EDITORIAL.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
In Memoriam.
Fotografía: Felipe Caparrós Cruz (Jaén). “Yeneos”[1]
Pamplona se ha vuelto por estos días, centro del universo taurino, debido a que con motivo de las fiestas de su santo patrono –San Fermín-, retorna ese ciclo en el que no solo es la conmemoración religiosa. También profana y popular con una fuerte carga de tradición, usos y costumbres. Por desgracia, el curso de las mismas se vio empañado por la tragedia en la que el diestro Víctor Barrio encontró la muerte en la plaza de toros de Teruel al sufrir una cornada en el tórax.
Tal cual lo difunde una página web aludiendo a las “fiestas en Pamplona”: “Se puede morir” durante el encierro. Y esa es, en esencia para muchos diestros, lo mismo a pie que a caballo la razón por la que decidieron hacer suyo tan arriesgado destino. Para todos morir se convierte en un acto heroico como puede serlo, en otro sentido, aquel otro desenlace que ocurre en la figura del toro, complemento de una puesta en escena cargada de ritualidad como milenios tiene de conservarse. Y frente al hecho de que para muchos resulta difícil comprender esos significados donde sacrificio y muerte habitan en su condición más natural, el hecho es que toro y torero; torero y toro no es que concreten en ningún sentido el traído y llevado argumento de la tortura. Lo que ambos ponen en práctica es la consagración sin más, pero entender y aceptar tal condición pone en conflicto a diversas sociedades hasta el punto del debate y cuestionamiento.
Sin embargo, considero que dos son las razones de que la tauromaquia se conserve hasta hoy encarando embates más que reflexiones. El filósofo francés Francis Wolff pregunta: ¿cuáles son las causas profundas en la modernidad y el significado para la humanidad de la condena actual a la fiesta?
Y él mismo pone en valor el hecho de que estamos frente a una representación atemporal. Junto a este postulado, quien escribe plantea que el espectáculo de los toros posee una fuerte carga de anacronismo (si por anacronismo, según el “Diccionario de la Real Academia Española” (DRAE, por sus siglas) es el “Error consistente en confundir épocas o situar algo fuera de su época). Y más aún. En su reciente publicación, TAURONOMICS. Economía y activismo taurino (2016) Juan Medina su autor, afirma y en cierta medida cuestiona en las conclusiones de su interesantísimo estudio que
Quienes mantienen que en pleno siglo XXI los toros resultan anacrónicos, deben creer que la naturaleza humana ha cambiado por llevar un Smartphone en el bolsillo (…)
Aunque por otro lado, consigue valorar y equilibrar este sentido cuando afirma
(…)Tan necesaria son ahora las corridas como en la antigua Grecia lo eran los ritos y juegos del toro. El teatro, la literatura, la tauromaquia, el arte en general, son estrategias simbólicas del ser humano para comprenderse y asumir su destino fatal. En el ruedo, el hombre sale al encuentro de la animalidad, la mira de frente, la encauza y la sublima, poniendo en riesgo su propia vida.
Y continúa diciendo
El componente atemporal del mito explica el carácter anacrónico que para muchos posee la tauromaquia. Afrontar con entereza el sabernos mortales difícilmente cabe en una sociedad que oculta la muerte de personas y animales en tanatorios (instalaciones en que son depositados los cadáveres durante las horas que preceden a su inhumación o cremación, según lo valora el DRAE) y mataderos, tan rentables como clandestinos. Las corridas de toros herencia de la cultura clásica, resultan herméticos para ese canon anglosajón que amenaza con aniquilar la riqueza cultural del planeta. Mientras el arte y la política degeneran hoy en espectáculos carentes de sustancia, la tauromaquia comprende valores éticos y estéticos que son escuela de la vida buena.
Ya, pero en el teatro no se tortura…
En cosa de días realizaré análisis y comentarios de este libro.
Por todo lo anterior, tanto el Dr. Raúl Aragón López como quien firma, establecemos en la introducción de la “Historia de la cirugía taurina en México”, libro que venimos preparando cuidadosamente:
La medicina en todas sus expresiones, ha estado presente desde que el hombre, en sociedad se enfrentó a la necesidad de curar enfermedades que otros integrantes presentaban ya fuese por razones externas e internas, de edad o de todas aquellas circunstancias que las causaran. Vino con el tiempo el estudio, aplicación y especialización que incluían intervenciones quirúrgicas así como el uso de las más avanzadas tecnologías.
En ese sentido, la tauromaquia no ha escapado a dichas bondades, ya que todos sus integrantes o actores, han sido o son susceptibles de diversos percances que han puesto en riesgo sus vidas. Determinadas muertes, cornadas y otras heridas, que generan la intervención de médicos, enfermeras y todos los servicios en torno a ello, así como las visiones reglamentarias o sanitarias que son obligatorias en estos casos, han permitido que esa comunidad se vea respaldada, garantizando así un servicio apropiado. Si bien todavía es posible observar fallas, o ausencia de tal circunstancia en algunos casos, la tendencia es lograr en forma por demás completa tal prioridad y segura atención.
El caso de Víctor Barrio viene a ser, en estos momentos motivo para una profunda reflexión y no defenestración. Quien decida un destino como este, se sabe absolutamente responsable de todos los significados que generan poner en riesgo su vida. La tauromaquia es, a lo que se ve, una profesión tan riesgosa como muchas otras. Sin embargo, los riesgos que conlleva materializar un ritual que se vincula con el sacrificio; incluso con el holocausto, representan la dedicación toda a que se entregan personajes que se tornan, ya lo decía al principio auténticos héroes.
[1] Para entender el significado que tendría el término “Yeneos”, sugiero acudir a la siguiente liga: