Archivo mensual: abril 2015

LA IMPORTANCIA Y LA ESENCIA DE CIERTAS “MINUCIAS” TAURINAS (XXXI).

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.  

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

El Popular, D.F., del 23 de febrero de 1906, p. 2:

De los toros lidiados el domingo 18, en Celaya, por la cuadrilla de Señoritas Toreras, dos fueron buenos y dos malos. Las matadoras “Angelita” y “Herrerita” estuvieron bien en los toros que salieron bravos, y Eloísa banderilleó a caballo, con su lucimiento. El domingo 25 torea la cuadrilla en Irapuato, su décimasexta corrida de temporada.

   Además, en El Popular, D.F., del 26 de febrero de 1906, p. 2, se dice lo siguiente:

La cuadrilla española de señoritas toreras, que dirige Don Mariano Armengol, desde el 10 de Febrero de 1895, que debutó en Barcelona, hasta el 18 de Febrero de 1906, que trabajó en Celaya, Guanajuato, lleva toreadas en plazas de España, Francia, Portugal y América, las corridas siguientes: en España, en once temporadas, trescientas noventa; en Francia, veinticuatro; en Portugal, diez y ocho; en la República Mexicana, en 1898, veintiséis; en Buenos Aires, en 1899, veintidós; en Montevideo, en 1900, once; en la República de Venezuela; en 1904, treinta y una; en México y en los Estados, en 1905 a 1906, quince. Total de corridas toreadas, quinientas treinta y siete. 

EL POPULAR, D.F., del 26 de junio de 1906, p. 2:

Para la corrida del domingo 24 en Morelia, el empresario Margarito de la Rosa compró ocho toros de la ganadería de Jaripeo, que estoquearon Corcito, Antonio Moreno Guerrilla y Copao.

   La corrida fue del agrado del público, tanto porque los toros resultaron buenos, como por el trabajo de los diestros.

   Corcito, quedó mejor matando y banderilleando con palitroques cortos; Guerrilla, estuvo valiente en la muerte de sus toros y como sus compañeros escuchó palmas. Moreno y Copao, estuvieron regulares.

EL POPULAR, D.F., del 14 de julio de 1906, p. 3:

En la plaza de toros de Ciudad Guzmán, Jalisco, se celebró el domingo ocho del actual una corrida cuyos productos se destinarán a aumentar el fondo para el monumento del eminente Don Benito Juárez, que se está erigiendo en aquella población.

   Se lidiaron cuatro toretes de la Hacienda de la Cofradía del Rosario, por la cuadrilla mexicana de señoritas toreras del empresario señor José Rodríguez Hernández, cuyo personal es el siguiente:

Matadoras: La Mexicanita y La Chiquita.

Banderilleras: La Charrita y La Poncianita.

Peón auxiliador: José Gómez “Fajerito”.

El Popular, D.F. del 1º de noviembre de 1906, p. 2:

El personal de la Cuadrilla Juvenil Mexicana es el siguiente:

Director, Saturnino Frutos “Ojitos”.

Picadores: Daniel Morán, Antonio Rivera y Eustolio Ramírez.

Matadores. Rodolfo Gaona y Pascual Bueno.

Banderilleros: Samuel Solís, Fidel Díaz, Prócoro Rodríguez, Antonio Conde y Rosendo Flores.

   Dicha cuadrilla, la mejor en su género que se ha conocido en la República, fue organizada por Ojitos en León, y tanto los matadores como los banderilleros, ejecutan con arte, habilidad y valentía todas las suertes del toreo, como lo han demostrado en más de cincuenta corridas que han venido toreando en plazas de importancia de los Estados, con gran éxito, desde el poco tiempo que se organizó la cuadrilla.

   Para la actual temporada, la Cuadrilla Juvenil Mexicana, que tanto alboroto y entusiasmo ha causado en los públicos del país, está ya ajustada para torear un buen número de corridas fuera de México, en el presente mes de Diciembre próximo, y en Enero y Febrero de 1907.

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He aquí reunida a la cuadrilla de la que se hace mención en la nota recogida de El Popular.

Col. del autor.

 El Popular, D.F., del 13 de noviembre de 1906, p. 2:

 De la acreditada ganadería de Nopalapam, son los toros que ha comprado el Empresario señor Francisco Reyes para lidiarlos en la plaza de Guatemala, Centro América, durante la temporada que comenzará allí el próximo domingo dos de Diciembre.

 El Popular, D.F., del 21 de enero de 1907, p. 2:

 El empresario de toros Margarito de la Rosa tiene ajustadas para las dos corridas de la feria de Salvatierra (Guanajuato) a los matadores siguientes:

En la corrida del día 10 en Salvatierra toreará “Parrao” con su cuadrilla; el 2 (de febrero) “Bonarillo” y el día 5 (también de febrero) “Cheché” y la “Charrita Mexicana”.

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LA IMPORTANCIA Y LA ESENCIA DE CIERTAS “MINUCIAS” TAURINAS (XXXI). 

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   En esta ocasión, selecciono tres poemas escritos en diferentes épocas, pero que, por su contenido nos daremos cuenta de las actualidades en que se ocupan sus autores tanto en las “Seguidillas taurinas”, “La poesía de la fiesta” como en “Novedades”. Otra noticia es un aviso harto curioso que no les adelanto ningún detalle, pero que vale la pena detenerse a verlo para conocer hasta qué grado de curiosidad se podían llegar a realizar algunas actividades complementarias en los festejos de hace poco más de 150 años… y luego esa brevísima nota donde la misma refiere una actuación más de Ignacia Fernández “La Guerrita” hacia 1897. Esta “torera” había llegado algunos años atrás y luego se mantuvo haciendo otras temporadas hasta más o menos 1910 en nuestro país.

 LA RISA, D.F., del 1º de octubre de 1910, p. 6:

 SEGUIDILLAS TAURINAS

 Para La Risa.

 

Que el “Bienvenida” viene,

Viene el “Cochero”,

Dizque vienen Gaona

Y el Pachuqueño:

“Lanzzeta” cree

Que la mejor venida

Es la de Fuentes.

 

Ha toreado “Minuto”

Y hasta ha matado

Y el público en la plaza

No se ha enterado:

¡Como que apenas

Sobresale al estribo

De la barrera!

 

Que el leonés con los toros

Viene crecido,

En virtud del divorcio

Del maestro “Ojitos”;

¡Cuidado, nene,

Que aquí hay un Freg que vale

Por treinta y nueve!

 

Que ha pasado, me dicen,

Grandes trabajos

Don Pepe del Rivero

Con sus contratos:

¡Sudar amares

Sin lograr la venida

Del de Tomares!

 

¿Qué se pirran las damas

Por “Bienvenida”

Si lo ven en la suerte

De banderillas?

No es nada extraño

Con esas facultades

Para los palos.

 

PESPUNTE.

 Puebla.

 LA RISA, D.F., del 14 de octubre de 1911, p. 4:

 LA POESÍA DE LA FIESTA

 (A José del Rivero)

 

Autores de nota, Machado, Marquina

Ramón N. Franco y el vate Medina

han hecho primores y versos preciosos

hablando de lances y diestros famosos

de “largas” y picas, pares, marronazos,

pases, y cogidas y otros costalazos.

Han puesto en las nubes a Fuentes y al Guerra

al Bomba, al Cochero… y al “Hijo de Perra”,

nos hablan de toros noblotes y bravos

provistos de cuernos finos como clavos

de tendidos llenos de bellas mujeres

que compran mantones y venden placeres;

de chulos muy monos y mulas muy mulas.

Todo bajo el cielo de la Andalucía

a la luz magnífica de un templado día y visto a través

de una buena bota llena de jerez.

Y agregan que en vista de su manzanilla

y de sus toreros, no hay otra Sevilla;

pues allí torean hasta los chiquillos

antes que les hagan unos calzoncillos;

y hasta en buenos versos nos han relatado que el “Descamisado”

mató, en el fondo del vientre materno,

un novillo manso que le metió el cuerno.

¡Olé por España, tierra de la lidia!

Nosotros, ni envidia!

Desde que contamos con Pepe Rivero,

todos los domingos nos da un herradero

cuatro fogonazos, quinientas piruetas

y un doble retablo de niños maletas

que por cada “coba” piden mil pesetas.

Los toros son mansos, las tardes lluviosas

no hay en los tendidos morenas capelosas

Ni rubias de encargo ni liados mantones;

hay una compacta masa de melones

que aplauden jarabes y danzas macabras

y gritan dislates y malas palabras.

Cuando echan seis toros, los echan tan mal

que van cuatro y medio corriendo al corral;

y si acaso alguno pega a los piqueros

y le pone verdes los cuartos traseros,

el biombo, alquilado, defiende a la cuadra

y cambia la suerte y el público ladra.

Si hablamos, señores, de banderilleros,

casi todos clavan pinchos delanteros

o ponen un palo en los costillares

o sobaquillean siempre medios pares

y se abren de capa y hacen mil monadas

indignas de fiestas bien organizadas. 

JOSÉ DEL RIVERO

Guillermo Ernesto Padilla: Historia de la plaza EL TOREO. 1907-1968. México. México, Imprenta Monterrey y Espectáculos Futuro, S.A. de C.V. 1970 y 1989. 2 v. Ils., retrs., fots., T. I., p. 14.

 En cuanto a esos chicos que llaman “colosos”,

califas, pontífices, maestros grandiosos,

fenómenos raros de acierto y valor…

¡sólo nos deleitan “cuando están de humor”

pues si amanecieron con bilis o achares

(o con una “jinda” de las tutelares)

amigo, ese día

ponen en el ruedo su carnicería

pues de un toro noble de Miura o Carreras

hacen más raciones que los carniceros,

y a cada trapazo toman el olivo

o se domicilian detrás del estribo.

Tienen taleguilla, babuchas y trenza

y sólo les falta tantita vergüenza.

… … … … … … … … … … … … … … … …

¡Oh santo empresario Pepe del Rivero!

si quieres ganarte la mar de dinero

no sueltes bueyazos ni traigas maletas:

no compres al biombo ni importes peones

que se nos revelen como jindamones.

A ver si fijándote bien los calzones

consigues que Gaona, Machaco y Pastor

a los que pagamos, nos hagan favor

de salir al ruedo, cuando “están de humor”.[1]

 

ER MICROBIO CHICO.

 LA SOMBRA, D.F., del 27 de octubre de 1865, p. 2:

 NOVEDADES.

 

Muy pródigo está el tiempo en aventuras;

Se nos hacen saber cosas ignotas,

Destiérrense las penas y amarguras

De lágrimas no viertan gruesas gotas

Tenemos paz, felicidad, dulzuras

De disidentes hay grandes derrotas,

Y puesto que está el tiempo ya tan vario,

Gozar y divertirse es necesario.

 

Todo en la capital bulle y rebulle,

Por dó quiera se miran novedades.

¡Oh qué hermoso es tener quien a uno arrulle

Al hallarse en las últimas edades!

El que no duerme o mama, bien engulle,

Pues todas son aquí felicidades,

Este tiempo dicho será eterno

Que bien montado está, y a lo moderno.

 

Prepárense en la plaza grandes cosas,

Salones en el centro se levanta,

Grandes circos, maromas asombrosas,

Que dizque aterran bien, si no es que espantan,

En las calles las gentes presurosas

Se atropellan, se pisan, se atarantan,

Y demostrando está bien su alegría

Que esperan de los muertos el gran día.

 

Pero no es esto todo, ya desde antes

Diversiones sin se nos ofrecen:

A la ópera se van los diletantes

Que pasar un buen rato bien merecen,

Cierto es que quieren ser buenos cantantes

Aunque siempre de voces adolecen;

Pero saben la nota tanto tanto,

Que aprenden desde luego bien el canto.

 

Hay otros que no pierden la costumbre

Y se van apoyados en su báculo

Unas veces al patio o la techumbre,

Al Nacional nombrado hoy espectáculo,

Y desde la soberbia altiva cumbre

Escuchan con placer, sin grande obstáculo

Cierto ruido confuso o alharaca,

Música nacional, música austriaca.

 

Otros esperan ver grandes corridas

De toros, lazar brutos y valientes,

Apuestas se hacen, juéganse partidas

Entre ciertas y ciertas gentes,

No queremos decir que sean perdidas

Que personas son siempre muy decentes;

Pero que al ver tan solo un par de cuernos

Brincan como se brinca en los infiernos.

 

Ya que hablamos de toros os diremos

Que veáis en el cartel qué cosas raras

Para el domingo próximo tenemos,

Las entradas nos dicen no son caras,

Y a más de diversión rifa hallaremos

Que mosca podrá dar, la cosa es clara,

Y además se tendrán en unos lotes,

Dicen, gordos, soberbios guajolotes.

 

México es hoy la tierra de placeres,

De entusiasmo sin fin, de diversiones;

La cuna de hermosísimas mujeres

El centro, la reunión de papalones,

Y pues se hallan aquí tan grandes seres,

Donde siempre se vive de ilusiones

En México vivimos y a porfía

Gozando del placer y la alegría.

 

Anónimo.

 LA SOMBRA, D.F., del 31 de octubre de 1865, p. 4:

 PLAZA DE TOROS.

Se nos remite para su publicación lo siguiente:

Lista de los números premiados en la rifa de 10 guajolotes, 6 carneros y 1 novillo, que tuvo verificativo el 29 de octubre.

Guajolotes.-Números premiados: 132, 801, 1150, 1871, 2533, 3668, 3928, 5490, 5720y 6853.

Carneros.-Números premiados: 1500, 2587, 2642, 4258, 5796 y 6833.

Novillo.-9184

   El Sr. Gaviño hace presente, tanto a su familia ausente como al público en general, que no es cierto haya muerto, como han publicado algunos periódicos de esta capital”.

   La Sombra añade:

 la culpa del notición,

que no ha sido mal petardo

para el Valiente Bernardo,

que lo diga la Nación.

 EL XINANTÉCATL, MÉX., del 28 de noviembre de 1897, p. 4:

 TOROS.-Para hoy en la tarde está anunciada una corrida de toros, en la que tomará parte Ignacia Fernández (a) la Guerrita. Traslado a los taurófilos.


 

[1] Y si nos hacen favor de cumplir diles que no tengan prisa de venir.

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LA TAUROMAQUIA EN RE – FLEXIÓN. (SEXTA PARTE).

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.  

IV. ÉTICA

 CONTINUACIÓN.

    Debo reconocer la dificultad que significa enfrentar los principios que tendría la tauromaquia contra los que establece la ética. Si hay que entender un primer postulado que plantea la ética misma como una de las derivaciones de la filosofía es que “Debido a que muchos de los argumentos que se emplean para demandar que los animales merecen consideración ética –y que tienen estatus de sujetos y no de objetos-, se sustentan en que pueden sentir dolor y placer, es necesario aclarar en qué consisten estos términos, explicando sus mecanismos fisiológicos, así como los componentes emocionales y mentales que los acompañan”.[1] En trabajos académicos consultados para encontrar los elementos que aquí se discutirán, existe una postura frontal, al analizar con lineamientos científicos rigurosos todo aquello relacionado con los significados del dolor, pero también intentando que aflore el bienestar animal. Sin embargo, la fiesta de los toros, en tanto ritual cuyo proceso de integración ha tomado siglos, o quizá milenios para alcanzar su actual estado de expresión, es vista o juzgada como éticamente incorrecta. Dicha manifestación ancestral muestra entre sus componentes la viva representación del sacrificio y muerte de un toro, lo que significa “tortura” como dice un sector oponente. En todo caso es un cúmulo de elementos que culminan en una “matanza”, como acción y efecto de matar, siguiendo para ello un código ritual que nada tiene que ver con la “tortura”. Si nos atenemos a lo que dice el Diccionario de la lengua española respecto de este término, nos sugiere que es un “Grave dolor físico o psicológico infligido a alguien, con métodos y utensilios diversos, con el fin de obtener de él una confesión, o como medio de castigo”. Evidentemente el toro no es sujeto de confesión, ni tampoco el medio de castigo pues la tauromaquia en ninguna de sus atribuciones morales expresa la intención de castigar. Es posible que suceda el acto de provocar “grave dolor físico o psicológico… [usando] métodos y utensilios diversos…” pero nadie de quienes actúan en dicha representación, prefiguran en un papel que además no existe. Me refiero al “verdugo”. Por tanto, la intención que se materializa en el sacrificio y muerte del toro debe ser entendida como la celebración de un rito.[2]

   Los taurinos no olvidamos que los animales son seres vivos dotados de sensibilidad y capaces de sufrir. Incluso, si de deberes se trata, consideramos pertinente la conciencia de respeto por el “otro” –quienquiera que éste sea-, de ahí que entre los aspectos que significa la pervivencia de una raza cuya crianza o domesticación se encuentra destinada no solo para el desarrollo de un espectáculo, sino del más profundo de sus ingredientes: el ritual, se cumple con un propósito en términos de lo que ocurre en una unidad de producción agrícola y ganadera, tal y como nos lo indica el Dr. Pedro Martínez Arteaga:

 En México existen 284 explotaciones ganaderas dedicadas a la cría del Bos taurus; Raza de  Lidia, muchas de ellas establecidas en la zona centro del país y en el altiplano mexicano, caracterizadas por su aridez, con escasa precipitación y producción de biomasa. Los predios donde se desarrolla esta especie facilitan la recuperación del ecosistema ya que existe una rotación sistemática de potreros. Como referente importante tomamos a la FAO, que no dice: un 60% de las tierras del mundo están sometidas al pastoreo directo extensivo, sosteniendo alrededor de 360 millones de cabezas de ganado vacuno y más de 600 millones de ovejas y cabras. Eso ha conllevado a que nuestros ganaderos de bravo hayan iniciado un manejo holístico de su rancho, dicho manejo consiste en un proceso metodológico de toma de decisiones que establece una meta concreta, la cual incluye calidad de vida de los animales y una visión futura para la conservación de la biodiversidad. Mediante estudios realizados sobre la diversidad biológica encontramos una distribución de porcentajes muy variados de biodiversidad, haciendo una comparación de predios ganaderos dedicados a la producción de ganado domestico comparados con otros dedicados a la cría de toros bravos y encontramos una distribución de porcentajes muy variados de biodiversidad, p.e. la vegetación mixta (matorral) fue mayor en los ranchos dedicados a la cría de toros bravos, ya que se cuantificó una cobertura aérea del 14.2% contra un 6.7% de los ranchos productores de ganado para carne. La cobertura basal del pastizal fue de igual manera mayor para los ranchos dedicados a la cría de toros bravos con 12.9%  contra un 7.7% de los ranchos productores de otro tipo de ganado. Especial mención merece la fauna silvestre que encontramos en los ranchos de bravo que fue de un total de 42 especies animales silvestres en promedio, mientras que para los ranchos productores de otro tipo de ganado se encontró un número muy inferior de especies silvestres,  que tan solo fue de 29. Así pues, las condiciones de los ranchos bravos han contribuido a mantener la biodiversidad en equilibrio (homeostasis) del ecosistema por la mayor cantidad de diversidad biológica encontrada, contra aquellos ranchos dedicados a la cría de ganado manso. Los ranchos ganaderos de bravo garantizan la interacción entre flora y fauna dando una estabilidad sobre el hábitat de las especies presentes. Sumándole además que nunca se sobre pasa la capacidad de carga animal del terreno, ya que solo se crían los toros que son demandados, lo que a su vez nos garantiza una conservación del ecosistema. En tanto que los ranchos productores de ganado para carne enfrentan un serio problema de sobre pastoreo muy serio y una pérdida gradual de su diversidad biológica.

    Por lo tanto, entendemos que la ética es una rama de la filosofía que se dedica a la reflexión crítica y racional de los principios que guían nuestras decisiones y comportamientos, buscando además los fundamentos de los juicios morales. Que la ética proporciona conocimientos sistemáticos, metódicos y hasta donde sea posible verificables acerca del comportamiento humano, tratando de buscar concordancia con principios filosóficos universales. Que su finalidad es hacer del mundo un lugar mediante la reducción de los sufrimientos y el aumento de la felicidad, expandiendo la equidad y el respeto por los demás, considero que aceptamos estos principios,[3] mismos que entran en la compleja construcción de procesos humanos, fundamentalmente humanos que pueden ir de la dominación a la domesticación. Del uso de la fuerza no sólo física, también ideológica a través de doctrinas filosóficas, políticas o religiosas. Todo ello, en su conjunto ha logrado consolidar una civilización que hoy día se somete a otro tipo de condicionantes de orden global (donde podría caber la calamidad de nuestro tiempo: el cambio climático), sin olvidar efectos que vienen provocando el neoliberalismo o la postmodernidad. Incluso de todo aquello que impone una tercera revolución industrial que nos somete a un progreso totalmente distinto al que se concebía hasta hace un tiempo la humanidad. Pero hoy, ese ritmo está cambiando radicalmente. Por eso es que quizá ya no se conciba entre los nuevos códigos del pensamiento aquellos aspectos que provienen de un pasado y es que en este aquí y ahora parece no haber una conexión, una continuidad entre lo que significa el tiempo presente con el pretérito. O para decirlo más claro, representa una especie de ruptura del presente con el pasado. Edmundo O´Gorman decía: “el pasado nos constituye”, y sin él en nuestro código de vida es imposible que estimemos un conjunto de acontecimientos que de una u otra forma animan o impulsan el humano acontecer.

   Por lo tanto, los taurinos somos los primeros en reconocer la pervivencia de ese ritual partiendo del hecho de que hay un absoluto respeto a todas las formas o procesos que le dan forma, incluyendo la crianza del toro. Que tenemos por el ritual de sacrificio y muerte la más clara y absoluta idea de que presenciamos una representación ancestral, y que por tanto, se convierte en términos de lo que plantea la Convención para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, por parte de la UNESCO, en un documento fechado en París el 17 de octubre de 2003.

   Y aún más. Me parece oportuno concluir aquí, con el interesante escrito de Cristina Delgado Linacero[4], denominado “Patrimonio de la humanidad”:

    Hoy que tanto se cuestiona la existencia de las corridas de toros, sería conveniente, e incluso necesario, analizar el milenario legado del que son portadoras. Esa valiosa herencia cultural, ignorada por la mayoría y de la que muy pocos se hacen eco, convierte cada evento taurino no sólo en una exhibición de valor y arrojo, sino en solemne y especial ocasión de descubrir las huellas que nuestros antepasados mediterráneos y próximo-orientales han dejado en nuestra cultura. El atento espectador puede descubrir atónito como el pasado y el presente se fusionan en el ruedo en una intemporalidad sin precedentes que pone de relieve la importancia de la fiesta.

   No cabe duda de que los juegos taurinos derivan de prácticas cazadoras ejercidas ya en la Prehistoria. El conocimiento de la brava condición del toro en su repuesta ante el acoso sólo pudo generarse durante la constante observancia del cazador hacia su presa. La nobleza de su embestida se convirtió en el eje medular del enfrentamiento con el hombre quien, antes de darle muerte, se complacía en arriesgar su vida desafiando sus afiladas astas para demostrar su audacia y hombría. A partir de entonces, fueron surgiendo relatos y leyendas protagonizadas por jóvenes luchadores taurinos inmortalizados en la literatura y en el arte. Sus heroicas hazañas y ejemplar conducta les dotaron de un halo sobrenatural y sobrehumano, sirviendo como ejemplo de virtudes cívicas y juveniles.

   Poco a poco, la muerte de presa tan singular fue adquiriendo carácter sacrificial, confiriendo a su matador facultades sacerdotales y transformando a la víctima en sacrosanto portador de los anhelos y peticiones de los hombres ante la divinidad.

   De este modo, toreros y subalternos, como fulgurantes destellos de la Historia, siguen encarnando todavía hoy a venatores, oficiantes y héroes de otros tiempos, que emergen de entre las brumas del pasado apareciendo ante nuestros ojos asombrados.

   El sacrificio mediterráneo resurge en el albero como lazo de unión entre la tierra y el cielo. En las imágenes marianas de los capotes de paseo o en los escapularios y medallas que protegen al torero, se adivina la presencia de la Gran Diosa primigenia, señora de la vida y de la muerte, venerada por los pueblos del Mare Nostrum bajo diversas advocaciones. Su pareja, ese bóvido de pelaje negro o castaño, que irrumpe jubiloso al comienzo de la faena, inundará su seno con su sangre a través de la dorada tierra de la plaza. Ese sagrado matrimonio, liturgia milenaria en altares de olor a incienso y a salitre, expresa como antaño que la muerte engendra vida, que la tierra florece en primavera al recibir esa semilla fecundante como prenda de esperanza en el invierno de la vida humana.

   Resulta significativo que sea la península Ibérica el solar de pervivencia de las últimas celebraciones tauromáquicas. Como finis terrae del mundo antiguo permaneció durante siglos ajena a los avatares históricos y culturales, que marcaron el florecimiento de las grandes civilizaciones del Oriente Próximo y del Mediterráneo central y oriental. Sin embargo, el aislamiento en que quedó sumida, mantuvo incólumes los hábitos y tradiciones de los pueblos que la habitaban hasta la llegada de comerciantes, colonos y conquistadores en busca de las riquezas que encerraba. Por esta causa se rompió una soledad de siglos para ser lentamente incorporada a una modernidad ignorada hasta entonces.

   Iberia como la llamaban los griegos o Hispania en denominación de los romanos, se convirtió en la receptora de influjos milenarios que mestizados con las costumbres nativas, cristalizaron en una nueva y personal identidad. Oriente y Occidente se fundieron así en la península Ibérica, persistiendo hasta hoy como reducto y salvaguarda de usos y creencias en otros lugares ya olvidados.

   Los ancestrales rasgos, que se atisban en las corridas de toros españolas, sólo se pueden explicar volviendo la mirada a aquel pasado ya remoto y eclipsado por la noche de los tiempos. Préstamos de Mesopotamia y Egipto, de Levante, Chipre y Creta, así como de Grecia y Roma laten velados por el paso de los siglos tras los espectáculos taurinos. No puede ser casual su asociación con los ciclos agrarios, ni con las vírgenes o santos bajo cuyo patrocinio se acogen. Tampoco puede serlo el sentimiento festivo y popular, y con frecuencia religioso, que une a sus participantes, ni mucho menos las connotaciones que se atribuyen al toro y al torero, encarnaciones de tantos personajes, conceptos y valores desgranados a través de un horizonte de siglos. Son las huellas de un hilo conductor iniciado en los albores del hombre cazador, cuya secuencia evolutiva nunca se perdió.

   La península Ibérica es la única heredera de esta antiquísima tradición, compartida hoy con ciertos países de América latina, con el sur de Francia y con Portugal, donde el toro, ese carismático y hermoso animal, sigue siendo su protagonista indiscutible.

   La piel de toro, como proféticamente la identificó Estrabón, continúa siendo hoy el último bastión del espíritu mediterráneo-oriental, manifiesto a través de celebraciones  taurinas convertidas en depósito arqueológico de un patrimonio histórico, socio-cultural y religioso que todos deberíamos conocer.

 BIBLIOGRAFÍA

 ALVAREZ DE MIRANDA, A. 1998. Ritos y juegos del toro. Madrid.

DELGADO LINACERO, C. 1996.  El toro en el Mediterráneo: análisis de su presencia y significado en las grandes culturas del mundo antiguo. Madrid

DELGADO LINACERO, C. 2007.  Juegos taurinos en los albores de la Historia. Madrid

 CONTINUARÁ.


[1] Beatriz Vanda Cantón: “Fundamentos éticos del trato a los animales”. Tesis para obtener el grado de Doctor en Ciencias presenta (…). México, Universidad Nacional Autónoma de México. programa de Maestría y Doctorado en Ciencias Médicas, Odontológicas y de la salud, 2007. 145 p. Ils., grafs. Cuadros., p. 37.

[2] Nicola Abbagnano: Diccionario de filosofía. Traducción de Alfredo N. Galletti. 7ª reimpresión. México, Fondo de Cultura Económica, 1989. XV-1206 p., p. 1022. Rito Una técnica mágica o religiosa, dirigida a obtener el control de las fuerzas naturales que las técnicas racionales no pueden ofrecer, o bien obtener el mantenimiento o conservación de una cierta garantía de salvación para el hombre, en relación con estas fuerzas. Por tanto el concepto del Rito debe ser entendido como “práctica relativa a las cosas sagradas”.

[3] Vanda Cantón, op. Cit., p. 143.

[4] Disponible abril 25, 2015 en: http://www.sabiosdeltoreo.com/Salidas_asp/Noticias/noticiasTaurinas.asp?Numerador=7785

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LA IMPORTANCIA Y LA ESENCIA DE CIERTAS “MINUCIAS” TAURINAS (XXX).

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   En esta ocasión, siguen recogiéndose noticias que representan el comportamiento de la fiesta taurina entre los años de 1892 y 1895. Son muestra de una realidad que va del descuido o abandono del espectáculo, como de la indolencia con que se realizaban los festejos, sin que no hubiese nadie en pretender enmendar aquellas anomalías, que también son muestra de un desgaste, aunque no todo era así, a pesar de las varias notas donde sale a relucir la influencia o decadencia de Ponciano Díaz. También, y a raíz de la presencia de los toros de Santín, lidiados en noviembre de 1895 y que parece ser que, por su buen trapío tal motivo permitió percibir mejores condiciones con su respectivo aliento entre los aficionados de aquel entonces. Pero este parece ser el común denominador que, desde entonces viene ocurriendo en el toreo contemporáneo que necesita renovarse, antes de que en medio de su anacronía y manejo de viejos sistemas ya deteriorados, terminen por ser los primeros en derrumbarse.

 LA PATRIA, D.F., del 27 de marzo de 1892, p. 2:

Por Ponciano.

La corrida de toros dada en Pachuca el domingo 15 del actual, fue malísima, a juicio de la mayoría del público; sin embargo, cuatro salvajes y cobardes poncianistas asesinaron a un pobre hombre que, disgustado también de la corrida, se resistió a beber pulque a la salud de Ponciano, que no es ya el torero de otros días.

 LA PATRIA, D.F., del 5 de agosto de 1893, p. 3:

Toros. Está anunciada para mañana, una corrida que se verificará en el redondel de Pachuca, si el tiempo lo permite –decimos nosotros- cosa bien difícil por cierto.

   Serán jugados cuatro bichos de Atenco.

   Cualquiera diría: ¿toros de Atenco? Pues ¡a Pachuca! Pero se debe tener presente que desde hace algún tiempo aquella hacienda viene dando reses muy malas para la lidia, porque a lo poco bueno que tiene, le dan un precio exageradísimo que no conviene a los empresarios de corridas.

   Estoquearán los de mañana Ponciano Díaz y Antonio Sánchez (El Tato).

 LA PATRIA, D.F., del 30 de abril de 1895, p. 3:

Carta obscena.

Leemos en un periódico de San Antonio, Texas, que una señora llamada Gregoria García de Cotula, envió una carta obscena al Reverendo Luis Hernández, y que por tal crimen esa mujer está bajo de arresto para ser juzgada en Mayo próximo ante la Corte Federal.

   Hace algunos días comunicamos nosotros que por medio del buzón y del cartero respectivo, cuyo número tenemos, un comerciante de esta plaza recibió, delante de varias personas, un pliego en el cual estaban un retrato ya viejo y estropeado del lidiador de toros Ponciano Díaz, una carta insultante e indecentísima para dicho comerciante (que, a lo que parece se trata de Quintín Gutiérrez), con el nombre, por firma, de una persona que está siempre muy cerca del diestro mexicano.

   Ese pliego se recibió al día siguiente o a los dos días de haber marchado Ponciano Díaz de esta capital para Sinaloa.

   El verdadero autor de tan baja y miserable acción, de la cual también tomó nota EL SIGLO XIX, aún está en el misterio, pero se nos dice que se acudirá a los medios convenientes para aclarar esa infamia y procurar su castigo.

 LA PATRIA, D.F., del 27 de octubre de 1895, p. 3:

Ponciano Díaz.

Ese torero ha dirigido una carta al UNIVERSAL, diciendo, en sustancia, que no tuvo la intención de ofender a los mexicanos con las palabras que, el día de la inauguración de la presente temporada, pronunció al brindar a la sombra un toro.

   La verdad es que todo el mundo oyó que Ponciano, comparando al público español con el mexicano, se expresó de un modo agresivo y despreciativo para el segundo.

 Torero muerto.

 En Morelia ha fallecido el diestro Rafael Corona, víctima de la tisis que se contrajo en el ejercicio del arte taurino.

   ¿Con que eso también produce tísis?

   ¡Oído a la Caja, Don Ponciano!

   Salvad a tiempo esa augusta personalidad.

 LA RAZA LATINA, D.F., del 12 de noviembre de 1895, p. 3:

   A propósito del festejo ocurrido el 10 de noviembre anterior, en la plaza de toros “Bucareli”, donde se lidiaron 6 toros de Santín por “El Pipa” y “Marinerito”, E. Ricandi, que fue quien preparó la crónica para dicha publicación, le da inicio con los siguientes versos:

 El que ayer ejercía

de torilero

abrió la puerta a un toro

de buen aspecto,

bragao, castaño;

listón, de muchas libras

y bien armado.

Aplaudió entusiasmada

la concurrencia

-lo cual que ayer estuvo

la plaza llena-

al ver que del chiquero

salía un toro,

y no un conejo de Indias

como los otros.

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GUSTAVO CASTRO CUNA “EL SANTANERO”

RECOMENDACIONES y LITERATURA.  

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Hace ya más de diez años en que esta aventura editorial había tomado forma. Pero para que esto sucediera, era necesario enfrentarse al paciente trabajo de transcribir un buen número de KCT´S o cassettes que también, con reposo fue grabando uno a uno este emblemático personaje, cuya recia voz, la de los largos monólogos permitía que un hombre curtido por los años se diera a una de las tareas más encomiables: recuperar la memoria de todos aquellos hechos o sucesos donde de pronto un ser humano se convierte en el protagonista principal. Nacido a las orillas del lago de Cuitzeo, Gustavo Castro nos va contando con su peculiar estilo en el que parece recortar las palabras con una navaja muy especial, por lo que es muy reposao en irlas cantando, a su modo, con fuerte estilo rural, campirano. Eso sí, cargadas de sinceridá que no le cabía en el corazón. Y esos valores fueron los que Juan Antonio de Labra supo encontrar para darle forma a una larga, larguísima conversación de este vaquero, conocedor como pocos de la convivencia que puede haber con los toros bravos en el campo, de todas las labores que, alrededor de tal bovino puede darse en aquel espacio y en las que no falta el inseparable caballo, ni lo diestro que se puede volver uno si tal fuese la oportunidad de arrear, de herrar, de curar a becerros, toros y vacas, así como de estar al pendiente del asedio de coyotes o de más de algún latoso que de pronto era capaz de robar la madera de ciertos árboles recién talados, sin avisar siquiera.

    Recuerdo mi primera lectura, misma que sucedió al azar, en cualquier página. Parecía que sin problema recuperaba el hilo de la conversación, de ahí que el libro tenga la virtud de que donde se le tome para leerlo, allí se encontrará una especie de encanto para seducir de inmediato y meternos en la lectura, como si también recuperáramos la plática, luego de alguna distracción. Pero el volumen cuenta con un agradable equilibrio donde la fotografía juega un papel determinante, pues parece resolvernos ciertos misterios en tanto la imagen se encarga de rematar aquello que apenas nos acaba de decir “El Santanaero”. De eso se encargó Oskar Ruizesparza, el editor, el fotógrafo que de esto conoce un rato y lo ha hecho con la sana intención de homenajear al viejo charro, al célebre jinete que también se animaba en los jaripeos o se bajaba al ruedo ya fuese de luces, ya portando el orgulloso traje de charro para capotear y muletear con arte, gracia y dominio a más de un toro.

   Gustavo Castro nos cuenta cómo ocurrieron diversos hechos en su vida cotidiana, donde lo mismo encontramos el placentero recuento de este, que el incómodo desarrollo en aquel otro. Platica con desenfado las diversas tareas a que se vio obligado mientras se lograba conquistar, en muchas ocasiones a fuerza de palabra y convencimiento a otros tantos personajes con los que luego hizo “migas”. O la forma en que echando mano del lazo o la reata, se daba a la tarea de arrear al ganado más rejego que se distanciaba del hato o que mostraba su rebeldía. En fin, que una tras otra, las historias que nos cuenta, constituyen la vida misma que dio forma a la que ha llevado este incansable ser humano que, constantemente se sincera, y nos habla hasta con cierta “humildad” de su paso por la vida. Sin embargo, no falta el momento en que salta el orgullo y se pavonea, no sin razón para destacar sus hazañas. Sobre su constante presencia en las tientas, y del lugar que le merecen los ganaderos a la hora de opinar es una verdadera delicia llegar hasta ese punto donde parece que nos pone al borde del misterio, sobre lo que significa forjar la bravura del toro.

   La parte más representativa –si cabe-, es aquella experiencia ocurrida en 1986, consistente en un viaje a España, aventura inseparable junto con los 14 toros de San Mateo y 7 de San Marcos enviados para su lidia en Huelva, lo cual sucedió el 11 de octubre de aquel año. Alternaron en aquella ocasión: José Ortega Cano, David Silveti y Tomás Campuzano. Todo lo que nos cuenta, con el toque de “El Santanero” tiene un sabor inigualable.

   Cierra sus recuerdos refiriendo que fue Juez de Plaza, donde unas veces se imponía como la “Autoridá” y en otras le tomaban la medida, hasta que hubo necesidad de cortar por lo sano, para evitar que su nombre y su reputación fueran a botar por ahí, sin oficio ni beneficio.

   Testimonios como los que uno puede conocer en esta peculiar lectura, nos ponen en la afortunada circunstancia de conocer auténticos secretos, de ahí que el valor de un nuevo libro como el que aquí se reseña cobra una dimensión muy especial. Ese rememorar en primera persona, y hacerlo en la mayoría de los casos con lujo de detalle, nos permite entender a un ser humano especial, nos permite acercarnos tanto como sea posible para escucharlo y decirnos, en su personal estilo de qué están hechos los recuerdos. Y si a todo ello debe agregarse el fuerte ingrediente de su convivencia con el toro; cada pasaje suyo nos emociona; nos produce al final idénticas situaciones que él exterioriza. Fundamentalmente por el hecho de haber cabalgado tantos años y decirnos que su vida no fue en balde.

   Enhorabuena “Santanero”.

GUSTAVO CASTRO CUNA_EL SANTANERO

Juan Antonio de Labra y Oskar Ruizesparza (eds.); Coeditor: Juan Pablo Corona Rivera: Gustavo Castro Cuna “El Santanero”. Zapopan, Jalisco (s.a.e.) Editorial “México mío”. 104 p. Ils., fots., retrs.

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LA TAUROMAQUIA EN RE – FLEXIÓN. (CUARTA PARTE).

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

III. ANTROPOLOGÍA

    Desafortunadamente, y tras exhaustiva búsqueda de reflexiones surgidas desde este campo de investigación, no existen (salvo que suceda lo contrario), trabajos que aborden a la tauromaquia elaborados en nuestro país. En sentido favorable puedo mencionar aquellos estudios que ha presentado el antropólogo galo François Zumbiehl, quien a su vez se ha volcado en un ejercicio, el cual es modelo de defensa por y para esta diversión popular. Su papel ha sido coordinar y participar en distintos eventos internacionales que han seguido este propósito. Junto con André Viard, otro activista destacado, encabezan el Observatorio Taurino Nacional de Francia, el cual, opera al modo de una Organización no gubernamental (ONG, por sus siglas).

   Desde aquí, pido su venia y con el crédito correspondiente, doy paso al siguiente texto de su autoría:

 LOS VALORES CULTURALES DE LOS TOROS.

    Vivimos hoy en día en un mundo sin fronteras, lo que ofrece altas posibilidades en cuanto a comunicación, pero lo que también supone altos riesgos para la preservación de la diversidad cultural. Cada cultura tiene en efecto su propio contenido ideológico que defiende y, en algunos casos, quiere imponer a todo el universo por una especie de guerra subterránea, utilizando los medios económicos y tecnológicos a su alcance.

   Así es como poco a poco los diferentes pueblos quedan sometidos a una cultura globalizada, heredada en gran parte de la sensibilidad anglosajona o por lo menos nórdica, que define a escala universal lo políticamente y culturalmente correcto. En base a sus criterios específicos, esta sensibilidad condena la fiesta de los toros por dos razones de principio: la violencia y la sangre sacuden diariamente todo el planeta, se exacerban en el cine, pero son consideradas obscenas en un espectáculo como la corrida. Por otra parte la antropomorfización sistemática de los animales, otra base de la sensibilidad urbana y “moderna”, instrumentalizándolos para el bienestar afectivo del hombre y convirtiéndolos más o menos en sustitutos de niños, está en franca oposición con la corrida que, por el contrario, está basada en el respeto de la animalidad del toro.

   Dicho esto, estoy convencido de que no hay que perder demasiado tiempo en tratar de convencer a los antitaurinos en esos debates inútiles, en los que la razón y la buena fe escasean, por el mero hecho de que los argumentos son excesivamente pasionales. Mucho más importante es confirmar en la legitimidad de sus gustos a los aficionados, quitándoles cualquier rastro de mala conciencia que procura infundirles la sensibilidad imperante a través de los medios de comunicación planetarios. También es importante que los responsables políticos de las regiones taurinas de España, Francia, Hispanoamérica y Portugal, estén plenamente convencidos de que nuestra Fiesta, además de su indiscutible aportación económica, tiene una dimensión cultural específica, por ser el reflejo de una determinada sensibilidad y por ser la expresión de unos valores estéticos y existenciales genuinos. Habría que recordar siempre este sencillo y magnífico texto, redactado por eminentes escritores y artistas – entre ellos Valle-Inclán, Pérez de Ayala, Sebastián Miranda -, para la convocatoria de una cena-homenaje a Juan Belmonte, en 1913: “Capotes, garapullos, muletas y estoques no son instrumentos de más baja jerarquía estética que plumas, pinceles y buriles; antes los aventajan, porque el género de belleza que crean es sublime por momentáneo.”

   No sólo llama la atención el hecho de que intelectuales de aquel nivel hayan exaltado la tauromaquia como modelo y fuente de inspiración. Otros artistas de tamaña categoría, en España y en muchos países lo han hecho. Lo verdaderamente significativo en este texto es que, por primera vez, se reconoce y se celebra la estética inherente al toreo y su peculiaridad: esta dialéctica del temple, que aspira a dar en los pases una sensación de tiempo lentificado, casi de eternidad, en el marco de una creación artística fatalmente efímera. Este juego con el tiempo, alargado y sublimado, pero que termina por someterse a la ley universal de la muerte, en este caso la muerte del toro y de la faena, es decir de la propia obra de arte, encierra una filosofía tremendamente humana y emocionante.

   Quisiera insistir en este punto: en realidad la Fiesta no necesita de ninguna referencia externa para justificar su pertenencia al campo de la cultura. Lo afirma un servidor que en estos momentos dedica buena parte de sus esfuerzos en analizar la representación de la tauromaquia en las palabras de los toreros, de los ganaderos y de los aficionados. Sigo maravillado por la riqueza de vivencias, de emociones y de matices contenida en todos estos discursos espontáneos que revelan esta singular confluencia entre el arte y la vida cuya expresión intensísima se da en los toros. Pienso por ejemplo en las declaraciones de este gran maestro castellano, explicando que el toreo para él ha significado la liberación de todas sus potencias vitales y la expresión de su máxima autenticidad íntima. Pienso en la manera como varios toreros describen el éxtasis de los momentos cumbres, cuando el artista siente que un poder desgarrador, nacido en los más hondo de su ser, sale a la luz en consonancia con la riqueza secreta del toro que ha sabido entender y exprimir. Pienso también en este ganadero que confiesa su emoción al observar que la forma de comportarse un toro suyo en la plaza es el reflejo exacto de su sensibilidad y de su manera de interpretar la vida. Y sería un cuento de nunca acabar transcribir las reflexiones innumerables sobre este diálogo excepcional que el hombre mantiene en las faenas de campo y en el ruedo con un animal indómito.

   El hecho de que hoy en día, en un mundo tan preocupado por la preservación del medio ambiente, críticas severas contra la corrida cundan de varios grupos ecológicos europeos, incluyendo los españoles, me parece el colmo del malentendido, por no decir del contrasentido. Cuando se afirma que la supresión de los espectáculos taurinos supondría a breve plazo la eliminación de todos los encastes de la vacada brava, esto no basta para acallar aquellas protestas. Conviene por lo tanto utilizar un argumento más positivo, al alcance de los propios ganaderos. Hay que enseñar, sobre todo a los jóvenes, especialmente preocupados por el tema, que cada ganadería es de hecho una reserva ecológica insustituible, pues en ella conviven con el ganado bravo innumerables especies de animales en libertad, amén de la flor y de todos los oficios del campo que se han mantenido ahí a lo largo de los siglos. ¿Quién tomará la responsabilidad de echar por los suelos este sutil equilibrio entre la naturaleza y la cultura, que se ha ido forjando poco a poco en las fincas donde pastan los toros?

   En cuanto a los oficios y a las técnicas, no contaminantes, de las dehesas, éstos forman, junto con aquellos que se desarrollan en la plaza, un conjunto de sabidurías y de tradiciones multiseculares que caben perfectamente en los criterios definidos por la Unesco para proteger y promover el patrimonio inmaterial, tal como lo hace ya para un sinfín de fiestas populares, carnavales y ceremonias repartidos en todo el planeta. No andemos con rodeos: el único obstáculo para que lo haga con los toros es de carácter político; la Organización tiene miedo a las protestas que desencadenaría el reconocimiento de una fiesta que implica la muerte de una res a la vista de un público. ¡Como si no existiesen en la vida cotidiana, y en los pasatiempos de tantas sociedades que pretenden ser desarrolladas, formas considerablemente más indignas y crueles de sacrificar un animal o de utilizarlo para el regocijo de la gente!

   En resumidas cuentas, lo primero es que la gente del toro y los aficionados estén convencidos de la validez cultural de su afición y no caigan en la trampa de la mala conciencia en la cual los antitaurinos quieren atraerles. En este tema delicado, pues abarca lo más hondo de nuestras sensibilidades, no soy partidario de ningún proselitismo, pero tampoco del silencio avergonzado frente a tantos gritos desquiciados. Cada vez que sea necesario tenemos que hacer oír nuestra voz, de la forma más serena, en primer lugar ante los políticos de las regiones taurinas que hemos elegido y a los que corresponde la defensa de nuestros intereses; en segundo lugar ante los medios de comunicación con la palabra y, si es el caso, con manifestaciones públicas ordenadas y bien organizadas. Lo más importante de todo, a mi entender, son las acciones de información y de sensibilización dirigidas a los jóvenes, particularmente a los escolares. Obviamente, en este aspecto, los ganaderos tienen un papel preferente, porque la visita comentada de una ganadería es el mejor argumento práctico para explicar, y tal vez despertar, la afición a los toros.

   Al terminar quisiera hacer hincapié en la pertenencia de la fiesta de los toros al patrimonio latino, no sólo porque la comparten España, Portugal, el sur de Francia, cuatro países andinos y México, cada uno de estos pueblos con su interpretación peculiar, sino también porque emana de una herencia común, vinculada en particular con el legado grecolatino. En esta cultura del sur no se considera la muerte como una realidad obscena que debe ser escondida y encerrada en lugares apropiados. Forma parte del ciclo normal de la vida, y por lo tanto conviene tener cierta familiaridad con ella, amansarla de alguna manera, poniéndola en escena. La corrida procede del mismo rito catártico que aquel de la tragedia griega, de la ópera italiana y de las procesiones de Semana Santa. Por eso merece ser defendida una de las ceremonias más auténticas que nos quedan de nuestra cultura milenaria, todavía vigente.

 François Zumbiehl

Escritor

Director de cultura y comunicacion de Unión Latina

Disponible en internet, marzo 20, 2015 en: http://crisolplural.com/2010/07/30/los-valores-culturales-de-los-toros/

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LUIS MAZZANTINI EN PUEBLA, 1887.

DEL ANECDOTARIO TAURINO MEXICANO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

LA CURIOSA PUBLICIDAD QUE SE UTILIZÓ EN LA PRESENTACIÓN DE LUIS MAZZANTINI EN PUEBLA, HACIA 1887.

   Elaborando uno de los trabajos que están en proceso, y que corresponde al “Anuario Taurino Mexicano, 1887” encuentro una serie de apuntes que destacan la serie de actuaciones que se programaron para presentar a Luis Mazzantini y su cuadrilla en la ciudad de Puebla. Los festejos en que participó el diestro guipuzcoano, tras su presentación el domingo 6 de febrero tuvieron lugar el 27 de febrero, así como el 6 y 13 de marzo de 1887, respectivamente.

   El hecho es que tras aquella actuación, se preparaba un buen aparato publicitario que magnificara las hazañas de esta bien integrada compañía de “gladiadores”, y así fue como tanto en La Patria, en su edición del 13 de febrero de 1887, p. 3, o El Arte de la Lidia, año III, 3ª época. México, domingo 20 de enero de 1887, N° 14, p. 4 nos advierten:

 Al público.-Venciendo obstáculos que parecían insuperable y no deteniéndose en el gasto de una suma de dinero que habría espantado a no pocos empresarios, los de la plaza del Paseo Nuevo de Puebla han tenido la inmensa satisfacción de asegurar la venida del Rey de los diestros españoles, de la primera figura de la época moderna en el arte del toreo, del incomparable y universalmente aclamado Luis Mazzantini y no solo han obtenido traer al famoso espada, sino que, pagando a precio de oro la exclusividad han conseguido que ni él ni su soberbia cuadrilla acepten contrata alguna para ninguna otra plaza de la República.

   En Puebla, pues, y solo en Puebla, los aficionados al grande y viril espectáculo nacional, es en donde tienen la primera y única oportunidad de presenciarlo en toda su pureza, en toda su extensión y ejecutado con todas las reglas que enseña el arte y ha sancionado la experiencia en las plazas más afamadas de la Península española.

   A la par que a Mazzantini, los aficionados van a ver, no a una cuadrilla de adocenados toreros o de medianías, no un cuadro como no lo han visto mejor ni en Madrid ni en Sevilla en sus afamados redondeles. En esa cuadrilla figuran el intrépido sobresaliente de espada Luis Mazzantini, alternándose con su hermano D. Tomás, Barbi, Galea, Bienvenida, el Primito, Fernández, Badila, Ramón López, Francisco Fernández, Agujetas, Enrique Sánchez, el Ronco y Manuel Rodríguez que todos son reputados maestros y de los cuales se puede decir que, el que menos, tiene un envidiable lugar entre los más aplaudidos.

   Para hacer lucir todo el mérito de una cuadrilla como la contratada comprenderá muy bien el público que todo gasto ha parecido aceptable con tal de obtener toros bravos y de fama que garanticen el éxito de las corridas. A este efecto, y pagándolos sin regatear, se han comprado 20 fieras de la ganadería sin rival de San Diego de los Padres.

   Con esos toros, que los públicos más exigentes del país han reconocido como los mejores, y con las afamadas notabilidades que van a lidiarlos, la empresa tiene la seguridad de que el público de todas las ciudades de la República que la honre con su asistencia, proclamará eternamente que las lides presenciadas en Puebla, han sido el gran suceso taurino de la época.

PROGRAMA

 Primero. A la diez y media de la mañana de los días de corrida se verificará en la estación del Ferrocarril Mexicano la solemne recepción de los trenes de recreo que vengan de la capital y los pasajeros serán conducidos en medio de músicas y cohetes al centro de la ciudad.

Segundo. A las doce en punto recorrerá las calles de la histórica Puebla, en medio del alboroto universal, la grande y afamada cuadrilla de Luis Mazzantini en el convite de costumbre, al cual se procurará dar el mayor lucimiento.

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Disponible en internet, abril 20, 2015 en: http://www.bibliotoro.com/bm_palabras.php?tlo=mazzantini

 Tercero. A las dos de la tarde se abrirán las puertas de la plaza para facilitar el acomodo del público en todas las localidades.

Cuarto. A las tres en punto será conducido solemnemente el cartel de la plaza de la Constitución a la de Toros del Paseo Nuevo.

Quinto. A las tres y media en punto la numerosa cuadrilla Mazzantini, previa la presencia de la autoridad, se presentará a saludar a esta y a la concurrencia.

Sexto. Inmediatamente comenzará la lidia a muerte de 5 soberbios toros de la inmejorable ganadería de San Diego de los Padres, los cuales serán jugados, picados, rejonados (sic) y matados al estilo clásico de España.

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LA IMPORTANCIA Y LA ESENCIA DE CIERTAS “MINUCIAS” TAURINAS (XXIX). 

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Notas que vienen muy ad hoc. Unas por ocuparse de la semejanza que entre políticos y toros siempre encuentra la prensa, como es el caso de la primera nota, otra por la circunstancia de que los festejos taurinos seguían causando escozor entre este mismo sector ilustrado de los periódicos. La que se recoge de El Nacional es un verdadero documento, en la medida en que el “Reporter” hace posible, a través de una “interviú” que Ponciano Díaz declare diversos recuerdos y otras circunstancias que dieron en consecuencia, con ese perfil humano tan interesante como novedoso. Y la última nota aquí recogida, tiene que ver con ese cambio, con la transformación que se registró en la personalidad y el quehacer del propio Ponciano cinco años después de la entrevista de 1887. En ese año era un auténtico “ídolo”. En la nota sobre su actuación en Tula, Hidalgo la frase “polvo de aquellos lodos” parece ser el mejor ejemplo de lo que sucedió con el “torero con bigotes”. Veamos.

LA ORQUESTA, D.F., del 16 de mayo de 1874, p. 4:

Alberto el de los toros.-o lo que es lo mismo, Chucho Alberto García, gobernador que es, por más que digan, del Estado de México, ha recibido facultades plenas para indultar a quien se le de su archi-regalada gana, mientras se vuelve a agrupar aquella legislaturita.

   ¡Con razón antier salió indultado el tercer toro en Tlalnepantla! Salió tan resalao el bicho, que, como decíamos a vdes., mató tres o cuatro piztles.

   Ya veredes qué de indultos hay por allá!

 LA ORQUESTA, D.F., del 20 de mayo de 1874, p. 4:

¡Cuernos!.-Siguen los toros en Tlalnepantla.

   Y ¿vendrán muchos de por Toluca o de por eso de por ahí?

   -¡Quite vd., hombre, quite vd.! La población que más protege a eso que se llama los toros, es la del Distrito Federal.

   -¡Vaya una afición que tiene a los cuernos la población del Distrito!

 EL NACIONAL, D.F., del 3 de julio de 1887, p. 6:

 EL REY DE LOS REDONDELES MEXICANOS. PONCIANO. ENTREVISTADO POR EL NACIONAL. LA VIDA Y EL HOGAR DEL CÉLEBRE TORERO. SUS OPINIONES. ASUNTOS DE LA PROFESIÓN. (Está acompañado por un grabado, probablemente elaborado por José Guadalupe Posada, en el que se observa a Ponciano Díaz de Frente, en el acto del brindis, con la montera en la mano diestra, y muleta y espada en la siniestra. Su rostro es alto. En dicha imagen se destaca su figura más bien corta).

   Un repórter de El Nacional llamaba ayer a la puerta de una modesta habitación que lleva el número 2 en la casa número 6 de la calle de Nuevo México, con objeto de tener una entrevista con esa personalidad simpática que es hoy el ídolo del pueblo en los redondeles de toda la república: PONCIANO DÍAZ.

   Un joven moreno, de tez limpia, bajo de cuerpo, cabello negro rizado, bigote castaño, mirada apacible, facciones regulares y llevando un traje cheviot, de cuadritos cafés y blancos, con un correcto jacket abotonado hacia arriba y dejando ver sobre el chaleco una modesta leontina de oro, salió a abrir. Se hubiera dicho que era un artista del pincel o del teclado, un amateur de la pintura o de la música, tal era su aspecto de dulce y reposado, tal era su traje de sencillo y elegante. Y sin embargo, aquel joven era PONCIANO.

   Grande fue la sorpresa del repórter ante aquella personalidad que no hería por cierto la imaginación con la figura de cromo del chulo o del matador.

   Aguardábase el visitante ser recibido por un majo de rapado rostro, cabellera de coleta enroscada sobre el cráneo, pantalón ceñido a la cintura por ancha banda roja que se destacase sobre un abierto chaleco que deja ver una escandalosa pechera de camisa llena de olancitos y de alforjas; y por último, una chaquetilla corta de paño.

   Mientras PONCIANO registraba en el bufete, la mirada indiscreta del repórter fue inventariando todo cuanto lo rodeaba en aquella habitación para decir a ese eterno curioso-impertinente que se llama el público, en dónde y cómo vive el rey de los redondeles mexicanos.

   La pieza en que PONCIANO recibe es una habitación como de 7×7 varas, de alto techo, empapelada con un tapiz claro, con una ventana de reja que da a la calle mirando al Sur, una puerta vidriera que da acceso a la pieza misma, otra puerta frente a la de entrada que comunica con las recámaras y piezas interiores, y por último, otra más que hace frente a la ventana. Al entrar, inmediatamente a la derecha se ve un escritorio cargado de papeles y coronado por unas tres decenas libros, entre los cuales descuellan los más célebres tratados de tauromaquia. Fijo en la chambrana de la puerta se ve muy buen termómetro de puro cristal, y en el muro, haciendo frente al que escribe, está un reloj suizo, de madera, coronado por un gallo negro. En la pared que hace ángulo con ésta se ve otro buen reloj de pared, de gran tamaño, encerrado en su caja de madera y cristal. Al lado opuesto, sobre el mismo muro, hay un recuerdo de la Exposición de Nueva Orleans, que PONCIANO visitó, y es un grabado que representa los edificios de la gran feria. Respaldado a la pared oriental hay un mueble que es casi desconocido en México a pesar de su utilidad notoria: es un folding-bed americano, o sea un lecho de doblar, que cerrado presenta el aspecto de un ropero. Los que no hayan estado en los Estados Unidos no conocerán jamás lo que es aquel ropero de apariencia.

   Haciendo pendant al folding-bed hay un ropero efectivo con grande luna francesa. En el costado restante se ven: una Magdalena al óleo, sobre el marco de la puerta, una Carta Orohidrográfica de la República Mexicana (1879-García Cubas), y un precioso crayón que representa la Plaza de Toros de Marfil en Guanajuato, en la cual se ve a PONCIANO de frente, capa en mano, asistiendo a un peligroso incidente de un picador. Este estudio al lápiz es una joyita artística y primorosa que está firmada Bibriesca. El mobiliario de la pieza, además de lo mencionado, consiste en un sofá y dos sillones forrados de verde; cuatro o seis sillas amarillas de bejuco, un veladorcito de mármol blanco con pies de metal, de forma ovalada; una mesita redonda de lámina de fierro, con su tripié de doblar, y una columna en un ángulo de la pieza, sobre la cual descansa un jarrón sustentando cuatro o seis banderillas viejas y maltratadas que probablemente tendrán recuerdos gratos para PONCIANO. la alfombra de tripe, fondo blanco, con flores encarnadas ya descolorida por el uso y por el tiempo. No hay cortinas ni objetos de ostentación de ninguna clase. Todo allí revela una modesta aisance y nada más.

   Cuando PONCIANO volvió con sus apuntes, el indiscreto reporter había concluido su atrevido y minucioso inventario.

   Compendiemos aquí, en unas cuantas líneas, lo que dicen esos apuntes, completados por las noticias que nos suministra el Sr. Juan C. Ramírez, grande y sincero amigo de PONCIANO:

    PONCIANO DÍAZ GONZÁLEZ, nació en la hacienda de Atenco el 19 de noviembre de 1858 (sic), siendo sus padres D. Guadalupe Díaz González y Doña María de Jesús Salinas. La señora su madre es la única que le vive, y PONCIANO tiene hoy ella una reverencia, un amor, una idolatría que rayan en fanatismo. Por ella vive, por ella trabaja, por ella quiere nombre y fortuna, por ella no ha pensado jamás en contraer matrimonio pensando que al casarse tendría que separarse de ella. PONCIANO, en una palabra, es un hijo modelo, y esa circunstancia le ha traído quizás las bendiciones de la Providencia y el respeto y el cariño de cuantos lo conocen.

   PONCIANO no recuerda cuándo se vio por vez primera enfrente de un toro. Como una memoria vaga refiere que apenas comenzaba a andar cuando su padre, que era un charro completo, lo llevaba a las corridas semanarias que se hacían en la Hacienda de Atenco, en que estaba empleado, y se servía de él, tomándolo por las arcas, para sacarle vueltas al toro como pudo servirse del trapo de brega. Este prematuro aprendizaje, quizás demasiado prematuro y un tanto rudo, familiarizó a PONCIANO de tal manera con los toros, que sus primeras carreras las dio ya en el redondel, mezclándose a los muchachos de la hacienda que continuaban sus diversiones semanales. Apenas en la pubertad fue ya un torero hecho y derecho, y bajo la dirección y en compañía de los Hernández vistió en el mismo Atenco por primera vez la roja chaquetilla y el calzón corto del torero.

   En 1878 apareció, al fin, en una plaza pública, en Tlalnepantla, en la cuadrilla de los Hernández, siendo aplaudido por su valor y su destreza que parecían extraños en aquel joven que era casi un niño.

   De Tlalnepantla pasó a Puebla, contratado por el inolvidable Bernardo Gaviño que fue siempre para él un amigo cariñoso y un maestro asiduo, y después de seis meses de trabajar en su compañía, teniendo la espada de alternativa con el viejo campeón español, se vio obligado a aceptar la dirección de la cuadrilla que trabajaba en Puebla, inaugurando su carrera de Capitán en dicha ciudad el 13 de Abril de 1879, que fue domingo de Pascua, habiendo sido sus padrinos los Sres. Quintero y Aspíroz, y alcanzando en aquella fecha, célebre para él, un triunfo que le será difícil olvidad mientras viva.

   No es nuestro ánimo hacer la biografía de PONCIANO en este artículo: por lo mismo nos limitaremos a recordar que entre los golpes que ha recibido no cuenta más que una herida, bastante profunda y bastante grave, que recibió en Mayo de 1883 en la plaza de Durango, mientras ejecutaba su suerte favorita de banderillar a caballo, en la que no tiene rival en la República. Sin embargo de la gravedad de esa herida, a los quince días ya estuvo en aptitud de presentarse de nuevo al público.

   ¿Cómo se ha formado la inmensa popularidad que hoy le rodea como una aureola?

   ¿Qué progresión ha seguido su gloria para llegar hasta el delirio que hoy siente el público taurófilo por PONCIANO?

   No estamos bastante imbuidos en ella para detallarlo, y además nos faltan tiempo y espacio.

   Pero bástenos asentar el hecho: PONCIANO es el semi dios de las masas, es el prototipo de todo lo grande para el pueblo.

   Si un día faltara el Arzobispo de México y se llamase al público que va a los toros para elegir Arzobispo, el Arzobispo sería PONCIANO.

   Si en las elecciones presidenciales se dejase el voto en manos de los que deliran con los redondeles, PONCIANO sería presidente.

   Si un día se tratase de derribar el sistema republicano y erigir la monarquía en México, ya veríamos a miles de admiradores del joven diestro proponer al pueblo el nombre de PONCIANO I para el trono.

   ¿Lo dudan vdes?…

   Pues se conoce que no han visto a una muchedumbre delirante quitar las mulas que tiraban del coche que conducía a nuestro héroe el día que iba a ver la primera corrida de Mazzantini en Puebla, y pegarse por centenares a aquella carroza para arrastrarla triunfalmente por las calles hasta ponerle en un cuarto del Hotel de Diligencias, mientras lo aclamaban con un entusiasmo febril.

   Se conoce que no han visto las ovaciones que se le hacen donde quiera que alguno que lo conoce dicen a los transeúntes: ¡Allí va Ponciano!

   Si un hombre puede llegar al colmo de la popularidad, PONCIANO es ese hombre.

   Interrogado por el reporter de El Nacional acerca de ciertos puntos, dio contestaciones que condensamos aquí por falta de espacio.

   PONCIANO cree que los toreros españoles que hemos visto en México no son la última expresión del arte de Pepe Hillo. El dice que ha leído en las tauromaquias preceptos y reglas a que no se ajustan siempre los lidiadores que él ha visto, que por cierto son muchos. Agrega que su juicio es inseguro en este punto porque generalmente le ha tocado presenciar corridas con toros malos en que los toreros españoles no han podido lucir.

   Respecto de ganado, opina que en México hay toros tan grandes, tan buenos y tan boyantes como en España misma; pero cree que la avaricia y el interés mal comprendido de los ganadero, hacen que presenten como buenos 80 toros de cada cien, cuando en realidad no hay sino veinte. En España, dice, los criadores de toros no sacan a la lidia sino veinte de cada cien, y por nada en el mundo entregarían un toro en malas condiciones para la lidia. Esto cimenta el crédito de los de la Península al par que mata el de los nuestros. Cuando los hacendados vean el perjuicio que se causan con pretender salir a precios altos de sus toros malos, los ganados mexicanos cobrarán la fama a que son acreedores.

   PONCIANO tiene vivos deseos de ir a España, pero cree que los absurdos rumores circulados cuando el desagradable incidente de Mazzantini, lo pondrían en una posición muy difícil en la península, lo que siente sobremanera.

   Algunas otras apreciaciones menos importantes oímos de labios del primer diestro mexicano, pero por ahora y sin hacer el panegírico de la profesión que ha abrazado, por estar ella contra nuestros principios, cumplimos con el deber de fotografiar en El Nacional a toda persona que se distingue, y nos avanzaremos hasta cerrar este artículo saludando en PONCIANO al buen hijo, al hombre trabajador, y al diestro a quien la popularidad aclama y el cariño general eleva un pedestal de gloria… tauromáquica.

 LA PATRIA, D.F., del 10 de abril de 1892, p. 3:

Fiesta taurina.

Esta tarde se dará en Tula otra corrida de toros, a los mismos precios de pasaje y entrada, jugándose siempre solamente cuatro bichos y lidiando la misma pésima cuadrilla que se ha encaprichado el decadente Ponciano Díaz en presentar a los concurrentes de la abigarrada Plaza de Tula.

   Con que tenemos: precios inmoderados, pocos toros de juego, malos lidiadores y, para colmo de todo, se ha suprimido el viaje de una y minutos de la tarde, que tan cómodo era para los aficionados de esta Capital, muchos de los cuales a las nueve y media de la mañana de los domingos, aun no están libres de sus ocupaciones.

   Lo único bueno que ha habido hasta el domingo próximo anterior –sea dicho imparcialmente, es el ganado- pero ¡ay! (ilegible) hace que en nuestros redondeles taurinos, cuando hay una cuadrilla buena, el ganado es inservible, o al revés, como ahora sucede. Por campanada de vacante se ve ya a Ponciano largar una estocada mediana o trapear regularmente por breves instantes. El único que se afana siempre en toda la brega y que muestra a cada día adelantos y mayor arrojo, es Carlos López (a) el Manchado.

   A mayor abundamiento, como diría un leguleyo, ya Ponciano no es con el público, ni con nadie, aquel torero afable, complaciente y modesto, a quien por lo mismo idolatraba el pueblo; ahora es un señor altivo que mira por sobre el hombro, que escupe por entre los colmillos, que no se toca el sombrero, que saluda (cuando saluda) con un imperceptible movimiento de cabeza y que habla por monosílabos. Un gran señor, vamos.

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LA TAUROMAQUIA EN RE – FLEXIÓN. (TERCERA PARTE).

EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   En todo momento me refería al trabajo académico del que debe estar orgulloso el Colegio de Filosofía, uno más de aquellos que pertenecen a la Facultad de Filosofía y Letras, institución que forma parte de la Universidad Nacional Autónoma de México. Por tal motivo, merece traer hasta aquí la reseña que elaboré al poco tiempo de que la tesis fue aprobada con todos los honores.

APUNTES A UNA TESIS PRESENTADA POR NATALIA RADETICH FILINICH: “FILOSOFÍA Y SACRIFICIO: UNA EXPLORACIÓN EN TORNO AL SACRIFICIO TAURÓMACO”. 

   Estamos frente a la primera tesis que, desde el territorio de la filosofía se ha elaborado en torno al tema de la tauromaquia en México. Su autora, la actual Maestra en Filosofía Natalia Radetich Filinich elaboró un trabajo académico de altísimo valor teórico en el que revisa y postula una serie de elementos relacionados fundamentalmente con uno de los más profundos misterios que emanan del toreo mismo. Me refiero al sacrificio del toro y en ello, le fue la vida al hacer extenso ejercicio hermenéutico, cognoscitivo y especulativo en torno a tamaño asunto. Ejercicio nada fácil si el tema tiene entre sus textos a ciertos “clásicos” como George Bataille, José Bergamín, Jacques Derrida o Michael Leiris cuyas ideas, como catedrales no habían sido puestas a revisión, en este caso por una inteligente pensadora, sabiendo que este aporte, desde México, le vendría muy bien para enriquecer, desde la filosofía su propia mirada al respecto del asunto que nos convoca.

   En el todo de su tesis, estructura un índice impecable. A saber:

 PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

  1. LA PLAZA DE TOROS: RECINTO SACRIFICATORIO
  2. EL TORO: VÍCTIMA SACRIFICIAL, ESPECTRO DE LA DISOLUCIÓN

             La encornadura

            La potencia sexual y vital

            La animalidad

 III. EL TORERO: SACRIFICADOR, FIGURA DEL UMBRAL

             La posición o el lugar del torero

            Miedo, valor, serenidad

            El erotismo

            Cuerpo bello, cuerpo lacerado

 NOTAS SOBRE EL SACRIFICIO

             El desprecio por el sacrificio

            La pregunta por el sacrificio

            Lo más extraño que tiene la existencia humana

            El sacrificio como crítica del trabajo

            Dos rasgos sacrificiales de la tauromaquia

                         a)El pase tauromáquico

                        b)El sacrificio del toro

             el sacrificio taurómaco como sacrificio sin dios

 EPÍLOGO

BIBLIOGRAFÍA

ÍNDICE ICONOGRÁFICO

   La culminación en sus afanes, es lograda en la parte II: El toro: víctima sacrificial, espectro de la disolución, donde hace alarde de ese complejo ejercicio interpretativo y hermenéutico a la vez, que no les es dado más que a unos cuantos. Lo anterior, a partir de una imagen, aquella que se corresponde con el ejercicio de profundo valor filosófico puesto a la consideración de los lectores.

   He aquí el prodigio gráfico.

MANOLETE

Antonio Abad Ojuel (seud. Don Antonio) y Emilio L. Oliva Paíto: LOS TOROS. Prólogo de Antonio Díaz-Cañabate. Barcelona, Librería Editorial Argos, S.A., 1966. 463 p. Ils., retrs., facs., p. 276.

    De lo demás, se encarga la autora.

   Luego, a lo largo del texto decanta muchas de sus inquietudes sobre los significados del toro, pero sobre todo del sacrificio en cuanto tal. Por ejemplo, nos dice, en la página 14:

   “En este tenor, el sacrificio taurómaco es un sacrificio paradigmático; escapa resueltamente al cálculo de los medios y los fines, no busca nada, no quiere nada, no postula –ni siquiera en la explicación discursiva que ofrece de sí mismo- una finalidad como razón de sí. el sacrificio del toro en la fiesta brava es un sacrificio sin futuro y sin fruto: no quiere nada a cambio de su víctima, no busca la unión con una instancia trascendente o divina, no aspira a mantener ningún orden, no quiere constituirse en expresión de sumisión, no persigue un objetivo expiatorio, propiciatorio, adivinatorio o de gratitud. El sacrificio tauromáquico, digámoslo así, se aguanta a si mismo en su inutilidad constitutiva: no apela a ninguna finalidad para justificarse o para explicarse, no construye un discurso justificatorio alrededor de sí mismo”.

   Es decir, estamos frente a la experiencia sacrificial, considerada como el acto último que hombre produce –y en este caso concreto-, tomando como “víctima” al toro, en un complejo proceso denominado asimismo como tauromaquia.

   Estamos ante la lucha sostenido entre toro y torero que conducen a pensar que se trata del medio para justificar el fin como el sacrificio, mientras la propia autora se cuestiona “Y para qué todo eso?, ¿para qué se mata al toro”. La respuesta no puede ser sino ésta: “Para nada”. El sacrificio del toro en la fiesta brava es, estrictamente hablando, del orden de la gratuidad, se encuentra entre las prácticas que escapan al principio de utilidad y que no pueden pensarse desde su lógica. El sacrificio taurómaco es, sin duda, un escándalo: no persigue fin alguno, no tiene justificación.

   Pero su empeño no tiene propósitos demoledores, sino de justificación plena para hacernos entender que esta representación, que le es tan propia a la cultura occidental, no se ha convertido, a lo largo de varios milenios en un mero accidente.

   En ese sentido, Occidente no es solo un referente geográfico o punto clave en la brújula. Occidente también es reflejo pluriétnico y pluricultural de otras tantas latitudes concentradas en ese sólo término de identificación.

   Finalmente, en el Epílogo nos dice: La plaza, vimos, es lugar de dilapidación, allí se da muerte a los majestuosos toros y su muerte es un escándalo, pues no persigue fin alguno, escapa al cálculo de los medios y los fines. En efecto, el sacrificio tauromáquico nos ha presentado el rostro del sacrificio inútil: pertenece a la inutilidad, no quiere nada a cambio de su víctima, no quiere conquistar los favores de una divinidad, no pretende comunicar con ella, ni mostrarle agradecimiento, sumisión o dependencia. El sacrificio del toro en la fiesta brava es sacrificio acéfalo, descentrado, inmolación que no quiere constituirse en tributo, ofrenda o intercambio.

   Así pues, la valiosa aportación de Natalia Radetich Filinich viene a ser, en estos tiempos de confrontación ideológica, de conflicto en el que dos frentes perfectamente definidos: los taurinos y los antitaurinos siguen sosteniendo, a veces tan ajenos a ideas como estas, que le vienen muy bien al espectáculo, para darle lustre, alejarlo de algún modo de los lugares comunes. Es por ello que los argumentos de nuestra autora, son de suyo, bienvenidos en momentos de escasez ideológica y sustantiva para justificar la pervivencia de un espectáculo milenario.

   Aquí los datos sobre su tesis de grado:

Natalia Radetich Filinich: “Filosofía y sacrificio: Una exploración en torno al sacrificio taurómaco”. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras-Instituto de Investigaciones Filosóficas. Programa de Maestría y Doctorado en Filosofía. Tesis que, para obtener el grado de Maestra en Filosofía, presenta (…) Director de tesis: Dr. Ignacio Díaz de la Serna. Octubre de 2009. 134 p. Ils.

   Otra obra en la que esplenden sus notas en un libro del que resultó coautora clave. Me refiero a Diálogo con Navegante.[1] Su aportación es el interesante texto denominado “Defensa de la fiesta” (p. 97-120). En dicho volumen, además de su grata presencia y lectura, colaboraron otros autores como Luis Abril, Paco Aguado, Araceli Guillaume-Alonso, Agustín Morales Padilla, Vicente Zavala de la Serna y François Zumbiehl.

DIÁLOGO CON NAVEGANTE

    Por cierto, la Maestra Natalia Radetich volvió a ser reconocida como Finalista del premio Ensayo Taurino “Muletazos”, convocado por Edicions Bellaterra en 2014. Resultado de lo anterior es el libro…

MINOTÁURICAS

Mi felicitación más sincera a un trabajo de enorme calidad.

CONTINUARÁ.


[1] José Tomás, Mario Vargas Llosa (Coords): Diálogo con Navegante. México, Fundación José Tomás, Talleres de Agencia Promotora de Publicaciones, S.A. de C.V., 2014. 151 p.

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LA TAUROMAQUIA EN RE – FLEXIÓN. (SEGUNDA PARTE). 

EDITORIAL. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Ritual y sacrificio; arte y disciplina se encontraron frente a frente en aquel episodio donde europeos y americanos se confrontaron. Ambas expresiones, hasta ese momento, eran el resultado de un largo camino de amalgamas culturales donde figuraba un elemento que surgió desde los tiempos en que el hombre comenzó a construir los cimientos de la civilización. Dicho componente tiene que ver en el momento que surge el dominador y el dominado, una condición entre muchas que sirvieron para fijar las reglas del juego entre las sociedades todas. Dominador y dominado se enfrentaron en duras batallas que concluyeron, como ya se sabe, en agosto de 1521.

   Resultado de aquella transición fue el maridaje del padre español y la madre indígena que dio como resultado al mestizo, y ese mestizaje ya disperso en otras tantas derivaciones (todas las castas sociales) enriqueció lo pluriétnico y lo pluricultural de aquellas sociedades cargadas cada una de distintas muestras culturales, siendo el ingrediente religioso el que representó la figura de mayor peso. Creo que es ahí donde vino a suceder tal asimilación traumática, la del cambio impuesto con la espada y la cruz y cuyo costo fue la destrucción intermitente de los objetos de culto de origen y creación indígena (tal como hoy podría estar sucediendo con el ataque frontal del Estado Islámico, por ejemplo). Eso marcó al pasado, y se mantiene sugerido por el título de una obra emblemática: “La visión de los vencidos” del eminente historiador Miguel León Portilla.

   Ese contrapeso, el de una presencia externa, ajena, que además alteró, afecto y desencadenó lo que para Octavio Paz fue la humillación de “la Chingada”, no representa un valor propio, de esencia originaria, sino el que se impuso al calor de la guerra y la oración. En medio de aquel escenario, se inoculó la vida cotidiana europea que vino a convivir con la indígena y de ambos surgieron otras tantas expresiones. En todo aquello aparecieron un día las corridas de toros.

   Tan complejo y a la vez sencillo proceso sucedió en unos momentos en los que debían desarrollarse las representaciones rituales donde toro y caballo se convirtieron en elementos simbólicos de alto impacto que se alentó por su novedosa presencia. Junto a esos nuevos componentes, la sangre y la muerte se unieron para cerrar aquella poderoso y convergente coincidencia en la que dos pueblos, dos culturas en principio diametralmente opuestos, se entendieron y asimilaron no sin seguirse mostrando reacios e incluso antagónicos hasta hoy, debido en buena parte a la que fue la parte más violenta de la conquista.

   Cientos, quizá miles de esas representaciones se desarrollaron lo mismo en el ámbito rural que en el urbano, bajo el pretexto de diversas celebraciones, sobre todo de profundo carácter religioso, pero también político e incluso académico, con lo que se afirmaba el control establecido por la corona. La fiesta, bajo el amparo de la iglesia también adquirió notable relevancia. De ese modo, muchas celebraciones que ocurrieron en medio del boato, hoy día es posible conocer el o los días en que ocurrieron, gracias a que existen registros como las “Relaciones de sucesos” que son además, un referente literario de enorme valor. Tras la emancipación que culminó en 1821 con el deseo y creación de un nuevo estado-nación la fiesta de los toros se hizo más mexicana. En el siglo XX alcanzó dimensiones universales, casualmente estimuladas por un torero que todos conocemos como Rodolfo Gaona y quien, entre otros calificativos fue y sigue siendo conocido como el “Indio Grande”. Hoy, en pleno siglo XXI la tauromaquia es mirada con desprecio, como fruto de los efectos que han venido estableciendo los criterios predominantes impuestos por la globalización, a partir de nuevas ideas donde las prácticas neoliberales y postmodernas pretenden diluir de esta representación ritual el más complejo andamiaje en que se sostiene el toreo el cual, por razones muy particulares se pretende demostrar que no es otra cosa que un patrimonio o un legado, a partir de cuanto se afirma en el texto de la “Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial (París, octubre 17 de 2003)”. Con lo anterior, ya se ha dicho, creo que se han construido las condiciones apropiadas para buscar incluir en la lista representativa del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad a la tauromaquia, sin más.

LA FIESTA NACIONAL_11.06.1908_p. 8abajo

La Fiesta Nacional, en su edición del 11 de junio de 1908, p. 8 (abajo) publicó esta excelente imagen de Rodolfo, en su primera campaña española.

    Antes de terminar con estos apuntes, debo retomar el caso de Rodolfo Gaona, cuyo apodo en ningún momento fue utilizado con fines o intenciones peyorativas o de descalificación. En todo caso, se exaltaba a un indio puro quien con sus enormes virtudes, fue capaz de trascender el toreo mexicano en ruedos españoles. Aquella demostración vino a confirmar su propio status como “figura del toreo” quien selló un largo trayecto de afinidades largamente construido siglos atrás.

 II. FILOSOFÍA

    En este apartado, una de las obras fundamentales que habrán de permitirme reunir los argumentos que validen el legítimo propósito para demostrar que la tauromaquia es un patrimonio o un legado en cuanto tal, será la única y más importante de las tesis que se han presentado en el ámbito académico de este país en años recientes con propósitos de realizar un ejercicio teórico a partir de la filosofía. Dicha tesis, con la que obtuvo el grado de Maestra en Filosofía tiene tal estatura que bien puede ponerse al nivel de los recientes trabajos de Francis Wolff, por ejemplo.

CONTINUARÁ.

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