EL NUEVO «QUIJOTE» DE LOS DOMINIOS NAVARROS…

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Sabemos que el próximo 21 de febrero del año que ha comenzado, actuará una vez más el “caballero en plaza” Pablo Hermoso de Mendoza. Esto sucederá en la plaza de toros “México”. Pues bien, en ese abrir el cofre de los recuerdos me ha puesto en posibilidad de compartir con ustedes un apunte que elaboré allá por 1999 con motivo de otra comparecencia del navarro por estos pagos. Aquí la nota. 

PABLO HERMOSO DE MENDOZA, EL NUEVO QUIJOTE DE LOS DOMINIOS NAVARROS: SU FIGURA NO DESMIENTE LAS ANDANZAS DEL CÉLEBRE PERSONAJE DE CERVANTES.

(Crónica para la segunda corrida de la temporada 1999-2000, en la plaza de toros “México”, el domingo 14 de noviembre de 1999. Cartel: Pablo Hermoso de Mendoza -rejoneador-. De a pie: Jorge Gutiérrez y Manolo Mejía. 2 de Manuel Martínez y 4 de San Marcos).

   Don Pablo Hermoso de Mendoza, caballero sin título nobiliario, anda prófugo de la justicia -al parecer- desde 1690. Este mozo navarro, de seguro despreció todos los nombramientos que la corona concedía en aquel entonces, o que pudo haber comprado, nada más encontrarse con el ruin que le colgara título de conde, marqués o duque, habidas de por medio varias talegas de buena plata de las Indias, surtida en preciosas monedas acuñadas con la efigie del monarca en turno.

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   No quiero decir que Arturo Pérez-Reverte, autor de la saga sobre el soldado don Diego Alatriste y Toledo, me prestara sus bien documentados manuscritos para decir, con mejor acierto, cuál es el paradero de don Pablo Hermoso de Mendoza.

   El primer testimonio es que se le ve alzado en la guerra taurina, con gran ímpetu desde este 1999 luego de que la afición española ha gozado sus múltiples apariciones (más de 80), pero que yo sepa, en ninguna plaza mayor. Más bien, en las confortables y ciertamente modernas plazas de toros.

   Y ha llegado a América como Santiago apóstol, con la espada desenvainada, para imponer su imperio y su fuerte personalidad.

   Hermoso de Mendoza, ausente de la “grande Fiesta de Toros, que la Coronada Villa de Madrid hizo, en obsequio de la Entrada de la Reyna N. Señora, que Dios guarde, el día 17 de agosto de 1690 en la Plaza Mayor…” estuvo entre nosotros, el domingo 14 de noviembre, pero de 1999, en la gran plaza de toros “México”, sitio en el que alcanzó importante triunfo, por imponente actuación, sustentada por un quehacer profesional a conciencia, dueño de magistral dominio sobre los corceles a quienes entiende y lo entienden en comunicación que me parece sorprendente.

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   Fue una lástima que su labor haya sido concretada con dos novillos de la dehesa de Manolo Martínez, lo que le quitó valor a su desempeño. Pablo había triunfado tiempo atrás, en Sevilla, y los toros que rejoneó lo eran. No entiendo dónde está favorecer o perjudicar a un gran protagonista en que ha venido a convertirse Pablo Hermoso de Mendoza.

   Tiene la virtud, el caballero navarro, de haber impuesto un toreo en el que las cabalgaduras juegan un papel que los convierte en capa y muleta que trotan y trotan, pero no para escapar, sino para plantarse toreros -los caballos- que se vio, también saben citar, templar y mandar. Que se pueden regodear -si no corriendo la mano-, si consiguiendo con la cola y la grupa ese toque mágico, donde los novillos de Martínez parecían herir, y con apenas un manejo apenas perceptible en las riendas; espuelazos contundente o apretones de rodilla en las panzas de “Cagancho”, “Chicuelo”, “Mazzantini”, “Albaicín” o “Quéchua”, lograba el inteligente caballero esquivar -con gracia- la furtiva amenaza de una herida (sin embargo, “Cagancho” resultó corneado).

   Se lamenta que, en su afán por complacer a la asistencia no quiso quedarse en las manos con ninguna banderilla, por lo que “al relance” -y yo no sé si para bien del arte campero-andaluz- remataba la suerte colocando el faltante.

   A su primero lo despachó de ocho pinchazos, en tanto que al novillo de la triunfal jornada, de un bajonazo que provocó fuerte hemorragia, acompañada del derrumbe espectacular de NAVARRO, que así fue bautizado el pupilo de los herederos del desaparecido torero de Monterrey.

   Ahora ya todo mundo sabe que don Pablo Hermoso de Mendoza, el caballero que rechazó títulos de gran escala, obtuvo dos orejas, ciertamente precipitadas, pues probablemente una habría bastado. La emoción hizo víctima al amigo Heriberto Lanfranchi (Me refiero a Heriberto Lanfranchi, quien por entonces presidía desde el palco de la autoridad).

   Dentro de la ortodoxia en el toreo de a caballo, el rejoneador vasco le aplica un refresco a estos encorsetados menesteres, que de pronto los altera con heterodoxos argumentos que son los que pondrán a discutir a los tradicionalistas a ultranza, o a los liberados de todo dogma.

   La tarde fue de Hermoso de Mendoza, que si se tocara de los viejos ropajes descritos en los romances y libros de caballería, sólo nos empujaría a imaginarlo como a un nuevo Quijote, no de la Mancha, sino como Quijote de los dominios navarros. Y es que su figura -quijotesca y a la moderna-, no desmienten las andanzas del célebre personaje de Cervantes, que hoy se ha trasladado hasta nuestro país para comenzar sus célebres correrías que lo llevarán a conseguir un triunfo y otro también. Este caballero de 33 años está dotado de intuiciones, poderío, mando, y sobre todo de carisma con el que ya conquistó a la afición mexicana.

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   El cartel incluía dos toreros de a pie: Jorge Gutiérrez, en franca decadencia, a un paso de la despedida, y un Manolo Mejía que, de seguir embarneciendo se le confundirá un día con Luis Mazzantini. El diestro de Tacuba salvó el honor de la torería mexicana, frente al triunfo del rejoneador, esbozando una faena que no remató del todo, faltándole la enjundia, casi siempre atizada por sacudimientos como los causados por el rejoneador triunfante. (15.11.99)

REFLEXIONES LUEGO DE LA CORRIDA.

   Han pasado muchos años desde que el toreo a caballo en México dejó de tener un impacto, pasando a ocupar un papel secundario. Hay que reconocerlo. Si hacemos un recuento, podemos anotar al célebre Ponciano Díaz, quien destacó notablemente en el último tercio del siglo XIX. Hacia los años 40 y 50 de nuestro siglo, la presencia de Conchita Cintrón revitalizó dicha presencia, que terminó consolidándola Álvaro Domecq, ambos desempeñando su quehacer a la usanza andaluza en la mayoría de sus actuaciones. Luego vinieron -entre los más destacados, Gastón Santos, Juan Cañedo y Pedro Luceiro quienes llenaron un espacio de 40 años, tiempo en el que el toreo campero andaluz y las sobrias manifestaciones portuguesas se mantuvieron incólumes. De Luceiro debemos recordar su esquemática pero breve puesta en escena, lo que mucho se le agradeció, puesto que los tiempos empleados por otros rejoneadores se excedía en evoluciones, pasadas en falso y los muchos intentos por colocar banderillas, rejones, rosas y demás utensilios propios del “caballero en plaza”.

   Durante la década de los 80 vino a nuestro país, una revolución en el arte de Marialva que no cuajó del todo en ruedos mexicanos. Me refiero a Joao Moura, ese gentil y buen mozo lusitano que ejerció en España -eso sí-, una fuerte convulsión de la destreza caballeresca con sus alardes, colmados de estilos que rompieron con las reglas tradicionales del toreo a caballo. Por fortuna, continúa en el escenario, y que sea por muchos años.

   Gerardo Trueba, Jorge Hernández Andrés, Giovanni Aloi, son, entre otros, los caballeros postmodernos del toreo a caballo en México quienes junto a Enrique Fraga -continuador de la línea andaluza-, y de Ramón Serrano, fugaz presencia que intentó con inquietas expresiones recuperar las raíces del toreo de a caballo a “la mexicana”, cubren el capítulo de quienes siendo de este país, además se consideran asimismo universales.

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   Y ahora, se ha plantado impetuoso y decidido este Pablo Hermoso de Mendoza, figura moderna que parece arrancada de añejas relaciones de fiestas, como es, por ejemplo, la que nos cuenta el anónimo cronista que dejó testimonio de las “Fiestas reales de toros y juegos de cañas que hizo la ciudad de Manila” a cuatro días de enero de mil y seiscientos veinte y tres. Allí hay completa descripción de los vestidos de personajes como los del capitán D. Luis Enríquez de Guzmán, alcalde ordinario, el capitán Martín de Esquivel, alguacil mayor de Corte o del también capitán José de Naveda, alférez real, (quienes) salieron a prevenirla (la plaza) para hacer el juego de cañas, y van muy curiosos galanes con muchas galas libreas, D. Fernando de Ayala en un caballo bayo, estribos dorados, freno, chanelas y todos los aderezos de lo mismo, calza negra con entretela de Milán, bota blanca, coleto de ámbar y jubón de la tela de las calzas; por banda una gruesa cadena de oro atravesada, plumero de oro de mucho valor y un penacho de muchos martinetes; aderezo de espada dorada y espuela de lo propio…”

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Disponible en internet: enero 3, 2016 en: http://crisolplural.com/2013/04/26/cronica-grafica-de-la-corrida-ponciana-en-la-monumental-de-aguascalientes/ Fotografía de Gerardo Reyes.

   Es un hecho contundente que la presencia de este ciudadano navarro se haya afirmado de manera definitiva en el gusto de los aficionados desde su primera actuación. El público de toros en nuestro país, no es dado a la idolatría efímera. Prefiere tener un torero como el favorito durante mucho tiempo, por lo que la relación se profundiza. Allí están los casos de Manolo Martínez o de Pedro Gutiérrez Moya, por mencionar los más recientes. Hoy en día “El Zotoluco”, Enrique Ponce y “El Juli”, coquetean con el público en esa intención de erigir un ídolo o de erigirse como ídolos. No es cualquier cosa.

   Sin embargo, me parece que hay alguien que se les puede adelantar, tomándonos por sorpresa. Su nombre: Pablo Hermoso de Mendoza. (16.11.99) 


NOTA: Las imágenes en blanco y negro, provienen del número extraordinario que Sol y Sombra publicó con motivo de la Jura y Proclamación de D. Alfonso XIII, Rey de España, efectuada en Madrid el 17 de mayo de 1902. A su vez, este ejemplar pudo ser consultado en forma digital en la página de la Biblioteca Digital de Castilla y León:

http://bibliotecadigital.jcyl.es/bdtau/i18n/publicaciones/listar_numeros.cmd?busq_idPublicacion=60.

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