CRÓNICA. HACIA LA OBRA PERFECTA, ACABADA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 Corrida inaugural para la temporada 2017-2018 en la plaza de toros “México”. Julián López “El Juli” y “Joselito” Adame. Encierro de Teófilo Gómez.

“…signo triunfal sobre la arena

espacio iluminado por una estatua antigua”

De Cuerpo entre sombras.

Alí Chumacero.

   Leo con auténtica pasión tres libros al unísono: Pasa el desconocido de Alí Chumacero; Obra literaria, de Renato Leduc y Seguro azar del toreo de José Alameda. En los tres, la presencia de la poesía es su razón primordial. Lo característico en ese terceto es la obra perfecta, acabada y refinada a la que aspiraron estos poetas mayores. Y a pesar de sus muchas inconveniencias, pues al parecer este fue un síntoma que compartieron siempre, esa obra ya expuesta al lector, significaba haber alcanzado la perfección, sin más.

   Entre los diversos asuntos de que se ocupan, todo (o casi) se acomoda en el riguroso andamiaje de lo exacto del ritmo en el verso y la rima donde el arranque, desarrollo y desenlace de tercetos, cuartetos, décimas o sonetos, por ejemplo, nos conmueven dada su permanente búsqueda de lo perfecto, y bello por añadidura.

   Lectores pacientes: ustedes disculparán, pero la insistencia en “eso” que se considera como lo “acabado” puede significar un sacrificio espiritual por toda la vida.

   El terceto de grandes escritores y poetas es muestra suficiente que apremia en este caso para justificar que en los toros existe un principio para justificar hasta qué punto han llegado las aspiraciones de toreros que, como Julián López “El Juli” lo ponen en evidencia tras 20 años desde su presentación en Texcoco, en su inicial etapa novilleril. No puede negarse el grado de pureza alcanzado por el madrileño, pero también no pueden quedar ocultos algunos inconvenientes que son muestra de que lo suyo no ha tocado el borde de la cima, y más aún cuando tal circunstancia ocurre con ganado que, como los de Teófilo Gómez, significó, por un lado la notoria muestra de ausencia de casta y bravura, y por otro ese intento por una nueva confirmación de supremacía ante la afición mexicana que se quedó en buenas intenciones. No pueden negarse los buenos momentos en al menos dos de sus tres  intervenciones, pero que se derrumbaron ante aquella insistente terquedad que impone mandar y condicionar la presencia de ganado que supone, para el torero y su administración, así como para la empresa, “garantía de éxito”. Pero con lo visto ayer, pareciera que lo superado por los poetas impide a un torero de tales dimensiones ponerse también en ventajosa posición, pues si aquellos son estímulo para alentar el amor, por ejemplo, en el caso de Julián, las decepciones amorosas pueden ser, a modo de rima, bastante dolorosas.

   Y lo vimos con motivo de que el “mano a mano” sostenido entre Julián López “El Juli” y “Joselito” Adame se prestó a infinidad de suspicacias.

   El lleno no pudo ser, y no ocurrió, sobre todo en inauguración de temporada por la sencilla razón de que se trataba de un “mano a mano”, forzado, sacado de la manga, sin imaginación alguna y porque simple y sencillamente no existían razones de peso para montarlo, pues nadie como empresario, en su sano juicio se le ha ocurrido montar lo que normalmente sucede como fin de temporada: afirmar la competencia. Los toros anunciados volvieron a ser de nuevo el síntoma de la comodidad, de la ya traída y llevada “garantía de éxito” y miren el resultado.

   Hubo también un factor externo, un partido de futbol americano que pudo haber atraído la atención de sectores importantes. Otra influencia más son los precios, que han subido o al menos el valor de cada localidad ya no representa el valor de lo que pagamos, y que a cambio de ello recibamos falsas expectativas.

   Si las cosas deben hacerse bien, eso se nota desde el principio (la urgente reparación del reloj de la plaza es muestra de ello, o no “señora empresa”).

   Por lo tanto, quisiéramos una mejor representación de esa fiesta, aunque se ve que con esta empresa seguiremos en el “más de lo mismo” que sigue causando una muy mala, por no decir pésima imagen que habla del mayor de los desprecios para cumplir compromisos y responsabilidades.

   Y bien, para abreviar, debo decir que, en honor a la verdad, “Joselito” Adame pasó inédito, a pesar de sus esfuerzos, de su empeño en banderillar a ese inválido que fue el que cerró plaza y a todos esos intentos que no llegaron a ninguna parte. Lo peor es que la conexión con el público tampoco tuvo el efecto que deseaba y con ello el aguascalentense no logró escalar a donde quería.

   Si el “Juli” mostró parte de sus virtudes frente a COMPADRE, se superó con REBUJITO. En ambos, la economía de movimientos con el capote fue una muestra de que quiso, pero no pudo. Las dos versiones por chicuelinas, la antigua y la moderna, tuvieron efecto en los tendidos, aunque sin conmover. Y luego, el quehacer con la muleta dejó ver lo pulido en estilo, de su armonía en el temple y la contundencia en sus remates. Es una pena que el intento se diera, como ya sabemos, con dos ejemplares descastados. Varias series de muletazos, algunos de ellos sobrados de inventiva, dejaban ver la posibilidad de un triunfo seguro, mismo que pudo ser realidad en el primero, al que le cortó una oreja luego de una estocada en la que ya encontró el tranquillo apropiado para meter la espada. Si existe la suerte del “volapié”, Julián López la ha transformado en el “julipié”, lo que consiste en que al arrancarse para colocar el acero, arquea en particular forma el cuerpo, librando el riesgo, pero asegurando la ubicación de la espada, pues a ello ha dedicado su labor como “matador de toros”. Esa suerte adquiere una espectacularidad inusitada, de ahí que convenza a propios y extraños para garantizar el corte de apéndices que, como se sabe, son meras referencias estadísticas, pero que dan al torero el valor agregado de alcanzar la gloria. Con REBUJITO, no pudo ser, y con todo y la carga emotiva de esa faena, deja dos pinchazos y una habilidosa estocada que pusieron fin a ese episodio y en el que, curiosamente el toro, al sentirse herido pegó su última arrancada hacia las tablas donde prácticamente murió estrellándose en ellas. La ovación no se hizo esperar, e incluso no hubo inconveniente cuando Julián se arrancó a dar la vuelta al ruedo.

   Observé con atención que al público, ese público que cada vez es más nuevo simple y sencillamente no le gusta la suerte de varas. Como recordamos, el encierro, pasó con un puyazo o un piquete, suficiente dosis, mientras arreciaban las protestas por la presencia y la intervención de los piqueros. O se dan las enmiendas adecuadas, de conformidad con los tiempos que corren, o la tauromaquia, en tanto representación, pronto será incruenta. De igual forma es bueno poner atención en el momento en que culminaba la lidia del segundo ejemplar, al que después de lo que parecía una buena estocada por parte de «Joselito» Adame, se convirtió en el tormento de cinco descabellos. La sensibilidad brotó a flor de piel, y la gente, en unísona conmiseración, se negaba a que esta suerte se consumara. Estos factores, son de tomar en cuenta porque merecen ser atendidos directamente por los protagonistas, en aras de mejorar y poner al día las condiciones del espectáculo.

   Y como ya no se anuncia, ni aparecen fotografías del ganado que se lidia, aquí tienen ustedes las condiciones generales del encierro, mismo que tuvo de todo. Fue, como decimos en México, de «chile, dulce y manteca», aunque la ausencia de casta y bravura se dejó notar en la totalidad del mismo.

El Programa coleccionable, año 31 N° 1049, 1ª corrida. 19 de noviembre de 2017 (páginas centrales).

   Pudo ser notoria la presencia de muchos asistentes que, teléfono celular en mano, no dejaban de hacer el uso de tal herramienta de la modernidad. Sin embargo, parece que como distractor no deja de ser eso, precisamente un elemento que rompe con la posibilidad de que el o los asistentes pudieran introducirse del todo en el efecto misterioso causado por la tauromaquia. Sería interesante saber alguna opinión que venga precisamente de quien hoy día vive unido, como una extremidad más, no solo al alcance de ese instrumento, sino entender en qué medida se genera o no la disuasión que, a mi parecer, perturba la esencia de esas especiales condiciones para ser blanco del asombro, sin más.

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