EL ARTE… ¡POR EL ARTE!
POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
La obra creadora de nuestro personaje se ha convertido durante este año de 2013, en referente indispensable. ¡Cómo no recordarlo! si su trabajo, independientemente de su limitada procedencia (y con esto me refiero a lo reducido de un taller, junto a otros tantos instrumentos para realizar sus grabados y dibujos), es luminoso y sugerente a ratos. Ácido y de humor irreverente en otros.
En lo taurino, cada ejemplo suyo representa la oportunidad no sólo de revalorarlo, sino de resignificarlo también, para ponerlo a la altura de los grandes artistas de nuestro país. El trazo que obtiene al recrear una suerte, al figurar un rostro o dar un sentido más amplio a cierto número de visiones que pueden observarse durante una tarde de toros nos dan la verdadera dimensión de su mirada la que, en su conjunto recoge los grandes momentos que hoy forman ese gran legado del que no podemos sustraernos para reconocer su enorme valor.
Al respecto dice Rafael Barajas:
(Manuel) Manilla tiene un estilo casi naif, sus figuras suelen ser rígidas y la calidad de sus retratos deja mucho que desear; sus recursos técnicos son más bien limitados pero le saca mucho partido al velo; suele hacer cuadros barrocos, muy recargados y consigue piezas notables de sabor popular. Por su parte, Posada es un artista más culto y complejo, con más escuela, y abarca un mayor rango de estilos y recursos técnicos: combina el velo con el dibujo a línea y domina el claroscuro; sus retratos son realistas y fidedignos, sus personajes son anatómicamente correctos y suelen tener movimiento. Además, algunas piezas están firmadas, lo que permite establecer con cierta precisión en qué periodos publican Manilla y Posada en esta revista.[1]
Y es que ambos artistas llegaron a colaborar de manera simultánea en diversas publicaciones como el Gil Blas, el Gil Blas Cómico o en La Risa del Popular por ejemplo, de ahí que El Fisgón vuelve a apuntar:
Resulta interesante ver cómo, en una misma publicación, Posada y Manilla hacen editoriales gráficos con puntos de vista muy diferentes. Esto hace pensar que el editor le da cierta libertad a sus colaboradores y que los dos grabadores populares sostienen puntos de vista políticos muy diferentes: Manilla es abiertamente antiporfirista y antireeleccionista, mientras que Posada hace una crítica suave que le resulta funcional al régimen y es siempre respetuoso con don Porfirio.[2]
Esta es una más de las ilustraciones que Rafael Barajas “El Fisgón” incluye en su interesante trabajo dedicado al genial grabador José Guadalupe Posada. La misma, procede de El Fandango, publicada el 12 de julio de 1894, destacando otro de aquellos rigurosos controles que el gobierno impuso sobre la prensa, y que vox populi se calificó como “Ley de la Psicología”, y donde periódicos como el propio Fandango y también el Gil Blas se vieron acosados por aquella represión. El grabado, de la cabecera es de Posada. El otro apunte, el de la crítica del momento, corresponde a Manilla.
Fuera de estos etiquetados, la obra entre uno y otro nutrió a un buen número de aquellos periódicos de corta o mediana vida, y gracias a ellos, y a la supervivencia de ciertos ejemplares, se puede corroborar el ejercicio cotidiano en que desplegaron no sólo sus estilos, sino sus tendencias, así como sus preferencias. Uno y otro hicieron de los toros como espectáculo otro de los temas de desarrollo y no falta caricatura en la que el trasfondo político, la represión en la libertad de prensa.
CONTINUARÁ.