ILUSTRADOR TAURINO.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
La ganadería de toros bravos en México tuvo en otras épocas, auténticos baluartes hoy desaparecidos, quedando como huella de su imponente paso la casa, la casona, el casco, el corazón de donde emanaron acontecimientos que dieron vida a una fiesta que fue, en su momento, también esplendorosa.
Hoy ya no resultan familiares nombres como los de El Cazadero, Cruces, Guanamé, Parangueo, San Nicolás Peralta, San Diego de los Padres, Santín y otras que dieron lustre a una fiesta que tuvo, como en nuestros días, dimensión sin igual.
En el pasado estas y otras haciendas cuyos dueños dedicaron y entregaron todo su cariño, hubo auténticos milagros de la bravura que siguen siendo ejemplo del empeño. La fiesta de toros en los últimos 150 años ha tenido cambios más de forma que de fondo y en esas modificaciones, la participación de ganaderías próceres como estas y muchas otras más dejaron marca de fuego para la historia.
Desde lugares como estos se gestaron actividades tan intensas como evocadoras, que abarcaban en nacimiento de los erales, el destete, hasta las primeras pruebas por las que pasaban los becerros, y su selección posterior para las corridas, unos años más tarde.
En lugares como los indicados, surgieron verdaderos movimientos que en el pasado tuvieron una vida que hoy se registra de otra manera. La modernidad en algunos casos las ha hecho suyas, pero asimismo descendientes de la estirpe original o nuevos dueños se encargan de mantenerlas vigentes. Pocas, por no decir que ninguna ha desaparecido.
Por ese motivo, me ocuparé de la de San Nicolás Peralta.
Guillermo Ernesto Padilla: Historia de la plaza EL TOREO. 1907-1968. México. México, Imprenta Monterrey y Espectáculos Futuro, S.A. de C.V. 1970 y 1989. 2 v. Ils., retrs., fots., T. II., p. 127.
Esta hacienda fue propiedad del singular Ignacio de la Torre y Mier, casado con Amada Díaz, hija de Porfirio Díaz. Estaba ubicada en el municipio de Lerma, y junto a la Gavia, eran de las haciendas más ricas del estado de México. La hacienda de Peralta, antigua propiedad de los jesuitas, la heredó de su madre, Luisa Mier, hija de Gregorio Mier y Terán. Era una propiedad que reunía lujos y comodidades. Entre otras, la finca contaba con dínamo propio, con teléfonos que la comunicaban con todo el estado y la capital de la República, y surcaban las aguas de los numerosos canales que cruzan la hacienda hermosas embarcaciones de remos, nafta y vapor.
Ignacio de la Torre y Mier. (Padilla, op. Cit).
Las fiestas que se realizaban en la hacienda de San Nicolás eran memorables, asistían a ellas numerosos invitados entre los que destacaba, además del presidente Díaz, el gobernador del Estado.
De San Nicolás Peralta anota Heriberto Lanfranchi en su libro Historia del toro bravo mexicano:
San Nicolás Peralta.-(Amomolulco, Edo. De México). D. Ignacio de la Torre y Mier compró todo el ganado de El Cazadero (Querétaro) en 1904, seleccionó las vacas y las puso con más de 40 sementales de Veragua, Saltillo, Anastasio Martín, Concha y Sierra, Ibarra y Miura. La hacienda fue incautada de 1911 a 1925 y todo lo que quedaba del ganado se fue a Xajay, Peñuelas y Jalpa.
Heriberto Lanfranchi: Historia del toro bravo mexicano. México, Asociación Nacional de criadores de toros de lidia, 1983. 352 p. ils., grabs., p. 40.
Un hecho lamentable fue el infortunio que padeció de la Torre y Mier en tiempos de la revolución, al ser secuestrado por los zapatistas, por quien además se pidió una fuerte suma por su rescate. De esto nos da un completo informe el Sr. José Julio Barbabosa, dueño que fue de Santín, apuntes que encontramos en su obra manuscrita: Nº 3 Orijen [sic] de la raza brava de Santín, y algunas cosas notables q.e ocurran en ella J(osé) J(ulio) B(arbabosa). Santín, Nbre 2 de 1914:
Respecto a la de Peralta, como al desgraciado de D. Ignacio de la Torre lo tuvieron los zapatistas muchos meses preso en Morelos, y por fin se fue para los E. U. sin volver para nada a Peralta quedó a merced de los revolucionarios, los que acabaron con todo el ganado manso que tenía la hacienda, y aún parte del bravo, y este estuvo muchos meses en la Hda. de Da. Rosa no se con que carácter, y después regresó a Peralta, y por todos estos motivos creo que está muy abandonada porque como es sabido, el infeliz de De la Torre murió en Estados Unidos, abandonado de su Señora, única persona que componía su familia y no sabemos quede en México persona que vea por la Hacienda, la que en la actualidad queda reducida a las reses bravas de que he hablado muy mermadas porque me consta que mataron muchas, y cuarenta y tantas vacas mansas, todas de desecho que por quebradas, chuecas y malas dejaron, y la verdad que como no he visto ninguna corrida de dos o tres que ha lidiado, no se en que estado estará esa ganadería como brava.
Guillermo Ernesto Padilla: Historia de la plaza EL TOREO. 1907-1968. México. México, Imprenta Monterrey y Espectáculos Futuro, S.A. de C.V. 1970 y 1989. 2 v. Ils., retrs., fots., T. II., p. 148.
Aunque fue hasta el 21 de julio de 1929 cuando se lidiaron por primera vez toros mexicanos de Piedras Negras en España (siendo precisamente en la plaza de toros de San Sebastián (Guipúzcoa), a continuación presento un interesante antecedente, que, aunque nos prosperó queda como interesante dato:
Abril 18 de 1916
El domingo próximo pasado (Domingo de Ramos) se jugó en México anunciada con mucho bombo una corrida de toros de Peralta, corrida que estaba destinada a Madrid y no sé porque circunstancia no fue. La verdad es que a mi me vio Diego Prieto para que le vendiera algunos toros para llevar a España, y le contesté “que no admitiría por ningún dinero que mis toros por mi conducto o mi consentimiento fueran a poner en evidencia a mi pobre país, que sobraba el ridículo en que estaba con nuestras guerras y tonterías para que yo aumentara este, mandando toros a donde está la flor y nata de ellos”. Pero como no todos los hombres pensamos lo mismo, tenían listas de Piedras Negras 2 corridas y de Peralta una, la que hoy repito se jugó anunciándose como toros destinados a la Plaza de Madrid y el beneficio de “Cuatro Dedos” y el resultado fue un fiasco completo en los toros, porque a cambio de uno que dicen fue muy buen toro, tanto que hasta le dieron la vuelta al ruedo, 3 fueron tan malos como lo peor que se pueda imaginar. Uno lo devolvieron al corral y los otros se los hicieron pasar al público a fuerza, y en contra de las protestas del mismo, y los 3 restantes cumplieron muy medianamente. Por supuesto que no faltó del público quien gritara “De lo que se perdió el público madrileño”. Ojalá y jugaran los Piedras Negras, haber si como estos iban a poner en ridículo a esta nuestra infeliz república, y a los ganaderos de paso, pero estos a la verdad bien lo merecen por atrevidos, ambiciosos, los que a la verdad como de costumbre se muestra muy poca apenas bien ninguna vergüenza.
Padilla, ibidem.
Aunque parezca una hacienda olvidada en nuestros días, y que padeció en su momento de mayor esplendor terribles golpes que la minaron hasta que no quedó piedra sobre piedra, el hecho es que San Nicolás Peralta fue en su tiempo una ganadería de suyo importante, donde fue posible que se reunieran simientes de la mejor calidad, que para los inicios del siglo XX estaban causando revuelo debido a sus particulares características.
He allí algunos apuntes sobre una hacienda que en el pasado dejó huella.