CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
CIUDAD DE MÉXICO, D.F. El Siglo Diez y Nueve, del 11 de junio de 1886, p. 3 reporta las siguientes notas:
Un robo con circunstancias notables.-El Reproductor de Orizaba refiere lo siguiente:
“En la noche del sábado hubo uno con circunstancias especialísimas. Tuvo lugar en la casa de Miguel Castillo, calle de la Cuchilla, dos cuadras más acá de la fábrica de Cerritos.
Al husmo de una regular cantidad de dinero que dicho Miguel Castillo había cobrado por una venta de café que hizo, como unos siete ladrones asaltaron su casa. La esposa de Castillo, que fue la primera que sintió a los bandidos, quiso pedir auxilio; pero fue muerta de un balazo que se le disparó en la boca a boca de jarro.
La detonación y una herida que se le infería en aquel momento, despertó a Castillo, quien con gran arrojo pudo coger un machete y hacer frente a los asaltantes, logrando inferir una horrible y profunda herida en el rostro y otra en la mano que le hizo soltar la pistola a uno de los asaltantes. Castillo recibió siete heridas; pero su heroica resistencia determinó la fuga de los bandidos, quedando él en un estado de verdadera gravedad.
Al día siguiente fue encontrado en un solar cercano, sin sentido y en un charco de lodo y sangre, el ladrón herido que murió ya en el hospital. Hay presos otros tres sospechosos, entre ellos un hermano del ladrón herido, que aprehendido al entrar a los toros, bien armado.
Castillo está en el hospital. Su estado es grave y se duda que pueda sobrevivir.
Las sospechas de este crimen recaen sobre una partida de tahúres que se reunía en el billar de la plaza del mercado y otros cafetines de ese género”
El acontecimiento anterior, aunque más propio de la nota roja, nos permite saber, por otro lado, que entre todos los movimientos registrados por los ladrones, uno de ellos tuvo a bien, o a mal irse a los toros, festejo que se celebraba en esos momentos en la plaza orizabeña. Además, lo hizo, como apunta nuestra fuente “bien armado”.
La siguiente carta, enviada por CÉSAR a D. Victoriano Agüeros, no tiene desperdicio. Tengo la impresión de que, al amparo del anonimato, y apenas cubierto por el nombre del célebre emperador romano, este César se “despachó con la cuchara grande” en término de las afirmaciones enunciadas en su envío, donde queda de manifiesto una crítica sesgada sobre lo que, haciéndose en una sencillísima población mexicana para celebrar las fiestas de independencia, no eran capaces de realizarlas las de la capital, pues entonces Tejupilco, autoridades y pobladores serían el referente para conmemorar, como “Dios manda” tales acontecimientos, en los que no faltaron las corridas de toros.
CIUDAD DE MÉXICO, D.F. El Tiempo, 27 de agosto de 1886, p. 1:
Tejupilco (Estado de México)
Sr. Lic. D. Victoriano Agüeros, Director de El Tiempo.-México.
Estimado amigo:
Las fiestas de la patria se preparan aquí con entusiasmo: no tendremos nada que se parezca a lo que en esa capital se proyecta para el próximo 16 de Septiembre, ni en sueño siquiera veremos algo que se parezca al gran baile que se prepara en Minería y que, según cuenta La Voz de España, va a dejar atrás en lujo y esplendidez a cuantos se han dado hasta hoy, en todas las naciones del globo, desde nuestro padre Adán hasta nuestros días; pero sí en nuestras fiestas nada habrá que imite esa sencillez democrática, ni nada que nos deje boqui-abiertos por esa novedad, ese fausto y esa esplendidez tan criticadas por nuestros prohombres de hoy en tiempos anteriores cuando ellos no eran el santo de la fiesta y tan encomiado hoy que ellos los promueven; en cambio, sí tendremos lo suficiente para divertirnos en familia: habrá toros y comedias de aficionados, un simulacro de guerra, fuegos artificiales y un bailecillo, de provincia se entiende, amén del paseo de carros, los discursos y lo demás de estampilla, lo cual me parece más que suficiente para satisfacer las exigencias de nuestro pueblo.
En la parroquia de esta población, se están haciendo reparaciones de importancia, que tienden a su conservación y ornato, y pronto quedarán concluidas. Ya vé vd. que no hay motivo para negarles la razón a los que gritan en todos los tonos de su destemplado diapasón: “¡¡El catolicismo se va!!”…, sí, se va… afianzando más cada día.
El que quiera emprender alguna industria lucrativa y de seguros resultados, no tiene otra cosa que hacer que venirse a esta población y establecer aquí una fábrica de cristal. (…)
Deseando a vd., Sr. Director, toda clase de felicidades, me repito con el afecto de siempre, su afectísimo amigo y S.S.
CÉSAR.
Por su parte la afición veracruzana tuvo a bien presenciar una función en la que actuando “Rebujina”, alternaron Camelia Martínez, como matadora; Leonor Ramírez, como banderillera, y Margarita Fernández (a) La Dorada a fuego, como picadora. Así que aquí tenemos un buen antecedente para ubicar la actuación de mujeres toreras en nuestro país, aunque no podemos olvidar nombres como los de Ana María de Guadalupe y Nava Castañeda quien para 1725 ya alternaba en funciones taurinas novohispanas; o a “Lupe la Torera”, Victoriana Sánchez, Dolores Baños, Soledad Gómez, Pilar Cruz, Refugio Macías, Ángeles Amaya, Mariana Gil, María Guadalupe Padilla, Carolina Perea, Antonia Trejo, Victoriana Gil, Ignacia Ruiz «La Barragana», Antonia Gutiérrez, María Aguirre «La Charrita Mexicana» y desde luego, la española Ignacia Fernández “La Guerrita”, a lo largo de la segunda mitad del siglo antepasado.
“La Pajuelera” picando un toro en la plaza de Zaragoza. Ilustración proveniente de la “Tauromaquia” de Francisco de Goya y Lucientes.
PLAZA DE TOROS EN VERACRUZ. 29 de agosto. En El Monitor del Pueblo, D.F., del 7 de septiembre de 1886, p. 2, encuentro la siguiente información:
Tres lidiadoras se han presentado últimamente en la plaza de toros de Veracruz, a saber: Camila Martínez, primera espada; Leonor Ramírez, banderillera y Margarita Fernández, picadora.
Por otro lado en El Monitor Republicano, D.F., del 26 de septiembre de 1886, p. 1, también aparece este dato:
Ahora anda por ahí, un célebre matador que se llama “el Niño” sobre el que los periódicos taurinos traen gran polémica.
Y las mujeres siguen toreando, buscándoles las malvadas, tres pies al gato, y no toreando y picando a los hombres, que eso es de épocas más añejas que la momia de Sesostris, toreando a los indómitos hijos de Atenco, que la verdad sea dicha, son caballeros de muy pocas pulgas.
En la función dada en Veracruz el mes pasado a beneficio del taurino Rebujina, tomaron parte en la corrida las toreras Camelia Martínez, como matadora; Leonor Ramírez, como banderillera, y Margarita Fernández (a) La Dorada a fuego, como picadora; de éstas las primeras son mexicanas y la tercera española.
Esa Dorada a fuego debe ser un dije. Pronto la veremos en México, porque en unión de sus consocias va a ser contratada por un empresario de las plazas cercanas a la gran Capital.
CONTINUARÁ.