EDITORIALES 2024.

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ORLAS

CARTA ABIERTA AL DIPUTADO JORGE GAVIÑO AMBRIZ, COORDINADOR DE LA ASOCIACIÓN PARLAMENTARIA IZQUIERDA LIBERAL EN EL CONGRESO DE LA CIUDAD DE MÉXICO, así como a todos los seguidores o convencidos de su discurso:

                  Detrás de la gran piedra y del patio, está el mundo en que habito. Siempre vengo a esta parte del jardín por algo que no puedo explicar claramente, aunque lo comprendo.

                                          Palabras de un joven que lo estaba aprendiendo todo. José Agustín, De Perfil, In memorian.

Me dirijo a usted para expresarle mi más profunda decepción, ya que en estos días, y aprovechando el oportunismo de que hacen gracia muchos políticos, llegado el momento de aprovechar posicionamientos, ha puesto en marcha “un amparo contra el regreso de las corridas de toros en Ciudad de México, donde a partir del domingo 28 de enero de 2024 se reactivará las actividades en la Plaza México tras una suspensión judicial.

   “Estamos pidiendo medidas cautelares de suspensión provisional y también de suspensión definitiva (…) tenemos mucha confianza en los tribunales de amparo y vamos a esperar que el derecho de los animales sea respetado”, señaló el diputado Jorge Gaviño Ambriz, coordinador de la Asociación Parlamentaria Izquierda Liberal en el Congreso de la Ciudad de México y encargado de tramitar el amparo” (de acuerdo a la nota que proviene del portal ARISTEGUI NOTICIAS. DESDE CUALQUIER MEDIO, PERIODISMO EN LIBERTAD.

   Aquí tal cual el testimonio periodístico:

 aristegui_26.01.2024La Asociación Parlamentaria Izquierda Liberal y la agrupación ‘Todas y Todos por Amor a los Toros’ presentaron este viernes un amparo contra el regreso de las corridas de toros en Ciudad de México, donde el domingo se reactivará la Plaza México tras una suspensión judicial.

   “Estamos pidiendo medidas cautelares de suspensión provisional y también de suspensión definitiva (…) tenemos mucha confianza en los tribunales de amparo y vamos a esperar que el derecho de los animales sea respetado”, señaló el diputado Jorge Gaviño Ambriz, coordinador de la Asociación Parlamentaria Izquierda Liberal en el Congreso de la Ciudad de México y encargado de tramitar el amparo.

   El legislador presentó el amparo ante el Poder Judicial de la Federación, previo a la primera corrida de toros que realizará en la Plaza México de la capital, donde estaban suspendidas desde mayo de 2022 por una orden judicial.

   El 6 de diciembre una resolución de la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) desechó el amparo que impedía las corridas de toros en la plaza, considerada la más grande del mundo.

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Durante el tiempo en que no hubo corridas de toros en la Plaza México el recinto se utilizó para otros eventos artísticos, como conciertos.

Ahora, tras la resolución de SCJN, activistas se han manifestado en contra de que se reactive la llamada ‘fiesta brava’ en la capital del país, done el domingo habrá una protesta.

   Al respecto, Gaviño Ambriz dijo que pedirá a la Corte que se pronuncie “de fondo, es decir, ¿es legal o no sacrificar un animal en un espectáculo público? Porque la Constitución dice que no”, argumentó.

Recordó que en México en varios estados las corridas de toros están prohibidas tras reformas legales.

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“Nosotros logramos suspenderlo con una asociación civil defensora de los animales también. Yo espero que ahora logremos también lo propio y en definitiva lo vamos a lograr, tarde que temprano”, señaló.

Finalmente, dijo que los toros tienen los mismos derechos que otros animales.

Son seres sintientes, tienen derecho” y afirmó que la Constitución mexicana “no dice en ninguna parte que deba haber excepciones de los animales, entonces, hacia eso vamos”, enfatizó.

El próximo domingo se correrá la primera de nueve corridas que están programadas en el serial de la Plaza México. (EFE)

Disponible en internet enero 27, 2024 en:

https://aristeguinoticias.com/2601/mexico/diputados-y-asociaciones-civiles-presentan-amparo-contra-el-regreso-de-corridas-de-toros-en-cdmx/)

   Y siguió usted diciendo: “…que pedirá a la Corte que se pronuncie “de fondo, es decir, ¿es legal o no sacrificar un animal en un espectáculo público? Porque la Constitución dice que no”, argumentó.

   Recordó que en México en varios estados las corridas de toros están prohibidas tras reformas legales.

   “Nosotros logramos suspenderlo con una asociación civil defensora de los animales también. Yo espero que ahora logremos también lo propio y en definitiva lo vamos a lograr, tarde que temprano”, señaló.

   Finalmente, dijo que los toros tienen los mismos derechos que otros animales. “Son seres sintientes, tienen derecho” y afirmó que la Constitución mexicana “no dice en ninguna parte que deba haber excepciones de los animales, entonces, hacia eso vamos”, enfatizó.

   Hace poco más de 15 años, terminaba una seria investigación sobre su antepasado, el torero gaditano Bernardo Gaviño y Rueda (1812-1886). Sabiendo que había ingresado y es miembro actual de la Sociedad Mexicana de Geografía e Historia (SMGE, por sus siglas) (sección Historia), con el discurso “Semblanza de un torero en el siglo XIX” (Trabajo Académico Recepcional en la Academia Mexicana de Geografía y Estadística (Sección Historia), México, 1996), me acerqué a usted, con objeto de solicitarle un texto para el libro que refiero, el cual se encaminaba para ser publicado. Y estas son las palabras, sin una coma ni un punto de más ni de menos que usted escribió:

PRÓLOGO

   Escribir un libro de historia de México no es tarea fácil de realizar, pero redactar un libro de historia taurina, es una labor más complicada de llevar a cabo, porque se requiere de un alto grado de concreción para poder analizar con objetividad lo que ha sido el toreo. Éste se encuentra íntimamente relacionado a las raíces más profundas de la cultura nacional, ya que está en el arte, la moral, las tradiciones… que son parte de nosotros mismos, se encuentra inmerso en nuestro ser colectivo, es fundamento de nuestras bases. El toreo ahí está: como arte o como barbarie; como valor o cobardía; como conquista simbólica o salvajismo; como color, luz, temple o como muerte, desilusión, tragedia.

   Darse a la tarea de replantear a un personaje histórico del mundo taurino como Bernardo Gaviño y Rueda, es un reto de enormes dimensiones, ese es el objetivo primordial que persigue José Francisco Coello Ugalde, maestro en Historia de México, quien nos entrega un libro basto en reseñas, un gran contenido de datos así como anécdotas acerca del torero y su circunstancia, pero más aún, asume la tarea titánica de revalorar la figura del matador ante la historia, lo que hace a este libro ser único en su género.

   Resulta muy acertada la afirmación de que: “los toreros responden a su época”, Bernardo Gaviño y Rueda, para nada es la excepción, nace en un lugar y en un momento significativo para la historia de España y sus colonias (20 de agosto de 1812 en Puerto Real, Cádiz, España), el mismo año en que se legislara la famosa Constitución de 1812.

   Una era la fiesta de los toros, antes de Bernardo Gaviño y muy otra después de sus legados, porque el toreo se había caracterizado por la actuación a caballo con la finalidad de acosar, derribar al toro y darle muerte con un puñal. También se le cazaba, “agitando en el aire las reatas corredizas que unos de sus perseguidores arrojaba sobre las astas y otro hacia las patas, de tal forma que amarrando los extremos de la cuerda a la silla, el burel podía ser conducido al sitio que se quisiera”.

   Un punto interesante del libro en cuestión es la referencia que hace el autor de esas prácticas taurinas que el paso del tiempo dejó en el olvido.

   Bernardo Gaviño y Rueda enfrenta su vocación taurina desde su infancia, se relacionó con los toros en un matadero y sus juegos siempre estaban referidos con el mundo taurino, a los 19 años ya era un diestro en el toreo y se embarca rumbo a América en busca de fortuna y fama. El autor menciona que en 1835 Gaviño arriba a México después de una estancia en Montevideo y La Habana en donde tuvo algunas tardes taurinas.

   En México el matador enfrenta una sociedad llena de problemas. Los centralistas y conservadores se consideraban triunfantes, estaban decididos a terminar con las Reformas de Gómez Farías. Este grupo se oponía abiertamente al federalismo, por ese motivo promovieron que se expidieran las bases Constitucionales estableciendo un Sistema Centralista. Al año de su arribo a México, le tocó a Gaviño ser testigo de la expedición de las Siete Leyes Constitucionales que reafirmaron el Sistema Centralista, dividiendo al poder en Ejecutivo, Legislativo, Judicial y un Supremo Poder Conservador.

   Hay un dato interesante en la vida taurina del matador: es quizá el torero que más corridas tuvo ante Presidentes de la República, sin embargo, el torero sólo hizo un compromiso: con el arte taurino

   Mientras Gaviño toreaba en diversos puntos de la geografía nacional, el problema con Texas se había agravado, las arcas del Gobierno se encontraban vacías, no se contaba ni con lo suficiente para pagar los sueldos de la burocracia, mucho menos para hacer los gastos de una guerra tan lejos del centro, propiciando una suspensión de pagos de la deuda internacional.

   En materia taurina el año de 1835, fue importante porque se sustituyó “La Plaza de los Boliches”, por la de “San Pablo” en el sureste de la ciudad, reconocida por propios y extraños por su belleza arquitectónica.

   Después de leer las puntuales y apasionadas crónicas que el Ing. Francisco Coello Ugalde nos relata de la época no es difícil de imaginar a Bernardo Gaviño en esa plaza ataviado con un terno azul y plata decorado con monedas de oro, a todo lujo (se calcula que esos trajes de luces llegaban a costar 500 duros) enfrentando a una bestia después de haber pasado por la suerte de varas y haber sido castigado con banderillas de todos los colores que se movían desordenadamente cada vez que el torero, inmóvil, con los pies juntos, como si estuviera hecho de una sola pieza, lo hacía pasar una y otra vez, en una lucha de igual a igual, en la que Bernardo vence al miedo para dominar al animal, pero no se trata de controlarlo por la fuerza, se requiere que ponga todos sus conocimientos acumulados desde su más tierna infancia en la madre patria, para entender la raza y el instinto de la bestia, para dominarlo de manera artística, para ir preparando con maestría su muerte. El público lo intuye, lo va sintiendo en lo más profundo, le hace dos o tres engaños, hasta que considera estar listo para el momento crucial… el público calla, espera, el toro se va con el engaño con toda la fuerza de su peso, mientras que el torero a su vez también se lanza con la espada por delante, con el tiempo justo, para salir de la suerte, logrando una estocada a la española, que fue lo que le dio fama en el México del siglo XIX.

   El toro no ajusta a dar algunos pasos firmes, trastabilla como un coloso herido de muerte, cae pesadamente con una hemorragia en el hocico, que mancha la fina arena, apareciéndole un rictus de muerte… un estruendoso alarido cimbra a la plaza. El torero camina hacia el centro del redondel con gallardía, hasta quedar parado muy firme en sus pies juntos, con el cuerpo arqueado y con la cabeza en alto, buscando en el público lo que ya sabe, la aprobación de su actuación… la ovación se repite, un grupo de aficionados se lanza al ruedo para tomar a Gaviño en hombros y sacarlo de esa manera por la puerta principal. La ovación… sigue… sigue.

   En resumen, en el libro de Francisco Coello se demuestra que Bernardo era un extraordinario torero que como nadie aprendió a conocer al toro nacional, logró comprender profundamente al público local, que quería ver a la nueva escuela del toreo mexicano. Para esto se requería una figura que pudiera hacer la síntesis de la escuela del toreo español con la escuela del toreo mexicano “Ese es el principal legado de Bernardo”.

   El autor aporta una serie de datos que permiten dimensionar el tamaño de la estatura taurina del matador, que resultan aleccionadores: durante su vida taurina mató 2,756 toros y se dice que nunca dio más de 3 estocadas. En sus mejores momentos llegó a cobrar hasta 100 pesos oro por corrida. Fue protector y maestro de Ponciano Díaz. Quizá es uno de los toreros con más larga vida taurina, pisó plazas en España, Uruguay, Cuba, en diversos puntos de la República Mexicana y en el Perú, alternó con los más importantes toreros de su época como fueron: los hermanos Ávila, Andrés Chávez, José María Vázquez, Toribio Peralta, Fernando Hernández, Ignacio Gadea, Mariano González, Lino Zamora, Jesús Villegas, Dionisio Vela, Juan Núñez, Refugio Sánchez, Rafael Corona y Abraham Parra.

   En la obra de José Francisco Coello Ugalde, se describe la recia personalidad del torero, integrada por varias facetas que le permitían moverse en la sociedad de la época; era capaz de relacionarse por igual con el encumbrado o con el más humilde, con una admirable capacidad para inspirar a otros, de ahí que se le pueda encontrar en novelas, poesía o epístolas de ese momento. También supo ser un maestro que no tuvo egoísmos para brindar sus enseñanzas, un hombre que podía vibrar con pasión ante un toro y a la vez tener la paciencia de un ganadero. El mundo femenino no le guardaba secretos, porque sabía de amores. Uno de los aspectos más admirables de su manera de ser fue su capacidad de adaptarse al México del siglo XIX, donde imperaba una fobia por lo español y una tendencia xenofóbica, situación en contra en la que el torero supo incorporarse perfectamente. También existen elementos que comprueban su actuación en representaciones teatrales. En resumen, los de su época dijeron que era: “dicharachero, fantasista y embromador”, que “ganaba y gastaba largo”… Parecería que su vida se realizó en el marco de una aventura o de un sueño; de un rebelde dispuesto a romper con las imposiciones de la Sociedad. Paradójicamente entendía plenamente el poder y el uso efectivo del mismo, además podía ser diplomático cuando la circunstancia se lo requería. Por otro lado, pudo tener el orden necesario para hacer empresa taurina, durante un buen tiempo, lo que le significó importantes ganancias, sumado a lo que llegó a obtener como uno de los toreros mejor pagados de la época. Sin embargo muere en la más lastimosa de las pobrezas, ¡por su última corrida cobró 30 pesos!  En su velorio se requirió la cooperación de sus vecinos para poder prenderle algunos cirios.

   Juan Belmonte decía: “que para ser torero se requiere tener pasión y amor de enamorado”, Bernardo Gaviño la tenía de sobra.

   Quizá el relato más conmovedor de esta obra es la narración de la última corrida de Bernardo Gaviño en donde sufre una cornada que días después ocasionaría su deceso. Mientras esto sucedía, en Palacio Nacional ya mandaba el General Porfirio Díaz y lo seguiría haciendo hasta el año de 1911. El México del Porfiriato despedía al matador, al que sin temor a equivocarme califico como el “Padre del Toreo en México”.

   No tengo ningún recato en recomendar la obra de José Francisco Coello Ugalde, por dos motivos: el autor de este libro es un enamorado del mundo taurino como lo fueron Bernardo Gaviño y Juan Belmonte en su momento. También son amplios sus conocimientos sobre música taurina, es un conocedor a detalle de todos los recovecos de la lidia, es magnífico difusor de la tauromaquia, tanto en la prensa escrita como en la radio y en la televisión. Por otro lado, logra revalorar con creces la figura del matador, sin dejar por esto de hacer una narración que permite una ágil lectura, con un relato salpicado de fino humor llevando hasta el detalle mismo de las cosas, enriquecido con una serie de anécdotas, sustentadas en una larga y seria investigación.

JORGE GAVIÑO AMBRÍZ.

Resultado del mismo, fue la edición que presentó en 2012 la Universidad Autónoma de Nuevo León, bajo el título:

Bernardo Gaviño y Rueda: Español que en México hizo del toreo una expresión mestiza durante el siglo XIX. Prólogo: Jorge Gaviño Ambríz. Nuevo León, Universidad Autónoma de Nuevo León, Peña Taurina “El Toreo” y el Centro de Estudios Taurinos de México, A.C. 2012. 453 p. Ils., fots., grabs., grafs., cuadros.

   Aquí la portada de la misma…

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…mismos datos que usted puede corroborar en el blog de mi responsabilidad: APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS (https://ahtm.wordpress.com/) en la cejilla “Acerca del Autor. A propósito, al revisar su blog (https://xn--jorgegavio-19a.com/) , no aparece por ningún lado, la referencia curricular que cito sobre usted, aunque sí dos datos interesantes. La frase con que se despliega el blog: “Trabajo para el pueblo, no para el gobierno”. Y el segundo dato, que es integrante de la comunidad masónica. Por lo que escribiré a continuación, no sé en qué medida la traición, el cinismo o la mentira entre los masones deba ser severamente castigada, o habrá reprimendas al respecto, pues en el espejo de sus comportamientos en tanto político, están los que coloquial y popularmente llamamos como “chapulín” y “oportunista” que sabemos muy bien a qué se refieren esos grandes saltos que se dan de un partido a otro, de una corriente o tendencia política a otra y la actitud acomodaticia que debe asumirse para quedar bien y “salir en la foto”. Recuerde muy bien que los silencios y los olvidos, también cuentan en la historia.

   Aprovecho para comentarle que también pertenezco a la misma institución, la célebre SMGE, creada en 1833, en el gobierno del Dr. Valentín Gómez Farías, siendo su primer fundador y director, D. José Justo Gómez de la Cortina, informándole que el 13 de noviembre de 2000, ingresé a la misma presentando el “Discurso historicista y humano de la tauromaquia”. En dicha jornada, se me hizo entrega de un reconocimiento e insignias que hoy conservo como tesoros, a pesar del deterioro que la propia SMGE tuvo hace algunos años por su mal conducción.

   A continuación, doy fe testimonial de lo que he referido:

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Discurso historicista y humano de la tauromaquia”. México, Bibliófilos Taurinos de México, A.C., 2001. 21 p. (Colección de Lecturas Taurinas, 54).

   Hoy, año 2024, cuando ya se ha puesto en marcha la gran maquinaria de los festejos de reanudación en la plaza de toros “México”, luego de la suspensión provisional de que fue motivo y causa (con lo que hoy se comprueba que hay “justicia justa” para los toros), lamento decirle que me avergüenza cargar con un “sanbenito” (prenda utilizada originalmente por los penitentes católicos para mostrar público arrepentimiento por sus pecados, y más adelante por la inquisición española para señalar a los condenados por el tribunal por lo que se convirtió en símbolo de la infamia (Wikipedia, dixit). Y digo “cargar” pues su texto, aunque concebido por un descendiente directo de aquel “patriarca del toreo decimonónico”, en este aquí y ahora usted lo desmiente con actos y declaraciones claramente señalados.

   D. Jesús Reyes Heroles decía: “En política, la forma es fondo”, consigna o sentencia que no todo político pone en la teoría. Mucho menos en la práctica.

   Vuelva usted a su despacho, ponga su atención en casos de mayor relevancia (donde “Trabajo para el pueblo, no para el gobierno”), ante los cuales su competencia profesional como egresado de la Facultad de Derecho de la UNAM, así se lo permita a usted… o a mí, que también lo soy, como Maestro en Historia y Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información por la Facultad de Filosofía y Letras de la misma y prestigiada institución. Ello, le permitirá alcanzar el deber cumplido en el día a día, y no echar más leña al fuego en asuntos donde, como decía mi madre: “Y a ti quien te mete… Juan Copete”.

   O acaso son de los que se empeñan hasta la terquedad, tal cual lo dicen dos sentencias gitanas en decir: “Los besos que yo te di, esos no te los quita nadie…” “O soy agua del río que pa´tras no pueo volver…”

   A continuación, deseo agregar la visión general de uno más de los significados de la tauromaquia en este planeta, por si hay algo más que conocer o aprender.

   Desde el Paleolítico hasta el Antropoceno, el Cromañón, el Homo neanderthalensis y luego, el ya racional homo sapiens, han domesticado plantas y animales, habida cuenta de la presencia de tres revoluciones industriales (la tercera de las cuales viene a mitigar el calentamiento global o cambio climático que provoca, ante el “reloj del fin del mundo” situar a la humanidad a 90 segundos del apocalipsis, siendo esto el peor registro de su historia desde 1947). Después de razonar y entender el comportamiento de la naturaleza, el hombre puso en práctica comunitaria ciclos agrícolas de siembra y cosecha, de pesca o veda, de crianza y selección animal, sabedor de que, bajo ese principio, garantizaba su supervivencia y también de las demás especies.

   A esos ciclos, agregó -con el paso de los siglos- una enorme piedra de toque, el culto, el ritual. En consecuencia, creó las religiones. Para ensalzar a aquellos nuevos dioses, fue necesario el sacrificio animal o humano como ofrenda sagrada en fiesta profana. Si la tauromaquia posee estos dos componentes consubstanciales y vinculantes desde aquellos orígenes suyos, en tanto rito de iniciación palpable. Me refiero a la domesticación y a la materialización de un ritual de sacrificio y muerte que se da y se ve, se siente y se percibe con toda su realidad en esa puesta en escena que llamamos “corrida de toros”, no entenderemos los misterios que sigue ocultando la noche de los tiempos. Que los siglos, nuevas generaciones, mescolanzas, maridajes, sincretismos o mestizajes culturales le hayan dado esa textura que hoy conserva, no es sino el resultado y aporte a este espectáculo, tratando de no hacerlo cruento sino intenso, bello, efímero e imperecedero. He ahí un ritual intocado, que aún, el velo o la niebla de la “gran tumba de la noche”, impedirá a muchos comprender lo que ha sido, entre otras muchas cosas, la humanidad toda. Ya lo decía el reconocido historiador Edmundo O´Gorman: “El pasado nos constituye”. O más aún, lo que Gustav Malher, gran compositor austríaco afirmaba al decir: “La sinfonía es como el universo… Porque lo comprende todo”.

   Cabe recordar lo siguiente:

   Nosotros taurinos, fundados en el derecho de la libertad, manifestamos que el patrimonio cultural de la tauromaquia, es una expresión que se integró a la vida cotidiana de nuestro país, alcanzando cerca de 500 años de convivir entre nosotros.

   A lo largo de casi cinco siglos, es y ha sido parte de la cultura popular, y de que siendo resultado de un evidente mestizaje entre dos culturas –europea y precolombina-, ha conseguido integrarse en diversas poblaciones de nuestro territorio, maridaje que está vivo hasta nuestros días.

   Su presencia ha permitido crear entornos naturales, como la ganadería cuyo sustento hoy día es la ecología y la biodiversidad. Que solo en ese rubro, es fuente de trabajo para unas 60 mil personas, entre otros aspectos que redundan en una derrama económica favorable, sin dejar de mencionar otro sinnúmero de asuntos que favorecen la dinámica en este patrimonio.

   De someter al espectáculo taurino en todas sus representaciones a una consulta popular, ello vulnera en principio, lo establecido por la Convención para la salvaguarda del patrimonio cultural, documento que emitió la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas), el 17 de octubre de 2003, mismo que plantea lo siguiente:

  1. a) la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial;
  2. b) el respeto del patrimonio cultural inmaterial de las comunidades, grupos e individuos de que se trate;
  3. c) la sensibilización en el plano local, nacional e internacional a la importancia del patrimonio cultural inmaterial y de su reconocimiento recíproco;
  4. d) la cooperación y asistencia internacionales.

   Por otro lado, e igual de importante es:

-Que el alma de los pueblos que es su cultura, no se prohíbe, se defiende, se conserva y se protege.

-Que ninguna autoridad puede prohibirla válidamente, y mucho menos invocando una legitimidad basada en dudosas consultas.

   Y aún más. Un elemento cultural, incluso por ser minoritario, no puede ser descalificado como tal, ni sometido a voto alguno, pues en ese caso se utilizaría un supuesto proceso democrático como instrumento de censura cultural.

   Por lo tanto, invocando el sentido de madurez, conviene una reflexión donde se imponga un razonable sentido para proteger dicha manifestación cultural, en el entendido de que no es, ni por asomo, cuanto se argumenta en su contra, sino que se constituye y representa como un profundo proceso ritual, de honda tradición milenaria, suma de aportaciones legadas por diversas culturas, las de oriente y occidente. Y que luego, a partir de 1526 se materializan aquí, se integran y se enriquecen con valores y elementos que provienen de una compleja consecuencia, derivada del proceso de conquista, hace ya 500 años.

   Superado el trauma, pero sobre todo asimilada e integrada aquella experiencia, el mestizaje surtió efecto y el toreo, entre otros aspectos fue incorporado y hecho suyo por el espíritu de nuestros pueblos que hasta hoy lo conservan y mantienen como propio.

   Apelamos respetuosamente, con objeto de que, sin necesidad de esa alternativa en la que una simple votación elimine o pueda eliminar una tradición (o si lo dice o no la Constitución); por el simple hecho de respetar la opinión de las mayorías; esto podría sentar un claro precedente donde también otros aspectos de la vida cultural en este país, queden condenados al mismo racero.

   Creemos firmemente que el poder no existe. Se crea.

Ciudad de México, 27 de enero de 2024.

Atentamente

 José Francisco Coello Ugalde

Dr. En Bibliotecología y Estudios de la Información

Facultad de Filosofía y Letras

Universidad Nacional Autónoma de México.

ORLAS

Aunque se sepan cosas y se tengan noticias y vivencias del pasado que nos ayuden a comprender sobre la marcha, no hay que confiar demasiado en ellas, sino tener presente que el toreo está reciennaciendo y recienmuriendo a cada paso.

Seguro azar del toreo. José Alameda.

BLOQUEO ANTITAURINO INCONCEBIBLE. NARRACIÓN DE HECHOS.

Contradicción insalvable: si la universidad desapareciese, desaparecería la posibilidad de la crítica; al mismo tiempo, su existencia es una prueba –y más: una garantía- de la permanencia del objeto de la crítica, es decir, de aquello cuya desaparición se desea. Octavio Paz.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Al comenzar 2022, fue creado el equipo denominado “TAUROMAQUIA P.C.I.”, integrado por una socióloga, un MVZ, un maestrante en Derecho, un licenciado en Etnohistoria, un divulgador de la tauromaquia entre las juventudes y un Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información. Ellos son, en ese orden: Mary Carmen Chávez Rivadeneyra, José Antonio González Vergara, Aarón Alberto Espinoza Alonso, Aldo Guagnelli, Jorge Tinajero y José Francisco Coello Ugalde.

   Desde entonces, sus empeños y objetivos están ubicados en impulsar la Tauromaquia como patrimonio cultural, así como divulgar la cultura taurina desde cada una de estas especialidades, incluyendo la historia, la antropología y el ámbito de la expresión patrimonial en el marco del derecho a la cultura.

   A través del Dr. González Vergara, comenzaron en julio pasado las pláticas con autoridades de la UAM-XOCHIMILCO para poner en marcha un conjunto de seminarios que aludieran y abordaran estos temas, mismo que llevaba el título “TAUROMAQUIA: CULTURA y BIENESTAR ANIMAL”. De ese modo, fue atendido por el Dr. Ismael Martínez Cortés, profesor asociado de tiempo completo y el Dr. José Fernando González Sánchez, profesor titular de tiempo completo y coordinador de la carrera MVZ en la UAM-X. El evento se formalizó con el apoyo de diversas instituciones que se solidarizaron con este ejercicio y se puso en marcha el 18 de agosto pasado sin que hubiese hasta aquel momento algún problema. Evidentemente, al circular el programa, la primera respuesta de los contrarios fue encabezada por “Change.org” quien para el 19 de agosto ya había enviado por Facebook la convocatoria denominada “UAM: ¿Casa abierta a la violencia?” solicitando firmar la petición de manera masiva. Lo anterior, previo al seminario titulado “El toreo como un arte pedagógico para los niños”, que habría de impartir la Lic. Chávez Rivadeneyra. “Change.org” argumentó en su poderosa campaña que “El Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), responsable de examinar el cumplimiento de la Convención de los derechos del niño, se ha pronunciado en contra de que los menores de edad asistan y participen en eventos taurinos en México”, entre otras cosas. Ahí detonaba el primer escándalo.

   Para el día 22 de agosto, comenzó a divulgarse a través del periódico MILENIO, una colaboración de la Sra. Paulina Rivero Weber, que tituló “¿Corrupción en la UAM?” y donde se encargó de descalificar a la propia UAM en forma sesgada y tendenciosa. Esta reconocida animalista y también protagonista, llegó al absurdo de emitir argumentos que alcanzaron niveles como los que siguen: “Sabemos bien que la industria de la tauromaquia compra y paga bien…”, que se trataba de “un magno evento… en el que contra la legalidad establecida, promueve y pretende justificar la asistencia de niños a esos eventos, entre otras barbaridades”, de ahí que, sin medir palabras ni dimensión alguna, demandaba “investigar y exigir en dado caso, la renuncia” de los funcionarios de la UAM involucrados en este “lamentable evento”.

   En sus tres argumentos –que por cierto son una “joya”, y que “no tienen desperdicio”-, invalida a cualquier universidad pública a lo que según ella identifica como “apoyo a espectáculos violentos en los cuales la diversión se basa en la tortura de un animal, [lo cual] no es educar: es maleducar la sensibilidad ética y colaborar para un México violento (sic). Apunta más adelante: “Universidades y escuelas en diferentes partes del mundo, enseñan el respeto a la vida animal y demandan el cese a cualquier incitación a la violencia contra los animales como parte de una forma de educar la sensibilidad social, perdida ya por el constante contacto con la violencia”.

   Cree además esta señora que los toros generan violencia y que como “tradición cultural”, los toros “avergüenzan a la humanidad”, como si todos los actos recientes de este calibre, que hemos conocido ad nauseam entre los propios humanos no fuera suficiente.

   Y sin detenerse, todavía agrega “Una reflexión final: las universidades han tenido un papel clave en el cuestionamiento de este tipo de tradiciones, porque para eso están: para cuestionar y educar. Es lamentable que una universidad pública como es la Universidad Autónoma Metropolitana se venda de esta manera a los grandes empresarios de la tauromaquia y maleduque tanto a sus estudiantes como al pueblo en general. Algunos empresarios de la tauromaquia hicieron el intento de hacer lo mismo en la UNAM hace tres o cuatro años y se toparon con una pared: yo soy testigo directo de ello”.

   Lo que no señala la señora es que los entonces organizadores y ponentes al evento por desarrollarse en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales fuimos amenazados de muerte.

   Acusar al rector y a otros funcionarios de promover “esta barbarie” significa para ella una investigación casi de orden judicial o legal, exigiendo su renuncia y a perder derechos por trabajar en una universidad pública, pues “se venden para patrocinar y apoyar la violencia”.

Muestra evidente del posicionamiento de los contrarios que va de lo dogmático al extremismo, pasando por el surrealismo y la nula opción de saber escuchar. Así se dejan ver en redes sociales.

   Luego de diversas reuniones en las propias instalaciones de la UAM-X, se decidió cancelar el evento, evitando así cualquier confrontación e incomodidad que hubiesen puesto en práctica los antitaurinos, pues como pudo comprobarse en el primero y único evento, estuvieron presentes taurinos deseosos de ampliar su bagaje cultural.

   ¿Qué llevó al rector José Antonio de los Reyes al doblegarse y cancelar el evento? Alguien se encuentra detrás de todo esto. Y, a lo que se ve, son más poderosas las ideas o voces de Franyutti, Sesma, Arturo Berlanga, Gaviño Ambriz, Israel Arriola, que pertenece a la asociación “AnimaNaturalis”, asociación vegana, animalista, radical igual que “Goud Vegan” y otros, o la señora Rivero Weber para doblegar con su siempre amenazante y unilateral discurso, cuando saben que el taurino no es activista y aprovechan esto para hablarle al oído a políticos y jueces a modo, como para ser tan implacables e irse hasta la yugular sumando así diversas prohibiciones (Nayarit, S.L.P., Zacatecas, por ejemplo). Por lo tanto, quieren imponer su moral, atentando en consecuencia ante los derechos humanos y culturales de los taurinos hasta el punto de impedirlo todo. Por cierto, el toreo no es propiamente un espectáculo, pero sí una expresión centenaria, un legado, un patrimonio, un ritual donde está presente el paso de la vida a la muerte.

   Pareciera que nos sobra violencia -la de todos los días en este país-, y nos falta conciencia, la que se aprende a través de la cultura y en las universidades, como la ciencia y la experimentación, tal cual estaba pensado al abordar el presente seminario, sustentado en datos científicos, serios y comprobables. Se perdió una gran oportunidad de diseminar conocimientos sobre la Tauromaquia.

AGOSTO, 2022.

ORLAS

¿QUÉ CLASE DE ENGENDRO ES change.org?

Por: José Francisco Coello Ugalde

   Escribo estas líneas apenas voy enterándome de la nueva intimidación que ha comenzado a circular en la potente plataforma de facebook, y donde «change.org» ha colgado -casi como una consigna- votar en contra de una expresión cultural que ahora mismo está siendo abordada desde el espacio académico, que ha puesto a su disposición la Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco.

   Así nos presentamos ante la comunidad:

EL EQUIPO DE TRABAJO e INVESTIGACIÓN “TAUROMAQUIA P.C.I.” PARTICIPA EN EL SEMINARIO QUE ORGANIZA LA UAM-XOCHIMILCO, DENOMINADO “TAUROMAQUIA: CULTURA Y BIENESTAR ANIMAL”, QUE SERÁ IMPARTIDO ENTRE AGOSTO y OCTUBRE DE 2022.

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   La Universidad Autónoma Metropolitana, plantel Xochimilco, como espacio de expresión académica universal, abre sus puertas para celebrar el ciclo de seminarios denominado “Tauromaquia: Cultura y bienestar animal”, mismo que está dirigido a médicos veterinarios, biólogos, agrónomos, historiadores, sociólogos, antropólogos y público interesado en el tema, con objeto de fortalecer los argumentos que le son consubstanciales a esta representación, legado o ritual, en tanto que pueda ser entendida como un patrimonio cultural inmaterial.

   Con el respaldo del Centro de Estudios Taurinos de México, A.C., Tauromaquia Mexicana Siglo XXI, la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos, Rejoneadores y Similares, Fomento Cultural Tauromaquia Hispanoamericana, el Colegio de Médicos Veterinarios Zootecnistas de México, A.C. y la Unión de profesionistas en pro del bienestar animal, el Dr. Ismael Martínez Cortés, profesor asociado de tiempo completo, y el Dr. José Fernando González Sánchez, profesor titular de tiempo completo, y coordinador de la carrera MVZ en la UAM-X, así como del MVZ José Antonio González Vergara, coordinador del evento, se busca poner en valor la tauromaquia, a partir de siete pláticas cuyos temas serán presentados en la siguiente forma:

Jueves 18 de agosto, 16 hrs. Auditorio “Javier Mina”. “Tauromaquia, derecho e ideología política. Reflexión en torno a los derechos, enclave de cultura”, impartida por el Maestrante en Derecho Aarón Alberto Espinoza Alonso.

 Jueves 25 de agosto. 16 hrs. Auditorio “Javier Mina”. “El toreo como un arte pedagógico para los niños”, impartida por la Lic. en Sociología Mary Carmen Chávez Rivadeneyra.

Jueves 1° de septiembre. 16 hrs. Auditorio “Javier Mina”. “Bienestar en el toro de lidia. Genética, fisiología y zootecnia”, impartida por el MVZ José Antonio González Vergara.

Jueves 8 de septiembre. 16 hrs. Auditorio “Javier Mina”. “La tauromaquia como expresión patrimonial en el marco del derecho a la cultura”, impartida por el Lic. en Etnografía Aldo Guagnelli.

Jueves 22 de septiembre. 16 hrs. Auditorio “Javier Mina”. ¿Por qué es vigente la Tauromaquia?, impartida por el delegado de la Asociación Nacional de Matadores de Toros, Novillos, Rejoneadores y Similares, Jorge Tinajero.

Jueves 29 de septiembre. 16 hrs. Auditorio “Javier Mina”. “Manejo quirúrgico de heridas por cuerno de toro en caballos. (Cirugía taurina en caballos)”, impartida por el MVZ José Antonio González Vergara.

Jueves 6 de octubre. 16 hrs. Auditorio “Javier Mina”. “La fiesta de los toros como expresión popular en México, bajo dos miradas: Histórica y antropológica”, impartida por el Dr. en Bibliotecología y Estudios de la Información, José Francisco Coello Ugalde.

La liga para inscribirse a este seminario es la siguiente:

https://forms.gle/Go9K2At2ZGqhLag9

   El plantel Xochimilco de la UAM, está ubicado en Calz. del Hueso 1100, Coapa, Villa Quietud, Coyoacán, 04960, Ciudad de México, CDMX.

   Informes: MVZ José Antonio González y Dr. Ismael Martínez.

   Pues bien, en una actitud absolutamente intimidatoria, amenazante, conductivista, que está por encima del propio contenido del art. 4° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, donde en uno de sus párrafos expresa:

Toda persona tiene derecho al acceso a la cultura y al disfrute de los bienes y servicios que presta el Estado en la materia, así como el ejercicio de sus derechos culturales. El Estado promoverá los medios para la  difusión y desarrollo de la cultura, atendiendo a la diversidad cultural en todas sus manifestaciones y expresiones con pleno respeto a la libertad creativa. La ley establecerá los mecanismos para el acceso y participación a cualquier manifestación cultural (…)

«change.org» que seguramente nació en estado de pureza incuestionable, pero que hoy es un monstruo capaz de todo, de imponerse sin tasa ni medida, dicta su propia ley, pretendiendo manipular con un discurso que busca denostar lo que le es incómodo con efectos tendenciosos y manipuladores que pueden arrasar como un tsunami cualquier circunstancia que, como insisto, no le es conveniente promover sino exterminar. En consecuencia, «Change.org» está atentando contra estos seminarios en medio de su poder de convocatoria que pretende la adhesión de multitudes a un dictado impuesto desde un conjunto de variables como:

a)Infografía

b)Fotografía

c)Capturas de pantalla

d)Valor discursivo

e)Denuncia sobre un probable comportamiento, actitud o medida

f)Valor promocional, donde «Change.org» busca publicitar algún logro, trabajo o hito de la persona o institución protagonista en las cuentas de facebook o de alguien a quien valora, así como a una empresa, institución o entidad, que en este caso termina por denostar a la propia UAM-XOCHIMILCO por permitir este tipo de actividades.

   El posicionamiento de diversas herramientas en la internet, pone al alcance a la sociedad en caso de que se necesite homogeneidad o solidaridad. Pero también esas mismas herramientas pueden causar un daño irreversible de ser empleadas con deliberada intención de dañar a terceros o imponer sus dictados sin ningún miramiento. Allí están Instagram, Snapchat, Facebook, Kik, Skype, e incluso el deep web o internet profundo, donde aflora el anonimato. Whatsapp, Twitter, Tit Tok, Influencers, You Tube, el metaverso, avatares digitales, Hashtag, Change.org, Setreming y hasta las fake news que deforman, manipulan o inducen a buenos sectores de la comunidad digital a tener que decidir en condiciones forzosas, si es que el condicionamiento se aplica tendenciosamente.

   Estamos a un paso de que las plataformas puestas al servicios en redes sociales alcancen un efecto devastador si no se viraliza algo tan elemental como el derecho a la expresión. Si ellos creen que esto es suficiente para convertirse en la lápida de un ejercicio que no es sino simple y sencillamente la transmisión de conocimientos al paso de los siglos, de una práctica o expresión que arraigó en nuestro pueblo, mismo que forjó, con sus usos y costumbres el que hoy es un legado en riesgo de extinción. Y me refiero a la TAUROMAQUIA, ese término que parece ofender y agredir las buenas conciencias que pueda exhalar aún ese engendro de mil cabezas conocido como «change.org»

   Nos asiste la razón y con ella, estaremos ondeando el estandarte que decidimos empuñar en aras de una defensa legítima por y para la TAUROMAQUIA, pretendiendo a favor suyo, elevarla al nivel de patrimonio cultural e inmaterial en la Ciudad de México, y en consecuencia, de ser posible, con la suma de voluntades que en estos momentos nos es vital, con una declaratoria para todo el país.

CDMX, 19 de agosto de 2022.

ORLAS

RESEÑA LITERARIA DEL LIBRO SOL y SOMBRA DE JOSÉ CUELI.

Por: José Francisco Coello Ugalde

JOSÉ CUELI3

   Estamos en la época de la posverdad, es decir que se somete a que la historia no es necesariamente lo que sucedió sino lo que se dice que sucedió. Hace 34 años, 1988 para mejor referencia, Francis Fukuyama sentenciaba el fin de la historia, y la historia continúa. Hoy, ya no solo es neoliberalismo o posmodernidad, que siguen ahí, inmutables, como lo fue en su momento la globalización que terminó doblegada con la invasión rusa de Ucrania, bajo un comportamiento diametralmente opuesto que solo puede entenderse, de aquel otro lado, precisamente cuando el mundo emergía de la Guerra Fría, y era Rusia una nación invitada a compartir el sistema financiero global, dándole acceso a los mercados mundiales de capitales. Buena parte de nuestra realidad, en tanto seres humanos, habita o se ha posado -aquí y ahora- en la «modernidad líquida», concepto con el que Zygmunt Bauman define ese modelo social que implica «el fin de la era del compromiso mutuo», donde el espacio público retrocede y se impone un individualismo que lleva a «la corrosión y la lenta desintegración del concepto de ciudadanía».

   Y en historia, no podemos olvidar que «el pasado nos constituye», según afirmó Edmundo O’ Gorman referente en la formación académica de sin número de historiadores. Y es que, cuando nos centramos en la tauromaquia, tenemos que hacerlo pensando en el andamiaje de siglos o milenios que han intervenido y procesado esta expresión para verla y entenderla como un patrimonio, como un legado que lleva en su plexo solar el paso ritual de la vida a la muerte.

   Tras la conquista española, y logrado el mejor de los equilibrios en el mestizaje o sincretismo, lo más hondo de una tauromaquia concentrada en territorio hispano, convivió con sin número de culturas prehispánicas hasta el punto de un maridaje que logró permear en la forma de ser y de pensar de los mexicanos.

   Ahora bien, para poder elaborar la presente reseña fue necesario acudir a otro libro imprescindible: El pozo de la angustia, cuyo autor es José Bergamín, del que salieron estas citas:

-Hacer tiempo es hacer memoria y hacer memoria es hacer historia.

-Hacer tiempo, hacer memoria, hacer historia, es sencillamente vivir. Pero vivir ante la muerte, es sencillamente vivir. Pero vivir ante la muerte, frente a la muerte, y contra la muerte.

  Fue entonces que encontré la primera señal complementaria entre Bergamín y esta otra planteada por José Cueli cuando sugiere: «y el tiempo que inexorablemente ofrece el presente es siempre ahora. Si no es ahora es nunca, es otra vez, sin el tiempo, la muerte no es un más allá del tiempo… tiempo que es la base del psicoanálisis, tiempo del que ignoramos su origen».

   De nuevo José Bergamín:

-Unas almas se purifican al arder y otras se consumen.

-Por eso la existencia está siempre más allá del ser. Por eso lo trasciende.

-La verdad no es una razón, es una pasión.

-No hay nada menos razonable que la verdad ni más verdadero para el hombre que perder su razón por ella.

   Y la señal definitiva, de caminos encontrados entre Cueli, Bergamín y Cervantes aparece repentinamente cuando el autor de El arte de birlibirloque apuntaba:

-Nunca quiso Don Quijote tener razón. De nada ni por nada. Con nadie ni tampoco contra nadie. Sino con todo y contra todo. Quiso tener pasión hasta la muerte.

   Ahora bien, Sol y Sombra. Quijote torero no es un libro más de toros. Es más que un libro de toros, por su hechura y logrado por una pluma cuyos escritos publicados desde 1984 y hasta hoy en La Jornada, siempre son como una bocanada de aire fresco, que traen rasgos muy peculiares, resueltos las más de las veces bajo el principio de una capacidad de síntesis que a muy pocos les es dado. Precisamente José Cueli, es uno de ellos y con él y para él son estos apuntes.

   He de decir, en primera instancia que me sorprende positivamente el gesto de La Jornada, en tanto editorial, al incluir un libro taurino en su ya larga trayectoria, lo que celebro de veras. Y más aún, tratándose del autor que hoy reseñamos y elogiamos gozosamente.

   Confieso haber aprendido dicha virtud, la de la capacidad de síntesis, luego de leer a Vicente Lombardo Toledano. Se trata de un libro cuyo simple título es Summa. Recordaré que summa es la acumulación de conocimientos. Lo mismo me ocurrió con José Bergamín -como ya lo dije- en El pozo de la angustia donde ciertos pasajes, frases u oraciones tienen un dejo de aforismo muy suyos o que recoge de otros autores, como este de Heidegger: «Por qué ser, y no más bien nada». Al igual que «… el ser es, por esencia, finito, y solamente se patentiza en la trascendencia del existir como sobre nadando en la nada» (en ¿Qué es la metafísica?).

   Y luego Gustav Mahler, el gran compositor austro-bohemio nos ha dicho: «la sinfonía es como el universo, porque lo comprende todo».

   Finalmente llegan hasta mí esos versos geniales de Lope de Vega que acaban con el cuadro. Pepe Luis Vázquez, el torero de San Bernardo acudió a ellos para citarlos bajo esta idea: «el toreo es -y aquí Lope– algo que se aposenta en el aire, y luego desaparece».

   Por eso, este no es un libro más de toros. Es un libro de toros integral, debido a la obra de otros tantos títulos donde El Quijote de la Mancha se convierte en pieza estelar. Tras él, y en la mirada de un psicólogo no podían faltar ni Sigmund Freud, ni Jaques Derrida, aunque en menor medida Lacan. También Cueli, logra poner en valor a José Bergamín, García Lorca o Rafael Alberti. Se encarga de darnos una lección sobre las alegrías y tribulaciones del Quijote en sus más diversas facetas como caballero andante. «Sabido es que el ingenioso Hidalgo manchego sigue en solitario la carrera de caballero andante con las caducadas armas blancas del medievo, cuando ya el mundo moderno moviliza grandes ejércitos y utiliza la artillería y los arcabuces». «Cervantes, por su parte, escribió un libro, que más que texto es una herida, que procede del angustioso enigma de la libertad del hombre».

   De ahí que toda esa narrativa épica de la que Amadís de Gaula es, entre otros el centro del universo, debemos entenderla como género literario que agrupa las obras en las que se relatan las acciones de los héroes más destacados y emblemáticos de una comunidad, pueblo o nación. Y de todo ello dan cuenta esa enorme estela de libros de caballería, donde uno de sus autores es, ni más ni menos que Juan Suárez de Peralta, criollo novohispano y cuyo Tratado de la jineta y la brida, compendio de experiencias de este lado del mundo, se publicó en Sevilla en 1580. Discurso y práctica que don Quijote no se cansaba de proyectar en sus permanentes delirios en la aridez manchega y otros territorios.

   Gracias a Sol y Sombra, ahora sé que solo existen dos pulsiones: la de la vida y la de la muerte. Pero al cabo de la lectura encuentro recreadas otras pulsiones: la del Quijote mismo, la del toreo, la de la obsesión por una representación que significa para los cabales, asistir a un ritual el cual reúne eso que precisamente José Bergamín definió como El pozo de la angustia, razón y pulsión que nos ciega hasta lo más hondo de cuanto entendemos. Y no solo eso, aquello ocurre cuando presenciamos un milagro, lo que no es poca cosa. Allí se entrecruzan las llamaradas que expresa nuestro autor arropado por Goya, Malcolm Lowry, Georges Bataille y todo un conjunto de autores o artistas con quienes teje un diálogo del que van saliendo -entre la fascinación y el encanto-, ideas, conceptos que solo dichos o escritos así, permiten trascender el yo más interno, ese por el que cabalgan El Quijote y Sancho o aquel otro que se desprende desde los confines del erotismo. En estos tiempos donde la sociedad marcha a trancos inseguros hacia lo impredecible, es claro observar la frágil mirada o noción que hacen suyo algunos segmentos de la humanidad a la hora de expresar, a veces, sin fundamento, teorías o conceptos plegadas a un auténtico terrorismo ideológico, único síntoma que la ignorancia se encarga al enrarecer su pensamiento. Y esto es precisamente un síntoma de los contrarios, de los antitaurinos quienes se han afanado en diseminar su discurso, lleno de pequeñas frases con las que expresan repudio, argumentando que el toro es blanco de tortura. Vamos a verlo en función del análisis que José Cueli hace al respecto, sobre todo, cuando lo realiza con vistas a ponernos ante un escenario que es creíble en la medida de sus ideas, cuyo primer sustento es la psicología.

   Cueli encarna toda una tipología de asertos que gravitan en ese estado efímero que es el erotismo, cuyo tránsito per se; y al dirigirse hacia la tauromaquia, cobra otra dimensión.

   Vistas así las cosas, entramos en el campo de la literalidad expresa, ese territorio que pocos han alcanzado al decodificar lo inclasificable con frases o sentencias como «Ese lenguaje único de la espera de Don Quijote, del te espero a la orilla de tu sombra», dirigida a Dulcinea, según nos lo advierte Cueli.

   José Alameda escribió una columna hebdomadaria titulada «Signos y contrastes». Signos y contrastes es lo que encuentro entre los apuntes de José Cueli y otros hacedores, como este ejemplo:

   «Quizás la amante no acude nunca a la cita, el torerillo nunca llegue a figurar, pero todo amor la recrea, la eleva, tras ese acto de fe en ella que sería como una visión de la imposible presencia de la ausente». Tal me recuerda lo que escribiera Pedro Salinas en la «Rosa pura»: «Amante, amada no».

   Y se pregunta Cueli, se pregunta el Quijote ¿Dónde están la muerte y el duende torero? En toda una esperanza, en lo absurdo racional del Quijote que pelea por sobrevivir y cuya grandeza fue haber sido burlado y vencido, porque siendo vencido es como venció. Dominaba el mundo poniéndolo a reírse de él. Y, ¿no será en el toreo, como a la manera quijotesca, intentamos reírnos de la muerte como ella se ríe de nosotros?

   De pronto, aparece esa addenda imprescindible para Cueli: las cornadas del hambre, máscara del alcoholismo. Neza y Anexas, que es una especie de espejo -aquí diálogo del Zincuatle con la llorona-, allá la Región más transparente, donde Carlos Fuentes delira en monólogos de un alter ego en la figura de Ixca Cienfuegos, cuando todo es un hablar sin puntuación, sin espacios, en forma continua como literatura deliberada, con la obstinada queja proveniente desde el tatuaje más profundo de los marginados, que dicen su todo más lastimero. Aparece lo descarnado que vomitaba una de aquellas goteras de la ciudad hace ya varias décadas, como si Guillermo Prieto estuviera por aquí y nos contara sobre los barrios más pobres de una ciudad de México que comenzaba a extenderse con levedad a lo largo del siglo XIX y que hoy, ya en el XX o el XXI, es un auténtico delirio, que se comporta de igual forma que un tsunami.

   El Zincuatle o alicante es una culebra o serpiente y aunque no venenosa precisamente, se enreda entre las piernas o los brazos con el propósito de asfixiar a la víctima. Y el Zincuatle, de pronto, serpentea en un monólogo donde lo sorprendemos diciendo “(…) pero ya sabemos que no sabemos qué es la vida qué es la muerte qué es el infierno qué disfrutar a veces no sabemos pero ya sabemos que no sabemos se sobrevive poco pero se sobrevive en el hambre se nace muerto pero se sobrevive la muerte no es ridícula y aburrida es la muerte simplemente…”

   Como columnas en el Olimpo, destacan, a lo largo del libro, una rigurosa selección de al menos un centenar de los escritos semanales de José Cueli, que hoy deben superar con facilidad 1500 registros imprescindibles unos y otros.

   Llegamos al culmen de ciertas expresiones que conmueven, «… de ahí que la fiesta brava sea luz y sombra, religiosidad y erotismo, ritual que se escenifica desde la antigüedad como un eterno retorno que nos revela el misterio de la vida y de la muerte».

   Cueli nos presenta también a Georges Bataille quién encuentra una íntima relación entre el erotismo y la muerte en un sentido trágico que bien puede transitar del sollozo más desgarrador a la risa más incontrolable.

   Digamos pues, en términos o conceptos taurinos, que irrumpe misteriosamente el erotismo. Por lo tanto «El erotismo es ceremonia, representación». Y aún más «el erotismo [es visto y entendido como] Invención equivoca, como todas las que hemos ideado: el erotismo es dador de vida y de muerte. Y entonces, aquí las pulsiones. La vida es una hinchazón un moho, no se caracteriza por otra cosa que por su actitud para la muerte. Y para más inri, «detrás del drama del paso de la existencia, sólo encontramos la vida unida a la muerte…  o la belleza o lo bello. Como memorias de la muerte».

   Y ya en la frontera entre el paso de la vida a la muerte, aparece Michel Leiris, gracias al atinado ojo de José Cueli para aproximarnos a entender que «La crueldad es una dimensión de lo intangible», si es que tal estancia existe. El poder expresivo de la palabra se quiebra donde la sensibilidad y el entendimiento quedan perplejos. En el ritual torero «lo sublime y lo abyecto; la profanación y la celebración no son otra cosa que un auténtico estado de excepción porque el hombre ante la bestia representa una totalidad indivisible, un sujeto absoluto enfrentado a la voluntad de poder más allá de los límites que las libertades individuales imponen». Y es todo esto, al fin y al cabo el proceso de una ecuación que nos desvela, justo en el paso de la vida a la muerte, donde se impone un dictado maniqueo que trata de una confesión transferencial en tanto yo me explico por otros, soy explicado por vivos o muertos en tanto son ellos mismos. Por eso el toro es el reflejo en un espejo manchado donde no me reconozco.

   En el desenlace del libro aparece esta expresión contundente: ir a los toros con limpieza es ir a estar presentes, es ir a presenciar, a testimoniar algo -un misterio, un sacrificio, no se sabe bien, algo evidentemente muy oscuro para todos-.

   Ante lo que parece en definitiva y que ocurre frecuentemente en los toros, es que se ha perdido la capacidad de asombro. En este libro, ya lo decía yo, al principio privan dos pulsiones: la de la vida y la de la muerte, sin más. Aún así, se crea, a lo largo de su discurso una tercera pulsión que acaba por alcanzar la dimensión tridimensional de profundidad o del espacio: la del toreo.

   Edmundo O’ Gorman -y aquí terminó-, en su Crisis y porvenir de la ciencia histórica, edición de 1947, apunta en su último párrafo:

   “Junto a las catedrales y sus misas, las plazas de toros y sus corridas. ¡Y luego nos sorprendemos que a España y los suyos de este lado nos cueste tanto trabajo de entrar por la senda del progreso y del liberalismo, del confort y de la seguridad! Muestra así España, al entregarse de toda popularidad y sin reservas al culto de dos religiones de signo inverso, la de Dios y la de los matadores, el secreto más íntimo de su existencia, como quijotesco intento de realizar la síntesis de los dos abismos de la posibilidad humana: el «ser para la vida» y el «ser para la muerte», y todo en el mismo domingo”.

Gracias por su atención.

Seminario de Cultura Mexicana

CDMX, 23 de abril de 2022.

ORLAS

CUANDO EL RITUAL SE TRASTOCA…

Por: José Francisco Coello Ugalde

   Este será un análisis duro y reflexivo al mismo tiempo.

   Cuando el ritual se trastoca es posible percibir que el orden de los factores sí afecta el producto, lo altera, lo manipula hasta hacer de aquel teorema una simple y lamentable miseria.

   Y cuando uno está convencido de que la tauromaquia debe ser protegida como espécimen en extinción, y ve uno a todos sus mercaderes abusando de ella, ¿qué ganas nos quedan por hacer una labor de salvamento cuando son aquellos que se encargan de ahogarla, de destrozarla capricho a capricho?

   La plaza “México” se ha convertido en la víctima y el abuso se ha vuelto cotidiano, denominador común de sus auténticos enterradores.

   Percibimos que la autorregulación se ha empoderado de todo cuanto sucede en ese gigantesco foro. Se han fijado unos precios estratosféricos que no se corresponden con el espectáculo ofrecido. La autoridad de la autoridad simplemente no existe y si está ahí, es porque se trata de un objeto decorativo, sin estela alguna, por consecuencia de autoridad. Con sorteos amañados, ganado que no se recibe debidamente por el conjunto todo de las “autoridades”, y ganado que en muchos casos no se trata de toros, sino de novillos. De lo permisivo de celebrar un festejo sin la presencia del inspector autoridad, ni de un veterinario reconocido. De ignorar la presencia de una cuadra de caballos en forma y no equinos débiles. De no contar con un conjunto de cabestros apropiado para arropar a aquellos ejemplares devueltos por alguna causa a los corrales. Tendidos que son a su vez, cervecerías, bares y cantinas, por donde pululan sin control vendedores de toda especie de bebidas, antojitos y postres. Carteles en papel que ya no se imprimen y que solo aparecen virtualmente. Pasillos en la plaza de los que se han apoderado otros tantos negocios, pero destacando eso sí, con notoria presencia, los sonideros que no saben de los decibeles ni de cuando empieza o termina el festejo allá adentro. El casino parece ser la joya de la corona… En fin, cuando el ritual se trastoca y todos quieren abusar de la fiesta en su sentido más realista y peyorativo, quien no aparece por ninguna parte es el reglamento taurino ni la comisión taurina, ni la autoridad en su conjunto y cuando todo ese aquelarre, ese caos se desborda, ¿qué hacer por la fiesta, por su anhelada e intocada pureza? Si en ello nos va la vida a un manojo de idealistas que creemos inocentemente en su preservación, qué decir de todas estas muestras, con las que se viene llenando y apestando el otrora coso mayor de Insurgentes, antigua caja de resonancia, plaza que daba y quitaba, sólo por el afán y la complicidad de unos cuantos, capaces de prostituirla sin más propósito que el aparente desarrollo, en condiciones normales, de una fiesta pero no de un espectáculo y mucho menos de un ritual.

Ciudad de México, 4 de febrero de 2022.

ORLAS

¿DEBEMOS PEDIR PERDÓN SI NOS GUSTAN LOS TOROS?

Por: José Francisco Coello Ugalde.

   Como cierre de fin de año, es costumbre un balance de lo hecho y no. En los toros esto no es la excepción. 2021 no fue más que un ensayo ante lo poco permitido por una pandemia ya posicionada para continuar en 2022.

   La cantidad de festejos celebrados en México no fue proporcional a las expectativas esperadas, por lo cual se pudo percibir un nulo efecto de la mercadotecnia como factor influyente y atractivo, dirigido a un sector que espera y ha esperado novedades; y no réplicas del más de lo mismo.

   El espectáculo carga por sí mismo con una estela de usos y costumbres que si no se ponen al día –sin afectar el valioso contenido de arraigo-, termina por vérsele con disgusto e indiferencia. Sobran voluntades, pero falta creatividad para ganarse la confianza de un público que espera mejores resultados. Creo y he creído que alrededor del espectáculo se ha formado una serie de atractivos que, por sí mismos “venden” y publicitan su pervivencia. El aficionado es paciente, pero su reacción más radical en cuanto no ve resultados concretos es irse de las plazas y ese abandono es, en buena medida, parte y peso de una nostalgia que, como bucle genera sentimientos encontrados apuntando hacia la consoladora y recurrente frase de “todo tiempo pasado fue mejor”.

   Por lo tanto, en este aquí y ahora es de suyo importante pensar en el futuro de la fiesta, forjado por sólidas columnas construidas de pasado y presente, legitimados por una larga estela de episodios cargados lo mismo de leyenda que de certidumbre o incertidumbre. De otra manera no podría tolerarse el estado de cosas en que es convertida frecuentemente por unos cuantos, que se aprovechan de su nobleza.

   El tiempo reciente y el que está por venir, están acelerando un presente que, si no se adapta a sus dictados, es posible un deterioro natural, más que provocado en el espectro taurino, el cual parece no enterarse de esa evolución que, como un tsunami, se viene produciendo un oleaje capaz de llevárselo todo, salvo aquello que esté dispuesto a conservar una sociedad cada vez más resiliente; ya no tanto al confort, sino a la supervivencia sin más.

   Estamos siendo empujados por un cataclismo natural y provocado: el cambio climático. La fiesta de toros mostrará cuán resistente habrá de ser frente a sus adversarios, pero también frente a su propio destino. Y cierro aquí la apreciación con una cita planteada por el autor español Víctor Lenore (Soria, España, 1972), incluida en el reciente trabajo Lo que el 20 se llevó, cuando apunta: “Hoy debes pedir perdón si te gustan los toros, un espacio popular no higienizado por el neoliberalismo ni atractivo para las campañas de publicidad de corporaciones tipo Movistar”. Y es que en su “Bailamos juntos o morimos solos”, colaboración incluida en la edición de Cal y Arena, abre diciendo, al respecto de sus percepciones sobre lo que ha significado la pandemia:

   “La música popular es el arte más plebeyo (léase el más democrático). [Léase o entiéndase como sigue: “Los toros, como espectáculo popular, es el arte más plebeyo (también el más democrático]. Se puede brillar en ella sin tener apenas cultura, como confirma el hecho de que abundan los ídolos semianalfabetos. Se puede analizar con herramientas académicas, pero es más importante intuirla o conocerla por la vía del empape. Muchas veces nos golpea más fuerte estando ebrios que cuando escuchamos sobrios; también nos agita con mayor fuerza cuando andamos psicológicamente rotos que cuando nos sentimos enteros. Por supuesto, se puede disfrutar por ser inadaptados sociales; de hecho, nos agarramos a ella con mayor intensidad cuando sufrimos situaciones de pobreza, exclusión y marginalidad”.[1]

   Todos esos síntomas parecen ocurrir invariablemente en los toros, y ese consuelo o esa idea nos queda para entender de mejor manera tal apreciación, que es tan próxima e inmediata a la propia música popular.

Ciudad de México, 30 de diciembre de 2021.

[1] Carlos Velázquez y Alonso Pérez Gay, Coordinadores. Jorge Carrión, Guillermo Fadanelli, et. al.: Lo que el 20 se llevó. Universidad Autónoma de Nuevo León, Editorial Universitaria UANL, Nexos Sociedad Ciencia y Literatura, S.A. de C.V. y Cal y arena, 2021. 183 p.

ORLAS

BENDITA LOCURA… 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Si en estos precisos momentos, tuviese oportunidad de ser empresario taurino, y formar el cartel de triunfadores de la temporada inmortal, pondría sin duda alguna a José Laurentino Rodríguez “Joselillo”, Amado Ramírez “El Loco”, Rodolfo Rodríguez “El Pana” y a Valente Arellano, con ocho ejemplares bien presentados de… Zacatepec, por ejemplo.

   Los novillos estarán a la vista del público en los corrales desde el viernes, así que los aficionados podrán convencerse de que se trata de una auténtica corrida de toros. Y como lo ha prometido el responsable de este evento, los boletos a la venta tendrán un único precio en los tendidos numerados, así que quien desee estar en una barrera o un primer tendido, lo hará pagando un módico precio y disfrutará del espectáculo como los que también puedan adquirir su boleto en sol y sombra general, donde se augura un lleno hasta el reloj.

   Estos cuatro personajes, al cabo del tiempo, fueron capaces de mostrar sus virtudes y sus defectos, y en conjunto, lograron colocarnos (al menos, a través de la evocación o del sueño) en la orilla de nuestro asiento cada vez que desplegaban el capote, o se armaban de la muleta mientras “tragaban” embestidas de aquellos ejemplares que tuvieron a bien o mal enfrentar en tardes decisivas, ya de triunfo delirante, de rotundo fracaso o del sinsentido.

   Novilleros que nunca habíamos visto partirse el corazón de esa manera, aspirantes a matadores de toros frenéticos, pagados de sí mismos, echándose al público a la bolsa con aires de suficiencia. Capaces fueron de arrancar en pasadas tardes, olés cantados por multitudes arrebatadas, fuera de sí. Temporadas como esas no se dan con frecuencia. Es más, resultan ser como una bocanada de aire fresco, mismo que vino acompañado de diversas erupciones, todas ellas fuera de control. He ahí cuando se puede afirmar que la fiesta ha recuperado sus niveles de grandeza, distantes de aquellos largos periodos de perezosa uniformidad en donde no se augura la presencia de una auténtica figura del toreo, por lo que no queda otro remedio que esperar la siguiente temporada para encontrarse quizá con un “chalao” repentino o alguien que se le acerque apenas a los talones de José, Amado, Rodolfo o Valente que dejaron una estela difícil de ser superada en el espacio infinito de los aromas nuevos, distintos, troquelados con arte y técnica diferentes y no salidos del mismo molde o cortados por la misma tijera, simplemente nuevos, deseosos de recuperar los repertorios más novedosos creados para la capa, las banderillas o la muleta, buscando afirmar la sentencia de Juan Belmonte: “Se torea como se es”; o aún más por la rotunda expresión de Marcel Proust “En busca del tiempo perdido”.

   Pero ha llegado hasta aquí Rafael Gómez “El Gallo”, fumando y mascando su inseparable habano, y nos ha puesto una vez más frente a la realidad más desnuda por la que pasa el toreo en estos momentos al decirnos: “Que lo que no pue ser, no pue ser… y ademá… e imposible”. Y así, en medio de esa cortina de humo, parece que salimos este domingo anhelando, una vez más a toda costa, alcanzar la gloria de aquellos que legaron, con su alarde torero lo que ya resulta inalcanzable y nos obliga de nuevo a la larga espera.

   Todo esto es una locura, bendita locura, me dije de nuevo, al abandonar la plaza, mientras subía por una de las escalinatas que, en medio de una penumbra a la que ya nos tiene acostumbrados la empresa –en minúsculas- como para atizar y hacer sangrar más la herida.

ORLAS

NUEVA TESIS DOCTORAL EN TAUROMAQUIA.

Por: José Francisco Coello Ugalde.

   El pasado 15 de enero, tuve oportunidad de presentar y aprobar mi examen para obtener el grado como Doctor en Bibliotecología y Estudios de la Información, colegio que pertenece a la Facultad de Filosofía y Letras de la U.N.A.M. La investigación que quedó sujeta a su evaluación, lleva el siguiente título: “Los impresos y documentos taurinos en México, siglos XVI al XXI: El caso de dos bibliotecas y hemerotecas taurinas en Madrid y Morelia”. Por tal motivo, deseo compartir con los lectores, parte de esa experiencia, como sigue:

   Antes de todo, debo decir que cumplo, un poco a destiempo con la defensa de esta tesis, ateniéndome a los cánones establecidos. Pero sobre todo es que procuraré entonar una especie de elogioso himno, como el que en su momento elevara Ernesto de la Torre Villar en torno al libro, por su valer y su valor.

   Mi relación con los libros se remonta a la infancia, del mismo modo que la afición a los toros, llevado de la mano de mi padre, e incluso de mi abuelo, quienes comenzaron a darle forma a una colección biblio y hemerográfica que hoy sigo enriqueciendo.

   Mi afecto por los libros vendría con los años.

   Estos son los cinco objetivos de la tesis:

-Planteamiento del problema: Se trata de bibliotecas privadas que administrando un tema específico –en este caso, la tauromaquia- y que ponen al alcance de los interesados sus fondos, funcionan como bibliotecas públicas.

-Objetivos: analizar la manera en que operan y se administran.

-Hipótesis: Que las bibliotecas GARBOSA y CARRIQUIRI, al concentrar una valiosa información, permiten entender el desarrollo histórico, técnico y estético del espectáculo.

-Marco teórico: Libros y publicaciones taurinos concentrados en una sólida unidad, son motivo de estudio.

-Metodología: aplicar trabajo de campo y de gabinete para entender la composición que adquirieron cada una de las bibliotecas, sin olvidar el respaldo de las tecnologías de información y comunicación (TIC).

   En 1984 se formó la agrupación Bibliófilos Taurinos de México, A.C. de la que fui miembro fundador, y en ella, como todos sus integrantes, acercábamos por primera vez nuestras colecciones para generar una dinámica que resultó en conferencias, actividades culturales; también en sabrosas discusiones y no menos importantes publicaciones. Un año más tarde, se creó su primer y único apéndice: los Bibliófilos Taurinos de Morelia, de cuyas filas sobresalió el Dr. Marco Antonio Ramírez Villalón. Miembro de una familia con fuertes nexos en el ambiente taurino, tuvo en su tío, el Ing. Mariano Ramírez, a un reconocido ganadero de reses bravas. Por su parte Ramírez Villalón recibía en herencia la primera biblioteca que no solo custodió sino que incrementó notablemente con el paso de los años. Me refiero a la que otro familiar suyo, el Obispo José Villalón Mercado, Auxiliar de México formó con títulos de religión, filosofía, historia de México, geografía y ciencias naturales.

   Sólo me resta agregar que desde 1988 comencé mis estudios en la Facultad de Filosofía y Letras que me encaminaron a obtener ocho años después el grado de maestría en historia, proponiendo una tesis que abordaba el tema sobre la prohibición que se impuso a las corridas de toros al finalizar 1867, y cuya duración se extendió por casi dos décadas en la capital del país. Para el 2006 pretendí el doctorado en Historia, con otro asunto taurino, es decir, el comportamiento de la célebre hacienda ganadera de Atenco durante el siglo XIX. Lamentablemente el jurado no emitió un resultado deseable, y creo que en ello tuvo que ver la simple razón de que mi perfil no gozaba con la formación original como historiador (en licenciatura me titulé como Ingeniero Mecánico Electricista).

   Explicadas estas primeras razones, lo demás tendrá que ver con lo indicado en el título de la presente investigación, así como justificar los aspectos que constituyen cada uno de los capítulos, destacando la presencia de las dos bibliotecas que se convirtieron y están convertidas en referente para los coleccionistas, publicaciones desde las que se emite una particular opinión a favor, e incluso en contra de un espectáculo público que se insertó en la historia de nuestro país, desde 1526 y hasta nuestros días (con pandemia de por medio y cuyos efectos, como en muchas otras circunstancias son devastadores).

   La bibliotecología forma profesionales capaces de organizar, conservar y difundir los más diversos productos de las actividades humanas y promover su utilización en la sociedad mexicana para contribuir en el desarrollo científico, humanístico, artístico, tecnológico y educativo del país. Por tal motivo, pareciera que este mismo propósito fue hecho suyo tanto por el propio Dr. Marco Antonio Ramírez Villalón, así como por el empresario español Antonio Briones, propietario de la célebre biblioteca “Carriquiri” cuya actual situación es estable, debido a que hace pocos años, el Sr. Briones decidió cerrarla y más tarde donarla a la Comunidad de Madrid, por lo que dicha unidad quedará al alcance de los interesados en sala especial al interior de la plaza de toros de “Las Ventas”, en plena capital española, administración que recaerá en el Centro de Asuntos Taurinos.

   Recientemente, el 17 de diciembre de 2020, fallece el Dr. Ramírez Villalón circunstancia que lamento y aprovecho también para dedicar en su memoria esta ocasión. Lo que me queda claro es el importante legado que materializó en el ya bien consolidado “Centro Cultural y de Convenciones Tres Marías”, a las afueras de la ciudad de Morelia, donde se encuentra concentrada su colección bibliohemerográfica, así como el museo taurino donde logró reunir alrededor de mil piezas. Destacan impresiones originales de la “Tauromaquia” de Goya, obras picassianas, un célebre “picador” de Diego Rivera, o todo un conjunto de expresiones pictóricas de otro artista excepcional. Me refiero a Raúl Anguiano, sin olvidar el quehacer de Carlos Ruano Llópis y “Pancho” Flores, por cuya obra se decantó, adquiriendo la mayoría de sus cuadros. Dicho centro cuenta además, con un auditorio, tienda y cafetería; es decir dispone de todas las instalaciones para realizar eventos de gran calado.

Hasta el día de hoy, el recuento en la biblioteca “GARBOSA” (acrónimo de García Bolio Salvador) es de 16,904 tomos en 14,722 registros, todos ellos en fichas abreviadas como es el caso de las imágenes incluidas en el primer capítulo.

   A este peculiar coleccionismo se aficionó García Bolio desde 1980. Con los años, entabló una entrañable amistad con Ramírez Villalón que conservó por mucho tiempo. Fue consejero, y recomendó adquisiciones hasta el punto de alcanzar las cifras que he mencionado apenas hace unos momentos. Conocía rutas, sabía dónde encontrar librerías de viejo, su olfato se afinó al punto de adquirir las más raras ediciones. En particular, debo decir: algo que nos caracteriza, al menos a los bibliófilos taurinos es padecer el síndrome del urraquismo, término con el que Carlos Pellicer ejemplifica a las urracas que hacen sus nidos hasta con basura y eso, nos pasa con frecuencia, aunque también ese defecto se supera. Lo anterior, porque con frecuencia conseguimos folletos, folletines, pasquines y hasta ediciones de extraña procedencia, sin faltar, desde luego un sinnúmero de fetiches. En alguna medida, somos muy quisquillosos y con frecuencia, discutimos sobre pequeñas razones, de ahí que manejemos información que a veces resulta tan minúscula pero efectiva para defender tal o cual postura. Esto me lleva a recordar un reciente trabajo doctoral –también en Bibliotecología-, donde se manejó el concepto de “minería de datos”, es decir que somos capaces de encontrar, hasta debajo de una piedra, pero siempre con la fuente en la mano, el dato con el que queremos confirmar tal o cual información.

   En el caso del ganadero y empresario Antonio Briones, encontró en José María Sotomayor su principal apoyo, de tal modo que los cuatro personajes se mantuvieron en permanente comunicación, buena señal con la que ambos propósitos se concretaron felizmente.

   No puedo dejar de mencionar la presencia de otra colección que pasa de los 500 títulos, y que se encuentra en el fondo reservado de la Biblioteca Nacional. Me refiero a la de Javier Sánchez Gámiz.

   Ahora bien, es tiempo de reflexionar sobre el significado que los libros han ido recogiendo en términos de historia, estética, técnica y literatura en general respecto a la tauromaquia. De igual modo, no puedo sustraerme al hecho de que como elementos complementarios, e igual de valiosos, son todo aquel muestrario de la iconografía, presentes en diversos soportes, que para ello será útil la presentación que poco más adelante dejará ver lo aquí dicho. Antes, debo recalcar lo importante de las dos bibliotecas y el cuantioso registro que alcanzan, no solo por tratarse de ediciones mexicanas (de las que hay 2223 títulos, o los 8664 publicados en España), sino aquellas que provienen de otros países y otros idiomas. Lo mismo se encuentran enciclopedias que títulos de literatura, biografías, manuales o “ABC” del toreo, estadísticas, estudios fotográficos, folclóricos, antropológicos y algunas tesis en diversas especialidades. Para mejor entender ese recorrido, que nos acerca a las fuentes de las que continuamente bebemos, tengo preparada la siguiente presentación.

   En seguida, compartí una presentación con diversas imágenes como las portadas de libros emblemáticos, fotografías, carteles, partituras y portadas de periódicos, hasta culminar con el hecho de decir que GARBOSA y CARRIQUIRI son modelo y referencia gracias al trabajo de sus propietarios, interesados por un tema que, en varios siglos y lenguas ha alcanzado miles de publicaciones, sumando el apoyo de las tecnologías de información y comunicación (TIC).

   Tras la deliberación, vino la lectura del acta donde el jurado aprobó la defensa de mi tesis, a lo que a continuación respondí en los siguientes términos:

   Antes de todo, quiero agradecerles haber calificado aprobatoriamente mi tesis. Solo deseo, como un detalle final decirles que me gustaría que regresáramos en el tiempo tres o cuatro siglos atrás para ubicarnos en alguna plaza mayor. Imaginen, como ahora me imagino vestido a todo lujo, con chambergo y gorguera, colocando una silla a un airoso caballo, no sé si a la brida o a la jineta para salir luego y alancear un toro. Apearme en seguida y sacar de entre mis ropas una pequeña vasija donde recoger un poco de la sangre de ese bravo animal, y de inmediato acercarme a la catedral de Salamanca, o al muro que está a espaldas del busto de Palas Atenea, ubicado en el exterior de nuestra Facultad de Filosofía y Letras, para, en algún sitio visible plasmar con una brochecilla mis iniciales que destacarán con ese rojo intenso, señal de que acaba de celebrarse el examen de grado; y de que el nuevo licenciado, o en este caso, el nuevo doctor, para dejar testimonio de tan grata ocasión ha plasmado un vítor; junto a otros tantos vítores como los que tiene en su fachada y sus costados, de forma notable la majestuosa catedral de Salamanca.

   Al rememorar la forma en que se consumaban aquellas celebraciones académicas, no pude dejar de incluir este pasaje que es uno entre la interminable variedad de detalles con que se viste la fiesta de toros, expresión milenaria y secular que pervivirá si cuidamos de ella.

   Gracias a todos.

ORLAS

¿Quiénes son los abolicionistas?

Por: Antonio Casanueva.

    Definitivamente, y luego de leer el siguiente texto, hago mío todo su contenido por ser algo de lo más congruente y equilibrado que se ha escrito en los últimos tiempos, al respecto de la que parece ser de nuevo, la puesta en marcha de esa contienda que detuvo la pandemia. Para los contrarios ya es preciso demostrar  que siguen firmes en un empeño que, como bien dice Antonio Villanueva más adelante, «los intentos de abolición son (un) flagrante atentado contra la libertad». Veamos.

    Derivado de la amenaza de prohibir las corridas de toros en Puebla, en los últimos días la tauromaquia ha estado en los medios de comunicación. Pepe Saborit y Enrique Núñez, en un debate público en la angelópolis, defendieron con inteligencia, argumentos y respeto no sólo a la fiesta brava, sino la libertad y la ecología. Pero, ¿quiénes estaban del otro lado?

¿Quiénes son los que manipulan a los políticos para intentar abolir las corridas de toros?

Como se ha demostrado en los distintos foros donde se discute sobre la tauromaquia, los taurinos respetamos a quienes no les gustan las corridas de toros, algunos incluso sentimos empatía por aquellos a los que las corridas les parecen un espectáculo grotesco. No así por los abolicionistas.

Es respetable que a alguien no le guste un espectáculo. En el caso de las corridas de toros puede ser que les desagrade porque les resultan crueles, incomprensibles, aburridas o incompatibles con sus gustos o sensibilidad, tienen todo el derecho a hacerlo y de contar con el respeto de los taurinos. Pero es muy distinto con aquellos que pretenden prohibirlas, porque en ese caso están atentando contra la libertad de los aficionados y de quienes viven del toro bravo. Mientras no se demuestre que la tauromaquia es un espectáculo inmoral o dañino para la sociedad, los intentos de abolición son flagrantes atentados contra la libertad.

Desde los antiguos griegos la ética pretendía dar pauta para ejercer la libertad y vivir una buena vida, es decir, para ser feliz. En la filosofía occidental, el hombre estaba en el centro. En la sociedad actual hay una la confusión antropológica –ya no se sabe qué es el hombre, ni quiénes somos– por lo que algunos buscan nuevos modelos. Para la filosofía de Aristóteles, Santo Tomás de Aquino e Immanuel Kant el hombre era la medida de las cosas. Los abolicionistas necesitaban buscar un nuevo patrón de medición: el animal sensible.

   Peter Singer parte de la argumentación ética del filósofo utilitarista Jeremy Bentham quien sostenía que no se puede privar de derechos a un semejante ni por la raza (p. ej. el color de la piel), ni tampoco por su capacidad de razonar o de comunicarse.

Otros filósofos como Steve F. Sapontzis, argumentan que los animales no-humanos tienen intereses y que son estos intereses lo que justifica la inclusión en la comunidad moral. Sapontzis propone dotar de la misma «protección moral» a los no-humanos que a los seres humanos.

El objetivo del animalismo es la  abolición  de  la  explotación  animal. Ellos afirman que es equivalente a  la  abolición  de  la esclavitud.  Si  se deja de cosificar  a  los  animales, entonces  los humanos podrán reconocer que son seres sensibles y dignos de respeto moral.

Las explicaciones de los abolicionistas están llenas de contradicciones. Elisa Aaltola afirma que son tantos los conflictos de intereses entre especies que si se siguieran los argumentos a favor de los animales, no se podrían resolver los conflictos de intereses entre especies, lo cual es absurdo. Debido a este absurdo, los argumentos deben ser abandonados (Animal ethics and the argument from absurdity. Environmental Values, 2010, vol. 19, no 1, p. 79-98).

La ética animalista no se basa en deberes –como la cooperación– o en virtudes –como la solidaridad– que podrían regir los vínculos entre animales y personas. La «nueva ética» es una relación unidireccional entre el agente (el ser humano) y el paciente (el animal), una relación de cuidado (care) donde el animal es un ente pasivo. No hay una comunidad moral definida por la historia o por las prácticas sociales, es una moral basada en derechos subjetivos.

Lo característico del ser humano es poder inhibir o aplazar la satisfacción de los gustos para cumplir otros propósitos. Las personas son capaces de responder a intereses múltiples, muchas veces contrapuestos unos con otros. Los animales, en cambio, actúan por instinto, no tienen «intereses morales» y no se pueden aplicar conceptos de justicia entre ellos. No se le podría pedir a un lobo que controle su apetito y que respete al cordero, como tampoco es cruel o malvado dicho lobo por devorar a su presa.

La ética utilitaria de animalistas como Singer o Sapontzis presentan teorías de la justicia sin instrumentos de medida para comparar, ni para imponer o sustraer placeres o penas, aún menos cuando se trata de las relaciones entre humanos y animales. La justicia se da únicamente al interior de una comunidad de iguales y los humanos no forman una comunidad con los animales, ni siquiera con los animales que tienen un sistema nervioso que les permita sentir.

   Wittgenstein, filósofo estudioso del lenguaje, decía que aunque los leones pudieran hablar nuestra lengua, no les entenderíamos. El mundo de los animales, basado en necesidades e instintos, no puede construirse con conceptos éticos propios de los seres humanos que ejercen su libertad, es decir, que su vida está hecha de elecciones y renuncias voluntarias.

La ética es el reconocimiento de lo propiamente humano y no la animalidad del hombre. Pasa lo mismo con los derechos humanos, que deben ir acompaños de sus correspondientes “deberes”. ¿Cuáles son los deberes de los animales no-humanos tanto con los humanos como con otros animales? Por eso, como lo afirma Savater, para los griegos «los barbaros eran, precisamente, quienes trataban a los hombres como si fueran animales, privándoles de sus derechos cívicos o maltratándoles de forma cruel: o sea los que no distinguían debidamente entre humanos y bestias» (Tauroética. Ediciones Turpial, 2011, p.30).

El problema con el utilitarismo de Jeremy Bentham viene desde la eliminación de la esclavitud en los EE.UU. Los afroamericanos no lograron la emancipación gracias a que sus defensores buscaran darles un trato ético y humanamente digno, sino al argumento de que ni siquiera los animales deberían ser tratados como esclavos. El utilitarismo entonces olvidó que lo importante era la capacidad de elegir, la fuerza de voluntad que distingue a los humanos de los animales y se concentró en la «conciencia del dolor» y en el interés de rehuir dicho dolor. La ética animalista sustituye la voluntad (propia de los seres humanos) por la sensibilidad al dolor.

Ni el lobo, ni el león son crueles por seguir sus instintos vitales, ni lo es el hombre por atender sus necesidades y su forma de vida.

   Singer y los animalistas pretenden acabar con el sufrimiento animal. Pero no toman en cuenta que la mayor parte de las bestias que jamás han tenido contacto con el hombre “sufren” más que la mayoría de los toros bravos a los que no les falta comida y son protegidos de parásitos y otras alimañas que pudieran provocar dolor y sufrimiento. Parecería que el único “sufrimiento animal” que debe ser abolido es el causado por el hombre. ¿Será que no son sufrimientos los que causa la naturaleza o los que se causan animales no-humanos entre sí? ¿O es que para Singer y los animalistas, el ser humano, como dice Savater en Tauroética, es «la excepción maligna en un sistema de intereses atroz y feroz?

¿Cuál sería el siguiente paso en esta utopía animalista? Liberar a los animales, animalizar al hombre … ¿Y luego qué?».

Por otro lado, hay millones de especies de animales sensibles. ¿Qué significa decir «animal» en un contexto moral o jurídico, como lo hacen los animalistas? Nuestra relación no es con los animales no-humanos en su conjunto, las relacionamos con especies particulares y los vínculos, incluso, son con algunas criaturas específicas. ¿Todos los animales sensibles son iguales? ¿Deben tener el mismo carácter moral el perro que es mascota de los niños, un león salvaje, que una manada de ratas urbanas, quizá portadoras de enfermedades? La idea de liberar a todos los animales sensibles en general, por igual, parece una sinrazón.

Disponible en internet noviembre 28, 2020 en:

http://altoromexico.com/index.php?acc=noticiad&id=38252

ORLAS

EDITORIAL.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Hoy, 12 de octubre se recuerdan a partir de un solo hecho, las diversas circunstancias que arrojó la consecuencia del discutido episodio del “descubrimiento”, “encuentro”, “encontronazo” o “invención” de América. A 528 años de aquel hecho polémico, se rememoran –a favor o en contra-, todos los significados que el mismo arrojó; sigue y seguirá haciéndolo, de acuerdo a la postura que cada una de las partes siga manteniendo vindicando o reivindicando factores propios de conquistadores y conquistados.

En ese sentido, “La caída de Cristóbal Colón”, que escribe Hermann Bellinghausen, parece tener todo el filo que corta y evidencia de un solo golpe toda la desmesura ocasionada a raíz del episodio aquí analizado. Es más, el retiro de la estatua de Cristóbal Colón en el Paseo de la Reforma para su “restauración”, evita las amenazas abanderadas por los opositores que defienden a la parte ofendida, misma que sigue ahí, en los genes de nuevas generaciones las cuales reavivan lo que produjo aquella “casualidad” o “causalidad” en la historia. Por tanto, conviene traer hasta aquí, íntegro ese texto para que se sepa cómo se reflexiona, desde la sensatez tal circunstancia.

Ciudad de México. El 12 de octubre de 2020 pudo ser el día que cayera Cristóbal Colón de su pedestal en el Paseo de la Reforma. Las autoridades capitalinas prefirieron adelantarse al derribamiento anunciado durante la movilización anual que de un tiempo a esta parte sustituye al Día de la Raza, que ya nadie se atreve a conmemorarlo así. Los distinguidos Caballeros de Colón (apodados por la plebe resentida como las Mulas de don Cristóbal), una élite de ultraderecha que dominaba las festividades guadalupanas y colombinas, fueron borrados de la escena. En el calendario cívico, el descubrimiento de América cedió paso al eufemístico encuentro de dos mundos.

La revuelta se había iniciado y no tenía reversa. Contra todo pronóstico antropológico, político o demográfico, los pueblos originarios del continente recuperaron voz y presencia. Mejor dicho, ganaron una voz y una presencia que nunca antes habían tenido.

Aunque la transformación en la conciencia colectiva de los llamados indios (indígenas, nativos americanos, aborígenes, pueblos originarios) databa de antes –en algunos casos, como en la región andina, de la década de 1930–, la fecha de quiebre es 1992. Los fastos por el Quinto Centenario de la corona restaurada y los afanosos gobiernos hispanoamericanos se cebaron ante un despertar continental sin precedente, que el 12 de octubre de ese año se manifestó en Quito y San Cristóbal de Las Casas con un nuevo impulso: el de la reivindicación colectiva de la América profunda.

En Ecuador los pueblos sacaron arcos y flechas. En Chiapas, los mecates y los marros. En la vieja Ciudad Real, la conmemoración indígena rescribió la Historia. Los indios ariscos espantaron a la población ladina y el gobierno los miró con desprecio. En una acción que fue percibida como excesiva, un grupo de manifestantes mayas derribó la estatua del conquistador y genocida Diego de Mazariegos.

La recuperación de la memoria comenzó a exhibir a los grandes conquistadores como lo que fueron, unos asesinos. Colón el primero (o sus esbirros), y si él no fue el peor es porque le faltó el tiempo que tuvieron de sobra los españoles y portugueses que lo siguieron. Tiempo después se sumarían holandeses, franceses e ingleses a cual más de despiadados.

Como el imperio romano prueba mejor que nadie, la Historia la escriben los vencedores. Eso no salva de la decadencia y la derrota a los imperios, así pasen muchos años. Para las sociedades dominantes del hemisferio, los indígenas siguen siendo un inconveniente mal resuelto, pero las estatuas caen como los bolos a últimas fechas, así como los descubridores tumbaron ídolos y templos en su momento. Esto habla no sólo de un despertar, sino de una pérdida del miedo. La caída de Mazariegos en la plaza de Santo Domingo retumbó un año después cuando el levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional ocupó San Cristóbal y otras plazas.

En América entera el arrebato indígena ya no se detuvo. La nueva conciencia permitió ver al fin como crueles asesinos a los héroes del hombre blanco, fueran Andrew Jackson o los generales Roca y Díaz. La literatura, de Ercilla a Borges, cayó de pronto en el lado equivocado. En México la Revolución originó una suerte de vicaria reivindicación con el indigenismo institucional, académico y literario, más cercano a la lástima y el ánimo sepulturero. El genocidio, aun si lento, nunca se fue, y sigue agazapado en las paternalistas buenas intenciones de López Obrador, que se parecen a las de Echeverría, que se parecían a las de Cárdenas, que se parecían a las de…

Esta mentalidad ya caducó. Al menos para los sectores más conscientes y libres de la indianidad americana. De Canadá a Chile la herida crece y el clamor también. Las estatuas de los esclavistas, los exterminadores y los pacificadores van cayendo, una tras otra, al basurero de la Historia.

Fierros viejos, nostalgia pálida, vergüenza mal disimulada en los intentos criollos de pedir perdón y demandarlo al Viejo Mundo, resultan inútiles disculpas sin correlato con la realidad medio milenio después. Más allá de los reyes cuestionados y los pontífices interpelados, la victoria de los pueblos se prolonga en su vida sostenida y la recuperación de la memoria. Como desafío urbanístico y a la ley y el orden, las estatuas seguirán cayendo. Se han convertido en otro escenario del debate político. Donde puede, el Estado las defiende, pero en manos indígenas la Historia de América está en radical remodelación.[1]

Pero aquí no para esta historia. Era necesario tener un telón de fondo para establecer, una, entre muchas razones de lo que aquello significó en términos de herencia en la rica muestra de historia cotidiana. Me refiero a la tauromaquia que en la actualidad alcanza ya los 494 años de presencia intermitente en el mestizaje producido por el que luego fue un largo proceso de colonización, y donde –como ya sabemos-, algunos territorios americanos hicieron suya aquella expresión hasta hacerla pervivir en estos primeros años del siglo XXI.

Sin embargo, al presentarse la pandemia y toda la desolación que ésta produce y seguirá produciendo en términos, sobre todo económicos, y cuya normalización o cierta estabilidad tomará, según algunos expertos un largo periodo de diez o más años, ello afecta también ya no digo al territorio, sino al nicho taurino que sobrevive en nuestro país de una otrora manifestación popular que permitió, en diversas épocas de su recorrido, contar con figuras y hechos trascendentes. De ahí que la consecuencia se vea inscrita en un amplio despliegue de literatura que vino ocupándose de ello en diversas épocas.

Sin embargo, hay otros dos registros que no quisiera pasaran por alto, sobre todo en un momento, el de la mayor incertidumbre que tiene la humanidad toda, aunque destinados a poner en valor significados de vigencia o supervivencia detentados por y desde el toreo, que no pasa por ahora, por sus mejores momentos.

Antonio Casanueva, colaborador en el portal “AlToroMéxico.com” presenta el perfecto estado de cosas habido en una actividad en línea, que concentró a diversos actores o activistas en pro de la tauromaquia, hecho convocado por las autoridades zacatecanas en un ciclo cultural. De esto, se desprende la siguiente reseña:

Intelectuales y tauromaquia.

Cuando en el ambiente taurino reinaba el pesimismo debido a la pandemia, «Zacatecas, Tierra de Toros» organizó un ciclo cultural virtual que ha provocado profundas reflexiones sobre el pasado, presente y futuro de la tauromaquia. El simposio digital reunió intelectuales de distintas especialidades –filosofía, managment, veterinaria, antropología, estudios novohispanos, historia y letras clásicas–, pero con una pasión en común: La fiesta brava.

Me explicaba don Horacio Reiba, uno de los pensadores poblanos más importantes de la actualidad, que el arte interpela y mueve con mayor vigor una mente educada y alerta que otra que sólo se deje impresionar superficialmente. Por eso, como lo demostró «Zacatecas, Tierra de Toros», es posible observar académicos que, en sus ratos de ocio, dedican su inteligencia a profundizar sobre un arte efímero que es combatido cada día desde más frentes.

Un intelectual es alguien que realiza una reflexión crítica sobre la realidad y comunica sus ideas con el objetivo de influir y mover a la sociedad. El factor clave para considerar a un pensador (científico, filósofo, escritor o artista) como un intelectual, es el grado de compromiso con la realidad de su época. Jean Paul Sartre decía que intelectual es el que se mete donde no lo llaman.

Coordinados por el periodista Juan Antonio de Labra, los doctores Julio Fernández, Fernanda Haro y François Zumbiehl utilizaron sus amplios conocimientos académicos para hacer un análisis y provocar un llamado que puede resultar transformador para la tauromaquia del siglo XXI.

   Fernanda Haro hizo un recorrido histórico por el antitaurinismo y explicó que, sin detractores, no sería posible la fiesta brava. Y es que las corridas de toros son un arte tan intenso que lo mismo provoca la emoción sublime, que una aguda repulsión. A los pesimistas, aquellos que creen que la pandemia acabará con los toros bravos, la doctora de Haro les dijo que esta no es ni con mucho la mayor crisis que ha vivido la tauromaquia. El espectáculo taurino ha evolucionado y se ha fortalecido gracias a las dificultades y al diálogo con los antitaurinos.

Ante este llamado, el doctor Julio Fernández presentó los resultados de años de estudios científicos que tienen como propósito mejorar los aspectos fundamentales de la lidia. Ante la sensibilidad de la sociedad actual, las corridas de toros requieren evolucionar y para ello el doctor Fernández propone la modificación de los utensilios en la corrida de toros.

Y así como el peto que se coloca a los caballos desde 1928 coadyuvó a la evolución del toreo moderno, la utilización de materiales y técnicas más actuales (por ejemplo, la nanotecnología) en la manufactura de la divisa, puya, estribo de la montura de picar, banderillas y espada, permitiría no sólo una mayor emoción, sino favorecer al toro durante su lidia.

La mente clara y elocuente del doctor François Zumbiehl, nos hizo entender porque Francia se ha convertido en uno de los más importantes epicentros taurinos de la actualidad. Ante una sociedad que intenta humanizar a los animales, pensadores como Zumbiehl han hecho entender a los franceses que la tauromaquia defiende los valores grecolatinos y judeocristianos. Y por eso se llenan las plazas en Arles, Bayonne, Béziers, Céret, Dax, Nimes y otras ciudades de Francia donde la población acude, sin traumas, a emocionarse con los valientes que crean belleza arriesgando su vida ante una bestia.

El sociólogo norteamericano Amitai Etzioni explicaba que el papel de los intelectuales es cuidar de falsas suposiciones colectivas que sostienen los ciudadanos. Los académicos –como se vio en el Ciclo Cultural Virtual de «Zacatecas, Tierra de Toros»– pueden contribuir a renovar, reconstruir, imaginar un espectáculo taurino evolucionado que, fincado en sus valores y en la tradición, innove y se adapte.[2]

Pues bien, a lo anterior debo sumar otro testimonio que no tiene desperdicio. La suma de sus contenidos, demanda un serio análisis para saber o conocer qué será del futuro inmediato de la fiesta de toros en México, asunto que, como muchos otros factores es motivo de la profunda crisis por todos conocida. Sin embargo, a esa dimensión sin escala, debe sumarse la que ya venía siendo notoria en el espectáculo mismo, de ahí nuestra profunda preocupación en saber si se tendrán garantías de un futuro, sin más. En ese sentido, me refiero a la columna “¿La fiesta en paz?”, cuyo responsable es el buen amigo “Leonardo Páez”, quien tuvo la deferencia de conversar con un colega, el historiador Jesús Flores Olague, y que, para que quede constancia de ese diálogo, este aparece a continuación:

¿Qué oferta de espectáculo atraerá al gran público? Sobran toros con edad, faltan toreros con intensidad y empresas imaginativas.

Leonardo Páez.

Si los estadios serán reabiertos a 30 por ciento de su capacidad, ¿qué espera el monopolio taurino para empezar a reabrir sus plazas, acostumbrado como está a soportar pobres entradas?, se pregunta el doctor en historia Jesús Flores Olague, y agrega: “Ya hemos visto cómo se entiende en España la reconstrucción de la fiesta, pero anunciar a Ponce, Morante o El Juli, difícilmente va a atraer al gran público y menos a un público joven, carente de formación taurina pero aún dispuesto a emocionarse con algo más que tauromaquias desgastadas”.

-¿Qué fórmulas pueden atraer a un público que ya antes de la pandemia se había alejado de las plazas?

–Pues las que partan de una reflexión honesta y a fondo de los propios taurinos, renuentes siempre a cuestionar y a modificar una añeja estructura probadamente defectuosa que se olvidó de la relación fiesta de toros y sociedad, o del obligado vínculo entre toros, toreros y público. Si de verdad se quiere un futuro saludable para la fiesta, es urgente un revulsivo, modificaciones radicales en los criterios de las empresas para obtener resultados favorables y sostenibles, no sólo para sus utilidades cortoplacistas sino para el reposicionamiento de la rica tradición taurina de México.

–Ganaderos y toreros no…

–El silencio de los sectores es revelador de esos vicios y su pasividad, alarmante. ¿Ganaderos y toreros cuándo van a pronunciarse a favor del público? En los primeros le falta bravura y emoción a sus productos, y en los segundos escasea el coraje y la disposición a rivalizar. La comodidad se instaló en las mentalidades precisamente por la falta de públicos exigentes y de autoridades comprometidas. Es imperativo motivar y acicatear a la aletargada torería nacional, hoy conformista y desmotivada ante un sistema inequitativo, en extremo cerrado y, repito, de espaldas al público, como si a éste se le hiciera un favor sin derecho a rechazarlo. Urgen toros y toreros que emocionen, no que diviertan.

“Revelador de este sistema –añade el también doctor en letras– es que en Zacatecas, mi tierra, no haya habido una empresa capaz de aportar a la fiesta una figura del toreo gracias al sistemático desaprovechamiento de toreros, desde Chucho Ruiz, prometedor y malogrado novillero en los años 40, pasando por el fino Paco Rivas, en los 80, que toreó en la Plaza México, en Madrid y Sevilla, hasta Jorge Delijorge, Antonio Romero y Platerito. Ello es todavía más censurable si se toma en cuenta la rica tradición ganadera de bravo en el estado.”

–Anunciar al malagueño Saúl Jiménez Fortes…

–Los dos carteles de noviembre en la Monumental de Zacatecas, con el valeroso pero aquí desconocido Fortes, enfrentando Piedras Negras y José Julián Llaguno, revelan criterios poco imaginativos, por no decir perversos, si pretenden reanimar la fiesta. Ese ganado, que conserva bravura intemporal y que ni de broma enfrentan los que figuran, requiere toreros más puestos. Fortes es el pundonor y la valentía, pero le ha faltado cabeza para estar en la cara del toro. Se duerme en las suertes, se recrea tanto en ellas que no se repone y le pierde la distancia a los toros. No es sólo ponerse cerca, sino estarlo sin resultar cogido. Esa es la tauromaquia que emociona, pero disminuir la sangre no va a atraer nuevos públicos; aumentar la emoción, sí. Ahora, si no hay emoción estética delante de un toro que trasmite peligro evidente, entonces la fiesta ya no tiene caso –concluye Flores Olague.[3]

Concentrados aquí todos los componentes de esta conocida realidad, vayamos a entender la forma o manera en que podrían actuar algunos reactivos, mismos que deberán aparecer en tiempo y forma cuando la circunstancia recobre su normalidad. Veamos.

Mientras por un lado, existe un grupo plenamente identificado como sector pensante que abona en pro de la tauromaquia, y que su papel o su quehacer sigue y seguirá siendo diseminar todo cuanto entraña el toreo como expresión, en aras de su pervivencia, por otro se tiene a un callado sector que no ha puesto ni siquiera una lanza en Flandes, o es que apenas ha habido algunos que se han declarado incompetentes para resolver el problema (y más que esto, la cruda realidad que se avecina). Por tanto, de las empresas firmes aún no hemos escuchado emitir siquiera, ya no digo una declaración sino un obligado posicionamiento en cuanto a su sentir y su pensar en estos momentos.

Como se sabe, el ganado sigue pastando y seguirá siendo una actividad perfectamente controlada por sus criadores, de ahí que se garantice edad y no remedos o eufemismo de toros. Si las empresas quieren reactivar un espectáculo que no les garantiza mucho, a falta de figuras, o porque las que siguen en el candelero ya no tienen tampoco el poder de convocatoria, es necesario por tanto, poner en marcha un operativo del que podrían obtenerse resultados efectivos que, acumulados en una, dos o hasta tres temporadas serían motivo suficiente para contar con este o aquel prospecto en la novillería o también como matadores de toros.

La clave, y no se descubre el hilo negro, es celebrar cuantos festejos “económicos” sea posible, para poner en actividad a los que se quedaron a la espera de oportunidades y que aún pueden dar señales de establecer una declaración de guerra. Y desde luego, para otro tanto sector de chavales que andan por ahí, dispersos, pero que no desaparecen, sea el momento preciso para impulsarlos y esperar de ellos, como de una cosecha vulnerable, pocos, pero buenos frutos.

No haría falta sugerirles más a las empresas que esto, por ahora, en el entendido de que tendrá que ser una prueba que supere las pésimas entradas de los más recientes años en plazas de toros, en la posible reactivación de una tauromaquia “minimalista” para entender que no solo es poner en práctica “ad nauseam” el limitadísimo bagaje taurino, que es aún más nutrido que lo que muchos piensan o llevan a la práctica. Se requiere también de un factor indispensable: la naturalidad, pero el deseo infinito de aspiración para alcanzar el grado suficiente que se necesitaría para liderar, figurar y ser visto y entendido como una figura del toreo en toda su dimensión.

La “meseta”, ese término tan de moda que establece en los gráficos la forma en que se aplana la curva de riesgo por contagio, y que puede ser vista y entendida como un comportamiento uniforme, no es deseable en estos momentos para el que tendrá que ser, el arranque de una actividad que, como muchas, será en condiciones muy vulnerables. Sin embargo, vale la pena experimentar. Ahora bien, si de esto no surge alguna reacción, la que sea, pero favorable al mismo tiempo, ese se convertirá en lo inmediato en el asidero del que dependa el futuro taurino de México.

Nadie, hasta el presente puede garantizar una reactivación, pero ello se convierte también en el reto a encarar en un tiempo que cada vez se acerca más a la normalidad… Después de esta, ¿qué vendrá a continuación?

12 de octubre de 2020.

[1] Disponible en internet, octubre 12, 2020 en: https://www.jornada.com.mx/ultimas/cultura/2020/10/12/la-caida-de-cristobal-colon-hermann-bellinghausen-3076.html

[2] Disponible en internet octubre 12, 2020 en: http://altoromexico.com/index.php?acc=noticiad&id=37966

[3] Disponible en internet octubre 12, 2020 en: https://www.jornada.com.mx/2020/10/11/opinion/a08o1esp

ORLAS

LA TAUROMAQUIA MERECE SU CONSERVACIÓN.

   El actual episodio que vivimos, nos orilla entre el inmenso tiempo sobrante, a hacer lectura o relectura, a buscar todos aquellos títulos en que quisimos vernos reflejados o incluso, tener la oportunidad de escribirlo. Tan importante como necesario es que por esta sola circunstancia, aumente en forma inconmensurable el nivel de lectura de nuestro país, donde los registros más recientes nos llevan a entender que puede haber persona que en un año sólo lea un libro. Además, y dadas las ventajas tecnológicas, no importa el dispositivo, es que tendría que haber lectores en potencia como nunca antes. Espero que así suceda, pues no hay pretexto alguno para abandonar ese propósito y conviene, como ahora lo comparto, encontrar libros que además de todo, provoquen un toque conmovedor en nuestro estado de ánimo, que cautiven y causen esa capacidad de asombro de la que hemos sido despojados tras el golpe contundente de la pandemia.

He leído y releído El pozo de la angustia, obra de la primera madurez del célebre José Bergamín, que pareciera haber salido de lo más hondo de un alma franciscana. Página a página es una delicia y toca las fibras más sensibles, al punto del estado de gracia. Es en esencia, el antecedente de La música callada del toreo, pues aborda en tanto emocionada circunstancia, el arrebato de lo bello que por efímero, es suficiente razón para dejarnos la tan anhelada impronta que luego, en latentes episodios se asoma una y otra vez a lo largo de nuestra vida.

Y describe cada tempo con frases o ideas concretas que, por su brevedad dan idea de hacia dónde Bergamín quiso ir en búsqueda de afirmaciones. Una de ella plantea que “Los sentimientos –decía nuestro cristianísimo Unamuno– son pensamientos en conmoción”, así, sin más.

Y luego, en afanes de contraste va hacia lo “trágico –también lo cómico- [que] es estar lleno de vacío. La máscara sola no está nunca vacía, sino llena de su vacío. Y en este sentido es el hombre persona o máscara, porque es determinación o definición de un vacío. Del vacío, de la vanidad del mundo en él. Pues en él y por él existe el mundo. Esta es la tragedia del hombre: ser o parecer máscara expresiva de un total vacío. Mas, entonces, el hombre no será persona dramática, sino trágica. Y también cómica”. Y se pone de lado con la muerte en simple y clara condición al reflexionar que “el tiempo no es la muerte. Ni su medida”. Y aún más: “Hacer tiempo, hacer memoria, hacer historia, es sencillamente vivir. Pero vivir ante la muerte, frente a la muerte, y contra la muerte”.

Y en algo que parece la sola razón de aforismos comienza con este que plantea “unas almas se purifican al arder y otras se consumen”, al que le sigue este otro: “El eco de esa voz llega ahora hasta nosotros con la interrogante metafísica del alemán Heidegger, que desde el fondo oscuro de su sima profunda nos la tiende como consecuencia secular de vivas corrientes del pensamiento: -¿Por qué ser, y no más bien nada?” que tiene respuesta con este otro: “¿Hay en la existencia del hombre un temple de ánimo tal, que le coloque inmediatamente ante la nada misma” –pregunta Heidegger; para contestarnos que sí, que ese temple del ánimo existe; que se trata de un acontecimiento posible, aunque raramente se dé, aunque solamente se realice por breves momentos: ese temple de ánimo radical es la angustia.” En tal sentido “Por eso la existencia está siempre más allá del ser. Por eso lo trasciende” que se apoya en “Este estar sosteniéndose la existencia en la nada, apoyada en la recóndita angustia, es un sobrepasar el ser en total: es la trascendencia”, de ahí que “el ser es, por esencia, finito, y solamente se patentiza en la trascendencia del existir como sobrenadando en la nada”. En concreto, “la verdad no es una razón, es una pasión” y es que “No hay nada menos razonable que la verdad ni más verdadero para el hombre que perder su razón por ella.”

Cada idea, cada frase, cada “aforismo” venidos de tan gozosa lectura, parecen describirnos gracias a la afortunada memoria, esos momentos trascendentales que alcanza la maravilla del toreo hasta quedar prendados de lo más emotivo que significa presenciar, tarde a tarde, el milagro de una verónica, o de ocurrir, todavía más, la ya desaparecida pero no por ello recuperada “larga cordobesa”, lance de los más apreciados, y que tarde a tarde se quedan en el arcón del recuerdo, con lo que no queda más remedio al evocar a “Frascuelo”, Gaona o al “Calesero”, como si se tratara de un episodio imposible de interpretar.

En este retorno a la época misma de crogmanones o neandertales, con la sola ventaja de que nos entendemos gracias al idioma, al raciocinio. Y de que la sociedad toda se ha vuelto igualitaria, en espera de que nunca más suceda un conflicto bélico, también el toreo se encuentra en absoluto derecho a conservar su esencia, la misma que acentuó Bergamín gracias a sus puntuales apreciaciones. Él, que venía de una España trágica, la del toreo en su etapa primitiva, y la de un país sumida en el conflicto de la guerra, son suficientes razones para esbozar que la tauromaquia se encuentre en derecho a su preservación. Al culminar la segunda década del siglo XX, superó aquella circunstancia de unas prácticas en que los caballos fueron víctimas y con esa especie se produjo una matanza inútil, despiadada. Sin embargo, al poner en funciones el peto protector, el toro enfrentaba un nuevo modo de demostrar su fortaleza acudiendo en mínima proporción, a tres puyazos (los demás, venían por añadidura, en demostración cabal de bravura, casta y fortaleza). Acudía, como lo sigue haciendo, a tres encuentros (cuando esto es posible, por lo menos en México, a sabiendas de una suerte bien realizada). A esto sigue el tercio de banderillas, donde como lo ha establecido la costumbre, al ser colocadas, crean un estado donde se crecen al castigo. Y luego, en culminación a ese proceso, se desarrolla una faena en que el torero aprovecha tales virtudes para rubricar, tal cual lo establece el propósito del sacrificio –junto a los usos y costumbres que conserva la tauromaquia- con una estocada que eleva a niveles heroicos al torero o lo reduce a esa nada que nos ha referido Bergamín mismo si se produce el desacierto. Ante esa profunda representación efímera, todavía hay voces que se oponen rotundamente a su puesta en escena. Demasiado existe alrededor de ese misterio como para detenerse y cuestionarlo en la forma en que, al menos ocho naciones conservan un legado con fuerte arraigo cultural y simbólico, de acuerdo a lo que cada una significa en su historia misma.

Nadie de quienes intervienen en un festejo, hasta donde es posible apreciar, lo hace con intenciones deliberadas de maltrato o tortura, pues se sigue un patrón fundado en antiguo ritual en el que se sintetiza el contexto de su desarrollo. Reprochamos, en todo caso una mala actuación, pero no el despropósito de que quieran contribuir alterando su pureza.

   Desde esa perspectiva, sin más propósito que justificar su presencia, el “quite” de José Bergamín viene muy bien como motivo de defensa. La fragilidad a que se ha visto sometida la humanidad toda desde que comenzó 2020 de triste memoria, ya provocó, como no lo hicieron guerras ni tampoco ninguna diferencia entre las naciones lo que no imaginábamos. Superar tal estadio se convertirá en el mayor desafío de esta y las siguientes generaciones hasta recuperar el nivel de equilibrio congruente con los tiempos por venir.

Raúl Dorra, quien dejó un largo legado en la teoría literaria, y como un argentino universal, abierto, que no era taurino, pero respetaba esta expresión decía que la pasión colectiva, patología que se hace presente en las plazas de toros en los momentos de mayor intensidad “por definición es un exceso, un desborde [que] sigue el llamado de la profundidad del ser. Y en esa profundidad, el sacrificio es un elemento primordial”.

“Por lo que sé, en el ruedo no se mata por matar, no se mata por deporte o diversión. Se mata precisamente para no diversificar, para que la atención no se vierta fuera sino para que quede retenida en ese punto oscuro, inevitable. Se va en pos de la muerte para hacerla el momento de un estremecimiento central. Es una muerte profundamente erótica, de un erotismo espectacular. El sacrificio ceremonial, en todas las culturas, siempre ha sido un espectáculo, una mostración de lo misterioso en la que se reúnen lo erótico con lo tanático. Se trata de una muerte por representación. El que se sacrifica, el que es sacrificado, está ahí en lugar de otro, de un colectivo cuya vida se quiere preservar. Una muerte que también es una redención”.

“Mentiría si digo que he seguido la polémica entre taurinos y antitaurinos, apenas la conozco de oídas. Pero me asombra el escándalo en torno al sacrificio cuando nuestra cultura, como toda cultura, está fundada sobre el sacrificio. Seamos o no creyentes, nuestra cultura es cristiana y ella se asienta sobre el sacrificio del Hijo, sacrificio que se renueva en cada misa donde se come y se bebe –es verdad consagrada para el creyente- la carne y la sangre del Cristo. ¿O habrá que prohibir también las ceremonias religiosas? Sería interesante pensar en la posibilidad real de una cultural totalmente laica, pero esa posibilidad –en la que pensó por ejemplo Bertrand Russell– está aún lejos de nosotros”.

Así que en este aquí y ahora, amparados en el cambio radical que ha producido la pandemia, donde pensamientos, teorías y reflexiones tendrán que adecuarse a los tiempos por venir. Mientras tanto, queremos una fiesta viva, entendida hasta por todos aquellos que se opusieron o siguen oponiéndose bajo la ideología antiespecista la cual considera que el animal es igual al hombre, que en nada ofende el sentido pragmático que detenta, esperando una conciliación de las teorías antropocentrista y biocentrista que son el origen del conflicto, primero. Espiritual o sacrificial después, como auténtica realidad, que sintetiza en una tarde siglos de integración, y nos lleve a entender la lucha por la vida y por la muerte, sin ofensa alguna de los contrarios que se enfrentan desde hace muchos siglos, para conseguir gracias a la fortaleza del toro, y gracias también a los ingredientes técnicos y estéticos del torero, apenas la dosis suficiente de emoción o de tragedia surgida en tan sublime combate.

ORLAS

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

I

   Corría el mes de septiembre de 2019. En aquel entonces, el Presidente de la República, Lic. Manuel Andrés López Obrador, en una de sus conferencias “mañaneras”, tras escuchar la pregunta de alguno de los periodistas allí presentes, respondió que el asunto o destino de la tauromaquia tendría que someterse a consulta. Eran días también en que se celebraba en la ciudad de Tlaxcala el II Coloquio Internacional sobre Tauromaquia, el cual tuvo como fondo central una nueva afirmación de argumentos relacionados con el valor que, en tanto legado o patrimonio tiene esta expresión milenaria. Evidentemente, todos quienes participamos, concentramos en el “Pacto de Tlaxcala” nuestro posicionamiento en los siguientes términos:

Sr. Lic. Andrés Manuel López Obrador,

Presidente Constitucional de los

Estados Unidos Mexicanos.

Los abajo firmantes, respetuosamente nos dirigimos a usted con objeto de plantear un asunto que consideramos no solo relevante, sino también preocupante dada la naturaleza de su origen.

Sabemos de antemano, que es un convencido del legado que la figura pública y política de Benito Juárez ha marcado en usted. Y que la sola frase por el pronunciada, de que “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, es paradigma fundamental en su gobierno.

A pregunta expresa hecha el pasado 5 de septiembre, en su acostumbrada conferencia en Palacio Nacional, se le planteaba la posibilidad sobre si los toros deben prohibirse o no. Su respuesta fue plantear que el punto se someta a una “consulta” popular, lo que significa también, poner en riesgo, en caso de suceder una votación adversa, que la tauromaquia quede sujeta a desaparecer.

Por tal motivo, y a continuación, deseamos mostrar un claro posicionamiento que proviene de la afortunada reunión de un grupo de aficionados, pero también de especialistas y profesionales, en la ciudad de Tlaxcala, presentando aquellos argumentos que, desde nuestra perspectiva, consideramos como elementos que justifican una clara defensa para conservar debidamente este patrimonio. Resultado de lo anterior, es la siguiente declaración del

PACTO DE TLAXCALA.

Nosotros taurinos, fundados en el derecho de la libertad, manifestamos que el patrimonio cultural de la tauromaquia, es una expresión que se integró a la vida cotidiana de nuestro país, alcanzando cerca de 500 años de convivir entre nosotros.

A lo largo de casi cinco siglos, es y ha sido parte de la cultura popular, y de que siendo resultado de un evidente mestizaje entre dos culturas –europea y precolombina-, ha conseguido integrarse en diversas poblaciones de nuestro territorio, maridaje que está vivo hasta nuestros días.

Su presencia ha permitido crear entornos naturales, como la ganadería cuyo sustento hoy día es la ecología y la biodiversidad. Que solo en ese rubro, es fuente de trabajo para unas 60 mil personas, entre otros aspectos que redundan en una derrama económica favorable, sin dejar de mencionar otro sinnúmero de asuntos que favorecen la dinámica en este patrimonio.

De someter al espectáculo taurino en todas sus representaciones a una consulta popular, ello vulnera en principio, lo establecido por la Convención para la salvaguarda del patrimonio cultural, documento que emitió la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas), el 17 de octubre de 2003, mismo que plantea lo siguiente:

  1. a) la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial;
  2. b) el respeto del patrimonio cultural inmaterial de las comunidades, grupos e individuos de que se trate;
  3. c) la sensibilización en el plano local, nacional e internacional a la importancia del patrimonio cultural inmaterial y de su reconocimiento recíproco;
  4. d) la cooperación y asistencia internacionales.

Por otro lado, e igual de importante es:

-Que el alma de los pueblos que es su cultura, no se prohíbe, se defiende, se conserva y se protege.

-Que ninguna autoridad puede prohibirla válidamente, y mucho menos invocando una legitimidad basada en dudosas consultas.

Y aún más. Un elemento cultural, incluso por ser minoritario, no puede ser descalificado como tal, ni sometido a voto alguno, pues en ese caso se utilizaría un supuesto proceso democrático como instrumento de censura cultural.

Por lo tanto, invocando el sentido de madurez que recae en los destinos que, como Presidente de México nos plantea, conduciendo al país por los senderos de la prosperidad, conviene una reflexión donde se imponga un razonable sentido para proteger esta clara manifestación cultural, en el entendido de que no es, ni por asomo, cuanto se argumenta en su contra, sino que se constituye y representa como un profundo proceso ritual, de honda tradición milenaria, suma de aportaciones legadas por diversas culturas, las de oriente y occidente. Y que luego, a partir de 1526 se materializan aquí, se integran y se enriquecen con valores y elementos que provienen de una compleja consecuencia, derivada del proceso de conquista, hace ya 500 años.

Superado el trauma, pero sobre todo asimilada e integrada aquella experiencia, el mestizaje surtió efecto y el toreo, entre otros aspectos fue integrado y hecho suyo por el espíritu de nuestros pueblos que hasta hoy lo conservan y mantienen como propio.

Apelamos respetuosamente, con objeto de que, sin necesidad de esa alternativa en la que una simple votación elimine o pueda eliminar una tradición; por el simple hecho de respetar la opinión de las mayorías, esto podría sentar un claro precedente donde también otros aspectos de la vida cultural en este país, queden condenados al mismo racero.

Creemos firmemente que el poder no existe. Se crea.

   Desde la ciudad de Tlaxcala, septiembre 6 de 2019.

 II

   Hace apenas unos días (justo el 14 de mayo anterior), en idénticas circunstancias, el actual vicepresidente español, Pablo Iglesias, en inoportuno y deliberado oportunismo, volvió a la carga con su acostumbrada postura antitaurina, y con esa frase –que intentó fuese demoledora- de que “A mi no me gusta y me incomoda enormemente que se reivindique como una práctica cultural a proteger algo que no puedo evitar ver como hacer mucho daño a un animal en un espectáculo para que disfrute gente”.

Pues bien, a resultas de lo anterior, lo correcto sería no responder a tan privilegiado asunto en el que, aprovechando la desescalada, y volviendo a subir al estrado principal en el estamento político español, le argumento lo que sigue:

La presente crisis ocasionada –como usted sabrá, por la pandemia del coronavirus- que, a nivel mundial padecemos, dejará una larga estela de consecuencias, mismas que tardarán años en recuperar la “estabilidad” a la que estábamos acostumbrados. Por tanto, es un buen momento para reflexionar y equilibrar ese todo. Evidentemente el factor económico será el primero por atender. Una secuela terrible se impondrá como ese daño colateral que nadie desea pero será inevitable.

Tomando en cuenta todo lo anterior, la cultura en su conjunto, deberá ser revalorizada. En ese sentido, una expresión como la tauromaquia, bien organizada en sus estructuras, podrá salir adelante. Conviene dejar pasar lo inestable de este 2020, y retomarla en 2021 para lo cual deben ponerse en marcha, mecanismos que hagan posible su presencia y su vigencia, tomando en cuenta el paso de la tradición y el de su esencia, intocados de mejor manera, pero ajustando tales elementos a los tiempos por venir.

En ese mantenerla, pero también ese depurarla, habrá que considerar todos aquellos elementos que le causaron daño, perdiendo certeza y credibilidad. La corrida de toros es ante todo, un ritual, que no debe perder nada de lo que la hace majestuosa, inigualable. Incluso, y sin la garantía de conservación que perece por parte de la UNESCO misma, ya es un auténtico patrimonio cultural inmaterial en el que la comunidad toda debe defender responsablemente, siempre bajo la rotunda carga de circunstancias que tocan su pervivencia milenaria o secular. Al tratarse de un ritual en el que se vinculan intensamente la vida y la muerte, esto no puede entrar en conflicto con una colectividad que se opone, en la teoría y la práctica, a su desarrollo. Si el argumento es “maltrato animal”, esto debe quedar claro al largo proceso donde su puesta en escena cobra una intensidad que pocos espectáculos poseen. Sus tiempos, sus pasos están encaminados de manera armónica a la culminación del acto sacrificial, del holocausto, por vía de un conjunto de factores hacia la consagración. Por tanto, nosotros los taurinos, tenemos absoluta certeza de que en ese particular despliegue de circunstancias, ocurren de manera incomparable cada uno de sus cuadros.

Vendrá el momento de definir cómo habrá de transitar de aquí en adelante. En realidad, los ajustes son mínimos (poner los ojos en el reglamento taurino, por ejemplo) e intensificar su presencia bajo el principio de una digna conservación. La historia, la estética y otras especialidades serán necesarias para fortalecerla en todo momento, aunque no debemos caer en las debilidades, ni tampoco en el coqueteo de los lugares comunes que acaban por ponernos en evidencia.

La suma de voluntades, del “todos a una” deberá ser la respuesta contundente, homogénea y sensata para una nueva época del toreo. Recuerdo, sólo como dato complementario, que, en 2026 se cumplirán 500 años de toros en México, conmemoración de la que esperamos una grandiosa oportunidad para demostrar cuán importante ha sido la presencia de este espectáculo ya, como un legado, un patrimonio.

México, mayo 21 de 2020.

ORLAS

LO INABARCABLE EN UNA CORRIDA DE TOROS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

   Son tiempos de reflexión y esto permite acercarnos a diversos asuntos que nos conciernen como seres humanos. Es posible que cambien muchos hábitos, formas de interrelación social, pero a ello, debe sumarse todo lo que significa acercarse de nuevo a nosotros mismos.

   Solo en el curso de estos últimos cinco meses, hemos visto el derrumbe de estructuras y superestructuras (sobre todo las económicas o laborales, a las que se suma la enorme evidencia de fragilidad con que muchos gobiernos pretendían mantener la de salud pública). Esto es, se encuentra ante nosotros un auténtico “Partenón” en el que yacen los escombros que exhiben el grado de deterioro que una pandemia, como la que seguirá con otros síntomas y que ya trascienden, nos obliga pensar y repensar lo que vendrá, sin eufemismos. Lo único que necesitamos es una realidad ante la que nos enfrentaremos, y donde lo demás, vendrá por añadidura.

   Por eso, cuando volvemos la mirada al desarrollo de un festejo taurino, encontramos tantos valores –de la vida o de la muerte-, que se sintetiza en, al menos las siguientes afirmaciones.

   Una de ellas corresponde a la frase que pronunciara el célebre músico Gustav Malher al afirmar que la “Sinfonía es como el universo, porque lo comprende todo”.

   Esta otra, corresponde al recordado Edmundo O´Gorman, maestro de varias generaciones de historiadores quien señalaba:

   Tampoco las corridas de toros son para juego; también en ellas anda muy mezclada la muerte. Mas ¿no es justamente Heidegger quien ahora nos habla en acentos de moderna filosofía del “correr hacia la muerte” como paradigma de la actitud de quien se decide a vivir con autenticidad su propia existencia? Y no se crea que se trata de un símil superficial y gratuito; veamos la cosa de cerca para desengañarnos.

   Enseña y descubre el filósofo en esa parte de más alta tensión de su libro donde analiza la muerte, que la autenticidad en el modo de ser obliga, en definitiva, a una actitud en conformidad al verdadero sentido de la muerte en cuanto que es ella la posibilidad suprema que, incluida ya en la existencia, es dueña de ella en todo momento. El hombre debe optar entre divertir su atención de esta única y verdadera meta, o bien tenerla fija en ella, aceptando con resolución inflexible su destino hacia la nada. Vivirá inauténticamente quien, huyendo de la muerte que él es, elija lo primero; auténticamente quien se decida por lo segundo. Sólo este último será quien conquiste en toda la plenitud dable al hombre la “libertad ante la muerte”, pues que actuará a lo largo de su vida de acuerdo con la revelación de haberse comprendido como “ser que muere”. Sin embargo, advierte Martin Heidegger que esto no implica que el hombre del vivir genuino trate de realizar esa suprema posibilidad, pues de ese modo, cometiendo el suicidio, la aniquilaría del todo como posibilidad, lo que equivale a no afrontarla. La actitud auténtica, pues, se resuelve en una permanente espera del morir; es un vivir en presencia de la muerte, anticipándola, pero a la vez sin hacer nada por realizarla. Describe Heidegger a esta actitud, que es el heroísmo inmanentista de más subidos quilates, diciendo, según reza la traducción de José Gaos, que es un “correr hacia la muerte”. Y está muy bien dicho, porque no se trata de alcanzar la muerte, sino de ir tras ella, y en ese ir o correr está la decisión en que se finca la autenticidad de la vida. Pero dígaseme ahora si no es esto, precisa y muy precisamente, lo que simboliza la fiesta española de los toros. para el hombre auténtico heideggeriano, las cosas de la vida, que es un estarse muriendo, no tiene significado permanente y substancial. Sin embargo, no hay que rechazarlas, hay que hacerlas con gracia y como jugando en serio. La vida, para él, como para el torero, está compuesta de lances o de suertes que en sí no son nada, pero que en ellos les va a quien en ellos andan, nada menos que la vida misma. Sin la constante presencia de la muerte la vida carecería de sentido; lo propio acontece en el toreo. Jugar para morir es la definición de ambos. El matador de toros simboliza al hombre en presencia de su fin. Reducido a sí mismo, inerme, debe estar solo el torero sin más que el puro ardid de la razón, simbolizada en la capa y la muleta, para que su soledad nos diga que, como dice el filósofo, “nadie puede morir en lugar de otro”. Solo, en efecto, debe entrar en la suerte, y una vez entrado en ella, es decir, en la vida, si es torero, clavados los pies en la arena y fija la mirada en la inminencia de su fin, debe afrontar con firme resolución de no moverse du destino inexorable. Mal torero es, sin embargo, aquel a quien prende su enemigo. Ponerse en trance de muerte, correr tras ella, tal es la esencia, tal el secreto de la misteriosa fascinación que tienen las corridas de toros, símbolo a la española de lo que debe ser en el orden de la inmanencia la autenticidad de la vida. Proponemos, pues, para definición técnica y precisa de la inautenticidad, aquella castiza frase de “sacarle la vuelta al toro”, que eso y ya muy de viejo y siempre, es lo que ha significado.

   Junto a las catedrales y sus misas, las plazas de toros y sus corridas. ¡Y luego nos sorprendemos que a España y los suyos de este lado nos cueste tanto trabajo entrar por la senda del progreso y del liberalismo, de confort y de la seguridad! Muestra así España, al entregarse de toda popularidad y sin reservas al culto de dos religiones de signo inverso, la de Dios y la de los matadores, el secreto más íntimo de su existencia, como quijotesco intento de realizar la síntesis de los dos abismos de la posibilidad humana: el “ser para la vida” y el “ser para la muerte”, y todo en el mismo domingo.[1]

   Esta larga cita, la de un historicista convencido, nos deja ver primero, que “la historia es vida”, como él lo planteaba y lo defendía, a capa y espada. En otros términos, pone en confrontación y ante la realidad, el dilema de la vida y la muerte, donde el telón de fondo es ni más ni menos que la corrida de toros. Palabras e ideas de peso, como pocas.

   La otra, casi un aforismo, es de José Alameda:

Un paso adelante, y puede morir el torero. Un paso atrás, y puede morir el arte.

   En ellas, se decanta el significado que para el aficionado significa aceptar la presencia evidente y natural de un ritual, el que comprende el sacrificio y muerte del toro, con su carga de siglos a cuestas y un cúmulo ancestral de razones identitarias, que le son consubstanciales a dicha representación en cuyo fondo, se encuentra la crudeza, colmada de técnica y arte, donde dos fuerzas se enfrentan de manera absoluta, y donde una de ellas resulta vencedora. Ese cuadro ha representado para muchos un símbolo de tortura y maltrato animal.

   Sin embargo, si nos atenemos a todos los códigos que se concentran en el desarrollo del ritual –no olvidemos esa razón-, es cuando esa mirada se aleja y no comprende el principio elemental en el que el hombre hubo de necesitar la domesticación y también el cuidado de aquellas razas animales, o especies vegetales que sirvieran como forma y fondo para su supervivencia, en pertinente equilibrio que llega hasta nuestros días.

   Es cierto, el toreo en sus diversas etapas, tuvo que superar otros tantos estadios, evolucionar y alcanzar ese grado con el cual, se adapta a tiempos como los de nuestros días, en los que, nuevas ideas implicadas con el neoliberalismo, la globalización y demás filosofías, se encuentra permeada de todo aquello que signifique lo pertinente o no, y en este caso, del destino que puede darse o aplicarse a razas animales a quienes, desde la bioética se les ha considerado como seres sintientes.

   Si la del toro de lidia fuese una más, es probable que la matanza al interior de un rastro, no signifique más que el fin de un proceso rutinario. Con lo anterior, de lo único que se trata es impulsar un elemento sustancial, desde sus más hondas raíces, que garantice la celebración, una vez más de ritual tan intenso.

   Y el ritual, también puede entenderse como holocausto o sacrificio, que nos lleva a entender, porque por lo menos así lo creemos acercándonos a su muy peculiar desarrollo, que sucede en un espacio abierto, y donde toda su intensidad deslumbra, conmueve y emociona también.

   Así que, en este volver al principio de todas las cosas, cuando la humanidad retorna al punto cero, ese que había olvidado, es bueno recordar que en ese todo, la corrida de toros o la tauromaquia en su conjunto, es la summa de una experiencia no solo secular, sino milenaria.

   Poco más adelante, en esta misma y considerable columna de “Editoriales”, ofrezco otra lectura complementaria, que lleva como título: ¿TIENE FUTURO EL PASADO TAURINO DESDE NUESTRO PRESENTE?, aunque viendo como pinta la nueva realidad, creo que tendremos que adaptarnos a sus nuevas condicionantes, de aquí en adelante, sobre todo si entre nuestra propia comunidad, la que se declara como la de los taurinos, pretendemos salvar o recuperar el sentido y significado de la tauromaquia.

8 de mayo de 2020.


[1] Edmundo O´Gorman, Crisis y porvenir de la ciencia histórica. México, Imprenta Universitaria, 1947. XII-349 p. 342-6.

ORLAS

UNA CRISIS A VENCER: EL CORONAVIRUS FRENTE A LA TAUROMAQUIA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

I

Es bueno pensar en estos momentos, sobre el que será el nuevo estado de cosas en cuanto la situación mundial primero. Nacional luego y taurina después se encuentren con realidades hasta ahora no previstas. Ya nada será igual, pues factores como el de la economía se van a ver absolutamente devastados y su recuperación, en medio de recesiones y limitaciones será muy lenta.

No se trata de un fenómeno más. Su dimensión global causará, como ya sucede, una afectación irreversible. Al calentamiento global o el inicio de una guerra por el agua y otros componentes, ahora se suma la pandemia del COVID-19. Así que, la humanidad toda tendrá que afrontar una cruda realidad si no pretende liberarse de todos estos efectos.

Una economía quebradiza será resultado de todo esto, por lo que tendrán que ponerse en marcha nuevos y más agresivos esquemas de recuperación. Así que, en lo taurino, ya nada de lo que hasta hace unos días era hacer uso de sus propias estructuras y formas de actuar, no podrán aplicarse, salvo si se pretende salvar una tradición o un patrimonio que con esto aún será más difícil.

Y si la tauromaquia ya mostraba síntomas muy claros de deterioro, la presente crisis mundial podría desaparecerla.

Créanme, no estoy pensando con el pesimismo como consejero, sino con la más cruda realidad por lo que viene.

Tres años bastaron para que la “gripe española” causara sus efectos letales, ocasionando una pérdida humana irreparable (50 millones de personas murieron a causa de aquel virus), como lo fueron también las dos guerras mundiales. Ahora, nos preparamos para tiempos difíciles y lo prioritario es que se adopten todas las medidas sanitarias, pero también las económicas, políticas y laborables que garanticen posibilidades de un mejor porvenir.

Todos prevemos una condición final al asunto con demasiada vulnerabilidad. Sin embargo, el sector taurino tendrá que replantear seriamente una digna recuperación basada en el estudio y aplicación de medidas que no van a ser inmediatas. Tomará tiempo, quién sabe cuánto, y cuyas respuestas serán a mediano y largo plazo.

El colapso mundial se ve venir, y no soy catastrofista, simplemente veo y percibo la realidad tal cual es, y de ello no podrá evadirse nadie. Todo será posible como lo advertía líneas atrás, si se aplican las medidas de restauración y estabilización más inmediatas. Incluso agresivas, si antes el efecto posterior a la pandemia no nos sorprende.

La humanidad, en su conjunto tiene ya una tarea responsable que poner en práctica. Y en cuanto a la que será o podría ser una nueva época en el toreo, de eso dependerá la actuación de todos y cada uno que pretendemos su pervivencia. Ahora mismo, y con esto termino, no hay nada claro. Su presencia en lo histórico es sólida y de ello, el trabajo para estudiarla en ese sentido es muy rico, por lo que no abandonaré el compromiso. De ahí que se garantice su investigación y difusión hasta donde las condiciones lo permitan.

II

El pasado 19 de marzo, la Asociación Internacional de Tauromaquia, encabezada por el ganadero Victorino Martín, y en este caso por la Junta Directiva y el Equipo Jurídico, emitieron un claro posicionamiento denominado “La fiesta de los toros y el coronavirus”.

La Fiesta de los toros y el coronavirus

   En dicho documento, están expuestas las condiciones actuales –que de ese día 19 a hoy, 24 de marzo se han complicado aún más-. Allí se plantean los escenarios provocados por la pandemia que ha puesto a la humanidad toda en un predicamento y una complicación sin precedentes.

Mencionan la suspensión de los ciclos feriales y lo que ese solo factor implica. Pero también establecen posturas elevadas por los actores del sector taurino: empresarios, ganaderos, toreros, cuadrillas de picadores y banderilleros; así como de las corporaciones (ayuntamientos, comisiones taurinas y estamentos oficiales) y aficionados. En esos términos, concluye el documento:

La Tauromaquia es el segundo espectáculo de masas de España. Su actividad genera abundantes recursos a las arcas del Estado, además de ser uno de los más genuinos elementos culturales de la identidad de este país, que motiva a millones de turistas a incluirla entre sus destinos predilectos.

   No nos queda duda que la Tauromaquia va a sobrevivir a la crisis del Coronavirus, pero esto solo se alcanzará, satisfactoriamente, con la cooperación de todos los sectores.

   Las partes implicadas deberán abordar la situación privilegiando la negociación, la mediación y la conciliación, con las ideas claras en cuanto a que se impone un nuevo y especial trato en las relaciones que rigen el sector, ante las actuales circunstancias.

   De lo anterior, esperaríamos una réplica de todos los “estamentos taurinos” mexicanos, con objeto de que allí se establezcan panoramas claros sobre su mirada, pero sobre todo saber qué medidas podrán ser las mejores en cuanto la pandemia deje de tener efecto y las actividades, a todos los niveles, comiencen a normalizarse.

Me queda claro, y lo apunto una vez más, que la economía, y las condiciones ofrecidas para entonces, será el único y gran inconveniente por resolver. Las medidas tomadas en las tres escalas en cada uno de los países afectados, llevan a su población a puntos de aislamiento y cuidado primero. Pero también en riesgo respecto a lo inseguro que es hoy recuperar fuentes de trabajo. En nuestros días, el 57 % de la población mexicana está basado en la economía informal. Si llegado el momento en que la vida recupere de nuevo su pulso, y ese porcentaje se incremente en forma notable, esto será un factor riesgoso que el estado tendrá que atender debida y contundentemente, antes de que pueda presentarse un escenario lleno de complicaciones.

La tauromaquia mexicana, de estabilizar su ritmo, tendrá que fijar métodos y medios contundentes, apropiados y puestos al día, procurando garantizar su reactivación. La fiesta conserva unos elementos tradicionales que hacen de ella una expresión muy particular. Por lo tanto conviene que los conservemos en su mayor pureza posible, pero usándolos debidamente en las nuevas, contundentes y eficaces medidas que deberán ponerse en marcha, tan luego quede superada la crisis de la pandemia provocada por el coronavirus. De no ser así, el toreo tendrá que entrar en una etapa depresiva total.

Ciudad de México, 24 de marzo de 2020.

ORLAS

HABLA LA MEMORIA…

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

El autor en 2019. Fotografía de Óskar Ruizesparza.

Este año serán 10 de que el blog APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS (https://ahtm.wordpress.com/), se puso en marcha, con objeto de divulgar la mayor cantidad posible de información histórica, acompañada de diversas herramientas que escalan su radio de influencia, lo cual se traduce –y cuando escribo estas notas-, en 1857 entregas.

Los avances galopantes de la tecnología y sus solos mecanismos de operación, condenaron al blog en su conjunto a desaparecer, desplazarse, marginarse y mudarse de esta a otra plataforma digital. Sin embargo, ha sido posible mantener su presencia, lo que permite garantizar la continuidad, quedándonos claro a quienes lo construimos cada día, que su vigencia tendrá que ser revalorada y no perder por tanto su cobertura que posee en tanto medio vinculado a las nuevas propuestas digitales.

El tema, como razón de ser en su presencia es la tauromaquia, motivo de fuertes cuestionamientos surgidos de una abierta y explícita respuesta a la cuarta revolución industrial, al fenómeno actual de influencias ejercido por el neoliberalismo y la globalización, así como por el solo hecho del cambio de actitud radical reflejado por la sociedad (no siempre toda) y su forma de pensar, desde el momento en que los avances tecnológicos de información y comunicación (la computadora, la internet –portales, blogs y nanoblogs-, el teléfono celular) estuvieron al alcance del ciudadano común. Ello ha permitido acceso a la información plural, participación activa en grupos homogéneos y articulados, así como la cercanía a realidades, sin más.

Por todas esas razones, conviene comentar que en mi calidad de historiador e investigador en todo aquello relacionado con los toros (incluyendo otra línea de investigación, sobre la historia de la electricidad en México); así como de literatura en general: Es mi deber informarle al lector que a continuación, adjunto un archivo PDF en el cual se detalla obra publicada desde 1987 y hasta 2019, y en lista aparte, los trabajos terminados y los que se encuentran en proceso.

OBRA TERMINADA y PUBLICADA_JFCU_1987-2020

Actualmente realizo labores de “desmantelamiento” en mi equipo personal, con objeto de organizar y presentar el todo de mi obra, la cual alcanzará en 2027 lo que ya considero como “50 años honrando la escritura”. Además, ese ejercicio tendrá por objeto hacer entrega de tal archivo a diversas instituciones académicas (soportado por las asociaciones civiles a que pertenezco), con objeto de que pase a formar parte del material de consulta, pensado para las futuras generaciones. Sus comunidades encontrarán tres fondos:

-Historia de la tauromaquia en México;

-Historia de la electricidad en México, y

-Literatura en general.

…Lo anterior significa el resultado de todo mi trabajo, que quedará en expresión digital. De ese modo, escritos, iconografía, índices y otras herramientas estarán en posibilidad de acceso libre, con la certeza del buen uso dado a los mismos.

A continuación, presento al lector la relación de obra que actualmente se encuentra publicada, terminada (pero sin publicar) y aquella otra en proceso en datos muy generales.

TAUROMAQUIA EN MÉXICO.

1.-Catálogo general de obra (1977-2020), que consta de tres trabajos: catálogo, obra publicada y reconocimientos.

2.-Blog “APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS (2010 en adelante), el cual reúne, hasta el momento, 264 carpetas, de las cuales provienen 1857 entregas.

3.-Colaboraciones para el portal “AlToroMéxico.com”, publicadas desde febrero de 2016 a la fecha, que suman cerca de 200.

4.-Serie: CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO, EXHUMADAS HOGAÑO y OTRAS NOTAS DE NUESTROS DÍAS, la cual consiste en alrededor de 40 libros, y cuyo contenido –en cada uno- es de aproximadamente 100 artículos, ensayos o textos destinados al análisis de la tauromaquia.

5.-Serie: Iconografía. Este rubro comprende carpetas, catálogos y demás asuntos relacionados con imágenes (en todos sus soportes), piezas de bulto o registros sonoros. Actualmente, debe tener concentrados más de cien mil documentos.

6.-Serie “Biografías”. Entre otros personajes en proceso de elaboración, se encuentran:

-Ponciano Díaz Salinas

-Artemio de Valle-Arizpe y los toros

-Luis G. Inclán

-Julio M. Bonilla

-José Alameda

-Domingo Ibarra

-Jesús “El Ciego” Muñoz

-Juan Silveti Mañón

-Manuel García Santos

-Vicente Oropeza

-José Bergamín

-Renato Leduc

-Roque Armando Sosa Ferreyro

-Luis Spota

7.-Serie: “Conferencias, ponencias y disertaciones”. (Registro y concentración de las 100 presentadas desde 1985 y hasta 2019).

8.-Serie “500 años de Tauromaquia en México”.

9.-Temáticos

-Las mojigangas: aderezos imprescindibles y otros divertimentos de gran atractivo en las corridas de toros en el mexicano siglo XIX.

-Ilustrador Taurino Mexicano (Varios tomos).

-Galería de toreros mexicanos de a pie y a caballo. Siglos XVI-XIX.

-Galería de toros famosos. Siglo XIX y hasta 1946.

-Galería de suertes a pie y a caballo, practicadas entre los siglos XVI al XIX y que hoy, una gran mayoría de las mismas se encuentran en desuso.

-Galería de carteles (Siglos XVIII, XIX y primera mitad del XX).

-Galería de la prensa taurina en México. Siglos XVIII y XIX.

-Galería documentada sobre plazas de toros que funcionaron en la ciudad de México –y algunas de sus provincias-, entre los siglos XVI al XIX.

10.-Recomendaciones y literatura, con los siguientes títulos:

-La pasión de los toros…, según san Mateo.

-Tesis de maestría en Historia. La prohibición impuesta a las corridas de toros en 1867.

-Tesis de doctorado en Historia. Historia de la ganadería de Atenco.

-Tesis de doctorado en Bibliotecología y estudios de la Información

…al que leyere… Historia de la ganadería de Santín.

-Tratado sobre la poesía mexicana en los toros. Siglos XVI-XXI en ocho tomos.

-Lecciones de historia y estética taurina mexicana.

-Historia taurina de la ciudad de Celaya (Guanajuato). Siglo XVI a nuestros días. 2ª ed.

-Las nuestras. Tauromaquia mexicana con toque femenino. Desde los siglos virreinales y hasta nuestros días.

-Fiestas de toros, juegos de cañas y alcancías… Introducción, estudio y reproducción facsimilar a la obra escrita por María de Estrada Medinilla en 1640, con motivo de la recepción al virrey Marqués de Villena en la ciudad de México.

-José Guadalupe Posada en los toros. Cronista de la imagen.

-Historia de la cirugía taurina en México. Siglos XVI-XXI. 2ª ed.

-Miniaturas Taurinas (Varios tomos).

-Relaciones de sucesos. Análisis documental de festejos donde fueron incluidos los taurinos en el curso del virreinato.

-Cine y toros. (Varios tomos, acompañados de una importante concentración de imágenes cinematográficas digitalizadas).

-Efemérides taurinas novohispanas, del siglo XIX y parte del XX.

-Glosario y diccionario taurino.

-Revelando imágenes taurinas mexicanas.

-Editoriales.

-Del anecdotario taurino mexicano (Varios tomos).

-De figuras, figuritas y figurones.

-El arte… por el arte.

-Museo galería taurino mexicano.

-Historia de la caricatura taurina en México.

-A toro pasado.

-Un día en la vida de… Ponciano Díaz Salinas.

-Charrería y tauromaquia. Tauromaquia y charrería: dos caminos, una causa.

…y otros títulos que quedan pendientes de relacionar en estos diez rubros.

   Todo lo anterior representa hasta el momento, entre obra publicada o en proceso, alrededor de 250 libros.

Ciudad de México, 16 de marzo de 2020.

ORLAS

¿TIENE FUTURO EL PASADO TAURINO DESDE NUESTRO PRESENTE?

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Esta imagen es la summa de todo cuanto pretende la colaboración que hoy se publica en este blog. Fotógrafo, Lucien Clergue. La fotografía fue seleccionada por la antigua agencia UPI, en 1967 como una de las mejores en aquel entonces. Col. digital del autor.

Procuro como historiador, recuperar el pasado en todas sus dimensiones y todos sus valores, a la luz del presente. Esa es una de las principales obligaciones de quien pone atención en los hechos pretéritos y les da su toque de realidad siempre con la congruencia como aliada ideal. Pero ¿y el futuro?

Esa prospectiva, siempre necesaria, nos refiere un destino incierto que todos los seres humanos tenemos claro en nuestros destinos, y luego el de los pueblos. Por ejemplo, el reciente impacto que viene ocasionando el cambio climático genera y está generando movimientos sociales que no solo es un conflicto sujeto a una discusión (que ya es global), sino que entre otros, una niña, la célebre sueca Greta Thunberg ha levantado la voz, clamando sobre todo lo que viene o puede venir si no se toman las medidas necesarias para contenerlo e incluso, con todo el esfuerzo que ha de ponerse para tan urgente recuperación, procurar mejores condiciones de bienestar para las generaciones venideras.

En ese sentido, quienes nos sentimos parte de un ámbito que caracteriza a la tauromaquia como legado, con todos sus componentes que se han tejido desde tiempos inmemoriales, y que ha llegado hasta nuestros días, no tenemos claro si dicho patrimonio seguirá formando parte en la cultura de aquellas naciones que la han hecho suya. En este aquí y ahora se vive uno de los momentos más críticos debido a ese ataque frontal que ha impuesto un amplio sector de opositores, según los cuales se convierte toda esta expresión en la suma de lo que consideran como auténtica tortura animal.

Evidentemente que sería largo tratar y detallar esa confrontación de siglos, y que hoy, gracias a las nuevas tecnologías de información y comunicación, la cobertura de opiniones, a favor o en contra, encuentra espacios nunca antes previstos. Y esa es una razón de peso para reforzar nuestra postura que permita justificar si el toreo es susceptible de su conservación o desaparición.

Tal dilema nos mantiene en medio de circunstancias donde se establecen condiciones de pervivencia o muerte.

En ese sentido, nuestra legítima defensa se sustenta en todos aquellos elementos de que ha sido integrada dicha manifestación a lo largo de los siglos, considerando esto desde el momento mismo en que el hombre tuvo su primer encuentro con el toro. De acuerdo a los estudios antropológicos más pertinentes, tal circunstancia ocurrió hace unos 23 mil años.

Todo aquel que se considere aficionado a los toros debe saber que, para hacer una defensa legítima de un espectáculo cada vez más cuestionado, es preciso conocer que su permanencia se debe a una serie de procesos cuya integración puede sumar varios milenios. Sociedades primitivas vincularon los ciclos agrícolas concibiendo figuras idealizadas a las que comenzaron a rendir culto. En el bagaje complicadísimo de su andar por los siglos, fue necesario incorporar elementos que, llevados al sacrificio, cumplían con propósitos de celebración, veneración y hasta petición, cuyos fines se ligaban a la obtención de buenas cosechas o buscaban erradicar el mal producido por sequías, inundaciones o plagas.

La caza del toro por el hombre primitivo para aprovechar su carne como alimento, su piel como vestido y más tarde, con el surgimiento de las sociedades agrícolas, como instrumento de trabajo, fue probablemente el embrión de la tauromaquia. Para apoderarse del animal, el hombre debió oponer su habilidad e inteligencia a la fuerza bruta del bóvido, dando origen a ciertas prácticas que podrían ser consideradas como una lidia primitiva. Más tarde, estas prácticas se utilizarían como deporte y como ritos religiosos.

En el sincretismo, la amalgama que esas y otras sociedades tuvieron, ya fuera por expansión de sus dominios, por guerras o esa intensa lucha que las creencias también fueron forjando, permitieron que los pueblos fueran cambiando lentamente sus esquemas de vida, asunto este que permitió, entre otras muchas cosas, expresiones de la vida cotidiana. Es así, que en ese largo proceso además de que el hombre ya convivía con animales y los domesticaba, así también surgieron expresiones que, al cabo de los siglos y de sus necesarias adecuaciones, el toreo encontró espacios de desarrollo sin dejar de incluir aquel elemento originario el que, en su nueva manifestación de rito y fiesta siguió su camino.

Que el toreo despierte pasiones es un hecho. Los componentes que reúne han producido, producen y seguirán produciendo diversos niveles de intensidad en las polémicas, las confrontaciones, el debate que unos y otros han mantenido por siglos. Hoy día, con explicaciones como la que ahora mismo se presenta, se da un paso adelante en el sentido de justificar el porqué de los toros, de ahí la importancia de revalorar sus significados, sin mengua de que nos enfrentamos o podemos enfrentarnos a auténticos juicios sumarios que muchas veces se cierran a la razón, siendo para nosotros la única bandera que ondea en el campo de batalla.

Por todo lo anterior, el uso del lenguaje y este construido en ideas, puede convertirse en una maravillosa experiencia o en amarga pesadilla.

En los tiempos que corren, la tauromaquia ha detonado una serie de encuentros y desencuentros obligados, no podía ser de otra manera, por la batalla de las palabras, sus mensajes, circunstancias, pero sobre todo por sus diversas interpretaciones. De igual forma sucede con el racismo, el género, las diferencias o compatibilidades sexuales y muchos otros ámbitos donde no sólo la palabra sino el comportamiento o interpretación que de ellas se haga, mantiene a diversos sectores en pro o en contra bajo una lucha permanente; donde la imposición más que la razón, afirma sus fueros. Y eso que ya quedaron superados muchos oscurantismos.

En algunos casos se tiene la certeza de que tales propósitos apunten a la revelación de paradigmas, convertidos además en el nuevo orden de ideas. Justo es lo que viene ocurriendo en los toros y contra los toros.

Hoy día, frente a los fenómenos de globalización, o como sugieren los sociólogos ante el hecho evidente ante la presencia de una “segunda modernidad”, donde las reses sociales se han cohesionado hasta entender que regímenes como los de Mubarak o Gadafi cayeron en gran medida por su presencia, o como ocurrió también con los “indignados” (en 2016), con lo que viene dándose en fenómeno de muchos cambios, algunos de ellos radicales de suyo que dejan ver el desacuerdo con los esquemas que, a sus ojos, ya se agotaron. La tauromaquia en ese sentido se encuentra en la mira.

Pues bien, ese espectáculo ancestral, que se pierde en la noche de los tiempos es un elemento que no coincide en el engranaje del pensamiento de muchas sociedades de nuestros días, las cuales cuestionan en nombre de la tortura, ritual, sacrificio y otros componentes como la técnica o la estética que le son consubstanciales al espectáculo para culminar con aquellos “procedimientos”, procurando abolirlas al invocar derechos, deberes y defensa por el toro mismo.

La larga explicación de si los toros, además de espectáculo son: un arte, una técnica, un deporte, sacrificio, inmolación e incluso holocausto, nos ponen hoy en el dilema a resolver, justificando su puesta en escena, las razones todas de sus propósitos y cuya representación se acompaña de la polémica materialización de la agonía y muerte de un animal: el bos taurus primigenius o toro de lidia en palabras comunes.

Bajo los efectos de la moral, de “su” moral, ciertos grupos o colectivos que no comparten ideas u opiniones con respecto a los que se convierte en blanco de crítica o cuestionamiento, imponen el extremismo en cualquiera de sus expresiones. Allí está la segregación racial y social. Ahí el odio por homofobia,[1] biofobia,[2] por lesfobia[3] o por transfobia[4]. Ahí el rechazo rotundo por las corridas de toros, abanderado por abolicionistas que al amparo de una sensibilidad ecológica pro-animalista, han impuesto como referencia de sus movimientos la moral hacia los animales. Ellos dicen que las corridas son formas de sadismo colectivo, anticuado y fanático que disfruta con el sufrimiento de seres inocentes.

En este campo de batalla se aprecia otro enfrentamiento: el de la modernidad frente a la raigambre que un conjunto de tradiciones, hábitos, usos y costumbres han venido a sumarse en las formas de ser y de pensar en muchas sociedades. En esa complejidad social, cultural o histórica, los toros como espectáculo se integraron a nuestra cultura. Y hoy, la modernidad declara como inmoral ese espectáculo. Fernando Savater ha escrito en Tauroética: “…las comparaciones derogatorias de que se sirven los antitaurinos (…) es homologar a los toros con los humanos o con seres divinos [con lo que se modifica] la consideración habitual de la animalidad”.[5]

Peter Singer primero, y Leonardo Anselmi después, se han convertido en dos importantes activistas; aquel en la dialéctica de sus palabras; este en su dinámica misionera. Han llegado al punto de decir si los animales son tan humanos como los humanos animales.

Sin embargo no podemos olvidar, volviendo a nuestros argumentos, que el toreo es cúmulo, suma y summa de muchas, muchas manifestaciones que el peso acumulado de siglos ha logrado aglutinar en esa expresión, entre cuyas especificidades se encuentra integrado un ritual unido con eslabones simbólicos que se convierten, en la razón de la mayor controversia.

Singer y Anselmi, veganos convencidos reivindican a los animales bajo el desafiante argumento de que “todos los animales (racionales e irracionales) son iguales”. Quizá con una filosofía ética, más equilibrada, Singer nos plantea:

Si el hecho de poseer un mayor grado de inteligencia no autoriza a un hombre a utilizar a otro para sus propios fines, ¿cómo puede autorizar a los seres humanos a explotar a los que no son humanos?

Para lo anterior, basta con que al paso de las civilizaciones, el hombre ha tenido que dominar, controlar y domesticar. Luego han sido otros sus empeños: cuestionar, pelear o manipular. Y en esa conveniencia con sus pares o con las especies animales o vegetales él, en cuanto individuo o ellos, en cuanto colectividad, organizados, con creencias, con propósitos o ideas más afines a “su” realidad, han terminado por imponerse sobre los demás. Ahí están las guerras, los imperios, las conquistas. Ahí están también sus afanes de expansión, control y dominio en términos de ciertos procesos y medios de producción en los que la agricultura o la ganadería suponen la materialización de ese objetivo.

Si hoy día existe la posibilidad de que entre los taurinos se defienda una dignidad moral ante diversos postulados que plantean los antitaurinos, debemos decir que sí, y además la justificamos con el hecho de que su presencia, suma de una mescolanza cultural muy compleja, en el preciso momento en que se consuma la conquista española, logró que luego de ese difícil encuentro, se asimilaran dos expresiones muy parecidas en sus propósitos expansionistas, de imperios y de guerras. Con el tiempo, se produjo un mestizaje que aceptaba nuevas y a veces convenientes o inconvenientes formas de vivir. No podemos olvidar que las culturas prehispánicas, en su avanzada civilización, dominaron, controlaron y domesticaron. Pero también, cuestionaron, pelearon o manipularon.

Superados los traumas de la conquista, permeó entre otras cosas una cultura que seguramente no olvidó que, para los griegos, la ética no regía la relación con los dioses –en estos casos la regla era la piedad- ni con los animales –que podía ser fieles colaboradores o peligrosos adversarios, pero nunca iguales- sino solo con los humanos.[6]


[1] Aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.

[2] Rechazo a los bisexuales, a la homosexualidad o a las personas bisexuales respectivamente.

[3] Fobia a las lesbianas.

[4] Odio a los transexuales.

[5] Fernando Savater: Tauroética. Madrid, Ediciones Turpial, S.A., 2011, 91 p. (Colección Mirador)., p. 18.

[6] Op. Cit., p 31.

ORLAS

EDITORIAL.

Carta dirigida al Sr. Fabrizio Mejía Madrid.

Ciudad de México, 27 de septiembre de 2019

 Sr. Mejía Madrid:

I

   Me permito dirigirle este escrito, con objeto de hacer algunos comentarios relacionados con la publicación de un reciente artículo suyo, mismo que formó parte de la edición de proceso, en su número 2237, del 15 de septiembre pasado.[1]

“Desde la barrera” es el título de la colaboración, misma que aparece en páginas centrales, lo cual es indicativo de que los editores de tal revista le hayan concedido uno de los espacios más deseados en cualquier publicación de reconocido prestigio, que tal es el caso de este semanario de información y análisis con 43 años de amplio recorrido donde el ejercicio periodístico y de análisis, sobresalen notablemente.

Sin embargo, al dar lectura a su escrito, diversos aspectos en el contenido del mismo, son motivo de una detenida revisión y reflexión, de ahí que confiese el hecho de que disiento de sus planteamientos, mismos que provienen de una posición decididamente antitaurina, y cuyo sustento documental o teórico da a su trabajo la nada extraña inestabilidad de argumentos planteados desde el territorio por el que usted muestra o tiene empatía.

De entrada, y en su primera frase argumenta: “Ahora que se realizará una consulta sobre la prohibición de las corridas de toros en México…” Nada nos dice hasta hoy que eso vaya a ocurrir. Sabemos de antemano, que el Lic. Andrés Manuel López Obrador, Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, es un convencido del legado que la figura pública y política de Benito Juárez, y que la sola frase por el pronunciada, de que “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”, es paradigma fundamental en su gobierno.

A pregunta expresa hecha el pasado 5 de septiembre, en su acostumbrada conferencia en Palacio Nacional, se le planteaba la posibilidad sobre si los toros deben prohibirse o no. Su respuesta fue plantear que el punto se someta a una “consulta” popular, lo que significa también, poner en riesgo, en caso de suceder una votación adversa, que la tauromaquia quede sujeta a desaparecer.

De ese modo, debo decirle que nosotros taurinos, fundados en el derecho de la libertad, manifestamos que el patrimonio cultural de la tauromaquia, es una expresión que se integró a la vida cotidiana de nuestro país, alcanzando cerca de 500 años de convivir entre nosotros.

A lo largo de casi cinco siglos, es y ha sido parte de la cultura popular, y de que siendo resultado de un evidente mestizaje entre dos culturas –europea y precolombina-, ha conseguido integrarse en diversas poblaciones de nuestro territorio, maridaje que está vivo hasta nuestros días.

Su presencia ha permitido crear entornos naturales, como la ganadería cuyo sustento hoy día es la ecología y la biodiversidad. Que solo en ese rubro, es fuente de trabajo para unas 60 mil personas, entre otros aspectos que redundan en una derrama económica favorable, sin dejar de mencionar otro sinnúmero de asuntos que favorecen la dinámica en este patrimonio.

De someter al espectáculo taurino en todas sus representaciones a una consulta popular, ello vulnera en principio, lo establecido por la Convención para la salvaguarda del patrimonio cultural, documento que emitió la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas), el 17 de octubre de 2003, mismo que plantea lo siguiente:

  1. a) la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial;
  2. b) el respeto del patrimonio cultural inmaterial de las comunidades, grupos e individuos de que se trate;
  3. c) la sensibilización en el plano local, nacional e internacional a la importancia del patrimonio cultural inmaterial y de su reconocimiento recíproco;
  4. d) la cooperación y asistencia internacionales.

Por otro lado, e igual de importante es:

-Que el alma de los pueblos que es su cultura, no se prohíbe, se defiende, se conserva y se protege.

-Que ninguna autoridad puede prohibirla válidamente, y mucho menos invocando una legitimidad basada en dudosas consultas.

Y aún más. Un elemento cultural, incluso por ser minoritario, no puede ser descalificado como tal, ni sometido a voto alguno, pues en ese caso se utilizaría un supuesto proceso democrático como instrumento de censura cultural.

Por lo tanto, invocando el sentido de madurez que recae en los destinos que, como Presidente de México nos plantea, conduciendo al país por los senderos de la prosperidad, conviene una reflexión donde se imponga un razonable sentido para proteger esta manifestación cultural, en el entendido de que no es, ni por asomo, cuanto se argumenta en su contra, sino que se constituye y representa como un profundo proceso ritual, de honda tradición milenaria, suma de aportaciones legadas por diversas culturas, las de oriente y occidente. Y que luego, a partir de 1526 se materializan aquí, se integran y se enriquecen con valores y elementos que provienen de una compleja consecuencia, derivada del proceso de conquista, hace ya 500 años.

Superado el trauma, pero sobre todo asimilada e integrada aquella experiencia, el mestizaje surtió efecto y el toreo, entre otros aspectos fue integrado y hecho suyo por el espíritu de nuestros pueblos que hasta hoy lo conservan y mantienen como propio.

Apelamos respetuosamente, con objeto de que, sin necesidad de esa alternativa en la que una simple votación elimine o pueda eliminar una tradición; por el simple hecho de respetar la opinión de las mayorías, esto podría sentar un claro precedente donde también otros aspectos de la vida cultural en este país, queden condenados al mismo racero.

Creemos firmemente que el poder no existe. Se crea.

II

A continuación, dispone usted de la lectura de un libro que, entre los historiadores consideramos como “clásico”. Me refiero, y no podía ser de otra manera a ¿Relajados o reprimidos? Diversiones públicas y vida social en la ciudad de México durante el siglo de las luces, de Juan Pedro Viqueira Albán, obra que ha merecido varias ediciones, desde su aparición en 1987, por el Fondo de Cultura Económica.

En efecto, lo que plantea el autor, es del todo creíble, partiendo de la base donde precisamente aquel siglo representó el espacio temporal de cambios radicales en las formas de pensar o de gobernar incluso. Lo que plantea tiene como fondo el reordenamiento administrativo que la corona impuso sobre el virreinato de la Nueva España, a partir de diversos episodios de desorden político, administrativo o social que se dieron al relajarse precisamente aquellos aspectos, bajo la premisa de un “acátese, pero no se cumpla”. Entre los asuntos que fueron motivo de revisión por su parte, son aquellos referidos a las notorias jerarquías al interior de la plaza de toros, lo cual es resultado de un complejo proceso de integración que aceptaron o permitieron las autoridades a lo largo del tiempo. Disponer de una “lumbrera”, era suficiente razón para que los representantes políticos o religiosos entraran en profundas discusiones, y en eso, los “diputados de fiestas”, tendrían que haber resuelto de la mejor manera cada caso.

Un dato más que pone en entredicho sus apuntes, es el hecho de que “La primera corrida novohispana se realiza hace casi 500 años, el 13 de agosto de 1529…”. En tal fecha se conmemoraba la caída del imperio azteca. Así fue como en Cabildo, decidieron tan importante ocasión, aunque se sabe que Hernán Cortés, en la quinta “Carta-Relación” enviada al Rey Carlos V en septiembre de 1526, afirmaba que, el 24 de junio de aquel año se había celebrado un festejo donde “se corrieron ciertos toros” y luego entre 1527 y 1528 también hubo ocasión de que se efectuaran algunos espectáculos. El de 1529 cobró notoria importancia pues pudo afirmarse entre otras razones, con la presencia del “pendón real”, pieza que adquirió un símbolo especial.

Y es curioso enterarnos que el pendón no era un objeto emblemático más. Con su sola referencia, y encabezando el desfile que ocurrió poco más de 250 años, cada 13 de agosto se llegó a llamar el día del Paseo del Pendón, el del patrón San Hipólito. A esta efeméride se une otra, en igual jornada y lugar, justo cuando sucede la capitulación del imperio encabezado por Cuauhtémoc, convirtiéndose así en el último día de Tenochtitlan.

Párrafos adelante, usted refiere que “las corridas comenzaron a ser practicadas por caporales de las haciendas, briagos entusiasmados por la repentina pérdida del miedo y que se despojaron del glamour aristocrático, por lo que la “nobleza” novohispana decidió practicar la lidia escondiendo su rostro con un antifaz. De ahí el primer término, no priista, del “tapado”.

Tanto como que fueran simples “briagos entusiasmados por la repentina pérdida del miedo”, más bien lo que debe analizarse de manera más centrada, es el hecho de cómo aquellos caporales, muchas veces sin nombre y apellido, asimilaron la experiencia de la representación taurina urbana, para afirmarla y dotarla de toques muy peculiares en el ámbito rural, llevando de nuevo este discurso a las grandes plazas donde finalmente –y así puede percibirse-, se mantuvo un natural y espontáneo diálogo entre esas dos expresiones y esos dos espacios. En ese sentido, tal propósito, enriqueció al que fue auténtico esplendor de un espectáculo detentando por la nobleza, aunque con fuertes posibilidades de que fuese retocado por la participación creativa de lo que usted llegó a decir de aquel sector de caporales de las haciendas, ya no tanto en forma peyorativa. Aceptemos –y no nos pongamos tan puristas- que bien pudieron emborracharse, lo cual sería común comportamiento, o lo es incluso en nuestros días. Pero lo que aquí conviene resaltar es que ese toreo, y como ya se dijo párrafos atrás, iba día a día mestizándose de manera contundente, hasta llegar a ser un espectáculo del que se sirvieron las mismas autoridades, entre otras cosas, para obtener fondos en obras públicas o para beneficio de diversas instituciones. Por eso, y eso lo afirma también usted, es que surgieron o se insertaron elementos que pueden considerarse como “parataurinos”: “mujeres toreras, cómicos que se dejaban embestir en un tonel de metal, peleas de gallos, de perros de presa, y hasta carreras de liebres”, que efectivamente sucedieron en abierta combinación con la puesta en escena de la principal representación del festejo taurino en cuanto tal.

“Para los ilustrados del siglo XVIII y XIX mexicanos aquello representaba una vergüenza, por el maltrato animal y por la idea de circo romano que invocaba, con gladiadores que eran los pobres de la ciudad, pulqueros, vendedores de fruta y teporochos de esquina”.

Con la anterior expresión dicha por usted, nos alejamos de un discurso más claro que planteaban los “ilustrados”, como fue el caso de Jovellanos, y que luego hicieron suyo Carlos María de Bustamante o José Joaquín Fernández de Lizardi. En efecto, estamos frente a tres declarados antitaurinos de aquella época ilustrada que no solo terminó aplicando el rigor de su administración, sobre todo la que se impuso a partir de la presencia de Carlos III o Carlos IV, sino la que era necesaria para poner orden en una colonia que en esos momentos, estaba sirviendo como nutriente principal en el apoyo económico a una corona española en declive. Ese apoyo, surgió gracias a la inyección de la riqueza minera, por lo cual era importante que se administrara en mejor medida todo aspecto político, económico o social. Se acabó con la celebración, entre otras cosas, de festejos donde se dilapidaba el dinero en forma por demás incontrolable, tomando en cuenta que el calendario de fiestas y celebraciones tendría en México un peso importante a lo largo de todo un año. Para eso entonces, y entre otras cosas, fue necesario el rigor, de ahí el intento –fallido por cierto-, de la aplicación de una “Pragmática sanción” impuesta por Carlos IV en 1805, bajo la premisa de que con dicha orden se prohibían “absolutamente en todo el Reyno, sin excepción de la Corte, las Fiestas de Toros y Novillos de muerte…” Lo anterior, se fortaleció entre otras cosas, con la aparición en 1812 de “Pan y Toros”, oración apologética que en defensa del estado floreciente de España en el reinado de Carlos IV dijo en la plaza de toros de Madrid D. Gaspar Melchor de Jovellanos (de la cual ya se había dado conocimiento y en iguales circunstancias, durante el año de 1794). Dicha obra, fue reeditada en México en 1820 en la imprenta de Ontiveros.

Por su parte Gaspar Melchor de Jovellanos propone luego de concienzudo análisis, que la estatura del conocimiento permite ver en los pensadores un concepto del toreo entendido como diversión sangrienta y bárbara. Ya Gonzalo Fernández de Oviedo

pondera el horror con que la piadosa y magnífica Isabel la Católica vio una de estas fiestas, no se si en Medina del Campo [escribe Jovellanos]. Como pensase esta buena señora en proscribir tan feroz espectáculo, el deseo de conservarla sugirió a algunos cortesanos un arbitrio para aplacar su disgusto. Dijéronle que envainadas las astas de los toros en otras más grandes, para que vueltas las puntas adentro se templase el golpe, no podría resultar herida penetrante. El medio fue aplaudido y abrazado en aquel tiempo; pero pues ningún testimonio nos asegura la continuación de su uso, de creer en que los cortesanos, divertida aquella buena señora del propósito de desterrar tan arriesgada diversión, volvieron a disfrutarla con toda su fiereza.[2]

   Jovellanos plantea en su obra PAN Y TOROS el estado de la sociedad española en el arranque del siglo XIX. Es una imagen de descomposición y relajamiento al mismo tiempo y al verter sus opiniones sobre los toros es para satirizarlos diciendo que estas fiestas «ilustran nuestros entendimientos delicados, dulcifican nuestra inclinación a la humanidad, divierten nuestra aplicación laboriosa, y nos prepara a las acciones guerreras y magnánimas». Pero por otro lado su posición es subrayar el fomento hacia las malas costumbres cotejando para ello a culturas como la griega con el mundo español que hace suyo el espectáculo, llevándolo por terrenos de la anarquía y la barbarie, sin educación también que no tienen los españoles -a su juicio- frente a ingleses o franceses ilustrados. Y así se distingue para Jovellanos España de todas las naciones del mundo. Pero: «Haya pan y toros y más que no haya otra cosa. Gobierno ilustrado, pan y toros pide el pueblo, y pan y toros es la comidilla de España y pan y toros debe proporcionársele para hacer en los demás cuanto se te antoje».

Hago aquí reflexión del papel monárquico frente a las propuestas de Jovellanos. Cuanto ocurrió bajo los reinados de Felipe V, Fernando VI y Carlos III se puede definir como etapa esplendorosa, que facilitó la transición del toreo, de a caballo al de a pie, permitiendo asimismo que la fiesta pasara de un estado primitivo, a otro que alcanzó aspectos de orden a partir de la redacción de tauromaquias como Noche fantástica, ideático divertimento (…) y la de José Delgado que sigue siendo un sustento por las muchas implicaciones que emanan de ella y aun son vigentes. La llegada al poder de Carlos IV significó la llegada también de los ideales ilustrados ocasionando esta coincidencia un férreo objetivo por desestabilizar al pueblo y su fiesta. Y concluyo, en alguna medida los ilustrados lo lograron, pero ello no fue en detrimento del curso del espectáculo.

III

A continuación, cita usted a una serie de autores españoles que podrían manifestar o manifestaron rechazo al espectáculo taurino en cuanto tal. Allí están Quevedo, Clarín, Pío Baroja, Juan Ramón Jiménez, Azorín, Antonio Machado, Unamuno. En Francisco de Quevedo y Villegas, además de su cita de “Pretende el alentado joven gloria”, encontramos en El Parnaso español o las nueve musas (1648), una brillante exposición poética de su pensamiento como integrante del siglo de oro de las letras españolas. De Leopoldo Alas “Clarín”, tendríamos, al igual que con el legado de Eugenio Noel, a los más declarados antitaurinos, así como Antonio Machado que no siendo favorable a la tauromaquia,tuvo en Manuel su antípoda, y siempre en favor del espectáculo, que no todos son perfectos. No desconocemos que Miguel de Unamuno también mostró dicho comportamiento, aunque legó un importante documento “Escritos de toros”, obra publicada en 1964 en Madrid. De Juan Ramón Jiménez, basta con tenerle ubicado en su obra más célebre, “Platero y yo”, así como el fino y gran poeta. De Baroja, contamos con su novela “El Capitán mala sombra”, en la que el tema de los toros está presente. Y a José Martínez Ruiz “Azorín”, que mostrándose no afín a los toros, su obra literaria es clara y contundente con muestras como “Castilla”, “Cavilar y contar”, “Los pueblos (Ensayos sobre la vida provinciana”, “Los valores literarios” o “Un pueblecito. Riofrío de Ávila”), en los cuales su apunte con toque taurino son clara muestra de ser autor de origen español reconociendo –hasta en esas pequeñas poblaciones-, lo ancestral que el toreo puede tener en tales sitios.

El muestrario que usted redactó, tiene como siempre, en el caso de hacer notar una oposición, la misma tendencia de incluir textos donde el rechazo, la oscuridad y hasta un intento por demostrar que son ellos los que tienen la razón, es entre quienes trabajan desde la oposición un lugar común. “Esto es lo que dicen los intelectuales en contra de los toros” y por eso hay que respetarlos, venerarlos.

Qué pena, y esto ocurre al final de su escrito, usted afirma que “En la tradición intelectual antitaurina la matanza no se relaciona con supuestos rituales de la prehistoria griega, sino con el orden jerárquico, las castas, la barbarie y la desigualdad entre hombre armado y animal asustado, campesino pobre y terrateniente ganadero” Y llego hasta aquí para replicar esto, antes de terminar.

Si no entendemos el significado entre lo que algunos antropólogos han aportado al respecto (Marcel Mauss, Henri Hubert, incluso el propio Émile Durkheim, reconocido historiador, quienes junto a Pedro Romero de Solís, Julián Pitt-Rivers, Dominique Fournier y otros), respecto al sacrificio, como piedra de toque de mucho con lo que hasta hoy carga y sigue cargando la tauromaquia, me parece que discutir con un antitaurino es imposible. Si sus ideas sólo están sustentadas en razones muy claras, e incluso cargadas de patologías particulares, se entiende que nos referimos a quien o quienes en forma natural no acepta o no aceptan ese “maltrato animal”. Es decir, basta con que sepamos que “no me gusta, y punto”. Pero a quienes creen estar convencidos por lecturas disuasivas, tendenciosas y que reúnen en el decálogo indispensable para evangelizar. Y a ello se agrega un actuar duro, frontal, violento, realmente es imposible una conversación.

Sobre si la plaza de toros de San Pablo, “erigida para las corridas de toros, es consumida por las llamas”. (Y de que ese) Era el tiempo de abrir las puertas al viento fresco del pastizal”, difiero enormemente. Se sospecha que en aquellos tiempos a que usted se refiere, el empresario o asentista, que era el Coronel Manuel de la Barrera, jugaba un cargo político de enorme influencia. Dice Aimer Granados sobre el libro Las contratas en la ciudad de México. Redes sociales y negocios: el caso de Manuel Barrera (1800-1845), México, Instituto Mora que Ana Lau preparó sobre de la Barrera:

Sastre, agitador, concesionario de los servicios públicos, habilitador de vestuario para el ejército, prestamista, propietario y especulador inmobiliario, miembro del Cabildo metropolitano, contratista de espectáculos, fiador y agiotista, Manuel Barrera representa un actor social que, como muchos otros y en un período de transición, tuvo que adaptarse a las nuevas condiciones impuestas por la naciente forma de entender el Estado, la sociedad y los negocios. No obstante, como la autora insiste, no hay que perder la perspectiva de que el escenario en donde interactuó Barrera fue de transición y esta consideración tuvo sus implicaciones. Una de las más importantes es que si bien es cierto que los nuevos tiempos introdujeron innovaciones en la forma de acumular capital, por otra parte, la inercia de la sociedad colonial todavía imponía patrones culturales sin los cuales estas nuevas formas de gestionar el capital no habrían tenido éxito.

   Pues bien, es muy probable que ya siendo empresario de la plaza de San Pablo, y con aquella carga de influencias a su vera, esto fuera suficiente motivo para entender que surgiera alguna desavenencia en la que incendiar una plaza de toros toda ella armada con madera, e inmueble bajo su administración, fuera suficiente motivo para satisfacer alguna venganza. Es tan oculto lo que sucedió en torno a ese caso, que ni el mismo Carlos María de Bustamante en su “Diario de México” alcanzó a comprender, y nos deja por consecuencia, con la duda.

Termino aquí, en espera de que estas aclaraciones sirvan como parte del equilibrio razonado que se necesita para entender una y otra postura. Nosotros, los taurinos también creemos estar seguros en manejar los argumentos más apropiados. Sobre lo que ustedes digan, respetamos pero no compartimos. Sin embargo, conviene una mejor y más clara lectura que realicen a los antiguos textos o de aquello que trabajen con sus propias ideas (como nosotros lo seguiremos haciendo), evitando así una deformación de la realidad. Hoy, el peso de las redes sociales está dejando notar lo que puede significar la cohesión social en términos muy serios. Allí hay un termómetro en la dinámica que las sociedades siguen a través de patrones que son absolutamente claros a la hora de tomar decisiones conjuntas. Unos y otros tienen y tenemos claro que lo deseable es el manejo de la razón, por encima de la pasión, e incluso de la confusión y la indignación misma.

Atentamente

 José Francisco Coello Ugalde

Maestro en Historia


[1] Disponible en internet septiembre 25, 2019 en:

https://www.proceso.com.mx/600462/desde-la-barrera

[2] Gaspar Melchor de Jovellanos. Espectáculos y diversiones públicas. Informe sobre la ley agraria. Edición de José Lagé. 4a. edición. Madrid, Cátedra, S.A. 1983 (Letras Hispánicas, 61). 332 p, p. 95-6.

ORLAS

EDITORIAL.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

PONER EL REGLAMENTO TAURINO AL DÍA: UNA PRIORIDAD.

El peso de la tradición y la modernidad. A la izquierda: Bordado con motivos taurinos, elaboración de artesanos en Michoacán. A la derecha: Antonio García “El Chihuahua” colocando banderillas en forma espectacular. “La Petatera” (Villa de Álvarez, Colima), febrero de 2015. Col. del autor.

La tauromaquia es un concepto, pero también una expresión que ha estado sujeta a los naturales cambios impuestos por el tiempo, la evolución. Los públicos, pero sobre todo por su afán de pervivencia.

Nuestros tiempos, donde el desarrollo ideológico, las tecnologías, e incluso la contundente e inevitable presencia del cambio climático, obligan a las sociedades en su conjunto encaminar el destino por senderos inéditos quizá nunca antes previstos. A ese escenario se suma la fuerte carga crítica de grupos opositores que crecen, delimitando cada vez más la presencia de un espectáculo ancestral, integrado al menos a ocho países que lo conservan como tradición y legado. Por lo tanto, es pertinente seguir legitimando su defensa y el por qué de su presencia en estos tiempos que corren.

Para ello hay que valernos en esta ocasión de unos razonados argumentos que pongo al alcance de los lectores.

De reciente aparición es el trabajo de dos académicos españoles, que han compartido un importantísimo análisis el cual no podemos perder de vista. Me refiero a “Cómo adecuar la lidia al siglo XXI”, de Fernando Gil Cabrera (Doctor en Biología) y Julio Fernández Sanz (Veterinario). La liga para tener acceso al texto completo proviene del notable portal de internet “Taurología.com” (https://www.taurologia.com/propuestas-para-adecuar-lidia-siglo–5608.htm) coordinado por el periodista español Antonio Petit Caro.

Desde una visión que recoge la experiencia ocurrida en España, y que no nos es ajena pues se trata de la misma representación –cambia la forma, no el fondo-, los autores determinan luego de diversas contemplaciones, la necesaria puesta al día en el reglamento taurino, sin más. Evidentemente España cuenta con varias disposiciones y eso lo aclaran. Pero al puntualizar las necesidades reales que permiten entender el espectáculo en ese aquí y ahora plantean fijar la vista desde el uso de la divisa, la suerte de varas y sus elementos, las banderillas, la espada, estoque de descabellar, puntilla y alternativas para el buen uso de estos dos trebejos. Culminan con las debidas propuestas que se imponen en caso de que se conceda, y en favor del toro, el indulto.

Todo ello se encuentra plenamente sustentado en una amplia consulta a fuentes bibliográficas, a la experiencia que ambos manifestaron en un texto conjunto, claro, sin dispersión de ninguna especie, y procurando siempre ir al asunto usando un lenguaje que le es claro no solo al taurino en cuanto tal; sino a cualquier lector.

Tan difícil como complicado, abren su propuesta con una interpretación del presente. Es decir, nos proporcionan la información necesaria para entender la forma en que ha llegado hasta nuestros días la forma en que sus diversos participantes hacen de la tauromaquia ese logro en el que están reunidos diversos componentes, resultado de una larga acumulación no solo secular, sino milenaria. Eso conjuga lo sagrado y lo profano, las radicales transiciones (como aquello que ocurrió en el siglo XVIII cuando el toreo ecuestre devino en el de a pie), pero también su notable riqueza decorativa; como lo es también la técnica y estética al servicio; y todo ello sujeto a un factor casi intangible: lo efímero en concordancia con lo intenso y poderoso que el ritual de sacrificio y muerte significa en su absoluta realidad.

Se detienen en una fina revisión sobre la forma en que hoy se desarrolla la lidia y observan lo necesario que significa adaptar las razones de aquello que proponen a un ritmo, a un “tempo” que es propio en la corrida de toros. Con sus propuestas y la posible materialización de las mismas, no es que se caiga en el juego deseable de los contrarios, aunque sí en la renovada representación que en natural consecuencia, se aleja de anacronismos y hasta de las elementales depuraciones en lo que consideran “tiempos muertos” durante el desarrollo de la lidia.

Es preciso, y muy recomendable su correcta lectura. Ese es un ejercicio complementario al que estas notas se agregan al que ya debe ser un balance colectivo que seguramente tiene armadas sus propuestas, suficientes razones para poner bajo revisión nuestro propio Reglamento Taurino, cuya última actualización se registró apenas comenzado el siglo XXI, cuando se trata de un instrumento legal que rige el espectáculo en nuestra ciudad capital desde 1987, si mal no recuerdo.

Los reglamentos tienen una larga duración, pero si no se actualizan, se corre el riesgo de que sigan cometiéndose abusos y excesos. El relajamiento natural al que se ve forzado, hace de el mismo, un instrumento legal vulnerable. Por ahora, no entraré en detalle, la lista es larga. Sin embargo, acometer esos puntos ya indicados significa dar un vuelco notable en el desarrollo de la lidia, de su necesaria depuración que podría ser el cambio radical que tanto necesita para resignificar la lidia en su conjunto, evitando así un tratamiento indebido y muchas veces excesivo que se hace ya, en contra del toro, no para favorecer sus condiciones sino para alterarlas, lo que da por consecuencia un desarrollo inapropiado en la lidia de novillos o toros.

Me parece que con eso no se incurre en una obsesión o terquedad, sino en la oportunidad de poner simple y sencillamente en su justa dimensión el desarrollo del espectáculo. Para ello será necesario un ejercicio colectivo, un debate abierto y público donde los distintos actores, pero también el público y las autoridades pongan énfasis en lo que necesita cambiar o adaptar al ritmo que la fiesta de toros necesita para su mejor representación. Ello quizá, permitiría que se entienda de mejor manera el propósito de cada una de sus partes, de si es pertinente o no en el uso de la divisa, en la presencia de los picadores y de todo cuanto conviene el desempeño de su labor. Sobre qué tanto conviene modificar los elementos constructivos de las banderillas, e incluso si cabe la posibilidad de que se pase de tres a dos pares (salvo en el caso de que sea el propio espada quien busca lucirse colocando los tres, e incluso cuatro pares si las condiciones así lo permiten). Y luego, el uso que debe darse a la espada, buscando con ello evitar una innecesaria y penosa “suerte suprema” que no culmina en los términos deseables, así como lo que significa el uso de la puntilla, otro instrumento o trebejo que se ha convertido en dolor de cabeza por la sencilla razón de que su manejo no corresponde a la necesidad real en el momento culminante, y que en realidad, junto con la espada de descabellar convierten esos instantes en doloroso e inútil tránsito.

Del mismo modo, los tiempos muertos, como el cambio del primer tercio, el número de entradas al caballo, salida al ruedo y abandono del mismo por los picadores; la colocación del toro, duración del encuentro y quites (cuando los hay). Características del caballo de picar, peto, manguitos protectores y estribo derecho, así como características en puya y vara, harían que, en su conjunto, se moderaran favorablemente las condiciones de lidia.

Tenemos que reflexionar este tema, el cual no es cosa menor. Quizá, y en forma alterna, entendamos que la notable escasez de públicos en las plazas no sea solo por el hecho de que el festejo taurino ha perdido valores sustanciales de emoción, o por la sencilla razón de que los precios de entrada han superado lo razonable. También es importante saber si estos factores, por ahora descuidados, son razones por las cuales el aficionado ya no va, pero tampoco se hacen presentes aquellos nuevos públicos siempre movidos por novedosas circunstancias. Entienden, estoy seguro, que no ir significa eludir una desagradable representación que conjunta desaciertos, descuidos; abandono en consecuencia.

Ha llegado el momento de unir voluntades, de sentarse a discutir, revisar y definir el reglamento más apropiado para las corridas de toros que hoy día se presentan en nuestro país. Sabemos que el reglamento en cuanto tal, será una referencia que aplicará no a nivel nacional (lo cual es deseable), pero si esto ocurre, lo demás vendrá por añadidudra. Lo bueno, se copia, y sea a nivel estatal o municipal, el hecho es que cada espacio geográfico donde se celebran espectáculos públicos, tenga el que hoy día hace falta.

27 de marzo de 2019.

ORLAS

EDITORIAL.

 LO QUE DEBE SEGUIRSE APRENDIENDO DE TOROS…

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Así se observaba la plaza de toros «México» justo la tarde en que se conmemoró el LXXIII aniversario. Imagen de Gilberto Coello Ramírez.

   Esta tarde, la del 10 de febrero de 2019, concluyó en la ciudad de México una temporada taurina más, la 2018-2019. Su balance entra en el difícil territorio de análisis y reflexiones, del que esperamos posturas honestas de parte de la prensa.

   Y al más viejo estilo, va “una pica en Flandes…” de mi parte.

   Quienes nos consideramos aficionados, nos preocupa muchísimo el incierto aquí y ahora con que se deja notar la dinámica del espectáculo, lo cual se convierte en importante señal para el futuro inmediato. Por lo tanto, estamos conscientes de que las cosas no marchan bien.

   “Ya salió el pesimista de siempre”, dirán unos. “Y al final, no se resuelve nada”, comentarán otros.

   Considero que, en estos últimos años, se ha vivido la peor situación encarada por la Tauromaquia mexicana, misma que no da señales de garantizar su futuro, en medio de diversas circunstancias, una de las cuales es la del constante golpeteo que proviene de los contrarios. Otra es la falta de cohesión entre los diversos sectores que integran el espectáculo (no solo el dedicado a la organización de cada festejo), sino de aquellos grupos que pretenden convertirse en aislados frentes de lucha, en vez de integrar un auténtico ejército tal cual sucede, por ejemplo, con el fenómeno de las redes sociales. Otra más, sensible a cual más, es esa desagradable ausencia en el apoyo a la cultura taurina, que brilla por su ausencia.

   A lo anterior, debe agregarse el preocupante síntoma de plazas semivacías, la falta de una, dos o más figuras del toreo capaces de liderar, desde la supremacía misma, el estado de cosas en asuntos taurinos.

   No miento si digo que, desde la despedida de “Manolo” Martínez (aquella de 1982 que no fue tal, y luego la definitiva cinco años después), no ha habido nadie, absolutamente nadie capaz de ocupar el sitial que dejó desde entonces. ¡Ya han transcurrido 32 años en que seguimos esperando otra gran consagración…!

   Mientras se desarrollaron los diversos festejos de la temporada que ha llegado a su fin, no hubo, a lo largo de todas las tardes un solo lleno, pero tampoco, y ni por casualidad, se dio el fenómeno de que ese o aquel triunfo conmocionara de alguna forma la vida social de este país.

   Tuvo incluso que cederle lugar, el domingo 3 de febrero a la final del “Superbowl” pues el atractivo de tal deporte, alcanzó cotas nunca antes imaginadas, gracias no solo a la cobertura que lograron los medios masivos de comunicación, sino al hecho de que es uno de los deportes mejor posicionados en la nación vecina.

   Es más. Hoy día, entre la ciudad de México y la zona conurbada, debemos estar concentrados unos 25 millones de habitantes, suficiente cantidad no solo para garantizar la pervivencia del espectáculo, sino para la de otros muchos, gracias al enorme abanico de posibilidades relacionadas con las diversiones públicas. Lamentablemente los elevados costos de entrada, se convirtieron en otro factor causante de las bajas entradas. Aunado a ello, la afición tampoco respondió debidamente pues la empresa no garantizó, en buena parte de los festejos, una presencia apropiada del ganado y los nuevos asistentes, en su mayoría jóvenes, no estuvieron dispuestos a regresar por el solo hecho de que los resultados no fueron los que esperaban, o a la sola razón de que no fue de su interés. A lo anterior, la confección de carteles tampoco fue una razón atractiva, pues se dio en muchos casos aquello de “más de lo mismo”, con lo cual solo viene la resignación. Pero el lleno, en cualquiera de todas esas tardes, jamás se dio.

   Los medios masivos de comunicación, ya sea por radio, T.V., o internet no cubrieron las expectativas de información debidamente, y aunque existe un conjunto notable de estos elementos, fueron muy pocos los que decidieron informar debidamente el desarrollo y análisis de cada festejo. Hoy, podemos apreciar en el callejón, la desmesura de buena cantidad de prospectos en eso de la transmisión, pero pocos son los que cuentan con un conocimiento cabal de la cosa taurina. Ha cambiado en mucho ese aspecto, tanto que hace 30 o 50 años, dos o tres personas eran suficientes para transmitir por radio o T.V. la corrida o novillada (me refiero en particular a José Alameda, Paco Malgesto,  y a Morenito). Hoy, ese número se multiplica notablemente, pero sin los resultados que de verdad se esperan. Tanto monta, monta tanto…

   Por su parte, la autoridad, así en minúsculas, no salió bien librada pues dejó enormes dudas de su desempeño, con lo que la ausencia de la autoridad de la autoridad volvió a ser notoria en casos evidentes, ya sea por haber aprobado encierros de dudosa edad, por la concesión no siempre justa o equilibrada de trofeos o de honores a los restos de ciertos ejemplares que no siempre estaban de acuerdo con el sentir popular. No hubo, cuando debió ser, ningún llamado de atención a diversos participantes que cometieron excesos o graves errores. El reglamento taurino del que dependen los representantes que ocupan el palco del juez de plaza, debe ser un instrumento que por su parte debería estar perfectamente aprendido y aprehendido también, para ponerlo en práctica en cualquiera de sus partes. Solo que necesita una puesta al día y adecuarse no para el relajamiento ni para la extralimitación. Solo se requiere sentido común y rigor para recuperar credibilidad.

   Toca el desempeño de la empresa.

   Si hay que preguntarle a la administración de la plaza por tan malas entradas, ello no puede deberse a malas combinaciones en los carteles, sino al poco poder convocatoria que les es consubstancial. Un buen cartel deberá serlo en la medida en que más de un elemento se convierte en atractivo o garantía. Si así fuera, la afición no tendría ningún inconveniente en pagar bien, lo que sea, pero sabedora de lo ofrecido.

   El «Auditorio Nacional» es el mejor ejemplo. Programan al cantante de moda –que les gusta, ¿toda una semana?-, incluyendo un impresionante despliegue de publicidad. Cada función se convierte en garantía de lleno (no importando horario ni precios), la gente paga y está dispuesta a hacerlo, recibiendo en cambio un buen resultado. ¿Por qué en los toros no?

   Ustedes saquen sus propias conclusiones.

   La empresa, a diferencia de “Las Ventas”, si es que deben ponerse las dos en un mismo nivel, sigue ocultando en su «cobertura» la materia prima: toros o novillos lo cual por el lado de “Las Ventas”, se les deja ver, desde que han integrado su página oficial, sin mayor miramiento. Ofrecen novillos, son novillos. Ofrecen toros, y son toros, a reserva de la opinión de jueces y veterinarios, lo que aquí no es práctica común. Eso le dice a cualquiera qué producto se “vende”. De lo anterior puede concluirse con la idea de que por parte de la empresa capitalina, no ha habido  ni habrá voluntad de dar certeza a la transparencia.

   A lo anterior, agrego esa obtusa terquedad en permitir un desordenado ambiente comercial que se desborda sin control, ocupando sitios que obstruyen el tráfico peatonal. No imagino una emergencia, que puede derivar incluso en una estampida.

   Y algo más. Su obsesión por los esquilmos. Gracias a ese generoso y atractivo concepto, contamos con cantinas al interior de la plaza -¡habráse visto!-. Gracias a eso, se incrementó el número de personas que circulan sin control alguno ofreciendo sus mercancías, sin que haya ningún inspector que ponga control al respecto . Ya habrá autoridad en esta nueva experiencia política que vive el país desde diciembre de 2018, como para imaginar, desde luego en forma bastante ingenua, que ha de imponerse energía y rigor para evitar estos deslices empresariales, que son tantos. Por eso, siguen sin hacernos creer que el espectáculo debe resignificarse hasta lo último.

   En realidad, el tiempo de solución se va reduciendo, y la apuesta por darle fortaleza al espectáculo se puede diluir en algo que vamos a lamentar, de no actuar debidamente a tiempo.

   Están encaminados una serie de esfuerzos para ese reposicionamiento, pero no basta si ante la posibilidad de fortalecer ese paso fundamental (hacia la UNESCO), no se sigue demostrando porqué queremos conservar ese patrimonio.

   En fin, y al final de este balance escribo las últimas y escasas líneas para decir algo sobre los contrarios. Están en lo suyo, se documentan, dicen estar preparados para la madre de todas las batallas, pero insensibles como son de lo otro, desconocen que existe un espíritu en la propia entraña de esta nación, al menos de la nuestra, como para entender que el peso de una costumbre primero. De un ritual que proviene de muchos siglos atrás después, no puede alterarse en su esencia. Destruirían, como ya lo hicieron, elementos de la vida cotidiana que se concentraba en el ámbito del circo, por ejemplo. Y aunque el circo podría tener menor presencia, pero posee también una raíz profunda, esta es resultado de aquellos componentes que dieron forma a diversos aspectos que significaron diversas formas de entretenimiento, basadas en códigos que le vienen de una distante antigüedad, como los toros.     Febrero 11 de 2019.

ORLAS

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 

¡Va por ustedes! Grabado de José Guadalupe Posada. Col. digital del autor.

 Todavía parece largo el camino que nos permita alcanzar el año 2026 con el que habrán de cumplirse los 500 de la primera celebración taurina en estas tierras. Ese hecho, conviene recordarlo, ocurrió el 24 de junio de 1526.

Desde entonces y hasta hoy, el recuento de festejos alcanza cifras imposibles de medir. Es una fiesta concebida a partir de otros tantos pretextos que le dan un significado profundamente valioso, el cual le confiere el inapreciable valor de patrimonio.

Inmoderada tradición que derivó de un duro proceso como la conquista, se mantiene hoy en medio de una confrontación, la del pro y el contra, pero también de cara a lo inestable de un destino el cual debemos entender como el de su fin natural.

Sin embargo, existe un aliento de esperanza, fundado en la positiva acción y reacción de todos aquellos “taurinos” que se sienten comprometidos con la recuperación de su grandeza. Muchos otros se han alejado en medio del desencanto, el que observan cuando esa fiesta a la que deben profundos y entrañables recuerdos, se convierte en rehén de unos cuantos que la han lastimado y ofendido hasta su extremo, y son ellos quienes la vulneran en forma vergonzosa.

Y pregunto, como aficionado qué ocurre con la frecuente presencia de ganado que no cumple con lo establecido no solo por reglamento, sino hasta por sentido común lo que, en forma contundente genera la primera gran sospecha. No es solo engaño, es fraude y escamoteo.

Créanme que entre los últimos festejos que se celebran al finalizar el año, son días de fiesta, pues son las pocas oportunidades de apreciar al toro en toda su dimensión (recordamos a los de Barralva, o ese encierro de San Mateo que se lidiará el próximo 13 de enero), para luego observar el derrumbe con la reaparición de esas ganaderías “que son garantía de espectáculo”, pero que son también innombrables.

Esperamos con impaciencia que las empresas en su conjunto se apliquen, intentando corregir sus desaciertos (y que conste, no son todas) y que han causado la más importante respuesta de la afición, misma que consiste en que no se colmen los tendidos. El que una plaza como la “México”, por ejemplo, tenga pésimos balances en sus entradas, produce preocupación. La empresa a estas alturas ya debería tener controlada y corregida una situación que como esa, afectaría a cualquiera. Sin embargo, dicho asunto parece no preocuparlos.

No se deben esperar fechas o “tablitas de salvación” como los festejos organizados alrededor del aniversario de esa plaza. Aun así, a pesar del cartel o los carteles que se monten, puedo decir con certeza que el coso de Insurgentes no se ha llenado a su máxima capacidad desde hace muchos años. Por tanto, esa es una gran tarea a resolver.

Justo por estos días se celebran en territorio estadounidense diversos partidos de futbol americano que convocan a miles de aficionados y dada la dimensión de esos encuentros, la impresionante cobertura mediática (dentro y fuera de los estadios), y otros aspectos en torno a ese aspecto, hacen que aquello se convierta en una afortunada circunstancia que garantiza el negocio desde cualquier punto de vista. Aquí, y tratándose de los toros, ese punto parece manejarse como artículo de segunda mano.

Creo que al margen de si son necesarios o no verdaderos profesionales de la mercadotecnia, lo que funciona o funcionaría muy bien es recuperar, en la medida de lo posible, y sin alterarlo, el peso de la costumbre. Quizá deba renovarse en la forma, pero no en el fondo. Incluso, ni siquiera es prioritaria esa alternativa, pues la sola continuidad de una costumbre como es la de los toros tiene garantizado un importante peso en su poder de convocatoria…, pero hay que saber encontrar el “quid” del asunto.

Por ejemplo, las fiestas patronales y toda su organización, responden favorablemente a la articulación de corridas de toros, peleas de gallos, coleaderos, palenques, montaje de juegos mecánicos y otros pues se involucran empresarios, mayordomos y otro conjunto de personas cuya participación hace que brillen con luz propia todas esas conmemoraciones.

Un buen amigo me platicaba haber estado en una de las más recientes ferias en Autlán de la Grana, y lo que observó fue un festejo taurino con excelentes resultados: plaza llena, buen cartel, buenos toros, buenos precios. Claro, me estoy refiriendo a una plaza cuya capacidad es de seis mil asistentes. Pero aun así, lo que se tuvo como balance es que la organización en su conjunto, busca que quien llegue a un poblado como Autlán, o como muchos más, y que entre sus atractivos se encuentren este tipo de actividades, pues parece ser conveniente para reconocer que algo se hace en bien de la fiesta.

Conviene poner en valor la presencia de la prensa, ese poderoso vehículo de información que incluye el noble ejercicio de la crítica, síntoma que desde hace tiempo es un ausente notorio. No basta la lectura de noticias, basta también tener visible una postura imparcial, esa que permite a quien da uso de los medios masivos de comunicación para que fluyan opiniones y luego se conviertan estas en referencia. También en ese sentido, son muy pocos quienes emiten ese tipo de reflexiones, por lo que es imperativo decir aquí sobre el hecho de que en este aquí y ahora, ya deben estar influyendo tres o cuatro plumas o voces, convertidas en referencia, tal cual sucedió en su momento con José Alameda o Paco Malgesto, y vaya que uno y otro tuvieron en su momento “cola que les pisaran”.

La dimensión que alcanzan las tecnologías de información y comunicación (TIC, por sus siglas) es impresionante. Portales de internet, blogs y nanoblogs; la creación de comunidades homogéneas que persiguen fines específicos y otras circunstancias a veces se desperdician en el tráfago de su manejo, por lo que siendo un instrumento que manejan o administran de mejor manera las juventudes, sea también la forma para que a través de esos “hilos invisibles, por virtuales” se alcance a cubrir un verdadero propósito. Evidentemente lo hemos podido comprobar, y uno de esos valiosos resultados se concretó luego del terremoto del 19 de septiembre de 2017, por ejemplo. Esa cohesión, ese organizarse y ese responder a situaciones adversas permite alcanzar a entender, como ya lo dijo hace unos días el religioso dominico Miguel Concha Malo en que “Si bien es cierto que las redes sociales, con sus llamadas “tendencias”, hoy hacen contrapesos en la opinión pública, también es verdad que, por mucho, las movilizaciones sociales en las calles tienen cargas simbólicas y políticas que convocan a una amplia diversidad de grupos en México”.

Pues bien, ahí están una serie de respuestas que pueden ser útiles en verdad si en la misma medida, responden quienes quieren o desean que mejore el destino de la tauromaquia en México. Al comenzar un nuevo sexenio y apreciar cómo se van desmontando auténticos imperios de corrupción y miseria, de poderes fácticos que dañaron en profundidad a la población de este castigado país, bien merecería que la tauromaquia fuera sometida a procesos de depuración como los apuntados. Quien quita y podamos tener esa TAUROMAQUIA, ahora sí con mayúsculas, privilegiada y con mejor trato y condición.

Termino diciendo que no se entienda lo anterior como una tardía carta a los reyes, sino la forma más honesta de retomar cada quien desde su parcela, el papel asumido que ya no es solo pasivo. Se trata de una respuesta activa y reactiva a la cual sumamos lo mejor de cada uno de nosotros.

ORLAS

EDITORIAL.

UNA FIRMA INVITADA: MAURICIO ROMERO, IMPECABLE e IMPLACABLE.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Conozco a Mauricio Romero desde hace algunos años.

Desde entonces, siempre ha externado un principio del que está absolutamente convencido: la libertad de expresión, esa independencia que nos concede el uso de los medios de comunicación que pueden ir de un uso debido de la escritura o la voz en alianza con unos principios éticos inconfundibles. Poco a poco coincidimos en mucho de lo que él planteaba.

Así, afirmamos nuestra amistad.

Esta imagen, un apunte casi surrealista, hace que Mauricio Romero también se identifique en redes sociales, por ejemplo.

   Como debe saberse en estos casos, Mauricio Romero es periodista de investigación egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México. Autor del Manual de Normas Grafemáticas, Éticas y de Redacción para Medios Taurinos Mexicanos. Con formación y experiencia en radio, pero especializado en crónica y reportaje en medios escritos, su trabajo ha develado el fraude permanente en la Monumental Plaza de Toros México.

Cada vez que sabía algo de él es porque publicaba alguna colaboración suya en CONTRALÍNEA, revista de análisis que, junto a PROCESO se han posicionado como las más críticas en la prensa mexicana en los últimos años. Su ejercicio, el de un futuro periodista o comunicador honesto es o ha sido ventilar tal o cual asunto donde cierta comunidad analizada responde de acuerdo a lo que para él es su centro de atención. Va al fondo de las cosas y resuelto el asunto, sale airoso del entuerto.

No conforme, y como estudiante en la carrera de Ciencias de la Comunicación, esto en la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, de la Universidad Nacional Autónoma de México, propuso desarrollar un “Manual de normas grafemáticas, éticas y de redacción para medios taurinos mexicanos”. Lo anterior, quedó materializado en la brillante tesis que defendió al punto de ser aprobado en su examen profesional mismo que presentó en febrero de 2018.

El nuevo Licenciado en Comunicación no ceja en sus propósitos. Así que, en cierta ocasión, nos propusimos estudiar el desarrollo del periodismo taurino en México con objeto de convertir ese empeño en un libro. Cada uno tiene una tarea concreta por desarrollar. En lo que a un servidor concierne, toca indagar los siglos virreinales (con toda esa carga de información concentrada por ejemplo en las “relaciones de sucesos” así como de las primeras evidencias periodísticas recogidas en publicaciones como la Gaceta de México, publicada entre 1722 y 1742). También debo ocuparme de todo lo acontecido durante el siglo XIX y los primeros años del XX. El resto del trabajo y hasta nuestros días, lo abordará Mauricio, lo que no es cosa menor.

A iniciativa suya, realizó recientemente un trabajo que pretende recoger la opinión de algunos de los personajes que participan en transmisiones por diversos medios de comunicación masiva o la prensa escrita, estableciendo para ello una sola pregunta: A partir tanto de su conocimiento taurino como de su trabajo periodístico, pregunto concretamente: ¿considera que la integridad de las corridas que se dan en la plaza “México”, en cuanto a la edad y sus cornamentas, está garantizada?

El resultado que arrojó ese ejercicio, deseo ponerlo a la consideración de los lectores que se acercan a este blog, con objeto de que, en calidad de “autor invitado”, conozcan el balance de ese sondeo.

I

¿Integridad en la Plaza México?; qué responden los periodistas que la cubren.

Mauricio Romero

La palabra integridad no suele ser pronunciada por los periodistas de la Plaza México. En sus crónicas y comentarios rehúyen hablar sobre edad y manipulación de pitones. Por lo anterior, se buscó a un grupo de ellos para preguntarles expresamente lo siguiente:

A partir tanto de su conocimiento taurino como de su trabajo periodístico: ¿considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

Los encuestados fueron Guillermo Leal, Jaime Oaxaca, Juan Antonio Hernández, Rafael Cué, Juan Antonio de Labra, Carlos Eduardo Arévalo, Leonardo Páez, Bardo de la Taurina, Alfredo Flórez y Carlos Flores.

Por sus respuestas, pueden ser divididos en dos bloques: los rotundos, que no dudan al afirmar en uno u otro sentido, y los desarrolladores, que entre un berenjenal de oraciones matizan su contestación. Pero a usted le corresponde catalogarlos en el sitio que les corresponde.

Sin más, que expongan ellos mismos:

 Guillermo Leal, Televisa [Utdn, narración de las corridas en vivo; y W Radio] y diarios Reforma y ABC de España:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–Siií. Ahí hay autoridades que se encargan de ello, ¿no?

–Entonces, ¿le asegura al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Pues eso es lo que marca el reglamento y eso es lo que dicta los festejos taurinos, o sea lo que rige el festejo taurino en la Plaza de Toros México, ¿no? Yo no puedo asegurarle porque yo no soy quien compro los astados ni mucho menos, ¿no?

 –Le pregunto, más allá de reglamento, a partir de su experiencia, de su vasta experiencia en el mundo taurino y de su trabajo periodístico.

–Sí. Yo… yo en la Plaza México, desde hace muchos años no ha habido ninguna situación anómala en cuanto a la edad de los toros y a la integridad de las astas. Eso, reitero, son las autoridades las que tienen la obligación de velar por esos intereses.

Jaime Oaxaca, opinionytoros.com:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–No, Mauricio. Por supuesto que no. Por supuesto que no. Yo creo que la autoridad en la Plaza de Toros México es la empresa, desde hace mucho, y esto lo manejan a su conveniencia. Por supuesto que no. Estoy con… no la certeza, porque sería muy petulante de mi parte, pero sí con la sospecha de que ni se cumple con la edad ni se cumple con la integridad de los cuernos.

–Entonces, ¿no es posible asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–No. No lo es. Además, me parece que el reglamento habla de que el examen post mórtem se hará a petición del juez de plaza y que lo hará el veterinario. Pero el doctor [Javier] García de la Peña pues es prácticamente un empleado de la empresa y, por otro lado, los jueces [presidentes] tienen prohibido solicitar este examen. Prohibido por la empresa, que es quien realmente tiene la autoridad. Y no existe el laboratorio ya en la Plaza de Toros México. Así es que el examen que se hace es dental y es lo único que hay. Y en cuanto a la integridad, pues yo creo que al puro tacto. Entonces no hay exámenes, y si los hay pues todos dirán que todo está perfectamente todo en regla. Pero, desde mi punto de vista, como aficionado, me parece que no cumplen con eso, Mauricio.

Juan Antonio Hernández, Tv Azteca [México Bravo] y RTVE [Tendido Cero]:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–Yo creo que no. Ha faltado un poquito de rigor en cuanto a las autoridades. Pero finalmente aunque se tengan los estudios de los veterinarios, que nunca dan a conocer públicamente a través de los medios de comunicación los estudios, pues la gente tiene la última palabra y cuando se tienen que quejar los aficionados en contra de una corrida, lo hacen y los toros se rechazan.

–Entonces por estos estudios hechos por los veterinarios, y en su opinión a partir de lo que ha conocido como periodista en su vasta experiencia, ¿le asegura al aficionado que compra un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Sí. O sea, le digo que considero que finalmente esta cuestión es un tanto de apreciación y  el público ha sabido protestar, incluso con mayor rigor temporada tras temporada sobre la presencia de los toros sin necesidad que tenga el estudio del cuerpo de veterinarios oficial de la Plaza México que representa a la autoridad, a la delegación Benito Juárez, los tenga que conocer. Sino cuando el público no le parece y considera que un toro no tiene trapío necesario, se manifiesta hasta provocar que sean devueltos.

Rafael Cué, Televisa [Utdn, narración en vivo de las corridas], Canal Once [Toros Sol y sombra] y El Financiero:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–… [10 segundos de silencio].

–Aló…

–Sí, sí. Estoy pensando cómo contesto para no echarme un rollazo. Déjame pensarlo… Pues está garantizada por parte de la empresa. La autorizad quizá debería de volver a instalar un laboratorio post mórtem. Pero eso depende cien por ciento de las autoridades.

–Le pregunto a partir de su vasta experiencia. De lo que conoce dentro del mundo del toro. Entonces, ¿puede asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–No está en mi postura poderlo garantizar porque muchas veces la edad se… tiene que garantizar con un examen post mórtem. A simple vista, yo no puedo garantizar eso.

–Con los elementos que cuentan, o no, tanto la empresa como las autoridades, ¿qué le puede decir al público?

–No. A ver: no entiendo el objetivo de la pregunta.

–Como le pregunté, Rafael. A partir de lo que usted conoce, ¿existe esta garantía, en cuanto a la edad sobre todo?

–La edad, ya te digo: los únicos que pueden garantizar la edad son los veterinarios, y los ganaderos; existe un registro en la asociación de ganaderos. Todos los toros lidiados en La México están registrados en la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia. Está registrada su nacencia, allí es donde se garantiza. Las autoridades no aprueban ningún toro que no haya sido previamente registrado. Esa es la mayor garantía.

Juan Antonio de Labra, Televisa [W Radio, narración en vivo de las corridas] y dueño de altoroméxico.com:

–Mmm. No, discúlpeme. Yo prefiero contestarle a un medio profesional. Gracias. [Tal no respuesta espetó un día antes de fungir como anunciador de los carteles de la empresa que regentea la Plaza México.]

Carlos Eduardo Arévalo, El Economista:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–La verdad es que sí… en parte. Esto es porque se dicen muchas cosas en los mentideros taurinos, pero generalmente y de acuerdo al reglamento taurino en el antes Distrito federal, y ahora Ciudad de México, se establece que las cornamentas de los astados deben ir íntegras en su totalidad y que para novilladas deben ser tres años cumplidos y para corridas de toros cuatro años cumplidos en plazas de primera categoría, para los novillos el peso debe ser 350 kilos y para los toros 450 kilos. Con la edad reglamentaria, que es tres años para los novillos y cuatro años para toros. Debe estar garantizada, también de acuerdo a reglamento, con el examen post mórtem que debe hacer el médico veterinario que nombra la delegación [alcaldía]correspondiente, que en el caso de la Plaza México es [la] Benito Juárez, para estos efectos.

–Debe estar garantizada de acuerdo con la ley. Pero le pregunto a partir de su conocimiento y experiencia periodística: ¿puede asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Pues yo pienso que sí. Yo no he sabido hasta el día de hoy, no he sabido que haya cornamentas manipuladas o que los toros no cumplan la edad.

Leonardo Páez, La Jornada:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–No está garantizada porque no se llevan a cabo exámenes post mórtem por decisión unilateral de la empresa y connivencia ancestral de la delegación, alcaldía ahora, Benito Juárez.

–Entonces, ¿no se le puede asegurar al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Nooo. De ninguna manera. ¿Pero sabes por qué, Mauricio? Porque hay un desinterés sereno. Ya ni siquiera hay información de qué es un toro y qué es una burra preñada. No. Hay un desinterés: la cultura taurina ha devenido en un ver-torear-bonito lo que sea, o casi lo que sea. Entonces, los toros salen jóvenes, salen mochos de sus astas… sobre todo [para] los figurines, que pueden imponer condiciones, y la leña, el ganado duro, con edad, con trapío y yo no sé incluso si con sus astas íntegras para muchachos que tienen dos o cuatro corridas en el año.

 Bardo de la Taurina, La Prensa:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–No creo que nadie que no estemos con todos los elementos pudiéramos garantizar o dar una opinión, y menos gente desde el tendido por una situación muy sencilla y a la vez cierra todo: para mí, la única forma de que se puede comprobar edad, es con los registros de nacencia, y la palabra integridad, lo otro, solamente creo que la puede dar el análisis post mórtem, que es el único que puede decir fidedignamente si sí o si no, lo apreciativo, es meramente eso: apreciativo.

–Le pregunto a partir de su experiencia, lo que conoce, lo que ha visto, de lo que se ha enterado en los años que lleva cubriendo las temporadas grandes. Concretamente, ¿puede asegurarle a un aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Yo creo que, reglamentariamente, no deberíamos dudar hasta que cada quien nos diga “para mí no lo tiene”, y como siempre, tendremos que ir a lo mismo: aportar pruebas, y por otro lado, no creo que toda la gente que estemos en los tendidos, tengamos la capacidad para dar una opinión a distancia. Esa es la otra realidad. La Plaza México, desde tiempos de Manolete que se acuñó aquella frase de “¿y los que están allá arriba a qué vinieron?”, no creo que nadie pueda dar una opinión.

–No le pregunto de los que están arriba. Les estoy preguntando a los periodistas que tienen una vasta experiencia…

–No, no, no creo tampoco que sea cuestión de la experiencia ni de los años. ¿Por qué? Porque absolutamente nadie, nadie puede asegurar algo que o le conste. Y dos metros de diferencia, que es lo que puede haber en un callejón, más donde veas tú el toro, que puede ser de 1 a 22-23 metros, vamos a decir, no creo que nadie pueda meter la mano al fuego para asegurarlo. Ahora, también te puedo dar una opinión como aficionado, porque antes que nada yo creo que cualquier periodista, para cubrir una fuente, debe tener cierta afición, porque si no no vas a acumular experiencia. Yo creo que una cosa es lo que vemos en el toro, lo que vemos en el toro que se está lidiando en el ruedo, y ora cosa es lo que quisiéramos ver. Esa es la realidad. Creo que estamos, en algunos casos, o cuando menos en el mío, sí estamos tocados por eso, que es una cuestión de deseo. En lo particular, soy un hombre al que le gusta más el toro, más con trapío…

–Más que del trapío, le hablo de la edad… si el aficionado puede estar plenamente seguro que el toro que ve es mayor a cuatro años.

–No puede, nadie absolutamente puede estar con esa seguridad, y le voy a contestar con una pregunta que me la hacen a mí constantemente todos los días: cuando me preguntan “¿qué edad tiene usted?”, y yo les puedo decir 60 años, tengo 70 años, tengo 50, y la gente, ¿la mayoría sabes lo que me contesta?: “parece usted de otra edad diferente”. Esa es mi respuesta.

Alfredo Flórez, toriles.com:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–Sí. Debe estar garantizada.

–¿Debe estar o está plenamente garantizada esta integridad?

–Debe de estar. No soy testigo de que sea así, pero debe de estar, según el reglamento.

–Le pregunto a partir de su vasta experiencia dentro del mundo taurino y periodístico. ¿Puede asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Sí, así es.

Carlos Flores, ABC Radio [Con Sentido Taurino y crónica radial en vivo de las corridas]:

–¿Considera que la integridad de las corridas que se dan en la Plaza México, en cuanto a la edad de los astados y sus cornamentas, está garantizada?

–No todas. ¿Con esto qué quiero decir?: que… algunas corridas se lidian con la edad y la integridad de las astas de los toros. Y esto te lo comento con base en los criterios de crianza y de ética de algunos criadores de toros bravos; otros… pues no me atrevo a decirte si sí o si no, porque no los conozco.

–Le pregunto…

–Pero… híjole, qué te voy a decir. Es que es una pregunta… es una pregunta que tiene obviamente su fondo. ¿Por qué?: Porque sabemos que… que el tema de las actas de nacencia hoy es un mero albur, ya no se tiene un registro firme, como se debería tener, o como en antaño, que a lo mejor se tenía de una manera más rigurosa. Hoy no tenemos cómo comprobar, cómo comprobar si un toro tiene las astas íntegras o no. Porque, mira, te voy a ser muy honesto y muy sincero: a simple vista, también muchas veces nos vamos con las fintas, ¿sí?, y es muy difícil hacer un juicio airado o sin fundamentos si un toro tiene la edad y si un toro tiene las astas íntegras. Sabemos que esa práctica ocurre no solo en la Plaza México, eh. O sea, ocurre en la mayoría de los escenarios taurinos, y ocurre en la plaza más modesta, ¿sí?, por condiciones de poca garantía en términos de contar con servicios médicos óptimos, etcétera, etcétera, etcétera… Si ocurre en plazas modestas, pues también ocurre en otro tipo de plazas, por supuesto que sí; no estoy diciendo que La México esté exenta a eso o no. Ocurre en todos lados. Y eso es por la imposición de muchos de los toreros; es más: te puedo decir que el noventaitantos por ciento de los toreros, sean figuras o no… no sé si permitan la práctica o no, pero pues ya es algo, algo que lamentablemente se ha vuelto como una cosa natural, una cosa obvia cuando no debería serlo. Eso en cuanto al término estricto de la integridad de las astas de los toros. Ahora, en cuanto a la edad, pts es que hay muchos factores que, que hay que analizar, ¿no? ¿Y por qué te digo esto?: pues porque no tenemos, lamentablemente, una autoridad que te dé un, un… diagnóstico, un resultado post mórtem, ¿no?, o que te garantice de acuerdo con un papel “esta corrida sí tiene la edad para ser lidiada”, ¿no? Pero muchas veces, vaya, hay toros que no necesitan tener el carnet ni la identificación para que se vea que se tiene la edad, ¿no? Muchas veces también hacemos juicios, muy aventurados, ¿sí?, de muchas casas ganaderas donde su tipo es ese. ¿Qué quiero decir con esto?: pues que no tienen… cajas exageradas, ni pueden cargar demasiados kilos ni se les desarrolla demasiado alguna parte del cuerpo, en este caso la cabeza, por ejemplo, ¿no?, o la misma cornamenta. ¿Sí me explico? O sea, no te puedo decir, este… puta: el 89 por ciento, el noventaitantos por ciento de las corridas que se lidian en México no tienen la edad o vienen despuntadas.

–Le pregunto a partir de su propio conocimiento, de su vasta experiencia en el medio, por la que conoce quiénes son tanto las autoridades, cuáles el método de verificación de la edad y las astas, quiénes lo realizan y quiénes son los distintos actores de la Fiesta. Por eso le pregunto: ¿entonces no se puede o sí se puede asegurarle al aficionado que compre un boleto que verá toros mayores a cuatro años y con las cornamentas intactas?

–Mira: es más fácil que una corrida tenga la edad… o casi tenga la edad, ¿no?, porque vamos a ser muy honestos: son muy pocos los ganaderos en México que permiten que la corrida no salga de su casa si no tiene la edad. Son pocos. Entonces muchas corridas a veces se adelantan, ahorrándose medio año dándole de comer. ¿Sí me explico? O sea: son muchos factores que, obviamente, bueno, pues todos convergen en que no debería ser así, ¿no? Déjame sintetizarte de la siguiente manera:

–Dígame.

–No tenemos hoy, ¿sí? Ni el aficionado ni los medios de comunicación ni nadie absolutamente hoy en el medio, la certeza de que una corrida se lidie con la edad y las astas íntegras. ¿Por qué?: Pues porque no sé dónde han quedado los exámenes post mórtem. No sé dónde han quedado… hoy los veterinarios obedecen a las empresas. Es así. Y no tenemos esa información a la mano. Son muchas cosas que habría que rascarle, que habría que comenzar a modificar para que el aficionado tenga esa credibilidad que debe tener. O sea, si el aficionado paga un boleto por ver una corrida de toros, pues tiene que ver una corrida de toros, por supuesto que sí. Hoy no te puedo yo decir que el aficionado va a tener la certeza o la garantía al cien por ciento, al mil por ciento de lo que está pagando, es real. Y, también te comento lo siguiente: los toreros, las figuras y las no figuras hoy… pues no sé si exijan un toro despuntado o no. No es el rollo o el cuento al miedo a no poder estar bien con un toro en puntas o uno que no esté en puntas, por supuesto que no; es meramente una práctica… mala, muy mala, poco ética que hoy lamentablemente se nos ha vuelto costumbre. Y a ellos se les hace costumbre porque ellos son los toreros, ellos son los que cobran, ellos son los que están ahí. No nosotros, finalmente. ¿Sí? Dicho hace poco por el doctor Vázquez Bayod, y me lo comentó fuera de micrófonos, ¿sí?, que hace más daño un toro despuntado que un toro en puntas, una cornada que tenga que operar de un toro despuntado es mucho más complicada que una cornada de un toro en puntas, ¿sí? Entonces es una práctica mala, que se ha vuelto costumbre. Ahora, el tema de las corridas… en México no se lidian corridas de cinco años. Esa es una realidad. En México no se lidian corridas de cuatro años y meses, ¿sí? Sí hay muchos ganaderos, porque también sería muy aventurado echarnos a todos los ganaderos de México por delante, así de fácil, o eliminarlos de un plumazo, que ninguno manda una corrida de toros con edad a la Plaza México, ¿no? Pts hay corridas que, bueno… a simple vista parecen ser toros, y hay muchas características [en las] que también uno se tiene que fijar pues para ver si de entrada el toro parece toro, ¿no?, y hay, hay características físicas que tú te puedes fijar en una plaza de toros, en un callejón, el número de rodetes que tienen los cuernos de los toros, el desarrollo de las criadillas, los testículos, obviamente la morfología; si un toro está bien rematado, si un toro tiene morrillo, si está rematado de los cuartos traseros, que es lo que gusta en México. En fin, son muchas cosas, insisto. Y a veces un toro que parece toro, ¿sí?, pues resultaría que no tiene la edad; y un toro sin trapío pues muchas veces tiene la edad. Entonces, es un tema bien complicado y que está muy revuelto, muy revuelto. Yo no te podría asegurar, ¿sí?, que el cien por ciento de las corridas que se lidian tienen la edad y las astas íntegras. No. Creo que, como en todo, pues hay de todo, hay corridas que sí se lidian, ¿sí?, como deben ser y hay otras que no. Y yo creo que radica en algo, con esto concluyo: La honestidad del ganadero, creo que lleva un porcentaje enorme en todo esto, porque si un ganadero que le vayan a su casa a exigirle una corrida que no tenga la edad o una corrida muy a modo, que va en contra, incluso de los principios de crianza del propio ganadero, pues no debería salir de su casa ganadera. Así de fácil, ¿no?, ¿sí? Ese es el factor número uno, número uno. Si un ganadero honesto dice: “señores: estos toros que quiere este torero no salen, pues porque no están puestos o porque están muy cómodos. Sabes qué: aquí tengo otros cinco. ¿Por qué no te llevas estos?, y acompletamos [sic] con otros tres de acá”. “No”. “Pues entonces no se vende mi corrida. Punto”. Ahí empezaría a cambiar la fiesta de los toros. Pero pues como hay muchos ganaderos que pues solamente, obviamente, buscan hacer el negocio, ¿no?, y obedecen a las pretensiones de muchos actuantes de la Fiesta: veedores, toreros… este, la propia empresa muchas ocasiones… que la empresa… el tema es poner a todos estos de acuerdo, pts los va a contratar; yo creo que a la empresa le da lo mismo pues que se lidie una corrida… que maten lo que ellos quieran. Aquí creo que los toreros son los principales responsables del cuento, y claro, también vienen muchas responsabilidades conjuntas en todo esto, ¿no? Y obviamente la autoridad. Pero sí creo que si un ganadero tiene la ética por delante, y el principio claro que lo que se lidia en su casa son toros, pues esto sería mucho más fácil, ¿no?, y nos evitaríamos que si existen los exámenes o no, han de existir, dónde están las actas de nacencia o no, pues deberían aparecer. Pero si existiera esa ética por delante, de los criadores de toros de lidia, creo que muchas cosas serían más fáciles.

 II

   A lo anterior, y como resultado de su impecable o implacable propósito por aplicar en derecho la comunicación. Y más que tal circunstancia, su anhelo por redireccionar el ejercicio periodístico que se extiende en el medio taurino mexicano, el cual es consecuencia directa de lo que hemos leído, pone a la consideración de ese sector, una “Breve guía contra el publicronismo taurino” que también integro a estas notas.

Breve guía contra el publicronismo taurino.

 Mauricio Romero

La credibilidad es el mayor bien del periodista, aseguran los maestros. Y para su construcción es indispensable la independencia, de la cual carece el grueso del grupo de comunicadores que cubre –en el sentido de tapar más que periodístico– lo que ocurre en la Plaza México.

El publicronismo es lo que impera en la fuente taurina mexicana. Es decir, comunicadores que hacen publicidad bajo el disfraz de periodistas, cronistas o comentaristas.

El engaño se vale de diversos métodos y herramientas que los publicronistas van perfeccionando con el paso de los años: de la zalamería abierta a los chistoretes y la verborrea; de la pedantería al academismo y el oportunismo seudocrítico.

“Lo mismo trabajan para hacer ver que lo blanco es negro como que el sol no alumbra. […] Su misión principal y única se reduce a ensalzar a quien paga, y en verdad desempeñan a la perfección tan poco airoso papel”, ya denunciaba en el ocaso del siglo XIX El Cesante H, cronista catalán.

En México, en la década de 1940, la revista Tiempo abundó en la corrupción del ecosistema taurino local y así resumió el objetivo del gremio cobero: “Si el torero estuvo mal, la culpa la tendrán los toros. O la habrá tenido el viento, si el ganadero también paga. En todo caso, el público ignorante y villamelón, si es que no hubo viento”.

No descubrimos nada nuevo, pues la corrupción en la fuente taurina es tan añeja como la conversión de la Fiesta en negocio. Entonces, la intención es brindar una breve guía sobre los usos comunes de la manada que colma el burladero de Prensa de La México –tanto de radio, televisión como de medios escritos– para que no lo engañen tan fácil, para recordar que el periodismo no es publicidad descarada ni encubierta.

[Advertencia: si los vicios se parecen a los que se dan en otras partes, y aún continentes, no es coincidencia, ya que el cáncer dentro del mundo taurino ha hecho metástasis.]

-La empresa no puede darle gusto a todos.

Ante cada presentación del elenco del derecho de apartado [abono], los defensores de la empresa tienen un clásico sofisma: “no se le puede dar gusto a todos”. Minimizan los reclamos y ni por error mencionan que sobre las ganaderías de costumbre pende el resentimiento de la afición alimentado durante años por encierros anovillados y descastados.

-Una “buena entrada”.

La Monumental Plaza de Toros México es la más grande del mundo; la de mayor aforo, pues. Y su arquitectura tiene un detalle que suele dejarse de lado: más de la mitad de su capacidad está en los tendidos generales.

La maldición de la galería General es que en las crónicas deja de existir cuando se habla sobre la asistencia del público a la plaza.

En sus cálculos a ojos de buen cubero, los publicronistas celebran que hay 1 cuarto de entrada cuando apenas se difuminan un poco la barrera y algo del primer tendido [“buena asistencia”]; suben a 1 tercio cuando ya se ve gente en el segundo [“muy buena entrada”]; ¡media!, cuando se ven ocupadas las barreras, buena parte del primer tendido y menos de la mitad del segundo [“¡excelente!”]; si se ven cabezas en las últimas filas del segundo tendido, la euforia escala los tres cuartos [“¡entradón!”]; con Enrique Ponce, el Juli o Hermoso de Mendoza se llena[ba] el numerado y aflora[ba]n puntitos en General, entonces, el éxtasis: “¡casi lleno!”.

Para que no le vean la cara, tenga en cuenta que la distribución de las localidades –la última intervención a la plaza no debió de variarla mucho– es la siguiente:

2 mil 279 en barreras, 3 mil 274 en el primer tendido, 12 mil 792 en el segundo, 833 en los palcos, 105 en los balcones, 1 mil 279 en las lumbreras y, ¡atención!, 20 mil 700 en General.

Entonces, si Pablo Hermoso de Mendoza, el Juli o Enrique Ponce cubren la mayoría del tendido numerado, no meten tres cuartos de plaza ni dos tercios: habrán metido menos de la mitad de la capacidad de la plaza.

-Fotos del entradón.

Para completar el punto anterior se tienen las lentes de las cámaras y quienes están detrás de ellas: simbiosis que también sirve para alterar la realidad. Por ejemplo, no es lo mismo tomar una foto o un cuadro televisivo del tendido de Sol que el de Sombra; por supuesto, General también termina despareciendo de las imágenes difundidas.

Para combatir la ilustración proempresarial están las imágenes de los aficionados a través de las redes sociales.

-Los toros no tienen palabra

Ante la debilidad, las lesiones o enfermedades que luego se evidencian en el ruedo, pero sobre todo ante la mansedumbre escogida por empresarios-ganaderos-toreros, los comentaristas tienen un dicho infalible: “los toros no tienen palabra de honor”.

“La única obligación del ganadero es traer bien presentada la corrida”, se atreven a decir, aunque no esté bien presentada. “Pero la bravura y el comportamiento… ya es otra cosa”, se apresuran a disculpar.

-El encaste.

El encaste San Mateo-Llaguno-San Martín es así, “ese es su fenotipo”, ilustran los comentaristas conocedores del toro. Por tanto, siguen, es bajito, de extremidades cortas y cornicortitos. Y si usted espera otra cosa, entonces es un villamelón, no conoce el tipo del toro mexicano; lo que quiere ver son búfalos, México no es Madrid ni Bilbao, regañan. La intención es clara: fecundar en el ideario de la afición –tanto mexicana como extranjera– que el tipo de toro “mexicano” son los “zapatitos” del grupo de ganaderías que cada año aparecen en La México y no los provenientes de los hierros repulsados por las figuras y el grupo encabezado por la familia Bailleres.

-El disfraz de crítico.

Es quizá el examen profesional de los publicronistas. No está al alcance de todos, solo de quienes tienen el colmillo suficiente o el oportunismo recatado. Bien saben cuándo hablar de hechos que dañan a la Fiesta y disfrazarse de periodistas preocupados por su integridad.

Empero, ¿en qué circunstancias vemos a los publicronistas reconvertidos en críticos? Pues cuando el fraude, petardo o bronca son tan evidentes que el quedarse callados sería demasiado burdo hasta para ellos. Recuerde que su objetivo es mantener la apariencia de periodistas imparciales, objetivos, honestos; entonces, si algún aficionado los increpa por medio de alguna red social por su coba cotidiana podrán responder que son inocentes, que cuando hay que hablar y decir que las cosas se hacen mal se dicen y ya, que han criticado los vicios del espectáculo; que se ocupan por la dignificación del toreo como el mayor de los aficionados.

De ahí el refinamiento del ardid.

Pero fíjese que cuando se atreven, no pasan de las palabras trapío, seriedad, presentación, casta… Cuando los publicronistas quieren pasar por críticos y defensores de los intereses de la afición y la Fiesta, subrayan que es una obligación de los ganaderos y las empresas traer encierros de acuerdo con la “importancia de la plaza”, sin embargo, la palabra que no pronunciarán jamás, jamás, es EDAD, mucho menos tocan aquel latinismo que quema: POST MÓRTEM. ¿Cuántas veces escucha o lee esas palabras de los comentaristas presentes en la Plaza México?

-Eufemismos. Son una familia cuyo fin es no llamar las cosas por su nombre, y hay un par de usos harto extendidos en la crónica plublicronista:

a-Diminutivos

“Un pelín trasero”, “un poquito desprendida”, describen los puyazos y las estocadas sin importar que estén a medio lomo o en la paleta de la res. También sirve cuando la invalidez o la mansedumbre son innegables: “bajito de fuerza”, “cortito de casta”.

b-Lenguaje negativo

Dicen lo que no es, lo que falta, en vez de describir. Y eso tiene un fin: minimizar lo evidente. Prefieren decir “falto de transmisión” y no mansedumbre; “no se ajustó” a despegado; “no está sobrado de fuerzas” a débil; “menos cuajado”, “no bien rematado” a mal presentado; “no en buen sitio” a caída, trasera o golletazo.

-Enciclopedismo para marear.

También sirve para distraer la atención de lo que está pasando. Hay quienes son capaces de mencionar fechas, nombres de toros, plazas y hasta colores de vestidos utilizados aquel día en que una paloma se paró abajo del reloj, pero son incompetentes para describir la morfología y las condiciones del burel abecerrado en turno o la actitud del torero. Por supuesto, en las memorias enciclopédicas se borran las veces en las que la afición no aguantó más e increpó con fuerza a tal o cual figura; recuerdan con lujo de detalle todas las tardes de triunfo y apoteosis, pero nada de los días de broncas abiertas ni de los motivos que las originaron. Pero eso sí: cuando el ruedo se convierte en un pantano de mansedumbre y presunción de fraude afloran los datos inútiles, las anécdotas personales, las efemérides inoportunas.

-Comerciales comerciales, comerciales.

Cada vez que escuchen que “habrá una corrida” en tal o cual lugar, pregúntenle al comunicador si fue contratado por la empresa, y copien su pregunta a Hacienda. Y de paso, cuestiónenle los motivos por los cuales no nos avisó de cada festejo que se va a dar en las plazas ajenas al consorcio que lleva La México.

Peor aún: con cinismo incluso fungen como presentadores en los eventos de la empresa o como apoderados de toreros y ganaderos. ¿Qué confianza puede tener en la información difundida en quienes se regodean en conflictos de intereses?

-Apoye asistiendo.

No se deje chantajear. Viven diciendo que es obligación del ver-da-de-ro aficionado “retratarse en la taquilla” –el que los boletos de cortesía que dan las empresas suelan quedarse en las familias y amigos de los comentaristas es otra cosa, aunque parte de los mismo, diría Cantinflas–.  “La Fiesta se vive in situ”, remachan para señalarle la porquería de aficionado que es si no va a ver a Ponce con bernaldos, al Juli con teófilos, a Morante con marrones o a cualquier otra figura con los hierros de costumbre; por supuesto, no importa la edad ni el arreglo de los pitones, mucho menos la casta. Usted no debe pensar en eso, pues su obligación es gastar el equivalente a varios días de trabajo para demostrar la sinceridad de su afición. “Se apoya la yendo a las plazas”, insisten si es que no lo han convencido, y hasta apelan el nacionalismo: “así es como se impulsa el toreo mexicano”, gritan sea cual sea la calidad del espectáculo. ¿Se apoya al cine mexicano yendo a ver las películas de Eugenio Derbez en Cinépolis o Cinemex?, ¿se impulsa el teatro mexicano asistiendo a las funciones de Carmen Salinas en los inmuebles de Televisa?

-¡Salió el toro!

“Un toro en toda la expresión de la palabra”; “¡un corridón de toros!”; “serio, serio”; “un toro-toro”. Expresiones de este tipo brotan cuando se da una tarde con un encierro destacado. El inconsciente los traiciona y hace gritar de felicidad a los publicronistas, que cada semana les toca decir que al ruedo de La México saltan toros. Cuando ello ocurra bien puede preguntarles si lo que se vio tardes anteriores no eran también corridones serios-serios, con toros-toros; ¿por qué tal algarabía?, ¿qué no es lo que vemos todas las tardes?, ¿por qué no se expresan así corrida a corrida?

-Obviedades.

También se saben vestir de justicieros. Cuando algún torero marginado por el sistema taurino, al que por supuesto ellos tampoco nunca tomaron en cuenta –sin importar los años en la brega, su distinción de las figuran en cuanto a las ganaderías lidiadas y formas de hacer el toreo–, por fin logra un triunfo importante en la plaza mayor, los comentaristas se suben al carro y ensalzan al antes ignorado o aún vilipendiado. “Toreros como él son los que hacen falta”, exclaman; “merece estar en las plazas y ferias importantes”, sentencian los justos. Sin embargo, si los empresarios los vuelven a tapar, ellos olvidan igual de fácil.

-Un torero grande desata polémica.

Las figuras siempre pueden contar con sus escuderos, quienes achacarán los enojos del tendido a la propia “aureola” de los grandes. “Una figura del toreo despierta pasiones”, dicen. “Siempre hay partidarios y reventadores”, rematan, soslayando que los reclamos fueran derivados por el ganado lidiado y no por su tauromaquia necesariamente. La fórmula bronca=importancia=figura también es aplicada. Entonces, los petardos acaban convertidos en expresión de grandeza.

-Solo quienes están en los medios `tradicionales´ son dignos de palabra.

Aborrecen las redes sociales, los blogs, las páginas que no son auspiciadas por ganaderos, empresarios y demás miembros del círculo taurino conocido. Como fenómeno social, la multiplicación de voces turba a quienes creen en el pontificado de los “líderes de opinión”, tan acostumbrados a hablar sin recibir respuesta. Eso se acabó y aún no lo digieren.

El grado de dificultad para tapar los fraudes en las plazas se vuelve insalvable ante la circulación de fotos y videos incontestables. El público, la afición y la minoría crítica ahora se puede dirigir directamente a los publicronistas; los exhiben y estos solo han atinado a dos cosas: callar flagrantemente o responder que las redes dan voz a una turba ignorante, y, por tanto, que uno solo debe fiarse de los conocedores consagrados en los medios “tradicionales”.

No caiga en esa trampa. Primero pregúntese –y pregúnteles– por qué están los que están, ¿por qué se oye, ve y lee a los mismos desde hace años, décadas? Ellos dicen que por su “calidad”, “respetabilidad”, “profesionalismo”, “experiencia” y demás virtudes. Si por tanto tiempo nos hemos mantenido, por algo será, espetan.

Sin embargo, no es que los titulares de los programas de radio y televisión o los escribanos de los periódicos longevos estén vigentes debido a su conocimiento o aportación periodística. Están precisamente por lo contrario: por saber sobrevivir sabiendo qué callar y qué disfrazar, cuándo inclinarse… por ser la antítesis del periodismo.

   No cabe duda que lo anterior levantará ámpula. Sin embargo, no debemos olvidar que la narración de hechos debe ir acompañada, en lo posible, de la personal opinión o reflexión crítica de quien la emite, con objeto de que el lector o el auditorio a quien se pretende ilustrar, tenga como resultado el hecho de que ambas partes –transmisor y receptor-, han visto una misma realidad.

A muchos aficionados nos consta que un festejo taurino se convierte en tantos festejos taurinos como sea posible. De ahí que nos resulte difícil coincidir con voces o plumas que hacen pública su opinión al respecto. Conviene, en estos tiempos en los que el espectáculo de los toros se ha convertido en blanco de cuestionamientos, no solo desde dentro. También desde fuera, que se haga un alto en el camino para intentar poner las cosas en su debida dimensión, en su justo equilibrio y con ello evitar un inútil contagio que pone a la comunidad de quienes acuden a un festejo en medio de la peor de las incertidumbres.

Para terminar, diría que la labor honesta de Mauricio Romero es la de un periodista hecho, demoledor como pocos, pero cierto de que sus afanes son comulgar con la verdad, y a ella va con seguro paso.

ORLAS

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

CARTA ABIERTA DIRIGIDA A LOS SEÑORES

Christian von Roehrich, Ángel Luna, delegados salientes en la “Benito Juárez”; así como al C. Santiago Taboada, nuevo representante en la alcaldía de “Benito Juárez”.

Presente.-

Señores Roehrich y Luna:

Lamento comentarles, como un aficionado más a los toros que su actuación, al menos desde que la empresa de la plaza de toros “México” fue asumida por los señores Bailleres y Sordo Madaleno hace casi dos años, deja ver que no tuvo para ustedes el interés que amerita una expresión que, para su desarrollo cuenta con un reglamento, y además, como espectáculo público se encuentra incluido en la ley respectiva.

Simple y sencillamente “dejaron hacer”, y con esto, la empresa, entre otras cosas, tuvo a bien instalar un descarado servicio de bebidas alcohólicas que hoy permanece impune, con lo que podría pensarse que el esquilmo se encuentra a todo lo que da, y no importa ley ni autoridad que se interponga, pues lo visto es que solo hay una ley: la que pervive en los bares, antros y demás espacios donde se expenden este tipo de bebidas. El tránsito de vendedores es descarado, aún a pesar de que el Art. 56 del Reglamento Taurino en vigor recomienda otra situación, que a la letra dice:

A la hora anunciada en los programas para el inicio del festejo, el Juez de Plaza dará orden de que suenen clarines y timbales y la función comience. En ese momento suspenderán sus actividades los vendedores en los tendidos y los alquiladores de cojines y ni unos ni otros podrán ejercer su comercio, sino en el lapso que va del apuntillamiento del toro al toque que ordene la salida del siguiente. La empresa y los vendedores serán directamente responsables del cumplimiento de este artículo.

Este reglamento fue expedido el 21 de mayo de 1997 y cuenta con últimas reformas fechadas el 25 de octubre de 2004.

De igual forma, han instalado cantinas en espacios que cuentan con butacas, restando con ello posibilidades para que los asistentes ocupen dichas localidades (por supuesto hace falta que la plaza registre una vez sí y otra también el lleno, bajo el aviso de “¡No hay billetes!”, lo cual se percibe cada vez más lejano). Pero, en lo fundamental lo que notamos es que la autoridad de la autoridad no se ha impuesto, por lo que el mal pervive al punto de que no han logrado sancionar, ni tampoco clausurar una serie de condiciones que hasta hace poco no estaban presentes, y que tampoco lo estuvieron en otros tiempos en la plaza más importante del país (salvo que se vendiera y siga vendiendo cerveza, única bebida alcohólica que en el supuesto del cumplimiento legal está permitida).

Sin embargo, el hecho es que el giro que ahora presenta la plaza de toros “México”, parece estar clasificado en el concepto de bar y no de espacio para espectáculos públicos, con lo que crece el nivel en su falta de seriedad. Lamento de verdad, el hecho de que literalmente abandonaron su responsabilidad al no vigilar debidamente las condiciones en que ahora ha caído el coso capitalino.

Sr. Luna: está a punto de irse, por el cambio en puerta, pero tanto usted como el Sr. Von Roehrich evadieron cualquier asunto relacionado con este caso, que hoy ya se ha convertido en auténtica plaga…

Sr. Santiago Taboada

…esperamos que usted pueda hacer algo, tan luego tome las riendas administrativas en la “Benito Juárez”, para reparar la imagen de una plaza donde la empresa que la regentea –eso sí- lo hace a sus anchas, por lo que la autoregulación se ha convertido en figura de impunidad con lo que queda bastante claro que solapar más comercio, no les representa ninguna importancia –salvo la económica-, generando con ello la invasión de espacios que pueden convertirse en auténticas trampas humanas; siempre y cuando llegue a presentarse algún incidente o desalojo imprevisto. El resultado: venga, más y más comercio, ante el cual no estoy en contra; es una forma digna de ganarse la vida. El hecho es que permitirlo al exceso ha alcanzado puntos que pueden convertirse en un auténtico dolor de cabeza… o en un riesgo.

Pero aún faltan muchos otros puntos que deben corregirse para tener como resultado, el correcto desarrollo de un espectáculo público como el de las corridas de toros, mismo que se celebra en un recinto ubicado en la alcaldía que usted va a gobernar, a partir del 1° de diciembre próximo.

Lo que privó el domingo 23 de septiembre de 2018 en la plaza de toros “México” fue nuevamente ese estado de cosas, y creo que de seguir así, nos encontraremos con la persistencia ufana de quienes así lo han tolerado.

Espero, sobre todo de usted, la consideración a este asunto, y que quede corregido lo más que sea posible, porque ya es inminente la apertura de una temporada grande más: la 2018-2019.

Gracias por su atención.

ORLAS

EDITORIAL.

ES EL TORO EL QUE CONMUEVE Y SE LLEVA LA FIESTA.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 Ante esta armonía rotunda de la belleza animal, no hay nada más que decir.

Toro “Caminero” de Victoriano del Río – Toros de Cortés, lidiado en Madrid, el pasado 1° de junio de 2018. Imagen tomada de http://www.las-ventas.com/ y el toro “Naviero” de Atenco (ca. 1950). Col. del autor.

 Y bien, estamos de regreso con las acertadísimas opiniones y reflexiones de Raúl Torra, que encabezan el excelente trabajo editorial de Horacio Reiba. Me refiero, como ya lo imaginarán, al libro Ofensa y defensa de la tauromaquia de reciente aparición en Puebla.

Torra que no solo es argentino, sino un habitante universal y que comprende en esa dimensión las ideas que explora y analiza apunta lo siguiente:

“Por lo que sé, en el ruedo no se mata por matar, no se mata por deporte o diversión. Se mata precisamente para no diversificar, para que la atención no se vierta fuera sino para que quede retenida en ese punto oscuro, inevitable. Se va en pos de la muerte para hacerla el momento de un estremecimiento central. Es una muerte profundamente erótica, de un erotismo espectacular. El sacrificio ceremonial, en todas las culturas, siempre ha sido un espectáculo, una mostración de lo misterioso en la que se reúnen lo erótico con lo tanático. Se trata de una muerte por representación. El que se sacrifica, el que es sacrificado, está ahí en lugar de otro, de un colectivo cuya vida se quiere preservar. Una muerte que también es una redención”.

Es cierto que desde épocas remotas, el toreo ha sido cuestionado y puesto en el banquillo de los acusados debido a la fuerte carga de elementos que posee en términos de lo que los contrarios califican como “crueldad”, “tormento” o “barbarie”. En todo caso, nosotros, los taurinos, entendemos el significado de este espectáculo como una ceremonia en la que ocurre un “acto de sacrificio”; o más aún: “inmolación” u “holocausto”, que devienen sacrificio y muerte del toro. Todo ello, independientemente de las otras connotaciones que suelen aplicársele al toreo, ya sea por el hecho de que pueda considerarse un arte, e incluso deporte.

Sacrificio y muerte que, por otro lado cumple con aspectos de un ritual inveterado, que se ha perdido en el devenir de los siglos, pero que se asocia directamente con hábitos establecidos por el hombre en edades que se remontan varios miles de años atrás. Esa forma de convivencia devino culto, y el culto es una expresión que se aglutinó más tarde en aspectos de la vida cotidiana de otras tantas sociedades ligadas a los ciclos agrícolas, a la creación o formación de diversas formas religiosas que, en el fondo de su creencia fijaban el sacrificio, el derramamiento de sangre o se materializaba la crueldad, término que proviene del latín crúor y que significa “sangre derramada”. Y esa sangre derramada se entendió como una forma de demostrar que se estaba al servicio de dioses o entes cuya dimensión iba más allá de la de cualquier mortal. Eso ocurrió lo mismo en culturas como la egipcia, la mesopotámica, la griega, la romana, e incluso las prehispánicas que todos aquí conocemos. Precisamente durante dicho periodo, las formas de control y dominio incluyeron prácticas de sacrificio aplicada a todos aquellos guerreros que eran tomados como prisioneros por los grupos en conflicto. Muchos de ellos terminaban en la piedra de los sacrificios, mientras el sacerdote abría su pecho extrayendo el corazón del “condenado”.

Considero que si debemos empezar a entender porqué un espectáculo anacrónico como es el de los toros convive en este ya avanzado siglo XXI, lleno de modernidad, confort, globalización y demás circunstancias, es porque ha trascendido las más difíciles barreras y pervive porque diversas sociedades lo aceptan, lo hacen suyo y por ende, se conserva porque no sólo es un espectáculo más. Es rito, práctica social, acto festivo que ha logrado recrearse en miles, en cientos de años hasta ser lo que hoy día conocemos de él. También habría que valorar que cuando se maneja el concepto de la “recreación” este significa cambio, transformación, interpretación y renovación. Eso ha sido también la tauromaquia que, al llegar de España inmediatamente después de la conquista (a partir de 1521) se estableció como un espectáculo el que, al cabo de los años se amalgamó, pasó por un proceso de mestizaje que lleva la carga espiritual de uno y otro pueblo. No es casual que al paso de los casi cinco siglos de convivir entre nosotros, se consolidara la tauromaquia como cultura popular lo mismo en el ámbito rural que en el urbano. todo eso, hoy sigue vigente.

Vuelve a la palestra Torra con estas otras afirmaciones:

“…son los toros, es el toro con su fuerza tremenda y su tremenda belleza, es el toro con su turbulenta pasión, un toro que llega desde una remota antigüedad representado en la piedra o en el hierro, el que conmueve y se lleva la fiesta. Se diría que el torero es lo que pasa y el toro lo que permanece. Y permanece –paradójica o quizá necesariamente- porque está puesto en el lugar del perdedor. Es claro que la historia de la tauromaquia ha de recoger la trayectoria de los grandes toreros pero difícilmente un torero victorioso producirá un poema de las calidades del Llanto por Ignacio Sánchez Mejías [de Federico García Lorca]. El torero victorioso puede ser llevado en andas. Pero torero cogido por el toro alcanza otra dimensión, muestra que el lado trágico que siempre acompaña a la fiesta envuelve a uno y otro.

“El hombre frente al toro, el hombre frente a la fuerza, la belleza aun la pasión de la naturaleza que quiere permanecer. El torero sale a matar pero teme, teme equivocarse, pone en riesgo su vida. ¿Algo en ese temor del torero no nos hará preguntarnos si en el comienzo de los comienzos hubo quizá un equívoco, si el hombre no será un ser equivocado? Todo lo pienso claro, desde mi escritorio, porque desgraciadamente yo no soy aficionado a la fiesta brava. Pero mucho hay que aprender de ella.

Raúl Torra remata entre otras cosas, con una sentida opinión en la que reconoce no ser “aficionado, [y] estoy convencido, tanto como tú [dirigiendo sus palabras a Horacio Reiba], de que sería triste que nuestra cultura, ya bastante entristecida, se quede sin los toros”.

Sabemos del largo recorrido milenario y secular de esta fascinante representación, la cual tiene en su haber legiones de partidarios y numerosos enemigos. Pero el enigma aquí planteado es sobre su incierto futuro. No nos convirtamos en convidados de piedra, sino en activos participantes en pro de esta manifestación. Desplegar todos sus significados y explicarlos a la luz de la realidad es una de las mejores tareas. Por eso es importante la difusión, siempre y cuando esta sea coherente y no una barata provocación.

Termino apuntando que al menos, desde esta trinchera, el toreo en México va a seguir teniendo todo un tratamiento histórico que permita entender sus circunstancias a lo largo de 492 años de convivencia y mestizaje.

En ese sentido, tres connotados historiadores me dan la razón:

-Los mexicanos tenemos una doble ascendencia: india y española, que en mi ánimo no se combaten, sino que conviven amistosamente. Silvio Zavala.

-No somos ya ni españoles ni tampoco indígenas, y sería un error gravísimo intentar aniquilar uno de los dos elementos, porque quedaríamos mancos o cojos. Elsa Cecilia Frost del Valle.

-La tensión que se instala en el desarrollo de México a partir de la conquista, surge también de la presencia de dos pasados que chocan y luego coexisten largamente, sin que uno logre absorber al otro.

Enrique Florescano.

A todo lo anterior, debo agregar estas conclusiones:

Cuando el imperativo en la justicia, la historia, la sociedad y en otros muchos aspectos de la vida es la verdad y esta, concebida como ideal del absoluto, aunque sólo sea posible alcanzar una dimensión relativa de la misma, se hace necesario por tanto un balance del conflicto no sólo de posturas. También de ideologías que vienen dándose con motivo de si son pertinentes o no las corridas de toros.

Veamos.

La animalidad y la humanidad tienen sus marcadas diferencias. Que tenemos deberes, derechos y obligaciones para con todas las especies animales, por supuesto que sí. Que debemos preservarlas evitando así su desaparición o extinción, también. En el caso concreto del toro de lidia, esta ha sido una especie cuya pervivencia ha sido posible para convertirla en elemento fundamental del espectáculo que hoy es motivo de polémica. El toro es un mamífero cuyo destino se centra en no otra cosa que para los propósitos mismos de la tauromaquia. Sin esta expresión milenaria y secular, ese hermoso animal sería uno más de los muchos condenados al matadero y su carne y derivados puestos al servicio de una sociedad de consumo, sin más.

Pero sucede que tras un largo recorrido, el toro es y ha sido una de esos elementos de la naturaleza que han pasado a formar parte del proceso de domesticación. El hombre antiguo vio en él unas condiciones de morfología y anatomía proporcionadas, que se mezclaban con fortaleza, musculatura y belleza armónica que quizá no tenían otras especies del amplio espectro del ganado mayor. El hombre moderno, en particular los hacendados y luego los ganaderos, llevaron esa domesticación primitiva a terrenos de la crianza más sofisticada y precisa hasta lograr ejemplares modelo. Cumplido ese principio, mantienen vigentes tales propósitos, teniendo como resultado hoy día un toro apto para el tipo de ejercicio técnico o estético tal y como se practica en nuestros tiempos. Por tanto, no ha sido una tarea fácil, si para ello deben agregarse factores relacionados con el tipo de suelo, de pastos, la presencia de fuentes de agua, de alimentación y demás circunstancias que suponen un desarrollo correcto mientras permanecen en el campo, a la espera de ser enviados a la plaza.

Ya en este espacio, su presencia cumple una serie de requisitos no sólo establecidos por ritual, usos y costumbres o el marcado por un reglamento o legislación hecha ex profeso para permitir que el desarrollo de la lidia en su conjunto, se realice dentro de los márgenes más correctos posibles, en apego a todos esos principios, mismos que una afición presente en la plaza desea verlos materializados.

Ahora bien, ritual, usos y costumbres y el mismo principio legislativo que determinan el desarrollo del espectáculo, no solo consideran, sino que dan por hecho que uno de los componentes en el desarrollo de la lidia es el factor en que el toro es sometido violentamente hasta llevarlo a la “muerte previa” (la “muerte definitiva” ocurre en el matadero de la propia plaza). Esa “muerte previa” ocurre en presencia de los asistentes todos, como culminación de un ritual que complementa los propósitos de un espectáculo en el que todos los actores participan (lo que para los contrarios es la tortura misma) en aras de que se produzcan efectos de disfrute o goce, celebrados colectiva, multitudinariamente en la decantación a una sola voz del término o expresión que mejor lo explica. Me refiero a la voz expresiva o interjección “olé”, que viene de ·ualah”, y cuya connotación más precisa sería entendida bajo el peculiar significado de “por Dios”.

En una invocación concatenada entre presente y pasado y estos eslabonados con un sinfín de elementos configurados a lo largo de siglos, explican que la tauromaquia es o se convierte en un legado, cuyo peso histórico acumula infinidad de circunstancias que han podido configurar su significado, ese que hoy rechazan ciertos sectores de la sociedad moderna, la cual parece negarse a escuchar las voces y experiencias del pasado, cuando solo tiene puesta la mirada en ese objetivo que para ellos es maltrato a los animales.

Sabemos y entendemos los taurinos que per se, esa parte culminante para la vida de un toro bravo se convierte en una muerte gloriosa (principio de una teoría compleja relacionada con los diversos significados que podría tener este término desde lo religioso o lo ideológico, dos factores que por sus composiciones son suficiente razón para detonar la polémica).

Así pues: los grupos contrarios a la celebración de las corridas de toros tiene sus propios puntos de vista, discutibles o no. De ese mismo modo, nosotros los taurinos también estamos en derecho de defender, legitimar o justificar la presencia y permanencia del espectáculo taurino, asunto que no es casual. Que no es de ayer a hoy, que ha tenido que tomar muchos siglos de formación y consolidación para, en su condición primitiva, también evolucionar.

Por ahora este es, uno entre muchos de los elementos de defensa que hemos de seguir mostrando para dejar en claro cuáles son las razones para garantizarle pervivencia segura a la tauromaquia. De ahí que continuemos con dicha labor, hasta tener los elementos puntuales y contundentes con que seguiremos dando nuestra propia batalla a su favor.

Celebro desde aquí la aparición de un libro más en el horizonte literario destinado a los toros, pero sobre todo su manufactura intelectual que es, como ya se ha comprobado, de altos vuelos.

ORLAS

EDITORIAL.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

Imagen tomada de un cartel, fechado el 4 de febrero de 1859. Función en el Gran Teatro Nacional, con la puesta en escena de “El Aprendiz de torero”. Col. del autor.

   El pasado domingo 24 de junio, la efeméride del primer registro taurino en México, llegó a los 492 años de haber ocurrido. De ello, como se sabe, dio cuenta el Capitán General Hernán Cortés en su “Quinta carta-relación” dirigida al rey Carlos V desde la ciudad de Tenuxtitan [sic], a 3 de septiembre de 1526 años:

“Otro día, que fue de San Juan, como despaché este mensajero [refiriéndose al visitador Luis Ponce de León], llegó otro, estando corriendo ciertos toros y en regocijo de cañas y otras fiestas…”

Por otro lado, llama la atención que solo estemos a ocho años de alcanzar los 500 y con ello, seguramente se desarrollarán festejos conmemorativos, así como obligadas actividades de cultura que permitan dejar en claro esa permanencia, sobre todo hoy, cuando la tauromaquia enfrenta dos grandes problemas: el ataque de los contrarios y una natural fragilidad que la ubica en riesgo de su natural desaparición.

Estas reflexiones, perfectamente entendidas por los aficionados, nos ponen en preventiva lo cual implica resguardarla, pero sobre todo afirmar con razones de peso el porqué de su presencia.

Recientemente se presentó en Puebla un libro esencial, labor paciente de mi buen amigo Horacio Reiba, el cual lleva como título “Ofensa y defensa de la Tauromaquia”. El prólogo es de Raúl Dorra, eminente investigador en el terreno de la teoría literaria y del lenguaje, la semiótica y el análisis del discurso, lo que no es poca cosa.

Su presentación es lúcida e impecable y de entrada se declara no ser taurino pero sí un ser pensante que, en su apertura universal, reconoce el valor simbólico de esta representación.

Al igual que Leonardo Anselmi, ambos son argentinos y en ellos puede apreciarse un contraste ideológico marcadamente opuesto. Mientras para Anselmi su labor pasionalmente evangelizadora en contra de los toros sigue ganado adeptos, en Torra encontramos un equilibrio que sorprende.

Con absoluta seguridad afirma:

“La estética del toreo (el traje y los movimientos del torero, ese complejo baile que lo liga con el toro, el colorido –de una proliferación casi insoportable-, la impresión de que todo está cubierto de galas sin resquicios, salvo el toro que sale desnudo mostrando su fuerza y belleza primordial) me retrotrae a a la estética del barroco, a sus incesantes figuras literarias; pero su simbólica conduce fuera ya del tiempo histórico, a un estadio elemental en el que el hombre, para serlo, debió sacrificar, domesticar, la fuerza de la naturaleza”.

Nadie que sea antitaurino, ha formulado hasta ahora un razonamiento de tamaña calidad. Y no justifico a Torra, pues él mismo lo hace apuntando que en “Argentina, donde yo nací y crecí, no había toros de lidia”.

En otro sentido plantea que la pasión colectiva, patología que se hace presente en las plazas de toros en los momentos de mayor intensidad [por lo] “que por definición es un exceso, un desborde sigue el llamado de la profundidad del ser. Y en esa profundidad, el sacrificio es un elemento primordial”.

El uso del lenguaje y este construido en ideas, puede convertirse en una maravillosa experiencia o en amarga pesadilla.

En los tiempos que corren, la tauromaquia ha detonado una serie de encuentros y desencuentros obligados, no podía ser de otra manera, por la batalla de las palabras, sus mensajes, circunstancias, pero sobre todo por sus diversas interpretaciones. De igual forma sucede con el racismo, el género, las diferencias o compatibilidades sexuales y muchos otros ámbitos donde no sólo la palabra sino el comportamiento o interpretación que de ellas se haga, mantiene a diversos sectores en pro o en contra bajo una lucha permanente; donde la imposición más que la razón, afirma sus fueros. Y eso que ya quedaron superados muchos oscurantismos.

En algunos casos se tiene la certeza de que tales propósitos apunten a la revelación de paradigmas, convertidos además en el nuevo orden de ideas. Justo es lo que viene ocurriendo en los toros y contra los toros.

Hoy día, frente a los fenómenos de globalización, o como sugieren los sociólogos ante la presencia de una “segunda modernidad”, las redes sociales se han cohesionado hasta entender que la “primavera árabe” primero; y luego regímenes como los de Mubarak o Gadafi después cayeron en gran medida por su presencia, como ocurre también con los “indignados”, señal esta de muchos cambios; algunos de ellos, radicales de suyo que dejan ver el desacuerdo con los esquemas que a sus ojos, ya se agotaron. La tauromaquia en ese sentido se encuentra en la mira.

Pues bien, ese espectáculo ancestral, que se pierde en la noche de los tiempos es un elemento que no coincide en el engranaje del pensamiento de muchas sociedades de nuestros días, las cuales cuestionan en nombre de la tortura, ritual, sacrificio y otros componentes como la técnica o la estética, también consubstanciales al espectáculo, procurando abolirlas al invocar derechos, deberes y defensa por el toro mismo.

La larga explicación de si los toros, además de espectáculo son: un arte, una técnica, un deporte, sacrificio, inmolación e incluso holocausto, nos ponen hoy en el dilema a resolver, justificando su puesta en escena, las razones todas de sus propósitos y cuya representación se acompaña de la polémica materialización de la agonía y muerte de un animal: el bos taurus primigenius o toro de lidia en palabras comunes.

Con estas palabras inicié mi ponencia “Ambigüedades y diferencias: confusiones interpretativas de la tauromaquia en nuestros días”, dentro del II Coloquio Internacional “La fiesta de los toros: Un patrimonio inmaterial compartido”. Ciudad de Tlaxcala, Tlax. 17, 18 y 19 de enero de 2012.

Y vuelvo con Torra que parece entonarse en estos apuntes al reflexionar:

“Mentiría si digo que he seguido la polémica entre taurinos y antitaurinos, apenas la conozco de oídas. Pero me asombra el escándalo en torno al sacrificio cuando nuestra cultura, como toda cultura, está fundada sobre el sacrificio. Seamos o no creyentes, nuestra cultura es cristiana y ella se asienta sobre el sacrificio del Hijo, sacrificio que se renueva en cada misa donde se come y se bebe –es verdad consagrada para el creyente- la carne y la sangre del Cristo. ¿O habrá que prohibir también las ceremonias religiosas? Sería interesante pensar en la posibilidad real de una cultural totalmente laica, pero esa posibilidad –en la que pensó por ejemplo Bertrand Russell– está aún lejos de nosotros”.

Ahora bien, de acuerdo a lo que un servidor anotaba en Tlaxcala hace seis años:

En este campo de batalla se aprecia otro enfrentamiento: el de la modernidad frente a la raigambre que un conjunto de tradiciones, hábitos, usos y costumbres han venido a sumarse en las formas de ser y de pensar en muchas sociedades. En esa complejidad social, cultural o histórica, los toros como espectáculo se integraron a nuestra cultura. Y hoy, la modernidad declara como inmoral e impropio ese espectáculo. Fernando Savater ha escrito en Tauroética (Madrid, Ediciones Turpial, S.A., 2011, 91 p. Colección Mirador., p. 18.): “…las comparaciones derogatorias de que se sirven los antitaurinos (…) es homologar a los toros con los humanos o con seres divinos [con lo que se modifica] la consideración habitual de la animalidad”.

Peter Singer primero, y Leonardo Anselmi después, se han convertido en dos importantes activistas; aquel en la dialéctica de sus palabras; este en su dinámica misionera. Han llegado al punto de decir si los animales son tan humanos como los humanos animales.

Sin embargo no podemos olvidar, volviendo a nuestros argumentos, que el toreo es cúmulo, suma y summa de muchas, muchas manifestaciones que el peso acumulado de siglos ha logrado aglutinar en esa expresión, entre cuyas especificidades se encuentra integrado un ritual unido con eslabones simbólicos que se convierten, en la razón de la mayor controversia.

Singer y Anselmi, veganos convencidos reivindican a los animales bajo el desafiante argumento de que “todos los animales (racionales e irracionales) son iguales”. Quizá con una filosofía ética, más equilibrada, Singer nos plantea:

Si el hecho de poseer un mayor grado de inteligencia no autoriza a un hombre a utilizar a otro para sus propios fines, ¿cómo puede autorizar a los seres humanos a explotar a los que no son humanos?

Para lo anterior, basta con que al paso de las civilizaciones, el hombre ha tenido que dominar, controlar y domesticar. Luego han sido otros sus empeños: cuestionar, pelear o manipular. Y en esa conveniencia con sus pares o con las especies animales o vegetales él, en cuanto individuo o ellos, en cuanto colectividad, organizados, con creencias, con propósitos o ideas más afines a “su” realidad, han terminado por imponerse sobre los demás. Ahí están las guerras, los imperios, las conquistas. Ahí están también sus afanes de expansión, control y dominio en términos de ciertos procesos y medios de producción en los que la agricultura o la ganadería suponen la materialización de ese objetivo.

Si hoy día existe la posibilidad de que entre los taurinos se defienda una dignidad moral ante diversos postulados que plantean los antitaurinos, debemos decir que sí, y además la justificamos con el hecho de que su presencia, suma de una mescolanza cultural muy compleja, en el preciso momento en que se consuma la conquista española, logró que luego de ese difícil encuentro, se asimilaran dos expresiones muy parecidas en sus propósitos expansionistas, de imperios y de guerras. Con el tiempo, se produjo un mestizaje que aceptaba nuevas y a veces convenientes o inconvenientes formas de vivir. No podemos olvidar que las culturas prehispánicas, en su avanzada civilización, dominaron, controlaron y domesticaron. Pero también, cuestionaron, pelearon o manipularon.

Superados los traumas de la conquistas, permeó entre otras cosas una cultura que seguramente no olvidó que, para los griegos, la ética no regía la relación con los dioses –en estos casos la regla era la piedad- ni con los animales –que podía ser fieles colaboradores o peligrosos adversarios, pero nunca iguales- sino solo con los humanos. (Sabater, 31).

Por lo demás, conviene rematar dignamente estos comentarios en la próxima colaboración. Gracias.

ORLAS

EDITORIAL.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 ¡TIENE QUE SALIR UN AUTÉNTICO “FIGURÓN” DEL TOREO!

 

Aunque con entradas como esta, no hay mucho que decir…

    La empresa que maneja los destinos de la plaza de toros “México”, ha hecho el anuncio para una nueva temporada de novilladas, misma que arranca el domingo 4 de marzo de 2018.

   Eso es bueno, evitando así el ayuno a que nos tienen acostumbrados entre el fin de la temporada grande y el arranque de la temporada chica, donde puede haber varios meses de por medio. Sin embargo, quienes solemos acudir a este espacio taurino, tenemos que confesar el hecho de que llevamos años de soportar desaciertos en la administración, sobre todo porque hay una razón de suyo preocupante. Llevamos varios años en los que no sale una auténtica “figura del toreo”, como resultado de que no se empeñan en conseguir no solo ese propósito, sino también atraer a importantes sectores de viejos y nuevos aficionados. La mejor manera de comprobarlo es esa constante donde no se registran buenas entradas; y no se diga sobre llenos capaces de generar expectación. A lo anterior, persisten en traer encierros justos en presentación, casi siempre pertenecientes a un bloque capaz de “garantizar el éxito”, dejando al margen a una buena cantidad de ganaderías que, o dejaron de venir por alguna razón expresa, o porque las han olvidado. Reactivar esa posibilidad, permite también reactivar una economía que afecta directamente al espectáculo, pero también a quienes no encuentran en oportunidades como estas, la garantía de continuar en el difícil camino de la crianza y una obligada condición de posicionamiento.

   En un reciente evento donde salieron a flote diversas noticias relacionadas con el nuevo serial, seguramente se habló mucho y bien sobre la nueva temporada. Pero “del dicho a trecho, hay mucho trecho”, por lo que con notorias dudas que nosotros, los aficionados tenemos al respecto de la actuación de la nueva administración, estaremos muy pendientes de que cumplan a cabalidad con su cometido, mismo que se ve emparejado con la digna pero ignorada función que tienen las autoridades.

   Dejando a un lado las luces de artificio, urgen resultados evidentes con balances que recompensen el estado de cosas en que se mantiene el espectáculo, sobre todo en unos momentos donde necesita estímulos para justificar su digna presencia. Así, habría suficientes razones para defenderla como se merece.

   ¿Qué somos críticos? En efecto. Y es que hoy, cuando dudamos hasta de nuestra sombra, vendría muy bien no solo una vuelta de tuerca, sino un auténtico quiebre que sorprenda. Y si ese comportamiento se mantiene, e incluso va a más, estoy seguro que la empresa sería la primera en ser reconocida, pues demostraría estar cumpliendo con el compromiso, pero sobre todo con su palabra.

   La empresa, hemos de decirlo claro, en términos financieros debe tener pérdidas muy serias, pues de un tiempo para acá, todas las entradas en temporada chica han sido lamentables. Vimos también cómo, en la recién concluida temporada grande 2016-2017, los tendidos del coso capitalino mostraron notoria ausencia de asistentes, a pesar de que algunos de los carteles eran suficiente motivo para el “lleno”. Sin embargo, ahí se deja notar, y en buena medida, a dos posibles causas: que no hay bolsillo capaz para pagar cada ocho días una entrada, o que los aficionados, con buena dosis de decepción, prefieren irse.

   Son tiempos de aplicación de estrategias mercadotécnicas más apropiadas (no se conformen con dar los doce festejos de cajón, pues si comienza a tomar interés la temporada, lo mejor será continuarla), de métodos capaces de producir atracción, mismos que se encuentran en el mismo ambiente, y que proceden, buena parte de ellos de un pasado al que se niegan mirar.

   Y de lo anterior, nada más como recordatorio, debe mencionarse el segmento cultural. Lamentablemente, y como sucede a nivel país, la cultura es prioridad “Z”. En tal sentido, está visto que dicho asunto no le interesa a los sectores más duros y posicionados de la tauromaquia. También ese pendiente tiene soluciones prácticas y resolverlas significa saber en qué medida los estamentos taurinos tienen o no claro el compromiso que significa impulsar la cultura en todas sus expresiones. En tema tan sensible, la actual empresa ha desairado el caso. Y, de esto deben enterarse, para decirlo de una vez: se trata de una de las columnas vertebrales más importantes en el espectáculo. Lo lamentable es que no tienen ojos ni interés sobre la misma.

   Por eso, no bastan eventos donde lo espectacular del solo anuncio represente una nota más para la prensa. Estamos esperando resultados concretos. Lo vulnerable del espectáculo en estos tiempos refleja el hecho de que diversos sectores allí concentrados, no están trabajando debidamente. Además, ratificar a quien da la cara por parte de la empresa y, ante los errores que se han cometido, no es algo favorable pues significaría tener que hacer los cambios pertinentes, con vistas a mejorar la imagen de la tauromaquia, sobre todo la que se desarrolla en la ciudad de México, corazón, fuelle y reflejo de cuanto debería estar ocurriendo en el resto del país.

   Ya no estamos para conceder beneficio de la duda alguna. Esperamos buenos resultados. Y como apuntaba al principio, si nos sorprenden con el arribo de un auténtico “figurón” del toreo, con ganado propicio y una puesta en escena apropiada, seremos los primeros en reconocer ese esfuerzo, digna muestra en la mejora de sus capacidades, lo que traería por consecuencia el fortalecimiento que urge para resignificar el toreo en México.

   Estaremos pendientes de cuanto se ponga en práctica, sobre todo si es pensando en este gran beneficio, y no en el perjuicio que siguen teniendo hacia la tauromaquia. Parece que ese “mano a mano” entre “El Juli” y Sergio Flores el 4 de febrero pasado fue el botón de muestra de lo malo que pueden ser ciertas consecuencias. Espero, como esperamos muchos aficionados que se levanten dignamente y continúen su marcha, convencidos de que es buen momento para rectificar.

2 de marzo de 2018.

ORLAS

EDITORIAL.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

TAURINOS, ANTITAURINOS y CAMBIO CLIMÁTICO.

    ¿Qué el espectáculo de los toros es grandioso?

   Lo es, en efecto, y lo es para una comunidad que, a lo largo de los siglos ha entendido esto y desde los cimientos del imaginario colectivo, como la expresión en la que, la suma de sus componentes genera y ha generado ciclos históricos, síntomas de pasión como pocas expresiones donde le va la vida a quienes intervienen directa e indirectamente. Y también ocurre, lo que es aún más notable: la contundente representación del sacrificio y muerte del toro, esa especie animal destinada en particular a dicha puesta en escena. Esto como resultado de un proceso selectivo minucioso, cuyos cuidados son especialmente aplicados por sus propietarios.

   Sin embargo hoy día, así como se enfrentan condiciones vulnerables causadas por efectos internos y externos provenientes del mismo espectáculo, las hay incluso creadas por circunstancias cuyo origen proviene en forma directa causada por el cambio climático.

   Internamente los agentes que han causado debilidad son múltiples, como la presencia de la iniciativa privada o de particulares que la administran. En la mayoría de los casos no llegan por vía de un proceso, licitación o concurso que los obligue a cumplir con propuestas sólidas y luego a entregar buenos resultados, ganancias, pero sobre todo compromisos que garanticen preservar una tradición que, sin entenderlo, se trata no de un negocio; no de una aventura más. Es, para su conocimiento un patrimonio, sin más.

   Lo hacen en medio de estructuras improvisadas, sin vigilancia alguna por parte de la autoridad, imponiendo sus propios criterios, su propia “ley”. Por desgracia, el resultado queda a la vista y pueden hacer y deshacer indiscriminadamente sin que medie ningún reglamento, ley de espectáculos públicos, juez de plaza, sanción correspondiente o la opinión de la prensa; e incluso de aquello en como piense o actúe el público más en contra que a favor. De manera natural, espontánea, pero con un malestar de fondo, una plaza semivacía –incluso, bajo la condicionante de un “buen cartel”-, es el mejor reflejo de inconformidad.

   La última temporada en la plaza “México” es el caso más evidente donde fueron públicos y notorios diversos casos en los que ciertos ejemplares se aprobaron o lidiaron sin haber cumplido los requisitos establecidos por el reglamento. Aunque si eso es grave, fue más aún el hecho de que los jueces de plaza, sin respaldo alguno (por parte de la jefatura de gobierno o la delegación política correspondiente) se vieron atados de pies y manos pues no se supo de rechazo alguno o de suspensión del festejo respectivo porque en lo ambiguo de la ley y el peso de la razón que impone la empresa, su presencia es meramente decorativa. Con lo anterior, la autoridad de la autoridad simple y sencillamente no existe.

   Otro caso fue el exceso de vendedores quienes ante la ausencia de inspectores obligados por el reglamento se mueven a sus anchas, ignorando que esa dinámica es fuente constante de riesgo, pues distraen o “tocan” al toro, con lo que ello representa peligro para quienes realizan su labor en el ruedo. Y si lo es de riesgo, también es de malestar por su ir y venir en los tendidos

   No se diga sobre la presencia tentadora de bares al aire libre, que ocupan 3 de los 7 balcones, donde existen asientos, los que en forma sospechosa se atribuye la empresa pues se trata de sitios que no fueron renovados o que deliberadamente destino para ese propósito. A esa administración parecen preocuparle más las prebendas, beneficios o canonjías que son también los de todos aquellos comerciantes colocados fuera y dentro de la plaza que, a ciencia y paciencia han invadido incluso sitios señalados por normas de seguridad.

   Esto es apenas parte de lo visible, un todo que ha quedado impune, sin sanciones ejemplares, con escasa y débil presencia por parte de la prensa, sector del que siempre esperamos una postura imparcial, no percibida salvo casos excepcionales.

   Otro agente lo vemos en antitaurinos o poderosas corporaciones encargados todos en alentar un discurso que se confronta con el andamiaje logrado por la tauromaquia en siglos de evolución, en el que columnas vertebrales como lo ritual, la técnica, el arte, profesionalización y regulación de la misma, han sido razón constante de expresión y mejora.

   Dudaban ellos –los antitaurinos-, y nosotros también que el toreo llegara a nuestros días en clara condición de supervivencia. Queda por parte de los contrarios adecuar su postura, pues en todo caso desconocen o malinterpretan los métodos de crianza y selección aplicados por sus propietarios. A ello hay que sumar la acumulación de valores rituales, suma de culturas occidentales que se amalgamaron con la de nuestros antepasados y que en este aquí y ahora, sujeto al principio de que cambia la forma, no el fondo, sigue presente en la entraña de nuestro pueblo. En lo particular el concepto «pueblo» es utopía al no existir una razón que lo defina como tal. Las luchas civiles entre señores -durante el siglo XIX y el XX, e incluso el nuestro-, utilizan las masas humanas como instrumento para conseguir intereses personales, sustentados en el término pueblo, el mismo que funciona para satisfacer -sí y solo sí- los intereses. Cubierta esa necesidad, el pueblo vuelve a su estado utópico, en tanto que terrenable es o son masas (todo ello bajo el entorno latinoamericano).

   Junto con lo anterior, no podemos olvidar que ese “pueblo” también está permeado por otra razón de peso: la religión, donde según datos   actualizados que proporciona la página del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, por sus siglas), indica que el 89.3% de la población es católica.

   Si el giro que dan los opositores es favoreciendo el necesario impulso a un planeta afectado por el cambio climático en todas sus expresiones, lo que esperaríamos que hicieran es reorientar los esfuerzos a favor de una sustentabilidad así como rectificar su equivocada lectura que también nosotros, los taurinos deberemos corregir, en la teoría y la práctica. Adecuarnos a los tiempos que corren, sometiendo la regulación y representación mismas del espectáculo a las mejoras convenientes, será el mejor camino. Y no solo será. Sino que ya es una tarea, un imperativo de profunda responsabilidad, basado sobre todo en el uso apropiado de la puya, banderillas, estoque y puntilla, trebejos empleados en el curso de la lidia y que, en buena medida son motivo de discusión, pero también de corrección apropiada, basado lo anterior en el uso correcto de dichos instrumentos.

   Este legado, el que conservan ocho naciones en el mundo cuenta con suficientes motivos para justificarlo y defenderlo. Incluso, consolidando las debidas declaratorias de patrimonio cultural inmaterial impulsadas desde niveles como el municipal, estatal o nacional, de acuerdo al compromiso moral asumido por quienes consideran que su defensa, conservación y preservación es no solo necesaria, sino urgente.

   Los taurinos tenemos mucho que hacer. La lucha frontal, ante cualquier motivo extraño que altere la esencia misma de la tauromaquia, es motivo más que suficiente para enfrentar y eliminar ese mal.

   Ya lo decía un reciente empresario que dejó en condiciones críticas el espectáculo: “Para qué queremos antitaurinos. Con los taurinos tenemos”.

   Que esto no sea denominador común, ni etiqueta descalificadora para unos y otros. Cada quien tiene compromisos por cumplir. El telón de fondo es reconstruir una fiesta que alcance –aunque he ahí lo complicado-, niveles de calidad total. Y más aún, una digna supervivencia, e incluso también, una muerte apropiada.

   Por otro lado, el cambio climático podría contenerse o adecuarse si para ello existe conciencia, educación (en apego a realidades no a intereses), pero sobre todo voluntad de las sociedades que habitan el planeta Tierra. Los niveles alarmantes causados por el propio cambio aún no tocan fondo, de ahí la marcha despiadada con la que causa efectos irreversibles.

19 de febrero de 2018.

ORLAS

EDITORIAL.

EL TORO: UNICA GARANTÍA EN EL ESPECTÁCULO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

¿Cómo lo prefieren: de frente o de perfil?

     Cuando el público, la afición se va de las plazas de toros, no es casual ni gratuito. Hay suficientes motivos de peso que obligan a esta forzosa decisión. Si un espectáculo no tiene la escala o el nivel congruentes con lo que se paga en taquilla, el espectador prefiere no dejar dos pesos por algo que vale centavos. Si ve permanentemente salir por toriles ganado con las condiciones señaladas por un reglamento que nos habla del toro de cuatro años de edad y 450 kilos de peso, y que no pide otra cosa más que se cumpla con estos requisitos, la desilusión nos invade y no habiendo otro estímulo, preferimos irnos. Pero se quedan aquellos que, o son quienes montan el espectáculo y colaboran en él sin darse cuenta que con ese fomento afectan radicalmente la imagen del espectáculo, o porque su terquedad y obsesión han caído bajo el encanto del poder.

   Como un médico, mi diagnóstico, luego de conocer algunos de los síntomas, me dice que, en tanto patológicos, y de seguir ese cuadro, pronto se darán menos corridas en las plazas de toros, no por incosteables, sino porque el negocio no se ha realizado a cabalidad.

   El caso de la plaza de toros “México” es significativo. Desde que el Dr. Rafael Herrerías Olea tomó las riendas del coso capitalino, y que manejó el mismo de manera incorrecta, logró hacer de esto un fracaso permanente (aunque se mencionen cifras, números y demás posibles ventajas de su presencia e influencia, si lo único que se tuvo como balance fue el de una crisis generalizada de la que aún se percibe el lamentable saldo). Se entiende que el empresario, cumple con lo indicado en la Ley para la celebración de espectáculos públicos en el Distrito Federal, en su art. 43, fracciones I a VIII y si ante las autoridades cubre esos requisitos, todo aquello que soporta documentalmente una temporada debería cumplirse a cabalidad. Lamentablemente también la autoridad quedó sujeta a caprichos e imposiciones que la redujeron a la triste figura decorativa.

   Pero ante el desastre, quien debe rendir cuentas?

   Si las leyes, siendo tan claras se enturbian entre negociaciones, arreglos o “enjuagues”, es posible que el resultado sea una criatura, hija del mal, engendro no tolerado por la afición, que se da cuenta claramente del “abuso de confianza” en que está convertido el engaño, la tomada de pelo.

   ¿Cómo controlar todo esto?

   Muy sencillo. Cumpliendo legítimamente con todo lo requerido en el proceso de autorización de una temporada, cuando la empresa presenta la documentación solicitada, misma que se aprueba por la autoridad correspondiente; y en el entendido de que no existe inconveniente alguno, se da el visto bueno. Más tarde, y durante el curso de la temporada, los jueces deben dar fe y testimonio del cumplimiento, agregando a lo anterior, los resultados del examen post-mortem (que por cierto dejó de practicarse) cuyos datos son definitivos para corroborar si la edad del toro corresponde al dato proporcionado por el ganadero (bajo protesta de decir verdad), y en consecuencia es la misma. De no ser así, deben aplicarse las sanciones a que tenga lugar la infracción.

   Ahora bien, de un tiempo a esta fecha, hemos visto toros y novillos que ni por casualidad dan ya no tanto el peso, sino la edad que dice el ganadero tener él o los toros que vendió a la empresa, lo que insinúa un mal, un pésimo arreglo de complicidades, del que, únicamente pierden de vista el costo que significa el alejamiento de los aficionados, quizá el costo más elevado, porque es esta parte la que mantiene el espectáculo y no lo otro.

   El hecho de que se sostenga la mentira provoca la pérdida del interés ocasionado en el aficionado, al que se le ha arrebatado uno de los factores esenciales en el espectáculo: la emoción provocada por un toro en la plaza, un toro que requiere haber cumplido nada más –insisto por la lógica del sentido común- los cuatro años y 450 kilos de peso reglamentarios, con la idea de que no sean aparentes sino lo más reales posibles. De otra forma reincide el engaño, la mentira, y con la mentira no se puede jugar (o se hace bien o no es mentira), que para eso están los resultados a la vista. En cuanto haya un retorno legítimo del toro a las plazas, regresará también el aficionado. En cuanto se nos cobre lo justo y no haya imposiciones de ninguna especie, sentiremos que los impedimentos habrán desaparecido. Las cosas volverán a ser mejores. Y no crean que estoy idealizando, ni fascinado por la utopía. Las plazas recuperarán su colorido, como el espectáculo su integridad.

   Cuando la autoridad se sienta respaldada por las leyes pero no coartada por amenazas oscuras, este espectáculo recuperará glorias perdidas. El Juez es la máxima autoridad en la plaza, incluso es representante directo del Jefe de Gobierno, lo que eleva su estatura, y si aplica el reglamento de manera adecuada y congruente; siempre a favor de la razón, lo que podemos esperar es el curso de un espectáculo en condiciones favorables.

   Que pedimos mucho, sinceramente no. La verdad es que queremos simple y sencillamente un espectáculo digno, no sumido en ningún tipo de polarización y a la altura de todos aquellos que, de alguna manera han alcanzado la “calidad total”.

   Incluso, conviene recordar una acertada síntesis sobre las opiniones emitidas por varios ganaderos quienes, en 1991 fueron entrevistados por Octavio Torres, colaborador en la recordada revista Torerísimo, N° 2 de marzo o abril:

   Un toro es un ser muy especial: la resultante de una larga evolución filogenética, un metazoario superior con simetría bilateral. Un toro es lo que debe salir por la puerta de toriles. Un toro es aquel que persigue con celo a los banderilleros y el que se recarga fuertemente en los caballos, apencando el rabo. Un toro es lo que quiere ver el aficionado cuando paga su boleto. Un toro es un toro. Un toro no es aquel que se cae o aquel que brinca al callejón. Un toro no es un novillo, es un toro. Un toro es eso: un toro.

   Nuestros tiempos, la madurez a la que hemos llegado como país, no merecen un espectáculo como el que pretenden darnos a la fuerza, a base de mentiras y del que terminamos siendo cómplices, sin quererlo ni desearlo. Vamos por una fiesta más digna, demandemos el cumplimiento sin cortapisas de un reglamento (instrumento legal para el que ya va siendo hora de hacerle ajustes, de ponerlo en la realidad de los tiempos que corren) que es fruto de un espíritu que pretende el desarrollo normal de un espectáculo entendido ya como un patrimonio, y no del capricho de unos cuantos, como a veces llegan a entenderlo quienes no quieren dar la cara a la legalidad, o lo que, en una palabra se reduce a la verdad de las cosas.

   Recordemos que lo que bien empieza, bien acaba.

ORLAS

HOY, APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS LLEGA A SU OCTAVO AÑO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

El 13 de diciembre de 2010, hoy hace siete años, puse en circulación el blog denominado APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS (https://ahtm.wordpress.com/). Pocos días después, y ante la novedad, tanto Juan Antonio de Labra como Jorge Raúl Nacif, responsables de AlToroMéxico.com, atentos al hecho tuvieron a bien el propósito de conocer más detalles al respecto. Entre otras cosas se destacaba el uso de este medio digital para difundir y divulgar diversos asuntos relacionados con la tauromaquia.

En aquella conversación, comentaba el hecho de que, debido al cúmulo de información lista para darse a conocer, era posible que ello tomara varios años. Y así ha sido. Con casi 1700 entregas, 385 mil visitas y la distribución de temas en 22 categorías como: anecdotario, crónicas, editoriales, efemérides, personajes y suertes del pasado, ponencias, conferencias y disertaciones, así como recomendaciones y literatura entre otras, AHTM se ha posicionado en el medio de los toros, sobre todo como un blog independiente aunque marginal, debido al hecho de no tener ningún otro compromiso que no sea el debido manejo de la historia como ciencia y esta, apoyada por otras herramientas de las que el historiador se vale directamente para darle el enfoque y el toque más apropiados en el significado de lo que el profesional pretende mostrar como resultado de sus quehaceres.

Y así es, en efecto. El logro de llegar a cifras como las ya señaladas, ha obligado a su responsable continuar con las tareas de investigación (de campo y de gabinete), así como mejorar su presentación y contenido, cosa que sucede de manera constante, en el día a día justo cuando se tiene el privilegio de acudir a las bibliotecas, archivos, hemerotecas y otros sitios donde se tiene la certeza de ubicación sobre nuevos materiales relacionados con este apasionante tema.

Pero no olvidemos que dicha plataforma se debe a una de las muchas consecuencias generadas por la internet misma. Sobre ese tema, sugiero, por cierto la siguiente entrega: Los “blogs” en el territorio de la tauromaquia (https://ahtm.wordpress.com/2012/05/21/editorial-los-blogs-en-el-territorio-de-la-tauromaquia/) que allí mismo di a conocer en 2012. Y gracias al despliegue impresionante de información que circula y seguirá circulando, hará posible todo esto que un blog como AHTM tenga razón de ser.

Hace algunos años los blogs estaban amenazados con desaparecer o verse rebasados por nuevas expresiones como los “nanoblogs”: Facebook, twitter, Instagram, Android y otros, con los cuales nuevas generaciones tienen hoy día un mejor y más sofisticado sistema que han puesto a su servicio las tecnologías de información y comunicación (TIC, por sus siglas), y quizá de lectura en esa nueva apropiación del periódico o revista, pero sobre todo del libro. Son ellos los que nos dirán a los que estamos una o dos generaciones atrás, si ese recurso de la modernidad les tiene resuelto parte de lo cotidiano, donde la lectura y el razonamiento también, son dos componentes esenciales.

Y es que tanto portales como AlToroMéxico.com, o blogs como AHTM han encontrado la forma no solo de acercarse a una diversidad de usuarios, sino difundir noticias, análisis, reportajes y, evidentemente aspectos que se relacionan con la historia del toreo en este país. Con lo anterior, se cumple un claro objetivo para que la tauromaquia siga estando en la mirada de propios y extraños, buscando con ello no solo su presencia sino su preservación como auténtico patrimonio, como un legado con el que nos hemos comprometido explicar su razón de ser, sobre todo en una época que, como la nuestra, se encuentra permeada de influencias que pretenden alterar aquella expresión milenaria y secular. Por tanto, no es una tarea fácil y cómoda. Se trata, en todo caso, de la presencia de un quehacer constante que se nutre de las actividades de otros que construyen y enriquecen el andamiaje del toreo en México. Incluso, cuando aquellas intenciones se derrumban mostrando las debilidades que afectan directamente la imagen de esta práctica existente, que se debe a sistema de símbolos, a la ritualización misma. Con una simbología propia que se centra en la relación toro-hombre en su sentido más profundo, se crea la obligación de evidenciar esa falsedad con objeto de recuperar el que puede ser resultado de un mejor equilibrio.

   Quiero agradecer también, el apoyo que durante todos estos años he tenido con el favor de otras opciones digitales, que han permitido ampliar la cobertura de este ejercicio. Primero que nada quiero hacerlo con el portal “Taurología.com (https://www.taurologia.com/), donde su responsable, Antonio Petit Caro me ha favorecido ampliamente con la publicación de diversos asuntos en en otros tantos momentos. También a “Méxicomío” (http://www.mexicomio.com.mx/), donde Óskar Ruizesparza creyó en esta circunstancia, y ahora es posible apreciar –hasta ahora-, 35 libros electrónicos. Ello no habría sido posible sin su amistad y confianza al respecto de estas aspiraciones.

   Evidentemente no puedo dejar de mencionar el blog “La razón incorpórea” (http://larazonincorporea.blogspot.mx/), y a su “redactor en jefe” José Morente, con quien no dejo de tener su afecto y acogida en tan maravilloso espacio. No pueden faltar otras opciones como “Bibliofilia Novohispana” (http://marcofabr.blogspot.mx/), “La Aldea de Tauro (https://laaldeadetauro.blogspot.com/), “Pulques finos La Virtud (http://pulquesfinoslavirtud.blogspot.mx/), “Taurofilia” https://taurofilia.blogspot.mx/), “Toros Grada 6” (http://torosgradaseis.blogspot.mx/) o el portal de la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (http://www.anctl.mx/). Todos ellos, me han dado su apoyo y su “avío”, con lo que AHTM tiene razón de existir.

En ese sentido, están creadas las condiciones para que, a través de estos medios de comunicación expresados en una de las consecuencias más notables de la humanidad, se genere una reacción que pretende proteger este espectáculo, resultado del sincretismo entre dos culturas encontradas que, al cabo de casi cinco siglos, ha logrado pervivir.

Gracias pues a AlToroMéxico.com por considerarme uno más en esta tarea habitual.

“Trabajemos”, decía y sugería Setimio Severo.

ORLAS

EDITORIAL.

GRACIAS POR LA SOLIDARIDAD.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Óvolo a favor de los damnificados. El País, 19 de diciembre de 1913, p. 8.

U.N.A.M. Hemeroteca Nacional Digital de México.

   Con el terremoto del 7 de septiembre pasado, los mexicanos vivimos momentos muy amargos. Sin embargo, el 19 de septiembre siguiente hasta antes de las 13:14 de la tarde, en el ambiente se percibía el duro pasaje con que recordábamos el fuerte sismo ocurrido 32 años atrás. Llegada esa hora, otro nuevo temblor lastimó a una buena parte de la población. La tragedia se enseñoreó, aunque por fortuna surgió de inmediato ese fenómeno espontáneo que conocemos como “sociedad civil”.

Es la primera reacción con la que cientos, miles de voluntarios apoyaron a quienes corrían riesgos de cualquier índole, lo que celebramos en forma alentadora. Más tarde, intervino el estado, e incluso se declaró “luto nacional”.

Diversos registros históricos nos llevan a tener una lectura en la que, a lo largo de varios siglos, la tauromaquia ha sido un respaldo con que paliar diversos golpes de la naturaleza. Un temblor, huracanes, o en su defecto apoyo a hospitales (mujeres dementes, niños expósitos, asilo de huérfanos, hospitales de sangre durante algún conflicto bélico; respaldo a la “Cruz Blanca Neutral”, etc.). También lo ha hecho generosa, en casos como el apoyo a construcción de acueductos, alamedas, kioskos, empedrados y otras obras públicas.

Hace 32 años, justo el 20 de noviembre, tal y como lo recordaba aquí este lunes 25 nuestro buen amigo Horacio Reiba, la plaza de toros “México” fue escenario de un festival inolvidable y de cuya réplica esperamos algo en el mismo sentido para las próximas semanas.

De entre los datos que he ido recabando para un trabajo denominado “Sobre festejos taurinos con fines de beneficencia en México”, se incluyen los que se remontan hasta el año de 1603, momento en que por ejemplo, la Cofradía de Santa Ana de esta ciudad, solicitó honrar sus fiestas y así recibir el apoyo en favor de la misma institución.

Luego, entre otros datos, los hay que solicitan el “beneficio de las limosnas” (1738), recaudar fondos para restituir a la corona lo invertido en el vestuario de la Tropa (1769), ayuda de los costos de la “fábrica del templo –esto en la villa de San Miguel-, en que está colocada la efigie de Cristo crucificado con la advocación de la salud” (1788); permiso para “hacer unas corridas de toros en la fiesta del señor crucificado para recabar fondos que les ayudaran a llevar agua dulce al pueblo de Tiacolvia, Oaxaca” (1794), entre otros.

Es en 1803 cuando se localiza un primer informe relativo al apoyo solidario, que proviene del producto y gasto erogado de la corrida de toros los cuales fueron consignados a la casa de niños expósitos.

El jueves 13 de diciembre de 1839 hubo en la plaza de toros de San Pablo un festejo con el que se apoyaba al Hospital de mujeres dementes en estos términos:

   La piedad de los mexicanos ha tenido su mano benéfica a los establecimientos del hospicio y casa de expósitos de esta capital, proporcionando recursos a favor de los infelices que en él se encuentran, ya por medio de suscripciones y ya dedicándoles espectáculos públicos, cuyos productos han contribuido eficazmente al logro de sus piadosos deseos. Mas su celo filantrópico, no ha fijado su atención a otro establecimiento igualmente benéfico a la humanidad, cual es el de mujeres dementes que existen en el hospital del Divino Salvador.

   Este sin duda reclama imperiosamente una mirada de compasión; porque aquellas desgraciadas están careciendo aún de los auxilios más precisos e indispensables por falta de recursos.

   Durante la invasión norteamericana de 1847, justo el 17 de enero, y también en la plaza de San Pablo, se celebró una función a beneficio de los gastos de la “presente guerra contra los Estados Unidos del Norte”, donde se lidiaron seis toros de la mejor raza. No hay mayores datos.

En 1860, ahora en la plaza del Paseo Nuevo, el 18 de noviembre, intervino la cuadrilla de Bernardo Gaviño, quienes lidiaron cinco toros de Atenco y dos más para el coleadero. Todo esto, so pretexto de que aquel era un festejo a beneficio de las familias de escasos recursos en esta ciudad. El monto de los productos y gastos de la corrida alcanzó la cifra de $1,105.87, cantidad que se entregó a los integrantes de la junta correspondiente, para que se distribuyeran “como de facto entre familias pobres”.

Los datos en ese registro prosiguen hasta nuestros días, pero he de concluir la presente entrega con lo que en su momento, escribió Ignacio Manuel Altamirano, declarado opositor a las corridas de toros, con motivo de un festejo que se llevó a cabo el 8 de diciembre de 1867 en la plaza del Paseo Nuevo, con objeto de apoyar a la población de Matamoros, que recién había sufrido el paso de un huracán. Su reflexión se publicó en El Correo de México, Nº 85 del 9 de diciembre de 1867. Decía este abanderado del pensamiento republicano y liberal:

   Ayer tuvo lugar la corrida que dieron algunos jóvenes aficionados a beneficio de los habitantes de Matamoros.

   Los jóvenes que creyeron conveniente poner la barbarie al servicio de la filantropía, hicieron todos los esfuerzos posibles para lucirse; pero el público los silbó desapiadadamente desde el principio hasta el fin, no concediéndoles sino uno que otro aplauso.

   El público no tuvo consideración que los aficionados se exponían delante de la fiera por favorecer a los menesterosos de Matamoros. Con esta corrida que se permitió a la caridad, concluyeron para siempre en nuestra capital las bárbaras diversiones de toros, a las que nuestro pueblo tenía un gusto tan pronunciado desgraciadamente. Los hombres del pueblo saben más de tauromaquia que de garantías individuales.

   Altamirano a su vez y en ese año de 1867 cambia la espada por la pluma (que de hecho fue su primera ocupación y que nunca había abandonado) se propone a ser el impulsor de la cultura nacional y funda el periódico El Correo de México al lado de Ignacio Ramírez y de Alfredo Chavero, quienes pugnaron por el respeto a la Constitución del 57´ y se opusieron al reformismo de Juárez. También apoya la independencia de Cuba, funda la sociedad de Libres Pensadores, entre otras muchas actividades.

Carteles anunciadores de los festejos tanto para el 3 como para el 8 de diciembre de 1867, con motivo de apoyar a “NUESTROS HERMANOS de Matamoros, que arruinados por el huracán que causó tantos males en la frontera de nuestra patria, deben recibir en tan tristes circunstancias un testimonio de afecto de la capital”.

Vayan estos datos como testimonio de que la tauromaquia no olvida ni se olvida de aquellos momentos donde se hace presente la dura aflicción del sufrimiento. A todos y cada uno de los que extendieron su apoyo, gracias por su SOLIDARIDAD.

ORLAS

EDITORIAL.

UNA TEMPORADA TARDÍA EN PUERTA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

La empresa que regentea la plaza de toros «México» ha anunciado las novilladas, que llegan como una bocanada de aire fresco, aunque es de notar que sólo pretende cumplir con los 12 festejos de rigor, con objeto de que se celebre de la temporada grande 2017-2018.

   Sin embargo, es poca cosa ese número de tardes, si vemos con detalle información como de la que nos provee el portal «AltoroMéxico.com», véase la liga: http://altoromexico.com/index.php?acc=escalafon.

   Allí están incluidos 90 jóvenes o aspirantes, que ya es una buena cantidad, pero que en el balance de sus actuaciones en lo que va del año, solo hay cuatro que rebasan los 10 festejos, en tanto que el resto refleja una escasa dinámica que únicamente puede crecer en la medida de que se les den más oportunidades. Por tanto, esta temporada en la capital del país tendría que ser tan notable como para crear la caja de resonancia que se complementa en la provincia mexicana, de acuerdo a ciertos esquemas convencionales que, en nuestros días parece ser que ya no funcionan.

   A estas alturas del año, y en otras circunstancias, esa misma temporada, cuyo inicio hubiese ocurrido al menos dos o tres meses atrás, tendría otro balance, quizá el necesario para comprender o valorar las capacidades o limitaciones de los muchachos que aspiran llegar a convertirse en figuras del toreo. Lamentablemente la mentalidad de esta empresa es cumplir el requisito pero no otra serie de condiciones que quizá podrían mejorar el estado de cosas que prevalece en el país con respecto a la cosa taurina.

   Es obligación de dicha empresa el cumplimiento de ciertos compromisos que hasta ahora, en términos de balance no ha obtenido desde la temporada anterior, y donde tomaron las riendas del control en la capital. Quizá se trate de entender que el desarrollo de un serial no es suficiente con ese número tan justo, sino que necesita de más y más tardes donde se incentive y estimule el capítulo novilleril que tanto anhelamos los aficionados. A 35 años vista después del último gran episodio que protagonizaron Valente Arellano, Ernesto Belmont y «Manolo» Mejía, el cual se convirtió en referencia y modelo a seguir, no hemos vuelto a admirar la consagración de otros novilleros, sobre todo a ese nivel, estadio que se necesita para que una plaza como la «México» se convierta nuevamente en el espacio donde puedan acudir por miles no solo aficionados, sino todos aquellos otros sectores de interesados o curiosos con intención de comprobar, tal cual ocurrieron entre 1982  y 1983, aquellas históricas jornadas.

   Sin embargo, y ya sin el beneficio de la duda que concedimos hace un año a dicha empresa, esperamos un resultado satisfactorio. En sus afanes de «Soñadores de gloria», han programado ya once de los doce festejos (dejando el último para los triunfadores). Destacan dos de ellos a celebrarse los sábados 9 y 30 de septiembre a las 12:30 horas, que no son, de acuerdo a la costumbre buenas fechas. Sin embargo se verá como responde el público ante días y horarios nada convencionales. Llama la atención que el sábado 30 serán lidiados en el coso de Insurgentes 6 ejemplares de Zacatepec, ganadería tlaxcalteca que el año pasado se convirtió, al menos desde mi punto de vista, en lo más notable de la temporada. Esperemos ratifiquen su historial una vez más.

   Como aficionado no aplaudo la noticia. Ya era algo esperado desde hace meses y forjar novilleros no es de la noche a la mañana. Toma tiempo, necesitan de gente que los conduzca con acierto, mucha voz desde el callejón, opiniones que los pulan y cuestionen sus actuaciones al punto de que ellos mismos generen la autocrítica consciente y honesta, antes de caer en el error de que, por comentarios equivocados, sientan incluso que son más que «Manolete! y «Armillita» juntos. Pero sobre todo, necesitan oportunidades, aquellas en las que una tarde sí y otra también estén ahí, dejándose ver, hasta el punto de que se comience a hablar de ellos y que por tanto, se les vea como posibles continuadores por y para una tauromaquia que, como la mexicana, necesita renovarse.

   Que se mantienen los mismos precios, es lo de menos. Que se llenen los tendidos o que se registren mejores entradas es el quid del asunto, pues ello será el reflejo de importancia que adquiera la temporada. Recuerdo entradas muy malas hace un año, pero es que aquello también era un síntoma que acumulaba la falta de una publicidad apropiada, la presentación de jóvenes con apenas el mínimo de un bagaje con que llegar dignamente a la plaza más importante del país, lo cual trajo como consecuencia un final no mediano; mediocre.

   Entiendo también, y creo que es el sentir de muchos aficionados, el esfuerzo que implica este nuevo compromiso. Pues bien, hay que hacerlo pensando en resultados notables y no en «poquita cosa». Es una buena oportunidad para que se demuestren como están trabajando empresa, ganaderos, autoridades, medios de comunicación, toreros, cuadrillas y demás personajes protagónicos en pro de un espectáculo por el que hay que trabajar a su favor en forma contundente. La labor a nivel municipal o estatal que ya ha conseguido el Vo.Bo. para que la tauromaquia sea un patrimonio cultural no significa colgar la medalla y punto. El objetivo es que ese anhelo algún día alcance el nivel nacional, por un lado, e internacional por el otro para lograr lo que tanto hemos aspirado en términos de su preservación. Pero debemos seguir trabajando y mucho, con objeto de que la fiesta de los toros se justifique plenamente, sin necesidad de falsos discursos ni protagonismos fuera de lugar.

   Esperamos finalmente un remate afortunado para este serial que arrancará el domingo 27 de agosto, pues creo que ya no podemos tolerar algo que simple y sencillamente apuntaría a la mediocridad.

   ¡No más mediocridad!

23 de agosto de 2017.

ORLAS

EDITORIAL. 

¿HASTA CUÁNDO EL AYUNO TAURINO EN LA CIUDAD DE MÉXICO?

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

En otras épocas, las que detentaron y controlaron por ejemplo Antonio Algara, “Carcho” Peralta o Alfonso Gaona –cuando este personaje se proponía hacer bien las cosas-, la temporada de novilladas podría estar alcanzando a estas alturas del año un buen número de novilladas, lo que garantizaba que al final de ese capítulo estuviesen un buen número de aspirantes a matadores de toros. Fueron temporadas con 30 o más festejos que dejaron excelente balance. Con ello, la fiesta en nuestro país se veía intensificada, pues otros tantos empresarios, los de provincia no podían dejar pasar la oportunidad para programar a los triunfadores de la capital, cuyas plazas, “El Toreo” o la “México” se convirtieron en cajas de resonancia. De ahí que ambos cosos “daban y quitaban”, lo mismo a novilleros que a matadores de toros, con lo que su intención como frase sentenciosa tenía efectos contundentes.

Pero en este 2017, conforme avanzan los meses, semanas y días se aprecia y confirma cada vez más, que la actual empresa de la plaza de toros “México”, se empeña en no dar festejos, y si lo hace va a ser simple y sencillamente con el propósito de cumplir con lo establecido en el reglamento taurino y la ley de espectáculos públicos vigentes, con objeto de alcanzar el visto bueno y así celebrar –si es que ese es su propósito-, la temporada grande 2017-2018.

Serían 12 únicas tardes, número insuficiente para dar la oportunidad al que en estos momentos debería verse como un contingente de aspirantes (si es que los hay) dispuestos a mostrar, como es natural, más sus defectos que virtudes.

No recuerdo tarde alguna y hablo de la temporada 2016, donde se haya hecho notar alguno de aquellos que actuaron en lo justo de 12 festejos. Sí recuerdo, en cambio, que lo más sobresaliente fue el encierro de Zacatepec el cual vino a reverdecer viejos laureles de tan reconocida hacienda tlaxcalteca…, pero hasta ahí.

Por tanto, estas notas no son sino un llamado de atención que los aficionados le hacemos a una empresa que nos sigue debiendo un aporte en revelaciones juveniles, las cuales tendrían que estar entrando ya, por el sendero de firmes prospectos para un futuro garantizado en la tauromaquia nacional.

Un comportamiento deprimido como el de la fiesta en estas partes del año nada bien le viene a un espectáculo que necesita credibilidad, posicionamiento, y demás factores que la ayuden en ese aliento indispensable. En eso no parece fijarse la nueva empresa para la cual ya quedó atrás aquella generosa concesión del beneficio de la duda de nuestra parte. Hoy, lo que queremos son hechos.

Su respuesta, el silencio, la inactividad solo levantan sospechas y eso en verdad, crea muy mal ambiente.

Además, esperaríamos que dicha organización se aplicara con una serie de correctivos bastante necesarios para ganarse la confianza de quienes asistimos a la plaza.

¿Quieren ejemplos?

1.-La conveniencia de que los festejos comiencen a las cuatro de la tarde.

2.-Evitar el exceso de negocios que se instalan en áreas de acceso a la plaza, sobre todo inmediatamente después de la entrada principal de sombra.

3.-Retirar el templete o tarima que invade la libre circulación. No quiero pensar si se presentara una emergencia. Aquel obstáculo sería una auténtica trampa en una salida imprevista del público de los tendidos hacia los pasillos o exteriores de la plaza. En todo caso, ese sitio debería estar marcado como “zona de reunión” en caso de una contingencia, lo cual no deseamos pero que prevenimos con esta observación, ausente en los códigos de seguridad de la plaza y donde la delegación tendría que estar más que presente para aplicar el protocolo correspondiente.

4.-Eliminar los puntos de venta de bebidas alcohólicas que están colocados en por lo menos dos balcones ubicados en sombra y que causan desagradable impresión, convirtiendo los tendidos en zona de bar.

5.-Control a los vendedores. En las últimas temporadas ha crecido el número de vendedores en los tendidos. Pero no hay quien los controle, por lo que estos realizan sus actividades sin quedarse quietos un momento. Incluso, en los momentos cruciales de la faena o desenlace de la misma, su ir y venir provoca que los toros se “toquen”, con lo que los diestros no se encuentran en condiciones de consumar correctamente la suerte suprema.

6.-Control de esos otros negocios, sobre todo de comida que también se han incrementado y que si bien, producen un efecto o golpe interesante a la vista, dejan ver un débil rigor en la concesión de permisos. He aquí un caso que deben resolver conjuntamente empresa y autoridad delegacional.

7.-Eliminar la presencia de grupos musicales que en muchas ocasiones sus repertorios no guardan ninguna relación con el ambiente taurino. Con ello, se corregiría el exceso de decibeles que producen por efecto del equipo de sonido con el cual se hacen acompañar.

8.-¿Quieren llevar público a la plaza?

¡Bajen los precios!

9.-¿Quieren difusión?

Mejoren su imagen, mercadotecnia y publicidad.

10.-Comiencen ya, por lo que más quieran la temporada de novilladas. La afición se los agradecerá.

11.-Eviten, en la medida de lo posible el exceso de personas en el callejón. Un buen control y entonces sólo estarán en dicho espacio quienes sí tienen una función específica.

Estaremos pendiente de lo que suceda. No al ayuno taurino forzado que vivimos por estos días.

Agosto 7 de 2017.

ORLAS

EDITORIAL.

EL RESPETUOSO SENTIDO DE LA HISTORIA.

AUTOR INVITADO: ANTONIO PETIT CARO, RESPONSABLE DEL PORTAL DE INTERNET “TAUROLOGÍA.COM” 

Entre don Antonio Petit Caro y este servidor, tenemos desde hace algunos años una permanente comunicación, resuelta en esa correspondencia epistolar que nos mantiene al tanto de nuestros quehaceres y opiniones. Procuramos enarbolar los principios que cada quien se ha propuesto, y que por fortuna coinciden. Uno de ellos tiene que ver con ese respetuoso sentido por la historia, del que en esta ocasión ha logrado hermoso texto, mismo que tiene profundo sentido como para hacerlo nuestro y compartirlo desde este blog. En su contenido se encuentran esos componentes que a muchos de nosotros nos preocupan y que son, en esencia, los valores que deben mantenerse vivos para procurar que se mantengan vigentes ya no solo en nuestras manos. Lo piensa él, y lo comparto plenamente, que ese compromiso también lo prevemos para las generaciones venideras que han de conservar un legado como es el de la tauromaquia, expresión que como muchas que provienen de un pasado cuya carga contiene elementos ligados con el ritual del sacrificio y muerte de un toro, hoy día ha entrado en conflicto con las formas de ser y de pensar de las nuevas generaciones.

También tiene el acierto de reivindicar –desde la historia-, todos los significados que el espectáculo taurino ha acumulado al paso de los siglos, mostrándose tal cual es en nuestros días.

Por ese y otros motivos es que conviene leer y releer tan interesante apreciación, que es la de un aficionado con muchos años de experiencia y que hoy la comparte generoso.

Muchas gracias, don Antonio.

La figura del toro bravo se impone desde la antigüedad hasta nuestros días.

   A veces quienes nos decimos aficionados olvidamos que no somos más que un eslabón que se remonta en los siglos y que, con toda legitimidad, aspira a que se prolongue ininterrumpidamente al menos otros tantos. A final, la Fiesta no es más que el resultado de la concatenación de muchos episodios, grandes y pequeños, que conforman la historia en su amplia y compleja extensión. Nuestros mayores tuvieron la prudencia de enseñar que hasta de lo más nimio que ocurre en un ruedo puede aprenderse, y mucho. Ningún elemento, por marginal que pueda parecer, debe considerarse superfluo cuando hablamos de toros. Por eso, la historia se conforma mucho más allá de los dimes y diretes que nos contamos los unos a los otros; la integran realidades que da fe de cuánto supone transmutar el riesgo en arte.

Actualizado 7 abril 2017.

   Cuando nuestra generación era más o menos como hoy es la de nuestros hijos, aprendimos de los mayores que para acercarse a la Fiesta de toros con el ánimo pronto de entender su misma esencia, se hace necesario adoptar una postura, tanto intelectual como de ánimo, de un sereno respeto por todos los episodios, grandes y pequeños, de la historia taurina en su amplia y compleja extensión. Pero, además, con ese sentimiento de sencilla humildad que da el saber que hasta de lo más nimio puede aprenderse, y mucho. Ningún elemento, por marginal que pueda parecer, debemos considerarlo superfluo cuando hablamos de toros.

No valen, desde luego, esos clichés prefabricados que, a través de simplificaciones –perdón por ser redundante– simplistas, tratan de reducirlo todo a unos pocos conceptos, que al final suelen quedan en lugares comunes, tan faltos de sentido como de realidad. Y cuando tal se escribe, me estoy refiriendo, por ejemplo, a las vaguedades que en ocasiones oímos a gentes que se dicen entendidas, pero que todo lo dejan en añorar un pasado que muy probablemente no vieron y que nunca fue tan clamorosamente glorioso como afirman, o a pronosticar un futuro tan plagado de nubarrones que parecen augurar la proximidad de alguna suerte de «gota fría» sobre los ruedos.

Si se repasan con el respeto necesario los Anales taurinos, tengo para mí que la gran lección que se puede extraer radica, ante todo, en comprobar cómo la Fiesta ha tenido desde sus orígenes un profundo sentido dinámico y armónico, gracias al cual ha sido posible el milagro de preservar en el tiempo aquello que es propiamente esencial, sin que en este empeño influyera la probada capacidad de todo lo taurino para adaptarse a las circunstancias y condiciones cambiantes de los siglos.

Dejando a un lado otras consideraciones más o menos antropológicas, que ahora cabría hilvanar pero que mejor es omitir, esta creatividad dinámica que se contiene en el hecho taurino nace de un concepto que podríamos calificar de radical. Y es que la Fiesta de toros hunde sus verdaderas raíces en el hombre, más en concreto: en sus capacidades creativas, sea ocasionalmente torero, sea criador de las reses bravas, o tenga cualquiera de los mil cometidos que se ven en todo este enmarañado complejo de tauropartícipes, incluidos quienes, sencillamente, nos sentamos en el tendido.

Sin un hombre que sepa conjuntar el sentido épico de cuanto ocurre en un ruedo y esa otra capacidad de intuirse un creador de arte, probablemente nunca habría existido la Fiesta de los toros. Ni cuando rudimentariamente era un juego de lanzas y caballeros, ni cuando como hoy un toro permite un sinnúmero de suertes, incluso si están mal planteadas y peor resueltas. Pero sin capacidad creativa, sin ese cierto criterio de construir una obra renovada cada tarde, la Fiesta no habría pasado de ser, para quienes la miramos desde el presente, uno de esos muchos anacronismos que estudiamos en la Historia.

De este concepto que liga tan estrechamente lo taurino con el hombre, toma su fundamento la razón última que explica el porqué de la Fiesta. Y tengo conciencia clara de lo que significa cuanto sugiero que se comparta este pensamiento. Precisamente por eso bueno resulta insistir en muchas ocasiones en el sentimiento de respeto por cuanto vemos en un ruedo, ya sea en el triunfo, ya en el accidente de una tarde aciaga o, lo que es peor, en el traspié profundo de lo anodino.

   Como bien se conoce lo que supuso la revolución que trajo el Pasmo de Triana [justo cuando el autor se refiere a Juan Belmonte], sin otros preámbulos viene a cuento recordar una anécdota que me llamó la atención, y además grandemente. Ocurrió en cierta ocasión en la que le convencieron para que, ante el público y en la plaza de Jerez, toreara una becerra en un improvisado tentadero organizado para unos visitantes ilustres. Aquel día a Belmonte, ya en el tramo final de su vida, no le preocupaba si podría producirse un percance, incluso estoy por afirmar que tampoco le quitaba el sueño si iba a estar mejor o peor con la muleta; su preocupación primera se centraba en lo ridículo que supondría que una becerra pudiera trastocar en un momento toda la torería que correspondía a su historia. “No hay nada más grotesco -vinieron a ser sus palabras- que caerse ante una erala, a la vista del público, con sesenta años y llamándote Juan Belmonte”.

Como en este hombre tales sentimientos se alejaban kilómetros de cualquier creencia egocéntrica, así sólo puede pensar quien tiene un concepto completo de la Fiesta, en el que se entremezclan en riguroso pie de igualdad todos aquellos elementos que más directamente dicen del toreo, con esos otros que nacen de saberse, sin aspavientos ni extravagancias, parte de una Historia que por encima de todo, incluso de uno mismo, hay que preservar. La becerra de turno no habría revolcado a una figura señera, irrepetible; habría dejado en entredicho a la Historia misma del toreo. Esa era su verdadera obsesión de aquel día.

Estos sentimientos belmontinos, reflejan con nitidez el sentimiento que trato de explicar cuando recuerdo con reiteración que a una plaza siempre hay que acercarse con respeto, con el respeto debido a unos hombres que, sean conscientes o no de ello, tienen como objetivo último transmutar el riesgo en arte, hacer que algo fugazmente perecedero se convierta en un eslabón más de una historia inacabable, de la que forman parte y a la que deben garantizar su prolongación en el tiempo.

Del sentido globalizador de lo taurino que encierran semejantes ideas, nace la razón más verdadera de la afición taurina, que de generación en generación ha llegado a nuestros días y que espero que, con el pasar de los años, también los que ahora son niños alcancen a transmitir a quienes les sucedan.

Para servir de ayuda en tal empeño, aún en la dificultad de poder encerrar en unas pocas líneas lo que ha tardado siglos en protagonizarse en los ruedos, en pequeña medida, desde luego, pero a lo mejor estas consideraciones puedan tener alguna utilidad cuando el timón de nuestra afición común haya pasado a la siguiente generación, para que recuerden con cariño como un día, siendo todavía muy niños, se acercaron al misterio bellísimo que tiene su epicentro en una plaza de toros.

Disponible en internet abril 9, 2017 en: http://taurologia.com/respetuoso-sentido-historia-4643.htm

ORLAS

CARTA DE DESPEDIDA A JESÚS SOLÓRZANO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 ESTIMADO MAESTRO: 

Como cada miércoles era inminente que, a término de mediodía, recibiera tu llamada telefónica. Por eso consideré que así habría de suceder puntualmente. Han pasado de las tres y el teléfono se mantiene en silencio. He sabido de la noticia de tu partida por lo que con apresuramiento me dispongo a escribirte estas notas, de las que no tengo claro si podrán ser capaces de decir algo, al menos con ese sentido entrañable, misma razón con la cual mantuvimos hasta el último momento esa peculiar amistad.

Hoy, será imposible ya comentar las razones que un tema como los “Toritos” de Tultepec habrían generado en ti esa capacidad de asombro, la misma que causaste vestido de torero, arrancando en el olé la emoción de multitudes que te veneraron a lo largo de esa intermitente presencia tuya, milagrosa por otro lado, o al menos eso es lo que creo, pues siempre tuviste fe en el hecho de que los toreros en estado de gracia, son capaces de producir milagros, hasta el punto de convertirse en aquello de lo que fuiste particularmente un convencido al transverberarse en ti el milagro de la licuefacción de la sangre de San Genaro, o en el hecho de considerar que el torero es un hierofante, personaje que en la Grecia antigua era el sumo sacerdote de los cultos mistéricos. Y como afirmaba la escritora Rosa Montero, de quien te mencionaba que justo en uno de sus textos más recientes había logrado recuperar de ese término, lo que todo torero tendría que buscar afanosamente en su vida: ser un hierofante, es decir aquel que es capaz “de hacer aparecer lo sagrado”.

Nuestras conversaciones giraban en torno a los muchos proyectos que tenías entre manos, sobre todo por el hecho de que surgieron enormes dudas respecto al complicado ejercicio de interpretar imágenes del pasado y que, recogidas a través de películas, conservabas celosamente. Allí estaba el material filmado por tu abuelo, que daba énfasis a todos aquellos toreros que, junto a tu padre forjaron la “edad de oro del toreo en México”. Pero también surgieron nombres como los del Dr. José Hoyo Monte, Daniel Vela, Alfonso Manrique, Manuel Reynoso de cuyo legado cinematográfico teníamos pensado hacer todo un trabajo de interpretación técnica y estética de aquellos que integraron tan peculiar generación de toreros, uno de los cuales, tu padre mismo, era la pieza protagónica más destacada.

En el poco tiempo que llevábamos de realizar tan hebdomadaria rutina de llamarnos por teléfono, o en más de alguna ocasión saludarnos en tu casa o en un café, se dejaron notar la presencia de un torero y de un caballero que hicieron de Jesús Solórzano eje, modelo y referencia para otros toreros que, como Diego Silveti, o “Morante de la Puebla”, acudían a ti con frecuencia para escuchar el consejo oportuno o la anécdota sabrosa con qué condimentar largas conversaciones de las que, necesariamente tendría que salir el duende de la gracia, el sentido de la lógica, lo profundo de la reflexión.

Por eso tengo que agradecerte el privilegio de que me contaras entre tus amigos, extendiendo el capote con la notoria intención de llevar a cabo esa tarea, la que implicaba decodificar ese material de cine con visión crítica, dejando todo en su justa dimensión, a la hora de realizar ese juicio –que no sumario-, de todos esos toreros que fueron para ti paradigma y referencia. Me hablabas entusiasmado de lo que una y otra vez apreciaste en Silverio Pérez, o lo impecable de aquellas faenas de referencia de Lorenzo Garza; incluso de lo poderoso y variado que habría sido Fermín Espinosa en más de una faena. Pero por encima de todos ellos tu propio padre, a veces incomprendido, seguramente porque alcanzó estaturas que ya nadie fue capaz de comprender.

Había necesidad de ordenar aquello, generar líneas coherentes y armar faenas personalizadas con objeto luego de compartirlas entre los toreros de nuestros días, procurando así conmoverlos un poco, quitarles la idea de que el toreo no es precisamente lo que ellos piensan al respecto, sino algo que va más allá de una aparente y corta dimensión de las cosas, y porque esta época no se parece en nada a aquella otra. De esa manera, con el cambio radical de prácticas en el quehacer del mundo taurino, era necesario ese propósito de renacimiento a partir de tus tribulaciones.

Me quedo con una especie de pendiente, de tarea o propósito por materializar tus empeños hasta el punto de que sean necesarias muchas jornadas para esa nueva cruzada evangelizadora, la que requieren toreros, aficionados, integrantes de la prensa y los taurinos en su conjunto para cambiar un poco ese triste panorama con el que carga la tauromaquia mexicana de nuestros días.

Cuando haya necesidad de salir y divulgar esa doctrina, diré con satisfacción que esta es resultado de tus inquietudes con lo que se han de cumplir los más caros propósitos, preservando así tu memoria.

En fin, que por ahora me despido mientras la húmeda tarde de hoy, 15 de marzo llora lágrimas por tu partida.

Mi saludo y  mi recuerdo más entrañable, torero.

José Francisco Coello Ugalde.

Ciudad de México, 15 de marzo de 2017.

ORLAS

EDITORIAL. 

SELECCIÓN DE: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

¿ES EL TOREO TORTURA O MALTRATO ANIMAL?

   Se ha publicado en el excelente portal “Taurología.com” (http://www.taurologia.com/), una colaboración que es de suyo, relevante sobre todo en estos tiempos de deliberada confusión. Su director, el reconocido periodista Antonio Petit Caro, quien cuenta con un ojo selectivo muy claro, incluye en dicha página electrónica la visión de un notable académico español, Antonio Arenas, una opinión que proviene de estudios científicos y no de la epidérmica discusión que proviene de encuentros de “banqueta”. En correspondencia con la excelente labor que ha realizado “Taurología.com”, hago mías estas notas que desde luego, serán de enorme utilidad para disuadir la débil reflexión que existe en torno al debate sobre si el toreo es tortura o maltrato animal.

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La respuesta de un reconocido experto: ¿Es el toreo tortura o maltrato animal? Un experto reconocido, Antonio Arenas, catedrático de la Universidad de Córdoba y Académico de la Real de Veterinaria de España, ha realizado un análisis detallado de la cuestión, con el propósito de arrojar alguna luz a aquellas personas que no tienen claro el porqué del toro bravo. Para ello, acude el autor «a argumentos objetivos, ya que los subjetivos, como su propio nombre indica, pertenecen al modo de pensar o de sentir de cada sujeto y me merecen el mayor respeto, los comparta o no. Pero son sólo eso, sentimientos muy personales».

Actualizado 1° de febrero de 2017.

Antonio Arenas, Catedrático de la Universidad de Córdoba, Académico de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España.[1]

   Aprovechando la actualidad de la sentencia del Tribunal Constitucional que anula la ley catalana que prohibía las corridas de toros, ya que considera que la norma invade competencias del Estado en materia de Cultura, me he animado a desgranar algunas consideraciones técnicas al respecto de la tauromaquia y de los toros.

   Con ello, en absoluto es mi propósito intentar reafirmar la afición en los incondicionales taurinos ni convencer a aquellos que abominan la fiesta nacional; sé que sería un esfuerzo inútil. Pretendo, más bien, arrojar alguna luz a aquellas personas que no tienen claro el porqué del toro bravo. Para ello, he procurado siempre utilizar argumentos objetivos, ya que los subjetivos, como su propio nombre indica, pertenecen al modo de pensar o de sentir de cada sujeto y me merecen el mayor respeto, los comparta o no. Pero son sólo eso, sentimientos muy personales.

   Básicamente, las corrientes antitaurinas basan sus argumentos en que el toreo es tortura y maltrato animal.

   Pero, el toreo en sí es una actividad física, tanto del hombre como de la res bovina, aprovechando la agresividad innata de ésta. Se trata, pues, de una actividad parecida a la que se pueda realizar montando a caballo, haciendo trineo con perros o haciendo trabajar a los animales de tiro (caballos, bueyes…). No hay tortura ni maltrato en estas actividades, como tampoco podemos considerar maltratar a una res el hecho de torearla o correrla.

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   El problema se suscita cuando, durante la lidia, se usan utensilios tendentes a herir físicamente al animal con objeto de estimularlo o para que pierda fuerza y poder así someterlo. No debe escandalizarnos hablar de sometimiento, ya que todos los animales domésticos –y el toro bravo lo es- son sometidos a la voluntad o el interés del hombre: educamos al perro o al gato, domamos al caballo, ordeñamos las vacas u ovejas…

   Sentada esta base de que el toreo sin herir a la res no es tortura o maltrato, podríamos preguntarnos ¿es tortura o maltrato el toreo cuando se hiere al animal?

   Es necesario aclarar aquí que a la res bovina, durante la lidia, no se le hiere por placer o de manera indiscriminada. Existen dos situaciones en las que se hiere a los animales de lidia: en el tentadero y en la corrida. En el tentadero de eralas (becerras de dos años de edad) se las hace entrar al caballo de picar varias veces hiriéndolas con una pequeña puya que solamente pincha su piel sin alcanzar tejidos más profundos, por lo que apenas sangran. Se trata de una compleja evaluación de su comportamiento en el caballo para poder valorar su bravura y sólo se hace una vez en su vida. El tentadero es la base de la selección genética de la raza bovina de lidia.

   La raza de lidia es de las pocas que el hombre ha seleccionado atendiendo a sus características comportamentales y no estéticas o productivas. Precisamente, el comportamiento es uno de los aspectos más difíciles de fijar en la selección genética. Podemos asegurar, sin temor a equivocarnos, que esta raza es todo un prodigio genético conseguido por los ganaderos españoles durante cientos de años para un fin concreto: crear un animal fiero pero capaz de embestir con nobleza para lograr una estética muy particular, que podrá gustar o no, pero que es única.

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   La otra situación en las que se hiere a los animales de lidia es en la corrida (básicamente toros y utreros), siendo tres las fases de la lidia en las que se usan utensilios para quebrantar al toro. La primera es la suerte o tercio de vara, donde se utiliza la puya, la segunda es la suerte de banderillas y la tercera es la suerte suprema, donde se emplea el estoque para dar muerte al toro.

   Técnicamente es necesario herir al toro con la puya para quebrantarlo y ahormar su embestida, y por supuesto no se hace para hacer daño al toro por el gusto de verlo sufrir como algunos arguyen. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (RAE) define la palabra quebrantar como “Disminuir las fuerzas o el brío; suavizar o templar el exceso de algo”. En este caso el toro es llevado al caballo para que suavice su embestida y pueda ser toreado con más temple, lo que dota al toreo de mayor belleza artística. Un toro sin picar suele ser mucho más bronco en la embestida, cabecea más y lleva la cara más alta, dificultando la lidia. No obstante, esta suerte está muy vigilada y legislada, comprobando la autoridad las dimensiones de la puya, el peso de los caballos, el número de varas a que se somete un toro, etc.

   Tal vez esta suerte debería ser revisada a la luz de la genética actual del toro, ya que la bravura alcanzada hoy día hace que los animales se fijen y empleen más profundamente en el caballo (gracias a la selección genética que apuntábamos) entregándose más, lo que va en detrimento de las siguientes suertes. Además, debería regularse el lugar anatómico en el que se coloca la puya, debiendo realizarse preferiblemente sobre el morrillo, que es donde menos daño hace y donde mejor se ahorma la posición del cuello y cara durante la embestida. Estos aspectos deberían ser debatidos técnicamente con mayor profundidad.

   Por su parte, las banderillas tenían como función técnica la de excitar la bravura de los toros tras salir del caballo y antes de la faena de muleta, especialmente en los inicios de la fiesta cuando la casta del ganado de lidia era bastante exigua. Hoy día tienen como objetivo el lucimiento artístico por lo que, si la suerte no se hace bien, sería preferible obviarla, evitando un sufrimiento innecesario del animal.

Es recurrente la pregunta de si el toro sufre o no durante la lidia. La respuesta es que sí. En una lidia sin herir, existe un cierto sufrimiento psicológico, como ocurre cuando sometemos o contrariamos a cualquier otra especie animal, incluida la humana. En la lidia del toro con picadores, es innegable que existe dolor, aunque la descarga de adrenalina hace que este alcance unos niveles casi inapreciables para el toro. Algo parecido ocurre al contrario, cuando, en el fragor de la lidia, el torero apenas se duele de una cogida. La gran mayoría de los toros indultados en la plaza se recuperan fácilmente y no se aprecian en ellos secuelas físicas o psicológicas, manteniendo luego comportamientos totalmente normales.

   Finalmente, la suerte suprema, la muerte del toro en la plaza, es consustancial a la tradición española desde antes del siglo XII. Este aspecto es uno de los que más molesta a los abolicionistas, que abominan la muerte del animal. Pero es necesario detallar aquí que todos los toros, se lidien o no, son siempre sacrificados. Se habla de que en Portugal no se mata al toro, pero también se hace, apuntillándolo en los corrales.

   ¿El toreo es tortura?

   Debemos echar mano de nuevo del diccionario de la RAE para encontrar la definición de tortura; en él, se la define como el “Grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con métodos y utensilios diversos, con el fin de obtener de él una confesión, o como medio de castigo”. Como vemos, utiliza el pronombre indefinido alguien, que se refiere a personas; no obstante, podríamos aplicarlo también a los animales. Pero deducimos que la lidia no es tortura, ya que no se trata de causar dolor para así dar castigo al animal por algo malo que haya hecho. Bien al contrario, cuando se hiere al animal durante su lidia, o es con fines de selección genética y por tanto zootécnica, o es para conseguir ahormar la embestida de un animal poderoso y poder expresar así un arte apreciado por multitud de personas y personalidades de las artes, de las letras y de las ciencias a través de los tiempos. Otras personas, en cambio, no ven aquí arte. Es cuestión de sensibilidades.

   Por su parte, la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal, en sus artículos 173 y siguientes que tratan sobre “las torturas y otros delitos contra la integridad moral” tampoco contempla a los animales como objeto de tortura.

   Al toro se le hiere durante la lidia, pero no para causarle dolor, sino por motivos que tienen un fin concreto y sujetos a estrictas normas legales. Por estas razones estimamos que el toreo no puede considerarse tortura.

   ¿Es el toreo maltrato animal?

   Recurrimos otra vez al diccionario de la RAE, donde la palabra maltrato aparece definida como “Tratar mal a alguien de palabra u obra”. Una vez más utiliza el pronombre alguien, pero apliquémoslo a los animales.

   ¿Realmente tratamos mal a las reses de lidia? Definitivamente no, más bien todo lo contrario. La cría de las reses de lidia es una de las más naturales que se efectúan en las especies domésticas, habitualmente en parajes de gran valor medioambiental. Se respetan con pulcritud la etología, la alimentación, la genética, la sanidad y todo el manejo natural que se realiza.

   Por ejemplo, en una explotación de vacas de leche, estas son inseminadas artificialmente en el celo y ordeñadas hasta unos dos meses antes del parto; los terneritos suelen separarse de la madre nada más nacer y son criados con leche en polvo adecuada. Tras tres a seis meses (depende del tipo de destete), pasa a los corrales de transición y cebo hasta que alcanzan el peso de venta con unos 14 meses. Durante todo este tiempo, madre y ternero son tratados con todo mimo y cuidado, cumpliendo todas las normas de bienestar y sanidad animal.

   Lo mismo ocurre con las reses de lidia, sólo que los lotes de vacas son apartadas con un semental durante el periodo de cría y los becerros se destetan de sus madres de manera natural a los 7 u 8 meses de vida. Luego pasan a los cerrados con animales de su mismo sexo y edad. Las hembras son tentadas con unos dos años y si no demuestran nobleza y bravura son cebadas y sacrificadas humanitariamente en un matadero; en caso contrario son dejadas como vacas nodrizas hasta que mueren de viejas. Mientras, los machos son separados en corridas con unos 3 años de edad (utreros) y suelen ser toreados con 4 o 5 años (toros). Creemos interesante reseñar que sólo mueren en la plaza alrededor de un 10 por ciento de la ganadería; el resto o mueren en el campo de manera natural o son sacrificados en el matadero.

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   La cría y manejo del toro de lidia, desde que nace hasta que sale por los chiqueros de la plaza, puede ser considerada como el paradigma del bienestar animal.

Pero es que en un encierro o en una capea donde los animales corren libremente en un circuito campando por sus respetos y dando rienda suelta a sus instintos y donde en absoluto son heridos, tampoco hay maltrato.

   Además, durante el traslado, los camiones y las condiciones del viaje y alojamiento deben cumplir la estricta normativa europea de bienestar animal, siendo esto comprobado y vigilado por los servicios veterinarios autorizados y por la autoridad gubernativa y policial. Todo está absolutamente legislado en materia de bienestar y sanidad animal hasta la muerte del toro.

No debe escandalizarnos la matanza o sacrificio de los animales. El Homo sapiens, como especie, tiene todo el derecho del mundo a matar otras especies para su interés, como lo hacen el gato, el león, el lince o el águila. Nosotros, en vez de matar, empleamos el eufemismo sacrificio, porque se hace de la manera más humanitaria posible. La matanza de animales está enormemente reglamentada en todos los países civilizados, cumpliendo todos los estándares que garanticen una muerte digna.

   Teniendo todo esto en cuenta, podríamos considerar maltrato no la lidia o el toreo en sí, sino cuando se hiere al animal durante la lidia, siendo especialmente desagradable para algunas personas cuando el toro muere en la plaza. Pero es que la otra opción es morir humanitariamente apuntillado.

   Aquí me permito una licencia subjetiva… ¿es una muerte digna para un toro bravo morir apuntillado en un matadero? Precisamente creemos que la muerte en la plaza es lo que más se merece (lo más digno) un animal que ha sido altamente seleccionado y criado expresamente para pelear y defender su vida en una plaza de toros ante un torero, creando así un profundo sentimiento (para muchos, artístico, aunque para otros no lo sea). La muerte de un imponente toro bravo apuntillado en un corral o en un matadero sí que nos resulta una muerte indigna para él, ya que cercenamos su razón de ser. A otras personas, por el contrario, les resulta abominable la muerte del toro en la plaza. Como ya hemos comentado es cuestión de sensibilidades.

   Como también es cuestión de sensibilidades el aborto o ‘sacrificio’ de embriones humanos; o la eutanasia o ‘sacrificio’ de personas terminales. A unas personas su sensibilidad les lleva a tomar una posición y a otras les lleva a la contraria.

   Dice Francis Wolff,[2] catedrático de Filosofía en la Universidad de París: “Sólo hay un argumento contra las corridas de toros y no es verdaderamente un argumento. Se llama sensibilidad… La sensibilidad no es un argumento y sin embargo es la razón más fuerte que se puede oponer contra las corridas de toros… pero ¿la sensibilidad de unos puede bastar para condenar la sensibilidad de otros?”.[3]


[1] Disponible en internet febrero 11, 2017 en:

http://www.taurologia.com/respuesta-reconocido-experto-toreo-tortura–4492.htm

1Francis Wolff. 2010. 50 razones para defender la corrida de toros. Ed.: Campo Bravo SL. Madrid. pp 9-10.

[3] Fuente: http://www.portaltaurino.net/enciclopedia/doku.php/veterinarios.

ORLAS

Hoy, 1° de febrero de 2017, recordamos a José Guadalupe Posada, en el 165 aniversario de su nacimiento. Sin más propósito que difundir un pequeño homenaje, dejo a continuación la liga que recuerda ese pasaje, misma que salió publicada en este blog el 10 de octubre de 2012. Aquí la liga: https://ahtm.wordpress.com/2012/10/10/el-arte-por-el-arte-jose-guadalupe-posada-en-los-toros-i/

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ORLAS

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Continuación de la anterior…

   En cuanto a la temporada 2016-2017, el primer gran desencanto fue elevar los costos en el “Derecho de Apartado” así como en el valor de los boletos. Análisis económicos reflejados desde el bolsillo nos pusieron en un predicamento. A lo anterior debe considerarse el error de celebrar festejos sábados y domingos con carteles manufacturados anticipadamente, donde varios de ellos sufrieron alteración debido a que hubo toreros heridos sobre la marcha.

   Las entradas, malas en lo general, con horarios de inicio –a las 5 p.m.- que afectaron su desarrollo. Es deseable y solo sugiero, volver al de las 4 de la tarde. En estos meses invernales oscurece tan temprano que terminamos saliendo de noche, lo que para un espectáculo donde la presencia simbólica del sol es esencial, de tal forma que se pierde gran parte del sabor que los usos y costumbres impuestos a lo largo de varios siglos.

   Y como ya lo había apuntado en algún otro texto, resulta que una decisión, venida de no sé dónde, concluyó en la colocación de un templete, a pocos metros de la entrada principal, sitio en el que se ha instalado un grupo musical que, amparado en equipo de sonido con altos valores de decibeles intenta amenizar el ambiente mientras los aficionados van llegando a la plaza. Y uno se pregunta: ¿estamos arribando a un salón de baile o a la plaza “México”? Podría ser anacrónico o tradicional el hecho de que hasta hace un tiempo, la empresa contrataba a una banda que con sus solas interpretaciones de un repertorio de pasodobles y demás piezas relacionadas con el ambiente taurino lograba mantener un ambiente gozoso, como preámbulo al festejo mismo. Pero ese grupo musical, escandaloso y sin ninguna relación, viene produciendo verdadero malestar entre quienes pueden considerarse aficionados a los toros… y no al baile, que para eso están otros espacios. Ojalá pongan atención en este asunto, que podría resultar incluso banal y de poca trascendencia, pero que como mero detalle, deja mucho que desear.

   De pronto, y con los ajustes que han tenido que producirse sobre la marcha, tuvieron que cumplir o medio cumplir con la traída y llevada “Feria Guadalupana”, que consistió en tres y no los cuatro festejos anunciados, lo que para los altos valores de los boletos y por el hecho de que se celebraron entre el 10 y el 12 de diciembre del año que recién ha concluido, las entradas, como ya lo apunte, no resultaron sino medianas. Considero que el poder de convocatoria de cada cartel pudo haber significado mejores resultados, pero la afición tuvo que decidir entre ir o no ir a este o aquel festejo, estando de por medio otra circunstancia, misma que tuvo que ver con la puesta en marcha del conocido puente “Guadalupe Reyes” en el cual se produce una baja natural de actividades, pues la sociedad, el pueblo, la gente común y corriente, dedican sus tiempos y atenciones a aspectos eminentemente familiares o de todo aquello relacionado con los gastos que se inclinan a las fiestas de fin de año… y eso fue inevitable a la hora de hacer un balance relacionado con lo ocurrido durante esas tres tardes, e incluso con las anteriores… donde existiendo carteles cuya manufactura era cuestionable, pero que poseían poder de convocatoria, el aficionado no se “retrató” en taquilla como quizás ustedes lo esperaban.

   Y vino lo inesperado. Tras la “encerrona” de “Joselito” Adame, cortaron de golpe la temporada, misma se reiniciará hasta el 22 de enero con lo que el ambiente se enfrió, e incluso se congeló de tal forma que independientemente del anuncio de otros seis festejos, es probable que la reanudación vaya de menos a más.

   Han buscado remendar errores y uno de ellos tiene que ver con el precio de las entradas, aunque de hecho la baja en las mismas, aunque podría parecerse a la de la temporada grande anterior, es espejo pero justo cuando la anterior empresa organizaba los carteles de aniversario, con lo que el mencionado “descuento” no será sino una mera seña simbólica. Los tiempos que corren, cargados de adversidades que golpean la economía en nuestro país harán que se presente un momento de incertidumbre para esperar en qué medida responde la afición ante seis carteles cuya confección no presenta novedades significativas. Un poco más de lo mismo (incluso debo decirles que se ignoró rotundamente a un torero que, como Diego Urdiales vino a convertirse en el gran ausente). Los nombres de muchos de quienes intervendrán en los festejos que van del 22 de enero y hasta el 19 de febrero ya resultan más que sobradamente conocidos y archiconocidos, de ahí que no nos resulten novedosos. Aún así, acudiremos a los más que nos sean posibles, siempre y cuando la economía nos lo permita.

   Se agradece que hayan revalorado el horario en el inicio de los festejos pues de las 5 pasan a las 4 y media de la tarde, con lo que el disfrute de la luz del día será benéfico.

   Pongo punto final agradeciendo su atención, en espera de que no se sientan ofendidos. Sin embargo, creo que esto es un sentir entre la mayoría de los aficionados que estamos pendientes no solo de los festejos, sino de un conjunto de circunstancias que los rodean. En la medida en que se ofrezcan mejores festejos, y que de ellos se obtengan resultados satisfactorios, porque eso es clave para la prosperidad de cualquier negocio, tendrá ustedes nuestro reconocimiento. Mientras tanto, son días para trabajar y corregir errores e imperfecciones con tal de alcanzar no digo que la “calidad total”, pero sí un propósito que deje satisfechos a los aficionados y enaltezca a una fiesta que en estos tiempos, necesita recuperar credibilidad, certeza, confianza.

Agradezco su atención.

14 de enero de 2017.

ORLAS

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 

Sr. Alberto Bailleres

Sr. Xavier Sordo Madaleno

Coempresarios de la Plaza de Toros “México”

   Me permito distraerlos unos momentos, en el entendido de sus múltiples ocupaciones. Sin embargo, es necesario que tengan conocimiento del lamentable balance arrojado en los primeros 22 festejos que han organizado; 12 novilladas y 10 corridas de toros, en el lapso que va del 11 de septiembre al 12 de diciembre del 2016.

   Sobre los festejos destinados a incentivar la parte juvenil, a los aficionados nos queda claro que no hubo un resultado favorable, a pesar de todos los esfuerzos y de que al final, en precipitado como comprometido cierre, no vimos señales de una figura en potencia, ni la de un novillero con posibilidades de atractivo o “arrastre” popular. Esa circunstancia, en cualquier negocio enciende los focos rojos, pero sobre todo señala las profundas debilidades que ha representado el desdén que existe hacia las nuevas generaciones, donde debe fortalecerse la presencia de escuelas, maestros, pero sobre todo condiciones para que los muchachos se desarrollen en tientas o en otras plazas del país. Aspectos de esta dimensión no pueden abandonarse y en todo caso lo recomendable es abonarlo y estimularlo con objeto de que los prospectos se convenzan o convenzan a partir de sus posibilidades. De igual forma si se concluye que no están preparados para tamaña aventura, es mejor tomar una dura decisión, pero a tiempo.

   Como sabrán, las entradas fueron pobres, precarias, con lo que el resultado o balance de las mismas apunta a pérdidas significativas.

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Los novillos de Zacatepec, probablemente lo mejor de la temporada “chica” en 2016.

Disponible en internet enero 14, 2017 en: http://ntrzacatecas.com/temas/novillos-de-zacatepec/

   El ganado en lo general, justo en presentación y juego, sin nada notable. Esto también es de tomarse en cuenta habiendo de por medio dos factores: novilladas con y sin picadores, lo que marca diferencias notables en el desarrollo de la lidia. De ahí que los ganaderos –así lo esperamos-, hayan tomado cartas en el asunto para corregir las posibles impurezas que se presentaron de acuerdo a sus propósitos como criadores de toros de lidia. Notamos exceso de nobleza pero no bravura (salvo el encierro de Zacatepec, del que era un gusto verles embestir como lo hicieron, lamentablemente con el saldo de aquel novillo que terminó rompiéndose el pitón desde la pala y que, como todo parecía indicar, iba a ser otros de los que habrían puesto en alto, como sucedió, la divisa de tan emblemática como no recurrente ganadería). Es más, me atrevo a comentar en forma personal, que la mejor y única nota de dicha temporada fue el encierro que envió en su momento los señores Alejandro, Mariano, Juan Pablo y Bernardo Muñoz, herederos de una familia entregada a esto.

   Retomo el hilo conductor subrayando que al notar exceso de nobleza pero no bravura, por tanto conviene que se establezcan las diferencias entre uno y otro factor con objeto de no confundirnos, evitando con ello errores de percepción. Para ello conviene detenerme un momento luego de haber ubicado unas notas escritas por el recordado Renato Leduc, quien escribió las mismas allá por 1966. Dice el autor de Historia de lo inmediato:

(…)¿En qué consiste o debe consistir la bravura? El diccionario de la Real Academia la define así: “Fiereza de los brutos. Esfuerzo o valentía de las personas…”. Y luego remacha esta mala definición así: “Bravo, valiente, esforzado, bueno, excelente. Hablando de animales, fiero, feroz…”. Decimos que la definición es mala y véase por qué:

   No hay razón para que la bravura sea una cosa en el hombre y otra cosa en el toro, sobre todo si se tiene en cuenta que el hombres es también un animal y a veces incluso más animal y más bruto que el toro. Va para dos años, don Álvaro Domecq que indudablemente sabe más de toros que las momias de la Academia en una conferencia que dio en el Casino Español insistió y recalcó que una cosa es la fiereza y la ferocidad y otra cosa es la bravura en los toros. Dijo también: “La estampida es clásica del animal salvaje –o feroz-“. Y aludiendo a ciertas reses que había que matar a tiros porque no había manera de arrancarlos del monte explica: “estos toros eran feroces pero quizá no bravos ya que NO HABÍA MANERA DE HACERLOS ACUDIR AL ENGAÑO.

Y sigue Leduc con este otro apunte:

(…) Pero para evitar discusiones, en el caliche tauromáquico existe un adjetivo inventado no sabemos si por Pauiro o Pepe-Hillo: “Boyante” aplicable al toro que se deja lidiar sin mayores dificultades; adjetivo que el diccionario de la Real ha acogido con la siguiente definición: “Boyante –Dícese del toro que da juego fácil”. Y otra cosa: Se puede –hombre o animal- ser muy valiente en unos casos y muy cobarde en otros: Mi general Yocupicio se enfrentaba a tiros él solo contra un batallón pero que no le dijeran que subiera a un avión porque hasta popó se hacía.[1]

CONTINUARÁ, si ustedes lo permiten.


[1] El Sol de México, Sección B, del 15 de diciembre de 1965, p. 6.

ORLAS

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

ESTE BLOG CUMPLE HOY SEIS AÑOS DE EXISTENCIA.

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   Hace seis años, justo el 13 de diciembre de 2010 se puso en marcha el blog APORTACIONES HISTÓRICO TAURINAS MEXICANAS (aquí la liga: https://ahtm.wordpress.com/), cuya responsabilidad es de quien firma la presente nota. Hasta hoy he publicado poco más de 1600 colaboraciones con cerca de 330 mil visitas. Este medio, en su condición marginal ya que su cobertura no es igual a la de un portal, ha conseguido posicionarse hasta el punto de que ya es una referencia. Sin embargo, entre las bondades que ofrece se encuentra la de una absoluta libertad de expresión lo que ya es mucho en estos tiempos donde es necesario este recurso que ha facilitado la opción digital y donde por ejemplo, las redes sociales son una consecuencia natural, de acuerdo a su dinámica y contundencia.

   En el curso de estos años, en tanto historiador, me di cuenta de que estaba ausente en el medio de los toros el tratamiento serio desde la mirada histórica, con lo que se procuró desde un principio este tipo de relación, con objeto de dilucidar ciertos aspectos que corrían como “leyenda urbana”, pero sin sustento. Ahora bien, el propósito es más de divulgación que de investigación, donde ambas condiciones son absolutamente complementarias, lo que ha permitido abordar distintos temas que se acercan lo mismo al periodo virreinal, que el siglo XIX y XX. Incluso, los temas de nuestros días en este XXI con todo y su imparable marcha.

   Varias son las categorías que comprenden el constante quehacer y compromiso asumidos, con objeto de que se diseminen en diversas direcciones, procurando llegar lo mismo a interesados como a quienes no lo son. De taurinos a antitaurinos, pero sin entrar en el desgastante asunto de polémicas que, en estos tiempos no traen nada bueno. Así que el “menú” es verdaderamente amplio pues va de series a temas muy concretos, de editoriales a las efemérides, de apuntes sobre técnica y estética, perfiles y biografías de diversos personajes de ayer y de hoy, así como glosarios y diccionarios, sin que falte el análisis puntual de la imagen (fotografías, grabados, caricaturas y otros), recomendaciones y literatura y en fin…, la mar de cosas que por esa razón tiene su razón de ser en el panorama virtual.

LOS “BLOGS” EN EL TERRITORIO DE LA TAUROMAQUIA.

    En 1991, luego de diversas experiencias cuyo desarrollo se remonta hasta 1958, se puso en operación de manera global la versión WWW (World Wide Web), que también en 1972 genera el surgimiento del InterNetworking Working Group, organismo encargado de administrar este recurso tecnológico. Entendida como una gran red de computadoras, con capacidad de generar comunicación entre usuarios y creadores, con sus naturales vinculaciones comerciales, la difusión de la Internet alcanza hoy una dimensión nunca antes prevista. Entre sus múltiples herramientas o derivados, surgen los blogs, bitácoras o ciberdiarios cuya función principal es presentar en condiciones periódicas información creada por su responsable, quien además dispone de absoluta libertad para publicar lo que, a su juicio, considere pertinente. El Blog, además de todo, es un elemento digital cuya dinámica permite tejer redes con otras publicaciones en su mismo entorno y además, generar diálogos e intercambios con sus “lectores”, de ahí que el creador o los creadores estén comprometidos a generar un producto cada vez más atractivo, ofreciendo certeza y credibilidad en sus comentarios. Desde luego que la libertad y el ambiente en que pueden desarrollarse son tan amplios, que han llegado a darse casos extraordinarios en los que en un solo día, el blog de Susie Lau o Susie Bubble recibe poco más de 35 mil visitas.[1]

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   En el estudio que ahora se plantea, pretendo explicar algunos comportamientos que he percibido, para entender la interacción habida hasta nuestros días entre las TIC (tecnologías de información y comunicación) y la Tauromaquia, línea de investigación que he desarrollado por más de 30 años.

   Primero que todo, debo explicar el hecho de que la Tauromaquia es un espectáculo de hondas raíces, cuyos orígenes se remontan a varios milenios atrás. En México, tal forma de expresión de la vida cotidiana se insertó como parte del proceso de asimilación y mestizaje que se produjo como resultado de la conquista española. Por tanto, es en 1526 cuando se tiene registro del primer festejo y hasta nuestros días en que dicha representación con fuerte carga de anacronismos, usos y costumbres se mantiene, enfrentando serios cuestionamientos que hoy, la modernidad ha afirmado bajo circunstancias muy especiales: las que se relacionan con el nuevo tejido de redes sociales que dinamizan acuerdos o desacuerdos, bajo síntomas cuya patología se asemeja a la de la “primavera árabe” o a la de los “indignados”.

   Para que todo esto sea posible, es necesario remontar la brecha digital. ¿Y qué es la brecha digital?

   Su explicación es muy clara en el siguiente cuadro:

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Disponible mayo 21, 2012 en: http://brechadigital.org/%c2%bfque-es-la-brecha-digital/

   En buena medida, la fiesta taurina ha encontrado en la prensa escrita primero. Luego en el cine, la radio y la televisión los medios masivos de comunicación y transmisión para su cobertura. De ellos se ha valido, los ha hecho suyos por lo que la expectativa en dicha dinámica, hasta antes de la aparición de Internet parecía no tener ningún problema. Pero se fue anquilosando, además de que grandes sectores de quienes son afectos a este espectáculo son adultos y adultos mayores, lo que significa en términos generacionales un conflicto habido con las nuevas tecnologías, mismas que fueron encontrando campo de acción, al crearse portales y más tarde, el amplio conjunto de blogs que hoy día realizan sus diversas labores de difusión. Pero también nos encontramos con otros dilemas: ¿Qué certeza de información ofrecen este tipo de elementos y por quién están administrados? ¿Son expertos en el tema, son meros “aficionados”? Y por otro lado: ¿qué sectores notorios de juventudes adaptadas a las TIC están presentes para dar continuidad a la permanencia del espectáculo taurino?

   Para ello, traigo hasta aquí mi caso particular. Soy aficionado a los toros desde 1969, aunque asisto con frecuencia desde 1976. En 1981 comienzo a publicar mis primeras colaboraciones en algunas publicaciones destinadas a la cobertura del tema. En 1996 obtengo la Maestría en Historia por la Universidad Nacional, proponiendo un tema relacionado con la tauromaquia,[2] y de entonces a acá mis actividades profesionales han estado enfocadas a dar un tratamiento académico al asunto, con extensión al nivel doctoral, donde sólo queda presentar el examen de grado.[3]

   El blog que hoy día es de mi responsabilidad, fue puesto en circulación –como apuntaba al principio- en diciembre de 2010, bajo el nombre de: APORTACIONES HISTÓRICO-TAURINAS MEXICANAS, en cuya Justificación anotaba lo siguiente:

Durante un tiempo considerablemente largo estuve sometido a decidir si comenzaba o no esta aventura. He optado por hacerlo, convencido del hecho de que no hay, hasta ahora, un portal, blog o propuesta concreta que plantee un ejercicio histórico o literario que tenga, como tema central a la tauromaquia, y más si esta ocurre en México.

   El atrevimiento consiste en hacer una revisión seria pero gozosa al mismo tiempo, y de igual forma sencilla y profunda que logre atraer no solo lectores o “navegantes” que ya conocen el tema, sino de aquellos otros que desean acercarse con objeto de que entiendan esta manifestación, sujeta hoy día a diversos cuestionamientos.

   El presente es un proyecto de difusión y/o divulgación relacionado con la historia de la tauromaquia en México en lo particular, y del toreo en lo general, para lo cual es posible la existencia de sus diversas manifestaciones o expresiones culturales. La tauromaquia para uno en estado de extinción, para otro motivo de análisis y reflexiones, ha sido esa forma de cultura atada a la larga noche de los tiempos –milenarios o seculares-, que necesita en estos justos momentos, la revisión que permite entenderla a la luz de la razón y el equilibrio. Será necesario sí, el peso de las pasiones para dar, a este propósito –o despropósito-, los fines de su publicación. Nada mejor que acometer esta empresa en momentos difíciles como los que enfrente una forma de vida cotidiana ligada a muchos pueblos, culturas y civilizaciones.

   En el caso particular de México, con casi 500 años de ser una historia vinculada a la historia misma de nuestro país, nos permitirá acercarnos un poco más para entender mejor el significado de la tauromaquia entre nosotros. Nunca mejor oportunidad como esta para que así ocurra.

   Al avanzar este proyecto espero sea posible percibir y consolidar el propósito con el que ha sido concebido, cumpliendo a satisfacción todas y cada una de sus finalidades.

   Las propuestas son ricas y variadas, a saber: EDITORIAL, CRÓNICAS, ANECDOTARIO, EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS, EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICA, EFEMÉRIDES TAURINAS DEL SIGLO XX, GLORISARIO-DICCIONARIO, IMÁGENES, REGISTROS SONOROS, MUSEO-GALERÍA, ILUSTRADOR TAURINO, RECOMENDACIONES y LITERATURA, FIGURAS, FIGURITAS y FIGURONES, PONENCIAS, CONFERENCIAS y DISERTACIONES, FRAGMENTOS y OTRAS MENUDENCIAS

   Finalmente, hasta donde he venido percibiendo, no hay una página web o “blog” dedicada o destinada a la divulgación de la historia del toreo en México, por lo que considero oportuna su puesta en marcha. Por eso es que este tendrá que ser un ejercicio objetivo cuya mejor apuesta es que los “navegantes”, entendidos o no en la materia; a favor o en contra de esa expresión comprendan su significado, valiéndome para ello de un lenguaje claro. Aún así, considero que será necesaria la herramienta de un diccionario o glosario que permita explicar el uso, contexto y connotación con el que se han de utilizar cada uno de los términos o palabras del lenguaje taurino.

   Pero a todo lo anterior me hago una pregunta básica: ¿En qué medida todos estos recursos cuentan con la autoridad moral del autor para manejar información que resulte confiable?

   Observando la dinámica en un amplio abanico de posibilidades puedo deducir el hecho de que, en su mayoría, son “bitácoras” que han intentado hacer propuestas dignas, sobre todo por el hecho de que el recurso digital permite una presentación agradable, donde los diversos “menús” nos permiten “navegar” entre el texto y la imagen. Sin embargo, pocos se asumen como blogs con fines o propósitos académicos. No se trata tampoco de disuadir a los usuarios con esquemas aburridos o pesados, sino de hacerlos cautivos a partir de la intención que su creador tenga en formar una comunidad y garantizarla, sino de incrementarla. En ese sentido, he intentado buscar opciones en el mismo sentido, que permitan dilucidar un poco ese estado de cosas. Por ejemplo, en el blog denominado: mi+ed: Un lugar para la ciencia y la tecnología, encontraba para noviembre de 2011[4] la siguiente afirmación: Blogs Académicos y sus Mil formas de aburrir al Ciudadano: Los Blogs “Somos los Mejores”. Y así es, en efecto, se trata de una especie de autoexaltación o autoelogio deliberada, no exenta de privilegios en los que el autor se afirma como el único, el indispensable. Pero a lo que voy es todavía más sustancioso: ¿Cuántas de esas alternativas se proponen con una plataforma académica en la que no necesariamente esta condición termine desvaneciendo el interés, sino al contrario, atrayendo más y más, con objeto de crear el vínculo que garantice la credibilidad del usuario?

   Como historiador e investigador del tema en tratamiento, así como me daba cuenta de que en los precisos momentos de incorporarme a la red no había una propuesta seria, a los pocos meses de su puesta en marcha, el síntoma sigue siendo el mismo. En todo caso, aparecen otro tipo de opciones, donde se da fuerte proyección al material fotográfico, o al sustento de pequeñas historias o pasajes, sobre todo entre los blogs nacionales. De los extranjeros, su apuesta es mucho más diversa. Sin embargo, el número de dichas bitácoras va en aumento.

   Una de sus principales características es su capacidad de almacenaje, lo que permite crear, administrar y difundir de manera periódica diversos materiales que cumplen un cometido específico: justificar la presencia de una diversión pública en riesgo, diversión que, en tanto patrimonio o legado requiere un tratamiento muy especial, que se encuentra vinculado con ejercicios y trabajos de reconocimiento por parte de la comunidad que es afín a dicha expresión, con objeto de buscar que la UNESCO le otorgue el valor de patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. En ese sentido, el ejercicio cotidiano realizado a través de mecanismos como las TIC, permite una integración a dicha labor, la que ya no se excluye de las otras tareas “oficiales” a que se dispone y prepara para su posible nominación, donde precisamente buena parte de su difusión debe llegar a sectores sociales donde predomina la juventud, segmento generacional que se ha adaptado plena o casi plenamente con estos esquemas. En cuanto a la visión que puedan tener, mantener o conservar los adultos, parece ser que sólo un pequeño sector es capaz de asimilar, pues su postura es conservadora, y prefieren los otros medios de comunicación que han constituido una condición, tradicional de suyo.

    Desde luego, se tiene prevista una futura desaparición de este tipo de instrumentos de difusión, cuyo respaldo podría ser migrado a otra expresión, con objeto de continuar la labor que cada uno de sus autores tenga al respecto del tema que aborda. En este caso particular, “wordpress” es la empresa de la que dispongo para, en forma gratuita, generar dichas labores. En su afán de que las mejoras sean visibles, le permiten al responsable del blog una serie de herramientas de edición, así como de supervisión, permitiéndole conocer la dinámica, el número de visitantes, en tiempo real al día, y luego por semanas o meses. Las vistas por país, palabras clave para buscadores, referencias o sitios de donde provienen esas consultas, contenido de todos los materiales en líneas, así como las taxonomías y el vínculo creado con otros blogs. Una supervisión más se enfoca en detallar las visitas en términos particulares, con lo que se crea una etiqueta denominada “Top Post & Pages”, los “clicks” que diversos usuarios están generando sobre las imágenes, material al que se da un tratamiento de configuración para comprimir muchas de ellas, evitando con ello un uso indebido. En la mayoría de los casos se les ha asignado su procedencia. Finalmente aparece el control que, sobre categorías temáticas ofrece la bitácora, de ahí que el administrador pueda entender las preferencias que el usuario tiene al respecto de su trabajo.

   Finalmente puedo afirmar que, sin deslindarme del compromiso original, y convencido de que mi perfil como historiador es un buen referente de credibilidad entre quienes han accedido al blog: APORTACIONES HISTÓRICO-TAURINAS MEXICANAS, puedo afirmar, en tanto responsable y hacedor de dicha propuesta, que las expectativas han sido bastante favorables, pues se ha pasado de condiciones verdaderamente marginales a una cobertura donde el sólo nombre del mencionado sitio, se ha posicionado entendiendo para ello que la comunidad de aficionados se encuentra concentrada en ocho países,[5] independientemente de otro conjunto de interesados que pudiesen estar repartidos en el resto del planeta, con la clara idea de que la labor allí comprometida, sigue su curso.

   Mi agradecimiento muy especial, tanto a Juan Antonio de Labra como a Jorge Raúl Nacif, Director y Coordinador de Redacción del portal de internet AltoroMéxico.com respectivamente, por permitirme este espacio el de los miércoles, en espera de que la confianza depositada siga rindiendo frutos.

   Y gracias a todos los «navegantes» que día a día siguen y seguirán pasando por esta opción digital, cuyo enfoque es, o podría decirlo Perogrullo eminentemente histórico.


[1] EL PAÍS SEMANAL, Nº 1827, del 2 de octubre de 2011, p. 92-3.

[2] José Francisco Coello Ugalde: “Cuando el curso de la fiesta de toros en México, fue alterado en 1867 por una prohibición. Sentido del espectáculo entre lo histórico, estético y social durante el siglo XIX”. Universidad Nacional Autónoma de México, División de Estudios de Posgrado. Colegio de Historia. Tesis que presenta (…) para obtener el grado de Maestro en Historia de México. México, 1996, 220 h. Ils., fots., facs.

[3] José Francisco Coello Ugalde: “Atenco: La ganadería de toros bravos más importante del siglo XIX. Esplendor y permanencia”. Universidad Nacional Autónoma de México, División de Estudios de Posgrado. Colegio de Historia. Tesis que presenta (…) para obtener el grado de Doctor en Historia de México. México, 2006, 251 p. + 931 p. (anexos). Ils., fots., facs.

[4] http://www.madrimasd.org/blogs/universo/2011/11/17/140797

[5] A saber: España, Francia, Portugal, Venezuela, Perú, Colombia, Ecuador y México.

ORLAS

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

CHARRERÍA: PATRIMONIO CULTURAL INMATERIAL DE LA HUMANIDAD.

   Hace apenas unas horas comenzó a circular la noticia que da pie a esta editorial:

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Disponible en internet diciembre 1°, 2016 en:

http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2016/12/01/se-suma-la-charreria-al-patrimonio-de-la-humanidad

   Tal asunto es motivo de una sincera felicitación a quienes fueron encaminados este asunto por el sendero más apropiado, el que luego alcanzó en las recientes mesas de trabajo, por parte de la UNESCO, dicha nominación.

   Se entiende que no es una labor fácil de manejar, pues ello implicó la presencia de muchos componentes, a favor y en contra. Sin embargo, lo que determinó la toma de decisión es, entre otros, el criterio de que se trata de “un elemento importante de la identidad y el patrimonio cultural de las comunidades depositarias de esta tradición y constituye para ellas un medio para transmitir valores sociales importantes a las nuevas generaciones”.

   Evidentemente, charrería y tauromaquia nacieron juntas, se hicieron fuertes en el ámbito rural y urbano a partir de la participación de cientos, miles de protagonistas cuyos nombres, los de muchos quedaron en el anonimato, mientras otros se consolidaron como figuras emblemáticas y siguen siendo, hasta nuestros días, claro e identificado referente.

   Dicha circunstancia tendrá que ser enaltecida y respaldada por quienes hacen posible, dentro y fuera de los lienzos esa labor cotidiana, manteniendo, conservando y divulgando sus valores.

   Por tanto, conviene mostrar a continuación las siguientes reflexiones.

 PRESENCIA DE LA CHARRERÍA EN LA HISTORIA, EL CAMPO Y LAS PLAZAS DE TOROS DE MÉXICO Y EL EXTRANJERO.

   Para apartar los animales surge en el campo mexicano el vaquero quien, en el siglo XVI creó el rodeo, forma puramente mexicana legalizada incluso por el virrey Enríquez en 1574. Consistía en una “batida circular sobre un territorio amplio en extensión cuyo propósito era concentrar el ganado en un punto “donde con la ayuda de una especie de garrochas, muy parecidas a las andaluzas, se apartaba el ganado que deseaban seleccionar”. Surgió con este nuevo personaje una expresión que acabó siendo nacional, mediando para ello una necesidad primero, la necesidad de un lucimiento no solamente limitado al campo, sino que además, era la plaza pública, la plaza de toros, el otro sitio para obtener el privilegio del aplauso. Y entre la plaza de toros y el campo la expresión acabó transformada en una manifestación artística. En otras palabras, estamos hablando del charro, de sus habilidades y sus destrezas.

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Escenas que no sólo fueron comunes en el campo. La plaza se convierte en la extensión perfecta donde brillaron todas estas demostraciones.

   La charrería en México, surgida desde el siglo XVI, todavía en nuestros tiempos presenta la disputa sobre sus orígenes, que pelean dos estados tan representativos como Jalisco e Hidalgo, en cuyos campos surgen escenas donde los vaqueros realizan suertes vistosas. Lazar y colear se ha convertido para ellos en parte intensa de su vida. Y como los toreros, su vestimenta también fue enriqueciéndose con el paso del tiempo hasta encontrarnos con trajes de gala, verdaderas joyas tocadas por sombreros galanos de soberbia manufactura.

   Durante el siglo XIX hubo, a mi parecer, tres distinguidos “charros”: Ignacio Gadea, Lorenzo Cabello, jefe de los hermanos de la hoja, o los charros contrabandistas de la rama, mejor conocido como Astucia (personaje de la novela histórica de costumbres mexicanas con episodios originales, obra de Luis G. Inclán) y Ponciano Díaz, “mitad charro y mitad torero”.

   La charrería como expresión mexicana pudo conocerse en España, precisamente en 1889 cuando Ponciano recibió la alternativa en la madrileña plaza de la carretera de Aragón, el 17 de octubre de aquel año. El 28 de julio anterior, y en el mismo escenario de su “doctorado” el diestro mexicano vistió el traje nacional y sus mejores suertes quedaron recogidas en sendas obras logradas por la visión siempre grata de Daniel Perea, ilustradas en hermosas cromolitografías que aparecieron en La Lidia.

   Ya en el siglo pasado, algunos otros representantes de este género trascendieron el quehacer en plazas de toros de México y el extranjero como los hermanos Aparicio, allá por los años 30. El 18 de junio de 1964 la plaza de toros de la Real Maestranza de Sevilla fue escenario de la “Gran Charreada Mejicana” donde aquel grupo demostró lo bueno que eran en piales y manganas, jineteo de toros, floreo de reata a caballo y a pie, jineteo de potros cerriles y la arriesgada suerte del “paso de la muerte” sobre un caballo salvaje.

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Hugo Aranda Pamplona: Luis Inclán El Desconocido. 2a. ed. Gobierno del Estado de México, 1973. 274 p. Ils., retrs., fots., facs.

   En estos últimos tiempos el rejoneador Ramón Serrano rescató el traje y las suertes del toreo a caballo con expresiones netamente mexicanas, y como un dato curioso, el propio Pablo Hermoso de Mendoza vistió en Toluca, -una moderna ciudad del interior del país-, el traje de charro mexicano, actuación que resultó espléndida según lo cuentan las crónicas, que recogieron sus pasos por aquellos rumbos, la tarde del 28 de octubre de 2000.

   Entre el 21 de junio y el 22 de julio del año en curso, algunas personas tuvimos oportunidad de exaltar los valores de un personaje clave. Me refiero a Luis G. Inclán, cuyas dos ilustraciones para esta nota corresponden a su autoría. De ese ejercicio, obtuvimos un balance positivo, entendiendo la época que le tocó vivir, por lo que una vez más, la charrería y la tauromaquia sirvieron como telón de fondo para un nuevo re-conocimiento para ambas manifestaciones.

   Como se ve, la charrería sigue siendo un arte y un ejercicio que propios y extraños siguen haciendo suyo en virtud de su particular encanto, logrando que el espíritu del considerado “deporte nacional” siga vigente, para orgullo de México.

   ¡Enhorabuena por la nueva declaratoria en favor de la Charrería!

ORLAS

EDITORIAL.

LA CHARRERÍA ES DECLARADA PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD POR LA UNESCO.

   La noticia con que hoy nos despertamos, que además viene a convertirse en una bocanada de aire fresco, nos alienta. Ha sido nominada la charrería como Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO. Tal acontecimiento merece una nota más amplia, misma que será motivo de una siguiente participación en este blog.

   Por ahora, cabe felicitar a todos quienes han participado en ese anhelo, mismo que estimula -por otro lado-, los que se han venido impulsando por el lado de Tauromaquia.

1° de diciembre de 2016.

ORLAS

EDITORIAL.

LA NUEVA EMPRESA SIGUE DE TROPIEZO EN TROPIEZO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Es increíble que una nueva empresa como la que actualmente regentea la plaza de toros “México” siga sin dar pie con bola. Su primer gran desacierto: subir el precio de los derechos de apartado así como el de las entradas de forma considerable. Lo anterior vino a sumarse al hecho de ofrecer una temporada con festejos sábado y domingo, y en el arranque mismo de esa temporada grande mezclar los tres últimos festejos novilleriles que fueron además un auténtico fracaso (sobre todo en balance y en entradas, las tres menores con menos de quinientos asistentes promedio). Tuvieron que echar mano de la promoción, ofreciendo el pago de una localidad –para el sábado o el domingo-. Pero el hecho es que el tenedor o quien así adquiriera su boleto, contaba con el regalo de otro como opción para uno y otro día. Y el resultado fue de miedo. Tres mil asistentes el sábado 26 y otro tanto el domingo 27. El domingo, nada más fue llegar al coso de Insurgentes y lo que nos tenía preparada la empresa era otro de esos errores que no aciertan corregir, pues consideró que en el espacio que queda en la zona de entrada, nada más uno traspasa la puerta principal de sombra, era el indicado para poner un conjunto musical, como si aquello fuera un salón de baile, con el escándalo consiguiente. Pero ese propósito no se corresponde con el espíritu, naturaleza y hasta con los usos y costumbres que han prevalecido en los festejos hasta ahora celebrados en la plaza capitalina.

   Otra falla notoria es su obsesión en programar los festejos a las cinco de la tarde. Medio festejo lo vemos con luz de día o lo que queda de este, y el resto en la penumbra, aunque con el apoyo de la iluminación, misma que, salvo cumplimiento reglamentario, todavía deja mucho que desear en términos del requisito en lúmenes obligados. El sonido también no ha sido resuelto del todo, así que persisten esos problemas técnicos que deberán ser atendidos y resueltos a la brevedad.

   Es cierto, ya se ven cambios que no son meramente cosméticos, sino de fondo. Las nuevas butacas en barreras de sol y sombra dan mejor imagen, lo mismo que los baños, a los que también ya atendieron, luego de que eran auténticos chiqueros. Se aprecia también el remozamiento en escalinatas y localidades numeradas pues eran evidentes miles de fracturas del viejo cemento. Incluso, la isóptica original prácticamente ya se perdió por la aplicación permanente de capas y más capas en los asientos de cemento, consiguiendo únicamente “tapar el ojo al macho” con lo que el remedio temporal servía para salir airosos de la situación, pero no se ponía remedio definitivo al deterioro que año tras año ha venido sufriendo un inmueble de estas dimensiones y con una muy marcada antigüedad. Llama la atención el hecho de que hayan colocado una escultura de enorme formato frente a la puerta de “pases”. Por lo menos en sus características artísticas no encontramos relación alguna con tema taurino, lo cual rompe con el equilibrio del conjunto escultural que rodea a través del muro perimetral a toda la plaza

   Si bien este tipo de espectáculo no se ha renovado en ciertos aspectos. Pero por otro lado, conserva fuertemente la tradición, el arraigo, y alterarlo como lo pretenden ahora arruina o afea esa imagen tradicional. Es cierto, deben hacerse esfuerzos por tener una puesta al día, aunque para ello es necesaria la intervención equilibrada de quienes pretendan tamañas modificaciones.

   Me parece, a título personal que estos no son los medios apropiados para atraer a una afición que se ha alejado, primero por mantenerse bastante engañada, luego por los altos precios de las localidades. También por la idea equivocada (y esto corresponde directamente a la empresa)  de que se puedan llenar los tendidos al solo anuncio de carteles en los dos días finales de la semana. Y ahora hasta nos quitan el aliento con detalles como el del conjunto musical, lo cual deja mucho que desear por el solo hecho de preguntarnos a quién se le ocurrió tamaña tontería. Creo que en términos de publicidad, y publicidad muy bien pensada o diseñada, deben existir infinidad de posibilidades de crear un ambiente más propicio, afortunado, que sea dirigido a una afición constituida por nuevos y viejos aficionados con el propósito de disuadir sus sospechas y generar desde luego, con buenos resultados, el retorno o la atracción que suponga el buen manejo de campañas, dirigidas a encontrar una mejor imagen del espectáculo. Y si a todo lo anterior, la empresa decide entregarse para ofrecer el mejor producto, créanme que los resultados definitivamente van a ser otros… pero como van, todo parece indicar que los esfuerzos por mejorar la imagen del espectáculo estarán condenados al fracaso.

   Justo en estos momentos es cuando más se necesita fortalecer la imagen de la tauromaquia en México, darle credibilidad, usar mecanismos de mensaje que generen fortaleza, confianza. E incluso, hasta puede haber un punto en el que si la apuesta es tal, la empresa, con la enorme capacidad económica que tiene detrás, podría decantarse por propuestas más atrevidas (ofrecer los precios que imperaron durante la temporada 2015-2016, por ejemplo), pero sin llegar a extremos como los que se han venido apuntando hasta aquí y que devalúan o generan desaliento entre los clientes potenciales, que es la afición en su conjunto.

   Los 3 mil o 5 mil asistentes promedio que hubo este fin de semana son el resultado de un conjunto cautivo de aficionados que suelen acudir con frecuencia al espectáculo, pero la plaza tiene 42 mil localidades y no la llenan ni con la confección de los “mejores” carteles que se propusieron ofrecer.

   Hace muchos años que la plaza no registra los llenos esperados, a pesar de que ha habido carteles sumamente importantes (lo del mano a mano entre José Tomás y “Joselito” Adame se convirtió en un asunto atractivo y fallido a la vez, pues los festejos que siguieron al de tan mediática propuesta, la plaza volvió a sus medias entradas de siempre).

   Finalmente debo reiterar que seguir por ese sendero, el de abaratar y devaluar la imagen del espectáculo taurino, primero que todo va en menoscabo de la tradición misma. Y lo otro, es que urge hacerse de un buen conjunto de asesores, capaces de pretender recuperar la honra de la tauromaquia mexicana. Gente experta en mercadotecnia, campañas publicitarias (hechas por taurinos, e incluso por quienes no lo son, pero al final gente sensible), es uno entre los muchos pendientes que nos debe la nueva empresa; claro si quiere recuperar desde luego la confianza de todos sus clientes potenciales, que seguimos siendo los aficionados a los toros.

   Se ha terminado el beneficio de la duda y ahora lo único que esperamos los aficionados es un mejor espectáculo, que para organizarlo con mayor calidad deben dejarse de lado desaciertos como los que hasta aquí he referido. Mi opinión no pretende ser más que el eco de otras tantas que queremos levantar la voz y protestar, reclamar y pedir insisto calidad, no cantidad.

27 de noviembre de 2016.

ORLAS

¿HABRÁ BOLSILLO QUE ALCANCE… O QUE AGUANTE?

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

Vayamos a conocer en detalle uno más de los ingredientes de la nueva temporada taurina en la ciudad de México. Me refiero a los precios de las localidades.

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A esto hay que agregar el costo para las tres novilladas que restan, mismas que se desarrollarán empalmadas por lo menos con los primeros tres festejos mayores (se tiene certeza del sábado 19 y domingo 20 de noviembre). Veamos:

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Ahora, aquí tienen ustedes los siguientes diez carteles:

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Cartel en el que por cierto ya se tiene la primera baja, debido al percance que Luis David Adame sufrió ayer en Aguascalientes.

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Veamos qué puede pasar para alguien que tenga un derecho de apartado en la fila N° 13 del segundo tendido de sombra, cuyo precio es de $400.00 el boleto, así como los $120.00 por cada una de las tres novilladas, siempre y cuando decida acudir a todos esos festejos.

   Por las tres novilladas, tendrá que pagar $360.00;

   Por los 10 festejos aquí contemplados, tendrá que pagar $4000.00, sin considerar otro gasto que el boleto, y todo lo anterior por persona.

   Total: $4,360.00

   Lo primero que pasa por nuestra cabeza es si habrá bolsillo que alcance… o que aguante tamaño gasto?

   Como sabemos, los festejos comenzarán a las cinco, hora más que mala pues la penumbra ha comenzado ya y lo único que se aventura es un conjunto de festejos bajo la noche. En España comenzar a las cinco, seis o siete de la tarde tiene otra razón, sobre todo por el punto geográfico en el que está ubicado dicho país, por lo que es factible, y más aún entre la primavera, el verano y parte del otoño que los festejos terminen incluso con luz de día. En nuestro país, como hemos comprobado en estos últimos días, a las cuatro, cuatro y media de la tarde, la penumbra se apodera del ambiente y no queda sino esperar que caiga el peso de la noche a muy tempranas horas. Así que el horario de las cinco ya tiene su inconveniente, e incluso hasta han olvidado que hubo uno muy particular, el de las cuatro de la tarde, que es mucho más tradicional y práctico.

   No conocemos todavía la materia prima: los toros. En cuanto a los carteles, francamente aunque la prensa se haya prodigado en comentarios a favor de la nueva empresa, nosotros los aficionados, vemos en buena parte «más de lo mismo», y eso que ya no incluyeron -¡gracias a Dios!- a Pablo Hermoso de Mendoza, quien se había convertido en auténtico peligro para la fiesta, debido a la serie de imposiciones que fue desplegando por aquí y por allá hasta empoderarse del control que anhelaba.

   A todo lo anterior, falta agregar por lo menos ocho festejos más, en la que se considera segunda parte de dicha temporada, y donde como ya se sabe, vendrán -por enésima vez-, Enrique Ponce y Julián López «El Juli», ahora que les favorece estar colocados dos españoles en cada cartel, con lo que se vulnera el Art. 47 de la Ley para la celebración de Espectáculos Públicos en el Distrito Federal (cuya última reforma es del 26 de enero de 200) y que a la letra dice:

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   Y desde luego, al sumar ocho festejos más, en los cálculos que se venían realizando, el poseedor de un derecho de apartado en la fila 13 del segundo tendido de sombra, o quien adquiera el mismo tipo de localidad, y decidan acudir a estos otros festejos, tendrán que desembolsar $3,200.00. Por lo tanto, el presupuesto final para estos 21 festejos asciende a $7,560.00

   Y vuelvo a preguntar: ¿habrá bolsillo que alcance… o que aguante tamaño gasto?

   Mal asunto si esto se materializa en aras de supuestos beneficios que se han advertido, pues ello implicaría el hecho de que los toreros mexicanos también tendrán el mismo tipo de ventaja en ruedos hispanos. Por lo menos así se entendería el funcionamiento en ese fiel de la balanza.

   En fin, que cuanto se aproxima es un conjunto de festejos en el que la afición no solo estará dispuesta a ofrecer el beneficio de la duda. Estará en capacidad de hacer un justo reclamo si las cosas comienzan a deslavarse, de tal forma que, como ocurrió hace muchos años, hubo sectores en la plaza que reclamaron así:

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Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots., T. II., p. 486. Foto: Mayo.

   Veremos y diremos.

Noviembre 7 de 2016.

ORLAS

EDITORIAL.

 UN APUNTE DE ACTUALIDAD HISTÓRICA. LA DECISIÓN EN CATALUÑA A FAVOR DE LOS TOROS. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

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   Hace unos días el Pleno del Tribunal Constitucional de Cataluña, derogó el art. 1 de la Ley 28/2010 que prohibía la celebración de corridas de toros y otros espectáculos taurinos en la misma región, que ha mostrado fuertes tendencias nacionalistas, a cuyo componente se agrega el trabajo que ejerció Leonardo Anselmi. Entre otros puntos pudimos saber que la Generalitat menoscabó la competencia del Estado para la “preservación del patrimonio cultural común”. De ahí que convenga, en estos momentos, acercarnos a algunos elementos que pongan en claro este aspecto fundamental.

   La tauromaquia como patrimonio. La naturaleza, el medio ambiente y diversos aspectos con los que convivimos permanentemente sufre no solo severas alteraciones, sino terribles consecuencias. Se están vulnerando de manera descontrolada, sin que hasta el momento hayamos visto aplicar ninguna medida concreta por parte de gobiernos, el estado o todas aquellas instancias que forman el “concierto de las naciones”. Mucho de lo que significan esos entornos, tiene que ver con el hecho de que las afectaciones ya consumadas atentan el valor de muchos “patrimonios”: ya sea de orden mundial, cultural y natural o de orden inmaterial. Si no apuramos nuestros esfuerzos por implantar medidas precautorias en defensa de tales conceptos, nos estamos sumando o convirtiendo -por añadidura-en cómplices o agentes de destrucción.

   En el sentido estricto de definición que podemos encontrar para entender de qué se tratan estos patrimonios, existe una Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural aprobada por la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en francés) el 16 de noviembre de 1972, circunstancia que se actualizó en la 32ª reunión, celebrada en París del 29 de septiembre al 17 de octubre de 2003.

   En esencia, sabemos que el término “patrimonio” se refiere al legado que recibimos del pasado, el cual debemos proteger, conservar y rehabilitar en el presente, con vistas a ser transmitido a las próximas generaciones.[1]

   Al referirme en particular a un “patrimonio”, a un “legado” como lo es la Tauromaquia, esta puede ser considerada como “Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad”. Para que ello sea posible es necesario reafirmarla bajo los siguientes criterios:

1.-Que el elemento es patrimonio cultural inmaterial, tal y como está definido en el artículo 2 de la Convención, a saber:

Artículo 2: Definiciones

A los efectos de la presente Convención,

1.-Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas –junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.

2.-La inscripción del elemento contribuirá a dar a conocer el patrimonio cultural inmaterial, a lograr que se tome conciencia de su importancia y a propiciar el diálogo, poniendo así de manifiesto la diversidad cultural a escala mundial y dando testimonio de la creatividad humana.

3.-Se elaboran medidas de salvaguardia que podrían proteger y promover el elemento.

4.-La propuesta de inscripción del elemento se ha presentado con la participación más amplia posible de la comunidad, el grupo o, si procede, los individuos interesados, y con su consentimiento libre, previo e informado.

5.-El elemento figura en un inventario del patrimonio cultural inmaterial presente en el(los) territorio(s) del(los) estado(s) parte(s) solicitante(s).[2]

   Con unas condiciones tan claras como esas, se tiene la certeza de que primero que todo es preciso defender ese “patrimonio”, argumentarlo, revalorarlo pero también entenderlo con todo el conjunto de significados que posee desde el pasado y hasta nuestros días.

   Al mencionar los términos “Tauromaquia” o “corrida de toros” parece que su sola expresión ofende a un sector que se opone a su desarrollo. Pero es desde adentro donde deben evolucionar sus procesos. En todo caso es un espectáculo anacrónico mezclado con la modernidad que se pone al servicio de su funcionamiento en varias de sus expresiones: mercadotecnia, computación y todos sus variantes, servicios mediáticos y un largo etcétera.

   Finalmente debo decir que si bien España y Francia ya han obtenido sendas declaraciones, en México se han logrado en forma estatal o municipal. Ya se trabaja en el propósito en el que, como estado también se agregue a ese propósito. Por tanto, la petición formal que habrá de hacerse en algún momento para obtener la declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad parte de una solicitud multinacional, a la que se agregan países como Portugal, Perú, Ecuador y Colombia, de la cual se esperan resultados satisfactorios que garanticen su preservación y conservación.

26 de octubre de 2016.


[1] Arqueología mexicana. “México en la lista del patrimonio mundial de la UNESCO”. México, CONACULTA-INAH. Edición especial 39, 90 p. 2011, p. 11.

[2] Op. Cit., p. 15.

ORLAS

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Antes de continuar con la labor de análisis que realizo para explicar, y de ser necesario separar los caminos convergentes que existen en la ruta de la tauromaquia, y formada esta a lo largo de varios siglos, deseo incluir a continuación unas interesantes notas, como todas las que se emiten desde el portal “Taurología.com” (véase: http://taurologia.com/), cuyo responsable es mi buen amigo el Sr. Dn. Antonio Petit Caro.

   El Pleno del Tribunal Constitucional ha estimado por mayoría de sus miembros  el recurso de inconstitucionalidad presentado por el Grupo Parlamentario Popular en el Senado y ha declarado inconstitucional y nulo el art. 1 de la Ley 28/2010 que prohíbe la celebración de corridas de toros y otros espectáculos taurinos en Cataluña. La sentencia cuenta con el voto particular discrepante de la Vicepresidenta, Adela Asua Batarrita y de los Magistrados, Fernando Valdés Dal-Ré y Juan Antonio Xiol Rios.

   Al comunicar esta decisión, el alto Tribunal aún no ha dado a conocer el texto íntegro de su sentencia, que habrá que leer con todo detenimiento. Es un hecho habitual que el Tribunal informe de sus decisiones y que en fecha posterior se divulguen los textos íntegros.

   El Tribunal considera que al ejercer su competencia para la regulación de los espectáculos públicos, la Generalitat ha “menoscabado” la competencia del Estado para la “preservación del patrimonio cultural común”, condición que las corridas de toros tienen atribuida por ley. Ha sido ponente de la resolución la Magistrada Encarnación Roca.

El Tribunal explica que el precepto recurrido se inscribe tanto en el ámbito de la protección de los animales como en el de la regulación de los espectáculos públicos, materias cuya competencia corresponde a la Generalitat. En cualquier caso, el ejercicio de esas competencias por la Comunidad Autónoma ha de “cohonestarse” con las que la Constitución reserva al Estado; por esta razón, la norma impugnada debe ser analizada bajo el prisma de los arts. 149.1.28 CE (defensa del patrimonio cultural) y 149.1.29 CE (seguridad pública).

   La sentencia analiza, en primer lugar, si la norma autonómica afecta al art. 149.1.29 CE, que atribuye al Estado la competencia exclusiva en materia de seguridad pública.

   A este respecto, señala que la competencia sobre espectáculos públicos se refiere a la “policía de espectáculos”, que según reiterada doctrina constitucional consiste en la “reglamentación administrativa sobre los requisitos y condiciones que deben cumplir los espectáculos públicos para garantizar su libre desarrollo, así como la seguridad tanto de los ejecutantes como del público asistente”.

   “No cabe duda”, asegura el Tribunal, de que la Comunidad Autónoma ostenta competencias en materia de policía de espectáculos, que es diferente a la de seguridad pública atribuida por la Constitución al Estado. En consecuencia, el ejercicio de dicha competencia por la Comunidad Autónoma podría incluir “la facultad de prohibir determinado tipo de espectáculo por razones vinculadas a la protección animal”; ahora bien, reitera la sentencia, el ejercicio de dicha facultad por la Comunidad Autónoma “ha de cohonestarse con las que, en esa materia, estén reservadas al Estado, que no pueden verse perturbadas o menoscabadas”.

Constatada la inexistencia de vulneración del art. 149.1.29 CE, el Tribunal analiza si la norma impugnada ha afectado a las competencias estatales en materia de cultura. En concreto, el art. 149.2 CE, que considera el servicio de la cultura como deber y atribución esencial del Estado, y el art. 149.1.28 CE, que le atribuye la competencia exclusiva en materia de defensa del patrimonio cultural, artístico y monumental español contra la exportación y la expoliación.

   En materia de cultura, explica la sentencia, existe una “concurrencia de competencias” del Estado y las Comunidades Autónomas; competencias que han de dirigirse siempre a la “preservación y estímulo de los valores culturales propios del cuerpo social” desde la instancia pública correspondiente. La doctrina constitucional ha señalado que al Estado corresponde la “preservación del patrimonio cultural común”.

   El Tribunal señala el hecho “incontrovertido” de que “la tauromaquia tiene una indudable presencia en la realidad social de nuestro país”; asimismo, explica que las corridas de toros “son una actividad con múltiples facetas o aspectos que explican la concurrencia de competencias estatales y autonómicas en su regulación” dado “su complejo carácter como fenómeno histórico, cultural, social, artístico, económico y empresarial”. Como “una expresión más de carácter cultural”, las corridas de toros “pueden formar parte del patrimonio cultural común que permite una intervención del Estado dirigida a su preservación ex art. 149.2 CE”.

   En el ejercicio de esas competencias, derivadas del citado art. 149.2 CE, el Estado ha dictado un conjunto de normas a través de las cuales “ha declarado formalmente la Tauromaquia como patrimonio cultural”. La sentencia recuerda que la dimensión cultural de las corridas de toros, presente en la ley desde 1991 y mencionada por el Tribunal Supremo en 1998, se ha potenciado después con la aprobación de Ley 18/2013 para la regulación de la Tauromaquia y Ley 10/2015 para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. Estas dos últimas normas, que fueron dictadas con posterioridad a la aprobación de la ley autonómica objeto del presente recurso y que no han sido recurridas ante este Tribunal, expresan una actuación legislativa “dirigida específicamente a la preservación de la manifestación que son las corridas de toros”.

   La sentencia explica también que el deber constitucional que los poderes públicos tienen de “garantizar la conservación y promover el enriquecimiento del patrimonio cultural” (art. 46 CE) no puede ser entendido como una obligación de mantener “todas las manifestaciones inherentes a los espectáculos tradicionales, como pueden ser las corridas de toros”. Así, los diversos poderes públicos pueden tener una concepción heterogénea, e incluso opuesta, de lo que deba entenderse “como expresión cultural susceptible de protección”.

   En otras palabras, el legislador autonómico goza de libertad en la “interpretación de los deseos u opiniones que sobre esta cuestión existen en la sociedad catalana a la hora de legislar en el ejercicio de sus competencias sobre espectáculos públicos”; pero esas diferencias de interpretación “han de manifestarse de modo conforme al orden constitucional de distribución de competencias (…), de manera que no pueden llegar al extremo de impedir, perturbar o menoscabar el ejercicio legítimo de las competencias del Estado en materia de cultura al amparo del art. 149.2 CE”.

   Esa es la razón por la que la norma recurrida, al incluir la prohibición de las corridas de toros en el ejercicio de la competencia autonómica sobre espectáculos públicos, “menoscaba las competencias estatales en materia de cultura, en cuanto que afecta a una manifestación común e impide en Cataluña el ejercicio de la competencia estatal dirigida a conservar esa tradición cultural (…)”.

   Nada impide que la Comunidad Autónoma, en el ejercicio de su competencia sobre ordenación de espectáculos públicos, pueda “regular el desarrollo de las representaciones taurinas”; o pueda, en materia de protección de los animales, “establecer requisitos para el especial cuidado y atención del toro bravo”. Y tampoco tiene la obligación de “adoptar medidas concretas de fomento en relación a las corridas de toros”. Pero la prohibición recurrida “menoscaba por su propia naturaleza el ejercicio de una competencia concurrente del Estado (art. 149.2 CE), que responde también al mandato constitucional del art. 46 CE”.

   “El respeto y la protección de la diversidad cultural ‘de los pueblos de España’ que deriva del citado art. 46 CE, y que no es sino manifestación de la diversidad propia de nuestro Estado autonómico, parte precisamente de la imposibilidad de prohibir, en una parte del territorio español, una celebración, festejo, o en general, una manifestación de una arraigada tradición cultural -si su contenido no es ilícito o no atenta contra otros derechos fundamentales-”. Se trata, por el contrario, afirma la sentencia, “de garantizar que aquellas tradiciones implantadas a nivel nacional se vean complementadas y enriquecidas con las tradiciones y culturas propias de las Comunidades Autónomas”.

   Por todas esas consideraciones, el Tribunal acuerda declarar la inconstitucionalidad el art. 1 de la Ley 28/2010 por incurrir en un “exceso en el ejercicio de las competencias autonómicas que invade o menoscaba las que el art. 149.2 CE otorga al Estado”.

   El voto particular que presentan los tres magistrados discrepa de la sentencia por la argumentación seguida en cuanto a la atribución de competencias. Consideran que no se han ponderado suficientemente las competencias de la Comunidad Autónoma de Cataluña en materia de protección de animales y de defensa de los valores culturales de Cataluña.

Disponible en internet octubre 23, 2016 en: http://taurologia.com/constitucional-anula-parlamento-catalan-prohibio-4335.htm

   Si todo lo anterior, lo viésemos como una clara extensión hacia el resto de los otros siete países que comparten dicho patrimonio (me refiero a Portugal, Francia, Ecuador, Perú, Venezuela, Colombia y México) se sabría perfectamente que dichas circunstancias son enteramente las mismas, por lo que con el hecho de que se aplique el mismo criterio, tendríamos como resultado un mismo efecto. Y justo ahora que se aproximan unos días de intenso cabildeo con los representantes del Constituyente para la Ciudad de México, me parece que este claro ejemplo de justicia, viene a darle a la tauromaquia razones de su pervivencia.

   Por tanto, vale la pena recordar los elementos razonados que sobresalen en tan histórica decisión, para que no se vea que existen diferencias culturales o políticas. Los ocho países y sus respectivas aficiones que hoy mantienen este legado (cuya estructura se debe a la multiplicidad de elementos que la constituyen), así como de recursos que provienen de todos los elementos que se incluyen en la siguiente ilustración:

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Por lo tanto, de tan esperada decisión, se hacen notar los siguientes postulados:

-Reafirma su carácter de patrimonio cultural inmaterial.

-Reafirma la libertad de creación artística e incluso el derecho a la educación.

-Insta a los poderes públicos a promover el acceso a la cultura y el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico, pero sobre todo

-Establece que el Estado tiene competencia exclusiva en la defensa de la igualdad de todos los españoles, telón de fondo en el que sobrevino el debate entre el independentismo catalán aunado a la presencia protagónica de Leonardo Anselmi lo cual insufló aquella polémica prohibición de las corridas de toros en 2010.

   Así que a pocos días o semanas de que concluyan los trabajos de análisis relacionados con el texto de la nueva Constitución de la Ciudad de México, bien valdría la pena que los grupos parlamentarios sopesaran con gran cuidado una decisión como la que ahora viene a darle un respiro a la tauromaquia. Sabemos que la reacción de los contrarios, lo cual supuso una dura derrota, provocará estrategias que podrían ser incluso más enérgicas. Veremos y diremos.

23 de octubre de 2016.

ORLAS

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