POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Faltan en nuestro país bastantes nominaciones PCI (patrimonio cultural inmaterial), destinadas a generar un blindaje inicial a la tauromaquia y todas sus expresiones derivadas. Por lo tanto, es bueno recordar que, en la medida en que se difundan no solo sus blindajes y elementos que las constituyen, se sigan las recomendaciones en las que sus protagonistas principales (empresas, ganaderos, toreros, subalternos, prensa y otros) así como sus observadores, los aficionados comprometidos, se procuren mantener sus principios, evitando con ello los riesgos del desprestigio por un lado. Por el otro, el de una posible y articulada consistencia en la que se preserve este patrimonio. Difícil tarea si lo que tenemos claro es la presencia de oscuros intereses, de apatía que no le vienen ni le vendrían nada bien, y en estos momentos a las representaciones todas que custodian y preservan este legado.
Francia está convirtiéndose día a día en un ejemplo a seguir, pues sigamos sus pasos, veamos y analicemos sus experiencias para que este proceso funcione correctamente en México. en el mismo sentido, dependerá qué hagan las otras seis naciones que conservan entre sus tradiciones y expresiones populares a la tauromaquia. Lo que interesa en este aquí y ahora es todo cuanto esfuerzo se realice en nuestro país, donde hasta ahora se perciben síntomas de dejadez, por no llamarlo de otra forma. Si en alguna medida esto genera una especie de supervisión, es bueno prepararnos para el futuro inmediato, reconociendo los valores ancestrales, históricos, sociales, antropológicos o filosóficos que constituyen y han constituido a la tauromaquia, desde 1526 y hasta nuestros días.
Por ejemplo, los últimos acontecimientos ocurridos en la feria de León, Guanajuato produce un alto grado de incomodidad, de pena ajena pues en el desarrollo de tan emblemática costumbre, se han venido produciendo capítulos penosos donde la ausencia de ganado a propósito, y un relajamiento que ha derivado en la que puede considerarse peyorativamente en una feriecilla de pueblo venido a menos, no nos conviene, pues además de generar señales de alarma, es suficiente razón para que los contrarios también nos tengan en la mira. Ellos trabajan verticalmente en sus propósitos. Nosotros no. Por eso es que ese triste espejo de la realidad taurina en nuestro México del 2013, sigue demostrando que la organización de festejos y corridas de toros sigue haciéndose en forma improvisada, con muy poquitas ganas de generar orgullo, satisfacción. A lo que se ve, y en buena medida se han dado al “puro vacilón” y eso ya no cabe en unos momentos en que se debe demostrar profesionalismo, capacidad y poder de convocatoria para no engañar a los cientos, miles de aficionados que se congregan en una de las primeras ferias al comenzar cada año en este país. Si el antecedente queda sin ser corregido, es muy probable que las réplicas en otras ferias o sitios donde se celebran y organizan corridas de toros corran con la misma suerte.
Insisto, no es momento para ello, y mucho menos en circunstancias donde el esfuerzo de unos se derrumbe con la irresponsabilidad de otros. Con el loable papel de defensores o el incómodo deslinde de los que están obligados a hacer su trabajo como todos estamos deseando que así suceda.
Esperamos que muy pronto, sobre todo en el curso de 2013, se den a conocer otros esfuerzos, encaminados todos a la posibilidad de que habiendo o existiendo las condiciones más apropiadas, se presenten todas las más nominaciones que falta, con objeto de que con esos requisitos, se pueda cumplir con el siguiente y gran paso, el que se materializará en el acercamiento formal con la UNESCO, con vistas a que dicha institución de reconocido prestigio internacional, declare a la tauromaquia como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.
6 de febrero de 2013.