POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
En la Purísima Concepción de Celaya, Guanajuato, ya se habían desarrollado diversos festejos a lo largo del virreinato. Las hubo, ya notables, desde 1621, 1655 o 1695. Sin embargo, son de llamar la atención, aquellas que tuvieron lugar entre el 17 de octubre de 1791 y hasta el 12 de enero de 1792, con motivo de la Jura del señor Carlos IV, ceremonia oficial que al menos, en aquel periodo, demandó la organización de las autoridades para dar a las mismas, el alto rango, que incluía una celebración a la que se sumaba el pueblo.
Al tener a nuestro alcance la “Cuenta de gastos” generada como consecuencia de aquellos festejos, conviene detenerse un poco para entender en qué medida se contaba con las capacidades, aunque también con las limitaciones para llevar a cabo la festividad, la cual se vio afectada por dos razones imprevistas.
En aquella ocasión, el asentista, abonador o empresario, D. Juan Gregorio Bosq., se encargó del montaje, pago y demás asuntos de una plaza efímera en la que se realizaron diez festejos, incluyendo aquellas otras actividades cuyo lucimiento fue crecido, aunque no tanto, como el que días atrás se había realizado en San Miguel el Grande, o como las fiestas que, en 1766 se dieron con motivo de la asunción de Carlos III al trono español.
Entre lo que se dispuso, para que no quedara ningún detalle, fue la adquisición de 100 toros de la hacienda de El Salitre, ubicada entonces en la Sierra de Pinos (Zacatecas), siendo su propietario José González Rojo. Esto significó el traslado a pie de ese hato, lo que era costumbre, a pesar de la distancia, lo que pudo tomar algunos días. También eran infaltables el festejo del “toro de once”, la maroma en la que intervinieron “unos diestros italianos” que integraban la entonces célebre compañía Valenciana, encabezada por Vicente Sánchez, volantines, comedias con obras de Antonio Camato. En la plaza, y ya entrados en las diversiones, se requería del servicio de un cohetero, por aquello de los juguetes de diferentes invenciones, iluminación y cohetes.
Para la comedia, se contrataron músicos y cantantes en tanto que, para amenizar los festejos se pagó el servicio de chirimiteros y tamborileros “para que salieran a combidar (sic) por las calles por todos los días”. Esto significaba un auténtico “convite”, el cual fue a lo largo de muchos años, elemento publicitario que, en buena medida se quedó en las provincias.
Se pagó para componer “el animal de Jerusalem”, se realizó una suerte denominada “D. Pedro de Palo”, que requería a su vez de un potro, lo cual podría remontarse a la representación de la suerte de la sortija, reminiscencia del toreo de a caballo. Hubo también monos negros, chivatos, así como una granada con dulces y palomas, lo cual hace imaginar la cucaña o “palo ensebado”. A estos efectos, debe agregarse la presencia de “dos locos”.
Se adquirieron para la suerte de varas una cuadra de “Bueyes de Begoña”, o bueyes sanchos, mansos y amaestrados. Lo curioso es que juntaban su encornadura y frente con la frente y encornadura del toro mismo, mientras el picador en turno ejecutaba una o varias suertes de acuerdo a su propósito inventivo.
Pago a los toreros.
Sin embargo, los celayenses no contaban por aquellos días que las lluvias iban a ser tan notables, por lo que fueron causantes en la baja de asistencia. Del mismo modo, un estropicio inesperado ocasionó que, al permitirse el ingreso a la plaza –entonces ochavada- de un “carro”, tuvieran que hacer el retiro de algunos tablones pero que los encargados del asunto descuidaron, pues al siguiente día ese sector de la plaza se derrumbó, quedando heridos varios de los asistentes. El “carro”, era con toda seguridad, réplica de aquellos carromatos que representaban la antigua figura de las “tarascas”, lo cual significaba una pieza bastante grande.
Se talló una pieza de cantera conocida como “el pirámide”, en cuya parte más alta iba una estatua o “coloso”, con la representación del monarca. Ese monumento, constaba de pedestal, sotabanco, peana, columna y estatua. Precisamente, entre los talladores se encontraba uno de los diestros que actuaron aquella ocasión. Él era Felipe, “el Mexicano”. Es bueno recordar, que en Celaya habitaba uno de los arquitectos más célebres por aquel entonces, Francisco Eduardo Tresguerras, cuyo ingenio se plasmó en aquella pieza.
Finalmente, la plaza quedó a todo lujo –gracias a las nobles y excelentes Pinturas con que (Tresguerras) adornó dichos Tablados-, y para que no faltara nada, fue a colocarse en lugar especial un arco triunfal, también retocado por el artista. Así, las fiestas comenzaron precisamente con la de la Jura, que es la que cobraba mayor importancia.
Y lo tenía muy claro, Juan Gregorio Bosq. al afirmar “que son de mi cuenta los toros que hallan (sic) de correrse, y serán ocho o nueve diarios según que halla lugar de manera que se complete la diversión del día y asimismo los salarios y vestidos de los Toreros que serán cuatro a pie y dos de a caballo, acomodando para el efecto la gente más diestra que se hayare, y les proveeré de caballos poniendo también un buen lucido para que saquen los toros que se mataren con los mozos correspondientes”.
Y aquellos mozos fueron, María García, que recibió la nada despreciable cantidad de 50 pesos por sus servicios, lo mismo que Andrés, “torero”, Felipe “el Mexicano”, Nicolás Casas, torero picador de a caballo y Alonso Gómez “El Zamorano”. Por su parte Juan y José María Montesinos, se les asignó sueldo de 31 pesos 2 reales y al “Tarimbeño”, 20. Así que aquella pequeña compañía bastaba y sobraba para intervenir en las diez tardes.
Y para que no falte detalle al respecto, la Gazeta de México, del martes 29 de noviembre de 1791 apuntaba:
Celaya, Noviembre 18.
En esta Ciudad de la Purísima Concepción se ha publicado por Bando la Proclamación de nuestro Augusto Católico Monarca el Señor DON CARLOS IIII, que se ha de celebrar el día 10 de Diciembre inmediato con Paseo en su tarde, con Misa de gracias, y Paseo de Carros triunfales de los Gremios; el día 11 y el 12 con igual Paseo, que harán los Indios representando algunos pasajes de su Gentilidad, los que terminarán con alusiones a la maravillosa Aparición de nuestra señora de Guadalupe. En estas tres noches habrá fuegos artificiales, en que se han apurado los primores del ingenio, y se iluminará toda la Ciudad.
Desde el día 13 comenzarán dos semanas de corridas de Toros en un Circo famoso por su decoración, habiéndose esmerado con todos los recursos del arte, y se cree será la diversión completa, por el cuidado que se ha puesto en que no falte circunstancia de las que puedan contribuir a su lucimiento.
Las tardes que no haya Corridas, hará en el mismo Circo sus extraordinarias habilidades la famosa Compañía Valenciana de Vicente Sánchez en la cuerda floja y tirante, ejecutando varios saltos nuevos y nunca vistos con el del trampolín, y el portentoso de los cinco caballos; por las noches se harán Comedias muy bien ensayadas y con varias piezas de gusto en sus intermedios.
Se han elegido Toros de raza muy especial, y excelentes Lidiadores de a pie y a caballo, con cuyas prevenciones y las demás referidas se dará al Público una completa diversión.
Y así fue, en efecto, aunque sin faltar aquellos dos puntos que desmerecieron un poco en aquellos festejos, en los cuales hubo necesidad de solicitar a Juan Gregorio Bosq la devolución de $20,275 pesos de la cantidad en que se remató a D. Manuel Soria la plaza de Celaya. Así que solo en la parte económica, no hubo lo que se esperaba.
Este y otros apuntes, forman parte de la que será la segunda edición, corregida, aumentada y actualizada de mi libro “Celaya: Rincón de la provincia y su fiesta de toros durante cuatro siglos”, que se publicó en 2002, y que pronto estará al alcance de los interesados.
DOCUMENTOS CONSULTADOS
Archivo General de la Nación, Ramo Historia: Diversiones Públicas, Vol. 480, exp. 1 que refiere que “Don Manuel de Soria, vecino de Querétaro, sobre que se suspendan las corridas de toros que se han de hacer en Celaya por la Jura de Carlos IV.-1791. 13 f.
El otro documento, corresponde al mismo ramo, exp. Nº 2, de cuyas 110 fojas se toman las que mencionan la “Cuenta de los gastos que se hicieron en la Plaza de Toros que se puso en la Ciudad de Celaya, para la celebración de la proclamación de N. Católico Monarca el Sor. Dn. Carlos IV. Q.D.G.”