Archivo mensual: marzo 2013

S. A. S. ANTONIO LÓPEZ DE SANTA ANNA EN LOS TOROS…

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    En EL UNIVERSAL, del 19 de febrero de 1853, p. 3 se anunciaba lo siguiente:

 EL BENEFICIO DE BERNARDO GAVIÑO.

    Recordamos a nuestros lectores que esta tarde deberá tener lugar una brillante corrida de toros a beneficio del primer espada Gaviño, quien pasó a escoger los mejores bichos a la hacienda de Atenco. Asegúrase que asistirán a dicha función SS. AA. SS. el general presidente y su esposa.

    Su Alteza Serenísima, don Antonio López de Santa Anna (1794-1876), ocupante hasta en once ocasiones de la presidencia del país, era además de un militar ensoberbecido y protagónico, un apasionado de los gallos, el teatro, las mujeres y los toros. Todo un caso. Con aquella casaca constelada de condecoraciones hizo acto de presencia en diversas representaciones y donde hasta un teatro llevó su nombre durante algún tiempo, y del que Pedro Gualdi nos deja esta maravillosa escena: 

 GRAN TEATRO NACIONAL DE MÉXICO_PEDRO GUALDI

Pedro Gualdi: Óleo con vista del interior del Gran Teatro Nacional de México desde el escenario.

    Y en Tlalpan, concretamente en San Agustín de las Cuevas, aquellos días de fiesta y celebración, era esperado tan importante personaje para dar rienda suelta a las apuestas y las peleas de gallos…

   Con las mujeres no tuvo freno, y el recordado caso de “Lupe la Torera” deja ver hasta donde pudieron haber llegado sus pasiones. 

 EGERTON_SAN AGUSTÍN DE LAS CUEVAS

Egerton: San Agustín de las Cuevas.

    En el caso de su asistencia a diversos festejos taurinos, me remito a unas notas que hace algún tiempo elaboré para dar cuenta de su frecuente asistencia a esta o aquella plaza.

    El siglo XIX, año 1 N° 118, del 2 de febrero de 1842, insertaba en sus páginas un dato en el que se daba testimonio del festejo que se celebró aquel mismo día en la plaza de toros de la capital:

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. 3 de febrero. Bernardo Gaviño y cuadrilla. Corrida en obsequio del Exmo. Sr. general presidente, benemérito de la Patria, D. Antonio López de Santa Anna.

   Esta nota en realidad, apenas un mensaje que dejaba ver la gran celebración en la que participó con toda seguridad Bernardo Gaviño –no podía ser otro el diestro, debido a la magnitud de la celebración-. Por otro lado, nos recuerda Enrique Serna en su libro El seductor de la patria, que en ese año, Santa Anna

 Ejerce una dictadura militar con fachada democrática. Entierra con gran pompa su pie amputado en el cementerio de Santa Paula. Apuesta fuertes cantidades a los gallos en el palenque de San Agustín. Impone préstamos forzosos a la Iglesia con el pretexto de obtener fondos para una nueva campaña militar en Texas. Con el producto de sus esquilmos compra seis haciendas en el estado de Veracruz. En represalia por el abandono del centro, Yucatán proclama su independencia. Santa Anna envía un ejército a combatir la intentona separatista. El Congreso no resulta tan dócil como esperaba y ordena disolverlo a su ministro de Guerra, Tornel, mientras él toma vacaciones en Manga de Clavo. SERNA, Enrique: El seductor de la patria. (Novela). México, Joaquín Mortíz, 1999. 520 pp. (Narradores contemporáneos), pp. 515-6.

    Pero no solo fue ese el único festejo con el que se celebró a Su Alteza Serenísima. Por lo menos, en aquellos donde intervino Bernardo Gaviño y su cuadrilla son los siguientes:

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 6 de octubre de 1844. 7 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. La empresa, deseosa de contribuir por su parte a la satisfacción pública por el feliz enlace del Escmo. Sr. Presidente General Don Antonio López de Santa Anna con la Escma. Sra. Da. Dolores Tosta, ha dispuesto una sobresaliente corrida de toros.

   Programa:

   Una marcha militar y una salva de artillería que hará un fortín puesto al intento, anunciarán la llegada de la Escma. Sra. Presidenta. Pasado el despejo del circo, se lidiarán 3 toros, y en seguida el mismo fortín repetirá la salva, descubriéndose un grupo de la América sostenida por los antiguos aztecas.

   Estos, en celebridad de su digna presidenta, lidiarán con un toro, que en aquel acto saldrá adornado de listones y bandas, banderillándolo y dándole muerte con una macana de fuego.

   Seguirán otros 4 toros de la misma raza, y por fin de función se iluminará el fortín y dos pirámides, en cuyos remates se verá el retrato de la Escma. Sra. Presidenta y vivas a sus Excelencias.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 24 de abril de 1853. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 9 toros de Atenco. Función en celebridad del feliz arribo del Exmo. Sr. Presidente de la República, general D. Antonio López de Santa Anna.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 25 de abril de 1853. Segunda magnífica y extraordinaria función en honor del general D. Antonio López de Santa Anna. Nueve toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Actuación de Ignacio Gadea.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 12 de junio de 1853. Magnífica y extraordinaria función en celebridad de los días del Exmo. Sr. Presidente de la República, general don Antonio López de Santa Anna.

   “Se lidiarán nueve toros muy escogidos de las conocidas y acreditadas razas de Queréndaro y San José del Carmen. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Se presenta Antonio Cerrilla, banderillero.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de diciembre de 1853. Corrida extraordinaria a beneficio de la Hacienda de Atenco y dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la Nación, Benemérito de la Patria, don Antonio López de Santa Anna, y a su digna esposa Exma. Sra. doña Dolores Tosta de Santa Anna. Siete toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 15 de enero de 1854. Solemne y extraordinaria función de obsequio dedicada a S. A. S. el Presidente de la República Mexicana, general de división, benemérito de la Patria, caballero gran cruz de la real y distinguida orden española de Carlos III y gran maestro de la nacional y distinguida orden mexicana de Guadalupe, D. Antonio López de Santa Anna, a su S. A. S. su digna esposa; y a los caballeros de dicha orden, en celebridad de la instauración de ésta, y cuya fiesta concurrirá S. A. S. el príncipe de Nassau, invitado por S. A. S. el presidente de la República. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Seis o más toros de Atenco.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 26 de febrero de 1854. Primera función de Carnaval. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros de El Cazadero. Cuadrilla completa de máscaras. Corrida de becerros. Además, la cuadrilla completa de niños de 8 a 12 años, 4 becerros de la Concepción. Uno de los muchachos pondrá banderillas a caballo, y en uno de los intermedios se le echará un becerro para colear. Toro embolado. Esta función fue en obsequio de SS.AA.SS el Sr. Presidente de la república mexicana, benemérito de la patria, general D. Antonio López de Santa Anna y su digna esposa.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Jueves 18 de mayo de 1854. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 toros de Atenco. Dos toros para colear y toro embolado. Brillante y sobresaliente corrida de toros, en celebridad del triunfal y feliz regreso a esta capital, de S.A.S. el general presidente de la república mexicana, benemérito de la patria D. Antonio López de Santa Anna, a quien le dedica la empresa, e igualmente a S.A.S. su digna esposa, por la cumplida satisfacción que experimenta con tan grato y plausible acontecimiento.

  FOTO Nº 33

Johann Salomón Hegi (1814-1896): “Cuadrilla española en la plaza de toros”. Siglo XIX. Acuarela sobre papel. 54 x 74 cm. Col. Salomón y Brigitte Schäter, Zurich, Suiza.

Fuente: Gustavo Curiel, et. al.: Pintura y vida cotidiana en México. 1650-1950. México, Fomento Cultural Banamex, A.C., Conaculta, 1999. 365 pp. Ils, retrs., grabs. (pp. 183).

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de junio de 1854. Corrida para celebrar el cumpleaños del Serenísimo Señor Presidente. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 toros de Atenco y de El Cazadero, propiedad de D. José Juan Cervantes y D. José María de la Peña respectivamente. Un toro de cola y el embolado. Corrida que celebró el feliz cumpleaños de S.A.S. D. Antonio López de Santa Anna.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 21 de enero de 1855. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Función a beneficio de Bernardo Gaviño, a la cual se dignará concurrir S.A.A. el general Presidente Don Antonio López de Santa Anna.

   Los toros saldrán a la plaza engalanados con vistosas moñas de raso y terciopelo. El 4º toro será banderillado a caballo por el más famoso caporal de la hacienda de Atenco. Se colearán dos ligeros toros. Entre el quinto y sexto toro saldrá uno embolado de la misma raza de Atenco, que será lidiado por la chistosa mojiganga de los “hombres gordos en burros, enanos y gigantes”.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de febrero de 1855. Función a beneficio de las haciendas de Atenco y El Cazadero. Magnífico fuegos de artificio. Iluminación general de la plaza. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función dedicada a S.A.S. Don Antonio López de Santa Anna y a su muy digna esposa, Sma. Da Dolores Tosta de Santa Anna.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 20 de febrero de 1855. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 4 toros: de Atenco y del Cazadero. Segunda función de carnaval la que se signará honrar con su asistencia S.A.S. Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa, la Sma. Sra. Dª Dolores Tosta de Santa Anna. Se echarán varios toros de cola. La cuadrilla se presentará de máscara compuesta de distintas parejas propiamente vestidas y lidiarán 3 toros. Toro embolado y fuegos de artificio.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Miércoles 13 de junio de 1855. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 7 toros de Atenco. Función extraordinaria dedicada a SS.AA.SS. el General Presidente Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa Dª Dolores Tosta de Santa Anna, por los propietarios de las haciendas de Atenco y el Cazadero. Dos toros para coleadero. Un becerro de Atenco que lidiará la cuadrilla en zancos. Toro embolado que tendrá la frente cubierta de monedas de plata.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 17 de junio de 1855. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 7 toros de Atenco. Función extraordinaria dedicada a SS.AA.SS. el General Presidente Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa Dª Dolores Tosta de Santa Anna, por los propietarios de las haciendas de Atenco y el Cazadero. Dos toros para coleadero. Un becerro de Atenco que lidiará la cuadrilla en zancos. Toro embolado que tendrá la frente cubierta de monedas de plata.

   Quince festejos, apenas quince de un conjunto que probablemente sea mayor, en la medida en que otros toreros –aparte de Gaviño- hayan participado en diferentes tardes, además de aquellas otras noticias fuera de registro por parte de la prensa, la cual, durante los diversos gobiernos de Santa Anna no pudo haber omitido información de tal naturaleza, en tratándose de la circunstancia que exigía su dimensión, por lo que no era posible desdeñar aspectos de tamaña circunstancia. El teatro de igual forma, dedicó infinidad de funciones uniéndose así a la festiva parafernalia, al imponente ejercicio de la excesiva adoración dedicada a un personaje que supo construir una imagen tan aproximada a los regios imperios europeos, pero que se excedió conforme aumentaban sus insignias tales como:

la de Su Alteza Serenísima, Presidente de la República Mexicana, general de división, benemérito de la Patria, caballero gran cruz de la real y distinguida orden española de Carlos III y gran maestro de la nacional y distinguida orden mexicana de Guadalupe…

   Sobre Antonio López de Santa Anna falta mucho por conocer. Es uno de los personajes considerados como anti-héroes, tratado despectivamente como “traidor de la patria” y también como “dictador” entre otras lindezas. Sin embargo, este no será el espacio para ocuparse de manera tan detallada de tales aspectos. Solo he querido recordar un breve pasaje de su presencia en las plazas de toros, donde se ha podido comprobar su enorme afición a los toros, como la tuvo también a los gallos, de la que fue religioso practicante durante las fiestas en San Agustín de las Cuevas.

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EL FAMOSO JUAN CORONA…

DEL ANECDOTARIO TAURINO MEXICANO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Don Luis Ruiz Quiroz, en su imprescindible obra: EFEMÉRIDES TAURINAS MEXICANAS, refiere, en la pág. 91 el siguiente dato:

 29 de marzo.

1858.-El picador Juan Corona sufre grave cornada en la ingle por un toro de Queréndaro.

    Pues bien, intentando buscar todos cuantos datos permitieran corroborar tal efeméride, me encuentro con unos apuntes manuscritos del Dr. Carlos Cuesta Baquero, de los que traigo hasta aquí lo que sigue:

    Después trabajó (Juan) Corona desde 1850 a 1853 en la plaza de San Pablo, estrenada por segunda vez y de allí, la cuadrilla de Bernardo (Gaviño) pasó a trabajar a la plaza de Bucareli (la del Paseo Nuevo. N. del A.), en la que la tarde del 23 de mayo de 1853, sufrió Corona una terrible cogida, por un toro de Queréndaro, cuya asta entró al joven picador por la pierna derecha y atravesando el asta y saliendo la punta de la llave por el hígado. (sic).

   Como consecuencia de tan espantosa herida, Corona, duró enfermo casi un año, siendo durante este tiempo asistido con esmero por el Dr. Mallet.

   Repuesto Corona un tanto y habiendo gastado durante su enfermedad casi todos sus ahorros, tuvo necesidad de trabajar, logrando reunir una suma que, aunque insignificante, fue bastante para que Corona pudiera establecer una zapatería y comprar algunas vacas.

   Corona abandonó por completo el toreo y trabajando sin descanso y después de grandes privaciones con el honrado fruto de sus bastantes desvelos, compró la casa que hoy habita en Jamaica y donde tanto los viajeros notables, como la mayor parte de los mexicanos, hemos podido admirar un curioso museo al que tiene acceso el que lo solicite. 

JUAN CORONA Apunte de Juan Corona incluido en la curiosa edición de Domingo Ibarra: Historia del toreo en México.

    Hasta aquí las notas de Roque Solares Tacubac.

   Por lo tanto, el dato de Ruiz Quiroz no se corresponde con las apreciaciones de Cuesta Baquero, de ahí que sea importante, e imprescindible también el ajuste de aquellos datos que el pasado nos sigue aportando para seguirlo develando en el presente.

   Termino, por ahora, incluyendo los versos que, en 1851 se le dedicaron a este peculiar personaje, mismo que se convirtió en su momento, en auténtica leyenda viviente. 

El valiente Juan Corona

 El valiente Juan Corona

el de la vara de otate,

aunque la fiera lo mate

ha de picarlo sin mona.

 

De San Pablo en este día

la plaza se encuentra en ascuas,

porque se acercan las Pascuas

y el pueblo goce a porfía.

 

La Chole, por vida mía

no esquiva pisar la arena

de sangre toruna llena;

pues por complacer a todos,

ha de jugar de mil modos

con esas fieras, sin pena.

 

Porque su fama lo abona[1]

en el suelo mexicano,

dó se muestra muy ufano

de triunfar siempre de veras.

Y dominar a las fieras

con su brazo soberano.

 

Ha de haber monte Parnaso,

de muchas cosas provisto,

las que jamás habrás visto

aunque las tienes de paso.

 

Cien pantalones de raso

y otras muchas zarandajas,

entre cortantes navajas,

ha de tener en su mano,

para que saque ventajas.

 

El que busque distracción,

en San Pablo la hallará,

y no se arrepentirá

de ocurrir a esta función.

 

Allí no habrá tumultón

ni desorden, ni mal rato

el público hallará grato

cuanto en su obsequio ofrecemos,

pues todo precaveremos

porque haya gusto y no flato.

No es busca de novedades

corras pueblo a otras regiones,

porque las más ocasiones

encontrarás bojedades.

(. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .)

Qué diversión más barata

puede buscar un galán,

para que con poco afán

quiera obsequiar a su chata.

 

La paga no es patarata,

esta vez se ha disminuido,

porque la empresa ha querido

dar muestras de su adhesión,

probando así a la sazón

que os vive reconocido. 

   Así que, ateniéndonos al principio de la precisión, hay que darle certeza y credibilidad al dato aportado por el Dr. Carlos Cuesta Baquero, sirviendo esto, además, para una posible enmienda en las siempre perfectibles efemérides que, como ha sido posible apreciar, siempre tienden a un mejor reacomodo y adecuación.


[1] La de Juan Corona.

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BERNARDO GAVIÑO y EL GARLOPO UN 28 DE MARZO DE 1880 EN PUEBLA.

EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 UN 28 DE MARZO DE 1880, BERNARDO GAVIÑO y RUEDA SE ENFRENTA A EL GARLOPO DE SANTÍN.

    En el año de 1880, el 28 de marzo, envío Santín a Puebla una excelente corrida cuyo primer toro fue un semental lidiado en la plaza del Paseo Viejo de San Francisco, recibió 9 varas, en las cuales mató 6 caballos, y habiéndose tocado a banderillas, no obstante que el toro aún estaba entero conservando su bravura, fiereza, arrogancia y entereza, hasta que murió, recibió dos estocadas y no se permitió que tomara más varas por la escasez de caballos, este hermoso ejemplar de nombre GARLOPO que fue disecado totalmente, destacó con toda su presencia, en un pedestal que estuvo casi cien años en el despacho de la Casa Barbabosa del Jardín de los Mártires, hasta que esta fue demolida en el año de 1967, para ampliar la plaza de armas de Toluca, como en otra parte se señala. Este animal fue toreado por el entonces renombrado espada español Bernardo Gaviño. Por cierto que en la época de la Revolución se corrió el rumor de que los señores Barbabosa lo habían rellenado de monedas de oro, para así esconder su dinero y fue entonces que en una ocasión que los rebeldes que allanaron la casa, lo abrieron en canal en busca del tesoro, pero por supuesto esto era sólo una mentira urdida por mentes envidiosas o ignorantes. Según parece este toro aún se conserva en propiedad de don Salvador Barbabosa y García, y actualmente se encuentra en una de las casas de éste en Toluca.

 EL GARLOPO_RAZA DE SANTÍN

Fotografía obtenida por el autor de estas notas. Agradezco a Salvador Barbabosa, por permitirme, en su momento, haber logrado, entre otras, la presente imagen.

    A propósito, quien mejor que don José Julio Barbabosa el que, en sus apuntes manuscritos, mismos que forman parte de mi trabajo –inédito-: Historia sobre la raza brava de Santín,[1] se sincera en una serie de confesiones, declaraciones y recuerdos que, al final de su lectura, hacen ver que se trata del recuento de toda una vida dedicada al campo y a la crianza de toros, los toros criollos, los toros “nacionales”·de Santín. Entre esos apuntes, aparecen algunas remembranzas donde sólo dedica un par de líneas al recuerdo de El Garlopo. Por tratarse de un pasaje ciertamente interesante, me permito compartirlo con ustedes.

 Nº 1 / Orijen de la raza brava / de Santín, y algunas cosas notables / q.e ocurran en ella / J[osé] J[ulio] B[arbabosa]. / Santín Nbre 1º/[18]86

 (Pág. 3)                                               Al que leyere

    Hay recuerdos que el S. mi abuelo D. José Julio Barbabosa dueño que fue de esta hacienda de Santín, se divirtió muchos días viendo a sus gañanes torear beserros q.e llenos de cólera y ley, hasian volar por los aires y vailaban sobre aquellos que enardesido su arrojo con pulques y licores q.e apropósito mandaba darles, entraban a un redondel perfectamente cubierto de estiercol y dispuesto de manera, que jamas una desgracia pudiera venir á apartar de mi alegre abuelo y sus amigos las estrepitosas risas y alegría con q.e festejaban á los fieles hijos de Baco, que llenos de arrogancia lidiaban cual Juan Panadero con los calzones al beserro, dando con toda su humanidad en el suelo, y parándose (o parándolos) muchas veses bañados con los /(p. 4) perfumados y fragantes orines de sus pequeños, pero bravos adversarios, la continuación de estos espectáculos despertó en mi abuelo el deseo de tener mayor número de bravos, a cuyo efecto mandaba poner de padres a los beserros q.e con mayor empeño y decisión, lidiaban puesto por los suelos a los movibles alambiques, hé aquí en mi concepto el orijen de esta raza, la que ciertamente estuvo a punto de concluir, pues las épocas calamitosas por que pasó esta hacienda de Santín (origen aproximado: 1836) por los años de 1840 ó 1845, hizo que se hubiera vendido todo el ganado con excepción de unas cuantas beserras escojidas entre lo más bonito del ganado, las q.e fueron suficientes para conservar aquella raza que por pura diversión propagó mi expresado abuelo; así fue ciertamente, pues luego q.e pasaron aquellos asiagos tiempos en /(p. 5) algunos combates, bendición de la capilla, y algunas otras veces, jugaron los dependientes algunas corridas de toretes, los que siempre manifestaron algunas condiciones propias para lid, hasta que en Toluca, el 2 de septiembre de 1866 compró Mariano la Monja cinco beserros para jugar en la plaza de toros de Toluca, los q.e ciertamente jugaron bien. Esta circunstancia despertó aunque todavía con frialdad el deseo de mejorar el ganado para lid, el año de 1868 Pablo Mendoza jugó varias corridas en la misma plaza de Toluca, en las que jugaron algunos toros bastante bien, esto unido á la compra de la plaza de toros del referido Toluca, que fue el año de 1870, hizo más enardeser el deseo de mejorar la raza, pues como he dicho, varios de los toros de Santín q.e en ella jugaron, no dejaron que desear, pero sucedió, /(p. 6) lo que generalmente pasa en la mayor parte de los negocios, que concluidos los toros de primera calidad, siguieron los de segunda que dieron poco juego, y a estos los de tercera, que no teniendo las condiciones necesarias, el público se disgustó y… hechemos un velo sobre pasos que nos causan disgustos y prosigamos nuestra historia; concluyó la plaza de Toluca para evitar disgustos, y el año de 1872, José M. Hernández dependiente de la hacienda de Atenco, se presentó en solicitud de toros para Puebla los llevó efectivamente, y tuvimos la suerte de q.e agradara su juego en aquella población, hasta el grado de q.e sin embargo de que los toros se cobraban a cuarenta y cinco pesos cada uno, D. Bernardo Gaviño que fue quien después de Hernández /(p. 7) los siguió toreando, mandó uno de nuestros toros después de jugado a no se que hacienda de las inmediaciones de Puebla para raza por cuyo toro nos dieron 60 pesos, y así siguió el ganado jugando en la mencionada Puebla, que como tenía demanda, el S. mi padre tomó empeño he hizo cuanto pudo para mejorarlo, pero no sé que pasó, en aquella época el ganado de Santín iva unido con el de S. Diego de los Padres q.e pertenese al S. mi tío y padrino D. Rafael Barbabosa, pero sea la maledisencia de algunas personas, o lo q.e se quiera, el caso es q.e en Puebla, se desía q.e todos los toros que de la plaza se desechaban por malos, eran de Santín, y viceversa, los que salían buenos pertenesían a S. Diego, esta circunstancia obligó al S. mi padre a no continuar mandando ganado, lo que ciertamente /(p. 8) produjo un gran decaimiento en la raza, pues como en esa fecha los toros estaban prohibidos en Toluca dejaron por largo tiempo de salir a jugar, con esepción de una o dos corridas cada año; este estado de postración hizo q.e el ganado bravo se descuidara algún tanto, hasta que volvieron a demandar toros para Puebla en Diciembre de 1878, época en la q.e estaba el ganado en tan bajo consepto con los empresarios de aquella plaza, que el primer (anuncio) de esta época, que se conserva en el despacho de esta Hacienda, ni menciona de que finca es el ganado q.e va a lidiarse, solo dise “Del valle de Toluca”. El Ser supremo dispuso q.e el ganado diera buen juego, y cada día se hizo de más crédito en Puebla, donde jugó hasta que se prohibieron en aquella poblasión las funciones, siendo en to- /(p. 9) das ellas, o mejor diremos en muchas de ellas, aplaudido el ganado, no solamente por la mayoría del público, sino también por los ganaderos de por ahí, como lo demuestra la pretención y ofresimiento q.e a mi personalmente hizo el S. González dueño de la ganadería de Piedras Negras, (q.e dicho sea de paso en mi humilde consepto es la mejor de las que por ahí se encuentran) en una corrida en que jugó y fue indultado un toro q.e tenía por nombre “Veneno” repito, el mismo S. González me ofresió ciento cincuenta pesos por él, no quise dárselo sin embargo de q.e me hasia ver q.e lo muy maltratado que quedó el toro, le impediría llegar a Santín por lo muy largo del camino; como sucedió efectivamente, en Lerma murió el toro, y no tuve el gusto de volverlo a ver en Santín. Ningún resentimiento tuvo la raza de Santín a causa de /(p. 10) las prohibiciones en Puebla pues como ya de alguna reputación gozaba el ganado (se dise vulgarmente que vale más caer en gracia, que ser desgraciado) todos los años subsecuentes, jamas han sido suficientes los toros q.e en Santín ha habido p.a cubrir los pedidos; sin embargo de habérseles ido subiendo gradualmente el precio hasta llegar al de cien pesos toro, que es el precio en que hoy vendemos. Desde el año de 1881 poco más o menos yo fui quien quedó únicamente encargado de esta hacienda, así pues desde esta fecha siguiendo los pasos de mis antepasados, he procurado mejorar la raza cuanto me ha sido posible comprendo q.e ciertamente no tengo la pericia y capasidad necesarias para ello; siendo esto así, sirvame lo dicho como escusa si mis posteriores el que leyere /(p. 11) o escuchare me culpan por el atraso en que encuentren al ganado, les recuerdo q.e si la Divina Providencia no me ha dado la inteligencia suficiente para ello, no soy culpable de esta falta y que “el que hase lo que puede, hace lo que debe”.

   Al escribir el libro lo hago con el único objeto en 1er. lugar de que la posteridad sepa el origen de la raza, y en 2º de dejarle también recuerdos de alguno q.e otro toro que sea notable por alguna circunstancia referiré las peripecias que tengan lugar con la sencilles que aparezcan; precisamente por haberme propuesto haserlo así, me abstengo de escribir sobre varias reses cuyos nombres han quedado gravadas en nuestra memoria, pues no deseo escribir azañas ni escribir de los toros como mis deseos son, sino como son en sí, la /(p. 12) idea de que dentro de algunos años se haga comparación de las notabilidades de esta época con las de aquellos, p.a notar el progreso o degeneración q.e en el ganado haya habido, me ha hecho disidirme a escribir una fiel narración q.e ciertamente me resguarda y creo que con razón ¿quien no nos conose a los hombre que ciertamente estamos siempre dispuestos a murmurar y a pensar mal de nuestros semejantes? ¿quien de nosotros los hombres repito no acostumbra enalteser lo suyo y denigrar lo ageno? ¿y quien de los hombres pregunto por última vez no cree q.e los mismos defectos de que él adolese están más abultados en su hermano?

   Lejos, sí, muy lejos de mi pluma estarán las adulaciones de los hechos, por las siguientes razones, es una /(p. 13) verdad q.e varias personas que leen las presentes narraciones han visto jugar, han conosido, y saben tanto como yo lo ocurrido con tal o cual vez q.e se menciona en la espresada narración, por que el actual caporal, Jesús Mercado y demás vaqueros y dependientes de esta hacienda que son quienes primero leen lo escrito, saben repito, tanto como yo lo ocurrido con la vez a que alude la narración; es probable q.e algunas personas (eseptuadas las dichas) de las que lean lo presente hayan visto también jugar los toros que se mencionan en el presente libro, en vista de esto: ¿sería yo tan falto de vergüenza que actos públicos cuyo color es negro yo los pintara blanco, y quisiera contrarestar a sentenares por no decir a millares de personas?

   Convensido de que el honor /(p. 14) del hombre es su prenda sagrada, no quiero apareser ante las personas que hasta hoy sin méritos me honran con su aprecio, como jactancioso y embustero. ¿que honor resultaría a la ganadería de mi dicho aunque yo pusiese hasta las nuves a un toro, si dos mil (estoy seguro q.e más) desian q.e no había ido sino una cosa mala o cualquiera?

   Siendo una verdad que la mentira dura mientras la verdad llega con la adulteración de los hechos al fin resultaría deshonrado, mientras que usando la verdad pura, podría resultarme un honor, pues siendo los toros actuales nada más que una medianía, si la Divina providencia /(p. 15) haré que se mejoren, sobre mi pobre persona resultaría el honor de haberla algún tanto mejorado.

   En vista de las razones espuestas que son las que prevalesen en mí, me contraigo repito haser una fiel narración de lo que ocurra, circunscribiéndome a mencionar los hombres de toros antiguos y los nombres de varios toreros que han sido heridos por ellos, no diciendo nada sobre su juego aunque el de todos ellos fue notable, por no recordarlo, y encargando muy especialmente sea el pte. libro muy particular y de familia, por evitar criticar si por acaso alguien murmura sobre este proceder; llevese y tenga fijo en la memoria este mi consejo, “Desprecie los defectos y faltas agenas, pues son peque-/(p. 16) ñas, y sobre todo no le interesan, conosca y sobre todo evite las suyas que ciertamente son grandes y le importan.

   Santín Nbre. de 1886.

José Julio Barbabosa (Rúbrica)

(Pág. 17)

1 Un toro albardado que jugó en la plaza de toros de Toluca en clase de competidor con otra raza (la de Atenco). El Ser Supremo dispuso que el público de esta Ciudad diese la preferencia a Santín.

2          Relámpago

   Este toro (negro) jugó en Toluca, fue indultado y nos sirvió de padre cosa de 6 ú 8 años hasta q.e de viejo se repartió a los gañanes en Santín.

Pabellón

   Nos pidió Lino Zamora unos toros p. dar una diversión (no corrida) gratis a sus amigos y hubo la fatalidad de q.e le persiguiera el toro con tanta tenacidad q.e alcanzó a su cabayo favorito; q.e llevava el nombre q.e desde entonces se le puso al toro “Pabellón” lo describo y dio una herida en la verija que hizo morir al caballo la misma tarde, jugó este toro en Morelia como competidor de los de Tirizicuaro.

3          Acosil

   Jugó también en Morelia compitiendo con /(p. 18) toros de “La Sierra” tanto en este toro como en el “Pabellón” obtuvo Santín la preferencia.

4          Curro             Toluca

   Ponciano Díaz jugó este toro rompiendo al mencionado Ponciano el chaleco y banda al tiempo de pretender matarlo.

5          Lusero                       Puebla

6          Sentello                      Zinacantepec

   Dió 3 horribles heridas a mi caballo Frijol después de haberle dado Lino Zamora tres estocadas intentando matarlo, al lazarlo para darle la puntilla.

7          Trueno                       Zinacantepec

8          Pabellón                     Tenango

9          Porfiado                    Tenango

10        Mariposo                   Santiago Tianguistenco

11        Garlopo                     Puebla

   Este toro estrenó la plaza nueva del paseo viejo de S. Francisco

12        Mezcal                       Puebla


[1] José Francisco Coello Ugalde: Historia sobre la raza brava de Santín. México, Aportaciones Histórico-Taurinas Mexicanas Nº 25. 156 p. ils., fots., grabs., cuadros.

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Ahora que la maquinaria de ciertas ferias en el país están echadas a andar con toda su fuerza, la de Texcoco, y próximamente en Aguascalientes, conviene que se haga un balance previo, pero también cuando culminen, para saber en qué medida siguen convertidas en centro de atención de un amplio sector de aficionados, así como de los medios de comunicación, por un lado. Pero también de todo aquel resultado que derive de ellas, por el otro, para entender si los comportamientos tienden a ser los mismos de otros años, o si en verdad se perciben diferencias importantes que dejen ver una mejoría, o también un reciclado de vicios y de abusos que acusen una muy mala señal de que todo podría ir de igual a peor.

   Cuando José Alameda  decía –y no le faltaba razón- aquello de “prefiero la catedral a las capillas”, es porque sus preferencias se decantaban en el privilegio de gozar un espectáculo más formal en las grandes capitales del país y no en los poblados de provincia, donde privaban las informalidades. Ese común denominador ha cambiado con el tiempo, y ahora resulta que en ciertas plazas, consideradas como de primera, se da espectáculo de tercera, mientras que en aquellas otras la buena organización comenzaba viento en popa con la sola y digna presentación del ganado. Lo demás, ya sabemos, viene por añadidura.

   Lamentablemente es hora de que ciertas empresas todavía no tienen claro el hecho de que lo que organizan es un espectáculo taurino, lo cual significa, por encima de todo, ofrecer calidad, y eso está en función del ganado que se adquiere previamente, luego de una rigurosa selección en el campo. Los toreros, en su gran mayoría, junto con sus apoderados deben encontrarse más que dispuestos a ser contratados, siempre y cuando ese procedimiento se lleve a cabo de manera digna (un caso reciente en cierta plaza del estado de Morelos deja ver el enrarecido ambiente en que ha caído la empresa, que en varias ocasiones ha mostrado el cobre, y desde luego, las entradas que se reflejan en tendidos semivacíos). Por tanto, en la medida en que esos empresarios no se empeñen en ofrecer un espectáculo digno, el poder de convocatoria no trascenderá hasta en tanto no se ofrezcan garantías de calidad. A la gente, al aficionado, ya no puede seguírsele engañando.

   Por lo menos, en los últimos 20 o 25 años se tiene un balance poco alentador en ese sentido, lo cual es sumamente preocupante pues ferias van y ferias vienen y sus respectivos balances tienen una pesada carga de mentiras, aún a pesar de que los empresarios ofrecen “las perlas de la virgen”, y terminan trocando todo aquello en collares de bisutería que además cobran a precios que no se corresponden con la realidad. Este panorama nos preocupa porque en el reciente empeño que se viene trabajando para considerar a la tauromaquia como Bien de Interés Cultural (BIC, por sus siglas) o Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI, por sus siglas) con vistas a obtener, de manera integral, y a favor de ocho países del orbe,  la declaratoria que, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se pretende formalizar ante la UNESCO. Y digo que es preocupante, pues si no se hace un intento por entrar dignamente en el concierto de las naciones, sobre todo en unos momentos que, como los que transcurren, en que lo demandante de una calidad está llegando a cimas muy elevadas, estaremos condenados a seguir presenciando un espectáculo menor, sin escrúpulo de ninguna especie, cargado de mentiras, como cierto sector de empresarios sigue en su equivocada idea de seguir pensando que así, las cosas pueden ir “a su aire”. No. Esos tiempos ya pasaron, y eso lo tienen que entender perfectamente. La estructura y organización de una corrida o novillada, de una feria o una temporada es muy compleja. Suponemos que al frente de tal empresa se requiere de profesionales, de gente que conozca a fondo el “tejemaneje” de todas sus circunstancias para poner al servicio de aficionados y público en general un primer resultado que es ofrecer ganado de las mejores procedencias, con la edad y peso reglamentarios, por un lado. Toreros, de a pie y a caballo por el otro, a sabiendas de que estos elementos en su exacta conjunción, han de ser la mezcla exacta de una tarde que, como muchas otras, se pretende inolvidable.

   Hasta hace unos años, este servidor pensaba la posibilidad de que la tauromaquia se sometiera al riesgoso límite de la calidad total, con certificación ISO9000-2000. Sin embargo, poco a poco iba dándome cuenta de que en una puesta en escena tan peculiar como la corrida de toros es imposible aplicar tales rigores, en función de varias condiciones en que su dinámica no lo permite. Pero es en otras aristas donde tales propósitos pueden proceder. Aún así, el peso de los usos y costumbres domina en forma contundente. Lo obvio, lo elemental es que se aplique el reglamento, pero sobre todo que quienes desempeñan funciones de autoridad cumplan a satisfacción con sus obligaciones. Desde hace muchos años, la ausencia de la autoridad de la autoridad se hace notar en forma muy clara en las plazas. O el juez ya se sometió a la empresa, o se pliega a los caprichos de otros tantos intereses lo que deja ver su parcialidad a las claras, quedando el público en condición de desamparo total, y a veces teniendo que aceptar en forma cómplice ciertos fallos que son resultado de un sesgo descarado a la hora en que el propio “juez” vierte su balance desde el palco donde preside el festejo. Con frecuencia, sospechamos que esas decisiones no son suyas, son de la empresa.

28 de marzo del 2013.

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EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS. 1730-1732.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Estos tres años tienen la peculiar virtud de mostrarse generosos en el número de publicaciones y noticias que aluden, por vía de las relaciones de sucesos, diversos acontecimientos donde las representaciones taurinas no fueron ajenas. Comparto con ustedes el presente ramillete, surgido después de haber hecho selección rigurosa que proviene de mi Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI.

 Joachin Ignacio Ximénez de Bonilla,et. Al. El segundo quince de enero de la corte mexicana. Solemnes fiestas… a la canonización del mystico doctor san Juan de la Cruz… México: José Bernardo de Hogal, 1730.

 Diego García Panes: Diario particular del camino que sigue un virrey de México. Desde su llegada a Veracruz hasta su entrada pública en la capital […] [1793], transcripción de Alberto Tamayo, estudio introductorio de Lourdes Díaz-Trechuelo, Madrid, CEHOPU / CEDEX (Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente), 1994.

 Cayetano de Cabrera y Quintero. Aguila mística aparece, exaltada en los ápices del Carmelo: Arco triunfal que erigió, en la solemne procesión, con que la religión observantísima de los Carmelitas Descalzos de esta provincia de Nueva España, celebró en México la canonización de su reformador, y patriarca, San Juan de la Cruz, en nombre de todo el sagrado Orden de Predicadores el sapientísimo Colegio de Santo Domingo de Poerta Coeli, a esmeros del Rev. P. M. F. Francisco Xavier de Sousa, actual rector de dicho colegio. México, 1730, por José Bernardo de Hogal.

 Antonio Díaz del Castillo. Mano religiosa del M.R.P. Fr. Joseph Cillero… guardián del Convento de la assumpcion de Toluca en la magnifica obra de la sacristía y tres primorosos altares que en dicho convento ideó, hizo y dedicó el dia 8 de diciembre de 1729… [con] los quatro sermones que se predicaron en su dedicacion con la descripción de la obra y las alegres fiestas de los doze días de su celebridad. México: Imprenta real del superior govierno, de los Herederos de la viuda de Miguel de Rivera Calderón, 1730. 4º [13] ff., 160 pp.

Cuenta de toros en la celebridad de la restauración de Orán y Mazaelquibir (Manuscrito)

 Año: 1731-1734.

Descripción: [66] p. en 50 h. cosidas; 31 cm.

Nota: Ciudad de México.

34 hojas son de papel con sello real tercero de 1731-1732, y sello real de un cuarto de 1733-1734, de Felipe V.

Algunos ms. ológrafos del escribano real Pedro de Marchena.

Papel de trapo con marca de agua.

Deterioro y manchas en el papel.

 Bernardino Salvatierra Garnica. 1732. Descripción de las fiestas y corridas de toros con que celebró México la reconquista de Orán por las armas católicas de Felipe V, por D (…), natural de México. México. Herederos Miguel de Ribera. Además: Entre otras, las obras dedicadas a la doble victoria de Brihuega y Villaviciosa de Tajuña sufragadas por la Catedral y la Universidad de México, Valladolid de Michoacán, Guadalupe, Querétaro, Guadalajara, Oaxaca, Zelaya, Durango o San Luis Potosí. La intervención en Ceuta (1721) o el combate contra la armada inglesa (1743), destacando la bellísima narración efectuada por Bernardino Salvatierra Garnica, natural de México, Descripción de las fiestas y corridas de toros con que celebró México la reconquista de Orán por las armas católicas de Felipe V, impresa por Herederos de Miguel Ribera, año de 1732 (evento que también recogió la Gaceta de México, nº 61, diciembre, 1732).

    El siguiente caso corresponde a 1732.

    En la Gazeta de México. Desde primero hasta fines de Diciembre de 1732 (Núm. 61), se notifica que han sido publicadas en un cuaderno las Quintillas, intituladas: Descripción segunda de las Fiestas, que celebró esta Nobilísima Ciudad de México, a la feliz Restauración de la Plaza de Orán, en África. Escrita por el Br. D. Bernardino de Salvatierra y Garnica; impresos donde esta Gazeta.

    “…impresos donde esta Gazeta”, con “licencia, y privilegio del Exmo. Sr. Virrey. En México…, por el entonces célebre Joseph Bernardo de Hogal, Ministro, e Impresor del Real Tribunal de la Santa Cruzada. Hogal no sólo emprendió la labor editorial al contar con la infraestructura necesaria para publicar y divulgar las diversas obras que entonces salían de su imprenta, ubicada en la célebre calle del Puente del Espíritu Santo. Como ya quedó de manifiesto en el documento publicado en 1732 que se incluye para el siglo XVIII en el presente “Tratado…”, o sea la Descripción Poética / de las / Fiestas / con que la Nobilísima / Ciudad de México / celebró / el buen sucesso / de la empressa / contra los otomanos / en la restauración / de la plaza de Orán / Con Licencia de los Superiores. / En México por Joseph Bernardo de Hogal / Ministro, e Impreffor del Real, y Apostólico Tribunal / de la Santa Cruzada en todo este Reino. Año de 1734 (Debe decir 1732 N. del A.)

   Sin embargo, entre los versos 129 a 140 aparece el que, a mi parecer es un mensaje cifrado que, a la letra dice: 

Declamando el triunfo, el que

el laurel de Tulio ciñe,

quien con su humildad guarnece

cuanto piensa, y cuanto dice.

Que borre mi voz su fama,

mis respectos no permiten;

el mio cese, y hable solo,

su Magistral Panegyris.

Que para esto es bien sus letras,

las de las Prensas fatiguen;

pues tanto como en los moldes,

en sus Afectos se imprimen 

   Por ello, y bajo la sugerencia ya indicada me parece que detrás de tales conceptos se encuentra su propio autor: Joseph Bernardo de Hogal, cuyos versos –en su totalidad-, reproduzco a continuación:

 ANEXO, 1732a

México, segundo Globo…

 

México, segundo Globo

de aquel Español Alcides,

si a caso pudo el primero

aún el Nombre competirle:

México digo: segundo

Orbe, de el Quinto Felipe,

cuyos hombros, aún mayores

Mundos sus esfuerzos piden:

Luego que oyó, que la Iglesia,

en sus Sagrados Clarines,

de el eco de su salud,

El Viva feliz repite:

Como el Águila Real,

que es de sus escudos timbre,

es preciso, que a su sol,

El menor rayo registre:

O como Aruspice alado

De[l] más Esforzado Aquiles,

De las Lides que le esperan

los Laureles le predice:

Síno es que sea su lealtad

de más primoroso Lince,

que supuesto mira el triunfo

antes que se lo noticien.

A aquel laurel, que en Orán,

el de Monte. Muy insigne

le dio, en que viese la Luna

en su Oposición su Eclipse.

Celebró: ya aquí es forzoso

la justicia me precise

a describir de su afecto,

la demostración plausible.

Si sus reflejos a caso,

aunque la elocuencia avive

su pincel, pintarse pueden,

sin que se desautoricen.

Y si es que su discreción,

a la mía le permite,

Aunque torpe, que los lejos

de sus primeros delinee:

Diré, que luego que amante,

ordena, que se publiquen

las fiestas, en que a su dueño,

el triunfo le solemnicen;

Inquieto ya el corazón

de el Pueblo, por descubrirle

la llama, que de su centro,

le brota a la superficie.

En sus calles, y balcones,

tal raudal de ardor despide,

que parece que en sus cuadras

El Vesubio se derrite.

Si no es: y no será mucho,

que para que mejor brillen,

De las muchas que profiere

Luces su planeta embíe;

Y así como le hace el costo,

parece su ardor les dice:

Torrente de tantas luces,

vuelva al golfo de su origen.

Pero lo cierto es, que fue,

A todos más verosímil,

Que el Vespertino lucero,

que hizo su tarde felice:

De una sombra de sus rayos,

Dejó (para que iluminen

a tres sucesivas noches)

el átomo que dividen.

Que el lucero de la tarde,

le salió a México, dije:

dije mal: por que el sol fue;

para que ninguno admire,

Que en día que a México empieza

sobre tarde, no es posible,

ni que la noche comience,

ni que la tarde decline,

Y si es victoria de Orán,

no habrá quien se escandalice,

que el sol en memorias suyas,

sus lucimientos prosigue.

Aquí tocó la experiencia,

ser ya verdad infalible,

cuando que esta como una ascua

de oro, alguna cosa, dicen:

Pues el metal de el flamante

Luminar, llegó a subirse

a tantos quilates, que

ven que es oro, y oro virgen.

A este peregrino, hermoso

Astro precursor, le sigue

el bello curso, otro Sol

de luz más inaccesible,

En que el Pastor más Ilustre,

con espléndido combite,

en una cándida mesa,

dio en manjar incomprehensible.

Para que a los que las gracias

a su majestad le rinden,

ni otra cosa pueda darles,

ni tengan más que pedirle.

A darlas agradecido

A Dios, y a su Madre Virgen,

de nuestro príncipe excelso

la corta salud, no impide

Pues con su Senado, al Templo

gloriosamente dirige

los alientos, que es forzoso,

que en su pecho se eternicen.

La Ciudad, con sus Tribunos,

y Religiones, le siguen

los pasos; como que es ella

de tal sol la amante Clicie.

Valerosa Compañía,

Su capitán invencible,

al umbral de el Templo pone,

para que el aplauso avive;

Y así México, en sus salvas

con facilidad consigue,

cantar de nuevo en cada una,

el triunfo que le repite.

Su Ilustre Pastor Sagrado,

tan Vizarro, como humilde,

porque a más veneración,

la regia función excite;

Para dar a Dios las gracias,

donde mejor las admite,

sus Sacros Pontificales,

para el Sacrificio viste.

Declamando el triunfo, el que

el laurel de Tulio ciñe,

quien con su humildad guarnece

cuanto piensa, y cuanto dice.

Que borre mi voz su fama,

mis respectos no permiten;

el mio cese, y hable solo,

su Magistral Panegyris.

Que para esto es bien sus letras,

las de las Prensas fatiguen;

pues tanto como en los moldes,

en sus Afectos se imprimen.

De México en la opulencia,

fácilmente se colige,

que en tal función, fue forzoso,

que sus cuadras entapice:

Por eso no me detengo;

sino solo en la que pide,

por su riqueza, y adorno,

que de justicia, la pinte.

De plata, cristal, y seda

todas sus paredes viste

la suya la Platería

como que discreta dice.

Este solo es mote, en que

leerá el que bien lo registre,

si es muy fácil, que es su espera,

aún el más diestro averigüe

Su riqueza; puesto que

no es dable que se guarisme,

caudal, de que tanta fuente

es preciso se derribe.

De plata, una hermosa imagen

de María, al concebirse,

dio un balcón, en argentados,

cristalinos transportines.

No se, si porque la Calle,

ser su Patrona acredite,

o porque MARÍA ser Dueño

de tanta riqueza explique.

Y como el día veinte y nueve

de julio, empezó a rendirse

la plaza, que tanto tiempo

a su Señor le resiste,

Coloca al Príncipe apóstol,

Altares, en que recibe,

las gracias, de que es, por suyo,

para los nuestros, felice.

Cantároslo así en los metros

de emblemas, canoros cisnes:

para que así su caudal,

también pusiera Aganipe.

Al oriente de otro, ponen,

a su Nacional Felipe;

con tal copia de diamantes,

de esmeraldas, y rubíes;

Que entre la plata, y el oro,

en que centellean, permiten

a sus rayos, cara a cara

a los de el sol desafíen.

Y así en la región, la vista

más perspicaz, no distingue,

si ellos con los de el Sol, juzgan,

o el sol con los suyos, brille.

Más resolvió luego, luego

el sol, cuestión tan sublime,

retirándose corrido

al regazo de Amphitrite.

De ver, sea en México tanta

su multitud, que consigue

que los rayos diamantinos,

en los solaren dominen.

Y porque vean que no es bien,

que solo a lucir aspiren,

con variedad de invenciones,

procuró su luz vestirse.

No siendo la menos, una,

en la que el arte le erige,

soberbio un Castillo, a quien

cuatro galeras embisten.

Con el fuego tan medido,

que no hubo allí quien arbitre

si el artífice le estorba,

o es el mismo el que se impide.

Dos gallardetes de luces

al aire dio imperceptibles,

dejando dudas, si de ellas

tanto fuego se origine.

Y asi apagadas, no es mucho

las varillas de humo envíe,

a que con fuego más noble

su región las precipite.

En la plaza de los Toros,

del Sol pienso fue el despique,

dando en tantas hermosuras,

en cada deidad su efigie.

Para que si allá en los rayos

vencerle, no fue difícil,

lo sea aquí, cuando los Soles

en su esfera multiplique.

Lo cierto es que dudo, que

fuese tan hermosa Chipre,

cuando de Venus la planta

fecundaba sus jardines.

Pues si allí en honor de aquella

suprema Deidad, que sirve

festivo el terreno hermoso,

las flores brotaba a miles:

Que sería aquí, cuando Flora

para formar sus matices,

mil flores en cada Venus

desbrochaba sus pensiles?

Era el giro de la plaza

un ochavo, que al pulirle,

parece que hizo el cuidado,

que el arte se demasíe.

Pues en su círculo, el jaspe

pintó, con tales perfiles,

que no fue mucho que de él

la naturaleza fíe.

Ricos doceles, y bellos

tafetanes carmesíes,

eran del cóncavo hermoso

vistosísimos melindres.

De suerte, que al ver, que en campo

encarnado, se convinen

dan bien diamantes, y estrellas,

azucenas, y jazmines.

Sin duda corrido el campo

hoy está en la plaza, dije,

de ver, que en su tierra, el Cielo

viene a plantar sus Abriles.

No es hipérbole, que llame

Cielo, a espera que preside

el Luminar superior,

que con sus Astros le asiste.

Al interior, que es forzoso,

que como la Luna gire

el globo, que a sus influjos

en quietud serena vive.

Y los demás Tribunales,

que para que verifiquen

ser sus Planetas, les basta

que su esplendor les anime.

Con que Cielo es; pues su espacio,

para que mejor lo admiren,

su ámbito bello recaman,

su círculo hermoso visten.

Luminares, que le ilustren,

Planetas, que le iluminen,

Estrellas, que le hermoseen,

y Astros, que le vivifiquen.

A tal influjo, en Paseo

La Regia Guardia consigue,

que del vulgo impertinente

el circo todo se limpie.

Diestros algunos zagales

quedan, solo a que examinen

la heroica verdad, que al hombre

la más cruel fiera se rinde.

Unos con rejón en mano,

otros con la lanza en ristre,

aquellos que les enojen,

y aquellos porque les piquen.

Así quedó en siete tardes,

para que mejor se lidien

cien Toros, que ser vinieron

víctimas, que sacrifiquen.

Tan célebres, que parece,

que el dictamen los elige

sólo para que entretengan,

no para que perjudiquen.

Y con razón, pues no la hay

para que tal bruto quite

vida, al que es en arriesgarla

con lo que a tal dueño sirve.

Al fin, con graciosidad,

tal como el acto la pide,

en el centro de la plaza

el Castillo de Orán fingen.

En donde, aunque el Africano

se defiende; al oprimirle

el Cristiano, al Español

Augusto Nombre, se rinde.

Haciendo patente al vulgo,

que el verde Laurel se ciñe,

sin ser preciso, que en sangre

su valiente acero entinte.

El triunfo solemne cantan,

deseosos de competirle

al Sol la fama, los Gremios;

y en verdad que lo configuren.

Pues en sus Triunfales Carros

pareció a todos que riñen

cual mejor es el que a Phebo

los rubores le describe.

Uno en hermosa Galera

el Mar de México mide,

el que parece desata

para admirarla, sus diques.

Y como aviso del triunfo

vino a la América, escribe

a su Monarca en la Popa

a quien un Turco se rinde.

Otro, de tisú encarnado

regio Pabellón le viste,

bajo de cuyo dosel

el Rey vencedor se mire.

Garzones lleva gallardos,

que de Africanos se sirven,

o que el estribo les tengan,

ó los Bridones les tiren.

El tercero, en un Castillo

bien guarnecido, que erige,

posesión da de su fuerza,

ya de hostilidades libre.

Al Coronado León,

con cuya Diadema oprime

la cerviz, que ha tanto tiempo

que tenaz se le resiste.

El cuarto, de oro, y azul

no se si sabré decirme

si fue Cielo, o si fue Mar,

que da al Rey a que domine.

Porque si es Cielo, Sirenas

jamás ví que el Cielo habiten

ni en el Mar ví que los Astros

tan hermosamente brillen.

Sino es que del Mar, el Cielo

forjó un espejo, en que se mire,

que de Sirenas le vuelve

los que como Astros recibe;

No lo dudo; pues allí

la viveza no distingue

si son Nimphas las que lucen,

ó Planetas los que dicen.

A tal auge, en esta tarde

el Pindo llegó a subirse,

no es mucho, cuando el Hispano

Apolo, es quien le preside.

Del mundo las cuatro partes

es bien que diestro descifre,

para que el futuro Imperio

de todas; les pronostique,

Gloria, que desde ahora deben

de tener; pues en plausibles

danzas, al público atraen

a que su placer registre.

El quinto, en dorada esfera

dio un Zenith inmarcesible,

que los Soles daba a pares,

y los reflejos a miles.

Pues duplicándole el Solio

le dibujaba a Felipe

Cielo en el Trono que goza,

Trono en el Cielo que rige.

Sobre los muros de Orán,

con tal propiedad se finge,

que el Arte hizo a lo voluble

dorada esfera, que gire.

dos africanos tiraban

su Solio; porque acrediten,

que alguna vez, los Caballos

del Sol, han de ser Turquíes.

Los que al Augusto, Supremo,

Luminar heroico, asisten,

de todo el Osir, pudieran

decir, llegan a vestirse.

Pues las perlas, y diamantes

de los pechos, y cupiles,

si no a agotarle, pusieron

diligencias en destruirle.

A no haber dicho la Fama

lo que debe a sus sutiles

Ingenios, que en su artefacto

echan el resto de insignes,

Dijera: mas no dijera;

porque para que se expliquen

sus primores, solo pueden

con no alcanzar a decirse,

Mas por tener esa gloria

diré, por decir que dije:

Felice Poema, que tuyo

argumento tan felice.

En competencia la gala,

y riqueza, aunque se engríen

contra una, y otra, no advierten

que tengan en qué se envidien.

De algunos de los que salen,

los bellos Brutos que rigen

al gobierno de la rienda,

son los que las calles miden.

Estatuas bellas, parece

que la seriedad los finge,

o que la industria los pone

en cada paso, de firme.

Pues para que el pie, o la mano

la tierra que huellan, pisen,

es necesario que el dueño

las tardanzas las castigue.

Soberbio animal: Que así

su engreimiento nos doctrine,

que hasta a los brutos es fuerza

que el adorno los irrite!

A las noches de estos días

parece que las dirige

en el primor del empeño,

las atenciones del filis.

Nunca vi tan obediente

al fuego; porque los lindes

del arte no pasa, aunque

sus voracidades le insten.

Protheo de incendios, las formas

mudaba, sin distinguirse

de la invención, que se enciende,

la otra invención que se extingue.

La corona de festejo

tan majestuoso, y plausible,

fue, la ocasión en sus años

del Teatro en Palacio, el finis.

Duelos de ingenio, y fortuna

hizo en él, tan perceptible,

que en la propiedad, al verse,

estuvo de más el oírse.

Esta la demostración

fue, con que el Quinto FELIPE

en su amor siempre constante,

en su lealtad siempre firme

México noble, a sus aras

vota, ofrece, postra, y rinde,

para que así en holocausto

su obediencia sacrifique.

 

De este (Noble Ciudad) que en su fineza

Juzgo el índice ser, que al generoso

Objeto de sus ansias, victorioso

Solamente en los lejos nos expresa:

Es el que a la atención de tu grandeza,

Pone, el siempre rendido, temeroso

Haliento, que quisiera, un don precioso

Dedicarte en aquesta especie impresa.

Elevárase la Obra a tan felice

Holocausto en planta, si merece

Ofreciéndola a ti, que la eternice

Generoso tu amor; porque apetece,

Al menos aplaudir, no lo que dice:

Lo que intenta de que se le ofrece.

    Existe un dato que no ha sido posible localizar, pero se da como referencia consultada por algunos otros bibliófilos. Se trata de la Descripción segunda de las fiestas que celebró esta nobilísima ciudad de México, a la feliz restauración de la Plaza de Orán, en África, escrita en quintillas por el bachiller don Bernardino de Salvatierra y Garnica.

   Durante el siglo XVIII se siguió manteniendo una poesía erudita, basada en métodos inspiradores a partir de don Luis de Góngora (y no de sor Juana como se le ha atribuido, a pesar de su importantísima participación en las letras durante el siglo XVII). La poesía nacía y se alimentaba en las aulas; la cultivaban, en sus ocios, personas de prosapia universitaria y de bueno o mediado acomodo civil o eclesiástico. La circunstancia de inspiración fue entre otras, la de las entradas de los virreyes, conclusión de guerras, nacimientos de los herederos de la monarquía y otros motivos plausibles de mejor imbricación para lograr obras a propósito en donde pudiesen estar contenidos los sucesos de fiestas taurinas.

    Una noticia más de ese 1732. Incluyo un adelanto de la mencionada relación en quintillas, atribuída a Cayetano de Cabrera y Quintero, de la que en otro trabajo aparte realizaré el estudio crítico correspondiente. 

h.186f.

 

Fiestas de ¿Invierno?

Que hizo México a la Toma de Orán

 Quintillas.

Con la Carga o Musa a Cuestas

échate a por el atajo

y en quintillas mal Compuestas

haz un día de trabajo

Cantando muchos de fiestas.

De Helicona la Corriente

beber tu afán no destase

hielo te brinde su fuente

y aún ruégate que se cuaje

para dar diente con diente.

Huye el caluroso estío

del Pindo y tórrida zona

y a templar el ardor mío

toda en nieve la helicona

se cuaje y vaya de frío.

A la Plaza que a tomar

se llegó por los cabellos

por que el Moro al caminar

con su riqueza y camellos

no se lo pudo llevar.

Al Orán donde estos y los otros

Se dieron golpes siniestros

Y donde (de saeta potros

por hacer algo de nosotros

h. 186v 

A la plaza a que llegaron

las tropas con tal cachaza

que de los que la habitaron

con tanto pedirles Plaza

ni muerto ni Vivo hallaron.

Manda S.M. (Dios n. s. le guarde)

fiestas se hagan a su toma

y México haciendo alarde

para hacer dejó, una broma

mas vale nunca que tarde.

Entraron con brevedad

(y presto musa decidlo)

Pues la frase perdonado

a regir; digo a Cabildo

regidores y Ciudad,

entraron y a breves ratos

con lo regido Salieron

y aún con la nota de ingratos

lo singular que rigeron

ocultaron como gatos.

Cosa de fama de grato

Olor; dizque disponían

y por el mal aparato

aún ellos heder olían

lo dieron a oler a un Chato

En un Conde Titulado

Tratan de obrar, y el apara

de cualos ¿? Conde ovalado

que en obrar como su cara

es copia de Chavernado. 

h.187f 

Por el Mayor Camarero

metido de hombros te dan

estreñido Compañero?

que al obrar cual Moverán

dispara como Cohetero.

Uno y otro andaba listo

por disponer lo mejor?

e hizo su genio malquisto

en lo de siempre, y lo peor

cosa que no se haya visto.

De Clarines y Timbales

al trote; digo al Compás

por la Ciudad y arrabales

publican fiestas, nomas

y quedan deseando reales;

Medio pueblo que se mueve

a oir lo que el bando calla

de contra una Esquina aleve

y buscando el color halla,

que es el bando de la Nube?

Y es que en estos mismos días

Dando del chiste en el blanco

Teneis por las neverías

perder la nieve su estanco

Con dichas fiestas tan frías.

Mando el Superior desvelo

en decreto, igual tiempo hizo

no gastar nieve del cielo

pero si negó granizo

el tiempo concedió hielo

por eso en voces contrarias

el integérrimo ser?

de las bajas Comisarías

Viendo el frío que había de hacer

Manda poner luminarias 

h.187v 

Sol quiere; y en la que asombra

procesión por las esquinas

sin valla, rosas ni alfombra

mandó se pongan Cortinas

pero vamos, ni por sombra.

La platería no escasa

en su Colgada altarío

cuelga por donde no pasa

y al ver que hace tanto frío

no quiere salir de casa.

A todo esto, por respuesta

Da el regimiento y llámale

que en esta y cualquiera fiesta

quiere pompa que le vale

y no pompa que le cuesta.

Hambre canina en sus lloros

Ostentan y así parleros

Dicen aunque con desdoros

Tan a nuestra hambre y Carneros

no bastan? Pues vengan Toros.

Por toros su hambre se abraza

(que es cosa al fin de valor)

Y para que en esta traza

Lo coman todo mejor

Reparten ellos la plaza.

Nueve mil y más se atreve

A sacar de ella su resto

Todo a casa se nos lleve

Porque se ha de sacar esto

Y aquello; fuera ser nieve 

h.188f 

Y para que sea notoria

la Cantidad que se gasta

atiendan la Pepitoria

y pues la vista no basta?

Vaya un poco de memoria

Primero lo consumido

en remendar a hilo de oro

tal cual toreador vestido

que las ahujas de un toro

mejor habían cosido;

Y también en capas crujientes

media pieza que gastó

fe escarlata y adherentes

porque las guardadas, no

estaban ya para gentes.

Y también seda de coser

para con las viejas capas

remendar y componer

las mulas y sus gualdrapas

que no se podían tener.

Y también para guarnición

de las libreas abiertas

vaciadas a la función?

gastaron tan buenas fuerzas

Como ellos; dos de listón.

Y porque dizque hubo

medido todo, una el satre

el Conde que lo midió

entendiendo ya el de Sastre

de la obra se lo bajó.

h.188v 

Ni una hebra desperdiciaron

aun las hilachas cogieron

mas por lo que publicaron

Vamos a ver lo que hicieron

después de lo que gastaron.

Toros: En cuya friolera

o plaza de Vista cara

al santo pastor de esta hera.

para que se calentara

dieron solo una lumbrera.

Rebatióla, como un maíz

y fue la acción asertada?

pues su urbano estilo ensayo

por no servir para nada?

se la embió con un lacayo.

Prosiguió el trato grosero

y en tan escasa fortuna

al grave Pastor del Clero

viendo que no le cuadra una

dieron tres; por su dinero

Toros; flacos y entablados

con quien más bravos y fuertes

fueron cuartones, parados

pues estos no hicieron muertes

e hiciéronlas los tablados?

Más; porque se consumiesen

menos toros, cuatro galgos

que aunque la plaza corriesen

para que liebres cogiesen

les habían de decir; galgos. 

h.189f 

Prendido en la carne el (ilegible)

jueves para viernes traza

Pescar (y dicen que a huevo)

mas por tomarse la plaza

la repartieron de nuevo.

en la otra semana afana

su hambre lo que regulado

a medio partir se gana

y toros por lo ganado

quisieran cada semana.

En esta en que se esmeraban

más, en lo que disponían.

Carreras, y toros traban;

pero los toros corrían

y los caballos golpeaban.

Castillo de tales mañas

arman de Oran al entrego

que en su fábricas extrañas

antes de ponerte fuego

mostraba que era de cañas.

fiestas disponen que creerse

de carrera bien pudieran

tal que sin llegar a hacerse

si tuvieran vergüenza, eran

las fiestas para correrse.

Despeados los moros hallo

aun no corriendo; porque

andaban (aquí entra andallo)

Seis moros hembras a pie

y doce hombres a caballo. 

h.189v 

Sus atavíos no alabo

pues los cristianos traperos

con listón en crin y razo

iban sin cabos, en cueros

y el gran turco con su cabo.

Galas dignas de que fiel

la pluma haga de ellas suma

Sirviendo a Oran. Cartel

Penachos, doce de a pluma.

Turbantes, seis de papel.

Al topetearse primero

que a mostrar su agilidad

se echaron como al carnero

por una como Ciudad

doce como caballeros

parten dos y yo al Mirallos

Viendo su juego perdido

dejo ya de murmurallos

pues les gana hasta el sentido

un topetón de caballos.

Al ver el lance fatal

del Castillo al lecho en tropa

llevan a uno por su mal

pues en oficio y en ropa

era cama de hospital

Al Conde o a el fierabrás

de carrera trujamante

Grita el pueblo; fiestas das

no empezadas por delante

y acabadas por detrás. 

h.190f 

Lo demás con que hace piernas

el Conde ya obscuro fía

porque codicia externas

pensando que algo tenía

abriesen tantas linternas

Carnaval vino un dislate

vino un toro en que se ve

Carne de puerco y zacate

tan poco y tan pobre que

todo estaba; en un petate.

Esto da, ya el agenciarlo

Sacando pesos a cientos

para el castillo y armarlo

de los que armaron; trescientos

dice que vale al quemarlo.

Con eso quedan vizarros

de cuernos; mostrando en suma

su economía y desgarros;

mas no larguemos la pluma

que van saliendo los carros.

Obra es suya y de la cola

de un Criollo que se trata

Gachupín de vino y ola

tan hambriento tras la plata

que es el Marqués de Guardiola.

Cinco dispone su ahinco

con artificios tan nuevos

que en su número lo finco

porque en Carros como expuestos

nos dice cuantas son cinco. 

h.190v

Los primeros que en hedores

de sus pellejos podridos

Á influjo de estos señores

salen armas de ¿convidados?

Curtidos los curtidores

justo es moidar diente loa

la pompa que de heses surten

pues aun por carro a la loa

de sucia acequia es que curten

Tomaron una canoa.

De ella triunfal carro amiles

emprenden labrar resueltos

y no en su razón pueriles

que han de tirar aunque envueltos

Carro de acequia los juiles.

Pato es no cisne el que entona

la loa que se escuchaba

obra que turbia se abona

porque con la acequia estaba

Cenagosa la helicona?

Húmedos cual los primeros

por su gremio conocidos

se lanzaron los pulqueros

en su traje aún vestidos

Solo con salir en cueros

Por asentado prefiero?

que de cueras se vistiesen

a pagar de su dinero

porque ellos nunca apetecen

Cosa que no sea de cuero 

h.191f

Por desmentir lo fríon

de su carro impertinente

al que llevan; mal garzón.

Como allá en tierra caliente

lo cubres de un pabellón

Pobre vena en mil congojas

por desempeñarlos pena

con un mil de coplas cojas

y muchas en una vena

se sangran por verse rojas

No tiren los mosqueteros

balas a la mojiganga

reparen en los terceros

y para la real guazanga

llamen a los panaderos.

Alegres no salen; antes

de la noche en los capuzes

azotando rocinantes;

de la parroquia y con luces

parecen disciplinantes.

Con la multitud crecida

de pajes y hachas enteras

alquilada y mal vestida

Muestra las asentaderas

y los cascos a la brida.

Al Dios Pan en la función

parece que obsequios dan

pues traen en un carretón

de carne; arrastrado el pan

y su carro en un cajón. 

h.191v 

Dentro de las Musas francas

Tienen flor de harina pura

y númen de pies; y aún zancas

con babas por levadura

amazaba tortas; blancas.

El dice y su vena pica

poniendo espuela al pegaso

de un gran Capitán la pica

porque también el parnaso

Tiene un salteador garnica.

Los cuartos (de puerco entero)

dentro de un carro o baúl

van del gremio tocinero

que es aunque de oro y azul

de estatuas puercas, chiquero.

Arca de Noe nueva

el carro en que van Cabales

de la Tierra, mar y esfera

Diluvios mil de Animales

mas van los marranos fuera.

Y fue que en no salir tercos

los que de un puerco oro estilan

a otros de oro echaron cercos

y hacer su papel alquilan

a los farsantes por puercos

Por las plazas a su tranza

poner teatros y tablados 

h.192f 

No al torneo ni a la danza

si a escuchar de los cebados

la chilladora matanza.

El puerco maestro que aborda?

a ensuciar la agua a Talía

los poemas compone y borda;

pero hizo una porquería

porque hasta su vena es gorda

Gorda es, y de ir al Parnaso

Chorreando poder (que pena)

A los trotes del pegaso

se le hinchó tanto la vena

que no pudo dar un paso.

Pero por el este día

tres gremios bien aunados

en su traje e idea fría

Salieron que ni pintados

pero de confitería.

De almpriones aunque obscuros

maestros de tinte y candelas

van campeando seguros

pues al son de las espuelas

se llevan tras sí los muros.

El mayor primor que tiene

y en su festejo se halla

es que rodando va y viene

Todo un lienzo de muralla

y encima por carro un (p) nene 

h.192v 

Del Sol; dizque es Carro pues

el Pánfilo que lo haría

de la Cabeza a los pies

en una noes (nuez) lo metía

pero le faltó un sies, noes

De Phaetón lo hacen atento

a que aún yendo poco a poco

cayendo el Rey de su asunto

Como si estuviera loco

lo amarran cada momento.

Poeta lego el ajuste

le dio con pies de plomo

y para que de ello guste

le mató al pegaso el lomo

Con un romanzón de fuste.

Al delirar ahora empieza

quando al parnaso se embarca

pues lego en fortuna aviesa

no pudiendo ya del Arca

se sangre de la cabeza.

Nombre a sus coplones da:

aquel que nada hace, Vi=

(en toda su vida hara)

pues siendo del lindo mi-

quiere de un cisne las a- 

h.193f 

De bronce tira las cuer-

Solo azota con su plu-

con que asi se llega a ver-

de poeta ahorcante gradu-

aún no pronunciado el er-

Y porque no haiga querella,

de aquel que las frases no entiende

sepa que se nombra en ella

al que las voces suspende

y los vocablos degüella

Al que en el diurno pañol

dibujando en densas nieblas

al gran Monarca Español

Con un capuz de tinieblas

Cubre cual verdugo al sol.

Para esto su vena ayuda?

ayuda a un lego ha pedido

y es bien que con ella cuida

que siendo tan estreñido

no puede obrar sin ayuda…

Estas son las fiestas frías

en que mostrando su testa

el Conde y sus granjerías

por saludarnos de fiesta,

nos daba muy buenos días 

h.193v 

Por calentarlas las da

fuegos de su tiempo ajenos

pues en ellos se vio ya

que para ser algo buenos

no hubieron de ser de acá.

Bien con errores tamaños

ordeno fiero vértigo

el fin de errores

que el fin de fiestas de un siglo

es el mejor festín de años.

El punto de sus vuelos

Señalo bien oportuna

Comedia a cuyos anhelos

Mostró que ingenio y fortuna

aquí anduvieron de duelos.

A los fines desabridos

se vido el principio junto

tal que en trabajos no leídos

el duelo quedó en su punto

y ambos duelistas vencidos

Canto de estas fiestas ha hecho

Poeta de escalera abajo

de los que haciendo el estrecho

Toman para sí el trabajo

y para hogal el provecho. 

h.194f 

Mas no es fiel su retrato

ni sus facciones compuestas

y solo doy de barato

que quiso hacer grandes fiestas

que quedó el Conde chato.

en cierta plaza por esta

acción, ver si se acomoda

quiere; y oir por V. E. puesta

que si es (para tragar) boda

y para (que gane) fiesta.

Esto el virrey le responde

cuando llega a presentarse

Salese y no sabe donde

y yo se vino a quedarse

aun en esto Chato el Conde.

                                                                   (Una rúbrica o remate)

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LA VIRGEN DE ESPADAS.

RECOMENDACIONES y LITERATURA. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 LA VIRGEN DE ESPADAS: NOVELA ALREDEDOR DEL TORERO LINO ZAMORA, SOBRE LOS TRÁGICOS HECHOS OCURRIDOS UNA TARDE QUE SIN SER DE TOROS CASI LO FUE, POR HABERSE DESCUBIERTO BRAULIO DÍAZ, SU VICTIMARIO, UNA FENOMENAL CORNAMENTA.

    Transcurren los primeros días del mes de agosto de 1884. Lino Zamora y su cuadrilla, en compañía del novillero español Juan León «El Mestizo» llegan al Real de Zacatecas a fin de cumplir dos contratas. La primera de ellas, con toros de Corral de Piedras no resultó del todo buena. Para la segunda habrían de lidiar toros de Sábana Negra. Aunque vió llegar el encierro no pudo torearlos. La causa: el jueves 14 su banderillero Braulio Díaz vació la carga de una pistola con que se cobró un arranque de celos.

   No voy a dar el perfil de un torero cuya cuna se pelean Querétaro y Guanajuato (nació hacia 1855). Sin embargo, los acontecimientos de esos días cruciales los encontramos en una fabulosa novela de costumbre escrita por Bernardo Jiménez Montellano. La virgen de Espadas. México, Librería de Manuel Porrúa, S.A. 1957. 133 pp. (Biblioteca Mexicana, 20).

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Portada del libro que se reseña.

    El autor de este interesante trabajo recrea la llegada a Zacatecas de los personajes que ya mencioné al inicio del artículo. Una pieza importante es Prisciliana Granado, la mujer protegida por el «maestro», prototipo de consejero en aquella población minera. La presencia de esta mujer ocasiona la formación de un triángulo amoroso junto a Braulio Díaz y Lino Zamora.

   El autor cita que llegaron las cuadrillas con todo su bagaje juglaresco. Por un lado «El Mestizo», torero notable con el estoque; y por el otro, Lino Zamora, afamado torero del bajío, pareja ambulante por las ciudades, que se mantenía viviendo de la gracia de su conversación o de la amistad antigua de algunos mercaderes, que no podían dejarlos en la miseria.

   Sabrosos diálogos nos dan idea del ambiente que debe haber imperado en aquel tiempo, donde la actividad taurina despertaba curiosidad sin límites. Prisciliana aparece entonces, mujer cuyos encantos deben haber impresionado a Braulio y a Lino, mismo que confesó que la herida de un toro es menos peligrosa que la del amor: «…de la herida de una mujer no se repone nadie, no hay medicina ni consejo que la cure».

   En esa primer corrida además de los diestros en cuestión, la función incluía a «El Hombre Yerba» y su temeraria suerte que consiste en cubrir a un hombre de rastrojo y ponerlo en el centro del ruedo para que el toro coma de él. No faltan los sabrosos coloquios en «Mi Gloria» cantina del pueblo, donde Martín, el hermano de Braulio brinda con «el maestro», Rafael Corona y Cornelio Gómez, pero también donde intriga sumido en la borrachera.

   Lino Zamora nos cuenta sus sentimientos como ser humano, antes que como torero que anda de aquí para allá, con la angustia de sufrir en cualquier momento un percance mayor que ponga en riesgo su vida. Braulio Díaz aprovecha una oportunidad y logra enamorar a Prisciliana. Sin embargo, y al paso de los días Lino pide a su banderillero:

   Braulio, «tenemos que asegurar la feria de Jerez».

   -¿Y? -Interrogó Díaz con un tono de voz en el que más que deseo de sostener una plática parecía echar en cara de Lino su imprudencia al despertarlo.

   -Que apenas salga el sol te vayas a arreglarla y te vuelvas para torear el domingo.

   Y así fue como el compañero del popular Lino Zamora logró un contrato que nunca se cumpliría.

   Lino, en ese inter, y aprovechando la ausencia de Braulio se acercó a Prisciliana Granado a la que cortejó pero que no permitió por cierto presentimiento, considerando quizás que ello ocasionaría un desaguisado.

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Cartel de la plaza de toros DEL MONTECILLO (SAN LUIS POTOSÍ), para el domingo 1º de octubre de 1865.

Fuente: Cortesía, María Elena Salas Cuesta.

OBSEQUIO AL COMERCIO DE ESTA CAPITAL / Beneficio de LINO ZAMORA.

GRAN CORRIDA DE TOROS / EN LA PLAZA DEL MONTECILLO. / San Luis Potosí.

   Hoy que por deferencia de la Empresa puedo anunciar la función de mi beneficio, llena mi alma de gratitud tiene la satisfacción de dedicarla, como un pequeño obsequio, a los honrados y benévolos Comerciantes de esta hermosa capital, a esta clase entusiasta y protectora de la sociedad que forma la mayoría del generoso público que nos favorece con su asistencia. Conocedor de su delicado gusto, he dispuesto esta corrida de tal modo que sea digno de mis mecenas; gastos, trabajos, un decidido empeño y todo lo que ha estado a mi alcance he empleado para lograr mi objeto que, como he dicho, es el de proporcionar una tarde de positiva distracción a la concurrencia.

   El espectáculo se verificará, si el tiempo lo permite, según se expresa en el siguiente

PROGRAMA

   A las tres de la tarde se hallará en la plaza la música que dirige el Señor D. Marcelino Leija, para divertir a los concurrentes con escogidas piezas.

   Con el permiso de la autoridad comenzará la lid de cuatro hermosos y arrogantes toros de / GUANAMÉ / que serán jugados a muerte con la mayor destreza por la cuadrilla, quedando el quinto a disposición de los aficionados.

   En el toro que mejor se preste ejecutaré el SALTO MORTAL, salvándolo a pulso de frente a cola. Difícil y muy peligroso es este acto, mas todo lo arrostrará por complacer a sus favorecedores.

El beneficiado

Tip. De Exiga.

    Y lo dicho. Ocurrió.

   Faltando unos días para la segunda corrida, llegaron los toros a la plaza, por lo que Lino tuvo oportunidad de verlos y presagiar su bravura en el ruedo. Braulio regresó ese jueves, satisfecho de la operación realizada en Jerez y el primero con quien se encontró fue con Martín, su hermano quien lo puso al tanto de sospechoso paseo que tuvieron Zamora y la Granado en su ausencia. Sus ojos se tornaron amenazadores a partir de ese momento y lo que deseaba en esos momentos era estar frente a Lino, seguramente para pedirle alguna explicación. Salió de «Mi Gloria» sin medir las consecuencias que se consumaron al dispararle hasta la última bala de su pistola. Lino quedó muerto y Braulio fue conducido por los soldados a la prisión de la ciudad.

   Un traje verde y plata tuvo que guardarse. Lino Zamora lo tenía preparado para vestirlo el domingo 17 de agosto de 1884. Los carteles quedaron a merced del viento y este los terminó arrastrando hasta perderse calles abajo de una plaza que mantuvo cerrada sus puertas en señal de luto. La ciudad de Zacatecas lloró su muerte.

   A los pocos días, y en todo México unas «hojas de papel volando» comenzaron a divulgar la noticia en los «Legítimos versos de Lino Zamora traídos del Real de Zacatecas» y que cuentan la tragedia. 

Pobre de Lino Zamora,

¡Ah!, que suerte le ha tocado,

Que en el Real de Zacatecas

Un torero lo ha matado.

 

Rosa, rosita, rosa romero

Ya murió Lino Zamora,

Qué haremos de otro torero!

 

Al salir de Guanajuato,

Cuatro suspiros tiró,

En aquel Cerro Trozado

Su corazón le avisó.

 

Rosa, rosita, rosa peruana.

Ya murió Lino Zamora;

La causa fué Prisciliana.

 

Lino le dijo a Braulio

Que se fuera para Jerez,

Que fuera a hacer la contrata

Y que volviera otra vez.

 

Rosa, rosita, flor de alelía,

Ya murió Lino Zamora,

Pues así le convendría.

 

Cuando vino de Jerez

el jueves por la mañana,

Le dijo Martín su hermano:

-Lino está con Prisciliana.

 

Rosa, rosita, flor de granada,

Ya murió Lino Zamora.

Por causa de una tanteada.

 

En la calle de Tacuba

Estaba Lino Parado,

-Aquí te vas a morir

Y aquí te quedas tirado.

 

Rosa, rosita, rosa morada,

Ya murió Lino Zamora

Que fuera el primer espada.

 

Ese gracioso de Carmen

Pronto lo agarró del brazo.

Llegó el cobarde de Braulio,

Y al punto le dió el balazo.

 

Rosa, rosita, flor de clavel,

Ya murió Lino Zamora.

No lo volverás a ver.

 

El día 14 de agosto,

Era jueves por la tarde,

-Se quedó Lino Zamora

Revolcándose en su sangre.

 

Rosa, rosita, flor de romero,

Ya murió Lino Zamora,

El padre de los toreros.

 

Toda la gente decía:

-Hombre, ¿qué es lo que has hecho?…

Lo mataste a traición.

No le hablaste por derecho.

 

Lo traía por buen amigo.

Lo traía por compañero.

Lo traía en su Compañía

Por primer banderillero.

 

Rosa, rosita, flor de clavel,

Ya murió Lino Zamora.

Dios se haya dolido de él.

 

La traían por muy bonita,

Echándosela de lado,

Y era infeliz mujer

la Prisciliana Granado.

 

Rosa, rosita flor matizada,

Al toro siempre mataba

De la primera estocada.

 

La traían por muy bonita,

La traían por muy veloz,

La traían por muy honrada…

¿Cómo mancornó a los dos?…

 

Rosa, rosita, flor de alelía,

Nunca culpes a ninguno,

Pues así le convendría.

 

De todos ya me despido,

Porque la agonía ya entró.

Que rueguen a Dios por mi alma,

Eso les suplico yo.

 

Rosa, rosita, flor encarnada,

Para el final de mi vida,

Ya casi no falta nada.

 

Lloraba su pobre madre.

Lloraba sin compasión,

Al ver a su hijo querido

Que lo echaban al cajón.

 

Rosa, rosita, flor de clavel,

Al enterrar a Zamora

No lo volverás a ver.

 

Lloraba su Compañía,

Lloraba sin compasión,

De ver a su Capitán

Que lo llevan al Panteón.

 

Rosa, rosita de Jericó,

Su primer banderillero

De un balazo lo mató.

 

Es muy triste recordar

Dice don Ponciano Díaz,

Que Lino Zamora, ya

Acabó sus tristes días.

 

Ya con esta me despido.

Con los rayos de la aurora.

Aquí se acaban cantando

Los recuerdos de Zamora.

 

Rosa, rosita, flor de Belém,

Ya murió Lino Zamora,

Requiescat in pace. Amén. 

   Y la Prisciliana, ¿qué fue de ella?

   Al poco tiempo de que ocurrió la tragedia, abandonó la ciudad de Zacatecas en la más absoluta discreción, acompañada del «maestro». En el recorrido las reflexiones entre ambos fueron profusas y difusas a un mismo tiempo.

   «Mañana el mundo estará igual y así hasta la muerte -insistió el Maestro- yo sé que sólo se salvarán los firmes que tengan fe y que crean en lo que quieren. Vendrá la ayuda del cielo, Prisciliana, tenlo presente. Dios quiera encaminar a los que se han perdido; Dios quiera que esa oscuridad que existe en los hombres para saber qué es lo que quieren o para guardar lo que sienten suyo, se aclare… El, nos mandará la serenidad».

   Y con estas reflexiones termina la novela, y también nuestra colaboración.

   Lo poco que existe como evidencia gráfica acerca del protagonista de esta historia es suficiente para conocerlo un poco más de cerca.

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JOSÉ GUADALUPE POSADA EN LOS TOROS. XIX.

EL ARTE… ¡POR EL ARTE!

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    La obra creadora de nuestro personaje se ha convertido durante este año de 2013, en referente indispensable. ¡Cómo no recordarlo! si su trabajo, independientemente de su limitada procedencia (y con esto me refiero a lo reducido de un taller, junto a otros tantos instrumentos para realizar sus grabados y dibujos), es luminoso y sugerente a ratos. Ácido y de humor irreverente en otros.

   En lo taurino, cada ejemplo suyo representa la oportunidad no sólo de revalorarlo, sino de resignificarlo también, para ponerlo a la altura de los grandes artistas de nuestro país. El trazo que obtiene al recrear una suerte, al figurar un rostro o dar un sentido más amplio a cierto número de visiones que pueden observarse durante una tarde de toros nos dan la verdadera dimensión de su mirada la que, en su conjunto recoge los grandes momentos que hoy forman ese gran legado del que no podemos sustraernos para reconocer su enorme valor.

   Al respecto dice Rafael Barajas:

    (Manuel) Manilla tiene un estilo casi naif, sus figuras suelen ser rígidas y la calidad de sus retratos deja mucho que desear; sus recursos técnicos son más bien limitados pero le saca mucho partido al velo; suele hacer cuadros barrocos, muy recargados y consigue piezas notables de sabor popular. Por su parte, Posada es un artista más culto y complejo, con más escuela, y abarca un mayor rango de estilos y recursos técnicos: combina el velo con el dibujo a línea y domina el claroscuro; sus retratos son realistas y fidedignos, sus personajes son anatómicamente correctos y suelen tener movimiento. Además, algunas piezas están firmadas, lo que permite establecer con cierta precisión en qué periodos publican Manilla y Posada en esta revista.[1]

    Y es que ambos artistas llegaron a colaborar de manera simultánea en diversas publicaciones como el Gil Blas, el Gil Blas Cómico o en La Risa del Popular por ejemplo, de ahí que El Fisgón vuelve a apuntar:

    Resulta interesante ver cómo, en una misma publicación, Posada y Manilla hacen editoriales gráficos con puntos de vista muy diferentes. Esto hace pensar que el editor le da cierta libertad a sus colaboradores y que los dos grabadores populares sostienen puntos de vista políticos muy diferentes: Manilla es abiertamente antiporfirista y antireeleccionista, mientras que Posada hace una crítica suave que le resulta funcional al régimen y es siempre respetuoso con don Porfirio.[2] 

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Esta es una más de las ilustraciones que Rafael Barajas “El Fisgón” incluye en su interesante trabajo dedicado al genial grabador José Guadalupe Posada. La misma, procede de El Fandango, publicada el 12 de julio de 1894, destacando otro de aquellos rigurosos controles que el gobierno impuso sobre la prensa, y que vox populi se calificó como “Ley de la Psicología”, y donde periódicos como el propio Fandango y también el Gil Blas se vieron acosados por aquella represión. El grabado, de la cabecera es de Posada. El otro apunte, el de la crítica del momento, corresponde a Manilla.

    Fuera de estos etiquetados, la obra entre uno y otro nutrió a un buen número de aquellos periódicos de corta o mediana vida, y gracias a ellos, y a la supervivencia de ciertos ejemplares, se puede corroborar el ejercicio cotidiano en que desplegaron no sólo sus estilos, sino sus tendencias, así como sus preferencias. Uno y otro hicieron de los toros como espectáculo otro de los temas de desarrollo y no falta caricatura en la que el trasfondo político, la represión en la libertad de prensa. 

CONTINUARÁ.


[1] Rafael Barajas Durán (seud. “El Fisgón”): POSADA. MITO y MITOTE. La caricatura política de José Guadalupe Posada y Manuel Alfonso Manilla. México, Fondo de Cultura Económica, 2009. 548 p. Ils., facs. (Colección Tezontle)., p. 139.

[2] Op. Cit., p. 158.

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CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO. BERNARDO GAVIÑO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

REMEMORANDO A BERNARDO GAVIÑO y RUEDA. A DOS SIGLOS DE SU NACIMIENTO. 27 de 31.

[PASAJE Nº 49]: LA CALLE DEL COLISEO NUEVO, SU TEATRO Y EL PALACIO DE DE LA BORDA.[1]

   Encuentro extraviado este material, que deseo compartir con ustedes, y que forma parte de aquella serie dedicada a Bernardo Gaviño, que circulé durante el mes de agosto y septiembre de 2012. Espero sea del agrado de ustedes.

   Estamos a las afueras del famoso Coliseo Nuevo, escenario que comenzó a brillar con luz propia desde el siglo XVII. Conforme se tuerce a la izquierda del Banco de Londres y México se entra en la calle que hoy es de Bolívar, la 3ª, que antes se llamó del Colegio de las Doncellas y luego de Niñas, por el establecimiento benéfico que estaba en la siguiente rúa y abarcó a las dos con su nombre… ahí, ahí se encontraba, o por lo menos se encuentra hasta hoy lo que podemos decir que era el sitio en que alguna vez funcionó como el Coliseo Nuevo. La calle ya era conocida así desde aquel siglo en que operaba normalmente dicho espacio teatral. Aunque fue, y aquí un interesante relato de nuestro autor del que no me detendré hasta llegar a la parte que refiere el acontecimiento taurino que es motivo del presente pasaje. Veamos.

   El 25 de diciembre de 1753 [cuando] terminóse por entero la construcción que fundada sobre cimientos muy firmes, resultó ser muy maciza, pues sus muros “eran de extraordinario e impropio espesor”. La sala, en forma de herradura, era altísima, con cuatro pisos, el último la cazuela, galería que le decimos hoy, y en los demás estaban los “cuartos” o palcos, dieciocho en cada piso, que hacían en conjunto cincuenta y cuatro. Antes se les llamó aposentillos o desvanes. Todos ellos eran de arquería, techo de vigas y balcones volados con barandillas de fierro de Vizcaya. En el patio había cuatro bancas de lunetas, capaz para dieciocho personas la de primera fila, la de segunda y tercera para contener dieciséis y en la última se acomodaban holgadamente veinticinco.

   No había en el resto del patio ningún asiento, estaba dividido de la parte que tenía bancas por una gran viga que quedaba a la altura del cuello, por lo cual lo llamaban el Degolladero, también se le denominaba el Mosquete. Los asistentes a este lugar veían de pie la comedia, resistiendo así las tres horas mortales, o más tiempo aún, que duraba el espectáculo, por esto les costaba menos la entrada que a los que estaban repantigados cómodamente en los anchos asientos del lunetario. La cazuela era bien grande, con dos divisiones independientes, una para sólo hombres y otra para sólo mujeres. Estas se sentaban todas juntas, pues excepto en los aposentos o palcos, se prohibió que estuviese mezclada gente de distinto sexo. No fue permitido hasta 1798 que se reunieran, virreinato del bribonazo don Juan de la Grúa Salamanca y Branciforte, al que, tal vez, se le dio buena paga para que diera esa licencia, el famoso “ungüento mexicano”, que todo lo ablanda.

   Entre las dos dichas divisiones de hombres y mujeres, había un aposentillo que se llamaba el “cuarto de los vuelos”, en el cual estaba empotrada una gruesa argolla de hierro por la que pasaba una cuerda resistente que iba a parar al tablado y por la que corría una chirriante polea a la que se agarraban los ángeles o demonios de las comedias y cruzaban por el aire haciendo mil ágiles y graciosas cabriolas para mejor representar su papel, no sin riesgo de sus vidas y también de la de los que asistían a las lunetas o al bullicioso mosquete.

   Además, debajo de los palcos marcados con los números, 1, 2 y 3 estaban sobre una alfombra seis asientos forrados de damasco granatense y con el escudo real en gran realce sobre el respaldo, que eran los cómodos lugares que ocupaban los señores virreyes, cuando Sus Excelencias se dignaban asistir a la representación, lo que era muy a menudo, para estimular así con su presencia el mayor concurso en bien del espectáculo y la cultura.


[1] José Francisco Coello Ugalde: De mi libro –inédito- “Artemio de Valle-Arizpe y los toros”. México, 598 p. Ils., fots., grabs., facs. Pertenece a la colección: APORTACIONES HISTÓRICO-TAURINAS MEXICANAS Nº 62.

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D. RAFAEL BARBABOSA ARZATE (19.06.1833-21.03.1887).

DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Es bueno recordar, en esta ocasión, el 126 aniversario de la muerte de don Rafael Barbabosa Arzate, dueño, en su momento, de la hacienda de Atenco, entre otras propiedades. Los siguientes datos, provienen, una vez más, de mi trabajo, inédito, dedicado a la biografía de Ponciano Díaz,[1] la cual se complementa de varios apéndices, uno de los cuales contiene notas del Arq. Jorge Barbabosa Torres, complementadas por el autor de estas líneas.

   En el año de 1878 don Rafael Barbabosa y Arzate compró la finca de la familia de los Condes de Santiago de Calimaya, la Hacienda de Atenco y la ganadería brava del mismo nombre, que fue fundada en el siglo XVI, por el Licenciado don Juan Gutiérrez Altamirano, primo, consejero y albacea del Conquistador Hernán Cortés, en la época en que el Emperador Carlos V decidió nombrar una audiencia para gobernar la Nueva España, hacia el año de 1528.

   Para este efecto don Rafael hipotecó a favor de don Mariano Ulzarbe su Hacienda de San Diego de los Padres, esta hipoteca se renovó hasta el año de 1917, en que fue totalmente liquidada. En ese tiempo la hacienda de la Purísima Concepción de Atenco, como es originalmente su nombre y sus haciendas anexas de San Agustín, Santiaguito, Estancia de la Vaquería, Tepemajalco y Zazacuala, ya pertenecían a la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores” que fue formada en el año de 1887, a la muerte de don Rafael por sus hijos don Aurelio, doña Herlinda, don Juan, don Antonio, don Rafael, doña Concepción y don Manuel, así como por su viuda doña María de la Luz Saldaña y Sánchez. En 1899, don Aurelio se separó de la Sociedad y por ese motivo se le adjudicó la Hacienda de San Agustín que como se dijo, era una de las anexas de Atenco.

   La Hacienda de la Purísima Concepción de Atenco y sus anexas constituían una vasta y rica propiedad en virtud de la celosa, e incansable administración de sus propietarios, entre los que destacó por su personalidad, don de gentes y laboriosidad don Antonio Barbabosa y Saldaña, y por ello no obstante las vicisitudes y problemas en que cayó México con motivo de la Revolución de 1910, siempre mantuvo un destacado lugar entre las fincas agrícolas de la región, hasta que fue repartida a causa de la Reforma Agraria en la década de los años 30, terminando así con una fuente de producción que por muchos años fue modelo y que sirvió no sólo para que los que trabajaban en ella pudieran mantenerse, sino como un contribuyente eficaz y próspero para la economía de su estado. La extensión de la Hacienda superaba las tres mil hectáreas, y hoy día se ignora lo que abarcaba junto con sus haciendas anexas o si estas se incluían en esa superficie, pero cuando los señores Barbabosa eran sus propietarios y don Antonio iba a supervisar el ganado bravo, salía por las mañanas del casco de Atenco, teniendo que llevar consigo un refrigerio y regresaba por las tardes para tener así tiempo suficiente y hacer su trabajo convenientemente.

   Como ganadería brava es considerada la más antigua de México y del mundo, pues se fundó en el siglo XVI y en España han desaparecido ya las que fueron sus contemporáneas y no hay ahí ninguna que conserve el mismo sitio como es el casco de Atenco. Se formó con unas cuantas vacas y toros de procedencia navarra, que al parecer hizo traer el mismo Conquistador Hernán Cortés y que fueron con los que su primo Altamirano inició la ganadería. Hacia fines del siglo XIX los señores Barbabosa cruzaron esta, con sementales de Zalduendo, y más adelante la aumentaron con otra punta de sementales, también españoles de la vacada de don Felipe de Pablo Romero. Aunque estas afirmaciones, por fortuna empiezan a ser superadas por el hecho preciso de que por aquellas primeras épocas de la etapa colonial, los ganados que se enviaban a la Nueva España estaban destinados, en su gran mayoría al abasto. Y por otro lado, al no tener el suficiente sustento documental sobre el traído y llevado pie de simiente que aquí se refiere, tiene mayor credibilidad el hecho de que, durante el último tercio del siglo XVIII, el condado de Santiago-Calimaya adquirió una punta de ganado navarro, con lo que así podría concebirse, en todo caso y con la credibilidad pertinente que fue, hasta entonces, cuando esa presencia e influencia tan específica se asentó en territorio atenqueño.

   Atenco, quiere decir junto al río, en lengua náhuatl, pues precisamente el casco de la Hacienda se encuentra en las riberas donde nace el Lerma en el sur del Valle de Toluca.

   Don Rafael Barbabosa nació el 19 de junio de 1833, en el Rancho de Arzate, propiedad de sus abuelos maternos, don José Arzate y doña Vicenta Vilchis, en el Valle de Toluca. Fueron sus padres el señor don José Julio Barbabosa y Cruz Manjarrez y la señora doña María Salomé Arzate y Vilchis.

   El padre de don Rafael, don José Julio, había construido hacia 1827 una casa en la calle de la Federación Nº 2, hoy Avenida Independencia casi en la esquina de lo que fue la antigua Plaza de Armas, llamada en Toluca Jardín de los Mártires, así como otra en la calle de la Victoria Nº 11, también en Toluca, ambas las sufragó con la herencia que recibió, el citado don José Julio, de su padre el licenciado don José Antonio Barbabosa y Díaz de Tagle en 1824 y en ellas habitó sucesivamente don Rafael con su familia.

   Don José Julio casó en Toluca en 1828 con doña María Salomé Arzate y Vilchis y de ella tuvo a don Jesús María Barbabosa y Arzate, quien era tres años mayor que don Rafael y que nació también en el mencionado Rancho de Arzate el 1º de abril de 1830. Doña María Salomé dejó viudo a su marido y huérfanos de madre a sus hijos a los siete días del nacimiento de don Rafael.

   Don Jesús María Barbabosa y Arzate, que como se indicó era el hermano mayor de don Rafael, concluye la gramática a los 13 años y entra al Colegio Seminario de México a estudiar Filosofía la que termina a los 16 años, y habiendo estudiado cánones y leyes y practicado dos años, se recibió de Abogado el 31 de octubre de 1852 ante el Supremo Tribunal de México.

   Casó el 10 de abril de 1853 en Jocotitlán, Estado de México, con doña María de Jesús Saldaña y Sánchez.

   Don Rafael Barbabosa leyó la gramática a los 12 años, desde entonces continuó viviendo con la familia en la Hacienda de Santín y se dedicó a los trabajos de la casa. Se casó también en Jocotitlán, a las 3 de la mañana, el 26 de mayo de 1857, debiéndose tal hora a la persecución religiosa y a la guerra que se desató por la imposición de las Leyes de Reforma, con doña María de la Luz Saldaña y Sánchez -hermana entera de la antes mencionada doña María de Jesús-.

   El multicitado don José Julio Barbabosa y Cruz Manjarrez, padre de don Jesús María y don Rafael, viudo de doña María Salomé Arzate, previa la dispensa respectiva, se casó en segundas nupcias con su cuñada doña María Teresa Arzate Vilchis de 22 años de edad, en Toluca, el 17 de noviembre de 1835. Don José Julio murió el 16 de marzo de 1837, de un pavoroso tifo. De su segunda esposa, doña María Teresa tuvo un hijo, llamado Agustín, quien murió de dos años de mal de garganta.

   El matrimonio de doña María Teresa y don José Julio, fue un hecho verdaderamente trascendental en la vida de don Rafael y de su hermano el Lic. don Jesús María, pues esta señora por las virtudes que tuvo, su dedicación al trabajo y su hábito de ahorro, así como por su visión en los negocios en los que la ayudó eficazmente un caballero sumamente benéfico para esta familia, llamado don Ignacio Mañón, llegó con el tiempo a convertirse en una respetable y verdadera matriarca, no sólo de su casa, sino de buena parte de la familia Barbabosa existente en esos días.

   Don Rafael y don Jesús María disolvieron la compañía de bienes que tenían el año de 1872 y que en esa época era muy próspera. Esto provocó disgusto en don Rafael que se vio relegado a segundo término principalmente por la circunstancia de que dejaba a su hermano la Hacienda de Santín y la ganadería brava del mismo nombre, en las que él consideraba haber puesto tanto de su trabajo y de sí mismo. El convenio de separación fue inspirado y dirigido por la autoridad que tenía su tía y madrastra doña Teresa Arzate, quien dio preeminencia y preferencia en todo a don Jesús María por ser el mayor de los hermanos cosa muy importante en esos tiempos.

   Don Rafael se quedó con la Hacienda y la Ganadería de San Diego de los Padres y la casa antigua y primera de las llamadas casas Barbabosa, la del Callejón del Carmen Nº 3, en la que había vivido desde antes en 1854, don Jesús, construyó en 1872, la Casa del Jardín de los Mártires, que fue la segunda casa Barbabosa y que superó en mucho, en señorío, situación, lujo y prestancia a la primera, ahí colocó los retratos de los fundadores y de la primera generación en México de el linaje de los Barbabosa que fueron el Contador Mayor don Pedro de Barbabosa, su esposa doña Ana de Quijano, el hijo de ambos don Felipe de Barbabosa y Quijano y su esposa doña Magdalena Díaz de Tagle que antes habían estado en la Hacienda de Santín y todo lo mejor de Pinturas religiosas, antigüedades y muebles que había conservado esta familia. Don Jesús también recibió otros bienes raíces en Toluca y en México, entre los que se encontraba espaciosa una casa en la calle de Guatemala Nº 52, casi esquina con el Zócalo, precisamente sobre las ruinas del Templo Mayor, por lo que hacía el año de 1962 tuvo que ser demolida por encargo de uno de los dueños, (el Arq. Jorge Barbabosa Torres), en virtud del mal estado en que se encontraba la residencia por los marcados desniveles que en el piso se habían formado al asentarse esta, al paso de los siglos sobre las primitivas construcciones prehispánicas, siendo posteriormente ahí donde se localizó la piedra indígena conocida como la Coyolxauqui. 

 ATENCO Y DON MANUEL002

Retrato de D. Rafael Barbabosa Arzate. Tarjeta de visita. Ca. 1880. Col. del autor.

    Al morir don Rafael en 1887 se formó la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores”, hacía cabeza de ella el mayor de los hijos don Aurelio Barbabosa y Saldaña. En 1899, don Aurelio se separó de la sociedad en virtud de los problemas que tuvo con sus hermanos, principalmente con doña Herlinda, quien no aceptó que don Aurelio casara con la que fue su esposa, la señora Consuelo Arias. Posteriormente la sociedad de los hermanos Barbabosa aumentó a sus siete haciendas originales la de San Francisco de Paula de Chincua una rica hacienda maderera en el estado de Michoacán y otra más de labor en el estado de México que llevó el nombre de Santa Lugarda de Caspi.

   En 1905 se separó de la Sociedad, doña Concepción Barbabosa y Saldaña el motivo fue que sus hermanos no quisieron aceptar como socio a su futuro cuñado don José Sánchez Valdez. Doña Concepción entabló pleito legal con su familia, tras del cual recibió la parte que le correspondía y casó en Toluca en 1906 con el citado señor Sánchez, que era hijo de un asturiano de apellidos Sánchez Tuero y de una mexicana del linaje de los Varas de Valdez, uno de los más antiguos de Toluca que fue fundado hacia 1647 en Ixtlahuaca por otro asturiano que provenía de Llanes, llamado don Francisco Varas de Valdez.

   En los años 30, también por problemas familiares se separó don Antonio Barbabosa y Saldaña, pues este al quedar viudo de su primera esposa doña María de Jesús Lechuga comenzó a realizar fuertes gastos con los que los demás socios no estaban de acuerdo. El asunto terminó cuando a don Antonio le entregaron todo lo que él consideraba justo, entre otras cosas parte del ganado bravo de San Diego de los Padres que este señor trasladó a un rancho de su sobrino el ingeniero Agustín Cruz Barbabosa, a la sazón dueño de la vacada de Santín, así como de la Hacienda de ese nombre. Desde entonces el citado don Antonio Barbabosa empezó a dirigir las tientas de vacas bravas y toretes para sementales y por lo tanto a intervenir en la selección de las reses de esa ganadería, la cual terminó absorbiendo los lotes de ganado bravo propiedad del mencionado don Antonio, entrando así la sangre de San Diego de los Padres en la original de la vacada de Santín.

   La ganadería de Atenco, le tocó a don Manuel Barbabosa y Saldaña que falleció en 1958, heredándola a sus hijos. De ellos el arquitecto Luis Barbabosa Olascoaga vendió su parte a un toluqueño, de origen español, llamado Juan Pérez de la Fuente quien se asoció con don Gabriel Barbabosa hermano de don Luis, al que andando el tiempo, el señor Pérez le compró su parte, quedándose así con toda la vacada, misma que pasó a los hermanos de Pérez, cuando éste murió en 1988.

   El caso de Atenco fue comprado paulatinamente por el mismo Juan Pérez. Doña Emma Barbabosa Ballesteros, le vendió la parte contigua a la iglesia, doña Antonia, le vendió el centro del casco, donde se localiza el comedor, la sala principal, la cocina y otras habitaciones, doña Refugio, el despacho, la sacristía de la iglesia y las caballerizas, el doctor Barbabosa, hermano de las antes citadas, le vendió la parte de la entrada a la derecha con el patio y dos recámaras. Don Manuel Barbabosa López primo hermano de los anteriores, le vendió la huerta de enfrente, la era y la tienda de raya. La mitad de la parte de atrás del casco, con sus construcciones ya en ruinas, las compró un señor Carretero, marido de la hija de doña Antonia Barbabosa Ballesteros, a don Ignacio Barbabosa Olascoaga.

   Las fracciones de tierras, que habían quedado a las diferentes ramas de los hijos y nietos de don Rafael Barbabosa y Arzate, después de la repartición agraria y que sumaban poco más de cien hectáreas componiéndose de algunas milpas y potreros para el ganado, Pérez también las terminó adquiriendo, logrando así que hoy día, aun se asiente ahí la ganadería, que como antes se dijo es la más antigua de México y del mundo, porque en España no existía ninguna de ese tiempo que conserve el mismo nombre, el mismo fierro y que además permanezca en el mismo lugar de su fundación original.

   El grueso de la vacada de San Diego de los Padres le tocó a otro de los hermanos don Juan de Dios Barbabosa y Saldaña, quien delegó la responsabilidad de esa ganadería en uno de sus hijos el doctor don Agustín R. Barbabosa Ballesteros, a quien finalmente se la heredó junto con sus hijas doña Luz, doña Refugio, doña Antonia, doña María Guadalupe y doña Emma Barbabosa Ballesteros. Posteriormente el doctor Barbabosa, quedó como único dueño de la ganadería, pues este compró a sus hermanas las partes que a estas habían correspondido como herencia.

   El citado doctor don Agustín Barbabosa Ballesteros, mantuvo por algunos años la ganadería de San Diego de los Padres con la que tuvo señalados éxitos, por los bravos encierros que enviaba a las plazas de México y de su provincia, pero fundamentalmente por la falta de espacio suficiente en las tierras de Atenco que era donde pastaban sus toros, finalmente acabó vendiéndola, en 1962, a don Nicolás González Jáuregui, quien la trasladó de las tierras del valle de Toluca donde habían pastado esos animales por más de cien años, a su hacienda de Ajuchitlancito, Municipio de Pedro Escobedo, en Querétaro. El doctor Barbabosa vendió sus terrenos de Atenco a Juan Pérez, quedándose entonces como propietario de la ganadería de Zamarrero que era una fracción de San Diego de los Padres, que adquirió de sus primos hermanos los Barbabosa López, y a la que le pusieron ese nombre por ser el de un semental español de la ganadería del Marqués del Saltillo que se trajo en los tiempos de la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores” junto con otros toros y vacas de esa ganadería para refrescar la sangre de las reses de San Diego de los Padre. La fracción de Zamarrero había sido trasladada por uno de sus propietarios, don Alfredo Barbabosa López, a un Rancho alquilado por don Luis Argüelles a don Enrique Pliego. El doctor Barbabosa una vez propietario de esta ganadería la asentó en un Rancho al que se denominó Zamarrero, situado en el Valle de Toluca, y la fue aumentando con lotes de terneras de la vacada de la Punta, propiedad del ganadero don José Madrazo. Más adelante, la heredó al menor de sus hijos, el licenciado y contador don Agustín Barbabosa Kubli, quien al poco tiempo le vendió a su hermano el también licenciado y contador don Juan de Dios, de los mismos apellidos, quien finalmente la vendió a otra persona hace alrededor de 40 años.

   El casco de la hacienda y las fracciones de tierra que pudieron conservar los Barbabosa Ballesteros en la Hacienda de San Diego de los Padres, quedaron al final en manos del gobierno, el resto fue invadido desde 1933 por los agraristas.

   Las otras haciendas como San Francisco de Paula de Chincua y Santa Lugarda de Caspi, fueron vendidas por los hermanos Barbabosa y posteriormente repartidas y entregadas a los agraristas y al gobierno.

   En lo que toca a los bienes raíces como la casa Nº. 3 del Callejón del Carmen, conocida desde mediados del siglo XIX como la primera casa Barbabosa de Toluca, se vendió a fines de los años 40 en virtud de la quiebra de la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores”, la que llegó a ese estado primeramente por los problemas causados por la revolución y por las diferencias familiares entre los herederos y que como consecuencia principal tuvieron el que estos no se solidarizaran en un esfuerzo común para salvar a la Sociedad, sino que mientras unos pocos se preocupaban por ella, los más solo vieron por sus intereses personales inmediatos. Más adelante el gobierno demolió esta casa prácticamente en su totalidad, para hacer una avenida paralela y al norte de la actual de Independencia, esto sucedió en los años 50. Dos balcones de esta casa se conservaron hasta el año de 1967 en que el gobernador en turno del Estado de México decidió hacer una gran plaza de armas del antiguo Jardín de los Mártires, en esas fechas, estos fueron totalmente derruidos. Las demás casas en Toluca o en México se vendieron y las que quedaron se repartieron entre algunos de los descendientes de don Rafael Barbabosa y Arzate. 

 CASA BARBABOSA, TOLUCA 1905

Con toda seguridad, las descripciones que aquí vienen haciéndose, deben referirse a la casa que, a la derecha de esta fotografía panorámica, se tomó en Toluca, allá por 1905. Col. del autor.

    Así se desmembró lo que quedó de la “Sociedad Rafael Barbabosa Sucesores” y con ello quedó señalado el fin de una época, terminando lo que en otros tiempos el sistema hereditario de mayorazgos y las condiciones sociales y políticas de la nación pudieron conservar, al menos en lo que toca a las Haciendas de Atenco y sus anexas, pero no obstante estos mil y un cambios, sobresaltos, reparticiones, ventas de grado y forzadas, pleitos, adjudicaciones y expropiaciones, nuevos propietarios y demás vicisitudes, aún hoy día al recorrer lo que queda de las señoriales habitaciones, patios y corredores de las que un día fueron las casas de los cascos de estas antiguas e históricas haciendas, que debían ser orgullo y patrimonio cultural de todos los mexicanos, vienen a nuestra memoria y evocan su presencia en nuestra imaginación las egregias e ilustres figuras de esos esforzados conquistadores, gobernantes y primeros pobladores que dieron forma y gloria a los inicios de nuestra patria y que de alguna manera aún viven a través de sus descendientes en estas tierras, pues la mayor parte de ellos, aquí formaron sus familias y nunca volvieron a España. Hernán Cortés, los Velasco, los Altamirano, y otros personajes más, parece que todavía en alguna forma deambulan por esos espacios, pero sobre todo y en tiempos más recientes su entorno nos hace recordar a los inmortales ases de la tauromaquia como lo fueron en su tiempo Ponciano Díaz, Rodolfo Gaona, Fermín Espinosa “Armillita”, Carlos Arruza y otros más.

   Finalmente, y en virtud de la efeméride que también aquí se recuerda, no queda más que agregar la inserción que, en su forma de esquela, apareció publicada en El Arte de la Lidia, año III, tercera época, Nº 22, p. 3, del 27 de marzo de 1887. Así, sumamos nuestra evocación para rememorar al que un día, se convirtió en un gran personaje de la fiesta de los toros en México.

RIP_R. BARBABOSA_EL ARTE DE LA LIDIA_AÑO III_TERCERA ÉPOCA_27.03.1887_NÚM. 22_p. 3


[1] José Francisco Coello Ugalde: Ponciano Díaz Salinas, torero del XIX, a la luz del XXI. Prólogo de D. Roque Armando Sosa Ferreyro. Con tres apéndices documentales. Aportaciones Histórico-Taurinas Mexicanas Nº 13. Serie: Biografías Taurinas, Nº 2. 403 páginas. Ils., fots., grabs., cuadros. (Inédito).

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PRESENTACIÓN DE LUIS MAZZANTINI EN MÉXICO: 16 DE MARZO DE 1887. (3 de 3).

DEL ANECDOTARIO TAURINO MEXICANO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Ahora bien, y ya en el tratamiento a fondo de todas las circunstancias relacionadas con este accidentado capítulo, uno de los primeros detalles que llaman la atención es aquel enunciado que aparece en el cartel, que ya ha sido incluido aquí, apenas comenzar las líneas del trabajo. Sin embargo, procuro detenerme en una de sus partes que va así: 

CARTEL_16.03.1887_SAN RAFAEL_L. MAZZANTINI...BIS

 Es decir, que tales medidas sirvieron como medida contundente para eliminar cierto escenario caótico que pervivía en el ruedo, de tal forma que su principio fue adecuarse a las “reglas fijas de tauromaquia”, doctrina eficaz que tuvo que ser impuesta, contra viento y marea (tolerancia cero, aunque saliera a relucir el cobre). Algo que es novedoso, por lo menos en este grupo de “evangelizadores”, fue haber suprimido lazadores y locos que se sustituían ipso facto por “juegos de mulillas ricamente enjaezados y mozos de plaza perfectamente uniformados” lo que daba a la lidia, un toque complementario, desplazando elementos que ya no se correspondían con las “reglas fijas de tauromaquia”.

   En seguida, el asunto que quedó bajo la responsabilidad de la empresa de Puebla, encabezada por Joaquín Camacho, nos habla de que este personaje venía haciendo labores como tal desde años atrás, lo cual significa que no era ningún improvisado. En todo caso, lo que pudo haber ocurrido es que, al aliento de los tres festejos celebrados días atrás en Puebla, con la comparecencia del propio Mazzantini y su cuadrilla, con regulares resultados, debe haber habido condiciones, como queda visto, para celebrar un festejo más, que sirviera como culminación de los que se dieron días atrás. Lamentablemente un exceso en el cobro de las entradas y un encierro cuyas garantías no estaban confirmadas, dieron al traste con el festejo, mismo que, por las razones ya conocidas, pudo ser presenciado por un segmento privilegiado de la sociedad mexicana, elite cuyas condiciones económicas permitían estar en la plaza, quedando desplazado en su totalidad el pueblo, cuyo resquemor se multiplicó en cuanto se desarrollaban los hechos mismos, que iban de mal en peor. Todos estos ingredientes, así como el balance mismo del festejo, dieron por resultado:

1.-Que buena parte de la plaza resultara afectada, debido al hecho de que una buena parte de sus asistentes (que pertenecían a la clase privilegiada) se sintiesen defraudados, y no conformes con lo que sucedía, realizaron destrozos importantes al interior de la misma.

2.-Que otra cantidad de ciudadanos expectantes a las afueras del coso, enterados del desaguisado, sumaran su inconformidad manifestándose en forma bastante violenta, lo que elevó el grado de riesgo en aquellos momentos.

3.-El factor de manejos indebidos en nacionalismos irracionales, acompañados de la desmesura de oscuros y pasados odios, partiendo de la idea de que el toreo “a la mexicana” se convertía en la causa a defender. Si además, el grito de batalla: “¡Ora Ponciano!” se utilizó como instrumento de provocación para ensoberbecer al pueblo, esto no sólo fue un agente delicado, sino peligroso en unos momentos en que se estaba produciendo la auténtica transición de dos expresiones taurinas. Lamentablemente los elementos para que esto sucediera no fueron los más propicios y que aquí están expuestos de sobra.

   Una razón más es que, al margen de todos los acontecimientos, este capítulo es lo que puede considerarse como “golpe de timón”, la “vuelta de tuerca” con lo que se genera un parteaguas, el antes y el después de la condición taurina en México, donde la expresión nacionalista de la que era fiel representante Ponciano Díaz queda sentenciada a desaparecer o a asimilar su puesta en escena, por aquella otra recién arribada en forma abundante, pero que no era ajena a cuanto venía ocurriendo, por lo menos desde 1885, en que otro pequeño sector de diestros hispanos se iban posicionando en sitios estratégicos, en medio de cierto aislamiento pero no por ello dejaba de ser una estrategia que culminó, si no felizmente en marzo de 1887, al menos se afirmó al paso de los años, gracias a un hecho que ya he sugerido en otras ocasiones. Se presenta lo que considero como la “reconquista vestida de luces”.

   ¿En qué consistió aquel episodio?

   Avanzado ya el siglo XIX, se sabe que el torero potosino Pedro Nolasco Acosta, adquirió un ejemplar de la obra de Leopoldo Vázquez con la cual se sirvió para difundir ese conocimiento en un pequeño círculo de amigos, entre los cuales se encontraba Carlos Cuesta Baquero, entonces joven y entusiasta aficionado, cuya labor crearía y provocaría un vuelco sin precedente años más tarde junto a otro grupo que comulgó con la idea precisa de que todo habría de cambiar en aras de una serie de postulados venidos de las obras que siguieron llegando de España o se publicaron en México. A ese cambio se sumó aquel grupo de toreros españoles, los cuales consumaron «la reconquista vestida de luces», y desde luego el interés creado por una afición formada bajo el nuevo credo, cuyo sustento fue el principio teórico y práctico del toreo de a pie, a la usanza española en versión moderna. Ese cambio desde luego que estimuló los deseos de lectura y alentó a una serie de creadores a producir obra, fuera en términos periodísticos, literarios o seudo literarios que los hubo en buena cantidad. Por lo tanto, La reconquista vestida de luces, debe quedar entendida como ese factor que significó reconquistar en lo espiritual al toreo, luego de que esta expresión vivió entre la fascinación y el relajamiento, faltándole una dirección, una ruta más definida que creó un importante factor de pasión patriotera –chauvinista si se quiere-, que defendía a ultranza lo hecho por espadas nacionales –quehacer lleno de curiosidades- aunque muy alejado de principios técnicos y estéticos que ya eran de práctica y uso común en España. Por lo tanto, la reconquista vestida de luces no fue violenta sino espiritual. Su doctrina estuvo fundada en la puesta en práctica de conceptos teóricos y prácticos renovados, que confrontaban con la expresión mexicana, la cual resultaba distante de la española, a pesar del vínculo existente con Bernardo Gaviño. Y no sólo era distante de la española, sino anacrónica, por lo que necesitaba una urgente renovación y puesta al día, de ahí que la aplicación de diversos métodos tuvieron que desarrollarse en medio de ciertos conflictos o reacomodos generados entre los últimos quince años del siglo XIX –tiempo del predominio y decadencia de Ponciano Díaz-, y los primeros diez del XX, donde hasta se tuvo en su balance general, el alumbramiento del primer y gran torero no solo mexicano, también universal que se llamó Rodolfo Gaona.

   Fue necesario llegar al extremo de cometer un abuso a nivel empresarial. Fue necesario que la cuadrilla se prestara a aquel riesgo. Fue necesario que uno de los integrantes de la cuadrilla misma, haciendo las veces de “veedor”, eligiera el ganado de una hacienda que contaba con un prestigio menor, a diferencia de otras, asentadas por ejemplo en el valle de Toluca (aunque uno de los encierros lidiados en Puebla perteneciera a San Diego de los Padres y resultara tan malo como el de Santa Ana la Presa, lo cual debe haber sido suficiente motivo para encontrar una salida fácil, contando la empresa para ello con toros sobrantes, entonces propiedad del Sr. Manuel González). Fue necesario, en fin, que el festejo, en términos de cotización, se elevara a unos precios de entrada que sólo cierto sector de la sociedad podía pagar. Fue necesario que el pueblo se convirtiese en fuerte material explosivo ante aquellos hechos y que, por tanto surgieran con fuerza inusitada todos los riesgos que se desarrollaron por lo menos en un par de horas en que la tensión pública subió al máximo de sus riesgos.

   De lo anterior queda preguntarse ¿por qué procedieron de esa y no otra manera tanto la empresa, los toreros como el público? Por otro lado, la reacción de la prensa: deja ver lo polarizado que estaba el ambiente. Pervivían unas fuertes ideas cargadas de liberalismo que permeaban a buena parte de los escritores que, siguiendo los principios de aquellos postulados, rechazaban el anacronismo del espectáculo, herencia española. A eso, hay que agregar el delicado aspecto de un antagonismo que renacía en la abierta y declarada pugna, que además se hizo pública en declarar ¡vivas! y ¡mueras! a una nación y otra, lo que también tomó por sorpresa a algunas de las publicaciones de carácter taurino que ya circulaban por entonces, y que, a mi parecer, no pudieron resolver el caso sino hasta tiempo después, precisamente a partir del adoctrinamiento que aceleró el curso de las cosas.

   El caso, hasta aquí visto, tiene otros tantos trasfondos que obligan hacer nuevas disecciones. Por ahora, este es un primer acercamiento que permite observar, si es que puede entenderse como propósito de mi parte, habernos acercado tanto como fue posible, a las causas y a las consecuencias del mismo.

   Muchas gracias por su paciencia.

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