EL LÍMITE DE LA TENSIÓN…

REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

UN QUITE

   Es bueno mirar el instante en que queda congelado el límite de la tensión producida no solo por el aparatoso tumbo. Allí cohabitan lo tremendo que puede ser el ritual de un espectáculo en el que la doctrina de sus tauromaquias han establecido aplicar diversos métodos para soliviantar la bravura, la casta de un toro que, en ese tenor puede sorprender, como ocurrió en esos momentos en que, al parecer el picador de apodo “Pueblita” se convirtió en el blanco de ataque de ese toro que además, con dos pitones, aprovecha uno para arrancarle la casaquilla y con el otro intentar darle el gañafonazo al caballo que va derrumbándose con motivo de la aparatosa caída; que todos quienes están cerca tratan de disuadirlo a base de capotazos; gritos y otros recursos que sirvan para evitar más desastres, que hasta el momento son notorios.

   A la izquierda, Luis Briones atento en el trance, mete el capote en auténtica demostración del quite, esa suerte que por lo menos hoy, ya desapareció pero que muchos siguen empeñados en afirmarla cuando “quitar” era eso, precisamente lo que estaba haciendo el diestro de Monterrey: el intento a base de lanzar su capotillo para lograr que una furiosa y encastada embestida de ese toro, imponente toro, se desatara, logrando así alejarlo del lugar en que han caído picador y caballo para luego lucirse en arrogantes lances rematados garbosamente. Imagino que el toro, sintiéndose herido momentos antes, pudo remontar acordándose de la casa ganadera de la que procedía, siendo el resultado una contra embestida, más intensa y tan desatada que por eso en medio de aquel maremagnum donde el picador pareciera estar siendo desollado, circunstancia que por fortuna no fue tal, pero que lo aparenta ante la forma en que el toro le quita sin mayor miramiento la casaca.

   La fotografía que tomó si no me equivoco, Genaro Olivares capta todo aquello que socava la mirada. Lo que aún siendo un material en blanco y negro adquiere color, drama y dimensión al observar la brava acometida de ese ejemplar de ancestrales recorridos contraviniendo todas las reglas que perviven en nuestro tiempo, quizá más atenuadas, y con menores posibilidades de que hoy se repita una escena como la que ahora nos causa el impacto de gritos contenidos.

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