MUSEO-GALERÍA TAURINO MEXICANO.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
De la infinita gama de aspectos propios que tiene la tauromaquia, no podemos sustraernos de su evolución. Luego de lecturas incesantes por la hemerografía mexicana del siglo XIX, trabajo que realizo en la Biblioteca Nacional desde hace ya un buen número de lustros, encontré cierto día en EL CASCABEL, de noviembre de 1900, una curiosa “crónica”. Toreaban en la plaza “México” de la Piedad la tarde del 28 de octubre “Jarana”, “Potoco”, y Manuel Lavín “Espartero chico”, según se desprenden los nombres a lo largo de la reseña, lidiándose “santines”, de los que, por cierto nos dice José Julio Barbabosa lo siguiente:
Obre 28 de 1900
Hoy se dio en la plaza México una corrida con seis toros de Santín, la ví y la califique de buena e general, circunstancialmente diré q.e en cuanto a los toros jugaron los toros N.os 287, 92, /(p. 174) 90, 21, 36 y 40 mas el 117 q.e ocupaba el 3er lugar y fue arrojado del redondel injustamente, por q.e salió el toro si haser juego ni a las capas, y sin esperar á nada luego tocaron a sacarlo, y cuando salieron los cabestros por él no solo hacía juego a las capas sino q.e aun habia ya dado un golpe a un picador, y entraba perfectamente á la vara, pero como la orden ya estaba dada, no hubo más q.e cumplirla, el toro 21 lo califico de malo, sin duda inferior al q.e desecharon, por q.e era flojo y algunas veces q.e le presentaban el cabayo no acudía a él, y cuando acudía no recargaba, los toros 92, 90 y 36, en mi consepto buenos por q.e fueron ligeros vivos nobles y voluntarios en todas las suertes pero con el defecto de ser blandos, los n.os 287 y 40, en mi consepto muy buenos pues debo advertir q.e no les advertí el mas pequeño defecto, los torearon Jarana, Potoco y Manuel Lavín (Espartero /(p. 175) chico respecto a Jarana lo creo menos q.e una medianía por q.e ni sabe torear á dos manos ni le sirve la muleta p.a nada, y como matador, repito lo creo menos q.e una medianía, José Villegas “Potoco” fue el único q.e dió capas y pases regulares, pero para matar también es una medianía, el Espartero es un mocoso de 18 ó 20 años q.e da bonitos pases y se atrae al público con ellos, pero desgraciadamente al meter el estoque, se hecha fuera con tal precipitación que pierde inmediatamente lo q.e ganó con la muleta, como directores de lidia los tres son una nulidad completa asi es q.e en toda la lidia no se ve más que un herradero y desorden completo. el público parese q.e quedó contento con los toritos motivo por el q.e cada día estoy más agradesido á mi buen Dios q.e me colma de favores y beneficios. Olvidé desir q.e murieron 8 cabayos.[1]
Bien vale la pena enterarnos en detalle de lo que el “cronista” de toros en El Cascabel opinó al respecto del festejo aquí tan señalado. Veamos.
EL CASCABEL. MÉXICO, NOVIEMBRE 3 DE 1900, VOL. I., NÚM. 10
TOROS
A RAMÓN GARCÍA “EL RECORCHO”
Con una entrada en sol despampanante y en la sombra también bastante buena, en punto de la tres, y con aplausos ocupó el regidor la presidencia.
El director de lidia, alias, El Niño, ¡y es un señor que pasa de sesenta! Dio la señal: sonó el clarín sonoro, salieron los toreros a la arena, y entre aullidos, silbidos y amenazas se armó una bronca de primera fuerza. Aquello iba muy mal, pero con tino la digna presidencia desdobló un cartelito que decía: “Se multa con 100 pesos a la Empresa”.
Y como por encanto terminaron, los gritos y protestas. Y ahora ustedes dirán, naturalmente, que por que fue la gresca, pues porque no hubo música, y es claro si faltan sol y música a esta fiesta parece un funeral cantado solo por la joven Carsolio o Arozamena.
Yo puedo asegurar que no fue culpa de la animosa empresa porque en ella hay personas que lo entienden y no meten la pierna. Pero que no hubo música, señores eso es cosa muy cierta.
Ya comprenderán ustedes que los toreadores, como decía un francés que estaba a mi vera, cambiaron los capotes de lujo por los de percal, y no le llamo vil porque está el algodón muy caro, a pesar de las cuentas galanas de El Mundo.
Y como es natural salió el primero (¡no iba a ser el segundo!) castaño, capirote, aunque no tonto, buen mozo y con una herramienta que me río de algunos que todos conocemos. La emprendió de firme con los de a caballo tal vez por lo mal que lo picaron y se ensañó con los “nobles brutos” aunque no tanto como los cómicos de Colón con “El Barquillero”. Hicieron quites desde Jarana hasta los monosabios; lo recortaron hasta los picadores, y el animal en vista de aquel desbarajuste se puso en guardia y llegó a banderillas con ganas de quitar a algún maleta de en medio.
Marinerito y Minuto
Le pusieron cinco palos…
¡si se los pegan a ellos
les está bien empleado!
José María de Cossío: Los toros. Tratado técnico e histórico. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1974-1997. 12 v., T. III, p. 49. Antonio Arana, Jarana.
Jarana, que tenía prisa por lo visto, se quiso almorzar al de Santín a las primeras de cambio, pero éste no se dejó, y tuvo Jarana que volver a meter el estoque, esta vez con más fortuna, pues el bicho se fue al degolladero aunque, probablemente, renegando de la mala lidia que le dieron.
Aplaudieron á Jarana
Y fue aplauso merecido
Porque metiendo el estoque
Estuvo muy bien el chico.
Para dar gusto á un amigo
Que estaba detrás de mí:
Fue el segundo cornidelantero
y ojo de perdiz.
El ojo, el ojo de perdiz fue lo que más le llamó la atención del toro. ¡Vaya una preocupación! Porque no dijeran se arrimó á la caballería sin causar trastornos ni disgustos.
El desorden por parte de los de á pie estuvo como en el anterior, y el animal que no se traía nada se empezó a acordar de la dehesa y de que aun hay gente que va al Renacimiento y de somos finitos, y maldito el caso que hacía de nada. Pasó a banderillas…. y Dios los cría y ellos se juntan, porque cayó en manos de dos ¡ay, que par! Vestidos con trajes de empeño.
¿Qué yo ponga aquí sus nombres?
Esa gracia no he de hacer
De ese par de mamarrachos
¡liberanos dominé!
Y llegó a manos de Potoco.
Muchos telonazos
Mucha zagata,
Poco lo que es de arte
No enseñó usted nada.
Y se lo digo la verdad, Potoco,
Me ha gustado V. poco, poco, poco.
El tercero fue al corral, porque le dio la gana al público, que á veces se pone un tanto impertinente, y ustedes dispensen.
Multa, gritó, un concurrente
Que estaba detrás de mí
-¡Multa! ¿Por qué?
-Porque sí.
Porque no es nada decente
El echar un toro así.
El hombre tenía la manía de las multas. Multa porque un picador no picaba; multa, porque un banderillero no entraba oportunamente, en fin multa por todo. Estuvo en un tris que no la pidiera para un joven que llevaba una corbata monumental, y en verdad era el único que la merecía…
Si ese apreciable sujeto
Ocupa la presidencia
No gana para las multas
En dos mil años la empresa.
El substituto fue peor.
Pero el público lo quiso
Y al fin consiguió lograrlo,
De modo que no se quejen,
Les está bien empleado.
Una vara de Mazzantini buena… y na más. En banderillas nadie, es decir los dos de tanda, pero muy mal.
Y llegó el momento del debut de Espartero Chico.
El hombre se trae un movimiento de caderas descorazonante y una manera de saludar la mar finústica, pero bromas á un lado: hay que reconocerle cualidades muy estimables que le hacen un torerito muy barbián, y un detalle que vale mucho más: sabe llevar bien el traje.
Como su faena no ha sido de lo mejor, me reservo mi opinión, cosa que á ustedes les puede importar un cacahuate, y otro día hablaremos.
Un toro muy bonito,
Fue el loro cuarto
Pero en todos los tercios,
Estuvo blando
Les dio cuatro disgustos
Á los caballos
Y llegó á banderillas
Muy aplomado.
Puso el Marinerito
Un par de palos
Que le valió sombreros
Puros y aplausos.
Y llegó á mano de Jarana, que seguía teniendo prisa, que lo despachó con una media pistonuda.
A pesar de que en el quinto recortó á cuerpo limpio Lavín bastante bien, y los tres espadas pusieron banderillas, más le valiera estar duermes, todo queda “ofuscado y pálido” ante la figura de Potoco, ¡valiente apodo! Que estuvo hecho un fenómeno. ¡Ni Díaz Dufóo en sus modernísimos editoriales. ¡Vaya un trasteo y vaya una estocada! ¡Hasta el señor de las multas aplaudió!
El entusiasmo fue loco
Los aplausos delirantes…
¡qué diferencia de antes
ilustre señor Potoco!
Y una muchacha del bronce
Exclamó dándose pisto:
No hay nadie para meterla
Como la mete ese chico.
Lavín toreó al sexto con bastante inteligencia, pero creyó que agarrar estocada era cosa sencilla y metió dos veces el estoque sin resultados y hasta la tercera, que es la vencida, no cogió blando.
Es disculpable: ¡estaría pensando en las elecciones de los Estados Unidos que tienen preocupada á mucha gente y que según El Mundo, han influido mucho en las transacciones de comercio. ¡Lo que saben algunos!
Aconsejamos al joven Lavin que á la hora de entrar a matar no de tantos pasos atrás porque el mejor día no para hasta el tendido ó más lejos.
Total: la corrida bastante buena, el público muy contento; la empresa demostrando que sabe dar corridas y el señor de las multas disgustadísimo porque no se puso más que una.
¡Ah! Y el cognac Croizet con que me obsequió de la Torre, deliciosísimo. J.C.
Plaza de toros “México” de la Piedad. Imagen de 1904.
Como vemos, larga reseña, muy larga como se estilaban entonces. Lo destacable aquí es que se publicó en un periódico que nada tenía que ver con los del medio, pero también en una edición sumamente rara, solo posible de localizar en la “Miscelánea mexicana del siglo XIX”, gran joya del periodismo que guarda en sus repositorios la Universidad Nacional.
[1] José Julio Barbabosa Saldaña: “Nº 1 Orijen de la raza brava de Santín, y algunas cosas notables q.e ocurran en ella J(…) J(…) B(…). Santín Nbre 1º/(18)86”. 178 pp. Ms