MINIATURAS TAURINAS.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
Conforme nos vamos alejando de algunos aspectos que no nos permiten conocer quienes pudieron ser los protagonistas de tal o cual acontecimiento histórico, lamentamos esa desgracia. Pero por otro lado, cuando queda alguna evidencia, como esta litografía de la primera época de José Guadalupe Posada, fechada en 1879, entendemos que el esfuerzo por ilustrar un pasaje de la tauromaquia, a la que fue tan afecto, nos acerca al conocimiento de los usos y costumbres que incluyen la forma de practicar una suerte como la de varas –por cierto de las más ilustradas-, que parecen enfatizar la capacidad de casta o bravura del ganado, evidenciando en medio de la desproporción, el tamaño o volumen de los toros, el procedimiento aplicado por el picador y, al margen de otros elementos, cómo vestían, cuál era la disposición de los tablados y otros detalles. En el fondo, los rasgos del artista pueden ser plenamente identificados –aún en esta primera época de su producción-, como rúbrica de lo que después sería el resto de su obra. Y ese temprano trabajo evidencia sin demasiadas dudas al artista aguascalentense.
Llama la atención el movimiento, esa difícil forma de expresión que los artistas dan a su obra, para entender con mucho mayor precisión la ocurrencia –en este caso-, de la fundamental suerte de picar toros. Si en tal capítulo aquellos creadores consideraron cuán importante era, quedan infinidad de muestras que representaban un vigor de suerte cuyo significado centró la atención no solo de los nuevos aficionados, sino también de la prensa, de los autores quienes centraron su atención en la suerte eje de la tauromaquia, suerte que siguió teniendo tanta importancia, hasta que el peto fue implantado en México en octubre de 1930. Desde luego, seguían siendo oportunos los quites, y en ese tenor pasaron otros 30 años más o menos, tiempo en el que se modificó el volumen y espesor del peto, tiempo en que los toros también fueron criados con tendencias al lucimiento de la nobleza, no tanto de la bravura, porque evolucionaba la tauromaquia que quedó más al servicio de los de a pie que de los de a caballo.
Puede decirse, finalmente, que la tauromaquia mexicana cuenta hoy día con una serie bastante amplia de elementos artísticos capaces de mostrar la siempre necesaria evolución, en medio de valores que en ocasiones la ponen en evidencia, pero que por otro lado, la magnifican también. La litografía de José Guadalupe Posada que ahora nos ha servido para entender esa manifestación, se convierte en un valioso elemento para explicar el pulso de lo que representó para los toreros del pasado su consiguiente utilidad.
Litografía de José Guadalupe Posada que data del año 1879. Para ese año se encuentra establecido en León de los Aldamas, Gto.
Fuente: Carlos Haces y Marco Antonio Pulido. LOS TOROS de JOSÉ GUADALUPE POSADA. México, SEP-CULTURA, Ediciones del Ermitaño, 1985.