Archivo mensual: enero 2016

HOY RECORDAMOS A BERNARDO GAVIÑO y RUEDA A 130 AÑOS DE SU PERCANCE MORTAL EN TEXCOCO.

EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS MEXICANAS. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

I

   La información que se utiliza para dar forma a la presente semblanza, proviene de mi libro: Bernardo Gaviño y Rueda: Español que en México hizo del toreo una expresión mestiza durante el siglo XIX. Prólogo: Jorge Gaviño Ambríz. Nuevo León, Universidad Autónoma de Nuevo León, Peña Taurina “El Toreo” y el Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2012. 453 p. Ils., fots., grabs., grafs., cuadros.

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   Cuando Bernardo Gaviño se presentó en la ciudad de Texcoco, a donde fue contratado a torear el 31 de enero de 1886, contaba con 73 años de su edad. Pero no solo era la edad uno de los grandes inconvenientes, sino también sus condiciones económicas. Prácticamente estaba en la miseria, por lo que aceptó un contrato en el que se le pagaban honorarios equivalentes a $30.00 mismos que aceptó. Según los datos recogidos de aquella triste jornada quedan estos testimonios:

PLAZA DE TOROS DE TEXCOCO, EDO. DE MÉXICO. 31 de enero. Toros de Ayala. Bernardo Gaviño, Francisco Gómez “Chiclanero” y José de la Luz Gavidia. El gaditano fue herido por el tercer toro CHICHARRÓN de nombre. El periódico EL SIGLO XIX reporta la noticia de la siguiente manera: El Capitán Bernardo Gaviño fue herido por el tercer toro y parece que de gravedad; igualmente lo fue un torero en el momento de clavar unas banderillas, quien probablemente perderá el brazo que le hizo pedazos el animal; y por último, una mujer cuyo nombre se desconoce, quien recibió una ligera cornada también en el momento de banderillar. El toro “Chicharrón” fue despachado “a la difuntería por el intrépido torero Carlos Sánchez”. Bernardo murió a las nueve y media de la noche del jueves 11 de febrero.[1]

   “Dio muerte a 2,756 bichos. Se dice que murió pobre, pero hay quien asegura que testó una gran fortuna. Gaviño a última hora recibió los auxilios espirituales”. (LA VOZ DE MÉXICO).

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Cromolitografía de La Muleta. El autor de esta precisa recreación es Carlos Noriega, integrante del equipo de aquella publicación, que dirigió Eduardo Noriega “Trespicos”. México, 1888. De la colección de Julio Téllez García.

II

   La presencia de Bernardo Gaviño y Rueda (1812-1886) se abre como un gran abanico de posibilidades que nos permite entender a uno de los personajes más fascinantes que brillaron durante buena parte del siglo XIX en el México taurino, mismo que se vio iluminado por una poderosa influencia técnica y estética planteada sin mayores propósitos que los de aportar conocimientos aprendidos y aprehendidos también en la España que abandona entre 1828 y 1829, momento en que comenzó su largo peregrinar como torero en América. Llega a Montevideo, Uruguay en 1829, lugar en el que sus incursiones taurinas y más aún, los datos, son escasos. Pero el 30 de mayo de 1831 se presenta ante el público de la Habana, lugar en el que, durante tres años toreó alternando con el esforzado espada Rebollo, natural de Huelva, con Bartolo Megigosa, de Cádiz, con José Díaz (a) Mosquita y con el mexicano Manuel Bravo, matadores todos que disfrutaban de merecido prestigio en la capital de la gran Antilla. Bernardo Gaviño es un torero cercano a figuras de la talla de Francisco Arjona Cúchares o de Francisco Montes Paquiro, quienes fueron los dos alumnos más adelantados de la Escuela de Tauromaquia en Sevilla, impulsada por el rey Fernando VII y dirigida por el ilustre Pedro Romero.

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Heredia ilustró, Cumplido publicó. Escena fascinante de la REAL PLAZA DE TOROS DE SAN PABLO. La fiesta poco a poco va mostrando signos de lo que ya es para los años 30 del siglo XIX. Fuente: Colección del autor.

   Antes de su salida definitiva de España, también se encuentra muy cerca de Juan León Leoncillo con quien asimila lecciones básicas del toreo que luego, en América, pero específicamente en México, pondrá en práctica. En búsqueda incesante de información al respecto de su incorporación o no a la mencionada Escuela de Tauromaquia en Sevilla no se ha encontrado información que permita deducir si efectivamente formó parte de dicha institución. Todo esto viene a cuento por la sencilla razón de que a modo particular pudo dejar huellas trascendentes que prendieron en el ánimo americano recién estrenado en independencias, las cuales mostraron el rechazo natural a aquello que resultara de origen español, y que ya veremos no lo fue en su totalidad, dadas las diferentes formas de sistema (más bien de intento) político que fueron dándose en nuestro país. Sin embargo una herencia tres veces centenaria como la española en América deja factores de arraigo muy marcados que difícilmente pueden desaparecer de un panorama que ha vivido y compartido durante todo ese tiempo en nuestra nación. Así, el religioso y el taurino sobreviven en algunos nuevos países dada la circunstancia de su independencia.

   México vivió bajo el impacto permanente de sinfín de condiciones políticas y sociales, las cuales dejaron continuar con estas dos muy importantes razones de ser, bajo características que eran a su vez, un modelo de lo español, pero bajo circunstancia americana. Esta nueva particularidad dio como resultado un conjunto de personajes que desearon el poder y lo hicieron suyo algunos de ellos, dándole giros de extravagancia; como el caso de “su alteza serenísima”, trato que se le dio a “don” Antonio López de Santa Anna. En medio de ciertas contradicciones y con rechazos emanados en esta nueva forma de vivir independiente, la fiesta de los toros se hizo cada vez más mexicana, pero sin renunciar a un pasado y a una influencia de puro sentido hispano que seguía siendo importante para el devenir de dicho espectáculo que se quedó entre nosotros. Bernardo, quien se presenta en las plazas de México a partir de 1835 (aunque hay datos que señalan el año de 1829 como el de su aparición en nuestro país) es aceptado a tal punto que lo hizo suyo la afición que aprendió a ver toros como se estilaba por entonces en España. Gaviño entendió muy pronto que apropiarse del control, no significaba ser el estereotipo de un español repudiado por la reciente estela de condiciones establecidas por un país que ha expulsado a un grupo importante de hispanos a quienes se les aplicó cargo de culpa sobre todo aquello que significó la presencia de factores de coloniaje.

   El toreo durante los primeros 50 años del siglo XIX va a mostrar una sucesión en la que los protagonistas principales, que fueron los toreros de a pie, mismos que desplazaron a los caballeros, serán a partir de esos momentos personajes secundarios; por lo que la fiesta adquirió y asumió valores desordenados sí, pero legítimos. Es más,

En una corrida de toros de la época, pues, tenía indiscutible cabida cualquier manera de enfrentarse el hombre con el bovino, a pie o a caballo, con tal de que significara empeño gracioso o gala de valentía. A nadie se le ocurría, entonces, pretender restar méritos a la labor del diestro si éste no se ceñía muy estrictamente a formas preestablecidas.

Benjamín Flores Hernández.

   A su vez, las fiestas en medio de ese desorden, lograban cautivar, trascender y permanecer en el gusto no sólo de un pueblo que se divertía; no sólo de los gobernantes y caudillos que hasta llegó a haber más de uno que se enfrentó a los toros. También el espíritu emancipador empujaba a lograr una autenticidad taurómaca nacional. Y se ha escrito «desorden», resultado de un feliz comportamiento social, que resquebrajaba el viejo orden. Desorden, que es sinónimo de anarquía fruto de comportamientos muy significativos entre fines del siglo XVIII y buena parte del XIX. Vale la pena detenernos un momento para entender que el hecho de mencionar la expresión de «desorden», es porque no se da y ni se va a dar bajo calificación peyorativa. Es, más bien una manera de explicar la condición del toreo cuando este asume características más propias, alejándose en consecuencia de los lineamientos españoles, aunque su traza arquitectónica haya quedado plasmada de manera permanente en las distintas etapas del toreo mexicano; que también supo andar sólo. Así rebasaron la frontera del XIX y continuaron su marcha bajo sintomáticos cambios y variantes que, para la historia taurómaca se enriquece sobremanera, pues participan activamente algunos de los más representativos personajes del momento: Hidalgo, Allende, Morelos o el jefe interino de la provincia de México Luis Quintanar. Años más tarde, las corridas de toros decayeron (un incendio en la plaza San Pablo causó larga espera, desde 1821 y hasta 1833 en que se reinauguró). Prevalecía también aquel ambiente antihispano, que tomó la cruel decisión (cruel y no, ya que no fueron en realidad tantos) de la expulsión de españoles -justo en el régimen de Gómez Pedraza, y que Vicente Guerrero, la decidió y enfrentó-. De ese grupo de numerosos hispanos avecindados en México, había comerciantes, mismos que no se podía ni debía lanzar, pues ellos constituían un soporte, un sustento de la economía cabizbaja de un México en reciente despertar libertario. En medio de ese turbio ambiente, pocas son las referencias que se reúnen para dar una idea del trasfondo taurino en el cambio que operó en plena mexicanidad.

 FOTO Nº 2

La plaza de EL PASEO NUEVO, como se ve, ya solo es una ruina, sitio que se ocupó -luego de la prohibición de 1867- a funciones de circo y acrobacia. Fue derribada en 1873.

Foto estereoscópica (ca. 1870). Fuente: Archivo General de la Nación [A.G.N.] Fondo: Felipe Teixidor.

   Con la de nuestros antepasados era posible sostener un fiesta-espectáculo que caía en la improvisación más absoluta y válida para aquel momento; alimentada por aquellos residuos de las postrimerías dieciochescas, mezclados con nuevos factores de autonomía e idiosincrasia propias de la independencia durante buena parte del siglo pasado. Y aunque diversos cosos de vida muy corta continuaron funcionando, lentamente su ritmo se consumió hasta serle entregada la batuta del orden a la Real Plaza de toros de San Pablo, y para 1851 a la del Paseo Nuevo. Fueron escenarios de cambio, de nuevas opciones, pero de tan poco peso en su valor no de la búsqueda del lucimiento, que ya estaba implícito, sino en la defensa o sostenimiento de las bases auténticas de la tauromaquia.

   Así, con la presencia de toreros en zancos, de representaciones teatrales combinadas con la bravura del astado en el ruedo; de montes parnasos y cucañas; de toros embolados, globos aerostáticos, fuegos artificiales y liebres que corrían en todas direcciones de la plaza, la fiesta se descubría  con variaciones del más intenso colorido. Los años pasaban hasta que en 1835 llegó procedente de Cuba, Bernardo Gaviño y Rueda a quien puede considerársele como la directriz que puso un orden y un sentido más racional, aunque no permanente a la tauromaquia mexicana. Y es que don Bernardo acabó mexicanizándose; acabó siendo una pieza del ser mestizo, pero fundamentalmente tutor espiritual del toreo en nuestro país durante el siglo que nos congrega.

   La reinterpretación histórico-biográfica que pretendo desarrollar tiene como objetivos los de desentrañar a un personaje del que se han escrito pasajes muy interesantes, pero que no nos dan, todavía, un perfil exacto de su importancia. Bernardo Gaviño no era un torero más en el espacio mexicano Con él va a darse la correspondencia y la comunicación también de dos estilos, el mexicano y el español de torear que, unidos, dieron en consecuencia con el panorama universal que, sin saberlo se estaba trazando. Más tarde, Ponciano Díaz, pero fundamentalmente Rodolfo Gaona remontan este nivel de calidad a su verdadero sentido que nutre -por igual- a España que a México.

   Bernardo, seguramente no se imaginó que su influencia marcaría hitos en el avance de una fiesta que, con todo y su bagaje cargado de nacionalismos, a veces eran llevados al extremo del chauvinismo o del jingoísmo por parte del pueblo (el concepto “afición”, con toda su carga de significados, despertará plenamente hasta 1887). Goza el gaditano de haber sido protagonista de epístolas y novelas (como las de Madame Calderón de la Barca o Luis G. Inclán). Su nombre adquiere fama en importante número de versos escritos por la lira popular y en más de alguna cita periodística de su época, lograda por plumas de altos vuelos literarios.

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Retrato de Fernando Hernández, miembro de la cuadrilla de Bernardo Gaviño.

Fuente: Domingo Ibarra. Historia del toreo en México que contiene: El primitivo origen de las lides de toros, reminiscencias desde que en México se levantó el primer redondel, fiasco que hizo el torero español Luís Mazzantini, recuerdos de Bernardo Gaviño y reseña de las corridas habidas en las nuevas plazas de San Rafael, del Paseo y de Colón, en el mes de abril de 1887.

   Luego de su infortunada muerte se le recuerda con cariño, devoción y respeto por personajes que, o le vieron torear en sus mejores tiempos (Brantz Mayer), o en su decadencia (José Juan Tablada) o por aquellos a quienes se les contó parte de su vida relatada cual páginas noveladas, pero llevadas al campo de hechos más tangibles (Carlos Cuesta Baquero, Roque Solares Tacubac).

   Sobre todo con este último autor vamos a tener encuentros permanentes, puesto que se cuenta con una vasta información de primera mano, no por tratarse de aquella escrita en la época de esplendor del gaditano. No. Se trata de recrear los pasajes que describe con amplitud luego de que los escuchó de boca de muchos viejos aficionados, o escritos por plumas de las primeras publicaciones taurinas que circularon en México, desde 1884 (El arte de la lidia, de Julio Bonilla). Gracias a dichos apuntes lograremos el mejor de los perfiles que actualmente deben tenerse ya sobre este personaje, quien decide el devenir de la fiesta en nuestro país. ¿Por qué devenir y no porvenir? Probablemente porque el porvenir propiamente dicho se dio a partir de 1887, año en que un grupo de diestros españoles comandados por Luis Mazzantini, José Machío, Diego Prieto, Ramón López, Saturnino Frutos y otros desplegarán toda la influencia que decidirá un cambio de suma importancia en el gusto de la afición en cuanto tal, apoyada en publicaciones y en direcciones técnicas establecidas por una prensa aleccionada gracias al apoyo de lecturas hechas a diferentes tratados, escritos por autores españoles que reconocían en el toreo un progreso, una evolución plenamente establecidos.

   Un devenir como sobrevenir, o suceder porque Gaviño se va a convertir en el encargado de dominar la situación taurina en el transcurso de 50 años, en los cuales impuso su poder, e incluso, hasta su tiranía. Ello, probablemente no permitió grandes avances a una tauromaquia, como la mexicana, misma que en medio de ese devenir, no pudo contemplar abiertamente el porvenir.

   Antes, permítaseme explicar que, al echar mano del término “mestizo” es porque lo considero como resultado de la mezcla de culturas distintas, que da origen a una nueva.

   El mestizaje como fenómeno histórico se consolida en el siglo antepasado y con la independencia, buscando “ser” “nosotros”. Esta doble afirmación del “ser” como entidad y “nosotros” como el conjunto todo de nuevos ciudadanos, es un permanente desentrañar sobre lo que fue; sobre lo que es, y sobre lo que será la voluntad del mexicano en cuanto tal.

   Históricamente es un proceso que, además de complicado por los múltiples factores incluidos para su constitución, transitó en momentos en que la nueva nación se debatía en las luchas por el poder. Sin embargo, el mestizaje se yergue orgulloso, como extensión del criollismo novohispano, pero también como integración concreta, fruto de la unión del padre español y la madre indígena.

   Dispongámonos a hacer un recorrido que nos aportará valiosos conocimientos no solo en el terreno taurino Tendremos oportunidad de conocer parte de la vida política y social predominante en los 50 años que influyó quien ahora se convierte en protagonista de un nuevo pasaje de reinterpretaciones históricas:

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III

    Hasta aquí, el registro “localizado” arroja la cantidad de poco más de 700 actuaciones (exactamente 725) que, para el propósito de este trabajo se trata de una suma muy importante, la cual nos traduce a Gaviño convertido en un torero solicitado constantemente por las empresas que lo contratan, o un Gaviño que asimismo se organiza corridas “a beneficio”, como empresario, labor que realizó en compañía de sus hermanos Manuel y José Ramón Gaviño; aquel banderillero y miembro de su cuadrilla. Este, simplemente metido a dicha aventura empresarial.

   Ciudades o pueblos tales como: el Distrito Federal, Morelia, Puebla, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Toluca, Tenango del Valle, Tenancingo, Texcoco y otras villas en nuestro país; y plazas de la Habana, Venezuela o Perú son los sitios donde actuará con mayor frecuencia. Pocos en verdad, pero pródigos en cantidad de corridas toreadas.

   Un dato como mero presupuesto complementario a todo esto es que Bernardo Gaviño en toda su trayectoria debe haber actuado en aproximadamente 1,100 o ¿2,000? festejos.[2] Dichas cifras se determinan a partir del siguiente ejemplo:

-Si Rafael González “Machaquito” toreó durante su carrera 754 corridas, y mató 1853 toros. Y tomando en cuenta el dato publicado en el periódico LA VOZ DE MÉXICO, de que Bernardo Gaviño “dio muerte a 2,756 bichos” (CASO Nº 1), así como el que proporciona EL ARTE DE LA LIDIA de “que en el ejercicio de su profesión dio muerte a más de 5,000 toros de las mejores ganaderías” (CASO Nº 2), entonces, aplicando una simple regla de tres tenemos los siguientes datos:

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   Como vemos, el CASO Nº 2 viene a duplicar –por la lógica de Perogrullo- al CASO Nº 1 y esto origina un gran conflicto, pues de inmediato nos hacemos la pregunta: ¿a cuál de las dos cantidades creerle, si la fuente procede de hemerografía contemporánea a Gaviño; tanto LA VOZ DE MÉXICO como EL ARTE DE LA LIDIA, que se suponen bastante enteradas en cuanto a sus informes? Una respecto de la otra se incrementa casi un 100 %

   1,121 o 2,034 festejos parecen ser una cantidad por demás excesiva, ya que no era un número convencional para un matador de toros como es el caso de Gaviño, a pesar de sus 57 años en la profesión en América. Sin embargo, los números aquí registrados quedan como evidencia, luego de la localización no del todo definitiva y en un primer gran balance, de 725 festejos que van de 1835 a 1886, quedando por incluirse una de sus actuaciones, la de la Habana, en 1831.

   Sea lo que fuere, Bernardo Gaviño y Rueda tuvo incontables triunfos que se acumulan en más de medio siglo de andanzas toreras, la mayoría de ellas, en nuestro país. No se concretó ser un diestro que limitara su mando en una sola nación. También pudo lograrlo en algunas otras del continente americano y allí su nombre y su memoria quedaron grabados en la historia de la tauromaquia de este lado del mundo.

   Incluyo enseguida las Tablas 4.1 y 4.2, así como la Gráfica Nº 4.1, donde se presenta el balance indicado al inicio de la “Continuación…” a este capítulo cuarto.

   Quiero mencionar una vez más el nombre de Heriberto Lanfranchi, quien, al margen de su obra capital: LA FIESTA BRAVA EN MÉXICO Y EN ESPAÑA. 1519-1969, me permitió consultar sus apuntes personales que, por razones de espacio no pudo incluir en dicho trabajo y que enriquecen notablemente la acumulación de datos que sirvieron para sustentar el “Cuadro de actuaciones” que aquí se han trabajado hasta el delirio de lo exhaustivo. Por su desinteresada colaboración a este trabajo, muchas gracias.

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 IV

UN CORRIDO RECUERDA A GAVIÑO. 

   Común en aquella época, el corrido, fue (y creo que sigue siendo) una manifestación popular que emanaba casi siempre de la inspiración popular, y para quedar en ese territorio, muchas veces sin autor específico. Es decir, obra del anonimato, despertaba con su letra vibrante y nostálgica fuerte clamor que corría de boca en boca, hasta los rincones más alejados de la nación, para convertirse en una noticia nada ajena al pueblo, mismo que hacía suya la desgracia o el hecho sorprendente que transpiraban aquellos versos convertidos en voceros del acontecimiento recién ocurrido. Tal es el caso de este corrido dedicado a Bernardo Gaviño, cuyo rescate se debe al trabajo del notable investigador Vicente T. Mendoza, que publica en: El romance español y el corrido mexicano y El corrido mexicano Como arrancadas de una hoja de papel volando, van aquí las siguientes notas:

CORRIDO DE BERNARDO GAVIÑO.

 Bernardo Gaviño, el diestro

Que tanto furor causó

En la plaza de Texcoco

Lidiando un toro murió.

Su valor no lo libró

De suerte tan desgraciada,

Y aunque tenía bien sentada

Su fama como torero,

Un toro prieto matrero

Lo mató de una cornada.

 

Fue del pueblo mexicano

El torero consentido,

Y él fue el que le dio a Ponciano

La fama que ha merecido,

Siempre se miró aplaudido,

Pues con su gracia y valor

Supo granjearse el favor

Del pueblo más exigente,

Que vio en Bernardo al valiente

Y sereno toreador.

 

¿Quién se lo había de decir

después de tanto lidiar,

que un toro de escasa ley

al fin lo había de matar?

Y quien no ha de recordar

Con el placer más sincero

Al simpático torero

Que, sin mostrarse cobarde,

Hacía de valor alarde

Como matador certero?

 

Pero un torito de Ayala

La carrera le cortó,

Y en la plaza de Texcoco

Don Bernardo falleció;

Todo México sintió

La muerte de este torero,

Que en el país fue el primero

Por su arrojo y su valor,

Conquistándose el favor

De todo el público entero.

 

UNOS VERSOS MÁS.

1992

 

El corrido.

 Aguascalientes, 1943.

 I

 En la llanura del cielo

los luceros, sorprendidos

por la astuta madrugada,

fueron perdiendo sus brillos.

El reloj de la parroquia

dejó caer hasta cinco

campanadas; allá, lejos,

hubo un coro de ladridos,

y contestaron los gallos

con sus clarines de vidrio.

 

Entre los altos jarales

al otro lado del río,

aparece un centenar

de jinetes amarillos

cuyos caballos se azuzan

en réplica de relinchos.

 

Ya la garita del puente

cambió los primeros tiros,

que se alejaron rodando

por el aire amanecido.

¡Ya crece la polvareda!

¡Ya se corona de gritos

la torre! ¡Ya se reparte

la alarma entre los vecinos!

 

¡Ya parecen esquitera

los disparos en el río!

 

En la mitad de la plaza

el jefe Pedro Trujillo

-chispas de fiebre los ojos,

par de pistolas el cinto,[3]

valiente como los buenos

y como un roble macizo-

a gritos anda reuniendo

a sus treinta campesinos:

-“Chueco, ¡tú con los muchachos…!

¡Me le tupen a los tiros

pa´l lado de la Huertita…!

Y tú, Chon, junto con Sixto,

te pintas pa Cueva Grande

pa que nos traigan auxilio.

¡Sube a la torre, Crescencio!

Ándele usté, don Cirilo,

váyaseme por los maestros

pa que nos echen corridos…”

 

Preparada la defensa,

cual burbujas, en el tibio

sol naciente, los disparos

revientan en blanquecino

penacho de humo, y el eco

prolonga los estampidos.

 

El arpa y la jaranita,

la guitarra y el requinto

se afina, y canta un viejo

con bronca voz de barítono:

“…Qué bonito era Bernal

en su caballo retinto

con su pistola en la mano

peleando con treinta y cinco…”

 

¡Cómo arrebata la sangre

la música del Corrido!

 

Crescencio desde la torre

se desploma en el vacío,

mordida la maldición

entre los labios mordidos.

 

El máuser ya se desprende

de las manos de Remigio;

Remigio tiene en las manos

volcados los entresijos.

 

Un emisario se acerca

a la distancia de un grito

proponiendo a los del pueblo

la rendición, y Trujillo,

entre dos escupitajos,

de rabia descolorido

-cruz de cananas al pecho-

contesta: ¡No nos rendimos…!

 

En vano miden sus ojos

el gusano del camino.

Son polvaredas del viento,

no de tropeles amigos.

 

Arrecia la granizada.

pasan silbando al oído

las balas. Surcan los aires

enjambres enfurecidos.

Abejas de plomo liban

rojos claveles sombríos,

entre los que ya la muerte

anda formando su nido.

 

Y dominando el tumulto,

torvo, vibrante, magnífico,

el jefe Pedro dispara

de pólvora ennegrecido.

 

Uno a uno van cayendo

los oscuros campesinos.

 

Sobre el fortín de la torre,

sucio y rasgado el corpiño,

con la cabellera suelta

por la espalda, y oprimido

el pecho por un sollozo

punzante como cuchillo,

posando sobre los muertos

sus ojos negros y vivos,

pasa en el viento, flotando,

la Musa de los Corridos.

 II

 Señores, soy el Corrido.

Señores, vengo a cantar.

No porque soy hombre pobre

me vayan a despreciar.

 

Vénganse mis valedores,

mis buenos compas del rancho,

y estamos ya recordando

las glorias del sombrero ancho.

 

China de los ojos negros,

la del andar tan garboso,

cobíjame con tus trenzas

debajo de tu rebozo.

 

Rosa, Rosita, Rosaura,

vamos todos a entonar

al compás de las guitarras

el corrido popular.

 

Ya sabrán que el otro día

dijo una persona fina:

-Ese corrido, señores,

cuando canta, desafina.

 

Vuela, vuela, palomita,

dile a la gente letrada

que yo soy la voz del pueblo

y que no les pido nada.

 

De las fronteras del norte

hasta Chilpancingo soy

el Corrido Mexicano

por dondequiera que voy.

 

Que lo cuenten los que saben

cómo tengo el corazón,

que lo digan Rubén Campos

y Francisco Díaz de León.

 

Coahuila y Aguascalientes,

Michoacán, Puebla y San Luis

y Guanajuato y Durango

les pueden hablar de mí.

 

En la feria de Texcoco

murió Bernardo Gaviño.

¡Cómo me pudo, señores,

lo de aquel torito indino!

 

El diecinueve de marzo

del año de ochenta y dos

cayó Valentín Mancera.

Se oyó de nuevo mi voz.

 

Allá en el noventa y cuatro

me fui para Mazatlán.

Heraclio Bernal andaba

en su caballo alazán.

 

Volví después a sonar

con cariño y mucho esmero

para recordar al hombre

que fue Macario Romero.

 

Cuando a Benito Canales

el gobierno lo mató,

en mis coplas, sin embozo,

su claro nombre cantó.

 

El año noventa y nueve

se nos fue Ponciano Díaz.

Por mi boca dijo el pueblo

lo mucho que lo quería.

 

Con Madero y con Zapata,

con Carranza y Obregón,

en potro bruto cantando

gané la Revolución.

 

Desde el diez al diecinueve

pasé las noches en vela

entre los labios morados

y secos del centinela.

 

En Torreón, en Zacatecas,

en Celaya tuve cita,

y supe de los amores

de aquella linda Adelita.

 

Mi general Felipe Ángeles

fue fusilado y también

por él me puse de luto,

porque era un hombre de bien.

 

Después, cuando a Pancho Villa

se lo echaron a traición,

como si fuera Dorado

lloraba mi corazón.

 

Señores, soy el Corrido.

Señores, vine a cantar.

No porque soy de los pobres

me vayan a despreciar.

 

Soy los recuerdos del viejo,

la diversión de la gente,

azote de los traidores

y gloria de los valientes.

 

Junto al Señor del Encino

vivo en el barrio de Triana.

Traigo en mis coplas envuelta

toda el alma mexicana.

 

Adiós, mis chinas hermosas.

adiós, charros del Bajío.

Quédense con Dios, mis muertos,

en el camposanto frío.

 

Ya con esta me despido,

para San Marcos me voy,

porque, como soy del pueblo,

siempre con el pueblo estoy.

 

Vuela, palomita blanca,

diles a todas las gentes

que el Corrido vino a ser

la Feria de Aguascalientes.

 Roberto Cabral del Hoyo.[4]

 V

    Testimonio periodístico. Este registro proviene del emblemático semanario El Arte de la Lidia del 28 de febrero de 1886:

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EL ARTE DE LA LIDIA_N° 9_28.02.1886_p. 2 detalle


[1] Jorge Gaviño Ambríz: “Semblanza de un torero en el siglo XIX” (Trabajo Académico Recepcional en la Academia Mexicana de Geografía e Historia), (pp.353-375), p. 365-367.

   El último domingo de enero de 1886, en la Plaza de Texcoco, el empresario Enrique Moreno presentó como primer espada a Bernardo Gaviño de 73 años.

   La gente de la ciudad de México acudió a esa diversión, a pesar de lo incómodo, inexacto y mal servicio de los trenes del ferrocarril, -narra el periódico El Siglo XIX- la plaza de toros de la histórica Texcoco estaba henchida de numerosa concurrencia. El empresario Sr. Lic. Enrique Moreno ofrecía presentar como primer espada a Bernardo Gaviño, ese viejo torero que hizo la delicia de nuestros abuelos.

   La función comenzó a las cuatro y media: el primer toro fue prieto, bien encornado y de regular alzada.

   Entró perfectamente a la capa, aguantó varios puyazos y fue bien banderillado.

   Bernardo tomó la espada y la muleta para darle muerte; pero el bicho no le quiso entrar y después de una estocada mal dada hubo necesidad de lazarlo para que el cachetero lo matara.

   El segundo toro fue josco del mismo juego y condiciones que el anterior.

   Al tocarse banderillas se presentó una mujer, y empuñándose un par, se dirigió a la autoridad, varias voces gritaban que no se le permitiera banderillar y otras que sí.

   La intrépida mujer se dirigió al toro y después de citarlo varias veces pudo clavarle el par sufriendo un ligero agarrón en la pretina de las enaguas de donde al salir el asta del toro le causó un rozón en un brazo.

   Este toro fue bien matado por Carlos (Sánchez); el segundo espada. Vino el tercero toro negro, ligero y bien encornado.

   Desde que salió del toril reveló su ley y viveza. Perseguía con feroz encarnizamiento al bulto y se disparaba furioso contra el encuentro de los caballos de los picadores y persistía en la garrocha hasta tocar los ijares, no dejando con vida a ninguno de los flacos resistentes que salieron a la plaza.

   Se tocó a banderillas y al ponerle el primer par persigue al banderillero, lo alcanza cerca del burladero, pega la embestida y le quiebra un brazo que le agarra contra la pared de la plaza donde el cuerno deja una profunda huella.

   La compañía continúa banderillando al bicho con gran temor.

   Bernardo decía satisfecho: este toro sí es de los buenos. Toma la espada y la muleta, lo cita muy cerca de la valla y el toro le da una cogida causándole una herida profunda y peligrosa.

   Se mandó lazar a la fiera pero el público insistió en que la matara Carlos, hubo que ceder, tomó la espada y le dio muerte con una estocada en que le dejó puesta el arma.

   Gaviño “todavía caminó por su propio pie hasta el cuartucho de adobe improvisado para enfermería, dejando un reguero de sangre pálida. La herida cerca del ano era profunda, incurable… sobre el camastro el pobre Gaviño respiraba dificultosamente después de la curación bárbara, en un cuarto mal oliente, un montón de heno en el rincón, unos frascos y unas vendas… sobre la silla de tule, los treinta pesos que cobró por actuar en esa tarde gris y polvorienta”.

   Qué contraste, cuando en una función extraordinaria, ofrecida por el Presidente de la República General Santa Anna al Príncipe Nassau, entró en la arena de la Plaza una elegante carretela abierta, tirada por frisones, y en cuyos asientos posteriores iban dos preciosas niñas vestidas de azul y blanco. La carretela, a todo correr de los caballos, dio una vuelta por el circo y se detuvo cerca del lugar en que se hallaba el primer espada Bernardo Gaviño. Las niñas descendieron del carruaje y se acercaron a éste para ofrecerle una hermosa corona cuajada de monedas de oro, en los momentos en que los atronadores aplausos y los vivas de la multitud espectadora se mezclaban con los alegres acordes de la música. Bernardo subió al carruaje con las niñas e hizo su paseo triunfal en aquella plaza, durante la cual no cesó el palmoteo y el entusiasmo del público. Día de un triunfo espléndido para aquel que millares de veces expuso su vida luchando con el toro”.

   Pero ahora ello parecía un sueño, o una pesadilla, pues todo había terminado. Después de varios días de agonía trajeron a Gaviño de Texcoco a México. El periódico “El Siglo XIX” del día 8 de febrero publica el estado de gravedad y las condiciones miserables en que se encontraba:

   “El decano de los toreros en México, el octogenario Bernardo Gaviño, sabido es que no ha muerto, pero sí se halla grave y casi al borde de la tumba. Algunos amigos que hemos estado en su casa a informarnos de su salud, nos conmovimos profundamente por la miseria horrorosa en que se encuentra. La pieza en que está es baja, oscura, húmeda, casi es un sótano El Dr. Vicente Morales lo asiste con ese empeño y solicitud que todos le conocemos y más los exagera, tratándose de heridos en lides tauromáquicas. Dados los sentimientos humanitarios que ha mostrado el buen viejo con propios y con extraños en iguales circunstancias las que hoy lo agobian, así como el deseo de algunos de sus buenos amigos para favorecerle, ahora que carece de los indispensables elementos para su curación, no hemos vacilado en promover una suscripción que pudiera acaso servirle de mucho en estos momentos.

   “Es un deber de humanidad el que invocamos, así de sus paisanos los españoles, como de sus amigos del país. Los donativos se reciben en la peluquería de la calle de los Rebeldes, junto al baño”.

   El día 11 de febrero a las 9:30 de la noche en el Callejón de Tarasquillo número 5 1/2 bajos, falleció de gangrena del recto el célebre torero Bernardo Gaviño a los 73 años de edad, durante su carrera dio muerte a 2950 bichos.

   Fue inhumado en el Panteón Civil, en una fosa de tercera clase, ocupando la Nº 1763, línea 23, sepulcro 2.

   Al cumplirse un mes del fallecimiento del ilustre torero, el Sr. Ponciano Díaz, su banderillero de confianza, su discípulo más querido le organiza una corrida de toros en la plaza El Huisachal, en beneficio de la familia del finado señor Gaviño, que se encontraba sin recursos de ninguna clase, la corrida se celebró el día 25 de abril presentándose la cuadrilla de Ponciano Díaz y la ganadería de las mejores razas.

   El recuerdo del matador estaba latente, “al sur de la capital, por el rumbo de los canales de Jamaica se levantó con tablones y estacas una placita que llevaba el nombre de “Bernardo Gaviño”.

   En el Canal de la Viga, muy cerca a aquel sitio, se encontraba la Quinta Corona, en donde su propietario tenía una especie de museo en el cual se exhibían multitud de curiosidades especialmente taurómacas y entre ellas la que llamaba mucho la atención de la concurrencia, era el traje azul y negro que llevaba el afamado torero hispano Bernardo Gaviño, al ser embestido por el toro en la plaza de Texcoco.

   Por su parte, Julio Bonilla “Recortes” anotó al respecto del percance lo siguiente:

   “En tercer lugar salió un toro negro zaino, meleno, bien encornado y de pocas libras perteneciente a la ganadería de Ayala. El toro resultó bravo, tomó ocho puyazos, mató dos caballos, pasando a banderillas con mucho poder y ligereza de patas. El viejo Gaviño estaba contentísimo y hacía elogios de la nerviosidad del burel.

   “Tocaron a matar, y el diestro de Puerto Real, que vestía terno negro, con adornos de seda negra, armó la muleta y se dispuso a estoquear a aquel toro (…), se fue hacia la res, presentando la muleta, que el toro tomó bien, pero al tomar el pase se revolvió, y como el caduco torero no tenía ya el vigor necesario para afirmarse en las piernas, fue cogido por la espalda, suspendido y engatillado (…) en la región anatómicamente llamada por los facultativos hueco isquio rectal”.

   Además:

   El Arte de la Lidia, año II, Nº 9, del 28 de febrero de 1886.

PARTE FACULTATIVO de las heridas que recibió Bernardo Gaviño en Texcoco, la tarde del Domingo 31 de enero de 1886 por un toro de la ganadería de Ayala, que ocasionaron su muerte.

   Bernardo Gaviño tiene una herida de bordes irregulares contusos, de cuatro centímetros de extensión situada en la margen derecha del ano hasta la parte posterior, que interesa en algunos puntos la piel y el tejido celular y en otras la mucosa y dicho tejido. En la parte posterior de la herida penetra en la fosa isquio-rectal a una altura de 10 centímetros, perforando el recto en una obertura superior de y centímetro y ½ de diámetro. Tiene en la parte anterior e izquierda de la margen del ano otra herida de bordes irregulares de 2 centímetros ½ de extensión que interesa la piel y la mucosa hasta el tejido celular. Al nivel de los trocánteres, sobre todo en el izquierdo, grandes equímosis como de 20 centímetros de diámetro.

   La primera curación se la hizo en Texcoco el Dr. Osorio, y el día 1º de Febrero y 1, los Doctores Osorio, Icaza y Casasola.

   El día 2 al medio día tuvo un calosfrío intenso, principios de la infección que causó su muerte; desde ese momento calentura y síntomas graves, sed inextinguible, y delirio constante con asuntos de toros y en momentos de lidia; hipo casi desde ese día y parálisis de la vejiga; fetidez notable del pus de la herida que era sanguinolento y abundante. En el momento de la herida hemorragia abundante que le produjo varias lipotimias. Su muerte ocurrió a las 9.30 de la noche del día 11 de febrero estando tranquilo, muy frío y con la respiración muy frecuente y estertorosa.

   Se le curaba dos veces al día, con curación antiséptica y muy cuidadosa.

[2] El Arte de la Lidia, año II, Nº 9 del 28 de febrero de 1886.

   Bernardo Gaviño.

(…) Él fue, como hemos dicho, no sólo el decano de los toreros en México, sino el maestro de los nacionales que bajo su acertada dirección ejercieron y aún ejercen ese peligroso arte, heredado en España de la antigua nobleza (…)

   Bernardo Gaviño, en su larga vida de torero, llegó a captarse las simpatías de todas las poblaciones donde lució su valor, destreza y grandes conocimientos en el arte; y no sólo en el redondel taurino supo hacerse querer, sino fuera de él, en su trato social, en el que siempre se condujo como un perfecto caballero, pues además de su buen trato y acrisolada honradez, jamás hizo gala de ninguno de esos vicios que aquí, al menos, parecen inherentes al ejercicio del arte entre muchos nuevos toreros.

   En cierta época llegó a reunir una fortuna de más de 50,000 pesos, ganados a fuerza de constancia y trabajo. Gustaba de vivir con comodidad, casi nunca usó en sociedad el traje andaluz, y en la lid se presentaba con lujo.

   Bernardo se había connaturalizado con nuestras costumbres y modo de ser, y amaba a México como a su propio país, que no volvió a ver…

   Es el único torero en quien, aparte de su natural gallardía, vimos reunidas las tres cualidades del diestro: cabeza, corazón y pies.

   Sus muchachos tenían ciega confianza en él, y muchos le debieron la vida y su auxilio en las lides taurinas y de fortuna.

   No siempre tuvo desahogo, pero jamás le faltaron buenos amigos en todo el país, quienes al verlo, ya anciano, arriesgar sonriendo y sereno mil veces su vida en las corridas, le aconsejaban se retirara del redondel; pero Bernardo era torero de corazón, y nunca pudo sacrificar su amor al arte.

   Como diestro y como empresario ganó grandes cantidades, tuvo temporadas en las que trabajó en más de cuarenta corridas al año, y se calcula, por datos dignos de crédito, que en el ejercicio de su profesión dio muerte a más de 5,000 toros de las mejores ganaderías.

[3] Quizá lo correcto sea: “par de pistolas al cinto”.

[4] Roberto Cabral del Hoyo: Casa sosegada. Obra poética 1940-1992. 1ª ed. México, Fondo de Cultura Económica, 1992. 476 p. (Tezontle), p. 218-224.

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NOTAS REZAGADAS DE EL POPULAR LLEGAN HASTA NUESTRA REDACCIÓN…

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Aparentemente un retraso que ocasionó la rotura de un puente de madera, cerca de la capital, produjo que nuestro “mensajero” llegara, además de empolvado con un tremendo malestar en las corvas, luego de haber montado por días a su valiente caballo, con un paquete que puso en mis manos. En realidad casi nada, aunque por su contenido, me parece apropiado que no deje de publicar estas curiosidades que, a su vez aparecieron en El Popular, periódico cuyos primeros números corresponden al mes de enero de 1897, y donde al parecer el responsable en la redacción no se olvidó de nosotros, quienes a 119 años de distancia, procuramos seguir divulgando estas y otras notas donde la tauromaquia se convierte en la protagonista principal.

   Apenas rompo el sobre y me encuentro con estas notas que de inmediato comparto con todos ustedes.

EL POPULAR_N° 3_03.01.1897_p. 2

El Popular. N° 3 del 3 de enero de 1897, p. 2

 EL POPULAR_N° 5_05.01.1897_p. 2

  La crónica, sin firmar, ante el temor de cualquier represión, según los dictados de la época, tensión a a la que se sometían con frecuencia los periodistas. El Popular. N° 5 del 5 de enero de 1897, p. 2

   Apenas, con diferencia de unos días, se registró otro festejo, ahora en la plaza de toros de Tacubaya, y donde el ganado de La Vaquería resultó tan malo como la quina…

EL POPULAR_N° 12_12.01.1897_p. 2 NOTA DEL 10.01.1897

El Popular, N° 12, del 12 de enero de 1897, p. 2, nota correspondiente al festejo celebrado dos días antes en la plaza mencionada.

EL POPULAR_N° 17_17.01.1897_p. 2

Finalmente, si usted lo prefiere, aquí tiene el “menú” de diversiones públicas para el 17 de enero de 1897. Hay funciones de teatro en el Nacional, el Arbeu, el Hidalgo, pero también en la plaza de toros de Tacubaya. Usted elige. El Popular, N° 17 del 17 de enero de 1897, p. 2.

   Las imágenes fueron reproducidas gracias a la página “Hemeroteca Nacional Digital de México”, herramienta digital de nuestra Universidad Nacional.

http://www.hndm.unam.mx/consulta/busqueda/buscarPalabras

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RECORDEMOS A JORGE “EL RANCHERO” AGUILAR. HOMENAJE.

EFEMÉRIDES TAURINAS MEXICANAS DEL SIGLO XX.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

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Nace y muere en haciendas taurinas.

Jorge Aguilar González (Tlaxcala, 1927-1981), conocido en el mundo del toro como El Ranchero, vive sus años mozos en Piedras Negras. Desde muy joven demostró grandes capacidades para luego convertirse en figura del toreo. Fallece de un infarto al corazón mientras tienta una vaquilla en Coaxamaluca.

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   Su historia, representación fiel del sentimiento tlaxcalteca, está escrita en el campo, en ese paisaje bravío que solo conocen los habitantes de una ganadería, los dueños de la naturaleza toda.

   Torero de muchas faenas, con un cuerpo más para mostrar el fondo que la forma en la expresión artística, desinhibido y siempre echado pa´lante, se le recuerdan varias obras inmortales: la de Montero de San Mateo o la de Náufrago de La Laguna, con las que demuestra una sólida tauromaquia fincada en el aprendizaje natural de sus largas estadías en las haciendas de Piedras Negras, en la propia La Laguna, Coaxamaluca o Zotoluca.

   De su faena a Montero, considerada la mejor de su carrera de matador de toros, el antiranchero Carlos León, escribe:

Faena de escándalo de las que pueden convertir rápidamente en “figura” del toreo a su realizador, fundamentalmente izquierdista, pues las tandas de naturales cumbres se sucedieron como apariciones milagrosas, dieron la seriedad que requiere toda faena grande. Y junto a esa verdad, la variedad de los pases cambiando el viaje, que sorprendieron al público por novedosos. ¡Qué gran faena! (…) Cuando mató de una estocada corta, ya los tendidos eran un manicomio. Las dos orejas, el rabo y la salida en hombros, entronizaba a un nuevo ídolo que supo rectificar el curso erróneo y aprender a tiempo…

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   Después, debido a su recia personalidad que apuesta a señalar las cosas por su nombre y nunca bajar la cabeza, ya sea en la plaza, ya sea en la administración política, es designado como tesorero de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos. Lamentablemente ciertas diferencias habidas con integrantes de su organización lo condenan al ostracismo por lo que algunas empresas lo marginan, de ahí que decidiera despedirse de los toros el 11 de febrero de 1968 en la plaza “México”, no sin antes dejar un legado de autenticidad que le da origen, matiz, seriedad y universalidad a los toreros nacidos en Tlaxcala, el estado mexicano con mayor número de ganaderías de bravo, símbolo en esos años de la grandeza de nuestro toro, de nuestros matadores y de nuestra fiesta.

   No conforme con lo escrito hasta aquí, me parece justo reunir a continuación algunos versos más que han sido localizados, y donde la figura señera del “Ranchero” Aguilar fue motivo de exaltación desde ese peculiar género literario. Veamos.

 Ca. 1980

 CORRIDO.

JORGE AGUILAR “EL RANCHERO”

 

Tlaxcalteca, cien por ciento

campirano y buen torero

fue valor y sentimiento

Jorge Aguilar “El Ranchero”.

 

El veintisiete de enero

a las doce horas cabales

murió en “la raya”, “El Ranchero”

bordando tres naturales.

 

Fue el año de ochenta y uno

que no olvidaremos nunca.

Un ataque inoportuno,

lo mató en Coaxamalucan.

 

Tlaxcala llora con pena

y lo llora el mundo entero.

¡Sabemos que tu faena

la terminaste en el cielo!

 

La Malinche se lamenta

con ayes de sufrimiento,

pues fue testigo en la tienta

de ese terrible momento.

 

Los toros braman inquietos.

Las vacas se arremolinan.

Los bueyes se quedan quietos

y los pájaros, no trinan.

 

Los caporales se agachan

con lágrimas lastimeras.

Los “maletillas” se marchan

a soñar glorias toreras.

 

Ya me voy, ya me despido

ténganlo ustedes presente:

Que el torero que se ha ido

fue el mejor y el más valiente. 

Héctor de Jesús “Hachegé”

    En el libro más reciente que se ha publicado para recordarnos a Jorge Aguilar González, se encuentra el escrito por Carlos Hernández González, cuyo título es Jorge Aguilar El Ranchero. Un gran torero. Un gran hombre.[1]

JORGE AGUILAR_EL RANCHERO...

Allí encontramos la recolección de otro conjunto interesante de versos que serán la extensión de este pequeño homenaje.

Un poema por su despedida (1968).

El Ranchero ya se va. Las palomas se remontan y se dirigen al cielo

este cielo de Tlaxcala, el mejor del mundo entero

que vistió de azul y plata al ver nacer al torero.

No volverán esas aves que se llevan en su vuelo

aquellas grandes faenas que realizara el maestro

con la muleta en la izquierda, en los medios de los ruedos

¡y en las cumbres del toreo!

¿Quién no recuerda la tarde que inmortalizó a Montero?

y aquella faena de ensueño que le bordó a Bogoteño

y a Náufrago, a Arriero y a Viajero

muchas otras tantas más, que en México y en España

no se olvidará jamás.

Algunas tardes también, te vestiste de corinto

el corinto de tu sangre que derramaste en el ruedo

en esa arena insaciable de la sangre del torero

pero a la que hay que regar, para llegarse a consagrar.

Como en el ocaso del sol; el astro que se retira con brillante resplandor,

al cortarte el añadido has agregado a tu lista el nombre de Forjador

¡Vete orgulloso Ranchero! ¡Vete tranquilo torero!

Que la huella que dejaste en tu paso imperecedero

no la borrará ninguno así se llame ¡el primero!

Mariano Muñoz González.

El Ranchero ya se va, marzo de 1968.

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Jorge Aguilar junto a Carlos Arruza. España, 1953.

Rimas dedicadas por la Asociación Taurina de Puebla. (1968).

De tierra tlaxcalteca

un gran torero salió

que siempre con valentía,

a los toros se enfrentó.

Quien no conoce señores?

a aquel que inmortalizó

a los toros “Cartonero”,

“Bogoteño” y “Forjador”?

De Jorge Aguilar “El Ranchero”,

es de quien les hablo yo,

y hoy la Asociación Poblana,

“Ranchero”, les dice adiós…

La Asociación Taurina Poblana,

con tristeza hoy se engalana,

para darle un adiós sincero

a Jorge Aguilar “El Ranchero”.

Hoy dos de marzo “Ranchero”

queremos decirle adiós,

y deseamos que en adelante

¡suerte y salud! Le de Dios.

Señores en esta noche

despedimos a un gran torero,

de quien no ha visto torear,

a Jorge Aguilar “El Ranchero”.[2]

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Enorme derechazo del “Ranchero” en su campaña española.

Lágrimas a un torero.

 Todo un hombre en su casa, todo un torero en la plaza

férreo en el tentadero, implacable en el herradero

así era Jorge Aguilar “El Ranchero”.

Qué tragedia, qué pena que esa cita se cumpliera

los toros mugen en el potrero, extrañan a Jorge Aguilar

ya no lo verán torero ni tampoco lo verán colear.

Aires de campo taurino que le rodea las cienes

como un laurel de triunfo que coronaba a los reyes.

Por ese camino real que conduce al derribadero

van los caporales cantando a las coplas del Ranchero.

Los públicos mudos quedaban por la muerte del torero

y dos corceles tiraban en un 28 de enero de la carroza del Ranchero.

¡Qué suave con el capote!

¡Qué poderoso con la muleta!

¡Qué recio en el potrero!

¡Qué puntual a la cita final!

¡Qué enorme hasta la muerte!

En el último pase de la vida a la eternidad.

El Ranchero murió tentando embriagado de placer

cuando las dos estaban sonando

en la tierra que lo vio nacer.

¡Estás enorme Ranchero!

le gritaron del tendido, mas él ya no se enteraba

a la muerte iba en camino,

su gente lo ha sentido… lloren… lloren caporales

que el Ranchero ha partido.

Poema de Manuel González Rosas, marzo de 1981.[3]

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                                                       ¡Extraordinario!

Torero de campo bravo…

Torero de campo bravo, donde crece el sabinal,

torero de Piedras Negras de estilo muy personald

de ahí eres Jorge Aguilar.

Los potreros ya callados, las ramas de los sabinos

quietas quedaron y tristes

así las pencas yertas de los magueyales

Así el agua de los jagüeyes. Toditos toditos ellos

tu figura van a extrañar.

Adiós torero y castizo charro.

la afición tus faenas va a extrañar

tu toreo redondo y natural.

¡Adiós Jorge Aguilar “El Ranchero”!

el torero charro por tradición.

¡Adiós, Ranchero!

Rimas de Joaquín López, 1981.[4]

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Tienen razón los versos que se escribieron en torno al “Ranchero”.

En memoria.

Jorge Aguilar “El Ranchero” gran torero tlaxcalteca

que venías de tu tierra para traer a la fiesta

el sabor y la solera de tu muleta campera…

Muleta como un tesoro que al obedecer tu mando

derrochaba ante el toro pases con olor a nardo.

Con gallardía y con arrojo, cual filigranas de oro

cincelabas frente al toro faenas de hondo sentimiento

de belleza y de verdad que hacían vibrar a las plazas

con emoción singular.

Dios te guarde mexicano, Dios te acoja, gran torero

y te premie con la gloria que mereces, buen Ranchero.

Romance de Graciela Palomino de Rivera.[5]

Ranchero Aguilar (Pasodoble)

 Todo un torero de los pies a la cabeza

es el “Ranchero por su majeza”

serio y valiente por su clase y por su temple

arma alboroto por donde va.

En su muleta hay son de pandereta

como “El Ranchero” en el ruedo no hay dos

que toreen igual.

Genio y figura en sus lances de locura

“Emperador del bien torear”

Jorge Aguilar, te consagró la afición pues tienes tú

muy grande el corazón.

Al dibujar un natural bajo tus pies va floreciendo un rosal.

“As” del cartel siempre serás el mejor,

haces temblar por tu valor, cuando sales a triunfar.

“Ranchero” sin par; y que se quite todo el mundo

que ahí está Jorge Aguilar.

Antonio Silva.[6]

   En 1952, fue motivo de otro pasodoble, este dedicado por Luis Piedras Días, que va así:

Jorge Aguilar “El Ranchero”

Jorge Aguilar

ranchero regional

torero, tlaxcalteca

torero singular

te viera Don Wiliulfoa

ahora a ti torear en

la grandiosa plaza, la

Gran Monumental

Has dado grandes tarde de

las que saber dar, tus lances

naturales de temple

y de valor en el pase de

pecho eres un gran señor

Torero, torerazo,

Torero de verdad

te esperan muchas glorias

España y Portugal

tu casta de torero y

tus ansias de triunfar

que allá en la Madre

España tu vuelvas a triunfar

torero macho eres

JORGE AGUILAR.[7]

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La necesaria publicidad para reafirmar su imperio. El Ruedo de México, 1953.

   Finalmente, estos otros versos anónimos escritos en 1957:

Ranchero Aguilar.

Artistas

valientes

de corazón

con temple y pundonor,

se han visto

en el ruedo.

Pero el sabor

y tu valor

nadie podrá igualar;

¡qué forma de torear

Ranchero

tú eres

la sensaciónd

de una generación.

Artista

valiente

siempre serás

la admiración

Te gritarán olé

Torero mexicano.

Muy serio

te arrimas

al toro bien plantado

¡Qué dicha

la tuya!

Que siempre eres el amo,

recibes

claveles

con besos de las hembras

RANCHERO,

tú eres

el amo donde quiera.[8]

   Don Jorge Aguilar: todo esto en su honor. Honor a quien honor merece.


[1] Carlos Hernández González: Jorge Aguilar El Ranchero. Un gran torero. Un gran hombre. Tlaxcala, Gobierno del Estado de Tlaxcala, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Instituto Tlaxcalteca de la Cultura, 2015. 381 p. Ils., ftos., grabs., facs.

[2] Op. Cit., p. 212.

[3] Ibidem., p. 342.

[4] Ibid., p. 343.

[5] Ib.

[6] Ib., p. 364.

[7] Ib., p. 368.

[8] Ib., p. 369.

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TAUROMAQUIA: PASADO-PRESENTE VS. NEOLIBERALISMO Y POSTMODERNIDAD.

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   En este siglo XXI que marcha a velocidades extraordinarias, se desvelan con igual ritmo un conjunto notable de síntomas impuestos por la postmodernidad, voz cantante que se impone sin misericordia alguna. Como un “tsunami” está arrasando con todo, o casi todo, y en ese “casi todo” han tenido que dar cara segmentos de una sociedad que debe habitar este mundo bajo nuevas condiciones. Las puede haber de supervivencia, laborales, de ingresos justos o no. Es decir, se lucha por conseguir una vida digna en algo que se niega reconocer ese esfuerzo, pues los dictados del nuevo principio que se impone así lo establece con lo que, los sistemas de producción que alguna vez plantearon Marx y Engels en las teoría del socialismo científico parecen ya no existir en su estado original. De igual forma, convive o convivimos cada vez más con duras realidades, como el cambio climático, dilema sin parangón, justo ahora que la tercera revolución industrial consiguió posicionarse y causar los daños que hasta hoy parecen irreversibles, salvo que se atiendan y apliquen en forma razonada y contundente todas las recomendaciones que fueron tomadas en la cumbre COP 21, siglas de la vigésimo primera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Incluso, todo parece indicar que la “Cuarta Revolución Industrial” ha llegado para quedarse, pues ya ha dado muestras de su evidente presencia, al punto de que tal “Revolución Industrial” es o será una era de innovación donde las tecnologías de última generación transforme por completo los sectores económicos a una velocidad impresionante…, tal cual lo establece esa gran dominante que opera desde el neoliberalismo.

   Entre todos esos factores se encuentran también los de nuevas ideologías o la exaltación de otras. El fundamentalismo parece ser su mejor bandera. Y es esta condición la que viene causando modificaciones muy severas en una sociedad como la nuestra, que parece confrontarse cada vez más, por ejemplo, en casos como el de la tauromaquia.

   Pasado y presente han entrado en conflicto, y es que nuestra sociedad, en su más reciente actitud parece correr el riesgo de perder toda comunicación e información sobre lo que el ser humano en cuanto tal; o este involucrado en nuevas estructuras que integraron y han integrado la escala social en sus distintas composiciones; pareciera ya no representar el suficiente motivo de cohesión, destrucción y vuelta a su nueva integración entre este conjunto de representaciones. Por tanto, el corte parece ser abismal, pero también muy peligroso, pues se abandona ese registro histórico en el que han ocurrido todos esos procesos, lo que significa también alejarse para entender aquellas complejas construcciones, con sus ideologías, creencias, esquemas de operación, expresión y entendimiento que nos llevaría a reconocer, entre otros componentes, aquellos que jugaron un papel relevante a la hora de construir modelos de creencia, o aquellos relacionados con procesos rituales o el que se concibe como el de un imaginario cotidiano bajo el cual fue integrándose durante varios siglos la tauromaquia. Dicha expresión ha podido depositarse en este siglo XXI, evolucionada, aunque conservando esencias originarias relacionadas en lo fundamental con el sacrificio y muerte del toro. Este acontecimiento ocurre a la luz del día y es, incluso, inversamente proporcional a las matanzas colectivas que se llevan a cabo, por ejemplo, en los rastros.

   Sin embargo, un sector minoritario pero no necesariamente marginal de la sociedad, cuestiona y ha cuestionado el hecho de que las corridas de toros tengan que representarse en medio de toda su realidad. Ellos se oponen bajo el argumento de que se mata al toro con las tres agravantes, de que somos –digamos sus creyentes- seres a un paso de la aceptación y fomento de la violencia. Ellos creen que incluso, los niños que acuden a la plaza, son blanco vulnerable y fuente perfecta para concebirse ya, en su etapa adulta como auténticos asesinos en potencia. Su actitud frontal, cerrada, omisa para con quienes podemos argumentar el porqué de este espectáculo, hoy día, se han fortalecido no solo por vía de la internet, sino por las redes sociales (twitter, facebook, instagram…) y otras herramientas que les permiten aglutinarse con sorprendente rapidez, hasta el punto de articular auténticos escudos con que se sirven para salir en defensa de “su” ideología que la respeto pero que no la comparto.

   En ese sentido, en el aquí y ahora de lo que somos como humanidad, y luego fraccionada esta en naciones, credos, lenguas, sentidos políticos, vida cotidiana y demás aspectos que nos definen, hay comunes denominadores que nos unen, nos hacen homogéneos en este o aquel aspecto, hasta llegar al punto de compartirlo y respetarlo, hasta el punto de que pueda cambiar la forma, no el fondo.

   Por todo lo anterior es que quizá haya valido la pena este planteamiento inicial, en nuestro justo presente con objeto de volver al principio de todas las cosas e incluso, retornar a nuestro tiempo realizando el necesario ejercicio de prospectiva para contemplar los posibles escenarios del futuro.

   Como puede verse, tenemos en el pasado, el presente, e incluso en el futuro las tres dimensiones temporales en qué soportar el desarrollo de ideas que se pretenden más adelante. Como lo planteaba Edmundo O´Gorman, “el pasado nos constituye” justo cuando nos habla de dos piezas inseparables de las que dependerá el porvenir, escala que se sumerge en el más absoluto de los misterios, por la simple y sencilla razón de que la humanidad hoy, sea quizá el conjunto más complejo que haya habitado este planeta desde que se tiene idea de la socialización del ser humano. Los miles de millones de personas que vivimos, al menos en su nivel más elemental tenemos noción casi exacta de otros países, y sus respectivas culturas. Los medios masivos de comunicación, así como las tecnologías de información y comunicación (TIC, por sus siglas), son ya los enormes constructores de esa entelequia. Y aún así hay limitantes o cortes que se dan al no tener la suficiente capacidad de respuesta y adaptación.

   Veamos pues, a partir de esta contemplación, un trabajo que debemos realizar todos aquellos que nos sentimos involucrados con la tauromaquia, demostrando que pueden superarse planteamientos como los que recoge Francis Wolff en medio de cierto excepticismo, al apuntar que “la corrida de toros… garantiza la biodiversidad y la supervivencia de una especie única, el bos taurus ibericus; que ella es quien vela por la ecología al mantener unas condiciones de ganadería extensiva y un ecosistema de pastoreo único; o que, precisamente desde el punto de vista del “bienestar animal”, las condiciones de vida del toro de lidia son excelentes y mejoran por mucho las de la mayoría de los animales de renta; que son las que más respetan las condiciones naturales de la vida animal; que tan sólo un 6% de esta cabaña muere en el ruedo (el resto, tal cual su rama doméstica, en el matadero); que el sufrimiento de los toros, en el fragor de la lidia, transformado en el acto en agresividad y arremetidad, es probablemente bastante menor de lo que el hombre puede figurarse, o de lo que pueden padecer durante el transporte, en el confinamiento o en el campo cuando resultan heridos por sus congéneres, etc.” Y decía excepticismo, pues el mismo filósofo francés sentencia que estos elementos han resultado en vano a la hora de justificar al espectáculo, pues no resultan ser suficientes, y menos en los tiempos que corren.

   Ya lo apuntaba desde el principio: Postmodernidad o neoliberalismo, junto con nuevas y más intensas ideologías que se decantan por ciertos fundamentalismos, no quieren detenerse a escuchar la voz de una representación que viene desde la noche de los tiempos y que hoy alcanza el siglo XXI bajo la dura amenaza de su desaparición.

   No olvidar, por ejemplo, un compromiso que quedó establecido desde 2012 en el II coloquio internacional La Fiesta de los toros: un patrimonio inmaterial compartido, celebrado en la Ciudad de Tlaxcala (México) del 17 al 19 de enero de 2012 del que traigo hasta aquí sus conclusiones:

Coloquio internacional de Tlaxcala La Fiesta de los toros: un patrimonio inmaterial compartido

 Comunicado

    El coloquio internacional La Fiesta de los toros: un patrimonio inmaterial compartido acaba de celebrarse con éxito en la ciudad de Tlaxcala, del 17 al 19 de enero de 2012. Los participantes, universitarios, investigadores y expertos en materia taurina, han venido de México, de España, de Francia y de Ecuador.

   Además de las ponencias que han versado sobre los componentes culturales de la tauromaquia, el aporte ecológico de las ganaderías bravas, la realidad actual y la evolución deseable de la Fiesta, los participantes han centrado su reflexión en los motivos que justifican el reconocimiento de la tauromaquia como patrimonio cultural inmaterial en cada uno de los ocho países con tradición taurina – reconocimiento logrado en Francia en 2011 – y, a nivel internacional, por parte de la UNESCO.

   En esta perspectiva los ponentes han reafirmado su adhesión al contenido de la Declaración internacional sobre la Fiesta de los toros como obra maestra del patrimonio cultural inmaterial, y con una declaración específica redactada al final del coloquio de Tlaxcala han hecho hincapié en el alto significado antropológico y filosófico de esta fiesta, en sus singulares valores estéticos, y en su contribución insustituible a la diversidad cultural y ecológica.

   Por otra parte se han declarado dispuestos a apoyar las agrupaciones nacionales encargadas de llevar a cabo ese proceso de reconocimiento en los aspectos científicos y políticos, y han insistido en la necesidad de una coordinación internacional para preparar la presentación del dossier ante la UNESCO.

   La contribución riquísima de México a la historia de la Fiesta y al arte del toreo, el lugar destacado que ocupa este país en el campo del patrimonio cultural inmaterial, y el hecho de que constituye un puente histórico entre las culturas y tradiciones de América y Europa, le confieren una vocación especial para impulsar este proceso.

Declaración de Tlaxcala

 Los participantes en el II coloquio internacional La Fiesta de los toros: un patrimonio inmaterial compartido, que se acaba de celebrar en la Ciudad de Tlaxcala (México) del 17 al 19 de enero de 2012, provenientes de Ecuador, España, Francia, México y Venezuela.

  • Agradecen al pueblo tlaxcalteca su hospitalidad generosa; también agradecen al Gobierno del Estado de Tlaxcala, que encabeza el Lic. Mariano González Zarur, y al Instituto Tlaxcalteca de Desarrollo Taurino, dirigido por el C. Luís Mariano Andalco López, que hayan facilitado la realización de las siete mesas de discusión, así como las respectivas actividades culturales, y reconocemos su absoluta disposición para fomentar y promover las iniciativas ciudadanas en materia de reconocimiento de la tauromaquia como manifestación cultural;
  • Entienden que México, por su contribución valiosa a la historia de la Fiesta y al arte del toreo, su posición muy destacada en el campo del patrimonio cultural inmaterial, y el puente histórico que constituye entre las culturas y tradiciones de América y Europa, tiene particular vocación para involucrarse en el proceso de reconocimiento de la Fiesta de los toros como patrimonio cultural inmaterial;

–               Celebran que, en este país, un comité científico se encuentre en proceso de elaboración de un argumentario que justifique la inscripción de la Fiesta en el inventario nacional del patrimonio cultural inmaterial, así como de su presentación ante la comisión interinstitucional competente;

  • Se adhieren plenamente a la Declaración internacional sobre la Fiesta de los toros como obra maestra del patrimonio cultural inmaterial, cuyo texto figura en anexo, firmada en primera instancia por la Asociación Nacional de Presidentes de Plazas de Toros de España (ANPTE), la Asociación Internacional Taurina (AIT) y el Observatorio Nacional de Culturas Taurinas de Francia (ONCT), y refrendada por varias plataformas para la defensa de la Fiesta en los ocho países de tradición taurina, así como por numerosas comunidades autónomas y ciudades en estos países;
  • Reafirman en particular que la muerte del toro en la plaza – y no en el corral o el matadero– con el consiguiente riesgo asumido por el hombre durante toda la lidia y en la suerte suprema, constituye el núcleo del ritual taurino y su mayor significado;
  • Consideran que la inscripción por parte de la UNESCO de la Fiesta de los toros en la lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad constituye el objetivo último y legítimo a lograr para su reconocimiento a escala internacional;
  • Llaman al conjunto de los ocho países taurinos, tal como lo prescribe la Convención de la UNESCO del 17 de octubre de 2003 para la salvaguarda del patrimonio cultural inmaterial, a inscribir previamente este elemento patrimonial en los inventarios oficiales de los estados o comunidades autónomas y, en última instancia, del estado nacional, condición que ya se ha logrado en Francia;
  • Abogan para que, con tal fin, se constituya en cada uno de estos países una instancia adecuada que agrupe a la vez a los profesionales del mundo taurino y a los representantes de la afición y de las autoridades políticas implicadas en el desarrollo de la Fiesta – como es el caso, por ejemplo, del Observatorio francés de las culturas taurinas – y para que, en el seno de esta instancia, un comité científico pluridisciplinario elabore el argumentario adecuado para establecer la ficha de inventario;
  • Consideran indispensable que tanto en el campo científico como en los campos procesales y políticos se consolide la Coordinación Internacional para llevar a cabo este proceso en todos sus componentes. Esta coordinación es necesaria en particular para:

. redactar un argumentario con aspectos comunes y otros específicos, relativos a la historia de la Fiesta y a su peculiaridad en cada país;

. intercambiar informaciones sobre el proceso de inscripción de la Fiesta en las listas nacionales, así como sobre las declaraciones de reconocimiento en las diferentes instancias políticas.

  • Estiman oportuno que en el curso del año 2012 se reúnan los representantes de los diferentes comités científicos y de las agrupaciones encargadas de impulsar el proceso de reconocimiento, para preparar el paso definitivo, o sea la presentación de la candidatura de la Fiesta de los toros a su inscripción por parte de la UNESCO en la lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.

Tlaxcala de Xicoténcatl, el 19 de enero de 2012

 Manuel Camacho Higareda. Tlaxcala, México.

José Francisco Coello Ugalde. D.F., México.

Luis Mariano Andalco López. Tlaxcala, México.

François Zumbiehl. Francia.

Araceli Guillaume-Alonso. Francia.

Beatriz Badorrey Martín. España.

Julio Martínez Moreno. España.

Williams Cárdenas Rubio. Venezuela.

María Isabel Campos Goenaga. D.F., México.

Francisco Javier López Morales. D.F., México.

América Molina del Villar. D.F., México.

Carlos Horacio Reyes Ibarra. Puebla, México.

María del Carmen Chávez Rivadeneyra. D.F., México.

Hermilo López-Bassols. D.F., México.

Marco Garfias. San Luis Potosí, México.

Pedro Martínez Arteaga. Zacatecas, México.

Esteban Ortiz Mena. Ecuador.

José Vicente Sáiz Tejero. Morelos, México.

Julio Téllez García. D.F., México.

Jaime Oaxaca García. Puebla, México.

Juan Antonio de Labra. D.F., México.

Jesús Córdoba. Querétaro, México.

Natalia Radetich Filinich. D.F., México.

José Antonio Luna Alarcón. Puebla, México.

Leonardo Páez. Estado de México, México.

Benjamín Flores Hernández. Aguascalientes, México.

Gilberto Ruiz Torres. D.F., México.

José Antonio Hernández Cortina. Querétaro, México.

   Y algo aún más importante:

   Los taurinos no olvidamos que los animales son seres vivos dotados de sensibilidad y capaces de sufrir. Incluso, si de deberes se trata, consideramos pertinente la conciencia de respeto por el “otro” –quienquiera que éste sea-, de ahí que entre los aspectos que significa la pervivencia de una raza cuya crianza o domesticación se encuentra destinada no solo para el desarrollo de un espectáculo, sino del más profundo de sus ingredientes: el ritual, se cumple con un propósito en términos de lo que ocurre en una unidad de producción agrícola y ganadera, con lo que se alcanza, tal cual lo sugiere el Dr. Pedro Martínez Arteaga una “calidad de vida de los animales y una visión futura para la conservación de la biodiversidad”, justo por el hecho de que se realizan actividades muy concretas en torno a la crianza del toro de lidia, de ahí que sea posible obtener una biodiversidad en equilibrio (homeostasis) del ecosistema por la mayor cantidad de diversidad biológica encontrada, contra aquellos ranchos dedicados a la cría de ganado manso. Los ranchos ganaderos de bravo –sigue diciéndonos Martínez Arteaga-, garantizan la interacción entre flora y fauna dando una estabilidad sobre el hábitat de las especies presentes. Sumándole además que nunca se sobre pasa la capacidad de carga animal del terreno, ya que solo se crían los toros que son demandados, lo que a su vez nos garantiza una conservación del ecosistema. En tanto que los ranchos productores de ganado para carne enfrentan un serio problema de sobre pastoreo muy serio y una pérdida gradual de su diversidad biológica.

   Veremos pues, hasta dónde será posible nuestro esfuerzo como taurinos, ante la contundente presencia del neoliberalismo, la postmodernidad y toda aquella compleja manifestación ideológica que sintonizan con el arribo de esa cuarta revolución industrial.

24 de enero de 2016.

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RODOLFO GAONA EN VERSO.

 EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Hoy, 22 de enero de 2016, es imposible dejar pasar el día si no rememoramos a Rodolfo Gaona Jiménez (20.01.1888-20.05.1975). La celebración del 128 aniversario del nacimiento de esta gran figura del toreo mexicano, obliga a analizar con calma y reposo al «petronio de los ruedos»; y así lo haré, pues hay suficientes motivos para ello.

RODOLFO GAONA JIMÉNEZ

   Al formarse bajo la égida de Saturnino Frutos “Ojitos”, banderillero de Salvador Sánchez “Frascuelo”, adquiere un estilo que lo hace español; por ende universal. Su caso es excepcional en medio de las condiciones en que se constituye. Por eso Rodolfo Gaona Jiménez (1888-1975), de ciudadano común y corriente, pasa a la categoría de personaje público de altos vuelos pues fue el primer gran torero que llenó los parámetros que solo se destinan a los elegidos.

   Gaona le da a la fiesta un carácter mayor debido a su jerarquía como matador de toros. La fiesta le da a Rodolfo un sitio que a casi 90 años de su despedida -la cual ocurre el 12 de abril de 1925-, lo sigue haciendo vigente junto con otros grandes diestros que también comparten un lugar en la «rotonda de los toreros ilustres».

   Su quehacer se convirtió en modelo a seguir. Todos querían ser como él. Las grandes faenas que acumuló en México y el extranjero son clara evidencia del poderío gaonista que ganó seguidores, pero también enemigos. Su célebre faena –a lo clásico- al toro “Desesperado” ocurrida el 21 de abril de 1912 en Sevilla, dejó profundas huellas debido a que no se trató de una tarde más. De aquella obra emanó un ejercicio espiritual paradigmático que permitió a Gaona la difícil gesta de 8 tardes seguidas en Madrid ese mismo año, como demostración y afirmación de sus capacidades todas.

   Ahora bien, preparo por estos días un nuevo trabajo denominado «Gaona en verso», donde pretendo reunir los más poemas posibles escritos en honor del primero gran torero mexicano universal (José Alameda dixit), y puedo afirmar que ya están congregados cerca de medio centenar. Entre las notas que justifican ese propósito, escribo:

   El tributo que la poesía ha destinado a este célebre torero mexicano, es un novedoso asunto donde se descubre el elogio en el que diversos escritores afirmaron sus plumas para ponderar, en versos mayores y menores a tan gran figura de la tauromaquia. Algunos otros surgieron bajo la sombra del anonimato y otros más son obra de autores sin la suficiente capacidad literaria, inspirados por la fuerza del personaje, que los rebasó sin misericordia alguna.

RODOLFO GAONA_APENAS UN CHAVAL

Rodolfo Gaona, apenas un chaval, allá por 1908.

   Gracias al «Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI», trabajo que  he venido realizando desde 1985, ha sido posible recoger casi la totalidad de los materiales que hoy harán posible a este «Gaona en verso», los que están ordenados cronológicamente y que van de 1908 y hasta  2005. He aquí una muestra:

1921

A RODOLFO GAONA

 

Nunca el verso cantar ha sabido

lo que al verte torear he sentido,

¡Oh, Petronio, de augusta memoria!;

faltan vida y calor a mi estro…

¡Salve artista, glorioso maestro,

las campanas de León, tañen gloria…

 

Yo te he visto triunfante en el ruedo

despreciando la vida y sin miedo,

a las fieras retar con bravura…

si realizas tu clásico lance,

siempre sales airoso del trance

y se impone tu inmensa figura…

 

Tu figura de artista, invencible;

tu figura gallarda y plausible,

que levanta alborozo profundo,

cuando esquivas, airado, a las fieras

y ejecutas tus bellas “Gaoneras”

que no tienen igual en el mundo…

 

Y moviendo el percal con soltura,

aparece tu egregia figura

como un cuadro de plásticas luces,

y ejecutas, sereno la suerte,

sin pensar que tan cerca la muerte

desafiándote está en los testuces…

 

Y preludian clarines guerreros

al compás de timbales severos,

anunciando que el tercio fenece,

y te vas con el arma en la diestra,

y ejecutas faena maestra

y tu nombre de artista se acrece…

 

Los clamores del pueblo que grita

proclamaron tu gloria infinita,

que en el Arte Taurino es inmensa;

sin que puedan menguar esa gloria,

ni la envidia que nace en la escoria,

ni el despecho… que es odio y ofensa…

 

Tu renombre que vuelve de España,

-tierra Madre que a México entraña,

y que es cuna y es Reina del Arte-,

proclamó que tu fuiste el ungido…

Podrá haber quien pudiera igualarte;

pero nunca quien te haya vencido…

 GAONA EN FIGURA

Gaona en figura.

Y tampoco podrán en la vida

arrancar de tu historia querida,

que cual flor de laureles deshaces

porque en ella la fama pregona,

esta frase que es himno: “GAONA”

primer “AS” entre todos los “ASES”…

 

Nunca el verso cantar ha sabido,

lo que al verte torear he sentido,

¡oh, Petronio, de augusta memoria!;

faltan vida y calor a mi estro…

¡Salve artista… glorioso maestro,

las campanas de León tañen gloria!…[1]

 CARLOS EZETA

Coyoacán, 3 de enero de 1921.


 

[1] GAONA. PERIÓDICO TAURINO. Director: Carlos Ezeta. Vol. I. México, 20 de octubre de 1921. N° 1.

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HOY, HACE 90 AÑOS NACIÓ LUIS RUIZ QUIROZ.

EFEMÉRIDES TAURINAS MEXICANAS DEL SIGLO XX. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Recuerdo desde este nicho virtual, al Lic. Luis Ruiz Quiroz (20.01.1926-03.10.2012) quien fue reconocido bibliófilo taurino, así como alumno y maestro en la Escuela Libre de Derecho.

   Con él y otros excelentes amigos, formamos, gracias a la convocatoria lanzada por el Lic. Julio Téllez –allá por el lejano 1985- la que sigue siendo hoy día una importante agrupación denominada Bibliófilos Taurinos de México, A.C.

   Luis Ruiz Quiroz, además de ser presidente de la misma, tuvo entre otras virtudes, ir reuniendo datos en el día a día, hasta concentrarlos en valiosos volúmenes de estadísticas, ese recuento en el que solamente la paciencia hizo posible ubicar puntualmente todo lo recabado en bastantes años de labor.

   Siempre abrió las puertas de su casa para recibir a los amigos, pero también a todo aquel conjunto de personas que requerían una consulta, un dato que sabían, lo iban a encontrar en esa importante biblioteca taurina que también formó a lo largo de muchos años. Considero que, entre muchas otras cosas, todos aquellos estudiantes de diversas carreras que fueron auxiliados por Ruiz Quiroz, tuvieron el gesto de entregar un ejemplar de su tesis, con lo que hoy día, deben ser muchas las que se encuentren en ese valioso acervo biblio y hemerográfico, del que nuestro personaje refiere cómo lo integró:

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 TEXTO LUIS RUIZ QUIROZ

  Además, entre sus publicaciones, bastante caudalosas, podemos encontrar las siguientes, según consta en la excelente herramienta consultada para esta ocasión, y que proviene del portal GARBOSA (http://www.bibliotoro.com/index.php), en la que el Sr. Salvador García Bolio ha puesto gran empeño para acercarnos a la biblioteca que lleva su nombre, la cual se encuentra en el “Centro Cultural y de Convenciones Tres Marías” (en Morelia, Michoacán) y cuyo propietario es el Dr. Marco Antonio Ramírez, a quienes agradezco desde aquí su apoyo y gentileza sin igual. Bien, decía que entre los títulos con los que contribuyó Luis Ruiz Quiroz, encontramos los siguientes:

1988: Anuario estadístico taurino de México. 1987. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: Anuario estadístico taurino de México. 1988. México, Bibliófilos Taurinos de México.

1990: Anuario estadístico taurino de México. 1989. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: “Cien rabos en la plaza México”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 3.

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He aquí, en plena sesión a los Bibliófilos Taurinos de México, allá por 1985 o 1986. Entre otros personajes podemos apreciar: (De pie) al Dr. Raúl Humberto Montes, Dr. Javier Ochoa, al ganadero Jorge de Haro (hijo), Daniel Medina de la Serna, Humberto Ruiz Quiroz, Heriberto Lanfranchi, Antonio Barrios Ramos y a Lee Burnett. (Sentados): Al ganadero Manuel de Haro (padre), al Lic. Luis Ruiz Quiroz y al Lic. Julio Téllez. (Ca. 1988). Col. del autor.

–: México taurino. 1958-1963. Resumen estadístico. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: “Verduguillo en el centenario de su nacimiento” (refiriéndose al caso de Rafael Solana quien adoptó el seudónimo de “Verduguillo”). México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 5.

1991: Anuario estadístico taurino de México. 1990. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: México taurino. 1964-1969. Resumen estadístico. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: “Novilleros: 47 rabos en la plaza México”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 14.

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De pie, de izquierda a derecha: Dr. Javier Ochoa, Dr. Raúl Humberto Montes, Lic. Antonio Barrios Ramos, Sr. Heriberto Lanfranchi, Lic. Julio Téllez, Lic. Humberto Ruiz Quiroz, Arq. Arturo Combe Ayala, C.P. Jesús Hernández. Sentados, de izquierda a derecha: el escultor Humberto Peraza, la Dra. Lee Burnett, el célebre escritor y periodista José Alameda, Lic. Luis Ruiz Quiroz y José Francisco Coello Ugalde. (Ca. 1988). Col. del autor.

1992: “102 rabos en la plaza México”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas, N° 3.

–: y Miguel Luna Parra: Análisis y registro de las plazas de toros”. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: Anuario estadístico taurino de México. 1991. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: De Ponciano Díaz a Arturo Gilio. Matadores de toros mexicanos. Sus alternativas. México, Curiosidades Estadísticas, N° 1.

–: “De Ponciano Díaz a Mario del Olmo. Matadores mexicanos”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 17.

–: “Fermín Rivera. Su trayectoria en los ruedos”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 18.

1993: Anuario estadístico taurino de México. 1992. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: Libros, folletos y revistas taurinos. México, s.l.e.

–: “Confirmación de alternativas en México y de mexicanos en Madrid”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 23.

–: México taurino. 1970-1975. Resumen estadístico. México, Bibliófilos Taurinos de México.

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En 1987, con motivo de la conmemoración de los “100 años de corridas de toros en la ciudad de México”, en el Museo de la Ciudad de México, se celebró un acto en el que se recordaron célebres figuras del periodismo taurino mexicano. En la mesa de honor, aparecen, entre otros, Rafael Solana (hijo), José Francisco Coello Ugalde, José Alameda, Lic. Luis Ruiz Quiroz y el Sr. Roque Armando Sosa Ferreyro. Col. del autor.

1995: “De Carlos Arruza a Eloy Cavazos. 35 rabos en el “Toreo de Cuatro Caminos”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N°. 29.

–: México taurino. 1976-1981. Resumen estadístico. México, Bibliófilos Taurinos de México.

1995 y 1996: (…) y Daniel Medina de la Serna: Plaza México: Historia de una cincuentona monumental. T. I (1946-1962); T. II (1963-1976) y T. III (1977-1996). México, Bibliófilos Taurios de México.

1996: “108 rabos en la plaza México”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 3.

–: Debut de novilleros en la plaza México: 1946-1995. Recopilación de (…). Publicación N° 2. Madrid, Asociación Taurina Internacional de Documentalistas y Estadísticos.

1997: Anuario estadístico taurino de México. 1997. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: México taurino. 1982-1986. Resumen estadístico. México, Bibliófilos Taurinos de México.

2000: Anuario estadístico taurino de México. 1998 y 1999. México, Bibliófilos Taurinos de México.

2001: “Galería de subalternos mexicanos”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 53.

–: “Rodolfo Gaona en Madrid”. México, Bibliófilos Taurinos de México. Colección Lecturas Taurinas N° 51.

2002: “Actuaciones de matadores de toros en la plaza México”. México, Bibliófilos Taurinos de México.

–: Anuario estadístico taurino de México. 2000 y 2001. México, Bibliófilos Taurinos de México.

2004: Anuario estadístico taurino de México. 2002 y 2003. México, Bibliófilos Taurinos de México.

2006: Efemérides taurinas mexicanas. México, Bibliófilos Taurinos de México.

2007: Acontecimientos taurinos mexicanos. Efemérides desarrolladas. Puebla, Bibliófilos Taurinos de México y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Ediciones Ala Impar.

   Y con la afortunada observación de mi amigo Eduardo Heftye, también no puede faltar en la presente relación lo editado en

2010: El temple en el toreo. México Bibliófilos Taurinos de México, A.C.

   Como vemos, son 35 los títulos que legó Luis Ruiz Quiroz a la bibliografía taurina mexicana, con lo que es de agradecer tamaña aportación de trabajo, el que ya en los últimos años de su vida tuvo que ir dejando por varios motivos, con lo que desde esos momentos y hasta hoy, se creó un gran hueco del que esperamos alguien sea capaz, en medio de las nuevas herramientas digitales para retomarlo y continuar dicha labor.

   Con estos datos, que no son otra cosa que parte de su enorme dedicación, afición y cariño a la fiesta de los toros, creo haber puesto en gran valor la presencia de este gran personaje, ser humano sin igual y que se le extraña. Gracias a don Luis Ruiz Quiroz por todo cuanto hizo por la tauromaquia en México.

LUIS RUIZ QUIROZ JUNTO A JOSÉ ALAMEDA Y ROQUE ARMANDO SOSA FERREYRO

Luis Ruiz Quiroz entre José Alameda y Roque Armando Sosa Ferreyro. 1987.

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HOY HACE 103 AÑOS DEJABA ESTE MUNDO JOSÉ GUADALUPE POSADA.

EFEMÉRIDES TAURINAS MEXICANAS DEL SIGLO XX. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Como lo apunto en la INTRODUCCIÓN de mi libro –inédito-, “José Guadalupe Posada en los toros. Cronista de la imagen” (311 p. Ils., retrs., fots, facs.):

   El presente libro desea poner en valor la obra de José Guadalupe Posada Aguilar, quien nació el 2 de febrero de 1852 en Aguascalientes, y murió el 20 de enero de 1913 en la ciudad de México, a causa de su descontrolado alcoholismo. Artista popular, creador y hacedor de miles de grabados en peculiar estilo confundido, quizá con el de su contemporáneo Manuel Alfonso Manilla, será desde aquí, motivo no sólo de un reconocido homenaje. También habrá oportunidad de revisar nuevos materiales y analizarlos con las herramientas e interpretaciones estéticas a disposición, pero sobre todo, por tratarse de grabados inéditos o poco conocidos. Desde luego el leitmotiv para esta serie es el tema taurino, del que no oculta su gusto y afición declarados en rasgos posadianos inimitables.

   Por lo tanto, cumpliéndose el día de hoy otro aniversario luctuoso de este gran artista popular mexicano, dedico uno de los capítulos que integran el volumen señalado líneas arriba.

JOSÉ GUADALUPE POSADA EN LOS TOROS. (XLIX)

NICANOR VILLA_VILLITA

      El parecido entre la imagen fotográfica y el grabado es asombroso. Una costumbre de la época, entre los diversos artistas que publicaban recreaciones de la realidad fotográfica bajo el modelo convencional del grabado o el dibujo, fue la que adoptó con frecuencia José Guadalupe Posada para ilustrar sus trabajos con toque taurino. Tal es el caso de lo que para finales del siglo XIX y comienzos del XX representó la figura de uno de los diestros de moda: Nicanor Villa “Villita”, quien hizo pareja con Luis Mazzantini buen número de tardes, en la que fue célebre “Temporada Mazzantini”, ese recurso de reivindicación del guipuzcoano que, al materializarlo, se curaba en salud, tras el ya lejano y oscuro capítulo, el de su tarde de presentación en la ciudad de México, que como sabemos, ocurrió el 16 de marzo de 1887 ocasión que trajo consigo la descalificación que los aficionados impusieron sobre la que fue una inusitada muestra de errores, que le costaron tal reprimenda. Páginas atrás, se dedicaron buen número de párrafos para desmenuzar el sucedido.

   Finalmente debo agregar que con toda seguridad, la imagen de la derecha haya sido lograda por alguno de los famosos hermanos Valleto, que contaban con un moderno y completo gabinete fotográfico en el centro de la ciudad de México.

   Retomo otras breves notas, y ahora sí concluyo la presente colaboración, que provienen de mi trabajo, el cual ha corrido con la mala suerte de que, por tratarse de un libro de toros, causa la natural incomodidad, producto, entre otras cosas de los tiempos que corren. Veamos:

   El 20 de enero de 1913, un turbio ambiente se vivía de manera bastante intensa en la ciudad de México. Semanas más adelante, habría de transcurrir un episodio ominoso como fue el de la “Decena Trágica”. Pero el 21 de enero, la prensa, que debió haber registrado tan significativa pérdida, la de José Guadalupe Posada Aguilar, reportaba entre otras cosas, la erupción del volcán de Colima, o se daba cuenta de “El sangriento Crimen del Apartado”, hechos ocurridos en la segunda calle del Apartado, del que fueron protagonistas Joaquín Suárez Zapata y su prima, la señorita Margarita Suárez, que perdió la vida a manos de su primo y novio, recibiendo varias lesiones con arma de fuego, y cuyo cadáver fue arrastrado después con lujo de crueldad por su matador, quien fue aprehendido, procesado y más tarde sentenciado por el Tribunal del pueblo a sufrir la pena de muerte”[1] acontecimiento que hubiera hecho suyo José Guadalupe ilustrándolo a su manera, como fue el caso de otros tantos escándalos de tal naturaleza.

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José Guadalupe Posada (a la derecha). INAH-SINAFO. N° de catálogo: 25296.

   Maestro: ¡Que esta página vaya en su memoria!


[1] El Imparcial, D.F., del martes 21 de enero de 1913, p. 7.

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PARA MORANTE, “…DAR UN SÍ QUE GLORIFICA”.

CRÓNICA. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.  

Plaza de toros «México», Ciudad de México. Domingo 17 de enero de 2016. 14ª corrida de la temporada 2015-2016. José Antonio Morante, “Morante de la Puebla”, Octavio García “El Payo” y Fermín Espinosa “Armillita IV” con 6 ejemplares de Teófilo Gómez.

   Entendemos que la fiesta de los toros tiene, entre una gran cantidad de ingredientes, el principal de ellos: el toro. Además, este elemento, luego de un largo tiempo dedicado a su crianza, debe exhibir en la plaza la edad, peso y todo aquello relacionado con la casta y la bravura. De lo anterior se tendría en consecuencia, un encierro notable en todos sentidos. Notable para el ganadero, para los toreros, para la prensa y más aún, para la tauromaquia, con lo que esta última ganaría en consecuencia muchos puntos en su cotización, hoy a la baja. Creo que es el anhelo de todos, pero nunca falta algo que llamaríamos factor incertidumbre o factor destino, pues cuando el toro ya está en el ruedo, las cosas pueden rodar de diversa manera, con lo que varios años de esfuerzo dedicados por el ganadero prácticamente terminan en la nada… o en triunfo resonante.

   En medio de ese idealismo, la jornada de hoy ofrecía una enorme duda, pues se lidiaba un encierro de Teófilo Gómez, ganadería que al cabo de los años han convertido en “predilecta”, sea porque son “toritos de la ilusión” o porque resultan “cómodos” para los toreros. Lamentablemente esta tarde, y salvo por detalles del cuarto Debutante de nombre, que a pesar de habérsele concedido arrastre lento y que tal merecimiento no correspondió con la realidad, el resto fue un amasijo desesperante de mansedumbre y falta de casta. El encierro, disparejo en presentación y con la sospecha de que varios de ellos eran novillos adelantados, no mostró nada en particular que no fuera eso, mansedumbre. Todos pasaron con un refilonazo, común denominador en esta y otras temporadas recientes, lo que significa una señal de alerta para entender que la suerte de varas tiene que reformarse o reafirmarse para que recupere su significado y cobre la importancia que debe poseer, en momentos en que la actual puesta en escena parece ya no tenerla en mucho aprecio. Los varilargueros se han convertido en personajes “non gratos”, y esto sucede porque la suerte misma, una de las más importantes en el desarrollo de la lidia, no se realiza de conformidad con los usos y costumbres, pero también por el hecho de que montados en una muralla pretenden –la mayoría de ellos- cebarse sobre ejemplares que no acometen con bravura y pujanza, de ahí que la otrora suerte de varas sea hoy un remedo.

   Si bien, el triunfador de la jornada fue Morante de la Puebla, quien hizo despliegue de facultades, pero sobre todo de un arte quintaesenciado, y que tuvo en el segundo de su lote al mejor de la tarde, el resto de los ejemplares no permitieron demasiadas posibilidades para que Octavio García El Payo y Fermín Espinosa Armillita IV pudiesen lucirse como habría sido su deseo. En todo caso, se les agradece su voluntariosa actitud, donde no pueden quedar de lado una serie de pasajes aislados, muy firmes por cierto que nos dejó en la retina el propio Octavio García, quien se va afirmando cada vez más y más.

   Y hete aquí que José Antonio Morante Camacho, decidió recuperar el tiempo perdido, con lo que al desplegar su capote en ese cuarto de la tarde, ya se anunciaban cantes mayores. En el preludio más consistente firmó varios lances por chicuelinas de sobrada belleza. Y durante la faena de muleta, Morante tuvo la virtud de acoplarse en el ritmo que ofrecía el de los herederos de Teófilo Gómez, con lo que al final apreciamos una obra que supo a armonía, haciéndose cómplice del tiempo en sus más diversas condiciones. Incluso, detuvo el tiempo en más de algún pase, hasta causar la conmoción de rigor en los tendidos, desde donde surgió una voz entonada por miles de gargantas que construían aquella caja de resonancia convertida, tal cual lo sentenciaba Gabriel Celaya en estos versos:

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

 y en tanto somos dar un sí que glorifica. ¡Damos un sí que glorifica! a esa faena, lo dimos convencidos luego de admirar aquel prodigio. Los versos de Celaya están llenos de rotundidad, que por eso su cuerpo principal se llama La poesía es un arma cargada de futuro. Y en esa consistencia se concibió aquella obra morantiana. En pleno estado de gracia, todavía desplegó su muleta por el lado izquierdo, en un pase desdeñoso que duró eternidades, hasta quedarse grabado, como se quedan grabadas las buenas cosas en la memoria. La estocada, poquito atrás y tendida fue suficiente para que Debutante se entregara. Ondeaban cientos de pañuelos en el tendido, y digo cientos pues la entrada, en demerito del cartel, apenas alcanzaba poco menos de la mitad del aforo. Pero, ¡oh sorpresa…o desilusión!, sobrevino la penosa actuación del juez de plaza –así, con minúsculas-, quien sin ostentarse como la Autoridad que debería ser, mostraba patética actitud que iba convirtiéndolo en un personaje con fuertes señales de incapacidad. Tras larga deliberación finalmente concede dos orejas que, desde luego le supieron a gloria al torero triunfador. Es más, creo que, aunque tardío, tal reconocimiento parece ser de los más justos y equilibrados en esta temporada, poniendo a Morante de la Puebla al borde de la salida en hombros, como así sucedió.

   Una tarde que era necesaria por su contenido ha ocurrido hoy, justo cuando la actual temporada sigue sin mostrar un color definido, a pesar de algunos “triunfos” aislados, que se perdieron por su falta de afirmación, o por el simple hecho de que al ser valoradas desde el palco del juez, dejaron de tener su mejor reconocimiento.

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NO TODO ES PESIMISMO. APUNTE PARA UNA TARDE DE T O R O S.

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

NO TODO ES PESIMISMO. APUNTE PARA UNA TARDE DE T O R O S. Apuntes y reflexiones a la segunda corrida de la temporada “torista” en la plaza “México”. Domingo 21 de mayo de 2006. Leonardo Benítez, Guillermo Martínez y Arturo Macías (confirmación de alternativa de los dos últimos). 6 toros de Barralva.

   37 son los años que llevo de ver toros. El último cuarto de siglo es todavía más sustancial debido a la forma en que sus particulares contrastes han generado una amplísima gama de temas e investigaciones. Cada nuevo asunto sobre tan añeja tradición se materializa en un aporte, fruto del análisis, hasta dar con la fresca explicación y hasta la siempre oportuna reinterpretación. Mucho del material que he estudiado refiere los penosos capítulos de crisis por las que ha transitado el espectáculo desde que este, en tanto expresión a pie y en su sentido profesional es una realidad. A veces, esas crisis como episodio, se da una después de la otra, por lo que se percibe el fin, la enfermedad Terminal de una “fiesta” vuelta aquelarre.

   Pero no todo es pesimismo. Al contrario, con sucesos como el de ayer domingo 21 de mayo, la diversión de los toros vuelve a revitalizarse en alto grado hasta verla convertida en esa figura de la cual se borran su mal trato, su descuidada apariencia hasta convertirse en la razón amorosa o afectiva, sin que este tono especulativo o figurado hablen de una exageración. Sí de una realidad concreta.

   En casi cuatro décadas, el recuento que he admirado es variopinto. Sin embargo, el acontecimiento de la víspera restaura el ánimo, pero sobre todo emociona, al grado de incentivarse mi afición, de suyo resquebrajada por terceros muy específicos que atentaron sin miramiento alguno. Parece increíble que esa otra extensión del imperio manolomartinista hablo de los cómplices, uno de los cuales es, sin lugar a dudas Rafael Herrerías, se convirtiera en el hacedor del último capítulo, bastante oscuro por cierto, de una notable suma de violaciones y abusos al amparo de otros nuevos y poderosos compinches o contlapaches capaces de todo ese daño. Eso sí, no lograron arrebatarle el último suspiro del que hoy, como ave fénix, renace de entre el peor estercolero y el hedor más insportable la fiesta de toros en la capital del país. Aún así esta otra nueva época, impulsada por empresarios, uno de los cuales ya conoce tejes y manejes de su paso por la plaza “México” hará unos 15 años, es capaz de incorporar al espectáculo con una propuesta, arma de doble filo por su significado de compromisos y responsabilidades. Ofrecerle a la afición pureza e integridad con toros que cumplen sin ningún problema con la edad reglamentaria e incluso, más que eso, supone la sencilla ecuación de la oferta y la demanda sin alteraciones donde las cotas y expectativas brindadas al cliente, al margen del resultado siempre incierto del toro en el ruedo, sea de las que hoy día se conocen, en su sentido más estricto como calidad total. Nos acostumbraremos a lo bueno pero serán esos valores los únicos con capacidad de creencia, espejo y reflejo que deberán tomar como modelo otros empresarios del resto del país que siguieron el ejemplo herreriano hasta llevarlo a extremos de auténtica podredumbre.

   El otro día, en un excelente artículo de Federico Arnás, me encontraba con un término que descubre en el “aficionado” taurino su parte mezquina y oscura: el saqueador del éxito. En efecto, durante la faena, y mientras ocurre esa obra técnica o de arte efímeras una y otra, aunque capaces de crear todo el concepto de gozo y recuerdo que nos quedan en la memoria, es decir, para siempre; somos los primeros en reconocer con el grito emocionado, la ovación sincera o el ondear de un pañuelo que, al sumarse al de otros cientos o miles exigen los apéndices para el diestro triunfador. La emoción es capaz de tenernos absolutamente convencidos de lo que acabamos de presenciar y no nos cambiamos por nadie. Sin embargo, nada más salir de la plaza o pasados algunos días, aquella obra majestuosa que nos enloqueció, no es más que una bagatela. Inconformes, como somos, injustos también, cometemos, como se le comete a algún militar sentenciado, la degradación correspondiente de la faena hasta reducirla a su mínima expresión. Por lo tanto, el hecho histórico se convierte en un mero acontecimiento sin importancia.

   El festejo del domingo, ya lo dijo Julio Téllez, pudo ser histórico si las condiciones del ruedo hubiesen sido remediadas con empeño, puesto que ya existía antecedente del festejo del día 14. Un piso suelto orilla tanto al toro como al torero andar con inseguridad, pues en cualquier momento ocurre la caída, desagradable pero también peligrosa.

   De nuevo, con lo ocurrido el 21 de mayo, al margen de resultados donde uno de los tres alternantes: Leonardo Benítez es el veterano y los otros dos cuentan con un año 6 meses y un año respectivamente de haber recibido la alternativa, misma que confirmaron la tarde calurosa y brillante de un estimulante mes de mayo, nos da una idea de que no siempre están los consagrados (menos en una temporada “torista” de cuatro oportunidades). Pero estos prospectos vienen marcando camino, que encontrarán de ofrecérseles oportunidades valiosas.

   Leonardo Benítez a su primero, inseguro por las condiciones de un piso suelto nos prodigó un discurso demagógico que a pocos gustó. Incluso, algún grito anónimo desde el tendido vino a darle un significado a ese quehacer pues ese “¡Que viva Hugo Chávez!” (hoy por hoy, el presidente venezolano que persigue con su manojo de actitudes la candidatura no del caudillo. Sí del dictador en potencia) representaba la perfecta continuidad del titular del estado venezolano en el ruedo capitalino. En el otro entendió que estaba en la plaza mayor de México y no en tribuna parlamentaria, de ahí su ligera mejoría, no del todo convincente con un toro que se entregó a capote y muleta. La oreja que paseó en olor de santidad al final de su intenso quehacer, sufrió la división de opiniones. Por lo demás, fue grato para la memoria recordar en imágenes frías y gracias al registro mediático, los excelentes pares de banderillas de un sobradísimo Leonardo Benítez quien con bastante suficiencia es capaz de “asomarse al balcón”, colocando los garapullos sin ventajas, pero además, realizando la suerte de manera comprometida, de poder a poder, o por dentro dejando cada par en sitio inmejorable.

   Guillermo Martínez en el de su confirmación fue, en el argumento la figura inédita. Sin embargo en el quinto, un toro bravo que acudía con codicia a la muleta, se planteó el equilibrio y consigue tres o cuatro series de muletazos que levantan a los aficionados de sus asientos. Mal con el acero, se retira entre tibieza de palmas. El mérito mayor fue pasarse por la faja a dos enemigos nada fáciles, sobre todo al segundo, del que aprovechó en toriles, lo mejor de aquel capítulo, con solvencia y en momentos con aplomo y arte, aspectos de los que todavía no afina sus mejores armas para la guerra. Sabemos que lo hará. Ese año y seis meses de alternativa, con 11 festejos desde que adquirió el grado de matador de toros y hasta esta, su actuación en la plaza capitalina, dan una idea de que estamos frente a un diestro incapaz de decir no a una oportunidad del calibre que acaba de probar.

   Arturo Macías si no se acomodó en el tercero –también con ceremonia de confirmación de por medio-, en el último lo más sencillo era desacomodarse, y a otra cosa. El pavo aquel, bello de estampa, portaba una descomunal y decimonónica cornamenta que a cualquier habría puesto en su lugar. Menos a Arturo Macías. Y sobran ejemplos. Fernando Cruz ha triunfado recientemente en Madrid y se le cataloga, al estilo de Sebastián Castella, como un diestro de valor espartano y ha ido a más porque quiere ser torero. Macías es un caso parecido. Para Arturo Macías mis respetos y admiración. La forma en cómo se pasó por la faja y a milímetros del traje, que es decir a milímetros también de las carnes que puso como anzuelo en la faena del que cerraba el festejo, me parece toda una gesta, poco proporcionada por el bajo número de asistentes, pero suficiente como para darnos idea de las capacidades que trae consigo.

   Madrid y México son plazas de máxima categoría. En una y otra he encontrado dos expresiones de un mismo concepto pero hay variantes enormes que terminan por separarlas. Recuperada la plaza capitalina del desprestigio, debe imponerse como el fiel de la balanza de todas las plazas en nuestro país, de tal forma que su resonancia llegue al resto de aquellas otras que habrán de encontrar en toreros como Guillermo Martínez –nada más se asiente-, y Arturo Macías, a dos importantes piezas del futuro taurino.

   Si se nos quitara el trauma o el síndrome de los saqueadores del éxito quizá encontraríamos el justo equilibrio en las cosas de toros. Lamentablemente asumimos el pésimo hábito de los usos y costumbres que le restan a los toreros, nada más salir de la plaza el mérito de lo que allá, adentro, fuimos capaces de elogiar con nuestros gritos y olés entregados y sinceros.

FERNANDO CRUZ

Aquí tienen ustedes a Fernando Cruz, imponiéndose ante un toro, sin más.

La foto es de Alfredo Arévalo, se publicó hace ya un buen número de años en la emblemática revista 6TOROS6.

   Finalmente, tengo que escribir sobre el protagonista principal: el encierro de Barralva. Salvo el primero que hasta se volvía contrario durante la faena de muleta, el resto fue un conjunto de toros bravos, codiciosos, amén de bien presentados, armónicos en su estampa y bien armados, lo que daba idea del tipo de bovinos que necesita una fiesta hoy en franca recuperación.

   Emocionaron a la salida, al borde de las palmas respetuosas. Verlos correr de un lado a otro del ruedo era ver auténticas “locomotoras”, de lo bien proporcionados y musculosos, rematando en burladeros con fiereza. Recargaron con fuerza a los montados, aunque estos se excedieron en imponer un castigo indebido y asqueroso, tapando la salida, cuando no era necesario. Sin embargo, le quedará el orgullo a los ganaderos señores Álvarez Bilbao, de que en cuatro de los arrastres la ovación de los presentes se convirtió en el mejor reconocimiento mismo que fue a desbordarse al final del festejo cuando en auténtico reclamo, los aficionados pidieron su presencia en el ruedo, misma que fue correspondida con señales de modestia, evitando ser levantados en andas por los capitalistas o “costaleros”.

   He ahí lo sencillo que puede ser el lugar de los retornos a la práctica honesta de presentar toros, que los hay, y en grandes cantidades en muchas de las 300 ganaderías existentes hoy día en ese México taurino ocultado o devaluado por quienes ya se fueron, pero que dejaron a su paso horror, desgracia y desaliento. Esperamos no volvernos a encontrar por mucho tiempo con ese estado de desgracia.

21 -24 mayo, 2006.

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MANOJO DE VERSOS DEDICADOS AL VALIENTE TORERO JUAN SILVETI.

RECOMENDACIONES y LITERATURA. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

MANOJO DE VERSOS DEDICADOS AL VALIENTE TORERO JUAN SILVETI. HOMENAJE A JUAN SILVETI POR LOS 100 AÑOS DE SU ALTERNATIVA EN MÉXICO.

   El siguiente texto servirá para rendirle un homenaje más, de los muchos que ya lleva en ese pecho constelado, el reconocido “Tigre de Guanajuato”. En esta ocasión, se le recuerda al cumplirse un siglo cabal de haber recibido la alternativa, misma que le otorgó Luis Freg…

CARTEL_EL TOREO_16.01.1916

El Pueblo, 16 de enero de 1916, p. 4.

…tal cual lo anunciaba la prensa de la época, y justo como nos lo acaba de recordar el portal de internet “ALTOROMÉXICO.COM”[1], donde por cierto, fue incluida una imagen, bastante afortunada en donde se rescata la potente personalidad de este interesante personaje:

JUAN SILVETI_ALTOROMÉXICO.COM_15.01.2016

Proviene del portal ALTOROMÉXICO.COM.

Disponible en internet, enero 15, 2016 en: http://altoromexico.com/2010/index.php?acc=noticiad&id=24763

   Más adelante, verán ustedes otra imagen que contrasta en buena medida, pues acostumbrados como tuvo Silveti a sus seguidores vistiendo el traje nacional en todas sus expresiones, de pronto se le puede apreciar llevando el traje corto o campero andaluz.

   Pues bien, vayan las siguientes páginas como un homenaje que APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS le dedica al “hombre de la regadera”.

   Uno de los toreros mexicanos que ha sido centro y motivo de elogios y exaltaciones, gracias a su protagonismo o a muy particulares especificidades en el desarrollo de su quehacer, ha sido Juan Silveti Mañón (8 de marzo de 1893-11 de septiembre de 1956).

   Por tal motivo, me parece más que apropiado, reunir un manojo de versos, los que a lo largo del siglo XX le fueron prodigados por diversas plumas, algunas de ellas anónimas. Pero en cuanto a las muy afortunadas en su exquisitez literaria, encontramos dos ejemplos claves: uno, el de Alfonso Camín, quien le dedica la Epístola a Juan sin Miedo (1934) así como el trabajo del modernista Rafael López en una Loa Humorística (publicado en 1957) simplemente fascinante.

   Margarito Ledesma,[2] poeta popular del que se dijo que era un humorista involuntario, también se une a la causa con el célebre poema A Juan SILVETE (sic) que es todo un himno de la puesta en escena, debida a una muy recordada actuación del diestro de la tierra, asimismo entendida por el poeta de Chamacuero,[3] Guanajuato (hoy día Comonfort).

 1912

Ricardo Torres «Bombita».

 

Ricardo Torres «Bombita»

ha pretendido a la Goya

y la Goya no le quiere

porque tiene poca historia,

mi vida,

porque tiene poca historia.

salero, salerito,

el salero de Madrid

para salero, Saleri

que con más sal no le ví.

 

A los toreros

borra del mapa,

cuando Pepe Luis Vázquez

se abre de capa.

Qué filigranas,

cuando torea el capote

por sevillanas.

 

Juan Silveti es Juan sin Miedo,

es un as, as del valor,

y es el ídolo del pueblo,

que le tiene gran amor.

 

Como Gaona es admirado

por su valor sin igual,

que al torear da la impresión

de un duelo excepcional.

 

Gracias, León de los Aldamas,

como tú, victoria clamas,

que lo sepa el mundo entero,

que se sepa, allá en Madrid,

tierra de gracia y salero,

que tenemos en la lid

a Gaona, gran torero.[4]

????????????????????????????

 Juan Silveti fue invitado por don Manuel Barbabosa a una tienta en la célebre ganadería de Atenco, allá por 1920, aproximadamente. Vean ustedes la forma tan elegante en la que se presentó. Col. del autor.

1920-1925.

Solamente con Gaona.

 

Solamente con Gaona,

Silveti estuvo parejo,

que es torero valiente

y Rodolfo es el maestro

 

El gran Rodolfo Gaona

ha causado sensación

dando pases muy valiente

y de pitón a pitón;

por eso quiere la gente

al muchacho de León.

 

Con la capa fue Gaona,

y también con banderillas,

con Belmonte y con José,

torero de campanillas.[5]

1920

Nunca le tropezó un toro…

 

Nunca le tropezó un toro

al señor Pedro Romero

por eso acabó sus días

en un triste matadero.

 

Para buenos vinos, Francia;

para almendras, Alcalá;

para tener elegancia,

la de Cayetano Sanz.

 

En un rancho del Estado

del famoso Guanajuato,

nació Juanito Silveti,

del público idolatrado.[6]

1921

DE “JUAN SIN MIEDO”

 

(Juan Silveti)   (Bola suriana)

 

Aquí estoy, mis vales, yo me hago presente

pues quiero contar a ustedes

todita la historia del gran cuatezón

el merito Juan Silveti.

 

En un Rancho del Estado del famoso Guanajuato

nació Juanito Silveti, del público idolatrado.

 

Desde muy pequeño se portó muy bien

con todos sus familiares,

pues es de los hombres de gran corazón

para remediar los males.

 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

 Como fue creciendo le gustó tener

dinero pa´ la versada

y desde pequeño empezó a tener

profesión muy arriesgada.

 

En su tierra trabajaba todito el día en el Rastro

de ahí nació su afición para llegar a ser astro.

 

Era Juan Silveti un muchacho listo

muy bueno pa´ las capeas,

en sus ratos de ocio se solía ensayar

con unas vacas muy feas.

 

Como esas no le llenaban para sus aspiraciones

empezó a torear novillos ante sus admiradores.

 

Juanito ha tenido toda su vida

el corazón muy bien puesto,

él quería llegar a la Capital

para ocupar un buen puesto.

 

Se presentó en “El Toreo” y con tan buena fortuna,

la Empresa lo contrató para una prueba muy dura.

 

Toreó con toditos los que más picaban

y le vinieron muy flojos,

a esos novilleros Juanito les dijo:

-¡Ahí va el peine!, ¡ábranse, piojos!

 

Después de tanto luchar le dieron la alternativa

y a España reparó luego muy rápido su salida.

 

Llegó a los Madriles, se hizo popular,

“El Meco” de Juan Silveti

en todos los lados se dio a respetar

con el público exigente.

 

Luego de vuelta a su tierra fue el terror de los toreros

pues tiene tan gran valor pa´ meterte entre los cuernos.

 

Juanito Silveti, por todos querido,

es el amo del cotarro,

pues es el torero a quien más le cuadra

andar vestido de charro.

 

Con su puro y su mascada, con su pistola al cinto,

sombrero de calavera va en su caballo retinto.

 

A todos saluda, a nadie hace menos,

por eso lo quieren bien;

le habla al diputado, le habla al general

como al preso de Belén.

 

Cuando va en auto amarillo (los técnicos) le saludan[7]

él se arregla su mechón, sabe guardar compostura.

 

A todos él quiere, si al paso se encuentra

les tiende franca su mano;

 

“Manito”, le dice al hijo del vecino

para él todos son hermanos.

 

Por eso cuando torea, aunque haga mucho calor,

ahí están sus cuatezones todititos los de Sol.

 

En España tuvo una gran cornada

de un sufrimiento tremendo,

se la dio en Valencia un toro español

cornigacho y muy berrendo.

 

Cuando salió de esta herida a México se volvió,

y a toditos sus paisanos, que es muy hombre, demostró.

 

Por aquel entonces aquí hacían furor

Belmonte y Sánchez Mejías

y el guanajuatense, con su regadera,

les daba los buenos días.

 

Solamente con Gaona se ha portado muy parejo

pues Silveti es muy valiente y Gaona, su maestro.

 

Se fue Juan Silveti a torear a Lima

y su trabajo gustó,

el público a gritos pedía que volviera,

la empresa lo contrató.

 

Volvió a su tierra contento, lleno de satisfacción,

su público fue a esperarlo a la merita Estación.

 

La empresa fue a verlo y lo contrató

pa´torear la “Covadonga”

con Sánchez Mejías y con Algabeño

lo que de luego aceptó.

 

Toros de “Coaxamalucan” mandaron pa´la corrida

y el primer toro le dio a Juanito gran cogida.

 

-¡Juanito se muere! –la gente decía y

los doctores con tristeza,

si les preguntaban que cómo seguía,

nomás movían la cabeza.

 

La Providencia Divina quiso que al fin se salvara

de las garras de la muerte por esa gran cornada.

 

Todos a Silveti debemos querer,

pues lleva sangre de hermano,

porque él nunca niega y a orgullo lo tiene

ser purito mexicano.

 

Aquí se acaba el corrido del “Cuatezón Juan Silveti”,

el orgullo de la raza por lo noble y lo valiente.[8]

 

Andrés Alcántara.

1922

A OCHO DIAS VISTA.

 

Vamos a los toros,

que hay mucho que ver:

Gaona y Silveti

van a contender

con toros de Atenco,

que dice un ujier

son gordos, muy finos

y de gran poder.

 

Y a la plaza fuimos en un calesín,

vulgo “carretela”, asaz saltarín,

que a rastras llevaba un viejo rocín,

muy torpe, muy flaco, muy poco andarín,

cuyos costillares eran un violín;

y que a cada paso, haciendo un mohín,

decía al auriga: “Lindo serafín;

 

No sigas castigándome

por mi menudo andar,

yo sé quien anda menos

y consigue llegar,

porque ya ves, yo marcho

a fuerza de “pez-uñas”,

y otros que el “pez” se comen

progresan con las “uñas”.

Modera, pues, tu saña

y el látigo no ciernas:

no ves que si así sigues,

hoy me desencuadernas?

 

Ya estamos en la plaza;

ya estamos en el coso!…

ya salen las cuadrillas

de Gaona, el coloso,

y de Juanito, el tigre

feroz de Guanajuato,

que harán a los seis toros,

morir abintestato.

Garbosos van los “ases”

de nuestra torería;

mas no sé por qué causa,

a su paso este día

no se escuchan las palmas

y gritos de los conciertos!…

¡Dios mío, qué solos

se quedan los muertos!

 

Y sale al ruedo el primer toro,

castaño oscuro, y que en el rol

de la vacada figuró siempre

con elegante nombre: “Pipiol”.

Mansurronea, aunque le tenga

como res brava el protocolo;

manes taurinos, por vuestras glorias,

que no resulte “Pipiol”, pipiolo!

 

Gaona para a la fiera

con lances de capotillo,

según dice Verduguillo.

Yo acepto, aunque sea falsa,

su aserción que me embelesa,

por no conocer más salda

que la “salsa mayonesa”.

 

Y moja Frontana,

y moja Conejo

con pincho fatal;

y loco, se afana

rompiendo el pellejo

del pobre animal.

 

Y Gaona que es muy fino,

él mismo lo justifica,

notando calor al toro,

en un quite lo abanica.

Y a petición del público

las banderillas toma,

y de frente al torillo

un par trasero engoma;

y luego un par sesgando

y con desigualdad,

mas ganando la cara

con grande habilidad.

Y en un par al cuarteo,

el astado villano,

le largó en el derrote

un puntazo en la mano.

 

Y Juan Silveti coge los trastos,

y por vengarse de aquella fiera,

la da unos pases bastante bastos

y en tres pinchazos la manda afuera.

 

SEGUNDO

 

Es aldinegro, y es “Huacalero”;

sale el segundo al anfiteatro,

y como señas, en el trasero,

se trae un número: el 24.

 

Silveti le lancea,

Mota le pica

y Juan y Lombardini

valientes quitan;

pero lector amigo,

quiero que notes

que son, de Juan los lances

muy superiores.

De banderillas, mejor no hablemos:

Pues con los palos todo fue embrollo.

¿Del Hoyo y Güemes… Bueno, cantemos

el “gori, gori”, y el muerto al Hoyo!

 

El toro está sin fuerzas,

el toro exhausto está,

y Juan de Guanajuato

se luce al trastear.

Muletazos, desplantes,

toques al cabezal…

y por fin, muy derecho,

media en el balandrán,

que manda al otro barrio

al astado animal.

¡Ovación tremebunda!

Dos orejas!… ¿Qué más?

 

TERCERO

 

A este tercero, en la ablución,

dieron el nombre de “Napoleón!

Pero yo juro por su cerviz,

que si encuentra en Austerliz,

corrido hubiera como un coyón.

 

Y como el toro se va,

cual arma que se dispara,

el diestro de Guanajuato

lo torea por la cara.

Y Frontana enristra el chuzo

y pone una buena vara.

Y don Juanito, en un quite

de hombre valiente, le ampara.

 

Y va Patatero,

y dos pares pone

de esos que la Musa

es bien que pregone.

Y así, de este modo

muestra al mundo entero,

que banderilleando

no es un “patatero”.

 

Silveti le muletea,

sin que nada hermoso vea;

pero afirma la afición,

que si la faena es sosa,

no se mereció otra cosa,

este falso “Napoleón”.

 

Y cuarteando

alza la espada,

y le da media

adelantada.

Sus dos peones

cortan la oreja,

y con frescura,

que se moteja,

piden al “Presi”

aquel trofeo.

El lo concede,

pero esto es lo feo.

 

CUARTO

 

Es el cuarto, el toro más grande

que admiramos en el redondel.

si es un manso, Dios se lo demande;

más si bravo, habrá palmas para él.

 

Con el capote, nada!…

¿Silveti está cansado?

Señores no lo sé;

mas es cosa anotada,

que en nada se ha adornado,

y yo no sé por qué.

 

Le pican los de tanda

de manera vitanda

y Antonio Conde y Luis Güemes

no alcanzan ejecutoria

porque los pares que ponen

no son de pena ni gloria.

 

Aquí, en este cuarto toro,

valiente como un jabato,

nos suelta el de Guanajuato

de su guapeza el tesoro.

Hay suavidad, elegancia,

pases de pecho apretados,

y todos ejecutados

con arte y con arrogancia.

Y levanta la tizona.

Y le larga una estocada

que resulta atravesada,

por lo que el diestro se encona,

porque el pueblo le moteja;

y adueñado de otro estoque

da media que es el disloque,

y que merece la oreja.

 

El que preside suspende

un momento la corrida,

porque don Juan en la diestra

se ha producido una herida!

Es una cosa, señores,

que no había visto en mi vida.

 

QUINTO Y SEXTO

 

No merece la pena

que quinto y sexto

se gaste en reseñarlos

prosa ni verso.

Pues aunque los moruchos

malos no fueron,

por floro o por ignaro,

el tercer diestro

en campo de “agramante”

convirtió el ruedo.

¿Qué puso banderillas…

sí señor, pero

¡Cómo mató, Dios mío,

con cuánto miedo!…

Si es que llega a venderle

se hace… banquero!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Ya la noche caía

del alto cielo,

y el público tomándolo

todo a choteo,

aplaudía y gritaba

que era un contento!

 

Lombardini, según dicen,

se apellida ese torero,

¿Lombardini?… ¿Lombardini?…

eso suena a gondolero![9]

 

Don SOMBRA.

1924

A Juan Silveti.

Que yo les dé mi opinión

sobre el valiente Don Juan?

Como torero, un león,

como hombre, un cacho de pan.

 

Es valiente en lo torero

charro montando a caballo;

y es consumado gallero

poniendo el cuchillo a un gallo.

 

Su bravura conocida

le dio gloria, y de esta suerte,

Silveti pasa la vida,

traficando con la muerte.

 

Cierto que en el no hay finura!

No es Petronio y es esteta;

pero ha llegado a figura

y está pisando la meta.

 

Peleando en buena lid

con ardor y con deseo,

cortó orejas en Madrid

que es la Meca del toreo.

 

Por eso a nadie le extraña

que siendo Silveti así

se le quiera allá en España

como se le quiere aquí.

 

Fernando Tejedor (Don Sombra)[10]

 1925

 

CORRIDO DE JUAN SILVETI.

 

Juan Silveti es Juan Sin Miedo,

es un As, as del valor,

y es ídolo del pueblo

que le tiene grande amor.

 

Es su toreo tan valiente

que recibe cada ovación

que hacen trepidar las plazas

de toros de la nación.

 

Como Gaona es admirado

por su valor sin igual,

que al torear da la impresión

de un duelo excepcional.

 

Es la fiera su enemigo

a quien tiene que vencer

cuando se cree verlo muerto

la fiera cae a sus pies.

 

ANÓNIMO.

1926

Juan Silveti.

 

En su caballo retinto, de cuello altivo y crinado

que las calles citadinas con sus cascos aporrea,

el célebre “Juan sin miedo” gallardamente pasea

el gris de sus chaparreras y su chaquetín bordado.

 

Luciendo va por las calles su negro mechón colgado

con fina pistola al cinto y ancho sombrero orlado

de fúlgidas lentejuelas que al sol de fuego, chspea,

y un largo puro en la boca que en espirales humea.

 

Así va el “Tigre” paseando en las mañanas doradas,

como un objeto valioso, acaparando miradas,

tal es el de Guanajuato: un gran jinete a caballo;

y un gran lidiador que juega entre las astas del toro

y en los domingos alegres como un pandero sonoro,

arriesga un puño de aztecas a las espuelas de un gallo.

 

Rodolfo Soler Zamudio.[11]

1930

A JUAN SILVETE

(En su viaje a esta bendita tierra que me vio nacer. CHAMACUERO).

Cuando empezaron los murmullos

de que venía el gran Silvete,

todos estaban en un brete

y hasta decían: ¡Esos son chanchullos!

 

Pero seguían con el sucirio,

casi no hablaban de otro asunto,

y era un argüende y un conjunto

que parecía tenían delirio.

 

Pero que al fin, señor de mi alma,

se llegó siempre ese gran día,

y allí en la orilla de la vía

a Juan le dimos nuestra palma.

 

Y ya después que junto al riel

algunas dianas le tocamos,

tutado en hombros lo llevamos

hasta la puerta del hotel.

 

Y que se llega la corrida,

y que resuena el primer toque,

y que fue aquello el gran disloque

y la tremenda sacudida.

 

El indio, tieso y muy garboso,

con un vestido muy planchado,

dio cuatro vueltas en el coso,

como caballo alborotado.

 

Y que se quita la chaqueta

y se la avienta a don Santiago,

y aquello fue como el estrago

que hace en la calle una carreta.

 

Cuando se asoma el primer miura,

Juan se le hincó como en el rezo,

y que lo agarra del pescuezo

y que lo tumba en la basura.

 

Luego, enojado el cornúpeto,

con mil trabajos se levanta

y al ver al indio, hasta se espanta

de verlo hincado y quieto, quieto.

 

Y Juan, con ojos muy ufanos,

como diciendo: ¿De qué tratas?,

que se le mete por las manos

y que le sale por las patas.

 

Y que la fiera, más furiosa,

se vuelve a ver si así le vale,

y otra vez Juan que le entra y sale,

hincado como si tal cosa.

 

Aquello fue el sanseacabó,

todos torteábamos las manos

y don Procopio el de «Los Llanos»

hasta la blusa le aventó.

 

Luego agarró los reguiletes[12]

y con mucha arte y mucho aplomo,

que va y que le parte todo el lomo,

banderillándolo con cuetes.

 

Luego llegó la hora suprema,

cuando se sabe lo que es bueno,

y entonces Juan, con mucha flema,

se paró en medio, muy sereno.

 

Y que se quita la montera,

y que la avienta entre las gradas,

y aquello fue una toreteadera

como si fueran cachetadas.

 

Y Juan sin muchos espamentos

y haciendo cosas muy resueltas,

le sacó al toro muchas vueltas

y le picaba los asientos.

 

Y sin armar mucho mitote

y voltiando antes para arriba,

le aventó un chorro de saliva

entre los pelos del cogote.

 

Y que le baila por enfrente,

y que le brinca por un lado,

y el animal, atarantado,

nomás voltiaba a ver la gente.

 

Y se quedaba, lelo, lelo,

como diciendo «Ya ni amuelas»,

al ver que Juan le hacía en el suelo

malacachunchas y memelas.

 

Y luego al fin, con mucha miga,

el pobre toro dejó tieso

de una estocada en el pescuezo

que le salió por la barriga.

 

Y entonces todos muy de acuerdo

con estocada tan pareja,

hasta le dieron una oreja,

para que la alce de recuerdo.

 

Ya te tocaba, Chamacuero;

ya te quitaste de ese brete,

ya conocista a Juan Silvete,

el que le dicen rey de acero.

 

Margarito Ledesma.[13]

Ca. 1930

Juan Silveti, un torero de leyenda.

 

Con sangre tienes escrita

la verdad ruda y violenta

de tu vida, Juan Silveti,

indio nacido en América.

 

Tú bien hubieras podido

llevar el arco y la flecha

de Moctezuma, o la maza

que Caupolicán blandiera.

 

Tú también podrías gritar,

quemándote en una hoguera:

“No estoy en lecho de rosas”

Y que la llama te fuera

cual manto de ardiente púrpura

del hombro al pie cayera.

 

Saliste de Guanajuato

y te echaste por la tierra,

como se escapa del monte

una pintada pantera

y se va por los caminos

con sed de sangre en la jeta,

y en las pupilas oculta

la soledad de su selva.

 

Y a tu caballo soltaste

por la soledad la rienda;

y se vio tu valentía,

tu desfachatez, erecta

como una pluma de gallo

sobre una corrosca nueva.

 

Y un día, macho, llegaste

a los patios de las ventas;

revolándote el pañuelo

sobre la nuca morena;

con el sarape en la mano

y una reata en la siniestra,

a desafiar a los mozos

por una moza cualquiera.

 

Y otro día, al fin, caíste

sobre una plaza de ferias,

clavado por los puñales

de un toro de Piedras Negras.

Y otro día, y otro día…

Y así la verdad violenta

de tus hechos, has escrito

con la sangre de tus venas.

 

Te admiro por el mechón

que cae sobre tus cejas

y te corta los perfiles

de algún bandido de gesta.

 

Te admiro, pues eres manso,

con mansedumbre de fiera;

te admiro, porque fuerte,

con fortaleza de piedra.

 

Como tú, también he escrito

con la sangre de mis venas

el romance de mi vida,

vagabunda y altanera.

 

Tu morirás desangrando

tu vigor sobre la arena.

yo moriré soportando

el peso de mi cabeza,

que está ceñida por llamas

y por guirnaldas de pena.

 

Anónimo.[14]

1934

Epístola a Juan sin Miedo.

Compadre Juan: conservo tu pistola

por si se vuelve a preparar la “bola”,

y cada uno, como buen jabato,

entramos una noche en Guanajuato,

echando, desde nuestros “retintos” bailadores,

bala a los hombres, y a las hembras, flores.

Es hora ya de que comprenda cómo

saben poner en su lugar el plomo

el antiguo oficial de Pancho Villa

y el que mandó en Santiago de Cuba una guerrilla,

entre los cafetales de la caliente zona,

seguido de una negra cimarrona,

cuya boca, al besar, despedía un vaho

sabroso de mazorca de cacao.

Bajo nuestros sombreros, piramidal cimera

y anchas alas, con una calavera,

uniformes cuerudos, resonantes de plata,

sobre la silla nacional, la reata

para lazar en Michoacán “cristeros”,

irá nuestra nocturna cabalgata

haciendo blanco en los luceros

hasta dejar la noche tan sombría,

como entonces serán tu conciencia y la mía.

Cortaremos en Pátzcuaro y Chapala

al bergantín del sol su velamen de gala,

y mientras va al garete la chalupa,

marcharán a la grupa

de nuestros cuacos de violentas crines,

las hembras, el mejor oro de los botines:

Cuerpos morenos, frescos igual que en el Bajío

las flores que amanecen abiertas junto al río;

las trenzas del cabello, como un dogal oscuro;

los ojos, dos esclavos en un feliz conjuro;

el pecho tembloroso como un zagal perdido,

una gran bugambilia todo el traje florido,

los pies, menudos para formarles zapatillas

con los estuches de nuestras finas boquillas;

los ópalos, adorno del cuello de banano,

y el zarape, una puesta de sol en cada mano.

Cambiando nuestros besos como primeras arras,

Irá nuestro cariño aventurero,

entremezclado de pasiones charras,

diciendo en el camino, bajo el azul: “te quiero”.

Tal como caminamos, florecerá la tierra,

nos brindará su tálamo primaveral la sierra,

y anchos, macizos, se oirán los besos,

en el recodo del primer barranco,

como monedas de cincuenta pesos

al descender de la saquita al banco.

Nuestras almas irán locas y ufanas,

sin ver en los mezquites los ahorcados,

lo mismo que una fiesta de campanas

que van llamando a misa a los poblados

bajo el añil de los amaneceres.

Y perderán el miedo las mujeres

al saludar al alba nuestras fieras pistolas,

y la sangre del enemigo

aumente las violentas amapolas

en la dorada quemazón del trigo.

Después, los generosos sentimientos,

o el paredón de los fusilamientos;

el pueblo, que deshoja bendiciones

porque le echamos a rodar tostones;

los episodios revolucionarios,

el oro joven de los “centenarios”

y la ciudad, que nos dará sus bienes.

 

¡Compadre Juan: el que jamás de “raja”¨

es admirable este país que tienes

en tus manos, igual que una baraja!

 

Alfonso Camín.[15]

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Juan Silveti es igual a Juan sin miedo. Juan Silveti es igual a Juan Charrasqueado.

   Entre las diversas etiquetas que ostentó en vida el recio diestro guanajuatense, encontramos dos que contribuyen a estimular el mito. Ya conocimos el texto que Alfonso Camín le dedica al Compadre Juan, y donde queda remarcado como Juan sin Miedo. Es ahora el compositor mexicano Víctor Cordero quien escribe la que después fue famosa letra de la canción bravía Juan Charrasqueado, y que convirtió en icono de la música vernácula el tenor Jorge Negrete. Según se sabe, la letra escrita por Cordero es, en buena medida fruto de la presencia e influencia de Juan Silveti, quien se había despedido de los ruedos el 1º de mayo de aquel mismo año en la plaza de toros “El Toreo”, alternando con Paco Gorráez, Carlos Vera “Cañitas” y por delante estuvo “Conchita” Cintrón” quienes lidiaron 8 toros de Piedras Negras.

   ¿Qué Silveti llevaba alguna cicatriz en la cara, tan grande que para muchos, el rastro de esa herida, se parecía a la dejada por la “caricia” de una navaja?

   No puedo asegurarlo, pero el “Tigre de Guanajuato” llevaba tantos “recuerdos” y cornadas en el cuerpo, más de treinta, alguno de ellos mortal de necesidad, que seguramente no le hacía falta ostentar uno más. Sin embargo, ¿aquella “herida” fue motivo del roce de un pitón, o un mero asunto de faldas?

1942

Corrido de Juan Charrasqueado.

 

Voy a cantarles un corrido muy mentado
Lo que ha pasado allá en la Hacienda de la Flor
La triste historia de un ranchero enamorado
Que fue borracho, parrandero y jugador.

 

Juan se llamaba y lo apodaban «Charrasqueado»
Era valiente y arriesgado en el amor
A las mujeres más bonitas se llevaba
De aquellos campos no quedaba ni una flor.

 

Un día domingo que se andaba emborrachando
A la cantina le corrieron a avisar:
«Cuídate, Juan, que ya por ahí te andan buscando
Son muchos hombres, no te vayan a matar.»

 

No tuvo tiempo de montar en su caballo
Pistola en mano se le echaron de a montón
«Ando borracho», les gritaba, «y soy buen gallo»
Cuando una bala atravesó su corazón.

 

Creció la milpa con la lluvia en el potrero
Y las palomas van volando al pedregal
Bonitos toros llevan hoy al matadero
Qué buen caballo va montando el caporal.

 

Ya las campanas del santuario están doblando
Todos los fieles se dirigen a rezar
Y por el cerro los rancheros van bajando
A un hombre muerto que lo llevan a enterrar.

 

En una choza muy humilde llora un niño
Y las mujeres se aconsejan y se van
Sólo su madre lo consuela con cariño
Mirando al cielo llora y reza por su Juan.

 

Aquí termino de cantar éste corrido
De Juan ranchero, charrasqueado y burlador
Que se creyó de las mujeres consentidas
Y fue borracho, parrandero y jugador.

 

Víctor Cordero.

1943

VERÓNICA BAJO EL SOL

 

A JUAN SILVETI

 

JUAN SILVETI: no hay retrato

del Tigre de Guanajuato,

que no sea un aguafuerte

cara a cara con la muerte.

La nueva lira saluda

tu audacia que se desnuda

cuando tus ínfulas gastas

para pulirle las astas

-que se vuelven, sin querer,

perchas de la muerte- al toro,

igual que un califa moro

los pechos a una mujer.

Rezumar y florecer

he visto ya los claveles

de tu sangre, en esas pieles

mansas del atardecer,

cuando en el coso repleto,

llevando como amuleto

sobre la frente el mechón,

tu capa –tirabuzón

rojo cual tinto de España-

descorchaba la Champaña

bullente de la emoción.

Crecía la expectación

frente a tu gracia torera,

batiendo su nopalera

de manos en ovación.

 

Juan sin Miedo,

maravilla

del valor y del denuedo;

dorado de Pancho Villa;

recio gladiador del ruedo,

que entre el coruscante enredo

de oro, de seda y de sol,

y en el fatídico rol

de la muerte o la victoria,

fuiste apresando la Gloria

dentro de cada “farol”.

Era la fama un fistol

joyante de tu corbata,

cuyos vuelos escarlata

tendió tu traje español,

que se volvió mexicano

cuando el pico del “jarano”

quiso rasgar el cendal

de nuestro cielo triunfal,

y en un derroche de galas

robó el ímpetu a las alas

del Águila Nacional.

Así fue, charro marcial

que hicieres, llegado el turno,

con el aro de Saturno

tu “crinolina” genial.

 

Maestro

que en el siniestro

redondel, volcaste un día

toda la milagrería

faquiresca de tus pases;

que, másculo y sin disfraces,

-pavoroso en el ceñir-

con un capote de auroras

hiciste tuyas las horas

brillantes del porvenir;

ya no lograrás morir,

a pesar de tu despecho,

pues aún los lances de pecho

te condenan a vivir

porque la Gloria es moneda

que sin ambajes se queda

para cuño tu perfil.

¡Qué banderillas de añil

te brindaron los poetas

acribillando a saetas

tu desplante juvenil,

en el blanco de las mil

y una noches de tu vida

-romancera de un suicida

frustrado por varonil-.

 

Torero, rejoneador

de bureles y horizontes;

va mi tropel de bisontes

para tu lidia mejor,

Silveti:

Deja el confeti

de las estrellas caer;

deja que el atardecer

plagie tu gaya verónica,

y entra triunfal a la jónica

plaza que abrió mi cantar.

Que si vamos a brindar

con disloque

por tu estoque

de luna sin conjunción,

tu capa –tirabuzón

rojo cual tinto de España-

descorchará la Champaña

bullente de la emoción,

y la misma expectación,

frente a tu gracia torera,

batirá su nopalera

fe manos en ovación!…[16]

 

Jorge Ramón Juárez

1957

 LOA HUMORÍSTICA.

 

¿Me pedía versos nacionales?

Íd a Silveti, el matador

de toros bravos y puntales;

es él, por méritos cabales

el amo de nuestro folklore.

 

Con más arrojo que ninguno,

de cualquier juego retozón[17]

lleva en la bolsa el número uno.

es su greñal de Atila[18] el huno,[19]

pero de aquí su corazón.

 

Nadando en plata como un chek,

le habla de tú al prócer cognac

que visita en Chapultepec;

y luego, al tranco, sigue rec-

to[20] y oblicuo hasta Mixcoac.

 

Él es el propio tesorero

de su capricho y su boato,

que al fin este crudo torero

vio cómo saltaba el dinero

de las peñas de Guanajuato.[21]

 

Alegre va por montes y plan

sin ser mayormente un tahúr,

después que bulle su alazán,[22]

con un compadre echa un conquián[23]

y con tecolote,[24] un albur.[25]

 

Corvo el acero que chispea

en pata de búlique[26] y giro

y que él amarra en la pelea;

corvo el mechón que culebrea

bajo la tarde de zafiro.

 

Mechón de sauce babilónico,[27]

lacio, cincunflejo[28] y plural,

de cuyo espesor absalónico[29]

puede sacarse algún lacónico

corderillo, aunque no pascual.

 

Él mismo la guitarra suena,

si está de parranda y de chunga,

mientras una suave morena

pone un antifaz a su pena

con la canción de la Sandunga.[30]

 

Seguro que en su cantimplora,

llena de broncas alegrías

con alguna que otra dolora,

se emborrachó Lino Zamora

y dio un trago Ponciano Díaz.

 

Mas no porque un triple trapazo

para atizar ollas emplee,

Juan sin Miedo, el del fiero brazo

antípoda[31] del bajonazo,

busca la altura en el volapié.

 

Sino por las guardarropías,[32]

rico muestrario nacional,

cuyas bizarras platerías

tiemblan en las ondas bravías

de la crinolina[33] y el pial.[34]

 

De rodillas un cambio atrapa

que hace perdonar su desgarbo,

y evoca, postrado y con capa,

un monje austero de la Trapa[35]

meditando el Oficio Parvo.[36]

 

Y en tanto que por la muleta

corre la muerte y se resbala,

la mecha, indómita e inquieta,

se abre y se cierra como un ala

bajo la tarde de violeta.

 

Y en tanto que por la muleta

corre la muerte y se resbala,

la mecha, indómita e inquieta,

se abre y se cierra como un ala

bajo la tarde de violeta.

 

En la suprema suerte, abona

la flor bermeja del delirio:

don Juan parece que estocona

con la formidable matona[37]

que hizo célebre a don Porfirio.

 

Mata a los toros en caliente[38]

también él; estupefaciente

el valor racial ratifica;

les clava en el testuz un diente,

los muerte y luego los mastica.

 

No van proezas de esa talla

en nuestros históricos cuentos.

Juan se ríe de la medalla

que conmemora la batalla

de Treinta contra Cuatrocientos.[39]

 

No sólo orejas de bureles,

cortara la otra oreja a Malco,

si no fueran tan buenos fieles

quienes presiden en el palco

de almogábares[40] y gomeles.[41]

 

Y airón[42] de la taurina fiesta

y de gloria velludo alarde,

la greña, apenas descompuesta,

ilustra con bárbara gesta

los escarlatas de la tarde.

 

Juan merece para recuerdo

de su memoria en el futuro

(ven, consonante, que me pierdo)

que lo musique Miguel Lerdo[43]

y que lo cincele Panduro.[44]

 

Charro fiel de todo herradero

y en ferias franco brillador,

Juan Silveti, heroico torero,

rayando su penco lucero

lo sienta en el patrio folklore.

 

Rafael López.[45]

1957

DESPEDIDA DE SILVETI.

 

(Toque de clarín)

 

De luto está Guanajuato

Silveti se ha despedido,

se fue aquel bravo jabato

de la afición tan querido.

 

“Juan sin miedo” le llamaban

por su arrojo temerario,

y los que ayer lo aclamaban

le están rezando un rosario.

 

¡Ay, ay, Juan,

tu despedida fue triste,

y en la puerta de cuadrillas

hay luto porque te fuiste!

 

El “Tigre de Guanajuato”

dio a la muerte dos de pecho,

mas fue fatal su arrebato

y solo lo halló la muerte.

 

¡Ay, ay, Juan,

tu despedida fue triste,

y en la puerta de cuadrillas

hay luto porque te fuiste!

 

No cortarás más orejas

no nos darás más asombros,

mas la memoria nos dejas

de tus salidas en hombros.

 

Las plazas se ensombrecieron

cuando Silveti moría;

los que toreando lo vieron

lo recuerdan todavía.

 

¡Ay, ay, Juan,

tu despedida fue triste,

y en la puerta de cuadrillas

hay luto porque te fuiste.

 

Hoy habrá fiesta en el cielo

con la música divina,

para ver a “Juan sin miedo”

van los ángeles en fila.

 

Y allá frente al Juez Supremo

sin cuadrillas y sin montera,

sé que llegó Juan, sereno

para que lo recibiera…

 

¡Ay, ay, Juan,

tu despedida fue triste,

y en la puerta de cuadrillas

hay luto porque te fuiste.

 

Autores: Ricardo Jiménez Sánchez

Anselmo Castro Cabada[46]

1960

UN RANCHO.

 

Una vaquita lechera

que dé sus dos litros diarios:

Además, un buen becerro

del mero Tepeyahualco

para darle los domingos

silvéticos capotazos

(a mí me gusta Silveti

porque es mismamente un macho).

 

León A. Ossorio.[47]

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Otra representación muy “mexicana”, cargada o sobrecargada de una actitud que exalta las virtudes del traje de charro, y del que Silveti se sabía un perfecto intérprete. Col. del autor.


 

[1] Véase: http://altoromexico.com/2010/index.php?acc=noticiad&id=24763

NOTA IMPORTANTE: Me reservo el derecho de incluir todas las notas correspondientes a su vez, a las citas indicadas en el texto. El presente material proviene de mi libro: Antología de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI. Prólogo: Lucía Rivadeneyra. Epílogo: Elia Domenzáin. Ilustraciones de: Rosa María Alfonseca Arredondo y Rosana Fautsch Fernández. Fotografías de: Fumiko Nobuoka Nawa y Miguel Ángel Llamas. México, 1986 – 2006. 776 p. Ils. (Es una edición privada del autor que consta de 20 ejemplares nominados y numerados). Dicha versión, ha sido modificada por el Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglox XVI-XXI, mismo que actualmente se encuentra en su cuarta edición, corregida y aumentada, a la que se han incorporado 12 anexos, con aproximadamente 500 nuevos versos localizados en el constante trabajo de investigación.

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