Archivo mensual: abril 2020

REVISIÓN SOBRE OTRAS MIRADAS QUE CONTEMPLARON –ENTRE 1890 y 1931- LA “RECONQUISTA VESTIDA DE LUCES”.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Quiero compartir con los lectores de este blog, una interpretación que, sobre la «reconquista vestida de luces» encontré al paso de diversas revisiones a textos que hoy ya son históricos. En ese sentido, dos de ellos, fueron redactados entre 1890 y 1931, tanto por Eduardo Noriega «Tres Picos» y Carlos Quiroz «Monosabio». De ahí que conviene un análisis que pongo a la consideración. Dada su extensión, 57 páginas, considero que conviene ponerlo a su alcance a través de un archivo PDF.

Debo recordar que dicha «reconquista» fue ese episodio ocurrido a partir de 1887, a partir de la reanudación de las corridas de toros en la ciudad de México.

Espero sea de su agrado.

DOS INTERPRETACIONES A LA RECONQUISTA VESTIDA DE LUCES

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LOS QUE QUEDAN ENTORILADOS… SON ASÍ DE GRANDES.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

No importa el tamaño del toro. Aquí, importa su bravura, su casta, también el peligro al acometer y llevar una cornamenta que podría asustar a cualquiera, menos a los toreros. Col. del autor.

Antes de compartir con ustedes la presente entrega, sólo quisiera extender mi reconocimiento a todo el personal médico del país que ha estado trabajando, incluso en jornadas extremas, con motivo de atender los casos relacionados con el virus COVID-19. A todos ellos, estas palabras de aliento, y creo que son tan valientes como el mejor y más valiente de los toreros, a quienes ha tocado lidiar un toro de trapío, pero peligroso, con malas ideas. Y, como esos grandes diestros, están saliendo airosos, por lo que las ovaciones arrecian en la plaza de la vida. La faena tiene sus riesgos, pero esos grandes toreros, tan valientes como el que más son capaces de alcanzar la gloria, como ustedes.

¡El destino toca la puerta! ¿Quién no recuerda esas cuatro contundentes notas del primer movimiento de la sinfonía Nº 5 del genio de Bonn, Ludwig van Beethoven que arrebatan y conmueven desde el momento mismo de su creación (1808) y hasta nuestros días?

Y es que 2020 representa, un antes y un después apenas en su comienzo mismo, a raíz de la declaración de una pandemia, la cual ha causado estragos como nunca antes. Neoliberalismo y globalización parecen estar sentenciadas a dejar un imperio que ya consideraban eterno y donde las sociedades tendremos que participar activamente en la creación de un nuevo estado de cosas, en lo político, lo económico, en las relaciones sociales, etc. y si la crisis se dejará notar a diversas escalas, también compartiremos con una que se extiende en el territorio taurino, donde a pesar de los enormes esfuerzos de muchos sectores que lo integran, se veían intentos. Con lo que sucede actualmente, esto tendrá que cambiar radicalmente.

Las reflexiones que ahora modelamos con objeto de reconfigurar un espectáculo taurino severamente afectado, como todos los órdenes estructurales en este país, y esto lo sabemos a partir de la presencia del “coronavirus”, nos enfrentan ante un profundo dilema, que deberá tener soluciones –si queremos involucrarnos-, por lo menos a mediano y largo plazo. En España, por ejemplo, se va apreciando el hecho de que la temporada 2020 se irá de vacío. Es muy probable que eso suceda también por acá. Así que debe separarse el andamiaje que constituye la tauromaquia, para saber cómo, a través de las alternativas más apropiadas, se normalice poco a poco el curso de sus actividades.

En una nueva condición impuesta por la pandemia misma, el trabajo, el esfuerzo tendrán que reforzarse de tal modo que el sector de ganaderos, empresarios, así como las agrupaciones de toreros y subalternos, y otras columnas que son cimiento en la fiesta brava en México, procuren o procuremos garantizar fuentes de trabajo –nada de desamparo laboral-; el ciclo tan específico aplicado en el campo bravo en el toro de lidia (cuidados, alimentación, controles sanitarios y demás particularidades). Por ahora, es lamentable saber que camadas o encierros ya preparados, tendrán como posible destino el “matadero”, y duele, pero son las decisiones a que se enfrentan los propios ganaderos.

¿Qué será bueno someter y poner al día el reglamento taurino?

Eso valdrá la pena decidirlo, y ponerlo sobre el tapete de las discusiones en forma seria.

¿Qué se tendrá necesidad de esperar un tiempo más allá de lo deseable, por la sola circunstancia impuesta por la “sana distancia”, factor que determinará, junto con las medidas ya recomendadas, el motivo para que no se lleven a cabo concentraciones masivas? O de que esto cambie los hábitos de movilidad de la gente que asista a un evento, como ya se estudia para los vuelos, o para el futuro de un turismo también nada seguro. La desescalada o el desconfinamiento van a ser muy difíciles si no se siguen las recomendaciones, como muchas de las cuales las viene sugiriendo la autoridad en salud o la OMS, por ejemplo.

Conviene esperar, y no contribuir con un posible rebrote.

Como ya sabemos, la vida después del virus no va a ser la misma, en todos los ámbitos.

Por eso, los empresarios deben tener un acierto más equilibrado en sus decisiones e intervenciones a la hora de poner en marcha un festejo, una temporada o una feria, llevando como bandera principal el profesionalismo. Y claro, para otros tantos será necesaria también la recuperación del profesionalismo en todos sus aspectos.

La fiesta, con todos sus valores históricos y culturales nos garantiza –per se-, el que volvamos los ojos hacia ella, y recuperemos entre todo aquello que posee su ESENCIA, sin más. Por lo tanto, reconfigurarla o rediseñarla es el máximo anhelo desde este aquí y ahora. Por lo anterior, como historiador, pongo al servicio de este empeño lo mejor de mi experiencia (43 años en esto); lo más que sea posible, para contribuir en la información, investigación, interpretación y diseminación de todo aquello que convenga para su refortalecimiento.

Que el espectáculo taurino no espere mucho sobre lo que el estado mexicano mismo pueda ofrecer, pues debemos sospechar que en estos momentos, la fiesta taurina no es precisamente una prioridad, y no lo será en la medida en que tampoco se ofrezca una clara evidencia si no hay garantía de que el espectáculo pueda, a partir de esta valiosa oportunidad, convertirse en una verdadera industria cultural, y que por sus contribuciones directas, vinculadas sobre todo por labores en pro de la beneficencia, no aparezca en el teatro de los acontecimientos.

Es de todos conocido que en 2026 se conmemorarán 500 años de tauromaquia en México. Tamaña oportunidad, nos pone a quienes hemos de procurar documentar su enorme presencia, en el dilema sobre su futuro. No es solo la fiesta por la fiesta, sino recobrar significados de profunda relación entre diversas sociedades, a lo largo de miles de años, cuando el hombre entró en relación directa con los animales o especies vegetales y desde ese momento, comenzó un proceso de domesticación. Con los siglos, la relación hombre y toro tuvo la posibilidad de que se enriqueciera de una profunda ritualidad, y luego con razones técnicas o estéticas que acabaron por convertirlo todo esto en una representación de la vida y de la muerte.

Es por eso que, a su debido tiempo, debe ponerse en marcha un plan de salvamento, la reconversión del espectáculo, sin galas de protagonismo. Se trata de un peculiar sector específico de economía, y como debemos hacer mucho caso al sentido común, deben quedar fuera las “picardías”, pero también los excesos o abusos deliberados de quienes pretendiendo querer recuperar esto de la noche a la mañana, precipiten un esfuerzo que, como los toros, o como el vino. Incluso como el amor, requieren tiempo, como la vida misma, a la cual hemos valorado en todos sus significados al paso de la pandemia.

¿Habrá que ponerle un nombre a ese esfuerzo?

Bueno, quizá sea lo de menos. Aquí va una sugerencia: “Fortalezas y debilidades de la tauromaquia en México frente al COVID 19 y ante un futuro cargado de incertidumbre. Soluciones integrales a mediano y largo plazo”.

El impacto, a nivel global que resuma las peores crisis recientes: la depresión de 1929-1932, las dos guerras mundiales y otros componentes, como el cambio climático o el derrumbe del mercado petrolero, el latente desempleo, dan por resultado este otro episodio que ha puesto en jaque a casi 200 países en el mundo y no naciones específicas o que entraran en conflicto. Lamentablemente, habrá naciones específicas que enfrentarán una compleja situación; o aquellas otras que entren en conflicto, como resultado de una pesadilla viral nunca imaginada, pensando que en una sociedad moderna como la nuestra ya todo estaba superado.

Nos hemos dado cuenta poco a poco que las columnas de muchos sistemas fueron vulnerables, que cedieron al primer impacto. También nos hemos dado cuenta que para quienes nos sentimos involucrados con la tauromaquia, ha llegado la hora en la cual tendremos que hacer una tarea de alta escala, profesional, que deje huella.

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¿QUÉ ES UN TORO DE “BANDERA”? (Concluyen las apreciaciones).

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

Colocación de un puyazo en todo lo alto. Foto publicada en El Ruedo de México, cuyo director fue el respetable periodista Manuel García Santos en 1952. Col. del autor.

   Por años se utilizó la vara de detener, misma que en su extremo de castigo, se incluía un implemento conocido como “limoncillo”. Al paso de los años, evolucionó, hasta tener en el mismo sitio, una pieza piramidal, con los cortes correspondientes, afilada y afianzada por cordeles, lo que sujetaba con firmeza dicho elemento. De ese modo, diversos piqueros usaron aquella “vara de detener” y seguían picando en forma inmoderada, porque todavía no se había impuesto el peto, mismo elemento que en México, se puso en práctica en el festejo del 12 de octubre de 1930, terminando así, con aquellas escenas dolorosas en que cuadras completas de caballos morían tarde a tarde, quedando aquello calificado como “la vergüenza en la fiesta”. La medida que en España implantó el general Miguel Primo de Rivera, se aprobó y puso en práctica desde 1928.

Al paso de los años, diversos reglamentos, como el de 1924, 1937 y el de 1953 mostraron la forma en que se pasaba de aquellas primitivas varas a una que incluía un tope, impidiendo con ello que se profundizaran las heridas y se efectuara la suerte de acuerdo a ciertos principios acordes también con el uso de un peto que crecía y crecía en tamaño y grosor, hasta el punto de convertirse en auténtico muro.

En 1952, el periodista Manuel García Santos –ojo, nos remontamos a 1952-, juzgaba la suerte bajo el imperativo de que a los toros se les impusieran tres varas, bajo este principio:

Cuando se hacen los reglamentos de las corridas de toros no se hacen de manera caprichosa. Las suertes de la lidia tampoco son arbitrarias.

Todo obedece a un plan estudiado y al mejor desenvolvimiento de la fiesta. Y el buen desenvolvimiento de las corridas exige se pique al toro porque el puyazo, y el romaneo del toro en el caballo, ahorma al animal y lo deja en condiciones de poderle hacer una buena faena con la muleta.

El puyazo hace sangre al toro, y esa hemorragia descongestiona al animal, y lo deja asentado, y en buenas condiciones de lidia.

Pero además, la fiesta es fiesta de toros bravos. Y la bravura del toro se ve en el primer tercio. Un toro que no pelea con los caballos, que no recargue que no se arranque cuando lo citan, y que no lo haga, por lo menos en tres puyazos, no es bravo. Y si al público le interesa saber si el toro es bravo o no para juzgar al torero, al ganadero le interesa más, porque es la única referencia que tiene de si la casta de su vacada degenera, se sostiene, o va en aumento.

Por eso hay que exigir que los picadores les peguen a los toros, y que los toros aguanten los tres puyazos del reglamento. ¡Y al que no los aguante… al corral con él…! ¡Ese es un manso…!

Hoy, a casi 70 años vista, la suerte sigue practicándose, de acuerdo a lo establecido por el reglamento, aunque no necesariamente a los usos y costumbres deseables por parte de la afición, la crítica y hasta por los propios ganaderos. Frente a un cambio de circunstancias donde el peto se ha adecuado en mejor forma al curso de la fiesta, y de que se utiliza una puya como lo indica el Art. 45 del actual Reglamento Taurino en vigor:

Artículo 45.-Las puyas empleadas para picar reses en corridas de toros, tendrán forma de pirámide triangular, cortante y punzante, de veintinueve milímetros de extensión en sus aristas y de diecisiete milímetros por lado en su base. Para novilladas, estas puyas serán de veintiséis milímetros de extensión por quince milímetros de base.

El tope será de ochenta milímetros; de la base al borde del tope habrá siete milímetros, y del centro de cada una de las caras en su base al tope, nueve milímetros. Lo anterior para las corridas de toros y novilladas, salvo que para éstas la longitud del tope será de setenta y cinco milímetros. Remachadas al casquillo donde entra la vara, las puyas serán de acero, afiladas en piedra de agua y con los tres filos rectos. Tendrán un casquillo de hierro para fijarlas en la garrocha. La cruceta medirá seis centímetros por lado. En novilladas se podrá autorizar el uso de puyas de veintinueve milímetros cuando el tamaño y la fuerza del ganado a lidiar así lo ameriten.

Cuando en una novillada se anuncien novillos que alcanzan la edad de toro, previo consentimiento del ganadero, podrán ser picados con puyas utilizadas para toros.

Los topes podrán ser de madera, hierro o aluminio en su base y estarán cubiertos

con cordel de cáñamo, fuertemente enredado.

Independientemente de esta consideración legal, también es importante sumar a lo anterior lo que indica el Art. 60 del mismo Reglamento:

ARTÍCULO 61. Cuando el astado acuda al cite del picador, la suerte será ejecutada en la forma que aconseja el arte de picar. Esto es, colocando un solo puyazo por encuentro. Queda prohibido acosar, barrenar, echar el caballo adelante, tapar la salida, insistir en el castigo en los bajos o cualquier otro procedimiento similar. Si el astado deshace la reunión, se prohíbe terminantemente consumar otros puyazos. El picador deberá echar atrás el caballo para colocarse nuevamente en suerte, no atravesará la línea del tercio ni cruzará el ruedo por la mitad.

Con lo anterior, podemos entender que en la realidad, y bajo el comportamiento apreciado en las últimas temporadas, por lo menos en la plaza de toros “México”, dicha suerte se ha reducido a un puyazo, o al “monopuyazo”, que no siempre termina siendo el mejor, a pesar del peto, a pesar de las rayas concéntricas, y muy a pesar de que al toro se le pone en suerte a pocos metros de la jurisdicción. Con ello, ¿han perdido la práctica aquellos varilargueros que terminan picando donde se pudo, o que, para corregir el defecto tienen que tapar la salida?

Si la suerte tuviera que practicarse en forma rigurosa, los señores del castoreño serían mejor valorados en la plaza. Si la suerte encontrara los efectos deseables, apreciaríamos auténticas escenas donde el encuentro del toro ante la cabalgadura determine la realización de un momento que significa culminación de esfuerzos por parte del ganadero, deseo de la afición por apreciar el arte de picar en toda su dimensión, y desde luego, la posibilidad de que el matador en turno, tenga en consecuencia un toro con las condiciones necesarias para realizar una faena excepcional.

Por lo tanto, si la suerte de varas hoy queda reducida a puyazo por toro (dos o más ya son casos raros), entonces cómo determinar en forma debida para tener la posibilidad de calificar a un toro como de “bandera” y de eso, pasar a un indulto. También, esto significa repensar situaciones relacionadas con el hecho de que encontremos el equivalente a los quince o dieciséis puyazos de hace más de siglo y medio, o los tres de hace setenta.

De aquella época remontada al comienzo de esta colaboración, señalado la semana pasada, podemos entender el desarrollo de una suerte caótica, en medio de tumbos, colocación no apropiada de la puya en la zona muscular indicada, el poco tiempo que habría durado cada encuentro, eso permite marcar algunas diferencias, con las que luego, ya en plena etapa en la que el peto era el elemento que amortiguaba o sigue amortiguando la embestida del toro, permitía, sí, la debida y efectiva colocación de esos tres puyazos, mismos que, en número ha quedado reducida, en promedio a uno solo.

Si uno solo representa los quince o dieciséis de aquel entonces; o los tres de hace setenta –número que sigue imponiéndose en ruedos españoles-, entonces llegamos al mínimo indispensable que no permite, con todo lo que esto signifique, una señal contundente para calificaciones tan exacerbadas y apasionadas que luego devienen indulto. Si la pujanza del toro en el momento en que se desarrolla la suerte de varas fuese no solo notable, sino notabilísima –y donde la cabalgadura no caiga por estar mal colocada, o porque a la hora en que el piquero recibe al toro, tenga “terciado” al caballo-, esto signifique como un factor determinante para tomarse en cuenta en las decisiones contundentes para permitir que un toro tenga el privilegio de que le sea perdonada la vida.

No es casual que en nuestros tiempos, el significado que ha venido adquiriendo la suerte, la influencia impuesta por grupos opositores, o de que el espectáculo tiene que ser cada vez menos cruel o sangriento, sean componentes esenciales para esa toma de decisión. O de que la indulgencia popular, e incluso hasta el mal desempeño del o los picadores (y no me refiero a todos, esto no pretende generalizar tal defecto), representen circunstancias definitivas en el propósito del indulto.

No podemos olvidar lo que indica para ello el Art. 73 del propio Reglamento, que señala:

Cuando una res se haya distinguido por su bravura, fuerza y nobleza a lo largo de la lidia, a criterio del Juez de Plaza podrá recibir cualquiera de estos tres homenajes:

  1. Arrastre lento por el tiro de mulas;
  2. Vuelta al ruedo a sus restos, y
  3. Indulto.

El Juez de Plaza manifestará su decisión por medio de un toque de clarín, dos toques de clarín o un pañuelo blanco, respectivamente. Asimismo, podrá exhibirse una pizarra desde el palco de la autoridad indicando por escrito la decisión.

Si nos atenemos debida y equilibradamente a su contenido, estaremos en mejores condiciones al momento de tomar una justa decisión. De otra forma, lo anterior seguiría permitiendo el caos, y una aplicación injusta que, como hemos visto infinidad de ocasiones, no siempre son las mejores. De ello también depende el buen desempeño del Juez de Plaza.

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DE LA GRAN CONMEMORACIÓN… A LA GRAN DECEPCIÓN.

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Entre la multitud de escritos que publicó Armando de María y Campos en vida, encuentro uno que debido a su escasa difusión, conviene recuperarlo en forma especial.

Resulta que habiendo pretendido escribir otro libro más de toros, mismo que no fue posible (y desconozco la causa), el hecho es que en ese prospecto, incluía una curiosa anécdota que tal como la cuenta así la registro a continuación:

UNA CORRIDA DE TOROS PARA CELEBRAR EL MATRIMONIO DEL PRESIDENTE SANTA ANA.

Con disimulado escándalo de la sociedad, el Presidente de la República, Don Antonio López de Santa Ana contrajo segundas nupcias con la señorita Doña Dolores Tosta, el 5 de octubre de 1844 a los cuarenta días de muerta su primera esposa Doña Inés García.

Las Empresas del Gran Teatro de Santa Ana y de la Plaza de toros de San Pablo organizaron sendos festejos en celebración de tan singular suceso.

El programa del festejo taurino, celebrado el domingo 6, decía: “Una marcha militar y una salva de artillería que hará un fortín puesto al intento, anunciarán la llegada de la Exma. Sra. Doña Dolores Tosta de Santa Ana. Pasado el despejo del circo, se lidiarán tres toros de la acreditada raza de Atenco, y en seguida el mismo fortín repetirá las salvas, descubriéndose un grupo de la América sostenida por los antiguos aztecas. Estos, en celebridad de la digna Presidenta, lidiarán con un toro, que en aquel acto saldrá adornado con listones y bandas, banderilleándolo y dándole muerte con una macana de fuego. Seguirán otros cuatro toros de la misma raza, y por fin de función se iluminará el jardín y dos pirámides, en cuyos remates se verá el retrato de la Exma. Señora Presidenta, y vivas a sus Excelencias”.

La Sra. Dolores Tosta de Santa Ana, retrato de Juan Cordero, óleo sobre tela, 1855. A la derecha, un apunte que recoge otra más de las actitudes protagónicas de S.A.S.

Pero la Señora Presidenta no acudió en su honor, mandando un recado con un edecán, suplicando la personaran “porque se encontraba muy cansada”.

El pueblo hizo bromas, y se divirtió toda la tarde, sin importarle que no estuviera presente la joven, bella y… “cansada” Presidenta.

(Del libro “El Sol de los Redondeles” de Armando de María y Campos).

El registro de tal novedad, pude ubicarlo en un “Programa de mano” que rememora el festejo celebrado en la plaza “México”, la tarde del 17 de noviembre de 1946, actuando en aquella ocasión Luis Castro “El Soldado”, Fermín Rivera y Emiliano de la Casa “Morenito de Talavera” con toros de Coaxamaluca.

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¿QUÉ ES UN TORO DE “BANDERA”?

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

Un ejemplar de “Rancho Seco” yendo a la cabalgadura. Fotografía del año 1940. Col. del autor.

   Habiendo “concluido” la elaboración de mi “Galería de toreros mexicanos de a pie y a caballo. Siglos XVI-XIX” -con poco más de 2050 personajes- y que viene publicándose por entregas en el portal FOMENTO CULTURAL TAUROMAQUIA HISPANOAMERICANA (http://www.fcth.mx/index.html), es momento de compartir otra de esas “Galerías”, destinada a poner en valor la presencia de toros bravos, lidiados en México entre el siglo XIX y hasta 1946. No es común encontrarse con mucha información relacionada con estos casos, sobre todo del siglo antepasado, aunque por fortuna abundante para esos primeros 46, momento en que se inaugura la plaza de toros “México”. Espero que de esa fecha y hasta nuestros días, otros interesados hagan extensivo el tema, sobre todo porque en los últimos años, el asunto del “indulto” se ha intensificado en forma desmedida, sin contar con los fundamentos que ahora pretendo poner a la consideración de los lectores. El caso, se ha tornado en auténtico incordio, donde las exaltadas manifestaciones de sentimiento momentáneo, privan y se decide un asunto de natural importancia como lo es el perdonar la vida a un toro. Sin embargo…, entre las primeras preguntas que me hago, y creo que nos la hacemos permanentemente los aficionados, se refiere a ¿qué es un toro de “bandera”?

   En mi muy personal opinión, si por «bandera» se entiende como un concepto cuya tipología o simbología representan un valor significativo, entonces estamos frente a un término de orgullo. La bandera es una señal, una afirmación, legitimidad, reconocimiento. Es, según se ubica en La Enciclopedia, Vol. 2 de Salvat (en su edición de 2004), p. 1482: «de bandera» loc. adj. como «Excelente en su clase»; o «llevarse uno la bandera» fr. fig. «Llevarse la palma».

   Lo anterior explicaría en principio, el elevado concepto que alcanza un toro cuando cubre a cabalidad esas condiciones excepcionales. Esto es lo que podría entenderse como principio fundamental para contextualizar de mejor manera el significado del «toro de bandera».

En nuestro código, es asunto que manejamos cotidianamente, pero sin tener claro los parámetros que determinan alcanzar tal privilegio. En el libro Los toros de Bandera, de “El Bachiller González de Rivera” –o sea Juan Guillén Sotelo y Bruno del Amo “Recortes”, publicado en Madrid en 1910-, parece encontrarse la razón de dicho enigma, cuando los autores plantean que:

Toros de bandera se han llamado desde añejos tiempos aquellos que por su bravura y nobleza honraron la ganadería de que procedieran, dejando recuerdo vibrante de la pelea hecha en plaza.

El excelente revistero y gran aficionado D. José Carmona Jiménez, denominaba toros de bandera aquellos que tomasen más de quince puyazos, es decir, que el tipo era el de dieciséis. Por tratarse de autoridad tan legítima y tan olvidada injustamente, nosotros acatamos la clasificación del Sr. Carmona Jiménez, aun no hallándonos conformes con ella. Puede (es decir, podía) un toro tomar veintidós puyazos y ser topón, sin poder y salirse suelto de la suerte; puede adolecer de mil resabios durante el segundo tercio y llegar al último completamente huido o hecho un marrajo. Y eso no es un toro de bandera.

Pero prevaleciendo en la mayoría de la afición antigua la teoría de D. José Carmona Jiménez, la hemos adoptado gustosísimos al consignar en nuestro humilde trabajo, con el elogio merecido, el nombre asaz preferido del gran técnico que dirigió el famoso Boletín de loterías y toros [publicado entre septiembre de 1858 y marzo de 1885], arsenal inapreciable de datos para los que gustamos de estudiar y depurar la historia del toreo.

Pensamos, al hacer nuestro trabajo, remontarlo hasta la época de Francisco Montes, pero hallamos que las revistas de la época (salvo algunas del Correo literario y mercantil) son sumamente incompletas; y es más, hay lapsos de tiempo relativamente importantes en que no se encuentra ninguna. Entonces, hubimos de conformarnos a comenzar nuestro estudio desde 1851, prolongándolo hasta la fecha en que este folleto entre en máquina [es decir, 1910].

Y así lo hicimos. Revisamos, uno por uno, los toros lidiados en corridas estoqueadas por espadas de alternativa en las plazas matritenses antigua y moderna, y a continuación van especificadas por antigüedad de lidia todas las reses que Carmona Jiménez pudo estimar como de bandera, en razón a tomar de dieciséis puyazos para arriba.

Como se verá por quien lea, sin creer perder el tiempo en estas para nosotros gratísimas investigaciones taurinas, desde el toro Velero, de Benjumea, lidiado en 31 de mayo de 1883, no ha habido ninguno que en la Corte (y creemos fundamentalmente que fuera de ella tampoco), haya llegado a tomar dieciséis puyazos. Esto pudiera hacer creer que somos de la célebre estrofa de Jorge Manrique, tan predilecto de los aficionados a toros […con aquello de que todo tiempo pasado… fue mejor]. Y no es así.

En el toreo, como en todo, lo esencial nunca cambia. Lo que se modifica es lo accidental y adjetivo. En el toreo lo esencial es el toro, y hoy se crían y se lidian en mayor o menor número, como antaño sucedía, toros tan bravos, tan grandes, tan finos y tan de bandera como antaño se criasen. Que hoy los toros toman menos puyazos, es cierto. Que los cuatro toros conceptuados como los más bravos y más de bandera lidiados en la plaza nueva madrileña: Jaquetón, de Solís; Tornillito, de Patilla; Catalán, de Miura, y Estornino, de Arribas, no llegaron ni con mucho a dieciséis varas, puesto que Jaquetón tomó nueve, Tornillito diez, Catalán nueve y Estornino nueve, es cierto también; pero… y aquí entra el accidente modificativo, aquellos toros de antaño no se picaron con las garrochas hoy en uso. Compare quien quiera los modelos de puyas de 1850, 1880 y 1905, y verá la diferencia que hay entre una puya de hierro, ancha de base, de mucho tope, afilada en piedra de agua, a una puya de acero, estrecha y larga, vaciada con lima en las tres aristas. No hay toro posible, ni elefante, ni megaterio si existiese, que resista dieciséis puyazos con las lanzas actuales.

Y no se hable de tamaños.-Los toros no son bravos por los centímetros que tienen de alzada ni las arrobas que llevan de peso. Eso les podrá dar poder, cosa muy distinta de la bravura; por mucha alzada y mucho peso que tengan, podrán dar muchas caídas, pero no tomarán más varas que un toro de igual bravura con ocho arrobas menos. Citaremos dos ejemplos. Ningún aficionado negará que el toro Mesonero, de Esteban Hernández, lidiado este año en 8 de Mayo en la plaza madrileña, ha sido un toro de bandera en toda la extensión de la palabra, un soberbio ejemplar de tamaño y trapío en toda época. Pues bien, tomó siete varas, por cinco caídas y dos caballos muertos. La vacada de Carriquiri ha dado antaño y ogaño muchas reses, cuyo número de puyazos recibido ha sido en los diversos tiempos verdaderamente excepcional, y la raza es de las más pequeñas de España.

Así es que, al publicar como curiosidad estos datos, no somos trovadores de un pasado, en la mayoría de los casos hiperbólico. Así como creemos firmemente que de veinte años a esta parte, desde las retiradas de Frascuelo y Lagartijo el Grande, con el corolario de la de Guerrita [esto a finales del siglo XIX], los toreros han decaído de una manera lamentable, no siendo esto sombra, ni en carácter ni en factura, de lo que aquello fue, así creemos que el ganado continúa igual que antes, que hubo también muchos bueyes y se fogueaban muchos toros y se echaban perros a muchos e iban bastantes al corral por mansos del todo. Y hay toros buenísimos, buenos, que cumplen, blandos, huidos, bueyes y mansos como antaño los hubiera; y habría toros de bandera tal como los entendía Carmona Jiménez si se picase con puyas y no con ametralladoras.

Pensar otra cosa fuese incurrir en el vicio, por nosotros censurado, de afirmar a zancas y barrancas que

cualesquier tiempo pasado

fue mejor

 y formar en la compacta multitud de esos viejos que viviendo del recuerdo de lo que antaño vivieron en realidad, dan a la vida encanto retroactivo, y a quienes no hay medio de convencer de que el sol que calienta y tonifica sus setenta inviernos es tan rutilante y fecundador como el que alumbró sus veinte abriles, y que tan lindas, gentiles y graciosas son sus nietas como la primera mujer que cincuenta años atrás gallardeó en su vida. Sol y Belleza son inmutables como esencia que son.

Y bravura es inmutable también, porque también es sustancial…

Con la firma de ambos autores y fechado lo anterior el 16 de julio de 1910.

Hasta aquí la extensa pero necesaria cita de este importante volumen, hoy para el caso, referencia incuestionable. Sólo que es necesario poner tales criterios en el escenario de nuestro país, desde aquellas épocas y hasta, como se sabe, el límite establecido de 1946.

La visión desde la que opinan ambas autoridades corresponde a su presente, 1910, aunque con la indispensable contemplación que remontan hasta 1851.

Por aquellos tiempos, y hasta antes de 1928, los caballos de pica salían al ruedo sin el peto, elemento que comenzó a ser un factor para mejorar la suerte en condición de distanciarse de aquellos cuadros desagradables en los que moría una cuadra completa de caballos. Encuentro con frecuencia en la prensa decimonónica mexicana y, en el último tercio de aquel siglo, notas en las que se apuntaba que “la corrida no fue buena porque sólo hubo dos bajas entre los caballos…”; o algunas más en las que se dice: “el festejo fue excepcional. Hubo 20 caballos muertos”.

En aquellos tiempos la suerte desarrollada en nuestro país, estaba asociada a diversos elementos, entre otros al hecho de que los cuadrúpedos salían sin peto (en la época de Ponciano Díaz, se impuso un implemento que luego, en plan de sorna fue conocido como “babero”, trozo de cuero que iba colocado en el pecho, acompañando en muchos de los casos a la anquera). También es sabido que hubo picadores muy hábiles que defendían la cabalgadura y de que el tipo de puya, no como la actual, terminaba en el entonces conocido “limoncillo”.

De estos y otros asuntos me ocuparé en la siguiente entrega.

OBRA DE CONSULTA

Los toros de Bandera, Juan Guillén Sotelo, “El Bachiller González de Rivera” y Bruno del Amo “Recortes”. Madrid, Establecimiento tipográfico de Ginés Carrión, 1910. 45 p.

 

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La ciudad de México y los toros en 1858, un recuento.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Para ilustrar la presente nota, he escogido una imagen que en sí misma, posee diversos significados. Entre otros, ese detalle en el que siendo poco más del medio día, el sol ilumina tan alineada rúa de la hermosa “Ciudad de los Palacios”.

¡Ni un alma en la calle de san Agustín! (actualmente República de Uruguay).

Parece como si hoy se repitiera aquello.

El magnífico registro fotográfico se debe al viajero extranjero Desiré Charnay quien logró tal vista panorámica, la primera bajo aquella nueva técnica en nuestro país.

Este es el conjunto total de la “Panorámica” de la ciudad de México, tomada desde la torre de la iglesia de San Agustín.

   Solo que en esos momentos, la gente no salía de sus casas por la única razón de que todo tipo de olores nauseabundos, se fermentaban lentamente, haciendo simplemente insoportable un paseo, o salir para cualquier cosa, era toda una hazaña…, como seguramente sucedía si el propósito era ir a las corridas de toros celebradas por aquellos tiempos en la célebre plaza del “Paseo Nuevo”.

Ese año de 1858, fue de los especialmente colmado en festejos. Para los viejos, ya solo eran recuerdos en esos momentos la peste en 1812 y 1813, y luego entre 1833 y 1834 la terrible epidemia del cólera, cuando el registro de pérdidas humanas en esta última circunstancia alcanzó los catorce mil muertos, en una ciudad con 170 mil habitantes.

Sin embargo, y ante lo insalubre que seguían siendo las ciudades, y lo que el alto riesgo de enfermedades habría causado, el hecho es que los aficionados tuvieron en cada uno de aquellos festejos, ya en la ciudad, ya en sus provincias, en disfrutar las gestas del célebre Bernardo Gaviño y Rueda, quien por aquellos momentos, detentaba el control del espectáculo en términos casi de señor feudal. Veamos.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 3 de enero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Iluminación general. Toro de Atenco embolado. Mojiganga en zancos y burros. Fuegos artificiales como: “El pabellón chinesco, el laberinto, la copa encantada y otros”.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 10 de enero. Ocho o diez toros de Atenco y El Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Viernes 15 de enero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Asiste a los toros el Presidente Antonio López de Santa Ana.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 24 de enero. Toros de El Cazadero. Beneficio de Bernardo Gaviño.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 31 de enero. 5 toros del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Un toro en un saco, monte parnaso y toro embolado.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 7 de febrero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Extraordinario fenómeno Alejo Garza, fuegos de artificio. Presencia del Sr. Presidente interino, Gral D. Félix Zuloaga.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 14 de febrero. Corrida de carnaval. 6 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Extraordinario fenómeno Alejo Garza. Coleo, y manganeo de toros a caballo. Se presentará la cuadrilla, caprichosamente vestida de máscara a jugar los dos últimos toros de la corrida. Toro embolado.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 16 de febrero. 6 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Alejo Garza. Mojiganga en máscara, a lidiar el toro sierpe, con el valor y destreza que tiene acreditada.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. (Fecha sin precisar). Beneficio de Bernardo Gaviño. Seguramente esta tarde, que debe corresponder al mes de marzo, se lidiaron toros de la estancia del Tejocote, escogidos personalmente por el conservador Miguel Miramón para la cuadrilla de Bernardo Gaviño. Entre esos toros, fueron célebres el cárdeno “Espejito”, el engatillado “Cometa” y el muy terrible “Veneno”.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 2 de marzo. Última función de la temporada para el domingo (…). Dos corridas a la vez. Toros de Atenco y El Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de abril. Toros del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toro embolado.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de abril. 5 toros de Atenco y 5 del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos funciones en una. Plaza dividida en dos. Función en celebridad del cumpleaños del Escmo. Sr. Presidente general D. Félix Zuloaga y feliz regreso a la capital del Escmo Sr. General D. Luis G. Osollo, quienes la honrarán con su asistencia. 10 toros (…) mas dos toros embolados. Dos mojigangas, una en zancos.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de abril. 5 toros de Atenco y 5 del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos funciones en una. Plaza dividida en dos. Función en celebridad del feliz regreso a la capital del Escmo Sr. General D. Luis G. Osollo, quien la honrará con su asistencia. 10 toros (…) mas dos toros embolados. Dos mojigangas, una en zancos.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 2 de mayo. 5 toros de Atenco y 5 del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos funciones en una. Plaza dividida en dos. 10 toros (…) mas dos toros embolados. Dos mojigangas, una en zancos.

PLAZA DE TOROS DE TOLUCA, EDO. DE MÉX. Fines de mayo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño y toros de Atenco.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Jueves 3 de junio. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Además, mojiganga “De la Tarasca” y toro embolado.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 6 de junio. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 13 de junio. Toros de La Quemada. Cuadrilla de Bernardo Gaviño, en compañía de la hábil torera de León Juana Hoyos, Francisco Soria y Alejo Garza.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de junio. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Gran función extraordinaria a beneficio de Mariano González.

PLAZA DE TOROS DE PUEBLA, PUE. 22 de agosto. Cuadrilla de Bernardo Gaviño y toros de Atenco.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F.  Martes 5 de octubre. 5 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 10 de octubre. Seis toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 17 de octubre. Cinco toros y dos novillos de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 24 de octubre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros de Atenco.

PLAZA DEL PASEO NUEVO, PUEBLA, PUE. En 1858 fue nuevamente reedificada dicha plaza, estrenándola -así fue anunciado- Bernardo Gaviño, llevando de segundo espada a Pablo Mendoza, con toros de Atenco, “entonces ganadería recientemente fundada”. Fueron los festejos, para celebrar los Días de Todos Santos, la primera semana del mes de noviembre.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 14 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Se lidiarán cuatro toros de la raza de San Jerónimo, que hace tantos años no se han visto en esta capital, los cuales serán banderilleados a caballo por el simpático y muy diestro poblano Ignacio Gadea, que tanto sorprendió a este público por su ligereza y habilidad extraordinaria (…).

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 21 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño, alternando con Ignacio Gadea (a caballo). 5 toros de Atenco.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 28 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño, alternando con Ignacio Gadea (a caballo). 5 toros de Atenco. Beneficio de Carolina Perea. Se agregó al espectáculo una ascensión aerostática.

PLAZA DE TOROS EN TOLUCA. Bernardo Gaviño solicita permiso el día 4 de diciembre para celebrar dos corridas de toros.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Viernes 25 de diciembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño, Toros de Atenco y la mojiganga de “los voladores”, que reproducía el antiquísimo volantín de los aztecas, sólo que con la intervención de un toro embolado de Atenco.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de diciembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros de Atenco. Función escena de la divertida farsa en que Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza lidian un valiente toro embolado de Atenco, festejo en él se rifó el aguinaldo de tres onzas de oro, que se entregó con un precioso ramo a la persona favorecida por la suerte.

Así que ya saben… 

…para llegar a la plaza de toros del PASEO NUEVO, que se ve, allá al fondo, se le pide al cochero que tome por la calle de Puente de San Francisco y luego la del Calvario, pasando siempre por la “Alameda”.

El afecto al suntuoso festejo que hoy se ha programado, pasará por entre la arboleda que engalana la acera donde se encuentra el templo de Corpus Christi, en tanto se pueden apreciar las maravillosas lámparas que, con trementina, harán posible que a su salida, los asistentes puedan encaminarse, ya a pie, ya en el carruaje disponible, para acudir a la caminata que se acostumbra por estos días en el “Paseo de las Cadenas”, al pie de la Catedral.

Este es un atrevido daguerrotipo que obtuvo el responsable de alguno de los gabinetes de fotografía establecidos en esta fastuosa ciudad de México, para lo cual tuvo necesidad de sacar toda la parafernalia de aparatos y placas, pues no quiso quedarse con las ganas de dejar, para la posteridad, una vista; la impresión que habría tenido desde la calle de San Francisco, donde se encontraban varios de estos establecimientos al mediar el siglo XIX mexicano.

Nada de embotellamientos, ni de multitudes como hoy día suelen moverse por este mismo lugar. Dinámica curiosa de otros tiempos, detenidos en un mediodía en el que apenas el cochero puede encontrar algún pasaje, dispuesto para soltar un latigazo y gritar a los caballos la orden de partida. Encantadora imagen. En el Programa del “Décimo primer FESTIVAL DEL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO, 1995”, p. 79.

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