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CUANDO LA FIESTA DE TOROS SE UNÍA A LA ASUNCIÓN PRESIDENCIAL.

A TORO PASADO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Hace algunos años (2006 y diciembre para ser más exacto), preparé el texto que ahora comparto. Con motivo de la próxima asunción a la presidencia de la república, misma que asumirá desde el 1° de diciembre de 2018 el Lic. Andrés Manuel López Obrador, parece oportuno adelantar algunos datos que podrían ser de interés, mismo factor que mostramos los taurinos en las decisiones que el nuevo gobernante vaya a tener respecto a la tauromaquia que se desarrolla en nuestro país. Por los antecedentes con que contamos sobre su posicionamiento, es claro pensar sobre el hecho de que es respetuoso de dicha representación, en la medida en que esta se lleve a cabo bajo los términos de legalidad existentes. Quizá con eso, nos demostrará que dentro de las profundas decisiones que deberá poner en práctica, y que son de carácter nacional, el toreo se mantenga sí, bajo su observación, pero con mejores posibilidades de avanzar, demostrando en cada una de las actividades que se llevan a cabo de manera interna o externa que hay propósitos claros por darle el sentido profesional que per se tiene en tanto tradición. No olvidemos que se trata de una actividad comercial, crematística y con fines de entretenimiento que en nada afectan lo dicho por grupos contrarios que persisten en sus afanes de eliminarla y donde lo menos que pueden decir al respecto es que los taurinos son sicópatas.

Ojalá sea del agrado de los visitantes a este blog la presente lectura.

CUANDO LA FIESTA DE TOROS SE UNÍA A LA ASUNCIÓN PRESIDENCIAL.

Nunca antes, en la historia del México contemporáneo, la toma de poder se había convertido en un hecho tan controvertido como complejo. Esto sucedió el 1º de diciembre de 2006, cuando en brevísima sesión, Felipe Calderón Hinojosa –llamado también el “presidente espurio”- protestó ante un pleno de la Cámara de Diputados completamente desquiciado y fuera de control. Luego de ese acontecimiento efímero, la protesta del gabinete se realizó en el hermético espacio del Auditorio Nacional, donde en acto perfectamente controlado por el ejército pudo desarrollarse en medio de una “tranquilidad” mediática y forzosa que estableció el nuevo gobierno. Lamentable hecho dejó una honda huella de humillaciones, de improperios y desconfianzas que al cabo de los primeros días que transcurren se reafirma con la serie de detestables y aborrecibles medidas que fueron siendo tomadas, sobre todo cuando se anunció el recorte al presupuesto en cultura y el aumento al salario entre los miembros de las fuerzas armadas.

Todo este capítulo me lleva a reflexionar sobre la forma en que han cambiado los esquemas desde los tiempos virreinales, pasando por los siglos XIX y XX donde la figura emblemática de un virrey, un presidente, miembro del ejército, o de la iglesia asumía la máxima autoridad del gobierno en medio de la protocolaria ceremonia a la que se sumaban los fastos respectivos, donde el gozo popular se traducía en fiestas donde los toros no podían faltar, en medio también del Te Deum, los fuegos de artificio, los repiques, desfiles y otras conmemoraciones de grata memoria. Precisamente esa “memoria” quedó impresa en infinidad de descripciones de fiesta, sin faltar otras tantas referencias y publicaciones de las que a continuación presento una relación de las mismas.[1]

Obra que, a mi parecer debe considerarse como fuente de registro sobre festejos, y en este caso particular, los ocurridos en 1566, es la de Luis González Obregón: Semblanza de Martín Cortés.[2] En ella se refieren dos acontecimientos: el de la llegada de Martín Cortés, hijo del Capitán General don Hernán Cortés y de doña Juana de Zúñiga entre los años de 1562 y 1563, para lo cual se le recibió entre grandes fiestas:

Al llegar a Coyoacán, villa que pertenecía al marqués, le recibieron como hubieran podido recibir al mismo rey en persona, pues le acompañó la flor y nata de la tierra, entre ella D. Luis de Velasco, el hijo del virrey; y fue de verse la grandeza y el acompañamiento con que se le recibió, gastándose sin cuento el dinero “en galas, juegos y fiestas”.[3]

Representación contemporánea del alanceo de un toro en la plaza de toros de la Carretera de Aragón, en Madrid, hacia principios del siglo XX. En José María de Cossío: Los toros. Tratado técnico e histórico. Madrid, Espasa-Calpe, S.A. 1974-1997. 12 v., V. II, p. 56.

Otro asunto, bastante mezclado con la conjura que, en 1566 ya empezaba a tomar tintes riesgosos, y que terminó más adelante con la detención y ejecución de los hermanos Ávila, es que habiendo dado a luz doña Ana Ramírez de Arellano (esposa del marqués) dos mellizos, el marqués decidió bautizarlos demostrando con ese pretexto su poder y riqueza, aspecto que se capitalizó “con grande aparato y ostentación, celebrando fiestas dignas de un rey, que duraron de seis a ocho días”.[4]

  1. Alemán, Mateo: Sucesos de D. Frai García Guerra, Arzobispo de México, a cuyo cargo estuvo el gobierno de la Nueva España. A Antonio de Salazar Canónigo de la Santa Iglesia de México, mayordomo y administrador general de los diezmos y rentas de ella: Por el Contador Mateo Alemán, criado del rey nuestro señor. Con licencia en México. En la emprenta de la Viuda de Pedro Balli. Por C. Adriano César. Año de 1613.
  2. Ramírez de Vargas, Alonso: ELOGIO PANEGÍRICO FESTIVO APLAUSO iris político, y diseño triunfal de Eneas verdadero, con que la Muy Noble, y Leal Ciudad de México, recibió al Exmo. Señor D. ANTONIO SEBASTIÁN DE TOLEDO, Y SALAZAR; MARQUÉS DE MANCERA. Señor de las Cinco Uillas, y de la del Marmol, Caballero de la Orden de Alcántara: Administrador perpétuo de Puerto Llano; del Consejo de Guerra Virrey, Gobernador, y Capitán de esta Nueva España (…) A quien lo consagra DON (…). Con licencia: en México, por la Viuda de Bernardo Calderón, año de 1664.
  3. Valtierra, P. Manuel de: Sol en León, ascendencia esclarecida. ✝ Exaltación gozosa. ✝ Discurrida en las empressas, y Symbolos Políticos de el Arco Triumphal, que erigió la Ciudad de la Puebla de los Ángeles, para el día diez, y feis de Octubre de ochen- ✝ ta y ocho deftinado a la Solemne, y ✝ [ ✝ ] feliz entrada de [ ✝ ] el Excellentissimo Señor Don Gafpar de la Cerda, Sandobal, Sylva, y Mendoza, Conde de Galve, Gentilhombre de la Camara de fu Mageftad, Señor de las Uillas de Sacedon, y Tortola, Caballero del Orden de Alcantara, y comendador de Zalamea, y Ceclavin (…) Con Licencia, en la Puebla de los Ángeles, en la Imprenta Nueva [  ✝ ]. Plantiniana de Diego Fernández de León.-[  ✝ ] Por el P. Manvel de Valtierra de la Compañía de Jesvs.
  4. Métrica panegyrica descripción De las plaufibles fieftas, que, á dirección del Exmo. Señor Conde Galve, Virrey, y Capitán General defta Nueva-España, fe celebraron, obfequiosas, en la muy Noble, y leal Ciudad de México, al feliz Cafamiento de Nuestro Catholico Monarcha D. Carlos Segundo, con la Auguftiffima Reyna y Señora Doña Maria-Ana Palatina del Rhin, Babiera, y Neuburg. Verfifica fu narración, vn corto Ingenio Andaluz, hijo del Hafpalenfe Betis; cuyo nombre fe ommite, porque (no profeffando efta Ciencia) no fe le atribuya á oficio, lo que folo es en él (aunque tofca) habilidad. Dedicado a la Excelentiffima Señora Doña Elvira de Toledo, y Osorio, Condefa de Galve, Virreyna defta Nueva-Efpaña, á cuyos pies fe poftra el Author. Con licencia. En México: por Doña María de Benavides Viuda de Juan de Ribera en el Empedradillo. Año de 1691.

BOCANEGRA, Matías (atribuido): Addición a los festexos que… se hizieron al Marqués (de Villena) mi señor… México: Bernardo Calderón, 1640.

–: Zodíaco Regio, templo político, al… Marqués de Villena… México, 1641 (Incluye Viage por tierra y mar del Excellentissimo… Marqués de Villena, pt. 4).

TORRES, Nicolás de: Festín hecho por las morenas criollas de la muy noble… ciudad de México. Al recebimiento del excmo. Señor Marqués de Villena… México, 1640.

Viage de tierra y mar, feliz por mar y tierra que hizo el Virrey Marqués de Villena. De Cristóbal Gutiérrez de Medina. México: Iuan Ruyz, 1640.

Viajes del virrey marqués de Villena. Introd. y notas de Manuel Romero de Terreros. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Historia, 1947. Xi, 87 p. ils. (UNAM. Inst. de Historia, 3).

ESTRADA MEDINILLA, María. Relación… a una Religiosa prima suya. México: Francisco Robledo, s.f. (hacia 1640-1641).

También de la misma autora se encuentra la siguiente obra:

Incluido en “Viaje por tierra, y mar del Excellentissimo Señor Don Diego López Pacheco i Bobadilla, Marqués de Villena, i Moia, Duque de Escalona &c. Aplausos y festejos a su venida por Virrey desta Nueva España. Al Excellentisimo Señor Don Gaspar de Guzmán Conde Duque de Olivares, Duque de Salucar la Maior &c. dedicado por el Colegio Mexicano de la Compañía de Iesus. México: Francisco Robledo impresor, 161 para Fiestas de Toros. IVEGO DE CAÑAS, y alcancías, que celebró la Nobilifsima Ciudad de Mexico, a veinte y fiete de Nouiembre defte año de 1640 / En celebración de la venida a efte Reyno, el Excellentifsimo Señor Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Efcalona, Virrey Capitán General defta Nueva Efpaña, &cc. Por Doña María de Eftrada Medinilla. 19 p.

–: Viage por tierra, y mar de… Diego López Pacheco y Bobadilla. México: Robledo, 1641.

GREGORIO MARTÍN DE GUIJO: 1648 – 1664.[5]

1650

-Juramento del señor virrey (Conde de Alva de Lista). Bienvenida, recepción, toros y tocotines de los indios (esto último en Chapultepec). (28 de junio).

-Entrada del virrey entre gran ceremonia. Te deum laudamus, arco triunfal y otros (3 de julio).

-Máscara de los Estudiantes de la Compañía. Máscara a “lo faceto” que se decía en “hacinamiento de gracias de la venida del señor virrey…” (7 de julio).

1651

-Honras del señor Arzobispo. Asistió el virrey, audiencia, tribunales, todas las religiones y mucho número de gente (15 de enero).

-Fiesta de la Cruz en el Rastro. Los rastreros celebraron la fiesta con una lucida máscara de indios, misa, simulacros militares. El turco en el remate del castillo. Participación y compañía del virrey a la plaza, donde hubo tres días de toros. Similar aparato, con el “que se alborotó el reino”, tuvo lugar en diciembre del año anterior (7 de mayo).

-Festejo del conde de Alva, acompañado de la nobleza del reino, paseó con notable concurso de gente en bizarros caballos (29 de junio).

-Fiesta de Santa Teresa con asistencia del virrey y audiencia, a más de las religiones (15 de octubre).

-Toros.[6]

1652

-Iglesia de la Piedad, día de la Purificación de nuestra Señora, apertura de la iglesia, casa y convento a nuestra Señora de la Piedad (acudió a ella todo el reino) (2 de febrero).

-Máscaras. Celebra sus años el virrey con toros, lidiados en el parque (3 de septiembre).[7]

-Consagración del señor arzobispo, con asistencia de diversas personalidades (25 de julio).

-Entrada del señor arzobispo, quien fue recibido con arco de colgaduras y acompañado por diversas órdenes religiosas y el pueblo (3 de agosto).

-Entrada del virrey duque de Alburquerque. Arco en forma acostumbrada (15 de agosto).

-Pendón transferido por la dilación de la entrada del virrey (24 de agosto).

-Toros (22, 23 y 25 de diciembre).

1654

-Salida del Conde de Alva de Lista en medio de gran demostración popular (17 de octubre).

1659

-Entrada del Conde de Baños (16 de septiembre).

-Toros (22 de noviembre).

1662

-Años de la virreina (25 de mayo).

1664

-Pendón asistido del señor obispo virrey (12-13 de agosto).

-Entrada del virrey en Chapultepec. Hubo toros. (7 de octubre).

-Entrada del de Mancera en el gobierno. Hubo toros en Chapultepec (15 de octubre).

-Primera asistencia del virrey en la iglesia de San Lucas (18 de octubre).

-Segunda asistencia, en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen (19 de octubre).

-Asistencia del virrey a Catedral. Fiesta del Patrocinio de Nuestra Señora (9 de noviembre).

-Entrada del señor arzobispo Cuevas (10 de noviembre).

-Posesión del señor arzobispo (15 de noviembre).

(Hasta aquí Gregorio Martín de Guijo).

ANTONIO DE ROBLES (1665 – 1703).[8]

1670

-Recibimiento del señor arzobispo (8 de diciembre).

1673

-Casamiento de la hija del virrey (28 de mayo).

-Entrada del duque de Veraguas a Chapultepec (16 de noviembre).

-Entrada del virrey a la ciudad de México (8 de diciembre).

1683

-Entrada del arzobispo (4 de octubre)

-Fuegos de la cruzada y sarao con asistencia de los virreyes (28 de noviembre).

-Toros en el Volador (2, 9, 13, 23, 28 y 30 de diciembre).

1684

-Toros en la plazuela de la Trinidad. Cañas y máscaras (segunda quincena de junio).

-Los años del hijo del virrey (5 de julio).

1686

-Asiste el virrey a la fiesta de los Betlemitas (27 de diciembre).

1687

-Acto de la Universidad al Virrey (21 de enero).

1688

-Años del virrey. Hubo carreras y comedia (6 de enero).

-Entrada del virrey en público (4 de diciembre).

1695

-Visita de los virreyes a la Santísima Trinidad, donde hubo comedia (31 de enero).

-Toros en Chapultepec (15 de noviembre).

1696

-Entrada del virrey (27 de febrero).

1697

-Entrada del conde de Moctezuma por virrey (2 de febrero).

1701

-Toros por el virreinato del señor arzobispo en la plazuela de San Diego (13-15 de diciembre).

1702

-Recepción del palio por el señor arzobispo (6 de enero).

-Posesión del virreinato (27 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (28 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (2-3 de diciembre).

1703

-Vuelta de los virreyes a la ciudad. Toros (4-6 de junio).

-Toros de los virreyes a la ciudad. Toros. (4-6 de junio).

-Toros que se jugaron en Chapultepec a los años de la señora virreina (25 de junio).

-Toros en Chapultepec, en honor de los años de la hija de los señores virreyes (30 de julio-1° de agosto).

-Toros en Chapultepec a los años del señor virrey. Carreras de los de Toluca, que vinieron a celebrarle los años con dichos toros y juegos de cañas y alcancías. (9 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (10 de noviembre). (297 acontecimientos).

Cuenta Artemio de Valle-Arizpe que don Juan de Guevara, capellán del convento de Santa Inés e ingenio conocido en la ciudad de México, escribió una muy celebrada comedia, y la descripción de la entrada del Virrey Duque de Alburquerque, año de 1653.[9]

1653: Elogio panegírico y aclamación festiva al duque de Alburquerque… México: Hipólito de Rivera, 1653.

…que en realidad no solo fue una, sino que hubo dos obras al respecto. Aquí tenemos la referencia de esa segunda:

GUEVARA, Juan de. Felicissima entrada y recebimiento que… México hizo a… Francisco Fernández de la Cueva. México: Vda. De Bernardo Calderón, 1653. (Faltan p. 3-4).

1653: Miguel Sánchez: El David seraphico, de la solemme fiesta qve la Real Vniversidad de México celebró a la Immacvlada Concepcion de la Virgen Maria madre de Dios: en qve ratificó el jvramento de sv defensa / a deuoción del Bachiller Miguel Sanchez Presbytero. México, por la Viuda de Bernardo Calderón.

1653: Esphera de Apolo y theatro del sol, exemplar de prelados en la svntvosa fábrica, y portada trivnfal, qve la mvy avgvsta, y esclarecida iglesia metropolitana de México erigido, en festivos aplavsos a la venida del ilvstríssimo señor don Marcelo López de Azcona meritíssimo colegial mayor del colegio de San Ildefonso de Alcalá. En México, Por la Viuda de Bernardo Calderón.

1660: Pedro Fernández Ossorio. Título: Ivpiter benevolo astro ethico politico, ideas symbolica de principes Qve en la svmptvosa fabrica de vn arco trivmphal dedica obseqviosa, y consagra festiva la illvstrissima iglesia metropolitana de México Al Exmo señor D. Iuan de la Cerda, y Leyba, conde de Baños, marqves de Leyba. México., Vda. de Bernardo Calderon.

1664: RAMÍREZ DE VARGAS, Alonso. Elogio panegírico, festivo aplauso, iris político, y diseño triunfal… con que… México recibió al… marqués de Manzera… México: Vda. De Bernardo Calderón.

En Guillermo Tovar de Teresa: Bibliografía novohispana de arte (Primera parte) Impresos mexicanos relativos al arte de los siglos XVI al XVIII.  Prólogo de José Pascual Buxó. México, Fondo de Cultura Económica, 1988. 2 V. Ils., facs.

1670: PEÑA PERALTA, Alonso de la, y Pedro Fernández Osorio. Pan mystico: numen simbólico, symulachro político que… erigió…. la… imperial metropolitana iglesia de México a… Fr. Payo Enríquez de Ribera… México: Vda. De Bernardo Calderón.

1679-1680: Transformacion theo politica ydea mythologica de príncipe pastor sagrado proteo, alegorizada en imágenes, descifrada en números qve en el aparato magnifico del triumphal arco y padrón glorioso, en el fausto día de su plausible recibimiento dispuso y consagró al ilustmo. y rev.mo señor D. D. Francisco de Agviar Seijas y Vlloa.

1680: RAMÍREZ SANTIBAÑES, Juan Antonio. Pierica narración de la plausible pompa con que entró en… México, el… conde de Paredes… México: Francisco Rodríguez Lupercio, 1680.

1680: SIGÜENZA Y GÓNGORA, Carlos de. Glorias de Querétaro. México: Vda. De Bernardo Calderón, 1680. (Contiene también Primavera indiana).

1681: Géminis alegórico… triumphal pompa, y festivo diseño… que… Puebla… consagró… a la… entrada del… virrey… México: Francisco Rodríguez Lupercio.

1702: Triumphal pompa, y festivo aparato en que bajo la idea del Dios Apolo, se sombrearon las heroycas empressas [microforma]:de el excmo. señor D. Juan Francisco de Guemes y Horcasitas, theniente gl. de los Reales Exercitos, Governador, que fue, de la ciudad de la Habana actual Vi-Rey, Governador, y capitan general de esta Nueva-España, y presidente de la Real Audienica, y Chancilleria, &c: en el sumptuoso arco, que para su publico ingresso erigió al afectuoso esmero de la nobilissima, e imperial Corte Mexicana.

Contiene: Relacion comica, e individual noticia de el Arco Triumphal, que para la publica entrada de el Excmo. señor D. Juan Francisco de Guemes y Horcasitas… erigió la nobilissima, é imperial ciudad de México.

Triumphal Pompa, que la… Ciudad de México, dispuso a la entrada del Exmo. Señor, Marqués de Cassa Fuerte… México: José Bernardo de Hogal, 1722.

1722: «Prometheo alegorico que la insigne iglesia metropolitana de México, dispuso en su entrada, al Exmo. señor, don Jvan Antonio Vázquez de Acuña, marqués de Cassa Fverte»… México, J. B. de Hogal, 1722.[10]

1724: LÓPEZ, Patricio Antonio. General aclamación de la lealtad mexicana; en la más solemne jura de… Luis Primero… México, 1724.

1732: CABRERA Y QUINTERO, Cayetano. Viva copia del magnánimo, sagrado machabeo Joan Hyrcano, el ilmo señor doctor don Joan Antonio de Vizarrón, y Eguiarreta… México: José Bernardo de Hogal, 1732.

1739: NAVARRETE, Francisco Antonio. Relación peregrina de el agua corriente, que para beber… goza la… ciudad de Santiago de Querétaro… México: José Bernardo de Hogal, 1739.

1743: CABRERA Y QUINTERO, Cayetano (Atribuido) Métrico indicio, y representación panegyrica del triumphal areo… al recibimiento… del excmo. Sr. D. Pedro Debrián y Augustin, conde de Fuenclara… México.

1743: Cayetano de Cabrera y Quintero:Nuevo Ulysses, delineado según el original del grande Homero, en las tablas de Odyssea y espendido en el arco triumphal, que la primada Nueva España Santa Iglesia de México, erigió en sus puertas al ingresso del excelentissimo s[eño]r d[on] Pedro Cebrián Augustín […] virrey gobernador, y capitán general de esta Nueva España. [manuscrito]

1756: ABARCA Y VALDA, José Mariano de. Loa, y explicación del arco… en la entrada que hizo… el… marqués de las Amarillas… México: Bibliotheca Mexicana, 1756.

1756: Título: Acción cómico-alegórica, que en applauso y recibi[mi]ento a los exc[elentísi]mos señores d[on] Augustin, y d[o]ña María Luisa de Ahumada y Villalón, marqueses de las Amarillas, virreyes de esta Nueva Hespaña etc. se representan en el Colegio de S[an] Miguel de Beth[le]n de esta ciudad de México, año de 1756.

1771: RUIZ, Tomás Antonio. Descripción joco-seria de la entrada pública que hizo… en… México… el excmo. Señor Frei d. Antonio María de Bucareli y Ursúa… México: Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

1771: Descripción joco seria de la entrada pública, que hizo en la mui noble imperial ciudad de México el día 31, de octubre de 1771, s.l., s.f.

1808: Enciso, Joaquín y del Callejo, Josef: Sinceras demostraciones de júbilo, con que el Real y Pontificio Seminario Palafoxiano de S. Pedro y S. Juan de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la América Septentrional concurrió a celebrar la solemne Proclamación de nuestro Augusto Soberano el Señor Don Fernando VII, de Borbón el amado, y del glorioso triunfo de las armas españolas por su rescate y defensa, contra la perfidia del Emperador de los franceses Napoleón I… y la dedican a la Ínclita Nación Española. México, Imprenta de Arizpe, 1808.

1809: García Quiñones, José: Descripción de las demostraciones con que la muy noble y muy leal Ciudad de Puebla de los Ángeles, segunda de este Reino de Nueva España con su presidente Señor Manuel de Flon Conde de la Cadena, gobernador política y militar de ella… solemnizaron la pública proclamación y el Juramento Pleito homenaje que la mañana del 31 de agosto de 1808 Don Fernando de Borbón Séptimo de este nombre nuestro Rey. En la Imprenta de Pedro de la Rosa, año de 1809.

1822: Sencilla manifestación de las funciones con que la Villa de San Miguel el Grande solemnizó la jura de las Tres Garantías, y la sanción de la Independencia del Imperio Mexicano, celebrada en la Villa de Córdoba, que por encargo del muy Ilustre Ayuntamiento de dicha Villa, escribiera un religioso del Convento de San Francisco y un individuo distinguido de la Compañía de Milicias…, México, Imprenta de don Mariano Zúñiga y Ontiveros.

Diario de sucesos notables (1752-1758). México, Imprenta de Juan R. Navarro, Calle de Chiquis Nº 6, 1854. T. VI, comprende los años 1754-1756 (269 p.)

5 de noviembre de 1755 (p. 180): De Puebla escriben, que el 27 del próximo pasado llegó a aquella ciudad el Exmo. Sr. Marqués de las Amarillas, quien hizo su entrada pública (corriéronsele tres días de toros).

24 de noviembre de 1755 (p. 188): Plazuela del Volador, vistosamente colgada, principiaron los toros en obsequio de la llegada de SS.EE; en mañana y tarde se lidiaron catorce toros, sin que se hubiera experimentado ninguna desgracia, continuáronse otros cuatro días, siendo los concursos numerosísimos, y en todos ellos se logró el que no se experimentase ninguna fatalidad; dio S.E. muchos premios a los toreadores de a pie y de a caballo que demostraron su habilidad.

1768: Breve descripción de los festivos sucesos de esta ciudad de la Puebla de los Ángeles: Anexando la succinta descripción de las fiestas que en esta ciudad de la Puebla se hicieron / por D. Thomas Antonio Ruiz. En honor del venerable siervo de dios, Don Juan de Palafox y Mendoza. Panfleto original publicado en Puebla en 1768 con motivo de la canonización del arzobispo Palafox y Mendoza. Incluye poemas de José Muñóz, Diego Miguel Quintero, Manuel del Castillo y Tomás Antonio Ruiz. 50 p.

Diario de sucesos notables (1752-1758). México, Imprenta de Juan R. Navarro, Calle de Chiquis Nº 6, 1854. T. VII, comprende los años 1756-1758 (262 p.).

26 de julio de 1756 (p. 16): La mañana del 26 pasaron SS. EE. [los virreyes D. Agustín de Ahumada Villalón, Marqués de las Amarillas, y Dª Merced Luisa de Ahumada y Bruna, Marquesa de las Amarillas] al pueblo de San Ángel a la casa de Campo del Sr. Oidor decano D. Francisco Antonio Chávarri, quien les tuvo un ostentoso festejo, siendo correspondiente el banquete y refresco: concurrieron a esta función muchas personas de distinción, y en aquel pueblo había varias familias que pasaron a él con el motivo de celebrarse en el convento de Carmelitas el Corpus y Señora Santa Ana, y divertirse en las amenidades que ofrece aquel país: mantuviéronse SS.EE. en el siguiente día 27, por haber corridas de toros y otras diversiones, que les fue preciso estarse hasta después del anochecer, restituyéndose a esta ciudad a las once de la noche.

30 de mayo de 1758 (p. 258): La mañana del 30, días de S.M. el Sr. D. Fernando VI, que dios prospere, en la santa iglesia catedral hubo misa de gracias (…)

Concurrieron también muchas señoras principales, y al anochecer se ministró un amplio refresco, siguiendo luego un festejo que duró hasta la media noche: háse construido en este pueblo (de San Ángel) una hermosa plaza de toros con crecido número de cuartones, sus barreras, lumbreras y tendidos cubiertos, primorosamente pintada, que tenía de costo 4,000 pesos, y que principiarán a correr el día 5 del próximo venidero; festejo con que obsequian a SS. EE. El actual gobernador y justicia mayor del Estado y marquesado del Valle, por estar aquel lugar dentro de su gobierno.

1771: Descripción joco-seria de la entrada publica, que hizo en la mui noble [i]mperial ciudad de México en dia 31. de Octubre de 1771. El excmô. señor [?]rei D. Antonio Maria Bucareli, y Ursua, Henestrosa, Laso de la Vega, Villasis, y Cordova, [ca]ballero del orden de S Juan, Comendador de la Bóbeda Toro en el mismo orden,… &c. &c. Dispúsola D. Thomas Antonio Ruiz. — [México]: En México la imprenta de D. Felipe de Zúñiga y Ontiveros, calle de la Palma, año de 1771. [8] p.

1771: Explicacion / de los adornos / simbólicos i poeticos / del Arco de Triunfo, / que para la entrada / pública i solemne / del Excmô. Sr. / Frei Don Antonio Maria / de Bucareli i Ursua / Henestrosa Laso de la Vega Villasis i Córdova, Caballero / Comendador de la Bóbeda de Toro en el Orden de San / Juan, Teniente General de los Reales Egércitos de S. M. / Virrei Gobernador i Capitan General de esta N. España, / Presidente de su R. Audiencia, Superintendente General / de la R. Hacienda, Presidente de la Junta del Tabaco, / Conservador de este Ramo i Subdelegado General / del Establecimiento de Correos Marítimos / en este Reino &c. &c. / Erigio / esta Nobilisima e Imperial / Ciudad de México. / El dia 31 de Octubre de 1771. / Por D. Joachin Velasquez de Leon / Colegial Maior Antiguo de Santa Maria de Todos / Santos, Abogado de la Real Audiencia, i Catedrático / de Matematicas de la Real Vniversidad. / Con las licencias necesarias — [México]: Impresa en México por D. Felipe de Zúñiga i Ontiveros calle de la Palma, año de 1771. [2], 22 p.

Diario de sucesos notables, escrito por C. (…) y comprende los años de 1675 a 1696). En: Documentos para la historia de México, T. VIII. México, Antigua librería de la voz de la Religión, de T.S.G. calle de San Juan de Letrán número 3, 1854. (96 p.).

-5 de octubre de 1686 (p. 40): El día 5 entró el nuevo virrey a Chapultepec, amaneció purgado (…). al día siguiente, hubo toros en Chapultepec y gran concurrencia.

-12 de enero de 1695 (p. 90): El día 12 hubo toros en la Piedad, en celebridad de los años del virrey. El Conde de Santiago y otros caballeros torearon en su obsequio. En 1º de noviembre de 1821, torearon varios de los llamados generales en la plaza de San Pablo en obsequio de Iturbide: distinguiéndose como buen garrochero (Luis) Quintanar.

Y la siguiente página es el inicio de: El diario curioso de México de D. José Gómez. Cabo de Alabarderos. Está publicado en lo que se creyó conveniente en los primeros números del Museo mexicano del año de 1848, tomo primero. Documentos para la historia de México. México, Antigua Imp. De la Voz de la Religión, de T.S.G. calle de San Juan de Letrán número 3. 1854. 156 p. (Incompleto). Este documento se torna en un aporte más, aunque sólo contiene algunas referencias bastante vagas y breves sobre el tema taurino.

Joseph Gómez de la Parra: Famosos triumphos y victoriosos trofeos, que el día 15 de julio del año de 1708, el primero del festivo triunfo, que celebró el Illmo. v. dean y cabildo, sede bacante, de la Santa Iglesia Catedral de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España en honor de la Inmaculada Concepción de María SS. N. S. su titular, para dar gracias á Dios N. S. por el feliz nacimiento de su alteza el Sr. don Luis I, príncipe de las Asturias / prenuncio a la siempre augusta y católica majestad de el Sr. don Felipe V, rey de España y emperador de las Indias, su excelso padre, y lo dedica y consagra, al siempre invicto monarca y cristianísimo rey de Francia su bisabuelo, el Sr. don Luis XIV, el Dr. don (…).-Puebla: Oficina de don Joseph Pérez [1709]. 80 f.[11]

 Gustavo Curiel: “Fiestas para un virrey. La entrada triunfal a la ciudad de México del conde de Baños. El Caso de un patrocinio oficial. 1660”. En: Patrocinio, colección, y circulación de las artes. XX Coloquio Internacional de Historia del Arte. México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1997. 826 p. Ils., facs. (p. 155-193). (Estudios de Arte y Estética, 46).

1792: SAN LUIS POTOSÍ, cd. El Ayuntamiento de San Luis Potosí informa al virrey Revillagigedo que don Pedro Alonso de Alles remitirá medallas de oro, plata y cobre para que sean enviadas al monarca y su familia. Se detalla que las de oro son once, veinte de plata y veinte de cobre, y a quiénes deben otorgarse. Se incluyen los testimonios de amor y fidelidad sobre la proclamación del nuevo monarca Carlos IV y una descripción detallada de los festejos, adorno de las calles y casas, así como actos relativos al evento. Archivo General de la Nación, Ramo: Policía, Vol. 111, exp. s/n, fs. 381, 400.[12]

 1810: MÉXICO, cd. Cuentas de los gastos erogados con motivo del recibimiento del virrey don Francisco Xavier Venegas, entregadas por el licenciado don José Ramón de la Peza en representación del fallecido regidor Ignacio José de la Peza, su tío. Se describen muebles –entre ellos una cama imperial charoladas, obra de Manuel Tolsá, a quien se pagaron 750 pesos-, ropas de cama, adornos y telas, candiles, enseres de casa, diversos muebles, alimentos, bebidas, vinos, dulces y golosinas, adorno de las calles, flores y los gastos para recibirlo a su entrada a la ciudad. Archivo General de la Nación, Ramo: Policía, Vol. 129, exp. 1, fs. 1, 78.[13]

Relación y descripción del Templo Real de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, y su Catedral. Que de orden de su majestad acabó, y consagró a 18 de abril de 1649 el Ilustrísimo y Reverendísimo Señor Don Juan de Palafox y Mendoza, del Consejo Real de las Indias, y Obispo de esta Diócesis: Su despedida, y salida para los Reinos de España. Con dos cartas Pastorales del mismo Ilustrísimo Señor sobre la materia. Escrita por el Licenciado D. Antonio Tamariz de Carmona, Cura, y Vicario por su Majestad del Partido de Teziutlán. Dedícala al Excelentísimo Señor D. García de Avellaneda y Haro, Conde de Castrillo, Gentilhombre de la Cámara de su Majestad, Comendador de la Obrería en la Orden de Calatrava, de los Consejos de Estado y Guerra, y Presidente en el Real, y Supremo de las Indias.[14]

1818: Colombini y Camayori, Francisco: Canto lírico anacreóntico que con el justo y plausible motivo de celebrar los dias de nuestra Exma. Señora Vireyna Poña Rosa Gastón de Apodaca, dixo y en fiel testimonio de su profundo respeto, tiene el honor de dedicar a S. E. el Teniente Coronel Conde de Colombini, agregado al Real Cuerpo de Inválidos de esta Nueva España. — México, imp. de D. Alexandro Valdés. [1818] 1 p.l., 11p.

1822: [En la solemne coronación del Señor Don Agustin I, Emperador de México.] — México, imprenta Imperial del Sr. Valdés. [1822] 4p.

1822: [PLAUSIBLE aclamación a nuestro querido Emperador Agustin Primero] — México, imp. de D. Mariano Ontiveros. [1822] [4]p.

1817: A los felices dias del excmo. Señor Don Juan Ruiz de Apodaca conde del venadito, virey, gobernador y Capitan General de Esta N. E. &c. &c. &c. — [México: s.n., 1817?] [2] p.

1820: Anfriso, Pseud. Los días á nuestro virey el excelentisimo señor D. Juan Ruiz de Apodaca, Conde del Venadito, etc. etc. etc. por el ciudadano… — Méjico, Imp. de Ontiveros. [1820] 1.l. 15cm.

1793: Diego García Panes: Diario particular del camino que sigue un virrey de México. Desde su llegada a Veracruz hasta su entrada pública en la capital […] [1793], transcripción de Alberto Tamayo, estudio introductorio de Lourdes Díaz-Trechuelo, Madrid, CEHOPU / CEDEX (Ministerio de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente), 1994.

La obra de Francisco de Solano: Las voces de la ciudad. México a través de sus impresos, 1539-1821, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994. LXX + 330 p. (Biblioteca de Historia de América, 9), es una fuente fundamentalísima para estos asuntos que se tratan aquí. Verán porqué.

Este mismo texto, con algunas variantes, incluso en el mismo título: “Las voces de la ciudad de México. Aproximación a la historiografía de la ciudad de México”, aparece en: La ciudad. Concepto y obra. (VI Coloquio de Historia del Arte). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1987. 289 pp. Ils., fots., facs. (Estudios de Arte y Estética 19). (El material de Francisco de Solano aparece de la página 55 a la 77).

Por considerar de vital importancia sus apreciaciones al respecto del tema que ahora nos convoca, quiero traer aquí su segunda sección, denominada

La ciudad festiva.

Los momentos de regocijo fueron numerosos durante el periodo colonial máxime cuando el marco urbano era, a la vez, sede de la capitalidad de un virreinato. Al tiempo de la festividad municipal se añadían las ocasiones en las que debían festejarse determinadas fechas nacionales y todo el ancho capítulo abierto por la generosidad con que la capital recibía a sus autoridades. Manifestaciones multitudinarias hechas para fustigar el gozo masivo, como la masiva diversión para provocar contentos y motivar intercomunicación entre pueblo y autoridad. La misma característica abierta al entusiasmo se orienta con la muerte. Las exequias, los duelos, los funerales, los túmulos a los virreyes muertos en ejercicio, el dolor por los monarcas y sus familiares fallecidos a millares de kilómetros de distancia auténticamente se vivía, doloridamente, con participación multitudinaria de toda la ciudad: unida tanto para el regocijo como para la tiniebla.

La misma generosidad para estos actos se refleja en la literatura que los comenta y trata. Un elevado número de folletos, textos, recogen estas manifestaciones masivas, que muestran una cara visible ciudadana, tan importante como el puesto que México adquiere en el Mundo Hispánico. Así este apartado contaría con las siguientes subdivisiones:

Fiestas municipales

Fiestas nacionales

Festejos con motivo de la llegada de autoridades

Participación en acontecimientos políticos españoles

Túmulos, exequias, duelos.

Esta historiografía señala cómo la ciudad intenta divertirse. Frente a la monotonía de la rutina, la festividad rompe con alboroto la igualdad de los días anodinos, en donde hasta la comida es semejante todos los días. En el cómo se gasta el tiempo festivo, en el cómo se emplea, y en qué proporción de participación tienen las clases sociales son aspectos que pueden encontrarse en esta manifestación que obtiene tan rica historiografía, de la que se presentan ciento treinta y tres ejemplos de otros tantos textos que describen la circunstancia de un determinado regocijo.[15]

Las fiestas municipales se suscriben a unas cuantas. La ciudad corre con los gastos de luminarias, castillos y fuegos de artificio, comedias y juegos de lanzas, toros y cañas, pago de cera, aceite, sermón y estipendio por las misas. Todo ello para alegrarse masivamente por el patrocinio de sus santos patronos. Ante la inseguridad y la incertidumbre que vive la ciudad colonial, se apagan las angustias mediante la protección solicitada a los patronos. Los días de fiestas grandes se hallan dedicados: a San Hipólito, el 13 de agosto; a la Virgen de los Remedios, el 1º de septiembre; el 11 y 12 de diciembre a la Virgen de Guadalupe. En la primera ocasión, además el municipio salía corporativamente con todo boato y lujo exterior posible, desde el cabildo a la catedral, y luego a la iglesia del santo, para verificar el homenaje y el paseo del pendón: ceremonia que se ejecutaba desde que Carlos V lo fijara en real cédula en 1530 “en celebridad de la rendición de esta ciudad a las armas católicas”. Junto a estas fiestas grandes, que se celebraban conforme a su talla, un número elevado de fiestas de tono menor, para celebrar los otros patronos de la ciudad: San José, San Antonio Abad, San Felipe de Jesús, San Bernardo y San Antonio de Papua, San Francisco Javier, San Isidro, la Candelaria y el Corpus.

Veinticinco obras se recogen, desde 1579 a 1810, que hablan de fiestas muy varias: bastantes de ellas, procesiones de la Virgen de los Remedios, desde su ermita a la ciudad; lo mismo que a la Virgen de Guadalupe, pero también gozos por la beatificación o canonización de santos españoles: Santa Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Juan de Dios, Francisco de Borja, en una sola ocasión con pasión de paisanaje la de Felipe de Jesús.

En otras ocasiones la festividad venía provocada por motivos gubernamentales: proclamaciones de nuevos monarcas y juras de la población, festejos por los cumpleaños o días onomásticos de los reyes, lo mismo que por sus casamientos o el nacimiento de sus hijos. Una verdadera identidad entre capital de virreinato y dinastía reinante se verifica desde bien temporano: historiográficamente desde 1557 en que se imprime el “comentario de la jura hecha al invictísimo rey don Felipe II”. La última de las manifestaciones, en 1809, en que se efectuó la jura de Fernando VII. Entre ambas se registran dieciséis ejemplos.

Cada una de estas festividades se verifica con aparato y plena participación de la ciudad. Pero donde la ciudad colonial se singulariza de los otros núcleos urbanos occidentales del tiempo moderno es en los festejos surgidos con motivos de la llegada de las autoridades. Virreyes y arzobispos son acogidos con una generosidad y un aparato que sólo la inventiva del barroco podría haberse atrevido a desarrollar con tamaña categoría. El fervor de la acogida se montaba en torno a un arco, el arco triunfal que representaba no sólo una obra maestra de la arquitectura en madera, sino ocasión de otros tantos motivos de piezas literarias, pictóricas, escultóricas en yeso o estuco. Además de reflexión de literatura política en donde emblemas y jeroglíficos, junto a elementos decorativos, cifraban las virtudes que la ciudad esperaba de sus gobernantes: a veces, tan intrincados los emblemas, que precisaban de explicación. Dramatismo y exuberancia que son elementos de raigambre en un México cada vez más seguro de su categoría de ciudad privilegiada de ciudad capital. Los arcos triunfales se suceden en catarata, sobre todo desde 1640 a fin del XVII [e incluso hasta bien entrado el XIX o al comenzar el XX. N. del A.], acompañados siempre de una literatura que perpetúa los asombros y las admiraciones. Arcos que seguirán montándose durante el Setecientos, pero con ánimos más sosegados, como si las ansias del siglo XVII se hubieran envejecido. Es justamente en estos arcos que la ciudad levanta en honor de sus autoridades donde se observa el destino capitalino: la literatura que recoge estas actividades efímeras –muy numerosa, por cierto, cuarenta y seis títulos- es puntual en destacar el papel de la ciudad de México: es, se la define, “metrópoli del imperio occidental”, “corte ilustre del occidental imperio”, y “siempre noble, ilustre, imperial, regia ciudad de México, metrópoli de América y Corte de su Nueva España” y no son títulos vanos, sino que actúa tal como proclama.

Pero lo verdaderamente significativo es el papel que los acontecimientos del mundo hispánico tienen y obtienen en la ciudad de México. se viven en una tal sincronía que denotan la perfecta preocupación por las coyunturas políticas hispánicas, capaces de interesarse por sucesos que afectaban a una misma extendida comunidad.

El mismo fervor que se muestra por la alegría, se dedica a la muerte. A la que se ha ido habituando durante la vida, como un entrenamiento, educando al fiel a través de oradores, predicadores. Los ayes, duelos, exequias, funerales, epitafios y oraciones fúnebres se levantan, también, como espectáculo y fenómeno de masas, pero ciertamente como escenificación del sentimiento final, y como otro ejemplo vivo más que recordarle al vecino de México que “la vida es un río que va a dar al mar que es el morir”. Como homenaje de la ciudad a las autoridades fallecidas en su cargo, como a pontífices, y familia real. La misma agilidad de un arte breve, que dura lo que dura un llanto, el aparato de los arcos triunfales se paraleliza con los túmulos. Es casi la misma idea, el mismo decorado, el mismo sentimiento de servir de portada –al buen gobierno uno, a la eternidad los otros-, tratados del mismo modo: cargado y recargado de emblemas, figuras, símbolos, jeroglíficos en loor del difunto. Túmulo y arco triunfal tenían que “inventarse”. Las claves de los inventos y las soluciones de los jeroglíficos se imprimieron, junto a la descripción de los fastos y de los lamentos, junto a los nombres de los artistas, de los músicos. Denotando siempre niveles culturales y profesionales de artífices y artesanos, que obtenían con él un merecido reconocimiento. Elementos todos que se conjuntan a las oraciones fúnebres y a los sermones de regocijo: los opúsculos repletos de datos sobre la ciudad en gozo y sobre la ciudad doliente.

Todo ello crea un estilo y un comportamiento. No sólo masivo, sino individual. Por eso, cuando el ciudadano se alegra o se conduele en su propio nivel a su propia escala, y a su propia estatura, imita la grandilocuencia de la fiesta: ya fuese para alegrarse, como para morir.[16]

Esta obra, la de Francisco de Solano,[17] contiene un número de otras tantas referencias que por su naturaleza y curiosidad, no me resisto incluirlas a continuación.

HISTORIAS GENERALES DE LA CONQUISTA. FUNDACIÓN Y DESCRIPCIONES DE LA CIUDAD DE MÈXICO.

p. 14, ref. 20A: RIBADENEIRA Y BARRIENTOS, Joaquín Antonio. 1757. Diario notable de la excma. Sra. Marquesa de las Amarillas, virreina de México, desde el puerto de Cádiz hasta la referida Corte, escrito por un crfiado de su excelencia. México, Biblioteca Mexicana.

VIDA DIARIA. NORMATIVA VIRREINAL SOBRE CIUDAD DE MÉXICO

p. 43, ref. 245: 1770 BANDO de 5 de noviembre, del virrey Marqués de Croix, prohibiendo que durante las corridas de toros salten espectadores a la plaza, así como otras medidas para el mejor orden en las corridas.

AGN, Bandos VII, 87.

p. 43, ref. 246: 1770 BANDO del virrey Marqués de Croix por el que se expresan los nombres de los toreros y las castas de los toros que van a lidiarse durante los festejos: señalando las calles en donde han de situarse los coches de los espectadores.

AGN. Bandos, VII, 88.

NORMATIVA DE GOBIERNO

p. 50, ref. 315: 1772. BANDO de 5 de febrero, del virrey D. Antonio Ma. de Bucareli, mandando hacer demostraciones de júbilo por el nacimiento del Infante Don Carlos Clemente.

AGN. Bandos, VIII, 17.

p. 50, ref. 316: 1775. BANDO del virrey D. Antonio María de Bucareli, ordenando hacer fiestas por el nacimiento de la Infanta Dª Carlota. México.

ACTIVIDADES CONSTRUCTIVAS. CONSTRUCCIÓN DE TEMPLOS Y MONUMENTOS.

p. 104, ref. 925: BÁRCENA VALMASEDA, Miguel. 1648. Relación de la pompa festiva y solemne colocación de una santa y hermosa cruz de piedra que el Ilmo. Sr. Don Juan de Mañozca, arzobispo de México… trasladó al cementerio de esta iglesia catedral de México. Y del célebre novenario, jubileo de cuarenta y ocho horas y procesión de sangre que se tuvo por la peste y necesidades públicas de la monarquía y de este Reino. México. Hipólito de Ribera.

VIDA FESTIVA. FIESTAS NACIONALES.

p. 168, ref. 1514: CORTO INGENIO ANDALUZ. 1691. Métrica panegírica, descripción de las plausibles fiestas que, a dirección del Excmo. Sr. Conde de Galve, virrey, se celebraron, obsequiosos, en la muy noble y leal Ciudad de México al feliz casamiento de nuestro católico monarca Don Carlos II con la augustísima Reina y Señora Doña María Ana, palatina del Rhin, Neoburgo y Baviera. Versifica su narración un (…), hijo del hispalense Betis, cuyo nombre omite porque (no profesando esta ciencia) no se le atribuya al oficio lo que sólo es en él (aunque tosca) habilidad. México. María Benavides, viuda de Juan de Ribera.

p. 172, ref. 1560: 1786. Rendido y fiel obsequio en festiva demostración de los felices días del Excmo. Sr. Don Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez, virrey. México. José de Jáuregui.

p. 172, ref. 1561: VALDÉS, Manuel Antonio. Apuntes de algunas de las gloriosas acciones del Excmo. Sr. Don Bernardo de Gálvez, conde de Gálvez, virrey… hacíalos, en un romance heróico, Don (…), autor de la Gazeta Mexicana. México, Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

p. 175, ref. 1572: AYROLO CALAR, Gabriel de. Canción y jeroglífico que se hizo a la entrada de México del virrey Marqués de Montesclaros. En “Pensil de príncipes y varones ilustres”. 1617. Sevilla, Fernando Rey.

p. 175, ref. 1574: MUÑOZ MOLINA, Juan. Elogia en verso del Excmo. Sr. Marqués de Cerralbo, virrey. México, 1631.

p. 175, ref. 1575: ADICIÓN… a los festejos que en la ciudad de México se hicieron al Marqués de Villena, mi señor, con el particular que le dedicó el Colegio de la Compañía de Jesús. México, 1640, Bernardo Calderón.

 p. 175, ref. 1579: ESTRADA Y OROZCO, Sabina. Relación de las dos entradas del Excmo. Sr. Don Diego López Pacheco, Marqués de Villena, Duque de Escalona, virrey, y del Ilmo. Sr. Don Juan de Palafox y Mendoza, Obispo de Puebla y Visitador General de este Reino. México, 1640, Francisco Robredo.

p. 175, ref. 1580: Festín hecho por las morenas criollas de la muy noble y muy leal Ciudad de México al recibimiento y entrada del Excmo. Sr. Marqués de Villena, virrey. México, 1640.

p. 175, ref. 1581: RÍOS ZAVALA, Juan de los. Mexicus animata: Oratio panegyrica in Academia Mexicana prolata curam Excmo. Dom. Marchione de Villena Nova Hispaniae pro Rege. México, 1640.

p. 175, ref. 1582: Viaje por mar y tierra del virrey Marqués de Villena. Aplausos y fiestas en Ciudad de México. México, 1641.

p. 176, ref. 1585: GUEVARA, Juan de. Progresos, recibimientos y festejos que se hicieron al Ilmo. Sr. Don Juan de Mañozca, arzobispo de esta Ciudad de México. México, 1645, Francisco Robredo.

p. 176, ref. 1586: ALAVES PINELO, Alonso de. Astro mitológico político que en la entrada y recibimiento del Excmo. Sr. Don Luis Enriquez de Guzmán, Marqués de Alva de Liste, virrey, consagró la ilustrísima, nobilísima y muy leal Ciuydad de México, metrópoli del imperio occidental en el arco triunfal que erigió por trofeos a la inmortalidad de su memoria. México, 1650, Juan Ruiz.

p. 176, ref. 1588: Entrada faustosísima en México de su virrey el Excmo. Sr. Duque de Alburquerque. México, 1650, viuda de Bernardo Calderón.

p. 176, ref. 1591: GUEVARA, Juan de: Felicísima entrada y recibimiento que esta muy noble y muy leal Ciudad de México hizo al Excmo. Sr. Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, virrey. México, 1653, viuda de Bernardo Calderón.

p. 175, ref. 1592: Marte católico, astro político, planeta de héroes y ascendiente de príncipes que en las lúcidas sombras de una triunfal portada ofrece, representa, dedica la siempre esclarecida, sacra, augusta Iglesia Metropolitana de México al Excmo. Sr. Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, virrey. México, 1653, viuda de Bernardo Calderón.

p. 175, ref. 1594: SALAZAR Y TORRES, Agustín de. Elogio panegírico y aclamación festiva, diseño triunfal y pompa laudatoria de Ulises verdadero, consagrada al Excmo. Sr. Don Francisco Fernández de la Cueva, Duque de Alburquerque, virrey, la muy leal y la muy ilustre imperial Ciudad de México, como a su defensor en la guerra y como a su conservador en la paz. México, 1653, por Hipólito de Ribera.

p. 177, ref. 1598: CASTELLANOS, Francisco. Alegoría del Apolo délfico para idea del gobierno de un nuevo príncipe: en la entrada triunfal del Marqués de Mancera, virrey. México, 1664, por Bernardo Calderón.

p. 177, ref. 1600: RAMÍREZ DE VARGAS, Alonso. Elogio panegírico, festivo, iris político y diseño triunfal de Eneas verdadero, con que la muy noble y leal Ciudad de México recibió al Excmo. Sr. Don Antonio Sebastián de Toledo y Salazar, Marqués de Mancera, virrey. México, 1664, por la viuda de Bernardo Calderón.

p. 177, ref. 1601: RIBERA, Diego. Narración de la espléndida demostración con que celebró México la entrada de su virrey el Excmo. Sr. Marqués de Mancera. México, 1664.

p. 177, ref. 1602: VELEZ DE GUEVARA, Juan. Feliz entrada en México de su virrey Don Antonio Sebastián de Toledo, Marqués de Mancera, en 15 de octubre de 1664. México, 1664, por la viuda de Bernardo Calderón.

p. 177, ref. 1604: PÉREZ QUINTANILLA, Miguel de y Diego de Ribera. Histórica imagen de proezas, emblemático ejemplar de virtudes del original Perseo: prevenido en oráculos mitológicos y descifrado en colores poéticos que, a los congratuladotes fastos y aparato célebre, dispuso para la felice entrada y recibimiento del Excmo. Sr. Don Pedro Colón de Portugal, Duque de Veragua, virrey, la santa iglesia catedral metropolitana de México. México, 1673, por la viuda de Bernardo Calderón.

 p. 178, ref. 1605: CARRILLO Y ALBORNOZ, Alonso. Descripción en verso, de la celebridad con que entró en México su nuevo virrey el Excmo. Sr. Conde de Paredes. México, 1680.

p. 178, ref. 1608: RAMÍREZ SANTIBAÑEZ, Juan Antonio. Relación piérica de la solemnidad con que recibió la Ciudad de México a su virrey el Escmo. Sr. Conde de Paredes. México, 1680, por Francisco Rodríguez Lupercio.

p. 179, ref. 1623: Serenissimus princeps Fernandus de Lancaster. Versos latinos a su ingreso en México. México, 1711, por los Herederos de la Viuda de Francisco Rodríguez Lupercio.

p. 180, ref. 1629: Triunfal pompa que a la nobilísima Ciudad de México dispuso a la entrada del Excmo. Sr. Don Juan Antonio Vázquez de Acuña, Marqués de Casa Fuerte, virrey. México, 1722, por José Bernardo de Hogal.

p. 180, ref. 1632: CARRANZA, Francisco Javier. Alabanza poética a la entrada del Excmo. Sr. Duque de la Conquista, virrey. México, 1739.

p. 181, ref. 1637: Triunfal pompa y festivo aparato en que bajo la idea del dios Apolo se sombrearon las empresas del Excmo. Sr. Don Juan Francisco Güemes y Horcaditas, virrey, en el suntuoso arco que para su público ingreso erigió el afectuoso esmero de la nobilísima e imperial cortel mexicana. México, 1746, por Imprenta Real.

p. 181, ref. 1640: URRUTIA DE VERGARA y ESTRADA, Manuel. Eneas español: poética idea del arco que erigió esta nobilísima e imperial Ciudad de México a la pública entrada del Excmo. Sr. Don Agustín de Ahumada, Marqués de las Amarillas, Virrey. México, 1756, por los Herederos de la Viuda de José Bernardo de Hogal.

p. 181, ref. 1642: RESTÁN, Juan Nepomuceno. Erguido Olimpo o el más elevado de los montes trasladado al ameno plantel de esta Septentrional América. Ajustada idea en que esta metropolitana iglesia de México sombrea, admirada, la frondosidad de las heroicas empresas y celebra el primer ingreso en ella del Excmo. Sr. Don Joaquín Currana Cruillas, Marqués de Cruillas, virrey. México, 1761, por la Imprenta Real del Colegio de San Ildefonso.

p. 181, ref. 1644: CUEVAS AGUIRRE, José Ángel de. Arenga que, a nombre de la muy noble, insigne y muy leal Ciudad de México, hizo don (…), regidor decano de su ayuntamiento en la solemne y pública entrada del Excmo. Sr. Don Antonio María de Bucareli y Ursúa, virrey. México, 1771, por Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

p. 181, ref. 1644 A: RODRÍGUEZ MANSO, José Antonio. Rendido coloquio entre la Muy Ilustre Ciudad de la Habana y la Nobilísima de México, en amoroso afecto al Excmo. Sr. Virrey de esta Nueva España Don Antonio María de Bucareli. México, 1771, por José Antonio de Hogal.

p. 181, ref. 1645: RUIZ, Tomás Antonio. Descripción jocoseria de la entrada pública que hizo en la muy noble, imperial Ciudad de México el día 31 de Octubre de 1771, el Excmo. Sr. Don Antonio María de Bucareli, virrey. México, 1771, por Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

p. 182, ref. 1647: CUEVAS AGUIRRE Y AVENDAÑO, José Ángel de. Arenga que, a nombre de la muy noble, insigne y muy leal Ciudad de México, hizo don (…), regidor decano de su ayuntamiento en la solemne y pública entrada del Excmo. Sr. Don Matías de Gálvez, virrey. México, 1771.

p. 182, ref. 1651: MARTÍNEZ, Diego. Excusa que de Calíope de no haber venido con sus hermanas las musas a celebrar el virreinato del Excmo. Sr. Don Alonso Núñez de Haro y Peralta, arzobispo de México. México, 1787, por Felipe de Zúñiga y Ontiveros.

 p. 182, ref. 1652: BRANCIFORTE, Marqués de. Bando del 17 de noviembre del virrey (…) dando reglas y pautas para las fiestas de toros que se celebrarían con motivo de su llegada al gobierno del virreinato. México, 1794.

FIESTAS DE ASOCIACIONES Y CORPORACIONES CIVILES Y ECLESIÁSTICAS

p. 185, ref. 1663: Festejo del Colegio de la Compañía de Jesús de México al virrey Marqués de Villena. México, 1640, por Bernardo Calderón.

LA CIUDAD DE MÉXICO EN LA TRANSICIÓN (1808-1821). VIDA FESTIVA.

p. 251, ref. 2228: LEAL DE GAVIEA, P. José. El regocijo mexicano por la deseada y feliz entrada del Excmo. Sr. Don Francisco Venegas, virrey de esta Nuyeva España. México, 1810, por Mariano de Zúñiga y Ontiveros.

 p. 251, ref, 2229: SIERRA, Francisco de. Pronóstico de la felicidad americana, natural y debido desahogo de un español americano por el feliz arribo a estas provincias del Excmo. Sr. D. Francisco Javier Venegas, virrey. México, 1810, por Mariano de Zúñiga y Ontiveros.

p. 251, ref. 2230: COLOMBINI, Conde de. Parabien al Excmo. Sr. D. Juan Ruiz de Apodaca, virrey… con el plausible motivo y en celebridad de su feliz llegada a esta capital. México, 1816, por Alejandro Valdés.

Salvador García Bolio: GAZETA DE MÉXICO, 1722, 1728-1742. Recopiló (…). México, Bibliófilos Taurinos de México, s.a.e. 80 p. Ils., facs. De este documento, que recoge las noticias más relevantes en su sentido estrictamente taurino, no puedo dejar de mencionar también el enorme trabajo de los dos autores fundamentales de la misma. Tanto a Castorena y Ursúa como a Sahagún de Arévalo.

Juan Ignacio María de Castorena y Ursúa, Juan Francisco Sahagún de Arévalo: GACETAS DE MÉXICO. CASTORENA y URSÚA (1722) – SAHAGÚN DE ARÉVALO (1728 a 1742). Introducción por Francisco González de Cossío. México, Secretaría de Educación Pública, 1950. 3 V. (Colección “Testimonios mexicanos”, 4-6).

Otras obras, dedicadas a este mismo aspecto, recomendables todas ellas son las que se enuncian a continuación:

Miguel Ángel Cuenya Mateos: Fiestas y virreyes en la Puebla colonial, Lecturas históricas de Puebla 29, Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, 1989.

Nancy H., Fee: “La entrada angelopolitana: Ritual and Myth in the Viceregal Entry in Puebla de los Ángeles” en The Americas, vol. 52, núm. 3, Washington, Academy of American Franciscan History (Tam), 1996, 283-320.

Antonio Joaquín de Rivadeneyra Barrientos: Diario notable de la excelentísima señora Marquesa de las Amarillas virreina de México, desde el puerto de Cádiz hasta la referida corte, escrito por un criado de su excelencia D.A.J.R.B.F.D.M. México, Imprenta de la Biblioteca Mexicana, 1757 (Viaje de la Marquesa de las Amarillas descrito en verso por don (…). Impreso en México en 1757, y ahora reimpreso con notas de Manuel Romero de Terreros y Vinent, Marqués de San Francisco), publicado en el tomo V de los Anales del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, México, Imprenta del Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnología, 1914.

Beatriz Berndt León Mariscal: “Discursos de poder en un nuevo dominio: El trayecto del Virrey Marqués de las Amarillas de Veracruz a Puebla, las fiestas de entrada y el ceremonial político”.[18]

Juana Martínez Villa: “La fiesta regia en Valladolid de Michoacán. Política, sociedad y cultura en el México Borbónico”. Tesis que, para obtener el título de Maestra en Historia, Presenta (…). UNIVERSIDAD MICHOACANA DE SAN NICOLÁS DE HIDALGO, INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS dentro del PROGRAMA DE MAESTRÍA, OPCIÓN HISTORIA DE MÉXICO. Director de Tesis: Marco Antonio Landavazo. Morelia, Michoacán; febrero de 2006. 104 p.

María José Garrido Asperó: “Las fiestas celebradas en la ciudad de México. de capital a la Nueva España a capital del imperio de Agustín I. Permanencias y cambios en la legislación festiva” en Manuel Ferrer (coord.), Los pueblos indios y el parteaguas de la independencia de México, México, IIJ-UNAM, 1999 (Serie Doctrina Jurídica, 2).

Ceremonial de la N[obilísima] C[iudad] de México por lo acaecido el año de 1755.[19]

Esto corresponde al virreinato. En cuanto al siglo XIX, cuento con datos que a continuación comparto:

 AVISO AL PÚBLICO / Habiendo cesado los motivos que habían suspen- / dido las corridas de toros (anunciadas en el / impreso de 3 de octubre último) en justa celebridad / de la Jura de Ntro. Augusto Emperador el Sr. D. / Agustín 1º (Q.D.G.) ha acordado el Exmo. Ayun- / tamiento Constitucional que las referidas corridas / sean por quince días, en la Plaza principal que se / distribuirá por sitios de siete varas, consignán- / dole a los de sombra 400 pesos y a los de sol 280 / debiendo ocurrir los solicitantes a los Sres. Tesoreros / Municipales para que les den todas las instruccio- / nes necesarias a cuyo efecto se presentarán en la / oficina desde el lunes 2 de Diciembre próximo de / las once a la una. Puebla y Noviembre 28 / de 1822.

Herrera (Rúbrica)[20]

Curioso cartel de la PLAZA NACIONAL DE TOROS, enclavada en lo que hoy es la “Plaza de la Constitución”, o “Zócalo” de la Ciudad de México.[21]

 PLAZA NACIONAL DE TOROS.

Domingo 15 de agosto de 1824

(SI EL TIEMPO LO PERMITE)

    La empresa, deseando tomar parte en los justos regocijos por los felices acontecimientos de Guadalajara, no menos que en la debida celebridad del EXMO. Sr. D. NICOLÁS BRAVO, a cuya política y acierto se han debido, determina en la tarde de este día una sobresaliente corrida, en la que se lidiarán ocho escogidos toros de la acreditada raza de Atenco, incluso el embolado, con que dará fin.

Con tan plausible objeto las cuadrillas de a pie y a caballo ofrecen llenar el gusto de los espectadores en cuanto les sea posible, esforzando sus habilidades.

ENTRADAS

SOMBRA: Con boletines que se expenderán a 4 reales en la primera casilla.

SOL: Con boletines que se expenderán a 2 reales en las casillas 7ª y 8ª y se entregarán en la puerta.

Las lumbreras por entero se arrendarán a cuatro pesos cada una con boletines de ocho personas en la alacena de D. Anacleto González en el portal de Mercaderes, desde el día anterior hasta la una de este, y de esta hora en adelante en la puerta principal de la misma plaza.

Imaginemos de pronto, el ingreso a la plaza de toros del Lic. Benito Juárez acompañado de su Sra. Esposa Da. Margarita Maza de Juárez. En la plaza vemos a los más insignes personajes, como los más desagradables individuos quienes han hecho de nuestra nación la viva imagen de su circunstancia.

Antes de hacer comentarios generales, quisiera presentar una pequeña relación de festejos  donde vemos presente al oaxaqueño en corridas de toros.

-27 de enero de 1861. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Gran Función extraordinaria dedicada al Exmo. Sr. Presidente interino de la República D. Benito Juárez quien la honrará con su presencia. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. Graciosa mojiganga y magníficos juegos artificiales dirigidos por el afamado pirotécnico D. Severino Jiménez.[22]

-9 de noviembre de 1862. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Corrida a beneficio de los Héroes de Puebla. Cinco toros escogidos de Atenco para la cuadrilla de Pablo Mendoza. Dos para el coleadero y el embolado de costumbre.[23]

-22 de febrero de 1863. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Gran corrida de toros a beneficio de los hospitales militares de la Santísima y de las Vizcaínas. Cuadrilla de Pablo Mendoza.[24]

-3 de noviembre de 1867. Plaza de toros del Paseo Nuevo. Beneficio de los damnificados del huracán en Matamoros. Cuadrilla de Bernardo Gaviño, toros de Atenco. Toro embolado, mojiganga y toros para el coleadero.

Como se ve, quienes iban a mostrarse tan contradictorios de la fiesta no desdeñaban entonces usarla como instrumento para agenciarse recursos financieros con los cuales sostener su lucha.[25]

Ya metidos en considerar qué tan sincero haya sido Juárez o no con la fiesta, vayamos a conocer algunos testimonios que lo califican como antitaurómaco.

Tal consideración la encontramos expuesta por un periodista, pero uno de la fuente taurina, el Dr. Carlos Cuesta Baquero cuyo anagrama lo identifica como Roque Solares Tacubac. Refiriéndose a Julio Bonilla, otro periodista -creador del «Arte de la Lidia» en 1884- comenta:

Era (J. Bonilla) asiduo concurrente a las corridas que desde el año de 1867 en adelante eran efectuadas en los pueblos inmediatos, relativamente, a la ciudad de México. Eran en Cuautitlán, Tlalnepantla, Texcoco, Amecameca, Zumpango y otros. También en la ciudad de Toluca, capital del Estado de México. No las había en la metrópoli y en la jurisdicción del Distrito Federal, POR TENERLAS PROHIBÍDAS EL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, LICENCIADO DON BENITO JUÁREZ, QUIEN FUE ANTITAUROMÁQUICO, A PESAR DE QUE A VECES RECURRIÓ A «LOS TOROS» para arbitrarse dinero destinado al sostenimiento de hospitales militares, cuando el heroico asedio que sostuvo la ciudad de Puebla en el año de 1863 (11).[26]

La contradicción a la que he orientado esta propuesta puede tener dos causas básicas:

1.-Que de verdad Juárez haya sido antitaurino y sólo se prestara para consolidar con su presencia una serie de festejos benéficos.

2.-Que resultara ser uno de los adoctrinados, bien por los liberales, bien por la prensa (o condicionado por ésta).

Con todo esto:

¿Qué pudo ver Juárez en todo aquel colorido espectáculo?

¿Repugnancia, aberración, barbarie o la oportunidad de fortalecer la ideología más recomendable por entonces a los ambiciosos proyectos de tener un México metido a trabajar en el progreso?

La obra de José Ramón Malo: Diario de sucesos notables (1832-1864). Arreglados y anotados por el P. Mariano Cuevas, S.J. México, Editorial Patria, S.A., 1948. 2 Vols. Ils., nos provee de datos útiles para estos objetivos y puede consultarse en su edición, la de hace 70 años.

Continuamos.

 CUADRO DE ACTUACIONES DE BERNARDO GAVIÑO y SU PARTICIPACIÓN EN ESTE TIPO DE FESTIVIDADES. (1839-1876).

 1839: (…) Corrida extraordinaria, celebrada en septiembre de 1839 en la Plaza principal de San Pablo, con asistencia del Presidente de la República, don Anastasio Bustamante. Partieron plaza los granaderos del Batallón del Comercio; se lidiaron siete toros de las razas de Huaracha y Tlahuililpa, alternándose la corrida con otras diversiones: un globo adornado con las armas nacionales y los retratos de Hidalgo e Iturbide que, al ascender, arrojó una bandada de pájaros; un toro jineteado por Ignacio Chávez; un salto mortal ejecutado por Marcelino Salceda, y una pantomima, Los Mecos, durante la que se lidió un toro embolado, picándolo en caballos en pelo y dándole muerte con una macana de fuego. Gaviño debe haber actuado en este festejo, matando de “mete y saca”, o “a la olla” como se diría después en el apogeo de Ponciano Díaz, nada nuevo en el toreo, porque así estoqueaban los clásicos Pepe Illo y Romero…

 1842: PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. 3 de febrero. Bernardo Gaviño y cuadrilla. Corrida en obsequio del Exmo. Sr. general presidente, benemérito de la Patria, D. Antonio López de Santa Anna.

 1844: PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 6 de octubre. 7 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. La empresa, deseosa de contribuir por su parte a la satisfacción pública por el feliz enlace del Escmo. Sr. Presidente General Don Antonio López de Santa Anna con la Escma. Sra. Da. Dolores Tosta, ha dispuesto una sobresaliente corrida de toros.

Programa:

Una marcha militar y una salva de artillería que hará un fortín puesto al intento, anunciarán la llegada de la Escma. Sra. Presidenta. Pasado el despejo del circo, se lidiarán 3 toros, y en seguida el mismo fortín repetirá la salva, descubriéndose un grupo de la América sostenida por los antiguos aztecas.

Estos, en celebridad de su digna presidenta, lidiarán con un toro, que en aquel acto saldrá adornado de listones y bandas, banderillándolo y dándole muerte con una macana de fuego.

Seguirán otros 4 toros de la misma raza, y por fin de función se iluminará el fortín y dos pirámides, en cuyos remates se verá el retrato de la Escma. Sra. Presidenta y vivas a sus Excelencias.

1850: PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 15 de diciembre. Primera y gran función de inauguración. Función dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la República, general de división D. José Joaquín Herrera. Seis arrogantes toros del famoso cercado de Atenco serán lidiados por los diestros discípulos de Bernardo Gaviño.

Corresponden a 1851 los tres siguientes festejos:

PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 27 de julio. 7 toros de Molinos de Caballero (fracción de Atenco). Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Corrida en celebridad del cumpleaños del Exmo. Sr. Presidente de la República, general de división D. Mariano Arista. Después que se haya dado muerte al segundo toro de la lid, se presentará en el circo un artista mexicano, para hacer subir un hermoso Balón o globo. Los demás intermedios se cubrirán con dos toros para el coleadero. Hermosos y brillantes fuegos artificiales.

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 24 de agosto. Toros de Xajay. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Toros para el coleadero. Simulacro del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha, acompañado de su escudero Sancho, acometerá con lanza en ristre a otro arrogante toro embolado. Corrida cuyos productos se destinaron para la compostura y adorno de los paseos públicos en los días 16 y 27 de septiembre, que además incluyó vistosa Jamaica, con almuerzos de todas clases preparados con el mejor gusto. Una fuerza de 100 hombres del batallón de Bravos, hará los honores de ordenanza al Escmo. Sr. Presidente, que se signa honrar la función, y en este momento se saludará a S.E. con una salva de cohetes y se enarbolará el pabellón nacional.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 30 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Siete toros de El Cazadero. Asiste el presidente Mariano Arista.

Para 1853 se cuenta con estos seis registros:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 24 de abril. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 9 toros de Atenco. Función en celebridad del feliz arribo del Exmo. Sr. Presidente de la República, general D. Antonio López de Santa Anna.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 25 de abril. Segunda magnífica y extraordinaria función en honor del general D. Antonio López de Santa Anna. Nueve toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Actuación de Ignacio Gadea.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 12 de junio. Magnífica y extraordinaria función en celebridad de los días del Exmo. Sr. Presidente de la República, general don Antonio López de Santa Anna.

“Se lidiarán nueve toros muy escogidos de las conocidas y acreditadas razas de Queréndaro y San José del Carmen. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Se presenta Antonio Cerrilla, banderillero.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Lunes 13 de junio. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 9 o más toros si la tarde lo permite. Un toro para jinetear y el embolado. La función fue en celebridad de los días del Excmo. Sr. Presidente de la República.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 9 de octubre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco. Función extraordinaria a la Escma. Sra. Dª Dolores Tosta de Santa Anna. Un hermoso globo y música militar que tiene contratada la empresa, alternará en los intermedios con la que lleva la tropa designada para partir plaza. En estas fechas, debe haber actuado en la cuadrilla de Gaviño el banderillero Joaquín López “El Calderetero”, quien vino en compañía de Juan Pastor “El Babero”, actuando, como ya se sabe ese diestro en la plaza de la Habana, Cuba.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de diciembre. Corrida extraordinaria a beneficio de la Hacienda de Atenco y dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la Nación, Benemérito de la Patria, don Antonio López de Santa Anna, y a su digna esposa Exma. Sra. doña Dolores Tosta de Santa Anna. Siete toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

    En 1854 se dieron estos otros:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 15 de enero. Solemne y extraordinaria función de obsequio dedicada a S. A. S. el Presidente de la República Mexicana, general de división, benemérito de la Patria, caballero gran cruz de la real y distinguida orden española de Carlos III y gran maestro de la nacional y distinguida orden mexicana de Guadalupe, D. Antonio López de Santa Anna, a su S. A. S. su digna esposa; y a los caballeros de dicha orden, en celebridad de la instauración de ésta, y cuya fiesta concurrirá S. A. S. el príncipe de Nassau, invitado por S. A. S. el presidente de la República. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Seis o más toros de Atenco.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Jueves 18 de mayo. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 toros de Atenco. Dos toros para colear y toro embolado. Brillante y sobresaliente corrida de toros, en celebridad del triunfal y feliz regreso a esta capital, de S.A.S. el general presidente de la república mexicana, benemérito de la patria D. Antonio López de Santa Anna, a quien le dedica la empresa, e igualmente a S.A.S. su digna esposa, por la cumplida satisfacción que experimenta con tan grato y plausible acontecimiento.

Johann Salomón Hegi (1814-1896): “Cuadrilla española en la plaza de toros”. Siglo XIX. Acuarela sobre papel. 54 x 74 cm. Col. Salomón y Brigitte Schäter, Zurich, Suiza. Probablemente el personaje que aparece debajo del palco presidencial, rematado con la figura del águila y la serpiente, sea el mismísimo Santa Anna.

Fuente: Gustavo Curiel, et. al.: Pintura y vida cotidiana en México. 1650-1950. México, Fomento Cultural Banamex, A.C., Conaculta, 1999. 365 pp. Ils, retrs., grabs. (pp. 183).

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de junio. Corrida para celebrar el cumpleaños del Serenísimo Señor Presidente. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 8 toros de Atenco y de El Cazadero, propiedad de D. José Juan Cervantes y D. José María de la Peña respectivamente. Un toro de cola y el embolado. Corrida que celebró el feliz cumpleaños de S.A.S. D. Antonio López de Santa Anna.

Se conocen entre otros, siete acontecimientos celebrados en 1855:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 21 de enero. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Función a beneficio de Bernardo Gaviño, a la cual se dignará concurrir S.A.A. el general Presidente Don Antonio López de Santa Anna.

Los toros saldrán a la plaza engalanados con vistosas moñas de raso y terciopelo. El 4º toro será banderillado a caballo por el más famoso caporal de la hacienda de Atenco. Se colearán dos ligeros toros. Entre el quinto y sexto toro saldrá uno embolado de la misma raza de Atenco, que será lidiado por la chistosa mojiganga de los “hombres gordos en burros, enanos y gigantes”.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de febrero. Función a beneficio de las haciendas de Atenco y El Cazadero. Magnífico fuegos de artificio. Iluminación general de la plaza. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función dedicada a S.A.S. Don Antonio López de Santa Anna y a su muy digna esposa, Sma. Da Dolores Tosta de Santa Anna.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Martes 20 de febrero. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 4 toros: de Atenco y del Cazadero. Segunda función de carnaval la que se signará honrar con su asistencia S.A.S. Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa, la Sma. Sra. Dª Dolores Tosta de Santa Anna. Se echarán varios toros de cola. La cuadrilla se presentará de máscara compuesta de distintas parejas propiamente vestidas y lidiarán 3 toros. Toro embolado y fuegos de artificio.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de mayo. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco y un novillo para el embolado. Función dedicada a S.A.A. la señora presidenta Dª Dolores Tosta de Santa Anna. Comparsa de la muerte en zancos. Dos toros para cola.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Miércoles 13 de junio. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 7 toros de Atenco. Función extraordinaria dedicada a SS.AA.SS. el General Presidente Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa Dª Dolores Tosta de Santa Anna, por los propietarios de las haciendas de Atenco y el Cazadero. Dos toros para coleadero. Un becerro de Atenco que lidiará la cuadrilla en zancos. Toro embolado que tendrá la frente cubierta de monedas de plata.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 17 de junio. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 7 toros de Atenco. Función extraordinaria dedicada a SS.AA.SS. el General Presidente Don Antonio López de Santa Anna y su digna esposa Dª Dolores Tosta de Santa Anna, por los propietarios de las haciendas de Atenco y el Cazadero. Dos toros para coleadero. Un becerro de Atenco que lidiará la cuadrilla en zancos. Toro embolado que tendrá la frente cubierta de monedas de plata.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de noviembre. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Brillante y extraordinaria función de obsequio, dedicada al Escmo. Sr. Presidente interino de la República, general de división, D. Juan Álvarez. Magníficos fuegos de artificio y sobresaliente iluminación. Mojiganga de D. Quijote y Sancho Panza que lidiará un toro embolado. Dos toros de cola que los acreditados coleadores manifestarán sus habilidades en los caballos en pelo. Toro embolado.

1856: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de abril. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Junta patriótica de 1856. Se contará con la asistencia al Escmo. Sr. Presidente de la república, general D. Ignacio Comonfort. Becerro lidiado por la cuadrilla en zancos. Toro embolado.

 1856: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 4 de mayo. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Gran función extraordinaria a beneficio de Manuel Esquino, la que se dignará honrar con su asistencia el Escmo. Sr. Presidente de la república, general D. Ignacio Comonfort. (Francisco Togno).

 Tres tardes de 1857:

 PLAZA PRINCIPAL DE TOROS / EN LA DE SAN PABLO. / GRAN FUNCION ESTRAORDINARIA, / En celebridad del cumpleaños del Exmo. Sr. Presidente de la República, / PARA LA TARDE DEL / DOMINGO 9 DE AGOSTO DE 1857. / Para celebrar como es debido tan feliz natalicio, hoy se complacen el asentista de esta Plaza, de que el espectáculo que prepara con todo empeño y cuidado, sea la manifestación más sincera de su respeto y adhesión / AL PRIMER MAGISTRADO DE LA REPÚBLICA, / DON IGNACIO COMONFORT. / Con tan loable motivo se verificará la función con arreglo al siguiente  / PROGRAMA.

A las dos de la tarde se abrirán las puertas de la Plaza para recibir al respetable público, quien la encontrará magníficamente adornada: a las tres, una música militar se situará en la parte exterior de la sombra de dicha plaza, para tocar diversas piezas de gusto, hasta el momento en que llegue el Exmo. Sr. Presidente, en cuyo acto se izará el PABELLÓN NACIONAL, el que será saludado con veintiún tiros: en seguida se hará el despejo de la plaza por una fuerza de cien hombres armados, de uno de los cuerpos de la guarnición, que se presentarán vestidos de gala.

SEIS SOBERBIOS TOROS, / INCLUSO EL EMBOLADO, / de los más acreditado en esta plaza por su gallarda presencia y bravura, están escogidos para la lid de esta tarde. Otros dos toros de raza humilde servirán para el COLEADERO. / Para aumentar la diversión de tan plausible día, ofrece / EL HOMBRE FENÓMENO, /, ejecutar la gineteada en otro toro bravo que al intento vendrá a más de los de la lid, y está dispuesto a desempeñar cualquier de las suertes que ya tiene manifestadas. / Con el objeto de duplicar más y más el gusto de este día, está dispuesto / OTRO INTERMEDIO MUY DIVERTIDO; / Después que se haya dado muerte al tercer toro, se presentarán figurados / D. Quijote de la Mancha / y su escudero SANCHO PANZA, a desempeñar una de sus aventuras buscando a su DULCINEA, la que encontrarán robada y por defenderla se verá precisado a combatir con el raptor. En el furor de esta pelea se aparecerán unas figuras muy extrañas y ridículas en zancos a mediar en la lucha, y estando en este laberinto tan divertido se soltará un BRAVÌSIMO TORO EMBOLADO, con el cual todos los de la comparsa harán las suertes que les dicte su valor. / Concluida la corrida de toros, se iluminará la plaza con brillantes y escogidas luces de colores. Acto continuo, el pirotécnico mexicano presentará unos / FUEGOS ARTIFICIALES, / tan placenteros, que sin duda alguna estará el espectáculo verdaderamente lucido; tocando a la vez la diana dos música militares, las que en toda la diversión se están alternando, a efecto de que no falta en ningún intervalo tan melodioso sonido a los oídos de los dignos espectadores. /…/ La función comenzará luego que se presente S.E. / FRANCISCO HERAS.

-Estado de conservación: Bueno. Es copia del original.

-Imprenta: Tip. De M. Murguía.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de septiembre. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función dedicada al Exmo. Sr. Presidente de la República Don Ignacio Comonfort.

 

El cartel de aquella jornada. Col. del autor.

PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de septiembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. 6 toros de Atenco.

“Sabedores algunos amigos míos de mi regreso de la isla de Cuba a esta capital, declara Bernardo Gaviño en septiembre del 57, se han empeñado para que diese alguna corrida y accediendo yo gustoso en un tanto a sus peticiones, he dispuesto dar una en la tarde del día de hoy, en obsequio al Excmo. señor Presidente de la República don Ignacio Comonfort, a quien tengo el honor de dedicarla, y el que la honrará con su presencia”. La función debe dar principio “tan pronto como el Excmo. señor Presidente se presente en su palco, le harán los honores y partirá la plaza una de las compañías de rifleros que para el efecto estará en el local con anticipación. Uno de los toros será banderilleado por mí alternando con los picadores, y otro también floreado y banderilleado a caballo por Pilar Cruz. Habrá suertes de “manganear y jinetear potros cerreros, que tanto ha divertido al público las veces que se ha verificado”.

 Aquí, los carteles de seis festejos en 1858:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Viernes 15 de enero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Asiste a los toros el Presidente Antonio López de Santa Ana. (Véase, Luis Ruiz Quiroz: Efemérides Taurinas Mexicanas. México, Bibliófilos Taurinos de México, A.C., 2006. 441 p., p. 21).

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 7 de febrero. Toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Extraordinario fenómeno Alejo Garza, fuegos de artificio. Presencia del Sr. Presidente interino, Gral D. Félix Zuloaga.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. (Fecha sin precisar). Beneficio de Bernardo Gaviño. Seguramente esta tarde, que debe corresponder al mes de marzo, se lidiaron toros de la estancia del Tejocote, escogidos personalmente por el conservador Miguel Miramón para la cuadrilla de Bernardo Gaviño. Entre esos toros, fueron célebres el cárdeno “Espejito”, el engatillado “Cometa” y el muy terrible “Veneno”.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 11 de abril. 5 toros de Atenco y 5 del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos funciones en una. Plaza dividida en dos. Función en celebridad del cumpleaños del Escmo. Sr. Presidente general D. Félix Zuloaga y feliz regreso a la capital del Escmo Sr. General D. Luis G. Osollo, quienes la honrarán con su asistencia. 10 toros (…) mas dos toros embolados. Dos mojigangas, una en zancos.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de abril. 5 toros de Atenco y 5 del Cazadero. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Dos funciones en una. Plaza dividida en dos. Función en celebridad del feliz regreso a la capital del Escmo Sr. General D. Luis G. Osollo, quien la honrará con su asistencia. 10 toros (…) mas dos toros embolados. Dos mojigangas, una en zancos.

Cartel de la plaza de toros del MONTECILLO (SAN LUIS POTOSÍ), para el domingo 25 de abril de 1858.

TOROS / PLAZA DEL MONTECILLO, DOMINGO 25 DE ABRIL DE 1858 / FUNCIÓN EXTRAORDINARIA / DEDICADA AL EXMO. SR. GENERAL EN JEFE D. / MIGUEL Miramón / Y A LA VALIENTE DIVISIÓN QUE MILITA A SUS ORDENES.

Deber es sin duda de todo mexicano manifestar su gratitud a los hombres que sacrificando en aras de la patria en bienestar y aún su propia existencia, arrostran los peligros por dar al país el orden y tranquilidad que tan necesaria le es. Después de tantos días de agitación y desconfianza; cuando se tenía que esta hermosa capital fuese el teatro de la guerra fraticida; cuando el estrago del cañón solo dejara destrucción, ruinas y escombros, cuando por último, solo quedaran a los potosinos días de luto y de lágrimas, vinieron al fin los valientes del Ejército Restaurador, abriéndose paso por entre la turba enemiga a reunirse con sus dignos compañeros los sufridos defensores de San Luis a restablecer la tranquilidad y a escarmentar a las facciones vandálicas, que tan de cerca amenazaban con sus depredaciones y desmanes. ¡Honor y gloria a los valientes del Ejército; a los defensores de la causa del orden y de las garantías!

Es por lo tanto que los empresarios esta vez deseando dar un testimonio de su reconocimiento al Ejército Restaurador, dedican la presente función al bizarro Señor General Don MIGUEL MIRAMÓN; a los valientes que triunfando de la potente Coalición en Salamanca vinieron a ceñirse un nuevo e inmarcesible laurel en el Puerto de Carretas, y a los beneméritos defensores de la Plaza de San Luis. El espectáculo que ciertamente no será digno de tan ilustres héroes, más al menos la empresa apurará sus esfuerzos por dar a la función toda la amenidad posible, distribuyéndola en el orden siguiente:

A las cuatro de la tarde comenzará a tocar una excelente música variadas y escogidas piezas.

A continuación el cuerpo de Carabineros de la División hará un brillante y lucido despejo de Plaza.

Por la premura del tiempo que se ha dispuesto la función solo se lidiarán a muerte cuatro o cinco arrogantes toros de la acreditada raza de la Hacienda de la PILA

Y uno embolado para los aficionados. La compañía nada dejará que desear.

NOTA.-A las cuatro y media en punto si el tiempo lo permite.

El corral para los caballos está dispuesto.

Imprenta de Dávalos.[27]

 Tres corresponden a 1859:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 30 de enero. 7 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Función dedicada el Escmo. Sr. General de División D. Miguel Miramón.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 13 de febrero. 6 toros de Atenco. Beneficio de Bernardo Gaviño. Función en celebridad de la inauguración a la presidencia, del Excmo. Sr. General de División D. Miguel Miramón, quien la honrará con su asistencia. Con el objeto de amenizar la función, se ejecutará una especie de TORNEO por los picadores, poniendo al cuarto toro de la lid unos rejoncillos, de los que saldrán vistosos listones de todos colores, con los cuales quedará el bicho bien adornado. Mojiganga LOS POLVOS DE LA MADRE CELESTINA, coleadero y toro embolado.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Seis toros de Atenco. Debido al regocijo por los espléndidos triunfos que últimamente han adquirido las tropas del supremo gobierno, se anuncia para esta tarde, una sobresaliente corrida de toros, en celebridad del glorioso triunfo adquirido por el Excmo. Sr. Presidente Don Miguel Miramón, y a la que honrará también con su asistencia el Excmo. Sr. General de División Don Tomás Mejía. Coleadero, toro embolado, y fuegos artificiales, entre otros el simulacro de una reñida batalla, figurando la TOMA DE UNA FORTIFICACIÓN.

1860: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 18 de noviembre. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Cinco toros de Atenco. Corrida a beneficio de las familias pobres de esta ciudad. Toro embolado y fuegos artificiales.

    Debido al triunfo del ejército constitucionalista, al mando del General Jesús González Ortega, acérrimo enemigo del General Miguel Miramón, este último se vio obligado a pedir asilo a la embajada española, por lo que fue acogido por uno de sus representantes, el señor Ballesteros. Esto ocurrió la noche del 24 de diciembre de 1860.

Concepción Lombardo de Miramón, apunta en sus Memorias, que estando ya bajo la protección diplomática

“…oímos otra llamada en la puerta de la embajada; el que venía a pedir asilo era un famoso torero, Bernardo Gaviño, que por tener simpatías por mi esposo y haberse dedicado algunas corridas de toros, temía ser maltratado por los constitucionalistas”. (Memorias, p. 300).

 Cuatro de 1861:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Posible actuación de Bernardo Gaviño, la tarde del 13 de enero, en función dedicada al Sr. General D. Jesús González Ortega. Se desconoce de donde fueron los toros lidiados.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 20 de enero. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. Función extraordinaria en celebridad del orden constitucional y término de la guerra civil. Mojiganga y toro embolado.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 27 de enero. Toros de Atenco. Bernardo Gaviño y su cuadrilla. Función extraordinaria dedicada al Exmo. Sr. Presidente Interino de la República, D. Benito Juárez.

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 17 de noviembre. 6 toros de Atenco. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Corrida a beneficio Asistencia del C. Presidente de la República. Beneficio de las viudas, huérfanos y heridos de la Brigada Tapia.

1864: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Viernes 16 de septiembre. Para solemnizar este día de grato recuerdo para los mexicanos, S.M. el emperador Maximiliano I se ha servido disponer diversos regocijos públicos y entre ellos se verificará el de una sobresaliente Corrida de Toros de la acreditada raza de Atenco, y dirigida la cuadrilla de gladiadores por el bien conocido Bernardo Gaviño.

 1864: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 25 de diciembre. El palco de SS. MM. estará adornado por una cortina de tela de galón de plata, trabajada como la de oro. Cuadrilla de Bernardo Gaviño (misma que será retratada por los fotógrafos Sres. Galini y Cía). Cinco toros de Atenco.

 1867: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Magnífica función que da la Junta Patriótica para la tarde del domingo 15 de septiembre de 1867. Primer gran corrida que se celebró después de la Intervención, presentando el siguiente programa:

“Gran partimiento de plaza por uno de los batallones de la guarnición. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Orden de la Corrida. Después de despejada la plaza, se lidiarán tres arrogantes toros a muerte de la acreditada hacienda de Atenco. Después del tercer toro se presentará la divertida mojiganga de Galopinas y aguadores mexicanos, a los que se les soltará un bravo torete. A continuación se lidiarán otros dos toros de muerte, concluyendo la función con un toro embolado para los aficionados”.

 1867: PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Domingo 3 de noviembre. Extraordinaria y grandiosa función a beneficio de los desgraciados que han sufrido las consecuencias del horroroso huracán e inundación en Matamoros y otras poblaciones mexicanas de las orillas del Bravo, a la cual asistirá el Presidente de la República Mexicana C. Benito Juárez. Cuadrilla de Bernardo Gaviño. Cinco toros de Atenco.

 1876: PLAZA DE TOROS DE TLALNEPANTLA, EDO. DE MÉXICO. Domingo 11 de junio. Toros de San Diego de los Padres. Cuadrilla de Bernardo Gaviño.

De las páginas gloriosas en el libro de los recuerdos para San Diego de los Padres, aparecen los toros GENDARME y FLECHA, lidiados en Tlalnepantla, al parecer el domingo 11 de junio de 1876, cuando visitaba nuestro país don Carlos VII de Borbón.

Clementina Díaz y de Ovando, en su libro Carlos VII EL PRIMER BORBÓN EN MÉXICO, relata el acontecimiento.

El domingo 11(de junio de 1876) don Carlos asistió en Tlalnepantla a una corrida de toros. Muy príncipe, pero llegó a su palco como cualquier plebeyo, entre pisotones y empujones. La gente de sol lo ovacionó a su manera gritándole indistintamente; ¡don Carlos! O ¡don Borbón! Los bichos resultaron bravos, un picador y un banderillero se lucieron, y “un chulillo hábil y valiente manejó la capa como el barón Gostkowski el claque”.

Don Carlos estuvo muy cordial con los que le ofrecieron la fiesta, llamó a su palco al banderillero y al picador (y como veremos después, al propio Gaviño), y los premió con esplendidez. El picador bien lo merecía ya que realizó toda una proeza, según reseñó La Revista Universal el 13 de junio:

La hazaña del picador merece contarse: embistió el toro y resistió el de a caballo bravamente; ni él se cansaba de arremeter; ni el hombre de resistir; al fin, desmontándose hábilmente sin separar la pica de la testuz, el picador se deslizó del caballo, se precipitó entre las astas del toro, soltó la púa, se aferró con los brazos y las piernas de la cabeza del animal, y mantuvo todavía algunos minutos completamente dominado y sujeto contra el suelo por un asta. El de la hazaña fue objeto de grandes ovaciones: ¡si al menos el mérito de la lucha hubiera salvado al mísero animal! (46).

Pero faltaba que Enrique María de Borbón llamara a su palco a Bernardo Gaviño a quien regaló una petaquilla y le dijo: “Con estos toros no se echan de menos los de España”.

Finalmente este otro festejo, celebrado en 1894:

Faltan por ahora, muchas otras noticias de aquellas jornadas ocurridas en el siglo XX. Me parece que ese será motivo para la continuación del que por ahora concluye.


[1] Aclaro que en el presente registro, pueda presentarse alguna duplicidad de datos, para lo cual suplico que el lector salve dicha situación.

[2] Luis González Obregón: Semblanza de Martín Cortés. México, Fondo de Cultura Económica, 2005. 95 p. (Centzontle).

[3] Op. Cit., p. 16 y ss.

[4] Ibidem., p. 67 y ss.

[5] Gregorio Martín de Guijo: DIARIO. 1648-1664. Edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros. México, Editorial Porrúa, S.A., 1953. 2 V. (Colección de escritores mexicanos, 64-65).

[6] Gregorio Martín de Guijo: DIARIO. 1648-1664. Edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros. México, Editorial Porrúa, S.A., 1953. 2 V. (Colección de escritores mexicanos, 64-65). Vol. I., p. 179-180. Atrás se ha dicho la peste de fríos y calenturas que sobrevino a los naturales en algunas doctrinas de indios en esta ciudad, y procesiones públicas que hicieron, y saltó a muchos españoles que los padecen; y siendo sabedor de ello el virrey, dio licencia para que se lidiasen toros enfrente del balcón de palacio, y se lidiaron por octubre y a 6 y 7 de noviembre, y estándolos lidiando, andaba por la calle una procesión de sangre que salió de Santa María la Redonda.

[7] Op. Cit., p. 199-200: Martes 3 de septiembre y algunos días antes de éste, después del día de San Luis, celebró el virrey cumplimiento de sus años con toros, que se lidiaron en el parque, con tablados que se armaron, y dieron los toros los condes de Calimaya y Orizaba, y Fr. Jerónimo de Andrada, provincial del orden de la Merced, y el día referido y el siguiente hicieron los mulatos y negros de esta ciudad una máscara a caballo con singulares galas, y todas las naciones, y armada una cuadrilla de punta en blanco que ésta salió de casa don Andrés Pardo de Lagos, oidor más antiguo de la real audiencia, con nota de todo el pueblo, así por esta permisión como porque la cuadrilla que representó a los españoles se pusieron hábitos de Santiago, Calatrava, Alcántara, San Juan y Cristo en los pechos, y rodearon toda la ciudad, y luego a hora competente entraron en dicho parque a vista del virrey y audiencia y de los tribunales con el de la inquisición, que fueron convidados del virrey.

[8] Antonio de Robles: DIARIO DE SUCESOS NOTABLES (1665-1703). Edición y prólogo de Antonio Castro Leal. México, Editorial Porrúa, S.A., 1946. 3 V. (Colección de escritores mexicanos, 30-32).

[9] Artemio de Valle-Arizpe: Historia de la ciudad de México según los relatos de sus cronistas. México, 5ª ed., Editorial Jus, 1977. 531 p., p. 396-397.

[10] Además: José de Jesús Núñez y Domínguez: Un virrey limeño en México: Don Juan de Acuña, marqués de Casa-Fuerte. México, Museo Nacional de Arqueología, Historia y Etnografía, 1927. XXVIII-416 p. Ils., facs.

[11] Cien impresos Coloniales Poblanos. Compilación y coordinación: Susana López Sánchez y Ana Buriano Castro. México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 1991. 212 p. Ils., facs., p. 106.

[12] Delia Pezzat Arzave: CATÁLOGOS DE DOCUMENTOS DE ARTE. archivo General de la Nación, México. Ramos: Policía, Ayuntamientos, Caminos y Calzadas. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 2002. 138 p. Ils., fots., planos (Catálogos de Documentos de Arte, 28)., p. 53.

[13] Op. Cit., p. 54.

[14] Antonio Tamariz de Carmona: Relación y descripción del Templo Real de la Ciudad de la Puebla de los Ángeles en la Nueva España, y su Catedral. Puebla, Gobierno del Estado de Puebla, Secretaría de Cultura, 1991. XXVI + 195 p. Facs. (Bibliotheca Angelopolitana, VII).

[15] Dicha “historiografía” no fue incluida en el texto publicado en México. Seguramente deberá aparecer en el texto que apareció en Madrid en 1994.

[16] Francisco de Solano: “Las voces de la ciudad de México. aproximación a la historiografía de la ciudad de México”. En: La ciudad. Concepto y obra. (VI Coloquio de Historia del Arte). México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1987. 289 pp. Ils., fots., facs. (Estudios de Arte y Estética 19)., p. 68-72.

[17] Francisco de Solano: Las voces de la ciudad. México a través de sus impresos, 1539-1821. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1994. LXX + 330 p.  (Biblioteca de Historia de América, 9).

[18] “Relaciones” Nº 101, Revista de la Universidad Michoacana. Invierno 2005, Vol. XXVI, p. 227-259.

[19] Ceremonial de la N[obilísima] C[iudad] de México por lo acaecido el año de 1755. Transcripción, prólogo y notas de Andrés Henestrosa. México, Organización Editorial Novaro, S.A., 1976. 124 p. Ils., retrs.

[20] Fuente: Colección de Julio Téllez García.

[21] [A.H.D.F.] Ramo: Diversiones Públicas, Vol. 856, exp. 71: Se convocan postores para la formación de la plaza en que han de hacerse las corridas en celebridad de la Jura del Emperador Agustín 1º. Año de 1823. Sobre reconocimiento de la plaza para las corridas por la coronación de Agustín 1º.-Fojas 10.

[22] Agradezco al Lic. Julio Téllez García el permitirme el acceso a su biblioteca y llegar hasta el original de dicha corrida.

[23] Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España. 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. T. I., p. 166.

[24] Op. cit., p. 167.

[25] Benjamín Flores Hernández: La ciudad y la fiesta. Los primeros tres siglos y medio de tauromaquia en México, 1526-1867. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 1976. (Colección Regiones de México)., p. 122.

[26] La Lidia Nº 3 del 11 de diciembre de 1942.

[27] Cortesía, María Elena Salas Cuesta.

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LOS TOROS: ¿NUEVA MATERIA DE LA ARQUEOLOGÍA O DE LA ANTROPOLOGÍA?

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Las siguientes notas fueron escritas en el año 2003. Han transcurrido 15 años entre la razón de su escritura y estos momentos, en los que recuperarlas, significa encontrarse con un muy parecido escenario. Veamos cuáles podrían ser las diferencias, pero también los síntomas que parecen seguirse registrando en este aquí y ahora, que todavía no depara un claro futuro para la tauromaquia.

LOS TOROS: ¿NUEVA MATERIA DE LA ARQUEOLOGÍA O DE LA ANTROPOLOGÍA?

Solo es cuestión de pensar en el museo pertinente y así hacerle llegar mi rica colección de piezas taurinas, cuyo valor supongo, irá a la alza en los momentos en que las corridas de toros dejen de tener interés, y lo peor de todo: dejen de celebrarse.

Así, cualquiera de esos grandes espacios dará fe y testimonio de lo que fue el toreo en México, luego de acumular casi 5 siglos, pero que, por las razones de una economía con crecimiento 0 %, un grupo empresarial encabezado por el más retrógrado y primitivo de ellos, y una afición en peligro de extinción, a causa de una cada vez más peligrosa disminución en el número de festejos, harán que este espectáculo toque fondo y allí se quede.

Allá, por los años 30 del siglo pasado, ese gran torero que fue “Paco” Gorráez fascinaba a la afición con la sola ejecución de un quite. ¿Cómo habrá sido aquel momento, en el que el queretano detuvo el tiempo?

Grandes culturas que nacieron, florecieron, mantuvieron su hegemonía, entraron en crisis y finalmente desaparecieron, hoy son motivo de estudio y revisión que se enriquecen y a su vez nos sorprenden cada vez que conocemos su peso y su significado. Para nosotros no son ajenos aquellos imperios indígenas que marcaron verdaderos hitos gracias a su presencia que no solo fue un despliegue de cultura. También en la guerra. Y en todo esto brillaron. Hoy, los estudiosos de dichas sociedades se encuentran con significados muy serios de su organización ciudadana que, junto a la cotidiana integran entre muchos otros el peso de su natural importancia, resolviendo –no podía ser la excepción-, los diversos enigmas para un mejor entendimiento, bajo el sustento de la arqueología por un lado, y de la antropología por otro.

El diestro de Ronda, tuvo entre sus virtudes, la de rematar el prodigio de una faena alcanzando el “estado de gracia” que arrancaba palmas y admiración desde los tendidos.

Que no se me tome esta situación a la ligera, porque es un asunto que comienza a tomar forma, primero frente a las condiciones de crisis enfrentadas de manera cíclica, y segundo ante un espectáculo que se resiste a desaparecer, apoyado en una bien articulada estructura de organización con notorios perfiles de industria (sobre todo en España) y de negocio inestable en México. Además, la presencia de grupos ecologistas cada vez más formales en su planteamiento, van fijando posturas en busca de una legislación que ponga cercos a los propósitos tradicionales del espectáculo.

Entonces, ¿dónde está el meollo del asunto, para el análisis planteado?

Me parece que vamos a dar en ese ámbito encontrado, donde los choques entre tradición y modernidad; caos y estabilidad se adueñan de posiciones cada vez más estratégicas. Los estallidos de uno y otro han dañado el campo de batalla al grado de que este es cada vez más sensible de soportar cruentos enfrentamientos o lo que es lo mismo, daños irreversibles por lo que el futuro da pocas garantías. Ojalá me equivoque, pero es tal su condición de inestabilidad, de relajamiento y de incumplimiento que los resultados pueden saltar a la vista más pronto que ya. Por un lado grandeza, por otro razones que la destruyen, la minan, nos orillan a esta reflexión, que por ese prevé el ingreso del espectáculo taurino a las interpretaciones arqueológicas y  antropológicas, las cuales no han dejado de darnos elementos del pasado más remoto, y por eso nos explicamos ante lecturas concluyentes como la que hace José Carlos Arévalo cuando apunta:

La sensación de avanzar a través de lo imaginario nos lleva a pensar que la fiesta o la corrida han sido siempre un acto alucinado. Se trata de una ceremonia, compuesta de un ritual estrictamente cumplido, pero al igual que con los ritos de los viejos mitos olvidados, los participantes parecen desconocer el significado último de la representación y el papel exacto que juegan en la acción. Lo que ocurre es que el ensamblaje entre lo real y lo imaginario es tan perfecto, y la incrustación del juego tan admitida por la costumbre, que casi parece mentira, y muchos son los espectadores que pasan por la plaza sin enterarse. (6TOROS6, Nº 389, del 11 de diciembre de 2001, p. 35).

Vieja estampa de un duro enfrentamiento. Tumbo impresionante, puyazo que no culminó y todos los de a pie pendientes de intervenir en la batalla.

Los toros: ¿Nueva materia de la arqueología o la antropología? Quizás sea muy temprano hacer tan arriesgada afirmación, pero tampoco es tarde para continuar con los finos trabajos de interpretación, antes de pensar que el toreo pase, como pasará a algún museo mi colección de piezas taurinas que sirvan para abrir nuevas líneas de investigación.

Lo anterior tendré que decidirlo profundamente, porque ese legado documental permite a cualquier estudioso del tema taurino, tener un acercamiento concreto con el espectáculo, entendiéndolo a la luz de tan abundante información, y no de otra forma más que esta. Así habrán de enterarse las nuevas generaciones sobre el devenir milenario y secular de una diversión popular que, en nuestro país entrañó de manera definitiva.

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¿QUÉ TANTO DE REALIDAD Y QUÉ TANTO DE FICCIÓN TIENE EL TOREO EN NUESTROS DÍAS?

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Con cierta frecuencia, los taurinos somos abordados con una pregunta que parece venir del país de los lugares comunes: ¿Qué tanto de realidad y qué tanto de ficción tiene el toreo en nuestros días? A lo cual, nuestras respuestas pueden tener diversos argumentos, fundados sobre todo por el momento que se vive. De ese modo, parece ser que la fiesta transita en permanente crisis (y si es preciso recordar, la crisis es apenas un momento, un instante de situación dificultosa o complicada), por lo que entonces se trata de una sumatoria de ciclos que se repiten con igual síntoma patológico.

   Los toros tienen de sobra el condimento dogmático y enciclopédico que lo particulariza, haciéndolo único. Pero también lo enferma y seriamente, porque se observa en el tendido y en poca cantidad, al aficionado en cuanto tal, ese individuo formado y fundado en un ansia por la búsqueda del conocimiento. Y lo vemos raramente porque abundan los extremistas y fundamentalistas o su contraparte: el espectador transitorio.

   El toreo, al igual que una institución educativa es receptor de diversas líneas o tendencias que desde luego dan un brillo peculiar. En modo opuesto las líneas son tendenciosas ocasionando que la o las “escuelas” proyecten malas enseñanzas. Es decir, estamos frente a una condición absolutamente maniquea, resultado de la confrontación entre la pasión y la razón, por lo que es preciso recordar aquella frase que dice que la «inteligencia y la profundidad no siempre van juntas».

   Por cierto, hace unas semanas aparecía un importante argumento del escritor colombiano Edmundo Paz Soldán quien apuntó: «Pertenezco a una generación a la que se le ha enseñado a tener nostalgia de lo que no ha vivido, que creció en la época del neoliberalismo caracterizada por ser poco heroica y que ha aprendido a ser conformista…»

El Heraldo de México, 11 de octubre de 1967. Plaza de Arlés, Francia. Torero: Miguel Mateo “Miguelín”. Fotografía de Lucien Clergue. Imagen incluida en la colección “Photography Annual From UPI”, seleccionada como una entre las mejores de aquel año.

   Por otro lado, Eric Hobsbawn, en su Historia del siglo XX anota:

   «La destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos sociales que vinculan la experiencia contemporánea del individuo con la de generaciones anteriores, es uno de los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del siglo XX. En su mayor parte, los jóvenes, hombres y mujeres, de este final de siglo crecen en una suerte de presente permanente sin relación orgánica alguna con el pasado del tiempo en el que viven».

   Estas dos afirmaciones sumamente profundas nos revelan que el pasado que por alguna razón se analiza en el presente, no es lo que dicen que era. Pero el presente no tiene ya la capacidad heroica que dicen que tuvo también el pasado. Es decir, aparte de enfrentarnos a un dilema, ambos tiempos no poseen el valor, o los elementos de confrontación son forzadamente inventados y el término de este balance podría apuntar a la invención. Contra ciertas invenciones tenemos que estar perfectamente vacunados. Un gran historiador como fue Edmundo O´Gorman se puso en pie de guerra en cuanto se intensificó la postura del «descubrimiento de América», lanzando un hermoso argumento que tituló La invención de América, atenuando así un discurso más oficial que sensato. Quizá más rebuscado que lógico.

   Todo lo anterior, ¿ante qué escenario nos enfrenta? O ¿es que entonces el toreo se nos desmorona en las manos como una mera ficción o cuento?

   No estoy manejando hasta el momento ningún motivo por los que permanentemente nos rasgamos las vestiduras. Simplemente analizo desde la superficie los diversos estímulos que nos orillan a tales desenfrenos en los cuales nuestra participación individual o colectiva hacen que se alteren parcial o totalmente las estructuras donde descansa un espectáculo varias veces centenario.

   Entonces, ¿de dónde proviene el caos y el desacuerdo?

   Por lo visto la obra de Jorge Portilla: La fenomenología del relajo podría ayudarnos a dilucidar tanta confusión, solo que se queda impregnada una tremenda incongruencia sobre los valores que para unos y otros son buenos o son malos. Veamos al toro de hoy -primer y gran argumento-, el que pasa por un racero de comparaciones y perspectivas siempre en desacuerdo. El toro que se lidia en nuestro presente puede ser más pequeño o más grande al que se lidiaba hace 50 o 100 años; o viceversa. ¿Cuál es entonces el mejor promedio? ¿Qué época goza o ha gozado de ese privilegio?

   Las presentes notas están demasiado cargadas de cuestionamientos, debido básicamente a la falta de unidad, empujada -de eso estamos seguros- por múltiples intereses de actores y espectadores conforme cada época o momento que se vive. Por lo tanto va a ser difícil lograr que se tenga el común acuerdo y por consecuencia una imprevisible solución a ese eterno problema.

   La construcción del toreo ha llegado a su mejor punto en nuestra época, dirán algunos. La deconstrucción del toreo ya está aquí, dirán otros. Todo es según el cristal (con que se mire) del momento que se vive y hay que aceptarlo, no es resignada y última consecuencia, pues hay que verlo como un organismo que responde en multitud de reacomodos que provienen de la suma multitudinaria de acciones y reacciones humanas, climáticas si cabe; económicas, políticas. Sociales en consecuencia. Bueno o malo es lo que transcurre aquí y ahora, aunque tampoco es posible quedarnos en la cómoda posición de aceptar la postura maniquea que en nada resuelve el enorme conflicto generado dentro de un espectáculo fácilmente manipulable por ambas condicionantes, dueñas de un peso específico que son capaces de señalar el camino a seguir. O es que también, -a la manera de Edmundo O´Gorman-, ¿tendremos que ponernos en pie de guerra para enfrentar, ya no tanto el pasado, sino el presente, y por precaución, también el futuro taurinos?

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LA TAUROMAQUIA MÁS MODERNA, SUSTENTO DEL PASADO QUE APLICA EN EL PRESENTE, CON UNA PERFECTA CONCIENCIA DE LO QUE SERÁ TAMBIÉN EL PORVENIR.

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

 (Texto elaborado en diciembre de 2001).

   Las TAUROMAQUIAS de José Delgado y Francisco Montes, publicadas en 1796 y 1836 respectivamente, han logrado abarcar todos los conceptos que la técnica allí expuesta puso al servicio del toreo como expresión que incluye –no podía ser la excepción-, el valioso toque de la estética, concebida en su peculiar condición efímera, que por eso la hace más destacable. Con el paso de los años, fueron surgiendo otros intentos que se depositaron en sendas TAUROMAQUIAS, como la de Rafael Guerra Guerrita, o la que Federico M. Alcázar concibió como TAUROMAQUIA MODERNA en 1936. Es curioso que no existan, hasta donde tengo conocimiento, trabajos teóricos que describan las normas empleadas por José Gómez Ortega Joselito, Rodolfo Gaona y Juan Belmonte (y si así fuera, perdonen mi ignorancia), aunque de ello se ocuparan en su momento Gregorio Corrochano y José Alameda, de quien por cierto El hilo del toreo es una de las obras sustanciales en este sentido. De igual forma, Domingo Ortega con su conferencia “El arte del toreo” de 1950, aportó con sus experiencias otros tantos adelantos de la manifestación ambivalente (arte y técnica; técnica o arte, como quieran ustedes) no habiendo más remedio por parte de las nuevas generaciones de toreros que adaptarse y adecuarse a estos cambios, pues de otra forma el ejercicio técnico y el espíritu estético se quedarían rezagados, como una moda fuera de época.

Ha habido también otras condiciones que por una u otra razón se quedaron sin ser expresadas en trabajos de esta naturaleza. Allí están los legados de Armillita, Manolete, Antonio Bienvenida, Antonio Ordóñez, Joselito Huerta, Paco Camino o del Niño de la Capea. Sin embargo, nunca es tarde si ha de hacerse una disección a estos capítulos de suyo importantes y que se desplegaron peculiares durante buena parte del siglo pasado. Será porque no han encontrado al amanuense o tratadista adecuado, o tal vez por el hecho de que en algunos casos es tan reciente su paso que aún no ha sido posible asimilar sus influencias.

Instalados en pleno siglo XXI, la tauromaquia ha podido lograr un estado que se adapta a los nuevos tiempos, que, como apuntó en su momento Raúl Aramburú (6TOROS6, N° 389, del 11 de diciembre de 2001) –y del quien me ocuparé con extensión en lo que resta de este artículo-. Aramburú dijo de José Tomás (que) “interpreta en el momento actual –en medio de un mundo globalizado, altamente tecnificado y donde la estadística, las cantidades y los resultados prevalecen las más de las veces sobre la esencia y la autenticidad- el retorno, aunque parezca contradictorio, a los orígenes de la más pura forma de interpretar el arte de torear”.

Las notas de Aramburú nos recuerdan hoy la célebre jornada del 2 de diciembre de 2001 en la plaza de Acho, en Lima, Perú, cuando Paco Ojeda y José Tomás torearon “mano a mano”, hecho que convocó a dos toreros representativos de dos generaciones distintas, y ambos poseedores de un común denominador: la trascendencia en el toreo de su tiempo.

Uno es sucesión del otro.

En cuanto al Paco Ojeda, que decide reinstalarse antes de perpetuarse, su presencia en Lima, como en muchas otras plazas representó un impacto, pero también un “antes y un después de su revolución. No fue una figura convencional, que se rigiera por las leyes ni las exigencias formales del mercado taurino de su tiempo, ni tampoco estuvo en la cima lo suficiente para marcar una época, pero sin duda constituye un punto de superación de la técnica de torear, incluyendo su nombre en la selectiva lista de los que hicieron avanzar el toreo a pie a lo largo de sus trescientos años de historia. Fue, por sus características técnicas y anímicas y sin el menor asomo de duda, un auténtico revolucionario”.

De esta primera cita del corresponsal peruano se desprende una notable y sintética interpretación que se acerca al intento por darle a la TAUROMAQUIA como tal su última y más actualizada versión, lo cual representa un importante reto para cualquiera que se aventure a semejante empresa.

Este libro, cuyo hacedor es Carlos Cazalis, recién ha llegado a mis manos…

   La otra parte que merece atención en este momento es el enigma que comienza a generar con su toreo José Tomás. Retomando de nuevo el apunte de Raúl Aramburú, este dijo de Tomás: “Es un tópico decir que la tauromaquia de José Tomás invita a la intriga, a la curiosidad, y por supuesto a la polémica. Sucede siempre que se trata de un revolucionario. Y el de Galapagar también lo es, sin duda alguna. Basta con advertir las innovaciones que su toreo aportó en el corto tiempo de fin de siglo, quietud extrema, ligazón, cercanía, personalidad, suavidad (producto de un temple muy grande), hondura y largueza en su toreo de muleta y, si me apuran mucho, nuevas técnicas inaplicadas hasta ahora”.

En estos dos importantes toreros recae hoy día el nuevo arquetipo en el que se sostendrán los conceptos venideros de la tauromaquia más moderna, la cual no ignora sustentos del pasado que aplica en el presente, con una perfecta conciencia de lo que será también el porvenir. Las tauromaquias –está visto en nuestro tiempo- van ligadas por un hilo invisible, por lo que la siguiente cita del peruano termina por darnos un perfecto esquema de conclusiones:

José Tomás (es), en la práctica un continuador de Paco Ojeda aunque distinto, no es torero de números ni de vorágines estadísticas. Torea para sí y pretende reivindicar, desde su óptica, la integridad del artista, que es al final el eje sobre el que gira toda la fiesta. El protagonista principal. Y en este empeño se encuentra en la actualidad, tratando de imponer su concepción basada en la solución de los problemas que plantean los toros convenciéndoles, sin forzarlos, con una quietud asombrosa, una ralentización de las formas, un concepto meridiano de las distancias y las alturas, un temple elevado a la máxima percepción y así poder sacar a flote todas las virtudes de sus oponentes con el añadido de un valor espartano, sin el cual nada de lo anterior sería posible”.

Esto último parece marcar el síntoma peculiar y estrictamente acorde a los tiempos que corren, donde breves descripciones apuntalan el signo de todas las experiencias acumuladas en tres siglos, escenario temporal que ha visto pasar la evolución del toreo de a pie hasta llegar a ser lo que hoy es. A tal grado de perfección ha llegado la tauromaquia que no necesita demasiadas teorías, o es que es tan “perfecta” que apenas unos cuantos “teoremas” alcanzan para describirla. Sin embargo esa “perfección” puede estar muy cerca de ocasionar una ruptura en la medida en que se aleje de los más rancios principios, ruptura ceñida de misterio que genere el alumbramiento de un estado de cosas cercano a la belleza sin peligro.

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TAUROMAQUIA EN MÉXICO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS. (ENSAYO. FEBRERO, 2001).

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Bajo la condición de 5 grandes temas, elaboré estos apuntes, cuyo título: TAUROMAQUIA EN MÉXICO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS, tienen como propósito plantear un panorama cuya interpretación se alejara -al menos un poco- de los propios esquemas que he ido proponiendo al cabo de varios años de investigación, procurando dilucidar las condiciones que han prevalecido en el espectáculo taurino, desde su asentamiento en México, el año de 1526 y hasta nuestros días. Los grandes “temas” fueron:

LOS TOREROS DESCONOCIDOS EN EL SIGLO XVI.

PRIMEROS CABALLEROS EN EL “SIGLO DE ORO”.

“EL GACHUPÍN TOREADOR”, INFLUENCIA ESPAÑOLA EN EL SIGLO DE LAS LUCES.

BERNARDO GAVIÑO, LINO ZAMORA, PONCIANO DÍAZ Y OTROS EN EL MEXICANO SIGLO XIX.

RODOLFO GAONA, FERMÍN ESPINOSA “ARMILLITA” Y “MANOLO” MARTÍNEZ, CONGREGACIÓN MARAVILLOSA A LA LUZ DEL SIGLO XX.

   Tomando como modelo la magna obra coordinada por el General D. Vicente Riva Palacio: MÉXICO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS, aparecida por primera vez entre los años de 1884 a 1889, y atraído por su labor monumental, deseo dedicar un homenaje, afirmándolo con el agregado de otra historia, la de la TAUROMAQUIA EN MÉXICO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS.

 

Cristóbal Gutiérrez de Medina: Viaje de Tierra y más feliz por mar y tierra que hizo el excelentísimo marqués de Villena, mi señor, yendo por virrey y capitán general de la Nueva España en la flota que envió su Majestad este año de mil y seiscientos y cuarenta siendo General della Roque Centeno y Ordoñez, su Almirante Juan de Campos… México, Iuan Ruyz, 1640. 103 p. (Portada).

   ¿Cómo sintetizar 491 años (originalmente estaba escrita la cantidad de 475 años) de historia del toreo en México? Se trata de una historia que parte inmediatamente después de haber terminado las principales jornadas de conquista en medio de circunstancias que significan, por un lado el desplazamiento pero no la liquidación de todo un sistema de vida establecido por el conjunto notable de culturas indígenas, y por el otro, el asentamiento de otras formas eminentemente europeas, que al final no pudieron imponerse. Primero, porque ambas culturas se mestizaron bajo un sincretismo perfectamente articulado y después por el espíritu y carácter propio de este continente. Dicha asimilación dio como resultado de aquel gran encuentro, independientemente del saldo que arrojó, una nueva sociedad novohispana o mexicana, la cual entregó lo mejor de su experiencia a partir de ese nuevo estado de cosas.

   Interesa ocuparme, no tanto de los principales acontecimientos en el toreo, sino los que para esta diversión significaron ser el motor, ya impulsando o causando la fiesta misma. Pero es imposible si el toreo o la fiesta en cuanto tal, permanece al margen, por lo que procuraré un equilibrio de conceptos, debido, entre otras cosas, a que el pueblo goza del privilegio de hacer de la diversión un pretexto, logrando que todo cambie en su vida, al menos durante el tiempo de la efímera condición.

   Así, desde su establecimiento en México y hasta nuestros días, infinidad de motivos han dado pie a la celebración.

Portada del libro: Torneos, mascaradas y fiestas reales en la Nueva España. Selección y prólogo de Don Manuel Romero de Terreros, Marqués de San Francisco. México, Edit. Cultura, 1918. 82 p., Ils. (Tomo IX, N° 4).

   Por siglos, la permanencia del toreo ha permitido el desarrollo de una serie de manifestaciones, obligadas por motivos muy bien identificados: el fin de una guerra, asunto de las casas reinantes (ascenso al trono de Austrias y Borbones, matrimonios, nacimiento de infantes). La llegada de virreyes y arzobispos; la asunción momentánea a una monarquía en el México independiente que pretendió encabezar Agustín de Iturbide; o los delirios de Antonio López de Santa Anna quien ocupó varias veces la presidencia de la república. Asuntos políticos de diverso calibre también se suman a esta nómina, de igual forma que las fiestas por motivo religioso, de fuerte carácter y raigambre: como las dedicadas a los santos patronos, canonizaciones, por la culminación a diversas obras en los múltiples recintos como templos, catedrales, iglesias o conventos. Incluso, las obras públicas entre ellas algunos acueductos, o la necesidad de un buen empedrado, dieron pie para organizar las infalibles ocasiones de divertimento.

   Es decir que un carácter común de dos culturas distintas se desplegó en el resultado de aquella interesante integración de indígenas y españoles. Mestizos, criollos y otra gama diversa de castas, hasta rebasar más del centenar, al sustentar con su carácter y su ser al México virreinal, fueron capaces de recibir la influencia de costumbres españolas y aquí digerirlas, en una asimilación que dio como resultado la proyección del espíritu americano, obteniéndose de todo esto un producto sincrético. O lo que es lo mismo: un comportamiento entre sí de Indígenas y españoles; mestizos y criollos convertidos en el ingrediente indispensable que hoy adivinamos majestuoso, bajo una perspectiva y una revisión histórica que nos remiten a aquel gran esplendor virreinal e independiente.

   Desde luego el siglo XX también nos habla de una enorme participación, sobre todo en un estado maduro, donde la tauromaquia finalmente llegó a su edad adulta de la mano con grandes exponentes.

   Así pues, el recorrido de casi cinco siglos del toreo en México, nos obliga a hacer un recuento que ahora refuerzo, tratando de explicar la trascendencia señalada por infinidad de protagonistas que conviven entre el orgullo novohispano que manifestó el criollo y el mestizo y luego la fuerza que el nacionalismo lanzó durante buena parte del XIX para encontrarse más tarde con una moderna condición en el siglo que se nos va.

Retrato del rey Felipe V. Imagen disponible en internet, agosto 27, 2017 en:

http://www.memoriapoliticademexico.org/Efemerides/11/15111700-FelipeV.html

   Fueron las representaciones caballerescas el primer gran capítulo, cuya importancia se mantuvo desde 1526 y hasta el primer tercio del XVIII, cuando se vieron desairadas por la actitud del nuevo monarca, Felipe V, casa de los Austrias, y francés de origen, que no comulgó con muchos de los principios tan propios de la cultura española, misma condición que atravesó el mar y se depositó en las colonias americanas, siendo la de México en la que más notablemente se hizo evidente aquel estado de cosas.

   Para los españoles resultó un orgullo mantener su imagen desde el caballo por dos razones: una, por la victoria de estos sobre los musulmanes el año de 1492. La guerra entre ambos bandos se extendió por ocho siglos (711-1492) en el territorio de la piel de toro, en medio de cruentas batallas donde el caballo, fue esencial. Terminado el  conflicto, la imagen bélica se tornó estética y los guerreros en caballeros. Precisamente junto a estos argumentos se une la otra razón: la influencia que ejercieron los libros de caballería, creando un fuerte ideal entre aquellos que permanecieron en España viviendo de sus recuerdos; de aventureros y conquistadores que pasaron a América. Uno y otro espacio encontraron en el toreo el pretexto perfecto que alcanzó sus mejores días en torneos, justas, juegos de cañas, alcancías, estafermos, bohordos y, desde luego, el alanceamiento de toros, bajo los principios de la brida y la jineta.

Este biombo, fruto de manos anónimas, representa las fiestas con que se celebró la recepción del virrey don Francisco Fernández de la Cueva Enríquez, Duque de Alburquerque en 1702 en el fantástico bosque de Chapultepec.

   Tríptico anónimo que representa diversas vistas del recibimiento que hizo la ciudad de México a su virrey don Francisco Fernández de la Cueva, duque de Alburquerque, en el Alcázar de Chapultepec, en 1702. Perteneció a los duques de Castro-Terreño.

José Francisco Coello Ugalde: El bosque de Chapultepec: Un taurino de abolengo. Con la colaboración especial de la Lic. Rosa María Alfonseca Arredondo. México, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001. 69 p. Ils. (Serie Diversa).

   Junto a ellos fue apareciendo en escena el paje o ayuda del señor de a caballo que a pie lo libraba de los muchos peligros surgidos en tan memorables jornadas, que de tan célebres “fueron cosa muy de ver…”. Es más, se cree que los primeros toreros de a pie surgieron desde el siglo XVI. Como ya hemos visto, el torneo y fiesta caballeresca fueron privativos de conquistadores primero; de señores de rancio abolengo después. Personajes de otra escala social, españoles-americanos, mestizos, criollos o indios, estaban restringidos a participar en los orígenes de la fiesta española en América. Pero supongo que ellos también deseaban intervenir. Esas primeras manifestaciones deben haber estado secundadas por la rebeldía. El papel protagónico de estos personajes, como instancia de búsqueda y de participación que diera con la integración del mismo al espectáculo en su dimensión profesional, va a ocurrir durante el siglo XVIII.

   Volvamos al XVI. El indígena quedó privado de montar a caballo, gracias a ciertas disposiciones dictadas durante la segunda audiencia, aunque ello no debe haber sido impedimento para saciar su curiosidad, intentando lances con los cuales aprendió a esquivar embestidas de todo tipo, obteniendo con tal experiencia, la posibilidad de una preparación que fue depurando al cabo de los años. Esto debe haberlo hecho gracias a que comenzó a darse un gran e inusual crecimiento del ganado vacuno en buena parte del territorio novohispano, el cual necesitaba del control no sólo del propietario, sino de sus empleados, entre los cuales había gente de a pie y de a caballo.

La artesana mano interpreta la forma de ser del toreo encabezado por los estamentos en el inicio del siglo XVIII mexicano.

Fuente: Archivo General de la Nación [A.G.N.] Ramo: Tierras, vol. 1783, exp. 1, f. 21v. Códice “Chapa de Mota”. (F. 7).

   Pero en el XVIII se dieron las condiciones para que el toreo de a pie apareciera con todo su vigor y fuerza. Ya hemos visto que el rey Felipe V fue contrario al espectáculo que detentaba la nobleza española y se extendía en la novohispana. En la transición, el pueblo fue beneficiado directamente, incorporándose al espectáculo desde un punto de vista primitivo, el cual, con todo y su arcaísmo, ya contaba con un basamento que se formó desde el siglo XVI y logró madurez en los dos siguientes. Un hecho evidente es el biombo que, como auténtica relación ilustrada de las fiestas barrocas y coloniales, da fe de la recepción del duque de Alburquerque (don Francisco Fernández de la Cueva Enríquez) en 1702. Para ese año el toreo en boga, es una mezcla del dominio desde el caballo con el respaldo de pajes o lacayos que, atentos a cualquier señal de peligro, se aprestaban a cuidar la vida de sus señores, ostentosa y ricamente vestidos.

   He allí una señal de lo que pudo haber sido el origen del toreo de a pie en México, primitivo sí, pero evidente a la hora de demostrar la capacidad de búsqueda por parte de los que lo ejecutaban, en medio de sus naturales imperfecciones.

   La ganadería en México lentamente se fue articulando con la enorme presencia de haciendas que requerían de las cotidianas tareas a pie o a caballo para mover infinidad de cabezas de un lugar a otro. Así nacieron los quehaceres campiranos de la charrería, lo que significó un marcado orgullo nacional, ligado por consecuencia a la tauromaquia que también en sitios como esos, alejados de los centros de poder, se practicó e incluso llegó a tener su propio carácter que con el tiempo tuvo la suficiente capacidad de llegar a las plazas mismas, asimilando lo allí visto, y llevándoselo de nuevo a las haciendas, lo que dio por resultado una permanente comunicación de experiencias donde el campo y la plaza se integraron armónicamente, enriqueciendo el bagaje de la expresión taurina, exclusiva de los naturales nacidos en estas tierras.

Plano de la plaza de toros del VOLADOR en 1768. Así era la disposición de aquellos cosos novohispanos.

Fuente: Archivo General de la Nación [A.G.N.] Ramo: Historia, vol. 470, exp. s.n. f. 2.

Benjamín Flores Hernández: «Sobre las plazas de toros en la Nueva España del siglo XVIII». México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1981 282 p. Ils., planos. (ESTUDIOS DE HISTORIA NOVOHISPANA, 7). (p. 99-160).

   Tal circunstancia fue aún más notoria durante el siglo XIX, al desbordarse materialmente el ya referido orgullo nacional, encontrándonos de continuo con manifestaciones que luego quedaron perfectamente logradas bajo la pluma de Luis G. Inclán quien además ilustró esas hazañas que no solo concretó a la charrería con Recuerdos de el Chamberín, El capadero de la hacienda de Ayala o Astucia. También lo hizo con el toreo, ayudándose de la Tauromaquia de Francisco Montes “Paquiro”, tratado técnico que reflejaba los adelantos de este ejercicio en la España de 1836 que, 26 años después (en 1862) el propio Inclán editó en nuestro país.

   El estado que guardaba el toreo a mitad del siglo XVIII era el de un notable caos, producto de la presencia de señores de a caballo que tuvieron que hacerse a un lado para dar paso a la puesta en escena del pueblo, los toreros de a pie, que representaron su papel disponiendo de principios primitivos en el arte y la técnica de torear, depuradas ambas al cabo de tiempos muy cortos. Tal condición fue semejante en las dos Españas y el compendio de los progresos que se dieron en este nuevo ejercicio, se vieron en otra Tauromaquia: la de José Delgado “Pepe Hillo” que se publicó en 1796.

   Quedaron atrás varios siglos de esplendor donde connotadas glorias de las letras dejaron testimonio ya en verso, ya en prosa. Célebres son en la bibliografía colonial las suntuosas relaciones y descripciones donde, por fortuna, tenemos modo de entender la fastuosidad de fiestas en las que el toreo era uno de sus invitados favoritos. Del Capitán Alonso Ramírez de Vargas es la

SENCILLA NARRACIÓN, ALEGÓRICO FIEL TRASUMPTO, DIBUJO EN SOMBRAS Y DISEÑO ESCASO DE LAS FIESTAS GRANDES CON QUE SATISFIZO EN POCA PARTE AL DESEO, EN LA CELEBRADA NUEVA FELIZ DE HABER ENTRADO EL REY NUESTRO SEÑOR, DON CARLOS SEGUNDO (QUE DIOS GUARDE) (…). Con licencia en México. Por la Viuda de Bernardo Calderón. Año de 1677.

Portada de la obra.

CIRCO MÁXIMO

   Festivo empleo fue para el vulgar alborozo el juego de los toros, que con intermisión de mayores ostentaciones duró seis días (que fueron a partir del día 16 de noviembre de 1676). Esta orden se observa en los juegos circenses, dando lugar a la plebe para el vulgar regocijo, de donde también se llamaron plebeyos, sin dejar de ser grandes.

   Fue intimación de Su Excelencia a la acertada y siempre plausible disposición del señor don Fernando Altamirano de Velasco y Castilla, conde de Santiago, adelantado de las Islas Filipinas, señor de la Casa de Castilla y Sosa, inmediato heredero del marquesado de Salinas, como a corregidor actual desta Ciudad de México; siendo único comisario de todas las fiestas que (con sus discretas ideas, partos nobilísimos de su magnanimidad generosa y vigilante anhelo, que acostumbra en el servicio de Su Majestad) sazonó la más grande, la más solemne pompa, dividida en muchas que vieron las pasadas edades y que pudieron calificar de insuperables los reinos más famosos. Con cuya resolución se escogió sitio bastante para la erección de los tablados, siéndolo la plazuela que llaman del Volador: ilustrada por la parte del oriente con la Real Universidad; por la del poniente, con hermosa casería; por la del sur, con el Colegio de Porta Coeli, y por la del norte, con el Palacio. Ideóse la planta por los maestros; ejecutada en cuadro suficientemente proporcionado (…)

   Diose al primer lunado bruto libertad limitada, y hallándose en la arena, que humeaba ardiente a las sacudidas de su formidable huella, empezaron los señuelos y silbos de los toreadores de a pie, que siempre son éstos el estreno de su furia burlada con la agilidad de hurtarle –al ejecutar la arremetida- el cuerpo; entreteniéndolos con la capa, intacta de las dos agudezas puntas que esgrimen; librando su inmunidad en la ligereza de los movimientos; dando el golpe en vago, de donde alientan más el coraje; doblando embestidas, que frustradas todas del sosiego con que los llaman y compases con que los huyen, se dan por vencidos de cansados sin necesidad de heridas que los desalienten.

   Siguiéronse a éstos los rejoneadores, hijos robustos de las selvas, que ganaron en toda la lid generales aplausos de los cortesanos de buen gusto y de las algarazas vulgares. Y principalmente las dos últimas tardes, que siendo los toros más cerriles, de mayor coraje, valentía y ligereza, dieron lugar a la destreza de los toreadores; de suerte que midiéndose el brío de éstos con la osadía de aquéllos, logrando el intento de que se viese hasta dónde rayaban sus primores, pasaron más allá de admirados porque saliendo un toro (cuyo feroz orgullo pudo licionar de agilidad y violencia al más denodado parto de Jarama), al irritarle uno con el amago del rejón, sin respetar la punta ni recatear el choque, se le partió furioso redoblando rugosa la testa. Esperóle el rejoneador sosegado e intrépido, con que a un tiempo aplicándole éste la mojarra en la nuca, y barbeando en la tierra precipitado el otro, se vio dos veces menguante su media luna, eclipsándole todo el viviente coraje.

 (…) De grande gusto y entretenimiento fueron las cinco tardes que duraron estos juegos plebeyos, ejercitados a uso deste Nuevo Mundo; pero de mayor estimación y aprecio para los cortesanos políticos (fue) otra, de las más plausibles que puede ocupar sin ponderaciones la Fama y embarazar sus trompas, en que a uso de Madrid, mantuvieron solos dos caballeros airosos y diestros en el manejo de el rejón quebradizo y leyes precisas de la jineta en el caso: don Diego Madrazo, que pasó de la Corte a estos reinos en los preludios de su juventud, y don Francisco Goñi de Peralta, hijo deste mexicano país; dos personas tan llenas de prendas cuantas reconoce esta ciudad en las estimaciones con que los mira (…)

   Hasta aquí con la gran descripción de Ramírez de Vargas, ingenio, de los más brillantes que la colonia nos legó, agraciado con singular pluma, capaz de enriquecer junto con su imaginación lo imposible de vestir en otros.

   En medio de aquel escenario el espíritu del siglo de las luces creció con una serie de condiciones que polarizaron instituciones y pensamientos. Hubo quienes estuvieron a favor de las “luces”, marchando al ritmo de una avanzada intelectual que enfrentaba los viejos esquemas. Uno de ellos era el anquilosado panorama taurino, reprochado fundamentalmente por Gaspar Melchor de Jovellanos. El propio monarca Carlos IV ordenó suspender las funciones arguyendo en Real Cédula del año 1805, que se cumpliera en todo el Reyno, sin excepción de la Corte, mandato que se cumplió rigurosamente hasta 1808.

   Años más tarde su hijo, el polémico Fernando VII volvió a restituirlas en un afán de condescender con el pueblo y hasta impulsó una escuela de Tauromaquia en Sevilla, bajo la égida de Pedro Romero y el mecenazgo del Conde de la Estrella.

   Al arribo del siglo XIX, nuevas condiciones se fortalecieron con el ansiado momento de la liberación de un sistema que también empezaba a resquebrajarse. Las viejas instituciones, pero sobre todo las circunstancias sociales en medio de políticas agotadas, y de una constante negativa de dar paso a brillantes americanos, dispuestos a ocupar cargos públicos, así como una absoluta racionalidad del periodo de las “luces” fueron, entre otras las principales condiciones que prepararon el terreno de emancipación. Ya desde 1808 se habían dado síntomas que, dos años más tarde dieron paso a la guerra de independencia.

   Nuevos tiempos, nuevas circunstancias, nuevos ropajes proporcionaron al mexicano en lo particular la suficiente capacidad para valerse por sí mismo. Frente a todo esto, el toreo asumió idéntica realidad, con la pequeña diferencia de que las generaciones emergentes no negaron las sólidas raíces que prendieron en este quehacer y así se siguieron manifestando, representadas fundamentalmente por los hermanos Luis, Sostenes y José María Ávila que, de 1808 a 1858 en que se les pierde la pista, encabezaron la nómina de diestros nacionales, junto a José María Vázquez, Manuel Bravo y Andrés Chávez.

   Entre los años de 1829 y 1835 llegó, procedente de España el gaditano Bernardo Gaviño y Rueda (1813-1886) quien vendría a revolucionar el significado de la tauromaquia nacional, pues a ella se incorporó, la enriqueció y, como lo he señalado en un libro que realicé sobre su vida y su obra, fue Bernardo Gaviño y Rueda aquel español que en México hizo del toreo una expresión mestiza durante el siglo XIX.

Bernardo Gaviño, el eterno. Foto: Valleto.

Fuente: Fernando Vinyes. MÉXICO. DIEZ VECES LLANTO. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1991 (LA TAUROMAQUIA, 36), p. 24.

   Este mismo personaje, apoderado del control taurino mexicano, en una perfecta estrategia centralizadora, obstruyó el paso a sus propios paisanos haciéndoles la vida difícil si se atrevían a traspasar sus dominios. Capacidad y vigilancia, fueron dos entre muchos de los factores que impuso durante casi medio siglo, pues aunque torea hasta el fin de sus días (muriendo el 11 de febrero de 1886, como consecuencia de una cornada recibida el 30 de enero anterior en Texcoco), ya son notables los niveles de decadencia, no quedándole más remedio que permitir el paso a una generación que afirmó el toreo de a pie, a la usanza española en versión moderna.

   El siglo XIX en manos de Gaviño y sus discípulos fue dueño de unas connotaciones especiales. El toreo se elevó a niveles de fascinación e invención nunca antes vistas. La fiesta gozaba de su propia independencia, vivía al ritmo de los acontecimientos políticos que plaza afuera se registraron con intensa velocidad provocada por la constante aparición en el escenario político de diversos protagonistas, aspirantes al poder y que con el poder enfrentaron a otros que luego llegaron a ese puesto. Así como llegaban, así se iban.

   Ajenos al hecho político, económico y social, pero sirviéndose de él, plaza adentro ocurrieron, más bien se sucedieron, como se sucedían allá afuera los diversos acontecimientos que para México significaron una historia de bandazos. Decía entonces, ocurrieron de manera intermitente los cuadros o representaciones en la plaza de toros misma. Parecían hermanadas en ese momento dos historias: la de México y la del toreo. Precisamente es este un asunto que requiere una reflexión detenida y reposada de la cual espero verme honrado en “Nuestra Historia” quizá en un número venidero para explicarlo.

   Así que Gaviño fomentó y alentó una fiesta de toros a la mexicana sin deslindarse de sus raíces, por lo que otros diestros como Mariano González “La Monja”, Toribio Peralta “La Galuza”, Pedro Nolasco Acosta, Ignacio Gadea, Lino Zamora y Ponciano Díaz le dieron continuidad a su influencia.

   Precisamente quien mejor reflejó esa continuidad, y además le dio un perfil propio fue Ponciano Díaz Salinas, quien nació el 19 de noviembre de 1856 en la famosísima hacienda de Atenco. Hijo de D. Guadalupe Albino Díaz González «El Caudillo» y de Da. María de Jesús Salinas. Pronto se dedicó a las tareas campiranas propias de su edad y de una ganadería de reses bravas. El 1 de enero de 1877 tiene para su haber la primera actuación que se puede considerar como profesional en Santiago Tianguistenco. Sus primeros maestros en el arte propiamente dicho son Bernardo Gaviño y José María Hernández «El Toluqueño».

Cartel de la plaza principal de SAN PABLO para el jueves 11 de junio de 1857.

Fuente: Colección Julio Téllez García.

   Imprescindible en los carteles se le contrata para estrenar la plaza de «El Huisachal» el 1 de mayo de 1881. Torea por todos los rincones del país y hasta en el extranjero pues en diciembre de 1884 actúa en Nueva Orleans (E.U.A.) y entre julio y octubre de 1889 lo encontramos en Madrid, Puerto de Santa María, Sevilla. En Portugal,  Porto y Villafranca de Xira. Semanas más tarde, en diciembre torea en la plaza «Carlos III» de la Habana, Cuba. Precisamente en Madrid, y el 17 de octubre recibe la alternativa de matador de toros siendo su padrino Salvador Sánchez «Frascuelo» y el testigo Rafael Guerra «Guerrita» con toros del Duque de Veragua y de Orozco.

   Entre México y otros países sumó durante su etapa de vigencia y permanencia 304 actuaciones registradas y comprobadas luego de exhaustivas revisiones hemerográficas, y a otras fuentes de consulta aunque esa cifra es muy probable que aumente como resultado de que muchos periódicos de la época o desaparecieron o simplemente no dejaron testimonio de su paso por lugares diversos de la provincia mexicana.

   Estrena su plaza «Bucareli» el 15 de enero de 1888. Nunca alternó con Luis Mazzantini más que en un jaripeo privado el 20 de enero de 1888 en la misma plaza.

   Fue el torero más representativo de lo nacional, mezclando sellos de identidad con los aceptados desde tiempos de Gaviño y luego con la llegada de otros españoles desde 1885, puesto que vestía de luces y mataba al volapié o hasta recibiendo, pero me parece que no quiso aceptar derrota alguna, a pesar de la campaña periodística en su contra y con una pérdida de popularidad que ya no volvería a recuperar jamás.

   Se han localizado alrededor de 50 versos y corridos, todos los cuales giran para celebrar o idolatrar a este personaje popular de fines del siglo XIX. Zarzuelas y juguetes cómicos tales como: «¡Ora Ponciano!», «Ponciano y Mazzantini», «La coronación de Ponciano», «¡Ahora Ponciano!’, «A los toros», son otras tantas evidencias de la fuerza de que gozó el atenqueño. Bueno, hasta su nombre impreso en etiquetas servía para darle nombre a una manzanilla importada de España con la «viñeta Ponciano Díaz». Manuel Manilla y José Guadalupe Posada después de burilar sus gestas y sus gestos, se encargaban de apresurar en las imprentas la salida de «hojas de papel volando» donde Ponciano Díaz era noticia, quedándose mucho de estas evidencias en la historia que lo sigue recordando.

Contemplativo, sereno y hasta melancólico, Ponciano Díaz se dejó hacer esta fotografía en sus años de esplendor. A 1885 se remonta el retrato. Para entonces, lo exaltaban con el grito sincero y unánime de ¡ORA PONCIANO!

Fuente: Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, T. I., p. 186.

   De este personaje sui géneris se tienen un conjunto de historias que nos acercan a entender a un hombre de carne, hueso y espíritu lleno de conflictos internos, pero también lleno de los conflictos que por sí mismo generó alrededor del espectáculo, puesto que su tauromaquia llegó a saturarse frente al nuevo estado de cosas que se presentó a partir del año 1887, momento de la reanudación de las corridas de toros en la capital, pero también momento en que un grupo de diestros españoles comenzó lo que vendría a considerarse como la etapa de “reconquista” taurina, encabezada, fundamentalmente por Luis Mazzantini. Para Ponciano, este acontecimiento marcó una sentencia definitiva, y aunque abraza aquel concepto establecido, prefiere no traicionar sus principios nacionalistas, llevándolos -hasta sus últimas consecuencias, como una mera enfermedad o deformación- hasta el momento mismo de su muerte, convirtiéndose en último reducto de esas manifestaciones. Pero además, ante todo aquello ostentó una capacidad como empresario que trajo consigo solo tragos amargos, lo cual acelera el repudio de sus ya pocos partidarios en la capital del país.

   Uno más de los asuntos que también afectaron su carrera, “haciendo cosas malas que parecen buenas”, fue comprar ganado sin una procedencia clara, el cual terminaba lidiándose en su plaza de “Bucareli”. Dichos toros, o remedos de toros, eran mansos, ilidiables, pero también bastante pequeños de tamaño, lo que puso en evidencia la buena reputación que Ponciano había logrado luego de varios años de ser considerado el torero más querido de la afición mexicana, de ser un “mandón”, el cual tuvo que refugiarse en plazas provincianas para seguir haciendo de las suyas por aquellos rumbos. Lástima que su fama se convirtiera en infortunio, y lo que pudo ser una trayectoria llena de pasajes anecdóticos de principio a fin, solo se conservó fresca durante sus primeros 12 o 13 años. Luego, todo se dejó llevar por esas incongruencias en las que cayó, probablemente, víctima de su propia fama, o del deseo propio al querer demostrar que un torero de su naturaleza podía efectuar, además, como empresario o como contratista de toros.

   Muere el 15 de abril de 1899, muriendo también el toreo de expresión netamente mexicana.

   Al arribo del siglo XX nos encontramos una serie de condiciones similares a las de cien años atrás, con la diferencia de que el régimen de Porfirio Díaz acumula más de 30 años en el poder sin dar señas claras de una sucesión por la vía democrática. Los hombres del campo reciben con rigor el embate de muchos hacendados que aplican métodos y tratos injustos, misma condición presente en los ambientes laborales de la fábrica y la industria. Levantamientos sociales como los de Cananea y Río Blanco y de orden ideológico encabezado por Praxedis Guerrero y los hermanos Flores Magón encauzaron la Revolución de 1910.

Rodolfo Gaona, “el petronio de los ruedos”.

Fuente: Archivo General de la Nación.

   A ella se unió un principio de rescate por el nacionalismo estético logrado por creadores cuya tarea quedó plasmada en la literatura, música y pintura, entre otras expresiones. El toreo no solo tenía en Rodolfo Gaona a su representante nacionalista. El de León de los Aldamas fue más allá. Trascendió sus conocimientos aprendidos bajo severas LECCIÓN impuestas por Saturnino Frutos “Ojitos”, banderillero español formado en el mejor momento de “Lagartijo” y “Frascuelo”, figuras emblemáticas de la tauromaquia española del último tercio del siglo XIX. Y Gaona al asimilar con creces esa experiencia, puedo afirmar que les regresó la conquista, como dueño de unos valores que a 75 años de su retirada todavía sigue siendo tema de conversación. Por lo tanto el también llamado “indio grande” se convierte en el primer gran torero mexicano universal.

   En seguida, varias generaciones de enormes figuras concretan esa condición e imponen una presencia sólida que cautiva a los aficionados de aquí y de allá. Nombres como los de Fermín Espinosa, José Ortiz, Alberto Balderas, Jesús Solórzano, Luis Castro, Lorenzo Garza, Fermín Rivera, Luis Procuna, Alfonso Ramírez, José Rodríguez “Joselillo” y un largo etcétera con el cual no doy por terminada la exposición. Más bien, dejo indicados a los más sobresalientes como seña de que nuestro país ha aportado al toreo vetas riquísimas que han representado un peso significativo para una historia de grandes dimensiones.

“Manolo” Martínez en plena juventud. El Heraldo de México, jueves 20 de mayo de 1968.

   Para quienes disfrutan del espectáculo y lo han admirado en el último tercio del siglo XX, existen absolutas coincidencias para afirmar que es “Manolo” Martínez la figura representativa que acumula una tauromaquia matizada de contrastes que van de la grandeza a la polémica, en función de su fuerte carácter y personalidad, mismos que supo proyectar perfectamente en su quehacer, por lo que se convierte en figura discutida, imponiendo un término que muy pocos toreros han alcanzado: ser “mandón”. Mandón, «porque está solo, sin pareja, sin rival permanente, invadiendo terrenos y ganando batallas hasta quedarse solo mientras el boumerang de su propia dictadura se vuelve contra él», nos dice Guillermo H. Cantú, en su libro: Manolo Martínez, un demonio de pasión. México, Diana, 1990.

   Nuestra época, plagada de nuevos y acelerados acontecimientos como “el fin de la utopía”, y el triunfo absoluto del neoliberalismo, en 1989, a raíz de la caída del Muro de Berlín, también ha causado en México un síntoma cuyo camino es el de la democracia que de alguna manera liquidó la presencia de un partido en el poder, incorporándose otros, e incluso, llegando uno de ellos, considerado como de oposición a ocupar la presidencia de la república. En este contexto, con apenas algunos ejemplos del escenario nacional y mundial, transitamos de un siglo a otro, mientras en el toreo las actuales condiciones nos proyectan un interesante panorama donde varios de nuestros espadas como “Jerónimo”, Ignacio Garibay, Antonio Bricio, pero fundamentalmente Eulalio López “El Zotoluco” han remontado lo que por muchos años significó un ostracismo en ruedos españoles, bien provocado por mínimas aspiraciones o por el escaso interés de sus potenciales capacidades. Eso ha quedado atrás, y si de nuevo el mercado de oportunidades se abre para buscar el equilibrio de fuerzas entre diestros españoles y mexicanos, estaremos viendo dentro de poco tiempo una recuperación de modo que, conforme a los ciclos en la historia, se repita con este, lo ya registrado al menos durante la primera mitad del siglo XX que, como hemos dicho, llega a su culminación.

   Pinceladas o rasgos de un gran tema como el de la fiesta de toros en México, desde sus orígenes y, hasta nuestros días, es lo que hemos conseguido en esta revisión de conjunto, esperando cumpla dignamente los propósitos que persigue “Nuestra Historia”. Por mi parte, quedo en deuda, esperando saldarla asimismo con otros materiales que puedan ser complementarios a LA TAUROMAQUIA EN MÉXICO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS, que aquí termina.

 

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ENSAYO Y NOTAS SOBRE UNA CONFERENCIA DE LA DRA. DOLORES BRAVO (Fiesta pública y escenificación del poder).

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Villa de Guadalupe, 4 de marzo de 2004. Amanece nublado, aunque a ratos sale y se oculta el sol.

I

   El sentido de entretenimiento o diversión, adquirió imagen especial durante el virreinato, pues fue en ese periodo donde se manifestó la consolidación no solo de la fiesta oficial. También la de carácter religioso, e incluso civil. Lo pagano y lo profano al servicio de dos poderes fundamentales: la corona y la iglesia. Además, y fuera del contexto novohispano, muchas de ellas continuaron efectuándose quizá bajo otra mentalidad, diferentes tiempos y otras razones, permitiéndoles a otro buen número pervivir hasta nuestros días, inclusive. Al hacer un recuento de todas aquellas celebraciones que afirmaron no solo el sentido de un pueblo con derecho a divertirse, sino que además legitimaron y garantizaron el afianzamiento de la autoridad fuese esta política, eclesiástica e incluso universitaria (ya veremos su participación concreta). Pues bien, el citado recuento alcanza una cantidad muy importante de celebraciones de diversa índole y cada una de ellas encuentra su detonante en el calendario litúrgico, fiestas de tablas y otras. Del mismo modo, la corona y sus representantes en América también fueron causa para otras celebraciones cuyo impacto alcanzó diversas magnitudes, traducidas en conmemoraciones, muchas de ellas testimoniadas en multitud de relaciones de fiestas, sermones y otros, factor por escrito donde los cronistas dispusieron de suficientes motivos para describir esos acontecimientos con lujo de detalle.

   De igual forma, la Universidad como institución, también se posicionó privilegiadamente para efecto de sumarse a las conmemoraciones, agregando al catálogo sus propios elementos, de los que se platicará con amplitud más adelante.

   Bien, ya contamos con el sustento institucional generador y estimulador de las múltiples versiones de fiesta y otras puestas en escena, como túmulos funerarios o fábricas, que recordaban la reciente muerte del monarca o algún miembro de la casa reinante, así como los autos de fe, donde el tribunal de la Inquisición, tras el grave aparato que imponía, terminaba dictando sentencias a diversa escala.

   Ahora es preciso hacer un repaso a ese enorme catálogo que en su momento, debe haber rebasado a un pueblo siempre cautivo en fiestas. De ahí que considere la siguiente nómina como

 CATÁLOGO DE CONMEMORACIONES Y MOTIVOS DE CONCENTRACIÓN POPULAR, SEGÚN GREGORIO MARTÍN DE GUIJO Y ANTONIO DE ROBLES (1648 – 1664 y 1665 – 1703, respectivamente).

GREGORIO MARTÍN DE GUIJO: 1648 – 1664.[1]

1648

-Auto del Santo Oficio. Entre otro de los juzgados fue Martín Garatuza (30 de marzo).

-Día de la Exaltación de la Cruz. Reedificación de la Cruz del cementerio de la Catedral, jubileo de las cuarenta horas en ella y procesión de sangre, religiones y cofradías, por la peste. (14 de septiembre).

1649

-Procesión de la Cruz del Santo Oficio. Procesión entre muchos caballeros de hábito y la nobleza del reino con toda gala y bizarría (10 de abril).

-Auto general de la fe en la plazuela del Volador (17 de abril).

-Colocación de suntuoso retablo en una capilla de la catedral. Hubo procesión con el Santísimo Sacramento y varias misas (21 de octubre).

1650

-Día de la Purificación de Nuestra Señora (catedral), en medio de gran fiesta. (2 de febrero).

-Auto de la fe en la Catedral (13 de marzo).

-Paseo víctor del Doctor de Miguel de Ibarra por varios conventos –facetamente, con espadas desnudas- (14 de marzo).

-Colocación del altar de Santa Rita (Convento de San Agustín). Acudieron diversas órdenes religiosas y mucha gente del pueblo. (22 de mayo).

-El Vicario general de la Merced, Fr. Pablo Arias de Soto tomó posesión con grandes júbilos y festejos (22 de junio).

-Juramento del señor virrey (Conde de Alva de Lista). Bienvenida, recepción, toros y tocotines de los indios (esto último en Chapultepec). (28 de junio).

-Entrada del virrey entre gran ceremonia. Te deum laudamus, arco triunfal y otros (3 de julio).

-Máscara de los Estudiantes de la Compañía. Máscara a “lo faceto” que se decía en “hacinamiento de gracias de la venida del señor virrey…” (7 de julio).

-Auto de la Inquisición (10 de julio).

-Bendición de la iglesia de San Lorenzo con mucha y variada asistencia (11 de julio).

-Dedicación de la iglesia de San Lorenzo (16 de julio).

-Ordenó el arzobispo al hijo del virrey, con corona y grado en medio de júbilo (5 de agosto).

-Altar nuevo, colateral dedicado a Nuestra Señora del perdón, con muy solemne fiesta (5 de agosto).

-Fiesta de San Hipólito (13 de agosto).

-Visita del Sr. Virrey con motivo de “haberse hecho a la vela la flota”, visita a varios conventos, entre música, bailes y regalos (14 de agosto).

-Consagración del arzobispo de Filipinas (4 de septiembre).

-Sermón del obispo de Segovia. Concurrió todo el reino (17 de septiembre).

-Publicaciones y procesión de la devoción del Rosario. Procesión (con) tanto número de gente que no se había visto mayor concurso (2 de octubre).

-Muerte del Sr. Arzobispo Juan de Mañosca. Un día después, embalsamado, acudieron a misa de requiem varias órdenes (12-13 de diciembre).

1651

-Maitines de Reyes. Ocurrió mucha gente de todos estados (5 de enero).

-Honras del señor Arzobispo. Asistió el virrey, audiencia, tribunales, todas las religiones y mucho número de gente (15 de enero).

-Consagración de óleo. Jueves santo (6 de abril).

-Fiesta de la Cruz en el Rastro. Los rastreros celebraron la fiesta con una lucida máscara de indios, misa, simulacros militares. El turco en el remate del castillo. Participación y compañía del virrey a la plaza, donde hubo tres días de toros. Similar aparato, con el “que se alborotó el reino”, tuvo lugar en diciembre del año anterior (7 de mayo).

-Festejo del conde de Alva, acompañado de la nobleza del reino, paseó con notable concurso de gente en bizarros caballos (29 de junio).

-Procesión de sangre para mitigar el colixtle, con rogativa en catedral. (13 de octubre).

-Fiesta de Santa Teresa con asistencia del virrey y audiencia, a más de las religiones (15 de octubre).

-Toros (recoger notas en Guijo, T. I., p. 179-180).

1652

-Fiesta de nuestra Señora de la Concepción. Gran celebración. Procesión, misas, toros y máscaras (23 de enero).

-Iglesia de la Piedad, día de la Purificación de nuestra Señora, apertura de la iglesia, casa y convento a nuestra Señora de la Piedad (acudió a ella todo el reino) (2 de febrero).

-Máscaras. Celebra sus años el virrey con toros, lidiados en el parque (3 de septiembre). (Recoger notas en Guijo, T. I., p. 199-200).

-Muerte de la Condesa Da. Luisa de Albornoz y Legazpi con asistencia “de toda la nobleza del reino” (18 de mayo).

-Venida de la Virgen de los Remedios. Hubo un “grande concurso de gente que le salió a recibir…”. Repique, luminarias, etc. (17 de junio).

-Procesión de la octava de Corpus. Hubo comedia (19 de junio).

-Consagración del señor arzobispo, con asistencia de diversas personalidades (25 de julio).

-Entrada del señor arzobispo, quien fue recibido con arco de colgaduras y acompañado por diversas órdenes religiosas y el pueblo (3 de agosto).

-Entrada del virrey duque de Alburquerque. Arco en forma acostumbrada (15 de agosto).

-Pendón transferido por la dilación de la entrada del virrey (24 de agosto).

-Honras al obispo de la Habana. Túmulo muy honrado, con asistencia del virrey, audiencia y religiones (1° de octubre).

-Juramento de defender la Concepción de Nuestra Señora, celebrada en medio de gran aparato (5 de octubre).

-Entierro y honras del señor arzobispo. Asisten: virrey, audiencia y tribunales. (15 de noviembre).

-Fiesta al Santísimo Sacramento (23 de noviembre).

-Toros (22, 23 y 25 de diciembre).

1654

-Fiesta de la Concepción entre grandes demostraciones de la Real Universidad (17 de enero).

-Máscaras “a lo grave” y a “lo faceto” (29 de enero).

-Cumpleaños del rey en medio de saraos con asistencia mayúscula (8 de abril).

-Dedicación de la Iglesia nueva de la Merced (30 de agosto).

-Salida del Conde de Alva de Lista en medio de gran demostración popular (17 de octubre).

-El suceso de las cuarenta horas (6 de septiembre). (Véase Guijo, T. I., p. 264).

1655

-Fiesta continua del Santísimo Sacramento por todo el año (1° de enero).

-Fiesta de la Concepción de nuestra Señora en la Universidad (20 de enero).

-Anatema (14 de marzo).

-Años del rey (8 de abril).

-Apertura de la iglesia de la Concepción (13 de noviembre).

1656

-Mejoría del virrey (21 de enero).

-Muerte de una negra de la virreina (24 de enero).

-Dedicación de la Catedral (1° de febrero).

-Traída de la Virgen de los Remedios (16 deptiembre).

-Auto particular de inquisición (20 de octubre).

-Fiesta del rey (12 de noviembre).

-Aviso de estar la flota en la Habana (13 de noviembre).

-Rogativa por la flota (2 de diciembre).

1657

-Capilla nueva (19 de julio).

1658

-Parto de nuestra reina (20 de marzo).

-Fiesta al parto de la reina del príncipe Felipe Próspero (28 de abril).

-Mascarada “a lo faceto” (1° de mayo).

-Toros (20, 21 y 22 de mayo).

-Justicia de catorce personas por el pecado de la sodomía (6 de noviembre).

-Celebración de la edad del señor príncipe Próspero (28 de noviembre).

1659

-Fiesta de Corpus (26 de mayo).

-Segundo parto de la reina nuestra señora, infante (13 de julio).

-Entrada del Conde de Baños (16 de septiembre).

-Asistencia del virrey al convento de San Jerónimo (30 de septiembre).

-Pregón del Santo Oficio (1° de octubre).

-Fiestas (desde el 13 de octubre).

-Procesión del Santo Cristo de la Columna (5 de noviembre).

-Procesión del auto general de la fe (18 de noviembre).

-Toros (22 de noviembre).

1661

-Años del rey (8 de abril).

-Traída de Nuestra Señora de los Remedios (14 de junio).

-Segunda octava de la virgen (3 de julio).

-Muerte de una nieta del virrey (11 de agosto).

-Colación de nuestra Señora Copacabana (5 de octubre).

-Apertura de la iglesia de San José de Gracia (26 de noviembre).

1662

-Años de la virreina (25 de mayo).

-Comedia (11 de junio).

-Procesión de la bula de la Concepción (16 de julio).

-Procesión de Nuestra Señora Santa María la Redonda (14 de agosto).

-Procesión de la Concepción en la catedral (2 de septiembre).

-Fiesta de la Concepción en el convento de Santo Domingo (10 de septiembre).

-Fiesta de la Compañía en la Profesa (14 de septiembre)

-Fiesta de la Concepción (17 de septiembre).

-Auto de fe (30 de septiembre).

-Fiesta en San Jerónimo (8 de octubre).

-Fiesta en el Carmen (5 de noviembre).

-Fiesta en Jesús María (5 de noviembre).

-Fiestas reales con toros (7 de noviembre).

-Fiesta de la Merced (19 de noviembre).

-Fiesta de Balvanera (19 de noviembre).

-Fiesta en Santa María la Redonda y fiestas en Santa Catarina Mártir (25 de noviembre).

-Fiesta en el Hospital real de Indios y fiesta de la platería, esta última con toros (8 de diciembre).

-Fiesta en San Bernardo (10 de diciembre).

-Santa Catarina, reedificación y apertura (22 de enero, sic.).

1663

-Traída de la Virgen de los Remedios (26 de junio).

1664

-Auto de fe (4 de mayo).

-Pendón asistido del señor obispo virrey (12-13 de agosto).

-Entrada del virrey en Chapultepec. Hubo toros. (7 de octubre).

-Entrada del de Mancera en el gobierno. Hubo toros (15 de octubre).

-Primera asistencia del virrey en la iglesia de San Lucas (18 de octubre).

-Segunda asistencia, en la iglesia de Nuestra Señora del Carmen (19 de octubre).

-Edad del príncipe (16 de noviembre).

-Asistencia del virrey a Catedral. Fiesta del Patrocinio de Nuestra Señora (9 de noviembre).

-Entrada del señor arzobispo Cuevas (10 de noviembre).

-Posesión del señor arzobispo (15 de noviembre).

(Hasta aquí Gregorio Martín de Guijo).

ANTONIO DE ROBLES (1665 – 1703).[2]

1665

-Entierro Del señor arzobispo (4 de septiembre).

-Dedicación de la iglesia de Jesús Nazareno (11 de octubre).

-Vísperas y oración fúnebre del señor arzobispo (25 de octubre).

1667

-Venida de nuestra Señora de los Remedios (11 de mayo).

-Novenario a nuestra señora (12 de mayo).

-Beatificación de San Pedro Arbúes. Fuegos en la plazuela y toros (17 de septiembre).

-Remate de las bóvedas de catedral con muchas fiestas (22 de diciembre).

1668

-Auto de la fe de Santo Domingo (3 de febrero).

-Venida de nuestra señora de los Remedios (13 de junio).

-Beatificación de Santa Rosa del Perú (12 de febrero en Perú).

1669

-Fiestas del pendón (12 y 13 de agosto).

-Fuegos, luminarias, máscaras de 84 caballeros y toros (2 de septiembre).

1670

-Años del rey nuestro señor D. Carlos II (6 de noviembre).

-Recibimiento del señor arzobispo (8 de diciembre).

-Azotados por el santo oficio (9 de diciembre).

1671

-Dedicación de la iglesia de Balvanera (7 de diciembre).

-Anuncio de la publicación de la beatificación de Santa Rosa del Perú (1°-12 de marzo).

1672

-Fiestas de canonización de San Francisco de Borja (25 de enero y 14 de febrero).

-Máscara (7 de febrero)

-Ahorcado (14 de mayo).

-Fiesta a Santa Rosa de Viterbo (4 de septiembre).

1673

-Casamiento de la hija del virrey (28 de mayo).

-Dedicación de la iglesia de las capuchinas (10 de junio).

-Siete hombres quemados por sodomitas (13 de noviembre)

-Entrada del duque de Veraguas a Chapultepec (16 de noviembre).

-Entrada del virrey a la ciudad de México (8 de diciembre).

1674

-Celebración de los años del rey, comenzaron con los toros (7 de noviembre).

1675

-Dedicación de San Cosme (13 de enero).

-La Universidad celebra la fiesta a la Purísima Concepción de nuestra Señora con comedias y torneo a lo “faceto” (27 de enero).

-Máscara ridícula (6 de febrero).

-Torneo y toros por fiesta de la Universidad (8 de febrero).

-Día de Corpus (13 de junio).

-Entrada del visitador de San Agustín (10 de octubre).

-Años del rey con comedia en palacio (6 de noviembre).

-Toros a los años del rey (11, 19 y 20 de noviembre).

1676

-Se pregona se bata moneda de oro y de que saliesen todos los ministros de la Casa de la Moneda a caballo; hubo muchos arcos y atabales (23 de mayo).

-Toros por la entrada del rey en el gobierno (6-21 noviembre).

-Máscara de caballeros (25 de noviembre).

-Fiesta de los gremios por la entrada de S. M. al gobierno ( 8 de diciembre).

1677

-Carreras de caballos en San Sebastián (20 de enero).

-Fiesta de la Universidad (24 de enero).

-Fiesta del rey en Tacuba; cañas y toros (25 de enero).

-Fiesta, sermón y comedia (9 de agosto).

1678

-Auto del Santo Oficio (20 de marzo)

-Azotados (22 de marzo).

-Venida duodécima de Nuestra Señora de los Remedios (30 de mayo).

-Octava de Corpus (16 de junio).

-Vuelta de nuestra Señora de los Remedios (19 de junio).

-Procesión al hospital (¿de indios?) con muchos fuegos, loas y estandartes (8 de octubre).

-Toros (22, 23 y 24 de noviembre).

-Toros (4, 5 y 6 de diciembre).

-Primera piedra de Santa Teresa (8 de diciembre).

1679

-Carrera de 8 caballeros delante del balcón de Palacio (27 de junio).

-Toros y maroma (11 de diciembre).

-Toros. Uno en zancos, toreó. (13 y 14 de diciembre).

1680

-Dedicación nueva capilla de Nuestra Señora de Loreto (5 de enero)

-Día de la Epifanía, misa, sermón y mucho concurso (6 de enero).

-Dedicación en San Felipe Neri de una colateral (29 de enero).

-Fiesta de la Universidad (18 de febrero).

-Fuegos, hachas, luminarias (5 de abril)

-Fiesta en San Agustín (28 de agosto).

1682

-Toros (11 de enero)

-Certamen de la Real Universidad (18 de enero)

-Fiesta de las escuelas (25 de enero)

-Día de Corpus (8 de mayo)

-Fiesta del rey (29 de noviembre).

1683

-Fiesta de la Universidad (21 de febrero)

-Años de la reina (21 de abril)

-El Corpus (17 de junio)

-Bautismo del hijo del virrey (14 de julio)

Víctor o toma de grado de un bachiller (22 de julio)

-Entrada del arzobispo (4 de octubre)

-Fuegos de la cruzada y sarao con asistencia de los virreyes (28 de noviembre).

-Toros en el Volador (2, 9, 13, 23, 28 y 30 de diciembre).

1684

-Toros en la plazuela de la Trinidad. Cañas y máscaras (segunda quincena de junio).

-Los años del hijo del virrey (5 de julio).

-Años del rey (6 de noviembre).

1685

-Fiesta de Nuestra Señora de la Concepción en la Universidad (13 de mayo).

-Venida de nuestra Señora de los Remedios (2 de junio).

-Bendición de la cruz para la nueva iglesia de San Bernardo (23 de junio).

1686

-Fiesta en la real Universidad de la Limpia Concepción de Nuestra Señora (3 de febrero).

-Toros en Chapultepec (11 de noviembre).

-Asiste el virrey a la fiesta de los Betlemitas (27 de diciembre).

1687

-Acto de la Universidad al Virrey (21 de enero).

1688

-Años del virrey. Hubo cadenas y comedia (6 de enero).

-Auto en Santo Domingo (8 de febrero).

-Fiesta de nuestro padre San Pedro (11 de julio).

-Toros y moros y cristianos en la plazuela de Jesús Nazareno, a la celebración de la cruz (5 de octubre).

-Entrada del virrey en público (4 de diciembre).

-Fiesta de Jesús Nazareno, por la dedicación de iglesia nueva (7 de diciembre).

-Fiesta de Jesús Nazareno (8 de diciembre).

-Fiesta de la congregación de San Pedro en la dedicación de la iglesia de Jesús Nazareno (15 de diciembre).

-Años de la reina (22 de diciembre).

1689

-Fiestas de la Cruz de la Trinidad. Se lidiaron toros en la plazuela de la Santísima Trinidad (24 y 25 de enero).

-Toros en San Pablo y moros y cristianos (10 de mayo).

-Elección de rector de la cofradía del Santísimo Sacramento (2 de julio).

-Toros en la casa del conde de Santiago (11-14 de julio).

-Repetición del hijo de D. Diego Franco (16 de agosto).

-Fuegos de la cruzada de noche (26 de noviembre).

1690

-Azotado (21 de febrero)

-Auto en Santo Domingo (5 de marzo)

-Azotado (6 de marzo)

-Fiesta de la Santísima Trinidad (21 de mayo).

-Fiesta de Corpus Christi (25 de mayo).

-Toros en el parque de Palacio con tablados (14-15 de junio).

-Toros (19 de junio).

-Fiesta de la congregación de San Pedro en la Octava de la dedicación de San Bernardo (2 de julio).

-Fiesta de la Trinidad (9 de julio).

-Fiesta de San Bernardo (20 de agosto).

-Fiesta en el hospital de Jesús Nazareno (8 de octubre).

1691

-Bandera arbolada para China (11 de enero).

Víctor del Dr. D. Juan de Brisuela (4 de febrero).

-Matrimonio de la Condesa de Santiago (2 de mayo).

-Máscara curiosa (9 de mayo).

-Máscara de los plateros (10 de mayo).

-Máscara del conde de Santiago (11 de mayo).

-Toros, cañas –de los de Amozoc-, con castillo y tienda de campo, en el Volador (28-31 de mayo).

1692

-Fiesta de Nuestra Señora de los Remedios (10 de agosto).

-Procesión de sangre de San Sebastián (30 de septiembre).

-Fiesta de la limpia Concepción de nuestra Señora (7 de diciembre).

-Pregón de la canonización de San Juan de Dios (8 de diciembre).

1693

-Certamen en San Agustín (18 de enero).

1694

-Paseo para la borla en Teología del Dr. D. Manuel Mendrice (23 de agosto).

-Fuegos y luminarias en la calle de Tacuba (7 de diciembre).

1695

-Años del virrey (11 de enero).

-Visita de los virreyes a la Santísima Trinidad, donde hubo comedia (31 de enero).

-Ida de la Virgen de los Remedios (7 de marzo).

-Fiesta de la Merced (30 de octubre).

-Años del rey (6 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (15 de noviembre).

1696

-Auto en Santo Domingo (15 de enero).

-Azotados (16 de enero).

-Fiesta de San Juan Sahagún (13 de febrero).

-Entrada del virrey (27 de febrero).

-Lutos por la muerte de la reina (30 de octubre).

-Honra de la reina en Catedral (24 de noviembre).

-Honra de la reina en Santo Domingo (10 de diciembre).

-Procesión del Santo Cristo de la Columna (13 de diciembre).

1697

-Entrada del conde de Moctezuma por virrey (2 de febrero).

-Fiesta de los betlemitas en la Catedral (10 de febrero).

-Ahorcados (21 de febrero).

-Honras de la reina en Jesús María (9 de marzo).

-Ahorcados (14 de marzo).

-Ahorcados (29 de abril).

1698

-Honras del señor arzobispo (2 de septiembre).

1699

-Azotados (18 de febrero)

-Fiesta de corte (14 de mayo)

-Auto de la fe (14 de junio).

1700

-Luminarias y fuegos (20 de octubre).

-Canonización de San Juan de Dios en la ciudad de México (16-30 octubre).

-Toros que hubo en aquellos días de la canonización.

-Máscara (6 de noviembre).

-Máscara de niños (7 de noviembre).

-Toros por las fiestas de San Juan de Dios, en la plaza de San Diego (15 de noviembre).

-Toros a mañana y tarde (16 de noviembre).

-Mulata sentada como hombre, toreó a caballo (17 de noviembre).

-Toro de once (24 de noviembre).

-Toros (13-15 de diciembre).

1701

-Fiesta en Santiago Tlatelolco. Asistió el virrey (16 de enero).

-Pregón de luto por el rey Carlos II (16 de marzo).

-Tarasca nueva de siete cabezas que anduvo dentro de la Catedral (26 de mayo).

-Auto en el Santo Oficio (22 de julio).

-Toros por el virreinato del señor arzobispo en la plazuela de San Diego (13-15 de diciembre).

1702

-Recepción del palio por el señor arzobispo (6 de enero).

-Toros en San Diego (23-25 de enero).

-Posesión del virreinato (27 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (28 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (2-3 de diciembre).

-Fiesta de la Concepción en la Universidad con máscara ridícula. (10 de diciembre).

1703

-Auto del Santo Oficio (18 de mayo).

-Arribo de ocho salteadores negros y mulatos (…) acompañados de mucha gente (31 de mayo).

-Vuelta de los virreyes a la ciudad. Toros (4-6 de junio).

-Toros de los virreyes a la ciudad. Toros. (4-6 de junio).

-Toros que se jugaron en Chapultepec a los años de la señora virreina (25 de junio).

-Fiesta de San Ignacio de Loyola en la casa Profesa con gran solemnidad (21 de julio).

-Toros en Chapultepec, en honor de los años dela hija de los señores virreyes (30 de julio-1° de agosto).

-Toros en Chapultepec a los años del señor virrey. Carreras de los de Toluca, que vinieron a celebrarle los años con dichos toros y juegos de cañas y alcancías. (9 de noviembre).

-Toros en Chapultepec (10 de noviembre). (297 acontecimientos).

Sergio Carrillo Escobar: Historia de un corazón. México, Gobierno del Distrito Federal, 1999. Este libro fue editado, entre otros propósitos para los niños. En tan interesante como lucida obra, se “fomentan la vivencia de la historia a partir de una serie de imágenes que muestran los cambios del Zócalo de México a lo largo de seis siglos, desde la fundación de Tenochtitlan, hasta el terremoto de 1985”. (Datos obtenidos en internet, agosto 27, 2017 en: http://www.ibero.mx/exalumnos/pdf/boletin_31_otono_2005.pdf).

II

   Lo anterior viene a confirmar las puntuales apreciaciones hechas por la Doctora Dolores Bravo Arriaga, quien dictó la conferencia “Fiesta pública y escenificación del poder”, dentro del marco del ciclo denominado ARTE Y CULTURA COLONIAL: EL APARATO FESTIVO.

   El tema, que cuenta con importante sustancia, dio motivo a las presentes notas.

   Fiesta que depende del poder o la autoridad: fiesta oficial. No hubiera sido posible el mundo hispano de no haberlo heredado por el sentido de las fiestas oficiales que organizó el poder. La celebración barroca está ligada al poder. La fiesta se ubica en un ámbito urbano, detenta y proyecta a los ciudadanos los símbolos del poder. Arzobispo y virrey en la Nueva España eran la máxima potestad. Al poder le interesa por lo tanto que sus grandes símbolos estén representados ante el gran público, el pueblo. Participan representantes de los diversos estamentos. Fiestas civiles y religiosas, en estos el poder encuentra su afianzamiento. Las fiestas tienen un tiempo que se debe –entre otras razones-, al calendario litúrgico que con su contexto se establecía un orden para la celebración de la fiesta misma, rompiendo la “tranquilidad” del devenir de la capital novohispana. En templos, parroquias se celebraban las fiestas de sus patronos (con novenarios, procesiones o luminarias). Si había dedicación del templo, la dimensión de fiestas era similar.

   Fiestas civiles, paseos del pendón, mascaradas. Los espacios: atrios de las iglesias, plazas públicas, la plaza mayor como centro simbólico, escenario primordial de las acciones festivas. Las fiestas entonces celebradas eran catárticas en medio de liberación, emociones, donde coincidían las clases sociales, estratégicamente repartidas a lo largo y ancho del espacio de celebración.

   Al poder novohispano, ¿qué le interesa poner en escena?

   Con las relaciones de fiestas tenemos constancia de aquellas celebraciones donde se podían conocer la doble cara, tanto en sucesos alegres como desafortunados. Ante dos máscaras -Demócrito y Heráclito- se admiraba la población novohispana. En la Universidad, al doctorarse algún estudiante de teología –por ejemplo-, esto daba motivo para organizar una fiesta, como afianzamiento también de su poder. Canonizaciones de santos, dedicaciones de templos (obras terminadas), la más importante de ellas fue, desde luego, la de la Catedral Metropolitana en 1667.

   La beatificación de Santa Rosa de Lima, es una de las fiestas majestuosas celebradas donde los indios y criollos la hicieron y la tomaron como suya.

   Suntuosidad, riqueza de procesiones, con que se adornaban las imágenes. Fiestas presididas por los altos representantes de la autoridad civil y religiosa. Canonización de San Juan de Dios –en 1700-, que incluye paseo del pendón, lo que significaba el nacimiento de la Nueva España, fiesta la mayor que se hacía en México, según opinión de Gemelli Carreri.

   El esplendor de la fiesta barroca le debe mucho la pugna con las sectas luteranas, debido a que son las que establecen la diferencia entre reforma y contrarreforma. Autos sacramentales, procesiones, carros alegóricos, tarascas, máscaras o mascaradas (a lo grave o serio, o a lo “faceto”). Todas ellas eran en consecuencia, una profunda emoción que penetraba por los sentidos.

   Las mascaradas encarnaban la realidad, como mundo, como escenario del tiempo. El barroco, como arte, va a permitir todos los contrastes.

   También es de tomarse en cuenta las despedidas que se dieron a determinados personajes de la vida política o religiosa, como fue el caso de la de Fray Payo Enríquez de Rivera, en la cual se hicieron fiestas para evocar su alejamiento de la ciudad.

   Autos de fe, puestos en escena por la Inquisición eran otro motivo de concentración pública, a pesar de su imagen macabra. Hasta aquí los apuntes derivados de la conferencia de la Dra. Bravo Arriaga.

   El balance hecho a las obras de dos diaristas fundamentales como Gregorio Martín de Guijo y Antonio de Robles, nos dan una idea más que precisa sobre el comportamiento de las diversas actividades citadinas que no se reducen a la sola fiesta o celebración. También están presentes una importante cantidad de acontecimientos de índole variada, capaces todas ellas de poseer un poder de convocatoria suficiente para reunir de manera colectiva o multitudinaria a los habitantes de una ciudad como la capital del reino de la Nueva España.

   Los patrones de comportamiento que hemos visto a lo largo de 55 años son suficiente materia de estudio para comprender la patología citadina que se enteraba entre repiques de campana, pregones, desfiles, arcos triunfales, recepciones de virreyes y otras autoridades, nupcias reales, nacimientos de infantes, fallecimiento de monarcas, autos de fe y otros, de situaciones extraordinarias las cuales se convertían en concentraciones populares que atestiguaban “con sus propios ojos” la diversa situación a la que fueron convocados. De ahí que la vida cotidiana en la Nueva España no estaba reducida al solo influjo de la fiesta. También se unieron a este catálogo otras tantas conmemoraciones como las ya revisadas en las obras de Guijo y Robles. En algunos años los índices aumentaban o disminuían en función del acontecimiento ocurrido. Pero por ningún motivo fueron épocas en reposo o perdidas en el oscurantismo de la ausencia de datos. Estos existen por fortuna, y sólo hay que tenerlos como referencia para efectuar un balance desde diversas perspectivas.

   Como se ve, la Nueva España entre los años de 1648 a 1703. Y luego, como ocurrirá bajo el registro de otras fuentes documentales como la “Gaceta de México”, nos dan un rico panorama de posibilidades sobre los diversos detonantes que inquietaron a una ciudad siempre dinámica. No podemos olvidar toda la gama de motivos de carácter religioso como las movilizaciones de imágenes: la virgen de los Remedios, la virgen de Santa María la Redonda, las procesiones de sangre y otros que sirvieron como paliativo a sequías o inundaciones. Incluso, para encontrar una pronta solución a las epidemias o enfermedades constantes que azotaban este gran centro urbano que, una vez más, nos vuelve a declarar la intensidad en que vivía.

   Entre aquellos tiempos y los nuestros han cambiado muchas cosas, es cierto. Sin embargo, todavía existen un buen conjunto de elementos que funcionan en franca continuidad de lo que eran en el periodo virreinal. Es cierto, ya no existe la inquisición, ni los virreyes. Tampoco se acostumbran ya los arcos triunfales, pero en asuntos religiosos o taurinos, por ejemplo, todavía se perciben muchas semejanzas donde ha cambiado la forma, el fondo permanece casi intacto. El calendario religioso marca pautas, eso sí, cada vez en menor medida, pero se conservan fiestas consideras como “claves”. Allí están la de la Candelaria, la del Corpus, la del 12 de diciembre, la fiesta de la cruz, celebrada con todo boato hoy día por albañiles y personas de la construcción en su conjunto, entre otras.

   El velo de un pasado se mantiene, menos contundente que en épocas como las de los siglos virreinales. Sin embargo, esa Fiesta pública y escenificación del poder planteada en su conferencia por la Dra. Dolores Bravo se mantienen intensas bajo otras condiciones, pero sin deslindarse de su principio original.


[1] Gregorio Martín de Guijo: DIARIO. 1648-1664. Edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros. México, Editorial Porrúa, S.A., 1953. 2 V. (Colección de escritores mexicanos, 64-65).

[2] Antonio de Robles: DIARIO DE SUCESOS NOTABLES (1665-1703). Edición y prólogo de Antonio Castro Leal. México, Editorial Porrúa, S.A., 1946. 3 V. (Colección de escritores mexicanos, 30-32).

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MORANTE DE LA PUEBLA: MAJESTUOSO COMO LA CAPILLA SIXTINA, INTROSPECTIVO COMO UN AUTORRETRATO.

A TORO PASADO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Acaba de triunfar, una vez más “Morante de la Puebla” en la plaza de toros “México”. Esto ocurrió apenas nada, es decir que ya transcurre la noche del 11 de diciembre de 2016 y, con el misterio del sereno de la noche, apenas voy recuperándome del milagro, ese que como muchos han presenciado, de otra manera, donde la sangre de San Genaro pasa del estado sólido al líquido. Cuando esto sucede es que el milagro se ha producido. Fue lo mismo que ocurrió con José Antonio.

   Con tal motivo, y a modo de homenaje, me permito desempolvar una crónica escrita hace 10 años y que por lo visto hoy por la tarde, encontrarán ustedes algunas semejanzas que no la ponen tan distante entre aquella tarde y la de hoy.

 MORANTE DE LA PUEBLA: MAJESTUOSO COMO LA CAPILLA SIXTINA, INTROSPECTIVO COMO UN AUTORRETRATO. Apuntes y reflexiones a la cuarta corrida de la temporada 2006-2007 en la plaza “México”. Domingo 26 de noviembre de 2006. José Antonio “Morante de la Puebla”, José Mari Manzanares (hijo), Omar Villaseñor –que confirmó su alternativa-, y José Mauricio, en la lidia de 6 de La Gloria y dos de Garfias.

    José Antonio Morante Camacho no daba crédito luego de los tres pinchazos que ponían terrible desenlace a una obra de arte efímera con que se había prodigado en profundo estado de gracia en el quinto de la tarde, enfrentando a un torillo reservón de San Martín, al que hubo de obtener los tonos requeridos de ese lienzo majestuoso que no sabíamos si era tan imponente como los frescos de la capilla Sixtina o tan introspectivo como un autorretrato. Desde que se abrió de capa nos fue diciendo con el compás de varias verónicas que se deslizaban en la armónica compañía del temple cobijado, que el cante grande estaba surgiendo inquieto, y que esperáramos las tonadas del “quejío” más profundo, como las campanadas del “angelus” en medio de su arrebato matinal, melódico y reparador, pues que su sólo tañido vendría a convocar a los celestiales duendes los que, uno a uno surgirían del misterio para traducirse luego en espléndidos pases durante la faena de muleta.

   “Morante de la Puebla” estaba oficiando plenamente convencido de que aunque el pupilo de José Chafic no valía gran cosa, la faena habría de contener los ingredientes necesarios para provocar el gozo y el deleite más refinados y profundos. Ante aquel marmolillo la faena tuvo que construirse en diversas partes del ruedo, lo que podría suponer una rebaja de calidad. Sin embargo, en el afán profesional del torero de la Puebla del Río, a un suspiro de Sevilla, se desplegaron lienzos, mármoles, pentagramas y escenarios de todo tipo para el surgimiento de una obra espiritual que disfrutamos admirados gracias a cada uno de los planteamientos estéticos armónicamente equilibrados con un despliegue técnico del que goza, como resultado de su intensa y rica campaña española, la cual, con toda la serie de frutos memorables, encuentran eco y resonancia por estos días en ruedos mexicanos. Fue por eso que en plena conciencia de la gesta que estaba logrando, sometido al éxtasis que una y otra vez emanaban desde las profundidades del alma, concibió esa faena si no articulada; si no equilibrada; sí con los suficientes elementos de gracia, majestad e imperio.

   Fueron varios los pases en redondo y con la derecha que convencieron al más escéptico. Fueron dos trincherazos al borde de las tablas, simplemente inconmensurables, suficiente motivo para ponerse en pie y tributarle sincera ovación. Fue esa actitud soberbia, altiva, de torero caro, la que asomó durante aquellos momentos en donde parecía decirle José Antonio a su nuevo apoderado, o consejero espiritual Rafael de Paula que lo acompañaba en el callejón: “Maestro: ¡ahí va eso!”

   Sin embargo vinieron los tres indeseables pinchazos a romper con el encanto. De pronto la ya hermosa sinfonía terminaba con notas destempladas e inconexas. Afortunadamente ya había dejado evidencia del portentoso quehacer que se nos grabó en las retinas, pero sobre todo en la memoria, casi siempre perecedera en los hechos recientes, pero que es capaz de conservar en los más recónditos sitios de su capacidad, las cosas buenas e imperecederas que uno puede presenciar en la vida, para conservarlas tan vivas e intensas como acabamos de verlas apenas hace unos instantes que quisiéramos se eternizaran, que nunca terminaran, como el amor.

   Esos momentos de inmediato se tradujeron en lo que para mí es la más perfecta traducción de esa tragedia: el “Homenaje a García Lorca” de Silvestre Revueltas, cuyas notas iniciales tienen un peso de pesadumbre. Sólo que avanzada dicha obra vienen a entonarse unos compases lúdicos y brillantes al mismo tiempo que rememoran de nuevo la hazaña apenas vista por ese enorme torero, enfundado en un terno grana y oro que representaba al héroe de la larga jornada, un nuevo Teseo vencedor del minotauro, gracias al hilo de la encantadora Ariadna que generosa, puso en las manos de esta figura elegida para el disfrute de tan gratos momentos.

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José Antonio parece repartir bendiciones a su llegada a la plaza de toros “México” en un descapotable. Fotografía del autor.

   He referido la “larga jornada”, como si se tratara de la representación del “Anillo de los nibelungos” de Richard Wagner. Estos festejos “kilométricos” con ocho toros van de una torerísima tarde al nocturno preinvernal de un artificio cargado de cierta tristeza, como fueron los tintes ya en los últimos dos capítulos, tanto de Omar Villaseñor como de José Mauricio. De este último lo único con que podría compensarle su mala actuación es debido a los pocos contratos que consiguió a lo largo de un 2006 que se extingue. Omar Villaseñor, tiene una cercanía con el entrañable David Silveti, heredero directo de ese halo celestial que a tres años de su ausencia, sigue pesando con su fuerte carga de recuerdo. En el de su confirmación y primero de la tarde nos dejó clara muestra de haber asimilado cosas muy buenas del salmantino. Se percibía en Villaseñor esa escuela que levantó ámpula y hasta saboreábamos un triunfo rotundo. Pero la espada fue el “talón de Aquiles” no sólo de Omar. También de sus compañeros en el cartel y ese el tormento para Villaseñor en su segundo al que terminó viendo regresar a los corrales luego de que desde el biombo de la autoridad le sonaran los tres avisos. Esa faena, a un toro bien presentado pero difícil, áspero, que se volvía en un palmo de terreno, que le buscaba para herir y hasta sufrió algún susto, fue el otro lado de la moneda con respecto al de la apertura. Sin correr la mano, sin darle la distancia y quedándose a merced de aquel manojo de peligros por lo que nunca pudimos observar labor muleteril alguna.

   También comparecía de nueva cuenta José María Manzanares hijo, luego de haber triunfado ocho días atrás con el merecido corte de dos orejas en gélida y húmeda jornada que trajo consigo la salida a hombros. En el lote que tuvo enfrente demostró sus enormes capacidades, ese “rodaje” del que viene precedido luego de una intensa campaña española. José María es un muchacho dueño de enormes atributos técnicos y artísticos que desplegó a plenitud esta tarde, a pesar de que sus enemigos no fueron propicios para florituras, y aún así fue capaz de obtener resultados plausibles. No refrendó la estatura de ocho días atrás, pero el cúmulo de detalles, de su condición insuperable como “maestro” en cierne no quedó oculta. No cabe duda que, tanto las 63 corridas de José Mari Manzanares como las 57 de “Morante de la Puebla” durante la temporada española que recién ha terminado, no se parecen en nada a los escasos festejos que acumularon Omar Villaseñor y José Mauricio (que lleva cuatro en este 2006), lo que deja ver la marcada diferencia de administraciones, pero también de la celebración de festejos en cada uno de los dos países hoy enfrentados en la plaza de toros “México”. Y si a eso agregamos el pésimo encierro que enviaron José Chafic y Marcelino Miaja, dos de los cuales fueron rechazados y sustituidos por otros dos de Garfias, pues entonces el desequilibrio en cuanto al balance que hoy pudimos constatar, deja en el aire un buen número de interrogantes sobre el destino de la fiesta en México. El espectáculo parece estar metido todavía en el subdesarrollo, en la poca o nula iniciativa o buena disposición de empresas, que para eso están, pero que no son capaces de dar las suficientes oportunidades a los nacionales para ponerlos en condiciones de igualdad frente a los hispanos. De ahí que nuevamente la torería mexicana no tenga los suficientes elementos para ser vista con buenos ojos por las empresas españolas que de un buen número de años a esta fecha no ha demostrado ningún tipo de interés por diestros de este lado del mar. Por fortuna lo ha hecho con el único abanderado que satisface plenamente todos los requisitos, incluso los más exigentes. Por eso allí está el colombiano Cesar Rincón que pudo llegar al interesante número de 35 tardes. Si alguno de ustedes preguntara por un mexicano triunfador en ruedos hispanos durante 2006, salvo “Joselito” Adame, que hace temporada como novillero triunfador, simple y sencillamente no encontramos respuesta alguna. Es una lástima.[1]


[1] Si de lo que me he enterado a través de varias notas periodísticas es un hecho, lamento muchísimo que “los bajos fondos”, los intereses más oscuros hayan hecho de las suyas con la conversión de los “toros” de San Martín, que teniendo marcado en las ancas un mismo fierro quemador, los hicieron pasar como de “La Gloria” con la salvedad de que los colores de la divisa son distintos. Eso me parece un atraco, una maniobra muy sucia por la que alguien deberá responder. Esto no puede quedarse así.

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LOS EMPEÑOS DE UNA CAUSA.

A TORO PASADO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Rematada el 15 de junio de 2006, esta crónica que hoy comparto fue resultado de un contraste literario cuyo misterio resolverán los amables lectores si es que aciertan a degustarla con paciencia.

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LOS EMPEÑOS DE UNA CAUSA. Apuntes y reflexiones a la cuarta y última corrida de la temporada “torista” en la plaza “México”. Domingo 4 de junio de 2006. Ignacio Garibay, Alberto Espinosa y Jorge López (confirmación de alternativa de los dos últimos). 4 toros de Santa María de Xalpa y 2 de Barralva.

Dª. Juana Inés de la Cruz.

Convento de San Jerónimo,

Ciudad de México.

Dignísima señora:

   Con la licencia que usted me permita, quisiera informarle que he encontrado en el título de una de sus obras de teatro, para más seña, “Los empeños de una casa” el motivo de mis “apuntes y reflexiones”. En tanto comedia de enredo, ingeniosa y ágil, junto con su respectivo sainete, fue obra común de siglo tan novohispano como el XVII. Sólo que, por el hecho necesario de hacer una pequeña modificación, por el momento retiro de su título la parte correspondiente a la habitación –la casa-, para darle, tal y como lo indica el diccionario de la Real Academia española de la lengua, a la “causa” el “motivo o razón para obrar”.

   Enterado de sus notables quehaceres y más aún, de que habiendo sido representados en 1683 “Los empeños de una casa”, vaya por usted, esta sorpresa que hoy día he reunido en uno de mis trabajos capitales.[1]

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LOS EMPEÑOS DE UNA CASA[2]

SAINETE SEGUNDO

(. . . . . . . . . .)

ACEVEDO[3]

 

Silbadores del diablo,

morir dispongo;

que los silbos se hicieron

para los toros.[4]

(. . . . . . . . . .)

JORNADA TERCERA

 

ESCENA TERCERA

 

CASTAÑO[5]

 

Dame licencia,

señor, de contarte un cuento

que viene aquí como piedra

en el ojo de un vicario

(que deben de ser canteras):

Salió un hombre a torear,

y a otro un caballo pidió,

el cual, aunque lo sintió,

no se lo pudo negar.

Salió, y el dueño al mirallo,

no pudiéndolo sufrir,

le envió un recado a decir

que le cuidase el caballo,

porque valía un tesoro,

y el otro muy sosegado

respondió: “Aquese recado

no viene a mí, sino al toro”.

Tú eres así ahora que

me remites a un paseo

donde, aunque yo lo deseo,

no sé yo si volveré.

Y lo que me causa risa,

aun estando tan penoso,

es que, siendo tan dudoso,

me mandes que venga aprisa.

Y así, yo ahora te digo

como el otro toreador,

que ese recado, Señor,

lo envíes a Don Rodrigo.[6]

    Pues bien, como “empeños de una causa”, por cierto loables, se encuentra la de saludar y celebrar el esfuerzo que una vez más, la nueva empresa de la plaza de toros “México” tuvo en ofrecernos durante la temporada “torista” el elemento que nos fue negado durante años, pero manejado como si existiera: el toro. Al margen de resultados y balances, es esta especie de la raza animal la que se encontraba secuestrada y amenazada por los propios encargados de dar forma al espectáculo. Claro que no son todos, pero los pocos que manejaban el mayor peso específico de esta balanza, lo hicieron con tal habilidad que terminaron causándole daños severos, algunos irreversibles a una infraestructura, por lo que hoy día, varias plazas del país permanecen cerradas, así como por el hecho de que otras tantas ganaderías, de las 300 que existen a lo largo y ancho del territorio nacional fueron marginadas, disfrutando del beneficio apenas unas cuantas que siguen, por ahora, en el candelero, como si fuesen las únicas en surtir y satisfacer, de manera constante todas las necesidades creadas a lo largo de un año taurino.

   Esperamos tiempos mejores a partir de ejemplo tan positivo, estimulado por dos empresarios que de esto, ya saben un rato. Sin embargo, al poner el dedo en la llaga se están comprometiendo no sólo con la fiesta. También con la afición que espera una constante y no una baja en la calidad que ya nos garantizaron, por lo menos, en cuatro festejos inolvidables a donde, de hecho no acudieron las mayorías esperadas, pero se desplegó un importante aparato publicitario que los pone, insisto, en el dilema de continuar o replegarse. Lo primero es deseable. Lo segundo, de ocurrir, habrá de ponerlos en situación comprometida.

LOS TOREROS

   Ignacio Garibay, con siete años de alternativa, comprueba su muy avanzada carrera con vistas a convertirse en figura del toreo, sólo que para que eso suceda necesita demostrarlo una y otra vez, en cuanto cartel sea incluido. Pero ni Garibay ni otros en el presunto candelero merecen una atención tan inestable de una actuación hoy y la otra hasta quien sabe cuándo. Sin embargo, razones como la caudalosa serie de verónicas con que nos obsequió en sus dos ejemplares da motivos suficientes para pensar en lo bien asimilado que trae el arte y la técnica taurinas, pues, como lo sabemos, esos lances de recibo son de una belleza sin igual, pero de un enorme grado de dificultad si no se tiene idea clara del enorme potencial con que salen al ruedo los toros, y pararles, con todo el temple, la gracia y carácter requeridos, lo cual da por resultado la gracia en toda su dimensión. Ambas faenas tuvieron el privilegio del equilibrio, aunque por momentos no se definiera bien la situación, en virtud de que el lote enfrentado mostraba elementos de casta y bravura a veces seca, a veces intensa, como se requiere en cualquier lidia o enfrentamiento. Por el buen desempeño de labor desplegado sobre todo en el segundo, cuarto de la lidia ordinaria, y luego de colocar una muy buena estocada, se le otorga merecida oreja de la que no pudo ocultar su enorme satisfacción.

   Alberto Espinosa y Jorge López llegan a la confirmación de alternativa con algunos festejos en la espuerta. Imposible ponerse exigentes con dos matadores de toros que han podido acumular, acaso, algunos otros festejos en lo que va del año. Se trata, en efecto, de toreros marginados, marginación que debe terminar siempre y cuando encuentren una administración más favorable, que los apoye, que encuentren por vía del diálogo y el entendimiento otras tantas oportunidades en cuanta plaza, feria o ciclo se organice. Sus demostraciones dieron idea de que pueden, pero para hacerlo requieren de la constante para afinar métodos, esquemas, procedimientos. Pero, por encima de todo esto, poner al servicio de su profesión el arte y la técnica, dos valiosos instrumentos de que se vale toda figura del toreo que se precie.

   Una tarde no es suficiente para sacar conclusiones. En todo caso, nos entusiasmará muchísimo el hecho de que podamos verlos una y otra también para poder definir el tipo y estilo que los vaya caracterizando al cabo del tiempo.


[1] José Francisco Coello Ugalde: Aportaciones Histórico-Taurinas Nº 31: La poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI (Antología). México, 1986-2006. 1067 p. Ils., fots. (Inédito)., p. 118-119.

[2] Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV. Comedias, Sainetes y Prosa. Edición, prólogo y notas de Alberto G. Salceda. México, 4ª reimpr. Fondo de Cultura Económica-Instituto Mexiquense de Cultura, 2001. XLVIII-720 p. Ils., retrs., facs. (Biblioteca americana, serie de Literatura colonial, 32)., p. XVIII. Los Empeños, con su loa, sainetes, letras y sarao, se representó en la casa del Contador don Fernando Deza, en Méjico, el 4 de octubre de 1683, con motivo de un festejo ofrecido a los virreyes Condes de Paredes y en ocasión de la entrada pública del nuevo arzobispo don Francisco de Aguiar y Seijas.

[3] Acevedo, es uno de los interlocutores, junto a Muñiz, Arias y compañeros.

[4] Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., op. cit., p. 123.

[5] Castaño, es uno de los interlocutores, junto a Don Carlos.

[6] Sor Juana Inés de la Cruz: OBRAS COMPLETAS. Vol. IV., ibidem., p. 131.

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UNA MIRADA SENCILLA A CASI CINCO SIGLOS DE TOREO EN MÉXICO. DE LA CONQUISTA AL SIGLO XIX.

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EN MEDIO DE LA BARBARIE, CÓMO EXPLICAR QUE EL TOREO ES UN ARTE.

A TORO PASADO. 

EN MEDIO DE LA BARBARIE, CÓMO EXPLICAR QUE EL TOREO ES UN ARTE.[1] 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Una primera y gran respuesta a este asunto con el que más de algún amigo nos pone en predicamento o en entredicho, a la hora de preguntarnos sobre nuestro gusto por un espectáculo “bárbaro y sangriento” como es el de los toros, la encontramos en un admirable apunte de José Alameda, al justificar la aparición de su libro Seguro azar del toreo:

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   “Seguro Azar” es el título de un libro de Pedro Salinas. El libro nada tiene que ver con los toros. El título, sí, aunque el poeta no lo hubiera podido sospechar.

   La reunión de esas dos palabras, en principio antagónicas –seguro azar- es como la cifra verbal del toreo, con su tensión y su emoción de antagonismo resuelto. Aunque sea resuelto un punto, para replantearse el siguiente.

   La conciliación de lo contradictorio, como base de planteamiento, sólo se da en el toreo. Ni en la música, ni en la pintura, ni en alguna otra de las artes, acontece que la materia sea opuesta, adversaria, hostil, como lo es el toro. Y que de esa hostilidad pueda lograrse, asombrosamente, la armonía. Tal situación es lo que a juicio de algunos, rebaja al toreo y, por lo que tiene de lucha material, se niegan a considerarlo como arte. Juicio superficial. Al contrario: es un arte enriquecido por el drama.

   Amplitud y restricción, tiempo y espacio, cálculo y osadía, improvisación y regla, disciplina y ruptura… En armonizar lo antagónico está la clave del toreo, su interés, su gracia, su permanente drama, pues todo debe salir bien, aunque todo pueda salir mal. El azar es la levadura del toreo.

   Por eso, lo que “se trae hecho” –trampa contra el azar- no sirve. Extremando la idea, podríamos decir que la “doctrina” misma es una especie de trampa –la trampa doctoral-. Razón de que los toreros demasiado técnicos, o demasiado “canónicos”, no suelan ser favoritos de los aficionados de más fina sensibilidad. Lo que hay en ellos de genérico, de previsto, de “preparado”, se opone, aunque no siempre –pero si en principio- a la llama creadora.

   Aunque pueda parecer ociosa la observación, hay que subrayar que todo esto debe tomarse como relativo. Baste un ejemplo. Entre los toreros más cerebrales –en apariencia- que hayan existido, está Fermín Espinosa “Armillita”, y sin embargo cuando se ponía la muleta en la izquierda y lograba su verdadera realización estética –lejos ya del campo de lo mental, embebido en el mundo sensible del arte- la tensión emocional de la plaza era asombrosa, insuperable. El fenómeno de la transformación se da siempre en el arte, pero más acusadamente en el toreo, donde toda metamorfosis cabe, por ser un arte puramente “en vivo”.

   Aunque se sepan cosas y se tengan noticias y vivencias del pasado que nos ayuden a comprender sobre la marcha, no hay que confiar demasiado en ellas, sino tener presente que el toreo está reciennacido y recienmuriendo a cada paso[2].

   Lo anterior nos pone en situación de privilegio, puesto que para hacer una defensa inteligente, no hay como palabras inteligentes, de la proporción en que hemos apoyado el primer fundamento, ya que en ese sentido el propio Alameda enfrentó en diversas épocas de su vida algunas polémicas, recordándose la última de ellas, confrontando su experiencia con Carlo Coccoli, antitaurino declarado, también muy inteligente, pero que terminó aceptando el discurso del autor de El hilo del toreo, su última y más consagrada obra, donde parece haberse dado la suma de todas sus experiencias.

   Por otro lado, hoy día, pareciera que las instituciones escolares estuvieran fomentando entre las nuevas generaciones una cultura ecológica que es motivo para saludar y celebrar tal forma de concienciar a quienes tendrán que enfrentar una crítica realidad dentro de algunos pocos años. En el contexto de esa nueva forma de reflexionar los ecosistemas y las formas de vida no humana, no hay por el momento, y luego de hacer una revisión a diversos programas de nivel primario y secundario, que no existe una línea precisa para denostar o cuestionar lo que pudiera estar sucediendo con el espectáculo de los toros. Nada de eso está mal, pero debe hacerse considerando una serie de situaciones que deben acudir a la explicación no solo histórica del caso. También a todo un escenario arqueológico, antropológico, social, filosófico y hasta social de este complejo entramado.

   Quizá en otro momento ya hemos entrado en materia al respecto de los argumentos que manejan grupos o partidos ecologistas, defensores legítimos de ecosistemas y formas de vida no humana, que al cuestionar el espectáculo lo descalifican bajo el primer elemento de ser una fiesta retrógrada, fomentada por grupos sociales absoluta y profundamente insensibles a la agresión que ocurre en el momento en que un toro es motivo de una lenta agonía, de un despiadado tormento, sin tomar en cuenta todas las valoraciones que ya se han referido apenas hace unos instantes y que tienen un peso específico acumulado en siglos de andanzas, no solo en el viejo continente. También en este, donde tras los hechos de conquista que se dieron a pocos años de la colonización, se insertó en la forma de vida cotidiana un proceso que dio extensión a la que abandonaban aquellos hispanos decididos a poblar definitivamente estas tierras.

   La iglesia, el estado y diversos grupos sociales han cuestionado a lo largo de los siglos el toreo como una forma de expresión sustentada por otros tantos grupos sociales que han encontrado en él una razón para divertirse, para gozar de sus misterios hasta el grado de conmoverse ante la condición fugaz que tiene como de su propiedad, puesto que todo cuanto puede preverse es simplemente una especulación, ya que al ocurrir todas y cada una de sus manifestaciones, estas vienen dándose en consonancia con un tiempo limitadamente corto, capaz de modificar o alterar el destino en un instante. De ahí que José Bergamín concluyera que lo que sucede en el ruedo es música callada del toreo; de ahí que Pepe Luis Vázquez sentenciara: el toreo es algo que se aposenta en el aire, y luego desaparece, apoyándose con el célebre verso de Lope de Vega. Por lo tanto, en medio de la barbarie, tenemos suficientes elementos para explicar que el toreo es un arte que alcanza a creadores sensibles quienes modifican ese estado de gracia en otro nivel estructural hasta convertirlo en otras obras perennes que terminan trascendiendo, y que por lógica dan continuidad a ese solo instante etéreo y volátil en que se sumerge el toreo.

   Quizá, todo este conjunto de ideas no sean finalmente el escudo o la lanza con que tengamos que defendernos de los no taurinos, pero al menos servirán para que ellos también comprendan que no estamos movidos por un instinto primitivo, donde quedan saciados nuestros bajos deseos de sangre y de muerte, pues el sacrificio no se da por el vano principio de una matanza sin más. Posiblemente esto ocurrió en los tiempos más primitivos, en donde el hombre tenía que hacerlo para sobrevivir. Pero quedan también una serie de evidencias que nos demuestran que su contacto en un medio absolutamente natural, nos presenta hoy un testimonio plasmado en las pinturas rupestres, lo que señala las primeras insinuaciones no necesariamente creadas con una fuerza divina, puesto que el origen de las religiones se daría en un mundo distinto, evolucionado, separado por la creación de diversos estados los que, a su vez, crearon y asumieron como suyos unos principios de convivencia, de la que surgió después una estructura de ideas y creencias, tanto políticas como religiosas que, o terminaba enfrentándolos por un lado o aceptando aquellos elementos de interelación, por el otro. La religión en cuanto tal, en sus diversas modalidades apareció en escena y para proclamarla, venerarla, pero sobre todo para sostenerla tuvo que surgir una patrón de comportamiento que entenderíamos en un principio como el rito, sin más. El rito lleva y conlleva propósitos muy concretos de exaltación, pero también, y como dice Pitt-Rivers, el intercambio de un bien material por un estado de gracia que hizo entonces más contundente la presencia de aquel elemento ligado a fuerzas que se separaban de lo terrenal, para ingresar a un espacio desconocido, donde lo mortal encuentra una barrera con lo inmortal. En ese sentido, por ejemplo, la religión católica nos habla en su más absoluto extremo de dioses. Por ello, la muerte representa uno de los factores más representativos en todas las culturas humanas, la que, al paso de los siglos se convirtió en un poderoso instrumento de explicación a la luz de todos esos argumentos que las religiones –en todas sus modalidades- han planteado en una multiplicidad de alternativas.


[1] Publicado en la revista Matador año 8, Nº 3 enero de 2003.

[2] Carlos Fernández Valdemoro (Seud. José Alameda): Seguro azar del toreo. México, Salamanca ediciones, 1983. 92 p. Ils., retrs., facs., p. 7.

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