REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE
Colección GARBOSA
Gracias al esfuerzo que, de muchos años para acá viene obteniendo la cada vez más notable colección del Dr. Marco Antonio Ramírez, materializada en la biblioteca taurina “Salvador García Bolio”, ubicada en el “Centro Cultural y de Convenciones Tres Marías”, en la ciudad de Morelia, Michoacán, es posible apreciar, a través del recurso que por internet podemos tener de la misma (aquí la liga: http://www.bibliotoro.com/) un conjunto homogéneo de documentos e impresos dedicados a la tauromaquia, que no se reduce a libros. También encontramos hemerografía, fotografía y otras fuentes que permiten acercarnos a poco más de 13,300 referencias provenientes de diversos países e idiomas. Así, podemos saber, por ejemplo, y en la última actualización (la del 20 de enero) que España tiene un aporte de 7981 registros; México, 2001; Francia, 1391; Estados Unidos de Norteamérica, 374; Portugal, 232; Inglaterra, 122; Colombia, 77; Perú, 72; Venezuela, 48; Alemania, 59. Total, 10 países que concentran la mayor parte de los títulos, sin faltar curiosidades como las publicadas en Japón o en China, por ejemplo.
Entre ese mundo de información, al que en lo personal, he tenido la suerte de acceder, se encuentra la maravilla fotográfica que, en esta ocasión he elegido para su debido “revelado”.
Luis Mazzantini apenas tenía unos días de haber llegado a México, por Veracruz, directamente desde Cuba, donde ya había toreado previamente. Así que, antes de su llegada a la capital, pasó por Puebla, donde toreó el 27 de febrero, y luego 6 y 13 de marzo de 1887. Desde luego, se aproximaba la triste jornada del 16 de marzo, donde sucedió tremenda bronca en la plaza de “San Rafael”, frente a un pésimo encierro de Santa Ana la Presa, que es tanto como decir que se trataba de toros “cuneros” que, como decía el Dr. Carlos Cuesta Baquero lo eran “sin ascendencia de casta, sino formada con reses bravuconas, broncas mejor que bravas”.
Regresando al análisis de la imagen, diré que la compañía acudió completa, y además todos vistieron, para aquella ocasión, rigurosamente de luces. Esto sucedía en el puerto de Veracruz, como ya se dijo, aunque quizá con más precisión hacia la última semana de febrero del 87´.
De hecho, a todos se les ve relajados, pero quizá el gran mérito es que el Sr. Ibáñez e Hijo logró convencer al guipuzcoano de hacerse este retrato, donde aparece sentado, al centro, rodeado de sus peones, banderilleros y picadores que, reconocidos en la “marialuisa” que adorna discretamente la fotografía resultan ser, de izquierda a derecha (de pie): Luis Recatero (Recaterillo), Francisco Diego (Corito), Manuel Pérez (Sastre), Manuel Martínez (Agujetas), Tomás Mazzantini, José Bayard (Badila), Manuel Rodríguez (Cantares), Ramón López y Romualdo Puerta (Montañés). Sentados: Victoriano Recatero (Regaterín), Valentín Martín, Luis Mazzantini, Gabriel López (Mateíto) y José Galea.
Colección GARBOSA
Todos firmaron atrás y dedicaron el retrato a “nuestro apreciable amigo el Señor General D. Feliciano Rodríguez”.
Casi es un hecho que lograda tan impresionante composición, armónica y con el debido equilibrio en el gabinete del Sr. Ibáñez, esta compañía salió con destino a la Puebla de los Ángeles para cumplir con el contrato previamente acordado de aquellas tres actuaciones, en las que se lidió ganado de San Diego de los Padres.
Seguramente todos los integrantes de la compañía contaron con el agradable recuerdo de aquel retrato y lo conservaron con el agradecimiento de que, en el fondo se les recibía como héroes en este país. Otros tantos ejemplares, debieron venderse directamente por Ibáñez y el que hoy apreciamos, que además tiene el valor de llevar nombre, firmas o seudónimos, debe haberse quedado en el arcón de los recuerdos de algunos de estos altivos señores para gozo, hoy día de tan admirable trabajo, en el que el fotógrafo se valió de aquellos lienzos que, como telón de fondo quedaron registrados en cientos de imágenes que nos permiten observar actitudes, poses y demás gestos de tanta y tanta gente que logró tener un retrato, una auténtica “tarjeta de visita” con qué identificarse ante los demás. Muchas de ellas solo conservan lo curioso de ese propósito, pues desconocemos de quien o quienes se trata.
En este caso, la “Célebre Cuadrilla de D. Luis Mazzantini” se desvela en lo imponente que trasciende ese retrato en tono sepia, con lo cual tenemos ahora clara idea de quienes se presentaron ante la afición mexicana y tuvieron en Puebla feliz presentación. Como ya lo adelantaba, el episodio del 16 de marzo, marcó para Mazzantini y miembros que le acompañan, un quiebre en sus destinos, pues con la tremenda bronca que se suscitó en la de San Rafael; la huida hacia la estación del tren con ganas de salir a donde fuera; y luego pronunciar su célebre frase: “¡De este país de salvajes, ni el polvo quiero…!”. Cambió el destino para quien, con los años, regresaría curado en salud, y montando año tras año, y hasta más o menos 1904 su célebre “Temporada Mazzantini” en las que, el monopolio de don Luis, tuvo muy buenos dividendos.