EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS. MAYO DE 1791.

EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 GACETA DE MÉXICO, D.F., del 10 de mayo de 1791, p. 5: El día 3 comenzó la primera corrida de toros en la Plaza de San Diego, que continuaron hasta el día 12, haciendo alarde de su habilidad y destreza muchos Chulos y Toreros de a pie y de a caballo que de todas partes concurrieron por haberse anunciado con anticipación a las fiestas; hiciéronse estas más plausibles por la variedad de diversiones que se interpolaban con las lides: se mataron ciento y ochenta Toros, que se distribuyeron a las Cárceles, Comunidades Mendicantes y otras personas pobres; el adorno y compostura de la Plaza en pinturas y cortinaje fue singular, y no menos su iluminación por las noches, en que también se daba música hasta las diez; siendo sobre todo digno de admiración ver el innumerable gentío de a pie y a caballo que concurría todas las mañanas a la introducción del ganado, que se conducía con muchos clarines, chirimías, cajas y timbales.

   La sola nota, que es apenas un pequeño registro de las actividades allí descritas, podría resultar curiosa, interesante. Sin embargo, encierra una serie de elementos lo suficientemente atractivos como para no descuidar su contenido. Por ejemplo, el primer dato que salta a la vista es la celebración de 10 festejos, uno por cada día, desde el 3 y hasta el 10 de mayo, en una época del año que no es muy común, quizá para nuestro tiempo, aunque sí para el de aquellos días, sujeto a un calendario rigurosamente religioso, establecido en las “Fiestas de Tabla”. En todas ellas, “hicieron alarde de su habilidad y destreza muchos Chulos y Toreros de a pie y de a caballo que de todas partes concurrieron por haberse anunciado con anticipación a las fiestas, hiciéronse estas más plausibles por la variedad de diversiones que se interpolaban con las lides (…)” “Alarde” y “destreza” de “Chulos” y “Toreros de a pie y de a caballo”, esto indica el alto grado de avance por un lado. Y de aceptación por el otro en los entonces nuevos o más avanzados planteamientos que la tauromaquia estaba alcanzando por entonces, expresión que parece dar lugar al reacomodo que vino a ponerse en práctica, luego de aquel cambio de protagonismo habido entre los nobles y los lacayos, y donde estos asumieron el papel de primeros actores, en tanto que los de a caballo ya no fueron necesariamente miembros de la nobleza o de grupos estamentarios, sino otros tantos integrantes del nuevo componente que asumía la responsabilidad de aquella condición en la que iba acomodándose el toreo en plena época donde imperaban, como telón de fondo, unas ideas de avanzadas que impulsó la ilustración, cambio ideológico de progreso que tuvo fuertes discrepancias con el contenido esencial de todos los significados que emanaban del toreo, cargado de ingredientes que no se correspondían con el iluminismo del “siglo de las luces” pero que logró un buen intento de ponerse al día a la hora de recomponer esa particular puesta en escena.

   “Se mataron ciento y ochenta Toros”. Lamentablemente, a reserva de dar un día con la “Cuenta de gastos” o alguna “Relación de Sucesos”. La que más se aproxima a estos hechos, es aquella que sucedió un año antes, y que fue el certamen realizado por la Real Universidad de México a fines de 1790, conocido en prensas como OBRAS de elocüencia y poesía premiadas (…) con motivo de la exaltación al trono de (…) el Sr. D. Carlos IIII (sic) Rey de España y de las Indias. México, 1791. Hubo diversas composiciones, de la más rica métrica inspiración. Entre otras se encuentra un elogio castellano de D. Joseph Sartorio “colegial que fue del mismo Colegio de San Ildefonso, a quien se le asignó un premio de dos medallas de oro y quatro de plata”. O aquella otra, una oda sáfico-adónica en metro castellano sin rima, compuesta por el Doctor en Teología don Juan de Castañiza Colegial actual del Real y más Antiguo de San Ildefonso, a quien se le adjudicó el premio de una Medalla de oro y quatro de plata. La obra lleva el título de: RAPTO POÉTICO EN QUE SE BOSQUEJA EL REGOCIJO DE México en la proclamación (…) que comienza presentando algunos versos latinos como: Hic diez veré mihi festus atrás / Eximet curas: ego nec tumultim, / Nec mori pervim metuam, tenente / Caesare terras. (Hor. Lib. III. Od. XIV)

1791 

RAPTO POÉTICO

EN QUE SE BOSQUEJA EL REGOCIJO DE

México en la proclamación (…)

 

Lleva consigo la sabrosa almendra

que Xocohochco y que Caracas crian;

y el que Orizava y Córdova producen

fino tabaco.

 

Cargada de estos y otros muchos dones,

la leal Señora del Indiano Imperio

se postra humilde, y al Monarca nuevo

tierna saluda (…)

 

Vive imitando a Luises y Fernandos,

vive escediendo a Carlos y Felipes,

vive felice quanto amado, amante

de ambas Españas.

 

Así explicaba México su gozo

el día que a Carlos Quarto proclamaba;

lo demás que hizo su lealtad sincera

cántelo Clío.[1] 

   Dichos “toros (…), se distribuyeron a las Cárceles, Comunidades Mendicantes y otras personas pobres (…)”. En tal apunte se percibe que esos festejos tuvieron fines benéficos, extendidos a las cárceles, Comunidades Mendicantes[2] y otras personas pobres, que bien pudieron ser niños expósitos, por ejemplo.

   Finalmente: “el adorno y compostura de la Plaza en pinturas y cortinaje fue singular, y no menos su iluminación por las noches, en que también se daba música hasta las diez; siendo sobre todo digno de admiración ver el innumerable gentío de a pie y a caballo que concurría todas las mañanas a la introducción del ganado, que se conducía con muchos clarines, chirimías, cajas y timbales”.

   Dicha descripción refiere un escenario –la Plaza de San Diego-, ubicada a un costado del quemadero de la Inquisición, y también del Convento de San Diego, y que hoy se ubicaría donde se encuentra ubicado el “Laboratorio de Arte Alameda” o Antigua “Pinacoteca Virreinal”, calle de Dr. Mora, en el centro de la ciudad de México.

CombentoSanDiego_web

 Disponible marzo 19, 2014 en: http://www.urbanfreak.net/showthread.php/7352-GALER%C3%8DA-FOTOGR%C3%81FICA-El-M%C3%A9xico-de-Ayer/page55

    “Adorno y compostura de la plaza en pinturas y cortinaje”, que solo podría entenderse con la imagen que incluyo a continuación:

IMAGEN_038 Es esta una fiel representación del sabor barroco mexicano de fines del siglo XVIII, cuando el virrey Conde de Gálvez, uno de los más entusiastas taurinos de aquella época pudo admirar esta estampa, reproducida en un biombo. ”Corrida de toros”. Siglo XVIII. Col. Pedro Aspe Armella. En: ARTES DE MÉXICO. La ciudad de México I. Enero 1964/49-50.

   Con su “iluminación por las noches, en que también se daba música hasta las diez; siendo sobre todo digno de admiración ver el innumerable gentío de a pie y a caballo que concurría todas las mañanas a la introducción del ganado, que se conducía con muchos clarines, chirimías, cajas y timbales”.

   Tal circunstancia, que nos habla del bullicio que podía despertar un poder de convocatoria como aquel, deja ver que, a los ojos del cronista, existe toda una visión de condiciones gozosas, disfrutables lo mismo a pie que a caballo, sin faltar las músicas, e incluso contar con la oportunidad, sobre todo de aquellos desvelados, de observar la difícil y complicada maniobra de la introducción del ganado, mismo que arribaba a los corrales de la plaza en medio de muchos clarines, chirimías, cajas y timbales, lo cual es indicativo de aspectos relacionados con el sello distintivo que adquirían tales espectáculos, pero también la forma en que se practicaba aquella movilización, tan riesgosa para la comunidad como para los curiosos y más de algún adorador de Baco, de esos que nunca faltan…

   Pero tampoco faltaron aquellos que cuestionaron tales expresiones como un auténtico relajamiento de las costumbres, y hasta lo regularon, evitando con ello que, al amparo de la noche o de las sombras, se cometieran abusos de toda índole.

   Finalmente, con aquella plaza iluminada, espectáculo que debe haber tenido su punto de interés muy especial, nos alejamos con objeto de prepararnos para la siguiente jornada, en la que el atractivo será una más de aquellas corridas de toros, las cuales “hiciéronse estas más plausibles por la variedad de diversiones que se interpolaban con las lides (…)”, lo que significa el hecho de que fueron concebidas al amparo de mojigangas y otras amenidades como:

 -Lidia de toros «a muerte» y cuya estructura básica, convencional o tradicional pervivió a pesar del rompimiento con el esquema netamente español, luego de la independencia.

-Montes parnasos,[3] cucañas, coleadero, jaripeos, mojigangas, toros embolados, globos aerostáticos, fuegos artificiales, representaciones teatrales,[4] hombres montados en zancos, mujeres toreras. Agregado de animales como: liebres, cerdos, perros, burros y hasta la pelea de toros con osos y tigres. Benjamín Flores Hernández nos ofrece un rico panorama al respecto:

 -Lidia de toros en el Coliseo de México, desde 1762

-lidias en el matadero;

-toros que se jugaron en el palenque de gallos;

-correr astados en algunos teatros;

-junto a las comedias de santos, peleas de gallos y corridas de novillos;

-ningún elenco se consideraba completo mientras no contara con un «loco»;

-otros personajes de la brega -estos sí, a los que parece, exclusivos de la Nueva España o cuando menos de América- eran los lazadores;

-cuadrillas de mujeres toreras;

-picar montado en un burro;

-picar a un toro montado en otro toro;

-toros embolados;

-banderillas sui géneris. Por ejemplo, hacia 1815 y con motivo de la restauración del Deseado Fernando VII al trono español anunciaba el cartel que «…al quinto toro se pondrán dos mesas de merienda al medio de la plaza, para que sentados a ellas los toreros, banderilleen a un toro embolado»;

-locos y maromeros;

-asaetamiento de las reses, acoso y muerte por parte de una jauría de perros de presa;

-dominguejos (figuras de tamaño natural que puestas ex profeso en la plaza eran embestidas por el toro. Las dichas figuras recuperaban su posición original gracias al plomo o algún otro material pesado fijo en la base y que permitía el continuo balanceo);

-en los intermedios de las lidias de los toros se ofrecían regatas o, cuando menos, paseos de embarcaciones;

-diversión, no muy frecuente aunque sí muy regocijante, era la de soltar al ruedo varios cerdos que debían ser lazados por ciegos;

-la continua relación de lidia de toros en plazas de gallos;

-galgos perseguidores que podrían dar caza a algunas veloces liebres que previamente se habían soltado por el ruedo;

-persecuciones de venados acosados por perros sabuesos;

-globos aerostáticos;

-luces de artificio;

-monte carnaval, monte parnaso o pirámide;

-la cucaña, largo palo ensebado en cuyo extremo se ponía un importante premio que se llevaba quien pudiese llegar a él.

 Además encontramos hombres montados en zancos, enanos, figuras que representaban sentidos extraños y estrafalarios, de conformidad al motivo con que fueran convocadas las fiestas.


[1] Biblioteca Nacional: R / 1791 / M4UNI: OBRAS de Eloqüencia y poesía (…), 1791., p. 3-5.

[2] Según el Diccionario de la Real Academia Española: Mendicante. Se dice de las religiones que tienen por instituto pedir limosna, y de las que por privilegio gozan de ciertas inmunidades.

[3] Benjamín Flores Hernández. Con la fiesta nacional. Por el siglo de las luces (tesis de licenciatura), p. 101. El llamado monte carnaval, monte parnaso o pirámide, consistente en un armatoste de vigas, a veces ensebadas, en el cual se ponían buen número de objetos de todas clases que habrían de llevarse en premio las personas del público que lograban apoderarse de ellas una vez que la autoridad que presidía el festejo diera la orden de iniciar el asalto.

[4] Armando de María y Campos. Los toros en México en el siglo XIX (1810 a 1863). Dicho libro está plagado de referencias y podemos ver ejemplos como los siguientes:

Los hombres gordos de Europa;

-Los polvos de la madre Celestina;

-La Tarasca;

-El laberinto mexicano;

-El macetón variado;

-Los juegos de Sansón;

-Las Carreras de Grecia (sic);

-Sargento Marcos Bomba, todas ellas mojigangas.

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