Archivo mensual: May 2014

DESDE MONTERREY: FIESTAS TAURINAS EN LOS LUGARES MÁS INVEROSÍMILES, EN FECHAS DE IDÉNTICA CIRCUNSTANCIA.

ANECDOTARIO TAURINO MEXICANO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Otro de los sitios provincianos, donde la fiesta de toros tuvo refugio mientras estuvieron prohibidas en el Distrito Federal (1867-1886), fue Monterrey. Difícil época la que comprenden las siguientes notas, tomadas del PERIÓDICO OFICIAL DEL GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN, si para ello tomamos en cuenta que estaba en vigor la prohibición a las corridas de toros en el Distrito Federal, misma que adoptaron algunos estados del interior de la república, aunque luego, y con el paso de los años se fue atenuando, a pesar de que estaba mucho más consolidada la tradición, cuya fuerza fue suficiente para enfrentar unos principios que se impusieron con el peso de la razón en la capital del país, pero no en el resto de los estados del mismo, donde no había suficiente motivo para aplicarse tal cual. Monterrey es un caso evidente.

   Aunque el PERIÓDICO OFICIAL DEL GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN no proporciona más datos que los de la organización de diversas fiestas, se desconoce en buena medida cómo se desarrollaron y quienes participaron de lleno en tales espectáculos, siendo en algunos casos matadores de cierto prestigio; y en otros, meros aficionados. También se menciona la procedencia de algunos de los encierros lidiados, y en otro sentido quienes organizaban –como empresarios- dichos festejos. No hay más información al respecto. Pero la reunida aquí, es un elemento bastante significativo de las circunstancias ocurridas en aquel punto del norte del país.

   Pasemos a conocerlas en frondoso detalle.

 PERIÓDICO OFICIAL DEL GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN. T. VII, Monterrey, noviembre 6 de 1872, Nº 22:

 FIESTAS DE DOCTOR ARROYO

 Juzgado 1º Constitucional de Dr. Arroyo.-Las que anualmente tienen lugar en esta Villa, comenzarán el día 1º del próximo diciembre terminando el 12 del mismo mes. Durante esa temporada habrá toda clase de diversiones públicas y juegos no prohibidos por la ley.

   Las corridas de toros serán de lo mejor, pues los empresarios no omiten medio a fin de alcanzar el objeto que se han propuesto (…).

 –: T. VII, Monterrey, 11 de diciembre de 1872, Nº 33

 FIESTAS DE VILLALDAMA.

    Las que anualmente se celebran en esta Villa, tendrán ahora su verificativo del 21 al 31 de enero próximo (…)

   La empresa no ha perdonado medio para hacer agradable esa temporada, en la que habrá corridas de toros, carreras de caballos, peleas de gallos y toda clase de juegos que las leyes permiten.

   Por último, los que vengan a dicha función, pueden estar seguros de que las autoridades locales tomarán todas las providencias necesarias a fin de garantizarlas de una manera competente sus personas e intereses, en los límites de esta jurisdicción.

   Villaldama, Diciembre 6 de 1872.-Juan Antonio Ugarte.-Empresario. José F. Brosig, empresario.

 –: T. VII, Monterrey, 11 de junio de 1873, Nº 85

 FIESTAS DE LA VILLA DE ALLENDE

    Las concedidas por el Gobierno del Estado, darán principio el día 5 de julio y terminarán el 29 del mismo (…)

   La empresa no ha perdonado medio alguno para hacer agradable esta temporada en la que habrá corridas de toros, carreras de caballos, peleas de gallos y toda clase de juegos que las leyes permitan (…)

   Villa de Allende, Mayo 12 de 1873.-Encarnación Tamez.-Francisco Treviño y Cipriano Guzmán.

 –: T. VII, Monterrey, 2 de julio de 1873, Nº 91

 FIESTAS DE BUSTAMANTE

    Darán principio el día 4 de agosto y terminarán el 12 del mismo mes (…)

   Habrá corridas de toros, carreras de caballos, peleas de gallos, y toda clase de diversiones públicas y juegos permitidos por las leyes (…)

 –: T. VII, Monterrey, 19 de julio de 1873, Nº 96

 FERIA DE CADEREYTA JIMÉNEZ

    El día 17 de agosto dará principio la feria que anualmente se celebra en esta ciudad, y terminará el 27 del mismo mes. En esa temporada habrá toda clase de diversiones públicas, como teatro, juegos permitidos por las leyes y corridas de toros del afamado ganado de los ranchos de la Escondida, jurisdicción de Villaldama o de Puentesuelos de la de Linares: Quemándose además en la plaza principal un magnífico juego artificial que al efecto se prepara (…).

 –: T. VIII, Monterrey, 8 de noviembre de 1873, Nº 28

 FERIA EN EL RANCHO DE PASO DE CUCHARAS

    Función en el Rancho de Paso de Cucharas, jurisdicción de General Escobedo.

   La que anualmente se celebra en dicho rancho, dará principio el día 26 del presente mes, y terminará el 30 del mismo.

   Además de la función de Iglesia, habrá corridas de toros de aficionados, carreras de caballos, coleaderos y toda clase de juegos no prohibidos por la ley.

   Villa de General Escobedo. Noviembre 6 de 1873.-José Angel R. Rangel.-José Ma. L. Rangel.-Cresencio García.

 –: T. VIII, Monterrey, 10 de diciembre de 1873, Nº 37

 FERIA DEL ROBLE

    La que anualmente se celebra en el Roble, comenzará el 16 de Diciembre y terminará el día último del mismo. Durante esta temporada, habrá corridas de toros y las demás diversiones de costumbre (…)

   Los empresarios de la plaza de toros, deseando contribuir por su parte al mayor lustre y engrandecimiento de una función tan célebre y tan acreditada, no omitirán gasto ni sacrificio para proporcionar a los concurrentes algunos ratos de distracción y recreo; en el concepto, de que las autoridades dictarán las medidas convenientes para la seguridad de sus personas e intereses.

 –: T. VIII, Monterrey, 3 de junio de 1874, Nº 86

 FIESTAS DE LA VILLA DE SANTIAGO

    Las concedidas por el Gobierno del Estado mientras se obtienen del H. Congreso, darán principio el 15 de julio próximo y terminarán el 25 del mismo. La empresa ha hecho todos los esfuerzos posibles para hacer agradable esa temporada, en la que habrá ocho corridas de toros de extraordinaria bravura (…)

    Como habrán podido percibir, en todas ellas, el esquema es prácticamente el mismo, y la diferencia del ofrecimiento de algún entretenimiento extra o diferente varía muy poco. Es interesante saber que en sitios que no necesariamente se ostentan como taurinos, no soslayan para la celebración de su fiesta anual, las corridas de toros, en donde el coleadero y algunos fuegos artificiales matizan las tardes, acompañadas además de carreras de caballos y peleas de gallos, bajo el reiterado discurso de que unas y otras están permitidas por la ley, lo que hace ver que por lo menos en el estado norteño, la afectación de la “Ley de Dotación de Fondos Municipales” no fue aplicada, permitiendo a sus moradores solaz y esparcimiento, “distracción y recreo”, lo que en conjunto permitía “hacer agradable esa temporada”, lo mismo en Doctor Arroyo, que en Villaldama, Villa de Allende, Bustamante, Cadereyta Jiménez, El Roble, la Villa de Santiago. Pero, por encima de todas ellas, se encuentra la ocurrida en el Rancho de Paso de Cucharas, cuya fiesta celebrada en el mes de noviembre tuvo la ocasión de incluir

    Además de la función de Iglesia, (…) corridas de toros de aficionados, carreras de caballos, coleaderos y toda clase de juegos no prohibidos por la ley,

 Indicativo de las muy felices posibilidades que tuvieron en sitio eminentemente rural para que sus pobladores y visitantes tuvieran ocasión de sumarse a los festejos, encabezados por los de carácter religioso, mismos que, a su término daban pie a los profanos.

   No cabe duda que la fiesta, ritual o profana tuvo oportunidad de gozar la continuidad y el refugio provincianos en lugares como los reseñados en estas notas. Lugares del lejano estado del norte del país, que tras la localización de dichas noticias nos convencemos de que la tauromaquia, además de que se dispersó en toda la geografía mexicana, Monterrey le dio la debida recepción y su afortunada prolongación, en medio de peculiares reminiscencias de típico sabor nacional.

   Es deseable que los investigadores locales de cada una de estas poblaciones, interesados además en alentar la historia de sus respectivas «matrias», puedan contar con la posibilidad de enriquecer estas pinceladas, con objeto de recuperar el significado que adquirió el sentido de la celebración en sus diversas expresiones, sin faltar, como ya se ha visto, las corridas de toros, nutriente de este tema.

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MÁS SOBRE LA JURA DE AGUSTÍN DE ITURBIDE DEL 24 DE ENERO DE 1823.

EFEMÉRIDES TAURINAS DECIMONÓNICAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE

    Entre los nuevos hallazgos periodísticos, he encontrado varias notas que adquirieron dimensiones de repercusión, tan luego se celebraron en la ciudad de México, los fastos por la coronación en la jura del Sr. Agustín de Iturbide. Se puede apreciar que, independientemente del personaje y su investidura, la autoridad llevó a cabo todo el procedimiento que la costumbre. Es decir, que en términos administrativos se formó un amplio expediente denominado “Cuenta de los gastos” donde en forma detallada se desplegaron todos aquellos componentes que dieron forma a la celebración misma, y donde los festejos taurinos no fueron la excepción. Se puede apreciar que tales fiestas generó un gasto total de $74,000.00, de cuyo suma –hasta finales de abril-, se habían devengado $27,000.00 producidos por la plaza de toros (siendo el descubierto de $46,000.00), quedando por cubrir $10 y 16,000.00 pesos respectivamente que prestaron los particulares.

   En el fondo, se observa la profunda preocupación que el Ayuntamiento mostraba ante semejante descuadre, pues de ello le iba la vida en el sentido de que quedaban inválidas, por el momento, todas aquellas cantidades –a favor-, con las que la población se halla expuesta al más inminente peligro, y con esa garantía procurar hacer frente a diversos conflictos.

   Fue común por aquellas épocas, y gracias al beneficio público que derivaba de la organización de muchos espectáculos convocados por el Ayuntamiento a atender La limpia de los ríos de cuyos detalles nos enteraremos más adelante, y que indican el estado de abandono por el que entonces se encontraba la que era una amenaza latente de inundación y anegamiento, aspecto del que no era ajeno la ciuda de México desde muchos años atrás. También se aplicaban esos dineros en la limpieza de “atargeas”, “acequias”, y desde luego el panorama empeoraba si se daban conocer circunstancias como las aquí descritas:

 A todas estas necesidades se agrega la de empedrados, banquetas, alumbrado y demás que presentan el cuadro más desagradable; el insoportable gasto de sesenta mil pesos anuales en los Hospitales, y cerca de diez y ocho mil en la cárcel, de cuyas atenciones, no se puede prescindir, y todas son del momento, a no ser que a los locos se echen a la calle, los enfermos lazarinos y antoninos se mezclen con nosotros, el miserable pueblo no se cure en sus enfermedades, y que los presos se mueran de hambre en las cárceles. De público y notorio se sabe que, de mucho tiempo atrás los fondos de la ciudad están exhaustos por los repetidos gastos que ha tenido; hoy no se pagan réditos ni deudas sagradas; no pueden cumplirse las atenciones de policía; esto lo ve el pueblo, lo resiente, murmura, maldice, y toda la execración recae en los regidores, a quienes se acusa de omisos, indolentes, e ineptos: se insultan, y con razón, se avergüenzan de presentarse al público; pues no falta quien diga, que los padres de la patria, se han convertido en sus mayores verdugos.

    Algunos pensamientos o propósitos iban más allá, pues no faltó quien pretendiera cerrar espacios donde se fomenta el lujo, con el fin de economizar gastos que pudiesen resultar inapropiados para una ciudad que necesitaba urgentemente de la obra pública. México recién declarado estado-nación remontaba el vuelo en medio de la crisis económica en un país recién formado que enfrentó una guerra, la de Independencia, y sus arcas no estaban en condición deseable. Por tanto, cualquier beneficio económico que se produjera en favor del estado, al menos en este caso, quedaba sujeto a una aplicación frontal en las más urgentes necesidades. Desde luego que no faltó la crítica ante lo desmedido que pudieron ser, por entonces las corridas de toros, pues demandaban un gasto, mismo que no podía enfrentar buena parte de la población. Las ideas ilustradas permean en varias de las opiniones que pudieron venir por parte de los integrantes del Excmo. Ayuntamiento, lo que significa de que al margen de haber conmemorado un acontecimiento de la dimensión de una Jura del que luego fue fallido primer imperio mexicano.

   Puede conocerse que, para esos momentos, el asentista o empresario era el señor José María Landa, y de que la plaza en que ocurrieron los festejos no es otra que la denominada como “Nacional de Toros”, cuyo sitio es que hoy ocuparía el espacio donde se encuentra la monumental asta bandera en la plaza de la Constitución. Y que aun habiendo estado en pie la plaza de San Pablo, de esta no se hubiesen obtenido tantos beneficios como se produjeron en la “Nacional”, por lo que, para poder cubrir los gastos pendientes se tenía previsto desmantelar esta para recuperar, a través de la venta de la madera las que ya eran para esos momentos, inminentes pérdidas.

   Pues bien, pasemos a la primera lectura:

 GACETA DEL GOBIERNO SUPREMO DE MÉXICO, D.F., del 26.04.1823, p. 1:

CORRIDAS DE TOROS EXTRAORDINARIOS.

 El Supremo poder Ejecutivo, ha dispuesto la publicación de los documentos siguientes:

1º Representación que el Excmo. Ayuntamiento de esta corte hizo a la Excma. Diputación Provincial, al remitir el expediente formado sobre gastos ocasionados en la jura del Sr. Iturbide, ocurrida el 24 de enero de 1823.

    Cumpliendo este Ayuntamiento con lo que V. E. pide en oficio de 3 del corriente, acompaña el expediente que se formó para la jura del Sr. D. Agustín Iturbide; como igualmente los acuerdos de las respectivas cuentas de los gastos que se erogaron en la solemnidad y demás conducente a la materia. Por todo ello verá V.E., que el gasto total ascendió a setenta y cuatro mil pesos, de cuya suma solo se ha podido devengar la de veinte y siete mil, que produjo la plaza de toros, siendo el descubierto de cuarenta y seis mil ps., y de esta partida, se está debido a los particulares que prestaron diez y seis mil doce pesos, y el resto ha sido el gasto que sufrieron los fondos del común.

   Ambas deudas son de la mayor consideración, ya por lo respectivo a los préstamos, quienes con sobrada justicia quieren se les cumpla lo prometido, en lo que interesa el honor de este Ayuntamiento, tan desconceptuado por desgracia de mucho tiempo atrás; ya por el descubierto de las cajas de la Ciudad, las que por lo mismo no pueden llenar sus deberes en los diversos ramos que hoy llaman imperiosamente su atención, y de no hacerlo, la población se halla expuesta al más inminente peligro, como se convence por las razones siguientes:

   La limpia de los ríos que circulaban a la ciudad, deben limpiarse anualmente para impedir la inundación que de otro modo sería inevitable; mas como en los años anteriores no se pudo verificar con la exactitud correspondiente, ha llegado el caso de que los que antes eran ríos, hoy se ven convertidos en zanjas tan estrechas y ensolvadas, que es imposible puedan encerrar todo el caudal de agua que a ellas viene, y lo será mucho más, el que debe haber en este año para el que se pronostican aguas abundantes y muy tempranas, como ya lo estamos palpando. El conducto desde la Magdalena, hasta la calzada de ntra. Sra. de Guadalupe, está tan perfectamente ensolvado, que por el ojo del puente, no puede pasar una naranja: ¿y podrá pasar toda el agua que allí se reúne, y forma una columna inmensa? El ayuntamiento en virtud de los conocimientos que tiene, y la exposición que se le ha hecho, de resultas de la última vista de ojos que practicó la comisión en 8 del próximo pasado marzo, hace presente a V. E., y lo hará oportunamente al público, que si los ríos y demás acueductos no se limpian prontamente y como corresponde, la ciudad y mucha parte de sus inmediaciones va a padecer la más terrible inundación, la que tendrá que sufrir irremisiblemente, así por su naturaleza y causas, como porque los fondos del común no tienen de donde sacar el mucho dinero que importará precisamente el desagüe.

   En cuanto a la limpia de atargeas parece inútil recomendar la necesidad: cualquiera que haya andado las calles de México, se habrá convencido de que no pueden verse en peor estado, y todos convendrán en que el ensolve de ellas, no solo es otro nuevo motivo para la inundación que se pronostica, sino que los mismas del material corrompido que depositan, amenazan una epidemia destructora, si no es que la escarlatina que tanto ha afligido al vecindario más ha de un año, tiene su origen de este principio. Este urgentísimo ramo de atargeas, está íntimamente unido con el de las azequias principales, con las que se comunican, de manera, que nada se conseguiría limpiando las atargeas, y no las azequias; por que en tal caso el nivel de estas queda más alto que el de aquellas, y por consecuencia precisa, resulta, que las aguas de dentro de la ciudad, no solo quedan estancadas y sin salida, sino que la de las azequias entra a las atargeas: esto hace inevitable la limpia simultánea de azequias, atargeas y ríos, y todo con la mayor prontitud por lo avanzado de la estación: y para que el ayuntamiento no se le acuse de omiso, debe hacer presente, que para estos y otros gastos igualmente urgentes, contaba con lo producido de las corridas de toros, que debieron verificarse en la pascua, y después confiado en la licencia que se le ofreció oportunamente, y se estorvó por las ocurrencias posteriores.

   A todas estas necesidades se agrega la de empedrados, banquetas, alumbrado y demás que presentan el cuadro más desagradable; el insoportable gasto de sesenta mil pesos anuales en los Hospitales, y cerca de diez y ocho mil en la cárcel, de cuyas atenciones, no se puede prescindir, y todas son del momento, a no ser que a los locos se echen a la calle, los enfermos lazarinos y antoninos se mezclen con nosotros, el miserable pueblo no se cure en sus enfermedades, y que los presos se mueran de hambre en las cárceles. De público y notorio se sabe que, de mucho tiempo atrás los fondos de la ciudad están exhaustos por los repetidos gastos que ha tenido; hoy no se pagan réditos ni deudas sagradas; no pueden cumplirse las atenciones de policía; esto lo ve el pueblo, lo resiente, murmura, maldice, y toda la execración recae en los regidores, a quienes se acusa de omisos, indolentes, e ineptos: se insultan, y con razón, se avergüenzan de presentarse al público; pues no falta quien diga, que los padres de la patria, se han convertido en sus mayores verdugos.

   Querer que las urgentes necesidades del día, se socorran con los caudales de la ciudad, es pensar en lo excusado. No pagar las deudas contraídas últimamente, es el acto de injusticia más odioso, y que acabará de destruir la opinión, no dejando confianza para que los vecinos auxilien en lo sucesivo: dejar que las cosas sigan su curso natural, es destruir la ciudad, envolviéndola en ruinas irreparables. Luego es de absoluta necesidad ocurrir a tamaños males con el arbitrio que se proporcione. El Ayuntamiento no encuentra otro, que el de las corridas de toros en la plaza que formó para la jura: cualquiera consideración que resista este proyecto, debe cesar al imperio de la necesidad, siempre que el impedimento no sea esencial y de trascendencia.

   Acaso se pulsará el inconveniente de que la ubicación de la plaza, provoca a la diversión con perjuicio del pueblo; pero como a este no se le obliga con una fuerza coactiva, ni la exacción lleva otro objeto, que su propio bien, la ocasión que se le ofrece, es tan laudable, como necesaria: de lo contrario, sería preciso cerrar las casas donde se fomenta el lujo, las tiendas, el parian, el teatro, y todo cuanto provoca a gastos necesarios, porque la razón es tan general y adecuada, que no se encuentra motivo para aplicarla a un caso excluyendo los demás; y como por otra parte, lo que se desea es, que el pueblo contribuya voluntariamente y sin advertirlo, resulta que lejos de ser óbice la ocasión próxima que se quiere remover, estamos en el caso de buscar por los medios lícitos. Si al pueblo se le brindara con una diversión a que no puede resistir su inclinación, para que el producido de ella se gastara inútilmente, o si los fondos de la ciudad pudieran soportar las urgentes atenciones del momento, sería la mayor iniquidad obligarlo a un sacrificio; pero cuando los fondos comunes no tienen un real, y es para el bien del vecindario, a quien amenazan gravísimos males, ¿será mejor economizarle al pueblo gastos voluntarios, y que por lo regular los hace el que puede, dejándolo abandonado en su miseria y males sin tamaño, o convidarlo a una contribución que lo librará de los peligros que lo amenazan? Cuando el pueblo vea inundadas sus calles, apestadas sus casas, destruidas las fincas, y perjudicados sus intereses, ¿agradecerá la consideración que se le tiene en que no gaste voluntariamente en la diversión de toros? El Ayuntamiento cree, que el pueblo preferiría gustoso una tan suave contribución, y si se le pidiera voto, no dudaría el vecindario resolverse a favorecer la insinuada exacción.

   Sólo tiene en contra esta exposición el argumento de que en la plaza de S. Pablo, puede conseguirse igual objeto; pero, o es cierta la exposición, o no: si lo primero, el mismo gasto se le ocasiona al público, sin otra variación, que la del lugar, que tal vez hace más costosa la diversión por la distancia; si lo segundo, nada se adelanta, y volvemos a los anteriores principios. A más de que, aun cuando en la plaza antigua se alcanzara el fin que se desea, esto no puede verificarse sino después de mucho tiempo, y las urgencias no son para entonces, sino para el momento: aquella plaza producirá en la semana cantidades muy mezquinas, y los gastos en las principales atenciones de la limpia, deben ascender a mil o más pesos semanarios, ya por la naturaleza de la obra, como porque es preciso suplir con el número de trabajadores lo que falta de tiempo antes de que la estación se avance, porque de lo contrario, se gastará el dinero sin conseguirse el fin.

   Aun hay todavía otro estorbo más poderoso para que las corridas no sean en la plaza antigua; y es, que aun está vigente la contrata de D. José María Landa en este ramo. O se le ha de suspender a Landa su contrata, o el Ayuntamiento le paga a este el arrendamiento de su plaza; uno y otro ofrece los mayores inconvenientes.

   Aun allanados estos, queda otro de una gravedad, cual es el costo que importa quitar la plaza del Ayuntamiento, y componer el terreno que queda, el que es preciso empedrar, descombrar, y quitar la mucha piedra y tierra que está echada a los costados, y la demás que se ha de quitar de aquel sitio, y ésta obra no baja de costo de ocho mil pesos enteramente perdidos. ¿De dónde coge la ciudad esta suma, cuando no tiene un real? Aunque la comisión de toros dice, que se debe contar con el valor de la madera existente, este es para pagar parte de los diez y ocho mil ps. que se están debiendo en solo la cuenta de la plaza, según aparece del respectivo cuaderno: los acreedores pedirían, y con razón, la madera para cubrir sus créditos, y no se les podía negar por motivo alguno. Aún concediendo que la plaza antigua pudiera producir lo necesario para los urgentes gastos, sería después de dos meses: es decir, cuando ya las aguas están en su fuerza y ni se puede verificar la limpia, ni entonces es útil.

   Con que resulta, que si las corridas de toros son en la plaza de S. Pablo, sobre no dar esta el producido necesario, ni el tiempo oportuno, se aumentan los gastos notablemente sin haber de donde costearlos.

   Se ha expuesto repetidas ocasiones la escasez del fondo común, y no parecerá exageración si se considera que para los gastos anteriores extraordinarios de la jura y demás, se pidieron adelantados los arrendamientos de las fincas, y ahora hacen falta en los objetos de sus asignaciones: que hay existente mucho papel moneda, que V.E. no permitió se vendiera con quebranto, cuando se le pidió la correspondiente licencia; de tal escasez provienen los trabajos para pagar las memorias, y las angustias del Ayuntamiento, quien nada puede hacer, porque para todo se necesita dinero, que no hay.

   En tales circunstancias y no teniendo el ayuntamiento otros recursos, ha propuesto el arbitrio de diez y seis corridas de toros en los términos que expresa la comisión, como único medio de salvar a la ciudad de los males que le amenaza, y pagar las deudas últimamente contraídas; si no se adoptase, el Ayuntamiento verá con dolor verificados sus recelos; pero le quedará el consuelo de no haber omitido los recursos que están a su alcance apurándolos cuanto le ha sido posible; y pues no tiene otros, solo le falta hacer presente a V.E. que se ha difundido en esta exposición, por tocar todos los puntos que convencen la necesidad, justicia y utilidad, para que si la solicitud no fuere concedida, se entienda que el Ayuntamiento se exime desde ahora de toda responsabilidad: y si el pueblo declamare imputándole culpa a esta corporación, ella hará el manifiesto correspondiente de su conducta, los pasos que dio, las razones que alegó, y el resultado y causa de sus peticiones.

   Mas como el Ayuntamiento está persuadido que V.E. posee iguales filantrópicos sentimientos y se desvela por la felicidad del común a que corresponde, desde luego se lisonjea que V.E. por su parte contribuir al feliz éxito de la solicitud, y concluye recomendando el pronto despacho de este punto, porque un solo día hace falta para las operaciones de limpia, y cualesquiera atraso, por pequeño que sea, causa perjuicios irreparables.

   Dios guarde a V.E. muchos años. Sala capitular del Ayuntamiento constitucional de México 12 de abril de 1823. Domingo Ortiz, Francisco Arteaga, Lic. Felipe Sierra, Cosme del Río, Francisco de Córdova, Francisco Morales, Lic. José Ignacio Alva, José Antonio de Zúñiga.-Excma. Diputación provincial.

 EntradaIturbideTrigarante

Iturbide quizá nunca imaginó que luego de esta entrada triunfal a la ciudad de México en 1821, sus afanes, pretensiones y ambiciones durarían cualquier cosa… Imagen recogida en: http://www.mexicomaxico.org/zocalo/zocalo.htm

    Poco le duró el gusto a Iturbide, pues de aquella fastuosa celebración del 24 de enero de 1823, y con el “Plan de Casa Mata” que impulsó Antonio López de Santa Ana, su contenido sirvió para dar forma a una integración entre borbonistas y republicanos que, “todos a una” se movilizaron para que Iturbide abdicara en marzo de 1823. Por tanto, ante la expresión del Excmo. Ayuntamiento en cuanto a “la jura del sr. Iturbide, como Emperador que era…”, no sólo está latente el desánimo que tal condición política ya estaba produciendo en el país, sino que el Ayuntamiento mismo seguía cargando con las deudas originadas por aquella estruendosa Jura. Por tanto, y no habiendo otro recurso inmediato, fue el mismo Ayuntamiento quien terminó solicitando “se le concedan 16 corridas de toros en la plaza que sirvió para los de la jura precisamente, supuesto que no tiene ni encuentra otro arbitrio…” Ante lo desmedido del caso, fue al propio interior del Ayuntamiento de donde se lanzó la convocatoria, haciendo ver como lícitas las funciones taurinas en momentos complicados como los que se nos permite conocer a través de la lectura del que fue 2° informe de la comisión… Veamos.

 GACETA DEL GOBIERNO SUPREMO DE MÉXICO, D.F., T. I., Nº 57 del martes 29 de abril de 1823.

 Concluye el artículo sobre toros extraordinarios, publicado en el número anterior.

 2º Informe de la comisión primera de la Excma. Diputación Provincial, al cual suscribió esta corporación, elevándola al Supremo Poder Ejecutivo con la consulta correspondiente.

 Excmo. Sr- La comisión primera, ha visto el expediente instruido por el Excmo. Ayuntamiento de esta capital, sobre la jura del sr. Iturbide, como Emperador que era; y sobre las obras que proyectó, y gastos que hizo de acuerdo solo con el Excmo. Sr. jefe político, que entonces era, y de orden del mismo sr. Iturbide, sin contar con esta diputación, sino para avisarla de estar todo determinado, y dispuesto de modo, que habiéndose seguido de este procedimiento precipitado e ilegal, los males que hoy palpamos, no nos queda otro arbitrio que sentirlos, sin poderlos remediar.

   Habiendo V.E. prevenido al mismo Ayuntamiento, que informase sobre dichas obras y sus gastos, para venir en conocimiento de los que se hicieron, de lo que produjo la plaza de toros, y de lo que falta para cubrir aquellos, con el objeto de evacuar esta diputación el que le ha pedido el gobierno, lo ha verificado, exponiendo que la faltan aun para cubrir dichos gastos la considerable suma de 47 mil pes., de los cuales se deben a los prestamistas 16,012 ps. y el resto a los fondos públicos; no pudiendo por eso llenar hoy los grandes objetos de su instituto, con gravísimo perjuicio del público, y con irreparable daño de la municipalidad.

   Insiste por eso, en que se le concedan 16 corridas de toros en la plaza que sirvió para los de la jura precisamente, supuesto que no tiene ni encuentra otro arbitrio, de donde puedan salir las indispensables sumas que necesita urgentísimamente para los importantes fines de su establecimiento, y primeras atenciones; y haciéndose cargo de las dificultades, y embarazos que podrían objetársele, procura desvanecerlas, y allanarlas: y concluye con decir: que no responde de los males que se seguirán indefectiblemente, si no se adopta por ahora este arbitrio.

   La comisión no halla otro, que proponer a V.E., ni la premura del tiempo, y de las circunstancias dan lugar, para meditar, y adaptar otras providencias; y por lo mismo opina, que V.E.  para evacuar su informe, reproduzca el del mismo Ayuntamiento, pues aunque parece hoy impropia e importuna la diversión pública de toros, nunca está por demás proporcionarle al público algunas, dejándole en libertad para que las disfrute o no, según quiera, y pueda: para cuyo efecto está autorizado el gobierno, según las leyes comunes, y conforme al decreto de las cortes de España, de 8 de noviembre de 1820, sobre que se proporcionen lícitos, y honestos pasatiempos a los habitantes de ciudades populosas; mayormente si de ellas puede resultar el beneficio de que se hagan, y verifiquen otras obras públicas de absoluta necesidad, utilidad, y provecho al mismo vecindario. Así podrá V.E. servirse determinar, si no tuviere a bien, remitiendo al gobierno con el informe referido, los autos de la materia, a fin de que teniendo presentes las actas en el estado informe que tienen, se sirva resolver por ahora, sobre la concesión, o denegación del citado arbitrio, sin perjuicio de que a su tiempo se glocen, revisen, y aprueben o reprueben aquellas, según aparezca de los respectivos comprobantes, que aún no corren agregados en su totalidad. México 17 de abril de 1823. –Lic. Guerra- Es copia, fecha ut supra – Franciaco Maniau y Torquemada, secretario substituto.

    Y en efecto, se produjo la elaboración del

 Decreto del Supremo Poder Ejecutivo, al determinar este asunto.

 Excmo. Sr – Dada cuenta sl Supremo Poder Ejecutivo, con el expediente instruido de orden del gobierno, sobre las razones expuestas por V.E., en representación de 8 de marzo último, en punto a la necesidad de cubrir las obligaciones que contrajo para llenar los gastos de la jura del sr. Iturbide, pidiendo se le concediese permiso para hacer diez y seis corridas de toros, en la plaza levantada con aquel objeto, ha tenido a bien S.A. resolver, se publique en la gaceta el informe que esa municipalidad pasó a la diputación provincial con esta determinación, y se le diga haber accedido a sus deseos, solo estrechado por las necesidades urgentísimas a que hay que atender, y por la absoluta falta de otros recursos; en concepto de que debiendo tener V.E. por objetos preferentes la limpia de ríos, sanjas y atargeas, y la remoción de la plaza de toros del lugar que ocupa, con los productos de las mismas corridas, deberá también presentar la cuenta formal de ellos, procediendo inmediatamente a la demolición de aquella, luego que se haya concluido la última corrida, y a remitir al gobierno el plan de la compostura que haya de hacerse en la misma plaza – Todo lo que prevengo a V.E. de orden de S.A.S. para su inteligencia y cumplimiento.

   Dios guarde a V.E. muchos años. México 22 de abril de 1823 – Alamán. – Al Excmo. Ayuntamiento de esta Corte.

    No sé si el último personaje citado en “Avisos” por apellido se refiera a Barreda o a Barrera, el famoso asentista. Si este fuera el caso, nos encontraríamos ante la presencia de una figura influyente de algo que la Doctora Ana Lau describió correctamente en uno de sus más recientes libros: Las contratas en la ciudad de México: redes sociales y negocios: el caso de Manuel de la Barrera publicado por el Instituto de Investigaciones “Dr. José María Luis Mora” en 2005. En su momento, Aimer Granados establece, tras la lectura imprescindible de tal investigación que “Por asentista, nos recuerda y aclara Ana Lau, se entendía durante el siglo XIX a los que hoy llamamos contratistas del Estado”.[1]

 GACETA DEL GOBIERNO SUPREMO DE MÉXICO, D.F. del 01.05.1823, p. 4:

 Avisos. El Excmo. Ayuntamiento de esta capital en cabildo de 20 del que acabó, ha acordado se convoquen postores para diez y seis corridas de toros en la plaza principal de esta ciudad, ocurriendo a hacer sus propuestas dentro de tres días a la comisión compuesta de los sres. regidores, Morales, Patiño y Barreda.


[1] Aimer Granados: “Las contratas en la ciudad de México. Redes sociales y negocios: el caso de Manuel Barrera (1800-1845). Reseña. Véase: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26702613 (Consulta realizada el 30 de mayo de 2014).

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EDITORIAL.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 Andrés del Villar.

Luis Miguel Farfán.

In Memoriam.

    Con la reciente muerte de dos protagonistas en el toreo de a pie –y me refiero al forcado Andrés del Villar, perteneciente a los “Forcados Hidalguenses”, así como del novillero Luis Miguel Farfán-. En uno y otro caso, ocurridos tanto en la plaza de  como en la de la localidad de Maní, Yucatán.

   La de Luis Miguel Farfán, según el parte médico, se debió a un “choque hipovolémico por perforación de vísceras toracoabdominales por cornada de toro”, en tanto que el percance de Andrés del Villar, sucedido en la plaza de Sybaplaya, Campeche ocurrió debido al hecho de que el pitón del toro seccionó la arteria iliaca en la región de la parte superior del muslo derecho. Aún así, pudo ser trasladado en ambulancia de la plaza al Hospital General de Especialidades “Miguel Osorio” en Campeche. La labor del cuerpo médico fue en vano.

   Evidentemente tras esa doble tragedia, que se lamenta de verdad, vinieron todo tipo de comentarios en los que vagamente se ha tocado la parte de responsabilidad que deben o deberían asumir empresarios, autoridades de la plaza, e incluso los mismos alternantes, sabedores todos del riesgo que supone llevar a cabo un festejo en el que las condiciones de atención médica estén garantizadas. Lo mismo, por el hecho de que la plaza, en cualquiera de sus categorías cuenta con las instalaciones apropiadas, o por el hecho de que no habiéndola, se puede habilitar una ambulancia móvil con los requerimientos básicos para atender casos de distinto nivel. Si el asunto va apuntando al hecho de ahorrarse unos pesos por la sencilla razón de no pagar ese tipo de servicios, se incurre en mezquindad primero. En falta de previsión y solidaridad después entre los propios colegas o compañeros, pues el asunto es que quien resulte herido queda sujeto al desamparo. Si cuentan con seguro médico, las posibilidades de atención inmediata son muy altas. Pero también hay casos de que quienes actúan ni siquiera cuentan con ese privilegio (puesto que exponen la vida) y por tanto su destino queda condenado a situaciones muy complicadas.

   En ambos casos, lo extremo de los percances casi impidió que los médicos pudiesen hacer algo, pues se produjeron, en uno y en otro condiciones irreversibles, donde el fallecimiento sobrevino de manera muy rápida. Sin embargo el llamado de atención al que se ven obligados a escuchar es el que se hace en forma masiva por parte de la mayoría de muchos aficionados: mejores servicios médicos en plazas que no cuentan con esta posibilidad en la cual todos los participantes hagan descansar cierto factor de esperanza en cuanto al hecho, primero de no tener que pasar por ahí. Pero si fuere el caso, saberse atendidos en forma eficaz y profesional. Si un festejo va a celebrarse, una de las primeras condiciones que deben tenerse formalizadas es la del servicio médico. Pareciera que vivimos en tiempos donde se deja a la “buena de Dios” este asunto, en espera de que no suceda absolutamente nada. Y claro, cuando sucede, todo mundo se desgarra las vestiduras, pero no hay solución en lo inmediato.

   Este doble caso desde luego que será abordado en un trabajo que, tanto el Dr. Raúl Aragón López como quien suscribe venimos preparando de tiempo atrás. Me refiero a la Historia de la cirugía taurina en México, investigación que pretende dejar constancia desde el virreinato, el siglo XIX, el XX y lo que va del XXI, acudiendo a un ejercicio compartido entre el análisis histórico y médico, buscando desentrañar o decodificar diversos casos, los más documentados, en cuanto al tipo de percance que ocurrió, la cinemática de la cornada misma, la intervención oportuna o no del cuerpo médico, los métodos puestos en práctica para la salvación del herido. Y luego la anhelada recuperación del paciente. Además, y esto es un hecho contundente, la presencia de un médico, UNO en casos como los aquí mencionados, puede ser esencial para la “primera atención”, quizá la más impactante, la de la estabilización del paciente. En la medida en que ese personaje controle la situación, en esa medida se garantiza que el herido se salve. Esto no puede quedar sólo bajo la sombra de la providencia. Sólo que para que se garantice un funcionamiento sólido y capaz del mismo empeño, se requiere el concurso de autoridades, empresarios, toreros que, conjuntamente deben o deberían tener resuelta dicha situación y no esperar que sucedan casos tan desagradables como los que aquí se describen, y con los cuales no se pretende exacerbar la ya de por sí incierta situación del espectáculo taurino, sino de alcanzar un punto de madurez en el que se sopese el alto grado de riesgo al que quedan sometidos diversos protagonistas en plazas que no ofrecen condiciones sanitarias.

   Cierro en este caso, con parte de las palabras de entrada que van dando forma al libro que aquí menciono:

   La medicina en todas sus expresiones, ha estado presente desde que el hombre, en sociedad se enfrentó a la necesidad de curar enfermedades que otros integrantes presentaban ya fuese por razones externas e internas, de edad o de todas aquellas circunstancias que las causaran. Vino con el tiempo el estudio, aplicación y especialización que incluían intervenciones quirúrgicas así como el uso de las más avanzadas tecnologías.

   En ese sentido, la tauromaquia no ha escapado a tales bondades, siendo todos sus integrantes o actores, susceptibles de diversos percances que han puesto en riesgo sus vidas. Determinadas muertes, cornadas y otras heridas, que generan la intervención de médicos, enfermeras y todos los servicios en torno a ello, así como las visiones reglamentarias o sanitarias que son obligatorias en estos casos, han permitido que esa comunidad se vea respaldada, garantizando así un servicio apropiado. Si bien todavía es posible observar fallas, o ausencia de tal circunstancia en algunos casos, la tendencia es lograr en forma por demás completa tal prioridad y segura atención.

 31 de mayo de 2014.

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SOBRE ACONTECIMIENTOS OCURRIDOS ENTRE AGOSTO Y OCTUBRE DE 1817.

EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   Se entiende que en esos momentos, habida cuenta de un pretexto más que notorio para efectuar entre otras fastuosas celebraciones, corridas de toros, la Junta de la Ciudad, de conformidad a los usos y costumbres establecidos en aquellas épocas, puso en práctica la convocatoria de rigor para que los asentistas e interesados pudiesen comprometerse a organizar una temporada consistente en 12 festejos, los cuales, con toda seguridad se llevaron a cabo en el nuevo espacio destinado para ello: La Real Plaza de toros de San Pablo a partir del 14 de octubre. Los datos en ese sentido, aunque escasean, dejan ver parte de aquellos preparativos, aunque se desconoce por más información buscada al respecto qué sucedió durante los mismos. De alguna forma, los siguientes registros nos permiten acercarnos al entorno administrativo en que devino aquella conmemoración, la cual considero, debe haber originado encontradas reacciones en medio de un ambiente cuyo caldo de cultivo era la independencia, sin más.

CABECERA DE LA GACETA DEL GOBIERNO DE MÉXICO

Cabecera de la Gaceta del Gobierno de México que por aquellos días daba a conocer al público lector dos acontecimientos de gran importancia y que aquí se refieren… Imagen tomada del portal de internet: HEMEROTECA NACIONAL DIGITAL DE MÉXICO. (http://www.hndm.unam.mx/)

 GACETA DEL GOBIERNO DE MÉXICO, D.F., del 02.08.1817, p. 8:

 Por acuerdo de la junta de la ciudad, celebrada el día 28 del pasado, está mandado salga a la almoneda el remate de la plaza de Toros, para las doce corridas que han de verificar el mes de octubre, en celebridad de los desposorios de nuestro augusto Soberano el Sr. D. Fernando VII y su augusto hermano el Sr. Infante D. Carlos para que los que quieran hacer postura, ocurran a la secretaría mayor de cabildo a imponerse de las condiciones con que lo han de ejecutar.

 GACETA DEL GOBIERNO DE MÉXICO, D.F., del 16.08.1817, p. 8:

 MÉXICO. La junta de ciudad en acuerdo de 8 del corriente agosto ha mandado se anuncie al público, que estando para salir a la almoneda el arrendamiento de la plaza de toros por las doce corridas que han de verificarse el mes de octubre próximo venidero, en celebridad de los Desposorios de nuestro augusto Soberano el Sr. D. Fernando VII y su augusto hermano el serenísimo Sr. Infante D. Carlos, ha dispuesto la superioridad del Exmo. Sr. Virrey que las noches de aquellos doce días haya paseo y diversiones sobresalientes, que concluirán a las diez de cada una. La persona que quisiera hacer postura ocurra a la secretaría de cabildo a tomar las instrucciones necesarias.

 GACETA DEL GOBIERNO DE MÉXICO, D.F., del 09.10.1817, p. 8:

Estando determinado que el catorce del corriente comiencen las doce tardes de corridas de toros que han de verificarse por fiestas reales, con el objeto de celebrar los desposorios de nuestro católico Monarca EL SEÑOR DON FERNANDO SÉPTIMO, y su augusto hermano el serenísimo señor infante DON CARLOS, se noticia al público por si hubiere algunos postores que quieran entrar en el arrendamiento de toda la plaza, o por partes, con el fin de que ocurran a las casas de esta Diputación por la mañana desde las nueve, y por la tarde desde las cuatro, a tratar con los señores comisionados para el efecto: entendidos de que la plaza se entregará forrada, con asientos, y pintada.

    De alguna forma, la autoridad que seguía siendo el alter ego de la monarquía en turno, permitió que la exaltación de aquel doble desposorio alcanzara niveles como los que se pueden leer en el siguiente soneto:

 Remonta el vuelo fama vocinglera

Y de FERNANDO al pie, tu trompa humilla;

Dile que en Nueva España el celo brilla

El valor triunfa, la lealtad impera.

 

Dile que aquel virey que a Dios venera

Sirve a su Rey, y al reyno maravilla:

Di que Liñan las tropas acaudilla,

Y que ORRANTIA hace, que el orgullo muera.

 

Dile que Mina: genio malhadado

Es ya el oprobio de la empresa altiva,

Que empezó en él, y en mucho ha acabado.

 

Y por fin dile, que con voz festiva

Celo, valor, y amor acrisolado

Gritan al mundo que FERNANDO viva.[1]

    Los mensajes subliminales abundan en sus catorce versos. Por aquel entonces, quien gobernaba como virrey fue Juan José Ruiz de Apodaca y Eliza,[2] quien impuso mano firme para mantener un gobierno que se desestabilizaba a cada momento, sobre todo porque la insurrección insurgente alteraba sus estructuras y ambiciones. En cuanto a D. Francisco Orrantia, Coronel y Comandante del Ejército del Norte al servicio del rey, contrainsurgente por consecuencia, se encontraba luchando en el “ojo del huracán”, es decir la actual zona de Guanajuato. Una de las batallas que le dieron lustre a dicho personaje fue precisamente la del ataque y dispersión de las gavillas unidad al “traidor” (Francisco Javier) Mina en la Hacienda de la Caxa y Valle de Santiago, ocurrida el 10 de octubre, de lo que resultó la consabida prisión del “Traidor” Mina efectuada por el propio Orrantia muy cerca de Irapuato, en el rancho del “Venadito” “cerca de la Tlachiquera” el 28 de octubre siguiente. Entre quienes también participaron en aquella acción se encontraba el mariscal de campo D. Pascual de Liñan y comandante en jefe de la división del Bajío, con lo cual se consumó “este importante servicio hecho al Rey nuestro Señor y al público”. Entre tanto, y procurando no hacer más ruido del que pudieran despertarse sospechas, uno de los actos públicos con que se rememoraba a los dos borbones en pleno casamiento, fue el de esas 12 corridas de toros que ya se ve, no faltaron para tan digna celebración.

CARLOS MARIA ISIDRO DE BORBÓN

   Pocos retratos se conocen de Carlos María Isidro Benito de Borbón y Borbón-Parma, personaje un tanto cuanto opacado por la actividad realizada por Fernando VII, su hermano. Sin embargo, esta pintura de Vicente López Portaña nos permite acercarnos a quien fue, además Infante de España:

 Disponible mayo 30, 2014 en: http://pessoasenmadrid.blogspot.mx/2013/06/maria-francisca-de-braganza.html


[1] Gaceta del Gobierno de México, del 4 de noviembre de 1817, p. 6.

[2] 61° virrey de la Nueva España, del 20 de septiembre de 1816 al 6 de julio de 1821.

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 LA IMPORTANCIA y LA ESENCIA DE CIERTAS “MINUCIAS” TAURINAS (XI).

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 LA LUZ, D.F., del 20.09.1900, p. 5: Un escritor católico, recalcitrante como el que más, se expresó de esta manera respecto al culto externo de la Iglesia Romana.

   “El pueblo poco instruido en el fondo de la religión hace consistir ésta en gran parte en la pompa del culto; como carece de otras diversiones se le proporcionan las funciones religiosas, en las que se representan en multiplicadas ceremonias y procesiones los misterios más venerables de la Redención. Las fiestas de la iglesia, que debían ser todas espirituales, están, pues, convertidas en vanidad: hay muchos cohetes, danzas, toros y juegos de todas clases. Así se celebran las solemnidades de los santos patronos de los pueblos. Esta pompa profana, con poca piedad, es lo que hace decir a muchos que en el romanismo todo era exterioridad, viviendo poseídos de los vicios, y les parece que trayendo el rosario al cuello y besando la mano a un sacerdote, son católicos, y los diez mandamientos no sé si los conviertan en ceremonias”.

 EL KIKIRIKÍ, D.F., del 11.10.1903, p. 7:

 La temporada taurina…

 La temporada taurina

Anuncia Don Ramón López

Con un bombo exagerado

Y con grandes cartelones.

Verán ustedes que pasa

Después de tanto derroche

De anuncios y de promesas:

Que los toros son ratones

Y los diestros, mamarrachos

Que por mor de los frijoles

Se exponen, no a una cogida,

Porque esos toros no cogen;

Mas sí a sacar la cabeza,

Con veinticinco chichones,

Producto de proyectiles

Que el público les arroje.

EL KIKIRIKÍ, D.F., del 01.11.1903, p. 6:

Los Toros!!

 

“Valiente diversión de papanatas!

El arte de torear! Qué retroceso!

Unos monos con boinas y alpargatas

Y un torito que apenas es travieso.

Y celebran muy serios las contratas,

Y anuncian de los siglos el suceso,

Para darnos al fin las grandes latas!

Qué lunar en el rostro del progreso!”

Así habla Don José de Labastida,

Protector de animales, gente honrada;

Mas ¡ay! que llega el día de la corrida

Y a su mujer, que se halla embarazada,

La deja dando a luz comprometida

Y se larga a aplaudir una estocada!

 OTHÓN LÓPEZ M.

DSC06322

Ratas y Mamarrachos, Año I, N° 12, del 27 de diciembre de 1903, p. 4.

 JUAN DIEGO, D.F., del 25.03.1873, p. 3:

 CHARADAS

 (. . . . . . . . . .)

 VII

 Prima y segunda verás

Si se descarrila el tren,

Y preposición también

En ellas encontrarás.

Tercia y cuarta en hombres fieros

Que antiguamente lidiaban

Y con ella se libraban

De matadores aceros.

Si reunieres con primor

Prima y cuarta, habrás logrado

Un pájaro que guisado

Tiene excelente sabor.

Tercia y segunda serán

Un fruto, y si no lo aciertas

Te lo darán en sus huertas

San Ángel y Coyoacán

Con los toros cuarta y prima

Hizo Gaviño famoso

Y no es caso prodigioso

Verlo aún causando grima.

El todo ventaja inmensa

Da a las huestes enemigas,

Si lo sabes no le digas

Y si no lo sabes piensa.

 J. Gómez V.

    Y es que el gran Bernardo Gaviño por esos días, andaba haciendo temporada en la Habana, Cuba, lo que lleva a convertirlo en blanco de burlas y críticas como la “Charada” que le compuso J. Gómez V.

 EL HIJO DEL AHUIZOTE (1912-1914), D.F., del 20.12.1913, p. 3:

 CARTAS TAURINAS DE CARAMELO A V. LETO.

SOBRE BELMONTE.

 Tu casa, Diciembre quince

del presente año. Mi bueno

y nunca bien ponderado

cual lo mereces, V. Leto:

 

Al requerir hoy los chismes

propios del “periodiquero”

-para mí tan conocidos

como te consta-, deseo

no supongas que lo hago

con mala intención: mi objeto

al hilvanar estas líneas,

es aquilatar los méritos

que adornan a Juan Belmonte

como estrella del toreo.

Soy, caro amigo, ante todo,

imparcial y justiciero:

al que merece mis palmas

con gusto se las ofrezco:

mas si es digno de censura

así se lo manifiesto,

que no es ni leal ni honrado

el que se anda con rodeos.

Sentado este precedente

me voy al grano y… comienzo

pidiéndote mil perdones

si por franco, te molesto.

Con franqueza te diré

que para mí el fenómeno

-o fenómeno Belmonte,

pues al fin escribo en verso (¿?)

y en verso está permitido

poner y quitar acentos-,

no es la santísima Virgen,

ni fenómeno, ni un diestro

de la talla proclamada

con bombo, a los cuatro vientos,

en la coronada Villa

por el parcial don Modesto,

quien por antífrasis lleva

tal seudónimo; el soberbio

que se juzga, já já já,

el rey de los revisteros…!

Perdona, mi buen amigo

de franca risa este acceso:

mas la pretensión del hombre

merece tal devaneo!

¿Cómo pensar otra cosa

del zorro de Don Modesto

si para él todos son astros

-Rodolfo Gaona excepto-,

de primera magnitud

que lucen con brillo intenso?

¡Qué otra cosa suponerse

del crítico de toreros

que a Bomba llamó pontífice

sin razón ni fundamento?

porque si bien es verdad

que Bombita era un buen diestro,

le faltaron escalones

para llegar al cielo…

 

Mas estoy ya divagando

por más que ofrecí, V. Leto,

expresarte mi opinión,

-humildísima por cierto-,

sobre Juanito Belmonte

hoy por hoy, el gran (¿?) torero.

Así pues, hablaré claro,

sin ambajes ni rodeos.

El “fenómeno” Belmonte

que deslumbró a los iberos

por su arrojo y valentía

ante una fiera con cuernos,

no sabe lo que se carga

señor mío, en los traseros,

pues fuera de sus verónicas,

de sus recortes y arrestos,

es un cerito a la izquierda

en cualquiera de los ruedos.

Lo dicho, dicho se queda,

donde gusten, lo sostengo!

Que es valiente? No lo dudo,

por el contrario, lo creo;

ya verás si yo soy justo

confesando lo que siento.

Pero que Don Juan Belmonte

sea fenómeno en toreo…

hay tanta distancia, hermano,

como de la tierra al cielo,

porque Juanito, no sabe…

¡vaya! pisar sus terrenos;

figurándose el buen chico

que pulpa es igual a peco.

Coge a los toros en tablas,

aculados o en los medios

y arrea adelante, sin ver

si han juntado o no los remos;

recorta al salir, al toro,

de manos de los piqueros,

cosa que está prohibida

aunque lo nieguen los necios;

y para evitar percances

significativos, cruentos,

se pega invariablemente

de la fiera, en el pescuezo.

Así, cualquiera lo pesca,

o dime si no, V. Leto?

En total, como decíamos

allá en nuestros años tiernos,

Belmonte, apenas si mata

al quince o veinte barrenos:

no banderilla, ni “pisa”,

porque no sabe, el terreno,

que le corresponde; y siempre

pirueteando ante los cuernos,

proporcionará ilusiones

de arrojadísimo diestro,

valiente, como muy pocos

pero nunca buen estético.

Tengo en cartera otras cosas

de suma importancia; pero

los guardo para la próxima,

mi caro amigo V. Leto.

Entre tanto, como siempre

te saluda

Pág. 1 Portada de El Universal Taurino, T. I., N° 12, del 2 de enero de 1922. Col. del autor.

 EL GABINETE MEXICANO, D.F., del 01.03.1841, p. 7-9:

EL GABINETE MEXICANO Imagen reproducida a través del portal: Hemeroteca Nacional Digital de México.

 OCURRENCIA RIDÍCULA. LID DE UN TORO MEXICANO CON UN TIGRE FORMIDABLE DE LA INDIA.

    Ciertos vagabundos extranjeros de los que pasan la vida en la holganza divirtiendo a los pueblos con vagatelas y chucherías, para chuparles el dinero, abusando de su sandez y bobería general;[1] fijaron carteles ofreciendo presentar en la plaza de toros a un tigre muy feroz de Bengala con un toro mexicano. La reunión para este espectáculo no visto, fue numerosísima y la presidió D. Anastasio Bustamante. Al ver salir de la jaula aquella enorme bestia los aspectos de los concurrentes se demudaron, y todos temieron por la suerte del toro, tanto más que las llaves de sus astas estaban algo despuntadas, circunstancia que hacía muy desigual la lucha, y más que se le había escaseado el alimento para debilitarlo. El tigre se lanzó sobre el cerviguillo del toro, le hincó los dientes y oprimió por largo rato; pero el toro logró sacudirlo y arrojarlo de sí, y comenzó a hacer uso de sus astas, atacándolo contra la balla, y dándole sendos golpes. El tigre no se acobardaba; tirado boca arriba hacia del mortecino para lanzarse con doble astucia y furor, y volvía a la carga. Repitióse hasta por tres veces el combate, y en todas salió victorioso y puso en fuga a su adversario.

   No es dable explicar el entusiasmo con que la concurrencia celebró este triunfo. Poblóse la plaza de mascadas de diversos colores: esparciéronse muchas flores sobre el toro victorioso cual si fuera un atleta del antiguo circo de Roma, o el combate singular de los Horacios y Curacios de que pendía la suerte futura de la ciudad eterna; perdonósele la vida al toro, pues no merecía morir un bruto tan valiente, y todos, desde el presidente, quisieron comprarlo al asentista. La imaginación viva y ardiente de los mexicanos se figuró ver en aquel animal simbolizada a la América que sostenía con valor y decoro el honor nacional, comprometido en la lid extranjera que se le preparaba. Si se reflexiona que los hombres naturalmente propenden a la superstición, y que cuando la imaginación está afectada de un objeto, y la voluntad desea su consecución (causa de los augurios y adivinaciones de los antiguos pueblos y achaque de que aun todavía adolecen los que se llaman cultos) fácilmente dispensaremos a los mexicanos de esta aprensión censurada y ridiculizada en los periódicos franceses. Muera, decían unos, Deffaudis, muera, gritaban otros, Bazoche, que amenazaba a Veracruz con un bloqueo. Finalmente, el tigre, mal herido, ya no volvió a presentarse en la lid, y lo mismo el toro, que a pocos días murió, no obstante las diligencias que se pusieron por el presidente para curarlo.

   Esta escena fue asunto de las conversaciones de aquellos días, y de algunos artículos de los periódicos, que leídos en Francia, dieron también materia para que se nos tratase como a un pueblo estúpido y ligero, sin reflexionar que esta última cualidad es la que caracteriza a aquella nación, donde comen a sus expensas no pocas viejas agoreras, con quienes consultan sobre su buena ventura hombres que la echan de ilustrados, y como si ignorásemos que Napoleón el Grande era fatalista y tenía pre manibus el libro de los destinos, que consultaba en sus empresas. Mosqueados los franceses con la zumba popular, se preparaban para presentar el domingo siguiente la lid de una leona africana con otro toro; pero el gobierno lo impidió temiendo resultados por haberse manifestado el espíritu público, y tanto, que la policía tuvo que rondar el lugar donde se encerraban las demás fieras, porque los léperos del barrio de San Pablo querían matarlas. Este suceso ocurrió la tarde del domingo 29 de mayo de 1838. Volvamos a las facultades extraordinarias pedidas por el gobierno. Negadas las primeras volvió a la carga haciendo nueva iniciativa, aunque cambiando en alguna manera la redacción de la primera. Pidió, pues, que se le autorizase para levantar un ejército, arreglar el sistema de hacienda, y para proporcionarse recursos con que pudiera llenar estos objetos. En este último miembro estaba todo el veneno, porque autorizado para ello podría impunemente ocupar los bienes eclesiásticos, y aún los de particulares, y hacer cuanto le viniese en gana. Con este ardid, y suponiendo demasiado dormidos a los mexicanos inclusas las cámaras en su totalidad, y dando por otorgado cuanto pedía, ya se iba a extender el acuerdo cuando por accidente comenzaron a apagarse las velas de la secretaría, porque la sesión se tuvo de noche, y así es que se suspendió la providencia. Durante ella, como el silencio hace a los hombres reflexivos, no faltó quien meditase sobre este negocio y sus consecuencias; desarrollóselas a sus compañeros, al día siguiente, que volviendo sobre sus pasos se negaron a esta encubierta pretensión.

    Finalmente agrego aquí una nota publicada en 1912. A lo que se ve, don José Julio Barbabosa lo caracterizaba una personalidad muy especial. Extrovertido como el que más, polémico también, y que donde hubiese motivo para defender territorio, honor o cuanto tuviese que ver con su persona, era más que suficiente para que pusiera en marcha estrategias que, en muchas ocasiones le funcionaron de maravilla, como es la que se aprecia a continuación:

 EL GRITO DEL PUEBLO, ORIZABA. VER., del 04.02.1912, p. 3:

CARGOS CONTRA UN JUEZ.

 Toluca, 3 de Febrero.-Ha causado grandísima impresión en esta ciudad la publicación de un folleto que se está repartiendo con gran profusión, en el cual su autor, Don José Julio Barbabosa, hace cargos concretos y duras censuras contra el proceder del Juez de Distrito, don Roberto Otáñez, en asunto judicial, radicado en este Juzgado, y en el que era interesado el señor Barbabosa.

   Circulan rumores muy insistentes que otros litigantes en un asunto de importancia de este Estado y en el que también interviene el señor Otáñez, han elevado a la Superioridad repetidas quejas contra el proceder del referido Juez, quien desde que tuvo el choque con el cuerpo escolar de esta ciudad, que originó su cese en el profesorado de la Escuela de Jurisprudencia, se ha creado numerosas antipatías.

JOSÉ JULIO BARBABOSA DANDO LA VUELTA AL RUEDO

José Julio Barbabosa dando la vuelta al ruedo en la plaza de toros “El Toreo” de la Condesa. Ca. 1910.

[1] México se va convirtiendo en teatro de monos, pues hoy hasta escoberas extranjeras tenemos que nos cantan por un real en alemán o griego. Entre ellas hay distribución de trabajos, y algunos hacen su semana de mula, porque cargan un armatoste bien pesado o sea cilindro con la misma ligereza que una mula liviana nueve arrobas. Seguramente no tienen amor propio, pues no hacen el menos aprecio de la rechifla de los muchachos que las siguen… Denier, denier es su palabra favorita, y no quieren otra cosa porque a eso son venidas. He aquí la patria de Wauthon, no en escritura, sino real y verdadera. Todo entra en el progreso de nuestros bolsillos: progresan los que están llenos para vaciarse y dejarnos más miserables de lo que estamos.

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MEXICAN CURIOSITIES.

MINIATURAS TAURINAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Desde que observé la publicidad que aquí se incluye, me atrajo mucho su composición, con todo y que aparece en una publicación periódica bilingüe destinada a la población norteamericana que vivía en nuestro país, allá por 1894:

LAS DOS REPÚBLICAS_22.04.1894_p. 4

Las dos repúblicas, del 22 de abril de 1894, p. 4.

    Ese salto al trascuerno es una interesante recreación estética que ilustró Manuel Manilla con tal plasticidad en la que el torero (¿o la torera?) realiza con agilidad dancística, mientras el imponente toro, embiste y humilla tras la provocación hecha de antemano para consumar la suerte, que ya era un vestigio tauromáquico más a fines del decimonónico siglo mexicano.

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LA LUCHA DE UN TORO DE ATENCO CON UN LEÓN AFRICANO.

MINIATURAS TAURINAS.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

   La prensa capitalina durante los primeros días del mes de abril de 1898, anunciaba la que al parecer fue una demostración de la lucha entre un toro de Atenco con un león africano. Tal acontecimiento estaba programado para el 10 de abril, mismo que se llevó a cabo en el Hipódromo de la Indianilla, complemento de algunas carreras de caballos. De hecho, no era sólo un león. La pequeña nota publicitaria dice que “Los leones están depositados en el mismo Hipódromo, y ayer fueron exhibidos en la mañana”.

EFEMÉRIDE TAURINA_05.04.1898

Hemeroteca Nacional Digital de México.

    Un hecho similar ocurrió en 1845:

 PLAZA DE TOROS. GRAN FUNCIÓN EXTRAORDINARIA. Habiéndose obtenido el correspondiente permiso, hoy domingo en la tarde, además de la corrida de costumbre, se dará el imponente espectáculo de una LUCHA DE UN LEÓN AFRICANO CON UN TORO DE LA MEJOR RAZA DEL PAÍS. México.-Imprenta de I. Cumplido.-1845. Este es uno de los pocos festejos celebrados, mismo que ocurrió el 26 de octubre de 1845.

    Al final, desconozco si la curiosa función se llevó a cabo, sobre todo por el hecho de que el sitio escogido no era precisamente el más apropiado: un hipódromo, mas no alguna plaza de toros, lo que habría sido más propicio. Sin embargo, queda el testimonio de una de esas extravagancias con las que se iba despidiendo el siglo XIX mexicano.

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LA IMPORTANCIA y LA ESENCIA DE CIERTAS “MINUCIAS” TAURINAS (X).

CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    Toca el turno a la selección de notas y pequeños pasajes que fueron tomados de diversas publicaciones conforme fui realizando mis investigaciones, así como el acopio de material, esto en varios repositorios y hemerotecas que, por fortuna, conservan una buena parte de los documentos originales, y de los que hoy me valgo para sustentar este o aquel trabajo; esa o aquella aclaración

 EL NACIONAL, D.F., del 19.04.1887, p. 3: Toros. Es buena la siguiente descripción que hace El Monitor de la concurrencia que asiste ahora a las corridas de toros.

   Héla aquí:

   “Los apreciables taurómanos van armados hasta los dientes, pistolas, espadas, verduguillos, gruesas cuartas de caballos, descomunales bastones con puño de hacha o de martillo. Cualquiera diría que cada uno de ellos se declara en estado de sitio para ir a los toros.

   Los charros y los charritos que van a caballo, llevan una gran reata en los tientos, la espada colgada de la silla, la pistola asomando bajo la chaqueta, la cuarta con mango de plomo en la mano, y en la corbata por alfiler un puñal o una espada o un pequeño revólver de nácar; como dije de reloj, la moda ha adoptado un cañoncito Bauge, y por chapetas en el jarano, dos ametralladoras.

   En el sol, las navajas, las chavetas, las puntas, las dagas y los puñales bien afilados.

   El público está sobre las armas.

   ¿Qué se entiende por toros?…

EL NACIONAL_EJEMPLAR DE MAYO DE 1887

El Nacional, ejemplar de mayo de 1887.

 EL NACIONAL, D.F., del 27.06.1888, p. 2: Ponciano en la alberca.-Ponciano Díaz, este Ponciano, el mismísimo espada mexicano tan querido y tan popular, se le fue a meter el diablo, y a las once de la mañana se presentó en la Alberca Pane el día de San Juan.

   Verlo el populacho y lanzarse a él para prodigarle abrazos y ovaciones fue todo uno. Lo alzaron en peso, lo bajaban, lo volvían a subir, lo volvían a bajar, le pisaron los callos y hasta lo querían bañar.

   El pueblo nuestro, que todo lo toma a guasa, no sabe ni hacer cariños.

   A Ponciano le tocaba decir a sus admiradores: “Compadres, no me quieran tanto o quiéranme con talento”.

 EL MONITOR CONSTITUCIONAL, D.F., del 06.05.1845, p. 1 y 2:

Secretaría del Exmo. Ayuntamiento de México.-En sesión ordinaria de ayer, se dio cuenta al Exmo. Ayuntamiento, con la siguiente exposición que fue aprobada.

   “En los pueblos civilizados y cultos, las diversiones públicas, son uno de los objetos que fijan la atención del gobierno y autoridades subalternas, porque en cierto modo, sirven como de termómetro de la ilustración; así es que, al paso que por buen gusto y brillantez de los teatros se forman ideas favorables a la sociedad que los mantiene, el espectáculo de los combates de gallos, maromas, y otros de esta clase, producen desventajosos conceptos de los pueblos que aun los conservan; mas nada pugna tanto con la ilustración y con la filantropía,  como el juego de los toros, indicio seguro de la barbarie.

   En ese juego se presenta el espectáculo infame de una lid entre hombres y bestias feroces, de modo tan degradante, que para significarlo bastará decir, que cada aplauso que arranca al pueblo un lance feliz, o el murmullo que excita otro desgraciado, ha costado la sangre de una bestia inocente, o la de un hombre.

   Como si no fuera bastante la autoridad común de esa diversión, el refinamiento agrega otras, que solo son apreciadas cuando son más peligrosos.

   Triste idea se formará de nosotros el extranjero que palpe, que en la capital de la república, y a mediados del siglo XIX, se ofrece aun al pueblo, por lo menos, un combate de toros cada semana, sin que pueda justificarse este absurdo con los ejemplos de otras naciones, porque es un crimen no remediar el mal, cuando es conocido, y nunca pueden servir los ajenos errores para disculpar los propios.

   Al Exmo. Ayuntamiento que con su ilustrado celo ataca toda clase de abusos, pertenece iniciar las reformas que la mejora de los tiempos exige en las costumbres; en consecuencia, pedimos a la Exma. corporación se sirva acordar la proposición siguiente:

   Se exitará a la Exma. asamblea departamental, para que S.E. se sirva por un decreto, prohibir los combates de toros en la municipalidad de México”

   Y tengo el honor de trasmitirla a VV. por acuerdo de la corporación, a fin de que se sirvan insertarla en el periódico que redactan, en cumplimiento del mismo acuerdo.

   Protesto a vdes. mi distinguida consideración.

   Dios y libertad. México, Abril 30 de 1845.-

   Lic. Leandro Estrada, oficial mayor.-Sres. editores del Diario del supremo  gobierno.

 LAZO DE UNIÓN,D.F., del 28.11.1901, p. 4: Los toros..-Todos los pueblos que permiten las corridas de toros son los pueblos más infelices, pues en vez de preocupar su imaginación en el trabajo, en la ciencia y en las artes, solo se les vá el tiempo en pensar como ha de portarse un torero en la próxima corrida y de allegar recursos para presenciar esa parte.

   Los toros no engendran en el pueblo más que mala intención o ignorancia.

 –: Cálculo exacto.-Un aficionado a los toros juzga que a la corrida verificada el domingo 24 de este mes, asistieron 14,000 personas. Unos boletos a $5.00 y otros a $2.00 cálculo medio a $2.50 cada uno, dan la suma de $35,000 aproximadamente. Estima el gasto total de la corrida en $16,000, dejando una ganancia de $19,000.

   En cambio, las compañías de óperas que han actuado en México, si han sacado el gasto de papeleta, ha sido un milagro.

   ¡Oh, el espectáculo de los toros!

EL MONITOR CONSTITUCIONAL_06.05.1845 El Monitor Constitucional del 6 de mayo de 1845.

 LAZO DE UNIÓN, D.F., del 28.11.1901, p. 1 y 2: LOS TOROS.

   Este espectáculo que a fines del siglo pasado –casi ayer- fue censurado ácremente por todos los hombres de algún valer y que creó disposiciones sabias prohibiendo, en varias ocasiones las corridas de toros, ha vuelto en el presente siglo a ser el ídolo de todos los pueblos.

   Naciones como Italia, Francia, Portugal y los Estados Unidos, que sólo llegaron a conceder corridas SIN MATAR, hoy priva el entusiasmo y conceden lo que España y México, dos pueblos a porfía entusiastas por esa bárbara diversión.

   En México ¿son los toros espectáculo útil al pueblo? Indudablemente que no, pero es necesarísimo ese espectáculo, pues en él se halla cierta parte de la Sociedad algo que la distrae y halaga; algo que le recuerda su condición y su inteligencia.

   Decimos su condición e inteligencia; porque en las plazas cree encontrar algo que le recuerda su tradición a la vez que paga lo que no merece por ver moverse a diestros de fama extraña que la mayor parte de las veces resultan nulidades mayores que las que poseemos en esa faena que, hasta un joven rey, acaba de prestigiar en una plaza de una nación amiga.

   Los americanos que siempre se han distinguido por su humanidad para los animales y que han sido los primeros en creer que el buey y el caballo eran los animales privilegiados por la Naturaleza, para servir al hombre, rey de la Creación, son a la vez, hoy por hoy, los primeros en entusiasmo para presenciar cómo ese hombre, desagradecido, inmola, con alevosía, traición y ventaja al infeliz caballo que después de haberle sido útil por muchos años, le paga con la infame acción de sacrificarlo por inútil ante un corzo, a donde al acudirse, se pierden todos los sentimientos de humanidad.

   Son también los primeros en ver como el hombre se convierte en fiera frente a otra, con la especialidad de que el primero está armado y tiene inteligencia y el segundo inerme; sin más carácter que su propia fuerza y su instinto.

   Y lo que los americanos, franceses, italianos y portugueses.

   El espectáculo de los Toros, podrá ser muy bueno, sublime e ideal; pero en él se pierde hasta la dignidad. Las plazas se nos figuras Carnavales sin careta, en el que hasta la persona más honorable puede convertirse en un loco o en un borracho, sin taza alguna, proferir las injurias más soeces y ejecutar los actos más escandalosos, que una hora después lo avergüenzan al reflexionar.

   Para los toros, no importa dejar el hogar sin lumbre, a los niños sin pan, ni propietario sin el alquiler de la casa, al amigo sin pagarle lo que se debe.

   Para los toros todos somos toreros y sabemos más que los que lidian y entramos al Circo, circunspectos y salimos de él hechos unos energúmenos.

   La corrida del Domingo fue un lleno para… la Empresa que sabía y conocedora, hizo pagar al monstruo inteligente cinco pesos por entrada por presenciar una corrida que al decir de conocedores, en España la apedrean: resumen una ganancia fabulosa y al día siguiente una inmensa cantidad de apuros en el hogar.

   ¡Vivan los toros y los toreros!

 EL LUNES, D.F., del 08.07.1883, p. 3:

PLAZA DE TOROS. GRAN CORRIDA PARA HOY. A LAS CUATRO DE LA TARDE. Cuatro toros de muerte y embolado, para los aficionados, con adjudicación de un regalo a estos últimos.

 EL LUNES, D.F., del 09.09.1883, p. 2:

   Dicen que los gatos tienen siete vidas. Créelo así: gatos he visto, tan invulnerables, como el Aquiles de Homero; pero como donde hay bueno hay mejor, hé aquí que Felícitos Mejía, que pertenece a la raza humana y no a la felina, tiene más de siete vidas, supuesto que, como los gladiadores romanos, cuenta tantas cicatrices de heridas mortales, como bichos  ha despachado…

   E pur si mouve.

   Ese capote y esa tizona, son capaces de hacer pases de muletaa la misma pelona….. Este Felicitos sería capaz de clavar una banderilla de fuego hasta a un prestamista, que es cuanto hay que decir…

   El domingo último, inmensa concurrencia invadió el Huisachal, ávida de penetrar en la plaza, para saludar a este atrevido lidiador. Se presentó, en efecto, con los siniestros signos de la convalecencia. Los concurrentes revelaron la ansiedad que tenían por verle de nuevo y saludarlo. No trabajó; pero sí recibió una honorífica banda, obsequio de la Empresa y gran número de regalos de parte de los entusiastas espectadores.

   Su sustituto, Moreno, no pudo matar los toros que le estaban destinados y, que fueron descabellados después de la aplicación del lazo.

   No entro en detalles de la corrida, por ignorar hasta el tecnicismo del arte de Cúchares y el Chiclanero; sólo sí, diré que una grada vino abajo por la aglomeración de la gente que había en ella, lo que produjo el consiguiente desorden.

 EL LUNES, D.F., del 16.09.1883, p. 2: Varios jóvenes estudiantes de medicina, van a dar una corrida de toros en la plaza del Huisachal, destinando sus productos al Hospital “Juárez”.

   ¡No hagáis tal cosa, presuntos Galenos! Ved que vais a familiarizaros con la tauromaquia, y más tarde, querréis tratar a los enfermos a pase de muleta y estocada limpia.

   ¡Ay! ¡Pobre humanidad! ¡Lo que te espera…!

    Los jóvenes aficionados que formaron la cuadrilla, fueron los siguientes:

Capitán: Guillermo Senisson.

Banderilleros: José Larrañaga, Ángel Nieto, José Carbajal y Luis Lugo.

Capas: Roberto Cañedo, Francisco Armendariz y Francisco López Carbajal.

Picadores: Cresencio Viveros, Vicente Estrada y Jesús Ochoa.

Lazadores: Ambrosio Olivares e Ignacio Ocampo.

Muleros: Teodomiro Negrete, Ignacio Bustos, Manuel Leal y Alfonso Castillo.

Coceros: Manuel Aguilar, Celerino González, José María Mendoza, Catalina Bernal y Francisco Ballesteros.

   El festejo se celebró el 30 de septiembre de 1883.

 EL LUNES, D.F., del 02.02.1885, p. 3: CORRIDAS DE TOROS. Hasta nocturnas las habrá en Toluca, a juzgar por los anuncios que se han publicado.

   Si las corridas de toros probasen la ilustración y los adelantos de un pueblo, los habitantes de Toluca figurarían en las primeras filas de la ilustración y del progreso.

   ¡Adelante!

 EL LUNES, D.F., del 09.03.1885, p. 3: UN NUEVO HOSPITAL. Varios vecinos de Cuautitlán tratan de establecer un hospital en esa población.

   Al efecto una compañía de aficionados ha dado una corrida de toros y seguirá dando otras para realizar, con sus productos, aquella elogiable obra de beneficencia.

 EL LUNES, D.F., del 01.11.1886, p. 3: Escolta. Se ha dispuesto que los trenes que salen de esta capital los domingos para Tlalnepantla conduciendo al numeroso público que acude a los toros, sean custodiados por una escolta que evite los desórdenes y preste seguridad a los pasajeros.

 LA LUZ, D.F., del 21.06.1900, p. 3: Las corridas de toros. Son una pelea entre hombre y animal, o con más exactitud, entre animal y animal, entre humano y cuadrúpedo; el uno es llamado ser racional. El primero abjura de su razón a nombre de torero o espectador, y el segundo hace uso de sus naturales fuerzas y defensas para mantener incólumes sus inalienables derechos. Y cuando al daño que se hace a un animal se agrega la idea del goce, se comete lo que está designado con el nombre de crueldad. Es evidente que en las corridas de toros al daño se une la idea del goce. Por consiguiente, en las corridas de toros hay una injusticia en atormentar a un animal, y hay crueldad en gozarse en esos tormentos.

 NOTA: las dos portadas que aquí fueron reproducidas, están tomadas de la página: Hemeroteca Nacional Digital de México (http://www.hndm.unam.mx/#)

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TODO ES IGUAL PERO TODO ES DIFERENTE…

ILUSTRADOR TAURINO MEXICANO.

 POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    El significado de los tiempos cambia. Todo es igual, pero todo es diferente. Así es como podemos distinguir los contrastes concretos en la práctica y ejercicio de una tauromaquia no sólo urbana. También rural, practicada fundamentalmente en el curso del siglo XIX mexicano.

   El uso de arreos charros en la tauromaquia nos declara la convivencia de estas dos expresiones a lo largo de muchos años, tanto en la plaza como en el campo.

   Sin embargo, es curioso encontrarnos algunas imágenes que provienen de la primera mitad del siglo XIX en las que puede observarse el desarrollo de la suerte de varas. El caballo es protegido por una coraza o anquera la que, según Carlos Rincón Gallardo es una cubierta de cuero de timbre y a modo de enagüilla, formada por gajos unidos entre sí y forrada de suela que cubre las ancas del caballo y va unida a la silla por medio de los tientos de la teja, y le llega al caballo hasta una cuarta arriba de las corvas. En su parte baja lleva unos colgajitos de fierro más o menos artísticos que se llaman Higas, unos, y otros, Coscojos y al conjunto de ellos Ruedo. Los rancheros vulgares llaman al ruedo Ruidos. Sirven para quitarles a los potros las cosquillas, aposturarles la cola, asentarles el paso y educarles el tercio posterior. Y también, como se puede apreciar, protegerlos. La anquera, entre otras cosas, sirve también para quitarle al animal lo rabeoso (como se dice del caballo que colea).

ANQUERA1La típica “anquera” de la que aquí se hace pertinente descripción…

    Dicha protección viene siendo utilizada desde épocas muy antiguas, pues ya Federico Gómez de Orozco establece que así como durante el siglo XVI, además de espuelas, bridas, frenos, pretales y cabezadas, se emplearon caparazones de cuero con placas metálicas para encubertar a los caballos en caso de guerra, dicha cubierta también se utilizaba en torneos medievales o para guerrear.

   Una disposición del 5 de diciembre de 1816 establece que hagan colocar para su uso “corazas para los caballos”. Es así como podemos saber con exactitud que fue a partir de las fiestas que se celebraron hasta octubre de 1817, cuando se implantó tal protección. Cinco años más tarde, las autoridades de la ciudad de México establecieron algún diseño de cómo debían ser las sillas para la servidumbre de los toreros de a caballo…

   Aunque el verdadero picador en opinión de Carlos Cuesta Baquero –el entrañable Roque Solares Tacubac-, siente la obligación de librar su cabalgadura, sacándola ilesa. El que luego de cada puyazo tiene que hacer remuda de caballo, es únicamente un sacrificador. Se dice del picador Luis Corchado que llegó a conservar su jaca durante quince o veinte corridas, recorriendo así las plazas de toros donde actuaba y a las que iba viajando en la misma jaca.

   Pero ya no sólo se empleó la anquera como un medio de protección. Con el paso de los años, y en clara actitud de libertad frente a la falta de ordenanzas (en efecto, al reanudarse las corridas de toros en el Distrito Federal, se puso en vigor un reglamento en 1887, pero sin poseer la resonancia del que sí tuvo el de 1895), fue el diestro Ponciano Díaz quien se tomó la libertad de aderezar las cabalgaduras con una cubierta de cuero que protegía el pecho de los caballos. Se le denominó peyorativamente babero. Es probable que babero y anquera se convirtieran en la primitiva unidad que hoy conocemos como peto que, con el paso de los años ha sufrido diferentes modificaciones.

BABEROS

 Esta imagen en acercamiento, pretende mostrar o afirmar el detalle en el uso de aquella improvisada cubierta que, despectiva y peyorativamente le denominaron “baberos”. Sin embargo, podría tratarse del antecedente más claro del que luego fue el peto, mismo que se comenzó a utilizar en la ciudad de México a partir del 12 de octubre de 1930. Termina este pie de foto apuntando que, el paseíllo de la fotografía que ayuda a ilustrar las presentes notas, ocurrió una tarde, probablemente en enero de 1897 en la plaza de toros de Tenango del Valle, estado de México, alternando Ponciano Díaz y Juana Fernández “La Guerrita”.

    Sin embargo, la prensa prohispanista, cuyo principal representante, Eduardo Noriega, fue el encargado de realizar una campaña sistemática que consistió en severas críticas a la actitud que tomó el “diestro con bigotes”. Trespicos que era el alias del mencionado periodista, en compañía del ilustrador P. P. García aprovecharon entre 1887 y 1889 las páginas del semanario La Muleta, réplica de La Lidia española para publicar en hermosas cromolitografías o reseñas harto severas, su posición respecto al empleo “descarado” de dicho utensilio.

   “¿Qué haría Poncianillo el día que fuera al teatro a ver el Tenorio y se encontrase con un Don Juan vestido de charro?… Pues tan absurdo es eso, como los picadores de botas y con baberos”.

   Otra crónica de Trespicos señalaba:

   “¡Ah, se me olvidaba! Como Ponciano es así, medio testarudo, el caballo de Guillermo llevaba su correspondiente babero; pero el público ya no quiso dejarse, en lo cual hizo bien, dio la grita:

 Y aunque haciendo ascos muy fieros,

sin poderlo remediar,

se tuvieron que quitar

los indecentes baberos.

    En 1894, el mismo Eduardo Noriega –ahora en El Noticioso– apuntaba al final de una crónica:

LOS PICADORES: Los baberos, Ponciano, los baberos. No sea usted terco, afean al picador, esa es una de tantas malas reliquias dejadas por Bernardo Gaviño, sea usted hijo de su época, ame el progreso y rompa con la tradición o ¿no le servirá a usted de nada su viaje a Europa? Dice usted que quiere dar gusto a la afición ¿pues por qué conserva esos inmundos cueros que a nadie le gustan, que todos critican y hacen que se juzgue a usted un hombre rutinario incapaz de todo progreso?

   Sin embargo, Ponciano ya sin la fama del pasado reciente, tuvo que encontrar fama y refugio en la provincia mexicana. Y hasta allá fueron a dar él y todos sus vicios.

   Esta imagen, filmada por los representantes de Edison en Durango hacia 1897, demuestra que la huella de aquel libertinaje permaneció vigente y que, por razones misteriosas desapareció del panorama a la muerte de Ponciano, ocurrida el 15 de abril de 1899.

   El progreso, los cambios de mentalidad y una nueva imagen para la suerte de varas se dieron con la medida impuesta por José Antonio Primo de Rivera quien, en 1926 impuso que se tomara el acuerdo de que fuera obligatorio el uso de los petos para protección de los caballos. Tal innovación se puso en práctica en nuestro país a partir del 12 de octubre de 1930 y hasta nuestros días, en que ha crecido en peso y volumen.

   Esta es pues, parte de la historia y desarrollo en cuanto a los diversos implementos utilizados para protección del caballo en la cruenta pero necesaria suerte de varas, en casi tres siglos de práctica.

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 ¿ES POSIBLE UNA NUEVA TAUROMAQUIA COMPLETA O SEA EL ARTE DE TOREAR EN PLAZA, PLANTEADAS POR JOSÉ DELGADO Y FRANCISCO MONTES?

MUSEO-GALERÍA TAURINO MEXICANO. N° 49.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

    En alguna parte de su extensa obra, Octavio Paz declara que los poemas de Ramón López Velarde se parecen a las notas musicales de Silvestre Revueltas. Y es que cuando se trata de descifrar un misterio revelado como es el toreo, es dado acudir a las viejas normas acuñadas por Pepe Hillo y Paquiro, que siguen vigentes una, por 208 años; la otra, por 168 respectivamente. Sin embargo, también se tienen que soportar los lugares comunes y las citas que se parecen a los viejos discos de pasta, en 78 r.p.m., inconfundibles, con su peculiar “scrachs” que, al finalizar sus efímeras melodías era incómodo escuchar el cíclico ruidillo de disco rayado, hasta que se levantaba el pesado brazo que retenía a la brusca aguja, dejándose de oír entonces aquel molesto susurro. Esa caja de resonancia atormenta a la tauromaquia que, en tales condiciones, parece un espectáculo decadente. Es necesario, por tanto, que nuevas manifestaciones teóricas se ocupen de reinterpretar la técnica y el arte de este peculiar ejercicio para ponerlo al día, suscitando de ese modo las incómodas reacciones de tradicionalistas y por lo menos la curiosidad entre los nuevos y raros aficionados que se incorporar al entramado del que un día Antonio Díaz-Cañabate etiquetó como “el planeta de los toros”.

   Al finalizar el siglo XIX, Rafael Guerra Bejarano pretendió incorporar con su “Tauromaquia” los significados que dicha expresión estaba adquiriendo en momentos tan particulares como la proximidad con la transición de siglos. Sin embargo, aquel intento no prosperó, por lo que resulta misterioso que la férula de un “maestro”, además convertida en teoría, no fuera tomada en cuenta. Más tarde, y al transcurrir la tercera década del siglo XX, Federico M. Alcázar, con su “Tauromaquia moderna”, tampoco logró modificar los esquemas establecidos por José Delgado y Francisco Montes, cuya acumulación de antigüedad los iba haciendo cada vez más indispensables. Pero esa antigüedad era meramente espiritual. Las transformaciones técnicas y estéticas del toreo acordes a los nuevos tiempos que corrían, demandaban también nuevas expresiones en el papel. De seguro, éstas se fueron dando gracias al papel que jugó la prensa. Pepe Hillo y Paquiro eran ya figuras del olimpo taurino y difícilmente iban a quedar desplazadas, más que por una expresión coloquial pero auténticamente agresiva, si se considera que ellos eran los patriarcas del toreo de todos los tiempos. La famosa frase del “arte de Cúchares” fue un sesgo, y lo sigue siendo, para indicar algunas diferencias establecidas entre significados magisteriales y los que la inspiración puede ser capaz de provocar, hasta el grado de que de ese “arte de Cúchares” han surgido, bajo su sombra escuelas como la rondeña, la sevillana o la castellana. Incluso mexicana del toreo. Pero, aproximándonos a los aspectos inexplicables que tiene el toreo, y como en el breve cuento de Augusto Monterroso de su composición -Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí- está considerada como el relato más breve de la literatura universal lo mismo sucede con Pepe Hillo y Paquiro. Despertamos a un nuevo siglo, y las Tauromaquias emblemáticas, siguen ahí.

   Preocupa en estos momentos una patología muy amplia, cuyo despliegue es necesario separar, con objeto de entender cual es el motivo que da origen a sus diversas enfermedades, que las tiene. También se entendería como resultante natural de la evolución registrada en siglos de andanzas. Una consecuencia más del ritmo o la arritmia, como pulso de los comportamientos peculiares en el toreo moderno, ese que ya se ejecuta desde hace, por lo menos tres siglos de forma permanente, bajo plena condición profesional.

   El toreo, a lo que se ve, ha sufrido alteraciones para evolucionar y así, ponerlo primero, al servicio de nobles y plebeyos, en expresiones alternadas, tanto a pie como a caballo. Su maleabilidad ha permitido adaptarlo lo mismo a la buena expresión primitiva y caótica que a los dictados de la modernidad globalizada, que sólo repercute en un pequeño puñado de naciones que sostienen dicha tradición secular, pero también milenaria.

LA TAUROMAQUIA_PEPE HILLO_ORIZABA 1887

Este documento digitalizado se encuentra a disposición de los lectores e interesados en el portal: GARBOSA, Biblioteca “Salvador García Bolio” (http://www.bibliotoro.com/index.php) en la opción “Biblioteca digital”.

    Desde luego que esos últimos tres siglos han mostrado la consistencia del ejercicio practicado por los de a pie, sin que los de a caballo desparecieran de la escena (lo hicieron, en todo caso, los nobles que no encontraron en la nueva casa reinante de los Borbones apoyo alguno a sus sólidas aspiraciones. Al desintegrarse su protagonismo, este devino papel de los varilargueros). A todo esto, se antoja una revisión a las obras escritas no por José Delgado ni por Francisco Montes, dictadas, eso sí, tanto a José de la Tixera como a Santos López Pelegrín, respectivamente. Habremos de entender antes de todo, los tiempos en que fueron elaboradas para no descontextualizarlas del sentido que persigue este estudio. Provienen de dos épocas distintas pero comunes en el propósito que persiguen por separar al toreo en su más burda expresión, a la de refinadas concepciones que la teoría se ocupa de destacar como La Tauromaquia o arte de torear(…), de José Delgado (1796); y Tauromaquia completa o sea el arte de torear en plaza(…), de Francisco Montes (1836). Más tarde, incorporaré diversos estudios y análisis hechos a estos dos fundamentos o los más destacados discursos inspirados por sendas obras, para finalmente ubicarnos en el tiempo que nos ha tocado vivir y establecer no tanto conclusiones. En todo caso, especificidades que se desprenden de su vigencia y/o permanencia, así como los aspectos que siguen siendo fieles a esos principios y los que ya no caben por anacrónicos. Se sugerirá la posibilidad de un nuevo y aconsejable marco teórico, pero también la posibilidad de validez que puedan seguir teniendo ambas tauromaquias, si como tales entendemos el sustento discursivo que instruye a profesionales y practicantes para entender la forma en que debe ser lidiado un toro, a partir de sus diferentes estados de comportamiento, los terrenos del ruedo y algunos otros secretos.

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