Archivo mensual: marzo 2020

LA FIESTA DE TOROS EN MÉXICO AL COMENZAR EL SIGLO XIX y OTRAS REFLEXIONES DE NUESTROS DÍAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Providencia emitida por D. Félix María Calleja del Rey el 19 de julio de 1813, con motivo de los “horrores de la peste”.

Disponible en internet marzo 31, 2020 en:

https://bandosmexico.inah.gob.mx/todos/1813_07_19.html#

   Me he preguntado varias veces, cuál sería el ritmo o la dinámica del espectáculo taurino en los primeros 20 años del siglo XIX, y lo que encuentro es un escenario en el que se encaraban aspectos como el de los intensos despertares independentistas que se desataron desde 1808, y que encendieron la mecha a partir de la madrugada del 15 de septiembre de 1810 en el pueblo de Dolores (Hidalgo), Guanajuato. A ello debe sumarse la “Pragmática sanción”, expedida por Carlos IV, que de cierta manera prohibía los espectáculos taurinos en España (aplicada en forma contundente de 1805 a 1809), pero también en todos sus reinos. Desconozco en qué medida fue tan tajante en la Nueva España, pero el hecho es que a enorme distancia, las cosas pudieron estar más relajadas por estos pagos (nunca hay que olvidar aquella conseja que sentenciaba “acátese pero no se cumpla”), de ahí la posible intermitencia en las celebraciones de las que, por otro lado, poco sabemos pues la prensa no daba demasiada importancia a espectáculos como el taurino. Pesaban ya las fuertes críticas ocasionadas por el escrito incendiario que Gaspar Melchor de Jovellanos –el ilustrado-, había escrito en contra de ellas en su célebre “Pan y Toros”, y cuya primera edición data de 1812; que luego, en 1820 fue reeditada por la imprenta de Ontiveros y en esta ciudad en 1820.

A todo lo anterior, hay que sumar los graves efectos causados por dos episodios de peste -1812 y 1813-, mismos que ocasionaron miles de muertes. Según los registros, en 1813, se estima que solo la ciudad de México, tenía una población de 170 mil habitantes. Sin embargo, aquel nuevo “Matlazahuatl” ocasionó 23,786 decesos, tres veces más que los causados un año antes por la misma causa. Así que, sumando todos estos factores creo que no habría por entonces suficientes razones que, movidas por el entusiasmo hubiese el ánimo necesario para la celebración de festejos.

Aun así, se sabe que el 13 de agosto de 1808, al estrenarse la plaza de toros “El Boliche”, el cartel inaugural se formó con el concurso de los hermanos Ávila: Luis, Sóstenes, José María y Joaquín.

El caso de los hermanos Ávila se parece mucho al de los Romero, en España. Sóstenes, Luis, José María y Joaquín Ávila (al parecer, oriundos de Texcoco) constituyeron una sólida fortaleza desde la cual impusieron su mando y control, por lo menos de 1808 a 1858 en que dejamos de saber de ellos. Medio siglo de influencia, básicamente concentrada en la capital del país, nos deja verlos como señores feudales de la tauromaquia, aunque por los escasos datos, su paso por el toreo se hunde en el misterio, no se sabe si las numerosas guerras que vivió nuestro país por aquellos años nublaron su presencia o si la prensa no prestó toda la atención a sus actuaciones.

Sóstenes, Luis y José María (Joaquín, mencionado por Carlos María de Bustamante en su Diario Histórico de México, cometió un homicidio que lo llevó a la cárcel y más tarde al patíbulo) establecieron un imperio, y lo hicieron a base de una interpretación, la más pura del nacionalismo que fermentó en esa búsqueda permanente de la razón de ser de los mexicanos.

A lo anterior, debe agregarse un periodo irregular es el que se vive a raíz del incendio en la Real Plaza de Toros de San Pablo en 1821 (reinaugurada en 1833) por lo que, un conjunto de plazas alternas, efímeras al fin y al cabo, permitieron garantías de continuidad.

Hesiquio Iriarte. Recreación de la misa previa a la célebre y contradictoria batalla del Monte de las Cruces. Litografía, 1870. Este fue otro de los episodios contradictorios ocurridos en aquellos tiempos, mismo que se desarrolló el 30 de octubre de 1810.

   Aún así, Necatitlán, El Boliche, la Plaza Nacional de Toros, La Lagunilla, Jamaica, don Toribio, sirvieron a los propósitos de la mencionada continuidad taurina, la que al distanciarse de la influencia española, demostró cuán autónoma podía ser la propia expresión. ¿Y cómo se dio a conocer? Fue en medio de una variada escenografía, no aventurada, y mucho menos improvisada al manipular el toreo hasta el extremo de la fascinación, matizándolo de invenciones, de los fuegos de artificio que admiran y hechizan a públicos cuyo deleite es semejante al de aquella turbulencia de lo diverso.

Por cincuenta años más o menos, estos toreros texcocanos fueron amos y señores del ambiente taurino, capaces de competir con Manuel Bravo, Bernardo Gaviño o José María Hernández, mejor conocido como “Media Luz”. Desde luego, también se encontraban personajes como José María Villasana, Antonio Ceballos “El Sordo”, Mariano González “La Monja”, Corchado El Compadrito y Caparratas. Eran toreros también el Capitán Felipe Estrada; Segundo espada: José Antonio Rea; Banderilleros: José María Ríos, José María Montesinos, Guadalupe Granados y Vicente Soria (Supernumerarios: José Manuel Girón, José Pichardo y Basilio Quijano) y Picadores: Javier Tenorio, Francisco Álvarez, Ramón Gandazo y José María Castillo. Todos ellos en esos primeros 20 años del XIX mexicano.

Ante la desgracia, no hay como encomendarse al carmelita San Pedro Tomás, “abogado contra todo género de peste, epidemia o enfermedad contagiosa…”

   En 1814 eran tales las condiciones de irregularidad mostradas por el endémico ejército realista, que hubo necesidad de organizar una serie de festejos para vestir decorosamente a aquella comunidad, por lo que durante febrero y marzo de 1815, hubo ocasión de que gracias a la generosa costumbre siempre ofrecida por el espectáculo taurino, se mostraran resultados con beneficio directo a la sociedad. Desconozco si tales ocasiones todavía alcanzaron a realizarse en la plaza de toros del Volador, o fueron organizadas ya en la reforzada y dispuesta real plaza de toros de San Pablo, que por aquellos días se vio beneficiada con el envío de todo el maderamen, resultado del desmantelamiento que se dio en la del Volador.

Hoy, en este 2020 que vivimos enfrentados a la pandemia del “coronavirus”, el fenómeno global está desatado, causando no solo casos de contagiados, fallecidos o recuperados, sino la peligrosa expansión de brotes o rebrotes. Apenas el día 30 de marzo, el Consejo de Salubridad General declaró “Emergencia sanitaria”, lo que extiende una serie de medidas precautorias hasta el 30 de abril, y eso en espera de que al alcanzarse tal fecha, de inicio la etapa número tres, con lo que seguiremos sujetos a la contingencia, pero muy pendientes de toda recomendación posible, junto al hecho de que se adopten medidas aún más radicales para enfrentar, entre otros fenómenos la inseguridad y el temor colectivo.

Sin embargo, lo que se ve venir nada más alcancemos la posibilidad de vida en sus condiciones más normales, es que todos los países del mundo y sus diversas sociedades, enfrentaremos el duro efecto económico que una recesión ya reconocida por las más altas autoridades financieras se encargará de pegarnos con el duro látigo de su desatada violencia (es de recordarse el hecho de que en este país, hasta hoy existe un 57% de economía informal, y que crecerá, según estimaciones, dejando en la pobreza a otros 21 millones de mexicanos más). Un optimismo-pesimismo, como conflicto maniqueo sin precedentes, es desde este aquí y ahora parte de nuestro devenir. Adivinamos qué escenarios se vivirán, mismos que van a ser de una dureza terrible, y no pongo por delante ningún aspecto desolador. Basta la realidad que ya tenemos en frente para entender lo duro que será reintegrarnos a un ritmo que más o menos veníamos llevando.

Sin embargo, en lo taurino, que es parte sustancial por lo que ahora escribo, no hay una idea exacta sobre lo que habrá de hacerse para intentar recuperar al que ya de por sí era un espectáculo cargado de demasiada precarización; de ahí que se trate de un paciente vulnerable. Creo que, entre otros aspectos, debe renovarse todo, quedando intocada la tradición, a la que debe respetarse, pero también adaptarla a las nuevas condiciones que habrán de imponerse tras la crisis. Es necesario, que luego del suficiente daño ocasionado por diversas empresas a lo largo de las últimas tres décadas, y donde la fiesta se resistió a morir, puedan eliminarse sistemas monopólicos, de autorregulación y complacencia nada pertinente. A lo largo de todo ese tiempo, vimos ante la ciencia y paciencia de autoridades cómo dichas empresas, encargadas de administrar el espectáculo en la plaza capitalina, impusieron un modelo fallido, y va como ejemplo –entre otras cosas-, el instalar cantinas repartidas en el tendido numerado, lo que habla de un lamentable desaire en el que no parecían importar opiniones razonadas que hablaban de la poca seriedad con que se desarrollaba cada tarde con esa forma de proceder. Por ello, al privilegiar ese tipo de comercio, desconozco si permitido o no, el hecho es que es una razón más para que se hagan presentes nuevos empresarios, capaces de no abandonar lo que otros tuvieron abandonado (no sé si basten las malas entradas, incluso en tardes donde los carteles confeccionados parecían convocar multitudes, cosa que no ocurrió en la realidad, o lo inestable en credibilidad respecto a la presentación del ganado).

Queda claro que se impuso la autorregulación, su propia autoridad, mientras la otra autoridad, la de la alcaldía “Benito Juárez” mostraba cada vez que podía una débil ausencia, la de su autoridad misma. Con ejemplos como el mencionado, es que ya debe terminarse con el anticuado esquema de organización del espectáculo. Al caso anterior, debemos sumar otros factores tan complejos como poner al día o no el reglamento taurino, o el conflicto que enfrentará la cabaña brava mexicana, cuántas plazas abrirán y funcionarán y cuantas ya no. La siempre notoria presencia de mano de obra en todos los pasos, antes y después de cada festejo, el comercio fijo o informal que se genera. Todo eso y mucho más, deberá someterse a estudios y decisiones conjuntas en donde se escuchen las opiniones de expertos, pero también de los que resulten directamente afectados, con objeto de generar una sinergia, cuya capacidad de solución sea radical (y ya sabemos que en los toros, hay tiempos de espera muy especiales, o sujetos al desarrollo de una temporada o de una feria).

Si en realidad queremos que esto se mantenga y recupere condiciones de estabilidad que garanticen permanencia y pervivencia, tendremos que trabajar y cooperar seriamente con vistas a una más rápida y garantizada mejora. De otra manera, podría suceder lo inevitable.

Transcripción del documento:

 Don Félix María Calleja del Rey Bruder Losada Flores Campeño Montero de Espinosa, mariscal de campo de los ejércitos nacionales, virrey, gobernador y capitán general de esta Nueva España, superintendente general, subdelegado de la hacienda pública, minas, azogues y ramo del tabaco, conservador de éste, presidente de su junta y subdelegado general de correos

Habiendo acreditado la constante experiencia de muchos años los saludables efectos que produce al público una policía activa y bien ordenada, principalmente cuando en casos como el actual se ha visto esta populosa ciudad envuelta en los horrores de la peste, me ha hecho presente el ilustre ayuntamiento constitucional ser un medio muy conducente para impedir su mortífera propagación el de que se cuide y se lleve a la mayor perfección posible la limpieza, en cuyo ramo se advierten muchos defectos, igualmente que en los de empedrados, alumbrado, desembarazo de calles y otros en que se interesa el beneficio común y el decoro de la hermosa capital del reino, proponiendo para ocurrir al pronto remedio de todo el arbitrio de que el mismo ayuntamiento comisione un vecino honrado y eficaz de cada calle que, notando las faltas que encuentre en ella al entrar y salir de su casa, las avise al referido cuerpo mediante una papeleta en que sencillamente exprese: día tantos, calle tal, hay tal defecto; y habiéndome parecido muy oportuna esta medida por ser fácil su ejecución para el comisionado y muy útil su trascendencia a la conservación y comodidad individual, he resuelto de conformidad con lo pedido por el señor fiscal que se ponga desde luego en práctica, prometiéndome que ningún vecino de los que nombre el referido ayuntamiento dejará de prestarse gustoso a tan importante encargo; en la inteligencia de que no debiéndose admitir excusa que no sea legítima, como se verificará, miraré con el mayor desagrado las de todos aquellos que las interpongan por su conveniencia personal, desatendiendo las obligaciones que impone la sociedad a todo buen ciudadano.
Y para que llegue a noticia de todos y tenga su más puntual cumplimiento esta benéfica providencia, mando que publicada por bando se circulen los ejemplares de estilo a los tribunales, magistrados, jefes y corporaciones a quienes toque cuidar de su observancia. Dado en México a 19 de julio de 1813.

Félix Calleja

Por mandado de su excelencia

Josef Ignacio Negreyros y Soria

AGN, bandos, vol. 27, exp. 67, fs. 78

AGN, indiferente virreinal, caja 1223, exp. 1, fs. 1

AGN, indiferente virreinal, caja 6185, exp. 53, fs. 11

AHDF, ayuntamiento, licencias: para la limpieza de la ciudad, vol. 3242, exp. 110, fs. 4

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UNA CRISIS A VENCER: EL CORONAVIRUS FRENTE A LA TAUROMAQUIA.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

I

Es bueno pensar en estos momentos, sobre el que será el nuevo estado de cosas en cuanto la situación mundial primero. Nacional luego y taurina después se encuentren con realidades hasta ahora no previstas. Ya nada será igual, pues factores como el de la economía se van a ver absolutamente devastados y su recuperación, en medio de recesiones y limitaciones será muy lenta.

No se trata de un fenómeno más. Su dimensión global causará, como ya sucede, una afectación irreversible. Al calentamiento global o el inicio de una guerra por el agua y otros componentes, ahora se suma la pandemia del COVID-19. Así que, la humanidad toda tendrá que afrontar una cruda realidad si no pretende liberarse de todos estos efectos.

Una economía quebradiza será resultado de todo esto, por lo que tendrán que ponerse en marcha nuevos y más agresivos esquemas de recuperación. Así que, en lo taurino, ya nada de lo que hasta hace unos días era hacer uso de sus propias estructuras y formas de actuar, no podrán aplicarse, salvo si se pretende salvar una tradición o un patrimonio que con esto aún será más difícil.

Y si la tauromaquia ya mostraba síntomas muy claros de deterioro, la presente crisis mundial podría desaparecerla.

Créanme, no estoy pensando con el pesimismo como consejero, sino con la más cruda realidad por lo que viene.

Tres años bastaron para que la “gripe española” causara sus efectos letales, ocasionando una pérdida humana irreparable (50 millones de personas murieron a causa de aquel virus), como lo fueron también las dos guerras mundiales. Ahora, nos preparamos para tiempos difíciles y lo prioritario es que se adopten todas las medidas sanitarias, pero también las económicas, políticas y laborables que garanticen posibilidades de un mejor porvenir.

Todos prevemos una condición final al asunto con demasiada vulnerabilidad. Sin embargo, el sector taurino tendrá que replantear seriamente una digna recuperación basada en el estudio y aplicación de medidas que no van a ser inmediatas. Tomará tiempo, quién sabe cuánto, y cuyas respuestas serán a mediano y largo plazo.

El colapso mundial se ve venir, y no soy catastrofista, simplemente veo y percibo la realidad tal cual es, y de ello no podrá evadirse nadie. Todo será posible como lo advertía líneas atrás, si se aplican las medidas de restauración y estabilización más inmediatas. Incluso agresivas, si antes el efecto posterior a la pandemia no nos sorprende.

La humanidad, en su conjunto tiene ya una tarea responsable que poner en práctica. Y en cuanto a la que será o podría ser una nueva época en el toreo, de eso dependerá la actuación de todos y cada uno que pretendemos su pervivencia. Ahora mismo, y con esto termino, no hay nada claro. Su presencia en lo histórico es sólida y de ello, el trabajo para estudiarla en ese sentido es muy rico, por lo que no abandonaré el compromiso. De ahí que se garantice su investigación y difusión hasta donde las condiciones lo permitan.

II

El pasado 19 de marzo, la Asociación Internacional de Tauromaquia, encabezada por el ganadero Victorino Martín, y en este caso por la Junta Directiva y el Equipo Jurídico, emitieron un claro posicionamiento denominado “La fiesta de los toros y el coronavirus”.

La Fiesta de los toros y el coronavirus

   En dicho documento, están expuestas las condiciones actuales –que de ese día 19 a hoy, 24 de marzo se han complicado aún más-. Allí se plantean los escenarios provocados por la pandemia que ha puesto a la humanidad toda en un predicamento y una complicación sin precedentes.

Mencionan la suspensión de los ciclos feriales y lo que ese solo factor implica. Pero también establecen posturas elevadas por los actores del sector taurino: empresarios, ganaderos, toreros, cuadrillas de picadores y banderilleros; así como de las corporaciones (ayuntamientos, comisiones taurinas y estamentos oficiales) y aficionados. En esos términos, concluye el documento:

La Tauromaquia es el segundo espectáculo de masas de España. Su actividad genera abundantes recursos a las arcas del Estado, además de ser uno de los más genuinos elementos culturales de la identidad de este país, que motiva a millones de turistas a incluirla entre sus destinos predilectos.

   No nos queda duda que la Tauromaquia va a sobrevivir a la crisis del Coronavirus, pero esto solo se alcanzará, satisfactoriamente, con la cooperación de todos los sectores.

   Las partes implicadas deberán abordar la situación privilegiando la negociación, la mediación y la conciliación, con las ideas claras en cuanto a que se impone un nuevo y especial trato en las relaciones que rigen el sector, ante las actuales circunstancias.

   De lo anterior, esperaríamos una réplica de todos los “estamentos taurinos” mexicanos, con objeto de que allí se establezcan panoramas claros sobre su mirada, pero sobre todo saber qué medidas podrán ser las mejores en cuanto la pandemia deje de tener efecto y las actividades, a todos los niveles, comiencen a normalizarse.

Me queda claro, y lo apunto una vez más, que la economía, y las condiciones ofrecidas para entonces, será el único y gran inconveniente por resolver. Las medidas tomadas en las tres escalas en cada uno de los países afectados, llevan a su población a puntos de aislamiento y cuidado primero. Pero también en riesgo respecto a lo inseguro que es hoy recuperar fuentes de trabajo. En nuestros días, el 57 % de la población mexicana está basado en la economía informal. Si llegado el momento en que la vida recupere de nuevo su pulso, y ese porcentaje se incremente en forma notable, esto será un factor riesgoso que el estado tendrá que atender debida y contundentemente, antes de que pueda presentarse un escenario lleno de complicaciones.

La tauromaquia mexicana, de estabilizar su ritmo, tendrá que fijar métodos y medios contundentes, apropiados y puestos al día, procurando garantizar su reactivación. La fiesta conserva unos elementos tradicionales que hacen de ella una expresión muy particular. Por lo tanto conviene que los conservemos en su mayor pureza posible, pero usándolos debidamente en las nuevas, contundentes y eficaces medidas que deberán ponerse en marcha, tan luego quede superada la crisis de la pandemia provocada por el coronavirus. De no ser así, el toreo tendrá que entrar en una etapa depresiva total.

Ciudad de México, 24 de marzo de 2020.

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LAS GLORIAS DE SILVETI, recuento de sus mejores anécdotas.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Caricatura de “Manolín”. El Universal Taurino. México, 4 de abril de 1922, T. I., N° 26. Col. del autor.

   Juan Silveti Mañón (1893-1956), era con frecuencia, un torero que sabía hacer del humor, o de la bondad, ejemplo claro de su personalidad. Si desean conocer parte de estos perfiles, acompáñenme por favor al siguiente muestrario.

Con el mechón sobre la frente y un grueso tabaco entre los labios, se caracteriza invariablemente la figura pintoresca y simpática de Juan Silveti, el torero condecorado de infinitas cicatrices. Su vida desordenada y bohemia lo convierte en un héroe de leyenda, alrededor del cual la fantasía del pueblo ha tenido romances y aventuras increíbles.

¡Quien lo ha visto de corbata?

Nadie. Porque Silveti detesta todo lo que sea convencionalismos sociales, más bien por aparentar ser un pelado que por serlo efectivamente. Es cuestión de reclamo, para conquistarse las simpatías de las masas, y gusta de visitar las pulquerías, comer pancita y menudos en los arrabales y que todos lo llamen El Meco, El Indio y El Pelado Juan.

Pocos toreros han ganado los miles de pesos que Silveti. Y sin embargo, por su mano pródiga y su buen corazón, no tiene libreta de cheques ni depósitos en los bancos. Los toros le han dado una fortuna: ha ganado alrededor de un millón de pesos. Pero en la satisfacción de sus caprichos, en las peleas de gallos y en su largueza de gran señor, ha derrochado el oro y la plata de sus duelos con la muerte. Un día, reprochándole su ninguna pasión por el dinero, varios amigos le decían:

-Oye Juan; hay que pensar en el porvenir, cuando seas viejo y ya no puedas torear.

Y Juan contestó:

-Y yo, ¿para qué diablos voy a guardar dinero, si al fin he de morir en los cuernos de un toro?

BOTARATE (alguien que posee poco juicio obrando precipitadamente y sin reflexión) como nadie, en esta anécdota se pinta de cuerpo entero Juan Silveti. Estaban en un café varios toreros, entre ellos, Rodolfo Gaona, Matías Lara “Larita”, Marcial Lalanda y Juan Sal “Saleri”. Estaba también Silveti y jugaban las copas. Por una de esas rarísimas casualidades, Gaona, predilecto de la fortuna, perdió. Importaba la cuenta diecinueve pesos setenta y cinco centavos. Pagó con una azteca y la meserita puso sobre la mesa los veinticinco centavos de vuelto, rehusándose a tomar esa propina insignificante. Silveti, en un gesto de esos que le han dado cartel de espléndido, tomó la palabra:

-Guarda tus fierritos, mano, que no somos tan pobres…

Y obsequió un centenario en medio del asombro de los contertulios.

Gaona, filosóficamente, guardó sus veinticinco centavos.

Los “capitalistas” llevan en hombros a Juan Silveti, quien llegó tocado de tremendo sombrero charro a la plaza la tarde del 4 de diciembre de 1921. Esta escena ocurre después de que el festejo en que actuaban Juan Belmonte e Ignacio Sánchez Mejías, intentaron enfrentarse a un impresentable encierro de Zotoluca. Ya no hubo necesidad de que saliera el tercero de la tarde, pues era tal la bronca que el juez suspendió la corrida por falta de garantías. Foto Casasola.

Y comparemos: Juan es un bruja, que a veces, para torear una corrida, tiene que pedir un anticipo y desempeñar uno de los trajes de luces. Rodolfo es millonario.

Hay en el toreo una clasificación bien conocida: la de toreros artistas y toreros machos. A esta última pertenece Juan Silveti.

Valiente hasta la temeridad, no obstante que su cuerpo es un museo de cornadas, se arrima a los toros como si desconociera las caricias de las fieras.

Aclaro, que los apuntes hasta aquí recogidos, provienen de una interesante colaboración que, Arturo Rigel, colaborador de Revista de Revistas, entregaba para su edición del 7 de marzo de 1926.

Por eso afirmaba que… el número de veces que Juan ha caído en la arena, es asombroso:

DIECINUEVE. Quizá los únicos que puedan disputarle este campeonato de visitar las enfermerías sean Luis Freg y el Reverte Mexicano (Arcadio Ramírez).

Así como es pobre de dineros, es rico de sobrenombres: Juan Sin Miedo, El Tigre de Guanajuato, el Meco, El Tigre del Bajío, Belmonte Mexicano, el Hombre de la Regadera y el Hombre del Mechón, entre otros más.

El primero de estos apodos es el más conocido, y sirve también para nombrar una pulquería, así como hay otras que se llaman Las Glorias de Silveti y los Triunfos de Silveti.

En esto sí se parece a Gaona, que luce su nombre en diversas pulquerías.

Una tarde que Juan toreaba en México, ya vestido y como todavía faltaban veinte minutos para partir plaza, se fue a la enfermería y tranquilamente se acostó a dormir en la mesa de operaciones.

Allí lo encontró un cronista de toros: “Rascarrabias”, que despertándolo, le dijo:

-¿Qué haces aquí, Juan? Ya es hora…

-Pues calentando la cama, por si vengo después.

Su vida amorosa podría escribirse en folletos. Juan Silveti es un moderno Juan Tenorio, y ha tenido galantes aventuras en todas partes. Las de los cafés y teatros son las más populares.

Hubo una meserita, Carmen, la de los grandes ojos negros, que decepcionada del torero y de las promesas que nunca le cumplió, se suicidó por él, envenenándose. Esta es una de las víctimas. Otra fue la novia con quien se casara ante un juez supuesto, y que luego le acusara de engaño.

Aquí agrego otro pasaje en el que fue acusado de “robarse” materialmente a otra amante, hija de un picador de su cuadrilla en la ciudad de Puebla, huyendo. Aquel final, digno de un episodio pasional, tuvo el ágil remate en el que Juan, siendo diestro en el manejo del caballo, llevó a su amada en las ancas de aquel soberbio ejemplar. Silveti, enterado del escándalo, que ya había subido a niveles judiciales, “liberó” a la enamorada y ahí terminó el episodio.

Siguiendo con las interesantes historias y pasajes que Rigel reunió en su texto, encontramos estas otras “perlas”.

Él también ha sido la víctima. Después de la novela que vivió con una tiple de moda (esto al parecer que ocurrió con Celia Montalbán), y tras el disgusto que terminó estos amores para siempre, Juan no podía olvidarse de la hermosa mujer. En un café, antes de marcharse para España y ante varios amigos, lloró por ella y quiso ahogar sus tristezas en el vino. No lo consiguió, porque todavía este amor le duele y hace sangrar su corazón.

1928, fue el año en que Juan y Celia volvieron a encontrarse.

   Pero un 1° de noviembre, justo cuando se representaba la célebre obra de José Zorrilla, y en plena representación –esto en un entreacto-, brotó un vozarrón del que surgió la frase “¡Aquí no hay más Don Juan que yo!”. Y es que quien emitió aquello fue ni más ni menos que Juan Silveti que en esos momentos buscaba a su amiga, la actriz Celia Montalbán, quien en esos momentos representaba el papel de Doña Inés de Ulloa, hija del comendador y prometida de don Juan –aunque ya no se sabe si de Tenorio o de Silveti-. Consiguió su propósito, se la llevó en brazos y en el siguiente acto tuvo que ser sustituida por otra actriz.

Esta es la página de su vida sentimental que todo México conoce, y alrededor de la cual se han tejido los más absurdos comentarios. No hay que escribir el nombre de ELLA, porque todos lo saben.

Hace un año (esto en enero de 1925) y dos meses que epilogaron estos amores Juan Silveti y la artista de la sonrisa incomparable. Fue a España, volvió a México y se marchó al Perú, mientras ella sonreía. Siempre alejados, distanciados por el orgullo.

Regresó. Reaparecía el domingo 21 de febrero. Al dar la vuelta al anillo, correspondiendo a los saludos del público, sus ojos se encontraron con los ojos de ella. ¿Qué se dijeron entonces, en esa mirada?

En el primer toro cayó herido, no por torpeza sino por la nerviosidad que lo dominaba, por demostrarle a ella que era el primero en la jornada.

La que vivió con Silveti esta novela de amor, ha llorado y sufrido, torturada por la gravedad del torero. Entre sollozos, recordó el lejano día en que Juan, antes de marchar a la plaza, extendió a sus pies el capote de paseo y cantara: Pisa morena…

Hombre de invariable buen humor, lo ha demostrado en estas frases ingeniosas, en el sanatorio donde una vez más ha vencido a la muerte.

Antes de operarlo, le decía un médico:

-Te salvarás, Juan; no tengas miedo.

Respondió:

-¿Y cuándo lo he tenido?

Guaseando con la enfermera:

-Lo que me has de dar de inyección, dámelo de bistec.

Y comentando su gravedad, ante los amigos que lo visitaban:

-No sea que por enterrar a Juan Carnaval, entierren a Juan Silveti.

Qué estilo, qué desparpajo para rematar aquella serie de lances con esta revolera de lujo.

Pues bien, aquel amor intermitente habido entre Juan y Celia, aún tuvo algunas llamas allá por 1928. Rafael Solana nos recuerda que Juan actuaba en las plazas de los estados todos los domingos, y muchas otras veces entre semana. En las redacciones de los periódicos se recibían con mucha frecuencia los mensajes enviados por su apoderado. Seguía tan valiente como antes, cortaba orejas y rabos, salía en hombros… Pero ¿por qué no toreaba en México?

Era que Cupido había acertado uno de sus flechazos en el corazón del Tigre de Guanajuato.

Una noche, ya muy cerca de las 12, acabábamos de terminar una partida de dominó en la cantina La Reforma, esquina de 16 de septiembre y Bolívar. Don Manuel Perera, Juan Aguirre “El Conejo” y Antonio “El Valenciano” se despidieron, y yo me dirigí al Teatro Principal, al otro lado de la calle, para asistir a la cuarta tanda.

En el pórtico encontré a Silveti, quien al verme llamó al revendedor El Chícharo para comprarle una localidad de luneta para mí, al lado de la suya. Salió la gente de la tercera función, y entramos.

Quedamos instalados precisamente a medio patio. Sobre nuestras cabezas, a cierta altura, estaba colocado un globo confeccionado de telas de seda, con gajos de muchos colores. La boca del aeróstato estaba cerrada, y no se venía lo que pudiera haber adentro.

Comenzó la representación. De pronto, la orquesta dirigida por mi inolvidable amigo el maestro Germán Bilbao, atacó una especie de pasodoble, y todas las miradas, las de los artistas que estaban en escena, las de los espectadores y también las de los músicos, se dirigieron al misterioso globo. Se abrió la boca, y por ella descendió un trapecio en el que aparecía sentada una guapísima artista, vestida de mallas, una trucita y un corselete.

Espectáculo de maravilla presentaba aquella mujer cuyas formas parecían modeladas por el autor de la Venus de Milo.

Juan se quedó maravillado, y yo también. Comenzó la artista a cantar al mismo tiempo que se mecía levemente en el trapecio. El número resultó sugestivo, se aplaudió mucho y hubo de bisarse.

Desde esa noche Juan Silveti no volvió a estar tranquilo. Se dispuso a la conquista de aquella mujer que tan repentinamente había abierto una brecha en su corazón. Y comprendiendo el Tigre que el amor y el valor frente a los toros no siempre van muy de la mano, optó por entregarse de lleno al placer erótico, se ausentó de la capital y se dedicó a viajar por toda la República, en compañía de su amante, cuyo nombre, es hora ya de que se lo diga, era Celia Montalbán.

Obras de consulta:

Rafael Solana Verduguillo, Tres décadas del toreo en México. 1900-1934. México, Bibliófilos Taurinos de México, A.C., 1990. 228 p. Ils., retrs., fots.

Revista de Revistas. Marzo, 1926.

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¡Era el Matlazahuatl…!

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Hay quien comenta –en broma, claro está-, que no deben suspenderse las novilladas en la plaza “México”, con motivo de la pandemia del coronavirus. Es tan poca la gente que acude, lo cual no es motivo de emergencia en el coso de Insurgentes.

 

Entre 1576 y 1579 se presentó en la Nueva España un acontecimiento de singular dimensión.

Esto fue resultado de una epidemia. Era el “matlazahuatl”, “Matlecihuatl” o Cocoliztli, por otro lado, especie de peste, misma que ocasionó la muerte de miles de indígenas, españoles, negros e integrantes de otras tantas castas, al punto de que la población registró notoria reducción, pues de haber alrededor de 20 millones de habitantes, pasó a dos.

El investigador norteamericano Woodrow Borah llamó a este episodio como “El siglo de la depresión en Nueva España”, obra que llevando el mismo título, se publicó en 1951. En él, se abordaba, además de la afectación, el largo efecto. Entre las consecuencias directas se percibe una que entra en ese grupo, siendo muy útil para ello la imagen aquí incluida. Los ganados mayores y menores crecieron y se desarrollaron de manera exponencial, y sin control, desplazándose hasta sitios no directamente necesarios para su supervivencia. El misionero fr. Joseph de Acosta anotaba haberlos visto en cantidades extraordinarias no solo en el centro de la Nueva España, sino extendidos hasta el sur de la Nueva Galia, así como de la Nueva Vizcaya y otros territorios que hoy se encuentran ubicados al norte del estado de Zacatecas.

Aquel “matlazahuatl” relacionado con la diosa de la muerte, y cuyos antecedentes se registraron en 15520 y 1545 fue el causante directo de lo que Rodrigo Martínez llama como el “derrumbe de la población indígena”. Y es que, por otro lado, el crecimiento desmesurado, sin la presencia de humanos para su posible control, provocó que miles de cabezas se considerasen como mostrencos, cerreros y montaraces y de que con ello el mercado de las pieles y otros derivados –para entonces bastante saturado-, se perdiera. De que espacios como el Valle del Mezquital, abundante en pastos, quedara erosionado y de que las cruzas estuvieran sujetas al peor de los resultados. A ello, debe agregarse el hecho de que las impresionantes manadas de bisontes –que aún existían por entonces- pudieron entremezclarse, lo que dio por resultado quizá, nuevos y raros especímenes que se sumaron al resto.

En aquel enorme periodo de tiempo –cien años cabales-, no dejó de haber festejos taurinos que respondían a infinidad de pretextos, y ello considerando la extensión general del territorio. Evidentemente debieron existir unidades de producción agrícola y ganadera capaces de dotar de toros a cuanta ocasión se presentara.

Por su parte W. Borah apoya su tesis en las actividades de la economía durante la colonia para conocer los comportamientos demográficos que se dieron en forma agresiva a causa de nuevas enfermedades, la desintegración de la economía nativa y las malas condiciones de vida que siguieron a la conquista. Este fenómeno tuvo su momento más crítico desde 1540 y hasta mediados del siglo XVII, mostrando bajos índices de población, entre los indígenas y los españoles (hacia 1650 se estiman 125,000 blancos en Nueva España y unos 12,000 indígenas). La población indígena alcanzó una etapa de estabilidad, luego de los efectos señalados, a mediados del siglo XVIII “aunque siempre a un ritmo menor que el aumento de las mezclas de sangre y de los no indígenas”.

Es interesante observar en la gráfica los valores de cabezas de ganado mayor y menor muy disparados contra un decremento sustancial de los indígenas y blancos, lo cual originó, por otro lado, un estado de cosas donde dichos ganados mostraron no solo sobrepoblación sino que el hábitat se vulneró y se desquició lo cual no permite un aumento de la producción, pues los costos se abatieron tremendamente.

Esta tesis ha perdido fuerza frente a otros argumentos, como por ejemplo los que plantea la sola trashumancia habida en buena parte del territorio novohispano, o aquel otro que propone Pedro Romero de Solís en su trabajo denominado “Cultura bovina y consumo de carne en los orígenes de la América Latina”. Pero también se ha desdibujado por motivo de que el autor nunca consideró que habiendo una crisis demográfica de las dimensiones analizadas en su estudio, estas nunca iban a permitir que la economía creciera. Por supuesto que la economía colonial creció desde finales del siglo XVI, se desarrolló durante todo el siglo XVII y se consolidó, en consecuencia hasta que operaron abiertamente las reformas borbónicas.

Sin embargo, este fenómeno encuentra una serie de contrastes en el espacio temporal que el demógrafo Woodrow W. Borah calificó como “el siglo de la depresión”, aunque conviene matizar dicha afirmación, cuando Enrique Florescano y Margarita Menegus afirman que

Las nuevas investigaciones nos llevan a recordar la tesis de Woodrow Borah, quien calificó al siglo XVII como el de la gran depresión, aun cuando ahora advertimos que ese siglo se acorta considerablemente. Por otra parte, también se acepta hoy que tal depresión económica se resintió con mayor fuerza en la metrópoli, mientras que en la Nueva España se consolidó la economía interna. La hacienda rural surgió entonces y se afirmó en diversas partes del territorio. Lo mismo ocurrió con otros sectores de la economía abocados a satisfacer la demanda de insumos para la minería y el abastecimiento de las ciudades y villas. Esto quiere decir que el desarrollo de la economía interna en el siglo XVII sirvió de antesala al crecimiento del XVIII.

El estudio de Borah publicado por primera vez en México en 1975, perdió vigencia, entre otras cosas, por la necesidad de dar una mejor visión de aquella “integración”, como lo apuntan Andrés Lira y Luis Muro, de la siguiente manera:

Hacia 1576 se inició la gran epidemia, que se propagó con fuerza hasta 1579, y quizá hasta 1581. Se dice que produjo una mortandad de más de dos millones de indios. La fuerza de trabajo para minas y empresas de españoles escaseó entonces, y las autoridades se vieron obligadas a tomar medidas para racionar la mano de obra y evitar el abuso brutal de los indígenas sobrevivientes.

Por otra parte, la población mestiza había aumentado a tal grado que iba imponiendo un trato político y social que no se había previsto. Mestizos, mulatos, negros libres y esclavos huidos, al lado de criollos y españoles sin lugar fijo en la sociedad concebida como una organización de pueblos de indios y ciudades y lugares de españoles, alteraron el orden ideado por las autoridades españolas, en cuyo pensamiento sólo cabía una sociedad compuesta por “dos repúblicas, la de indios y la de españoles”.

Entre las calamidades de aquel entonces, se encuentra también, como en 1604 y 1607 la que se presentó el 22 de septiembre de 1629. Fueron tales las lluvias en la capital de la Nueva España, ya de por sí con un suelo y subsuelo poroso, que la misma quedó anegada por espacio de 5 años, dando motivo a que se pensara seriamente en enviar los poderes a la capital de la Puebla de los Ángeles. Sin embargo, y en la medida de lo posible, fue normalizándose la situación así como las actividades propias de la vida cotidiana; entre otras, las taurinas, por lo que ya encontramos registros, precisamente al reanudarse las fiestas en conmemoración del día de san Hipólito (13 de agosto) de 1635 –las cuales se desarrollaron hasta septiembre de aquel mismo año-, y desde luego, ya en situaciones absolutamente normales, todas aquellas celebradas en 1640, con motivo de la recepción de Diego López Pacheco de Cabrera y Bobadilla, marqués de Villena, ocasión en que las fiestas cobraron una dimensión sin precedentes.

Para 1737, vuelve a presentarse con fuerza el “matlazahuatl”, particularmente en Puebla, y donde en el periodo de ocho meses se registraron 7,167 decesos.

Virgen de Guadalupe intercediendo por la epidemia de matlazahuatl de 1737 en la Ciudad de México. Diseño: José de Ibarra Grabado: Baltazar Troncoso.

   Conviene recordar que por aquellas épocas, la higiene no era denominador común. De esto hace crítica Hipólito Villarroel hacia 1785, cuando en su libro Enfermedades políticas que padece la Nueva España…, deja de manifiesto lo insalubre de sus fuentes, la basura concentrada y demás hedores, aspectos a los que seguramente estaban acostumbrados e inmunes los habitantes de esta capital. Precisamente aquel año, llegó a la Nueva España el virrey Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez, quien resultó un entusiasta taurino, por lo que ese año además de las corridas efectuadas por su recepción, instruyó a que se reconstruyera el antiguo castillo de Chapultepec, lo cual dio pie a que se organizara una temporada para reunir los fondos que se necesitaban para la obra.

Hoy, bajo los efectos de todos los avances posibles en la ciencia médica, la humanidad en su conjunto da cara a la reciente pandemia del “coronavirus” o “covid 19”. Sin embargo, una sociedad informada como la nuestra, con todas las recomendaciones del caso, deberá salir airosa por más malas mañas que ofrece para su “lidia” este bicho.

Esperamos que habiendo pasado la emergencia, todo vuelva a la deseable estabilidad y de que, entre otras cosas retorne, como debe ser, el espectáculo taurino a este país.

OBRAS DE CONSULTA

Andrés Lira y Luis Muro, “El siglo de la integración” (p. 307-362). En HISTORIA general de MÉXICO. Versión 2000. México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2000. 1104 p. Ils., maps., p. 311. Además, véanse las páginas 316 y 317 del mismo texto que abordan el tema de “La población”.

Enrique Florescano y Margarita Menegus, “La época de las reformas borbónicas y el crecimiento económico (1750-1808)” (p. 363-430). En HISTORIA general de MÉXICO. Versión 2000. México, El Colegio de México, Centro de Estudios Históricos, 2000. 1104 p. Ils., maps., p. 365-6.

Hipólito Villarroel, Enfermedades políticas que padece la Nueva España en casi todos los cuerpos de que se compone y remedios que se le deben aplicar para la curación si se quiere que sea útil al Rey y al Público, introducción por Genaro Estrada, estudio preliminar y referencias bibliográficas de Aurora Arnáiz Amigo. México, Editorial Miguel Ángel Porrúa, 1979. 518 p.

Pedro Romero de Solís, “Cultura bovina y consumo de carne en los orígenes de la América Latina” en CULTURA ALIMENTARIA ANDALUCÍA-AMERICA México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1996. 255 p. Programa universitario de alimentos. (Historia General, 17), (p. 231-55).

Rodrigo Martínez Baracs, “El desarrollo económico novohispano (siglos XVII y XVIII). Tendencias historiográficas contemporáneas”. ENSAYOS, revista de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia N° 2. México, D.F., oct-dic de 1982, p. 57-70.

Woodrow Borah, El siglo de la depresión en la Nueva España. México, ERA, 1982. 100 p. (Problemas de México).

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HABLA LA MEMORIA…

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

El autor en 2019. Fotografía de Óskar Ruizesparza.

Este año serán 10 de que el blog APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS (https://ahtm.wordpress.com/), se puso en marcha, con objeto de divulgar la mayor cantidad posible de información histórica, acompañada de diversas herramientas que escalan su radio de influencia, lo cual se traduce –y cuando escribo estas notas-, en 1857 entregas.

Los avances galopantes de la tecnología y sus solos mecanismos de operación, condenaron al blog en su conjunto a desaparecer, desplazarse, marginarse y mudarse de esta a otra plataforma digital. Sin embargo, ha sido posible mantener su presencia, lo que permite garantizar la continuidad, quedándonos claro a quienes lo construimos cada día, que su vigencia tendrá que ser revalorada y no perder por tanto su cobertura que posee en tanto medio vinculado a las nuevas propuestas digitales.

El tema, como razón de ser en su presencia es la tauromaquia, motivo de fuertes cuestionamientos surgidos de una abierta y explícita respuesta a la cuarta revolución industrial, al fenómeno actual de influencias ejercido por el neoliberalismo y la globalización, así como por el solo hecho del cambio de actitud radical reflejado por la sociedad (no siempre toda) y su forma de pensar, desde el momento en que los avances tecnológicos de información y comunicación (la computadora, la internet –portales, blogs y nanoblogs-, el teléfono celular) estuvieron al alcance del ciudadano común. Ello ha permitido acceso a la información plural, participación activa en grupos homogéneos y articulados, así como la cercanía a realidades, sin más.

Por todas esas razones, conviene comentar que en mi calidad de historiador e investigador en todo aquello relacionado con los toros (incluyendo otra línea de investigación, sobre la historia de la electricidad en México); así como de literatura en general: Es mi deber informarle al lector que a continuación, adjunto un archivo PDF en el cual se detalla obra publicada desde 1987 y hasta 2019, y en lista aparte, los trabajos terminados y los que se encuentran en proceso.

OBRA TERMINADA y PUBLICADA_JFCU_1987-2020

Actualmente realizo labores de “desmantelamiento” en mi equipo personal, con objeto de organizar y presentar el todo de mi obra, la cual alcanzará en 2027 lo que ya considero como “50 años honrando la escritura”. Además, ese ejercicio tendrá por objeto hacer entrega de tal archivo a diversas instituciones académicas (soportado por las asociaciones civiles a que pertenezco), con objeto de que pase a formar parte del material de consulta, pensado para las futuras generaciones. Sus comunidades encontrarán tres fondos:

-Historia de la tauromaquia en México;

-Historia de la electricidad en México, y

-Literatura en general.

…Lo anterior significa el resultado de todo mi trabajo, que quedará en expresión digital. De ese modo, escritos, iconografía, índices y otras herramientas estarán en posibilidad de acceso libre, con la certeza del buen uso dado a los mismos.

A continuación, presento al lector la relación de obra que actualmente se encuentra publicada, terminada (pero sin publicar) y aquella otra en proceso en datos muy generales.

TAUROMAQUIA EN MÉXICO.

1.-Catálogo general de obra (1977-2020), que consta de tres trabajos: catálogo, obra publicada y reconocimientos.

2.-Blog “APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS (2010 en adelante), el cual reúne, hasta el momento, 264 carpetas, de las cuales provienen 1857 entregas.

3.-Colaboraciones para el portal “AlToroMéxico.com”, publicadas desde febrero de 2016 a la fecha, que suman cerca de 200.

4.-Serie: CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO y OTRAS NOTAS DE NUESTROS DÍAS, la cual consiste en alrededor de 40 libros, y cuyo contenido –en cada uno- es de aproximadamente 100 artículos, ensayos o textos destinados al análisis de la tauromaquia.

5.-Serie: Iconografía. Este rubro comprende carpetas, catálogos y demás asuntos relacionados con imágenes (en todos sus soportes), piezas de bulto o registros sonoros. Actualmente, debe tener concentrados más de cien mil documentos.

6.-Serie “Biografías”. Entre otros personajes en proceso de elaboración, se encuentran:

-Ponciano Díaz Salinas

-Artemio de Valle-Arizpe y los toros

-Luis G. Inclán

-Julio M. Bonilla

-José Alameda

-Domingo Ibarra

-Jesús “El Ciego” Muñoz

-Juan Silveti Mañón

-Manuel García Santos

-Vicente Oropeza

-José Bergamín

-Renato Leduc

-Roque Armando Sosa Ferreyro

-Luis Spota

7.-Serie: “Conferencias, ponencias y disertaciones”. (Registro y concentración de las 100 presentadas desde 1985 y hasta 2019).

8.-Serie “500 años de Tauromaquia en México”.

9.-Temáticos

-Las mojigangas: aderezos imprescindibles y otros divertimentos de gran atractivo en las corridas de toros en el mexicano siglo XIX.

-Ilustrador Taurino Mexicano (Varios tomos).

-Galería de toreros mexicanos de a pie y a caballo. Siglos XVI-XIX.

-Galería de toros famosos. Siglo XIX y hasta 1946.

-Galería de suertes a pie y a caballo, practicadas entre los siglos XVI al XIX y que hoy, una gran mayoría de las mismas se encuentran en desuso.

-Galería de carteles (Siglos XVIII, XIX y primera mitad del XX).

-Galería de la prensa taurina en México. Siglos XVIII y XIX.

-Galería documentada sobre plazas de toros que funcionaron en la ciudad de México –y algunas de sus provincias-, entre los siglos XVI al XIX.

10.-Recomendaciones y literatura, con los siguientes títulos:

-La pasión de los toros…, según san Mateo.

-Tesis de maestría en Historia. La prohibición impuesta a las corridas de toros en 1867.

-Tesis de doctorado en Historia. Historia de la ganadería de Atenco.

-Tesis de doctorado en Bibliotecología y estudios de la Información

…al que leyere… Historia de la ganadería de Santín.

-Tratado sobre la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI en ocho tomos.

-Lecciones de historia y estética taurina mexicana.

-Historia taurina de la ciudad de Celaya (Guanajuato). Siglo XVI a nuestros días. 2ª ed.

-Las nuestras. Tauromaquia mexicana con toque femenino. Desde los siglos virreinales y hasta nuestros días.

-Fiestas de toros, juegos de cañas y alcancías… Introducción, estudio y reproducción facsimilar a la obra escrita por María de Estrada Medinilla en 1640, con motivo de la recepción al virrey Marqués de Villena en la ciudad de México.

-José Guadalupe Posada en los toros. Cronista de la imagen.

-Historia de la cirugía taurina en México. Siglos XVI-XXI. 2ª ed.

-Miniaturas Taurinas (Varios tomos).

-Relaciones de sucesos. Análisis documental de festejos donde fueron incluidos los taurinos en el curso del virreinato.

-Cine y toros. (Varios tomos, acompañados de una importante concentración de imágenes cinematográficas digitalizadas).

-Efemérides taurinas novohispanas, del siglo XIX y parte del XX.

-Glosario y diccionario taurino.

-Revelando imágenes taurinas mexicanas.

-Editoriales.

-Del anecdotario taurino mexicano (Varios tomos).

-De figuras, figuritas y figurones.

-El arte… por el arte.

-Museo galería taurino mexicano.

-Historia de la caricatura taurina en México.

-A toro pasado.

-Un día en la vida de… Ponciano Díaz Salinas.

-Charrería y tauromaquia. Tauromaquia y charrería: dos caminos, una causa.

…y otros títulos que quedan pendientes de relacionar en estos diez rubros.

   Todo lo anterior representa hasta el momento, entre obra publicada o en proceso, alrededor de 250 libros.

Ciudad de México, 16 de marzo de 2020.

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ALQUIMIA CELEBRA 22 AÑOS… Y AÚN SIGUE PENDIENTE LA ALQUIMA TAURINA…

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

ALQUIMIA celebra por estos días 22 años ininterrumpidos de estar circulando. Es una publicación especializada que proviene del Sistema Nacional de Fototecas, y se debe a un sólido equipo de investigadores y especialistas que encabeza Araceli Puanta, luego del mismo cargo que por años ostentó José Antonio Rodríguez.

Cada uno de los números es una cuidada edición donde destaca la reproducción de todas las técnicas fotográficas, y un nutrido conjunto de escritos o ensayos sobre temas específicos o cronológicos, junto a reseña de otras obras, o la sugerencia de exposiciones.

Sin embargo, en 67 números, sólo en una ocasión se ha abordado sesgadamente el tema taurino, con motivo de la célebre fotografía que Genaro Olivares obtuvo el 2 de abril de 1950, y donde Rafael Rodríguez es llevado en andas por la afición.[1] En esa imagen, el fotógrafo capta el oportuno momento en que un carterista despoja a quien lleva sobre sus hombros al aguascalentense, mientras dos policías –aunque presentes-, están ausentes en el “cumplimiento de su deber”. Ese testimonio, con su carga evocativa y su punto de ironía, sigue siendo referencia. Por eso, Rebeca Monroy así lo consideró y en ese término pasó a formar parte como uno más de los asuntos que provienen del estudio fotográfico inserto en la vida cotidiana…

…pero también en las diversiones, y en particular, del espectáculo taurino en México; donde la fotografía arroja miles y miles de evidencias; pero que una revista como ALQUIMIA ha desairado.

Como especialista e historiador en este asunto desde hace más de 40 años, y ya con posibilidad de contar con un acopio electrónico de imágenes, puedo afirmar que las hay desde 1853 y hasta nuestros días en cantidad muy abundante.

Este fotograbado o ambrotipo, y cuya técnica aún está por definirse, dado que se trata de la única evidencia hasta ahora a nuestro alcance, presenta a Bernardo Gaviño en 1853.

Ese conjunto de retratos nos permite conocer plazas, encierros, toreros –dentro y fuera del escenario-, estudios fotográficos, percances y demás variedades, que lograron viajeros extranjeros y nacionales, acudiendo a las antiguas técnicas. Por eso es bueno mencionar que contamos con la valiosa evidencia de C. B. Waite, W. Scott, pero también de un extenso catálogo de los Valleto, Octaviano de la Mora, Lauro E. Rosell, Carlos Quiroz o Daniel Carrasco Zanini que hicieron labor entre fines del siglo XIX y la primera década del XX. Luego, aparecen los propios Casasola, a cuyo frente se encontraba Agustín; G. Malváez, Foguero, Rafael Pingarrón, Esperón, Toquero, Tagle, Miguel Cruzado, Eduardo Melhado, Tinoco, Fernando F. Sosa, Enrique Sosa, Abraham Lupercio y luego otra gran generación formada por Luis y Manuel Reynoso, Francisco Urbina, Daniel García Orduña, Juan Rodríguez, Adalberto Arroyo Cuesta…

En mi “Galería de toreros mexicanos de a pie y de a caballo. Siglos XVI al XIX”, he incorporado lo mismo a otros personajes extranjeros influyentes en el espectáculo, que una importante selección iconográfica donde predomina la fotografía. Así pues y en ese sentido, se justifica la existencia de este tipo de soportes, los que hoy he procurado rescatar digitalmente. Los originales ante mi vista han sido pocos, muy pocos. Sin embargo, los he rescatado y, bajo ese principio continuaré con cuantas más imágenes se localicen.

Por lo tanto, es buen momento para recordar que para una ALQUIMIA desdeñosa, en otra –como esta-, el tema taurino se justifica de sobra, tanto como para no abandonarlo.

Publicidad en la que se ofrecía la aplicación de técnicas fotomecánicas para impresión, esto en 1897.


[1] ALQUIMIA. Mayo-agosto 2006, año 9, N° 27. Rebeca Monroy Nasr, “Las entrañas de la imagen” (p.6-23).

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ENTRE “PACO” APARICIO y PONCIANO DÍAZ UN HILO CONDUCTOR.

DE FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Ponciano Díaz y “Paco” Aparicio, maestro y alumno. Col. del autor.

El libro de “Paco” Aparicio, Recuerdos de mi vida charro taurina se lee en un suspiro. Es un manojo de evocaciones en aquella vida “charro-taurina”. Nuestro personaje proviene de una familia ligada a labores del ámbito rural primero. De la charrería después. De niño, aprendió muy rápido a lazar, colear y pialar, de ahí que, para 1922 se presentara con muy buen éxito, lo cual pone a aquel niño frente al que sería su destino en dichos quehaceres hasta 1960, fecha en que se vio obligado a retirarse por motivo de un serio accidente a caballo.

   “Paco” Aparicio (20 de diciembre de 1908-9 de septiembre de 1978), como es de sobra conocido, fue padre además de la célebre amazona “Juanita” Aparicio y tío del no menos conocido torero Mariano Ramos. Francisco, desde muy niño, justo a los 9 años, se presenta y con bastante éxito el 16 de abril de 1922, en Orizaba, Ver. Como resultado de tan grato debut, y luego ya pasados algunos años, consigue aprovechar diversas experiencias surgidas de maestros tales como Eugenio Hernández, Magdaleno y José Ramos, José Becerril, José Velázquez, Roberto Cruz y desde luego, de su señor padre, Juan Antonio Aparicio. Así, “Paco” logró convertirse en charro consumado.

En uno de los breves capítulos menciona la fuerte influencia que en esos años –primer tercio del siglo XX- seguía ejerciendo Ponciano Díaz, a quien vio como paradigma y modelo en aquello de torear a pie y a caballo.

Ponciano llevó tal expresión hasta el punto de ser referente, al poner en práctica un conjunto de manifestaciones que asimiló e hizo suyas, debido a que se practicaban de manera natural, como fruto del paso en el tiempo, y porque era algo común en el ámbito urbano y rural.

El de Atenco recogía una experiencia, que logra entender gracias a su arrojo, resignificando nombres como los de Ignacio Gadea o Luis G. Inclán. De lo anterior debe entenderse que Díaz Salinas potenció esas maravillas que fortalecieron el significado que toreo y charrería tuvieron mientras estuvo vigente.

Pero algo extraño pasó cuando Ponciano toma la decisión de irse a España y revalidar por allá lo que para él significaba haber “sido elevado al difícil rango de primer espada” (hecho que ocurrió en Puebla el 13 de abril de 1879 de manos de Bernardo Gaviño), como consta en un cartel de un festejo que se celebró el 1° de junio siguiente. De ese modo, llegó el 17 de octubre de 1889 cuando en la antigua plaza de la carretera de Aragón, le es “confirmada” su asunción de manos de Salvador Sánchez “Frascuelo” y Rafael Guerra “Guerrita” como testigo.

Al volver a nuestro país, los públicos que le adoraban, percibieron que el “torero con bigotes” se había españolizado, aceptando el traje de luces de los hispanos, o dando el volapié y no el metisaca que era en él costumbre arraigada. Y para colmo de males, años después se dedicó a labores de empresario yendo de fracaso en fracaso.

Al verse rodeado de un serio desprestigio ya no era el mismo y la afición lo fue dejando solo. Y si a eso sumamos la muerte de su madre en 1898 junto a una marcada tendencia a las bebidas espirituosas, ello aceleró su muerte en abril de 1899.

Ponciano por tanto, era el último reducto de tan fabulosas puestas en escena, y ante aquel ambiente, esta era suficiente razón para producir una ruptura natural en el maridaje entre toreo y charrería hasta el punto de que “el y ella” siguieron cada quien su camino, lo que se percibe bien a las claras cuando ambos mantienen una sana distancia que parece no tendrá una completa reconciliación. Existen en todo caso, coqueteos y encuentros amistosos, pero no la deseable unión, justo ahora que tanto se necesita para reivindicar un historial que ya acumula 500 años cohabitando en el complejo proceso del mestizaje, el que es sin lugar a dudas el mecanismo que logró concertar formas de ser y de pensar en este profundo y complejo; pero a la vez sencillo concepto cuyo significado principal es esa forma en que la fiesta se expresa tan abierta como valerosamente.

Sin embargo, tampoco podemos ignorar otras causas que pudieron determinar aquella inevitable forma de separarse. Existen un conjunto de circunstancias eminentemente surgidas por otras causas que ahora mismo menciono para entender que todos esos componentes pudieron producir no el divorcio. Aunque sí una separación, sin más.

Por ejemplo, en los años de la guerra entre México y Estados Unidos se conformó la Guardia Nacional, la idea acorde al “espíritu republicano”, fue armar a la ciudadanía para compensar las fallas del ejército regular; sin embargo, ésta, como las milicias cívicas, fueron tema de preocupación para las autoridades porque significó en los hechos dar armas a un pueblo al que consideraban ignorante. En Carlos Barreto, Rebeldes y bandoleros en el Morelos del siglo XIX (1856-1876)., p. 81.

Hechas algunas correcciones, esa condición pasó a ser detentada por los caballerangos y hombres de confianza –en el caso de los hacendados-, con lo que se tenía la doble opción de que se trataba, por un lado, de charros consumados. Y por otro, de personal de absoluta confianza en la salvaguarda de las propiedades de aquel sector de elite constituido en el grupo de propietarios y terratenientes.

Ejemplo claro de esta circunstancia, es el caso de Emiliano Zapata, caballerango de todas las confianzas del polémico Ignacio de la Torre y Mier, dueño, entre otras propiedades, de la célebre hacienda de san Nicolás Peralta. Como sabemos, Zapata encontró en el movimiento revolucionario, profundas razones para defender una causa central: la tierra es de quien la trabaja, y devolverla a sus antiguos propietarios fue consigna que no pudo ver materializada, pues en medio de aquel propósito, fue asesinado.

Al paso de los años, se configuró también la famosa guardia de los “Rurales”, misma que adquirió tal relevancia durante el porfiriato, por lo que fueron empleadas como grupos de represión y repliegue. En buena medida, debió seguir allí la presencia de quienes eran consumados y hábiles hombres de a caballo, ahora utilizados con aquel propósito.

Cuando los charros pretendieron regresar a sus viejas prácticas, la Revolución mexicana se presentó en forma contundente, lo que ocasiona severos reacomodos en sus intenciones por preservar los que para entonces seguían siendo “usos y costumbres”. Quizá por todas esas razones, y no necesariamente la provocada por la que, en términos de supuesto planteaba párrafos atrás con la presencia e influencia de Ponciano Díaz, tengamos al final de un cierto camino, la ya anotada separación de aquellas dos formas que enaltecieron, dentro y fuera de la plaza sin fin de significados que afianzaban o afirmaban un nacionalismo que alcanzó sus mejores expresiones en aquella segunda mitad del siglo XIX.

Hoy, en pleno avance del XXI, vemos con curiosidad, cómo esos intentos no cuajan del todo, y de que charrería y tauromaquia no terminan por recuperar viejos esplendores. Queda claro entonces, que al cabo de poco más de un siglo de diferencia, ambas manifestaciones terminaron evolucionando y que, para su puesta en escena, hoy día se deben a códigos muy bien identificados que no contemplan la presencia o intervención de la otra parte. En todo caso, lo anterior se convierte en un gesto de apoyo, sobre todo de la charrería hacia a la tauromaquia. El más evidente de ellos es aquel ocurrido el 12 de diciembre de 2017, fecha en la que, con motivo de la celebración de un festejo a beneficio de los damnificados por el temblor del 19 de septiembre anterior, la ceremonia inicial del paseíllo se vio aderezada por varias escaramuzas, en las cuales sobresalía la figura de diversas mujeres montando a caballo. Y luego, la otra parte en que buen número de charros encabezó el desfile, mismo que llevaba por delante, el lábaro patrio. Este solo detalle permitió que aquello cobrara un significado muy especial, que nos conmovió de veras. Se entonó el himno nacional –cosa que en lo personal representaba la primera ocasión en que ocurría ese hecho en una plaza de toros-, y créanme, aquello fue conmovedor.

OBRAS DE CONSULTA

Francisco Aparicio, Recuerdos de mi vida charro taurina. México, Impresora “Atepehuacan”, 1966. 219 p. Ils, retrs., fots.

Carlos Barreto, Rebeldes y bandoleros en el Morelos del siglo XIX (1856-1876). Un estudio histórico regional, Cuernavaca, Gobierno del estado de Morelos, 2012. 258 p.

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AMADO NERVO y JOSÉ JUAN TABLADA ESCRIBIERON EN TORNO AL TEMA TAURINO.

RECOMENDACIONES y LITERATURA.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

He aquí a dos grandes creadores mexicanos: Amado Nervo y José Juan Tablada. Col. del autor.

Encuentro tres poemas dedicados –cada quien en su momento-, al tema taurino en este país. El primer caso se ubica en la creativa obra de José Juan Tablada (1871-1945). Con él, se anuncian las primeras señales del modernismo en México, de ahí que se aventurara a escribir los difíciles hai kus o hasta adoptar literariamente la metáfora y sugerir el ultraísmo, del que luego los estridentistas mostraron sus mejores virtudes. En ANTOÑICA estamos frente a un poema temprano de nuestro autor. escrito en 1890. Refleja la que luego será, en la escritura de Federico Gamboa, aquella SANTA sufrida, que las diversas versiones cinematográficas establecieron como un estereotipo de quien es conducida, por la pobreza, a los senderos de una vida falsa, ligera y fácil.

 ¡Antoñica, si hubieras sido

como yo te imaginaba!

Yo había puesto en tu alma

todo lo bello de mi alma

de colegial intacto

donde aún perduraban

bajo las arideces aritméticas

fulgores de Cuentos de Hadas.

Antoñica, rubia ramera

desde el parque frente a tu casa

te veía en el crepúsculo

palidecer y luego iluminarte

para el vivir nocturno…

En tus cabellos brillaban

las onzas de oro

de la “partida” de Tacubaya

y en tus ojos violeta un alcohol

de veloces y azules flámulas.

Hoy, ya muerta te identifico

con las princesas

de las miniaturas persas,

por sensual y por fina y rubia

con la Madona del Gran Duca.

De tus amantes nadie te amó como ese niño.

¡Ni el general, ni el banquero,

ni el banderillero

de Bernardo Gaviño!

Como aquel niño ya poeta

que divinizó tus pupilas

como estrellas lejanas,

suaves como violetas,

y en su deliquio, cuando tú pasabas,

extraño al sortileño de tu sexo cruel

temblaba sin saber por qué.

Y te veía alejarte, poniente en tus espaldas

las alas de su Ángel de la Guarda…

    Por su parte, Amado Nervo (1870-1919), pasa por el romanticismo del que todavía existía un velo impuesto por Juan Díaz Covarrubias, Manuel Acuña, Manuel M. Flores o Juan de Dios Peza, para aposentarse en el modernismo más temprano. Fue embajador de México en Uruguay, donde le sorprende la muerte y luego, sus restos ya en México, se depositaron en la entonces “Rotonda de los hombres ilustres” del panteón de Dolores. El siguiente soneto de trece versos, se publicó en 1900:

 EN EL COSO

(De Lápidas)

 Pasean coruscantes las chaquetillas,

la luz sobre las ropas tiembla y resbala

y fingen grandes flores las banderillas

y llamas las bermejas capas de gala.

El sol arde en los gajos de las sombrillas,

el clarín su alarido de muerte exhala

y el diestro ante los charros y las mantillas.

En tanto, yo contemplo –toda nerviosa

cubierta con las manos la faz hermosa-,

a una blanca damita de rizos de oro,

abrir como abanico los leves dedos

para ver, tras aquella reja, sin miedos

como brota la noble sangre del toro.

    Del mismo modo, la siguiente obra aparecida en 1900:

 Guadalupe la Chinaca.

 Por el puente viejo de Pula,

viejo y polvoso,

rebosante de amores

y ansias inmensas,

va la gentil ranchera

ebria de gozo,

como símbolo rustico

y glorioso de la patria,

que lleva en sus dos trenzas

en la fascinación de su reboso,

apasionada flor

que se destaca en los campos

como alegórica visión.

 Es Guadalupe «La Chinaca»,

que con su escolta de rancheros,
diez fornidos guerrilleros

y en su cuaco retozón
que la rienda mal aplaca,

de la fábrica de Aguirre

a los ranchos de Menchaca
Guadalupe la chinaca

va a buscar a Pantaleón.

 

Pantaleón es su marido,
el gañán más atrevido

con las bestias y en la lid.
Faz trigueña, ojos de moro
y unos músculos de toro

y unos ímpetus de Cid.

 

Cuando mozo fue vaquero,
y en el monte y el potrero

la fatiga le templó.
para todos los reveses,
y es terror de los franceses

y cien veces lo probó.

 

Con su silla plateada,
su chaqueta alamarada,

su vistoso cachirul
y su lanza de cañotos,
cabalgando pencos brutos

¡qué gentil se ve el gandul!

 

Guadalupe está orgullosa
de su prieto; ser su esposa

le parece una ilusión,
y al mirar que en la pelea
Pantaleón no se pandea,

grita: ¡viva Pantaleón!

 

Ella cura los heridos
con remedios aprendidos

en el rancho en que nació,
y los venda en los combates
con los rojos paliacates

que la pólvora impregnó.

En aquella madrugada

todo halaga su mirada
finge pórfido el nopal
y los órganos parecen
candelabros que se mecen

con la brisa matinal.

 

En los planos y en las peñas,

el ganado entre las breñas,
rumia y trisca mugidor
azotándose los flancos,

y en los húmedos barrancos
busca tunas el pastor.

 

A lo lejos, en lo alto,

bajo un cielo de cobalto
que desgarra su capuz,
van tiñéndose las brumas,

como un piélago de plumas
irisadas en la luz.

 

Y en las fértiles llanadas,

entre milpas retostadas
de color, pringan el plan,
amapolas, maravillas,

zempoalxóchitls amarillas
y azucenas de san Juan.

Guadalupe va de prisa

de retorno de la misa,
que en las fiestas de guardar,
nunca faltan las rancheras,
como sus flores y sus ceras,

a la iglesia del lugar;
con su gorra galoneaba,

su camisa pespunteada,
su gran paño para el sol,
su rebozo de bolita,
y una saya suavecita

y unos bajos de charol;
con su faz encantadora,

más hermosa que la aurora
que colora la extensión,
con sus labios de carmines,

 que parecen colorines,
y su cutis de piñón,
se dirige al campamento,

donde reina el movimiento
y hay mitote y hay licor,
porque ayer fue bueno el día,

 pues cayó en la serranía
un convoy del invasor.

 

¡Que mañana tan hermosa!

¡Cuánto verde, cuanta rosa
y que linda la extensión!
rosa y verde se destaca,

con su escolta, la chinaca,
que va a ver a Pantaleón.

   Finalmente, unos versos publicados en El Eco Taurino. Año IV, México, D.F., 15 de enero de 1929, Nº 117, y bajo el seudónimo de “Un académico de la lengua”, nos permiten entender que la intención de su autor, fue exaltar virtudes literarias de otros tantos creadores como a continuación lo verán:

 Corrida académica.

 Las abejas gloriosas del Himero

se han echado al ruedo…

 

El ilustre Juan B. Delgado

ha cogido los trastos…

 

Los sesudos Arcades de Roma

por el “callejón” asoman

 

su noble y serena faz, pendientes

del “faenón” que se espera; solemnes,

 

en barreras de primera fila,

los académicos se alistan

 

a admirar al colega; (Rubén) Darío

(Carlos) González Peña, Artemio (de Valle-Arizpe), (Carlos Rincón Gallardo) San Francisco,

 

Don Ezequiel (A. Chávez), en fin, todos

se vuelven “todo ojos”.

 

Tras el brindis a la Presidencia,

Alicandro despliega la muleta

 

ante el belfo espumante

del bravo de San Diego de los Padres

 

con un donaire “belmontino”

“caganchesco” o “fuentístico”.

 

Un pase natural, uno de pecho

dos redondos por bajo, otro –soberbio-

 

afarolado, luego cuatro naturales

con la izquierda; uno, despampanante,

 

de pecho. (Aquí el espada

toma respiro; el toro también descansa).

 

Y sigue la faena: un estupendo

rodilla en tierra, luego

 

dos de la firma; cambiándose el engaño

a la derecha, dos pausados

 

molinete girando dentro de los propios

cuernos del animal; seis u ocho

 

de tirón, llevándolo a los medios,

y, por fin, uno inmenso

 

en redondo. Tras eso el toro cuadra,

y Epirótico se echa a la cara

 

el toledano alfanje,

recoge la muleta, y perfilándose

 

sobre el pitón izquierdo, da

el hombro –el izquierdo también- y se va

 

tras el estoque, hundiéndolo,

todo en la cruz, derecho,

 

saliendo por los costillares

con pausa y donaire,

 

mientras el toro se bambolea

y, patas arriba, cae en la arena…

 

Un clamor delirante,

una ovación unánime

 

premia la faena de Alicandro,

el insigne émulo de Cagancho,

 

y caen al ruedo sombreros,

bastones y puros; los pañuelos

 

piden flameantes, la oreja;

la Presidencia,

 

a cargo de Don Federico Gamboa,

accede, y la oreja y la cola

 

las recibe Don Juan, arrojándolas

al tendido, con gracia…

 

La ovación va en aumento:

Vueltas al ruedo salida a los medios,

 

el delirio. Todavía

cuando el otro espada, Luis G. Urbina,

 

alias “El Viejecito”, da una serie

de lances a su toro, el ingente

 

vocería llena la plaza…

Y, por fin, cuando arrastran

 

al último las mulillas,

un grupo de “capitalistas”

 

-(Antonio) Caso, Cordero, (Carlos) Díaz Dufóo, Canales,

(Luis) González Obregón, Genaro Fernández

 

Alfonso Reyes, y cien más –se lanza

al ruedo, sobre sus hombros, rápidos, levanta

 

al triunfador y lo lleva

a la calle, en donde una inmensa

 

multitud lo ovaciona

continuando, así en triunfo, hasta la fonda…

OBRA DE CONSULTA:

José Francisco Coello Ugalde, “Tratado de la poesía mexicana en los toros. siglos XVI-XXI” (1985 y hasta nuestros días. Es un trabajo en permanente actualización).

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