IMÁGENES TAURINAS EN “CALZONZIN INSPECTOR”. (2 DE 3).

RECOMENDACIONES y LITERATURA.

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.

COMENTARIOS A UNAS IMÁGENES TAURINAS INCLUIDAS EN LA PELÍCULA “CALZONZIN INSPECTOR”.

A José Morente, por tres años de divulgar y defender culturas en extinción.

Ovación, orejas y rabo, vueltas al ruedo. Salida en hombros…

    Ahora la presencia es de este singular “sube y baja” en el que, por un lado, se sienta la muerte, y en el otro el diablo, mientras cada uno se impulsa… suben y bajan, en tanto la res corretea a “Calzonzin”, y quien hace las veces del “loco”, resulta ileso, pues el astado no logra darle alcance. Más allá, se encuentra una mesa donde dos personajes departen, formando parte del reparto, aunque casi como “convidados de piedra”. El barril ya está dispuesto también para realizar otra más de las suertes…

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   En efecto, helo ahí, desde donde uno más del reparto, se ha apostado en él, como especie de “Tancredo”…

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 … En la película, el becerro acomete con tal fuerza que derriba a ambos en forma aparatosa. Las suertes que se realizaron en el siglo antepasado, y donde el apoyo de un barril se convertía en la búsqueda de novedades, significó ser de un uso lo mismo para escenas como estas, o como aquellas otras en que las mujeres que participaban, también alardeaban de su valentía, subiéndose al barril para colocar algún par de banderillas, como la escena que a continuación incluyo:

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ESCENA TAURINA reproducida en un cartel de mediados del siglo XIX. En MEXICAN ART & LIFE. Abril, 1939.

Tal imagen, proviene de una pieza más de la infinidad de carteles decimonónicos donde con frecuencia se creaba y recreaba en caso tan concreto, la tauromaquia mexicana, dueña de una dinámica muy particular. Es posible que corresponda a la segunda mitad del XIX, aunque los datos de que dispongo no me permiten hacer ninguna otra especulación al respecto.

    Volvemos a admirar las destrezas de “Calzonzin”, realizando un movimiento prácticamente idéntico al que se puede apreciar en la imagen de este otro cartel, que corresponde al anuncio de dos festejos, viernes 25 y domingo 27 de diciembre de 1857, como sigue:

 PLAZA DE TOROS DEL PASEO NUEVO, D.F. Viernes 25 de diciembre. Bernardo Gaviño y cuadrilla, con 6 toros de Atenco. Toro embolado.

 DEFINITIVO VIERNES 25...

 DETALLE DE LOS VOLADORES...

Colección del autor.

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 La dinámica de la suerte es enteramente la misma, y llama poderosamente la atención que a poco más de cien años, se siguiera practicando en forma similar en este espacio rural.

    El becerro que anda muy bravo en el ruedo, ahora le embiste al mismísimo diablo, que anda de cabeza. ¿Cómo le hizo para pasar de una a otra posición? No lo sé. Pero el hecho es que buen susto se llevó “Satanás” en tan inesperado momento.

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    Hace muy poco tiempo, el buen amigo, mejor escritor y analista José Morente, publicaba en su excelente blog “La razón incorpórea” un detallado pasaje sobre la suerte taurina, también en desuso denominada “El galleo del bú” (véase: http://larazonincorporea.blogspot.mx/2014/01/suertes-en-desuso-vi-el-galleo-del-bu-2.html). Por cierto, al remitirse a su página, observo con verdadero gusto, que su blog, ha llegado a sus tres años de existencia, por lo que a diferencia de unos días, andamos compartiendo gozo tan particular. Desde aquí le envío un cordial saludo y mi más sincera felicitación.

CALTZONZIN INSPECTOR_EPÍLOGO_15_LA SUERTE DEL BÚ

    Retomando el asunto, en ese excelente trabajo, reúne diversas escenas que provienen desde el siglo XIX, y concluye con una edición especial del viejo celuloide, donde se puede apreciar a José Gómez Ortega “Joselito”, realizando la suerte, allá por los años que van de 1915 a 1920. Pues bien, a donde voy es al hecho de que en esta otra producción de largometraje, también quedó impreso, por breves segundos, la ejecución de la misma suerte, ahora en manos de “Calzonzin”, quien apresuradamente la realiza, intentando poner más “pies en polvorosa” que un reposado sentido del arte en combinación con la técnica y la audacia. ¡Cuánta diferencia puede haber entre el toreo profesional y la mojiganga! Esa diferencia simplemente es abismal.

    ¿Quieren ustedes conocer la suerte de “la mamola”?

Aquí la tienen:

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Antonio Navarrete: “La Mamola”.

Ha escrito de ella  su hermano Manuel Navarrete Tejero lo que sigue:

    Era suerte de gran riesgo, por la cual el ejecutante podía cobrar una gratificación adicional a su sueldo, o bien solicitar dinero directamente del público. Consistía en esperar la salida del toro tumbado de espaldas, con las piernas verticales, a fin de sostener sobre los pies una olla de barro llena de ceniza o polvo de yeso. El toro debía romper la olla al enfrontilarla, con lo que el polvo gris o blanco se expandía violentamente y la escena se esfumaba por algunos instantes. El lidiador ejecutaba una voltereta o machincuepa sobre la espalda, aprovechando el impulso que le comunicaba el hocico del toro al pegarle en las corvas. El toro quedaba con la cabeza gris o blanca, como si hubiera sido enmarcarado. El público daba una ovación, al principio de la lidia, y permanecía a la espera de otras suertes emocionantes.[1]

    La misma suerte, recreada en la película puesta a revisión en el presente análisis.

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 Según mis apreciaciones, esta suerte consistía en el hecho de que uno de los personajes de la mojiganga, sostenía una olla con los pies. Colocado el susodicho en posición horizontal, con las piernas hacia arriba, formando un ángulo de 90 grados, esperaba, como este lo hizo, a que el toro embistiera, con el sólo objeto de que su embestida se fuese directamente sobre aquel objeto, lleno de ceniza o de cualquier otro tipo de polvos para ocasionar, en el mismo instante del impacto, que la olla de barro se rompiese, y de la misma se dispersara la ceniza o cualquier de esos “polvos de la madre Celestina” para que la jeta del animal quedara manchada y se levantara la polvareda de rigor.

   Si ustedes desean tener una mejor apreciación de la misma, nada mejor que agradecerle a don Antonio Navarrete el que haya recreado tal escena, a partir de un singular esfuerzo en el que pueden observarse detalles que quizá me hayan sido imposibles de describir. Y es que don Antonio con alguna certeza, pudo haber sido testigo, en las épocas en que su afición lo llevaba por aquí y por allá, a conocer las reminiscencias que quedaban sobre la grandiosa tauromaquia decimonónica mexicana, y que fue haciendo suyo un amplio sector de pueblos, sobre todo de la parte central del país, como pueden ser los actuales estados de Michoacán, Guanajuato, Querétaro, Hidalgo, Puebla, el de México (y concretamente al interior del mismo, en el área del valle de Toluca).

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Ahora es “Calzonzin” quien se ha echado el capote a la espalda y ejecuta, muy a su manera algo que bien podría ser la “Saltillera” o la “Gaonera”, con los pies bien puestos en la arena, ante la mirada absorta de un conquistador y otro elemento de esa mojiganga. Al fondo se aprecia uno más, saliendo del burladero, de los denominados “hombres gordos de Europa”, figuras inconfundibles en cualquier tipo de representación que se incluían en forma alternada en muchas tardes de toros, sobre todo a la mitad del siglo antepasado, impulsadas o estimuladas por el diestro gaditano Bernardo Gaviño.

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El varilarguero ya está en el ruedo. Figura “quijotesca”, figura que recordaría los tiempos en que las cabalgaduras salían aderezadas de un primitivo peto que, peyorativamente se le conocía como “babero”.

CALTZONZIN INSPECTOR_EPÍLOGO_19_EFECTOS ANILINA

 Y si la diversión o el entretenimiento en el ruedo no basta, los asistentes al espectáculo han caído bajo la influencia del caos, de ahí que era conveniente cuidarse de que en cualquier momento se esperara el sorpresivo y desagradable arribo de una descarga de anilina.

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 El “hulano” ha errado o «marrado» en la suerte, mientras la muerte, el diablo y un hombre gordo rondan como si fuesen las mismísimas cuadrillas, atentos a hacer el quite en ese intento de refilón que no prosperó como el gran puyazo que se esperaba.

CONTINUARÁ.


[1] Antonio Navarrete Tejero y Manuel Navarrete Tejero: Trazos de vida y muerte. España, Imprimex 330 p. Ils., retrs.,  p. 76-7.

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