EFEMÉRIDES TAURINAS NOVOHISPANAS

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

 Siendo nuestra fuente don Antonio de Robles, veremos a continuación los hechos más destacados el año de 1678:

 -Auto del Santo Oficio (20 de marzo)

-Azotados (22 de marzo).

-Venida duodécima de Nuestra Señora de los Remedios (30 de mayo).

-Octava de Corpus (16 de junio).

-Vuelta de nuestra Señora de los Remedios (19 de junio).

-Procesión al hospital (¿de indios?) con muchos fuegos, loas y estandartes (8 de octubre).

-Toros (22, 23 y 24 de noviembre).

-Toros (4, 5 y 6 de diciembre).

-Primera piedra de Santa Teresa (8 de diciembre).

    Sin embargo, al no encontrar más referencias que estas, he decidido apoyarme una vez más, en mi libro inédito: “Artemio de Valle-Arizpe y los toros” para traer hasta este espacio el

 [PASAJE Nº 4]: LEONEL WAFFER.

    Uno más de los cronistas que aparecen en Historia de la ciudad de México…,[1] es un desconocido autor inglés, LEONEL WAFFER.

    Este señor salió de Inglaterra en 1677 para la isla de Java, la rodeó toda y no dejó en ella paso por andar.

   Un año más tarde, vino a dar lleno de asombro a la Nueva España.

 Al ocuparse de la detenida descripción de la ciudad de México en 1678, apuntaba sobre la Plaza Mayor, que

 Es de tan vasta extensión, que en los días destinados para las corridas de toros y para los juegos de cañas, apenas ocupa la gente la tercera parte de ella.[2]

    Por esos años, el oficio de “diarista” recayó en la persona de Antonio de Robles, quien con su Diario de sucesos notables,[3] que siguió el modelo establecido por Gregorio Martín de Guijo,[4] dejó minuciosa constancia de los acontecimientos más sobresalientes durante el período que va de1665 a 1703.

   En tales recuentos se puede apreciar una suma de circunstancias con las que ambos nos ponen al tanto de un complicado espectro –particular en este caso-, que denominaría como “catálogo de conmemoraciones”, en el que se van a reunir un buen número de pretextos donde era posible la concentración pública para diversos motivos.[5]

Plaza Mayor ordenada por Cajigal de la Vega (detalle).

Col. Patrimonio Cultural Banamex.

Pilar González Aizpuru: Historia de la vida cotidiana en México. México, Fondo de Cultura Económica, Colegio de México, 2005. 6 Vols. (Vol. III: El siglo XVIII: entre tradición y cambio, lámina 12, entre páginas 272-3.


[1] Artemio de Valle-Arizpe: Historia de la ciudad de México según los relatos de sus cronistas. México, 5ª ed., Editorial Jus, 1977. 531 p., p. 365.

[2] Op. Cit.., p. 367. A propósito, el propio Artemio de Valle-Arizpe menciona. Las fiestas religiosas, solemnes y continuas, daban ocasión para ostentar el lujo y la riqueza, al par que profanas diversiones, galanteos y riñas. La canonización de un santo, la dedicación de un templo, la concesión de un privilegio a una comunidad religiosa o el nombramiento de un obispo, festejábanse con lides de toros, mascaradas y comedias a las que concurría no sólo el virrey, sino también el arzobispo y las principales dignidades del clero secular y regular. Los Diarios de sucesos –entre los que se encuentran particularmente los de Antonio de Robles- están llenos de descripciones de estas fiestas.

[3] Antonio de Robles: DIARIO DE SUCESOS NOTABLES (1665-1703). Edición y prólogo de Antonio Castro Leal. México, Editorial Porrúa, S.A., 1946. 3 V. (Colección de escritores mexicanos, 30-32).

[4] Gregorio Martín de Guijo: DIARIO. 1648-1664. Edición y prólogo de Manuel Romero de Terreros. México, Editorial Porrúa, S.A., 1953. 2 V. (Colección de escritores mexicanos, 64-65).

[5] El sentido de entretenimiento o diversión, adquirió imagen especial durante el virreinato, pues fue en ese período donde se manifestó la consolidación no solo de la fiesta oficial. También de la de carácter religioso, e incluso civil. Lo pagano y lo profano al servicio de dos poderes fundamentales: la corona y la iglesia. A estas figuras, se agrega, entre otros motivos, los que generaba directamente la universidad e incluso otro tipo de razones, que apelaban directamente al cumplimiento estricto –planteado en este caso-, por la inquisición.

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