CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
En el Museo Franz Mayer es posible apreciar la exposición “Deleite y descanso: casas de campo de la Nueva España. Homenaje a Manuel Romero de Terreros (1880-1968)”. Romero de Terreros, como se apunta “pionero en el estudio de las artes decorativas virreinales” tuvo a bien formar una colección de objetos, a más de escribir una importante cantidad de publicaciones en torno al tema que se convierte en poder de convocatoria para acudir a uno de los espacios de este excelente museo, uno de los más agradables que existen en la ciudad de México. En el recorrido del que apenas es un suspiro, se pueden apreciar diversos elementos ornamentales y de vida cotidiana que se integraron al interior de las casas de campo, propiedad de la elite novohispana. Entre otros, puede apreciarse un biombo de exquisita manufactura…
…así como una peculiar pieza tallada en madera. Se trata de una batea, que proviene de Pátzcuaro (siglo XVIII). En su interior, se presentan varias escenas de vida cotidiana, destacando, entre otras la que ilustra una imagen taurina, lo que viene a enriquecer el escaso catálogo iconográfico existente, con lo cual tenemos un elemento más que nos sirve para entender la manera en que se entendió y se interpretó aquella fiesta taurina novohispana. Veamos la pieza y el detalle de la misma:
…la batea…
…la escena taurina.
Como podrá observarse, la recreación de esta suerte en la que aparece el hombre de a caballo frente al toro, ocurre en un espacio abierto, totalmente campirano. La vestimenta del caballero es, de suyo elegante, y de conformidad al estilo que imperaba por entonces. Quizá, se parezca un poco a la que también se encuentra incluida entre las piezas de la exposición:
Casaca en terciopelo con bordados en oro.
No se aprecia más que un encuentro entre caballero, caballo y toro. Tampoco es posible observar el uso de algún rejón o instrumento destinado para alancear o rejonear, salvo el hecho de que su mano derecha controla las riendas. Si es posible entender que por aquella época, aunque ya estaba en desuso el estribo, se aprecia algo que lo asemeja. En siglos anteriores, se llegó a utilizar, para las grandes representaciones un tipo de estribo como el que vemos ahora…
El caballero no ostenta tampoco ningún tricornio o sombrero emplumado, sino una fingida peluca, como las que llegaron a ponerse de moda durante buena parte del siglo XVIII. El toro, berrendo en negro por cierto, en actitud de embestir, presenta una cornamenta amenazante y, aunque el artista exagera sus movimientos, esto permite entender su interpretación, la que alude al momento en que la fiesta taurina se hace presente en ese pequeño espacio, que es un mundo, es la síntesis de toda una serie de actividades relacionadas con la nobleza que, entre otras cosas, pretendía relajarse, divertirse, en medio de un goce que sólo se entiende a la luz de estas visiones.
Si usted, luego de estas pequeñas y atrevidas notas pretende acudir al museo “Franz Mayer”, hágalo, pues dicha exposición sólo estará hasta el 29 de septiembre, por lo que quedan muy pocos días para visitarla.