REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Conviene de entrada traer hasta aquí, algunos datos sobre la curiosa plaza –Circo “México”. Veamos.
Fabricada de madera, con cupo para unas seis mil personas, estaba situada en la esquina formada por las calles de Allende (antes Factor) y González Bocanegra. Se inauguró el domingo 21 de septiembre de 1924 con un festejo mixto: cuatro novillos de “El Cazadero” para Cayetano González y Félix Romero, así como dos becerros de la misma ganadería para Fermín Espinosa “Armillita” y Alberto Vara “Varita”. Sirvió como circo taurino hasta fines de 1927, cuando fue techada y transformada en arena de box y lucha libre.[1]
El 16 de noviembre siguiente, la “Cía. de Espectáculos Populares Plaza-Circo México, S.A.” presentó este interesante cartel, que recuperaba, en buena medida, las ya distantes actuaciones de otra cuadrilla de toreras, que habían venido presentándose desde finales del siglo XIX y siguieron actuando, por lo menos durante los primeros cinco años del siglo XX.
La tira de mano maltratada por el paso del tiempo, nos deja ver, en ese papel de china, amarillento y arrugado la composición y diseño que dieron a la misma en la Tip. “El Libro Diario”, S.A., ubicada muy cerca de la plaza, en la calle de Mesones 25. Allí aparecen tres valerosas toreras, llevando holgados trajes de luces que parecen recordar los que se usaban en tiempos de Mazzantini o de Fuentes, que seguramente Margarito de la Rosa o el ya establecido negocio de alquiler de José Romero “Frascuelillo”, fueron los sitios a los cuales recurrieron nuestras protagonistas para disponer de las mejores prendas.
Además, los retratos que se incorporaron en la bajo el principio de la fototécnica, nos podrían confundir en algún momento, pues evocan, por su parecido, a los que en su momento realizaron los célebres hermanos Valleto, dueños de uno de los gabinetes fotográficos más célebres, instalado en el centro de la ciudad de México (claro, esto ocurrió entre 1865 y los comienzos del siglo pasado). Obtenidas bajo la idea de que fuese una “tarjeta de visita”, ello facilitaba la distribución, obsequiando dichas imágenes entre quienes podrían considerar como posibles contactos con los empresarios de entonces.
Ellas son: Margarita García La Reverte, Luz Rojas La Gordita y Esther García La Finita, quienes junto con Rafael Fernández “Belmonte de Málaga”, se encargarían de lidiar y estoquear 2 ejemplares de Galindo e igual número de los de Queréndaro, respectivamente.
Desconozco lo sucedido esa ocasión, pero es casi un hecho pensar que la plaza registró una buena entrada, y de que las señoritas toreras pusieron lo mejor de su parte para salir airosas del compromiso que significaba salirle a un to…, perdón, a un novillo y obtener reconocimiento o rechazo según los acontecimientos durante aquella jornada.
Han transcurrido 94 años de aquel suceso, y el peso de la nostalgia entre lo que representa el cartel en sí mismo, con esa cabecera muy al estilo de los antiguos impresos y el resto de la composición, que cumplía con los principios de la publicidad, nos encontramos ante un hecho que refleja la forma en que La Reverte, La Gordita y La Finita tuvieron ese momento de celebridad.
Por cierto, y antes de terminar, debo agregar el detalle central de la primera imagen, donde La Gordita se hizo de ese otro retrato, en el que destaca la “pompa y circunstancia” del torero, nos deja sentir el peso de su mirada, la que resultó de la pose en tres cuartos, con la montera bien puesta, montera que también parece haber salido de los antiguos objetos que guardaban celosamente señores como de la Rosa y Romero, quienes formaron auténticos juegos para que los aspirantes tuvieran forma de probarse una u otra prenda hasta decidir la paga más conveniente.
[1] Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. II., p. 769.