Archivo mensual: julio 2015

NUEVA HISTORIA DE DOS OBSESIONES. (VII).

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Con todo lo apuntado hasta el momento debo hacer unas precisiones que recaen en ciertas actividades donde Gutiérrez Altamirano, a pesar de concedida la encomienda de ATENCO desde 1528 y hasta 1530, no puede atribuirse ninguna responsabilidad hasta 1536, año en que se libera de las acusaciones, pero sobre todo del periodo de encarcelamiento que sufre luego de la disputa que sostiene al echar mano al puñal contra el Factor Gonzalo de Salazar. Así se dice en los Autos pero Herrera dice, que el Factor Gonzalo de Salazar puso demanda al Tesorero Alonso de Estrada sobre varios agravios, y que defendiendo como su Abogado el Lic. Altamirano a Estrada, echó mano a un puñal Gonzalo de Salazar contra Altamirano, y que este en su defensa sacó el suyo. Y sin embargo de haber sido de esta suerte, le quitaron los pueblos; sobre lo que se siguieron Autos (…) que por el delito de haber echado mano al puñal en Reales Estrados, se le debían quitar a dicho Licenciado los tales pueblos, y castigarlo, declarándose enteramente privado de ellos. El 14 de julio de 1531 estaba de nuevo bajo el control de Hernán Cortés quien renunció a ella a favor de su primo, ocurriendo la entrega legal hasta el 30 de mayo de 1536. Así que, a pesar de las privaciones de que fue objeto el primo de Hernán Cortés, este reinicia sus actividades “ganaderas” hasta ese 1536. Seguramente en ese corto espacio de tiempo: de 1526 a 1536, la multiplicación de cabezas de ganado debe haberse dado en grandes proporciones puesto que el mismo García Icazbalceta destaca el acontecimiento como ya lo vimos párrafos atrás. Asimismo, el virrey don Antonio de Mendoza, el 13 de julio de 1543, antes que don Luis de Velasco, en 3 de junio de 1555 emitió un análisis de su visita realizada por los pueblos de Toluca y Teutenango (sic) en los siguientes términos:

HERNÁN CORTÉS

…de nuevo aparece por aquí Hernán Cortés…

Yo don Antonio de Mendoza, Viso Rey e governador, etcétera, por quanto yo soy ynformado e me es hecha Relación que los harrieros que van e pesan por los pueblos de Toluca e Teutenango, ansi para las minas de plata como para otras partes quando llegan a los dichos pueblos sueltan las bestias de la harria y las echan por las labranzas e simenteras de los naturales del dicho pueblo, las quales se las comen e destruyen de que an recibido e reciben mucho agravio e daño e me fue pedido le mandase remediar porque de otra manera sería dar causa que los naturales de los dichos pueblos padesciesen muchas necesidades, e por mí visto, para el remedio de ello mandé dar este mandamiento en la dicha razón por el qual mando que de aquí adelante ninguno ni algunos de los harrieros que fueren e vinieren por los dichos pueblos de Toluca e Teutenango no sean osados de soltar ni suelten ninguna bestia de la harria que llevaren o truxeren por sí ni por ynterpósitas personas ni lo permitan so pena que qualquier bestia que se tomare o hallare en algunas labranzas o simenteras de los naturales de los dichos pueblos demás e allende que luego paguen el daño que hizieren las tales bestias yncurran cada cabeza de medio peso de oro común aplicado la tercia parte para la cámara e fisco de sus maggestades e las otras doss tercias partes para el denunciador e juez que lo sentenciare, e mando a las justicias que estoviere en los dichos pueblos de Toluca e Teutenango que tenggan cuydado de la execución de lo que en este mandamiento contenido e lo hagan apregonar en el dicho pueblo e asienten a las espaldas de él el dicho pregón e porque soy ynformado que los dichos harrierros sueltan las dichas bestias a causa que los naturales de los dichos pueblos no les quieren vender ni dar el mayz e yerva que an menester para sus harrias, por la presente mando a los governadores e principales de los dichos pueblos, que luego den y haggan dar a los dichos harrieros el mayz e yerva para que oviere menester pagando ante todas cosas a los yndios y que lo dieren o truxeren su justo prescio e valor e no de otra manera. Fecho en México, a XIII de jullio de IDXLIII años. Don Antonio de Mendoza. Por su mandato, Antonio de Turcios.

Archivo General de la Nación, Ramos: Mercedes, vol. 2, exp. 306.

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Plano topográfico que comprende el territorio occidental de México hasta la distancia de 35 leguas con la asignación de las principales poblaciones. Dedícase al Exmo. Señor D. Francisco Xavier Venegas, Virrey de esta Nueva España por Fermín de Reygadas. Archivo General de la Nación. José Manuel Villalpando César: En pie de guerra. México, Clío, 1996. 64 pp. Ils., retrs., facs. (La antorcha encendida), p. 41. Además, véase debajo del recuadro superior la zona montañosa que va del Ajusco hacia abajo, y donde pueden apreciarse, entre otras poblaciones las de Santiago Tianguistenco, Metepec y desde luego la Laguna de Lerma. Entre estos tres sitios estaba ubicada la hacienda de la Purísima Concepción de Atenco.

   Esto es un antecedente del fenómeno de la proliferación masiva que alcanzó en tierras del valle de Toluca el ganado, un ganado que seguramente estaba clasificado en una diversidad que va del porcino, pasa por el caballar, hasta llegar al vacuno, sin menospreciar los de otras especies.

   En ningún momento estoy desacreditando la labor emprendedora que manifestó el lic. Juan Gutiérrez Altamirano. Más bien, aclaro ciertos acontecimientos que es necesario destacar pretendiendo conocer lo mejor posible la génesis de ATENCO en cuanto tal. Lo que sí es un hecho es la relación de crianza aplicada con fines utilitarios, que debió darse de manera formal y profesional también pasados ya un buen número de años luego del origen de la ganadería. Hasta el momento no he encontrado referencia que insinúe una aplicación definitiva de los dueños de ganado no solo de ATENCO, sino de otras tantas haciendas donde también se daba el fenómeno de la multiplicación y reproducción sin más de cabezas de ganado, dedicadas una buena parte, al servicio de fiestas caballerescas primero; con utilidad para el toreo de a pie después. Mis investigaciones y conclusiones se remontan al siglo XIX donde ya encontramos un serio compromiso por parte de hacendados que pusieron un empeño más concreto en aplicarse a tareas y actividades cuyo sentido se orientó al quehacer específico por criar toros de lidia. Este gran acontecimiento vino a darse de modo profesional a partir del último tercio del siglo pasado, cuando la fiesta de toros recupera una actividad que se vio alterada por la famosa prohibición que autorizó el lic. Benito Juárez en 1867, fenómeno que afectó fundamentalmente al Distrito Federal.

FIERRO QUEMADOR ATENCO CON DIVISA

Fierro quemador de Atenco con divisa azul y blanco.

CONTINUARÁ.

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NUEVA HISTORIA DE DOS OBSESIONES. (VI).

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Los primeros afectados fueron los indios y sus denuncias se basaban en la reiterada invasión de ganados a sus tierras lo cual ocasionó varios fenómenos, a saber:

1)A partir de 1530 el Cabildo de la ciudad de México concede derechos del uso de la tierra llamados “sitio” o “asiento”, lo cual garantizaba la no ocupación de parte de otros ganaderos.

2)Tanto don Antonio de Mendoza como don Luis de Velasco en 1543 y 1551 respectivamente, ordenaron que se cercaran distintos terrenos con intención de proteger a los indígenas afectados, caso que ocurrió en Atenco hacia 1551.

3)Se aplicó en gran medida el “derecho de mesta”. A causa de la fuerte expansión ocurrida en las haciendas, en las cuales ocurría un deslizamiento de ganados en sus distintas modalidades, mismos que ocupaban lo mismo cerros que bosques, motivó a un repliegue y al respectivo deslinde de las propiedades de unos con respecto a otros. Como se sabe la mesta -herencia del proceso medieval- fue un organismo entregado al incremento de la ganadería en la Nueva España que favoreció por mucho tiempo a los propietarios, quienes manifestaron los severos daños a movimientos fraudulentos dirigidos a los agricultores y a la propiedad territorial, siendo los indígenas el grupo más afectado.

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Mapa del siglo XVI. La región del bajío, con caminos. Un grupo de chichimecas se dispone a atacar una caravana.

   Corresponde al Mapa del Tunal Grande (1582) que manifiesta la proliferación de reses cimarronas u orejonas criollas de la región, de las que descendió el toro bravo potosino. La parte superior derecha indica la entrada al Valle de San Francisco, hoy Villa de Reyes, San Luis Potosí.

Fuente: “México en el tiempo”, año 4 Nº 27, noviembre-diciembre 1998, p. 21.

4)Bajo estas connotaciones nace por lógica de los necesarios movimientos internos de orden y registro un quehacer campirano ligado con tareas que marcaron el inicio de las demostraciones charras. Esto es, lo que hoy resulta una actividad netamente de entretenimiento, ayer lo fue -y sigue siéndolo- en el campo, como labor cotidiana.

De ahí que, delimitada la ganadería, se diera origen involuntariamente a un primer paso de lo profesional y que Atenco, por lo tanto deje una huella a lo largo de poco más de tres siglos y medio por la abundancia de toros criollos no criados específicamente como toros de lidia en todo el sentido de la palabra; concepto este que surge hasta fines del siglo XIX.

   Luego de establecido el género de la ganadería en sus bases de fomento y reproducción del ganado, se rebasaron estos mismos valores y el control se perdió. Fue tal el crecimiento de los hatos ganaderos en sus diversas modalidades, que bien pronto invadieron otras extensiones, llegando a poblar cerros y bosques, regiones que no eran propicias del todo para la buena reproducción, ocasionándose con ello que los ganados se distinguieran por ser “cerreros” y “montaraces”, es decir con la característica de ser casi salvajes. Ello movió al deslinde obligado de las ganaderías lográndose así, el reconocimiento de terrenos y ganados propios de cada señor dueño de “estancias” o “sitios”. De allí es posible elucubrar las posibles tareas de una selección primitiva, cuyos fines no conseguían alcanzar lo que luego se establecería con los principios de la ganadería desde un punto de vista netamente profesional.

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Cuadro que relaciona el comportamiento que se dio con la sobrepoblación de las distintas cabezas de ganado establecidas en Nueva España, entre 1540 y 1630, y dicha sobrepoblación con el decremento de la población de indígenas y blancos que poblaron dichos territorios.

Fuente: BORAH, Woodrow W: El siglo de la depresión en la Nueva España. México, ERA, 1982. 100 p. (Problemas de México)., p. 18.

   Sobre la imagen, debo agregar que si bien los españoles debían alimentarse -entre otros- con carnes y sus derivados, solo pudieron en un principio contar con la de puerco traída desde las Antillas. Para 1523 fue prohibida bajo pena de muerte la venta de ganado a la Nueva España, de tal forma que el Rey intervino dos años después intercediendo a favor de ese inminente crecimiento comercial, permitiendo que pronto llegaran de la Habana o de Santo Domingo ganados que dieron pie a un crecimiento y a un auge sin precedentes. Precisamente, este fenómeno encuentra una serie de contrastes en el espacio temporal que el demógrafo Woodrow W. Borah calificó como “el siglo de la depresión”,[1] aunque conviene matizar dicha afirmación, cuando Enrique Florescano y Margarita Menegus afirman que

Las nuevas investigaciones nos llevan a recordar la tesis de Woodrow Borah, quien calificó al siglo XVII como el de la gran depresión, aun cuando ahora advertimos que ese siglo se acorta considerablemente. Por otra parte, también se acepta hoy que tal depresión económica se resintió con mayor fuerza en la metrópoli, mientras que en la Nueva España se consolidó la economía interna. La hacienda rural surgió entonces y se afirmó en diversas partes del territorio. Lo mismo ocurrió con otros sectores de la economía abocados a satisfacer la demanda de insumos para la minería y el abastecimiento de las ciudades y villas. Esto quiere decir que el desarrollo de la economía interna en el siglo XVII sirvió de antesala al crecimiento del XVIII.[2]

   El estudio de Borah publicado por primera vez en México en 1975, ha perdido vigencia, entre otras cosas, por la necesidad de dar una mejor visión de aquella “integración”, como lo apuntan Andrés Lira y Luis Muro, de la siguiente manera:

Hacia 1576 se inició la gran epidemia, que se propagó con fuerza hasta 1579, y quizá hasta 1581. Se dice que produjo una mortandad de más de dos millones de indios. La fuerza de trabajo para minas y empresas de españoles escaseó entonces, y las autoridades se vieron obligadas a tomar medidas para racionar la mano de obra y evitar el abuso brutal de los indígenas sobrevivientes.

   Por otra parte, la población mestiza había aumentado a tal grado que iba imponiendo un trato político y social que no se había previsto. Mestizos, mulatos, negros libres y esclavos huidos, al lado de criollos y españoles sin lugar fijo en la sociedad concebida como una organización de pueblos de indios y ciudades y lugares de españoles, alteraron el orden ideado por las autoridades españolas, en cuyo pensamiento sólo cabía una sociedad compuesta por “dos repúblicas, la de indios y la de españoles”.[3]

   Durante buena parte de la colonia no es posible pensar en la dedicación de los ganaderos cercanos a la fiesta de toros al concepto de crianza, y más aún de la destinada para la lidia, que va a darse en el último tercio del siglo XVIII en España con la de García Aleas Carrasco (desde 1788). Es un entuerto pensar que Atenco pueda asumir el privilegio de ser la primera en donde se manifestó el carácter de crianza cuyo fundamento es ya el de la reproducción y el de la selección que ocurriría durante el curso de la segunda mitad del siglo pasado.

   Joaquín García Icazbalceta, respetable bibliófilo congregó una de las bibliotecas más importantes hacia fines del siglo XIX, y en la cual se encontraban documentos valiosísimos. En su trabajo OBRAS, Tomo 1, opúsculos varios 1. México, Imp. de V. Agüeros, Editor, 1896. 460 pp., nos presenta en el pasaje “El ganado vacuno en México” datos como el que sigue:

La asombrosa multiplicación del ganado vacuno en América sería increíble, si no estuviera perfectamente comprobada con el testimonio de muchos autores y documentos irrecusables. Desde los primeros tiempos siguientes a la conquista, los indios poco acostumbrados a la vista y vecindad del ganado, padecían a causa de él, mucho daño en sus personas y sementeras, lo cual dió lugar a repetidas disposiciones de la corte, que vacilaba entre la conveniencia de que los ganados se aumentasen, y el deseo, que en ella era constante, de procurar el bien de los indios. Entre esas disposiciones es notable la relativa a la gran cerca que se labró en el valle de Toluca para encerrar el ganado de los españoles. Consta en la cédula real de 3 de Junio de 1555, que por su interés histórico y por hallarse únicamente un libro rarísimo (la Monarquía Indiana, Libro I, cap. 4), me resuelvo a copiar, a pesar de su mucha extensión. Dice así:

El Rey-Nuestro Presidente é oidores de la Audiencia Real de la Nueva España. A Nos se ha hecho relación que D. Luis de Velasco, nuestro visorrey de esa tierra, salió a visitar el valle de Matalcingo, que está doce leguas desa ciudad de México, cerca de un lugar que se llama Toluca, que es en la cabecera del valle, é que tiene el dicho valle quince leguas de largo, é tres y cuatro y cinco de ancho en partes, y por medio una ribera, y que hay en él mas de sesenta estancias de ganados, en que dizque hay mas de ciento cincuenta mil cabezas de vacas é yeguas, y que los indios le pidieron que hiciese sacar el dicho ganado del valle, porque recibían grandes daños en sus tierras y sementeras, y haciendas, y que no las osaban labrar, ni salir de sus casas, porque los toros los corrían y mataban, y que los españoles dueños de las estancias, y el cabildo de la Iglesia mayor desa ciudad, por otra, le pidieron que no se sacase el ganado de la Iglesia, que perdía lo más sustancial de sus diezmos, y a los oidores y a la ciudad que se les quitaba de su provisión y entretenimiento lo más o lo mejor que tenían. E que visto lo que los unos y los otros decían, y mirada y tanteada toda la dicha tierra, y comunicado con ciertos religiosos y con los dichos indios principales naturales del dicho valle y todas sus comarcas, irató que se hiciese una cerca que dividiese las tierras de los indios de las de esas estancias, cada una conforme a la cantidad de ganado que tuviese; que la cerca se tasase por buenos hombres, y que la dicha cerca se hizo, la cual tiene más de diez leguas, medidas por cordel, y que los indios tienen por bien que del precio della se compre censo para tenerla reparada siempre, por estar seguros de los daños de los ganados, y que se trasó la cerca en diez y siete mil y tantos pesos de oro común, y que al tiempo del pedir la paga a los dueños de las estancias, apelaron para esa Audiencia de mandarles el dicho visorrey pagar, y que han hecho el negocio pleito, con fin de dilatarlo todo lo más que pudieren, por que los indios no sean pagados, ni la cerca no se conserve, que es lo que pretenden, y que convenía mandásemos que los que tienen ganado en el valle pagasen la cerca ó sacasen los ganados, por que con ello se contentarían los indios, aunque lo más conveniente para el sustento y conservación de la una república y de la otra era que la cerca se pague, porque el ganado se conservase sin daño de los naturales. E visto todo lo susodicho y entendido que es conveniente que la dicha cerca se conserve, envio a mandar al dicho visorrey, que en lo del pagar la dicha cerca los españoles, ejecute luego lo que en ello tiene ordenado. Por ende, yo vos mando que vosotros ayudeis é favorezcais a la ejecución dello, sin que pongais estorbo alguno: é si los dichos españoles ó alguno de ellos se agraviare, mandamos que se ejecute el dicho repartimiento sin embargo dello, é vosotros vereis los agravios, y hareis sobre ello, llamadas é oídas las partes a quien tocare, brevemente justicia, y avisarnos heis de lo que en ello se hiciere. Fecha en la Villa de Valladolid, a tres del mes de Junio de mil é quinientos é cincuenta é cinco años.-La Princesa.-Por mandado de su Majestad, su Alteza en su nombre, Francisco de Ledesma.

TORO EN CORRAL

Imagen de un toro, en la que puede apreciarse el trazo de un “cercado”, con lo que en esa reducida expresión, se dejaba notar seguramente, la forma en que se aplicaba control territorial a los ganados mayores durante el periodo colonial. Esta imagen corresponde a un registro del siglo XVI.

   Hasta aquí Icazbalceta. Por otro lado consideremos el crecimiento desmesurado que alcanzó el ganado durante estos primeros años del desarrollo de la ganadería en México, de tal forma que fue imposible poner control, lo cual permitió que se extendiera hasta puntos tan alejados como Zacatecas. Así por ejemplo, el año de 1587 en los reportes marítimos se anota el movimiento de 74,350 cueros tan sólo de la Nueva España, mas 35,444 de Santo Domingo, dando un total de 99,794. Ya el mismo Torquemada nos advierte que en sesenta estancias, tan sólo del valle de Toluca llegó a haber cerca de ciento cincuenta mil cabezas de ganado vacuno. ¡Una barbaridad!

CONTINUARÁ.


[1] Woodrow, W. Borah: El siglo de la depresión en la Nueva España. México, ERA, 1982. 100 p. (Problemas de México).

   El autor apoya su tesis en las actividades de la economía durante la colonia para conocer los comportamientos demográficos que se dieron en forma agresiva a causa de nuevas enfermedades, la desintegración de la economía nativa y las malas condiciones de vida que siguieron a la conquista. Este fenómeno tuvo su momento más crítico desde 1540 y hasta mediados del siglo XVII, mostrando bajos índices de población, entre los indígenas y los españoles (hacia 1650 se estiman 125,000 blancos en Nueva España y unos 12,000 indígenas). La población indígena alcanzó una etapa de estabilidad, luego de los efectos señalados, a mediados del siglo XVIII “aunque siempre a un ritmo menor que el aumento de las mezclas de sangre y de los no indígenas”.

   Es interesante observar la gráfica que aquí se analiza donde vemos valores de cabezas de ganado mayor y menor muy disparados contra un decremento sustancial de los indígenas y blancos, lo cual originó, por otro lado, un estado de cosas donde dichos ganados mostraron no solo sobrepoblación sino que el hábitat se vulneró y se desquició lo cual no permite un aumento de la producción, pues los costos se abatieron tremendamente.

   Esta tesis ha perdido fuerza frente a otros argumentos, como por ejemplo los que plantea la sola trashumancia habida en buena parte del territorio novohispano, o aquel otro que propone Pedro Romero de Solís en su trabajo denominado “Cultura bovina y consumo de carne en los orígenes de la América Latina” (véase bibliografía). Pero también se ha desdibujado por motivo de que el autor nunca consideró que habiendo una crisis demográfica de las dimensiones analizadas en su estudio, estas nunca iban a permitir que la economía creciera. Por supuesto que la economía colonial creció desde finales del siglo XVI, se desarrolló durante todo el siglo XVII y se consolidó, en consecuencia hasta que operaron abiertamente las reformas borbónicas.

[2] Enrique Florescano y Margarita Menegus: “La época de las reformas borbónicas y el crecimiento económico (1750-1808)” (p. 363-430). En HISTORIA general de MÉXICO. Versión 2000. México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2000. 1104 p. Ils., maps., p. 365-6.

[3] Andrés Lira y Luis Muro: “El siglo de la integración” (p. 307-362). En HISTORIA general de MÉXICO. Versión 2000. México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2000. 1104 p. Ils., maps., p. 311. Además, véanse las páginas 316 y 317 del mismo texto que abordan el tema de “La población”.

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NUEVA HISTORIA DE DOS OBSESIONES. (V).

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Por otro lado, ni Carriquiri ni Zalduendo existían para entonces. Los toros navarros y su acreditada fiereza son bien reconocidos desde el siglo XIV pues no faltaban fiestas, por ejemplo en Pamplona, lugar donde se  efectuaron con frecuencia. Posibles descendientes de don Juan Gris y ascendientes del marqués de Santaclara (Joaquín Beaumuont de Navarra y Azcurra Mexía) pudieron haber tenido trato con Gutiérrez Altamirano directamente en el negocio de compra-venta de los ganados aquí mencionados, y que pastaron por vez primera en tierras atenqueñas.

   Presuponen algunos que los toros navarros eran de origen celta. Gozaban de pastos salitrosos en lugares como Tudela, Arguedas, Corella y Caparroso dominados por el reino de Navarra.

   Transcurre la Edad Media, las fiestas y torneos caballerescos abarcan el panorama y nada mejor para ello que toros bravos de indudable personalidad, cuyo prestigio y fama hoy son difíciles de reconocer en medio de escasas noticias que llegan a nuestros días.

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Oportuna fotografía que nos permite recrear alguna de las posibilidades sobre la dispersión del ganado que, al extenderse la sobrepoblación hasta las zonas montañosas, se tornaban cerreros, montaraces o mostrencos.

Fuente: EL PAÍS, edición internacional (México), del 9 de marzo de 2003.

   Es cierto también que con anterioridad a los hechos de 1528, inicia todo un proceso de introducción de ganados en diversas modalidades para fomentar el abasto necesario para permitir una más de las variadas formas de vivir europeas, ahora depositadas en América.

   Se sabe que por la época del escándalo de llegada y muerte de doña Catalina Xuárez “la Marcayda” (oct.-nov. 1522) había en el palacio de Texcoco caballos y vacas de las cuales se aprovechaba su leche como alimento. El mismo Bernal Díaz del Castillo nos dice que los indios se dedicaban a la agricultura; así, por tanto, hacia 1524 son

labradores, de su naturaleza lo son antes que viniésemos a la Nueva España, y agora (ca. 1535) crían ganados de todas suertes y doman bueyes y aran las tierras.

Doña Catalina Pizarro tuvo hasta 1548 y en propiedad la estancia de Chapultepec, donde muy pronto y ya bajo posesión absoluta de Gutiérrez Altamirano, continuó poblándose de ganados.

Guillermo S. Fernández de Recas apunta al respecto del testamento de Hernando Gutiérrez Altamirano:

(…) En la cláusula # 12 se habla de que les pertenece por herencia, la Estancia de Chapultepec con el ganado de vacas de que les hizo merced la Sra. Marqueza del Valle…; y de que Tepemachalco les fué dado en nombre de su Majestad por el Virrey don Antonio de Mendoza.

Fernández de Recas, Guillermo S.: Mayorazgos de la Nueva España. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Biblioteca Nacional de México, 1965. L-509 pp., ils., fots. (Instituto bibliográfico mexicano, 10), p. 19.

   El asunto se trae a colación en virtud de que en la caja No. 33 del fondo: Condes Santiago de Calimaya, existente en la Biblioteca Nacional nos ofrece el siguiente dato:

33/1 Escritura de venta que otorgó D.a. Catalina Pizarro a la marquesa doña Juana de Zúñiga de la estancia nombrada Chapultepec.

9 de febrero de 1548. Menciona contar con ganado vacuno “que en dicha estancia hay, que son hasta quinze cavezas de vacas chicas, é grandes la cual dicha estancia con el dicho ganado le vendo con todas sus entradas, salidas e pertenencias por libre de censo y tributo, por precio e cuantía cada caveza de el dicho ganado a dos pesos, y medio de oro de minas de ley”.

   Así que, por lo visto hasta el momento, tres son las fuentes de origen en cuanto a ganado vacuno se refiere: la de 1526 realizada por el propio extremeño, la del lic. Gutiérrez Altamirano para 1528 (que veremos en detalle más adelante) y la de 1548 que propició la merced hecha por la Sra. Marquesa Catalina Pizarro (de tierras inmediatas a ATENCO) misma que, para 1531 está registrando ante el Cabildo sus ganados.

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Antonio Navarrete: Trazos de vida y muerte. Por (…). Textos: Manuel Navarrete T., Prólogo del Dr. Juan Ramón de la Fuente y un “Paseíllo” de Rafael Loret de Mola. México, Prisma Editorial, S.A. de C.V., 2005. 330 p. ils., retrs., p. 15.

Desembarco de las primeras cabezas de ganado vacuno en playas mexicanas, mientras transcurren las jornadas militares encabezadas por Hernán Cortés.

   Se habla luego de que para 1557 esta encomienda tiene posesión de la estancia de Chapultepec. Pero es aún más concisa la declaración que se desprende del expediente 4 del vol. 276 perteneciente al ramo VINCULOS del Archivo General de la Nación, fechado en 1557.

   Es un documento que, como fuente pasa a ser de primerísima mano pues en él se aclaran ciertas dudas sobre el traído y llevado caso de Juan Gutiérrez Altamirano y Atenco que siguen causando polémica e imprecisión.

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Archivo General de la Nación: Ramo: VÍNCULOS. Vol. 276, exp. Nº 4: «Autos fechos a Pedimento de D.a Catalina Pizarro hija natural de D.n Hernán Cortés Marqués del Valle contra D.a Juana de Zúñiga marquesa del Valle sobre ciertas escrituras y donación» (1557)., f. 347 f.

   En dicho documento aparece declaración de Juan Nagualquen o Naguati, indio natural de Calimaya que sabe y proporciona datos sobre Chapultepeque: “cabe en término del dicho pueblo de Calimaya la cual conoce desde el día que se asentó se pobló se ubicó estancia hasta cerca de hoy a más de treinta años (…) la segunda pregunta dice lo que sabe de esta pregunta es que puede haber treinta años poco más o menos a este habiendo bido (sic) que el dicho Licenciado Altamirano puso asiento la dicha estancia de Chapultepeque sitio este lugar donde al presente estamos hizo en ella las casas y corrales de que se han servido hasta el día de hoy y bido luego y las pobló de obejas y después de vacas y otros ganados y los tuvo allá que este y pacíficamente y viéndose de todo ello como cosa suya propia bido luego puso en ella un calpisque español que se decía Francisco (¿de Praves?) y es verdad y bido como dicho tienen que el dicho Licenciado Altamirano fue el primero edificador de la dicha estancia como muy cosa suya del dicho Licenciado(…)”.

   Seguramente la crianza del toro per se tiene su origen en el crecimiento desmesurado de las ganaderías que hubo en la Nueva España y en sus principios.

CONTINUARÁ.

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NUEVA HISTORIA DE DOS OBSESIONES. (IV).

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Dice Gloria Artis Espriú:

La encomienda perteneció, en calidad de mayorazgo, en manos de los descendientes del licenciado Gutiérrez Altamirano a lo largo de varias generaciones. De hecho, no perdieron esta encomienda, sino hasta 1722, cuando el contador general de reales tributos ordenó el retiro de la encomienda y el embargo de varios bienes libres del conde Nicolás Gutiérrez Altamirano, para recuperar las cantidades que este último había recibido de la encomienda sin tener derecho a ellas, según el contador. En ese año le fueron embargadas las haciendas de Atengo (¿Atenco?), Quautenango, Tepemaxalco, Zazacuala, Almoloya y el rancho de san Nicolás en términos de Ixtlahuaca, Metepec y Xalatlaco,, que eran bienes libres, Estas haciendas se dedicaban tanto al cultivo de cereales como a la cría de animales. FAMILIA, RIQUEZA Y PODER, p. 36.

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Archivo General de la Nación: Ramo: VÍNCULOS. Vol. 276, exp. Nº 4: «Autos fechos a Pedimento de D.a Catalina Pizarro hija natural de D.n Hernán Cortés Marqués del Valle contra D.a Juana de Zúñiga marquesa del Valle sobre ciertas escrituras y donación» (1557).

   Y la encomienda, como lo apunta Carlos Fuentes es una institución en virtud de la cual los servicios y el tributo de los indios eran requeridos, a cambio de la protección y la salvación de sus almas mediante la enseñanza religiosa. En realidad, se trataba de una forma disfrazada de la esclavitud. (EL ESPEJO ENTERRADO, p. 136).

   Un hecho embarazoso despojó de la encomienda a Gutiérrez Altamirano en 1530 (…los señores oidores Nuño de Guzmán, Matienzo, y Delgadillo le quitaron los pueblos: el motivo fue, porque estando informando en Reales Estrados, echó mano al puñal contra el Factor Gonzalo de Salazar. Así se dice en los Autos pero Herrera dice, que el Factor Gonzalo de Salazar puso demanda al Tesorero Alonso de Estrada sobre varios agravios, y que defendiendo como su Abogado el Lic. Altamirano a Estrada, echó mano a un puñal Gonzalo de Salazar contra Altamirano, y que este en su defensa sacó el suyo. Y sin embargo de haber sido de esta suerte, le quitaron los pueblos; sobre lo que se siguieron Autos (…) que por el delito de haber echado mano al puñal en Reales Estrados, se le debían quitar a dicho Licenciado los tales pueblos, y castigarlo, declarándose enteramente privado de ellos. Lebrón, p. 9-10).  El 14 de julio de 1531 estaba de nuevo bajo el control de Hernán Cortés quien renunció a ella a favor de su primo, ocurriendo la entrega legal hasta el 30 de mayo de 1536.

   Parece que la encomienda en cuanto tal orilló a la descendencia de los Gutiérrez Altamirano a una prolongada y espesa historia de litigios por el derecho de la misma. Fue en 1728 cuando la encomienda de los Altamirano se anuló, convirtiéndose los tributos en realengos. Tal maniobra fue concertada a partir de la Real Cédula de incorporación de las encomiendas a la Corona, aprobada en 1721.

   Sin embargo, la encomienda no fue causante de los efectos más graves. Por algún error el Real Fisco insistió en cobrar algún desvío ocasionado -¡varias generaciones atrás!- por lo que los embargos comenzaron a ser hechos cotidianos y gracias a Isabel Gutiérrez Altamirano (1798-1802) y a José Juan Cervantes (1835-1874) se recuperó la debacle financiera ocasionada a lo largo de muchos años.

   Es necesario aclarar que la ley indicaba para la encomienda que su responsable no contaba con el derecho a poseer tierras, ni título para que el encomendero pudiera incorporarlas a su patrimonio. Solo tenía derecho a percibir el trabajo y el tributo de un determinado número de indios. Posteriormente las condiciones y beneficios fueron cambiando.

   De esa manera puede entenderse que el Mayorazgo Gutiérrez Altamirano no gozaba del control de las tierras sino de sus beneficios directamente. Lo mismo habrá ocurrido con el ganado. Las actividades fueron concentrándose bajo el carácter tributario. De hecho, si no se veía favorecido un encomendero con relación a tierras, sí podía adquirir terrenos a títulos distintos al de la encomienda en términos territoriales de sus pueblos encomendados. Por lo tanto, los Condes de Santiago de Calimaya fueron terratenientes de grandes alcances políticos y económicos.

   Pero es hasta el 6 de julio de 1529 en que el Rey Carlos I mercedó a Hernán Cortés veintidós pueblos (como Matlazingo, Toluca, Calimaya y otros) y veintitrés mil vasallos.

   Estos mismos pueblos “…con sus aldeas e términos…”, fueron vinculados en el mayorazgo que fundó don Hernando, en escritura asignada en la Villa de Colima el 9 de enero de 1535, ante los escribanos y Juan Martínez de Espinoza, previa licencia real.

PROPIETARIOS ATENCO_DE LOS CERVANTES A LOS BARBABOSA

Imagen elaborada para mi tesis doctoral: “Atenco: La ganadería de toros bravos más importante del siglo XIX. Esplendor y permanencia”. México, Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras. División de Estudios de Posgrado, Colegio de Historia, 2007. 251 p. + 927 p. (Anexos). Serie: Aportaciones Histórico Taurinas Mexicanas, 16.

 

Comparto con ustedes el índice del trabajo:

 

ÍNDICE TESIS DOCTORAL_JFCU

CONTINUARÁ.

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NUEVA HISTORIA DE DOS OBSESIONES. (III).

A TORO PASADO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Así que desde esas tempranas fechas existe ganado vacuno que ha sido traído ex profeso por el propio conquistador para su reproducción.

   Durante todo el periodo colonial fue dominante una familia con características oligárquicas que luego se extendió durante el siglo XIX y alcanzó su culminación en los primeros años del XX. Se trata de la Encomienda concedida por el capitán general Hernán Cortés al lic. Juan Gutiérrez Altamirano desde 1528 (…este le encomendó al Lic. D. Juan Gutiérrez Altamirano el día 19 de noviembre de 1528 el pueblo de Calimaya con sus sujetos, según y en la manera que los tenía y se los había dejado el dicho Cortés antes de su partida a España). El Tesorero Alonso de Estrada, como Gobernador la confirmó y ratificó. Y fue hasta el 20 de julio de 1529 cuando el emperador Carlos V autorizó la real donación que entrega diversas poblaciones del Valle de Toluca al Marquesado del Valle de Oaxaca.

…para que de lo susodicho quede perpetua memoria: por lo presente hacemos merced gracia, donación para, perfecta, irrevocable, que es dicha entre vivos, y para agora, y siempre jamás, de las villas y pueblos de Cuyoacan, Matalzingo, Toluca, Calimaya… hasta el número de veinte y tres mil vasallos, jurisdicción civil y criminal, alta y baxa, para que todo ello sea vuestro, y de vuestros herederos y sucesores… y para que podais vender, dar, donar, trocar y cambiar y hacer de ello y en todo lo que quisiereis, y por bien tuviereis. Joseph Lebrón y Cuervo, APOLOGIA JURIDICA DE LOS DERECHOS QUE TIENE EL SEÑOR CONDE DE SANTIAGO DEL PUEBLO DE CALIMAYA…, p. 6-7.

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“…que hubo en el Valle de Toluca, después de la Conquista, en tiempos de la Cristiandad, aquella famosa cerca con dos puertas y un puente, para pastar ganado, como se ve en dos mapas grandes que están en mi Archivo (dice Lorenzo Boturini), el uno en papel indiano y el otro en lienzo de algodón, donde está marcada toda la Provincia y Valle”. Este mapa quizá sea uno de los dos mencionados por el historiador y que se remonta al año 1552. Cortesía, Luis Barbabosa y Olascoaga. (q.e.p.d.)

El licenciado Juan Gutiérrez Altamirano, de inmediato se aplicó a la agricultura y a la cría de ganados. Al casarse con su prima Juana de Altamirano, a su vez, prima de Hernán Cortés logró la confianza del conquistador al hacerlo consejero y albacea. Fue por eso que el fundador del mayorazgo Altamirano tuvo en posesión casas y solares en la ciudad de México, mil quinientos pesos de oro de minas y mil ducados que remitió a sus padres, quienes vivían en Castilla. Era propietario además, de la estancia de Chapultepec, de huertas y moraleras en Coyoacán, de otra estancia en el valle de Toluca y dos en Tepemaxalco, en el mismo valle; poseía la estancia de Tultenango y Tlalcastitlán en la raya de Michoacán; así como otras dos estancias en la última provincia mencionada.

CONTINUARÁ.

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NUEVA HISTORIA DE DOS OBSESIONES. (II).

A TORO PASADO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   La considerada ganadería más añeja existente en nuestro país, posee historias con sus respectivos misterios dignos de aclararse en vista del múltiple cúmulo de oscuros pasajes surgidos desde sus orígenes mismos. De siempre se ha comentado que sus raíces parten de la base de un grupo compacto de simiente navarra, que llegó a esas tierras, gracias a los esfuerzos del Lic. Juan Gutiérrez Altamirano, primo hermano de Hernán Cortés. Lo que puede decirse -hasta el momento-, a pesar de los apuntes del historiador Nicolás Rangel, es que no existe la documentación de respaldo para confirmar el dicho del historiador leonés. Apuntaba en su obra HISTORIA DEL TOREO EN MEXICO, época colonial 1521-1821.

   El conquistador, Lic. Juan Gutiérrez Altamirano, primo de Hernán Cortés, había obtenido de éste, como repartimiento, el pueblo de Calimaya con sus sujetos; y con otras estancias que había adquirido en el valle de Toluca, llegó a formar la hermosa Hacienda de Atenco, llamada así por ser el nombre del pueblo más inmediato. Para poblar sus estancias con ganado bovino, lanar y caballar, hizo traer de las Antillas y de España, los mejores ejemplares que entonces había, importando de Navarra doce pares de toros y vacas seleccionados que sirvieron de pie veterano a la magnífica ganadería que ha llegado a nuestros días.

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Antonio Navarrete: Trazos de vida y muerte. Por (…). Textos: Manuel Navarrete T., Prólogo del Dr. Juan Ramón de la Fuente y un “Paseíllo” de Rafael Loret de Mola. México, Prisma Editorial, S.A. de C.V., 2005. 330 p. ils., retrs., p. 18.

   En lo personal, dicha afirmación la pongo en duda, puesto que los datos se remiten al año de 1552 (recordemos, ATENCO fue creada desde 1528) y meses atrás a este último año, Cortés ya se encuentra bastante ocupado en la crianza de ganado como lo refiere a su padre en carta del 16 de septiembre de 1526. El conquistador nos revela un quehacer que lo coloca como el primer ganadero de México, actividad que desarrolla en el valle de Toluca mismo. Hernán se dirige a su padre Martín Cortés indicándole de sus posesiones en Nueva España y muy en especial “Matlazingo, donde tengo mis ganados de vacas, ovejas y cerdos…”

CONTINUARÁ.

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NUEVA HISTORIA DE DOS OBSESIONES. (I).

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Como lo indica el título de la entrada, los temas que se abordarán en esta y las siguientes entregas, tienen que ver con esa larga tarea, que aún no termina, la cual se relaciona con el compromiso de mejorar la mirada que debe tenerse sobre los orígenes no solo del toreo en México, sino de aquellos componentes que le dieron forma y sentido. Por tanto, ese y el tema sobre el comportamiento de la tauromaquia en el siglo XIX, estarán presentes en A toro pasado, con notas que escribí hace dos décadas.

   Desde mi particular contemplación hacia la historia, la fecha del 19 de noviembre no puede pasar desapercibida. Una feliz coincidencia mueve los hilos de exploración que se detienen en un pequeño territorio denominado ATENCO.

   Es el 19 de noviembre de 1528 cuando nace a la historia la ganadería de ATENCO que nutre de toros a infinidad de fiestas desarrolladas durante el virreinato, México independiente y nuestro siglo XX. También un 19 de noviembre pero de 1856 nace en ATENCO Ponciano Díaz Salinas.

   Han transcurrido 468 años de su creación (para 1996, fecha de elaboración de estos apuntes; 487 para este 2015), vida, esplendor y desarrollo de ATENCO. También, esa fecha coincide con el 140 aniversario del nacimiento de Ponciano (para 1996; 159 para 2015).

   Antes de cualquier propósito por afirmar la vida cotidiana en el territorio mesoamericano, hubo quien como Gregorio de Villalobos y otro grupo de españoles, introdujeron desde 1521 ganados mayores, menores y otros domésticos a nuestras tierras, con lo que pronto se reprodujeron, a “la manera de los de acá”, lo que trajo consigo sobrepoblación, lo cual generó que mucha de aquella nueva población animal se tornara sobre todo montaraz y mostrenca. Una de las imágenes del célebre Códice Florentino parece contarnos con toda veracidad lo aquí reseñado.

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Bernardino de Sahagún: Historia general de las cosas de Nueva España. El Códice Florentino. Libro XII: de la conquista de México. El manuscrito, al que comúnmente se llama el Códice Florentino, consta de 12 libros dedicados a diferentes temas. El Libro XII narra la conquista española de México, que tuvo lugar entre 1519 (cuando Cortés desembarcó en la costa con poco más de 100 hombres y unos cuantos caballos) y 1521, cuando se tomó Tenochtitlán y se subyugó a los aztecas. La historia es contada desde la perspectiva de los ancianos indígenas que vivían en Tenochtitlán en el momento de la conquista y presenciaron los acontecimientos descritos. Sahagún reunió estos relatos entre 1553 y 1555, aproximadamente, cuando estaba trabajando en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco. La narrativa náhuatl comienza con una evocación de «las señales y los presagios» que, se decía, habían aparecido antes de la llegada de los españoles, y concluye con la rendición de Tenochtitlán después de un sitio de 80 días. (Portada y detalle).

Disponible en internet, julio 15, 2015 en: http://www.wdl.org/es/item/10623/view/1/1/

CONTINUARÁ.

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APRECIACIONES A LA OBRA DE DOMINGO IBARRA: HISTORIA DEL TOREO EN MÉXICO. (VIII).

RECOMENDACIONES y LITERATURA. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Tras los dos festejos más representativos que ocurrieron tanto el 20 febrero como el 16 de  marzo de 1887, Domingo Ibarra, comenzará un ejercicio analítico alrededor de otras tantas fechas que para nuestro personaje significaron su atención, sobre todo si lo ocurrido en las tardes reseñadas, exigió una tarea en la que cumple con tres propósitos: darnos el dato sobre el festejo mismo, recoger la opinión de algún personaje de la prensa que, en buena medida coincidiera con su forma de pensar y luego un aspecto donde acredita lo dicho por la fuente consultada, a partir de su propia opinión, la cual nos deja ver a un Ibarra –ya lo decía anteriormente-, crítico y visceral, aunque condescendiendo con ese espectáculo que termina no solo por aceptar, sino también por presentar en una obra que es hoy motivo de análisis. Debe uno imaginar que un buen número de ideas encontradas surgieron en tiempos bastante cortos como para que muchos definieran su posición al respecto de lo que significaba un espectáculo que, como el taurino estaba resurgiendo en forma inusitada, al punto de que entre las plazas que funcionaron sólo en el Distrito Federal se celebraron más de cien festejos, no solo los domingos, días destinados por costumbre para tal efecto. También los hubo entre semana, lo cual desató airadas protestas que tenían como fondo el argumento de que ocasionaban serios efectos en la economía, sobre todo la de un sector popular no siempre en capacidad de desembolsar las fuertes sumas de dinero que demandaba su deseo por asistir a las plazas una tarde sí y otra también. Por ejemplo, veamos las opiniones que le merecieron a Ibarra los acontecimientos ocurridos el domingo 10 de abril de 1887, tan luego se recojan las inserciones localizadas en diversas ejemplares de la prensa escrita:

PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. Domingo 10 de abril. Inauguración de la plaza. Cinco toros de Atenco para Juan León “El Mestizo”. Sobresaliente: Antonio González “Frasquito”. En tanto, El Monitor del Pueblo, en su edición de aquel día, pág. 3 apuntaba que “por primera vez y en su redondel se lidiarán por la cuadrilla de “Cuatro dedos” seis toros a muerte de la acreditada raza de Atenco.

   Parece ser que la prensa no se ponía de acuerdo.

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PLAZA DE TOROS DEL PASEO, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 10 de abril de 1887. Estreno de la plaza. Capitán primer espada, el muy acreditado torero y matador Diego Prieto “Cuatro-Dedos”. 6 toros y uno embolado de la muy acreditada hacienda de Cieneguilla, cercado del “Salitre” (Estado de Aguascalientes).

CARTEL_P. de T. PASEO_10.04.1887

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Inserciones publicitarias en la prensa de la época, anunciando los festejos del 10 de abril de 1887.

    Además, en la plaza de toros de “San Rafael”, domingo 10 de abril de 1887: A las cuatro en punto (si el tiempo lo permite). Se lidiarán a muerte seis toros de la ganadería de Tejalpa.

   Toro embolado para los aficionados.

   Espadas: José Machío, Manuel Díaz Laví “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”.

   Es momento de acudir de nuevo a la Historia del toreo en México, donde Ibarra comenta:

PÁGINAS 24-25

Y luego concluye en esta forma, por cierto bastante irónica:

PÁGINAS 26

   El mismo esquema va a ocurrir con los acontecimientos del 17 de abril siguiente. Veamos la forma en que los presenta nuestro autor, tan luego incluya, como en la fecha anterior, los avisos colocados en la prensa.

PLAZA “COLÓN”, DISTRITO FEDERAL. Domingo 17 de abril. Toros de Atenco para Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”.

EL MONITOR DEL PUEBLO

    En La Voz de México, del 17 de abril de 1887, p. 1, y en la columna POLIANTEA SEMANAL, Novel, su titular, escribió una larga descripción de los acontecimientos que, en materia taurina habían sucedido apenas días atrás.

(…) Y ahora, hablemos, o escribamos, que para un periódico viene a ser lo mismo, de… del pan de cada ocho días, de las corridas de toros, de esa fiebre hiperpirética que se ha apoderado de México desde que los padres de la patria se dignaron conceder su real permiso para las lides de cornúpetos en el Distrito.

   ¿Se puede contener un torrente que se desborda, que todo lo arrastra, que se precipita por donde quiera invadiéndolo todo?

   Imposible.

   Las lides taurinas constituyen la diversión favorita de los mexicanos y ya que la sangre corre empapando la arena de los circos, hablemos de sangre y de cacheteros, de diestros y de banderilladores, pues si este es el único paño de donde cortar, venga un pedazo de tela y súrzalo la pluma para vestir los angulosos miembros de esta crónica, semejante a los arlequines por su traje de múltiples y abigarrados colores.

   Como dijimos a los lectores, el domingo pasado tuvo lugar el estreno de la espaciosa y elegante plaza de Colón, llenando las localidades y buen número de personas de todas las clases sociales que acudieron al sangriento espectáculo, atraídas por la novedad de ver una plaza, cómoda si las hay, y modelada por las principales de la madre patria.

   El ganado fue bueno, la tarde nublada, pero no lluviosa, y la cuadrilla hábil en muchas de las suertes.

   Para hoy se anuncia la corrida con gran rebaja de precios, lidiándose bichos de la famosa ganadería de Atenco que también jugaron en la fiesta pasada.

   La empresa Teresa y Cerdán hace cuanto puede por dejar complacidos a los aficionados al arte de Cúchares, razón por la que recoge tan pingües ganancias.

   No menos trabaja en igual sentido la empresa de los señores Ferrer: también en San Rafael habrá rebaja de precios; jugarán ocho reses de la ganadería veracruzana de Jonatal (el Fortín), de tanta ley que son llevados muchas veces a la Habana, tanto o más exigente que el pueblo mexicano por lo que hace a la bravura del ganado de lidia. además, el toro embolado llevará en la frente monedas de oro y plata, que pertenecerán al atrevido cuyo valor y habilidad consigan arrancarlas de la cabeza del bicho.

   Si la tarde es buena, si hay en el bolsillo cuatro pesetas y buen humor en el ánimo, a tomar los carros urbanos que conducen a las plazas de toros, a cantar luego la instalación del individuos en los tendidos y… ¡¡ahora Ponciano…!! cuando el primer cornúpeto haya salido al redondel en medio de una nube de polvo.

   (…) Ayer debe haberse puesto en escena el juguete cómico ¡Ahora, Ponciano! producción del poeta Peza y música de D. Luis Arcaraz. No decimos nada acerca del nuevo juguete, por sernos imposible; pero hoy se repite tarde y noche, y podrán conocerlo por sí mismos nuestros lectores de México, a reserva de que más tarde lo reseñemos a nuestros abonados del interior.

   (…) Buena prueba de lo que decimos son las funciones que para hoy anuncia, representando por la tarde la leyenda dramática intitulada El Nuevo D. Juan Tenorio, que tanto ha sido aplaudida en los teatros de España, y por la noche Los dos fanatismos, de Echegaray, con el estreno del juguete cómico en verso, original de la poetisa poblana Da. Rosa Carreto, quien le puso por título ¡Por Mazzantini!

   Deseamos casa llena a la simpática compañía Rosado, que la tiene muy bien merecida.

   El furor taurófilo ha despertado la vena de nuestros poetas, quienes han escrito juguetes cómicos en un acto con el tema de los toros.

   La fiebre de la sangrienta diversión todo lo invade, hasta el recinto de los teatros, convertidos por un momento en arenas de lidia.

   En el Nacional se estrena, como ya dijimos, el ¡Ahora, Ponciano! de Peza; en Arbeu el juguete de la Srita. Carrero ¡Por Mazzantini! y en el remozado viejo coliseo, en el Principal, que pintó sus canas durante la Cuaresma, otra pieza de igual género, de autor desconocido.

   Toros al natural y toros fingidos, ¡pero siempre toros…! Muletas y banderillas, capas y picas, espadas y puñales; no hay otra cosa en México, hasta en los sombreros de los ciudadanos.

   ¡Timbre y toros! ¿Quién se atreverá a decir que no somos felices?

EL NACIONAL, D.F., del 19 de abril de 1887, p. 3: Toros. Es buena la siguiente descripción que hace El Monitor de la concurrencia que asiste ahora a las corridas de toros.

   Héla aquí:

   “Los apreciables taurómanos van armados hasta los dientes, pistolas, espadas, verduguillos, gruesas cuartas de caballos, descomunales bastones con puño de hacha o de martillo. Cualquiera diría que cada uno de ellos se declara en estado de sitio para ir a los toros.

   Los charros y los charritos que van a caballo, llevan una gran reata en los tientos, la espada colgada de la silla, la pistola asomando bajo la chaqueta, la cuarta con mango de plomo en la mano, y en la corbata por alfiler un puñal o una espada o un pequeño revólver de nácar; como dije de reloj, la moda ha adoptado un cañoncito Bauge, y por chapetas en el jarano, dos ametralladoras.

   En el sol, las navajas, las chavetas, las puntas, las dagas y los puñales bien afilados.

   El público está sobre las armas.

   ¿Qué se entiende por toros?…

PLAZA DE TOROS “SAN RAFAEL”, CIUDAD DE MÉXICO. Domingo 17 de abril de 1887.

Matadores: José Machío, “El Habanero” y Francisco Jiménez “Rebujina”. Ocho toros de El Fortín, estado de Veracruz.

LA PRENSA OPINA.-Las siguientes notas fueron vertidas en El Monitor del Pueblo, del 20 de abril de 1887 p. 1 y 2:

LOS TOROS.-En la plaza de Colón.-La corrida que se dio en esta plaza, no correspondió a las esperanzas de los taurófilos. El ganado, sin embargo de ser de Atenco, estuvo flojo, probablemente es por la poca edad de los toros que se lidiaron.

   De la cuadrilla solo lució el Mestizo en sus quiebros a cuerpo limpio y en la muerte del primer toro.

   Hubo dos incidentes dignos de mencionarse; un picador arrastrado por el caballo y el percance de un charro, que al tener lazado al toro embolado, los aficionados le cortaron la reata, por lo cual, el lazador y el caballo rodaron por el suelo.

   La concurrencia de sombra fue poca; la de sol, regular.

   En la Plaza del Paseo.-En esta plaza también el ganado estuvo de poca ley; no se parecían los toros a sus hermanos del domingo pasado; por consiguiente, no pudo lucirse la cuadrilla.

   El tercer toro fue el único que jugo y con el que pudieron los diestros hacer algunas suertes. Cuatro Dedos no trabajó, habiéndoselo prohibido los facultativos.

   En la Plaza de San Rafael.-Como se anunciaron ocho toros y los precios muy bajos, el público se aglomeró en aquel redondel, que estuvo pleno. Pero ¡qué chasco!

   De los ocho toros, seis fueron muy buenos chicos, pues no se metían con nadie; por el contrario, los bichos se refugiaban en los tableros, huyendo de la cuadrilla.

   Esta lo hizo regular; pero el héroe de la tarde fue Rebujina, que hizo prodigios con los dos toros que dieron algún juego. Como hemos dicho otra vez este diestro adelanta cada día más; no sabemos por qué está de tercer espada.

   El público fue muy paciente, pues se tocaba a banderillas sin que los animalitos se dignaran echar una mirada a los picadores, y hasta rehusando capas.

   No sabemos por qué Machío y el Habanero se salieron de la plaza antes de concluir la corrida; suponemos que la autoridad habrá tomado cartas en este asunto, pues ningún torero puede abandonar el redondel antes de muerto el último toro, salvó el caso de una cogida.

   Para concluir, haremos una observación a las empresas de toros: la competencia no solo se hace bajando los precios lidiando buen ganado.

   Según El Nacional, en su edición del 24 de abril de 1887, pág. 1, publica la siguiente reseña:

   Ocho toros asesinados, cuatro caballos muertos y tres mal heridos, fueron el resultado de la corrida verificada el domingo 17 en la plaza de toros de San Rafael. Los toros de Jonatal (El Fortín) salieron, con excepción del último, blandos al castigo, a pesar de su buena cornamenta. Como los precios habían bajado, hubo un lleno asombroso. Fueron espadas Machío, el Habanero, Rebujina, Cuquito y el Orizabeño. Presidió el Regidor Limantour. Rebujina hirió bien, pasó mejor, banderilló admirablemente, capeó como nadie, y en brega y en quites estuvo a la altura de su fama; al Cuquito le soplaron malos vientos; el Orizabeño dio dos buenas estocadas, y el Güero y Arcadio Reyes picaron con fe.

   La nota también incluye lo ocurrido en “El Paseo”.

   En la plaza de toros del Paseo aparecieron cinco toros del Venadero. La presidencia fue desempeñada por Guillermo Valleto. El espada Juan Moreno “El Americano” mató con acierto dos animales y uno con torpeza; en quites y en brega sobresalió; Ramón López sólo en banderillas anduvo con fortuna; Tomás Vieyra y Bienvenida banderillaron como unos maestros, sobre todo, el último. Entre los picadores, el Albañil no quedó mal.

   También en la de “Colón” hizo aire…

   En la plaza “Colón”, los cinco toros de Atenco que se presentaron llevaban divisa celeste, blanca y negra, en señal de luto por la muerte del propietario. Al frente de la cuadrilla hispano-mexicana figuraban los espadas Juan León “El Mestizo” y Antonio González “Frasquito”. Los toros de Atenco salieron malos. El arrojado Mestizo estuvo como siempre, infatigable en la brega y tirándose a matar; Frasquito desgraciado; los banderilleros “Candelas” y “Mochilón” cumplieron concienzudamente su cometido.

   El cuarto toro lo brindó “El Mestizo”: “Por el pueblo mexicano, sus mujeres y su sol”. Si yo fuese gobernante, en acción de gracias al que brindó por nuestro sol y a todos los de su oficio, los ponía a la sombra.

   Supongo que ustedes sabrán ya la gran noticia, la estupenda noticia de que han convenido las Empresas de las plazas Colón y del Paseo, en alternarse las funciones, de modo que no llegue a trabajar ningún domingo las dos a la vez.

   Con tan plausible motivo, esta tarde se hallará atestada de gente la plaza del Paseo. Cuatro Dedos, en nunca bien ponderado Cuatro Dedos, restablecido del varetazo (en la cara), saldrá a probar en el redondel que, a diferencia del gran Machío, no se huye con las cogidas. Bien señor mataor, así me gustan los valientes. Nada más que tenga usted un poquito de más cuidado. ¡Sentiría tanto la humanidad que aconteciese una desgracia!

   A juzgar por lo que anuncian los diarios, pronto veremos a la afamada torera Gloria. Ahora sí podemos decir que aquí Cuatro Dedos y después… Gloria.

CONTINUARÁ.

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DEJAR HACER… O LO QUE MAL EMPIEZA, MAL ACABA.

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Dejar hacer… fue la decisión con que la autoridad responsable del festejo del domingo 5 de julio permitió que se cometieran en la plaza de toros “México” diversos hechos los cuales demandan su posicionamiento al respecto.

   No entendemos cómo en forma descarada se aprobó un encierro impresentable de “Villa Carmela”, indigno de la plaza capitalina, y donde uno a uno fueron desfilando en forma por demás desagradable ese conjunto ya no se diga de novillos, sino de becerros cuya presencia daba serias señales de descomposición en el espectáculo. La incapacidad, o peor aún, la ausencia de la autoridad de la autoridad quedó demostrada una vez más, gracias también al apoyo de la delegación “Benito Juárez” que “mientras más lejos… mejor”.

   El otro asunto fue el de la ausencia del tradicional tiro de mulillas o de percherones, sustituido en forma patética por una pick up que hizo las veces de tiro de arrastre. La desaprobación del respetable no se hizo esperar al final de la lidia de cada ejemplar. Y si bajo el argumento de que el transporte que traía a los percherones sufrió un percance pudo haber sido la causa, esto no es motivo para que la empresa contase con toda anticipación con este importante elemento en el componente general de los servicios a que está obligada dicha instancia. Si el domingo siguiente se repite la misma historia, no sé con qué cara nos van a salir, y cual el nuevo pretexto para decir algo al respecto de un detalle que, en esta ocasión nos dejó indignados, pues ello habla sobre el poco o nulo desempeño que hipertrofia símbolos de una tradición que ya se ve, se empeñan en despedazar.

P. de T. MÉXICO_05.07.2015

Disponible en internet, julio 7, 2015 en: http://www.torosenelmundo.com/noticias.php?id_noticia=10247

   Dejar hacer… también significa no proveer de los elementos teóricos y prácticos a los novilleros que se presentaron en el festejo inaugural. Sabemos ya del escaso ritmo que se lleva en el país con respecto a festejos donde la actuación de novilleros supondría el refresco generacional que se espera ansiosamente, pero el hecho es que sin medir consecuencias, son lanzados a su suerte, sin antes dotarlos de los conocimientos básicos que pueden consistir desde parecer toreros y no adefesios, de liarse el capote de paseo y no envolverse el cuerpo como si aquello fuese una cobija. De no aprender otra cosa que no sea la faena cortada con la misma tijera, de no practicar hasta el cansancio suertes fundamentales como la estocada, el descabello y con ello salir al ruedo con la certeza de que no cometan errores en ese sentido. Es tan importante ensayar, es indispensable la voz del callejón capaz de imponerse. Es de sentido común, como lo permitirían las nuevas tecnologías, recoger todos los testimonios visuales para analizar en forma crítica la actuación del muchacho y no equivocarlo en falsas ideas de que estuvo bien. Más vale un grito a tiempo y no cien después…

NOVILLOS VILLA CARMELA_05.07.2015

He aquí las imágenes del encierro de “Villa Carmela” lidiado el domingo 5 de julio de 2015 en la plaza de toros “México”. A todos los hicieron pasar como ejemplares de más de cuatro años, y la impresión que nos quedó es la de que nuevamente, las fuerzas oscuras pretenden arremeter como es costumbre…

El Programa. Plaza México. Año 28, N° 974, 1ª novillada. Domingo 5 de julio de 2015.

   El domingo pasado, nos quedamos con una malísima impresión en el que apenas fue el festejo inaugural. No sabemos qué podrá pasar en el resto de una temporada que no aventura nada hasta ahora que no sea esa constante de abusos, en el “Dejar hacer…” que tienen por costumbre autoridades y empresa. Y en efecto, si esta última referencia -la empresa-, ya perdió la brújula, y con hechos como los que quedaron demostrados en tal ocasión, bien vale la pena que se haga un serio cuestionamiento de la conveniencia o no de seguir detentando un poder que hace mucho tiempo dejó de serlo. En estos últimos años, la consigna de vox populi ha sido, en torno a los malos funcionarios: si no puede, ¡que se vaya! o ¡que renuncie” pero que “dejen hacer…” en bien del espectáculo que tanto lo necesita ahora mismo, sobre todo porque tiene que reforzarse la imagen que ha perdido, y más aún por la urgente condición de blindar una representación ta peculiar ante los constantes ataques con los que vienen “embistiendo” los contrarios, encabezados en lo fundamental por el Partido Verde Ecologista de México, oportunista a cual más, el cual podría tener la capacidad de influir poderosamente no solo en el Congreso. También entre quienes se ostentan como oponentes al espectáculo. Si a todo lo anterior se dan motivos suficientes como los que presenciamos el domingo 5 de julio, nada bueno puede esperarse, y eso lo vamos a lamentar si también nosotros, los aficionados si no nos sumamos a la tarea de realizar una limpieza a fondo, con objeto de que la fiesta de los toros ostente una mejor imagen.  De no ser así, va a llegar el momento en que el destino cargará con todos a donde ya sabemos.

7 de julio de 2015.

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APRECIACIONES A LA OBRA DE DOMINGO IBARRA: HISTORIA DEL TOREO EN MÉXICO. (VII).

RECOMENDACIONES y LITERATURA. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   En los párrafos que redacta Domingo Ibarra, encontramos algunos términos hoy en desuso, pero que tuvieron todavía en el momento de la publicación de la Historia del toreo connotación y contexto, dadas las condiciones en las que el toreo se practicaba en este país. Para ello era necesario un lenguaje cuyos componentes aún estaban permeados de voces rurales las que, en armonía con las existentes en el espacio urbano o que también se construían, formaban en su conjunto un particular léxico cotidiano. Por tanto es un hecho que los toros como espectáculo se nutrieran de dicho glosario, al punto que se conservó o se modificó conforme la versión más moderna de la tauromaquia y traída de España, fijaba sus dominios en México. De todo lo anterior es porque viene al caso lo que Ibarra apunta sobre la heroica experiencia de Bernardo Gaviño por territorios de los actuales estados de Durango y Chihuahua en 1844. Para ello, el uso de ciertos términos que debe haber recogido sobre aquel episodio llaman poderosamente la atención. Volvamos a la lectura.

   Tercer día, por la tarde, sexta corrida en el redondel levantado para las fiestas. Comienza la lidia con toros de la Hacienda del Torreón: primer toro, grande alzada, achampurrado, fogoso, bien cornado, fue picado, tomó seis varas, dio muerte a tres jamelgos, recibió tres pares de banderillas y le dio fin Bernardo con un mete y saca después de dos pases de muleta; segundo toro, del mismo color y condiciones que el anterior y además matrero y buscador, tomó seis varas, tres pares de banderillas y una flor en la frente que después se la quitó el loco que se la había puesto; le dio muerte con dos estocadas, una alta y otra baja a volapié, Fernando Hernández, tercer toro, ceniciento ahumado, soberbio bicho, cargado, revoltoso y barrendero tomó seis varas, pero se llevó igual número de bucéfalos por lo que se paralizó la escena, la fiera se enseñoreaba con sus víctimas, el público gritaba frenéticamente ¡picadores, picadores! y no se presentaban porque ya no había caballos; por fin sale el intrépido Ignacio Cruz en un rocinante pedido a un particular, y favorecido por Bernardo con la capa, se le presenta al bicho feroz, le hace tomar dos varas con la pica a la puente del freno; pero a la tercera fue tan terrible la embestida de la fiera, que a la cabalgadura y al jinete los levantó y hechó fuera de la barrera, quedando otra vez paralizada la lid; pero el ágil Bernardo le parte con la capa al terrible animal que le recibe muy bien, juega con ella, lo emborracha, lo persigna, y le da una fuerte palmada en el hocico, gritándole ¡Quite uté de aquí! y el soberbio bicho obedeció con la mayor humildad; tomó después tres pares de banderillas que le puso de frente Bernardo, con aquel salero y gracia propia de Andalucía, siguió el lance o suerte de la muerte por el mismo gladiador, la ejecutó de la manera más sorprendente, pues no hizo más que un pase de muleta, estocó en la trasnuca a la fiera y esta cayó a sus pies con la cabeza levantada, a donde inmediatamente le puso Bernardo la planta de su pie derecho y saludó al público; cuarto y último toro de muerte, grande, capirote, de juego a plomo y rascador, tomó cuatro varas sin matar ni herir a ningún caballo, recibió tres pares de banderillas, e Ignacio Cruz le dio fin a caballo con el auxilio de la capa de Bernardo, le entró bien el toro, y recibió éste un limpio mete y saca con lo que cayó muerto.

B. GAVIÑO_FOT. VALLETO

Bernardo Gaviño, el eterno Foto: Valleto.

GALERÍA ARTÍSTICA TAURINA: BERNARDO GAVIÑO Y RUEDA.

Fuente: Novedades del 16 de julio de 1913.

   Llama la atención una serie de términos empleados por el “cronista” quien además de todo nos da una reseña completa de la actuación de Bernardo en Villa de Allende del Valle de San Bartolo, Chihuahua. Sabemos que por aquellos rumbos existió una hacienda, la del Terrón que suministraba toros para fiestas como las de esa ocasión. Que achampurrado es una pinta semejante al castaño o berrendo en castaño. Que ese toro salió matrero porque era astuto y desconfiado. Y si probablemente la pinta del tercero era la de un cárdeno oscuro, por eso los denominaban ceniciento ahumado. Además resultó cargado, revoltoso y barrendero, cargado, porque era un animal mañoso que se obstina en salir de donde se le tiene encerrado, es decir “aquerenciado”; revoltoso por su lidia incierta y barrendero, por ser un animal asustadizo o manso. “…á la puente del freno”, peligrosa forma de picar al toro, frente a frente del caballo del picador. Suerte de colear, actualmente en desuso. Además, el término nos lo amplía Luis G. Inclán con la siguiente explicación:

TAUROMAQUIA_LUIS G. INCLÁN_28

SUERTES A CABALLO. A PUENTE DE FRENO. Cuando se tiene ya la pica asegurada en la arca y solo se alza un poco, para que prendiéndola al humillar, quede cuando más, cosa de media vara de pica distante del puente del freno ú hocico del caballo.[1]

 Estocó en la trasnuca es un descabello simple y sencillamente. Capirote que se distingue por tener entre cabeza y cuello pelo más oscuro que el de la capa. Y por último rascador, comportamiento de un toro que se duele de alguna herida y rascando la arena hace que esta llegue al sitio donde quedó divisa, banderillas o los boquetes de los puyazos.

   El apunte nos dice que Bernardo ponía banderillas “con aquel salero y gracia propia de Andalucía”, que la “faena” consistía en uno, o dos pases de muleta, suficientes para ejecutar la “suerte suprema” y que Bernardo se lucía en desplantes aplaudidos a rabiar por los espectadores.

   Y por decirlo en la forma más coloquial, “ya de filo”, Domingo Ibarra vuelve a recordarnos el escándalo de Luis Mazzantini, y hasta lo corona con un buen dibujo de su efigie, así como con unos versos que circularon días más tarde de aquel escándalo, seguramente en “hojas de papel volando”, bajo el título

DESPEDIDA

DEL FAMOSO

DIESTRO MAZZANTINI

Y SU CUADRILLA

Mazzantini, el gran torero,

de San Rafael en la plaza

hizo el fiasco más entero

por toros de mala raza.

 

Más valientes son los perros

de la casa de Escandón,

que aquellos pobres becerros

más cobardes que un capón…

 

Mazzantini ya se fue

lamentando amargamente,

el no haber hallado aquí

siquiera un toro valiente.

 

La corrida concluyó

a gritos y silletazos,

y a poco más también hay

una frasca de balazos.

 

Es muy bueno Mazzantini,

pero el pueblo mexicano

a nadie le pide nada

mientras tenga a su Ponciano.

 

Que donde Ponciano pinta,

por su valor y su maña,

no deja que pinte nadie

ni los toreros de España.

 

Donde hubo un Lino Zamora

y un Felícitas Mejía

sólo puede poner raya

el actual Ponciano Díaz.

 

Mazzantini conoció

el valor de un mexicano,

y por eso llamó amigo

al valiente de Ponciano…

 

A México ha de volver,

ese famoso español

y entonces podrá juzgarse

de su destreza y valor.[2]

    Sin más ni más, pegando un enorme brinco, encontramos en la lectura la fecha del 10 de abril de 1887, día en que se inauguran dos nuevas plazas de toros, tanto la del “Paseo” como la de “Colón” mismas que describe en términos de su composición arquitectónica, no sin dejar de mencionar el hecho de que la plaza de “Colón” al compararla con el Circo Romano, y aquí la contribución de Ibarra: “…en el cual se hacía que las fieras devoraran a los hombres con cuyo horrible y barbarísimo espectáculo se divertía y gozaba aquel pueblo como hoy está pasando en la hermosa México con las corridas de toros, que corrompen el corazón y acostumbran a la juventud a ser indolente”.[3]

CONTINUARÁ.


[1] Luís G. Inclán: ESPLICACIÓN DE LAS SUERTES DE TAUROMAQUIA QUE EJECUTAN LOS DIESTROS EN LAS CORRIDAS DE TOROS, SACADA DEL ARTE DE TOREAR ESCRITA POR EL DISTINGUIDO MAESTRO FRANCISCO MONTES. México, Imprenta de Inclán, San José el Real Núm. 7. 1862. Edición facsimilar presentada por la Unión de Bibliófilos Taurinos de España. Madrid, 1995., p. 36.

[2] Ibarra: Historia del.., op. Cit., p. 21.

[3] Ibidem., p. 23.

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