Archivo mensual: septiembre 2016

UNA CRÓNICA ENTRESACADA DEL OLVIDO.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO, y OTRAS NOTAS DE NUESTROS DÍAS. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   En el quehacer permanente que, como historiador llevo a cabo pude encontrarme hace algún tiempo un interesante material que se remonta al 1° de julio de 1935. Es una crónica del reconocido periodista y escritor Manuel Horta, quien colaboró muchos años en Excelsior. El periódico de la vida nacional. Horta fue, además autor de varios libros entre los cuales se pueden citar: Siluetas en la neblina, obra de referencia para quien pretenda seguir el ejercicio periodístico. También no puede faltar en esta pequeña relación su Ponciano Díaz. Silueta de un torero de ayer, Estampas de antaño; y, Miniaturas Románticas, Vida ejemplar de D. José de la Borda, El caso vulgar de Pablo Duque y Vitrales de capilla.

   Don Manuel formó parte de esa generación colonialista, que comenzó Vicente Riva Palacio, siguió Luis González Obregón y continuó con Artemio de Valle-Arizpe, Genaro Estrada, sin olvidar a don Manuel Romero de Terreros, Marqués de San Francisco, Francisco Monterde o José de Jesús Núñez y Domínguez.

   Su oficio también tuvo que ver con algunas obras de preciosa manufactura como

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Disponible en internet septiembre 29, 2016 en: http://hildegardalibros.blogspot.mx/

   Pero don Manuel también escribió crónica taurina. Y la que fue hallada, tiene que ver con un festejo novilleril celebrado el 30 de junio de aquel 1935, en el que ante ejemplares de Quiriceo, actuaron Miguel González “El Temerario”, Alfonso Ramírez “Calesero” y Fermín Rivera. Para deleite de los lectores, viene a continuación tal cual se publicó en Excelsior el texto de don Manuel, a quien hoy evoco con entusiasmo.

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Excelsior. El periódico de la vida nacional. Lunes 1° de julio de 1935. Segunda sección, p. 3.

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SOBRE LOS VERSOS DE TEMA TAURINO QUE ESCRIBIERA GUILLERMO PRIETO.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO, y OTRAS NOTAS DE NUESTROS DÍAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

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Entre los integrantes de la que, para 1848 fue la sociedad literaria “La Familia Rennepont” se encontraba el joven escritor y poeta Guillermo Prieto. En Revista de Revistas. El Semanario Nacional, año XXV N° 1302, del 28 de abril de 1935. Col. del autor. Daguerrotipo.

   Un enorme esfuerzo, el que se ha concretado en mi “Tratado de la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI”, y que actualmente reúne más de dos mil muestras. Gracias a dicho trabajo es posible compartir en esta ocasión, una serie de versos que, siendo de la autoría del célebre “Fidel”, seudónimo de Guillermo Prieto, los mismos guardan relación directa ya con la tauromaquia, ya con la charrería. Veamos.

Ca. 1850-1860.

PLACERES CAMPESTRES

RODEO, COLA Y CAPAZÓN.

 

Entre las quiebras del monte,

Bajo el estrellado cielo,

Se oyen correr los caballos

De los traviesos rancheros;

Ya al ganado se despierta

Y ya comienza el rodeo;

Reluce de la mañana

El matutino lucero

Alegre anunciando gozos,

Feliz llamando a festejos.

Vaqueros y aficionados

Forman un círculo inmenso,

Y los toros y las vacas

Van reconociendo un centro

En donde está la parada,

Que es a la falda de un cerro,

Como desgracia espinoso,

De altos peñascos cubierto,

De enmarañados espinos

Y precipicios horrendos.

Como las sombras discurren

Tras las reses los rancheros,

Y en el oscuro horizonte

Se ven sus perfiles negros.

Inquietos braman los toros,

Audaces ladran los perros,

El ¡oh! Se percibe agudo

De caporales expertos,

Y ronco suena el bramido

Del solícito becerro;

Pero una luz blanquecina

Que oscurece los luceros,

Sobre las crestas del monte

Esparce dulces reflejos;

Se tiñen las nubes de oro,

De topacio y grana el cielo

Y brota al fin el sol puro

En el limpio firmamento.

¡oh cuadro! ¡divino cuadro!

¡Cómo halagaste mi pecho!

¡Cómo acariciar viniste

Mi mirada de extranjero!

¡Cómo en tus variadas tintas

Exaltabas el contenido!

¡Cómo disfrutado hubiera

Contigo goces sin cuento,

Si mi corazón marchito

Capaz fuera de consuelo!

Cuadro de tierna inocencia

Y de júbilo perfecto,

Abismo de luz y aromas

Para el Hacedor excelso…

Pintar no puede ese cuadro

Quien no tenga pincel diestro;

Pero mucho hace el que emprende

Y tiene el pulso resuelto.

 

RODEO

 

Tendiéndose entre montañas

Se mira apacible valle,

Que corre desde el Oriente

Hasta el Ocaso distante;

Lo ciñen montes enormes

Cubiertos de peñascales,

De tan agrupadas rocas,

De tan áridos breñales,

Que apenas entre sus grietas

Transita medroso el aire;

Son tan peladas sus piedras,

Sus picos tan desiguales,

Que apenas el pensamiento

Osa por allí treparse;

Cuelgan de entre aquellas rocas

Toscas biznagas salvajes,

Las de púas afiladas

Y los cardones punzantes.

Al lado opuesto se miran

Continuas desigualdades,

Los bajíos más risueños,

Los rastros de los raudales,

Y la arcilla colorada

Donde ni la yerba nace,

Pero do brotan cardones

Y mesquites y nopales

Y con todo esto el bajío

Tiene conjunto agradable;

Y a la luz del sol naciente

Y al manso correr del aire,

Cobraba aquella corrida

Encantos inexplicables.

Ya de muy lejos vaqueros

Disperso torete traen

En tropel alborotado,

Obligándole tenaces

A que venga a la parada,

Aunque bufe y aunque rabie.

Unos rancheros dejando

A los caballos colgarse,

Son inmóviles custodios

Del ganado que allí pace,

Otros furiosos persiguen

Al toro que se retrae;

Todos los ojos espían

La res que quiere fugarse;

Y ellos forman remolinos,

O solitarios se esparcen,

Con ¡oh! ¡jo! llenando el aire,

Sin reir ni distraerse,

Pero momento a momento

Salta el toro, inquieto vase,

Corren en tropel los buenos,

Círculos hace en el aire

La gaza extensa del lazo,

Como ellos dicen, mecate;

Se alza entonces la algazara,

Vense correr y ocultarse

Los entusiastas vaqueros

En quiebras y matorrales,

Ladran los perros corriendo,

El toro cual rayo parte,

Por fin, córtanle la vuelta

Y a la parada lo traen.

Otras veces un becerro

Logra azorado espacarse,

Y como liviana cabra

Sobre las rocas treparse;

Allí va feroz ranchero,

Compite, salta, encarámase,

Escúrrese entre las grietas

De los altos peñascales;

Nadie le dice: “Detente”,

Nadie grita: “No te mates”,

Y vuelve con su becerro

Y del pescuezo lo trae.

 

PARADA

 

Entre tanto en la parada,

En revuelto torbellino

De astas, de lomos y colas,

Se oyen amantes bramidos,

Con mayor indiferencia

Ningún héroe fue al martirio,

Ni en los asientos de amores

Vi corazones más finos,

Que se embriagan de placeres

Al borde del precipicio,

Cuando a trozar sus delicias

Va el carnicero cuchillo.

A veces se encela un toro

O hace de Otelo un torito,

Que al bravo rival emplaza

A tremendo desafío;

Y se apartan y se chocan,

Dando feroces bramidos,

Lanzando chispas sus ojos,

Lleno de espuma el hocico;

Los agudos cuernos traban,

Se alejan enfurecidos

Y tornan en rudo choque

Y permanecen unidos

Resoplando furibundos,

Topándose con ahinco.

En esos tremendos lances

Tronchan mesquites y espinos,

Y queda rastro sangriento

En donde fue el desafío.

El amor en todas partes

Hace fieros desaguisos,

Aunque no entre los cornudos,

Que siempre son mansos bichos,

Digo los de cara blanca,

No los mecos, ni los pintos.

Acabóse la parada,

Ya de marcha se dio el grito;

Llegan al corral los toros

En carreras y amoríos;

Cabe el corral, se halla el toldo;

Mas antes de ver el sitio,

A tomar un refrigerio

Nos llama el amo político,

Bajo del pajizo techo

Que prestó contento el indio,

Donde en el suelo se mira

Extendido el mantel limpio.

 

ALMUERZO

 

Venga el de tuna encendido

Y la blanda barbacoa,

Que se sienta por el suelo

Esa concurrencia toda,

Y cuando se alegra el vientre

Las lenguas están de gorja.

El tlecuil, como una hoguera,

Les da existencia a las gordas…

Muchachos! como se pueda,

Beban y gocen y coman,

Así en círculos sentados…

-Qué hombre! parece una bola,

-Si embiste con el cabrito,

Ni los huesos le perdona!

Rebosando el colorado

Vierte su linfa espumosa

Sobre los labios sedientos

Del que primero lo toma;

La cocinera contenta,

Con su faldero gibornia,

A la puerta los sirvientes

De la alegre comilona;

Allí el punzante epigrama,

Allí la confianza loca,

Allí el nácar cuentecillo,

Allí la amistosa broma,

Allí al colegial las burlas

Y al ranchero las lisonjas.

Veloces del corderito

Desaparecen las lonjas,

Y en un estanque de caldo

El chile relleno asoma.

¡On qué divina franqueza,

Oh qué holganza generosa!

¿Quién, en tu amistoso seno,

Tus convites ambiciona,

Corte, que en doradas copas

Brindas con hiel y ponzoña?

Vamos a apartar, muchachos!

Gritan, y a caballo montan,

Que ya se acerca el momento

De la carrera y la cola.

 

APARTADO, COLA Y CAPAZÓN

 

Está reunido el ganado,

Haciendo tales diabluras

Que no son para contadas

Por mi pudorosa pluma.

Es amor al viento libre…

Las campestres hermosuras

Lo miran desde la cerca

Como quien ve cosas chuscas

Y… los puntos suspensivos

Esta introducción concluyan.

Allí se opera el divorcio

Y se ven vacas viudas

Consolarse de sus penas

Con esposos de remuda;

Que estas hembras por lo menos

De la fe común no abusan,

Ni cubren sus gatuperios

Con la sombra de la tumba.

 

Apartados, al martirio

De Orígenes van los toros;

Pero antes en la carrera

Y en la cola unos tras otros

Darán pábulo al contento,

Serán objeto de holgorio.

En las trancas, frente al lienzo

Hay un valladas vistoso

Formado por los jinetes

Que están esperando al toro,

Del lienzo casi al extremo,

Que es un extremo remoto.

Se agrupan los lazadores

En caballos menos briosos,

De ancho y de carnudo encuentro,

Firmes patas y buen lomo,

Ya se nombró la parada,

Ya se apartó ardiendo un josco,

Y ua, viendo el toro un claro,

A correr se lanza bronco.

 

Retienbla el suelo al escape,

Un jinete se ampareja

Y tras el ligero toro

Veloz como el viento vuela;

Los gritos pueblan los aires,

El brioso corcel se empeña,

Brillan con el sol luciente

Su piel de oro y manchas negras;

Ya el hombre tomó la cola,

Ya diestro se valonea,

Mete cuarta, avanza fiero,

Redobla su ligereza,

Alza la pierna y estira

Y… el toro cae y da vuelta

Y la faz de aquel jinete

De gusto relampaguea.

Gritos y vivas se escuchan,

Todo tiene aire de fiesta;

Apenas el toro se alza

Los lazadores se aprestan,

Y con un tino exquisito

Lo lazan o manganean;

Brama el toro de coraje

Cayendo en tierra humillado

Y viene luego el verdugo,

Con ansia de buitre llega,

Y torpe, vil cirujano,

Con mano tosca lo opera;

Muge de dolor el toro,

Con su sangre el suelo riega…

Ya puede servir de eunuco

Y de irrisión a sus bellas…

Y se transforma en cuitada

Su hermosura naturaleza,

De buey el nombre ha tomado

Y vil coyunda lo espera.

Pero tornando a los gozos

Y a los placeres de gresca,

En cada toro de cola

Se repiten las escenas;

Ya se corrió tal jinete

Porque a la cola no llega;

Otro queda descontento

De sólo dar media vuelta;

Y en el caballo desquita

Su desdicha o su torpeza.

Sucede en tales festejos

Con desgraciada frecuencia,

Que corredores y toros

Inadvertidos tropiezan;

La fiesta se torna en duelo,

Los gritos de gozo en quejas;

¡Cuántos ayes doloridos

Y cuántas profundas penas!

Al corredor desdichado

Lo arropan y lo confiesan

Y luego en tosca zaranda

Su estropeado cuerpo llevan;

Pero en esta hermosa frasca

Ni hubo heridos ni reyertas,

Las caras de gozo llenas

Todos se miran amigos

Y huye lejos la etiqueta.

El corral quedó desierto,

Las chican dejan la cerca;

Formando nubes de polvo

Los concurrentes se alejan,

Y yo tomo fatigado

(Como acaso el lector queda)

Entre jarillas y espinos

El camino de la hacienda.

 

Guillermo Prieto.[1]

Enorme semejanza de estos versos con los que Luis G. Inclán escribiera en 1872 bajo el título de «Capadero en la Hacienda de Ayala».

Ca. 1855-60.

TRÉPALE QUE ES MANSITO

 

Como después de la lluvia

que destierra la sequía,

parece más lindo el cielo

con cara lavada y limpia,

lloran de placer las ramas,

los sembrados resucitan,

las flores alzan el rostro

saludando al Sol que brilla,

y las corrientes del suelo

se juntan, se arremolinan

y parece que retozan

pereciéndose de risa,

así en Zapotlán pasaba

tras la negra tiranía,

con la lluvia de chinacos

que hizo su poder cenizas…

 

Horita ¡Van a los toros!

Y la plaza se improvisa

con carretas y tablones

y está dialtiro maciza.

 

Forman inmenso cuadrado,

de las carretas las filas,

y dejan al medio un campo

de primor para la lidia.

 

Engalanan las carretas

arcos de ramas, cortinas,

y un celemín de rancheros

y de muchachas bonitas.

Ellos bota de campana

y botonadura rica,

con la camisa bordada

y toquilla de chaquira;

 

Y ellas de enagua encarnada

y lentejuelas que brillan,

rebozo de seda y seda,

redibada la camisa,

y como frescas manzanas

las abultadas mejillas.

 

Pero hay debajo los toldos

mil catrines y catrinas,

con tápalos de burato,

con sus mascadas de la India,

con sus peinetas de gajos

y sogas de perlas finas;

 

Y más arriba del coso

hecho de robustas vigas,

están señores y jefes

que son de primera fila.

Allí estaba el Don Santitos

asomando la carita;

pero a la verdad pelada,

que ninguno en él se fija.

Que unos le conocen muchos,

y otros no le conocían.

 

Y que comienzan los toros,

y empieza la gritería,

que es la salsa de la fiesta,

de peligro y fechorías:

 

Hay sus saltos de garrocha,

capeo de muletillas,

y sus flores delicadas,

y vistosas banderillas;

y hay también sus revolcados

entre palmadas y trisca,

que se alzan atarantados

y corren sin salida…

En esto, que sale un toro

que al redondel ilumina…

Cornicorto, grueso el cuello,

soberbio, ligero, altivo,

eran llamas sus dos ojos,

y era su conjunto lindo,

y era marrajo de genio,

y era muy matrero el bicho;

para la capa, mañoso,

para la garrocha, esquivo,

para el lazo, inconsecuente,

para la cola, tardío…

 

-¡Que lo monten!- grita el pueblo;

y entre zambras y silbidos

que con el toro en la tierra

y le trepan los más listos…

 

Pero uno y otro sucumben

y pierden el equilibrio,

quedando el toro triunfante,

y los toreros corridos…

 

-¡Apriétele ese braguero!-

gritó en lo alto Don Santitos.

Todos el catrín burlaron,

de su audacia sorprendidos…

 

-¡Túmbenlo por aquí enfrente!-

con tono imperioso dijo…

y comenzó la maniobra

del pretal, como previno…

 

-¡Triple vuelta!-…

            -¡Más forzado!-

-¡Así le hiere el codillo!…

-¡Menos abierto ese nudo!…

-¡Ora bueno!…

                        -¡Está bien fijo!-

dijo entonces satisfecho

el catrín desde su sitio.

 

-¿Quién lo monta? –dijo entonces,

y estallaron encendidos

un “¡Móntalo tú!” en mil voces

y entre golpes inauditos…

entonces, con gran calma,

don Santos desciende al circo,

sin ambages, sin espuelas.

Muy modesto y espedido…

se afianza bien, salta al toro,

repite terribles brincos,

y el jinete sube y baja,

pegado cual con tornillos…

se alza, se sienta la bestia.

Culebrea el cuero liso.

y él, en el lomo clavado,

fuerte como un martillo…

 

-¿Quién es ese hombre? –Preguntan

los rancheros más peritos,

y responden orgullosos

los de Morelia aguerridos;

 

-¡Ese es Santos Degollado,

ese es nuestro Jefe invicto!…

-¡Viva el héroe de Zamora!-

-¡Viva, viva Don Santitos!…

Las damas le arrojan flores

los jefes le hacen cumplidos,

y suenan dianas alegres

en el aire conmovido,

el ejército y el pueblo

ensalzan a su caudillo,

mientras Comonfort le abraza

con sincero regocijo.

 

Don Santos a Colima

con mando reconocido;

y Comonfort, justiciero,

le dio el mando de Jalisco,

para bien de nuestra causa

y en premio de sus servicios.[2]

 

Guillermo Prieto.

Romancero Nacional. 

1887

 Un pollo en los toros.

 

Rendido a Baco el matutino culto

con seis cocteles[3] métese a Iturbide;

come, y bebiendo siempre, se decide

a seguir de los Toros el tumulto.

Llega a la plaza, y con semblante estulto

el redondel con la mirada mide,

¡Toroo! con vos aguardentosa pide

y a cada picador grita un insulto

y ¡bruto! a aquel que se salvó de un salto.

Y ronco de gritar como un carnero,

ya de resuello y de vergüenza falto,

al ver un volapié del Habanero,

arroja al redondel su sombrero alto

con una interjección de carretero.[4]

    Seguramente con el tiempo se hallarán algunos otros escritos en la monumental colección de OBRAS COMPLETAS (17 tomos) que CONACULTA editó hace ya algunos años.


[1] Luis G. Inclán. Guillermo Prieto. Reseña de Dos capaderos y algo más… Prólogo de Rosalío Conde. México, ediciones Mundo Charro, 1979. 162 p. (Colección Charrerías, 1)., pp. 145-162.

[2] El Eco Taurino. México, D.F., 19 de enero de 1939, Nº 469. Este verso se encuentra fechado el 7 de marzo de 1894.

[3] Cok-Taill.-Mezcla de jarabe, amargos, cognac y hielo.

[4] Las hijas del Anáhuac. Ciudad de México, 4 de diciembre de 1887, p. 8.

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JOSÉ RODRÍGUEZ “JOSELILLO” CARA A CARA CON “OVACIONES”. 28 DE SEPTIEMBRE DE 1947.

EFEMÉRIDES TAURINAS MEXICANAS DEL SIGLO XX.  

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

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Joselillo en una tienta celebrada justamente en la ganadería de Santín, de donde un día salió Ovaciones, el novillo que le infirió la cornada aquel 28 de septiembre, y cuyo desenlace, 16 días después, conmocionó a la sociedad mexicana durante el mes de octubre de 1947. Fotografía: Carlos González. Col. del autor.

   El Dr. Raúl Aragón López y un servidor venimos preparando de un tiempo a esta parte el libro “Historia de la cirugía taurina en México”. En dicho volumen, queremos plantear cuál ha sido la evolución de dicha especialidad en el tratamiento y recuperación a heridos por cuerno de toro, así como ocuparnos de casos muy concretos, por documentados, sobre todo de aquellos donde puede realizarse una valoración comparativa entre la medicina y la historia. Creo que ese trabajo promete ser una obra de referencia.

   Considerando que hoy, por razones muy particulares se rememoran los 69 años transcurridos en que el sobresaliente novillero recibió una cornada en la ingle derecha, con sección total de la arteria femoral, misma que 16 días más tarde fue causa de la muerte, la efeméride permite evocar a la “…actitud [misma] de Joselillo frente al toro; ese heroico querer que fue la sustancia misma de su personalidad de hombre y de torero; esa inmóvil guardia caballeresca, altiva y resignada, que él levantó siempre, en cada muletazo frene al cementerio del testuz. Esa herencia tremenda y gloriosa de Manuel Rodríguez que Joselillo quiso tomar sobre sus hombros jóvenes con el humilde orgullo y la voluntaria renunciación de quien sabía que con ello tomaba la cruz”, a decir de Carlos Septién García.[1]

   Hasta el momento, la mayoría de las apreciaciones hechas para esta obra (Historia de la cirugía taurina en México), son fruto de una contemplación imaginada, cuyo sustento es la lectura de múltiples obras, periódicos, escritos y testimonios de diversa índole. Para conformar el perfil de cada uno de los protagonistas ha sido necesaria una imparcialidad a la que se le ha marcado la sana distancia con las pasiones encontradas. Y es que un novillero como Laurentino José López Rodríguez, mejor conocido como Joselillo, fue capaz -en su corta aparición en escena-, de provocar batallas campales debido al personal discurso que propuso, basado en una tauromaquia profundamente dramática, escalofriante, donde al parecer se desquiciaban todas las normas de la tauromaquia que quedaban sujetas al riesgo y a la emoción del vértigo.

   Laurentino José López Rodríguez, había nacido en el pueblo de Nocedo de Curueño, provincia de León, España el 12 de julio de 1925. Apenas un adolescente en cierne, llega a nuestro país en el verano de 1932, quien junto con su hermano José Luis atenderían diversos negocios en una tienda de abarrotes. A finales de 1944 Laurentino viste por primera vez el traje de luces en Tepeji del Río, estado de Hidalgo, aunque fuera solo para permanecer la mayoría del tiempo detrás del burladero.

   José, seguramente quiso someter la técnica y la estética con un estilo que iba camino de la madurez, aunque para eso fuera necesario más tiempo, y no pudo ser. Tuvo que ponerse al tú por tú con una buena cantidad de novillos, a los cuales aprovechó hasta donde pudo, empleando métodos poco escolásticos pero convincentes y tanto, que la popularidad de su quehacer y su figura pronto se ganaron lugar destacado en el ambiente taurino mexicano, por el cual pasó en fugaz trayectoria entre los años de 1944 y 1947. Lamentablemente, en la mayoría de sus apariciones, sufría más de un susto o percance, de ahí que Rodolfo Gaona dijera de él: “No le he visto aunque por lo que me han dicho, parecer ser un chico muy valiente, que sin embargo está casi siempre a merced de los toros…”[2].

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Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 522. La fotografía fue realizada por uno de los integrantes de la entrañable zaga “Mayo”.

   Joselillo estaba absolutamente convencido de lo que quería: convertirse en una gran figura del toreo, aunque para ello le fuera la vida. Y así fue. Cada lance, cada pase elevaban la tensión ya por lo arriesgado, ya por el drama consumado en permanentes percances. Y en medio de esos vaivenes, la alternativa estaba planeándose para que Luis Procuna fuera su padrino, ocurriendo tal acontecimiento en la próxima feria del Señor de los Milagros, precisamente para el 19 de octubre de 1947 en la plaza de «Acho», en Lima, Perú. Calificado de “fenómeno” en más de una crónica, fue capaz, con su sola presencia de convocar a la afición de diversas latitudes, provocando llenos y pasiones en medio de una trayectoria cubierta de irregularidades, aunque destacando en aquellas donde el triunfo era legítimo. Pero por otro lado, Don Martín, escribía en el Excelsior del 22 de septiembre de 1947:

“Para el sensacional Joselillo hay una exigencia cruel y un ambiente de hostilidad que no se justifica. A su toro lo saludó con verónicas limpias, citando desde largo, y en su faena de muleta hubo destellos de arte, de valentía, de aguante como en esos derechazos profundos y en esas manoletinas en que envolvió todo su cuerpo en caricias de la muerte. Mató de media estocada en todo lo alto y mientras la mayoría aplaudía con fervor, los eternos reventadores chillaban de lo lindo. ¡Cuántos quisieran ver al ídolo ensartado entre los cuernos como un pelele trágico! Pero Joselillo ya está aprendiendo el oficio y no quiere ser carne de enfermería”[3].

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Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 523. La fotografía fue realizada por Carlos González, justo cuando más que el diagnóstico, la sonrisa del torero, insinuaba que el riesgo quedaba atrás.

   El percance del 28 de septiembre de 1947 en la plaza «México», cuando Ovaciones de Santín le infirió una cornada fue en principio muy grave. El buen desempeño del cuerpo médico lo ponían lejos de todo peligro, aunque no los dejara tranquilo la presencia de una infección mayor. Los días de recuperación pasaron sin mayores complicaciones. Lamentablemente una complicación cardiaca segó amargamente la ilusión del toreo y de la afición en un momento que esta seguía padeciendo las tremendas sacudidas que estaban ocasionando las recientes muertes de Manolete y de Carnicerito de México, presencias las dos que no era posible aceptar como ausencias de una manera tan violenta, tan rápida, sin permitir tomarse apenas un respiro, y ahora un nuevo golpe llegaba con la noticia amarga de que Joselillo también se marchaba el 14 de octubre, cerrándose de momento aquel martirologio.

   En rigor, sufrió una tromboembolia pulmonar, lo que hoy se controla con medias antitrombóticas que hacen una compresión de los vasos sanguíneos para que la sangre circule correctamente. Además, se aplican medicamentos llamados anticoagulantes.

   En su figura más bien delgada se agitaba no un guerrero. Más bien todo un ejército, dispuesto a mantenerse en la línea de fuego. Que una acción más rápida del enemigo obligara esa terrible derrota, pudiera parecer un acto normal en medio de lo que para muchos es simplemente la guerra.

   ¿Dónde empieza y dónde termina la tragedia de este novillero envuelto en el velo del más absoluto de los misterios?

¡Precisamente aquí, en el testimonio de unas imágenes, las pocas que sobre él existen (como por ejemplo las que se incluyen en el largometraje “Torero”) y que nos dan apenas vaga idea de la puesta en escena de aquello que se debatía entre saborear sus alardes y sufrir sus temeridades, las que lo llevaron hasta el sacrificio último para convertirlo en la figura rota de una mitología taurina que sigue evocándolo…

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Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. I., p. 523. Fotografía, Carlos González. José Luis López Rodríguez, hermano de “Joselillo” llora al pie del lecho mortuorio después de haber sufrido una tromboembolia pulmonar.

  Joselillo, a los 69 años de aquel percance y su desafortunada desaparición sigue siendo un icono entrañable, a pesar de lo fugaz y efímero de su presencia, y de que se convirtió -lamentablemente- en una esperanza frustrada.


[1] Carlos Septién García (seud. “El Tío Carlos – El Quinto”): CRÓNICAS DE TOROS. Dibujos de Carlos León. México, Editorial Jus, 1948. 398 p. Ils., p. 323.

[2] José Ramón Garmabella: Joselillo. Vida y tragedia de una leyenda. México, Panorama, 1993. 168 pp. Ils., fots., p. 137.

[3] Op. cit., p. 136.

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LA IRRUPCIÓN DE ANTITAURINOS EN LA PLAZA “MÉXICO” y UNA LECCIÓN HISTÓRICA. (II).

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   La presencia de lo sobrenatural ha privilegiado a la tauromaquia, al punto de que esta se convierta en la suma de diversos misterios, revelados las más de las veces con uno de los factores más claros y contundentes: el sacrificio y muerte de un toro[1] y que hoy lo mismo asombra que causa polémica, dada la naturaleza de nuestra sociedad, la cual se debate en múltiples ideologías, formando un complejo enredo que entra en confrontación permanente. Religiones y creencias, usos y costumbres se ponen en duda mientras el mundo todo intenta evolucionar (¿o involucionar?).

   Vuelvo a Graulich quien afirma, amparado en Platón:

   (…) Los dones son agradecimiento, reconocimiento de estatus, “el cuidado […] que los esclavos dan a sus amos”, pero también “homenajes, honores y […] una manera de resultar grato” (Platón, Eutifrón, XV, VIII) para merecer recompensa. Do ut des, “doy para que me des”. “Aquí tienes la mantequilla, ¿dónde están tus dones?”, dice el ritual védico.y Sócrates: “Sacrificar ¿no es darles presentes a los dioses; y rezar, pedirles algo?” (Platón, Eutifrón, XIV).[2]

   La fuerte carga de elementos rituales de que consta concebir la tauromaquia en cuanto tal es, hoy día el centro de una de las discusiones que refieren, por parte de sus oponentes el argumento de tortura.[3] A lo largo de muchos siglos, esa condición ha imperado como factor de sometimiento entre los hombres. En todo caso, lo que va a suceder con los animales proviene de otras causas –hoy confundidas gracias a una mala interpretación, e incluso a la excesiva presencia de eufemismos que van generando una mala lectura de las cosas. Me refiero, y no puede ser otra la razón que al sacrificio. Y el sacrificio, como ofrenda de vida-alimento de lo capturado en la caza o en la guerra, procede entonces del don. Veamos en ese sentido que el “don”

En el dominio religioso es un instrumento extremadamente valioso porque, como don, puede presionar a los que supuestamente controlan la marcha del universo, y el mayor sacrificio, el sacrificio humano, puede desde ese momento ser visto como el esfuerzo más patético del hombre para controlar su ambiente y el universo.

   No obstante, el sacrificio ocupaba un lugar aparte por tratarse de seres vivos ejecutados. Esto le confería un valor particular y además llegó a engendrar especulaciones que en ciertos casos lo hacían salir de la categoría del sacrificio-don en sentido estricto.[4]

   El hombre involucrado con la evolución consideró, entre otras cosas, que la culpa se puede pagar con objetos de sustitución exteriores al culpable, ofrendas y, mejor aún, sacrificios de animales o de hombres, que desempeñan el papel de símbolos expiatorios. (Graulich, El sacrificio humano…, 40). Es decir, se fueron distinguiendo una serie de condicionantes relacionadas con la dimensión no solo de diversos actos en los que estuviesen relacionados los hombre entre sí, sino también de factores externos y naturales causantes de una mayor urgencia para obtener dones o superar circunstancias extremas (inundaciones, sequías, plagas, etc.).

   Muchos pueblos antiguos, entre ellos los aztecas, siempre consideraron al Sol como fuente de todas las fuerzas vitales. En ese sentido, vuelvo de nuevo con Graulich: “Los aztecas son el pueblo del Sol: se encargan de guerrear para alimentar al astro; son los colaboradores del Sol, pues luchan de su lado, el del bien, contra las fuerzas de las tinieblas y del mal” (Op. Cit., p. 43).

   Es decir, que justo en tiempos en que dicho imperio se iba consolidando,[5] y obligados por esa necesidad de dominio, predominio y control sobre otros grupos, construyeron elementos de la cosmogonía que permitieron alentar andamiajes hegemónicos, pero también la mitología con lo que fue posible pasar de la ideología a la materialización concreta, entre otras cosas, del sacrificio humano.

   Esta y otras condiciones fueron el conjunto de escenarios con que los conquistadores españoles se encontraron a su arribo justo el 8 de noviembre de 1519 a la ciudad de México-Tenochtitlan, sin embargo, los hispanos ya se encontraban en estas tierras desde abril de aquel mismo año.

   Para entender el proceso bélico que derivó de las diversas hostilidades generadas por uno y otro bando, conviene tener al alcance una serie de fechas claves, reunidas en la siguiente Cronología de la conquista.[6]

 Año de 1519

21 de abril – Cortés llega a la Isla de Cozumel, procedente de Cuba.
22 de abril – Fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz en Chalchicueyecan.
24 de abril – Cortés se reúne por primera vez con los embajadores de Moctezuma.
15-25 de mayo – Creación del primer cabildo español en la Villa Rica.
1-3 de junio – Viaje a Cempoala, alianza con los zapotecas y traslado del cabildo a Quiahuiztlan.
Julio – Quema de las naves españolas.
16 de agosto – Parte la expedición de conquista hacia México-Tenochtitlan.
18 de agosto – Paso por Xalapa.
1-10 de septiembre – Combates con los tlaxcaltecas
16-18 de octubre – Matanza de Cholula
3 de noviembre – Paso por Amecameca.
8 de noviembre – Arrivo a Mexico-Tenochtitlan.
14 de noviembre – Prisión de Moctezuma.

Año de 1520

10 de mayo – Salida de Cortés a Cempoala, al encuentro de Pánfilo de Narvaez.
15 de mayo – Matanza del Templo Mayor, se inician las hostilidades armadas con los mexicas.
24 de junio – Cortés vuelve a Mexico-Tenochtitlan.
30 de junio – Derrota de la Noche Triste y retirada de los invasores.
7 de julio – Batalla de Otumba
8 de julio – Regreso a Tlaxcala.
Julio-octubre – Cortés reafirma alianzas, recibe refuerzos considerables y prepara su regreso a Tenochtitlan.
30 de Octubre – Cumpleaños 35 de Córtes.
25 de Noviembre – Cuitlahuac muere de viruela. Lo sustituye Cuauhtémoc.
Diciembre – Se prepara el asalto a Tenochtitlan y se realizan matanzas en los pueblos aledaños al lago.

Año de 1521

Enero-abril – Cortés duplica el número inicial de guerreros.

Marzo – Se terminan en Tlaxcala las 12 embarcaciones que Cortés necesita para asaltar la isla de Tenochtitlan.
16 de abril – Los ejércitos invasores entran a Xochimilco.
30 de mayo – Da inicio el asalto y asedio a Mexico-Tenochtitlan.
13 de Agosto, captura de Cuauhtémoc, matanza de Tlatelolco y fin de la guerra.

   En la próxima entrega, se hará un profundo análisis sobre lo que significó el encuentro de dos culturas, en principio diametralmente opuestas pero donde una y otra ejercieron, por vía de la guerra sus más avanzadas estrategias.

CONTINUARÁ.

27 de septiembre de 2016.


[1] Esto nos remite a la antigua práctica que el hombre ha sostenido con distintas especies animales ya sea para sobrevivir o para domesticar.

   “Sacrificio” (Enciclopedia Universal Ilustrada, T. 52, p. 1159): Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación. // Fig. Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del cariño.

   Sacrificio cruento: Inmolación de una víctima ofrecida a la divinidad.

   Sacrificio cruento o con sangre, llámanse aquellos que se ofrecían con efusión de sangre de animales, ya que Dios, como él mismo dice, dio la sangre como medio de expiación. Las víctimas que podían sacrificarse eran solo los animales llamados puros o aptos para los sacrificios, que son los que se indican en el sacrificio de Noé (Gén., 8, 20) y se expresan en el de Abraham (Gén., 15, 9). Estos, a no ser que en casos especiales se determinase otra cosa, podían ser de cualquier sexo o edad, pero solamente de cinco clases o especies, entre otras el buey o vaca o becerro, carnero u oveja o cordero, macho cabrío, cabra o cabrito (…).

[2] Op. Cit., p. 38.

[3] Ellos, los que se oponen, emplean palabras como “crueldad”, “tortura”, “sacrificio” desde unas connotaciones verdaderamente extremosas, por no decir que tendenciosas, contando para ello su credo, que a veces raya en lo intolerante.

   Ahora bien, me parece en todo esto que la razón básica de la diferencia ha creado, desde muchos siglos atrás, la más importante de las razones en la que se establecen posiciones, criterios, creencias, ideologías y demás aspectos que han permitido a las sociedades mantenerse en esa permanente situación de conflicto, más que de acuerdo. Cuando todos esos elementos se integran en la dinámica que establecen los tiempos que corren, sucede que sus individuos asumen diversas posiciones, hasta llegar a unas condiciones tan específicas como heterogéneas que acaban siendo muy particulares. Cuando se ha llegado a estos puntos, es porque ya no se tolera al otro y hay que atacarlo. Incluso destruirlo.

   En los toros sucede algo así.

   Más que decodificar, necesitamos entender en su verdadero contexto los términos, palabras y expresiones usadas para descalificar o devaluar el sentido de una corrida de toros. Veamos qué significan al menos dos de esas palabras: “tortura” y “sacrificio”.

   “Tortura” en la Enciclopedia Universal Ilustrada, T. 62. p. 1556 nos remite al sentido del: Dolor, angustia, pena o aflicción grandes.

TORTURA. Der. V. Tormento.

TORTURA. Hist. V. Tormento.

   Del lat. Tormentum. Acción y efecto de atormentar o atormentarse. Angustia o dolor físico. Dolor corporal que se causaba al reo contra el cual había prueba semiplena o indicios para obligarla a confesar o declarar.

   El tormento –en cualquiera de sus expresiones para conseguir su propósito-, era una prueba y medio para descubrir la verdad, decían los defensores de la tortura; pero, realmente era una prueba sumamente inútil y desigual, en la que siempre el inocente perdía y el delincuente podía ganar; porque, o confesaba el inocente, y era condenado, o negaba, y después de haber sufrido el tormento que no merecía, sufría una pena extraordinaria que tampoco merecía.

[4] Graulich, Ibidem, p. 38.

[5] Consolidación que se alcanza según todo parece indicar en una primera etapa (1375),  justo en los momentos en que los mexicas escogieron a su primer rey, Acamapichtli. En 1427 los aztecas vencen a los tepanecas y se consolida la triple alianza –México-Tenochtitlan, Texcoco y Tlacopan- de la que se esperaba gobernaría el Imperio azteca hasta el final..

   Llegado el momento en que Ahuizotl ocupó el trono (1487), este tuvo el deseo de demostrar cuán fuerte podía ser el imperio que encabezaba, por lo que para inaugurar el templo principal en México-Tenochtitlan fueron sacrificados, en tres o cuatro días unos 80,400 guerreros.

[6] Datos que provienen de: http://conquistamex.blogspot.mx/2006/11/cronologia-de-la-conquista.html

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LA IRRUPCIÓN DE ANTITAURINOS EN LA PLAZA “MÉXICO” y UNA LECCIÓN HISTÓRICA.

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Los antitaurinos tuvieron, hasta hace poco, el propósito de llevar a cabo manifestaciones a las afueras de la plaza de toros “México”. Se les veía y escuchaba con actitud respetuosa por parte de los aficionados que asistimos a dicho espacio donde es posible presenciar una representación festiva denominada tauromaquia. Sin embargo, la tarde del 25 de septiembre de 2016, su desplazamiento alcanzó los tendidos del coso capitalino.

   Dado el aviso de la autoridad para dar inicio al espectáculo, aquel grupo de más o menos 50 personas comenzó a lanzar gritos de reclamo y protesta que derivaron en la necesaria presencia de la policía, misma que se encargó de retirarlos entre la no menos importante actitud de los asistentes que se vieron impulsados a defender un territorio cada vez más cuestionado por parte de aquellos que, defendiendo una causa –que respetamos pero que no compartimos-, pretenden imponer por vía de un discurso, “su discurso”. Es decir, que me refiero al de ciertas ideas que no se corresponden con la realidad, a menos que sea necesario entrar en materia antropológica e histórica (y si cabe la posibilidad lo será en términos de la filosofía, la sociología y otras ramas del saber), como es el caso en esta colaboración. Minutos más tarde de aquel altercado, las cuadrillas partieron plaza y, a la mitad del desfile surgió un peculiar grupo de niños, acompañados por sus padres, corroborando que la presencia infantil en la plaza no es, por ningún motivo para forjar asesinos en potencia. Sería, en todo caso condicionante –de parte de los contrarios-, el hecho de afirmar que un niño en la plaza de toros es un formativo de la violencia canalizada, instrumentación perfecta en y para la ideología animalista o cosa por el estilo, pero siempre con propósitos e información que ponemos en duda.

   Sabemos que desde el momento en que el hombre dio forma a aquella condición denominada “sociedad”, se creaban también una serie de factores en los que se forjaron diversos aspectos que permitirían evolucionar ese esquema de su estadio más primitivo a otro u otros, hasta llegar al que actualmente impera en este mundo globalizado.

   Para ello, han tenido que transcurrir miles de años donde grupos más cohesionados tuvieron que dominar a otros por vía de la fuerza o de las ideas. Entre estas, hay dos expresiones que llaman poderosamente la atención. Una es la domesticación de animales, plantas y peces. La otra, tiene que ver con lo ritual, aspecto que involucra la creación de diversas creencias o religiones así como de su correspondiente cosmovisión, es decir, una manera de interpretar, de comprender el mundo.

   Veamos primero este aspecto desde una mirada antropológica.

   Aquel propósito entretejió una complicada red de fundamentos (e incluso de fundamentalismos) en los que bajo el principio en el que se entendían los ciclos agrícolas, vinculados con la presencia solar, y desde luego todo aquello que implicaba las que para nosotros son la presencia de cuatro estaciones al año. Para esos hombres y con ciertos misterios por resolver, Michel Graulich apunta que

Mary Douglas [establece en Purity and Danger. Concepts of Pollution and Taboo. Routledge, Nueva York, 1971] ha llamado [cuando se refiere a entidades como los montes, las aguas, fuentes, desfiladeros, árboles, animales salvajes y serpientes, al Sol, la Luna, las estrellas, las nubes y los aguaceros, en suma a toda la creación y a todos los dioses] a esto el pensamiento precopernicano: así como para el hombre de las sociedades tradicionales el Sol parece subjetivamente girar alrededor de la Tierra, así el universo en su totalidad parece habitado por intenciones y voluntades dirigidas a él. Desde ese momento se trata de que el hombre establezca comunicación con las cosas sobrehumanas o sobrenaturales para obtener favores, controlarlas, controlar gracias a ellas, acceder a ellas. Los medios de esta comunicación son los mismos que los de la comunicación entre los hombres y, más precisamente, de los hombres con sus superiores o sus enemigos: la palabra para rezar, saludar, alabar, halagar, implorar, preguntar, someterse, reconciliarse, consagrar, dialogar y actos como los gestos de expiación, de saludo, de postración, el don, las purificaciones (con agua, sangre, fuego…), los ascensos (de montañas naturales o artificiales, de mástiles o de postes, de escaleras) que nos acercan a la divinidad, la comida de comunión que une a hombres y dioses, la danza, el trance, que permite participar aún más en lo sobrehumano. Por otro lado, también están las privaciones (ayuno, continencia) que, como los dones, piden igualmente favores, además de facilitar e incrementar la parte espiritual e inmaterial en cada uno.[1]

En dicha panorámica parece encontrarse la génesis de aquellos propósitos en los que el hombre estableció condición, símbolo e incluso desenlace y que operaron bajo un complejo proceso que devino ritual.

   Y el ritual en la Tauromaquia, está metido hasta la entraña.

   Incluso, circunstancias bélicas como la actual guerra sostenida por el Estado Islámico o las protestas raciales en Charlotte (E.U.A.), la guerra en Alepo, desplazados y refugiados tienen de fondo implicaciones de esta naturaleza mezclada, inevitable ya, con el amargo elemento de la guerra. Sea por razones ideológicas, religiosas e incluso por aspectos raciales o de color, pero siempre habrá un dominante sobre un dominado.

CONTINUARÁ.

27 de septiembre de 2016.


[1] Michel Graulich: El sacrificio humano entre los aztecas. Trad. De Julio Camarillo. 1ª ed. en español. México, Fondo de Cultura Económica, 2016. 477 p. (Sección de Obras de Antropología), p. 36.

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SOBRE JUAN DE DIOS PEZA.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO, y OTRAS NOTAS DE NUESTROS DÍAS. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

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Colección del autor.

   De este autor memorable (1852-1910), sólo se sabe en forma general de su gran producción poética, típicamente romántica y nacionalista. Esta se divide en cuatro grandes grupos, a saber:

Hogar y patria: Cantos del hogar; Romances; Leyendas, tradiciones y Monólogos.

El arpa del amor: Horas de pasión; El arpa del amor; Musa de viaje.

Recuerdos y esperanzas: Poesías; Romances nacionales y Monólogos.

Flores del alma y versos festivos.

   A su vez, una buena parte de la obra de Peza está en prosa. De ella son de particular interés los Panoramas literarios, sus Memorias, reliquias y retratos (1900), y los Recuerdos de mi vida (1907) que conservan datos muy importantes para la historia literaria de México.

   Pues bien, este gran autor mexicano, gloria de las letras nacionales, también tuvo algún tiempo para dedicarlo a unos versos taurinos, muy arraigados a la expresión popular, pero con las normas vigentes dentro de lo establecido por la academia.

   En El Correo de los Toros, aparece un poema más del eximio autor mexicano Juan de Dios Peza.

Ca. 1888

MATAR Y MORIR

 

¡Terrible fatal instante!

El bicho ya va a morir

quiere con furia embestir

y está el matador delante.

Un pase… dos… otro más

y otro porque así conviene

y listo el diestro va y viene

adelante y atrás.

Sigue la brega: atención;

en redondo tres iguales

y luego dos de telón.

La gente se desespera

y en los tendidos se agita

y algún chulo que grita

¡Está de Dios que no muera!

En frente del matador

muy serio y muy enfadado

y en la barrera sentado

mira el coso y gran actor.

Con gesto de rabia y susto

cansado de ver la brega

su estentórea voz desplega

en un grito de disgusto…

¡Cobarde, cíñete allí

¡no saltes como gazapo!

¡Mandilón extiende el trapo!

¡Vamos… no corras así…!

¡Se nos acaba la tarde!

¿Y para esto hicimos los gastos?

¡Quítate, deja los trastos,

métete a cura, cobarde!

Volvió el rostro el matador

que de rojo figuraba

y así dijo al que gritaba,

al mismo y renombrado actor:

“En el teatro yo sé

morir de mentirijillas,

aquí muere de chipé…

Cambiaremos las costillas

compare ¿qué dice uste?

Esto en caló de la corte

casi equivalió a decir:

“Non es lo mesmo morir

que parale de la morte”[1]


[1] El Eco Taurino, Nº 429 del 14 de enero de 1937. Col.: Julio Téllez García.

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NOTABLE ACTUACIÓN DE “EL MESTIZO” EN TOLUCA, EN SEPTIEMBRE DE 1885.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO, y OTRAS NOTAS DE NUESTROS DÍAS. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Va de notas taurinas que provienen de mi “Anuario Taurino Mexicano del año 1885”, mismo que pueden ustedes apreciar en su totalidad si acceden al portal “MéxicoMío” de mi buen amigo Oskar Ruizesparza (véase: http://www.mexicomio.com.mx/index.html). En seguida, y en el “Menú principal” aparece poco más abajo la cejilla “Grandes Plumas”. En ella, aparecemos cuatro autores. Si usted da “clic” en José Francisco Coello Ugalde, podrá encontrar esta dirección: http://www.mexicomio.com.mx/html/libros.php?f=4775434/10569544&cat=c. Así podrá acceder al documento arriba mencionado.

PLAZA DE TOROS DE TOLUCA. 16 de septiembre de 1885. Escogidos toros de la antigua hacienda de Atenco!! De cinco a seis años de edad.  La prensa, originalmente anunciaba bajo la condicionante de que “Tal vez trabaje en esta corrida el aplaudido diestro Juan León “El Mestizo”, sin embargo el cartel quedó integrado de la siguiente manera:

Cuadrilla mexicana capitaneada por el diestro matador José María Hernández. Toro embolado.

   Tal festejo, según lo reseña El Diario del Hogar, D.F., del 19 de septiembre de 1885, p. 3, indica que no fue la tarde del 16, sino la del 17 cuando se celebró el festejo. Agrega que

   La novedad del espectáculo consistía en que el afamado torero Juan León El Mestizo, haría por primera vez su presentación ante aquel público tan aficionado al arte de Cúchares y Pepe Hillo.

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   Según nuestras noticias, la corrida estuvo espléndida, quedando los concurrentes sumamente satisfechos, tanto del ganado de Atenco, como de la cuadrilla lidiadora.

   En el Diario del Hogar, del 9 de agosto de 1885, p. 5 y 6 se publicaron las siguientes noticias:

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PLAZA DE TOROS EN TOLUCA. 17 y 19 de septiembre de 1885. Juan León “El Mestizo” lidiando toros de Atenco.

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PLAZA DE TOROS EN TOLUCA, MÉX. 20 de septiembre de 1885. Sorprendentes novedades! Maravillosas y lucidas suertes en las banderillas! Ejecutadas por el inimitable Juan León (a) “El Mestizo”. Cuatro escogidos toros de la antigua hacienda de ATENCO. Banderillas CON LOS PIES dentro de un aro de media vara. Toro embolado para los aficionados.

   Además, intervinieron José María Hernández, su hermano Felipe y Antonio Antunes el “Tovalo” o “Tobalo”.

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   Sin embargo, lo más destacado de aquel interesante torero español fue haber ejecutado una suerte que llamó poderosamente la atención. Aunque no ha sido posible localizar el retrato que corresponde al momento en que el español posa para la cámara, aquí muestro otra de las suertes practicadas por el mismo torero.

juan-leon_el-mestizo

No es precisamente la imagen que daría sentido a estas líneas, pero la ilustración es otra de las suertes que ejecutó Juan León «El“Mestizo” por aquellos años.

   Corría la segunda quincena del mes de septiembre de 1885. En la ciudad de Toluca todo era expectación pues entre los festejos que fueron celebrándose hubo uno, justo el que se desarrolló el 17 y donde intervino, entre otros, el diestro español Juan León “El Mestizo”, quien ya era conocido en plazas como las del estado de México (el Huisachal, Cuautitlán, Texcoco y Tlalnepantla), Puebla, Veracruz y Orizaba. Y la nota de la prensa divulgaba con entusiasmo el hecho de que “El Mestizo” ejecutó las siguientes suertes: cambio de rodillas con el capote, cambio a cuerpo descubierto, banderillas al quiebro y banderillas de frente hasta llegarle a la cabeza del toro.

   No conforme con aquellas demostraciones, el propio torero quedó anunciado para la tarde del 20 de septiembre siguiente (es decir hace 131 años cabales cumplidos ayer), en donde el cartel, ese valioso documento que mostraba, con lujo de detalles las que serían una serie de suertes y representaciones, junto con la ilustración que lo enriquecía más, indica lo siguiente:

¡SORPRENDENTES NOVEDADES!

¡Maravillosas y Lucidas Suertes en las Banderillas!

EJECUTADAS POR EL INIMITABLE JUAN LEÓN (A)

EL MESTIZO.

   Y poco más adelante el propio documento nos dice en qué consistían dichas suertes…

ORDEN DE LA FUNCIÓN

1° Entre doce y una del día el paseo recorrerá las principales calles de la ciudad.

2° A la una de la tarde se abrirán los expendios y puertas de la plaza

3° Desde las tres, la música tocará escogidas y varias piezas

4° A las tres y media previa orden de la autoridad, se presentará la cuadrilla a pedir el permiso de costumbre

5° Se lidiarán a muerte CUATRO ESCOGIDOS BICHOS de la mencionada HACIENDA DE ATENCO.

   EL MESTIZO pondrá un lucido par de banderillas, con los Pies dentro de un aro de media vara de diámetro.

6° Después del arrastre del último toro de lid, saldrá un toro a propósito para que se diviertan los aficionados a mediar el suelo con las costillas (Es decir, se trataba del “Toro Embolado”).

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Detalle del cartel…

   Pues bien, Juan León incluía otra de esas suertes prácticamente desconocidas entre los espectadores a la tauromaquia, acostumbrados a otras tantas igual de fascinantes, justo en una época en que se prodigaban los nuestros a pie o a caballo.

   Así que con dichas curiosidades o extravagancias, algunos toreros hispanos y durante aquellos años clave, previos a la consumación de la “reconquista vestida de luces” lucieron sus habilidades; sorprendieron con suertes que fueron bien vistas y aceptadas por los públicos en aquellas provincias donde se realizaban festejos taurinos. Vale la pena recordar Recordemos que para 1885, las corridas de toros seguían prohibidas en la ciudad de México.

   Criticado en su propio país por no tener una idea precisa sobre la tauromaquia, Juan León emigró a América, y fue en nuestro país donde encontró espacio para demostrar lo poco o mucho que sabía sobre el oficio. Al parecer no le fue tan mal, aunque ese paso fue efímero.

   Tiempo más tarde, y durante el mismo año, fue a Venezuela, donde falleció.

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QUÉ OCURRIÓ EN LA CÁMARA DE DIPUTADOS TRAS EL ANÁLISIS A LA TAUROMAQUIA EN MÉXICO.

EDITORIAL.  

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Particularmente no estuve presente en dicha actividad. Sin embargo, y ateniéndome a las comunicaciones emitidas por la prensa, y en este caso particular, por la que proviene directamente de la Cámara de Diputados, me permito incluir a continuación el siguiente

Boletín N° 2058. En regulación o prohibición de corridas de toros se deben escuchar todas las posturas; coinciden diputados. 

  • Realizan en San Lázaro el foro “Análisis de la Tauromaquia en México”.
  • De erradicarse la actividad se extinguiría la raza del “toro bravo”, advierten empresarios y ganaderos.
  • Se violenta, tortura y causa extremo dolor a estos animales, y contravienen normas; coinciden activistas.

19-09-2016.- Durante el foro “Análisis de la Tauromaquia en México”, legisladores se pronunciaron por escuchar y analizar las posturas a favor y en contra de este tema, a fin de construir una norma adecuada en la materia donde prevalezca el bienestar del animal y de las personas.

El presidente de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales, diputado Arturo Álvarez Angli, señaló que en el tema de la preservación o prohibición de la tauromaquia en México, “deben ser escuchadas todas las voces de la misma forma y con el mismo respeto” para llegar a conclusiones que permitan elaborar la legislación necesaria.

Al inaugurar el foro, indicó: “el propósito es contar con toda la información que dé como consecuencia una iniciativa que regule esta actividad. Sabemos cuáles son las posiciones pero muchas veces desconocemos la información que existe detrás de ello”.

Sostuvo que la intención de este foro es, precisamente, acercar posiciones en un tema “tan complejo, tan apasionante para muchos como es la fiesta brava”.

Se requiere de una gran civilidad en el tratamiento del tema, ya que se escucharán “posiciones con las que estemos de acuerdo y otras con las que no”, característica intrínseca de la democracia.

Con este evento comienza una serie de foros, todos de similares características que permitirán avanzar en esta discusión.

El secretario de la Comisión de Medio Ambiente y Recursos Naturales, diputado Juan Fernando Rubio Quiroz (PRD), reiteró la invitación a escuchar las diferentes opiniones que permitan, de la mejor manera, construir una política pública entre todos, ya que “la función del legislador es escuchar todas las voces, es importante ser receptivos de lo que se dice”.

“¿Podemos tener la finalidad de mantener un arte o actividad, modificando el objetivo final? ¿Somos capaces de trabajar juntos en donde el animal no sea violentado, establecer una ruta en donde todas las partes sean escuchadas? Debemos plantearlo, podemos llegar a una solución en donde ninguna parte sea afectada y mantengamos los derechos de las personas y del animal”, planteó el diputado.

Indicó que la tauromaquia en México es un tema sensible donde “debemos ser receptivos a los comentarios y opiniones de quienes están a favor y en contra. Nuestra responsabilidad es establecer una política pública que permita el libre desarrollo de ambos, trabajar por el bienestar animal y por el de las personas”.

Las posturas vertidas en el foro dan argumentos “en donde podemos coincidir o no estemos de acuerdo, pero donde la finalidad sea construir una sola visión, un solo camino para trabajar juntos, esa es la manera en como lo debemos hacer. México no necesita más violencia, por el contrario, “necesitamos escucharnos, escuchar todas las voces”.

La también secretaría de esta instancia legislativa, diputada María del Carmen Pinete Vargas (PRI), coincidió en lo valioso que es para los legisladores tener los argumentos necesarios y suficientes para un debate legislativo y actuar en consecuencia.

Al clausurar el foro, precisó que será útil para los legisladores escuchar los diversos posicionamientos que, sin duda, “esa es parte de nuestra tarea siempre con base en la tolerancia y el respeto, a fin de que nos ayuden a construir la mejor de las decisiones y evitar el maltrato y daño a los animales en cualquier tipo de los terrenos, así como respetar la cultura”.

“Es aquí donde los diputados tenemos que analizar y continuar con este tipo de foros. La Comisión de Medio Ambiente está en la mejor disposición de ser su voz y llevar los planteamientos a favor y en contra de este tema”, concluyó.

Corridas de toros, manifestación cultural protegida por la Constitución.

En el primer panel sobre “Análisis a favor de la Tauromaquia en México”, Salvador Arias Ruelas, asesor jurídico de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares (ANMTNRS), aseguró que las corridas de toros son una manifestación cultural y como tal está protegida por la Constitución y en tratados internacionales.

“La tauromaquia encaja perfecto, es una manifestación cultural, protegida por la Constitución, lo que deberíamos es discutir medidas de protección y fomento de las corridas de toros”, señaló.

Enfatizó que en caso de una prohibición, “se caería en claras violaciones a los derechos de una minoría”.

Rafael Cué, representante de Tauromaquia Mexicana Siglo XXI, advirtió que de prohibirse el arte taurino, la raza del toro bravo o de lidia terminaría por extinguirse, además de que la actividad representa un valor de industria por 5 mil 541 millones de pesos al año y genera 3 mil 570 trabajos directos y poco más de 10 mil indirectos.

“En el 2015, tan sólo en IEPS, generó 91 millones 700 mil pesos, y de ISR, 380 millones 400 mil pesos, lo que sumado con otros impuestos da una recaudación anual de 816 millones 900 mil pesos”, explicó.

En ese año se lidiaron 3 mil animales, entre toros, novillos y becerros, mucho menos del número total de animales que son sacrificados diariamente en los rastros; además, existen 216 plazas y 592 festejos taurinos, con una asistencia de tres millones 582 mil espectadores. Destacaron la Feria de San Marcos con una derrama económica de 3 mil 61 millones de pesos, y la de León con 2 mil millones de pesos.

El torero Francisco Dóddoli, a nombre de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares, aseguró que la tauromaquia es una industria “cien por ciento mexicana” con impacto en el PIB y generadora de cultura, por lo cual invitó a los detractores presentes en el foro a que acudan a la jornada taurina que acaba de abrir y conozcan la calidad de los jóvenes que participan.

El médico veterinario zootecnista de la UNAM, José Heredia Gómez, puntualizó que “el toro bravo” no es un animal doméstico, sino “una fiera que, junto al torero, produce arte y un sinnúmero de actividades”.

Acusó que cuando se pretende prohibir este espectáculo sólo observan “la punta del iceberg” y no ven la actividad que está detrás de esta industria y su aportación al medio ambiente dentro de los ecosistemas, en donde a un sólo toro se le destina hasta dos hectáreas de manera exclusiva.

Muerte de toros en corridas contraviene normas sobre animales domésticos y silvestres.

En el segundo panel “Análisis en contra de la Tauromaquia en México”, la secretaría académica del Programa Universitario de Bioética, Beatriz Vanda Cantón, sustentó que algunos de los estados mentales que refleja el toro durante una corrida son el miedo, la ansiedad, la frustración, la depresión, la agresividad y el dolor hasta llegar a su muerte a causa de una bronco-aspiración o un paro cardio-respiratorio.

Resaltó que este tipo de muertes contravienen la Norma 033 referente a los métodos para dar fallecimiento a los animales domésticos y silvestres, la cual refiere que el deceso sea en previa conciencia de la víctima, así también difiere de la Norma 099 sobre el proceso sanitario que debe tener la carne, donde el faenado del cadáver no se hace de acuerdo a la noma nacional vigente.

La activista y fundadora de la asociación civil “Sí! esperanza animal”, Mónica Hernández Castañeda, expuso que las corridas de toros consisten en torturar hasta la muerte a estos animales, quienes tienen un sistema nervioso similar al humano. “Durante 20 minutos que dura el espectáculo su sistema nervioso le está transmitiendo un extraordinario dolor”, dijo.

Ante ello, señaló que la protección de los animales tiene que ser integrada como un objetivo de la política actual de nuestro país. “Debemos eliminar cualquier excepción en las leyes, las corridas de toros existen excepcionalmente, ya que todas las leyes de protección animal hacen una excepción con las corridas de toros, excluyéndolos de todo derecho y protección para ser parte de un espectáculo público; no se puede continuar justificando la tortura y muerte de 6 mil toros al año”.

Respecto a la tauromaquia infantil, Gustavo Lozano Guerrero, de la Fundación Franz Weber, explicó que la Convención de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que es el tratado internacional en esta materia más firmado en el mundo y del que México es parte desde 1990, expuso un estudio sobre escuelas de tauromaquia, financiadas con dinero público y privado, donde se admiten niños desde los 3 hasta los 17 años.

En ellas, continuó, se les entrena en el manejo de objetos punzocortantes en el ánimo de que se conviertan en toreros; es un circuito de explotación laboral infantil. El Comité de los Derechos del Niño reconoció su preocupación por esta práctica, a la que tienen acceso menores de edad de México, Portugal, Colombia, Francia y Perú.

El director del Programa Universitario de Bioética de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Jorge Linares Salgado, preguntó si es justificable el uso de los toros en festividades culturales en donde evidentemente se torturan y matan. Esta pregunta, afirmó, no sólo es moral sino legal, ya que crece el consenso en la sociedad de que estos actos ya no tienen justificación plena.

En todo Estado de Derecho, mencionó, las libertades de los ciudadanos deben tener ciertos límites. “No podemos suponer que cualquier cosa que implique violencia, tortura y muerte injustificada a otros seres vivos deba permitirse en el espacio público”, por lo que debe continuar y avanzar el marco legislativo en la materia.

“Pretender que las corridas de toros forman parte de nuestra identidad cultural es inconsistente. La cultura, las costumbres y la identidad cambian, a veces para bien, comentó.

Disponible en internet septiembre 20, 2016 en:

http://www5.diputados.gob.mx/index.php/esl/Comunicacion/Boletines/2016/Septiembre/19/2058-En-regulacion-o-prohibicion-de-corridas-de-toros-se-deben-escuchar-todas-las-posturas-coinciden-diputados

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Disponible en internet, septiembre 20, 2016 en: http://diputadosprd.org.mx/ver_galeria.php?id=3919

   Al leer la nota que publicó La Jornada, mi primer sorpresa fue la forma en que el reportero Enrique Méndez altera el título del foro (véase segundo párrafo) pues al ser tan clara la leyenda, y la imagen arriba incluida permite confirmar la frase, la que él subtitula como el “foro Análisis contra la tauromaquia” deja claro que su quehacer no se atiene a la imparcialidad, lo que supondría la demostración cabal de cualquier periodista que se precie. Méndez, recoge algunas opiniones, tanto a favor como en contra que allí se presentaron, aunque se percibe un deliberado trasfondo que pone en duda el valor de la nota misma.

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La Jornada. Martes 20 de septiembre de 2016. SOCIEDAD, p. 34.

   Este fue el primero de cinco foros que la Comisión del Medio Ambiente y Recursos Naturales de la propia Cámara de Diputados tiene previsto llevar a cabo con otras expresiones en las que el asunto de la “Ley de bienestar del animal y de las personas” está de por medio.

   Me parece que dar un manejo tendencioso a circunstancias tan delicadas como la de este tema, dejan una sensación de malestar entre quienes nos manifestamos a favor de la preservación de la tauromaquia, con lo que se favorecen posicionamientos que respetamos pero que no compartimos.

   El giro que ha tomado buena parte de nuestra sociedad tiene que ver, con nuevos comportamientos que los historiadores debemos observar con mayor atención, pues uno de ellos es el “corto plazo”, lo que provoca, en principio una limitada reflexión de largo plazo, lo que en su tiempo Fernand Braudel estableció como la historia de “larga duración”. Por tanto, en ese “cortoplacismo” que ya comienzan a poner en valor historiadores como Jo Guidi o David Armitage, es que estamos ante el que es un conflicto de reflexión a nivel de las sociedades todas, pues el pasado es un enorme segmento que parece pretenden discriminar.

   Conviene apuntalar tan indispensable columna vertebral por lo que no está de más seguir impulsando esa íntima relación entre el pasado y el porvenir, con objeto de entender los hechos o los procesos históricos que se están presentando con un ritmo tan acelerado, y en el que las TIC´s (Tecnologías de Información y Comunicación) tiene un fuerte protagonismo.

   Edmundo O´Gorman prácticamente sentenciaba que “el pasado nos constituye”, por lo que hoy sin esa parte sustancial en nuestros códigos de vida nos pone en riesgo de ignorar de dónde venimos y hacia dónde vamos en la medida de todo el componente cultural que, como seres humanos hemos acumulado desde muchos siglos atrás hasta esta aquí y ahora.

Septiembre 20 de 2016.

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LA VERÓNICA DE GAONA.

REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Gracias a la fascinante herramienta que nos ofrece la página de internet http://www.bibliotoro.com/index.php, podemos acceder a “Impresos digitalizados”, donde nos encontramos con esta especie de telón a punto de levantarse…

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   Agradezco desde aquí la labor, tanto del Dr. Marco Antonio Ramírez, propietario e impulsor del “Centro Cultural y de Convenciones Tres Marías” (en Morelia, Michoacán), como del señor Salvador García Bolio, responsable de la biblioteca, y cuyas iniciales hoy dan nombre a dicho repositorio: GARBOSA. Del mismo modo, también este agradecimiento comprende la labor de José Moisés Ponce Domínguez, joven estudiante que ha adquirido la experiencia como bibliotecario, atendiendo a los usuarios “in situ”. Lo anterior también proviene de hacer extensivo el hecho de que, en buena medida, tal colección biblio y hemerográfica dan sustento al que es mi proyecto de tesis doctoral: “LOS IMPRESOS y DOCUMENTOS TAURINOS EN MÉXICO. SIGLOS XVI AL XXI. (EL CASO DE DOS BIBLIOTECAS y HEMEROTECAS TAURINAS: MADRID y MORELIA)”, mismo que vengo realizando como estudiante en el colegio de Bibliotecología y Estudios de la Información, adscrito a la Facultad de Filosofía y Letras de la U.N.A.M. La titulación está planeada para el segundo semestre de 2018.

   Pues bien, todo lo anterior es una de muchas razones para decir sobre lo valioso que resulta en estos momentos “acceder” a información que hasta hace un tiempo resultaba impensable. No se puede afirmar que hoy día internet lo tenga todo. Creo que esa sería su propósito, pero definitivamente pasará mucho tiempo para que tal empeño se cumpla a cabalidad. En todo caso, contamos ya con una serie de elementos que, como el que habrá de comentarse en seguida, es resultado de esa intención la cual pretende acercarnos a otras tantas piezas del complejo con el que ha ido siendo posible configurar el discurso de un proceso histórico tan particular como la tauromaquia misma.

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Disponible en internet septiembre 16, 2016 en:

http://www.bibliotoro.com/digital.php?nt=124&s=80&palabras=#top

   Felix Miret, al igual que otros fotógrafos extranjeros, tal el caso de C. B. Waite y Winfield Scott, realizaron un trabajo que comprendió varias aristas de la vida de muchos mexicanos de hace poco más de un siglo. Sus ojos abarcaron lo mismo a la élite porfiriana que a las capas sociales marginadas. En ese sentido, la fiesta de los toros no les fue ajena, e incluso se dejaron fascinar por la misma, de tal forma que el resultado es una serie de registros que hoy día podemos admirarlos en diversas fuentes y soportes, incluyendo el electrónico o digital.

   En esta postal, es posible apreciar la arrogancia, de un Rodolfo Gaona que ya, para esos momentos en que fue registrada (esto durante la temporada taurina de 1909-1910), el futuro “Pontífice” afirmaba su presencia a partir de una bien aprendida y aprehendida lección que asimiló de las duras enseñanzas impuestas todavía por el que era su tutor espiritual: Saturnino Frutos “Ojitos”.

   Y es que lo que legaba el viejo banderillero español era un conocimiento, la amplia experiencia que hizo suya cuando formó parte de aquellas cuadrillas encabezadas por Salvador Sánchez “Frascuelo” y Rafael Molina “Lagartijo”. Aquel estaba dotado de una capacidad técnica inmejorable. Este, de la estética sin par. De ese modo, “Ojitos” tras el viaje en el que se integró a la cuadrilla de Ponciano Díaz, y decidir quedarse en nuestro país, lo que logró fue establecer una escuela de tauromaquia, misma que fue una realidad en León de los Aldamas, punto desde donde surgiría aquella “Cuadrilla juvenil mexicana”, entre cuyos alumnos más sobresalientes estaba ese muchacho que respondía al nombre de Rodolfo Gaona Jiménez.

   Diseminada aquella experiencia, la cual bebió Gaona como si hubiese ido a un manantial sagrado, el resultado fue esa serie de imágenes que moldearon a un torero que se sabía heredero natural de aquellas clásicas expresiones transmitidas gracias al puente de comunicación establecido por Saturnino Frutos y que se concretó en esa dimensión capaz de traspasar fronteras nunca antes previstas, con lo que para José Alameda quedó resuelto en aquella sentencia donde terminó considerándolo como un “torero universal”.

   La “verónica” que quedó perpetuada en esta imagen, además de poseer el rancio sabor de lo antiguo, desvela el impecable toque de la gracia, donde al estilo de la época, hace poco más de un siglo, concibió ese lance tal cual estaba indicado en tauromaquias como la de “Pepe-Hillo” o la de Francisco Montes; perfeccionadas por “Lagartijo” y “Frascuelo”; y luego superadas en sus propias manos.

   Hacer reseña de este solo lance nos puede llevar por el sendero donde podría caerse en el riesgo de los eufemismos, cuando es una la razón que nos detiene para degustarla. Gaona con el capote fue capaz de esto y más, que ya le conocemos esas virtudes, mismas que puso en práctica durante todo su “imperio”.

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A LOS TAURINOS NOS FALTA ORGANIZACIÓN.

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Conforme han pasado algunos años desde que se han intensificado los ataques de los contrarios, la respuesta del sector taurino sigue siendo desordenada. Surgen por aquí y por allá algunos frentes de lucha que responden a los serios “bombardeos” en los que el frente contrario va ganando terreno. No hay hasta ahora una organización capaz de aglutinar el conjunto todo de argumentos que se necesitan para dar cara a este tipo de acciones, pero también para hacer útil una serie de expedientes en los que se presente perfectamente ordenada la información proveniente de diversos estudios que pueden ser de orden económico, jurídico y legal. Del mismo modo, puede contar con elementos de investigación histórica, antropológica, estética, filosófica, sociológica que den sustento a una equilibrada respuesta del porqué se justifican –desde nuestro punto de vista-, las corridas de toros.

   De hecho, el trabajo de esos elementos aislados ha ido sirviendo para encauzar de mejor manera la ruta a seguir. Hay quienes han llevado a cabo procesos administrativos tendientes a demostrar que esta expresión es en cuanto tal, un patrimonio o legado. Ya existen documentos que demuestran fehacientemente el sentido y significado de esa enorme estructura en lo económico, lo cual debe ser la punta de lanza más importante para demostrar, entre otras cosas, que si pretenden desmantelar o desarticular este complejo esquema, ello produciría en primera instancia, desempleo no solo para cientos, sino miles de personas que tienen en este aspecto un ingreso. Por otro lado, el cimiento de una ganadería extensiva se vería profundamente afectado. El solo cambio climático, las alteraciones a complejos ecosistemas, las constantes invasiones a tierras, e incluso la participación del narcotráfico que se ha hecho de otros espacios, permitiría que estos casos específicos se extendieran.

   Pero insisto, ante la nula información que tienen quienes legislan o deciden (en este caso diputados o senadores) es nula. Debe ponerse a su alcance y en forma perfectamente sintetizada lo que llamaríamos “datos duros” con objeto de que documentados, fijen un posicionamiento más equilibrado y no tendencioso o deliberado. Están de por medio no solo la tradición que es ese otro punto que deben entender a partir de lo que nosotros mismos justifiquemos, pero también ese complejo capaz de generar una dinámica de mercado en distintas partes del país.

   Ya sabemos que en estos momentos la tauromaquia no es el único blanco de ataque. Lo son la charrería, las peleas de gallos, el jaripeo e incluso la cacería. Cada una de estas expresiones que no son producto de la casualidad y que actualmente mantienen condiciones que se han construido al paso de siglos, sabrá presentar razonamientos de peso en legítima defensa. Ante condiciones de un “bienestar animal” que se entiende como loable propósito de una comunidad que debe mirar a todas las especies animales, en particular  aquellas en peligro de extinción, también deberán tener muy claro que en las expresiones ya citadas, la comunidad que opera con propósitos de mantenerlas vigentes sabe que con su participación en uno u otro sentido, procuran su estabilidad y pervivencia.

   Humanizar a los animales, desde mi punto de vista no es lo más apropiado. La sociedad en que nos movemos parece olvidar que el hombre primitivo, al configurar el primer estadio de “sociedad” puso en marcha procesos tan complejos como la domesticación, que abarcaba lo mismo a plantas, que a peces y animales. Más tarde, esos mismos elementos sirvieron como ofrenda en la creación de rituales hasta el punto de que en nuestros días perviven muchas de esas manifestaciones y aquellos grupos que las estimulan reconocen estar conscientes de su significado así como de todo cuanto se relaciona con el entorno; como responsables de su conservación, por ejemplo.

   Sin otro afán que contribuir con algunas ideas, pongo a su alcance la que fue mi participación en el II Coloquio Internacional “La fiesta de los toros: Un patrimonio inmaterial compartido”. Ciudad de Tlaxcala, Tlax. 17, 18 y 19 de enero de 2012 esperando sea de utilidad en momentos de esperada cohesión.

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Disponible en internet, septiembre 16, 2016 en:

https://www.google.com.mx/search?q=ferdinand+-+The+true+story&rlz=1C1AVNA_enMX667MX667&espv=2&biw=944&bih=923&tbm=isch&imgil=VozPO1vgqQ1qWM%253A%253BahbS35LRvouVkM%253Bhttp%25253A%25252F%25252Fjohanpalmgren.com%25252Fferdinand-the-true-story%25252F&source=iu&pf=m&fir=VozPO1vgqQ1qWM%253A%252CahbS35LRvouVkM%252C_&usg=__AVLU2LmDjxPrc3mtIBhOs8hiPnE%3D&ved=0ahUKEwiwiLywyJXPAhUh7YMKHeu6DY0QyjcIQQ&ei=pMbcV7CmLKHajwTr9bboCA#imgrc=VozPO1vgqQ1qWM%3A

AMBIGÜEDADES Y DIFERENCIAS: CONFUSIONES INTERPRETATIVAS DE LA TAUROMAQUIA EN NUESTROS DÍAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 I

   El uso del lenguaje y este construido en ideas, puede convertirse en una maravillosa experiencia o en amarga pesadilla.

   En los tiempos que corren, la tauromaquia ha detonado una serie de encuentros y desencuentros obligados, no podía ser de otra manera, por la batalla de las palabras, sus mensajes, circunstancias, pero sobre todo por sus diversas interpretaciones. De igual forma sucede con el racismo, el género, las diferencias o compatibilidades sexuales y muchos otros ámbitos donde no sólo la palabra sino el comportamiento o interpretación que de ellas se haga, mantiene a diversos sectores en pro o en contra bajo una lucha permanente; donde la imposición más que la razón, afirma sus fueros. Y eso que ya quedaron superados muchos oscurantismos.

   En algunos casos se tiene la certeza de que tales propósitos apunten a la revelación de paradigmas, convertidos además en el nuevo orden de ideas. Justo es lo que viene ocurriendo en los toros y contra los toros.

   Hoy día, frente a los fenómenos de globalización, o como sugieren los sociólogos ante la presencia de una “segunda modernidad”, las redes sociales se han cohesionado hasta entender que la “primavera árabe” primero; y luego regímenes como los de Mubarak o Gadafi después cayeron en gran medida por su presencia, como ocurre también con los “indignados”, señal esta de muchos cambios; algunos de ellos, radicales de suyo que dejan ver el desacuerdo con los esquemas que a sus ojos, ya se agotaron. La tauromaquia en ese sentido se encuentra en la mira.

   Pues bien, ese espectáculo ancestral, que se pierde en la noche de los tiempos es un elemento que no coincide en el engranaje del pensamiento de muchas sociedades de nuestros días, las cuales cuestionan en nombre de la tortura, ritual, sacrificio y otros componentes como la técnica o la estética, también consubstanciales al espectáculo, procurando abolirlas al invocar derechos, deberes y defensa por el toro mismo.

   La larga explicación de si los toros, además de espectáculo son: un arte, una técnica, un deporte, sacrificio, inmolación e incluso holocausto, nos ponen hoy en el dilema a resolver, justificando su puesta en escena, las razones todas de sus propósitos y cuya representación se acompaña de la polémica materialización de la agonía y muerte de un animal: el bos taurus primigenius o toro de lidia en palabras comunes.

   Bajo los efectos de la moral, de “su” moral, ciertos grupos o colectivos que no comparten ideas u opiniones con respecto a lo que se convierte en blanco de crítica o cuestionamiento, imponen el extremismo en cualquiera de sus expresiones. Allí está la segregación racial y social. Ahí el odio por homofobia,[1] biofobia,[2] por lesfobia[3] o por transfobia[4]. Ahí el rechazo rotundo por las corridas de toros, abanderado por abolicionistas que al amparo de una sensibilidad ecológica pro-animalista, han impuesto como referencia de sus movimientos la moral hacia los animales. Ellos dicen que las corridas son formas de sadismo colectivo, anticuado y fanático que disfruta con el sufrimiento de seres inocentes.

   En este campo de batalla se aprecia otro enfrentamiento: el de la modernidad frente a la raigambre que un conjunto de tradiciones, hábitos, usos y costumbres han venido a sumarse en las formas de ser y de pensar en muchas sociedades. En esa complejidad social, cultural o histórica, los toros como espectáculo se integraron a nuestra cultura. Y hoy, la modernidad declara como inmoral e impropio ese espectáculo. Fernando Savater ha escrito en Tauroética: “…las comparaciones derogatorias de que se sirven los antitaurinos (…) es homologar a los toros con los humanos o con seres divinos [con lo que se modifica] la consideración habitual de la animalidad”.[5]

   Peter Singer primero, y Leonardo Anselmi después, se han convertido en dos importantes activistas; aquel en la dialéctica de sus palabras; este en su dinámica misionera. Han llegado al punto de decir si los animales son tan humanos como los humanos animales.

   Sin embargo no podemos olvidar, volviendo a nuestros argumentos, que el toreo es cúmulo, suma y summa de muchas, muchas manifestaciones que el peso acumulado de siglos ha logrado aglutinar en esa expresión, entre cuyas especificidades se encuentra integrado un ritual unido con eslabones simbólicos que se convierten, en la razón de la mayor controversia.

   Singer y Anselmi, veganos convencidos reivindican a los animales bajo el desafiante argumento de que “todos los animales (racionales e irracionales) son iguales”. Quizá con una filosofía ética, más equilibrada, Singer nos plantea:

   Si el hecho de poseer un mayor grado de inteligencia no autoriza a un hombre a utilizar a otro para sus propios fines, ¿cómo puede autorizar a los seres humanos a explotar a los que no son humanos?

   Para lo anterior, basta con que al paso de las civilizaciones, el hombre ha tenido que dominar, controlar y domesticar. Luego han sido otros sus empeños: cuestionar, pelear o manipular. Y en esa conveniencia con sus pares o con las especies animales o vegetales él, en cuanto individuo o ellos, en cuanto colectividad, organizados, con creencias, con propósitos o ideas más afines a “su” realidad, han terminado por imponerse sobre los demás. Ahí están las guerras, los imperios, las conquistas. Ahí están también sus afanes de expansión, control y dominio en términos de ciertos procesos y medios de producción en los que la agricultura o la ganadería suponen la materialización de ese objetivo.

   Si hoy día existe la posibilidad de que entre los taurinos se defienda una dignidad moral ante diversos postulados que plantean los antitaurinos, debemos decir que sí, y además la justificamos con el hecho de que su presencia, suma de una mescolanza cultural muy compleja, en el preciso momento en que se consuma la conquista española, logró que luego de ese difícil encuentro, se asimilaran dos expresiones muy parecidas en sus propósitos expansionistas, de imperios y de guerras. Con el tiempo, se produjo un mestizaje que aceptaba nuevas y a veces convenientes o inconvenientes formas de vivir. No podemos olvidar que las culturas prehispánicas, en su avanzada civilización, dominaron, controlaron y domesticaron. Pero también, cuestionaron, pelearon o manipularon.

   Superados los traumas de la conquistas, permeó entre otras cosas una cultura que seguramente no olvidó que, para los griegos, la ética no regía la relación con los dioses –en estos casos la regla era la piedad- ni con los animales –que podía ser fieles colaboradores o peligrosos adversarios, pero nunca iguales- sino solo con los humanos.[6]

II

   Es cierto que desde épocas remotas, el toreo ha sido cuestionado y puesto en el banquillo de los acusados debido a la fuerte carga de elementos que posee en términos de lo que los contrarios califican como “crueldad”, “tormento” o “barbarie”. En todo caso, nosotros, los taurinos, entendemos el significado de este espectáculo como una ceremonia en la que ocurre un “acto de sacrificio”; o más aún: “inmolación” u “holocausto”, que devienen sacrificio y muerte del toro. Todo ello, independientemente de las otras connotaciones que suelen aplicársele al toreo, ya sea por el hecho de que pueda considerarse un arte, e incluso deporte.

   Sacrificio y muerte que, por otro lado cumple con aspectos de un ritual inveterado, que se ha perdido en el devenir de los siglos, pero que se asocia directamente con hábitos establecidos por el hombre en edades que se remontan varios miles de años atrás. Esa forma de convivencia devino culto, y el culto es una expresión que se aglutinó más tarde en aspectos de la vida cotidiana de otras tantas sociedades ligadas a los ciclos agrícolas, a la creación o formación de diversas formas religiosas que, en el fondo de su creencia fijaban el sacrificio, el derramamiento de sangre o se materializaba la crueldad, término que proviene del latín crúor y que significa “sangre derramada”. Y esa sangre derramada se entendió como una forma de demostrar que se estaba al servicio de dioses o entes cuya dimensión iba más allá de la de cualquier mortal. Eso ocurrió lo mismo en culturas como la egipcia, la mesopotámica, la griega, la romana, e incluso las prehispánicas que todos aquí conocemos. Precisamente durante dicho periodo, las formas de control y dominio incluyeron prácticas de sacrificio aplicada a todos aquellos guerreros que eran tomados como prisioneros por los grupos en conflicto. Muchos de ellos terminaban en la piedra de los sacrificios, mientras el sacerdote abría su pecho extrayendo el corazón del “condenado”.

   Considero que si debemos empezar a entender porqué un espectáculo tan anacrónico como es el de los toros convive en este ya avanzado siglo XXI, lleno de modernidad, confort, globalización y demás circunstancias, es porque ha trascendido las más difíciles barreras y pervive porque diversas sociedades lo aceptan, lo hacen suyo y por ende, se conserva porque no sólo es un espectáculo más. Es rito, práctica social, acto festivo que ha logrado recrearse en miles, en cientos de años hasta ser lo que hoy día conocemos de él. También habría que valorar que cuando se maneja el concepto de la “recreación” este significa cambio, transformación, interpretación y renovación. Eso ha sido también la tauromaquia que, al llegar de España inmediatamente después de la conquista (a partir de 1521) se estableció como un espectáculo el que, al cabo de los años se amalgamó, pasó por un proceso de mestizaje que lleva la carga espiritual de uno y otro pueblo. No es casual que al paso de los casi cinco siglos de convivir entre nosotros, se consolidara la tauromaquia como cultura popular lo mismo en el ámbito rural que en el urbano. Todo eso, hoy sigue vigente.

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Sol y Sombra. Madrid, año V, 19 de diciembre de 1901, N° 255, p. 5.

   Entre muchas, tres son las herencias que quedaron de 300 años de dominio español en México: la burocracia de Felipe II, la religión católica y las corridas de toros. Herencias buenas o malas, no se trata aquí de aplicar un juicio sumario cargado de maniqueísmos o prejuicios, sino volver a entender cómo esos valores permearon, penetraron hasta la entraña de nuestro pueblo al grado de que perviven esas “herencias” por lo que para el próximo de los domingos en que se tenga prevista una corrida de toros más, ésta se sumará al largo historial de profundas tradiciones generadas desde esa fuente secular que todos conocemos como la fiesta de toros, la corrida de toros o simplemente como tauromaquia.

   Creo que estamos dispuestos a defender ese patrimonio vulnerable, hoy día sometido a diversos riesgos. Si no realizamos las acciones pertinentes lamentaremos profundamente su desaparición.

III

   Empeñados en defender un anacronismo en el presente, nos olvidamos del futuro. Y es que en estos tiempos de modernidad galopante, que lo mismo nos vemos afectados o beneficiados por la globalización que por el cambio climático o la hiperindustrialización que pronto nos pondrá ante una nueva generación de elementos donde la nanotecnología se moverá a sus anchas, la fiesta de los toros debe seguir vigente. Por eso, entre todo ese maremágnum de condiciones a que nos vemos sujetos, es preciso aclarar que también existen las corridas de toros. Y ese existir es como la supervivencia de un pasado que convive, se dirá que un poco incómodo con nuestro presente. Quienes nos hemos comprometido a la conservación, preservación y difusión de la fiesta de los toros, absolutamente convencidos de lo que hacemos y decimos, planteamos además que se trata de un espectáculo, una diversión, pero también de un ritual que pervive en apenas ocho países que por fortuna lo hacen suyo.

   No cabe pensar aquí más que de una manera en la cual se requiere información práctica para confirmar la fe de los creyentes y atraer a todos aquellos que, en principio tienen curiosidad e incluso, sienten animadversión por un misterioso fenómeno que posee la vigorosa razón del enfrentamiento de un ser racional con un animal. Y más aún. Ya dominado el toro se produce un espectacular como traumático desenlace que ocurre con el sacrificio y muerte de ese mismo animal.

   Este ritual sujeto a una fuerte carga de elementos simbólicos se desarrolla además, matizado de razones técnicas y estéticas que le otorgan significado peculiar. Pero, y aquí la pregunta: frente a todas las embestidas que ahora se producen contra los toros, ¿tiene este espectáculo garantías de pervivencia por el resto de los tiempos?

   Estoy consciente de que ese punto, dependerá, en buena medida, de la madurez en los trabajos que vienen realizándose con vistas a documentar el expediente que habrá de presentarse en algún momento a la UNESCO, con objeto de generar la declaratoria que permita elevar a la tauromaquia a patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. En esa medida, es muy probable que se tengan condiciones de auténtico blindaje para cuidar, conservar, preservar pero sobre todo mantener en el punto de equilibrio más pertinente, a una fiesta inveterada como es la de los toros.

   Sabemos del largo recorrido milenario y secular de esta fascinante representación, la cual tiene en su haber legiones de partidarios y numerosos enemigos. Pero el enigma aquí planteado es sobre su incierto futuro. No nos convirtamos en convidados de piedra, sino en activos participantes en pro de esta manifestación. Desplegar todos sus significados y explicarlos a la luz de la realidad es una de las mejores tareas. Por eso es importante la difusión, siempre y cuando esta sea coherente y no una barata provocación.

   Termino apuntando que al menos, desde esta trinchera, el toreo en México va a seguir teniendo todo un tratamiento histórico que permita entender sus circunstancias a lo largo de 485 años de convivencia y mestizaje. Tres connotados historiadores me dan la razón:

-Los mexicanos tenemos una doble ascendencia: india y española, que en mi ánimo no se combaten, sino que conviven amistosamente. Silvio Zavala.

-No somos ya ni españoles ni tampoco indígenas, y sería un error gravísimo intentar aniquilar uno de los dos elementos, porque quedaríamos mancos o cojos. Elsa Cecilia Frost del Valle.

-La tensión que se instala en el desarrollo de México a partir de la conquista, surge también de la presencia de dos pasados que chocan y luego coexisten largamente, sin que uno logre absorber al otro.

Enrique Florescano.

 IV

   Ahora bien, me valgo de algunas opiniones que provienen precisamente de un libro que no es de toros. Se trata de la novela El último encuentro[7], escrita por Sándor Márai. La distancia de 41 años hace que se recupere en términos no muy gratos la profunda amistad de tres personajes esenciales, dos militares y una tercera, ausente, pero que influyó en buena medida sobre el destino de aquellos dos jóvenes que construyeron unos lazos entrañables los cuales, por azares del destino se dispersaron misteriosamente. No contaré la historia de un maravilloso trabajo. Los invito a que hagan la gozosa lectura.

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Sol y Sombra. Madrid, año V, 19 de diciembre de 1901, N° 255, p. 6.

   Avanzada su lectura, encontré varias razones que explican algunos aspectos en los cuales hoy se encuentra muy activa la polémica, más en contra que a favor de los toros, pero que los elementos allí tratados, sirven para justificar muchos de los significados del espectáculo.

   Nos dice Márai que reunidos Konrád y su esposa Kirsztina en Egipto, donde pasaban su luna de miel, fueron alojados en la casa de una familia árabe. En cierto momento, al llegar unas visitas “todos hombres, señores con sus criados” el ambiente de aquel hogar cambió radicalmente.

   Todos nos sentamos alrededor del fuego sin decir palabra. Krisztina era la única mujer entre nosotros. A continuación, trajeron un cordero, un cordero blanco; el anfitrión sacó un cuchillo y lo mató con un movimiento imposible de olvidar… Ese movimiento no se puede aprender; ese movimiento oriental todavía conserva algo del sentido simbólico y religioso del acto de matar, del tiempo en que ese acto significaba una unión con algo esencial, con la víctima. Con ese movimiento levantó su cuchillo Abraham contra Isaac en el momento del sacrificio; con ese movimiento se sacrificaba a los animales en los altares de los templos antiguos, delante de la imagen de los ídolos y deidades; con ese movimiento se cortó también la cabeza a san Juan Bautista… Es un movimiento ancestral. Todos los hombres de Oriente lo llevan en la mano. Quizás el hombre haya nacido con ese movimiento al separarse de aquel ser intermedio que fue, de aquel ser entre animal y hombre… según algunos antropólogos, el hombre nació con la capacidad de doblar el pulgar y así pudo empuñar un arma o una herramienta. Bueno, quizás empezara por el alma, y no por el dedo pulgar, yo no lo puedo saber (afirma Konrád). El hecho es que aquel árabe mató el cordero, y de anciano de capa blanca e inmaculada se convirtió en sacerdote oriental que hace un sacrificio. Sus ojos brillaron, rejuveneció de repente, y se hizo un silencio mortal a su alrededor. Estábamos sentados en torno del fuego, mirando aquel movimiento de matar, el brillo del cuchillo, el cuerpo agonizante del cordero, la sangre que manaba a chorros, y todos teníamos el mismo resplandor en los ojos. Entonces comprendí que aquellos hombres viven todavía cercanos al acto de matar: la sangre es una cosa conocida para ellos, el brillo del cuchillo es un fenómeno tan natural como la sonrisa de una mujer o la lluvia. Aquella noche comprendimos (creo que Krisztina también lo comprendió, porque estaba muy callada en aquellos momentos, se había puesto colorada y luego pálida, respiraba con dificultad y volvió la cabeza hacia un lado, como si estuviera contemplando sin querer una escena apasionada y sensual), comprendimos que en Oriente todavía se conoce el sentido sagrado y simbólico de matar, y también su significado oculto y sensual. Porque todos sonreían, todos aquellos hombres con rostro de piel oscura, de rasgos nobles, todos entreabrían los labios y miraban con una expresión de éxtasis y arrobamiento, como si matar fuera algo cálido, algo bueno, algo parecido a besar. Es extraño, pero en húngaro, estas dos palabras, matanza y besos, ölés y ólelés, son parecidas y tienen la misma raíz…

   Ahora bien, sorprende una afirmación que Konrád, en la pluma de Márai, plantea la visión que me parece no es de rechazo, sino de clara comprensión del hecho presenciado que analiza en estos términos:

   Somos occidentales, o por lo menos llegados hasta aquí e instalados. Para nosotros, matar es una cuestión jurídica y moral, o una cuestión médica, un acto permitido o prohibido, un fenómeno limitado dentro de un sistema definido tanto desde un punto de vista jurídico como moral. Nosotros también matamos, pero lo hacemos de una forma más complicada; matamos según prescribe y permite la ley. Matamos en nombre de elevados ideales y en defensa de preciados bienes, matamos para salvaguardar el orden de la convivencia humana. No se puede matar de otra manera. Somos cristianos, poseemos sentimiento de culpa, hemos sido educados en la cultura occidental. Nuestra historia, antigua y reciente, está llena de matanzas colectivas, pero bajamos la voz y la cabeza, y hablamos de ello con sermones y con reprimendas, no podemos evitarlo, éste es el papel que nos toca desempeñar. Además está la caza y sólo la caza. En las cacerías también respetamos ciertas leyes caballerescas y prácticas, respetamos a los animales salvajes, hasta donde lo exijan las costumbres del lugar, pero la caza [como los toros] sigue siendo un sacrificio, o sea, el vestigio deformado y ritual de un acto religioso ancestral, de un acto primigenio de la era del nacimiento de los humanos. Porque no es verdad que el cazador mate para obtener su presa. Nunca se ha matado solamente por eso, ni siquiera en los tiempos del hombre primitivo, aunque éste se alimentara exclusivamente de lo que cazaba. A la caza la acompañaba siempre un ritual tribal y religioso. El buen cazador era siempre el primer hombre de la tribu, una especie de sacerdote. Claro, todo esto perdió fuerza con el paso del tiempo. Sin embargo, quedaron los rituales, aunque debilitados.

   Finalmente, y para el propósito de esta recomendación que ya se ve, trae bastante sustancia para la reflexión, aparece un importante párrafo que amplía los significados de la caza, como sigue:

Los pájaros se ponen a cantar, un cervatillo corre por el sendero, lejos, a unos trescientos pasos de distancia, y tú te escondes entre los arbustos y pones allí toda tu atención. Has traído el perro, no puede perseguir al venado… el animal se detiene, no ve, no huele nada, porque el viento viene de frente, pero sabe que su final está cerca; levanta la cabeza, vuelve el cuello tierno, su cuerpo se tensa, se mantiene así durante algunos segundos, en una postura magnífica, delante de ti, como paralizado, como el hombre que se queda inmóvil ante su destino, impasible, sabiendo que el destino no es casualidad ni accidente, sino el resultado natural de unos acontecimientos encadenados, imprevisibles y difícilmente inteligibles. En ese instante lamentas no haber traído tu mejor arma de fuego. Tú también te detienes en medio de los arbustos, te paralizas, tú también, el cazador. Sientes en tus manos un temblor ancestral, tan antiguo como el hombre mismo, la disposición para matar, la atracción cargada de prohibiciones, la pasión más fuerte, un impulso que no es ni bueno ni malo, el impulso secreto, el más poderoso de todos; ser más fuerte que el otro, más hábil, ser un maestro, no fallar. Es lo que siente el leopardo cuando se prepara para saltar, la serpiente cuando se yergue entre las rocas, el cóndor cuando desciende de las alturas, y el hombre cuando contempla su presa.

   Hasta aquí con estas consideraciones que permiten un fiel de la balanza para entender cómo, desde una visión ajena, que no necesariamente se acerca a explicar lo soterrado del toreo, nos lo aclara a partir de estos pasajes que a mí me han parecido claves en esta obra para traerlos hasta aquí, ponerlos a la consideración de los lectores para que ustedes también puedan realizar el mismo ejercicio de análisis. No importa si son aficionados a los toros o contrarios a este espectáculo. Me permito sugerir que se trata de poner en práctica algo tan sencillo que se llama “sentido común” de las cosas, para tratar de entender lo que ha sido el papel de la humanidad desde los tiempos más primitivos en el que el hombre, ya consciente de sus actos, con el raciocinio de por medio, comenzó a definir el destino de lo que hoy somos. Y el hombre, enfrentado a sus necesidades tuvo que desarrollar y practicar la caza con el objeto preciso de la “disposición para matar” (“la disposición a la muerte” que decía José Alameda). Por eso tuvo que matar, y no para cometer un acto indebido, sino para materializar el “sentido sagrado y simbólico de matar” –como ocurre entre los hombres de Oriente-, mientras que para el hombre occidental “matar es una cuestión jurídica y moral, o una cuestión médica, un acto permitido o prohibido, un fenómeno limitado dentro de un sistema definido tanto desde un punto de vista jurídico como moral”. Entramos pues en un territorio que otras culturas han cuestionado en uno u otro sentido, lo que ha provocado una polarización o deformación del significado original que ha producido las reacciones encontradas de nuestros días.

   Me parece que la oportuna lectura de Sándor Márai viene en un buen momento para mostrar razones y no desvaríos o simples impulsos pasionales e irracionales que no siempre traen por consecuencia buenos resultados. Es preciso que usted, lector, traslade las circunstancias relatadas en El último encuentro y las deposite en el ámbito taurino. Encontrará semejanzas representativas que no son ajenas al texto de nuestro autor. Enfrentadas dos sociedades, pero también integradas en el devenir que la humanidad ha mostrado en el curso de muchos años, permite entender que el entrecruzamiento cultural habido siglos atrás, nos deja ver el múltiple mestizaje que hoy somos como sociedades modernas. No hacerlo nos condena a vivir ajenos a esa circunstancia.

   Ya entramos por el sendero en el que las partes en el debate tienen que ponerse de acuerdo, evitando lo que cuestiona Fernando Savater en su último libro dedicado a los toros: Tauroética. El autor hispano recalca el hecho de que

   “En cuanto a la retórica sublime que tanto encandila entre quienes están a favor o en contra de la fiesta (“la tauromaquia es la expresión del alma española y por eso nunca podrá ser erradicada de nuestro país”, “las corridas de toros son formas de sadismo colectivo, anticuado y fanático, que disfruta con el sufrimiento de seres inocentes”, así como sus diversas variantes) reconozco que me aburren soberanamente. Me pasa lo mismo que al admirable Monsier Teste de Valéry: “la bêtise n´est pas mon fort”.[8]

   No puedo dejar de mencionar el afortunado y oportuno texto de Paco Aguado,[9] que guarda muchas semejanzas con lo que hasta aquí se ha explicado y que incluyo al final de estas notas.

V

 La tauromaquia como patrimonio. La naturaleza, el medio ambiente y diversos aspectos con los que convivimos permanentemente está sufriendo severas alteraciones. Se están vulnerando de manera descontrolada, sin que hasta el momento hayamos visto aplicar ninguna medida concreta por parte de gobiernos, el estado o todas aquellas instancias que forman el “concierto de las naciones”. Mucho de lo que significan esos entornos, tiene que ver con el hecho de que las afectaciones ya consumadas atentan el valor de muchos “patrimonios”: ya sea de orden mundial, cultural y natural o de orden inmaterial. Si no apuramos nuestros esfuerzos por implantar medidas precautorias en defensa de tales conceptos, nos estamos sumando o convirtiendo -por añadidura-en cómplices o agentes de destrucción.

   En el sentido estricto de definición que podemos encontrar para entender de qué se tratan estos patrimonios, existe una Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural aprobada por la Conferencia General de la UNESCO, el 16 de noviembre de 1972, circunstancia que se actualizó en la 32ª reunión, celebrada en París del 29 de septiembre al 17 de octubre de 2003.

   En esencia, sabemos que el término “patrimonio” se refiere al legado que recibimos del pasado, el cual debemos proteger, conservar y rehabilitar en el presente, con vistas a ser transmitido a las próximas generaciones.[10]

   Al referirme en particular a un “patrimonio”, a un “legado” como lo es la Tauromaquia, esta puede ser considerada como “Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”. Para que ello sea posible es necesario reafirmarla bajo los siguientes criterios:

1.-Que el elemento es patrimonio cultural inmaterial, tal y como está definido en el artículo 2 de la Convención, a saber:

Artículo 2: Definiciones

A los efectos de la presente Convención,

1.-Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.

2.-La inscripción del elemento contribuirá a dar a conocer el patrimonio cultural inmaterial, a lograr que se tome conciencia de su importancia y a propiciar el diálogo, poniendo así de manifiesto la diversidad cultural a escala mundial y dando testimonio de la creatividad humana.

3.-Se elaboran medidas de salvaguardia que podrían proteger y promover el elemento.

4.-La propuesta de inscripción del elemento se ha presentado con la participación más amplia posible de la comunidad, el grupo o, si procede, los individuos interesados, y con su consentimiento libre, previo e informado.

5.-El elemento figura en un inventario del patrimonio cultural inmaterial presente en el(los) territorio(s) del(los) estado(s) parte(s) solicitante(s).[11]

   Con unas condiciones tan claras como esas, se tiene la certeza de que primero que nada es preciso defender ese “patrimonio”, argumentarlo, revalorarlo pero también entenderlo con todo el conjunto de significados que posee desde el pasado y hasta nuestros días.

   Al mencionar los términos “Tauromaquia” o “corrida de toros” parece que su sola expresión ofende a un sector que se opone a su desarrollo. Pero es desde adentro donde deben evolucionar sus procesos. En todo caso es un espectáculo anacrónico mezclado con la modernidad que se pone al servicio de su funcionamiento en varias de sus expresiones: mercadotecnia, computación y todos sus variantes, servicios mediáticos y un largo etcétera.

   Ahora bien, apenas hace unos días ocurrió en España un hecho relevante, lo cual le da un respiro distinto a su funcionamiento. Resulta que los toros han pasado a depender del Ministerio de Cultura bajo el criterio de que “entendida la tauromaquia como una disciplina artística y un producto cultural, las competencias del Estado en orden a su fomento y protección tienen su correcta ubicación en el Ministerio de Cultura”. Y ello se expidió en un Real Decreto del 29 de julio pasado. Además, dicho decreto señala que de Cultura dependerá la promoción de esta disciplina artística, los estudios, estadísticas y análisis sobre la materia, el registro de profesionales del sector, y el secretariado de la Comisión Consultiva Nacional de Asuntos Taurinos.

   Sin embargo, y entre otras cosas, sus más notorias recomendaciones son las de que “los males de la fiesta de los toros no tienen su origen en ningún ministerio, sino en las entrañas mismas del sector. La degradación del toro, la permanente sospecha de fraude o la obsoleta conformación del negocio taurino, por citar solo tres ejemplos, no encontrarán solución en Cultura. Es responsabilidad de los taurinos que, una vez más, tienen la oportunidad de pasar de la estética a la ética”.[12]

   He ahí pues, el enclave más difícil a vencer. Si la problemática surge al interior de todos sus procesos, somos nosotros, los directamente involucrados en uno u otro sentido, a corregir esos problemas que le son inherentes desde hace mucho tiempo, mismos que generan un funcionamiento adverso, contrario, con el que no se tendría cara suficiente para reclamar los deseos que ahora mismo vienen gestionándose con vistas a lograr la anhelada declaratoria.

   Es deseable, por tanto, que las partes que participamos para el desarrollo del espectáculo taurino: empresarios, ganaderos, toreros, prensa, y aficionados realicemos un mayor esfuerzo, pretendiendo con ello una calidad, calidad que no ha tenido la fiesta de los toros en México desde hace mucho tiempo. Imperan intereses personales y de grupo que dañan severamente el curso que todos pretendemos por lo que el resultado que arrojan diversos festejos ha denigrado, denigra y seguirá denigrando la imagen del espectáculo mientras no suceda un cambio deseado como el que aquí se manifiesta, en aras de sumarnos al proceso de las demandas que buscan ya esa anhelada declaratoria. No olvidemos que manejamos un patrimonio y no cualquier cosa…

   En el lenguaje de los contrarios existe un conjunto de términos de que se valen, para argumentar y afirmar su posición en cuanto a lo que para ellos significa la tauromaquia. Si bien, entre ellos y nosotros nunca va a existir un acuerdo, lo primero que tengo que decir en nuestra defensa, es que respeto su posición, pero no la comparto. Para ello, somos los taurinos quienes debemos valernos también de un ideario o conjunto de teorías que expliquen y justifiquen la posición que tenemos a favor de este espectáculo. De otro modo nos veríamos en una posición bastante incómoda que en nada resuelve el intento por una defensa legítima.

   Ellos emplean palabras como “crueldad”, “tortura”, “sacrificio” desde unas connotaciones verdaderamente extremosas, por no decir que tendenciosas, contando para ello su credo, que a veces raya en lo intolerante.

   Ahora bien, me parece en todo esto que la razón básica de la diferencia ha creado, desde muchos siglos atrás, la más importante de las razones en la que se establecen posiciones, criterios, creencias, ideologías y demás aspectos que han permitido a las sociedades mantenerse en esa permanente situación de conflicto, más que de acuerdo. Cuando todos esos elementos se integran en la dinámica que establecen los tiempos que corren, sucede que sus individuos asumen diversas posiciones, hasta llegar a unas condiciones tan específicas como heterogéneas que acaban siendo muy particulares. Cuando se ha llegado a estos puntos, es porque ya no se tolera al otro y hay que atacarlo. Incluso destruirlo.

   En los toros sucede algo así.

   Más que decodificar, necesitamos entender en su verdadero contexto los términos, palabras y expresiones usadas para descalificar o devaluar el sentido de una corrida de toros. Veamos qué significan al menos dos de esas palabras: “tortura” y “sacrificio”.

   “Tortura” en la Enciclopedia Universal Ilustrada, T. 62. p. 1556 nos remite al sentido del: Dolor, angustia, pena o aflicción grandes.

TORTURA. Der. V. Tormento.

TORTURA. Hist. V. Tormento.

   Del lat. Tormentum. Acción y efecto de atormentar o atormentarse. Angustia o dolor físico. Dolor corporal que se causaba al reo contra el cual había prueba semiplena o indicios para obligarla a confesar o declarar.

   El tormento –en cualquiera de sus expresiones para conseguir su propósito-, era una prueba y medio para descubrir la verdad, decían los defensores de la tortura; pero, realmente era una prueba sumamente inútil y desigual, en la que siempre el inocente perdía y el delincuente podía ganar; porque, o confesaba el inocente, y era condenado, o negaba, y después de haber sufrido el tormento que no merecía, sufría una pena extraordinaria que tampoco merecía.

   Esto nos remite a la antigua práctica que el hombre ha sostenido con distintas especies animales ya sea para sobrevivir o para domesticar.

   “Sacrificio” (Enciclopedia Universal Ilustrada, T. 52, p. 1159): Ofrenda a una deidad en señal de homenaje o expiación. // Fig. Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del cariño.

   Sacrificio cruento: Inmolación de una víctima ofrecida a la divinidad.

   Sacrificio cruento o con sangre, llámanse aquellos que se ofrecían con efusión de sangre de animales, ya que Dios, como él mismo dice, dio la sangre como medio de expiación. Las víctimas que podían sacrificarse eran solo los animales llamados puros o aptos para los sacrificios, que son los que se indican en el sacrificio de Noé (Gén., 8, 20) y se expresan en el de Abraham (Gén., 15, 9). Estos, a no ser que en casos especiales se determinase otra cosa, podían ser de cualquier sexo o edad, pero solamente de cinco clases o especies, entre otras el buey o vaca o becerro, carnero u oveja o cordero, macho cabrío, cabra o cabrito (…).

   En lo dicho hasta aquí cabe una representación diferente aunque con los mismos fines: el mito cosmogónico náhuatl. Este se refiere a tres creaciones: la del universo, que se realiza en un momento sin tiempo; la creación cíclica de los soles como movimiento alternado de creación y destrucción y, finalmente, la creación del Quinto Sol o Sol de movimiento que da origen al sacrificio humano para garantizar la permanencia del sol y de los dioses protectores de la humanidad. El mito fundador del Quinto Sol asegura un orden social: no se trata solamente de una interpretación del mundo imaginario, sino de “una intervención práctica en el mundo real que hasta cierto punto es controlable por el hombre”.

   También aquí cabe lo sucedido con Ometochtzin, cacique de Texcoco quien en 1539 fue juzgado por la Inquisición por atreverse a postular la posibilidad de que coexistieran varios mundos y que los hombres pudiesen vivir cómodamente entre ellos. Ometochtzin aseveró que:

Dado que los diversos frailes llevaban vestimentas diferentes, sostenían doctrinas diferentes y realizaban prácticas evangélicas diferentes (cuando ya había iniciado el proceso ya fuese de sincretismo o de resistencia cultural que se afincan en épocas históricas posteriores a la conquista), tal como en el periodo precolombino los diversos pueblos de México tenían diferentes formas de rezar, de vestirse y de hacer sacrificios, no entendía por qué las antiguas prácticas no podían tener asignado un lugar propio, al lado de las múltiples variaciones cristianas.

   Con todo lo anterior, como primer ejemplo, es que estamos viendo una serie de influencias externas, de aculturación propia del hombre inmerso en una sociedad compleja, y la otra que se produce en el contexto de la conquista española. Como resultado de esos dos procesos entre muchos otros, se tiene el hecho de que surge otro estadio social el cual evoluciona, da un paso más allá respecto a la anterior. En este caso puede entenderse que con el padre español y la madre indígena ocurre un maridaje que desde luego no fue movido por otra causa que no fuera la dominación. En la conquista la cruz y la espada fueron los principales instrumentos que se pusieron en práctica para hacer válido ese estado de cosas. Sin embargo la asimilación o mestizaje fueron, entre otros efectos afortunados, parte de ese resultado.

   Me parece que nosotros, los taurinos debemos plantearnos el hecho de encontrar verdaderas razones de peso que justifiquen la presencia no sólo del espectáculo en cuanto tal, sino establecer los parámetros y las razones que permitan defender su pervivencia. Entiendo que “crueldad”, “tortura” o “sacrificio” son, entre otros, un conjunto de hechos consumados cuyo propósito es comprender el dolor que significa la práctica de cualquiera de estos términos y que a nadie parece justo, sobre todo cuando existe de por medio premeditación, alevosía y ventaja. Sin embargo, para explicar la presencia de la tauromaquia en el entorno de nuestro tiempo, debemos apelar a una serie de razones que parten del hecho de que a lo largo de varios siglos se han integrado suficientes condiciones que la validan. Por eso considero necesario hacer este ejercicio para integrarlo en su defensa.

CONCLUSIONES.

   Cuando el imperativo en la justicia, la historia, la sociedad y en otros muchos aspectos de la vida es la verdad y esta, concebida como ideal del absoluto, aunque sólo sea posible alcanzar una dimensión relativa de la misma, se hace necesario por tanto un balance del conflicto no sólo de posturas. También de ideologías que vienen dándose con motivo de si son pertinentes o no las corridas de toros.

   Veamos.

   La animalidad y la humanidad tienen sus marcadas diferencias. Que tenemos deberes, derechos y obligaciones para con todas las especies animales, por supuesto que sí. Que debemos preservarlas evitando así su desaparición o extinción, también. En el caso concreto del toro de lidia, esta ha sido una especie cuya pervivencia ha sido posible para convertirla en elemento fundamental del espectáculo que hoy es motivo de polémica. El toro es un mamífero cuyo destino se centra en no otra cosa que para los propósitos mismos de la tauromaquia. Sin esta expresión milenaria y secular, ese hermoso animal sería uno más de los muchos condenados al matadero y su carne y derivados puestos al servicio de una sociedad de consumo, sin más.

   Pero sucede que tras un largo recorrido, el toro es y ha sido una de esos elementos de la naturaleza que han pasado a formar parte del proceso de domesticación. El hombre antiguo vio en él unas condiciones de morfología y anatomía proporcionadas, que se mezclaban con fortaleza, musculatura y belleza armónica que quizá no tenían otras especies del amplio espectro del ganado mayor. El hombre moderno, en particular los hacendados y luego los ganaderos, llevaron esa domesticación primitiva a terrenos de la crianza más sofisticada y precisa hasta lograr ejemplares modelo. Cumplido ese principio, mantienen vigentes tales propósitos, teniendo como resultado hoy día un toro apto para el tipo de ejercicio técnico o estético tal y como se practica en nuestros tiempos. Por tanto, no ha sido una tarea fácil, si para ello deben agregarse factores relacionados con el tipo de suelo, de pastos, la presencia de fuentes de agua, de alimentación y demás circunstancias que suponen un desarrollo correcto mientras permanecen en el campo, a la espera de ser enviados a la plaza.

   Ya en este espacio, su presencia cumple una serie de requisitos no sólo establecidos por ritual, usos y costumbres o el marcado por un reglamento o legislación hecha ex profeso para permitir que el desarrollo de la lidia en su conjunto, se realice dentro de los márgenes más correctos posibles, en apego a todos esos principios, mismos que una afición presente en la plaza desea verlos materializados.

   Ahora bien, ritual, usos y costumbres y el mismo principio legislativo que determinan el desarrollo del espectáculo, no solo consideran, sino que dan por hecho que uno de los componentes en el desarrollo de la lidia es el factor en que el toro es sometido violentamente hasta llevarlo a la “muerte previa” (la “muerte definitiva” ocurre en el matadero de la propia plaza). Esa “muerte previa” ocurre en presencia de los asistentes todos, como culminación de un ritual que complementa los propósitos de un espectáculo en el que todos los actores participan (lo que para los contrarios es la tortura misma) en aras de que se produzcan efectos de disfrute o goce, celebrados colectiva, multitudinariamente en la decantación a una sola voz del término o expresión que mejor lo explica. Me refiero a la voz expresiva o interjección “olé”, que viene de ·ualah”, y cuya connotación más precisa sería entendida bajo el peculiar significado de “por Dios”.

   En una invocación concatenada entre presente y pasado y estos eslabonados con un sinfín de elementos configurados a lo largo de siglos, explican que la tauromaquia es o se convierte en un legado, cuyo peso histórico acumula infinidad de circunstancias que han podido configurar su significado, ese que hoy rechazan ciertos sectores de la sociedad moderna, la cual parece negarse a escuchar las voces y experiencias del pasado, cuando solo tiene puesta la mirada en ese objetivo que para ellos es maltrato a los animales.

   La cultura que compartimos, que nos formó y moldeó tiene, entre sus complejos ingredientes, aquellos que nos permiten entender que efectivamente hay un maltrato, pero lo toleramos en virtud de que proviene de toda esa superestructura racional o irracional con la que, como sociedad estamos formados. En nuestro caso, asumimos la tolerancia y no sé si como redención para superar el sacrificio y muerte de varios toros durante un festejo. No por ello somos necesariamente crueles e insensibles. Sabemos y entendemos los taurinos que per se, esa parte culminante para la vida de un toro bravo se convierte en una muerte gloriosa (principio de una teoría compleja relacionada con los diversos significados que podría tener este término desde lo religioso o lo ideológico, dos factores que por sus composiciones son suficiente razón para detonar la polémica).

   Así pues: los grupos contrarios a la celebración de las corridas de toros tiene sus propios puntos de vista, discutibles o no. De ese mismo modo, nosotros los taurinos también estamos en derecho de defender, legitimar o justificar la presencia y permanencia del espectáculo taurino, asunto que no es casual. Que no es de ayer a hoy, que ha tenido que tomar muchos siglos de formación y consolidación para, en su condición primitiva, también evolucionar.

   Por ahora este es, uno entre muchos de los elementos de defensa que hemos de seguir mostrando para dejar en claro cuáles son las razones para garantizarle pervivencia segura a la tauromaquia. De ahí que continuemos con dicha labor, hasta tener los elementos puntuales y contundentes con que seguiremos dando nuestra propia batalla a su favor.

 Ciudad de Tlaxcala, enero de 2012.

Ciudad de México, septiembre de 2016.


[1] Aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.

[2] Rechazo a los bisexuales, a la homosexualidad o a las personas bisexuales respectivamente.

[3] Fobia a las lesbianas.

[4] Odio a los transexuales.

[5] Fernando Savater: Tauroética. Madrid, Ediciones Turpial, S.A., 2011, 91 p. (Colección Mirador)., p. 18.

[6] Op. Cit., p 31.

[7] Sándor Márai: El último encuentro. Barcelona, 2ª edición. Publicaciones y Ediciones Salamandra, S.A., 2010. 187 p. (Letras de Bolsillo, 97), p. 110-114.

[8] Savater: Tauroética…, op. Cit., p. 14-15.

[9] Desde el ruedo: Animalistas inhumanos. Disponible Octubre 11, 2011 en: http://www.altoromexico.com/2010/index.php?acc=noticiad&id=9886

[10] Arqueología mexicana. “México en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO”. México, CONACULTA-INAH. Edición especial 39, 90 p. 2011, p. 11.

[11] Op. Cit., p. 15.

[12] El País. Edición mexicana, del 30 de julio de 2011, p. 44. “Los toros, asunto artístico”. Nota de Antonio Lorca.

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