RECOMENDACIONES y LITERATURA.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Tras los dos festejos más representativos que ocurrieron tanto el 20 febrero como el 16 de marzo de 1887, Domingo Ibarra, comenzará un ejercicio analítico alrededor de otras tantas fechas que para nuestro personaje significaron su atención, sobre todo si lo ocurrido en las tardes reseñadas, exigió una tarea en la que cumple con tres propósitos: darnos el dato sobre el festejo mismo, recoger la opinión de algún personaje de la prensa que, en buena medida coincidiera con su forma de pensar y luego un aspecto donde acredita lo dicho por la fuente consultada, a partir de su propia opinión, la cual nos deja ver a un Ibarra –ya lo decía anteriormente-, crítico y visceral, aunque condescendiendo con ese espectáculo que termina no solo por aceptar, sino también por presentar en una obra que es hoy motivo de análisis. Debe uno imaginar que un buen número de ideas encontradas surgieron en tiempos bastante cortos como para que muchos definieran su posición al respecto de lo que significaba un espectáculo que, como el taurino estaba resurgiendo en forma inusitada, al punto de que entre las plazas que funcionaron sólo en el Distrito Federal se celebraron más de cien festejos, no solo los domingos, días destinados por costumbre para tal efecto. También los hubo entre semana, lo cual desató airadas protestas que tenían como fondo el argumento de que ocasionaban serios efectos en la economía, sobre todo la de un sector popular no siempre en capacidad de desembolsar las fuertes sumas de dinero que demandaba su deseo por asistir a las plazas una tarde sí y otra también. Por ejemplo, veamos las opiniones que le merecieron a Ibarra los acontecimientos ocurridos el domingo 10 de abril de 1887, tan luego se recojan las inserciones localizadas en diversas ejemplares de la prensa escrita:
PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. Domingo 10 de abril. Inauguración de la plaza. Cinco toros de Atenco para Juan León “El Mestizo”. Sobresaliente: Antonio González “Frasquito”. En tanto, El Monitor del Pueblo, en su edición de aquel día, pág. 3 apuntaba que “por primera vez y en su redondel se lidiarán por la cuadrilla de “Cuatro dedos” seis toros a muerte de la acreditada raza de Atenco.
Parece ser que la prensa no se ponía de acuerdo.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 10 de abril de 1887. Estreno de la plaza. Capitán primer espada, el muy acreditado torero y matador Diego Prieto “Cuatro-Dedos”. 6 toros y uno embolado de la muy acreditada hacienda de Cieneguilla, cercado del “Salitre” (Estado de Aguascalientes).


Inserciones publicitarias en la prensa de la época, anunciando los festejos del 10 de abril de 1887.
Además, en la plaza de toros de “San Rafael”, domingo 10 de abril de 1887: A las cuatro en punto (si el tiempo lo permite). Se lidiarán a muerte seis toros de la ganadería de Tejalpa.
Toro embolado para los aficionados.
Espadas: José Machío, Manuel Díaz Laví “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”.
Es momento de acudir de nuevo a la Historia del toreo en México, donde Ibarra comenta:

Y luego concluye en esta forma, por cierto bastante irónica:

El mismo esquema va a ocurrir con los acontecimientos del 17 de abril siguiente. Veamos la forma en que los presenta nuestro autor, tan luego incluya, como en la fecha anterior, los avisos colocados en la prensa.
PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. Domingo 17 de abril. Toros de Atenco para Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”.

En La Voz de México, del 17 de abril de 1887, p. 1, y en la columna POLIANTEA SEMANAL, Novel, su titular, escribió una larga descripción de los acontecimientos que, en materia taurina habían sucedido apenas días atrás.
(…) Y ahora, hablemos, o escribamos, que para un periódico viene a ser lo mismo, de… del pan de cada ocho días, de las corridas de toros, de esa fiebre hiperpirética que se ha apoderado de México desde que los padres de la patria se dignaron conceder su real permiso para las lides de cornúpetos en el Distrito.
¿Se puede contener un torrente que se desborda, que todo lo arrastra, que se precipita por donde quiera invadiéndolo todo?
Imposible.
Las lides taurinas constituyen la diversión favorita de los mexicanos y ya que la sangre corre empapando la arena de los circos, hablemos de sangre y de cacheteros, de diestros y de banderilladores, pues si este es el único paño de donde cortar, venga un pedazo de tela y súrzalo la pluma para vestir los angulosos miembros de esta crónica, semejante a los arlequines por su traje de múltiples y abigarrados colores.
Como dijimos a los lectores, el domingo pasado tuvo lugar el estreno de la espaciosa y elegante plaza de Colón, llenando las localidades y buen número de personas de todas las clases sociales que acudieron al sangriento espectáculo, atraídas por la novedad de ver una plaza, cómoda si las hay, y modelada por las principales de la madre patria.
El ganado fue bueno, la tarde nublada, pero no lluviosa, y la cuadrilla hábil en muchas de las suertes.
Para hoy se anuncia la corrida con gran rebaja de precios, lidiándose bichos de la famosa ganadería de Atenco que también jugaron en la fiesta pasada.
La empresa Teresa y Cerdán hace cuanto puede por dejar complacidos a los aficionados al arte de Cúchares, razón por la que recoge tan pingües ganancias.
No menos trabaja en igual sentido la empresa de los señores Ferrer: también en San Rafael habrá rebaja de precios; jugarán ocho reses de la ganadería veracruzana de Jonatal (el Fortín), de tanta ley que son llevados muchas veces a la Habana, tanto o más exigente que el pueblo mexicano por lo que hace a la bravura del ganado de lidia. además, el toro embolado llevará en la frente monedas de oro y plata, que pertenecerán al atrevido cuyo valor y habilidad consigan arrancarlas de la cabeza del bicho.
Si la tarde es buena, si hay en el bolsillo cuatro pesetas y buen humor en el ánimo, a tomar los carros urbanos que conducen a las plazas de toros, a cantar luego la instalación del individuos en los tendidos y… ¡¡ahora Ponciano…!! cuando el primer cornúpeto haya salido al redondel en medio de una nube de polvo.
(…) Ayer debe haberse puesto en escena el juguete cómico ¡Ahora, Ponciano! producción del poeta Peza y música de D. Luis Arcaraz. No decimos nada acerca del nuevo juguete, por sernos imposible; pero hoy se repite tarde y noche, y podrán conocerlo por sí mismos nuestros lectores de México, a reserva de que más tarde lo reseñemos a nuestros abonados del interior.
(…) Buena prueba de lo que decimos son las funciones que para hoy anuncia, representando por la tarde la leyenda dramática intitulada El Nuevo D. Juan Tenorio, que tanto ha sido aplaudida en los teatros de España, y por la noche Los dos fanatismos, de Echegaray, con el estreno del juguete cómico en verso, original de la poetisa poblana Da. Rosa Carreto, quien le puso por título ¡Por Mazzantini!
Deseamos casa llena a la simpática compañía Rosado, que la tiene muy bien merecida.
El furor taurófilo ha despertado la vena de nuestros poetas, quienes han escrito juguetes cómicos en un acto con el tema de los toros.
La fiebre de la sangrienta diversión todo lo invade, hasta el recinto de los teatros, convertidos por un momento en arenas de lidia.
En el Nacional se estrena, como ya dijimos, el ¡Ahora, Ponciano! de Peza; en Arbeu el juguete de la Srita. Carrero ¡Por Mazzantini! y en el remozado viejo coliseo, en el Principal, que pintó sus canas durante la Cuaresma, otra pieza de igual género, de autor desconocido.
Toros al natural y toros fingidos, ¡pero siempre toros…! Muletas y banderillas, capas y picas, espadas y puñales; no hay otra cosa en México, hasta en los sombreros de los ciudadanos.
¡Timbre y toros! ¿Quién se atreverá a decir que no somos felices?
EL NACIONAL, D.F., del 19 de abril de 1887, p. 3: Toros. Es buena la siguiente descripción que hace El Monitor de la concurrencia que asiste ahora a las corridas de toros.
Héla aquí:
“Los apreciables taurómanos van armados hasta los dientes, pistolas, espadas, verduguillos, gruesas cuartas de caballos, descomunales bastones con puño de hacha o de martillo. Cualquiera diría que cada uno de ellos se declara en estado de sitio para ir a los toros.
Los charros y los charritos que van a caballo, llevan una gran reata en los tientos, la espada colgada de la silla, la pistola asomando bajo la chaqueta, la cuarta con mango de plomo en la mano, y en la corbata por alfiler un puñal o una espada o un pequeño revólver de nácar; como dije de reloj, la moda ha adoptado un cañoncito Bauge, y por chapetas en el jarano, dos ametralladoras.
En el sol, las navajas, las chavetas, las puntas, las dagas y los puñales bien afilados.
El público está sobre las armas.
¿Qué se entiende por toros?…
PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 17 de abril de 1887.
Matadores: José Machío, “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”. Ocho toros de El Fortín, estado de Veracruz.
LA PRENSA OPINA.-Las siguientes notas fueron vertidas en El Monitor del Pueblo, del 20 de abril de 1887 p. 1 y 2:
LOS TOROS.-En la plaza de Colón.-La corrida que se dio en esta plaza, no correspondió a las esperanzas de los taurófilos. El ganado, sin embargo de ser de Atenco, estuvo flojo, probablemente es por la poca edad de los toros que se lidiaron.
De la cuadrilla solo lució el Mestizo en sus quiebros a cuerpo limpio y en la muerte del primer toro.
Hubo dos incidentes dignos de mencionarse; un picador arrastrado por el caballo y el percance de un charro, que al tener lazado al toro embolado, los aficionados le cortaron la reata, por lo cual, el lazador y el caballo rodaron por el suelo.
La concurrencia de sombra fue poca; la de sol, regular.
En la Plaza del Paseo.-En esta plaza también el ganado estuvo de poca ley; no se parecían los toros a sus hermanos del domingo pasado; por consiguiente, no pudo lucirse la cuadrilla.
El tercer toro fue el único que jugo y con el que pudieron los diestros hacer algunas suertes. Cuatro Dedos no trabajó, habiéndoselo prohibido los facultativos.
En la Plaza de San Rafael.-Como se anunciaron ocho toros y los precios muy bajos, el público se aglomeró en aquel redondel, que estuvo pleno. Pero ¡qué chasco!
De los ocho toros, seis fueron muy buenos chicos, pues no se metían con nadie; por el contrario, los bichos se refugiaban en los tableros, huyendo de la cuadrilla.
Esta lo hizo regular; pero el héroe de la tarde fue Rebujina, que hizo prodigios con los dos toros que dieron algún juego. Como hemos dicho otra vez este diestro adelanta cada día más; no sabemos por qué está de tercer espada.
El público fue muy paciente, pues se tocaba a banderillas sin que los animalitos se dignaran echar una mirada a los picadores, y hasta rehusando capas.
No sabemos por qué Machío y el Habanero se salieron de la plaza antes de concluir la corrida; suponemos que la autoridad habrá tomado cartas en este asunto, pues ningún torero puede abandonar el redondel antes de muerto el último toro, salvó el caso de una cogida.
Para concluir, haremos una observación a las empresas de toros: la competencia no solo se hace bajando los precios lidiando buen ganado.
Según El Nacional, en su edición del 24 de abril de 1887, pág. 1, publica la siguiente reseña:
Ocho toros asesinados, cuatro caballos muertos y tres mal heridos, fueron el resultado de la corrida verificada el domingo 17 en la plaza de toros de San Rafael. Los toros de Jonatal (El Fortín) salieron, con excepción del último, blandos al castigo, a pesar de su buena cornamenta. Como los precios habían bajado, hubo un lleno asombroso. Fueron espadas Machío, el Habanero, Rebujina, Cuquito y el Orizabeño. Presidió el Regidor Limantour. Rebujina hirió bien, pasó mejor, banderilló admirablemente, capeó como nadie, y en brega y en quites estuvo a la altura de su fama; al Cuquito le soplaron malos vientos; el Orizabeño dio dos buenas estocadas, y el Güero y Arcadio Reyes picaron con fe.
La nota también incluye lo ocurrido en “El Paseo”.
En la plaza de toros del Paseo aparecieron cinco toros del Venadero. La presidencia fue desempeñada por Guillermo Valleto. El espada Juan Moreno “El Americano” mató con acierto dos animales y uno con torpeza; en quites y en brega sobresalió; Ramón López sólo en banderillas anduvo con fortuna; Tomás Vieyra y Bienvenida banderillaron como unos maestros, sobre todo, el último. Entre los picadores, el Albañil no quedó mal.
También en la de “Colón” hizo aire…
En la plaza “Colón”, los cinco toros de Atenco que se presentaron llevaban divisa celeste, blanca y negra, en señal de luto por la muerte del propietario. Al frente de la cuadrilla hispano-mexicana figuraban los espadas Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”. Los toros de Atenco salieron malos. El arrojado Mestizo estuvo como siempre, infatigable en la brega y tirándose a matar; Frasquito desgraciado; los banderilleros “Candelas” y “Mochilón” cumplieron concienzudamente su cometido.
El cuarto toro lo brindó “El Mestizo”: “Por el pueblo mexicano, sus mujeres y su sol”. Si yo fuese gobernante, en acción de gracias al que brindó por nuestro sol y a todos los de su oficio, los ponía a la sombra.
Supongo que ustedes sabrán ya la gran noticia, la estupenda noticia de que han convenido las Empresas de las plazas Colón y del Paseo, en alternarse las funciones, de modo que no llegue a trabajar ningún domingo las dos a la vez.
Con tan plausible motivo, esta tarde se hallará atestada de gente la plaza del Paseo. Cuatro Dedos, en nunca bien ponderado Cuatro Dedos, restablecido del varetazo (en la cara), saldrá a probar en el redondel que, a diferencia del gran Machío, no se huye con las cogidas. Bien señor mataor, así me gustan los valientes. Nada más que tenga usted un poquito de más cuidado. ¡Sentiría tanto la humanidad que aconteciese una desgracia!
A juzgar por lo que anuncian los diarios, pronto veremos a la afamada torera Gloria. Ahora sí podemos decir que aquí Cuatro Dedos y después… Gloria.
CONTINUARÁ.