CURIOSIDADES TAURINAS DE ANTAÑO EXHUMADAS HOGAÑO.
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
En esta ocasión, siguen recogiéndose noticias que representan el comportamiento de la fiesta taurina entre los años de 1892 y 1895. Son muestra de una realidad que va del descuido o abandono del espectáculo, como de la indolencia con que se realizaban los festejos, sin que no hubiese nadie en pretender enmendar aquellas anomalías, que también son muestra de un desgaste, aunque no todo era así, a pesar de las varias notas donde sale a relucir la influencia o decadencia de Ponciano Díaz. También, y a raíz de la presencia de los toros de Santín, lidiados en noviembre de 1895 y que parece ser que, por su buen trapío tal motivo permitió percibir mejores condiciones con su respectivo aliento entre los aficionados de aquel entonces. Pero este parece ser el común denominador que, desde entonces viene ocurriendo en el toreo contemporáneo que necesita renovarse, antes de que en medio de su anacronía y manejo de viejos sistemas ya deteriorados, terminen por ser los primeros en derrumbarse.
LA PATRIA, D.F., del 27 de marzo de 1892, p. 2:
Por Ponciano.
La corrida de toros dada en Pachuca el domingo 15 del actual, fue malísima, a juicio de la mayoría del público; sin embargo, cuatro salvajes y cobardes poncianistas asesinaron a un pobre hombre que, disgustado también de la corrida, se resistió a beber pulque a la salud de Ponciano, que no es ya el torero de otros días.
LA PATRIA, D.F., del 5 de agosto de 1893, p. 3:
Toros. Está anunciada para mañana, una corrida que se verificará en el redondel de Pachuca, si el tiempo lo permite –decimos nosotros- cosa bien difícil por cierto.
Serán jugados cuatro bichos de Atenco.
Cualquiera diría: ¿toros de Atenco? Pues ¡a Pachuca! Pero se debe tener presente que desde hace algún tiempo aquella hacienda viene dando reses muy malas para la lidia, porque a lo poco bueno que tiene, le dan un precio exageradísimo que no conviene a los empresarios de corridas.
Estoquearán los de mañana Ponciano Díaz y Antonio Sánchez (El Tato).
LA PATRIA, D.F., del 30 de abril de 1895, p. 3:
Carta obscena.
Leemos en un periódico de San Antonio, Texas, que una señora llamada Gregoria García de Cotula, envió una carta obscena al Reverendo Luis Hernández, y que por tal crimen esa mujer está bajo de arresto para ser juzgada en Mayo próximo ante la Corte Federal.
Hace algunos días comunicamos nosotros que por medio del buzón y del cartero respectivo, cuyo número tenemos, un comerciante de esta plaza recibió, delante de varias personas, un pliego en el cual estaban un retrato ya viejo y estropeado del lidiador de toros Ponciano Díaz, una carta insultante e indecentísima para dicho comerciante (que, a lo que parece se trata de Quintín Gutiérrez), con el nombre, por firma, de una persona que está siempre muy cerca del diestro mexicano.
Ese pliego se recibió al día siguiente o a los dos días de haber marchado Ponciano Díaz de esta capital para Sinaloa.
El verdadero autor de tan baja y miserable acción, de la cual también tomó nota EL SIGLO XIX, aún está en el misterio, pero se nos dice que se acudirá a los medios convenientes para aclarar esa infamia y procurar su castigo.
LA PATRIA, D.F., del 27 de octubre de 1895, p. 3:
Ponciano Díaz.
Ese torero ha dirigido una carta al UNIVERSAL, diciendo, en sustancia, que no tuvo la intención de ofender a los mexicanos con las palabras que, el día de la inauguración de la presente temporada, pronunció al brindar a la sombra un toro.
La verdad es que todo el mundo oyó que Ponciano, comparando al público español con el mexicano, se expresó de un modo agresivo y despreciativo para el segundo.
Torero muerto.
En Morelia ha fallecido el diestro Rafael Corona, víctima de la tisis que se contrajo en el ejercicio del arte taurino.
¿Con que eso también produce tísis?
¡Oído a la Caja, Don Ponciano!
Salvad a tiempo esa augusta personalidad.
LA RAZA LATINA, D.F., del 12 de noviembre de 1895, p. 3:
A propósito del festejo ocurrido el 10 de noviembre anterior, en la plaza de toros “Bucareli”, donde se lidiaron 6 toros de Santín por “El Pipa” y “Marinerito”, E. Ricandi, que fue quien preparó la crónica para dicha publicación, le da inicio con los siguientes versos:
El que ayer ejercía
de torilero
abrió la puerta a un toro
de buen aspecto,
bragao, castaño;
listón, de muchas libras
y bien armado.
Aplaudió entusiasmada
la concurrencia
-lo cual que ayer estuvo
la plaza llena-
al ver que del chiquero
salía un toro,
y no un conejo de Indias
como los otros.