Por: José Francisco Coello Ugalde
Como cierre de fin de año, es costumbre un balance de lo hecho y no. En los toros esto no es la excepción. 2021 no fue más que un ensayo ante lo poco permitido por una pandemia ya posicionada para continuar en 2022.
La cantidad de festejos celebrados en México no fue proporcional a las expectativas esperadas, por lo cual se pudo percibir un nulo efecto de la mercadotecnia como factor influyente y atractivo, dirigido a un sector que espera y ha esperado novedades; y no réplicas del más de lo mismo.
El espectáculo carga por sí mismo con una estela de usos y costumbres que si no se ponen al día –sin afectar el valioso contenido de arraigo-, termina por vérsele con disgusto e indiferencia. Sobran voluntades, pero falta creatividad para ganarse la confianza de un público que espera mejores resultados. Creo y he creído que alrededor del espectáculo se ha formado una serie de atractivos que, por sí mismos “venden” y publicitan su pervivencia. El aficionado es paciente, pero su reacción más radical en cuanto no ve resultados concretos es irse de las plazas y ese abandono es, en buena medida, parte y peso de una nostalgia que, como bucle genera sentimientos encontrados apuntando hacia la consoladora y recurrente frase de “todo tiempo pasado fue mejor”.

Rapto de Europa, por Tiziano.
Por lo tanto, en este aquí y ahora es de suyo importante pensar en el futuro de la fiesta, forjado por sólidas columnas construidas de pasado y presente, legitimados por una larga estela de episodios cargados lo mismo de leyenda que de certidumbre o incertidumbre. De otra manera no podría tolerarse el estado de cosas en que es convertida frecuentemente por unos cuantos, que se aprovechan de su nobleza.
El tiempo reciente y el que está por venir, están acelerando un presente que, si no se adapta a sus dictados, es posible un deterioro natural, más que provocado en el espectro taurino, el cual parece no enterarse de esa evolución que, como un tsunami, se viene produciendo un oleaje capaz de llevárselo todo, salvo aquello que esté dispuesto a conservar una sociedad cada vez más resiliente; ya no tanto al confort, sino a la supervivencia sin más.
Estamos siendo empujados por un cataclismo natural y provocado: el cambio climático. La fiesta de toros mostrará cuán resistente habrá de ser frente a sus adversarios, pero también frente a su propio destino. Y cierro aquí la apreciación con una cita planteada por el autor español Víctor Lenore (Soria, España, 1972), incluida en el reciente trabajo Lo que el 20 se llevó, cuando apunta: “Hoy debes pedir perdón si te gustan los toros, un espacio popular no higienizado por el neoliberalismo ni atractivo para las campañas de publicidad de corporaciones tipo Movistar”. Y es que en su “Bailamos juntos o morimos solos”, colaboración incluida en la edición de Cal y Arena, abre diciendo, al respecto de sus percepciones sobre lo que ha significado la pandemia:
“La música popular es el arte más plebeyo (léase el más democrático). [Léase o entiéndase como sigue: “Los toros, como espectáculo popular, es el arte más plebeyo (también el más democrático]. Se puede brillar en ella sin tener apenas cultura, como confirma el hecho de que abundan los ídolos semianalfabetos. Se puede analizar con herramientas académicas, pero es más importante intuirla o conocerla por la vía del empape. Muchas veces nos golpea más fuerte estando ebrios que cuando escuchamos sobrios; también nos agita con mayor fuerza cuando andamos psicológicamente rotos que cuando nos sentimos enteros. Por supuesto, se puede disfrutar por ser inadaptados sociales; de hecho, nos agarramos a ella con mayor intensidad cuando sufrimos situaciones de pobreza, exclusión y marginalidad”.[1]
Todos esos síntomas parecen ocurrir invariablemente en los toros, y ese consuelo o esa idea nos queda para entender de mejor manera tal apreciación, que es tan próxima e inmediata a la propia música popular.
Ciudad de México, 30 de diciembre de 2021.
[1] Carlos Velázquez y Alonso Pérez Gay, Coordinadores. Jorge Carrión, Guillermo Fadanelli, et. al.: Lo que el 20 se llevó. Universidad Autónoma de Nuevo León, Editorial Universitaria UANL, Nexos Sociedad Ciencia y Literatura, S.A. de C.V. y Cal y arena, 2021. 183 p.