A TORO PASADO.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
NOTA: Los siguientes apuntes fueron redactados en 1996.
A escasos años de la transición de siglos se da una importante noticia cuyo significado viene a representar el inicio de un nuevo ciclo para el espectáculo taurino en nuestro país: la llegada de
GANADO ESPAÑOL A MÉXICO
Los ganaderos de san Martín, Marcelino Miaja y José Chafic; de los Encinos, Eduardo Martínez Urquidi y de San José, Arturo Jiménez traerán a México este miércoles, un total de 78 cabezas de ganado bravo español, de las sangres de Saltillo y Santa Coloma, se informó ayer.
Dichos astados ya cumplieron con los requisitos de sanidad en España y deberán guardar 60 días más, una vez arribados vía aérea a nuestro país.
Desde 1945 no se ha importado ninguna cabeza de España y ahora estas reses adquiridas en suelos peninsulares en 1994, han sido probadas en tentaderos y novilladas hispanas. En total serán 23 machos y 55 hembras, los cuales estarán en los pastos de las dehesas de san Martín y Los Encinos, tras los permisos expedidos por las autoridades sanitarias de Querétaro.
OVACIONES, del 21 de noviembre de 1996.
Este nuevo capítulo correspondiente a un territorio histórico común en el pasado, vuelve a repetirse. De nuevo llegan procedentes de España cabezas de ganado (78 en número exacto), pura sangre de Saltillo y Santa Coloma.
La pureza hoy en día ha alcanzado -diríase que la perfección-, e incluso se han podido controlar los aspectos estrictamente sanitarios que interfieren en el intercambio comercial entre España y México, al salvarse -en buena parte-, el problema de la fiebre aftosa que ataca al ganado en la península ibérica.
Tuvo que transcurrir medio siglo para que pudiera darse este nuevo paso que por supuesto enriquecerá el sentido de la fiesta en el alumbramiento de un nuevo siglo.
Luego de la conquista, el proceso de colonización permitió la extensión y continuidad de muchos aspectos de la vida cotidiana común en España y ahora, a partir de 1521 en la expresión de esta otra Nueva España. En lo relativo a fiestas, su punto de partida tiene fecha de nacimiento el 24 de junio de 1526. Sin embargo el concepto estrictamente utilitario de la fiesta estaba destinado a factores que en nada se parecen a los dominantes en nuestros tiempos. La fiesta la hacían los estamentos, la burguesía al servicio de motivos monárquicos, de carácter civil, religioso o hasta militar. Entre muchos otros elementos se contaba con el toro, un toro que ni por casualidad es el que vemos lidiar hoy. Aquel ganado cuya procedencia es la de los campos españoles y que, de igual forma se aprovecha su casta y bravuconería para disfrutar de los lances en donde lucen sus habilidades los nobles y caballeros, llega a estas tierras luego de hacer escala en Santo Domingo, las Antillas y Cuba.
Lo que es un hecho es que toros no los había en esos momentos, no existe el toro de lidia en cuanto tal, aclaro. Eran más bien vacunos asilvestrados, destinados en buena parte al abasto y que estaban controlados por los señores de ganados, antecesores de los toros de lidia y los ganaderos o criadores de toros de lidia. Ganadero y toro tal y como hoy se les define no los podemos ubicar en ese contexto hacia los siglos XVI, XVII y XVIII. Existen en su raíz más primitiva. De ese modo, sus características de cierta bravuconería, fueron aprovechadas por los viejos exponentes del toreo a caballo.
En 1526, Hernán Cortés ya se encuentra bastante ocupado en la crianza de ganado como lo refiere a su padre en carta del 16 de septiembre de 1526. El conquistador nos revela un quehacer que lo coloca como el primer ganadero de México, actividad que desarrolla en el valle de Toluca mismo. Hernán se dirige a su padre Martín Cortés indicándole de sus posesiones en Nueva España y muy en especial “Matlazingo, donde tengo mis ganados de vacas, ovejas y cerdos…”
Así que desde esas tempranas fechas existe ganado vacuno que ha sido traído ex profeso por el propio conquistador para su reproducción.
Luego de establecido el género de la ganadería en sus bases de fomento y reproducción del ganado, se rebasaron estos mismos valores y el control se perdió. Fue tal el crecimiento de los hatos ganaderos en sus diversas modalidades, que bien pronto invadieron otras extensiones, llegando a poblar cerros y bosques, regiones que no eran propicias del todo para la buena reproducción, ocasionándose con ello que los ganados se distinguieran por ser “cerreros” y “montaraces”, es decir con la característica de ser casi salvajes. Ello movió al deslinde obligado de las ganaderías lográndose así, el reconocimiento de terrenos y ganados propios de cada señor dueño de “estancias” o “sitios”. De allí es posible elucubrar las posibles tareas de una selección primitiva, cuyos fines no conseguían alcanzar lo que luego se establecería con los principios de la ganadería desde un punto de vista netamente profesional.
Durante buena parte de la colonia no es posible pensar en la dedicación de los ganaderos cercanos a la fiesta de toros al concepto de crianza, y más aún de la destinada para la lidia, que va a darse en el último tercio del siglo XVIII en España con la de García Aleas Carrasco (desde 1788). Es un entuerto pensar que Atenco -cuya antigüedad data de 1528-, pueda asumir el privilegio de ser la primera en donde se manifestó el carácter de crianza cuyo fundamento es ya el de la reproducción y el de la selección que ocurriría durante el curso de la segunda mitad del siglo pasado en sus mismas extensiones.
Con el paso del tiempo la propia reproducción masiva de cabezas de ganado permite garantías de abasto, pero también la indispensable para surtir las innumerables fiestas que solían necesitar de 100 o más toros corridos en varios días.
A lo largo de la época virreinal el toreo se llenó de esplendor, gracias a una ganadería pujante de la que no existe evidencia del intento por dedicar a los toros destinados para fiestas, un sentido de selección aplicada a modo de antecedente que manifieste las intenciones de los hacendados, que no de los ganaderos de bravo, mismos que comenzarán a desarrollarse en el último cuarto del siglo XIX.
Con este planteamiento no estoy dando por un hecho lo anterior, pero tampoco liquidándolo. En todo caso es preciso acercarnos un poco más a la vida que se daba en la casa y en la hacienda, pues dado el número tan amplio de toros corridos o lidiados en el periodo de dominación española y en gran medida del siglo XIX también, una gran parte de este grupo de señores pudo haber aplicado criterios de elección y selección muy primitivos pero que, al fin y al cabo, sirvieron para ir definiendo características particulares de cada hacienda.
Por ejemplo, encontramos que en las fiestas organizadas en honor del conde de Revillagigedo en noviembre de 1789 en la capital del reino, participan don Pedro Antonio de Azebedo y Calderón con 32 toros. Don Antonio María de Hierro, con 57 toros “escogidos” y don Antonio Retonda con 70 toros también “escogidos”. Los tres comparten propiedad de una misma hacienda: YEREGE que se ubicaba en Real de Minas de Temascaltepec (hoy estado de México).
Hubo otras haciendas como El Jaral, la Goleta, san Nicolás, San Pablo, El Salitre, Enyegé, Astillero, Atenco, Tenería, Tlahuelilpan, Xaripeo, Bocas, Gogorrón y Zavala, Bledos, Rincón, Bellas Fuentes o Tenango.
El sólo nombre funcional y utilitario de “corrida de toros”, tiene ya profundas implicaciones de un objetivo concreto con fines públicos que la ponen en el nivel de un espectáculo profesional, que exige cada vez, con mayor frecuencia, la participación de elementos cuya aportación signifique madurez para con esta diversión. Y el papel del toro en cuanto tal, es definitiva.
En 1734 hubo otro conjunto de corridas en celebridad del ascenso al Virreinato de la Nueva España, del Excmo. Yllmo. Sor. Dr. Don Juan Antonio de Vizarrón, y Eguiarreta, Dignísimo Arzobispo de México. Fue necesario para la ocasión, pedir los servicios de Tomás Navarijo -toreador de a caballo- quien se trasladó a la hacienda de la Goleta (en el estado de Querétaro), “a reconocer el ganado”. En tanto que otras gentes tuvieron a bien ver “ciento y diez y seis toros, que se encerraron de cuenta de la Novilissima Ciudad por el Caporal, y Vaqueros”.

Esta es una de las cuatro imágenes de la “Serie mexicana”, copia de 4 ejemplares de la serie de Víctor Adams. Julio Michaud y Tomás, Editores, México (ca. 1857, aunque pudiera tratarse de una época anterior, debido a que Víctor Adams realizó un dibujo estampado por Godard, en Paris hacia 1835). Dimensiones 24-5 x 34 cms. En su descripción original aparece la siguiente leyenda: Nº 3. “Cuando el matador se pone delante del toro y lo llama con la capa para matarlo”. De lo que sí se puede asegurar, es que el personaje que aparece en dicha estampa, es Bernardo Gaviño. // Aquí cabe destacar la desproporcionada “catadura” del toro que el diestro tiene enfrente, lo que significa que este representante del bos taurus muestra un elemento nuevo en la perspectiva pictórica del artista con mirada y mentalidad latina, uno más de los viajeros extranjeros que estuvieron en nuestro país y que observaron con curiosidad las diversas escenas de vida cotidiana. Es posible que ese “impresionante toro” sea un ejemplar atenqueño, ya que en ese año de 1857, de las 29 actuaciones registradas por parte del gaditano, 27 son con toros de Atenco, como lo demostraré al final de estos apuntes. // Fernando Berckemeyer y Pazos: El arte y los toros. Museo taurino de arte de Lima. México, Litoarte, S. de R.L., 1966. XI-155 p. Ils., retrs., facs., p. 118.
Existe en la misma cuenta de gastos que consultamos otro dato: “se dieron treinta pessos al Caporal del Obligado (independientemente delo que este le pagó por los encierros) por premio delo vien que desempeño el especial encargo que por los Comisarios se le hizo, a fin de que trabaxara en apartar el mejor Ganado para los encierros en la plaza; y porque siendo estilo asignarle una lumbrera de Sol, no se le dio por no haverla”.
En aquella ocasión se contabilizan 208 toros dispuestos para la ocasión.[1]
Evidentemente al estar constituido el espectáculo con unas formas cada vez más profesionales, no podía quedar distante de una suma de condiciones necesarias para su desarrollo. Por esto la evolución va haciendo suyos varios principios donde lo relacionado con “escoger” o “seleccionar” toros para las fiestas se va haciendo cosa cada vez más común.
El ganado de aquéllas épocas seguramente era criollo es decir: a aquél que, a partir de las primeras vacas y sementales importados de España o de las Antillas, se había reproducido libremente en el campo mexicano, desarrollando algunas características propias -especialmente de bravura y estilo- que lo diferenciaban un tanto de sus antepasados peninsulares. Inclusive, es muy probable que en la misma capital del virreinato muchas veces se corriera este tipo de ganado bravucón el cual, por otra parte, fue el que posibilitó, con su peculiar forma de ser, el nacimiento de la charrería con sus aspectos típicamente nacionales.[2]
Así, en el último tercio del siglo XIX se va acentuando una actividad destinada, en su gran mayoría, a hombres de confianza del “l´ amo” o dueño de la hacienda. Un caso específico es el José Guadalupe Albino Díaz y su hijo, Ponciano quienes ponen su mejor empeño en “escoger y seleccionar” toros para las corridas dados sus amplios conocimientos del ganado puesto que conviven muy cerca de él.
La llegada en 1887 de cabezas de ganado español a México de forma masiva, abre totalmente las puertas de un quehacer que ya se hará totalmente indispensable entre los nuevos ganaderos de bravo, quienes se exigen una forma de ejercer su misión como criadores de toros de lidia con todo el radio de acción que les exige una fiesta recuperada tras los 20 años de prohibición del espectáculo en la capital del país (de 1867 a 1887); y renovada también luego de la llegada del toreo de a pie a la usanza española en versión moderna.
Lo que en el pasado fue una lenta evolución encauzada a conseguir la prosperidad en las haciendas con cabezas de ganado vacuno, se fue tornando en una misión más concreta que significó destinar toros -sin más- a las fiestas caballerescas. Al paso del tiempo comenzó a participar un grupo definido de personajes quienes fungieron como “reseñadores” de toros al escogerlos y seleccionarlos; tales principios los hicieron suyos infinidad de ganaderos que vieron en todo esto un futuro confiable. Capitalizable también.
Sin duda, la fiesta evolucionaba, y uno de esos aspectos fue el de la ganadería como aporte cuyo fin era mejorar día con día las condiciones del espectáculo taurino mismo que necesitaba prosperar en medio de su natural desarrollo.
Según hemos visto, los propósitos de selección en cuanto tal fueron dándose de manera aislada, pero permanente también, dado que el número de fiestas siempre era constante y exigía mayores condiciones, por lo menos de grandiosidad a la hora de celebrar el espectáculo vinculado a la ostentación y al boato; durante la época de dominación. De invención y espectacularidad durante buena parte del siglo XIX.
Bajo estas premisas era importante la presencia del toro, mismo que debe haber poseído cierta presencia, una casta (no como linaje sino como manera de sus embestidas) y quizás otra buena porción de bravura, condición natural y de defensa a la hora de ser agredidos o atacados.
Escribí en algún momento sobre la certeza de que fuera de Atenco el toro de la imagen que acompaña el presente texto. Pretendiendo comprobar el dicho, traigo de mi libro sobre Bernardo Gaviño,[3] las actuaciones que tuvo el portorealeño en 1857.
1857
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de enero. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. La valiente mojiganga de Fantasmas montados y enanos en carretillas, que con la maestría de que ha dado repetidas pruebas, lidiarán un toro del cercado de Atenco, y de la misma raza que los de la corrida, concluyendo con el toro embolado.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de enero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Un toro embolado picando los jinetes en elefante y camello figurados. Toro embolado.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 18 de enero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
“En uno de los intermedios se presentará la divertida Comparsa de la Castañera, que en los trajes conocidos de estudiantes, majos, etc., lidiará un valiente toro embolado, poniendo un par de banderillas la Maja sobre un barril y los estudiantes picarán montados en unas cebras figuradas”.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de enero. 6 Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 1 de febrero. 6 Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 8 de febrero. 6 Arrogantes y bravos toros de Atenco. Beneficio de Bernardo Gaviño. Hermosos fuegos de artificio.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 15 de febrero. 6 Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Mojiganga, toro de Atenco embolado y dos toros para coleadero.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 22 de febrero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 24 de febrero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 1º de marzo. Gran función extraordinaria a beneficio de la cuadrilla de Bernardo Gaviño. Cuatro toros de Atenco así como la presentación de la mojiganga Sargento Marcos Bomba, un toro embolado, el que será banderilleado en competencia por Ángela Amaya y Mariana Gil, mexicanas las dos.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. 15 de marzo. Bernardo Gaviño y cuadrilla. 6 toros de Atenco. Cuadrilla en Zancos, toro de cola y toro embolado. Nuevo espectáculo de jovencitas. Gaviño brindó uno de los toros a Ignacio Comonfort que hacía, apenas unas semanas había promulgado la Constitución.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 10 de mayo. Toros de Atenco. Función extraordinaria a beneficio de la cuadrilla de Bernardo Gaviño.
PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO. DE MÉX. Domingo 17 de mayo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros de Atenco.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 24 de mayo. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
CORRIDA / DE TOROS / EN LA / PLAZA DEL PASEO NUEVO, / PARA / EL DOMINGO 24 DE MAYO DE 1857. / TOROS DE ATENCO.
Deseando la empresa complacer a las muchas personas aficionadas a esta diversión, que le han manifestado su deseo, de que se dieran algunas corridas en la presente temporada, ha logrado venciendo algunas dificultades, poder anunciar la primera para la tarde de este día.
El ganado que en ellas se lidie, será siempre de la acreditada raza de Atenco, no solo por ser el mejor que se conoce, sino por ser también el que más agrada a la concurrencia.
La cuadrilla se ha formado con el mismo personal de la temporada pasada, exceptuando a Bernardo Gaviño y alguno otro que se hallan fuera, y se han reemplazado con otros de conocida habilidad y destreza.
En esta primera función se lidiarán / SEIS TOROS / de la mencionada raza de Atenco, que se han elegido de lo mejor que se encuentra en el cercado, y terminará la corrida con un / TORO EMBOLADO / para los aficionados.
-Imprenta: Tip. de M. Murguía.
PLAZA DEL PASEO NUEVO (PUEBLA, PUE.). 22 de agosto. Bernardo Gaviño y cuadrilla. Toros de Atenco.
PLAZA DE TOROS EN LA HABANA, CUBA. Se registran diversas actuaciones en la isla, probablemente entre los últimos días de agosto y los primeros de septiembre. (Quizá convenga fijar un mínimo de tres festejos).
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de septiembre. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la República Don Ignacio Comonfort.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de septiembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco.
“Sabedores algunos amigos míos de mi regreso de la isla de Cuba a esta capital, declara Bernardo Gaviño en septiembre del 57, se han empeñado para que diese alguna corrida y accediendo yo gustoso en un tanto a sus peticiones, he dispuesto dar una en la tarde del día de hoy, en obsequio al Excmo. señor Presidente de la República don Ignacio Comonfort, a quien tengo el honor de dedicarla, y el que la honrará con su presencia”. La función debe dar principio “tan pronto como el Excmo. señor Presidente se presente en su palco, le harán los honores y partirá la plaza una de las compañías de rifleros que para el efecto estará en el local con anticipación. Uno de los toros será banderilleado por mí alternando con los picadores, y otro también floreado y banderilleado a caballo por Pilar Cruz. Habrá suertes de “manganear y jinetear potros cerreros, que tanto ha divertido al público las veces que se ha verificado”.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de octubre. 6 Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Gran Coleadero y toro embolado.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de octubre. 6 Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Mojiganga en volador y toro embolado.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 18 de octubre. 6 Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Becerro y zancos. Globo con fuegos artificiales, jinetes en zancos y toro embolado.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de octubre. 6 Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Becerro y zancos. Palo ensebado y toro embolado.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 15 de noviembre. 6 Toros y el embolado de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 22 de noviembre. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Ángela Amaya. Fantasmas, Muertes y enanos. Toro embolado.
“En uno de los intermedios se presentará una divertida comparsa de Fantasmas, Muertes y Enanos, que con todo valor y destreza lidiarán un soberbio toro embolado de Atenco; a la vez tendrá el gusto de presentarse la aficionada y atrevida Ángela Amaya y ejecutará la suerte de jinetear el mismo toro; cuya diversión disfrutará la concurrencia por primera vez en esta plaza”.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 29 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Seis toros de Atenco. Mojiganga de Patos y chinanecas en burros. Toro embolado.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 6 de diciembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Seis toros de Atenco y un valiente burro dispuesto a luchar con los perros.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 13 de diciembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros de Atenco y de El Cazadero (competencia).
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Viernes 25 de diciembre. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Toro embolado.
PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de diciembre. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Divertida farsa de D. Quijote y Sancho. Rifa del aguinaldo de 3 onzas de oro. Toro embolado.
[1] Salvador García Bolio: “Plaza de Toros que se formó en la del Volador de esta Nobilísima Ciudad: 1734. [Cuenta de gastos para el repartimiento de los cuartones de la plaza de toros, en celebridad del ascenso al virreynato de esta Nueva España del el Exmo. Sor. Don Juan Antonio de Vizarrón y Eguiarreta]”. México, Bibliófilos Taurinos de México, 1986. XX + 67 p. Ils., facs.
[2] Benjamín Flores Hernández: “Con la fiesta nacional, por el siglo de las luces. Un acercamiento a lo que fueron y significaron las corridas de toros en la Nueva España del siglo XVIII”, p. 206. Tesis para pretender el título de licenciado en Historia. México, Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras, 1976. 339 p.
[3] José Francisco Coello Ugalde: Bernardo Gaviño y Rueda: Español que en México hizo del toreo una expresión mestiza durante el siglo XIX. Prólogo: Jorge Gaviño Ambríz. Nuevo León, Universidad Autónoma de Nuevo León, Peña Taurina “El Toreo” y el Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2012. 453 p. Ils., fots., grabs., grafs., cuadros.