POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Un intermedio poético.
En mi Antología de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI. Prólogo: Lucía Rivadeneyra. Epílogo: Elia Domenzáin. Ilustraciones de: Rosa María Alfonseca Arredondo y Rosana Fautsch Fernández. Fotografías de: Fumiko Nobuoka Nawa y Miguel Ángel Llamas. México, 1986 – 2006. 776 p. Ils. (Es una edición privada del autor que consta de 20 ejemplares nominados y numerados), incluí este corrido, así como los siguientes versos. Ambos, aluden la hazaña que Silverio protagonizó el 31 de enero de 1943.
Ca. 1943
CORRIDO A SILVERIO PÉREZ
Con música de salterio
y sin brincar del huacal,
hoy viene a hablar de Silverio
el oaxaqueño Abascal.
Trata en alegre corrido
y sin asomos de inquina,
un caso muy discutido,
o sea la cuestión taurina.
Y aquí viene la canción.
óiganla con devoción:
Si les gusta oír cantar
nomás pónganme cuidado,
que un corrido va a empezar
a Silverio dedicado.
P´al hermano de Carmelo
yo compuse la rimada,
vuela palomita luego,
a buscarle la tonada.
¡Qué gusto me da mirarte
entre toda tu cuadrilla,
cuando vas partiendo plaza
gran torero maravilla!
El que mira una faena
al torero texcocano,
más que se quede pelón
al ruedo tira el jarano!
Va Silverio el Faraón
por todos los redondeles,
cada vez un faenón
y conquistando laureles.
En Jalisco, en Monterrey,
donde quiera que has toreado,
a los toritos de ley
oreja y rabo has cortado.
Más no faltó quien dijera
rabiando de pura envidia,
que Silverio con la izquierda
no sirve para la lidia.
Tú no pongas atención
a quien no se la merece,
te aseguro con razón
que un Villamelón fue ese.
Porque pisas el terreno
donde cuajas muletazos,
Silverio, tú eres torero,
no necesitas zurdazos.
Por tu faena a Tanguito
un homenaje te harán,
un torero y un torito
tu monumento serán.
De Pastejé fue ese toro,
al que tú inmortalizaste.
esa tarde en “El Toreo”
tu fama la consagraste!
Dicen que van a venir
los españoles toreros,
con el de Texcoco acá…
guerra tendrán los iberos.
Y que pase la pelada
no me parece tan peor;
¡que vengan los españoles
a alternar con lo mejor
se oye decir a la gente
con sus palabras cabales:
para torero… ¡Silverio!
¡Dos no tenemos iguales!
¡Ah, qué cierto y qué legal
lo que las voces dijeron!
Porque toreros como él
al mundo pocos vinieron.
Vuela, vuela, palomita,
vuélale como de rayo,
porque si hay otro Silverio,
verdá de Dios que me callo.
Ya se va el aficionado
el que compuso el corrido
y si en algo quedo mal,
que lo disculpen les pido…
Ya llegó la obscuridad:
ya nos vamos al descanso
que duerman con suavidad
y en apacible remanso.
ANÓNIMO.
1967
Toreros mexicanos.
Centurias ha, que pasaron
en que surcaron los mares
con Hernán Cortés, al mando
tras la aventura sus naves.
A Cuauhtémoc atormentaron
en ese afán de conquista
y esta tierra avasallaron
en la entrega “malinchista”.
Pero el águila gloriosa
despertó de su letargo
¡y sacudió muy airosa!
la esclavitud de su rango.
Pues se adueñaron de ruedos
califas y faraones
con su capote señero
¡tributo de emperadores!
Con más esplendor su reino
volvió a lucir el Teocali
dueño y señor del imperio
¡del gran clarín de la tarde!
Que al rugir en Guanajuato
el león con toda su gloria
escudó el gran califato
¡con ese par de Pamplona!
Y esta tierra de prodigio
al meco vió entre su fronda
un trigre airoso y altivo
que desmayó a los de sombra.
El tejedor del sarape
de Saltillo vió a su niño
lucir su toga y en pases
¡Maestro con “Nacarillo”!
Un orfebre sin rival
luce el cielo tapatío
creador de suertes genial
de inolvidable tronío.
También Michoacán su historia
escribió de imperialismo
¡poniendo ese rey la nota!
del temple y del torerismo.
Nos trajo al gran faraón
Texcoco por un capricho
y el Nilo se desbordó
¡cuando apareció “Tanguito”!
¿Quién ha podido olvidar?
de México al gran torero
que una sinfonía inmortal
escribió sobre los ruedos.
Mandó de grandes caudales
que en muletilla atesora
“El ave de Tempestades”
llevó a la cima su gloria.
Nos trajo también Mixcoac
un soldado de leyenda
que un mantó llegó a bordar
de esmeraldas en la arena.
Fue “Corazón de León”
aquél que con una “Oreja
de Oro” se consagró
y culminó sus faenas.
Sin olvidar que en el ruedo
glorioso de los aztecas
un “Don Luis” lució sereno
seda y oro en su “Brionesa”.
En la capital un lienzo
plasmó de grandes faenas
¡Ese torero el inmenso!
genial con sus “Sanjuaneras”.
Un volcán hizo erupción
de hidrocálida cantera
cuando toreó “un gran señor”
con dramatismo y solera.
Ruano Llopis se inspiró
con el arte de una estatua
dueño y señor del color
Andrés, modeló en la plaza.
Mexicano el gran Ciclón
figura nón de la fiesta
fue de los ruedos un sol
de imponderable grandeza.
Tlaquepaque en su violín
le canta al gran muletero
al diestro que a “Tabachín”
¡inmortalizó certero!
De inspiración sin igual
artistas de gran hondura
y “El León de Tepatitlán”
asombró con su bravura.
Y de éstas frutas maduras
llegó el sabor al oriente
pues conquistó ese gran buda
¡un matador jalisciense!
Excelsa la Nueva España
no admite en su raza esclavos
aunque Malinche la ingrata
entregue a los mexicanos.
Claudia Romano.[1]
[1] Claudia Romano: Alamares de sangre. Poesías. México, Imprenta Franciscana, 1967. 88 p., p. 38-41.