieron hacer nada

Contra el destino de Dios.

 

Rosa, rosita / ya se acabó

Don Bernardo, el gran torero,

En Texcoco concluyó.

 

Mas como ya estaba escrito

Su destino y le tocó,

¡pobre Bernardo Gaviño!

En Texcoco se murió.

 

Rosa, rosita / rosa de amor,

Murió nuestro capitán,

Lo lloramos con dolor.

 

Se presentaba arrogante

En cualesquiera corrida

Y toreaba al mejor toro

Sin miedo a perder la vida.

 

Rosa, rosita, / flor de limón,

Murió el once de febrero

Muy cerca de la oración.

 

Toreó a los toros de Atenco,

También a los de Jagüey

Y nunca les tuvo miedo

Por más que tuvieran ley.

 

Rosa, rosita / rosa amarilla,

Con garbo siempre pegaba

Al toro una banderilla.

 

En la plaza de San Pablo

Con garbo y gracia lidió,

Que el toro de una estocada

Siempre muerto lo dejó.

 

Rosa, rosita, / ¡oh infeliz suerte!

En la plaza de Texcoco

Halló Gaviño su muerte.

 

Con su montera ladeada

Y con su gran corazón,

Murió Bernardo Gaviño

Con la bendición de Dios.

 

Rosa, rosita, / flor encarnada,

Murió Bernardo en Texcoco

A causa de una cornada.

 

La mentada Malagueña

Una rosita le envió,

Pa´que tuviera presente

El corazón que le dio.

 

Rosa, rosita / del mes de abril,

Ya don Bernardo jamás

Lo verán ante un toril.

 

En fin, concluimos aquí

Los versos del gran Gaviño,

Y conservamos gustosos

Su memoria con cariño.

 

Rosa, rosita, / flor de magnolia,

Murió Bernardo Gaviño,

Que Dios lo tenga en su gloria 

   Los siguientes versos, fueron localizados en la Biblioteca Nacional, y al hacer un cotejo con los reproducidos por Vicente T. Mendoza, este autor suprime 10 cuartetas y una terceta. Veamos la reproducción completa.

TESTAMENTO Y DESPEDIDA

De Bernardo Gaviño

 

Murió Bernardo Gaviño,

Y murió como valiente,

Puesto que murió luchando

Con el toro frente a frente.

 

¡Ay toro!, torito prieto,

¿por qué a Bernardo Gaviño

sin piedad dejaste muerto?

 

En la plaza de Texcoco

El último día de enero,

Hirió a Bernardo Gaviño

Un toro medio matero.

 

Bernardo por fin murió

El once del mes siguiente

Y su recuerdo dejó

Como un torero valiente.

 

El día trece lo enterraron

De la Villa en el panteón,

Y allí sus restos quedaron

En extranjera nación.

 

Ahora los toreros deben

Vestirse todos de luto,

Pues murió el primer espada

Entre las astas de un bruto.

 

Al salir el toro dijo

Con rostro firme y sereno:

-Ese torito sí es bueno

y nos va a dar mucha guerra.

 

Y no se engañó Bernardo

Cuando tal cosa decía,

Pues a poco ni un caballo

En toda la plaza había.

 

-Aprended, hombres, de mí

y mirad mi triste estado,

ayer buen torero fui

y hoy en el sepulcro me hallo.

 

“¡Quién me lo había de decir

que en Texcoco había de anclar,

después de mucho lidiar

a tanto toro atrevido!

 

“Fui el decano conocido

en el arte de los toros,

hoy dejo mi testamento

para mis amigos todos.

 

“Al hacer mi testamento

declaro que soy cristiano

y dejo por heredero

al valiente de Ponciano.

 

“Pues le viene por derecho

y porque así yo lo mando,

que en el arte de la lidia

es el primer mexicano.

 

Cincuenta años he durado

Jugando toros día a día,

Y siempre salía triunfante,

Y el público me aplaudía.

 

Hoy la suerte me cambió

Pues me llegó la de malas,

Por un toro que me hirió

La muerte me llevó en alas.

 

“A todos los picadores

les dejo también recuerdos,

pues a muchos que enseñé

no he sido ingrato con ellos.

 

Que trabajen con cuidado

No les vaya a suceder,

Que en una mala tanteada

Vayan la vida a perder.

 

Al marchar ya de este mundo

Solo llevo el desconsuelo

De que dejo ya a este suelo

Y a todos los mexicanos.

 

“Siempre me estimaron bien,

me trataron como hermano,

nada tengo que sentir

de este pueblo hospitalario.

 

Quien me lo había de decir

Oigan y pongan cuidado,

Que por un toro maldito

Ya los ojos he cerrado.

 

Y por eso hoy les declaro

Que marcho a la eternidad,

Que ya no habrá otro Bernardo,

En el arte de lidiar.

 

Acabé mi testamento

Adiós mis amigos todos

Voy a partir de este mundo

Para no volver jamás.

 

Ya me llamó el Hacedor

Parto pues a descansar,

Adiós pues, voy en camino,

Adiós, a la eternidad.

 

Adiós, México querido,

Ya me despido de ti,

Porque en las llaves de un toro

Vine por fin a morir.

 

Adiós mis amigos todos

Ya no volveré yo a ver,

Aquellas plazas mentadas

En que a muchos toros lidié.

 

Yo siempre me presenté

Con denuedo y con valor,

Ante los toros más bravos,

Que traían del interior.

 

Con muchas razas lidié

Y de las más afamadas,

Y aunque fueran muy rejegas,

Siempre caían a mis plantas.

 

Lidiaba con arrogancia

Nunca conocí yo el miedo,

Y siempre en México fui

El mejor de los toreros.

 

En la plaza de San Pablo

También en la del Paseo

Dimos harto la función,

Yo y mi compadre Gadea.

 

Jugué ganado de Atenco

De Santín, Guatimapé

Pero un torito de Ayala,

Me vino a imponer la ley.

 

Por todo el país mexicano,

Siempre en triunfo me pasié,

Y nunca pensé un momento

El fin que había de tener.

 

Andaba por el Bajío

Y después por Guanajuato,

Y el toro que desafiaba

Luego me lo hechaba al plato.

 

Dí corridas muy mentadas

En Veracruz y la Habana,

Y en todas estas dejé

Los recuerdos de mi fama.

 

Yo nunca había conocido

A esta raza condenada,

Que me puso el alma en paz

Y ofuzcó toda mi fama.

 

Pues ni aún en la misma Habana

Que es el ganado cargado,

No pude encontrar un toro

Tan rejego y tan malcreado.

 

No volveré a lidiar toros

Ni a estar con mis compañeros,

Que cuando tenían peligro

Me presentaba yo luego.

 

A libertarle la vida

A aquel que se hallaba en riesgo,

Y por eso me decían

El mejor de los toreros.

 

Adiós Ponciano querido,

Ya te dejo en mi lugar,

Te encargo mucho cuidado

Cuando vayas a torear.

 

No te vaya a suceder

Lo que acaba de pasar,

Que en la plaza de Texcoco,

La suerte me fue fatal.

 

En fin, ya me despido,

Me encuentro ya hoy en la fosa,

Ya no hay Bernardo Gaviño

Hoy me cubre ya una losa.

 

Llorad, llorad con cariño;

Murió el rey de los toreros,

Murió Bernardo Gaviño.

 

Prop. De A. Vanegas.-Tip. Y Encuadernación, Encarnación 9 y 10.-México.

   Y por si faltara algo, para saber más de la doliente noticia, que tal estos 

VERDADEROS Y ÚLTIMOS VERSOS

DE BERNARDO GAVIÑO

 

Bernardo Gaviño el diestro

Que tanto furor causó,

En la plaza de Texcoco

Lidiando un toro murió.

Su valor no lo libró

De suerte tan desgraciada,

Y aunque tenía bien sentada

Su fama como torero,

Un toro prieto matero

Lo mató de una cornada.

 

Fue del pueblo mexicano

El torero consentido,

Y él fue el que le dio a Ponciano

La fama que ha merecido.

Siempre se miró aplaudido

Pues con su gracia y valor,

Supo grangearse el favor

Del pueblo más exigente,

Que vio en Bernardo al valiente

Y sereno toreador.

 

¿Quién se lo había de decir

después de tanto lidiar,

que un toro de escasa ley

al fin lo había de matar;

¿Y quién no ha de recordar

con el placer más sincero,

al simpático torero

que sin mostrarse cobarde

hacía de valor alarde

como matador certero?

 

Pero un torito de Ayala

La carrera le cortó,

Y en la plaza de Texcoco

Don Bernardo falleció.

Todo México sintió

La muerte de este torero,

Que en el país fue el primero

Por su arrojo y su valor,

Conquistándose el favor

De todo el público entero.

 

El treinta y uno de enero

Don Bernardo suspiró,

Y al ver un toro de Ayala

Su corazón lo avisó.

 

Rosa, rosita, rosa morada,

Murió, señores, Gaviño

Que era muy certera espada.

 

Al ver al toro tan bravo

Se puso color de cera,

Y dijo: este toro prieto

Nos viene a dar mucha guerra.

 

Rosa, rosita, es cosa seria,

Que á Gaviño le hirió el toro

El último día de feria.

 

A la vista penetrante

Del toro, nada escapó,

Que a todos los picadores

Los caballos destripó.

 

Rosa, rosita, flor de alelía,

Murió el capitán Gaviño,

Esta su suerte sería.

 

Se presentaba arrogante

En cualesquiera corrida,

Y toreaba al mejor toro

Sin miedo a perder la vida.

 

Rosa, rosita, más de castilla,

Don Bernardo está enterrado

En el panteón de la Villa.

 

Toreó a los toros de Atenco

También a los de Jagüey,

Y nunca les tuvo miedo

Por más que tuvieran ley.

 

Rosa, rosita, flor de San Juan

Un toretito de Ayala

Nos mató un buen capitán.

 

Se presentaba en la arena

El primero ante el toril,

Y aunque el toro fuera bravo

Nunca lo encontraba hostil.

 

Rosa, rosita, ya se acabó,

Don Bernardo, el gran torero

En Texcoco concluyó.

 

Ese domingo en la tarde

Estaba bravo el ganado,

Pues por un torito de ellos

Está Gaviño enterrado.

 

Rosa, rosita, flor de limón,

Murió el once de Febrero

Muy cerca de la oración.

 

Todo el pueblo texcocano

Está lleno de aflicción,

De ver que murió Bernardo

De la feria en la función.

 

Rosa, rosita, rosa amarilla,

Con garbo siempre pegaba

Al toro una banderilla.

 

El recuerdo de Gaviño

Vivirá en los mexicanos,

Porque a muchos enseño

Y los miró como hermanos.

 

Rosa, rosita, flor de coco,

Hirió el toro a Don Bernardo

En la ciudad de Texcoco.

 

En la plaza de San Pablo,

Con garbo y gracia lidió,

Que al toro de una estocada

Siempre muerto lo dejó.

 

Rosa, rosita, ¡oh infeliz suerte!

En la plaza de Texcoco

Halló Gaviño su muerte.

 

Los toreadores lo sienten

Porque era su capitán,

Y los defendió animoso

Con orgullo y con afán.

 

Rosa, rosita, rosa de amor,

Murió nuestro capitán

Recordamos con dolor.

 

Quien se lo había de decir

A Gaviño tan famoso

Que de Ayala, al pobrecito

Un toro diera reposo.

 

Rosa, rosita, del mes de Abril,

Ya a Don Bernardo jamás

Lo verán ante un toril.

 

Murió el valiente torero

Sin quejas y sin lamentos,

Mas con acerbos dolores

En horribles sufrimientos.

 

Rosa, rosita, flor encarada,

Murió Bernardo en Texcoco

A impulsos de una cornada.

 

En fin, concluimos aquí

Los versos del gran Gaviño,

Y conservamos gustosos

Su memoria con cariño.

 

Rosa, rosita, rosa magnolia,

Murió Bernardo Gaviño,

Que Dios lo tenga en su gloria. 

Propiedad particular. Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, Santa Teresa número 1.

Avenida Oriente accesoria 715.-México. 

   Estos versos, me fueron obsequiados en una copia, por el Lic. José Rodríguez, entusiasta aficionado, con quien cada domingo de toros, nuestros encuentros se alimentan con novedades y comentarios alrededor de libros de toros. Muchas gracias.

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CONGRESI-TAUROMÁQUICO SONETO. 1868.

FRAGMENTOS y OTRAS MENUDENCIAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Con motivo de la prohibición a las corridas de toros en el Distrito Federal, allá por 1867, sucedió una especie de réplica, donde diversos gobernadores projuaristas, condescendieron con aquella medida. Tal no fue la excepción en el estado de Puebla. Por tal motivo, el 7 de enero de 1868, y en El Monitor Republicano con la edición de aquel día (en su página 3), reproducía una nota que originalmente había sido publicada en el Eco del Pueblo de Zaragoza, como sigue:

   “La H. Legislatura del Estado ha tenido a bien tratar, y muy concienzudamente por cierto, la cuestión de si ha de haber o no ha de haber corridas de toros.

   “Después de una larga, acalorada y tauromáquica discusión, resolvió la mayoría que fueran suprimidas esas diversiones, en que tanto se recrean los mexicanos. Nosotros no somos afectos a ellas, opinamos porque debieran permitirse mientras que pueden ser sustituidas con otras que proporcionen algunas horas de solaz al pueblo. Pero a lo hecho pecho, donde manda capitán no gobierna marinero, y por lo mismo damos punto a la cuestión con el siguiente congresi-tauromáquico soneto: 

¡Oh del congreso miembros tan preclaros!

Respetable reunión de hombres austeros,

Habéis estado por demás severos

En la cuestión taurina al engolfaros.

 

Maldiciones, y muchas, van a echaros

Los locos, picadores y toreros,

Que cual Adán van a quedarse en cueros

Porque a vosotros plugo disgustaros.

 

¡Oh de la muerte inexorables giros!

Lo quiere así el congreso; no habrá toros,

Atenco va a perder algunos duros.

 

Las capas lanzarán tristes suspiros,

El pueblo gruñirá formando coros,

Y Gadea tendrá sendos apuros”. 

   En el contenido de estos versos, van implícitos algunos términos que, o cayeron en desuso o desaparecieron con el tiempo, así como de nombres propios y personajes que también estaban en boga por aquel entonces. Allí están los “locos”, esos personajes complementarios quienes salían vestidos en forma estrafalaria, casi al modo de payasos de circo y hacían las delicias del público con sus detalles y ocurrencias, integrándose como otro elemento más de las cuadrillas. Como puede verse, Atenco, la emblemática hacienda ganadera que surtió por centenares diversos encierros a lo largo del siglo XIX, y mientras sus toros fueron referente clave en buena medida, al constituirse como materia prima, misma que con su peculiar estilo y forma de embestir, contribuyó con el grado porcentual de influencia para definir los derroteros de la tauromaquia nacional que entonces se practicaba, independientemente de que seguía estando supervisada por el diestro gaditano Bernardo Gaviño, cuyas actuaciones en la capital de Puebla se pueden contar por decenas. En cuanto a Gadea, el anónimo autor del soneto, se refiere a Ignacio Gadea, ese torero que, como Ponciano Díaz, también era una manifestación de lo híbrido, tanto a pie como a caballo, por lo menos de los años 50 y hasta 1886, en que se tienen las últimas noticias de sus actuaciones en la capital del país, cuando ya era auténticamente un anciano, lo que representaba para la prensa, motivos suficientes de escándalo, pues veían en aquella figura muestras fehacientes de decadencia con los riesgos consiguientes pues ya no se admiraba al joven valeroso, sino al viejo arriesgado, terco quizá que seguía aferrado a la silla, rememorando así sus viejas hazañas, al lado de Gaviño, de Pablo Mendoza o de Fernando Hernández, entre otros de aquella, su primera y gran época como torero más a caballo que a pie.

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EL VALEDOR TAURINO… EN 1888.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Gracias a las Efemérides Taurinas Mexicanas,[1] obra que publicara el Lic. Luis Ruiz Quiroz, recientemente desaparecido, es posible ir entendiendo y conociendo la enorme gama de hechos y acontecimientos que ocurrieron en un pasado que en buena medida, constituye el presente y define el futuro de la tauromaquia en nuestro país. Teniéndolo como una auténtica herramienta, me he estado apoyando en su consulta y lectura para localizar, y en su caso documentar diversas efemérides, como las más recientes que he venido presentando y compartiendo para ustedes. Precisamente la de hoy, 29 de enero, corresponde a un hecho de suyo, interesante. Tiene que ver con la génesis del periodismo taurino en México. Veamos.

EL VALEDOR_01.12.1884_PORTADA

Segunda edición de El Valedor, que salió a la luz el 1º de diciembre de 1884.

Col. Julio Téllez G.

    Durante los primeros días del año 1888, la actividad taurina en la ciudad de México estaba alcanzando unos niveles fuera de lo común. Para entonces, ya circulaban publicaciones como El Arte de la Lidia, La Muleta, El Monosabio y algunas más que, por su efímera condición se convirtieron en fugaces medios de difusión. Así que, uniéndose a este despliegue, los editores de una curiosa edición denominada El Valedor. Periódico joco-serio, ladino, chismoso, médico, loco y de todo un poco, lo que se llama entró de altiro! también se sumaron a aquella amplia cobertura, dando a conocer en forma bastante coloquial, su opinión al respecto del ambiente taurino. Fue por eso el que el 29 de enero salió el primero y parece que fue el único de los ejemplares de El Valedor Taurino, pequeña publicación en papel de trapo (muy parecido al papel que conocemos por aquí como tipo “revolución”), con cuatro páginas, costando la fabulosa cantidad de un centavo. Digo que con un lenguaje muy coloquial, próximo al habla que, de seguro era la que se escuchaba en las calles y los barrios de la otrora ciudad de los palacios. Entre otras cosas, el redactor de la presentación, anunciaba así su aparición:

   ¡No se pandeen! Aquí está su valedor.

   Aquí está, recebido tal vez con muncho gusto por algunos vales y con muncho disgusto parotros, pero que seadeaser, pacencia, por el escrebidor tiene que se reata y no apersogarse por que sea mal recebido por algunos rotos.

   No trae mas ojeto que defender los derechos de los vales en los toros, y decir la pelada siempre, onque les arda a más de cuatro.

   Con el entusiasmamiento ques consiguiente se presenta al público y muy refantaisiosamente á de hacer josticia tanto a los mexicanos como a los gachupines pos el arte no tiene patria y en versaciones de cuernos todos tenemos las cabezas iguales, para poder tratar dellas y no pandearnos.

   Lo mesmo hemos de tratar a nuestros paisanos que alos que no lo son porque todos semos iguales y naiden tiene de más y de menos, pos cualquiera la brilla onque sea de noche y este lloviendo y no nos hemos de agorzomar.

   Nosotros nos plantaremos siempre donde esté la josticia y la verda y no hemos de respeitar a naiden porque semos muy claridosos y a cualquiera lo versamos.

   El Valedor Taurino, visitará a sus contlapaches los Domingos y en él podrán devisar las relaiciones de las corridas y todas las notificaciones consernientes al ramo.

LA REDAICIÓN.

 CABECERA DE EL VALEDOR_29.01.1888

    Como puede comprobarse, era este un tipo de periódico que se identificaba con la forma de ser y de pensar en ciertos sectores de la sociedad de aquella época, sobre todo, y a no dudar, de los miles de integrantes del segmento marginal, con fuerte carga de analfabetismo, aunque no habrá faltado quien con alguna noción del abecedario y la lectura, formara una peculiar ronda para ir leyendo, más bien deletreando poco a poco lo que podía ir entendiendo en aquella “difícil” lectura que, al ser dada a conocer desde su ronco pecho, generaba que los otros, los curiosos que le rodeaban, desataran sus pasiones y sus “ismos” a favor o en contra de sus diversas preferencias entre los varios “ídolos” que estaban de moda por entonces. Ídolos como Ponciano Díaz o Luis Mazzantini, que sólo con esos dos personajes había suficientes razones para volcar las pasiones por las calles de la ciudad.

   Agradezco al Lic. Julio Téllez me haya permitido reproducir algunos de los ejemplares que, reunidos en un volumen, pertenece a su biblioteca taurina.


[1] Luis Ruiz Quiroz: Efemérides Taurinas Mexicanas.  México, Bibliófilos Taurinos de México, A.C., 2006. 441 p.

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SOBRE UNA HAZAÑA DE RODOLFO GAONA…

EFEMÉRIDES TAURINAS DEL SIGLO XX.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 Rodolfo Gaona se “encierra” con tres de San Diego de los Padres y tres de Piedras Negras en la plaza de toros “El Toreo”, la tarde del 28 de enero de 1912.

    Esta fue una más de las hazañas que acumuló el leonés quien, para esos momentos, ya era un joven torero consagrado y el cual, en una demostración de capacidades tuvo a bien anunciarse en solitario para semejante gesta. En la prensa, tal acontecimiento se llegó a anunciar de la siguiente manera:

 CARTEL_28.01.1912_R. GAONA 

   Pues bien, ante un lleno de día grande, y con la asistencia del presidente de la república, D. Francisco I. Madero, Rodolfo consiguió un triunfo completo que lo llevó a estar no sólo superior, sino superiosísimo apenas en su primero, circunstancia que generó el hecho de que el propio Madero mandara llamar a Gaona para que este subiera hasta el palco que ocupaba “don Pancho” y así se estrecharan las manos, pero también momento para que se obtuviera una de las placas más famosas en que estos dos personajes comparten un momento de suyo peculiar:

  SINAFO_68250

INAH_SINAFO_68250

    Mi sospecha apunta a que esta famosa placa fuera tomada por Eduardo Melhado, fotógrafo muy cercano a la presidencia de la república en aquel entonces. Dado que no puede ser de “Casasola”, como se atribuyen muchas imágenes de la época, por el sólo hecho de que esta saga familiar acaparó muchos frentes de información, este sólo lo convierto en un mero dato que podría prestarse incluso, a la especulación.

   Un día después, periódicos como El Diario del Hogar daban cuenta de aquel “suceso”:

 EL DIARIO DEL HOGAR_29.01.1912_p. 1 y 4

    Gaona, como puede comprobarse, estuvo simplemente colosal, y estando en puerta la siguiente temporada española, esto servía al leones como nueva carta de presentación para acudir a los mejores carteles hispanos que se confeccionaron en aquella temporada de 1912.

   He allí a dos figuras protagónicas del momento: tanto Rodolfo Gaona como el presidente Madero que demostraba, con su asistencia, tener afecto por las corridas de toros, elemento que tanta falta les ha hecho falta a otros tantos como para identificarse con el pueblo, sirviendo esto como una auténtica prueba de fuego, ya que las plazas de toros se convierten en auténticos “termómetros” de la popularidad o la fuerte crítica que trae consigo la suma de todos sus quehaceres, de todas sus definitivas decisiones en pos del mejor camino de un pueblo, de una nación.

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YA ESTÁ EN LA «NUBE» LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA…

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   En calidad de proyecto piloto, a partir de hoy, todos aquellos interesados en la historia de Luz y Fuerza del Centro, así como del Sindicato Mexicano de Electricistas podrán acceder a:

PANTALLA LUZ y FUERZA DE LA MEMORIA HISTÓRICA

Su dirección es la siguiente: http://kilowatito2009.blogspot.mx/

Espero que poco a poco, su presencia vaya siendo referente en el medio de toda esa comunidad que merece recuperar «su» memoria histórica.

  Haber trabajado para dicha empresa, haber sido uno más de los integrantes de su propio sindicato, me permiten la posibilidad de tener una cercanía con su entorno.

  Muchas gracias por su confianza.

26 de enero de 2013.

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ALGUNOS DATOS SOBRE LA PLAZA DE EL HUISACHAL…

MUSEO GALERÍA-TAURINO MEXICANO. Nº 33.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 EL HUISACHAL YA NO ES, CON MUCHO, IGUAL AL PASEO NUEVO Y A SAN PABLO.

    La plaza de toros del Huisachal estuvo ubicada en su tiempo, al interior de la famosa hacienda de los Morales, ambas propiedad de don José Cuevas y Rubio. Construida con madera, y donde podían acomodarse unas 8,000 personas, no era, ni por casualidad, un coso que se pudiera considerar como estéticamente agradable. Más bien feo, aunque con la suficiente raigambre que depositó un sinfín de acontecimientos que la convirtieron en sitio de congregación de muchos aficionados capitalinos que hacían el viaje hasta aquel lugar para gozar de diversos espectáculos, que comenzaron a efectuarse desde el 1º de mayo de 1881, fecha en que se inauguró, con el concurso de Ponciano Díaz, Felícitos Mejía “El Veracruzano” y Genovevo Pardo “El Poblano”, con cinco toros de Atenco, tal y como se estilaba entonces. De vida más bien corta, que terminó en 1887, no soportó las inclemencias del tiempo lo que ocasionó su desaparición. 

SINAFO_455112 Interior de la plaza de toros de el Huisachal (ca. 1885). INAH_SINAFO_455112

    En El Arte de la Lidia, año 1, Nº 2, del 16 de noviembre de 1884 apareció una interesante apreciación sobre la actividad taurina que entonces se desarrollaba por aquellos rumbos.

 El actual empresario de las corridas de toros en el valle de México, es el conocido y entusiasta amigo Pepe Cuevas y Rubio. La plaza del Huisachal levantada a sus expensas y en la Hacienda de su propiedad, llena por ahora las exigencias del público amante a la diversión que nos ocupa. No es ni con mucho el redondel en donde antes se reunía una sociedad ávida de emociones fuertes, que premiaba la agilidad de los toreros, la fuerza y astucia de los picadores que con valor y sangre fría resistían el empuje de la fiera, no es una plaza en las condiciones de las del Paseo Nuevo y San Pablo, plazas de eterna recordación para nuestros mayores en donde los Gaviño, Mendoza, Barragán, Gadea y otros, lucían sus habilidades recibiendo en cambio sonrisas de las bellas, las miradas apasionadas de las chinas, las peluconas y patacones de los hoy venerables ancianos ante cuya presencia la actual generación se descubre respetuosamente, en donde Patricio Dueñas, Agustín del Río, comenzaban sus ensayos de calaveradas en aquellas plazas en fin, en donde su Alteza Serenísima hacía esperar y cuya llegada era anunciada con toda pompa por el tropel de las caballerías que lo escoltaban, entre cuya oficialidad descollaba por su gallardía, porte marcial y hermosura. D. Miguel Badillo, sepultado en la actualidad en los archivos del Ministerio de la Guerra; pero en cambio es una plaza en donde todas las clases de la sociedad, desde el gomoso que abandonando el clásico traje de inglés de agua dulce y las polainas, se transforma en un charro de pega y se dirije aullando a más y mejor escapulario en mano a tomar lugar junto al redondel, hasta el ensabanado de Getsemaní (con perdón del gomoso Mateos) que armado de su jícara de neutle, sus naranjas, y llevando toda su familia, se dirijen a tomar su parte de sol en aquel concurso de la gente de trueno…

    Interesante y nostálgica evocación de personajes, como una auténtica “galería de fantasmas” (dixit Enrique Fernández Ledesma), el autor de estas notas hizo un recuento sobre los diversos cuadros que se formaron en diversos momentos, con la sola presencia de Bernardo Gaviño y Rueda, Pablo Mendoza, el desconocido Barragán y desde luego, Ignacio Gadea, quien desde el 23 de enero de 1853 se presentó en el Paseo Nuevo, ante la admiración de los capitalinos que repartidos en ambos sexos y en los dos departamentos que caracterizan a las plazas, proyectaban un interesante comportamiento, donde desde entonces, y hasta nuestros días, ha sido imposible evitar que los tendidos se conviertan en pasarela y aparador que muestre los últimos gritos de la moda, al personaje público o famoso que hace acto de presencia para ser blanco de todas las miradas y los comentarios, como fue el caso de S.A.S. don Antonio López de Santa Anna, asiduo asistente a las corridas de toros en su época de mayor notoriedad. O de Patricio Dueñas y Agustín del Río, seguramente estudiantes cuyas “calaveradas” nos recuerda el anónimo columnista (que probablemente haya sido el propio Julio Bonilla).

   A los ojos de nuestro comentarista, aquellas eran típicas escenas de gente de la más variopinta procedencia, mostrando galas en los sitios de privilegio, que bebiendo neutle, y armados de naranjas por si la ocasión ameritaba lanzar más de una al diestro que no dejara satisfechas sus demandas. Más allá, la familia completa que toman “su parte de sol en aquel concurso de la gente de trueno…” para no perderse el más mínimo de los detalles.

   Cabe una última aclaración. El “gomoso de Mateos”, no es otro que el periodista, escritor y parlamentario Juan A. Mateos, a quien recuerdan las crónicas como un tribuno que se desbordaba en discursos rimbombantes, quien en 1888 intentó escribir la zarzuela PONCIANO Y MAZZANTINI, con música del maestro José Austri (debido a un asunto político que derivó en su cancelación). Pero todo aquello fue debido a la gran pasión despertada por estos dos espadas.

   Como punto final, vale la pena apuntar que el 17 de enero de 1847 se organizó en la plaza de San Pablo una corrida de toros en la que participando el Regimiento Hidalgo de la Guardia Nacional, con objeto de obtener fondos para los “gastos de guerra”. El Monitor Republicano del 10 de enero publicó el programa de la función:

 

Con una marcha militar dará comienzo el espectáculo. Las Compañías de Granaderos del Cuerpo Hidalgo harán el partimiento de plaza, con algunas evoluciones militares. Enseguida se lidiarán seis toros escogidos de la mejor raza. Los intermedios se cubrirán con tres toros de cola. Se ejecutarán algunas suertes de los toreros propias del arte, amenizando la corrida cuatro muñecos, que al golpe del toro se iluminarán”. Pasada la amarga experiencia de la invasión norteamericana, y repuesto el maderamen de la plaza que había sido utilizado para fortalecer las trincheras, la plaza volvió a dar funciones a partir del 15 de septiembre de 1850.

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PRESENTACIÓN DE JOSÉ MACHÍO. AÑO DE 1885.

EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Presentación de José Machío en la plaza de toros “El Huisachal”, la tarde del 25 de enero de 1885.

    En el ya muy avanzado serial en la plaza ubicada en las afueras del Distrito Federal pero que, entre acuerdos y desacuerdos la tomaron como plaza, aunque fronteriza, de la ciudad de México, debutaba aquella tarde el entonces famoso diestro español José Machío con el siguiente cartel:

 CARTEL_25.01.1885_EL HUISACHAL_JOSÉ MACHÍO

    Para conocer en detalle los diversos acontecimientos en aquel festejo, nada mejor que acudir a la única publicación taurina que ya circulaba por entonces. Me refiero a El Arte de la Lidia, año I del domingo 1º de febrero de 1885 y en su Nº 10.

REVISTA DE TOROS.

Corrida extraordinaria verificada en la plaza del Huisachal tarde del 25 de enero de 1885.

   Nadie negará que las últimas corridas de la temporada de invierno dadas en la plaza del Huisachal por una conocida Empresa fueron malas; y que tanto el ganado que se lidió, como la cuadrilla que trabajó, recibió una rechifla general.

   En la corrida de que nos vamos a ocupar podremos decir sin equivocarnos, que ha sido la mejor; pues el ganado de San Diego de los Padres jugó valientemente y la cuadrilla lidiadora en general, estuvo muy feliz; y esto se debe en gran parte a la buena dirección del matador de cartel José Machío.

   Vamos, pues, con toda imparcialidad, a dar una reseña de los acontecimientos taurinos que tuvieron lugar esa tarde.

   Desde los primeros días de la semana pasada, en todos los círculos de la Capital se hablaba de la llegada de un nuevo torero español y más tarde, por fin, se supo que se llamaba José Machío. Grandes cartelones en las esquinas hicieron saber que en este día haría su debut en la plaza del Huisachal, matando tres toros de San Diego de los Padres, acompañándolo en la lid una regular cuadrilla mexicana. El entusiasmo taurino se generalizó por todas partes, y sólo se esperaba llegará el domingo 25 para asistir presurosos a la vieja plaza del Huisachal.

   En efecto, el público de México dio a conocer una vez más su afición a las corridas de toros, pues no obstante que esa tarde había un coleadero y otras muchas diversiones, y que se aumentaba el precio de entrada, asistió una numerosa concurrencia que llenó por completo todas las localidades de la plaza, al grado de que los tranvías del ferrocarril no fueron suficientes para conducirla al rancho del Huisachal; y hubo necesidad de recurrir a diligencias, coches, carros y demás vehículos, aparte de los concurrentes que fueron a pie y a caballo.

   Cada quien en su puesto y llegada la hora anunciada, el Juez que presidía dio la señal para la lid.

   La cuadrilla a cuyo frente figuraba el primer espada José Machío, que vestía un espléndido traje verde y oro. Hizo el saludo de costumbre. La componían los mejores toreros mexicanos cuyos nombres son ya conocidos y tres aplaudidos picadores de Atenco.

   Desde luego todas las miradas se dirigían con avidez, tratando de descubrir actitudes especiales en Machío, de quien un periódico de la Capital se había expresado en los términos siguientes: “El capitán, de nacionalidad española, es un hombrazo de estatura más que regular, de muy buena presencia, casi guapo; tendrá unos 40 años (la flor de la edad de los toreros) viste espléndidamente, y es arrogante en sus movimientos y hasta altivo en su porte”.

   El espada Machío fue saludado por una salva de nutridos aplausos entre el toque del clarín que anunciaba la salida del primero toro de San Diego de los Padres.

   Josco era su color, de poca edad, pero valiente y de mucha ligereza.

   Recibió cinco varas de los piqueros, tres en buen sitio y dos en las costillas. Hirió dos jamelgos y el público quedó satisfecho.

   Tomás Vieyra lo banderilló regular; el primer par de palos a la media vuelta, y los segundos y terceros bien y con destreza. Recibió palmas el chico.

   Llegó la hora de la muerte. José Machío tomó los trastos y con valor y serenidad se fue a buscar al bicho. Lo encontró mal puesto y receloso. Los pases de muleta los dio con una destreza y limpieza sin igual. El toro no entraba a la muleta y el diestro tuvo necesidad de irse sobre él. Esto no agradó al público de sol. Dio un pinchazo en buen sitio y una estocada alta regular de bastante arte, que ocasionó la muerte. El público inteligente lo aplaudió, el resto le silbó y le tiró naranjazos. Estas últimas demostraciones desconcertaron mucho al valiente torero.

   Y hasta aquí con la primera parte de esta crónica que se sigue de filo refiriendo las hazañas de Felícitos Mejía y hasta el desarrollo del toro embolado. Toda la crónica la firma “Gadea”. Pero llaman la atención una serie de detalles que, por su circunstancia me gustaría comentar para que no queden aires enrarecidos.

   Al referir muy al principio de la reseña sobre las “últimas corridas” [organizadas] por una conocida empresa, es que se refiere a que entre esos toreros, se encontraban Bernardo Gaviño, Francisco Jiménez “Rebujina”, “El Orizabeño”, “Frasquito” y Genovevo Pardo que se desarrollaron en las siguientes jornadas:

 PLAZA DEL HUISACHAL, EDO. DE MÉX. Domingo 19 de octubre de 1884. Primera corrida de la temporada. Bernardo Gaviño, Francisco Jiménez “Rebujina” y la presencia del “Orizabeño” con 4 toros de Santín. En otro cartel, se anuncia al primer banderillero “Frasquito”.

 PLAZA DEL HUISACHAL, EDO. DE MÉX. Domingo 26 de octubre de 1884. 2ª corrida. Bernardo Gaviño y su cuadrilla, lidiando toros de Santín. Primer banderillero, Frasquito. En dicha tarde, alternó con Francisco Jiménez “Rebujina” y concedió la alternativa a Genovevo Pardo.

 PLAZA DEL HUISACHAL, EDO. DE MÉX. Domingo 16 de noviembre de 1884. 3ª corrida. Bernardo Gaviño (1), Francisco Jiménez “Rebujina” (2) y Felícitos Mejías “El Veracruzano” (1), con 4 toros de El Cazadero. La cuadrilla estaba formada por Felícitos Mejía y “Rebujina”. Como banderilleros “Cuquito” y “El Orizabeño” y como picadores el Negrito Conde y Santín.

B. GAVIÑO. No le gustó el único toro que tuvo que lidiar y esperó pacientemente, sin importarle los pitos, a que la autoridad ordenara lazo y puntilla.

 PLAZA DEL HUISACHAL, EDO. DE MÉX. Domingo 7 de diciembre de 1884. 4ª corrida. Bernardo Gaviño (1), Francisco Jiménez “Rebujina” (2) y Felícitos Mejías “El Veracruzano” (1) con 4 toros de San Diego de los Padres. Después del tercer toro habrán un Gran manganeo de yeguas. Concluyendo la corrida con el TORO EMBOLADO.

B. GAVIÑO. Con pavor le dio 2 muletazos al primer toro (“Indio”) y empezó a pinchar hasta que la autoridad ordenó lazo. Como ya era su costumbre, bien poco le importaron los gritos e insultos del público.

 PLAZA DEL HUISACHAL, EDO. DE MÉX. Domingo 14 de diciembre de 1884. 5ª corrida. Bernardo Gaviño (1), Francisco Jiménez “Rebujina” (2) y Felícitos Mejías “El Veracruzano” (1), con 4 toros de San Diego de los Padres. Después del tercer toro habrá una mojiganga de Indios, concluyendo la corrida con el TORO EMBOLADO.

B. GAVIÑO. Dio algunos medios pases al único toro que lidio y media estocada a volapié, que mató sin puntilla. ¡Gran ovación!

   Al respecto dice El Arte de la Lidia Nº 6, del 21 de diciembre de 1884:

 (…) llega la hora de que el Charro (así se llamó el toro) muera; el viejo Bernardo coje los trastos, y frente al departamento de sombra emprende su tarea: da unos ligeros medios pases de muleta y una media estocada que podría llamarse muy bien un corto volapié, ocasionó la muerte del bicho (con todo y que en aquellos momentos, matar de metisaca, es lo que agrada más en México. N. del A.). Dianas, sombreros y puros caen al redondel y toda la concurrencia bate palmas al torero de más de 70 años. En general, todos quedan satisfechos de la bravura y buen juego de este toro.

    En otra parte de la publicación, precisamente en LOS TOROS DEL DOMINGO, se hace un interesante análisis, escrito por “Costillares”, autor de la columna, quien comenta la muerte del toro que abrió plaza, que pasaportó Gaviño, en estos términos:

 (…) la muerte del primer toro, ejecutada por Bernardo Gaviño, quien si la hubiera hecho en Rusia lo hubieran mandado a la estepas siberianas a pasar dos o tres veranitos, temerosos de su rara habilidad o bien entendida malicia; pues más que una estocada pareció un golpe dinamítico de diestro nihilista; fue una muerte sistema Elison, convirtiéndose la punta de la espada en un carrete de Runkfort, que su solo contacto produce la muerte. Ha sido un golpe que hará siempre se conserve el recuerdo del decano de los toreros.

 PLAZA DEL HUISACHAL, EDO. DE MÉX. Domingo 21 de diciembre de 1884. 6ª corrida. Bernardo Gaviño (1), Francisco Jiménez “Rebujina” (2) y Felícitos Mejías “El Veracruzano” (1), con 4 toros de Atenco.

   El ganado que se lidió aquella tarde resultó pésimo.

 PLAZA DEL HUISACHAL, EDO. DE MÉX. No hubo corrida el domingo 28 de diciembre. Bernardo Gaviño y Francisco Jiménez “Rebujina” se disgustaron con la empresa y decidieron irse a torear a Guanajuato, con lo que es muy probable que Gaviño todavía tuviera ánimo de presentarse a torear en algunas plazas del Bajío.

    Luego destaca la muy buena dirección en la lidia por parte de Machío, lo que habla de que entre el sector de la prensa comienza a darse una notoria inclinación por la técnica más deseable que entonces comenzaba a mostrarse en forma por demás contundente, bajo la presencia de diestros como el que se convertía en “nuevo en esta plaza”. Machío mismo acepta torear apoyado por una “cuadrilla mexicana”, lo que representa su adaptación al desarrollo del espectáculo tal cual se presentaba por entonces. Llama la atención la forma en que describen su perfil y su estatura, amén de aquel asunto de la edad – unos 40 años (la flor de la edad de los toreros)-, lo que representa novedad en cuanto a otro “tipo” de figura, estética por consecuencia, que se distancia del acostumbrado paisaje de toreros “aborígenes” tal cual los describió en su momento el Dr. Carlos Cuesta Baquero, y quizá hasta la figura decrépita de Bernardo Gaviño mismo.

  JOSÉ MACHÍO

GALERÍA ARTÍSTICA TAURINA: JOSÉ MACHÍO.

Fuente: Novedades del 30 de julio de 1913.

    Y qué tal cuando Gadea nos dice: [El de San Diego de los Padres] “Recibió cinco varas de los piqueros, tres en buen sitio y dos en las costillas. Hirió dos jamelgos y el público quedó satisfecho”. Es decir, que la afición de aquella época podía quedar conforme en el caso de que hubiese habido caballos dados de baja por percances como aquellos. En aquella época una corrida era buena en función del número de jamelgos heridos o muertos en el ruedo. Pero si este número era bajo, la corrida era mala.

   Y “llegó la hora de la muerte. José Machío tomó los trastos y con valor y serenidad se fue a buscar al bicho. Lo encontró mal puesto y receloso. Los pases de muleta los dio con una destreza y limpieza sin igual. El toro no entraba a la muleta y el diestro tuvo necesidad de irse sobre él. Esto no agradó al público de sol. Dio un pinchazo en buen sitio y una estocada alta regular de bastante arte, que ocasionó la muerte. El público inteligente lo aplaudió, el resto le silbó y le tiró naranjazos. Estas últimas demostraciones desconcertaron mucho al valiente torero”.

   ¿Qué nos dice el párrafo anterior?

  Queda claro que ya hay una estructura lógica y técnica en el desarrollo de la faena. Imagino que si el toro que tuvo enfrente rehuía, o mostró cosas de manso, de seguro es porque intentó el refugio de las tablas, y hasta allá fue el torero, en pos del lucimiento, pero eso no fue del agrado de los de “sol”. Luego, con el pinchazo parece no haber tanto problema, sino con la estocada. Eran tiempos en que el “mete y saca” se convirtió en la práctica más conocida y hasta celebrada por los espectadores de aquellos tiempos, así que esto debe haber escandalizado, como sucedió a buena parte de los asistentes, al grado de que terminaron dividiéndose las opiniones. Ya se hacen notar dos importantes sectores: el público inteligente y aquel otro que “le silbó y le tiró naranjazos”. Evidentemente Machío debe haber quedado extrañadísimo de aquella reacción, propia de sectores que estaban más que acostumbrados a un tipo de faenas y “estocadas” en las que Bernardo Gaviño y Ponciano Díaz, fundamentalmente impusieron como el “non plus ultra” de la tauromaquia autóctona o mexicana. Que llegara uno del extranjero y les quisiera invertir los papeles, eso no lo iba a permitir tan fácilmente el público a los toros de entonces. Y José tuvo que adecuarse a todo eso, hasta que poco a poco, las condiciones fueron cambiando, y los públicos, aficionados en cierne, gracias a la identificación con el nuevo toreo de a pie, a la usanza española y en versión moderna iba permeando en aquellos gustos tan extremos, tan arraigados. Tan nacionalistas.

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