REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
Con apenas un año de diferencia, las dos páginas que dieron testimonio de las que se entiende fueron resultado de soberbias actuaciones, hablan en términos gráficos del paso imponente que Rodolfo Gaona estaba afirmando en España, sobre todo durante una época en la que la competencia con José Gómez Ortega o Juan Belmonte no era sólo eso. Era una auténtica “declaración de guerra”, conflicto que no quedaba en verse las caras con José y con Juan. Además, había que hacerlo con otra serie de figuras que destacaban en auténticas batallas, las que significaban para cada uno defender “a muerte” su parcela y así, hacer infranqueable el paso; porque en esos momentos de “temporada a la alza”, nadie habría deseado ceder espacio o terreno para que otro u otros llegaran y arrebataran el mando.
Todo esto lo tenía muy claro el “Indio grande” que, en tanto torero mexicano enfrentó dura diferencia con los españoles. Rodolfo tenía en aquel territorio un complicado compromiso: el de salir airoso de cuanto festejo estuviese anunciado. Y la prensa, por fortuna, tuvo de él muy buena impresión. El sistema fotomecánico, como puede observarse había ganado en calidad y las imágenes que visten la reseña de uno y otro festejo, nos permiten entender que además hubo diseño con el cual se logró el consiguiente equilibrio estético; en este caso de Mundo Gráfico, revista de la cual provienen tan interesantes ejemplos.
El presente “revelado” no es otra cosa que compartir con ustedes el asombro que provoca el hecho de que, independientemente de nacionalidades, el toreo ganaba una figura más, consagrada precisamente en ruedos hispanos, y cuyos aficionados terminarían reconociendo sus enormes capacidades en términos y conceptos que lo acercaban, definitivamente a cumplir con la sentencia que muchos años después le concedería José Alameda, el cual calificó a Gaona como el primer gran torero mexicano de ordenes universales.
Por aquellos años, y durante varias temporadas que realizó en España, “El Petronio de los ruedos” cosechó infinidad de triunfos que le concedieron el privilegio de ostentar el grado de “figura del toreo”. Si bien, tras la muerte de “Joselito” en mayo de 1920, sucedió un fenómeno que alteró a la tauromaquia, Juan Belmonte y Rodolfo Gaona tuvieron que seguir cada quien su camino, dejándose notar que con aquella pérdida, la de José Gómez Ortega se provocaba un giro imprevisto, un quiebre con el cual se puso en marcha una especie de recomposición tauromáquica. Incluso, nuevos alientos, en la persona de quienes ya estaban más que preparados para el inminente cambio generacional, tuvieron que posicionarse en condiciones no previstas antes de tiempo.
A Gaona ya solo le quedaba padecer la triste jornada de Barcelona, en 1923, que si bien no marcó el ocaso del torero, sí el de un amargo adiós a aquella afición hispana con la que se amalgamó a tal grado que se “hizo querer”, quedando como prueba de ello sendos reportajes, recogidos en Mundo Gráfico, publicación que puede uno encontrar en la maravillosa página que administra la Biblioteca Nacional de Madrid, una de cuyas ligas nos lleva a la Hemeroteca, donde frente a un amplio despliegue de información, podemos andar por esos recovecos de la historia y encontrarnos con maravillas con las que ahora Gaona vuelve a ser tema de conversación… Por algo será…