EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
REPRODUCCIÓN DE CUATRO CORRIDOS QUE PARECÍAN OLVIDADOS.
Hoy, 31 de enero de 2013 se cumplen 126 años del inicio de la tragedia que se debatió sobre Bernardo Gaviño y Rueda, tras sufrir un percance en la plaza de toros de Texcoco, donde un toro de Ayala, de nombre “Chicharrón” le propinó una cornada –en salva sea la parte-, misma que al ser mal atendida, causó en el herido un cuadro de gangrena y en consecuencia, la muerte, once días después. La musa popular encontró al poco tiempo, razones suficientes para evocarlo, para recordarlo, convirtiéndolo en el elemento vital de los varios corridos que entonces comenzaron a entonarse
Común en aquella época, el corrido, fue (y creo que sigue siendo) una manifestación popular que emanaba casi siempre de la inspiración popular, y para quedar en ese territorio, muchas veces sin autor específico. Es decir, obra del anonimato, despertaba con su letra vibrante y nostálgica fuerte clamor que corría de boca en boca, hasta los rincones más alejados de la nación, para convertirse en una noticia nada ajena al pueblo, mismo que hacía suya la desgracia o el hecho sorprendente que transpiraban aquellos versos convertidos en voceros del acontecimiento recién ocurrido. Tal es el caso de dos corridos dedicados a Bernardo Gaviño, y que rescató, como muchos otros, el notable investigador Vicente T. Mendoza, brotados de sus obras clásicas: El romance español y el corrido mexicano y El corrido mexicano Como arrancadas de una hoja de papel volando, van aquí las letras de estos corridos:
CORRIDO DE BERNARDO GAVIÑO.
Bernardo Gaviño, el diestro
Que tanto furor causó
En la plaza de Texcoco
Lidiando un toro murió.
Su valor no lo libró
De suerte tan desgraciada,
Y aunque tenía bien sentada
Su fama como torero,
Un toro prieto matrero
Lo mató de una cornada.
Fue del pueblo mexicano
El torero consentido,
Y él fue el que le dio a Ponciano
La fama que ha merecido,
Siempre se miró aplaudido,
Pues con su gracia y valor
Supo granjearse el favor
Del pueblo más exigente,
Que vio en Bernardo al valiente
Y sereno toreador.
¿Quién se lo había de decir
después de tanto lidiar,
que un toro de escasa ley
al fin lo había de matar?
Y quien no ha de recordar
Con el placer más sincero
Al simpático torero
Que, sin mostrarse cobarde,
Hacía de valor alarde
Como matador certero?
Pero un torito de Ayala
La carrera le cortó,
Y en la plaza de Texcoco
Don Bernardo falleció;
Todo México sintió
La muerte de este torero,
Que en el país fue el primero
Por su arrojo y su valor,
Conquistándose el favor
De todo el público entero.
Y, entonados bajos el rasgueo de guitarras que marcan el ritmo incomparable, va la letra de este otro:
DE BERNARDO GAVIÑO
El treintaiuno de enero
Don Bernardo suspiró.
Y al ver un toro de Ayala
Su corazón le avisó.
Rosa, rosita / disciplinada,
Murió Bernardo Gaviño,
Que era muy certera espada.
Ya tenía ochenta y tres años (sic)
Cuando a la plaza le entró
Y ese torito de Ayala
El corazón le partió.
¡Epa, torito, / cara de horror,
que ahí está Bernardo Gaviño,
de toreros el mejor!
Al ver el toro tan bravo
Se puso color de cera,
Y dijo: -este toro prieto
Viene a darnos mucha guerra.
Rosa, rosita / de volcameria,
Que a Bernardo le hirió el toro
El último día de feria.
A la vista penetrante
Del toro nada escapó,
Que a todos los picadores
Los caballos destripó.
Rosa, rosita, / flor de alelía,
Murió el capitán Gaviño,
Ésta su suerte sería.
Sacando vueltas a brincos
¡ay!, don Bernardo esquivó
las primeras puñaladas
que el torito le aventó.
Rosa, rosita, / flor de Castilla,
Don Bernardo está enterrado
En el panteón de la Villa.
El Chiclanero famoso
Su capote le tiró;
Pero el torito de Ayala
A don Bernardo ensartó.
Rosa, rosita, / flor de San Juan,
Un toretito de Ayala
Nos mató un buen capitán.
Ese mentado “Zocato”
Y el picador “Mochilón”
No pudieron hacer nada
Contra el destino de Dios.
Rosa, rosita / ya se acabó
Don Bernardo, el gran torero,
En Texcoco concluyó.
Mas como ya estaba escrito
Su destino y le tocó,
¡pobre Bernardo Gaviño!
En Texcoco se murió.
Rosa, rosita / rosa de amor,
Murió nuestro capitán,
Lo lloramos con dolor.
Se presentaba arrogante
En cualesquiera corrida
Y toreaba al mejor toro
Sin miedo a perder la vida.
Rosa, rosita, / flor de limón,
Murió el once de febrero
Muy cerca de la oración.
Toreó a los toros de Atenco,
También a los de Jagüey
Y nunca les tuvo miedo
Por más que tuvieran ley.
Rosa, rosita / rosa amarilla,
Con garbo siempre pegaba
Al toro una banderilla.
En la plaza de San Pablo
Con garbo y gracia lidió,
Que el toro de una estocada
Siempre muerto lo dejó.
Rosa, rosita, / ¡oh infeliz suerte!
En la plaza de Texcoco
Halló Gaviño su muerte.
Con su montera ladeada
Y con su gran corazón,
Murió Bernardo Gaviño
Con la bendición de Dios.
Rosa, rosita, / flor encarnada,
Murió Bernardo en Texcoco
A causa de una cornada.
La mentada Malagueña
Una rosita le envió,
Pa´que tuviera presente
El corazón que le dio.
Rosa, rosita / del mes de abril,
Ya don Bernardo jamás
Lo verán ante un toril.
En fin, concluimos aquí
Los versos del gran Gaviño,
Y conservamos gustosos
Su memoria con cariño.
Rosa, rosita, / flor de magnolia,
Murió Bernardo Gaviño,
Que Dios lo tenga en su gloria
Los siguientes versos, fueron localizados en la Biblioteca Nacional, y al hacer un cotejo con los reproducidos por Vicente T. Mendoza, este autor suprime 10 cuartetas y una terceta. Veamos la reproducción completa.
TESTAMENTO Y DESPEDIDA
De Bernardo Gaviño
Murió Bernardo Gaviño,
Y murió como valiente,
Puesto que murió luchando
Con el toro frente a frente.
¡Ay toro!, torito prieto,
¿por qué a Bernardo Gaviño
sin piedad dejaste muerto?
En la plaza de Texcoco
El último día de enero,
Hirió a Bernardo Gaviño
Un toro medio matero.
Bernardo por fin murió
El once del mes siguiente
Y su recuerdo dejó
Como un torero valiente.
El día trece lo enterraron
De la Villa en el panteón,
Y allí sus restos quedaron
En extranjera nación.
Ahora los toreros deben
Vestirse todos de luto,
Pues murió el primer espada
Entre las astas de un bruto.
Al salir el toro dijo
Con rostro firme y sereno:
-Ese torito sí es bueno
y nos va a dar mucha guerra.
Y no se engañó Bernardo
Cuando tal cosa decía,
Pues a poco ni un caballo
En toda la plaza había.
-Aprended, hombres, de mí
y mirad mi triste estado,
ayer buen torero fui
y hoy en el sepulcro me hallo.
“¡Quién me lo había de decir
que en Texcoco había de anclar,
después de mucho lidiar
a tanto toro atrevido!
“Fui el decano conocido
en el arte de los toros,
hoy dejo mi testamento
para mis amigos todos.
“Al hacer mi testamento
declaro que soy cristiano
y dejo por heredero
al valiente de Ponciano.
“Pues le viene por derecho
y porque así yo lo mando,
que en el arte de la lidia
es el primer mexicano.
Cincuenta años he durado
Jugando toros día a día,
Y siempre salía triunfante,
Y el público me aplaudía.
Hoy la suerte me cambió
Pues me llegó la de malas,
Por un toro que me hirió
La muerte me llevó en alas.
“A todos los picadores
les dejo también recuerdos,
pues a muchos que enseñé
no he sido ingrato con ellos.
Que trabajen con cuidado
No les vaya a suceder,
Que en una mala tanteada
Vayan la vida a perder.
Al marchar ya de este mundo
Solo llevo el desconsuelo
De que dejo ya a este suelo
Y a todos los mexicanos.
“Siempre me estimaron bien,
me trataron como hermano,
nada tengo que sentir
de este pueblo hospitalario.
Quien me lo había de decir
Oigan y pongan cuidado,
Que por un toro maldito
Ya los ojos he cerrado.
Y por eso hoy les declaro
Que marcho a la eternidad,
Que ya no habrá otro Bernardo,
En el arte de lidiar.
Acabé mi testamento
Adiós mis amigos todos
Voy a partir de este mundo
Para no volver jamás.
Ya me llamó el Hacedor
Parto pues a descansar,
Adiós pues, voy en camino,
Adiós, a la eternidad.
Adiós, México querido,
Ya me despido de ti,
Porque en las llaves de un toro
Vine por fin a morir.
Adiós mis amigos todos
Ya no volveré yo a ver,
Aquellas plazas mentadas
En que a muchos toros lidié.
Yo siempre me presenté
Con denuedo y con valor,
Ante los toros más bravos,
Que traían del interior.
Con muchas razas lidié
Y de las más afamadas,
Y aunque fueran muy rejegas,
Siempre caían a mis plantas.
Lidiaba con arrogancia
Nunca conocí yo el miedo,
Y siempre en México fui
El mejor de los toreros.
En la plaza de San Pablo
También en la del Paseo
Dimos harto la función,
Yo y mi compadre Gadea.
Jugué ganado de Atenco
De Santín, Guatimapé
Pero un torito de Ayala,
Me vino a imponer la ley.
Por todo el país mexicano,
Siempre en triunfo me pasié,
Y nunca pensé un momento
El fin que había de tener.
Andaba por el Bajío
Y después por Guanajuato,
Y el toro que desafiaba
Luego me lo hechaba al plato.
Dí corridas muy mentadas
En Veracruz y la Habana,
Y en todas estas dejé
Los recuerdos de mi fama.
Yo nunca había conocido
A esta raza condenada,
Que me puso el alma en paz
Y ofuzcó toda mi fama.
Pues ni aún en la misma Habana
Que es el ganado cargado,
No pude encontrar un toro
Tan rejego y tan malcreado.
No volveré a lidiar toros
Ni a estar con mis compañeros,
Que cuando tenían peligro
Me presentaba yo luego.
A libertarle la vida
A aquel que se hallaba en riesgo,
Y por eso me decían
El mejor de los toreros.
Adiós Ponciano querido,
Ya te dejo en mi lugar,
Te encargo mucho cuidado
Cuando vayas a torear.
No te vaya a suceder
Lo que acaba de pasar,
Que en la plaza de Texcoco,
La suerte me fue fatal.
En fin, ya me despido,
Me encuentro ya hoy en la fosa,
Ya no hay Bernardo Gaviño
Hoy me cubre ya una losa.
Llorad, llorad con cariño;
Murió el rey de los toreros,
Murió Bernardo Gaviño.
Prop. De A. Vanegas.-Tip. Y Encuadernación, Encarnación 9 y 10.-México.
Y por si faltara algo, para saber más de la doliente noticia, que tal estos
VERDADEROS Y ÚLTIMOS VERSOS
DE BERNARDO GAVIÑO
Bernardo Gaviño el diestro
Que tanto furor causó,
En la plaza de Texcoco
Lidiando un toro murió.
Su valor no lo libró
De suerte tan desgraciada,
Y aunque tenía bien sentada
Su fama como torero,
Un toro prieto matero
Lo mató de una cornada.
Fue del pueblo mexicano
El torero consentido,
Y él fue el que le dio a Ponciano
La fama que ha merecido.
Siempre se miró aplaudido
Pues con su gracia y valor,
Supo grangearse el favor
Del pueblo más exigente,
Que vio en Bernardo al valiente
Y sereno toreador.
¿Quién se lo había de decir
después de tanto lidiar,
que un toro de escasa ley
al fin lo había de matar;
¿Y quién no ha de recordar
con el placer más sincero,
al simpático torero
que sin mostrarse cobarde
hacía de valor alarde
como matador certero?
Pero un torito de Ayala
La carrera le cortó,
Y en la plaza de Texcoco
Don Bernardo falleció.
Todo México sintió
La muerte de este torero,
Que en el país fue el primero
Por su arrojo y su valor,
Conquistándose el favor
De todo el público entero.
El treinta y uno de enero
Don Bernardo suspiró,
Y al ver un toro de Ayala
Su corazón lo avisó.
Rosa, rosita, rosa morada,
Murió, señores, Gaviño
Que era muy certera espada.
Al ver al toro tan bravo
Se puso color de cera,
Y dijo: este toro prieto
Nos viene a dar mucha guerra.
Rosa, rosita, es cosa seria,
Que á Gaviño le hirió el toro
El último día de feria.
A la vista penetrante
Del toro, nada escapó,
Que a todos los picadores
Los caballos destripó.
Rosa, rosita, flor de alelía,
Murió el capitán Gaviño,
Esta su suerte sería.
Se presentaba arrogante
En cualesquiera corrida,
Y toreaba al mejor toro
Sin miedo a perder la vida.
Rosa, rosita, más de castilla,
Don Bernardo está enterrado
En el panteón de la Villa.
Toreó a los toros de Atenco
También a los de Jagüey,
Y nunca les tuvo miedo
Por más que tuvieran ley.
Rosa, rosita, flor de San Juan
Un toretito de Ayala
Nos mató un buen capitán.
Se presentaba en la arena
El primero ante el toril,
Y aunque el toro fuera bravo
Nunca lo encontraba hostil.
Rosa, rosita, ya se acabó,
Don Bernardo, el gran torero
En Texcoco concluyó.
Ese domingo en la tarde
Estaba bravo el ganado,
Pues por un torito de ellos
Está Gaviño enterrado.
Rosa, rosita, flor de limón,
Murió el once de Febrero
Muy cerca de la oración.
Todo el pueblo texcocano
Está lleno de aflicción,
De ver que murió Bernardo
De la feria en la función.
Rosa, rosita, rosa amarilla,
Con garbo siempre pegaba
Al toro una banderilla.
El recuerdo de Gaviño
Vivirá en los mexicanos,
Porque a muchos enseño
Y los miró como hermanos.
Rosa, rosita, flor de coco,
Hirió el toro a Don Bernardo
En la ciudad de Texcoco.
En la plaza de San Pablo,
Con garbo y gracia lidió,
Que al toro de una estocada
Siempre muerto lo dejó.
Rosa, rosita, ¡oh infeliz suerte!
En la plaza de Texcoco
Halló Gaviño su muerte.
Los toreadores lo sienten
Porque era su capitán,
Y los defendió animoso
Con orgullo y con afán.
Rosa, rosita, rosa de amor,
Murió nuestro capitán
Recordamos con dolor.
Quien se lo había de decir
A Gaviño tan famoso
Que de Ayala, al pobrecito
Un toro diera reposo.
Rosa, rosita, del mes de Abril,
Ya a Don Bernardo jamás
Lo verán ante un toril.
Murió el valiente torero
Sin quejas y sin lamentos,
Mas con acerbos dolores
En horribles sufrimientos.
Rosa, rosita, flor encarada,
Murió Bernardo en Texcoco
A impulsos de una cornada.
En fin, concluimos aquí
Los versos del gran Gaviño,
Y conservamos gustosos
Su memoria con cariño.
Rosa, rosita, rosa magnolia,
Murió Bernardo Gaviño,
Que Dios lo tenga en su gloria.
Propiedad particular. Imprenta de Antonio Vanegas Arroyo, Santa Teresa número 1.
Avenida Oriente accesoria 715.-México.
Estos versos, me fueron obsequiados en una copia, por el Lic. José Rodríguez, entusiasta aficionado, con quien cada domingo de toros, nuestros encuentros se alimentan con novedades y comentarios alrededor de libros de toros. Muchas gracias.