DOS PRODIGIOS: LA FOTOGRAFÍA DE SAMUEL TINOCO… LA MEDIA DE “RODALITO”.

REVELANDO IMÁGENES TAURINAS MEXICANAS. 

POR: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE. 

   Rafael Rubio “Rodalito” torero de origen español, vino a México justo cuando las corridas de toros se reanudaban en la capital del país tras el asesinato del Gral. Venustiano Carranza, esto al mediar el año de 1920. De él no quedan muchos registros, ni tampoco tenemos grandes referencias sobre tardes gloriosas de este albaceteño que en su momento llegaron a llamarlo el “Rodolfo Gaona español” quizá por su gran parecido con el “indio grande”…

rodalito

Rafael Rubio “Rodalito”

GAONA TOCADO SOMBRERO DE ALA ANCHA_DETALLE

Rodolfo Gaona Jiménez

   Sin embargo, lo que ha llamado mi atención y creo que así será para muchos, es el registro de la maravillosa imagen que acompaña las presentes notas. La fotografía fue tomada por Samuel Tinoco, integrante de aquella generación de los Casasola, Melhado, Rosell, Urbina, Reynoso, Enrique F. Sosa y otros, que dejaron un auténtico testimonio de sus quehaceres, tomando en cuenta esa paciente labor, la de sentarse las más de las veces en una especie de canastilla, tal cual sucede con Enrique F. Sosa y Eduardo Melhado…

ENRIQUE F. SOSA_E. MELHADO

…desde donde tendrían que manejar aquellas cámaras, y los vidrios para finalmente obtener maravillas como la que se presenta a continuación:

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El Universal Taurino. T. III, México, D.F., 2 de mayo de 1923, N° 81.

   Sorprende la precisión con que se detuvo el tiempo, instante en el que el español remata la serie de lances con esa “media” que destila aromas de torero caro, mientras el toro queda sometido a los vuelos del capote que envuelven la figura mayestática del diestro que también tiene algo de columna griega.

   De Tinoco no tenemos hasta hoy tantas referencias como las que conquistaron todos aquellos colegas cuyos nombres hemos recordado por su enorme familiaridad con la fiesta de los toros. Sin embargo, Samuel Tinoco, al igual que esos otros hacedores de la imagen, tuvo un privilegiado manejo del sentido que permitió a muchos en aquellas jornadas heroicas, encontrar el justo medio…, ese que decidía oprimir el obturador en el preciso instante.

   La abismal diferencia entre el uso de aquella parafernalia y la cámara digital o el celular o móvil que ya tienen incorporada una cámara en su interior es que el viejo equipo forjaba fotógrafos que lograron, en la mayoría de los casos dejar su impronta de manera permanente gracias a una virtud muy especial que llamaría «sensibilidad». Las imágenes actuales, que pueden tomarse por decenas, docenas y demás cantidades industriales, pierden esencia, salvo que se siga un propósito muy concreto: conservar el registro de lo inasible o inclasificable entre cuyos componentes se encuentra el tiempo, la vida, los seres que queremos, el recuerdo, la memoria…, solo por mencionar aquellos aspectos que resulten entrañables, pero también afines al propósito de conservar registros de la memoria.

SINAFO_119783

Eran los días en que Manuel Jiménez “Chicuelo” estaba convertido en ídolo de la afición mexicana. A su izquierda, Samuel Tinoco. A la derecha: Eduardo Sánchez Vargas, periodista. (Ca. 1924). INAH / SINAFO, N° de catálogo: 119783.

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