FERNANDO VII TUVO EN LAS PLAZAS Y EN LOS TOROS CIERTOS MARCADOS DELIRIOS.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Fernando VII el “deseado” fue un rey bastante impopular, cuyo carisma iba construyéndolo en función de ir buscando medidas, dueñas de un precio bastante barato con las cuales intentaba tener al pueblo de su lado. Asumió el poder en unos momentos determinantes en la historia de España, que vive el estado crítico que refleja un rey como Carlos IV, débil de carácter, que tuvo en Manuel Godoy a su mejor control. Se produjo entonces en 1808 el “destronamiento” que se convirtió en sustitución del “deseado”, después del triunfo de un motín que tuvo lugar ante el Palacio de verano de Aranjuez.

   El tránsito entre el viejo y el nuevo régimen era otra de las condiciones que se estaban dando, junto con la guerra de independencia que se da como consecuencia de la invasión de la Península por parte de los ejércitos napoleónicos que se encontraron con una resistencia española ejemplar. También se encuentra el desarrollo de la España afrancesada, regida por la nueva Monarquía de José I, impuesta por Napoleón. Se agrega aquí el capítulo de las Cortes de Cádiz, profeso de profundos cambios legislativos, cuya reforma fue una auténtica revolución.

   En 1814 concluye la Guerra de Independencia y ese mismo año regresa Fernando VII, quien se mantuvo durante seis años –el sexenio absolutista- que parece no haber resentido el paso de las reformas que se discutieron en Cádiz.

   Surge en 1820 el periodo conocido como Trienio Constitucional, mismo que obligó al monarca respetar la Constitución, reinando de acuerdo con los principios establecidos por las Cortes de Cádiz.

   La Monarquía absolutista volvió por sus fueros en 1823, misma que permite la continuidad en el trono del borbón hasta 1833 en la llamada “Ominosa década”, cometiéndose durante todo ese tiempo infinidad de circunstancias que ejemplifican el caos y el relajamiento en que cayó la sociedad hispana, fruto de los descontroles monárquicos.

   Justo en este periodo, enfrenta una más de las conspiraciones, movidas por su propio hermano Carlos María, quien mandó por delante, a mediados del 1824 al Padre Cirilo Alameda y Breá, general de San Francisco, teniendo como objeto además, reponer a una amenazada y resquebrajada institución como lo era en esos momentos la Inquisición, además de asegurar el absolutismo religioso. Esa movilización tuvo un costo, dejando que sea nuestro Carlos María de Bustamante quien la refiera:

 Jueves 26 de Agosto de 1824 (Lluvia en la tarde)

    Según el Oriente de Xalapa y Sol de hoy el monstruoso Rey Fernando 7º ha mandado hacer tantas prisiones en Madrid que no cabiendo ya los arrestados en las cárceles y conventos han metido á dos mil hombres en el toril de la Plaza de Toros. Se había descubierto una conspiración contra él á favor de su hermano Don Carlos María á cuia cabeza estaba el Padre Cyrilo Alameda y Bréa general de San Francisco cuio objeto era reponer la Inquisición y llevar al cabo el absolutismo religioso. Los franceses se habían apoderado del trigo, y de toda la artillería gruesa de bronce de las fortalezas. La emigración de Madrid para Londres pasaba de 7 mil familias. El objeto que llevaba con los arrestados era robarlos. Hoy hace dos años que Yturbide arrestó a los Diputados del Congreso: si no le atajamos los pasos habría hecho otro tanto que Fernando.[1]

    Así como Fernando VII le dio gusto al pueblo con “pan y toros”, en eso de recordar que hacia 1830 promovió la Real Escuela de Tauromaquia de Sevilla, teniendo al frente al mejor maestro de esos momentos: Pedro Romero, y bajo el mecenazgo del Conde de la Estrella, así también impuso el imperio de la fuerza, enviando a los toriles de la plaza de la Puerta de Alcalá a dos mil hombres, en medio de una condición extremadamente difícil de hacinamiento humano. Y como Bustamante era acérrimo enemigo de Iturbide, lo que cometió el monarca, en otras circunstancias habría servido como modelo de control ejemplar del efímero primer emperador mexicano contra los diputados del Congreso, a quienes arrestó en 1822. Condiciones muy similares son las que encontramos al hacer un balance de acontecimientos políticos que de inmediato relacionamos con el espacio taurino, elemento que sirvió ya como válvula de escape o como territorio para mantener cautivos a los insubordinados a cualquier acción contraria a los dictados y propósitos, en este caso, de la casa de los Borbones, durante los años que van de 1808 a 1833.

CARTEL_ABRIL 1833_P. DE T. LA ALAMEDA_MOLINO DE CABALLEROS Este “aviso” corresponde a los festejos celebrados en la plaza de toros de la Alameda en abril de 1833.


[1] Carlos María de Bustamante: DIARIO HISTORICO DE MEXICO. T. I., Vol. 2, enero-diciembre 1824, p. 121. Nota previa y notas al texto Manuel Calvillo. Edición al cuidado de Mtra. Rina Ortiz. México, SEP-INAH, 1980. 251 p. Tomo I, vol. 1. Además, entre 2001 y 2003 se publicaron dos discos compactos que reúnen la misma obra, sólo que de manera conjunta, abarcando los años de 1822 a 1834; y de 1835 a 1848 respectivamente. Diario Histórico de México. 1822-1834 (disco 1); Diario Histórico de México. 1835-1848 (disco 2). México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, El Colegio de México, 2011 y 2003. 2 discos compactos.

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