Archivo mensual: abril 2012

PONENCIAS, CONFERENCIAS y DISERTACIONES.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Hace unos días, fui invitado a participar (y agradezco tal deferencia a las autoridades de la Facultad de Derecho, cuya dirección ocupó el cargo recientemente la Dra. María Leoba Castañeda Rivas) en una videoconferencia cuyo título, por sí mismo, generaba toda una expectativa: FIESTA TAURINA: ¿ARTE O TORTURA?[1] En dicha oportunidad, cada uno de los ponentes, el Dr. Eduardo Oropeza Villavicencio, el Lic. Alejandro Ramírez Escárcega, y un servidor, bajo la moderación del Dr. José Luis López Chavarría, intentamos abordar y explicar en qué medida deben marcarse las diferencias interpretativas de este asunto, evitando con ello un equívoco que se produce, sobre todo, al calor de las pasiones, pero también de una fuerte carga ideológica producida en un mundo tan confuso como en el que vivimos. Tanto Oropeza Villavicencio como Ramírez Escárcega, a la sazón, profesores de la propia facultad, y con un amplio conocimiento sobre el tema jurídico, se ocuparon lo mismo de un pasaje histórico que de la justificación que recae en el hecho de que las corridas de toros sigan perviviendo en nuestra sociedad, justo en los momentos en que la Asamblea de Representantes del Distrito Federal, estaba en condiciones de prohibir las corridas en la capital del país, cosa que al final no sucedió. A continuación, comparto con ustedes mis comentarios y observaciones.

    Considero que cualquier calificación excedida o extremosa de cierta realidad, sin haber sido evaluada conscientemente, es motivo de duda. Por eso, en estos días, cuando el asunto de los toros ha entrado no sólo en un debate, sino en polémicos enfrentamientos entre las partes –todos aquellos a favor o en contra-, cada quien ha mostrado sus diversas armas y también sus argumentos que son el ingrediente activo y reactivo para mantener y defender desde su propia trinchera, ideologías y principios que consideran como razonables.

   En un país donde la libertad de expresión y la tolerancia campean como dos componentes esenciales que nos permiten expresarnos y decir lo que pensamos, sin riesgo posible de censura, nos concede aquí y ahora, en este maravilloso espacio no tanto debatir, sino poner en claro el conocimiento, con objeto de entender porqué una expresión como la tauromaquia pervive, se mantiene no sólo dentro de una sociedad, sino de su conciencia y hasta de su imaginario colectivo. Y lo hace, no por casualidad, sino porque su mecanismo se ha integrado varios siglos atrás a un engranaje el cual ha operado para constituir finalmente a México.

   Por lo tanto, y luego de haber terminado la conquista española, con la capitulación de México-Tenochtitlan el 13 de agosto de 1521, se puso en marcha un proceso en el que, por tres siglos convivieron y cohabitaron vencedores y vencidos primero. Luego toda una gama del mestizaje que dio sentido y carácter a la Nueva España. Entre los nuevos ingredientes en la forma de vivir y de compartir la cultura que se construía permanentemente, se incorporó el toreo como elemento de vida cotidiana, misma razón que pervivió tras la emancipación, a partir de 1810, adquiriendo en todo el siglo XIX una particular expresión que si bien, parecida a la española, se dejó notar con todo el peso de su propia idiosincrasia. Para el siglo XX, la evolución del espectáculo, en medio de todos los avatares que enfrentó, permite verlo y entenderlo como la culminación de muchas aspiraciones concebidas y construidas por diversos participantes que fueron otorgando elementos de madurez a una representación que evolucionaba técnica y estéticamente, que se ordenaba hasta quedar convertida justo en el significado que hoy, en pleno siglo XXI podemos apreciar en una plaza de toros.

   Sin embargo, con la presencia indiscutible de la modernidad, así como de una heterogénea forma de pensar entre sus integrantes, nos encontramos con que la tauromaquia vuelve a ser sentada en el banquillo de los acusados. No es de hoy. A lo largo de siglos, el cuestionamiento sobre la conveniencia de que perviva o no, ha sido parte de su difícil transitar. Para ello, y a lo largo de mucho tiempo, -gracias a la cultura- se han mostrado, con toda la evidencia posible, diversas condiciones que permiten interpretar su peculiar contenido. Aunque a veces, el uso del lenguaje y este construido en ideas, puede convertirse en una maravillosa experiencia o en amarga pesadilla.

   En los tiempos que corren, la tauromaquia ha detonado una serie de encuentros y desencuentros obligados, no podía ser de otra manera, por la batalla de las palabras, sus mensajes, circunstancias, pero sobre todo por sus diversas interpretaciones. De igual forma sucede con el racismo, el género, las diferencias o compatibilidades sexuales y muchos otros ámbitos donde no sólo la palabra sino el comportamiento o interpretación que de ellas se haga, mantiene a diversos sectores en pro o en contra bajo una lucha permanente; donde la imposición más que la razón, afirma sus fueros. Y eso que ya quedaron superados muchos oscurantismos.

   En algunos casos se tiene la certeza de que tales propósitos apunten a la revelación de paradigmas, convertidos además en el nuevo orden de ideas. Justo es lo que viene ocurriendo en los toros y contra los toros.

   Hoy día, frente a los fenómenos de globalización, o como sugieren los sociólogos ante la presencia de una “segunda modernidad”, las redes sociales se han cohesionado hasta entender que la “primavera árabe” primero; y luego regímenes como los de Mubarak o Gadafi después cayeron en gran medida por su presencia, como ocurre también con los “indignados”, señal esta de muchos cambios; algunos de ellos, radicales de suyo que dejan ver el desacuerdo con los esquemas que a sus ojos, ya se agotaron. La tauromaquia en ese sentido se encuentra en la mira.

   Pues bien, ese espectáculo ancestral, que se pierde en la noche de los tiempos es un elemento que no coincide en el engranaje del pensamiento de muchas sociedades de nuestros días, las cuales cuestionan en nombre de la tortura, ritual, sacrificio y otros componentes como la técnica o la estética, también consubstanciales al espectáculo, procurando abolirlas al invocar derechos, deberes y defensa por el toro mismo.

   La larga explicación de si los toros, además de espectáculo son: un arte, una técnica, un deporte, sacrificio, inmolación e incluso holocausto, nos ponen hoy en el dilema a resolver, justificando su puesta en escena, las razones todas de sus propósitos y cuya representación se acompaña de la polémica materialización de la agonía y muerte de un animal: el bos taurus primigenius o toro de lidia en palabras comunes.

   Bajo los efectos de la moral, de “su” moral, ciertos grupos o colectivos que no comparten ideas u opiniones con respecto a lo que se convierte en blanco de crítica o cuestionamiento, imponen el extremismo en cualquiera de sus expresiones. Allí está la segregación racial y social. Ahí el odio por homofobia,[2] biofobia,[3] por lesfobia[4] o por transfobia[5]. Ahí el rechazo rotundo por las corridas de toros, abanderado por abolicionistas que al amparo de una sensibilidad ecológica pro-animalista, han impuesto como referencia de sus movimientos la moral hacia los animales. Ellos dicen que las corridas son formas de sadismo colectivo, anticuado y fanático que disfruta con el sufrimiento de seres inocentes.

   En este campo de batalla se aprecia otro enfrentamiento: el de la modernidad frente a la raigambre que un conjunto de tradiciones, hábitos, usos y costumbres han venido a sumarse en las formas de ser y de pensar en muchas sociedades. En esa complejidad social, cultural o histórica, los toros como espectáculo se integraron a nuestra cultura. Y hoy, la modernidad declara como inmoral e impropio ese espectáculo. Fernando Savater ha escrito en Tauroética: “…las comparaciones derogatorias de que se sirven los antitaurinos (…) es homologar a los toros con los humanos o con seres divinos [con lo que se modifica] la consideración habitual de la animalidad”.[6]

   Sin embargo no podemos olvidar, volviendo a nuestros argumentos, que el toreo es cúmulo, suma y summa de muchas, muchas manifestaciones culturales que el peso acumulado de siglos ha logrado aglutinar en esa expresión, entre cuyas especificidades se encuentra integrado un ritual unido con eslabones simbólicos que se convierten, en la razón de la mayor controversia.

   Metida en la entraña del pueblo, la tauromaquia ha sido interpretada de diversas formas, tanto por una cultura popular como por expresiones de otros hacedores de altos vuelos. Esos artistas, han hecho suyas una serie de manifestaciones que corresponden directamente a su sentir, a su interpretación, hasta acumular una infinidad de elementos que cohesionan e integran un amplio catálogo de versiones.

   Pero antes de continuar, debe quedarnos claro el hecho de que la medida en que este espectáculo se puso en riesgo, tuvo un trasfondo político. Precisamente la política dio condiciones para que los grupos a favor y en contra dirimieran sus diferencias. Cada frente puso e interpuso sus ideas, principios, virtudes y defectos.

 CONCLUSIONES:

    Sin entrar en mayor detalle, puedo concluir que la fiesta taurina es una compleja representación de la cultura, que abarca expresiones y manifestaciones concretas del arte, lo mismo académico que popular; que conceptual o efímero. Por otro lado, y en buena medida, se atiene a una serie de principios en los que los toros, como espectáculo, siguen siendo un sacrificio, o sea, el vestigio deformado y ritual de un acto religioso ancestral, de un acto primigenio de la era del nacimiento de los humanos y que como tal, dicha condición ancestral es el principal ingrediente de una puesta en escena, el otro gran ritual, que es la tauromaquia en su conjunto. 

Muchas gracias.


[1] Videoconferencia. Universidad Nacional Autónoma de México. facultad de Derecho. Auditorio “Dr. Eduardo García Máunez”. Sábado 28 de abril de 2012.

[2] Aversión obsesiva hacia las personas homosexuales.

[3] Rechazo a los bisexuales, a la homosexualidad o a las personas bisexuales respectivamente.

[4] Fobia a las lesbianas.

[5] Odio a los transexuales.

[6] Fernando Savater: Tauroética. Madrid, Ediciones Turpial, S.A., 2011, 91 p. (Colección Mirador)., p. 18.

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TEXTO ÍNTEGRO DE LA DECLARACIÓN EN TLAXCALA.

Disponible abril 27, 2012 en: http://www.opinionytoros.com/noticias.php?Id=36822

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Casi de manera simultánea hoy, después del mediodía, se daban a conocer las siguientes tres noticias:

Disponible abril 26, 2012 en: http://www.altoromexico.com/2010/index.php?acc=noticiad&id=11840

Disponible abril 26, 2012 en: http://www.opinionytoros.com/noticias.php?Id=36816

Disponible abril 26, 2012 en: http://www.opinionytoros.com/noticias.php?Id=36816

   Las tres notas traídas aquí, dentro del cúmulo de información que ya circula en todos los medios de comunicación, no deben ser el reflejo de ninguna victoria. En todo caso, es la forma en que la Asamblea de Representantes responde ante el hecho de que hasta hoy, jueves 26 de abril de 2012, seguía revisando, estudiando y en todo caso discutiendo y aprobando otra serie de situaciones, con un peso de prioridad mayor al que se presuponía en el caso concreto, de si eran o no susceptibles de prohibirse las corridas de toros en el Distrito Federal. Nos queda claro que en la siguiente comisión, el tema puede integrarse. O también desecharse. El caso es que por ahora, el espectáculo taurino en la capital del país se mantiene en condiciones normales. Por tanto, es hora de que quienes lo organizan cobren conciencia de que tienen en todo esto una enorme oportunidad de reivindicarse, de hacer las cosas en términos de conseguir una mejor calidad, pero sobre todo, recuperar la confianza de muchos, muchos aficionados que se alejaron de la plaza «México», en respuesta al escaso valor que encontraban permanentemente en cada una de las tardes, por lo menos de la temporada 2011-2012, en que el común denominador fueron tendidos semidesolados. Esto no es casual, ni tampoco gratuito. Tiene un peso de realidades. Todos los aficionados estamos en espera de que la empresa capitalina desarrolle sus funciones con profesionalismo. No pedimos más. Es curioso que casi al borde del límite, quien haya aparecido en escena fuera el propio empresario de la plaza de toros «México». Saquen ustedes sus propias conclusiones.

   Ojalá no sea motivo para que algún sector muestre claras señas de un provocativo e insolente  ensoberbecimiento.

   En cuanto al caso de Tlaxcala, puede percibirse que con la declaratoria, se ha dado un paso más, uno entre muchos que quedan por dar. El hecho es que, a estas alturas, apenas sean tres los puntos (Aguascalientes, Xico y ahora Tlaxcala) los que han logrado tal nominación. Entusiasma el hecho de que se avance, pero ese entusiasmo tendrá que ser mayor si otras ciudades o municipios del resto del territorio nacional asumen el mismo tipo de responsabilidad, protegiendo o considerando a la tauromaquia como un patrimonio. Entra otras, la ciudad de México y sus autoridades (la voluntad de los aficionados tiene organizadas perfectamente importante número de legiones listas para actuar), podrían demostrar su capacidad para proteger, ya sea como Bien de Interés Cultural (BIC) o como Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) un legado que, como se ha visto en los últimos tiempos, ha sido blanco de encontradas reacciones. Es deseable por tanto, que el gobierno capitalino, valore este tipo de elemento cultural, alcanzando así una dimensión que puede poner en mejores condiciones el futuro de la tauromaquia, no sólo en el Distrito Federal, sino del país en su conjunto.

26 de abril de 2012.

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EL ARTE… ¡POR EL ARTE! (SEXTA VERÓNICA DE LA SERIE).

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    En el inapreciable y armónico movimiento que los grandes toreros suelen demostrarnos en eso de interpretar una de las suertes más difíciles, pero también más bellas del repertorio con el capote, ya se ha podido llegar a la sexta verónica de la serie. Y digo que es de las suertes más difíciles, puesto que por ser una de las primeras que ejecutan nada más ha salido el toro al ruedo, es porque las condiciones de fuerza en que el burel asoma al redondel son de una espectacularidad, donde demuestran toda su agilidad, sus movimientos son rápidos y contundentes… en fin que salen “crudos” como afirman algunos matadores. En ese sentido cuando el artista y el técnico al mismo tiempo, logra dominar y entender aquellas embestidas fuera de control, y de meter en la capa al toro, y luego templar, hasta el punto de conseguir verdaderas obras de arte efímero, es porque se ha producido el milagro de la verónica. Esto ha quedado como una forma convencional de ejecución, pues incluso es de enorme utilidad para los matadores, ya que en esa medida, comienzan a apreciar y a distinguir el tipo de embestida que puede ofrecer el toro en el resto de la lidia. Pero en cuanto sucede lo inesperado, cuando surge el “soplo”, o la inspiración es precisamente en esa suma interpretativa donde se crea un arte, surge una expresión difícil de codificar o decodificar. Para muchos taurinos, este es uno de esos momentos en el que pueden apreciar el “abandono” que podrían tener los artistas. Y digo “abandono” no desde un punto de vista peyorativo, sino en el preciso instante de que la creación estética se produce para entregarse plenamente a la ejecución de apenas unos cuantos lances, suficiente porción que puede convertirse en el adelanto de la consumación de una gran obra.

   Ya lo decía Carlos Septién García, en otra de sus incomparables crónicas, modelo y referencia para muchos de quienes pretendemos seguir aprendiendo, cuando aquella tarde del 31 de diciembre de 1944, volvía a repetir la “hazaña” de días atrás, el polémico y personalísimo Luis Castro “El Soldado”. Cuando Romancero de san Mateo ya estaba en la arena

    Lentamente, Luis Castro fue forjando su lenguaje. Lentamente fue desbastando sus palabras en rudos balbuceos ennoblecidos. Así en las verónicas, cuando tomó al toro muy cerrado en tablas y poco a poco fue acoplándose con él, afinando el duro trazo original del capote, asentando el temple, robusteciendo la expresión hasta cuajar el verso noble y señor de sus dos últimos lances. Sonaba aquello como a bronca voz de guerrero tercamente empeñado en pronunciar la musical asonancia de una rima romancera; versos de tónica y primitiva fragancia en los labios del propio Campeador. Así también cuando en el señoril reposo de una narración gloriosa (…)[1]

    Tanta y tan sublime ha sido la inspiración de ciertos toreros que, como El Soldado han producido a favor de la literatura, que el de Mixcoac no escapó a la posibilidad de que José Alameda le dedicara una justa, armónica y equilibrada décima que aquí reproduzco:

 LUIS CASTRO “EL SOLDADO”

 (Para Jesús Arroyo)

El tiempo ha profundizado

Tu mirada y está en ella,

Como en tu frente, la estrella

De lidiador: de soldado.

Y es también el que te ha dado

El porte de antiguo jefe,

Porque tu estampa refleje

Lo que fuiste frente al toro,

Huitzilopoztli de oro

Planta, estilo, regla y eje.[2]

    Alfonso Ramírez “Calesero”, otro intérprete inconmensurable, llegó a afirmar que la ejecución de esta suerte suponía colocarse frente al toro, de tal forma, que aquello se entendiera como si se pidiera perdón. Nada mejor expresado en la siguiente imagen, que sin corresponder necesariamente a las explicaciones iconográficas complementarias, da una idea de que en una escultura del nazareno, este pareciera –sin necesidad de capote alguno-, estar interpretando uno de esos bellos lances…

Silverio Pérez es infaltable.

En su mexicana expresión…

…hasta alcanzar la cadencia y la solemnidad…

…solemnidad que Juan Belmonte comenzaba a encontrar el colorido…

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…que luego Lorenzo Garza también supo descubrir y encumbrar en misteriosos balanceos…

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…misterio que también desveló Ricardo Torres, el torero hidalguense de inolvidable recuerdo.

El instante captado por Daniel Orduña no pudo ser mejor.

Y el cierre milagroso, cautivante, emotivo, de la “media verónica” nos lo deja el artista Robert Ryan en sus característicos movimientos de asombro pictórico sin igual:


[1] Carlos Septién García (seud. “El Tío Carlos – El Quinto”): CRÓNICAS DE TOROS. Dibujos de Carlos León. México, Editorial Jus, 1948. 398 p. Ils., p. 153-4.

 [2] Carlos Fernández Valdemoro (seud. José Alameda): azar del toreo. México, Imprenta Monterrey, S.A., 1984. 92 p. Ils., fots., p. 35.

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INVITACIÓN A CONFERENCIA…

A la afición de la ciudad de México:

El próximo sábado 28 de abril, se llevará a cabo una videoconferencia, en la Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Derecho en el auditorio «Dr. Eduardo García Máynez» de 9 a 10 de la mañana. Los ponentes seremos, el Dr. Eduardo Oropeza Villavicencio, el Lic. Alejandro Ramírez Escárcega y quien suscribe, moderados por el Dr. José Luis López Chavarría. El tema de la misma lleva como título: «Fiesta Taurina ¿Arte o tortura?»

Esperamos su asistencia.

M. en H. José Francisco Coello Ugalde

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Sobre la entrevista que Elena Poniatowska realizó a Edileth Fernández Villegas, que aquí concluye. Veamos.[1].

LOS TOROS TIENEN EL MISMO SISTEMA NERVIOSO QUE NOSOTROS, DICE ELIDETH FERNÁNDEZ VILLEGAS. POR: ELENA PONIATOWSKA.

   La fiesta brava… Hay quien dice que le dan oportunidad al toro de demostrar su bravura y le ofrecen una muerte gloriosa.

   Una de las recomendaciones que Hizo (Rudolph) Guiliani cuando vino, invitado por Marcelo Ebrard (sic; fue durante el gobierno de Andrés Manuel López Obrador), es que México pusiera atención al matrato animal. De ahí nació la Brigada de Protección Animal.

   ¡Y qué bueno que haya surgido con la visita del mismo Giuliani dicha brigada! ¿Pero fue necesario hasta ese momento tomar cartas en el asunto y cobrar conciencia sobre ese aspecto? ¿Por qué no antes? Por tanto, ¿había que tomar como modelo la recomendación de un norteamericano para que, bajo el principio que tiene ese país, fuese posible en el nuestro tal iniciativa?

   Sobre todo porque no sólo son los toros, también están todo un conjunto de animales domésticos cuyas vidas corren peligro, en mano de personas que a veces no cobran conciencia de tener, en su hogar un compañero, un ser animal que terminará adaptándose a esa forma de vida, que no es la suya, por supuesto, pero que se sujeta a tales principios o condiciones. Pero son tantos, y tantas las problemáticas que surgen en torno a ese tipo de razas, pero sobre todo de culturas para su conservación, que no alcanzaría a entenderse el problema si la gente común y corriente no entiende que contar con un animal en casa tiene un significado muy especial. Por eso, creo que ese tema en particular tiene suficientes elementos como para dedicarse a legislar en la materia, misma legislación con la que ya cuenta la fiesta de los toros, seres animales que en todo momento, salvo en el que ya se encuentran en el ruedo, son sujetos de esa protección a la que aducen, como desprotección quienes creen que sucede un atentado al quedar desprotegidos. Si no hacemos una lectura correcta de estos aspectos legales, el asunto se polariza. En ese sentido, las declaraciones del Lic. Julio Esponda son más que determinantes, al explicar –bajo el principio de la legalidad-, cuáles son esos derechos y deberes a que estamos sujetos nosotros, integrantes de una sociedad para su protección. Por lo tanto, sugiero a los interesados, a hacer una revisión del contenido del programa “Toros y Toreros” del lunes 16 de abril pasado,[2] en el que, apelando al derecho positivo mexicano, explicó con toda claridad esos otros significados que muchas veces, taurinos y no taurinos no entendemos, porque están sustentados a partir del derecho mismo, y no por la especulación ni tampoco por la mala interpretación que podría caber en términos de explicar y explicarse los elementos allí contenidos.

   María Félix, Dolores del Río, Silvia Pinal, Agustín Lara, Paco Malgesto, Renato Leduc eran fanáticos de los toros. Cuando entrevisté a Manuel Benítez El Cordobés, hace años, recuerdo haber visto a muchos niños aficionados.

   En algunos países no se acepta que entren niños a los toros. Sólo en México los niños ven este espectáculo.

   Si en otros países han limitado la entrada de los niños a una plaza de toros, esto significa el corte generacional que puede causar no solo brecha, sino un abismo hasta el punto en que se distancien y sean ajenos a una cultura que le es propia a la población de esos países, en cuya constitución histórica, social, religiosa, política o ideológica, por mencionar los términos de formación y consolidación de un estado en términos de sus creencias, estas podrían vulnerarse ante lo que casi representa un juicio sumario, alentando los principios ajenos y no los propios, condenando también a sus integrantes a alejarse del significado espiritual y cultural que ha significado la condición aglutinante de esas sociedades a lo largo de siglos de existir y convivir entre ese conjunto de ingredientes intangibles o inmateriales pero que son el conjunto de principios que le dan esencia a la forma de ser, pues han cargado con todos esos saberes que, indudablemente deben llegar a todos, incluyendo a los niños. Negarles, de alguna forma un pasado como forma de vida, es negarles el conocimiento, sin más.

   ¿En el box no entran niños?

   En el box, no sé si entren niños. Hay quien dice que también debería desaparecer el box, la lucha libre y otros espectáculos de violencia. En el box, dos personas deciden que quieren golpearse, en el caso del toro, la decisión es de uno contra el animal.

   En efecto, yo también desconozco si entran o no niños a una función de box. En cambio, véase y entiéndase la conmoción que pueden crear las luchas libres entre el sector infantil, y se entenderá de qué forma, los medios masivos de comunicación han trascendido entre los niños. Las transmisiones se encuentran en horarios permitidos y si no fuera así, las restricciones se harían notar de inmediato.

   Que en el caso del toro, la decisión es de uno contra el animal, no, en efecto no puede ser entendido en esos términos, puesto que al intervenir el matador con una espada y consumar el sacrificio y muerte, este no actúa en términos de cómo piensa Fernández Villegas o como piensan los contrarios. Esto implica la participación y materialización no sólo de un aspecto que podría verse aplicado con premeditación, alevosía y ventaja. Allí culmina la invocación a un estado, el más primitivo, el que demuestra cómo en la caza, como en los toros, la muerte sigue siendo demostrada como un sacrificio, o sea, como el vestigio deformado y ritual de un acto religioso ancestral, de un acto primigenio de la era del nacimiento de los humanos.

   ¿Cree usted que ver toros o luchas afecte el desarrollo del niño?

   El niño se insensibiliza. “Yo desde niño he ido a los toros y no soy violento –suele alegar el aficionado- el toro sufre 15 minutos porque tiene la piel muy gruesa”. No se da cuenta de que es insensible.

   Creo que Edileth Fernández Villegas tomó, para responder, el tópico o lugar común más obvio, como para descalificar nuevamente la opinión de los aficionados. Primero, el niño no es que se insensibilice, puesto que en su aprendizaje va entendiendo los significados de la vida. Otra cosa es que la parte tutoral de los padres entre en juego influyendo en sus decisiones, al punto de que se deforma el proceso cognitivo de o en su conciencia, quedando marcada la aceptación o repugnancia de por vida, lo que con los años va a definirse claramente hacia qué lado incline su gusto o rechazo; en este caso concreto, por todos los significados de la tauromaquia.

   ¿La protección de los animales?

   Si rechazamos los espectáculos violentos nos hacemos más sensibles con nosotros mismos.

   Espero que esa respuesta tenga la misma afirmación en cuanto el común denominador de la vida en estos momentos, es la violencia en general. Hemos llegado a tal grado de insensibilidad que la muerte ya no nos conmueve. Es terrible decirlo, pero en la forma en que están ocurriendo todos los casos en que la presencia de la muerte es un hecho, viene provocando un fenómeno de indolencia. En el caso de que la muerte de un toro pueda ser gloriosa, cumpliéndose así con el principio ritual a que está sujeta por contener ese ingrediente incómodo, pero inherente y propio desde el pasado mismo, esa misma carga de glorificación es celebrada en forma conmovedora por el público que presencia en la plaza tal circunstancia. Que los contrarios tomen como ejemplo –y es que los hay-, en que los toros son masacrados, no significa que este sea el común denominador de la corrida. Y si además, han tomado como suya esa misma escena, me parece inoportuna y tendenciosa la forma de hacer creer a los demás de que eso es el toreo y no otra cosa.

   ¿Cree usted que vaya a pasar la ley a favor de la abolición de las corridas de toros en la ciudad de México?

   Sí y además sería un parteaguas para proteger a otros animales, como los perros y los gatos. A veces sufren más los perros en las familias que los que son callejeros. Hace tres años, 35 mil familias en el D.F. decidieron llevar a su perro de compañía al antirrábico. Imagínate la formación de niños capaces de desprenderse de un ser vivo después de tenerlo tres, cuatro, cinco años. a muchos niños les regalan una mascota en Navidad y en marzo el abandono de cachorros latosos es impresionante. Los sacan a la calle y a las asociaciones ya no les cabe un animal más. Salvar cualquier animal es simbólico. Si se prohíben legalmente las corridas de toros va a haber más conciencia.

   El trabajo de agrupaciones en donde está integrada Edileth Fernández Villegas es descomunal. Podrían ser un verdadero referente en divulgar una cultura y una conciencia que represente el trato correcto de los animales a nivel doméstico. Primero entre los padres, que no tienen porqué satisfacer un gusto o un capricho, si luego las consecuencias pueden ser las del abandono. En ello tiene que haber unos significados en que se crea la responsabilidad, y aplican los derechos y los deberes que las personas tendrían que tener hacia y por los animales que estarán en casa, como un integrante más de la familia. Así, se obtendría un beneficio por añadidura: el que los niños ya educados, convivan correctamente, junto con sus padres, con esos animales y hasta se pueda crear un ámbito entrañable que signifique, entre otras cosas, el cuidado y la preservación. Suficiente trabajo tienen en eso. Lo de los toros se convierte en una expresión que va más allá de nuestras propias realidades. Es una representación cuyo peso específico, a lo largo de muchos siglos, ha adquirido y consolidado una cultura que, como tal, comparte sus andanzas, venturas y desventuras al lado de diversas sociedades a las que les queda claro que es un legado proveniente de otros tiempos y que se sigue integrando a usos y costumbres que nuestra modernidad y los tiempos que ahora corren, ya no corresponden porque es muestra de su evolución. Pero en la evolución caben también los principios de un pasado que cohabita en forma natural, se integra, en otra forma y con otro ritmo al pulso de estas sociedades que van al paso de lo que esa modernidad avasallante va dictando, queramos o no, como puede ser el caso de la globalización y todos sus efectos, por ejemplo.

   El colombiano Álvaro Múnera, quien fue torero y vive en Medellín, es de los principales defensores de animales. Por una cornada se quedó paralítico y cuenta cómo vio llorar al toro cuando él lo toreaba. “Yo ahorita valgo más que cuando era torero”

   En los Viveros se juntan jóvenes a torear. Llevan su capote, una carretilla con cuernos y practican. Supongo que ahora tendrán que torear ardillas.

   Un matador de toros es víctima de una cultura machista y de una masculinidad mal entendida, Elena.

   Y hasta aquí las declaraciones de Edileth Fernández Villegas, no sin antes referirme al hecho de que, en el caso particular de Álvaro Múnera se tomó un referente como de conversión entre alguien que primero se integró a los toros y que, a causa de un percance fue víctima directa, negándose ahora a su pasado. Al margen del ejemplo que tiene sus matices, el hecho es que tomarlo y decir por tanto que el toreo es así, o porque por el toreo ocurrió algo así, no es suficiente explicación, e incluso me parece vaga y poco obvia, si no se tienen claras las expresiones de que ese, además de ser un elemento aislado, no dan suficiente información para entender la dimensión infinitamente mayor que puede tener, desde diversas aristas, lo que comprendemos como fiesta de toros, como tauromaquia en la que no necesariamente debe pensarse que entonces surgimos o dependemos de una cultura “machista” para identificarnos como seres en los que incluso existe una masculinidad mal entendida.

   Y si se ha tratado de explicar (nunca para entrar en polémica o en provocaciones) todo lo anterior en términos de la cultura, nada mejor que reafirmar ese conocimiento, porque eso es cultura, se ha hecho haciendo ver a todo el conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico (incluso industrial) en una época, grupo social, etc. Por lo tanto, esta es nuestra defensa hacia la cultura de los toros y apelo, como sé que todos los taurinos sabrán hacerlo, al principio elemental de la tolerancia, virtud de y entre humanos, para hacerles saber a quienes no comparten esta “cultura” que no alentamos en ningún momento la tortura como se cree desde la otra postura a la que respeto, pero con la que no comparto sus opiniones. En apego a la libertad de expresión, las anteriores han sido mis opiniones que nunca partieron de otra cosa que no fuera apelar a la cultura como el único medio posible para hacerlo. 

22 de abril de 2012.


[1] Recuerdo a mis lectores que los comentarios emitidos por este servidor, los haré haciendo uso de cursivas.

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Continua.[1]

 LOS TOROS TIENEN EL MISMO SISTEMA NERVIOSO QUE NOSOTROS, DICE ELIDETH FERNÁNDEZ VILLEGAS. POR: ELENA PONIATOWSKA.

    Ahora el mundo tiene el gran ejemplo de Cataluña, que ha prohibido las corridas de toros, pero habría que preguntarse, qué les sucede a todos aquellos que vivían de las corridas, Elideth.

   En cuestiones de economía, la experiencia de Cataluña transformó la Plaza de las Arenas en un centro comercial que tiene una derrama económica mayor que cuando era plaza de toros. Evidentemente no es el caso de México, porque no se ha hecho un estudio económico profundo. Pero el de Cataluña es un ejemplo. Los mismos ganaderos mexicanos declaran que ya no es negocio criar toros de lidia, que sólo lo hacen por gusto y por amor a la tauromaquia.

   Con las últimas noticias sobre la dinámica laboral en nuestro país, los datos que incluyo a continuación son patéticos:

   En la economía informal, 55% de la población ocupada: UNAM. Estos datos equivalen a 26.4 millones de trabajadores al cierre del año pasado.[2] Por tanto, si el “presidente del empleo” y su principal maquinador (sólo que en sentido contrario) Javier Lozano Alarcón dispusieron este tipo de escenarios, no están garantizadas las condiciones que establece Elideth Fernández Villegas

   Ahora bien, en cuanto a que ya no es negocio criar toros de lidia, aquí un ejemplo de que no todos los ganaderos piensan así, a continuación incluyo las apreciaciones de uno de ellos.

   El toro de lidia vive además en total libertad por más de cuatro años con una gran calidad de vida; más del doble que los novillos de otras razas de carne dedicados a engorda que mueren a una edad temprana, los cuales son castrados y confinados a corrales, sin libertad de movimiento, por aproximadamente noventa días, tiempo en que son cebados y mandados al rastro para ser descabellados y desollados al instante; a esta misma edad un novillo bravo es llevado del campo a la plaza de tienta de la ganadería para su examen, en donde se prueba su bravura ante el caballo y su comportamiento en las “colleras”, que es la forma como entre dos personas a cuerpo limpio, con una rama en la mano, pueden proceder a retirarlo del caballo sin torearlo; acción que constituye, sin duda, una tarea difícil para un ganadero de bravo, para apreciar el grado de bravura y calidad en la embestida del novillo. Las vaquillas son tentadas toreándose, para percibir las condiciones especiales de su desempeño y de acuerdo a las características que se hayan detectado, poder decidir su destino final como madres, apareándose con un determinado semental.

   En esta selección previa de novillos y vaquillas de lidia se deben tener en cuenta: la conformación física, la línea genética (padres, abuelos, etc.) y ciertas condiciones de comportamiento y proceder que son muy importantes de percibir y registrar en una tienta: su temperamento, su bravura, su docilidad y su clase, la aptitud para humillar a la hora de tomar el engaño, que embista con son (o ritmo), que sea emotivo y “transmita”, que no salga suelto o con tendencia de irse a las tablas, que repita con largo recorrido, estando fijo en el engaño.

   Con base en esta selección previa es que el ganadero de lidia ha logrado a lo largo de los años una evolución en la embestida del toro: de áspero y brusco a un toro con las cualidades necesarias para la interpretación del toreo actual, sin perder su bravura y acometividad.

   La evolución de la cría del toro de lidia en México se debe a la selección que se ha logrado llevar a cabo por varias generaciones de ganaderos que importaron, durante el siglo pasado, vacas y sementales desde España, que lograron mejorar notablemente la ganadería brava.

   Destaca dentro de estos ganaderos Don Antonio Llaguno González, quien fundó en 1899 con su hermano Don Julián la ganadería de San Mateo, con vacas criollas.

   Después de varias corridas que resultaron un fracaso, en el año 1908, con el consejo e intermediación del matador español Ricardo Torres “Bombita”, adquiere de la ganadería del Marqués de Saltillo en España, las primeras cinco vacas y dos sementales de lidia, para posteriormente adquirir en el año de 1911 diez vacas más de la misma procedencia.

   Don Antonio ha sido de los primeros en México en sistematizar y practicar las técnicas genéticas y el registro en libros del ganado bravo a partir de las teorías de las leyes de la herencia del padre Gregor Mendel, publicadas en 1865, las cuales influyeron en el método empleado para que a partir de un puñado de dieciséis vacas y dos sementales importados desde España, se pudieran seleccionar básicamente tres ramas o razas con características definidas, que han servido para la conformación actual, en los últimos cincuenta años, de la mayoría de grandes encastes de ganado bravo mexicano. Don Antonio, en un momento dado, recurrió a la consanguinidad para poder fijar ciertos caracteres genéticos que le permitieron lograr inmortalizar grandes sementales: “Vidriero”, “Conejo” y el legendario “Guantero”, que han pasado a la posteridad como especímenes base de la ganadería mexicana para lograr una gran descendencia que ha permitido inmortalizar muchas de las grandes faenas de la fiesta en México.

   Con la materia prima de calidad del toro mexicano, hacia los años cuarenta del siglo pasado se inicia la época de oro del toreo en México, en la cual se consolida la fiesta taurina en nuestro país.

   La interpretación a la que se ha llegado en el toreo contemporáneo, no es sólo producto de la evolución del toro, sino también de la transformación de la práctica depurada de la lidia moderna, la cual produjo una auténtica revolución en la interpretación del toreo, inaugurada en España, a principios del siglo XX, por José Gómez Ortega “Joselito”, Juan Belmonte y Rodolfo Gaona, quienes sentaron las bases para lo que surgiría años después en nuestro país, cuando se inicia la época de oro del toreo mexicano, consolidando la forma personal de interpretar el toreo, con diestros que han formado dinastías: los Silveti, los Armilla, los Garza, los Pérez, los Solórzano, los Rivera, los Arruza y, por supuesto, el Ranchero Aguilar, Manolo Martínez entre muchos otros, quienes dieron la pelea al mismo nivel que los mejores diestros españoles del momento, y salvo la crisis de las últimas décadas por la falta de nuevos valores, se empieza a vislumbrar una nueva época de auge con la reciente aparición de jóvenes valores, en donde las escuelas taurinas han tenido un papel preponderante para el resurgimiento de la fiesta en México.

   La ganadería de toro de lidia representa una actividad muy importante en la preservación del medio ambiente de cada región donde está ubicada, conservando las condiciones naturales originales sin cambiar el uso de suelo, protegiendo la vegetación endémica y preservando la fauna silvestre existente, dándole sustentabilidad permanente a su vocación natural como agostadero, llevando a cabo prácticas de  conservación como el sistema de rotación de potreros, que hacen más eficientes la producción de pastos, invirtiendo en obras de infraestructura especiales y necesarias como cercas, abrevaderos y saladeros (con sal adicionada con minerales) localizados estratégicamente para conducir al ganado a sitios poco frecuentados.

   Para lograr el estricto control genético del hato se debe contar con potreros subdivididos donde se puedan mantener de 35 a 40 vacas, cuando menos durante la temporada cuando hay buenos pastos, que es de julio a diciembre, época en que se padrean los sementales, y así tener la certeza en el registro que se lleva para determinar qué cría es de determinado semental.

   El 85% de las ganaderías de bravo está en terrenos de agostadero ubicados en la zona semiárida del centro de México, donde una preocupación en el pasado año fue la escasísima precipitación pluvial que se presentó (de un 5 a un 10% del promedio anual), la cual nos tiene afrontando una situación de crisis sin precedente a todos los que vivimos del campo, por lo que se está teniendo que recurrir a la alimentación suplementaria del ganado, además de la transportación y reparto de agua en pipas a los abrevaderos.

   La explotación irracional de los recursos naturales ha llevado a culturas completas a su desaparición, lo cual nos demuestra que se requiere de una consciencia colectiva que propicie una explotación racional y equilibrada, implementando un manejo “holístico” de los agostaderos, en los cuales se establezcan alternativas integrales de explotación sustentable con un equilibrio entre la flora, la fauna y los recursos minerales, además del monitoreo constante de los agostaderos. Desgraciadamente, estas condiciones son difíciles de implementar en los predios de propiedad colectiva del área semidesértica del altiplano, donde se practica, por lo general, una ganadería extensiva, la cual resulta perjudicial a largo plazo. Es necesario incrementar las medidas efectivas por parte del gobierno para su regeneración y reforestación con programas de ajuste, limitando la carga animal de los potreros.

   En la actualidad es normal apreciar en esta zona grandes extensiones, carentes de cercos e infraestructura ganadera, muchísimas abiertas al cultivo, las cuales están expuestas a la erosión pluvial y eólica que está provocando que la frontera de la desertificación vaya ganando terreno, tardando decenas de años en volverse a repoblar de pastos cuando se regeneran. (Son palabras y experiencias de D. Marco Garfias).

   Sin corridas, ¿qué harían los aficionados los domingos?

   Una sicóloga asegura que después de una corrida de toros el domingo, sube el índice de criminalidad en la ciudad. Todos estos documentos ya se entregaron a la ALDF.

   El dicho de Fernández Villegas me parece en todo caso, hasta insultante. Es decir, que en cuanto termina un festejo en el Distrito Federal, por ejemplo, lo mejor o más conveniente es declarar toque de queda porque ¡ya vienen los taurinos! ¡Se va a desatar una masacre con ellos!

   ¿Los aficionados a los toros han podido dar su opinión?

   Sí, se han considerado las dos partes. Incluso dieron la oportunidad a los taurinos de presentar sus argumentos y uno es que muchas familias se van a quedar sin trabajo, pero ya se comprobó que la fiesta se puede reconvertir.

   Ojalá nos den la receta de esa reconversión porque los tiempos no pintan nada bien para nadie. Las fuentes de INEGI son de dudosa confiabilidad y la oferta de nuestros tiempos en cuanto a que trabajando algunas horas ya es considerado un ingreso sólo que sin contrato laboral ni protección jurídica, social y hasta de los más elementales servicios médicos, de los que el estado se sustrae.

   ¿Y el arte? ¿Picasso y Goya?

   ¡Cuántos artistas y escritores se han inspirado en la Crucifixión y no por eso piden una cada fin de semana! El arte es convertir una hoja en blanco en una página de escritura. O sacar de una piedra una escultura maravillosa. Un animal tan hermoso como el toro termina siendo una bola de sangre, una masacre es el supuesto arte de la tauromaquia.

   Muchos artistas se han nutrido de la belleza, de la luz y del fuego, del abstracto y hasta de la tragedia para convertir todas esas expresiones en arte. Todos esos elementos, afortunadamente los posee la tauromaquia y por ello, la producción en ese sentido ha sido muy abundante.

   ¿Ser torero es un oficio o una vocación?

   Bueno, evidentemente a los toreros les han hecho creer que su arte es maravilloso.

   ¡Y sí que es maravilloso, único, irrepetible!

   El toro de lidia es una raza, no una especie, la van criando justamente para su conveniencia. De todos los toros de lidia que se crían, sólo de 5 a 7 por ciento van al ruedo, los demás van al matadero.

   Es una práctica, la de las tientas y selección las que determinan, en buena medida esas decisiones, no las casualidades. Los ganaderos buscan afirmar el encaste y por tanto, tienen la condición de tomar este tipo de decisiones para lograr el mejor punto de equilibrio en sus haciendas.

   ¿No reúnen las características para la corrida?

   Va al rastro 95 por ciento. Ahora, ¿qué es una de las cosas que se proponen? Evidentemente, por la historia de la tauromaquia, se pueden hacer santuarios de toros que resulten en una derrama de turismo importante. Todos los que trabajan en las corridas podrían verse beneficiados. Otra cosa importante es el medio ambiente.

   La ganadería, en sí misma, ya es un santuario, creo que no necesita ese tipo de implementos. Además, con respecto al medio ambiente, este junto con el cambio climático ha provocado cambios no previstos y por tanto, ellos, los ganaderos, están buscando nuevas formas de aplicación derivadas de los estudios más recientes en ingeniería forestal, agronomía y la veterinaria misma para no afectar el desarrollo de la crianza.

   Los ganaderos de toros de lidia dicen que cuidan el medio ambiente con las hectáreas enormes que dedican a la crianza de toros. Hay estudios que demuestran lo contrario. Una ganadería contamina más que la industria automotriz; todos esos terrenos enormes dedicados a los toros de lidia rompen con el ecosistema. Los ganaderos abren campos y devastan bosques para criarlos y el toro vive maravillosamente bien durante cuatro años, pero yo digo que lo masacran en 20 minutos.

   En respuesta a su afirmación, traigo aquí la voz autorizada de un MVZ.

En México existen 284 explotaciones ganaderas que crían (Bos taurus); Raza de  Lidia, muchas establecidas en el centro y altiplano mexicanos, caracterizadas por su aridez, escasa precipitación y producción de biomasa. La FAO afirma: “Un 60% de las tierras del mundo están sometidas al pastoreo directo extensivo, sosteniendo 360 millones de bovinos y 600 millones de ovejas y cabras”. Eso ha propiciado que nuestros ganaderos de bravo mexicanos hayan implementaron un manejo holístico de su rancho, consistente en la toma de decisiones que establecen metas concretas, incluye calidad de vida, favorecen la rotación de potreros y establecen una visión futura de conservación de la biodiversidad. Mediante investigaciones realizadas sobre biodiversidad, encontramos una distribución distinta en porcentajes, tanto vegetales como animales silvestres, al hacer una comparación de ranchos dedicados a cría de toros bravos vs. ranchos ganaderos dedicados al ganado domestico. La vegetación mixta (matorral) fue mayor en ranchos de bravo, cuantificamos una cobertura aérea de (14.2%) contra (6.7%) de ranchos de ganado para carne. La cobertura basal del pastizal fue mayor para ranchos de bravo (12.9%) contra (7.7%) de ranchos distintos. Respecto a la fauna silvestre encontrada en ranchos bravos fue de 42 especies, mientras que para ranchos productores de ganado distinto se encontraron sólo 29 especies silvestres. Las condiciones de los ranchos bravos han contribuido a mantener la biodiversidad en equilibrio (homeostasis) del ecosistema, por la mayor cantidad de biodiversidad encontrada, contra aquellos ranchos distintos. Los ranchos de bravo garantizan la interacción entre flora y fauna, proporcionando estabilidad del hábitat de sus especies. Sumémosle que nunca se sobrepasa la carga animal sobre el terreno; solo se crían los toros que son demandados, lo que a su vez nos garantiza una conservación del ecosistema, mientras que otros ranchos sufren sobrepastoreo y pérdida de biodiversidad. (MVZ Pedro Martínez Arteaga).

 19 de abril de 2012.

 CONTINUARÁ.


[1] Solo recuerdo a mis lectores que los comentarios emitidos por este servidor, los haré haciendo uso de cursivas.

[2] La Jornada, D.F., del 19 de abril de 2012, p. 1 y 43.

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Retomo el asunto con la entrevista de Elena Poniatowska a Elideth Fernández Villegas.[1]

LOS TOROS TIENEN EL MISMO SISTEMA NERVIOSO QUE NOSOTROS, DICE ELIDETH FERNÁNDEZ VILLEGAS. POR: ELENA PONIATOWSKA.

   Pregunta Elena Poniatowska: ¿Es mentira que el toro de lidia sea bravo por naturaleza?

   La respuesta de Fernández Villegas fue como sigue: El toro es dócil. Las imágenes de Fadjen han dado la vuelta al mundo. Ambos se tiran en el pasto para demostrar que el toro, por naturaleza, no nació para embestir ni matar.

   Sin embargo, en las haciendas ganaderas, los toros están detrás de (las) alambradas y jamás se les ve en la calle de algún pueblo conviviendo con las personas como lo hacen los caballos, los burros, los perros, las gallinas.

   ¡Justificaciones hay muchas, pero no argumentos ni razones para considerar que los toros de lidia son bravos y su destino es morir en la plaza!

   Cesáreo Sanz Egaña planteaba en su clásica obra Historia y bravura del toro de lidia que

 (…) el toro representa a su vez un ejemplar admirable. Es animal doméstico, en cuanto admite la presencia del hombre y sigue sus órdenes; goza, sin embargo, de una vida salvaje pura. La zootecnia recurre a los métodos de selección que exaltan sus instintos e impulsos naturales, procurando rodearle de condiciones de ambiente favorables para conseguirle una máxima eficacia sin modificar la espontaneidad de su comportamiento. El toro de lidia es el único animal doméstico que conserva el dominio completo de sus actividades funcionales, de sus instintos primitivos, sin ninguna doma ni amansamiento. Animal criado para veinte minutos de espectáculo, llega a la plaza sin preparación y sin adiestramiento. Las observaciones psicológicas recogidas en el toro de lidia son reacciones naturales, espontáneas, en un ambiente natural cuando se exteriorizan en el campo, y en un medio experimental, en ambiente adverso, cuando se encuentra en la plaza.

    Y agrega poco más adelante:

   El toro como todos los animales ungulados[2] es un animal de tipo defensivo; su alimentación, exclusivamente herbívora, le libra de luchar para vivir; los vegetales no se mueven. Por eso los rumiantes, a cuyo género pertenece el toro, carece de garras, de colmillos, piezas para sujetar las presas, órganos para desgarrar las carnes, al modo de los carnívoros y fieras cuya vida exige matar.[3]

    Creo que no se podía encontrar mejor respuesta en una voz tan autorizada como la del especialista español.

   ¿La tradición?

   También era tradición sacar el corazón al enemigo en las guerras floridas.

    Y aquí detengo mi transcripción para objetar el hecho de que un ritual tan específico como el sacrificio humano sea visto, por ojos tan sensibles como los de Fernández Villegas como una tradición, lo que genera un equívoco en su interpretación. Me atengo nuevamente al DRAE para traer hasta aquí la primera de las acepciones:

Trasmisión de noticias, composiciones literarias, doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación.

   En efecto, si extraer el corazón al enemigo se pudo convertir en tradición ello no refleja el significado original que tuvo tal acontecimiento, que además representaba una forma de demostración del poderío por parte de cualquiera de las culturas prehispánicas que sometiera a otras en condiciones bélicas que las hubo, y muy cruentas, como es el caso de las “guerras floridas”.

   (…) A lo largo del tiempo, la cultura nos enseña a tener conciencia de las barbaridades que hacemos. Son muchas las tradiciones que el hombre necesita cambiar. Ninguno de los argumentos de los taurinos es aceptable. Sólo en algunos países existe la tauromaquia: España, México, Colombia, Portugal, Francia, Perú, Venezuela, cuatro de América Latina y tres de Europa.

   ¿Colombia?

   Medellín, Colombia, es de las ciudades más seguras para los animales; incluso los policías tienen una conciencia animal absoluta; no hay perros en la calle, hubo reconversión de los antirrábicos que ahora son centros de bienestar animal. Hay estudios criminológicos que comprueban que el matrato animal genera violencia social.

  Precisamente esa cultura de la que habla Edileth Fernández Villegas ha logrado permear en esa otra aculturación que nos permite entender lo que fuimos, somos y seremos en término de diversas sociedades que han habitado por ejemplo, este territorio específico llamado México, el cual, desde los tiempos en que registra la dinámica en el asentamiento y/o florecimiento de las culturas prehispánicas, así también hemos entendido la forma en que pretendieron dominar, y conquistar por consecuencia. Lo mismo pasó en el periodo de la conquista, y durante la etapa colonial, o los siglos en que México ya es visto y considerado como un estado-nación, y así hasta nuestros días.

   En parte tendría razón en decir que “ninguno de los argumentos de los taurinos es aceptable”. Lamentablemente en estos precisos momentos, salen a flote muchos lugares comunes y ya vemos, nuestra apuesta debe ir bien sustentada con los argumentos con que ellos, los contrarios esperarían para convencerlos de que los propios, los que tenemos los taurinos también tienen valor. Con su afirmación, perdemos. Si ella plantea que es sólo con cultura, cultura vamos a demostrarles no sólo en término de nuestra actitud respetuosa y tolerante, sino en tanto fundamentos y razones de peso que permitan el fiel de la balanza. Pero no sólo eso, sino que represente también una balanza en la que esos “argumentos” dignifiquen y justifiquen las razones de por qué defendemos la permanencia de la fiesta de los toros.

   Y así es. Hoy día, sólo ocho países siguen detentando en sus costumbres o tradiciones a la tauromaquia, y esos ocho países precisamente, y sus aficionados estamos haciendo defensa legítima, y estamos organizándonos y preparando los elementos de defensa para integrar un expediente, mismo que, en su debido momento será canalizado a la UNESCO, para solicitarle formalmente analice la petición de nuestra parte, para que la Tauromaquia sea considerada como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad ya que, cumple con los ocho requisitos para tal propósito. La UNESCO exige 8 requisitos para declarar una actividad como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, de los cuales por lo menos uno tiene que cumplimentar un aspecto cultural.

   El caso de Colombia lamentablemente tiene que enfrentar en estos momentos situaciones políticas tirantes y extremas que también han tomado el asunto de los toros hasta convertirlo en mero botín de intereses, al grado de que la afición prácticamente ha quedado maniatada y con pocas posibilidades de movilización. Ahora bien, como dice la fotógrafa, en otro sentido, la presencia de perros en el escenario urbano ya casi desapareció, y esto se debe a una correcta política de control y saneamiento que permite percibir las calles desde otra perspectiva. No es el caso para México, donde al parecer sigue estando fuera de control la presencia de perros. Pero si la autoridad no se empeña en hacerlo no como campaña sino como sistema y además controlado, sucedería lo mismo que en Colombia o en cualquier otro país sensible a este tipo de situaciones.

   Y si hay estudios criminológicos que comprueban que el maltrato animal genera violencia social, sería razonable nos explicaran en qué segmento porcentual se encuentra la fiesta de los toros. El término “criminológico” per se es bastante radical, y etiqueta a cualquier sujeto, en este caso a una comunidad de aficionados, al hecho de que somos potencialmente criminales, y de que por el hecho de presenciar un espectáculo como el taurino se consuma en la generación de violencia social, en donde también nos convertimos en agentes que capitalizamos esa misma violencia. Aunque la siguiente declaración todavía es más extrema. Veamos.

   En México olvidamos fácilmente a San Francisco, nada de hermano lobo, hermano cordero…

   Un estudio de la FBI demuestra que casi todos los asesinos seriales maltrataron animales en la infancia. Eso no quiere decir que un niño que maltrata un animal se vuelva un asesino, pero sí es un punto rojo. En una familia donde hay un animal maltratado, siempre hay violencia intrafamiliar; la mujer es maltratada por el esposo y el niño acaba maltratando al perro, se desquita con él. Casi todos los criminales han maltratado animales.

   En casas de ricos, las mascotas suelen tener vida de reyes. Lo demuestran todos los artículos que se venden en las tiendas de autoservicio.

   No siempre, hay niños malcriados en todas partes. El niño malvado con los animales no le importa ver cómo sufren, se insensibiliza con el tiempo y se convierte en un delincuente, un criminal en potencia, está comprobado. El dominio sobre el débil siempre ha sido una fuente de violencia y no intervenir cuando se ve que un animal está sufriendo es una cobardía.

   Si lo anterior está comprobado científicamente, considero que es esta comunidad en la que participa activamente Fernández Villegas la encargada de diseminar entre la sociedad las formas de cultura para el trato de animales domésticos. Si la preocupación de su parte lleva a pensar que se presenta violencia intrafamiliar y no sólo terminan siendo blanco del atacante la esposa o los hijos, sino también él o los animales que habitan ese espacio, entonces el aspecto de cultura tendría mucho que ver, precisamente para que la ignorancia junto a las pasiones desatadas sean un punto a tratar entre los especialistas, y esa cultura permee entre adultos y luego entre los niños. Primero entre los atacantes, que de alguna forma entenderán la situación y luego entre los afectados que tendrán que pasar por un proceso de recuperación ante el daño ocasionado. Pero mucho cuidado, el planteamiento que formuló la fotógrafa sólo está enfocado, por ahora, en animales domésticos.

 18 de abril de 2012.

CONTINUARÁ.


[1] Solo recuerdo a mis lectores que los comentarios emitidos por este servidor, los haré haciendo uso de cursivas.

[2] DRAE. adj. Zool. Se dice del mamífero que tiene casco o pezuña.

[3] Cesáreo Sanz Egaña: HISTORIA Y BRAVURA DEL TORO DE LIDIA. Madrid, Espasa-Calpe, S.A., 1953. 207 p. (Colección Austral, 1283)., p. 43-6.

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REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS Nº 34.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    A cuantas personas tengo el gusto de conocer, pero que, por circunstancias de edad, hoy día rebasan con facilidad los 70 u 80 años, suelo preguntarles si en algún momento tuvieron oportunidad de ver en la plaza de toros al genial escritor y cronista de la ciudad de México, don Artemio de Valle-Arizpe. De todos ellos, que son pocos en realidad, ninguno tiene presente ese detalle. Y es que ya corrieron 51 años de la muerte del autor de tantas “tradiciones, leyendas y sucedidos del México Virreynal”.

   Sin embargo, la imagen que ahora viste la presente colaboración, tiene para mí un significado muy especial porque podría ser el único testimonio gráfico que sobre el personaje aludido existe hasta estos momentos asistiendo a una plaza de toros. Pero tampoco estoy seguro de las afirmaciones que voy a presentar a continuación.

   En principio, se trata de la plaza de toros “El Toreo” de la ciudad de México. Deben estar corriendo los años 30 del siglo pasado y este grupo animoso de respetables caballeros, de seguro se dispone para presenciar algún festejo programado. Lo que puede apreciarse es aquella fantasmal imagen que presentaba el que, por otro lado es el memorable escenario de la colonia Condesa.

   Las celosías, el esqueleto en que se quedó toda su vida le dieron tan particular como peculiar sello, revestido de incómoda publicidad que aparecía por todas partes y la presente imagen no es la excepción.

   Todos ellos visten a la usanza de una época en que ciertos usos y costumbres establecieron salir a la calle vistiendo los señores trajes bien cortados, todos salvo unos cuantos- van tocados de sombrero, y alguno más calzando polainas. También se aderezan de bastones símbolo más de prestancia que para uso por razones que todos conocemos.

 ¿Valle-Arizpe y Ruano Llópis?

  Entre todos ellos, don Artemio aparece al centro, lleva sus típicos “quevedos” y cruzando graciosamente la pierna derecha misma que cae sobre el primer peldaño de la escalinata. A su diestra, es decir a la izquierda nuestra, aparece quien debe ser el pintor valenciano Carlos Ruano Llópis, recién llegado a nuestro país y que ya se le ve por las plazas con su habitual señorío. Poco más arriba, y un tanto a la derecha de nosotros, pareciera ser el Gral. Pablo González Garza, característico no sólo por las batallas libradas años antes durante la Revolución, sino por el hecho de ostentar un abundante bigote. Sin sombrero y con corbata de moño, también aparece debajo de González el que posiblemente sea el periodista Jerónimo Coinard o Merchand (ustedes sabrán disculpar mi inseguridad en la identificación de este personaje). Por encima del que lleva la gorra de militar, aparece un joven José Pagés Llergo o por lo menos su fisonomía así lo declara.

Pablo González en la parte superior. Jerónimo Merchand o Coignard, abajo a la izquierda.

   Es así como ciertos trabajos de reconstrucción del pasado, requieren de minuciosas tareas que no sólo son de carácter histórico. Parecieran aliarse las arqueológicas como para recuperar testimonios gráficos que como el presente, ofrecen un alto grado de dificultad para su identificación o calificación.

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EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

La presente efeméride, corresponde al domingo 8 de abril de 1855.

En EL UNIVERSAL, del 1º de abril de 1855, p. 3 apareció la siguiente nota:

 La actriz Doña Matilde Diez.

    Asegúrase que vendrá precisamente a la República por el próximo paquete. Así, pues en muchos días, pasada la Pascua, no tendremos diversiones públicas en los teatros.

   Más afortunados los amantes de la tauromaquia, podrán ocupar los asientos de la plaza de San Pablo, donde, según se dice, trabajará Bernardo Gaviño desde el domingo próximo. Este hábil torero se encuentra ya en esta capital, de vuelta de Veracruz, donde dio algunas corridas.

PLAZA PRINCIPAL DE TOROS DE SAN PABLO, D.F. Domingo 8 de abril.

   “No habiendo determinado la empresa de toros del Paseo Nuevo dar funciones en la presente temporada, me decidí yo antes de partir para Veracruz, arrendar la plaza de San Pablo y disponer dar en ella 3 ó 4 corridas.

   “El único obstáculo que se me presentaba era encontrar un ganado que llenara del todo mis deseos, para que el público quedara complacido y no echara de menos la buena calidad de los toros que últimamente había visto lidiar en Bucareli; pero felizmente creo haber allanado esta dificultad y estoy seguro que el ganado que he encontrado para esta funciones (que no es ni de Atenco, ni del Cazadero), dejará satisfecha a la concurrencia por su buena ley y bizarría (…). Bernardo Gaviño.

   “Se lidiarán siete toros que yo mismo he elegido con todo empeño (…) (El Siglo XIX, Nº 2293, del sábado 7 de abril de 1855).[1]

   A propósito, en las memorias de Juan Corona aparece el siguiente testimonio:

    Muchos hechos notables se registran en esa misma plaza (la de San Pablo) de los toros de Atenco, entre ellos el de haberse suspendido en una de las corridas del mes de Abril del año 55 la suerte de varas por la razón de que el 1º y 2º toro inutilizaron á los cinco picadores después de haber matado 14 caballos. Trabajaba en esa corrida como espada Gaviño (este hecho me lo relató el mismo Corona –apunta F. Llaguno, el recopilador-, porque fue uno de los que ingresaron a la enfermería).

He aquí un viejo apunte, aparecido en la todavía más rara edición de Domingo Ibarra: Historia del toreo en México de 1887, que recrea al célebre picador de toros Juan Corona que con el tiempo, compraría una quinta por los rumbos del paseo de la Viga, donde fue a establecer por la octava década del siglo XIX un museo de curiosidades, visitado por otros tantos «curiosos».


[1] Heriberto Lanfranchi: La fiesta brava en México y en España 1519-1969, 2 tomos, prólogo de Eleuterio Martínez. México, Editorial Siqueo, 1971-1978. Ils., fots. T. I., p. 159.

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